El abrigo y cueva de Benzú (Memoria 2002-2012)

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Bibliografía

Capítulo 33

Síntesis de la ocupación del abrigo y cueva de Benzú por sociedades cazadoras-recolectoras y explotadoras de recursos marinos

JOSÉ RAMOS, DARÍO BERNAL, ANTONIO CABRAL, ANTONIO BARRENA, JUAN JESÚS CANTILLO, EDUARDO VIJANDE, SALVADOR DOMÍNGUEZ-BELLA, IGNACIO CLEMENTE, BLANCA RUIZ ZAPATA, MARÍA JOSÉ GIL GARCÍA, PALOMA UZQUIANO, ANTONIO MONCLOVA Y JESÚS TOLEDO

REGIÓN HISTÓRICA Y PROYECTO BENZÚ

Consideramos el área del estrecho de Gibraltar (Vanney y Menanteau, 2004) como «región geohistórica» (Braudel, 1987; Sanoja y Vargas, 1999: 5), indicando su carácter atlántico-mediterráneo (Arteaga, 2004). Nuestro grupo de investigación viene desarrollando proyectos de investigación en esta región, en el Sur de la Península Ibérica y Norte de África, desde hace algunos años. Estamos interesados en el estudio de las posibles relaciones y contactos de las sociedades prehistóricas del Pleistoceno y del Holoceno entre ambas orillas (Ramos, 2002, 2008 y 2011; Ramos et alii, eds., 2008; Ramos et alii, 2008a, 2008b, 2011a y 2011b; Domínguez-Bella y Maate, eds., 2009).

El Proyecto Benzú (2002-2012) se ha desarrollado por medio de convenios de colaboración entre la Universidad de Cádiz y la Ciudad Autónoma de Ceuta, con la codirección de José Ramos y Darío Bernal. Las autorizaciones de excavación han sido emitidas por el Ministerio de Cultura (Ramos et alii, coords., 2011: 53-58). El yacimiento fue descubierto por la Universidad de Cádiz en el marco de la elaboración de la Carta Arqueológica Terrestre de Ceuta, en el año 2001 (Bernal, 2002). Los primeros trabajos hasta 2003 tuvieron la responsabilidad de José Ramos, Darío Bernal y Vicente Castañeda. A partir de 2004 la dirección se ha mantenido a cargo de los dos primeros investigadores citados. En las campañas de 2010 y 2011, a dicha responsabilidad se ha incorporado como codirector Eduardo Vijande.

Hemos trabajado un equipo interdisciplinar, coordinado desde la Universidad de Cádiz, donde han participado más de 30 investigadores y más de 30 estudiantes de Prehistoria y Arqueología, así como más de 100 voluntarios de la ciudad de Ceuta. El proyecto se ha consolidado y mantenido su continuidad en el marco de los citados convenios de colaboración. Se han realizado numerosas publicaciones y se ha acudido a muchos congresos, seminarios y jornadas (ver Introducción).

Los efectos de las regresiones y cambios del nivel del mar y de las líneas de costa (Rodríguez Vidal et alii, 2004; Rodríguez Vidal y Cáceres, 2005; Abad et alii, 2013) han sido importantes en esta zona del estrecho de Gibraltar. Se han documentado altos niveles marinos cuaternarios. En la base del Yebel Musa se identifica la secuencia más completa, con cotas entre 140 y 10 metros sobre el nivel del mar (Rodríguez Vidal et alii, 2004). Su formación podría abarcar desde el MIS 9 (320 ka.) al Último Interglacial (120 ka.) (Abad et alii, 2013; Rodríguez Vidal et alii, 2013).

De esta forma, es muy probable que el propio Abrigo de Benzú tuviese el mismo origen que estas formas, asociado a una alta parada marina hace unos 320.000 años, durante el estadio isotópico marino 9, cuando se formó la terraza de los 50-60 metros sobre el nivel del mar que define la plataforma más alta de punta Leona. De hecho, las paredes del mismo conservan aún la impronta de animales marinos que viven en hábitats muy similares a los que existen en la actualidad en las costas de Benzú (Abad et alii, 2007).

Por otro lado, las oscilaciones del nivel del mar, vinculadas a los cambios climáticos cuaternarios, han sido importantes en la explicación de la paleogeografía de la región. En etapas frías el nivel del mar estaría unos 120 metros más bajo que el presente, situándose la línea de costa varios kilómetros mar adentro respecto a la actual. Todo ello permitiría la cercanía de ambas orillas y facilitaría la posibilidad de contactos y relaciones humanas entre ellas durante el Pleistoceno (ver Capítulo 2).

Los estudios realizados en el marco del Proyecto Benzú han sido interdisciplinares, contando con las aportaciones de la geología, fauna, medio ambiente, así como tecnológicos y de distribución espacial de productos, para un intento de reconstrucción histórica y socioeconómica de las ocupaciones humanas. Esta región ha sido ocupada, en sus dos orillas, por diversas sociedades durante el Pleistoceno y Holoceno, que han explotado los recursos de caza, recolección pesca y marisqueo. Cuenta con una secuencia histórica y arqueológica que ofrece muchas semejanzas en la técnica y modos de vida.

De un modo general han predominado modelos de explicación basados en ideas difusionistas. Proponemos como hipótesis de trabajo que las semejanzas tecnológicas son producto de relaciones y contactos en el marco de las movilidades típicas de las sociedades cazadoras-recolectoras (Bate, 1986; Weniger, 1991; Ramos, 1999) y de procesos de distribución en las sociedades tribales (Arteaga, 2004; Ramos, coord., 2008). Estamos convencidos de que los estudios arqueológicos deben superar también los esquemas y valoraciones normativas tradicionales e implicarse en visiones más amplias, desde perspectivas socioeconómicas e históricas, así como antropológicas.

Es fundamental entender los desplazamientos en el marco de la estructura económica y social de las sociedades a lo largo del proceso histórico, en este caso del Pleistoceno y del Holoceno. Planteamos la hipótesis del estrecho de Gibraltar como puente para las sociedades prehistóricas (Tarradell, 1959). Estamos valorando relaciones y contactos desde las sociedades cazadoras-recolectoras del Pleistoceno. Además pensamos que hay que superar los criterios simples de relación biología-cultura.

La documentación del aprovechamiento de los recursos marinos en ambas costas por grupos humanos diferentes permite incidir en las peculiaridades de los modos de vida de los diversos grupos humanos en la región (Ramos y Cantillo, 2009 y 2011; Ramos et alii, 2011a).

ABRIGO DE BENZÚ. TOPOGRAFÍA, ESTRATIGRAFÍA Y EXCAVACIÓN

El Abrigo de Benzú está situado en dolomías. Tiene una topografía abrupta, con paredes casi verticales. Ha perdido gran parte de su cubierta superior por desplome. Los bloques están dispersos en las proximidades del yacimiento. En su extremo suroeste presenta una pequeña cueva. El depósito arqueológico localizado en el Abrigo tiene una superficie total de más de 60 metros cuadrados con una potencia superior a 5,50 metros de brechas carbonatadas muy cementadas, con costras calcáreas y niveles intercalados de coladas calcíticas parietales. Lateralmente este espesor disminuye hasta casi 1 metro, reposando sobre una plataforma subhorizontal. Se han documentado 10 estratos (Durán, 2003 y 2004), de los que 7 tienen evidencias de ocupación humana. En éstos se ha comprobado la presencia de numerosos productos líticos, fragmentos óseos y malacológicos. El Abrigo ha sufrido los efectos de acciones naturales como caídas de bloques y numerosos procesos sedimentarios, que reflejan diferentes ciclos climáticos. La cronología general del yacimiento es del Pleistoceno Medio y Superior.

Estudios sobre la micromorfología y procesos bioerosivos en el entorno del Abrigo de Benzú demuestran que la formación erosiva de éste sería previa a la ocupación humana, anterior al e.i. 9 (Abad et alii, 2007). El entorno y territorio inmediato del Abrigo de Benzú (FIGURA 33.1) ofrecía la posibilidad de disponer de numerosos recursos: marinos (playa de la Ballenera), cinegéticos, vegetales y líticos (arroyo del Algarrobo y dolomías del Yebel Musa y Yebel Fahíes), además de la posibilidad de afloramientos de agua, en forma de surgencias subterráneas de buena calidad (tal y como demuestra la presencia de los travertinos de Beni Yunes).

En el yacimiento paleolítico del Abrigo de Benzú la mayor parte del depósito arqueológico consiste en una brecha calcárea, de gran compactación y dureza (FIGURA 33.2). El Abrigo presenta adheridos a la pared rocosa de las dolomías triásicas una serie de 10 estratos, la mayoría de ellos constituidos por brechas calcáreas muy consolidadas. Tienen ocupación humana los estratos 1 a 7. Ante la dificultad de realizar una excavación convencional por la dureza del sedimento hemos utilizado un sistema alternativo que se ha aplicado a 6 cuadrículas (BVII, CVII, excavadas en 2003, 2004 y 2005; DVII excavada en 2005; CVI excavada en 2007 y 2008; CV excavada en 2007 y 2008 y DV, excavada en 2007-2008). Con los resultados de la excavación presentados en esta monografía se cubre en el momento actual la secuencia completa analizada. Presentamos en el Capítulo 5 la estratigrafía y las características de los estratos (figura 33.3). Por estrategia de excavación se ha organizado la secuencia en subestratos:

■ 3 del estrato 7 (7A, 7B, 7C).

■ 3 del estrato 6 (6A, 6B, 6C).

■ 4 del estrato 5 (5A, 5A/5B, 5B, 5C).

■ 3 del estrato 4 (4A, 4B, 4C).

■ 3 del estrato 3 (3A, 3B, 3C)

■ Los estratos 2 y 1 no se han subdividido.

Hemos trabajado con el sistema alternante de excavación (Arteaga, Ramos y Roos, 1998) por medio de complejos (pequeños espacios que cubren un volumen en longitud, anchura y espesor) que se integraban en cuadrículas. Hemos podido también situar a nivel microespacial algunos objetos en la misma excavación. Se han denominado «hallazgos especiales»: objetos líticos, restos de piedras, así como productos biológicos o muestras para diversas analíticas.

Como se ha indicado en varias ocasiones en este libro, nuestra idea pretende superar la escéptica visión de «palimpsestos». Consideramos que es posible una lectura social y económica, y que a pesar de las dificultades por la dureza y peculiaridad del yacimiento, es posible obtener información de tipo socioeconómico de las actividades desarrolladas en el yacimiento, así como de los modos de vida y de los comportamientos sociales y económicos de las sociedades que frecuentaron el yacimiento.

Dadas las dificultades de excavación convencionales, se han utilizado radiales, cuñas y contracuñas para la extracción de bloques del yacimiento que se han terminado de excavar en laboratorio con el uso de martillos, cinceles y micropercutores. Todos los productos arqueológicos se han ubicado microespacialmente en el registro de dicho sistema, asociándose a cuadrículas, estratos y complejos (Ramos y Bernal, eds., 2006; Ramos et alii, 2007, Ramos et alii, coords., 2011; Domínguez-Bella et alii, 2012).

En este sentido, la metodología de excavación arqueológica aplicada en el Abrigo paleolítico de Benzú ha sido innovadora y pionera, desde el año 2002. Se han utilizado diversas técnicas analíticas de datación (Calado, 2006). Los estratos sedimentarios de la base de la secuencia han sido datados por OSL (Bateman y Calado, 2004) y se ha utilizado el Th/U (Durán, 2004) para la determinación de la edad de los espeleotemas. Paralelamente se ha empleado el método experimental de TL en la datación de espeleotemas (Benéitez et alii, 2004). En el Capítulo 7 presentamos los resultados de las dataciones (figura 7.1). Recordamos que se han podido enmarcar en un decalaje comprendido entre –(OSL) Shfd 020135: 254 ± 17 Ka– del estrato 2 y –(Th/U) IGM: ± 70 Ka– del estrato 10.

De este modo se puede inferir que la secuencia sedimentaria y arqueológica es anterior a 70.000 años, y que el registro de la primera ocupación humana del abrigo indica una antigüedad de aproximadamente un cuarto de millón de años. Después del conocimiento de la secuencia estratigráfica obtenida en 2005 a partir del perfil estratigráfico de las cuadrículas BVII, CVII y DVII, con la intención de incidir en criterios etnoarqueológicos en el análisis de los modos de vida de las sociedades cazadoras-recolectoras aquí asentadas, se intentó extender el área inicial de excavación a un espacio mayor. Se amplió así la zona a excavar en las cuadrículas CVI-CV-DV.

Se pudo valorar la potencialidad del asentamiento y su propia limitación, pues este tipo de sistema pretende asociar productos y posibles estructuras, con idea de inferir áreas de actividad; y al cabo incidir en los modos de vida y en las formas de trabajo de los grupos humanos que de forma cíclica y durante más de 180.000 años han acudido al Abrigo. Hemos comprobado que el espacio excavado en el depósito de brecha existente es limitado. Por ello desde la campaña de 2008 hemos considerado como prudente proceder al análisis arqueológico de los productos excavados en el sondeo realizado y en su área proyectada (cuadrículas CVI-CVDV).

Todo el sistema y el control del registro microespacial de los cerca de 40.000 productos arqueológicos documentados (36.092 productos líticos tallados, 3.362 fragmentos de fauna terrestre, 144 fragmentos de fauna marina y de otros registros biológicos y muestras…) han permitido obtener mucha información de orden espacial, y al cabo poder obtener unas ideas de las actividades y prácticas sociales desarrolladas por los grupos humanos que lo frecuentaron. La multitud de estudios que se han realizado sobre los diversos tipos de productos arqueológicos —estudios geo-arqueológicos de procedencia de materias primas, tecnología lítica tallada, fauna terrestre, fauna marina, polen, antracología, análisis microespacial de la distribución de los objetos, dataciones con TSL, U-Th, etc.— (Ramos et alii, 2008a y 2011a), recuperados tras la disgregación de los bloques, y la gran abundancia de información obtenida hasta el momento, nos han permitido considerar la validez de la metodología, el grado de recuperación de material arqueológico y su aplicabilidad a otros yacimientos con características sedimentarias similares.

MEDIO AMBIENTE

Las sociedades cazadoras-recolectoras y explotadoras de recursos marinos que frecuentaron el Abrigo de Benzú vivieron en un medio natural que disponía de numerosos recursos vegetales. Los estudios polínicos han permitido valorar el perfil CB7 procedente de las cuadrículas BVII y CVII de la campaña de 2007 (ver Capítulo 8). Se han identificado un total de 37 taxones (9 arbóreos, 4 arbustivos y 24 herbáceos), junto a 3 elementos acuáticos, esporas monoletas y triletas y 15 Microfósiles No Polínicos (MNP) de afinidad diversa (figuras del Capítulo 8). Pinus es el componente principal y representa la vegetación de carácter regional; el bosque local lo conforman fundamentalmente Quercus de tipo perennifolio, y en menor medida Quercus tipo caducifolio junto a Oleaceae, Juniperus y Myrtus, y más puntualmente se detectan presencias de Cedrus, Corylus y Ulmus.

Ericaceae y Rosaceae son los elementos principales del estrato arbustivo, acompañados esporádicamente por Tamarix y Cistaceae. En el grupo herbáceo, dominan Asteraceae liguliflorae y tubuliflorae, junto a Poaceae y Chenopodiaceae, y un elenco de taxones que sin llegar a ser dominantes ni presentar una distribución continua a lo largo del perfil, su desarrollo es acorde con las fluctuaciones observadas a lo largo de la secuencia. Algo similar ocurre con los taxones acuáticos, dominados por Cyperaceae.

De los MNP identificados destacan: Glomus cf. fasciculatum o tipo 207, indicador de procesos de deforestación; Sordaria sp o tipo 55 A, de afinidad coprófila; y Valsaria o tipo 140, y los tipos 174 y 181, de carácter mesoeutrófico; esporádicamente hay presencias de Pseudoeschizae circula, relacionado con procesos erosivos, y Epohydatia o tipo 138, que junto con el tipo 18, definen condiciones de humedad; y Pleospora o tipo 3 b, característico de condiciones secas, entre otros. En general, todo ello define la instalación de unas condiciones mediterráneas, bajo las cuales, la alternancia entre el desarrollo de los taxones Xéricos y Estépicos y de los taxones Mesófilos, de Ribera, y Cyperaceae, definen fluctuaciones en la tasa de humedad. Con base en el comportamiento de los taxones, se han identificado cuatro fases, cuyas características más relevantes son las siguientes:

■ CB7-I: (muestras CB7-1, CB7-2C y CB7-2B. Estratos 1 y 2). Representa inicialmente un paisaje vegetal empobrecido, dominado por taxones Xéricos e indicativo de un déficit de humedad. El domino de los taxones Mediterráneos, acompañados por taxones Mesófilos y de Ribera, detectan hacia el techo, un aumento de la temperatura y de la humedad.

■ CB7-II: (muestras CB7-2A y CB7-3. Techo Estrato 2 y Estrato 3). El bajo contenido en polen y la presencia de Glomus fasciculatum o tipo 207, definen una fase de gran pobreza paisajística, indicativa de unas condiciones más frescas y secas.

■ CB7-III: (muestras CB7-4B, CB7-4A, CB7-5C y CB7-5B. Estratos 4 y 5). Se trata de la fase de mayor diversidad, asociada a un aumento de la humedad y suavización de las temperaturas, y en donde aumentan los porcentajes de los MNP de carácter mesoeutrófico, de Sordaria y de los taxones Nitrófilos (Plantago).

■ CB7-IV: (muestras CB7-5A, CB7-6C, CB7-6B, CB7-6A, CB7-7C, CB7-7B y CB7-7 A. Techo Estrato 5 y Estratos 6 y 7).

El contenido, cuantitativo y cualitativo de granos de polen, permite diferenciar las siguientes subfases: CB7-IVa: (muestras CB7-5A, CB7-6C y CB7-6B. Techo Estrato 5 y Estrato 6), las presencias de taxones Xéricos y Estépicos abogan por una reducción de la tasa de humedad. CB7-IVb: (muestras CB7-6A y CB7-7C. Techo Estrato 6 y Estrato 7), corresponde con el mayor desarrollo de Pinus y de Glomus, y cae el bosque local asociado a una sustitución de los elementos Mesófilos por los Mediterráneos, probablemente como respuesta a la pérdida de humedad detectada en la subfase anterior. CB7-IVc: (muestras CB7-7B y CB7-7 A.

Estrato 7), un escaso contenido en polen, junto a la pérdida de diversidad, definiría una fase de degradación del paisaje, asociada al deterioro de las condiciones climáticas. De este comportamiento se deduce que el desarrollo de la vegetación responde a una sucesión de procesos cíclicos donde las fases CB7-I-Estratos 1 y 2-, CB7-III-Estratos 4 y 5- y CB7-IVb-Estrato 7-, representan etapas de óptimos climáticos que favorecen la mayor diversidad en el desarrollo de la vegetación y una mejor conservación de los granos de polen; frente a las fases CB7-II-Techo Estrato 2 y Estrato 3-, CB7- IVa-Techo Estrato 5 y Estrato 6- y CB7-IVc-Estrato 7-, en las que se produjeron periodos de sequías más o menos moderadas, que impidieron la expansión de la vegetación mediterránea, sin descartar una bajada de temperaturas, que explicaría la presencia tanto de Pinus como de Juniperus durante las mismas.

ANTRACOLOGÍA

Para conocer también la explotación de recursos vegetales hemos realizado estudios antracológicos.

Los restos analizados se recogieron sistemáticamente mediante la combinación de las técnicas de flotación manual en barreños, cribado del sedimento con agua en columna de cribas de diferente grosor atendiendo a la fracción del sedimento y posterior triado y selección de materiales (Uzquiano, 1997, 2006). La recuperación fue exhaustiva, ya que se procesó la totalidad del sedimento excavado. Sin embargo la aplicación de todas estas técnicas a la totalidad de los sedimentos recogidos en el Abrigo ha dado resultados limitados por la naturaleza del depósito.

Los datos obtenidos a nivel antracológico ofrecen poca información acerca de la flora leñosa existente en esta zona durante el Pleistoceno superior. Se han documentado taxones arbustivos: Erica sp., en el Estrato 4 y Fabaceae en el Estrato 2. Desde un punto de vista etnobotánico ambos taxones poseen buenas propiedades inflamables, por tanto pudieron ser empleados como combustible durante las ocupaciones humanas desarrolladas en estos dos niveles. A partir de las especies leñosas evidenciadas y teniendo en cuenta la información florística obtenida en la ocupación holocena posterior, podríamos concluir que la gestión de leña efectuada por los grupos humanos portadores de la tecnología del Modo 3 estaría en parte basada en las comunidades de matorral. Éstas debieron caracterizar el entorno dada la proximidad del mar y a tenor de los resultados polínicos obtenidos en el Abrigo (Ruiz Zapata y Gil García en este volumen. Capítulo 8).

Por otro lado quisiéramos subrayar que la trayectoria antracológica llevada a cabo en la cuenca del Mediterráneo occidental ha puesto de manifiesto la relevancia de las comunidades de matorral en el entorno de los yacimientos paleolíticos a lo largo del Pleistoceno superior (véase por ejemplo BazileRobert, 1980; Uzquiano, 2008b, entre otros trabajos). Estas comunidades constituyeron un gran potencial de recursos económicos disponibles para los grupos de cazadores-recolectores, entre los que habría que incluir posiblemente la ocupación humana paleolítica del Abrigo de Benzú.

FAUNA TERRESTRE

Los restos óseos de mamíferos excavados en el Abrigo de Benzú se depositaron como consecuencia de la acción antrópica, presentando muchos de ellos las fracturas típicas de la rotura de un hueso fresco por percusión o presión. Además del efecto de la selección de presas, el pisoteo y la fractura sistemática, los restos óseos han sufrido las consecuencias del proceso de brechificación sistemática de las diferentes unidades litoestratigráficas detríticas, quedando englobados en su matriz calcárea tras su fosilización.

El estado de conservación de huesos y dientes era favorable al llegar al laboratorio, solo parte de ellos llegaron de forma aislada y la mayoría formaba parte de bloques brechíferos o de pequeñas porciones de sedimento. Esto requirió aplicar medios físicos y químicos para partir los bloques y extraer los restos, los cuales corresponden en casi su totalidad a esquirlas de hueso de longitud inferior a los 3 centímetros (figura 10.2), siendo solo identificable el 1% y habiéndose determinado taxonómicamente solo unos pocos fragmentos óseos y dientes pertenecientes a bóvidos. No se han observado restos fósiles de micromamíferos. Tras el laborioso trabajo de extracción de la matriz calcárea, su remontaje y consolidación, los restos fósiles diagnósticos procedentes del Abrigo de Benzú (Capítulo 10), constituyen una muestra paleontológica de gran interés debido a su posición geográfica, cronología y asociación con el registro arqueológico del sitio (Monclova et alii, 2011a).

En los Estratos 5 y 6 de la cuadrícula CVII, destaca la presencia de un significativo número de restos óseos de ungulados de mediano tamaño, constituidos por esquirlas y fragmentos de diáfisis, fracturados de forma intencional y con evidencias de haber sido quemados (Ramos et alii, 2005: 184; Arribas et alii, 2006). El análisis microespacial ha permitido deducir la existencia de una zona de procesamiento de fauna terrestre cazada en el Estrato 6, en el entorno de CB-07-CV-6C-148 y de CB-07- CVI-6C-117 (Capítulo 16).

El Estrato 5 ha documentado una posible zona de consumo de presas, con un fuego en las cercanías, y sería bastante frecuentada por los habitantes del abrigo. En el Estrato 4 se ha documentado una posible zona de procesado de presas, las cuales también se consumirían in situ. Y al igual que en el Estrato 5, probablemente habría un fuego en las inmediaciones. En el Estrato 7 de la cuadrícula CIII aparece un molar inferior (M3) izquierdo correspondiente a un bóvido de gran talla, que presenta ciertas afinidades con el género Bubalus (Bovidae gen. indet., Arribas, 2003).

cesamiento de fauna terrestre cazada en el Estrato 6, en el entorno de CB-07-CV-6C-148 y de CB-07- CVI-6C-117 (Capítulo 16). El Estrato 5 ha documentado una posible zona de consumo de presas, con un fuego en las cercanías, y sería bastante frecuentada por los habitantes del abrigo. En el Estrato 4 se ha documentado una posible zona de procesado de presas, las cuales también se consumirían in situ. Y al igual que en el Estrato 5, probablemente habría un fuego en las inmediaciones. En el Estrato 7 de la cuadrícula CIII aparece un molar inferior (M3) izquierdo correspondiente a un bóvido de gran talla, que presenta ciertas afinidades con el género Bubalus (Bovidae gen. indet., Arribas, 2003).

LOS RECURSOS MARINOS EN EL ABRIGO DE BENZÚ

La fauna marina en el Abrigo de Benzú ha sido de gran interés (Ramos y Cantillo, 2009; Ramos et alii, 2011b; Cantillo et alii, 2010; Cantillo y Soriguer, 2011). Su análisis ha deparado la documentación de moluscos en toda la secuencia estratigráfica, desde el Estrato 7 al 1, y restos de vértebras de ictiofauna en el nivel 5a (posiblemente de la familia Sparidae), constituyendo en la actualidad una de las evidencias más antiguas de prácticas de pesca y marisqueo por sociedades prehistóricas.

En síntesis se aprecia un predominio en la explotación de gasterópodos no espiralados, del que la especie Patella se configura como su máximo exponente, copando cuantitativamente el registro en todos los niveles estratigráficos. Cabe destacar la nula aportación de bivalvos marinos, salvo un pequeño fragmento charnelar de Ruditapes decussatus documentado en el Estrato 6. Por niveles, ha sido el Estrato 5 el que ha ofrecido la mayor cantidad de restos de moluscos (figura 11.13), con un número mínimo de 63 individuos, seguido del Estrato 4 con 15 ejemplares. Cabe señalar el registro de 3 individuos en el Estrato 2 (1 Patella ferruginea y 2 Patella sp.), datado por OSL en 254±17 ka., y otros 4 ejemplares de Patella sp. en el Estrato 1.

Son especies cuya función estaría relacionada con el consumo, constituyendo un recurso complementario. Análisis de tipo tafonómico sobre este conjunto taxonómico, con evidencias de carbonificación en la zona dorsal de algunas conchas y de microespacio, con acumulaciones en puntos muy concretos del área de ocupación, evidencian muestras claras de recolección y consumo de recursos marinos por parte de unos grupos que poseen ya prácticas normalizadas de obtención de peces y de marisqueo. Factores tan importantes como la accesibilidad y la cercanía al litoral constituirían en esta fase del Pleistoceno un acicate para explotar estos recursos durante las distintas fases de ocupación del Abrigo.

La recolección se efectuaría sobre especies que habitan fuertemente adheridas a sustratos duros de los roquedales de la parte más alta del mesolitoral (familia Patellidae), poco expuestos al batido de las olas y con mucho tiempo de emersión, por lo que a priori la recolección de moluscos resultaría una tarea sencilla y rentable para estos grupos sociales (FIGURA 33.4).

VALORACIÓN GENERAL DE LOS PRODUCTOS LÍTICOS TALLADOS DEL ABRIGO DE BENZÚ. CAPTACIÓN DE MATERIAS PRIMAS, PROCESOS TECNOLÓGICOS DE PRODUCCIÓN, USO Y CONSUMO DE LOS MISMOS

En el estudio que presentamos como síntesis de una década de trabajos en el Abrigo de Benzú indicamos que se han analizado 36.092 ejemplares, procedentes de los estratos 1 a 7 del Abrigo de Benzú (tabla 13.9; figuras 13.1 a 13.24). En total, en el estrato 7, se han estudiado 4.975 productos (13,78% del total analizado en los 7 estratos de Abrigo de Benzú); en el Estrato 6, 3.622 productos (10,04%); en el Estrato 5, 9.067 productos (25,12%); en el Estrato 4, 9.844 productos (27,27%); en el Estrato 3, 4.133 productos (11,40%); en el Estrato 2, 3.361 productos (9,31%) y en el Estrato 1, 1.110 productos (3,08%). De este modo los Estratos 4 y 5 son los que cuentan con mayor número de productos líticos tallados, evidenciando claramente, junto a otros componentes arqueológicos, una mayor e intensa ocupación.

Por su parte los Estratos 1 y 2 cuentan con menor presencia de productos, aunque hay que indicar el menor espacio excavado en ellos (FIGURA 33.5). Entre las materias primas se ha estudiado un muestreo significativo de 3.659 ejemplares, procedentes de un complejo de cada estrato (Capítulo 12). Hay un predominio destacado de las AC-areniscas compactas, con el 61,03%. En total las areniscas alcanzan el 61,71%. Los productos realizados en sílex con radiolaritas alcanzan el segundo tipo mejor representado de materias primas (RR-radiolaritas rojas,

24,84%; RV-radioalaritas verdes, 8,55%; RG-radiolaritas grises, 2,27%; RB-radiolaritas blancas, 0,03%; RNradiolaritas negras, 0,68%. En total los sílex con radiolaritas alcanzan el 36,37%). Hay otras litologías minoritarias, como SM-sílex masivo (1,12%), D-dolomía (0,38%), RM-rocas metamórficas (0,05%), F-filita (0,19%) y C-calizas (0,05%). Considerando la relación de las materias primas con los tipos de productos —tecnología—, se comprueba un claro predominio de productos líticos tallados realizados en arenisca compacta (BN1G61,50%, BP-72,11%, ORT-54,25%, BN2G-53,92%). Las radiolaritas son el segundo tipo de materia prima utilizada (BN1G-33,34%, BP-25,38%, ORT-43,14%, BN2G-43,12%).

Es decir que las materias primas son básicamente locales, documentadas en las unidades geológicas y litoral inmediato al yacimiento (Capítulo 12). Es muy limitada la presencia de otras litologías, que pueden representar el aporte externo de algunos productos en el marco de la movilidad de los grupos (BN1G-2,56%, BP-1,46%, ORT1,92%, BN2G-2,94%). Dentro de esta tendencia general a la utilización de areniscas, es muy destacada cierta selección y la mayor presencia de radiolaritas entre los productos retocados (43,12%), aunque como hemos visto también predominan los realizados sobre areniscas (53,92%).

Rasgos morfológicos como el rodamiento, se han obtenido a partir de un muestreo significativo de 1.063 efectivos de productos (tabla 13.17). Predominan claramente los poco rodados, con 1.055 ejemplares (99,24%), frente a los de rodamiento medio, con 7 (0,66%) y rodamiento bastante, con 1 (0,1%). Hemos valorado que se vincula al poco desplazamiento del material, y al limitado papel de procesos erosivos o postdeposicionales. El color y la pátina están relacionados con la materia prima y con el uso del fuego-termoalteración en el yacimiento. Esta utilización ha sido constante en el Abrigo de Benzú y se ha comprobado en los análisis arqueobotánicos, de materias primas, así como en el tecnológico y funcional de los productos líticos. Se vincula a procesos de profilaxis y limpieza del yacimiento, y a un uso muy continuo y recurrente del fuego.

Entre los productos líticos tallados en arenisca sólo tienen pátina el 24,99%. Entre los realizados en radiolaritas rojas, los ejemplares patinados alcanzan el 49,04%, y entre las radiolaritas verdes el 22,11%. En el total de productos controlados, se aprecia que el 19,42% de los ejemplares presentan pátina (tabla 13.22). Presentamos algunas características técnicas que son muy comunes entre los productos líticos del Abrigo de Benzú. No se aprecian diferencias técnicas significativas en la secuencia.

Es un dato muy destacado en relación a los considerados criterios de la variabilidad musteriense (Bordes, 1978; Binford, 1983 y 1985; Geneste, 1991; Stiner y Kuhn, 1992; Kuhn, 1995; Mora, Martínez y Casanova, 2008; Mora et alii, eds., 2008; Casanova et alii, 2009; Sánchez, 2012; Villaverde et alii, 2012). Más allá de los comunes criterios de variabilidad, desde la perspectiva de consideraciones funcionales y culturales, creemos que esto obedece a una constante elaboración técnica, producto de la costumbre y transmisión del conocimiento en las prácticas de elaboración de productos. Al cabo son comunidades ciertamente reiterativas en sus formas de elaborar los productos líticos. Más que a criterios culturales, estamos hablando de sistemas técnicos de producción y de trabajo, para aplicación a prácticas productivas, vinculadas a sus modos de vida, que están basados en actividades de caza, recolección y aprovechamiento de recursos marinos.

Consideramos que sobre este criterio no se aprecian tendencias evolutivas significativas, siendo una constante en toda la secuencia la forma de elaborar los núcleos, de conformar tipos de lascas y de generar productos retocados para las prácticas productivas. Sobre la presencia de Bn-bases naturales-, indicamos su limitada documentación registrada, con 7 ejemplares. De forma clara y manifiesta se han aportado guijarros y/o Bn-bases naturales al yacimiento, y su limitada presencia debe vincularse al agotamiento y aprovechamiento exhaustivo de las mismas en la conformación de BN1G. En síntesis podemos valorar (considerando el criterio de cómputo general de restos de talla y productos retocados) que se han aportado al yacimiento guijarros y Bn-bases naturales, con las que se han elaborado BN1G-núcleos, obteniendo abundantes BP-lascas, y en dicho proceso han saltado y se ha generado una gran cantidad de otros restos de talla.

Las BP obtenidas están encaminadas a la obtención de BN2G-productos retocados. Con las lascas en bruto y con los productos retocados se han generado herramientas para el desarrollo de prácticas cotidianas de producción y de consumo. Presentamos una síntesis de rasgos técnicos para posteriormente indicar aspectos del estudio funcional obtenido. En un cómputo general de los restos de talla y de los productos retocados (tabla 13.9) tenemos el predominio manifiesto de los restos de talla (35.322 ejemplares, 97,87%), sobre los productos retocados (763 ejemplares, con el 2,11%). En total en los 7 estratos analizados del Abrigo de Benzú se han documentado 523 ejemplares (FIGURA 33.6) de BN1G (1,45%).

Las BP alcanzan en total una muy significativa presencia con 11.648 ejemplares (32,27%) Los ORT alcanzan un total de 23.151 efectivos de ORT (64,14%). Y las BN2G constituyen 763 productos retocados (2,11%). Se ha comprobado la muy destacada documentación de ORT. La suma de DES-desechos (7.429 ejemplares), E-Esquirlas (15.720 ejemplares) y PA-plaquetas de avivamiento (2 ejemplares), alcanza un total de 23.151 efectivos de ORT, que constituyen el 64,13% de todos los productos analizados.

Como hemos indicado en el Capítulo 13, se han presentado los rasgos técnicos y tipológicos de los productos retocados, tanto en relación a los tipos de BN1G y de BP, considerando sus rasgos morfológicos y las características técnicas en el marco de los sistemas técnicos de producción. Así, hemos analizado los Temas Operativos Técnicos Indirectos (TOTI), como proceso técnico vinculado a la transformación y explotación de los soportes de base o BN1G, con el objetivo de obtener ciertos productos o BP, con idea de que tengan determinada función, en sí mismos, como auténticas herramientas en las mismas BP o en un nuevo proceso de configuración por medio de retoques, y así alcanzar a ser BN2G. Hemos documentado así varios Temas Operativos Técnicos Indirectos (TOTI) que tienen directa relación con el proceso de producción. Presentamos una concepción sintética de los mismos, relacionando BN1G y BP, en el marco de los procesos de talla.

Se han documentado 5 Temas Operativos Técnicos Indirectos:

1-Longitudinal

2-Unipolar

3-Centrípeto

4-Bipolar

5-Multipolar:

■ TOTI 1-Longitudinal. Es un tema operativo vinculado al inicio de la talla. Es por tanto un TOTI longitudinal, en las fases iniciales del desbaste. Se relaciona con los BN1G-IT, obteniéndose básicamente, de estos soportes, BP-D -lascas de descortezado- y SD-lascas de semidescortezado.

■ TOTI 2-Unipolar. Es un tema operativo definido por la realización de levantamientos unipolares. Se vinculan también con fases iniciales del desbaste, o como auténtico proceso de tipo recurrente. Se asocia a la extracción desde BN1G-U, de BP, algunas de tipo SD y sobre todo de tipo BP-I.

■ TOTI 3-Centrípeto. Es muy clásico y característico en Benzú, con estrategias sobre todo de explotación bifacial, con varios planos de golpeo, que generan un carácter centrípeto multipolar. Se asocia a BN1G-CM y L, en un proceso regular de desbaste para la obtención de BP-LE-levallois.

■ TOTI 4-Bipolar. El sistema de trabajo es a partir de uno o dos planos de golpeo, en el marco de la conformación, en este último caso, opuestos. Se vinculan a BN1G de tipo B-bipolar, para la obtención sobre todo de lascas de tipo I-internas.

■ TOTI 5-Multipolar. Se vincula con la conformación de múltiples planos de golpeo, donde se van generando planos de interacción y superficies de explotación, alcanzando un verdadero carácter poliédrico. Los vinculamos a BN1G-POL, para la extracción básicamente de BP-I. Por tanto, como hemos indicado, según el desglose de productos (FIGURA 33.7), limitada presencia de Bn, de BN1G, y la destacada documentación de BP y ORT, muestran procesos manifiestos de talla y desbaste de productos líticos en el propio asentamiento del Abrigo de Benzú.

En cuanto a los tipos de BN1G-núcleos- (FIGURA 33.6), se han documentado 523 ejemplares (1,45% del total de la industria). Son todos de tipo BN1GE, de explotación. Destaca el dominio absoluto de ejemplares de núcleos realizados con técnicas fijas, y vinculados a Temas Operativos Técnicos Indirectos (TOTI) definidos. Los BN1G-POL, poliédricos, son el tipo mejor representado, con 207 ejemplares (39,58% del total de BN1G de la secuencia). Se aprecia una muy buena presencia de BN1G de tipo CM-centrípeto multipolar y L-levallois, con 189 ejemplares (36,14% del total de BN1G). La unión de ambos tipos alcanza el 41,71%. Los ejemplares de BN1GE-U, unipolares, constituyen un total de 83 efectivos (15,87% del total de BN1G). Se documentan también 12 ejemplares (2,29%) de BN1G-B. Hay documentados 1 ejemplar de BN1G-SL, sobre lasca (0,19%) y 1 ejemplar de BN1G-C, de cresta (0,19%). Los rasgos técnicos analíticos de los ejemplares de BN1G se pueden ver en el Capítulo 13 y en la tabla 13.31, donde se indican los datos referidos a TOTI, Carácter facial, centrípeto, de oblicuidad, de profundidad, de la arista frontal y de la arista sagital de los mismos. Respecto a los tipos de BP-Lascas, alcanzan en total una muy significativa presencia, con 11.648 ejemplares (32,27%, del total de la industria).

Están documentados con presencia limitada los efectivos del inicio de la talla, con 162 ejemplares de tipo BP-D, de descortezado (1,39%, dentro del total de las lascas) y 587 ejemplares de SD (5,04% en el total de las lascas). Los ejemplares de tipo BP-I, internas, son los mejor representados, con 8.558 ejemplares (73,47%, en el total de las lascas). Los ejemplares de tipo BP-LE, levallois, son el segundo mejor tipo representado, con 2.269 ejemplares (19,48%). Se documentan 72 BP-C, de crestas, con el 0,62% del total de las lascas.

La consideración dimensional de la presencia de lascas y láminas es un criterio definidor técnico. Entre los ejemplares descritos como muestreo, 401 ejemplares de BP, se aprecia el predominio destacado de los ejemplares realizados sobre lascas (95,76%), frente a los realizados sobre láminas (4,24%). El análisis de los tipos de dimensiones de las lascas no retocadas realizado a partir de un muestreo significativo nos indica el predominan los tipos de lascas y lascas anchas, con presencia destacada de lascas laminares, todas ellas de mediano y gran tamaño.

Respecto al análisis de los tipos de talones, considerando la muestra analizada, dominan claramente los ejemplares de BP-lascas que tienen talón reconocible (78,56%) sobre las que lo tienen abatido (V-Talones abatidos, 86 ejemplares, 21,44%). Entre las BP con talones reconocibles, vemos el claro predominio de las de talones facetados, sobre las variantes de talones lisos. Así las BP con talones I-lisos constituyen 132 ejemplares (32,91%). Las BP con talones Ia-puntiformes alcanzan 19 ejemplares (4,74%). Las BP con talones Ib-corticales llegan a 8 ejemplares (1,99%).

El conjunto de BP con talones facetados (II-talones facetados diedros —43 ejemplares, 10,72%—, III-Talones facetados planos —31 ejemplares, 7,73%— y IV-talones facetados convexos —79 ejemplares, 19,70%—) alcanza el grupo más numeroso (153 ejemplares, 38,15%). Los rasgos técnicos analíticos de los ejemplares de BP se pueden ver en el Capítulo 13 y en el cuadro 13.32, donde se indican los datos referidos a las caras dorsal, talonar y ventral; así como criterios dimensionales, de fracturas y volumen.

Sí queremos destacar como idea que consideramos significativa que hay por tanto una gran sintonía en rasgos técnicos entre ejemplares, que tienen soporte a partir de BN1G-CM-núcleos centrípetos y levallois, de los que se obtienen BP-lascas para elaborar los productos retocados-BN2G. Se ha podido comprobar que se han utilizado patrones muy estandarizados para la confección de los productos retocados. Dentro de esta tendencia general se aprecia que para la confección de BN2GR, BN2G-D y BN2G-P, se han utilizado básicamente lascas elaboradas en radiolarita o arenisca, de tipo interna o levallois, con 3 o más aristas y 4 ó 5 extracciones, con talones en buena medida facetados, de mediano o gran tamaño.

En cuanto a la documentación de tipos de BN2G-productos retocados, observamos el predominio absoluto del orden de los simples (Laplace, 1972: 113), que engloba a los grupos de raederas, denticulados, puntas y raspadores. De este modo en todos los estratos se aprecian rasgos tipológicos clásicos de conjuntos de modo 3. La distribución de tipos por estratos es muy significativa (tabla 13.28):

■ Hay un predominio y alternancia por estratos de las BN2G-R-raederas (343 ejemplares, 44,95%) y BN2G-D-denticulados y muescas (396 ejemplares, 51,90%).

■ La presencia de BN2G-Puntas es significativa y cualitativa (18 ejemplares, 2,36%).

■ Hay documentados algunos ejemplares de BN2G-G-raspadores (5, 0,65%). Por tanto como síntesis relativa a presencia de productos retocados, comprobamos que las BN2Graederas dominan en los Estratos 3, 4 y 5. BN2G-denticulados predominan en los Estratos 1, 2, 6 y 7. Hay una presencia significativa de BN2G-puntas.

Y documentación testimonial de pocos ejemplares de BN2G-raspadores. En cuanto a los tipos de retoques, en los productos retocados dominan completamente los ejemplares de modo simple. Respecto a la amplitud, ya hemos indicado los tipos primarios básicos de toda la industria y en correspondencia se aprecia el lógico predominio de ejemplares con retoques profundos, sobre los ejemplares de retoques marginales (detalles en el Capítulo 13). En cuanto a la dirección de los retoques, hay una clara tendencia hacia el predominio de ejemplares de retoque directo, sobre inverso. En la delineación predominan los ejemplares de retoque continuo, sobre los retoques con muesca y denticulado. Tras este estudio de los 7 estratos de la ocupación del Abrigo de Benzú podemos aproximarnos a ideas vinculadas a la cadena operativa lítica completa. Encontramos mayoritariamente sintonía entre BN1G y la obtención de BP, susceptibles de ser transformadas en herramientas de trabajo (BN2G) tales como raederas, muescas o denticulados, empleados en tareas propias de distintas actividades de la caza y la recolección de estas sociedades de bandas cazadoras-recolectoras. Más que de «variabilidad musteriense», como criterio histórico que ha tenido una gran tradición de tipo cultural, valoramos estas similitudes y tendencias en el marco de procesos productivos de trabajo.

La gran sintonía y precisión de los Temas Operativos Técnicos Indirectos (TOTI) observados, nos indica técnicas definidas que se usan durante milenios, en el marco de la transmisión cultural y de procesos de enseñanza a través de las generaciones. En estas consideraciones entra la movilidad y la relación con otros grupos, entre los productos retocados, el predominio de raederas y denticulados se asocia a la aplicación práctica de herramientas vinculadas con trabajos y actividades de la vida cotidiana de estas sociedades cazadoras-recolectoras-mariscadoras. En relación a ésta última idea respecto al estudio funcional, se han analizado muestras de restos líticos provenientes de los siete niveles arqueológicos documentados en el Abrigo de Benzú para ver

si existían diferencias entre ellos en cuanto a la producción de otros bienes de consumo. Se han documentado rastros de uso en casi el 20% de los restos líticos analizados. Estos instrumentos de trabajo fueron manufacturados mayormente (70,37%) en arenisca cuarcítica, mientras que el 29,63% se realizaron en radiolarita y sílex. El trabajo de la madera se documenta prácticamente en todos los niveles arqueológicos con mayor frecuencia que las actividades para la producción cárnica y/o piel. Sin embargo, en el Estrato 3 es la carnicería la actividad con más representatividad; así como el único nivel donde se documenta el raspado de una materia dura de origen animal.

Las alteraciones térmicas son comunes en todos los niveles salvo en el 5. Se ha registrado con claridad en el 14,7% de los restos líticos analizados, aunque pensamos que ese porcentaje debe ser mayor, pues es poco reconocible en las areniscas. La frecuencia de esta alteración podría deberse a una práctica de quema del espacio cuando llegaran al sitio para ocuparlo en cada ocasión.

A pesar de que en el Abrigo de Benzú se tallan soportes de un tamaño que pueden utilizarse simplemente con una prensión manual, sobre todo los elaborados en arenisca, se ha podido documentar el uso de enmangue en un instrumento utilizado a modo de cuchillo/puñal. Este hecho se ha documentado únicamente en el Estrato 4, por lo que se puede intuir que es reconocible en Benzú a partir de hace 170.000 años, aunque no lo hayamos documentado en las ocupaciones posteriores.

OCUPACIÓN DEL ABRIGO DE BENZÚ, MOVILIDAD Y TERRITORIO. ENMARQUE REGIONAL

Podemos valorar al Abrigo de Benzú como lugar de frecuentación recurrente de grupos humanos pertenecientes a sociedades cazadoras-recolectoras-explotadoras de recursos marinos, que han desarrollado actividades características de un lugar de hábitat y residencia estacional, donde se han realizado procesos de producción y trabajo. Se ha podido comprobar que se han aportado al Abrigo materias primas sobre todo areniscas compactas y en menor medida radiolaritas, existiendo constancia de litologías menores.

Estas materias primas se han recolectado en la zona inmediata. En el abrigo se han realizado actividades de producción de instrumentos líticos, con gran presencia de núcleos muy definidos, BN1G-centrípetos y levallois básicamente, desde los que se han elaborado BPlascas de varios tipos, con gran presencia destacada de la técnica levallois. Con filos de algunas de estas lascas se han realizado herramientas. Además se han utilizado BN2G-piezas retocadas, especialmente raederas, muescas y denticulados. Hay también constancia de algunas puntas y en menor medida algún raspador. Hay alternancia en algunos estratos en el dominio de raederas y/o muescas-denticulados.

Los productos retocados se han usado para el trabajo de madera; así como para el tratamiento de carne, consumo de animales y actividades de procesamiento de piel (Capítulo 14). El Abrigo de Benzú no es un sitio aislado, hemos conocido en el entorno regional de Ceuta (FIGURA 33.8) y ámbitos inmediatos de la región, numerosos enclaves pertenecientes a esta época y yacimientos con similitud tecnológica, enmarcables en lo que se considera como tecnología de modo 3 (Ramos et alii, coord., 2011; Vijande et alii, en prensa). El estudio de las sociedades prehistóricas del territorio de la ciudad de Ceuta no había sido objeto de investigaciones intensivas. Había referencias muy interesantes del potencial geoarqueológico tras

las prospecciones de Miguel Tarradell y Juan Garriga en los años 50 del siglo pasado (Garriga y Tarradell, 1951). Una valoración general destacando también el potencial de la zona y presentando algunos hallazgos había sido realizada por Carlos Posac (1981). La elaboración de la Carta Arqueológica en el año 2001, con la responsabilidad de Darío Bernal, constituyó un importante avance en la investigación de los estudios prehistóricos de la ciudad. Hasta esos momentos apenas se tenía constancia de yacimientos prehistóricos en Ceuta y su término municipal (Bernal, 2002; Bernal et alii, 2003). La Carta Arqueológica del año 2001 sirvió para fijar en el mapa un total de doce nuevas localizaciones prehistóricas, cinco de ellas correspondientes a yacimientos y otras siete a hallazgos aislados.

Entre los yacimientos se localizaron cuatro enclaves con productos arqueológicos pertenecientes a sociedades cazadoras-recolectoras paleolíticas (22-Loma de los Hornillos, 23-Tiro Pichón I, 25-Playa Benítez y 18-Abrigo de Benzú). También se registraron cuatro hallazgos aislados con tecnología característica de estas sociedades paleolíticas: H.A.8-Playa de Cala Mocarro, H.A.17-Barranco de las Lanzas, H.A.22- San Amaro y H.A.23-Hacho II (Bernal et alii, 2003). La realización de la campaña de prospección de 2010 ha permitido aumentar dicho registro en el territorio inmediato al Abrigo de Benzú, que contaba también con otros yacimientos de esta época. Las labores de campo nos han permitido localizar nuevos yacimientos en las terrazas cuaternarias y piedemonte, situados entre la zona de Calamocarro y Benzú, y en las laderas y escarpes del interior montañoso de Ceuta.

Los yacimientos más antiguos documentados corresponden a sitios con tecnología lítica propia de modo 3. Es el caso de 73-Calamocarro, 74-Altabacal, 75-Punta de la Cabeza, 76-Zapatero III, 80-Los Olivillos y 81-Topete. De esta etapa histórica hay que considerar también dos hallazgos aislados: H.A.32-Casa de Zapatero IV y H.A.33-Casa de Zapatero V. Es un dato significativo, puesto que esta tecnología es similar a la documentada en el Abrigo de Benzú, y a la observada en la inmediata zona de Beni Yunes, así como en el entorno próximo de Tetuán. Todos estos datos nos proporcionan información acerca de la frecuentación y movilidad de los habitantes del Abrigo de Benzú por el territorio inmediato (Ramos et alii, 2008a y 2011). Estos enclaves se sitúan en depósitos geológicos cuaternarios, en posición posdeposicional, pero con evidencias claras de desmontes y procesos erosivos, dado el impacto de urbanización y transformación de este litoral.

Entre el material lítico recogido destacamos la presencia de núcleos-BN1G muy característicos, de tipo centrípetos, multipolares, de técnica levallois. Tienen correspondencia directa con las BP-lascas obtenidas de los mismos, de tipo interno y levallois. Y entre los productos retocados se han documentado BN2G-raederas variadas -R21, así como muescas-BN2G-D21 y denticulados-BN2G-D23. Por tanto encajan claramente con las ocupaciones de los grupos humanos de modo 3 que frecuentaron el Abrigo de Benzú.

Estos productos testimonian la presencia y frecuentación del territorio inmediato al Abrigo de Benzú por sociedades cazadoras-recolectoras, que usaron el Abrigo en sus actividades de caza, oteo o estancia temporal. Es complejo en base a tan escasos materiales determinar la funcionalidad de los nuevos enclaves, pero no es descartable su relación con el control y observación de la fauna terrestre y posiblemente marina, y con el control de madera y recursos vegetales en este medio natural diversificado. Estos yacimientos al aire libre nos manifiestan una ocupación intensa del territorio por parte de los grupos humanos que ocuparon el Abrigo de Benzú, en sus actividades de trabajo y consumo.

Unos de los hallazgos más interesantes de la prospección del año 2010 ha sido la documentación del fragmento proximal de una punta con muescas de tipo ateriense en el yacimiento 78.Loma del Tío Díaz IV (FIGURA 33.9). Se conocían en la historiografía de Ceuta evidencias de tecnología de tipo ateriense en zonas como Cerro de Isabel II. Estación Radio de Paleolítico Superior, a cargo de C. Gozalbes; pero que no se pudieron confirmar en la prospección de la Carta Arqueológica de Ceuta (Bernal et alii, 2002: 355). En la Cueva de Benzú, bajo los niveles neolíticos tenemos evidencias de posible ocupación del Paleolítico Superior, que necesita aún estudio y precisión estratigráfica y geo-cronológica.

Este nuevo yacimiento 78.Loma del Tío Díaz IV confirma la frecuentación por la zona de grupos humanos cazadores-recolectores que utilizaban dicha tecnología. Evidencias en la región inmediata de registros enmarcables en el concepto normativo ateriense se documentan muy claramente en la zona de Tánger, en concreto en Mugharet El Aliya (Bouzouggar, Kozlowski y Otte, 2002; Kozlowski, Bouzouggar y Otte, 2004; Bouzouggar y Barton, 2012). Y se han registrado también en sitios al aire libre en la región de Tánger (Otte, Bouzzougar y Kozlowski, 2004). Hay que indicar también las evidencias de productos de tipo ateriense en algunas localizaciones superficiales en la zona de Tetuán (Ramos et alii, 2008b y 2011b). En dicho territorio se documenta también la estratificación de industrias que han sido consideradas de tipo Paleolítico Superior como en la cueva de Caf That el Gahr (Tarradell, 1958a; Daugas y El Idrissi, 2008; Ramos et alii, eds., 2008) y

en los registros realizados en cuevas próximas como Gar Cahal, Kehf el Hammar y Hattab 2 (Barton et alii, 2005; Bouzouggar et alii, 2006; Bouzouggar y Barton, 2006). Recordamos al respecto que las cronologías más antiguas que ha aportado recientemente Mugharet El Aliya encajan en la parte superior de la secuencia del Abrigo de Benzú. Allí se enmarca esta tecnología de tipo ateriense entre 90 Ka y 35 Ka BP (Wrinn y Rink, 2003), aunque se indica que la ocupación principal ocurriría entre 56 y 39 Ka (Kozlowski, Bouzouggar y Otte, 2004: 50; Bouzouggar y Barton, 2006: 123).

Una de las grandes novedades en los estudios de los últimos años es la mayor antigüedad de las cronologías del Ateriense en el norte de África. Las dataciones de los años 80 del siglo pasado vinculadas al Ateriense procedían de las muestras de las cuevas de Pigeons en Taforalt y de los Contrabandistas en Temara, y oscilaban al menos, de antes del 34.550 BP, a los entornos de 21.900 ± 400 BP. Se consideraba así que la duración del Ateriense estaría próxima a la horquilla comprendida entre 40.000 y 20.000 (Debénath et alii, 1986: 236; desarrollo amplio de estos problemas en Ramos, 2012: 97 y ss. y en Linstäedter et alii, 2012).

Se han producido cambios en este panorama. En la región de Jebel Gharbi del Sáhara libio se han aportado dataciones por técnica de OSL, enmarcadas en un cuadro cronológico situado entre 90.000- 60.000 años a.p. (Cremaschi, Di Lernia y Garcea, 1998; Garcea, 2004; Garcea, ed., 2010). A estas hay que unir las dataciones mencionadas en la Cueva de Mugaret el’Aliya —Cabo Achakar, Tánger— (Wrinn y Rink, 2003; Kozlowski, Bouzouggar y Otte, 2004: 50; Bouzouggar y Barton, 2006: 123). Además recientes investigaciones en enclaves de Argelia como Sidi Said (Tipasa) comprueban la interestratificación del tecnocomplejo Musteriense y Ateriense (Chentir, 2011). Hay que considerar también que se han relanzado investigaciones a cargo de Roland Nespoulet y un equipo franco-marroquí (IPH de Paris-INSAP de Rabat), en los depósitos cuaternarios de Temara, El Mnasra, El Harhoura o Dar es Soltane, que están ofreciendo nuevos resultados y están permitiendo precisar mejor la situación y el cuadro cronológico y paleoambiental del Ateriense (Nespoulet, 2005; Nespoulet, et alii, 2008a, 2008b y 2011; Schwenninger et alii, 2010).

Recordamos también la interesante secuencia de Grotte Rhafas (Wengler, 1985-1986 y 1987; Wengler et alii, 2001; Mercier et alii, 2007). Igual ocurre con las investigaciones en el Rif Oriental por el equipo alemán y marroquí (Mikdad et alii, 2000; Mikdad y Eiwanger, 2000 y 2005; Eiwanger, 2001 y 2004), en concreto con nuevas dataciones en la cueva de Ifri n’Amar, donde los conjuntos pedunculados se documentan desde 145 ± 9 Ka, y se han enmarcado en la variabilidad del Paleolítico Medio norteafricano (Nami y Moser, 2010: 263 y ss.; Linstäedter et alii, 2012). La cuestión queda abierta, como problemática de futuro en la región. Registros como los de Tánger de tipo Mugharet El Aliya, con tecnología claramente ateriense enlazan por sintonía cronológica con las fases finales de la secuencia de Benzú.

Otros registros de tipo ateriense más antiguos, como los de la región del Rif Oriental (Nami y Moser, 2010), también son coetáneos a la secuencia de Benzú. Como se ha visto en detalle, esta tecnología de puntas pedunculadas no está documentada por ahora en la secuencia de Abrigo de Benzú. Sólo se ha indicado en Ceuta la noticia de Cerro de Isabel II. Estación Radio de Paleolítico Superior, documentada por C. Gozalbes (Bernal et alii, 2002: 355) y recientemente la indicada punta con muescas de tipo ateriense en el yacimiento 78.Loma del Tío Díaz IV (Ramos et alii, coord., 2011).

Valoramos como de gran alcance la importante secuencia de Ifri N’amar (Nami y Moser, 2010) que explica la mayor antigüedad de niveles con pedúnculos, anteriores incluso a los propios de modo 3 en dicha Gruta, y demuestra la variedad tecnológica y cronoestratigráfica de estas ocupaciones pertenecientes al Pleistoceno Medio y Superior (Linstäedter et alii, 2012). En el estado actual de la investigación resulta evidente la interestratificación de los registros de tecnología ateriense y los de modo 3.

En esta nueva situación algunos investigadores incluso tienden a denominar a las industrias en el concepto Middle Stone Age (MSA), antes que la utilización de terminología de tipo europeo como Musteriense o Paleolítico Medio (Garcea, 2004: 31). Como se ha visto en esta obra nosotros preferimos denominar a esta tecnología como modo 3 (Carbonell y Mosquera, 2003), al entenderla desde una perspectiva universal, mas amplia, intentando superar de este modo condicionantes de tipo geográfico o etnográfico.

Los datos de Benzú se enmarcarían así en las visiones también muy actuales de «variabilidad tecnológica y funcional» (Mora et alii, eds., 2008; Villaverde et alii, 2012; Sánchez, 2012). Para nosotros son un ejemplo de variabilidades técnicas en el marco de diferentes prácticas sociales y económicas. La diversidad tecnológica es una muestra clara de diferencias en la utilización de las herramientas como medios de producción, y al cabo indican precisiones en los modos de vida.

RELACIONES Y CONTACTOS. MOVILIDADES DE LAS SOCIEDADES CAZADORASRECOLECTORAS-EXPLOTADORAS DE RECURSOS MARINOS

La visión mas tradicional de los estudios paleolíticos basada en el análisis de los productos y fósiles guía como si fueran definidores de culturas, la consideramos muy limitada (Ramos, 1999). Los tecnocomplejos no dejan de ser más que una ayuda para la Historia Social. Reflejan objetos y productos situados en procesos de trabajo. Hay sin duda un gran reto de superación de tipologías normativas tradicionales. Los modelos analíticos y estructurales de clasificación, enmarcados en estudios geológicos de procedencia de los productos y el estudio funcional de las herramientas permitirán superar modelos de estudio idealistas, y analizar procesos económicos. De este modo la tecnología se considera como medio de producción y explica los procesos de trabajo (Ramos, 2012: 200).

Aunque tengamos que acudir en muchas ocasiones a valorar los modelos de ordenación normativa de los tecnocomplejos culturales —Achelense-Musteriense…, o modo 2, modo 3, según la terminología utilizada—, pretendemos con el estudio del contexto de éstos, abordar análisis de las sociedades autoras de los mismos, en todas sus complejidades económicas y estructurales. Al cabo, dicha secuencia contextualizada e histórica queda enmarcada en un panorama territorial amplio y en cronosecuencias estratigráficas, en el suroeste de la Península Ibérica (Baja Andalucía, en los medios geográficos del río Guadalquivir, campiñas y marismas, y región portuguesa del Algarve); así como en la región del Norte de África, no sólo en la península Tingitana, sino también en el Magreb occidental.

Es por tanto necesario seguir trabajando en la fijación de la secuencia histórica en un contexto atlántico-mediterráneo (Arteaga, 2002), en la región geohistórica del estrecho de Gibraltar; así como en las regiones limítrofes (Bicho, 2005; Bicho y Stiner, 2006). De este modo intentamos incidir en el estudio de las formaciones económicas y sociales en su organigrama histórico, en la relación de las comunidades entre sí y con su medio, pero sobre todo con la intención de profundizar en el estudio de su organización social y económica (Ramos, 2012: 200). Registros similares al Abrigo de Benzú se están documentando de manera muy destacada, además de los mencionados en Ceuta (Ramos et alii, coord., 2011; Vijande et alii, en prensa) en la región inmediata de la península Tingitana del Norte de Marruecos, abriendo numerosas perspectivas de estudio (Ramos et alii, 2008b y 2011b; Lindstäedter et alii, 2011).

Hemos destacado las diferencias con las interesantes secuencias de la cueva tangerina de Mugaret el’Aliya (Wrinn y Rink, 2003; Kozlowski, Bouzouggar y Otte, 2004: 50; Bouzouggar y Barton, 2006: 123) y de Ifri n’Amar en el Rif Oriental (Nami y Moser, 2010), al no haber aquí documentado en Benzú registros de tipo ateriense.

Otro aspecto sobre el que queremos llamar la atención es el de la gran sintonía de la tecnología lítica de toda esta región norteafricana con la obtenida en el sur de la Península Ibérica, y en concreto en la región del estrecho de Gibraltar (Ramos, 2007-2008; Ramos, coord., 2008; Jennings et alii, 2009, 2011; Bernal Gómez, 2012; Giles et alii, 2012). Son a destacar las similitudes en la tecnología basadas en la gran sintonía de BN1G-centrípetos multipolares y levallois, en BP-lascas levallois y en BN2G-Raederas y puntas de los sitios norteafricanos y en concreto del Abrigo de Benzú, con la documentada en yacimientos del sur de la Península Ibérica.

Incidimos así en la sintonía tanto con los productos documentados en los sistemas de terrazas cuaternarias del sur peninsular con tecnología definida de modo 3: Baja Andalucía-cuenca del Guadalquivir (Vallespí, 1986, 1992 y 1994), cuenca del Guadalete y sierra de Cádiz (Santiago et alii, 2001; Giles et alii, 2003; Jennings, 2009), banda atlántica de Cádiz (Ramos, coord., 2008), Campo de Gibraltar (Castañeda et alii, 2008) y con los enclaves subbéticos inmediatos, serranía de Ronda (Baena, Morgado y Lozano, 2011- 2012), Alto Vélez (Ramos, 1988;), cuenca del Guadalhorce (Barroso et alii, 1989), entornos subbéticos del Guadalteba (Medianero et alii, 2006 y 2011), subbético de Córdoba (Botella et alii, 2006; Barroso et alii, 2011) o litoral de Málaga (Ramos Fernández et alii, 2003; Cortés et alii, 2008, 2011).

La sintonía es en concreto muy destacada con los lugares estratificados en cuevas, vinculadas claramente con tecnología que está asociada a grupos humanos neandertales, caso de Gibraltar (Finlayson et alii, 1999 y 2006; Finlayson, Barton y Stringer, 2001; Giles et alii, 2012; Rodríguez et alii, 2013), Carihuela (Lumley, 1969; Vega et alii, 1988; Vega, 1990; García Sánchez et alii, 1994), Zafarraya (Barroso et alii, 1983; Barroso y Hublin, 1994; Barroso, Hublin y Medina, 1993; Barroso, coord., 2003; Barroso y Lumley, dir., 2006), o a lugares donde aún no hay registro antropológico pero parecería lógica la vinculación neandertal de las producciones líticas y de la ocupación social de dichas cavidades, caso de Bajondillo (Cortés y Simón, 1997 y 1998; Cortés et alii, 2008 y 2011), La Araña (Ramos Fernández, et alii, 2003 y 2010), Cueva de las Palomas (Medianero et alii, 2011), Cueva de Ardales (Cantalejo, Espejo y Ramos, 1997; Cantalejo et alii, 2006), Higueral de Vallejas (Jennings et alii, 2009; Jennings, Finlayson y Finlayson, 2011), Horá (Botella y Martínez, 1979) entre otras.

De manera significativa todos estos yacimientos del sur de la Península Ibérica y del norte de África se pueden definir por modos de vida basados en la caza de grandes mamíferos, como se evidencia del registro regional documentado (Vallespí, 1986a, 1992 y 1994; Giles et alii, 1996; Ruiz Bustos, 1995, 1997, 1999a, 2002, 2007 y 2011; Finlayson et alii, 2012; Monclova, 2010; Cortés et alii, 2008 y 2011).

También hemos documentado en el ámbito regional que este tipo de yacimientos arqueológicos se sitúan en lugares de ocupación muy estratégicos, para el oteo y control de la fauna en cerros prominentes, con buena disponibilidad de localización de recursos líticos y próximos a afloramientos de agua (Vallespí, 1992 y 1994; Vega, 1990; Cortés, ed., 2007, Cortés et alii, 2008; Finlayson et alii, eds., 2000; Finlayson et alii, 2006; Barroso y De Lumley, dir., 2006, Ramos, coord., 2008; Jenings et alii, 2011).

La explotación de recursos marinos queda comprobada en sitios del litoral (Carrión et alii, 2008) como Bajondillo (Cortés et alii, 2011) o Gibraltar (Stringer et alii, 2008; Finlayson, 2009), al igual que en Benzú (Ramos et alii, 2011a). El sur de la Península Ibérica manifiesta condiciones climáticas más suaves que otras regiones de la misma Península. Los estudios de la microfauna (Ruiz Bustos, 1995, 1997, 1999a, 2002, 2007 y 2011)al igual que los de la fauna de gran tamaño (Martínez, 2010; Monclova, 2010, López García et alii, 2010; Brown et alii, 2011; Finlayson et alii, 2012), ya lo habían precisado, así como otros numerosos registros arqueobotánicos (Finlayson y Carrión, 2007; Finlayson et alii, 2008; Finlayson, 2009). Se han generado así propuestas de vinculación de los cambios climáticos con la organización de los patrones de asentamientos (Schmidt et alii, 2012), que para nosotros indican las modificaciones de prácticas sociales y peculiaridades en los modos de vida. Los análisis polínicos del Abrigo de Benzú muestran dichas oscilaciones climáticas, con mantenimiento de las ocupaciones humanas, incluso en etapas frías, y en general se aprecia la sintonía regional con el sur de la Península Ibérica (Capítulo 8).

Por tanto los resultados obtenidos en el Abrigo de Benzú se deben enmarcar en la hipótesis sobre la que venimos trabajando en la línea antropológica de las movilidades para valorar posibles relaciones y contactos, desde la perspectiva de considerar al estrecho de Gibraltar, mas como un puente que como una frontera. Consideramos que este problema no se debe plantear únicamente en sentido difusionista, y que requiere un tratamiento propio de análisis en el marco de un estudio histórico, económico y social (Ramos, 2012: 203).

Nos referimos a la investigación de las movilidades de comunidades nómadas cazadoras-recolectoras-pescadoras (Hahn, 1977; Weniger, 1991; Bosinski, 2002). En dicho enmarque propio del modo de producción y de los modos de vida de éstas sociedades, no resultan nada extraños dichos contactos y relaciones, considerando sus movilidades estacionales (Sanoja y Vargas, 1995; Estévez et alii, 2001; Estévez, 2009).

La similitud observada de los tecnocomplejos de modo 3, la explicamos en el marco de grupos humanos que se mueven y desplazan en la región del estrecho de Gibraltar, como territorio de explotación y control social. La antigüedad de la tecnología de modo 3 en el norte de África y su contrastación específica con la del sur de Europa es un tema de gran alcance. Además de la similitud tecnológica, la peculiaridad de las prácticas de recursos marinos incidirían a valorar la semejanza en los modos de vida, de forma independiente a las características de los tipos humanos antropológicos (Cortés et alii, 2011; Ramos y Cantillo, 2011). Recordamos la situación actual del debate antropológico que considera una presencia neandertal en el sur de Europa (Mellars, 1999 y 2006; Estévez, 2004; Garralda, 2005-2006; Aguirre, 2006 y 2008; PatouMathis, 2006; Lalueza, 2005; Finlayson, 2004 y 2009; Weniger, 2007; Zilhao, 2008 y 2012; Rosas, 2010 y 2011; Maíllo, 2012; Wood et alii, 2013). Por otro lado, los estudios de los últimos años vienen considerando la presencia de tipos humanos modernos en el norte de África (Hublin, 1989 y 1993; Mellars y Stringer, eds., 1989; Stringer y Gamble, 1996; Mellars et alii, 2007).

En relación a esta problemática vemos que el paradigma dominante considera la asociación de tecnología de modo 3 con grupos humanos modernos en Jebel Iroud. Se han datado en torno a 190- 160 Ka (Grün y Stringer, 1991) y se explican actualmente como los más antiguos testimonios de grupos anatómicamente modernos en el norte de África (Smith et alii, 2007). De todos modos no queremos dejar de recordar, en relación a las modas en los estudios antropológicos, que hace unos años estos registros fueron considerados como neandertales (Ennouchi, 1965 y 1966).

La ausencia de documentación de registro antropológico humano en el Abrigo de Benzú impide por ahora entrar en este debate. Sólo recordamos la clara definición de los productos líticos en el modo 3, con gran similitud a la tecnología de tipo musteriense del sur de la Península Ibérica y asociada allí a neandertales. Desconocemos por el momento los autores y la asignación antropológica de los grupos humanos asentados en Benzú. La ubicación cronoestratigráfica, la definición tecnológica, la relación a los sitios de hábitat estratificados en las cuevas cercanas, ofrecen perspectivas para seguir avanzando en explicaciones históricas y socioeconómicas.

Todo parece apuntar a que grupos neandertales en el sur de la Península Ibérica y grupos considerados en el momento actual de la investigación de humanos modernos, en el norte de África ocuparon estos territorios de manera continuada. Utilizaron los numerosos recursos líticos como abastecimiento y lugares de transformación de productos. Aprovecharon recursos vegetales leñosos, cazaron animales, recolectaron mariscos y peces del litoral inmediato. Todo ello prueba la ocupación recurrente durante milenios de bandas con modo de producción cazador y recolector, pero también con aprovechamiento de recursos marinos.

La similitud en las técnicas de producción de productos líticos, en las prácticas de caza, recolección, y explotación de recursos marinos, nos lleva a plantear la similitud en los modos de vida de las sociedades de ambas orillas del estrecho de Gibraltar (Cortés et alii, 2008 y 2011; Ramos et alii, 2011a; Ramos y Cantillo, 2011). A modo de epílogo queremos indicar el haber podido dedicar una década de nuestro trabajo a los estudios en el Abrigo de Benzú y la finalización de este libro muestran el interés, y el futuro de este significativo yacimiento. Hemos aportado una gran cantidad de información. Todos estos resultados muestran el nivel de conocimientos alcanzado, pero sobre todo que estos resultados se integran como parte fundamental de la Historia que analizamos.

Creemos haber superado el tópico que se aplica con cierta frecuencia a los prehistoriadores. Hemos presentado un estudio que representa «mucho más que piedras». Los registros arqueológicos pertenecientes a sociedades cazadoras-recolectoras-recolectoras de productos marinos alcanzan ahora con esta obra y con otros estudios en la región gran interés, llegando a formar parte de las señas de identidad de la región geohistórica del estrecho de Gibraltar, que cuenta con un rico patrimonio histórico. A pesar de los avances observados, es mucho el camino por recorrer y mucha la investigación pendiente. El Abrigo de Benzú contribuye al avance en la fijación estratigráfica de los depósitos arqueológicos, en la aportación de cuadros cronológicos, en desarrollos de estudios geológicos, faunísticos, medioambientales, tecnológicos, así como en la formulación de hipótesis en el marco económico y social (Ramos, 2012: 200).

Los estudios en el Abrigo de Benzú durante la última década han confirmado claramente la necesidad de poder realizar investigación con continuidad de los proyectos, y que sigue siendo fundamental contar con el apoyo normalizado de las administraciones con competencias en la materia. Si esto puede seguir desarrollándose, si pueden continuar los estudios en las dos orillas, estamos convencidos que se podrá dar un salto cualitativo a los estudios arqueológicos del Pleistoceno y Holoceno en la región geohistórica del estrecho de Gibraltar, equiparándola a otras regiones clave del Planeta, como Oriente Medio, para el mejor conocimiento de la Historia de África y de Europa.

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Bibliografía