El abrigo y la cueva de Benzú memoria de los trabajos arqueológicos de una década en Ceuta (2002-2012)
Capítulo 14
Análisis funcional de los restos líticos del abrigo de Benzú a lo largo de 180.000 años de ocupación: una aproximación a las actividades productivas a partir de un sondeo secuencial
INTRODUCCIÓN
En el abrigo de Benzú se han documentado diez estratos geológicos y siete con restos de ocupación humana. Las dataciones por UTh y OSI/SAR oscilan entre los 70 ka de los niveles superiores geológicos y los 250 ka del nivel 3 de ocupación humana (Ramos et alii, 2008a; Ramos et alii, coord., 2011). Así pues, nos encontramos con fechas bastante antiguas del paleolítico medio pues la última ocupación del abrigo (la nº 7) se produjo sin duda con anterioridad a los 70 ka y las dos primeras son más antiguas de 250 ka. Las dataciones obtenidas para el nivel de ocupación 3 oscilan entre el 254 ± 17ka y 173 ± 10 ka, mientras que los niveles 4 y 5 se dataron entre el 173 ± 10 ka y 168 ± 11ka.
Los primeros análisis tecnológicos y tipológicos de los restos líticos muestran una continuidad a lo largo de los distintos niveles arqueológicos (Ramos et alii, 2008a y Ramos et alii, en este volumen, Capítulo 13). Lo que estos autores han venido a relacionar con el modo 3 de producción lítica, se caracteriza por la presencia de diversas técnicas de talla como son la centrípeta, unipolar y levallois. Los productos que se han obtenido con esta talla son lascas de morfologías diversas, lascas alargadas y lascas levallois. Éstas han servido como soporte base para la manufactura de raederas y puntas, además de haberse utilizado directamente como instrumentos sin ningún tipo de formatización. Con el retoque se han elaborado además denticulados y muescas para ser utilizados como instrumentos.
La materia prima utilizada para la elaboración de instrumentos de trabajo ha sido fundamentalmente de origen local. Se han utilizado principalmente cantos de arenisca cuarcítica y otras rocas homogéneas como son las radiolaritas y sílex (ver Domínguez-Bella et alii, en este volumen, Capítulo 12).
Según este trabajo los dos tipos de arenisca suponen el 61,68% de las 3.659 piezas analizadas en todos los niveles arqueológicos, mientras que las rocas homogéneas suponen el 37,56% (36,44% son seis tipos diferentes de radiolaritas diferenciados por la coloración y 1,12% de sílex) y un 0,67% corresponden a otras materias primas muy minoritarias. Las piezas de mayor tamaño están manufacturadas con areniscas; además la mayoría de las piezas retocadas también corresponden a esta materia prima (53,9%) y, aunque a las otras rocas como la radiolarita y el sílex correspondan el 46,1% de los retocados, se observa una predilección de estas materias para formatizar los artefactos, si los comparamos con sus porcentajes absolutos.
En este trabajo presentamos los resultados del análisis funcional aplicado a una selección de materiales correspondientes a los distintos niveles de ocupación del Abrigo de Benzú. Para realizar este análisis de carácter diacrónico se han seleccionado dos cuadrículas correlativas (la VI y VII) ya que en
tre las dos estaban representados los siete niveles de ocupación. Así pues los niveles 4, 5 y 6 se registran en la cuadrícula VI, mientras que los niveles 1, 2, 3 y 7 corresponden a la cuadrícula VII (FIGURA 14.1)1. El objetivo de este trabajo es comprobar varios aspectos relacionados con el análisis funcional. Por una parte, registrar las actividades productivas llevadas a cabo con los medios de producción líticos en cada una de las ocupaciones documentadas; y por otra, comprobar el grado de amortización de las materias primas utilizadas en la manufactura de los diversos instrumentos correspondientes a cada una de las unidades estratigráficas analizadas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Como acabamos de indicar más arriba, los materiales estudiados en esta ocasión provienen de una columna estratigráfica que abarca dos cuadrículas en la parte central de la excavación. Tras una primera observación decidimos eliminar aquellos restos líticos de menos de 2 centímetros, ya que tras nuestra experiencia con materiales de cronologías del paleolítico medio hemos observado que la gran mayoría son residuos de la producción lítica y cuando se observan rastros de uso es solamente en fragmentos de instrumentos y/o en lasquitas de reavivados de filos. En estos casos no podemos conocer las formas que tuvieron esos útiles ni si estuvieron o no enmangados, por ejemplo.
Al igual que en otras ocasiones, para llevar a cabo el análisis funcional (Semenov, 1957; González e Ibáñez, 1994) hemos utilizado el equipo del grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales de la Institución Milá y Fontanals (IMF) del CSIC en Barcelona: una lupa binocular Leica AZ16, hasta 75X, Microscopio metalográfico Leica MD2500 (100X-400X) y un microscopio Olympus BH2-UMA (100X-600X), equipado con prismas de Normanski para una óptima observación de los cristales de cuarzo que componen las rocas heterogéneas estudiadas (Clemente, 1997a; Gibaja, Clemente y Mir, 2002; De Araujo y Clemente, 2009; Clemente y Gibaja, 2019). Las fotografías se han realizado utilizando programas de multifoco.
Por circunstancias particulares de la sedimentación y excavación del Abrigo de Benzú (Ramos et alii, 2008a; Ramos et alii, coord., 2011), gran parte de los materiales líticos han sido tratados previamente en disoluciones suaves de ácido clorhídrico (HCl) para desprender las concreciones adheridas a sus superficies. Sin embargo, este hecho no ha provocado por lo general fuertes alteraciones en las superficies de los restos líticos arqueológicos. Es más, el nivel de ocupación 4 —uno de los más ricos en restos líticos de los analizados— y en el que el sedimento estaba más suelto, las superficies líticas estaban más sucias y se ha observado también la presencia de raicillas que pueden afectar incluso las superficies de los granos de cuarzo de las areniscas. En estos casos el lustre de suelo afecta ligeramente las superficies de los artefactos líticos.
Las alteraciones más comunes y que se observan en todos los niveles de ocupación estudiados, son las térmicas, producidas por contacto con el fuego (Clemente, 1995 y 1997b). Éstas se pueden reflejar en forma de cambio de coloraciones, resquebrajaduras, cúpulas térmicas, fracturas, pátinas, etc.
1. De cada nivel arqueológico se han seleccionado los materiales correspondientes a una misma UE (Unidad Estratigráfica), —que el equipo excavador denomina «complejo»—, salvo del nivel 5 que corresponden a dos por ser poco numerosos. Así pues, los materiales analizados corresponden a: CVII-1-111; CVII-2-103; CVII-3B-93; CVI-4A-197; CVI-5A-123, CVI-5A-125; CVI-6C-122 y CVII-7C-27.
Figura 14.1. Situación en planta y perfil de los complejos arqueológicos seleccionados para el análisis funcional
Y afectan mucho más (o se observan mucho mejor) en las rocas homogéneas, como la radiolarita y el sílex. En algunas areniscas cuarcíticas hemos observado un posible cambio en la coloración, en forma de bandas rosáceas, y tal vez un brillo más intenso en algunas fracturas. Estos tipos de alteraciones son los que más han afectado a la hora de realizar el análisis funcional, especialmente en radiolaritas y sílex. Muchas piezas de las clasificadas como no analizables microscópicamente (NAM) se deben a esta causa. El sistema de excavación aplicado en el Abrigo de Benzú con el uso de taladros y sierras eléctricas (radiales) ha provocado que determinadas piezas se vean afectadas, bien por perforaciones o muescas circulares o por cortes planos en caras o bordes. Estos cortes se ven lisos y de otra coloración (FIGURA 14.2 A). El porcentaje de estas alteraciones debidas al proceso de excavación no es muy elevado.
También cuando las piezas son embolsadas conjuntamente y por el transporte y posteriores estudios como el siglado, se producen movimientos y fricciones que desgastan bordes y alteran las superficies, hecho que dificulta también los análisis microscópicos. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, lo ideal sería poder realizar el análisis funcional en primer lugar, antes que las constantes manipulaciones que conllevan las distintas analíticas provoquen otras alteraciones (Clemente, 1997a).
LAS MATERIAS PRIMAS
Como adelantábamos más arriba, la analítica llevada a cabo por Salvador Domínguez-Bella (ver su trabajo en este volumen, Capítulo 12) muestra una clara predominancia del uso de las areniscas cuarcíticas como materia prima para la elaboración de productos-instrumentos líticos (61,68%). La otra materia prima de rocas más homogéneas (radiolaritas y sílex) supone el 37,56% en el Abrigo de Benzú.
Por nuestra parte, hemos querido comprobar qué es lo que ocurre en el caso de la muestra recuperada para nuestro análisis, en relación con los distintos niveles de ocupación de la «columna estratigráfica» seleccionada (FIGURA 14.1). A nivel general, se puede observar una clara predominancia del uso de la arenisca en todos los niveles salvo en el nivel 5, donde los valores se invierten (TABLA 14.1)
Es más, los porcentajes de los materiales que hemos analizado a nivel funcional son más dispares, ya que la media de la arenisca asciende hasta el 68,8%, y el de las rocas heterogéneas desciende hasta el 29,4%. Esta diferencia se hace muy patente en el nivel 2, en el que la arenisca supone hasta el 88,8% de la materia prima utilizada en la manufactura de instrumentos de trabajo.
Tabla 14.1. Materias primas, número de artefactos y porcentaje, y niveles arqueológicos
Las areniscas explotadas como materia prima provienen de áreas muy próximas al abrigo. El disponer de esta materia prima bien compactada y de buen tallar permitió la obtención de soportes de buen tamaño para la realización de diversos instrumentos que intervinieron en diferentes procesos productivos. Estas lascas fueron obtenidas por la técnica de percusión directa y utilizaron varios métodos de talla: centrípeta, unipolar, levallois (ver Ramos et alii, en este volumen, Capítulo 13).
2. Recordamos que se han suprimido los residuos de talla y aquellas lascas y fragmentos (ORT) de menos de 2 centímetros.
Aun en el sitio se han documentado puntas, en la columna estratigráfica que hemos analizado no hemos registrado ninguna3 (Ramos et alii, 2006; Clemente, 2006). Sí que se han documentado elementos retocados en forma de «raederas», denticulados y muescas.
Cuando las materias primas para la elaboración de los medios de producción son tan abundantes y próximas al sitio, normalmente cuando se embotan o se consideran ineficaces los instrumentos de trabajo son sustituidos por otros con poco tiempo de uso. Este hecho hace que los micro-rastros de uso no alcancen un desarrollo suficiente para realizar una determinación precisa de todos los instrumentos utilizados.
Más aún cuando se trata de rocas heterogéneas en las que es preciso mayor tiempo de uso de los instrumentos para que en las superficies de éstos los rastros de uso alcancen un desarrollo idóneo para su identificación. Sin embargo, esta mayor resistencia a la alteración de las superficies también se da cuando se trata de alteraciones de tipo posdeposicional o tafonómico (Clemente, 1997a; Gibaja, Clemente y Mir, 2002; Clemente y Gibaja, 2009; Lazuén, 2012).
De ahí que cuando analizamos los materiales arqueológicos seguimos utilizando las categorías de uso seguro (SG) cuando observamos rastros claros que nos permiten determinar tanto la acción desarrollada como la materia trabajada; uso probable (PR) cuando se puede determinar o la acción realizada o hacer una aproximación a la dureza y /o naturaleza de la materia trabajada aunque los rastros no estén lo suficientemente desarrollados; y, por último, uso posible (PO) cuando son tan leves los posibles rastros y/o las alteraciones los enmascaran o han eliminado que no es pausible determinar ni la acción realizada ni la naturaleza de la materia trabajada. En el caso que nos ocupa en este trabajo 14 artefactos han sido clasificados como posibles instrumentos (PO), lo que supone un 5% del material analizado.
INSTRUMENTOS Y ACTIVIDADES PRODUCTIVAS EN LOS NIVELES DE OCUPACIÓN DEL ABRIGO DE BENZÚ: DIFERENCIAS Y SIMILITUDES
El total de los materiales pertenecientes a los siete niveles de ocupación humana que hemos analizado asciende a 280 (TABLA 14.2). En el 11,79% (33) de ellos hemos podido reconocer rastros de uso SG y PR. La mayoría de ellos (25) elaborados con areniscas y los ocho restantes en radiolarita y/o sílex. Se han observado claros signos de alteraciones térmicas en 45 casos (16%), relacionados prácticamente con todos los niveles salvo el 6c4. Las alteraciones térmicas son mucho más reconocibles en las superficies de los productos de radiolarita y sílex5. Muchas de estas piezas con alteraciones térmicas no han podido ser analizadas a nivel microscópico (NAM), de ahí que el porcentaje de instrumentos en radiolaritas y sílex pudiera haber sido mayor que el determinado
3. Análisis que nos proponemos realizar en un futuro próximo para ver en qué procesos productivos fueron utilizados esos instrumentos, si fueron utilizados como puntas de armas o bien como cuchillos (Lazuén 2012; Shchelinski 1983 y 1988). 4. En este nivel no hemos registrado alteraciones térmicas, son de origen químico las documentadas y en dos casos cortes de radial durante la excavación. 5. En las areniscas y cuarcitas resulta muy difícil reconocer estos tipos de alteraciones. Solamente cuando están muy afectadas hemos podido diferenciar un probable cambio de coloración. Pensamos que el número de piezas que han estado en contacto con una fuente calorífica debe ser mayor, pero que en el caso de la materia prima más numerosa no hemos sabido diferenciarlo ni con experimentaciones previas (Clemente, 1997b)
Veamos ahora los resultados del análisis funcional individualizando cada uno de los niveles arqueológicos documentados (Ramos et alii, 2008a; Ramos et alii, coord., 2011), empezando por el más antiguo (1) hasta el más moderno (7).
Tabla 14.2. Niveles de ocupación, instrumentos de producción y materias primas del Abrigo de Benzú: SG/PR= Instrumentos con rastros de uso seguros y probables; PO= Posibles instrumentos de trabajo, A/H= arenisca-cuarcita/ Rocas Homogéneas. (Sílex, radiolarita), NAM= no analizables microscópicamente, Q= piezas con alteraciones térmicas (quemadas)
NIVEL 1
Se han analizado 30 piezas de CVII-1-111, de la cuadrícula VII. La mayoría de ellas (20) son de arenisca cuarcítica, mientras que el resto se han manufacturado en rocas heterogéneas (TABLA 14.1). Se han determinado 6 posibles instrumentos (4 de arenisca cuarcítica y 2 de rocas heterogéneas silíceas); 5 con rastros de uso seguro y probable (SG/PR), de éstos 4 fueron elaborados en arenisca y 1 en sílex.
La lasca de sílex marrón nº CVII-1-111-57 (FIGURA 14.2 H y FIGURA 14.3 A) presenta dos filos activos: el izquierdo más agudo y cortante se utilizó para realizar una acción longitudinal de corte sobre una materia de dureza media/dura. El frente distal se utilizó en una acción transversal de raspado sobre una materia similar. En la cara dorsal se reflejan una serie de melladuras que indican el apoyo de la cara ventral sobre la materia trabajada indeterminada de dureza media/dura (¿madera?).
Dos lascas de cuarcita, la primera de ella en el filo izquierdo y la segunda el filo derecho/proximal, presentan rastros de haberse utilizado en actividades de corte. La CVII-1-111-111, de forma triangular, muestra un ligero redondeamiento del filo con presencia de melladuras en ambas caras aunque son más destacables en la cara dorsal. En la superficie de los cristales de cuarzo se ha formado una corrosión en forma de picoteo pequeño y de formas semicirculares (Clemente, 1997a; Gibaja, Clemente y Carvalho, 2009). Aunque los rastros no están muy desarrollados, los atributos microscópicos observados nos permiten identificar una acción de corte sobre una materia blanda, posiblemente de origen animal.
La segunda lasca con rastros de uso, de forma rectangular y con dos nervaduras dorsales semiparalelas, presenta rastros de corte sobre una materia indeterminada de dureza media en la parte proximal de su filo derecho. Los otros dos instrumentos determinados en este primer nivel de ocupación son dos que entrarían en la categoría de formatizados y/o retocados. Uno de ellos como «muesca» (CVII-1-111-51) y el otro como «denticulado» (CVII-1-111-8).
6. El índice de instrumentos entre los restos líticos sería en este caso del 36,7% (11 de los 30 artefactos analizados
Ambos se han usado para trabajar una materia de dureza media probablemente madera. El denticulado, cuyo filo ha sido formatizado por una serie de extracciones y presenta un ángulo del filo de unos de 50º de media, se utilizó para cortar; mientras que la muesca y zonas adyacentes del mismo filo se utilizó en una acción transversal, para desbastar probablemente una madera.
Así pues, de los cinco instrumentos determinados en este nivel tan sólo uno de ellos ha intervenido en la transformación de una materia blanda posiblemente de origen animal, los otro cuatro se han utilizado en actividades relacionadas con otros procesos productivos, probablemente en la manufactura de productos de madera
Si la arenisca supone el 66,7% de la materia prima tallada en este nivel (TABLA 14.1), este porcentaje aumenta al 72,75% si tenemos en cuenta el número de instrumentos (PO+PR+SG) determinados (8 de 11). El 27,25% correspondería a los instrumentos elaborados en materias primas homogéneas (radiolaritas y sílex).
Figura 14.2. Ejemplos de materias primas y formas del Abrigo de Benzú. a: CVI-5A-125-1, b: CVI-6C-122-1, c: CVI-4A-197-9, d: CVII-3B-93-248, e: CVII-2-103-42, f: CVII-1-111-2, g: CVII-1- 111-63, h: CVII-1-111-57, i: CVII-3B-93-250 y j: CVI-5A-123-2
Sin embargo, hay que tener en cuenta que tanto las alteraciones producidas por el contacto con los sedimentos, así como las alteraciones térmicas afectan mucho más a estas materias primas homogéneas; de ahí que el 87,5% de los productos (7 de 8) que no hemos podido analizar por las diferentes alteraciones pertenezcan a estos tipos de rocas (TABLA 14.2).
NIVEL 2
El número de productos líticos analizados en este nivel asciende a 27, es el nivel de ocupación donde la arenisca tiene el porcentaje de representación mayor (88,8%), mientras que las otras rocas suponen solamente el 11,2% (3) (TABLA 14.1).
Los tres instrumentos de trabajo que hemos podido determinar por el análisis macro y microscópico de los rastros de uso han sido todos elaborados en areniscas. El índice de instrumentos de este nivel arqueológico sería del 11,1%. Uno de ellos (CVII-2-103-42) es una lasca no retocada cuyo filo derecho ha sido utilizado como cepillo para trabajar madera. El micropulido no está muy desarrollado pero el filo presenta melladuras en cara dorsal así como el redondeamiento en los cristales con corrosión de tamaño medio. Micro-melladuras en los cristales que también indican una acción transversal (FIGURA 14.2 E y FIGURA 14.4).
Los otros dos son instrumentos retocados. Uno de ellos (CVII-2-103-44) presenta retoque en el filo derecho y distal formalizando una «raedera convergente». Ambos filos han sido utilizados en una acción transversal sobre una materia de dureza media, probablemente madera.
Figura 14.3. Rastros de uso registrados en piezas provenientes de diversos niveles de ocupación. a: corte de materia de dureza media, probablemente madera; b: rastros en instrumento de sílex debido al raspado de una materia dura de origen animal (hueso); c y d: estrías en cristales en instrumentos usados probablemente en desbastar madera; e: rastros debidos al raspado de una materia blanda/media de origen animal (piel); f: estrías y micropulido en la superficie de un instrumento usado para raer/raspar madera; g: rastros atribuidos al corte de madera y h: rastros en instrumento utilizado para cortar materia blanda de origen animal (carne/piel fresca)
El otro instrumento (CVII-2-103-46) presenta en su filo derecho dos pequeñas extracciones en la parte distal que formatizan un pequeño «denticulado». El filo izquierdo está afectado por la perforación de una broca del taladro utilizado durante la excavación que formatizan una muesca.
Este instrumento presenta rastros de uso relacionados con el corte de una materia blanda de origen animal (carne/piel fresca). En este nivel las alteraciones y los No Analizables Microscópicamente (NAM) no influyen en el porcentaje de los instrumentos de trabajo, ya que el número es similar para las distintas materias primas.
Al igual que ocurre en los otros niveles, las alteraciones térmicas se distinguen mucho mejor en las rocas más homogéneas (TABLA 14.2).
Figura 14.4. Instrumento usado para cepillar madera. En los cristales del borde se registra corrosión y micro-melladuras que indican una cinemática transversal
NIVEL 3
Del complejo (CVII-3B-93) perteneciente a este nivel de ocupación se han analizado 47 artefactos líticos, los manufacturados en arenisca suponen el 68,1% (32), 13 son de radiolarita/sílex (27,7%) y 2 (4,2%), cuya materia prima no hemos podido identificar. Valores que se asemejan a la media de todos los niveles (TABLA 14.1). Tras el análisis funcional se han identificado dos posibles (PO) instrumentos y 5 con rastros de uso probables y seguros (PR/SG). El índice de instrumentos entre los restos líticos sería prácticamente el 15%. La mayoría de los instrumentos determinados (4) han sido elaborados en areniscas (TABLA 14.2).
Una lasca de sílex (93-253) cuyo borde distal muestra melladuras abruptas y escalonadas, un redondeamiento bien marcado y un micropulido compacto y muy marginal en las zonas elevadas en la arista del filo. Rastros debidos probablemente al contacto con una materia dura de origen animal (hueso) (FIGURA 14.3 B). Los otros instrumentos son lascas de arenisca sin formatización alguna. Una de ellas (CVII-3B-93- 248) presenta rastros de uso solamente en su filo derecho, aunque ambos son de características morfológicas semejantes, rectos y con un ángulo de filo de 30°. Los rastros de usos identificados se han relacionado con el trabajo de una materia de dureza media, madera blanda y/o fresca, en una acción longitudinal de corte.
Los otros tres instrumentos de arenisca (CVII-3B-93-194, CVII-3B-93-241 y CVII-3B-93-252) son también lascas con filos rectos y agudos (entre 30 y 50°). En el instrumento CVII-3B-93-194, se utilizaron los filos derecho y distal; en el CVII-3B-93-241, el filo izquierdo tiene un uso SG mientras que el derecho se clasificó como de uso PO por el poco desarrollo de las huellas. Del instrumento CVII-3B-93-252 se utilizó tanto el filo derecho como el izquierdo, y es el que presenta ángulos de filos menos agudos (50°). Todos fueron utilizados en actividades relacionadas con el procesado de recursos blandos de origen animal (carne y/o piel fresca), en actividades de corte.
NIVEL 4
El complejo CVI-4A-197 del nivel 4 es uno de las que presenta mayor número de efectivos líticos (57), y tal y como ocurre en todos los niveles arqueológicos es la arenisca la materia prima más representada, con el 71,9% (41) (TABLA 14.1). El índice de instrumentos es también uno de los más altos 35%, ya que son 7 los artefactos clasificados como con uso posible y 13 los que presentan rastros de uso probables y seguros. En cuanto al porcentaje de las materias primas de los instrumentos reconocidos, es similar para las areniscas que son utilizadas en un 73,7% —14 de 19— (TABLA 14.2). En el 22,8% (13) de los artefactos analizados se han documentado alteraciones térmicas por contacto con fuego. En este caso también se han podido reconocer cambios de coloración en piezas de arenisca (5). Sin embargo, el número de piezas que no se han podido analizar por alteraciones (NAM) es superior (1/4) en las manufacturadas en rocas homogéneas como el sílex y radiolarita (TABLA 14.2).
En cuatro de los instrumentos de trabajo se han reconocido probables huellas de uso de acciones transversales (2), y en los otros dos en acciones longitudinales de corte, pero en ningún caso se han podido reconocer ni la materia trabajada ni la dureza de la misma. Los dos primeros están elaborados en arenisca (CVI-4A-197-1 y CVI-4A-197-2) y los dos últimos en radiolarita (CVI-4A-197-71 y CVI-4A197-162). Uno de estos instrumentos en arenisca (1) presenta un retoque inverso, abrupto en la parte proximal del filo izquierdo. Siete instrumentos se han relacionado con la explotación de recursos vegetales, principalmente madera.
Tan sólo uno (CVI-4A-197-245) ha intervenido en una actividad de corte, y lo ha hecho sobre tallos de dureza blanda/media, o madera blanda en estado fresco, con un filo recto, agudo (30-35°) y cortical. Dos instrumentos se utilizaron en acciones longitudino-transversales para desbastar madera. Se trata de una lasca apuntada, grande, de cuarcita y sin retoque (CVI-4A-197-59) cuyo filo activo fue el izquierdo (FIGURA 14.3 C).
El otro instrumento usado para desbastar (CVI-4A-197-5), que fue clasificado por los investigadores que estudian la tecnología lítica del sitio como D-23, presenta un retoque directo plano y profundo a lo largo de su filo izquierdo, y melladuras en el filo derecho que configuran un aspecto medio-denticulado. Ambos filos presentan huellas de la misma actividad, pero las huellas de uso están más desarrolladas en el filo derecho (FIGURA 14.3 D).
Y por último, cuatro instrumentos que se usaron para intervenir sobre madera en acciones transversales a modo de cepillo/raspador. Tres de ellos elaborados en arenisca cuarcítica y en radiolarita el cuarto (CVI-4A-197-103). Una lasca de arenisca (CVI-4A-197-13) sin retoque y dos clasificadas como retocadas (CVI-4A-197-9 y CVI-4A-197-15), en forma de raederas.
Figura 14.5. Instrumento utilizado en acción transversal sobre madera. 1 y 2: huellas de uso en superficies de cristales; 3: cristales frescos sin alteración en el interior de la pieza
En una de estas raederas (CVI-4A-197-9) son las propias melladuras de uso las que formalizan el instrumento, no parece un retoque intencionado. Presenta los cristales de cuarzo de la parte interna muy frescos (FIGURA 14.5 3), mientras que en el filo activo podemos observar el desarrollo de micropulido en los cristales (FIGURA 14.5 1), así como la fracturación de un cristal durante el uso (FIGURA 14.5 2). En este caso la parte del cristal de cuarzo fracturada —la más próxima al filo— presenta una superficie
fresca con claros rastros tecnológicos y escasas estrías y abrasiones, mientras que la parte del cristal más alejada del filo conserva una corrosión y rastros lineales de abrasión que muestran mayor tiempo de contacto con la materia trabajada
Por último, en dos instrumentos se han documentado rastros de haber intervenido en actividades productivas relacionadas con algún recurso blando de origen animal (carne/piel fresca). Ambos son de arenisca, una lasca de filo agudo (CVI-4A-197-76) y un instrumento retocado y clasificado en base de datos como R-23 (CVI-4A-197-6). Este instrumento apuntado presenta rastros de uso en ambos filos, mientras que en la parte proximal se observan una serie de extracciones bifaciales que adelgazan la zona central principalmente (FIGURA 14.6). Hemos relacionado estos atributos con un enmangue, tal vez en forma de pinza, que ayudaría a utilizar este instrumento a modo de puñal/cuchillo.
Los rastros debidos a la prensión y al enmangue han sido debidamente descritos y reconocidos en un amplio panorama cronológico (Rots, 2010). En materiales líticos del Paleolítico Medio se han reconocido diversos aspectos que ayudan a determinar el enmangue de determinados instrumentos. Así pues, por ejemplo la presencia de residuos de los distintos adhesivos utilizados para ello (Boeda, Bourguignon y Griggo, 1998; Márquez y Baena, 2002; Mazza et alii, 2006; Pawlik y Thissen, 2011), el adelgazamiento por retoques, unifaciales o bifaciales, para la inserción en el mango (Anderson-Gerfaud y Helmer, 1987; Porraz, 2002) o la distribución de rastros de uso y la aparición de determinados rastros de uso como el pulido tipo «G» (Moss, 1987; Rots y Van Peer, 2006).
En el caso del instrumento CVI-4A-197-6 del Abrigo de Benzú podemos observar que en los filos cortantes, ambos de 50°, se documentan rastros de uso de contacto con una materia blanda de origen animal (FIGURA 14.6 1, 2 y 3). Mientras que en la parte proximal, en el interior de las extracciones planas para adelgazar la pieza, se observa una superficie fresca en la que los cristales de cuarzo muestran aristas vivas y superficies con solo rasgos tecnológicos y sin alteración alguna (FIGURA 14.6 4). Sin embargo, en la arista que se forma en la parte distal de las extracciones, superficie donde el mango pudo realizar una fricción, se observa una alteración en los cristales con un redondeamiento de la superficie, corrosión en forma de picoteo de tamaño mediano y puntos de un probable micropulido brillante (FIGURA 14.6 5).
NIVEL 5
De este nivel arqueológico se han analizado dos complejos diferentes, CVI-5A-123 y CVI-5A-125, con muy pocos materiales líticos recuperados. Entre ambos asciende a un total de 16 piezas mayores a 2 centímetros y, al contrario que ocurre en los otros niveles, en este caso se rompe la tendencia de las materias explotadas. La arenisca cuarcítica tan solo alcanza un 25% (4), mientras que las rocas silíceas homogéneas asciende hasta el 68,75% (11) (TABLA 14.1). El índice de instrumentos de este nivel es del 31,25% (5/16) y también es en los instrumentos manufacturados en radiolarita/sílex en los que más se han identificado rastros de usos seguros y probables (1/3) (TABLA 14.2).
El instrumento CVI-5A-125-1 es una lasca de arenisca que ha sufrido un corte en la cara dorsal durante la excavación del sitio. El filo izquierdo ha sido el activo en una acción transversal sobre una materia de dureza media/dura, tal vez madera. La muesca que se localiza en la parte central ha servido y es consecuencia del raspado de esa materia (FIGURA 14.2 A).
Figura 14.6. Instrumento utilizado para cortar materia blanda de origen animal. 1,2 y 3: Rastros de uso en ambos filos; 4: cristales frescos sin alteración en el interior de una extracción proximal de adelgazamiento; y 5: alteraciones en cristal situado en la arista de extracción, atribuidas al contacto con un enmangue
Los otros instrumentos elaborados en sílex y/o radiolarita provienen todos de CVI-5A-123. Una «raedera» doble de sílex gris (CVI-5A-123-2), formatizada por retoque directo profundo en ambos filos, muestra probables rastros de una acción transversal sobre una materia indeterminada (FIGURA 14.2 F). La alteración térmica que ha sufrido esta pieza ha producido una fractura de la parte distal. También presenta un fuerte lustre de suelo que ha enmascarado las huellas de uso7.
Los otros dos instrumentos en radiolarita (una roja y otra gris; CVI-5A-123-97 y CVI-5A-123-281) no son instrumentos completos, sino fragmentos de ellos producto de una fracturación térmica. El primero de ellos, en el filo agudo que se conserva se documentan rastros de haber trabajado una materia de dureza blanda/media de origen animal. A la vez se trata de una materia bastante abrasiva y sobre la que se ha cortado y también raspado. Probablemente se trate de piel (FIGURA 14.3 E).
Sin embargo, el otro instrumento documentado presenta rastros de haber trabajado madera en una acción transversal. Las melladuras se reflejan en la cara dorsal, lo que indica que la cara de contacto con la materia trabajada es la ventral; área donde se documentan estrías agrupadas largas y profundas sobre una superficie con pulido (FIGURA 14.3 F). En este nivel arqueológico el porcentaje de piezas alteradas por contacto con una fuente calorífica (43,75%) lo hemos podido identificar únicamente en las rocas silíceas homogéneas (TABLA 14.2).
NIVEL 6
Se ha analizado el complejo CVI-6C-122 del nivel 6C. El número de efectivos mayores de 2 centímetros asciende a 33. De ellos el 69,7% (23) son de arenisca, y el resto de radiolarita/sílex (TABLA 14.1). El índice de instrumentos es del 18,2%, siendo de 5/1 favorable a la arenisca. Es el único nivel en el que no se han detectado alteraciones térmicas (TABLA 14.2), sin embargo se han documentado otras de origen químico que en las piezas afectadas se corroen las superficies de los cristales de cuarzo.
En cuatro instrumentos se han documentado rastros de uso que han permitido clasificarlos como de uso SG y PR. Tan solo uno de ellos es de radiolarita roja (CVI-6C-122-10), cuyo filo izquierdo se utilizó para cortar materia blanda de origen animal, posiblemente carne, ya que en un par de puntos se constata también contacto con una materia dura (hueso); se pudo utilizar para descarnar algún animal. Los otros tres instrumentos de arenisca se utilizaron todos para trabajar materia de dureza media.
Uno de ellos (CVI-6C-122-1) presenta dos filos con melladuras, entre las que predominan las que tienen forma de media luna, y alteraciones en los cristales relacionadas con el contacto con madera (FIGURA 14.2 B y FIGURA 14.3 G). Los filos son bastante agudos, pues el izquierdo tiene 30° y el derecho 40°. Otro instrumento (CVI-6C-122-7) presenta rastros de haber realizado una acción de raspado sobre una materia de dureza media. Ésta no se ha podido determinar, ya que los micro-rastros tienen poco desarrollo; se documentan únicamente melladuras y redondeamiento orientado del filo.
El último instrumento (CVI-6C-122-9) es una lasca de cuarcita de grano muy fino, cuyo borde distal está retocado, de forma abrupta (50-60°). Los cristales de este filo están muy disueltos por corrosión, como se documenta en los instrumentos usados para raspar piel (piel seca); sin embargo,
7. No se trata de lustre térmico pues este solo se observa normalmente en los levantamientos (cúpulas) y fracturas térmicas, o si se retocan después de sufrir la alteración. Sin embargo, cuando se trata de un tratamiento térmico como técnica de talla y/o retoque entonces sí que se observa el lustre térmico en las superficies de los productos (Clemente, 1995 y 1997b).
ni el borde ni la matriz de la roca que aparece tras la disolución de los cristales presenta el típico redondeamiento que se observa tras trabajar esa materia. Parece una clara acción transversal pero sobre una materia indeterminada.
NIVEL 7
Del nivel 7C se han analizado los restos líticos provenientes de BVII-7C-27. El número de elementos superiores a 2 centímetros analizado es de 69 y al igual que en la mayoría de los niveles el porcentaje mayoritario 69,5% (48) es de areniscas (TABLA 14.1)8. El índice de instrumentos para el nivel más numeroso resulta ser el menor de los registrados en los diversos niveles de ocupación (4,35%), más aún cuando el número de los no analizables por alteraciones y alteraciones térmicas tampoco es muy significativo (TABLA 14.2).
Tan solo dos instrumentos se han reconocido entre los materiales analizados de este nivel. Uno de ellos (BVII-7C-27-107) es un fragmento de instrumento con alteración/fractura térmica de roca silícea homogénea. El borde que estaba retocado presenta rastros de haber raspado una materia de dureza blanda/media, posiblemente piel fresca (FIGURA 14.3 H). El otro instrumento (27-95) es una lasca de arenisca cuyo filo derecho presenta rastros atribuidos al raspado de una materia de dureza media/dura (¿madera-hueso?).
DISCUSIÓN/CONCLUSIÓN
Aunque muchos materiales arqueológicos de cronologías antiguas presentan cierta problemática para realizar análisis funcionales de los instrumentos de producción, en trabajos como éste podemos concluir diciendo que los datos que se obtienen, aunque no sean espectaculares ni en gran cantidad, ayudan a conocer el funcionamiento y organización de los grupos humanos que los utilizaron (Terradas y Clemente, 2011).
Así pues, hemos podido comprobar que con los instrumentos líticos en el Abrigo de Benzú se realizaron diversas actividades productivas a lo largo de los siete niveles de ocupación documentados. Estas actividades están relacionadas tanto con la explotación de recursos vegetales (23 filos) como animales (16 filos). No se ha registrado ningún instrumento que haya trabajado recursos minerales. El trabajo de la madera se documenta prácticamente en todos los niveles arqueológicos, con mayor frecuencia que las actividades para la producción cárnica y/o piel. Sin embargo, en el nivel 3 es la carnicería la actividad con más representatividad; así como el único nivel donde se documenta el raspado de una materia dura de origen animal.
Se han documentado rastros de uso en casi el 20% de los restos líticos analizados. Estos instrumentos de trabajo fueron manufacturados mayormente (70,37%) en arenisca cuarcítica, mientras que el 29,63% se realizaron en radiolarita y sílex. Porcentajes muy similares a la totalidad de las materias
8. En todos los niveles el número de restos de pequeño tamaño es muy numeroso, pero no se han contabilizado para este trabajo
primas documentadas en el sitio. La mayoría de los instrumentos se utilizaron sin retocar, con sus filos vivos. Se usaron en acciones longitudinales de corte (18), transversales (15) y longitudino-transversales (3), para desbastar madera. Normalmente se utiliza solamente un filo y cuando son más los filos activos de un instrumento se utilizan siempre para la misma actividad.
La abundancia de materia prima permite el descartar instrumentos con poco tiempo de uso. Esto hace que en muchos casos, sobre todo en los instrumentos de arenisca, los rastros no se desarrollen lo suficiente para ser reconocidos. Sin embargo la mayor resistencia de esta roca hace también que las alteraciones tafonómicas afecten menos y sea menor el número de restos que no se hayan podido analizar a nivel microscópico (NAM). Entre las piezas retocadas destacan raederas (areniscas y radiolaritas/sílex), denticulados y muescas (areniscas), instrumentos mayormente utilizados en actividades de raspado; salvo los denticulados que intervinieron en acciones de corte, tanto para cortar madera como en actividades de carnicería.
Las alteraciones térmicas son comunes en todos los niveles salvo en el 5. Se ha registrado con claridad en el 14,7% de los restos líticos analizados, aunque pensamos que ese porcentaje debe ser mayor, pues es poco reconocible en las areniscas (6). La frecuencia de esta alteración podría deberse a una práctica de quema del espacio cuando llegaran al sitio para ocuparlo en cada ocasión. Es un hecho también común y documentado en otros sitios del paleolítico medio, donde incluso llegaron a reutilizar artefactos tallados y utilizados en ocupaciones anteriores (Clemente, 1995).
La documentación de otros restos arqueológicos, como los malacológicos (Cantillo, 2012), también con alteraciones térmicas podrían estar indicando no solamente un consumo de los mismos sino también una práctica de quema. Estas quemas al llegar a un sitio para habitarlo de nuevo permitirían eliminar la vegetación crecida entre ocupaciones, serviría como profilaxis sanitaria y para tener mejor visibilidad del lugar y desde el sitio.
Por último, añadir que a pesar que en el Abrigo de Benzú se tallan soportes de un tamaño que pueden utilizarse simplemente con prensión manual, sobre todo los elaborados en arenisca, se ha podido documentar el uso de enmangue en un instrumento utilizado a modo de cuchillo/puñal(¿?). Este hecho se ha documentado únicamente en el nivel 4, por lo que se puede intuir que es reconocible en Benzú a partir de hace 170.000 años, aunque no lo hayamos documentado en las ocupaciones posteriores.
AGRADECIMIENTOS
A Juan Jesús Cantillo por realizar y facilitarme la figura 14.1 de este trabajo, fundamental para comprender de dónde proceden los materiales aquí presentados. A Salvador Domínguez-Bella por aportar los datos de las materias primas líticas generales del sitio, y a José Ramos por coordinar la circulación de los distintos estudios y datos que han permitido realizar estos trabajos del Abrigo de Benzú.

