El abrigo y la cueva de Benzú memoria de los trabajos arqueológicos de una década en Ceuta (2002-2012)

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Bibliografía

Capítulo 25

La fauna terrestre

MATERIAL Y MÉTODOS

La identificación del material óseo analizado se ha realizado con nuestra colección comparativa y, en el caso concreto de restos óseos pertenecientes a gacelas y arruí, con la colección ósea del Instituto de Investigación de Zonas Áridas de Almería. El elevado número de fragmentos óseos sin identificar en la muestra no se debe tanto a una falta de asignación morfológica, como a una carencia de rasgos determinantes en los mismos. De este modo, se han incluido muchos fragmentos tanto de costillas como de diáfisis dentro del material no identificado, por resultar muy dudosa su asignación taxonómica. Todo el material óseo identificado conforma el denominado Número de Restos Determinados (NRD), quedando todos los restos no determinados englobados en la categoría «Sin Identificar» (SI). La bibliografía básica consultada en este apartado corresponde a los trabajos de Pales y Lambert (1971), Schmid (1972), Barone (1976) y Oswin (1985).

La estimación del Número Mínimo de Individuos (NMI) es un cálculo poco preciso, ya que dependiendo del criterio utilizado en su elaboración los resultados pueden variar considerablemente. De tal forma cambiará según se considere sólo el número de piezas óseas derechas e izquierdas o si, por el contrario, se introducen correcciones que tengan en cuenta diferencias de edad, talla, o caracteres morfológicos que hagan incompatibles dos huesos de un mismo animal. Por otra parte, este cálculo favorece a las especies con menor presencia de número de restos, que consiguen en proporción un NMI más elevado que aquellas cuyo número de restos es mayor, pudiéndose producir así una distorsión en la muestra faunística (Gautier, 1984).

En la determinación del NMI en este trabajo, hemos utilizado dos métodos de acuerdo con los criterios enunciados por Clason (1972) de parasagitalidad de las piezas apendiculares; cuando en la muestra aparecen huesos de animales infantiles o estos presentan un tamaño diferente al resto, se añaden a ese NMI los individuos adicionales. Para el cálculo del NMI total, también hemos considerado las fusiones de las epífisis, el sexo y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales. El método expuesto por Jordan (1975) se ha aplicado en aquellos casos en los que la fragmentación ósea hacía difícil determinar la parasagitalidad.

La estimación de la edad se ha realizado, siempre que ha sido posible, con base en el estado de la dentición (fechas de aparición y presencia de la dentición de leche, y desgaste de las piezas definitivas), y al estado de fusión de las epífisis en los huesos largos.

Para realizar la determinación sexual las piezas óseas más adecuadas son las siguientes: la pelvis en los rumiantes; las clavijas óseas de los cuernos en el ganado ovino, caprino y vacuno (aunque su distinción en vacuno es más delicada, así como en los metapodios, siendo también laboriosa su diferenciación sexual cuando no existe un material abundante, y aún más por la posible presencia de animales castrados). Por último, los caninos, en los suidos, son también un buen indicativo sexual dentro de los animales adultos. Además de todas aquellas características propias de cada sexo en las diferentes especies animales (astas, caninos, pubis, etc.), existen otras morfológicas y osteométricas que pueden ayudar en la determinación del sexo en cuestión, aunque para determinarlo sean necesarias muestras grandes y uniformes.

Se han medido todos aquellos huesos que no pertenecían a individuos juveniles y que, por tanto, presentaban totalmente fusionadas las epífisis. No se han medido los que se encontraban quemados, trabajados, o presentaban anomalías patológicas.

Todas las medidas han sido obtenidas con calibres convencionales y se expresan en milímetros (mm), siendo su error estimado entre +/- 0,5 milímetros. Tanto para las medidas craneales como para las postcraneales hemos seguido la metodología propuesta por Driesch (1976) en un intento de aunar criterios. Las representaciones de los esqueletos animales están tomadas de http: /www.archeozoo.org/fr.

ANÁLISIS FAUNÍSTICO

Los restos óseos analizados suman un total de 6.864, de los que 1.201 (17,50%) han podido ser identificados anatómica y zoológicamente, conformando el número de restos determinados (NRD). Los restantes 5.663 (82,50%) constituyen el grupo de los no identificados debido, principalmente, a su pequeño tamaño. Los restos sin identificar son aquellos en los que las características específicas no eran demasiado claras o no existían por tratarse fundamentalmente de esquirlas y restos muy fragmentados. Sin embargo, en el material sin identificar hemos podido constatar que la mayoría de los fragmentos pertenecen a animales de talla media (mesomamíferos).

No se han recuperado huesos largos completos. Las piezas dentales son numerosas, pero en la mayoría de los casos se encuentran muy fragmentadas, situación que incide negativamente en la determinación de la especie concreta. Vértebras y costillas son prácticamente inexistentes.

En la colección ósea analizada existe un claro predominio de los restos pertenecientes a rumiantes y lagomorfos sobre carnívoros y roedores. Sin embargo, en gran medida, fueron estas últimas especies las responsables tanto de la acumulación de huesos como de las marcas que presentan.

De este modo, encontramos que el material óseo está muy fragmentado tanto por la acción de carnívoros como de roedores. En este caso, el puercoespín parece ser responsable tanto de parte de la acumulación de huesos como de las numerosas marcas de sus incisivos sobre el material óseo.

En las TABLAS 25.1 a 25.4 se encuentran el NRD y el NMI con sus respectivos porcentajes por niveles arqueológicos y el desglose anatómico por estratos. Listado de especies animales determinadas:

O. Perissodactyla

Rhinocerontidae indet., rinoceronte

O. Carnivora

Hyaena cf hyaena, hiena rayada

Canis sp., chacal/perro

Genetta genetta, gineta

Herpestes ichneumon, meloncillo

O. Artiodactyla

Bos sp., gran bóvido

Gazella sp., gacela

Sus scrofa, jabalí

Ammotragus lervia, arruí

O. Lagomorfa

Oryctolagus cuniculus, conejo

Lepus capensis, liebre

O. Rodentia

Hystrix cristata, puercoespín

También se han determinado restos de caparazón de tortuga en ambos estratos analizados.

ESTRATO I

El material óseo recuperado correspondiente a este estrato se eleva a un total de 811 fragmentos, de los que 176 (21,70%) han podido ser identificados anatómica y zoológicamente, conformando el número de restos determinados (NRD). Los restantes 635 (78,30%) forman el grupo de los no identificados debido, principalmente, a su pequeño tamaño y a la ausencia de zonas diagnósticas. Las especies de mamíferos determinadas en este nivel son las siguientes: Bos sp., Gazella sp., Ammotragus lervia, Sus scrofa, Hyaena cf. hyaena, Carnívoro sp., Herpestes ichneumon, Oryctolagus cuniculus y Lepus capensis

Tabla 25.1. Estrato I. Número de restos determinados (NRD) y número mínimo de individuos (NMI) de las especies animales determinadas

Bos sp.

La presencia de grandes bóvidos se basa en la determinación de 4 fragmentos óseos, 3 de piezas dentales y 1 perteneciente al esqueleto postcraneal (2,27%), que representan a un único individuo juvenil (3,85%) (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

Figura 25.1. Estrato I. Especies animales representadas

Gazella sp. (gacela dorcas/gacela cuvieri) Pertenecientes a Gazella sp. se han determinado un total de 74 fragmentos óseos (42,04%) que representan a un número mínimo de 7 individuos (26,91%), entre los que se ha podido determinar la presencia de individuos juveniles y adultos respectivamente (TABLA 25.1; FIGURA 25.1). En el desglose anatómico las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales (piezas dentales superiores, inferiores e indeterminadas debido a la alta fracturación que presentan) seguidas de apendiculares (TABLA 25.2, FIGURA 25.3 y 25.4).

Aunque el estudio del género Gazella en el Norte de África debe basarse en la comparación morfológica de las clavijas óseas para la determinación de las distintas especies, la falta absoluta de fragmentos de las mismas en el material óseo analizado ha impedido realizar una determinación clara de las posibles especies de gacelas representadas. Sin embargo, la diferencias de tamaño en las piezas dentales determinadas parecen apuntar a la presencia de restos tanto de Gazella dorcas como de Gazella cuvieri, aunque sin poder realizar más apreciaciones

Ammotragus lervia (arruí) La presencia de arruí se ha determinado con base en un único fragmento óseo (0,57%) perteneciente al esqueleto apendicular. Parece tratarse de un individuo adulto (3,85%) (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

Tabla 25.2 Estrato I. Desglose anatómico de las especies animales determinadas

Figura 25.2. Estrato I. NRD y NMI de las especies animales determinadas

Gazella sp./Ammotragus lervia (gacela /arruí)

La intensa fracturación que afecta a las numerosas piezas dentales aisladas recuperadas hace necesaria la creación de este grupo, donde se incluyen los fragmentos dentales que pueden pertenecer tanto a gacela (dorcas/cuvieri) como a arruí. En este caso, se engloban un total de 75 fragmentos (42,61%) que representarían a un número mínimo de 8 individuos (30,76%) (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

Sus scrofa (jabalí)

Los restos óseos de jabalí determinados en la muestra ósea pertenecientes al Estrato I son muy escasos. Sólo se han recuperado 4 fragmentos óseos (2,27%) que representan a un único individuo adulto (3,85%) (TABLA 25.1; FIGURAS 25.1 y 25.2). Este escaso material analizado pertenece esqueleto craneal y apendicular (TABLA 25.2).

Hyaena cf. hyaena (hiena rayada)

Un metápodo fracturado (0,57%) perteneciente a un individuo adulto (3,85%) apuntaría a la presencia de esta especie en el yacimiento, aunque la escasez de material óseo no permite realizar más apreciaciones (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

Herpestes ichneumon (meloncillo)

Esta especie de mangosta, como el resto de carnívoros, se encuentra representada por escaso material óseo. En concreto se ha determinado un

Figura 25.3. Desglose anatómico en el esqueleto de Gazella sp

calcáneo (0,57%) perteneciente a un individuo adulto (3,85%) (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

Carnívoro sp.

También se ha determinado la presencia de una pieza dental inferior perteneciente a un carnívoro de talla pequeña.

Oryctolagus cuniculus (conejo)

El conejo ha proporcionado un total de 13 fragmentos determinados (7,39%) pertenecientes a un número mínimo de 4 individuos (15,38%), tanto juveniles como adultos (TABLA 25.1). Las apendiculares son las únicas porciones esqueléticas representadas (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2). La presencia de restos de animales inmaduros y las huellas de mordeduras que presentan los huesos parecen apuntar a pequeños carnívoros como responsables de la presencia de éstos en la cavidad, más que al resultado de una actividad antrópica.

Figura 25.4. Molar inferior de Gazella sp.

Lepus capensis (liebre)

Menos numerosa que el conejo, la liebre se encuentra representada por 2 fragmentos óseos (1,14%) pertenecientes al esqueleto apendicular, que representan a un único individuo (3,85%) (TABLAS 25.1 y 25.2; FIGURAS 25.1 y 25.2).

ESTRATO II

Este estrato ha proporcionado un total de 6.053 fragmentos óseos, de los que 1.025 (16,93%) han sido identificados anatómica y zoológicamente, conformando el número de restos determinados (NRD). Los restantes 5.028 fragmentos forman el grupo de los no identificados debido a su pequeño tamaño y a la ausencia de zonas diagnósticas. Las especies de mamíferos determinadas son las siguientes: Rhinocerontidae indet., Bos sp., Gazella sp., Ammotragus lervia, Sus scrofa, Hyaena cf. hyaena, Genetta genetta, Canis sp., Carnívoro sp., Hystrix cristata, Oryctolagus cuniculus y Lepus capensis.

Rhinocerontidae indet. (rinoceronte)

El rinoceronte se encuentra representado por un fragmento de molar inferior (0,10%) en mal estado de conservación, perteneciente a un individuo adulto o próximo a esa edad (2,22%) (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6 y 25.7).

Tabla 25.3. Estrato II. Número de restos determinados (NRD) y número mínimo de individuos (NMI) de las especies animales determinadas

Bos sp.

Los restos óseos de gran bóvido se elevan a un total de 11 (1,07%), los cuales representan a un número mínimo de 2 individuos (4,44%), uno de ellos juvenil y otro adulto (TABLA 25.3). En el desglose anatómico de esta especie las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales seguidas de apendiculares (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6 y 25.8).

Gazella sp. (gacela dorcas/gacela cuvieri)

Se han determinado un total de 139 fragmentos óseos (13,56%) pertenecientes a gacela, que representan a un número mínimo de 7 individuos (15,56%) entre los que se ha podido determinar la presencia de individuos infantiles, juveniles y adultos respectivamente (TABLA 25.3). Al igual que ocurría en el Estrato I, en el desglose anatómico las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales (piezas dentales superiores, inferiores e indeterminadas debido a la alta fracturación que presentan), seguidas de apendiculares (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6 y 25.9). También, al igual que en el Estrato I, la falta de clavijas óseas entre el material analizado ha impedido realizar una determinación clara de las posibles especies de gacelas representadas. Sin embargo, la diferencias de tamaño en las piezas dentales determinadas parecen apuntar a la presencia de restos tanto de Gazella dorcas como de Gazella cuvieri, aunque sin poder realizar más apreciaciones.

Ammotragus lervia (arruí)

Los restos óseos de arruí son más abundantes que en el Estrato I. Se han determinado un total de 17 fragmentos (1,66%), que representan a un número mínimo de 3 individuos (6,67%) subadultos y adultos respectivamente (TABLA 25.3). Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares, seguidas de las craneales (piezas dentales) (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6, 25.10 y 25.11).

Gacela sp./arrruí

La intensa fracturación que afecta a las numerosas piezas dentales aisladas recuperadas hace necesaria la creación de este grupo, donde se incluyen los fragmentos dentales que pueden pertenecer tanto a gacela (dorcas/cuvieri) como a arruí, además de fragmentos óseos pertenecientes al esqueleto apendicular. En este grupo se engloban un total de 726 fragmentos (70,83%), pertenecientes a un número mínimo de 13 individuos (28,89%) (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5 y 25.6).

Figura 25.5. Estrato II. Especies animales representadas

Sus scrofa (jabalí)

Pertenecientes a esta especie se han determinado un total de 29 fragmentos óseos (2,83%), que representan a un número mínimo de 3 individuos (6,67%), infantil, juvenil y subadulto respectivamente (TABLA 25.3). Las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales, seguidas por apendiculares (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6 y 25.12).

Hyaena cf. hyaena (hiena rayada)

En el Estrato II el material óseo de hiena determinado es algo más abundante que en el Estrato I. Se han recuperado un total de 6 fragmentos óseos (0,59%) pertenecientes a un único ejemplar adulto (2,22%) (TABLA 25.3). Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares, seguidas de craneales (TABLA 25.4). Las escasas medidas obtenidas en el material óseo parecen atribuir el material analizado a la hiena rayada (FIGURAS 25.5, 25.6, 25.13 y 25.14).

Figura 25.6. Estrato II. Número de restos determinados (NRD) y número mínimo de individuos (NMI) de las especies animales determinadas

Figura 25.7. Fragmento de diente de rinoceronte

Figura 25.9. Incisivo de Gazella sp

Figura 25.11. Hemimandíbula izquierda de arruí

Figura 25.8. Falange 1ª de gran bóvido

Figura 25.10. Molar superior de arruí

Figura 25.12. Molar inferior de jabalí

Figura 25.13. Diente inferior de hiena rayada

Figura 25.14. Astrágalo y falange 2ª de hiena rayada

Figura 25.15. Hemimandíbula derecha de pequeño carnívoro

Genetta genetta (gineta)

Esta especie se encuentra representada con base en la determinación de una tibia (0,10%), perteneciente a un individuo subadulto (2,22%), que presenta marcas de mordeduras de roedores (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5 y 25.6).

Canis sp.

Un diente superior y un fragmento de mandíbula se han atribuido a un cánido de tamaño pequeño (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5 y 25.6)

Figura 25.16. Estrato II. Desglose anatómico en el esqueleto de puercoespín (datos en tabla 25.4)

Figura 25.17. Molar superior de puercoespín

Figura 25.18. Fragmento óseo roído por puercoespines

Carnívoro sp.

Dos fragmentos de mandíbula y uno de diente inferior se han atribuido a un pequeño carnívoro (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6 y 25.15).

Hystrix cristata (puercoespín)

Este roedor se encuentra representado por un total de 24 fragmentos óseos (2,34%), pertenecientes a un número mínimo de 4 individuos (8,89%), juveniles y adultos respectivamente, con un predominio de los primeros (TABLA 25.3). También en este caso las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales, seguidas por apendiculares (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5, 25.6, 25.16 y 25.17). La gran cantidad de restos óseos roídos presentes en el yacimiento apuntan al puercoespín como autor de las mismas, y también como acumulador de huesos en la cavidad, cuestiones éstas que trataremos más ampliamente en el apartado de discusión.

Oryctolagus cuniculus (conejo)

El conejo ha proporcionado un total de 59 fragmentos determinados (5,76%) pertenecientes a un número mínimo de 5 individuos (11,12%), tanto juveniles como adultos, aunque predominando la presencia de éstos últimos (TABLA 25.3). Las apendiculares son las porciones esqueléticas mejor representadas, seguidas por axiales y craneales (TABLA 25.4; FIGURAS 25.5 y 25.6). La presencia de restos de animales inmaduros y las huellas de mordeduras que presentan los huesos parecen apuntar a pequeños carnívoros como responsables de la presencia de éstos en la cavidad, más que al resultado de una actividad antrópica.

Lepus capensis (liebre)

La liebre se encuentra representada por un total de 7 fragmentos óseos (0,68%), pertenecientes todos ellos al esqueleto apendicular, que representan a un número mínimo de 2 individuos (4,44%) (TABLAS 25.3 y 25.4; FIGURAS 25.5 y 25.6).

DISCUSIÓN

Las propias limitaciones de la muestra analizada en cuanto a la cantidad de restos identificados, estado de conservación, etc., imponen unas necesarias precauciones a la hora de plantear hipótesis explicativas. Los resultados obtenidos, en cualquier caso, deberán ser constatados y comparados de nuevo en yacimientos de características similares.

El abundante material no identificado pertenece principalmente a animales de talla media (mesomamíferos), aunque también aparecen esquirlas y fragmentos que por sus características podrían pertenecer a animales de talla superior, principalmente bóvidos.

Aunque algunos fragmentos óseos aparecen quemados, lo cual indicaría una intervención antrópica en cuanto a su presencia en la cavidad, la mayor parte del material óseo analizado tendría su origen en la acción de carnívoros: cánidos, hienas, pequeños carnívoros y puercoespines. La presencia de esta última especie y sobre todo la acción que la misma desarrolló sobre los huesos de macro y mesomamíferos principalmente, ha contribuido de forma rotunda a la importante fragmentación y a la abundancia sobre estos fragmentos de las huellas de sus incisivos (posiblemente también a que no se recuperaran clavijas óseas).

Por otra parte, la determinación de las especies animales presentes en la cavidad indica que la gran mayoría de los restos analizados parecen pertenecer a especies silvestres, que en algunos casos todavía son frecuentes en la zona (puercoespín), siendo muy discutible la asignación de algún fragmento óseo a alguna especie doméstica. Por tanto, esta cavidad estaría más relacionada en estos momentos con la ocupación de su interior por distintas especies de carnívoros y roedores que por la existencia de un hábitat humano, aunque en su interior la actividad antrópica esté demostrada al emplear el hombre la cavidad como lugar de enterramiento, aunque en algunos casos tampoco los restos óseos humanos han escapado a los incisivos de los puercoespines.

En ambos estratos analizados, la presencia de animales de gran talla es muy escasa. Tan sólo se ha determinado la presencia de una especie de bóvido de gran talla y de rinoceronte indeterminado.

En el Estrato I las especies animales mejor representadas son las gacelas (G. dorcas/G. cuvieri) y el arruí, mientras que en el Estrato II a estas especies habría que añadir el jabalí. Según Cabrera (1932) G. dorcas estaba presente en el primer tercio del siglo XX en «la parte meridional de Marruecos al sur del Gran Atlas, penetrando por el Oeste en las llanuras pedregosas del Sur» y G. cuvieri se distribuía por «el Atlas Medio y Gran Atlas, llegando a lo largo de éste último casi hasta la costa del Atlántico». Para este mismo autor, G. cuvieri es «un rumiante característico de la fauna montañosa de Marruecos. Vive a grandes alturas, y por lo general compartiendo las mismas zonas que el arruí. Sin embargo su ecología es diferente, mientras el arruí vive entre rocas escarpadas, G. cuvieri prefiere los valles altos, las anchas silladas, las laderas cubiertas de monte bajo y las pequeñas praderas entre los bosques de las montañas, donde se la encuentra en pequeños grupos, o más bien en familias, nunca en rebaños como la gacela de las llanuras esteparias». Por su parte «el arruí vive preferentemente en alturas casi inaccesibles y entre las rocas más abruptas. Siempre se le encuentra donde la vegetación es muy rala y, desde luego, fuera de la zona de los árboles y aún del monte bajo». El jabalí sería una especie abundante y que se distribuiría por una zona muy extensa que ocuparía todo Marruecos, a excepción de las zonas desérticas (Aulagnier y Thevenot, 1986).

La presencia de carnívoros es relativamente escasa en cuanto a número de restos determinados. Sin embargo, se ha determinado la presencia de tres especies en el Estrato I y de cuatro en el Estrato II aunque, en general los restos óseos de carnívoros son escasos en los yacimientos neolíticos y protohistóricos del norte de Marruecos (Ouchaou y Amani, 2002). Se trataría de dos especies de talla mediana/grande: hiena y cánido (posiblemente chacal), y al menos tres de pequeña talla: gineta, meloncillo y un cánido pequeño (posiblemente zorro).

Restos de lagomorfos (conejo y liebre) se han identificado en ambos estratos, si bien su presencia es más numerosa en el Estrato II. Algunas marcas de dientes presentes en los huesos parecen apuntar a pequeños carnívoros como responsables de su aporte a la cavidad.

La presencia de puercoespines en la cavidad supone un sesgo importante en el material óseo recuperado y en su estado de conservación. La aparición de restos óseos de ésta especie, pertenecientes tanto a animales juveniles como adultos, indicaría la presencia de grupos familiares que ocupan la cueva de Benzú como madriguera, dado que reúne las características necesarias para ello. Aunque de alimentación básicamente vegetariana, estos animales no desprecian las carroñas que encuentran, y acumularían parte de los esqueletos en sus madrigueras. Su afición a roer los huesos para obtener sales minerales y afilarse los incisivos sería la responsable tanto de la ausencia de clavijas óseas y escasez de otras porciones esqueléticas (vértebras, costillas) como de las abundantes huellas de sus incisivos en los huesos largos, fundamentalmente fracturados (Dart, 1958). Del mismo modo, la fragmentación que afecta a las piezas dentales podría tener su origen en la acción de estos animales, al roer maxilares y mandíbulas (FIGURAS 25.18, 25.19 y 25.20).

Figuras 25.19 y Figura 25.20. Fragmentos óseos mordidos por puercoespines

En la actualidad se distribuye desde el oeste de África, en el río Congo, hasta las costas del Mediterráneo, a través de Marruecos, norte de Argelia, Túnez y Libia. En Europa ocupa áreas en casi la totalidad de Italia, Albania y norte de Grecia (Aulagnier y Thevenot, 1986; Riquelme y Morales, 1997). En Ceuta es frecuente en la cuenca del arroyo de Calamocarro y en los alrededores del embalse del Renegado y del Infierno, ocupando hábitats con importante cobertura de matorral cerca de arroyos con cierta continuidad de caudal entre los 50 y 700 metros de altitud. Vive en solitario y se resguarda en agujeros naturales o madrigueras excavadas, algunas de las cuales alcanzan hasta 18 metros de longitud, y situadas a metro y medio de profundidad. Los chacales (Canis aureus) son sus depredadores habituales.

CONCLUSIONES

Tras el análisis de la muestra ósea recuperada en la Cueva de Benzú perteneciente a los estratos neolíticos es necesario comentar el hecho de que no existen diferencias claras entre ambos en cuanto a la presencia de las distintas especies animales silvestres representadas. La ausencia de material óseo perteneciente a animales domésticos apuntaría más a la existencia de un cubil de carnívoros y roedores que a un lugar de hábitat humano, aunque la presencia de algún fragmento óseo quemado y la utilización de la cavidad como lugar de enterramiento por parte de los grupos humanos neolíticos marcan una relación de éstos con la cavidad.

AGRADECIMIENTOS

A los doctores José Ramos y Darío Bernal, por poner a mi disposición el material óseo y las facilidades para su estudio. A Lorenzo García, responsable de las colecciones óseas animales del Instituto de Zonas Áridas de Almería, por su amabilidad y ayuda en la comparación del material óseo de gacelas y arruí

Tabla 25.4. Estrato II. Desglose anatómico de las especies animales determinadas

Introducción
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Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
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Bibliografía