El abrigo y la cueva de Benzú memoria de los trabajos arqueológicos de una década en Ceuta (2002-2012)
Capítulo 31
Funcionalidad de los productos líticos. Elementos de proyectil
IGNACIO CLEMENTE Y NICCOLÒ MAZZUCCO
INTRODUCCIÓN
En trabajos anteriores presentamos los resultados iniciales del análisis de una decena de productos líticos de la Cueva de Benzú (Clemente, 2006; Ramos et alii, coord., 2011). Entonces ya comentamos que los sedimentos de arenas representan el contexto sedimentario que menos favorece la conservación de las huellas de uso (Clemente y Pijoan, 2005; Clemente y García, 2008). El relleno sedimentario de la Cueva de Benzú está constituido por granos de arena muy ricos en cuarzo, cuyo movimiento provoca fuertes abrasiones en las superficies de los sílex. Estas alteraciones tafonómicas llegan a enmascarar las anteriores relacionadas con el uso de los instrumentos, de ahí que realizáramos las determinaciones funcionales a partir de los macro-rastros. De hecho, las macro fracturas y los esquirlamientos del filo, a pesar de ligeros redondeamientos de las aristas que el sedimento puede causar, se conservan mejor que los rastros microscópicos. De esta forma hicimos una aproximación a la dureza de la materia trabajada y, sólo en aquellos casos en los que los rastros de uso tenían un gran desarrollo, pudimos arriesgarnos a determinar también la materia trabajada. En este trabajo hemos realizado una selección de los materiales elaborados en sílex y que no habíamos analizado en el precedente estudio. Los materiales en sílex de la Cueva Benzú suponen el 36,09% (249) del total de los restos líticos del yacimiento (690), mientras la mayoría de ellos —435; 63,04%— son de areniscas.
Según análisis realizados por otros investigadores, considerada la presencia de núcleos (11 en sílex y 15 en arenisca) y la gran cantidad de «desechos y esquirlas» (119 en sílex y 146 en arenisca), la talla debió realizarse en el sitio (Vijande, 2010). Sin embargo, teniendo en cuenta la cantidad de restos líticos en relación al pequeño tamaño de la cueva, los soportes retocados son únicamente 79 ejemplares. De ellos 48 manufacturados en sílex (19,3% de todos los restos de sílex) y 31 en areniscas (4,5% de los elementos en arenisca). Esto indica una clara selección del sílex a la hora de confeccionar productos retocados. Entre los soportes en sílex retocados se han clasificado: 4 raederas, 1 raspador, 1 perforador, 1 buril, 9 laminas y lascas de borde abatido, 9 muescas y denticulados, 8 microlitos geométricos, 13 diversos y 2 piezas con retoque abrupto (Vijande, 2010).
Entre este conjunto de materiales hemos seleccionado, tras una primera observación a la lupa binocular para evaluar la conservación de las superficies, un total de 18 piezas: 1 buril, 9 láminas y 8 geométricos. Como hemos mencionado más arriba, la conservación de las superficies para la observación microscópica no es buena. De ahí que de las láminas analizadas a la lupa solo podamos decir que probablemente se usaran para acciones de corte, pues tanto las macro como las micro-melladuras se
Figura 31.1. Algunas de las alteraciones observadas sobre los materiales líticos de la Cueva de Benzú; a-b: Alteraciones de las superficies de tipo mecánico (lustre de suelo); c-d: alteraciones de las superficies de tipo químico (pátinas de origen alcalino y/o ácido)
reflejan en ambas caras de los filos, con una orientación oblicua o transversal respecto al filo, pero que no nos permiten determinar la materia trabajada. El lustre o pulido de suelo, consecuencia del contacto con la arena, ocupa toda la superficie de los productos de sílex y enmascara o destruye los micro-rastros de uso. En algunos casos, como en dos de las laminillas analizadas, también se observa la formación de una pátina grisácea, probablemente resultado de una alteración química del sílex, hecho que dificulta doblemente su análisis microscópico (FIGURA 31.1).
En otros yacimientos de contextos sedimentarios similares, como es el caso del Embarcadero del Río Palmones (Clemente y Pijoan, 2005; Clemente y García, 2008), se había observado que, no obstante las alteraciones tafonómicas aquellos micro-rastros de uso bien desarrollados se conservaban en parte o totalmente, pudiendo aún apreciar determinadas características (ej. distribución, textura, aspecto, etc.) que nos permitieron realizar una determinación más precisa de su funcionalidad.
Nuestra experiencia tanto con materiales arqueológicos como experimentales nos ha permitido observar que los instrumentos de trabajo de cronología neolítica y post-neolítica que suelen presentar unos rastros de uso bien desarrollados son aquellos utilizados como elementos de hoz (o cuchillos utilizados para cortar plantas no leñosas). Con estas actividades productivas se producen unos pulidos muy compactos y brillantes, con una distribución concreta y asociados a un embotamiento muy fuerte del filo.
Cuando este es el caso, estos instrumentos suelen reconocerse incluso entre los materiales afectados por procesos tafonómicos relacionados con sedimentos de arena. Sin embargo, en la Cueva de Benzú no hemos podido reconocer ningún instrumento que esté relacionado con procesos productivos agrícolas1. Es más, y como vamos a ver a continuación, los instrumentos o partes de instrumentos que hemos podido reconocer sin duda alguna por los rastros macroscópicos y probables residuos documentados, son los que se relacionarían directamente con actividades cinegéticas y/o puntas de armas.
En los análisis anteriores habíamos analizado tres geométricos con forma romboidal en los que identificamos la típica fractura de impacto e incluso probables residuos de la almáciga utilizada para adherirla al astil. Las laminillas de dorso entonces estudiadas mostraron un probable contacto con materia blanda en el filo agudo. En esta ocasión ampliamos el estudio al resto de laminillas y geométricos recuperados en la Cueva de Benzú, para verificar su funcionalidad a la luz de los resultados preliminares ya obtenidos.
LOS «MICROLITOS GEOMÉTRICOS» Y SU POSICIÓN EN LAS PUNTAS DE FLECHA
Para determinar el uso de un elemento de proyectil prehistórico, a menos que éste no haya sido recuperado incrustado en algún hueso de animal o persona abatida, las macro-fracturas y las estrías de impacto son las únicas huellas registradas que lo identifican. Desde los primeros trabajos experimentales (Odell y Odell-Vereeken, 1980; Fischer, Hansen y Rasmussen, 1984) la disciplina ha avanzado enormemente sobre el tema, con un gran número de trabajos tanto a nivel experimental como a nivel arqueológico (Gijn, 1990; Gassin, 1991; González e Ibáñez, 1994; Gibaja y Palomo, 2004; Martínez, 2005; Borgia, 2006; Lo Vetro, Martini y Mazzucco, 2009; Petillon et alii, 2012; Mazzucco et alii, 2012).
Además de su contribución al conocimiento de las tecnologías y de las conductas económicas de las poblaciones prehistóricas, estos trabajos han representado una reflexión sobre la eficacia y las potencialidades de este método de análisis. Sin embargo, la presencia de una relevante variabilidad de tipologías de fracturas asociadas al impacto, la dificultad de evaluar la influencia de algunas variables en la formación de las huellas (como la cantidad de adhesivo presente sobre el arma, la velocidad de la flecha, etc.) y la existencia de un porcentaje muy significativo de elementos que no sufren alteración alguna por el impacto, hace del análisis de los elementos de proyectiles un tema delicado y a veces controvertido. A pesar de estas limitaciones del análisis traceológico con las huellas de impacto, las numerosas experimentaciones y el gran numero de estudios realizados sobre contextos arqueológicos muy diferentes, han coincidido en demostrar que durante el Holoceno los microlitos y los elementos de dorso abatidos fueron utilizados por lo general como componentes de puntas de armas arrojadizas, aunque de manera puntual o aislada se haya podido documentar, también su uso en otros procesos productivos.
1. Se han analizado tres elementos clasificados como denticulados y probables dientes de hoz (Vijande, 2010), dos de ellos en arenisca cuarcítica: CB-2002-CS-2 y CB-2002-(A XIX-XX)-1-1 y un tercero de pequeño tamaño elaborado en radiolarita: CB 2002 (AXVIIXVIII)–(2). En ninguno de ellos se han registrado rastros atribuibles a un uso como elementos de hoz.
Estudios recientes han destacado cómo existe un amplio numero de diferentes tipos de enmangues y formas de proyectiles cuya variabilidad podría estar relacionada con múltiples factores, tales como: el tipo de presa a cazar, la estrategia de caza adoptada o la existencia de específicas tradiciones tecnológicas propias de un determinado ámbito territorial y cultural (Mazzucco et alii, 2012).
Desde este punto de vista, los microlitos de la Cueva de Benzú destacan por su tipología, representando «[…] un tipo no documentado en la Península Ibérica y poco representado en el norte de África» (Vijande, 2010: 289). Se trata de geométricos de forma prevalentemente romboidal realizados en todos los casos sobre lasca y retocados, por lo general, en tres de las caras (en un caso solamente dos), dejando uno de los filos vivos para que sea la parte no enmangada y cortante (FIGURA 31.2, AF).
Elementos de morfología parecida únicamente se documentan en el cercano sitio de la cueva de Caf Taht el Ghar (nivel 2) en Tetuán, en niveles de ocupación con cerámica cardial fechados en el VII y VI milenios (Bouzouggar, 2006). El sitio marroquí, al igual que ocurre en la Cueva de Benzú, se caracteriza por una gran abundancia de especies animales salvajes. Esto sugiere que las actividades cinegéticas jugaron un papel muy importante en la economía de las primeras comunidades neolíticas en el Norte de África (Ramos et alii, 2008). Los resultados procedentes de los análisis de los microlitos de la cueva de Benzú parecen corroborar este escenario.
De hecho, entre los geométricos analizados (6 romboides y 2 trapecios), 4 elementos presentan fracturas diagnósticas de haber sido utilizados como elementos de proyectiles (esquirlamientos con terminación en escalón y fracturas burilantes) (FIGURA 31.3, 3-4; FIGURA 31.4, 2), además de algún probable residuo del adhesivo utilizado para adherirlo al astil (FIGURA 31.3, 4C). Por la dirección y la posición de las fracturas, todos los instrumentos utilizados parecen haber sido empleados como puntas, aprovechando el ángulo entre el borde retocado y el filo vivo.
Sin embargo, el tamaño de las fracturas no es muy invasivo, hecho que puede estar relacionado con la presencia de abundante cantidad de algún tipo de cola o resina para la unión de la pieza.
Finalmente cuatro de los romboides analizados no presentan ningún rastro de uso (FIGURA 31.3, 1-2). Los filos vivos no presentan en estos elementos relevantes melladuras o fracturas, mientras los filos retocados aparecen relativamente frescos (tan sólo se refleja un ligero lustre de suelo) y sin rastros de haber sido enmangados, a diferencia del resto de los efectivos que suelen conservar restos de adhesivo o resina.
BENZÚ Y LAS «LAMINILLAS DE DORSO» COMO ELEMENTOS O PUNTAS DE FLECHA
El mismo tipo de análisis se ha llevado a cabo también en los elementos de dorso abatido (9) (FIGURA 31.2, I-S), incluyendo además en el estudio un «buril» (Vijande 2010), que presenta una forma apuntada (FIGURA 31.2, T). Es más, su clasificación tipológica como buril se debe a la presencia de una fractura burilante, que probablemente no se produjo por retoque voluntario, sino que es consecuencia de un impacto. La punta presenta de hecho, varias fracturas, tanto esquirlamientos con terminación en escalón y fracturas burilantes que se relacionan más bien con un uso como elemento de proyectil (FIGURA 31.4, 1A-B). Similares rastros de uso se han observado sobre otros cinco elementos de dorso, mientras que en las dos piezas restantes solamente se registran probables residuos de enmangue en sus filos retocados (FIGURA 31.2). En todos los casos los instrumentos parecen haber sido empleados como puntas de flechas. Las fracturas observadas siempre tienen una orientación paralela al eje de la lámina.
Hemos observado tanto elementos con fracturas en escalón muy invasivas, como puntas con esquirlamientos bifaciales, muy marginales y limitados al extremo del soporte (FIGURA 31.4, 3 A-B). Como ya hemos mencionado más arriba, el tamaño de las fracturas de impacto depende de tal variabilidad de factores (velocidad, ángulo del impacto, cantidad de resina, etc.), que por ahora resulta imposible obtener más información al respecto.
Figura 31.2. Instrumentos líticos analizados en el primer estudio. a-h: geométricos, i-s: lascas de borde abatido; t: buril. Las flechas indican la presencia de fracturas diagnósticas de impacto. Las líneas discontinuas junto a los filos indican la presencia de residuos. La mayoría de los dibujos provienen de E.Vijande (2010)
Figura 31.3. Algunas de las huellas de uso observadas. 1a y 2a: Sobre estos geométricos no se observan rastros de uso. Los filos retocados presentan superficies limpias, y aparte de un ligero lustre de suelo, no son visibles ni facturas ni residuos. 3a y 4a: Fracturas <<burilantes>>. 4b: Melladuras en la cara opuesta. 4c: ¿probable residuo adhesivo utilizado en el enmangue de la pieza?
Figura: 31.4. Algunas de las huellas de uso observadas. 1a: Facturas burilantes y en escalón en cara dorsal. 1b: Melladuras en la parte próximal que podrían haber sido producidas por el enmangue 2a-b: Melladuras bifaciales en la punta del geométrico. 3a-b: Facturas y melladuras en escalón en la punta de la lamina de borde abatido. 3c: probables residuos del adhesivo utilizado para el enmangue de la pieza.
CONTEXTUALIZACIÓN CRONOLÓGICA Y GEOGRÁFICA DE LAS PUNTAS DE PROYECTILES DE LA CUEVA DE BENZÚ
Aunque el estudio traceológico de la industria lítica de la Cueva Benzú se haya limitado a un restringido numero de piezas, debido a las alteraciones post-deposicionales que afectan este conjunto, los resultados obtenidos aportan nuevas informaciones sobre las conductas económicas de las poblaciones que habitaron la cueva. Si consideramos solamente la producción de elementos en sílex en la cueva, destaca el porcentaje representado por láminas/laminillas de borde abatido y geométricos.
Estos dos tipos de instrumentos están manufacturados en su totalidad con materias primas homogéneas, como son el sílex y la radiolarita, y de hecho, suponen un porcentaje muy importante de los medios de producción manufacturados en estos tipos de rocas (17, 35,4%). Por el contrario, la arenisca no se explota para la talla laminar y parece estar destinada principalmente para la elaboración de denticulados y/o raederas-raspadores. Parece ser que los habitantes de la cueva utilizaron como instrumentos soportes de arenisca que fueron tallados por los pobladores del Abrigo de Benzú durante el Paleolítico Medio.
Los análisis traceológicos realizados sobre los elementos en sílex de la Cueva de Benzú sugieren que casi una tercera parte de los instrumentos realizados sobre este tipo de roca tuvieron un papel importante en el desarrollo de actividades cinegéticas. Así pues fueron usados como puntas de flecha tanto las láminas de dorso abatido como los microlitos geométricos. De hecho, si miramos a los resultados del análisis, veremos que de todas ellas un porcentaje muy elevado (66,7%) muestra rastros de haber sido utilizadas y/o enmangadas como elementos de proyectiles (TABLA 31.1).
Entre el lote de piezas analizadas, 6 elementos (33,3%) presentan fracturas diagnósticas de impacto, 2 presentan rastros de haber sido enmangados (11,1%), mientras 4 elementos presentan ambos tipos de rastros (22,2%). Si comparamos nuestras observaciones con los análisis de los restos faunísticos de la Cueva de Benzú, realizados por J.A. Riquelme (2006 y Capítulo 25 de esta monografía), parece plausible pensar que la caza tuvo un papel fundamental para la subsistencia del grupo humano que ocupó ese refugio.
Es más, la ausencia de animales domésticos entre la fauna recuperada hace suponer el uso de estos instrumentos para abatir animales salvajes como: jabalí, ciervo, gacela, liebre, etc. (TABLA 33.2). Como ya hemos señalado, este dato parece bien encajar en la dinámica general de las comunidades tribales comunitarias neolíticas del Norte de África, sociedades que basan una parte importante de su economía en la explotación de especies salvajes y en la captación de recursos marinos, aunque se registre una paulatina presencia de especies domésticas, tanto animales como vegetales (Ramos et alii, 2008d).
CONCLUSIÓN
Aunque las alteraciones tafonómicas debidas a las condiciones sedimentarias de la Cueva de Benzú hayan imposibilitado realizar un análisis microscópico de las superficies de los artefactos líticos, hemos podido determinar el uso de las láminas de dorso y geométricos como elementos de proyectil. Éstos cumplieron la función de puntas, tal y como demuestran las fracturas de impacto y la localización de los probables residuos de almáciga utilizada para el enmangue de esos productos. Las formas romboidales de los geométricos son específicas del área geográfica del estrecho de Gibraltar, y solamente en la zona norteafricana.
Estos instrumentos fueron utilizados para la caza de animales salvajes por parte de los pobladores de la Cueva de Benzú. La ausencia de instrumentos dedicados a la siega de cereales y/o corte de plantas herbáceas, así como las especies cazadas y procesadas en el sitio, hacen suponer que el yacimiento fue ocupado como campamento de caza y explotación del litoral marino (Vijande, 2011) y pudo servir en un inicio como lugar de enterramiento humano (Vijande, 2010).
Tabla 31.1. Geométricos y láminas de dorso analizadas. HUELLAS DE USO: Para la descripción de los rastros de impacto se han seguido las categorías y establece por Gónzalez e Ibáñez (1994); TIP: Tipología Fortea (1973) según E. Vijande (2010); SG-Uso Seguro; PR-Uso probable; PO-Uso posible
Tabla 31.1. Geométricos y láminas de dorso analizadas. HUELLAS DE USO: Para la descripción de los rastros de impacto se han seguido las categorías establecidas por Gonzáles e Ibáñez (1994); TIP: Tipología Fortea (1973) según E. Vijande (2010) ; SG-Uso Seguro; PRUso probable; PoUso posible
Tabla 31.2. Determinaciones realizadas por J.A. Riquelme de los restos de fauna de la Cueva de Benzú. Tabla extraída de la tesis doctoral de E.Vijande (2010: 274)

