Fortificaciones del Recinto de la Almina

Almina

Protección estructural I-014


Información extraída del Plan especial de protección y catálogo del conjunto histórico del recinto de la Almina. Arquitectos Pedro Gurriarán Daza, Salvador García Villalobos, María Dolores Muñoz Marín y José Salvador Pascual Ortigosa.

CONDICIONANTES URBANOS

La especial topografía del barrio o lugar de la Almina, como los demás enclaves ceutíes, despertó desde antiguo la atención de los ingenieros, visitantes o cronistas que allí arribaban, tal es el caso de Gerónimo de Mascarenhas en 1648 (G. DE MASCARENHAS, Historia de la Ciudad de Ceuta, sus sucesos militares y políticos. Memorias de sus Santos y Prelados, y elogios de sus Capitanes Generales, Ed. de A. DE DORNELLAS, Lisboa, 1918):

La Almina (aun dexando aparte el monte grande) es mas alta q. la ciudad treynta i tres braças por la mar de Levante, q. corresponde a Tetuán, i de alli baxa la tierra poco a poco asta la mar de Poniente. Ai entre aquel monte y la ciudad quatro montañuelas en altura de treynta i tres braças. La primera, q. está mas cercana a la ciudad, se llama de San Simón por una hermita de su advocación q. tiene en lo alto; i ella i las otras contienen una misma altura i están en una propia linea. Cada uno de estos montes fenece en lo alto con una llanura de ocho a diez braças de traviesa, i todas penden poco a poco hacia la mar de Poniente.

Esta precisa descripción da cuenta de las características generales de la Almina, en los tiempos previos a su crecimiento urbano del siglo siguiente. Las características generales de este marco físico distan mucho de ser homogéneas en todas sus partes, como refería la cita portuguesa anterior. En efecto, distintos factores como la topografía, las coyunturas históricas o el propio desarrollo urbanístico han condicionado sobremanera la formalización de cada una de las partes de la Almina y las construcciones civiles y militares que en ella se han ejecutado (Lám. 3).

Cabe insistir en una de las principales características de las obras defensivas que estudiamos, que no es otra que su carácter perimetral, de modo que su definición general y particular tiene mucho que ver con el estudio de los bordes geográficos de la Almina. En cualquier caso, no podemos dejar de lado la comprensión de la trama nuclear de este barrio, pues gran parte de lo que ahí sucede se puede extrapolar hacia las áreas tangenciales.

A continuación procederemos a exponer de forma sintética los principales condicionantes geográficos y urbanos de esta barriada ceutí, los cuales serán fundamentales para luego proceder a la comprensión general de estas defensas. Dadas las especiales condiciones topográficas que ya vimos, podemos plantear esta reseña de forma sintética de acuerdo con los ejes cardinales, comenzando no obstante por una revisión general del propio núcleo poblacional de la Almina.

1. Núcleo interior de la Almina

El primer asentamiento conocido nace a modo de arrabal en periodo islámico, posiblemente desde fecha tan temprana como el siglo IX, según tendremos ocasión de referir (vid. Infra)¹. La conquista portuguesa de 1415 supondrá el abandono estratégico del barrio ya fortificado, el cual quedará convertido en un espacio baldío en gran parte, aunque ocupado también por alquerías de recreo, huertas y diversas ermitas. El largo asedio marroquí comenzado a finales del siglo XVII llevará asociado el traslado parcial de la población de la Ciudad, zona más expuesta al fuego artillero desde el frente de tierra, hacia un nuevo asentamiento o nueva población más segura en la zona de la Almina; este germen urbano prosperará hasta configurar el actual barrio.

Su formalización hoy en día bebe bastante de las características generales que presentaba como campo sin apenas urbanizar. Las ermitas casi han desaparecido, aunque reste la toponimia en varios de sus enclaves, no obstante, los principales caminos han quedado fosilizados como las calles más importantes de la Almina actual. De igual forma, la primera ocupación urbana del siglo XVIII se centró en la franja de terreno de topografía más amable, que coincidía con el frente septentrional, aquel que se relacionaba con las zonas de desembarcadero, como el próximo al foso seco al oeste o los conocidos como del Rey y de la Cisterna al este, citados por López de Acuña1. La parte opuesta conservó hasta comienzos del siglo XX un cierto carácter rural, con zonas baldías, huertas y amplios solares de topografía difícil. Varios de ellos disponían de importantes servidumbres militares, repetidas en zonas diversas, especialmente hacia el este o el oeste, en torno a los terrenos del Revellín.

El eje vertebral del barrio se organizó en torno al conjunto de las actuales Calle de Camoens y Calle Real, creado a partir del Camino Real que iba hasta el Hacho desde la puerta de la Almina, y el cual ya vemos en los conocidos planos de Ceuta de 1643 y en el de Joao Thomás Correa de Brito de finales del mismo siglo. Otro camino importante sería el de Nuestra Señora del Valle, formalizado en el eje Calle Antioco-Calle Salud Tejero, además de los que discurrían por los frente sur (llamado de la Rocha) y norte (de Abajo o del Maestre, el más cercano a la playa, y de Arriba)2. Rápidamente poblada, resulta evidente que la mayor densidad inicial de la Almina se lograra en torno a la Calle Real, pero también surgieron con fuerza otros barrios, como los de los Remedios, La Cigarra, Revellín y el Molino3. Refieren de forma anónima en un texto de 1733 que:

Fue poco a poco creciendo el número de vecinos de esta plaza, y se bieron obligados a hacer casas afuera del expresado recinto a la cayda de dicho monte. Sirviendo expresamente éste de arrabal que llaman la Almina, en donde está la cassa del capitán general que pertenece a su Majestad así como la de El Veedor, hallándose este arrabal presentemente muy poblado […], contándose en la plaza 436 personas de comunión y en la Almina 1916, sin comprender la guarnición ni los presidiarios […].

Además, desde un comienzo y coincidiendo con la repoblación del siglo XVIII, se trasladan a la Almina los principales poderes locales, como son el Obispo y el Gobernador, con sus palacios respectivos, a los que hemos de sumar la existencia de otras construcciones relevantes que actuaron como focos urbanos, como pueden ser el Convento de San Francisco de Descalzos, el Hospital Real o el Acuartelamiento del Rebellín. La nueva población resultante de las transformaciones del siglo XVIII adquirió rápidamente prestigio y se consolidó entre los ceutíes. Las descripciones conservadas se muestran muy amables con sus especiales condiciones urbanas, como un texto de 1873 que dice que “la ciudad moderna o sea el Barrio de la Almina, es la parte más hermosa, y su caserío se ostenta en anfiteatro en medio de la frondosidad de los jardines que cercan las casas, y que desde lejos le dan un aspecto agradable”.

La mitad septentrional de la trama urbana, a partir del eje de la Calle Real, se organizó mediante calles transversales y grandes manzanas, que aunque ya fragmentadas, aún se pueden reconocer en el parcelario actual. Muchas de aquellas vías no llegan a la muralla, pues con evidente carácter defensivo, estaban dotadas de puertas y rastrillos que las aislaban en caso de peligro1. Dentro de este urbanismo podemos incluir las manzanas que vinieron a colmatar los terrenos del Revellín hasta el foso seco de la Almina, entre las actuales calles Ingenieros y Teniente José Olmo, con el paseo homónimo como eje principal de organización este-oeste y conexión con el núcleo del barrio.

La otra franja de terreno, hacia el sur y hasta Cortadura del Valle, debido quizás a la topografía difícil y a una ocupación más tardía y desordenada, se fue formalizando hasta la actualidad mediante un entramado irregular de parcelas con un callejero difícil y tortuoso a veces. Las servidumbres militares han destacado en esta zona, con grandes ocupaciones de terreno de las que restan, por su importancia, el enclave de las baterías del Pintor y del Molino, hoy día ya desmanteladas, pero ocupadas por nuevos servicios de inteligencia militar.

Al tratarse de pleno centro histórico de Ceuta, la ocupación residencial representa el principal uso de esta zona de la ciudad, con gran densidad en la zona más baja, si bien existen otros usos complementarios como equipamientos de distinto tipo, habiendo desaparecido, en general, aquellas actividades molestas para los vecinos como aquellas pescaderías, chocolaterías, fábricas de conservas y otras pequeñas industrias que aún llegan al siglo XIX, según refiere Gómez Barceló2. Obviamente el terreno destinado a uso militar ha tenido gran importancia desde un principio, si bien en los últimos tiempos se ha asistido al traslado o desmantelamiento de varias instalaciones, con la consecuente liberación de grandes bolsas de terreno en una zona tan céntrica como esta.

J. L. GÓMEZ BARCELÓ, Op. Cit., 2004, p. 306.

Ibídem. P. 309.

Archivo General de Simancas (A.G.S.), G.M. Leg. 1518.

C. POSAC MON, Última década lusitana de Ceuta, Ceuta, 1983, pp. 27 a 31.

J. L. GÓMEZ BARCELÓ, “Evolución urbana de Ceuta entre el siglo XVI y el XVIII”, Ceuta en los siglos XVII y XVIII. III Jornadas de Historia de Ceuta, Ceuta, 2004, pp. 308 y 309.

A.G.S., G.M. Leg. 3331.

Derrotero General del Mediterráneo, Madrid, 1873, pp. 167 y ss.

No obstante, hay que referir una razonada opinión que sitúa la existencia de un hipotético hábitat romano de Ceuta en la zona de la Almina, en contraste con el sector industrial que se ha documentado en la Ciudad. J. M. HITA RUIZ y F. VILLADA PAREDES, “De Septem Frates a Sabta”, Actas del II Congreso Internacional “La ciudad en al-Andalus y el Magreb”, Granada, 2002, p. 485.

2. Frente norte de la Almina

La fachada septentrional de la Almina, el verdadero frente histórico de la ciudad, es la que se ofrece al puerto de Ceuta. En virtud de su carácter de límite marítimo, todas las construcciones allí realizadas se han alineado al borde marítimo, tanto las murallas como las primeras y posteriores viviendas de la Almina. El crecimiento de las instalaciones portuarias, ganando amplias franjas de terreno al mar, ha alejado la orilla y convertido a su vez a la avenida rodada, que discurre al pie de las fortificaciones, en una importante ronda de distribución para la ciudad.

Cabe aclarar que la ciudad histórica era una ciudad que miraba a una muralla en toda esta zona, o para ser más exactos, a un adarve y un parapeto elevados, sin casi percepción de la presencia cercana de la orilla del mar. Curiosamente, en la actualidad se ha eliminado en gran parte el obstáculo defensivo, pero, de igual forma, se ha arrebatado al ceutí el disfrute del borde litoral con el alejamiento de la costa debido al desarrollo portuario.

Tras estas reflexiones iniciales, cabe referir que este frente de las murallas d e la Almina posee un carácter preferentemente lineal. Queda delimitada por dos importantes vías rodadas paralelas, el Paseo de la Marina Española a intramuros y la Avda. Compañía del Mar al pie de las murallas (Lám. 4). Sobre las propias estructuras defensivas se desarrolla un conjunto de bulevares o paseos peatonales que, en diversos puntos, se comunican mediante escalinatas con la avenida inferior. Arranca esta línea de murallas desde la Plaza de la Constitución al oeste, junto al baluarte de San Sebastián, y viene a rematar, en el ámbito de trabajo considerado, a la altura del Pasaje de las Balsas, ligeramente sobrepasada la Calle Rampa de Abastos, donde existía la antigua batería homónima.

Las fortificaciones en su borde septentrional quedan, por tanto, insertas entre vías de comunicación de gran importancia como distribuidoras de esta parte de la ciudad, y en cualquier caso, íntimamente relacionadas con los grandes espacios libres y equipamientos deportivos y de ocio, como el Parque del Mediterráneo, que existen en los terrenos ganados al mar.

3. Frente este de la Almina

En contraste con la fachada marítima de la vertiente norte, ciudadana y muy dinámica en su formalización urbana, el límite oriental de las fortificaciones que consideramos apenas si tiene preponderancia ambiental en el conjunto de la Almina, al haber desaparecido casi por completo sus estructuras. Su huella hay que buscarla, precisamente, en la poderosa traza de la Calle Cortadura del Valle, que viene a reproducir con rigor en sentido norte-sur el replanteo original de este frente de las murallas, incluyendo su revellín, siguiendo la fuerte pendiente del terreno.

Esta línea o límite ya aparece reflejado desde antiguo en la cartografía consultada, tal y como vemos en el plano portugués de 1643 donde, junto a la Torre del Heliógrafo, se observa una tapia o muro que delimitaría tal vez un camino hasta la zona del Sarchal. Esta tapia aparece con claridad en unos croquis realizados de la zona del Valle, que se conservan en el Archivo Municipal de Ceuta, y que se fecharían a principios del siglo XVIII1. En esta representación se observa la torre medieval con una serie de construcciones adosadas, la ermita de Nuestra Señora del Valle (que da nombre a toda esta zona), las balsas y una serie de huertas hacia el oeste.

La ocupación de la nueva población de la Almina supuso que a intramuros de la muralla del Valle, y en su parte septentrional, se ubicaran diversas instalaciones militares, como la Maestranza de Ingenieros, y otras construcciones como la fábrica del pan de la provisión. El área más al sur permanecía yerma, con la presencia de la batería de prácticas coronando el altozano sobre el Sarchal. Fuera de la fortificación se ejecutaron diversas obras, destacando la del cuartel del Reina, luego del Teniente Ruiz, y el conjunto de cisternas conocido como las Balsas.

La desaparición de las murallas y la consolidación del barrio de la Almina no han cambiado en demasía el carácter general del sector del Valle. La Cortadura del Valle marca la separación entre una zona de intramuros con predominio de grandes manzanas con varios almacenes y cuarteles de propiedad militar, y una franja de terrenos exterior organizado por dos poderosos equipamientos: unos terrenos deportivos municipales, que apoyan sobre el Muro del Pozo Rayo, y el antiguo cuartel del Teniente Ruiz, que va a ser destinado próximamente, tras su restauración, a servir como sede universitaria. Los viales históricos de comunicación de esta zona con el interior de la Almina han quedado marcados en las calles Brull y Don Juan I de Portugal.

En definitiva, y concretando el ámbito urbano específico de este frente de las murallas, podemos definir como vía organizadora la Calle Cortadura del Valle a lo largo de todo su trazado, desde su encuentro con la Calle Escuelas al sur hasta el opuesto que tiene con la Calle Don Juan I de Portugal.

4. Frente sur de la Almina

La otra vertiente más importante en longitud de la barriada de la Almina es la que mira hacia la bahía Sur, aunque como ocurre con una zona tan heterogénea como ésta, sus características poseen un carácter completamente distinto a los otros sectores estudiados (Lám. 5).

En efecto, la península alcanza su mayor cota a lo largo de todo este frente, desde el cual el terreno cae con fuerte pendiente hasta la orilla a modo de acantilado. Un conjunto de pequeñas lomas, que vendrían a incluir algunas de las sietes colinas clásicas, y que son representadas con rigor en la cartografía histórica, coronan a espacios regulares la cresta de la Almina.

La descripción citada de 1733 refiere a propósito de esta zona que: “La Almina, en la parte que mira al sur y este, por ser costa alta y braba, como se ha dicho, no admite desembarco, y en todo caso escarpar el terreno en alguna parte accesible […]”. De este modo, y teniendo en cuenta la defensa natural del terreno, las fortificaciones no serán continuas, ubicándose únicamente allí donde son necesarias.

Los terrenos altos de esta zona apenas tendrían ocupación hasta fechas recientes, destacando la existencia de la desaparecida ermita de San Simón en la loma homónima, así como la presencia de algún molino de viento de cierta importancia, cuyo recuerdo ha permanecido en la toponimia de esta zona. Lucas Caro habla de la existencia a principios del siglo XIX de un camino que bordeaba todo este frente de la Almina “por donde puede marchar una columna de doce de frente, desde el Rastrillo Nuevo […]”1.

En la actualidad se conforma este frente por una vía rodada perimetral, a la cual ofrecen su fachada las distintas manzanas que se han ido colmatando en aquellos terrenos antes baldíos. Al contrario que sucede con el frente opuesto, en este caso predominan las viviendas unifamiliares de autoconstrucción, en torno a la Calle Recinto Sur, que se van transformando hacia el oeste, en la zona de la Calle Santander, en bloques de viviendas plurifamiliares entre medianeras, conforme la cota va descendiendo hacia la zona de la desaparecida Alameda Alta. Destaca igualmente este sector de forma general por la ausencia de zonas libres de calidad, aunque también existen proyectos de incluir en el entorno grandes equipamientos como la Biblioteca Central o el Palacio de Justicia.

El estudio de las fortificaciones de la Almina, en su ubicación meridional, atenderá a un ámbito más o menos lineal que arranca desde el este en torno a la Calle Escuelas, a partir de la batería del Rastrillo Nuevo, y culmina en el oeste con el torreón o cubo de San Jerónimo en la Calle Santander.

5. Frente oeste de la Almina

El último sector del conjunto que referiremos, cerrando el perímetro en su totalidad, se trata del occidental, aquel que venía a enfrentar la Almina con el núcleo tradicional de la Ciudad. Se trata, por tanto, de una zona de gran importancia y que ha contado con numerosas atenciones desde que se creó un arrabal en periodo islámico al este de la madina. La separación entre ambos sectores medievales se efectuaba por una barbacana, que se transformó más adelante en un foso seco por obra de los ingenieros portugueses, dotado de escarpa y contraescarpa y un puente que comunicaba con la Puerta de la Almina abierta en el muro este de la Ciudad.

La repoblación de la península, concretada a partir del largo asedio de Muley Ismail, determinó en un principio la conservación de una franja despejada en los terrenos del común, aledaños al foso seco. En ellos se planteó la construcción de varios espaldones de protección y un amplio revellín, que vemos reflejados en diversas planimetrías, como sucede con la de P. de Aubeterre de 1726 y otra representación anónima de la misma época (Fig. 1).

El conjunto de fortificaciones que fue trazado hacia la zona sur se organizó en torno a una antigua fuente conocida como de Caballos; allí, al pie del mar se construyó una poderosa cortina flanqueada por los baluartes de San Carlos y San José, siendo este último el situado en el extremo oeste. Se comunicaban con el foso seco a través de la puerta conocida como Boquete o Agujero de la Sardina.

La posterior colmatación del espacio próximo a la Ciudad se logró, en un primer momento, a partir de diversos acuartelamientos y la creación de una amplia alameda en 1731, que tomó su nombre del revellín de la fortificación. El espacio urbano, que perdió poco a poco durante el último siglo los edificios militares allí existentes, se fue desarrollando progresivamente mediante grandes manzanas organizadas a partir del actual Paseo del Revellín.

Por el contrario, la evolución urbana tan compleja de este sector del centro ceutí ha ido eliminando algunos de los vestigios de la fortificación, con la excepción del conjunto de Fuente Caballos. El foso seco de la Almina, que ya albergaba algunos cuarteles, vio ocupar su superficie con el mercado de abastos durante la II República, que décadas después se terminó de colmatar con una ampliación del edificio original. No obstante, parte de la escarpa y la contraescarpa aún se conservan dentro de los sótanos del citado mercado.

De este modo, será la presencia del Mercado Central la que defina el extremo oeste de las murallas y el foso seco de la Almina, en torno a las calles Alcalde José Victori Goñalons, Teniente José Olmo y Deán Navarro Acuña y la Plaza de la Constitución. Será la Calle Deán Navarro, y su prolongación en la conocida como Curva del Plátano hacia el Paseo Colón, el eje que marque el desarrollo de la muralla que mira hacia la playa aledaña.

Como es fácil comprender, una de las principales características de este sector radica sobre todo en las fuertes tensiones derivadas de su carácter de nodo del tráfico rodado. En efecto, en esta zona tan angosta del istmo ceutí confluyen las rondas circulatorias de los bordes meridional y septentrional de la Ciudad y la Almina, redistribuyendo el tráfico en distintos sentidos. La intensidad de esa circulación será muy importante y constante prácticamente a lo largo de todo el día.

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