Capítulo 4
Excavaciones arqueológicas en la Muralla Real
(2003-2009)
Entre 2003 y 2013 han sido doce las campañas arqueológicas realizadas en la Muralla Real en el marco del proyecto “Puerta Califal de Ceuta”. La mayor parte han tenido como marco la Puerta Califal, las bóvedas a prueba y los jardines frente a ellas. Otra campaña se desarrolló en la casamata del baluarte del Torreón. En la cubierta o terraza se ha intervenido tanto en el terraplén de la escarpa como en los baluartes situados en sus extremos (baluarte del Torreón y de la Coraza) (tabla 1) En este capítulo se describen las diez primeras, realizadas entre 2003 y 2009.
La undécima, vinculada con la rehabilitación de la Puerta Califal, se presentará en el siguiente capítulo y la última, que se desarrolló en la casamata del baluarte del torreón, será examinada en el capítulo sexto (fig. 1). Por último, otras actividades arqueológicas llevadas a cabo en el ámbito de la Muralla Real, aunque no estrictamente vinculadas a este proyecto, serán objeto del séptimo capítulo.
La naturaleza de estas intervenciones ha sido heterogénea, desde simples controles de movimientos de tierras durante la renovación del saneamiento o la impermeabilización de la cubierta hasta excavaciones arqueológicas propiamente dichas. Además, en el marco del proyecto de investigación, se llevaron a cabo también otras actuaciones tales como prospecciones no invasivas, análisis arqueométricos, dataciones radiocarbónicas, análisis estratigráficos de estructuras, etc., descritas en el capítulo anterior.
Siempre que fue posible se estudiaron estratigrafías completas, es decir hasta alcanzar el terreno natural. No obstante, razones de seguridad y de preservación de ciertos elementos significativos unidas a la conveniencia de mantener una “reserva arqueológica” para investigaciones futuras aconsejaron no agotar dichas secuencias en determinadas ocasiones.
En la presentación de cada una de estas campañas se detalla la naturaleza de las actuaciones llevadas a cabo (excavación, control de movimiento de tierras, etc.), sondeos realizados y una descripción sucinta de la secuencia y hallazgos más relevantes.
La nomenclatura utilizada para designar las estructuras, unidades estratigráficas, etc., consiste en un código alfa-numérico formado por unas letras iniciales, casi siempre tres, que hacen referencia a su naturaleza: ATA (atarjea), BAN (banqueta), DEP, (depósito), HOR (horno alfarero), MUR (muro), SUE (suelo), UF (unidad funeraria) y, por último, VAN (vano). A continuación, se ha añadido un número correlativo meramente a efectos de identificación y por tanto sin valor cronológico alguno.
Tras su identificación las unidades estratigráficas fueron levantadas en orden inverso a su deposición identificándolas con un dígito de tres cifras y registradas en fichas que recogen sus características esenciales.
Los materiales recuperados se almacenaron en bolsas de polietileno, cuando así lo permitía su naturaleza, individualizando los más relevantes. En el caso de materiales más delicados se confeccionaron embalajes adaptados a sus características.
La financiación de las distintas campañas ha correspondido en seis ocasiones a la Ciudad Autónoma de Ceuta (campañas 1, 3, 5, 6, 9 y 10) y en cuatro (campañas 2, 4, 7 y 8) a TURESPAÑA, en el marco de los proyectos de remodelación de la cubierta. Las dos últimas (campañas 11 y 12) fueron financiadas conjuntamente por el Ministerio de Fomento y la Ciudad Autónoma de Ceuta en el marco del programa del 1,5% cultural.
Para despejar esta incógnita, tras obtener la preceptiva autorización de TURESPAÑA, se diseñó en 2003 una primera intervención. Consistió en la excavación de dos sondeos -al exterior (estancia F) e interior (estancia E) respectivamente de la puerta recién descubierta- y la ejecución de varias catas en los paramentos interiores que permitiesen descubrir las fábricas originales ocultas por revocos contemporáneos. Además, se levantaron nuevos planos (plantas, alzados y secciones), tanto de la Puerta Califal como de la casamata del baluarte de la Coraza, que venían a completar la planta inicial de la Puerta Califal levantada tras su descubrimiento por el arquitecto C. Pérez. Esta labor de documentación fue llevada a cabo por los profesores y alumnos de la escuela-taller Miguel de Arruda (fig. 2 y 3).
4.1 intervención arqueológica (2003)
La identificación de los vestigios de la fortificación omeya en 2002 (véase capítulos 1 y 2) cuestionó la hipótesis, unánimemente aceptada hasta ese momento, de que la construcción de la Muralla Real había supuesto el arrasamiento de las construcciones precedentes. Abría además la posibilidad de que en el subsuelo se conservasen estratos anteriores al siglo XVI.
Iniciada ya la intervención, se presentó para su dictamen a la Comisión de patrimonio cultural de Ceuta el “Proyecto de reparación de cubiertas en las Murallas Reales y consolidación del baluarte de La Coraza, en el parador de turismo de Ceuta”, redactado por el arquitecto C. Rodríguez. Dicho proyecto pretendía la retirada de la tierra vegetal de las terrazas, así como su impermeabilización y pavimentación con el fin de subsanar el problema de humedades que afectaba a las habitaciones instaladas en las bóvedas. Fue aprobado en la sesión de 29 de julio de 2003 condicionando su ejecución a la realización de varias catas previas en que se determinase su posible afección a niveles de interés arqueológico. Para verificar este extremo se llevaron a cabo por el mismo equipo otros tres sondeos (sondeos 3, 4 y 5).
En definitiva, durante esta campaña se abrieron un total de cinco sondeos, dos en la Puerta Califal y los tres restantes en la cubierta de la Muralla Real.
4.1.1. Sondeo 1
Se situó al exterior del vano (VAN-001) que sirve de ingreso a la puerta (sala F). Su superficie aproximada fue de 9 m² (fig. 4).
Al oeste limitaba con la cara posterior de la cortina de la Muralla Real (MUR-102 y MUR-103), un paramento poco cuidado de hiladas de mampuestos tomados con mortero de cal y barro en que eran visibles trozos de muros de ladrillo reaprovechados. Se apreciaron distintas fábricas en esta construcción que parecían denotar distintos momentos constructivos como quedó confirmado posteriormente (véase capítulo 5). El aspecto descuidado de esta estructura encuentra explicación en el hecho de que no estuvo destinada a ser vista.
Al norte el espacio quedaba cerrado por tierras que colmataban el pasillo entre la muralla medieval y la cortina portuguesa depositados allí durante la construcción de esta última (1541-1550). Contenían multitud de cerámicas de cronología dispar junto a otros materiales arqueológicos de muy distinta naturaleza. Las tongadas de tierras habían sido asentadas incorporando sucesivos aportes de cal. Fueron excavadas en 2012-2013 (capítulo 5).
El lienzo califal (MUR-001) discurre en dirección norte-sur y cierra al este la sala F. En la parte más alta conserva una imposta horizontal que marca la altura del adarve lo que indica que conserva toda su altura excepción hecha del pretil y merlones.
En este muro se abre un vano (VAN-001), ligeramente adelantado respecto al frente principal de la cortina. El lateral de este adelantamiento fue denominado MUR-002 y aquel en que se abre el vano MUR-003. Rebasada esta puerta, la cerca quiebra en perpendicular hacia el oeste (MUR-004).
Los lienzos califales son fácilmente identificables tanto por el empleo de sillares de calizas bioclásticas como por su aparejo a soga y doble/triple tizón. Cabe señalar que los sillares habían sido expoliados en las partes bajas.
Estas fábricas omeyas estaban cubiertas por una fina capa de enlucido rico en cal, conservado parcialmente, en el que eran visibles algunos trazos de su decoración (sobre la composición del enlucido, véase capítulo 12). Así, en el dovelaje de la puerta se aprecian finas líneas de almagra, que tienen su paralelo en Madīnat al-Zahrā’ (Vallejo, 210, pp. 335-336), y en el alfiz se dibuja también una decoración del mismo color, pero más compleja. Tras su limpieza en 2012-2014 pudo comprobarse que reproducían motivos romboidales muy semejantes a los que decoran varias puertas de la mezquita aljama cordobesa construidas por al-Ḥakam II (Gurriarán, 2018, p. 240).
En algunos puntos, sobre este enlucido, existían restos de otros de diferente factura, entre los que destaca uno por la abundante presencia de chinos de pequeño y mediano tamaño.
El arco ultrasemicircular que formaliza el vano es enmarcado por un doble alfiz que se proyecta, en una peculiar solución constructiva, sobre el muro lateral (MUR-004). Encima del alfiz se aprecia un hueco rectangular que debe corresponder al lugar en que se situaba la lápida fundacional que ha desaparecido (sobre esta puerta véase Gurriarán, 2018, pp. 242–248; Hita, Suárez y Villada, 2008; Villada e Hita, 2004 y los capítulos 15 y 16 de esta obra).
Esta portada ha sufrido diversas agresiones en épocas recientes. Así, por ejemplo, las jambas se reconstruyeron con materiales contemporáneos, el casquillo de una bombilla rompía el alfiz en la zona central y varias rozas surcaban la portada en varias direcciones.
Otras remodelaciones, de las que destacaremos dos, eran más antiguas.
En primer lugar, mencionaremos el arranque de un arco de ladrillos, tomados con un grueso y firme mortero de cal, que parte del lado norte de la puerta.
La segunda es un muro (MUR-005), adosado a la cerca califal (MUR-001 y MUR-002), construido con hiladas de mampuestos entre verdugadas de ladrillos. Tras su excavación en 2012-2013 se comprobó que se sitúa sobre un banco corrido adosado a la base del lienzo califal. Estos elementos han sido interpretados como pertenecientes a una antepuerta levantada posiblemente en época medieval tardía (véase capítulos 5 y 16).
Sobre la estancia F se observan, en inestable equilibrio, las mismas tierras que la cegaban al norte. Entre ellas se adivinaba la base de un muro de mampuesto (fig. 5).
La caída de agua, producto de la filtración de pluviales, era constante y hacía peligroso el trabajo en este lugar por el riesgo de desplomes. Fue por ello necesario construir un entablamento de madera como protección antes de iniciar los trabajos.
El vano de la Puerta Califal se encontraba parcialmente cegado por un muro que contenía las tierras del exterior (MUR-006). Estaba construido con ladrillos y alcanzaba casi el salmer. Como ya indicamos, las jambas de la puerta habían sido destruidas parcialmente y levantadas nuevamente con materiales quedando el trazado del arco algo desfigurado. Tras su excavación pudo comprobarse que la solería del Parador proseguía bajo la reconstrucción de las jambas y el propio muro (MUR-006), lo que permitió datar ambos en los años 60 del pasado siglo.
La excavación de este sondeo se vio condicionada tanto por el escaso espacio disponible como por los riesgos de posibles desprendimientos.
Tuvo unas dimensiones aproximadas de 3 por 2,5 m. La cota media del terreno al inicio de la excavación era de 14,60 msnm.
El muro (MUR-006) estaba construido sobre otro anterior (MUR-007) de mayor anchura levantado con mampostería de piedras careadas. Corresponde a un primitivo cegamiento de la puerta, posiblemente del momento de construcción del frente abaluartado portugués (1541-1550) (véase capítulo 16).
La secuencia estaba coronada por un suelo de cemento que no ocupaba la totalidad de la superficie, bajo el que se disponían varios niveles sedimentarios, todos ellos relacionados con la remodelación del Parador. Estos niveles apoyaban en el MUR-006 (fig. 6).
Bajo ellos, hacia el norte, se documentó el extremo de una recia estructura (MUR-008), una rampa de notable pendiente, que se perdía entre las tierras que cegaban este espacio (véase capítulo 5). Fue levantada en época portuguesa para facilitar los trabajos de construcción de la Muralla Real.
En la zona inferior de esta rampa (MUR-008), se abría una atarjea (ATA-001) de sección rectangular (25 por 40 cm aproximadamente), que corría hacia el norte.
Para determinar su recorrido se vertió agua comprobándose que desaguaba por una puerta de obra (VAN-002) abierta en la cortina de la Muralla Real con el objeto de facilitar el trasiego de hombres y materiales durante su construcción. Tras acabar esta, fue tapiada y enlucida para ocultarla. Esta atarjea debió ser utilizada para la evacuación de pluviales durante la construcción de la cortina cuando aún no se había cerrado la muralla portuguesa (véase capítulo 16).
A una cota inferior (12,50 msnm) localizamos un suelo formado por piedras de gran tamaño que se extendía por todo este espacio, salvo en el lado sur. (SUE-001). Su cota, semejante a la del umbral del vano de acceso (VAN-001), sus características físicas y las relaciones estratigráficas que pudieron establecerse permiten apuntar que este sería el pavimento exterior que corresponde a la puerta (véase capítulo 5) (fig. 7).
A partir de este punto, el sondeo se redujo a apenas 1 m² en el que se alcanzó una cota inferior de 11,65 msnm. Allí se localizaron sucesivos niveles horizontales, suelos de escasa consistencia y bajo ellos varias unidades estratigráficas en las que se recuperó abundante cantidad de ictio y malacofauna mezclada con algunos fragmentos cerámicos, fechados en época alto y medio imperial romana (Villada, Suárez y Bravo, 2007). Es de destacar que algunos de estos niveles mostraban áreas con restos de carbones de pequeño tamaño.
Ante el riesgo que suponía trabajar en este lugar, la excavación debió ser abandonada sin alcanzar los niveles naturales del terreno. Los trabajos se culminaron en la campaña de 2013 (véase capítulo 5).
4.1.2. Sondeo 2
Se situó en la estancia E, separado del anterior por el muro que cegaba la puerta (MUR-007). La cota inicial, 13,86 msnm, era más baja que en el sondeo 1, sirviendo el MUR-006 (sobre el anterior) para contener las tierras al exterior de la puerta.
De planta casi cuadrada, sus dimensiones finales fueron 3 por 2,5 m aproximadamente, correspondiendo esta última cifra al ancho de la estancia.
Al norte la sala E (En) y el propio sondeo estaban limitados por el alzado de una potente estructura muraria (MUR-009) omeya en la que, a diferencia de las exteriores, no había sido arrancado ningún sillar. Tras la excavación pudo comprobarse que se asentaba sobre una zapata de mayor anchura que el muro (12,40 msnm en la superficie superior), cimentada sobre estructuras (DEP-001) y niveles de época altoimperial. La cota de suelo en época califal quedó claramente fijada en 12,50 msnm por la aparición de las quicialeras sobre las que giraban los batientes de la puerta.
Al este (Ee) se sitúa un nuevo muro (MU-010), al que se adosaba el lienzo omeya (MUR-009). Su fábrica de mampostería es heterogénea apreciándose diversas fases constructivas.
Un vano (VAN-003), de casi 3 m de alto y 1,5 m de luz aproximadamente, se abre en este muro (MUR010) sobre la bóveda 9 y muestra el gran grosor de esta estructura (supera los 4 m). Su base está situada a 15.05 msnm
Cuando en campañas posteriores pudieron retirarse los revocos contemporáneos que enmascaraban sus fábricas originales se comprobó que su aspecto actual es producto de la sucesiva adición de varias estructuras.
La apertura de este vano es relativamente reciente, aunque anterior a 1875 pues aparece reflejado ya en un plano levantado por Monteroso en esa fecha (AGCGE, CE 17-20). Posiblemente fue necesario horadar ese muro y abrir el vano para permitir la ventilación de las estancias interiores.
La datación de MUR-010, previa a la muralla califal de mediados del siglo X fue confirmada por datación radiocarbónica1 (véanse capítulos 11, 13 y 16).
Al oeste el sondeo queda limitado por la cara interna del vano de ingreso ultrasemicircular (VAN-002) y los muros MUR-006 y 007. El primero (MUR-006) fue construido en momentos muy recientes como indicamos ya. El segundo (MUR007), de mayor anchura, le sirve de sustentación y es posterior a un suelo de mortero (SUE-003) de cal que cubre la práctica totalidad de las estancias interiores de la puerta (A, B, D y E) como tendremos ocasión de ver. Su datación debe fijarse entre las postrimerías del siglo XIV y el momento de construcción del MUR-007 que situamos hacia 1550 (véase capítulo 16)
Si el primer muro (MUR-006) se levantó con ladrillos contemporáneos, este segundo (MUR-007) presenta una fábrica de mampostería careada de piedras. Ambos sirvieron, como se ha dicho, para contener las tierras exteriores, cegando parcialmente el vano exterior de la Puerta Califal.
La estancia E se cubre con una bóveda rebajada de arista construida con sillares de caliza bioclástica en época omeya (una detallada descripción de los distintos elementos que componen el acceso de época califal en Gurriarán, 2018, p. 470-473).
La retirada de la solería del Parador de Turismo (SUE 002) dio paso a la excavación de una serie de niveles prácticamente horizontales en los que los materiales recuperados, fundamentalmente cerámicas, eran muy escasos. Todos ellos deben ser datados en un periodo cronológico comprendido entre los siglos XVI-XVII. Es de destacar la recuperación en ellos de algunos huesos humanos sin conexión anatómica.
(1) Como señalamos esta estructura es fruto de la adición de varias. En el centro, un ancho muro con funciones posiblemente defensivas se construyó en la primera mitad del siglo VII d.C. Fue forrado posteriormente por otro, que es la cara visible hoy, al que se adosa el muro califal (MUR-009). La horquilla cronológica para su construcción es pues la que va desde la segunda mitad del siglo VII hasta mediados del siglo X (véase capítulos 11 y 16).
Apoyan sobre el muro que cegaba la Puerta Califal (MUR-007) lo que permite confirmar que este ya estaba construido en esos momentos, y cubrían un suelo (SUE-003) de tonalidad grisácea y notable consistencia y grosor que se extendía por la totalidad de la superficie a una cota de 13,20 msnm.
Bajo este suelo, a 12,50 msnm, quedó al descubierto otro (SUE-012) formado por pequeños cantos rodados apelmazados sobre un nivel de tierra de color marrón rojizo (fig.9).
Tras levantarlo quedó visible una zapata escalonada de sillares que sirve de cimentación al muro septentrional (MU-009), sustentada en parte sobre un depósito circular de época romana (DEP-001) (fig. 10 y 11).
En la jamba sur, excavada parcialmente en esta campaña, la dinámica constructiva es similar ya que también aquí su zapata escalonada se apoya sobre estructuras precedentes (Fig. 12).
La puerta tuvo dos batientes que giraban sobre el quicial, posiblemente reforzado en sus extremos con aros metálicos. La quicialera de la hoja norte permanecía in situ, aunque deteriorada. En su vertical se observa un hueco en que debió encajar la pieza en la
▼ Fig. 12. Detalle de la cimentación de la jamba sur. 0. Nivel natual del terreno.1. Muro altoimperial romano. 2. Cimentación de la jamba de la Puerta Califal. 3. Niveles deposicionales altoimperiales
Fig. 13. Arriba a la izquierda. Vista frontal de la atarjea (ATA-002) desde el interior del depósito (DEP-001). Abajo. Fotografía realizada en 2008 en que se aprecia la parte final de la atarjea (ATA-002) con los dos ladrillos de entalle. En el centro, ladrillo que cubría el extremo de la atarjea (ATA-002)
Fig. 14. A. Perfil oeste del Sondeo 1. B. Perfil norte del Sondeo 1. C. Perfil oeste del Sondeo 2. D. Perfil sur del Sondeo 2 (Dibujos V. GómezBarceló)
que debía encajar el gorrón. En la hoja sur, esta pieza estaba desplazada hacia el interior mientras que la quicialera, también muy deteriorada, permanecía in situ. Sobre esta última permanecía aún una pieza de hierro de forma circular.
Al interior, el suelo SUE-012 está relacionado con ambas quicialeras lo que indica que la puerta aún se hallaba en uso, sin que esto signifique necesariamente corresponda al momento de su construcción. Una ancha losa reutilizada sobre el antemuro en la campaña de 2012-2014 (véase capítulo 4) debió situarse originariamente el umbral.
Las cimentaciones califales rompían estratos romanos en los que se alternaban niveles de textura arcillosa y color verdoso, producto de la putrefacción de elementos orgánicos, con otros de tonalidad amarillenta y arenosos.
En ellos, especialmente en los arcillosos, se recuperó gran cantidad de ictio y malacofauna así como abundante material altoimperial romano (véase capítulo 9)
La estructura romana (DEP 001) sobre la que se asentaba en parte la muralla califal (MUR-009) es un depósito subterráneo circular que había perdido la parte superior, de aproximadamente 1,25 m de diámetro (se pierde en parte bajo el muro MUR-010).
Se construyó con mampostería de piedra de mediano tamaño impermeabilizándose su interior con un fino enlucido de cal. Estaba perforado por una atarjea (ATA 002), de sección rectangular cuyas paredes laterales fueron levantadas con ladrillos cerámicos. No obstante, en su parte final se utilizaron dos ladrillos de entalle en vertical para formar la pared. El extremo de la atarjea, el único visible, se cubrió con un ladrillo de mayores dimensiones que presentaba una incisión de trazo curvo realizada antes de la cocción.
La rotura del depósito (DEP-001) por la atarjea (ATA-002) corresponde a una reforma posterior a su construcción (fig. 13, 14, y 15).
Se distinguieron cuatro fases dentro del periodo romano. La más antigua se fecha en época flavia, aunque se recuperaron algunas piezas residuales datadas en la primera mitad del siglo I d.C. En ella se recuperaron gran número de ánforas, principalmente Beltrán IIA y Dressel 7/11, junto a algunas lucernas de volutas y sigillatas gálicas (formas 27 y 29/37). La fase II se fechó en el siglo II d.C. por la recuperación de vajilla fina ARSW-A y africana de cocina sigillatas hispánicas (forma 29/37) así como abundantes cerámicas comunes (imitaciones de cerámicas africanas de cocina, tapaderas Vegas 17, etc.). A esta fase se asocia posiblemente la construcción del depósito circular DEP-001. Esta estructura parece abandonada alrededor de mediados de la centuria siguiente a raíz del material que la colmata (fase III). El nivel más tardío (fase IV) ha sido muy alterado por las construcciones posteriores. Se caracteriza por la presencia de vajilla fina ARSW-D (Villada, Suárez y Bravo, 2007. Para un estudio in extenso de los materiales recuperados, véase capítulo 9)
Bajo los niveles romanos se encontraba directamente el sustrato geológico compuesto por gneises bastante degradados.
4.1.3. Sondeo 3
Los otros tres sondeos de esta campaña se desarrollaron en la cubierta de la Muralla Real. Se pretendía con ellos valorar la incidencia del proyecto de impermeabilización de las bóvedas del Parador de Turismo sobre posibles niveles de interés arqueológico. La afectación al subsuelo de este proyecto era, no obstante, escasa (entre 10 y 50 cm) por lo que la profundidad de estos sondeos apenas sobrepasó esta cota.
Este sondeo tuvo una dimensión inicial de 2 por 1,5 m ampliándose luego hacia el norte 3 por 2 m (9 m2 ). Estaba situado junto al tercer merlón de la cortina, en la vertical del vano de ingreso a la Puerta (VAN-001). La cota de inicio de la excavación se situó a 22,52 msnm.
Tras retirar la vegetación se comprobó que su superficie estaba cubierta en parte por una solería contemporánea y en parte por tierras. Retiradas ambas, alcanzamos un nivel formado por tierras y múltiples piedras de relleno dispuestas sobre otro suelo de ladrillos también contemporáneos a apenas 20 cm de la superficie. Se trata de sucesivas solerías ejecutadas en la segunda mitad del siglo XX en las cubiertas para acondicionar este espacio.
El sondeo fue abandonado a esta cota al constatar que los trabajos de impermeabilización de las cubiertas no afectarían al resto de la secuencia.
4.1.4. Sondeo 4
Situado en el baluarte de la Coraza, en la zona norte, tuvo unas dimensiones iniciales de 3 por 3 m.
Tras retirar la capa vegetal inicial aparecieron inmediatamente vestigios de mortero que formaban la base de una recia solería expoliada. Entre los escasos restos documentados debe señalarse la recuperación de bastantes piezas circulares talladas en huesos de animales, sobre todo escápulas, generalmente con
diámetros en torno a 1 cm, y horadadas en el centro. Muchas estaban terminadas, pero otras aparecieron aún sin acabar de tallar ni perforar, lo que confirma su fabricación en este lugar o en sus proximidades.
En el extremo sur se localizó una losa de piedra in situ de unos 8 cm de grosor sobre esta base de mortero. Esto llevo a realizar una ampliación de 1 por 4 metros en la que se documentó la continuidad de esta solería interpretada como las explanadas sobre la que se situaban las piezas de artillería de la batería a barbeta para cubrir la escarpa y el foso.
Se interrumpieron entonces los trabajos con el objetivo de plantear una intervención de mayor alcance.
4.1.5. Sondeo 5
El último sondeo llevado a cabo en la cubierta estaba situado al final de la escarpa, entre la parte trasera del último merlón y la rampa que da acceso al caballero del baluarte de la Coraza.
Tuvo unas dimensiones iniciales de 2 por 3 m, ampliados después en su extremo sur por una estrecha franja de 80 cm por 3,40 m que permitió contar con una sección completa hasta la rampa de acceso al caballero.
El principal resultado de este sondeo fue la localización de una estructura curva adosada a la parte inferior del merlón. En efecto, sobre una base de mampuesto y hormigón se construyó un pequeño murete con ladrillos que había sido afectado por la instalación de una conducción de fibrocemento. El resto de la secuencia es semejante a la del sondeo 3 (fig. 15).
Además de los cinco sondeos descritos se comenzó también durante esta campaña la retirada selectiva del revoco contemporáneo que cubría las salas de la Puerta Califal (fig. 16).
4.2. Control arqueológico de movimientos de tierras y excavación arqueológica en la cubierta del baluarte de la Coraza (2003)
Con el objetivo de caracterizar con mayor detalle los restos puestos al descubierto en el sondeo 4 se estimó necesario llevar a cabo un seguimiento exhaustivo de los movimientos de tierras que habían de realizarse durante las obras de impermeabilización y la excavación completa de la cubierta del baluarte de la Coraza, en el que los resultados obtenidos parecían más prometedores.
Fueron dirigidos estos trabajos por S. Nogueras (2003).
4.2.1. Control de movimiento de tierras
Se realizaron en primer lugar varios pequeños sondeos con maquinaria con resultados negativos desde el punto de vista arqueológico. Se procedió entonces a llevar cabo el control de movimientos de tierras previsto.
Tras despejar de vegetación la superficie quedó al descubierto un camino de baldosas (SUE-004) de 1,25 m de anchura que discurría entre los baluartes del Torreón al norte y la Coraza al sur. Al alcanzar
el baluarte del Torreón la solería se extendía por toda su superficie. Fuera del camino solado el resto de la superficie aparecía cubierta con tierra. Su espesor era decreciente pues en las proximidades del baluarte de la Coraza tenía unos 40 cm de potencia hasta desaparecer por completo al llegar al baluarte del Torreón. Entre estas tierras mezcladas con piedras de mediano tamaño fueron recuperadas algunas piezas metálicas y cerámicas mayoritariamente de cronología contemporánea.
Retiradas las tierras fue puesto al descubierto un suelo de ladrillos (SUE-005) que cubría por completo la superficie (fig. 17).
Se confirmaba de este modo la existencia de sucesivas pavimentaciones de la cubierta, todas ellas de cronología muy reciente, que implicaron alteraciones en la cota de uso y en la pendiente tal y como apuntaba el sondeo 3.
4.2.2. Sondeo 6
Atendiendo a los resultados obtenidos en la anterior campaña se planteó la excavación en extensión de la cubierta del baluarte de la Coraza. Se identificaron múltiples estructuras que describimos sucintamente resumiendo la memoria de la intervención redactada por S. Nogueras (2003).
En primer lugar, cabe reseñar la aparición de un suelo (SUE-006) discontinuo y desigualmente conservado al norte y oeste. Estaba formado por sectores trapezoidales pavimentados entre los que se intercalaban otros de tierra apisonada. Para su descripción los nombramos con letras, a-e, en sentido inverso al recorrido de las agujas del reloj (fig. 18).
Los sectores a y b se encuentran situados junto al flanco del baluarte dominando el foso marítimo. Están solados con piezas rectangulares de piedra gruesas y planas, perfectamente trabajadas, que reposan sobre una cama de hormigón de gran consistencia. Las del sector b habían sido expoliadas en su mayor parte quedando visible su impronta sobre la cama en la que se asentaban. Una hilada de piedras al mismo nivel que las explanadas delimita ambas en su lado sur.
Los sectores c, d y e están frente a la cara oeste del baluarte, alineados con las troneras. Tienen también forma trapezoide y su conservación es irregular pues han sido afectados por la construcción de otras estructuras.
En la esquina suroeste del baluarte encontramos un suelo de semejantes características, pero que adopta en esta ocasión una planta casi rectangular (SUE-006f).
Estos últimos cuatro tramos (c/f), los situados frente a la cara oeste, se diferencian de los anteriores (a/b), los del flanco, en que su pavimento está construido con lajas de piedra, menos gruesas y de forma irregular.
En su lado mayor, al este, una serie de piedras alineadas unen estas explanadas quedando de este modo netamente diferenciado el perímetro del baluarte de su zona central, en la que solo existía un pavimento de tierra apisonada (SUE-009).
Sobre los tramos solados c y e se documentaron las bases de sendos pilares de 40 cm de lado construidos con piedras y ladrillos tomados con mortero de cal que soportaron una estructura perdida.
La continuidad de los trabajos en las zonas no soladas del perímetro permitió comprobar que los muros del baluarte (MUR-011 y MUR-014) se engrosaban a partir de determinada profundidad. Sus caras internas estaban enlucidas y se asocian a un pavimento (SUE-007), situado bajo el suelo SUE-006, en el que se observaron diversas fosas interpretadas como hoyos de poste.
Al sur del sondeo, entre SUE-006d y SUE-006e, se puso al descubierto un nuevo suelo (SUE-008) de lajas de piedra, pero a una cota ligeramente inferior.
Se identificaron también tres muros (MUR-013, MUR-015 y MUR-016). El primero (MUR-013) discurre en paralelo al pretil del baluarte en sentido norte-sur y se une en ángulo recto con MUR-015, en sentido este-oeste, que se pierde bajo el caballero del baluarte. El MUR-016, situado al sur de los suelos SUE-006a y SUE-006b, no tiene relación directa con los anteriores, pero por su factura y disposición
debe corresponder a la misma acción constructiva. Se trata de una serie de muros dispuestos en paralelo a los del baluarte que delimitan un área central. Otro estrecho muro de piedra (MUR-012), en la zona sur del baluarte, discurre en sentido norte-sur entre la cara sur del baluarte (MUR-014) y el MUR-015. Faltaban algunas piedras en su zona central que quizás indiquen la existencia de un vano.
Una canalización (ATA-003) rompe las estructuras anteriormente descritas y las atraviesa en diagonal desde el lado sur hasta el oeste. Su estado de conservación es desigual. Así, si en la zona meridional se conservaba completa, incluida su cubierta, a medida que avanzamos se pierde primero esta y, finalmente, incluso la propia canalización. Estaba construida con lajas de piedra y tenía pendiente norte-sur. Fue aprovechada recientemente para instalar una tubería de fibrocemento en su interior (fig. 19).
Nogueras (2003, p. 25) considera todas estas estructuras de los siglos XVIII o XIX atendiendo a sus características constructivas y pertenecientes a una única fase histórica caracterizada por sucesivas remodelaciones de este espacio. Las estructuras más antiguas son los muros 011 y 014 y los suelos 007 y 008 asociados a ellos. Interpreta estos muros como los del baluarte, posiblemente demolidos al objeto de reformar los parapetos. Es probable que también los muros 013, 015 y 016 pertenezcan a esa misma fase, aunque no es seguro.
El baluarte de la Coraza fue construido en torno a 1543, pero sufrió remodelaciones y realzados posteriores en los que fueron sustituidos los parapetos iniciales. Es posible que a estas reformas correspondan los elementos puestos al descubierto pertenecientes a esta primera fase. Es difícil fijar con mayor precisión su cronología, aunque, si atendemos al hecho de que MUR-015 se pierde bajo el caballero del baluarte y a que este aparece ya reflejado en planos como el titulado “Plano de Zeuta y su Almina. Frente de sus ataques y tierra firme, su definición y descripción de todas sus partes” de 1717, deben ser anteriores a esta fecha. A un segundo momento pertenece el suelo 006, situado a una cota superior, que corresponde a explanadas de cañones. De ahí su relación con las troneras y con la batería a barbeta situada sobre el flanco norte y también su carácter discontinuo.
En cualquier caso, son anteriores a 1860 cuando tras el tratado de Wad-Ras que selló el fin de la llamada Guerra de África, esta línea defensiva perdió importancia.
Desde un punto de vista cronológico la canalización, que rompe en parte las estructuras previas, debe considerarse una tercera fase a la que quizás pertenecen también los sustentos de pilares localizados sobre el suelo SUE-006.
4.3. Intervención arqueológica en las estancias A, B, C y D de la Puerta Califal (2005)
La campaña de 2003 había puesto de manifiesto la potencialidad arqueológica del subsuelo de la Puerta Califal. De una parte, era de gran interés la amplitud cronológica, casi dos milenios, de la secuencia excavada y, de otra, incluía periodos, como la fase altoimperial, hasta ese momento bastante mal conocidos y que se presumían desaparecidos (Villada y Bernal-Casasola, 2019). Además, la localización de los vestigios de un asentamiento protohistórico en la cercana plaza de la Catedral en 2005 (Villada, Ramón, Suárez, 2010) habría la posibilidad de que
también aquí, apenas a 100 m, se conservasen niveles de esta cronología2 .
Por todas estas razones se planteó, tras obtener la autorización de TURESPAÑA, la continuidad de la investigación con la apertura de nuevos sondeos.
Se abrieron tres. El primero (Sondeo 7) se situó en las salas B y D a continuación del sondeo 2, con un estrecho testigo entre ambos. El sondeo 8 se llevó a cabo en el lado sur de la estancia A y el último (sondeo 9) abarcó la totalidad de la superficie de la Sala C.
De forma paralela, se continuó con la retirada de revocos contemporáneos.
En esta campaña participó también un entusiasta grupo de voluntarios que colaboraron en las diversas tareas de la excavación.
4.3.1. Sondeo 7
A este y oeste estaba limitado por los paramentos (MUR-010 y MUR-017) que conforman estas salas. Al norte, quedaba separado del sondeo 2 por un testigo en forma de L de 1,50 m. de anchura máxima y 50 cm en el lado más estrecho. Inicialmente cubría una superficie de algo más de 8 m2 , ampliados luego hacia el norte hasta alcanzar 10,5 m2 aproximadamente.
Retirada la solería del Parador de Turismo y sus niveles de preparación (SUE-002), se documenta un potente nivel sedimentario (50-60 cm de espesor medio) en el que se excavaron 11 inhumaciones. Otras tumbas correspondientes a esta misma necrópolis serían identificadas en el sondeo 8 y también en las campañas llevadas a cabo en 2009 (véase más adelante en este capítulo) y 2012-13 (capítulo 5) (fig. 22).
(2) Finalmente, no se identificaron estos niveles siendo los primeros momentos de ocupación datados en época julio-claudia (véase capítulo 9).
Los finados fueron inhumados en fosas simples, bastante estrechas, que contenían un único individuo, aunque en la campaña de 2012-13 se localiza una fosa con restos al menos de cuatro a modo de osario, en posición decúbito supino, generalmente con los brazos flexionados y las manos sobre el pubis y
siempre orientados con la cabeza hacia el sur y los pies hacia el norte. Destaca la abundante presencia de individuos de corta edad (casi el 50 %). Los restos óseos aparecieron, en general, en mal estado de conservación, especialmente los que corresponden a individuos infantiles (fig. 23).
Las tumbas no estaban señalizadas, aunque sobre algunas se aprecia una capa de mortero que las sellan o piedras dispuestas alrededor. Respecto a esta última circunstancia es de destacar que a ambos lados de la tumba nº 7 (UF-7) se observa una notable acumulación de piedras de mediano tamaño.
Los objetos recuperados en estas inhumaciones son muy escasos lo que dificulta su datación. Entre las cerámicas, las más completas corresponden a formas abiertas, lebrillos, normalmente vidriados que pueden fecharse en sentido amplio en los siglos XVI y XVII sin que el resto de cerámicas recuperadas permita precisar esta datación (fig. 24).
En la unidad funeraria 3 destaca la recuperación de una medalla ovalada de pequeño tamaño (30 x 24 mm). En una de las caras aparecen dos figuras enfrentadas ataviadas con largas túnicas y sobre ellas, una representación del Espíritu Santo. En la leyenda se lee PETRVS AP[…] y en el exergo ROMA. En la otra cara, grupo de cinco figuras de pie ataviadas con largas túnicas y sobre ellas la misma imagen del Espíritu Santo. La medalla perdió el asidero que servía para colgarla y fue horadada para permitir la inserción de un eslabón que serviría para su sujeción (fig. 25) (un análisis de esta pieza en el anexo 1 de este capítulo).
Estas medallas ovaladas verticales se popularizaron sobre todo a partir de la mitad del siglo XVII (Sainz, 2008, p. 29) y el empleo de V en vez de U en la leyenda fue habitual en los siglos XVII y XVIII (Sainz, 2008, p. 37).
La unidad estratigráfica en las que se excavaron las tumbas no proporcionó otros materiales significativos para precisar con mayor certeza la fecha en que se produjeron estas inhumaciones, aunque los fragmentos recuperados pueden situarse en un momento impreciso de los siglos XVI y XVII.
Levantada esta unidad, se generaliza un suelo de mortero de cal (SUE 003), bastante grueso, que ya había sido documentado en la campaña de 2003 (fig. 26). Está situado a una cota media de 13,20 msnm.
En la esquina sudoeste y al este, junto al muro que limita la estancia, se abren sendas fosas que lo rompen. Están colmatadas con tierras de tonalidad marrón negruzca. La situada en la esquina sudoeste es de gran potencia y alterna niveles de tierras con rellenos de piedras de gran tamaño.
Bajo este suelo (SUE 003) se identifican sucesivos niveles sedimentarios, en los que se recupera material tardo-romano, y retazos de varios suelos de cal, también de gravas apisonadas sobre el mismo terreno y, por último, simples nivelaciones del terreno. Indican distintos momentos de uso de este espacio y corresponden posiblemente a sucesivos acondicionamientos del mismo que van elevando progresivamente la cota de uso.
Tras su retirada quedó al descubierto un muro (MUR-018) que cruza la sala en dirección este-oeste. Conserva algo más de un metro de anchura y un alzado de 80 cm. La cota superior de esta estructura se sitúa a 12,70 msnm. Está trabado con el muro que cierra la estancia al oeste (MUR-017) que quiebra hacia el este en un determinado momento marcando un estrechamiento de la estancia B.
La cota de este muro (MUR-018) es algunos centímetros más baja que la base que forma el último sillar de la jamba y su superficie es bastante irregular por lo que todo indica que fue ligeramente rebajado.
Los sillares situados sobre el MUR-018 al este, es decir integrados en el MUR-010, son de las mismas características de los que observamos en la jamba, pero aparecen desplazados ligeramente hacia el norte y no guardan el rigor constructivo de esta (los chaflanes no coinciden), lo que lleva a pensar que se trata de una reformulación de este lado de la puerta, circunstancia que confirma el hecho de que MUR-018 se prolongue bajo MUR-010.
En la sala A, presumiblemente también en la B, se le adosan fábricas de época califal. Su construcción, como la del MUR-018, se realiza con un mampuesto de piedras dispuestas en hiladas horizontales tomadas con mortero de cal. La parte alta de este muro está reconstruida con un aparejo de hiladas de mampostería regularizadas con ladrillo
También el arco ligeramente apuntado que da paso a la sala D fue construido con ladrillos. En las zonas más bajas, su esquina está reforzada con sillares achaflanados que forman la jamba de un vano.
Tras cruzar la sala, el MUR-018 alcanza el MUR-010, que cierra al este esta sala, prolongándose bajo él.
Desde un punto de vista estratigráfico la cronología del MUR-018 y también de la zona inferior del MUR-010, es claramente anterior al siglo X (sobre él se apoya la muralla omeya) y posterior a época altoimperial pues corta unidades estratigráficas y una conducción (véase más adelante) fechadas en el siglo II d.C. (para una interpretación de la evolución de estas construcciones véase capítulo 16).
Varias dataciones por C14 de los morteros hacen posible precisar más estas dataciones.
En el mortero que une estos sillares pertenecientes a la jamba recompuesta, la situada al este, se han realizado
tres dataciones. La primera (M6), en la parte inferior, arroja fechas entre el 335-469, con un 82% de probabilidad, en tanto que las otras dos (M12 y M13), situadas a mayor altura, reflejan horquillas cronológicas respectivamente entre el 764-894 (con un 90% de probabilidad) y el 533-647 (con un 92% de probabilidad).
Para completar el cuadro cronológico a ellas habría que añadir otras dos muestras tomadas en el muro oeste que cierra la sala A. Allí, una unidad constructiva considerada en el estudio paramental como la misma que forma la jamba oeste, es fechada entre el 563-653, con una probabilidad del 100% (M5). En la segunda, una
reconstrucción de la parte alta, las fechas se sitúan entre 767 y el 790, con una probabilidad de 85% (M2) (véase capítulo 11).
Con este cúmulo de datos es posible fechar la construcción del muro 018 en algún momento entre la segunda mitad del siglo IV y la primera mitad del siglo V.
A partir de la cota superior del MUR-018, es decir por debajo de una cota de 12,70 msnm, se suceden niveles deposicionales y fosas claramente romanos, algunos de ellos con abundantes cenizas.
En la parte alta de esta secuencia, en el lado sur, se localizó una tubería (ATA-004) formada por una serie de piezas cerámicas de sección circular (tubuli), encajadas unas en otras. Cada pieza tenía una longitud de 54 cm y un diámetro de unos 15 cm. Había sido cortada por el MUR-018 y estaba asociada a un suelo de tierra apisonada, coetáneo a la construcción del depósito circular (DEP-001) (Villada, Suárez y Bravo, 2007) (fig. 30)
En lo que respecta a los materiales recuperados destaca la amplia presencia de restos de ictio y malacofauna, escorias de metal, algún fragmento de vidrio y cerámicas. La cronología de esta fase, claramente romana, comienza a mediados del siglo I d.C. alcanzando en sus últimos momentos el siglo V d.C. (Villada, Suárez y Bravo, 2007, pp. 496–499; véase además capítulo 9) (fig. 31).
En el paramento que delimita el sondeo en su extremo noroccidental (MUR-017) la excavación dejó al descubierto una reparación realizada con ladrillos (MUR-019) de la cerca omeya. Puede relacionarse cronológicamente con un momento en el que el suelo SUE-003 estaba aún en uso. Permitió además documentar la cimentación de la cerca califal en este punto con su característica zapata escalonada. Está asentada sobre una estructura formado con un conglomerado de piedras de mayor anchura que corre también bajo la reparación de ladrillos (MUR-019) hasta ser cortada por MUR-018. Todo ello permite concluir que se trata de una estructura de época romana reutilizada para asentar la cerca califal (fig. 32 y 33), a semejanza de lo observado en la campaña de 2003.
A ella se asocia un suelo de argamasa (SUE-010) que define la cota de uso en el momento en que la estructura (MUR-022) era utilizada pues se sobrepone a la zapata (fig. 34). Bajo este suelo se generaliza un nuevo nivel de tierras de color marrón con algunas cenizas que en algunos puntos está mezclado con acumulaciones de piedras de mediano tamaño.
Es este nivel, frente a la estructura descrita y ligeramente al nordeste de esta, en él que se localizó una nueva inhumación (UF 12). Corresponde a un individuo, posiblemente un varón adulto, enterrado en posición decúbito lateral derecho con las piernas ligeramente flexionadas. Se encontraba en bastante mal estado de conservación. En cuanto a su datación cabe señalar que se recuperó en la fosa, junto a la rótula, un pequeño fragmento de loza con decoración de líneas azules, que puede fecharse, con dudas, en el siglo XVII. En los estratos en que fue excavada la tumba no fueron recuperados otros materiales significativos para precisar su cronología (fig. 35).
Una vez excavados los niveles en que se llevó a cabo la inhumación, tal como ocurría en el sondeo 7, se generaliza un suelo de mortero de cal (SUE-003) que debe considerarse el ya documentado en anteriores sondeos, confirmándose de este modo que se extendía también en esta sala A (fig. 36).
Cabe señalar que la cimentación de la estructura MUR-022 se situaba sobre el suelo (SUE-003) sin afectarlo, lo que indica que su construcción fue posterior. Sin embargo, este suelo sí fue roto por la construcción del MUR-021, que limita al norte el sondeo y discurre en dirección este-oeste desde la esquina sudoeste de la estancia J hasta alcanzar el muro que cierra al oeste la sala A. También el suelo SUE-003 fue recortado para construir una estructura de ladrillos y adobe de escasa potencia, adosada al muro de cierre de la estancia (MUR-012). Esta estructura se encontraba junto a la cimentación del MUR-021 y, como pudo comprobarse en la campaña de 2009, se extendía en parte bajo la cimentación de MUR-022 (fig. 37).
Retirados el suelo SUE-003 en el lado sur y la estructura de adobes se generaliza un nuevo suelo (SUE-028), esta vez de piedras, roto en algunas zonas (fig. 38).
Bajo él se sitúa una potente fosa colmatada con cenizas en el lado norte del sondeo que refleja posiblemente la realización de actividades metalúrgicas
pues se recuperaron algunos fragmentos de escorias. En este punto se abandonó la excavación que sería completada en 2009 (fig. 39 y 40).
En la zona meridional sí se alcanzaron los niveles geológicos. Se localizó allí un suelo de argamasa (SUE-025), excavado en su totalidad en la campaña de 2009.
La base de la secuencia está formada por estratos ya claramente altoimperiales que colmatan el fondo de una zanja (ATA-005) excavada en el geológico (11,36 msnm en su punto más bajo). Tiene una anchura de unos 70 cm y una profundidad máxima de unos 60 cm. Corre paralela al muro oeste (MUR-017) y vierte hacia el norte. Los materiales más antiguos recuperados en estos depósitos se datan a mediados del siglo I d.C. o poco después (Villada, Suárez y Bravo, 2007, p. 497).
Por último, cabe señalar que el muro occidental (MUR-017) que cierra la sala A tiene una cota de cimentación bastante más baja que el meridional (MUR-020). Las piedras inferiores del MUR-017 aparecen tiznadas por haber estado en contacto con un nivel de cenizas ya desaparecido. Todo indica que este muro es anterior al meridional.
4.3.3. Sondeo 9
Fue el último de los sondeos abiertos en esta campaña y ocupó la totalidad de la estancia C.
Las paredes y bóveda que cubría este estrecho pasillo que conduce a la ventana abierta sobre el foso estaban realizadas con ladrillos contemporáneos sin función portante.
No tenemos una datación precisa para la apertura de este pasillo que permite ver la sección total de la muralla occidental, aunque debió ser abierto en algún momento entre 1875 y 1960 según se deduce de la planimetría conservada (no aparece en el plano citado de Monteroso, AGCGE, CE 17-20). La construcción de las paredes y la bóveda de ladrillos y el solado de este espacio debe relacionarse con las obras ejecutadas durante la edificación del Parador Nacional “La Muralla” (fig. 41).
Tras retirar la solería contemporánea (SUE-002) pudo comprobarse que esta se asentaba directamente sobre fábricas históricas de distinta naturaleza.
Se distinguieron tres estructuras (fig. 42).
La exterior, hacia el oeste, corresponde a la cortina de la Muralla Real. A continuación, en una posición intermedia, se documentó otro lienzo (MUR-023) de sillares de calizas bioclásticas y tonalidad amarillenta aparejados a soga y tizón. Atendiendo a estas características fue identificado como la prolongación de la muralla califal omeya. El espacio entre ambas murallas había sido colmatado con tierras en las que se recuperaron piezas romanas, medievales islámicas y portuguesas, siguiendo la dinámica que ya observamos en la estancia F en 2003. Estas tierras fueron acopiadas entre la muralla omeya y las nuevas fábricas portuguesas a mediados del siglo XVI.
Aún se distinguió una nueva estructura (MUR-017), situada al extremo este del pasillo y que servía también de límite oeste a la estancia A. Presentaba su cara oeste enfoscada y enlucida y sobre este enlucido se habían trazado incisiones verticales y horizontales, algunas dobles, que parecían reflejar un fingido despiece de sillares. La cerca omeya fue construida adosada a esta estructura, lo que permitió confirmar que su fabricación era anterior (fig. 43).
4.3.4. Conclusiones
Los tres sondeos ejecutados en esta campaña contribuyeron a perfilar la secuencia de ocupación en la zona interior de la puerta. Sobre los niveles iniciales que se datan a partir del siglo I d.C. se superponen los de época medio y bajoimperial romana, así como otros, peor documentados, asociados al periodo tardo-antiguo.
A la fase romana se asignan estructuras relacionadas con el procesamiento y salazón de pescado que alternan, en determinadas zonas, con estratos asociados al trabajo del metal. Son numerosos los suelos, a veces de cal y otras simplemente el terreno apisonado y ligeramente acondicionado. Un suelo de mayor entidad se documentó parcialmente en el sondeo 8 de la sala A. También se localizan conducciones de aguas fechadas en esta fase romana.
La base del muro occidental (Aw) de cierre de la estancia A estaba ya construida en época alto/medio imperial y en uso aún en época bajoimperial romana. La del muro sur (As), que se adosa al anterior y arranca a una cota superior, se encontraba también en pie en época bajoimperial al menos (siglo IV).
En un momento tardío, las estructuras murarias que limitan las salas son recrecidas, posiblemente con propósitos defensivos. Es en estos momentos (siglos V-VI) cuando este espacio, anteriormente a cielo abierto o dotado de una cubierta perecedera, se cubre definitivamente (véase capítulo 16).
El espacio que definen estos muros coincide básicamente con la sala A y B, salvo en su lado este. Contaba con dos vanos, a norte y sur, que aparecen reforzados por recios sillares de notable tamaño, en el caso del vano norte ochavados. Es significativa también la presencia de grandes sillares que se reaprovechan en sus muros que responden a la reutilización de materiales procedentes del desmantelamiento de edificios de notable porte.
De época medieval islámica es de destacar que la estructuras omeyas se asientan sobre otras romanas afectando claramente a los niveles más recientes de la fase romana que, en consecuencia, son documentados con mayor dificultad.
En lo que afecta a la fase bajo-medieval/moderna cabe señalar que el suelo de argamasa (SUE-003) que documentamos en la campaña exterior se extiende por el resto de las estancias documentadas. Se sitúa unos 60 cm por encima de otro suelo de tierra apisonada con gravas de menor entidad que corresponde con el nivel de uso de época medieval, bastante peor conservado.
Las salas documentadas en esta campaña sufren alteraciones por la construcción de la Muralla Real y el cierre del acceso a las mismas desde el oeste, cuyo ejemplo más claro es la construcción del MUR-021 que separa las estancias A y B. Supone una reconfiguración de estos espacios.
En los niveles que colmatan el suelo de argamasa (SUE-003) se llevaron a cabo inhumaciones cuya datación debe situarse alrededor del siglo XVII. A idéntica fecha debe corresponder también la estructura adosada al muro occidental de la sala A (MUR-022), quizás la base de un altar (véase capítulo 16).
Por último, cabe indicar que la apertura del pasillo que hemos denominado estancia C es de fecha reciente. Se construyó horadando las sucesivas cortinas de las murallas que forman el frente occidental, para abrir la ventana que hoy aún existe.
Luego, cuando este espacio fue remodelado por el proyecto del Parador de Turismo, se regularizó mediante la construcción de tabiques de ladrillo que sostienen la bóveda del mismo material.
Su apertura debe ser motivada por la necesidad de ventilar estas salas.
asfáltica y solado superior, lo que hizo necesario un nuevo control arqueológico de estos movimientos de tierras.
La dirección de los trabajos arqueológicos correspondió a J. Suárez.
Tras su ejecución quedó confirmado que la mayor parte de los merlones existentes hoy en la cortina de la muralla habían sido reconstruidos en ladrillo durante las obras de acondicionamiento del hotel.
4.4. Control de los movimientos de tierras en merlones (cubierta de la muralla real, 2005)
Un nuevo proyecto, finalmente no llevado a cabo, para la sustitución y refuerzo de merlones, consolidación de baluartes y muros y otras obras en el parador de turismo de Ceuta fue redactado en 2004 por el arquitecto Rodríguez Martín. Entre otras medidas recogía el vaciado de las tierras que colmataban los merlones de la Muralla Real, la instalación de un forjado terminado con impermeabilización
4.5. Retirada de tierras y limpieza de paramentos en la Puerta Califal de Ceuta (2007)
Las campañas de 2003 y 2005 en la Puerta Califal se vieron condicionadas por haber sido llevadas a cabo dentro de una instalación hotelera en funcionamiento. La autorización de Paradores de Turismo condicionaba los trabajos a la no afectación de la actividad hotelera lo que supuso limitar considerablemente las horas de trabajo e imposibilitó el traslado de tierras al vertedero que fueron acopiadas en el interior de estas salas y movidas en función de la necesidad de abrir nuevos sondeos.
A estas alturas el reducido espacio disponible hacía inviable acometer nuevas campañas de excavaciones sin resolver la retirada de las tierras. En 2007 se diseñó una nueva intervención enfocada de forma prioritaria a solucionar este problema.
También se continuó con la retirada de revocos contemporáneos (fig. 44). Esta actuación fue dirigida por F. Villada contando como equipo técnico con J. Suárez.
4.6. Tercera campaña de excavaciones arqueológicas en la Puerta Califal (2008)
Estuvo enfocada en la realización de tres nuevos sondeos que en un caso (sondeo 10) completaba los efectuados en años anteriores (excavación del testigo entre los sondeos 2 y 6) y en otros dos (sondeos 11 y 12) supuso el estudio de espacios no investigados hasta ese momento.
Fue llevada a cabo por el mismo equipo que la anterior.
4.6.1. Sondeo 10
De reducidas dimensiones, consistió en la excavación del testigo entre los sondeos 2 y 6. A pesar su exiguo tamaño permitió despejar algunos interrogantes que se plantearon en intervenciones anteriores.
El techo de la secuencia es el suelo del Parador (SUE-002) y bajo él volvemos a encontrar los paquetes de tierras marronáceas en las que se realizaron las inhumaciones excavadas en 2005. Fue exhumada lo que restaba de la “unidad funeraria 3” y pudo ser confirmado nuevamente que este paquete de tierras se depositó sobre el grueso suelo de cal (SUE-003) bajo el que encontraba el de tierra apelmazada con chinos (SUE-012) ya mencionado.
No se recuperaron materiales entre ambos suelos (SU-003 y SU-012) por lo que la datación debe realizarse apoyándose en criterios estratigráficos. De
una parte, el SU-012 se sitúa sobre estratos ya claramente romanos y de otra es anterior al SUE-003. Atendiendo a que su cota es coincidente con la del umbral del vano de acceso a la Puerta Califal cabe deducir que se encontraba en uso cuando este acceso estaba aún abierto.
Los datos de mayor interés comienzan a partir de este punto.
Bajo este suelo (SUE-012), como se ha indicado, los niveles son ya claramente romanos, recuperándose en los mismos una gran cantidad de material, sobre todo ánforas altoimperiales, malacofauna e ictiofauna. Parece corresponder a la acumulación de detritus procedentes de las cetariae que funcionaron en sus inmediaciones (véase capítulo 9).
Pero, sin lugar a duda, el hallazgo más importante fueron los restos de un horno (HOR 001) de producción cerámica (fig. 45).
Su cámara de combustión solo pudo ser excavada parcialmente ya que más del 60 % de su superficie estaba bajo el MUR-010. Tiene unas dimensiones aproximadas de 2,5 m de diámetro en su base exterior. Para su construcción se realizó una fosa en el terreno construyendo sus paredes con arcilla con las que se formó la bóveda, rubefactada por la acción del calor. Parte de ella, así como trozos de la parrilla se desplomaron en su interior que se encontraba colmatado por niveles en que fueron recuperados materiales anfóricos y latericios (algunos de ellos desechos de producción) y abundante ictio y malacofauna (Bernal-Casasola, Díaz, Suárez y Villada, 2009 y Bernal-Casasola, Marlasca, Rodríguez y Villada, 2012).
Tras su excavación pudo comprobarse que la parrilla estaba sostenida por una columna central levantada con material latericio encajada en una fosa circular situada en el centro de la estructura (fig. 46 y fig. 47).
Los adobes rubefactados en sus paredes, su tipología, los fallos de cocción recuperados, etc. indican con claridad que nos encontramos ante un horno para la cocción de cerámicas.
Fue cortado por la canalización (ATA 002) que desembocaba en el depósito puesto al descubierto en 2003 y afectado por la zapata de cimentación de la estructura MUR-018 (fig. 48).
El estudio de las piezas recuperadas en su interior permite fechar su abandono en época flavia, cuando fue usado como vertedero (Bernal-Casasola, Díaz, Suárez y Villada, 2009 y Bernal-Casasola, Marlasca, Rodríguez y Villada, 2012; véase además capítulo 11).
Entre los materiales muebles recuperados destaca una importante fosa colmatada con abundantes restos de ictiofauna que corresponden mayoritariamente a ejemplares de bacoretas (Euthynnus alleteratus). También es destacable por su rareza la identificación de un resto correspondiente a un delfín (Delphinus sp.) en los estratos que colmatan el horno (véase capítulo 11).
4.6.2. Sondeo 11
Se situó en el lado norte de la estancia A, frente al muro MUR-026 en que se abre el vano (VAN-004) que comunica esta con la estancia J. Tras la excavación se comprobó que este vano había sido cegado en su parte más baja con piedras a fin de adaptarse al cambio de cota del suelo y también que el muro MU-021, cuyo extremo oeste fue localizado en la campaña de 2005 (sondeo 8), atravesaba la sala A por completo hasta alcanzar el exterior de la esquina noroeste de la sala J. Posiblemente tuvo mayor altura (en la campaña de 2012-2014 se recuperaron trozos demolidos de esta estructura), aunque no se detectaron huellas en los muros a que se adosa. Tampoco hay indicios de la existencia de un vano por lo que es
posible interpretar que su construcción debió significar el aislamiento de las salas A y B, al menos hasta la altura en que fue elevado.
Bajo la solería del Parador los primeros niveles se caracterizan por la presencia de extensas manchas cenicientas fruto de las actividades metalúrgicas desarrolladas en este espacio en época contemporánea. Tras la retirada de estos niveles quedó al descubierto el SUE-003 y, de nuevo, otro justo bajo él de tierra apelmazada con pequeños guijarros que podría identificarse quizás con el SUE-012.
Debajo de ambos aparecen diversos suelos de cal, muy delgados, separados por estratos de tierras que pueden identificarse con distintos momentos de uso. Entre ellos se disponen en ocasiones niveles de cenizas. Todos estos estratos aparecen mezclados con acumulaciones de piedras de mediano tamaño y fosas que los perforan, pero su filiación romana es indudable (fig. 49).
La secuencia no fue agotada en esta campaña posponiéndose su excavación completa (se llevó a cabo en 2009).
4.6.3. Sondeo 12
Cubría la totalidad de la estancia J de planta rectangular definida por los muros MUR-024 al norte, MUR-025 al este, MUR-026 al sur y MUR-010 al oeste. Al este (MUR-025) se abre un vano (VAN-006), una ventana, de grandes dimensiones cegada en su extremo. Su factura parece antigua y debió ser inutilizada por la construcción de las bóvedas adosadas en el siglo XVIII3 .
Tras retirar el revoco contemporáneo que cubría los paramentos pudo comprobarse la existencia de fábricas muy dispares en todos estos muros que indican son fruto de múltiples remodelaciones. También lo atestigua su cubierta formada por varias bóvedas.
En lo que afecta a la excavación propiamente dicha la secuencia documentada es la siguiente.
Bajo la solería del Parador (SUE-002) apareció otra (SUE-013) de ladrillos que marca el nivel de uso de este espacio previo a 1967. Retirado ese suelo se documentó la base de una puerta (VAN-007). Conservaba un sillar rectangular de caliza bioclástica de 70 cm de lado que formaba la base de su jamba oeste. Junto a ella fue localizada la quicialera. La jamba situada al este se perdía bajo construcciones posteriores (MUR-025). El umbral, a una cota aproximada de 13,43 msnm, quedaba marcado por varios pequeños sillares del mismo material que forman un paso de 1,5 m de anchura aproximadamente.
Sabemos que los sillares de calizas bioclásticas son de procedencia exógena y que fueron utilizados para construir la muralla de época califal. No obstante, la cota a que se encuentra este umbral hace difícil poder fecharlo en ese momento, pudiéndose quizás relacionar con el suelo SUE-003, a una cota ligeramente inferior (13,20 msnm)4 . En cualquier caso, en su configuración actual, el espacio al que abriría paso esta puerta apenas tiene 1 m lo que permite plantear que tendría continuidad hacia el norte.
Al sur de esta puerta (VAN-007) se define un espacio colmatado por grandes piedras mientras que al sur se superponían delgados niveles de tierras, algunos de ellos con abundante presencia de cenizas, que cubrían un suelo de mortero de cal (SUE-015). Este suelo señala la cota de uso de la puerta y estaba afectado por la construcción del muro este (MUR-025).
Al oeste aparecía roto lo que permitió profundizar en la excavación quedando al descubierto nuevos niveles muy potentes de incendio que apoyaban sobre otro suelo grueso de mortero fechado ya en época romana (SUE-016) (fig. 50 y 51).
(3) Al menos en 1875 ya existía como se aprecia en el plano de Monteroso (AGCGE, CE 17-20). (4) En esta sala J no se ha localizado este suelo, quizás desaparecido por las intensas remodelaciones sufridas.
Se abandona en este momento la excavación que sería culminada en la campaña de 2012-2013 (véase capítulo siguiente).
4.7. Sondeos arqueológicos en la cubierta de la muralla Real (2009)
Los problemas de humedades que afectaban a las habitaciones del hotel situadas en las bóvedas persistían a pesar de las labores de impermeabilización llevadas a cabo en 2003. Por ello se redactó un nuevo proyecto que exigió la realización de catas con el fin de conocer el estado los depósitos de tierras sobre las bóvedas. Dichos trabajos llevaron aparejados un control arqueológico dirigido por J. Suárez y S. Ayala (Suárez y Ayala, 2009).
En una primera fase fueron realizadas tres catas (sondeos 13, 14 y 15).
La primera (sondeo 13) se ubicó sobre la bóveda 5, entre la rampa de acceso al caballero del baluarte de la Coraza y la pared exterior de las bóvedas. El resultado obtenido no altera significativamente lo que se conocía hasta ese momento: tras diferentes solerías contemporáneas se disponían los rellenos de tierras con que se cubrieron las bóvedas adosadas.
Las otras dos (sondeos 14 y 15), paralelos en sentido norte-sur, se situaron a la altura de las bóvedas 12-14 y junto a los parapetos.
Allí, bajo sucesivos suelos contemporáneos, se documentó un nivel compacto de argamasa de notable espesor que en algunas zonas, las más próximas al parapeto, cubría un suelo (SUE-014) de losas cuadradas de aproximadamente 40 cm de lado que correspondían a las explanadas de las bocas de fuego.
Aprovechando el lugar en que este suelo se había perdido pudo proseguir la excavación. Bajo él se documentan niveles de tierra en tongadas sucesivas con una potencia de 80 cm hasta alcanzar una estructura interpretada como una de las paredes laterales de las bóvedas construidas en el siglo XVIII
Además de estos sondeos manuales se realizaron otros ocho por rotación mecánica, todos de unos diez centímetros de diámetro, que permitieron confirmar que la secuencia descrita era muy similar en toda la superficie: suelos contemporáneos asociados a sucesivas reformas realizadas por el hotel, suelo de argamasa y también de gruesas losas de piedra en las zonas próximas al parapeto y rellenos sucesivos de tierras hasta alcanzar la estructura de las bóvedas.
La interpretación del proceso que refleja esta secuencia ofrece pocas dudas. La construcción en el siglo XVIII de las bóvedas permitió ampliar considerablemente la cubierta transitable de la Muralla Real. Posteriormente, este suelo se elevó de cota, modificando incluso su pendiente original, al elevar el frente que daba al foso marítimo que debió ganar altura en la medida en que las defensas exteriores al otro lado del foso eran construidas. De ahí los diferentes rellenos de tierras que van adquiriendo mayor potencia a medida que nos acercamos hacia el pretil de la muralla. En última instancia, fueron sobrepuestos diversos suelos que deben ser asociados al acondicionamiento de las murallas para su uso por el hotel y a sucesivas reparaciones del mismo (ya documentados en la intervención de 2003).
4.8. Sondeo arqueológico en la cubierta de la muralla Real (junto a los merlones) (2009)
Simultáneamente fue llevada a cabo otra intervención arqueológica en este mismo lugar con el objetivo de identificar la secuencia estratigráfica de la merlatura. Estaba encuadrada entre las actuaciones previas previstas en el proyecto de adecuación para la visita pública de la Puerta Califal de Ceuta (Villada, 2012; Villada, Ayala y Lozano, 2009).
Esta intervención fue dirigida por F. Villada, contando como equipo técnico con los arqueólogos S. Ayala y J. Suárez (fig. 52).
Se abrieron tres sondeos (sondeos 16, 17 y 18) alcanzándose un total de 30 metros cuadrados de superficie excavada. La aparición de elementos construidos, que fueron respetados, hizo que el área de la intervención se redujese progresivamente lo que tornó la excavación de las fases más antiguas difícil.
Dada la cercanía de estos tres sondeos se describirá la secuencia estratigráfica de forma conjunta.
Fueron identificadas cuatro fases principales y, dentro de la primera fase, dos subfases.
La fase I es la más antigua con una cronología de mediados del siglo XVI. Se incluyen en ella una serie de unidades estratigráficas que corresponden a la parte superior de los rellenos de tierras que colmatan el espacio entre las murallas portuguesa e islámica. Estaban amortizadas por un pavimento (SUE-017) conservado parcialmente, que debe corresponder a la primitiva cota de suelo del adarve de la fortificación lusitana. No se recuperaron materiales.
Asociadas a este suelo (SUE-017) se documentaron dos estructuras murarias (MUR-027 y MUR-028) correspondientes a los parapetos que orlaba la cortina lusa, bastante deteriorados.
La fase II se caracteriza por una profunda remodelación de este espacio relacionada con la construcción de las bóvedas a prueba de bombas adosadas a la cortina principal y el posterior recrecimiento de la cota, circunstancia esta última que llevó aparejada la construcción de nuevos merlones.
Así, en el sondeo 16, el momento de colmatación de la fase precedente estaba asociado a un relleno de tierras que sirve para la construcción de una estructura de planta trapezoidal (banqueta) que formaría una plataforma escalonada adosada a la cara posterior del nuevo parapeto. Un nuevo suelo (SUE-018) asociado a la estructura antes descrita (BAN-001)
es construido con grandes y gruesas losas rectangulares, semejantes a los documentados en previas intervenciones (SUE-006, SUE-014). Se trata de las explanadas sobre las que se situaban las piezas de artillería.
En el sondeo 17 la secuencia es semejante habiéndose documentado otras dos de estas estructuras trapezoidales parcialmente conservadas (BAN-002 y BAN-003). Aquí se observan con claridad las sucesivas tongadas de tierra utilizadas para elevar la cota del terreno que alternan niveles terrosos de color marrón intercalados entre otros con abundante aporte de material pizarroso (fig. 53).
Volvió a documentarse nuevamente el suelo SUE017 apreciándose con más claridad en este lugar su inclinación hacia el oeste, es decir, hacia el foso, que facilitaba el vertido de aguas pluviales.
El sondeo 18 no aportó mayores novedades, salvo confirmar que la disposición de estructuras y unidades estratigráficas era en todo similar a la descrita en los anteriores (fig. 54).
La datación de esta remodelación corresponde a un momento que podemos situar en la segunda mitad del siglo XVIII.
La fase III incluye niveles de relleno antrópico con abundante presencia de trozos de construcciones procedentes de la demolición de la merlatura de la fase II. Su datación es difícil de establecer por la escasez de materiales recuperados, aunque es evidente que corresponden a momentos relativamente recientes. Son consecuencia tanto de las remodelaciones realizadas en este espacio cuando fue ocupado por nuevas construcciones a partir de la segunda mitad del siglo XIX como de los trabajos de reconstrucción de la merlatura realizada de los 60 del siglo pasado.
Por último, la fase denominada IV viene caracterizada por la progresiva superposición de nuevos suelos e impermeabilizaciones que se vinculan a distintos acondicionamientos de la superficie de las cubiertas de las Murallas Reales durante su uso como instalación hotelera en la segunda mitad del siglo XX. Sintéticamente podemos definir dos suelos, el que se situaba a la cota inicial del sondeo y otro previo de ladrillos documentado en anteriores intervenciones arqueológicas (SUE-005), con sus correspondientes unidades de nivelación e impermeabilización.
Asociado a este momento se produjo la instalación de una tubería de evacuación de pluviales hacia el foso.
4.9. Campaña de excavación en la Puerta Califal (2009)
Habiéndose ya adoptado la decisión de adecuar la Puerta Califal para su visita pública se hizo necesario abordar una nueva campaña de excavación que culminase las realizadas anteriormente. De una parte, dos sondeos agotaron la excavación de la denominada estancia A mientras el tercero supuso la exploración del subsuelo de la última sala en la que aún no se había realizado ninguna actividad (sala I).
Esta campaña fue dirigida por F. Villada.
Además, fueron demolidas las estructuras contemporáneas de la puerta de comunicación con el pasillo del hotel, incluyendo las escaleras.
4.9.1. Sondeo 19
Ocupaba la mayor parte de la sala A y fue objeto de sucesivas ampliaciones. Estaba limitado al este y sur por los muros que cierran esta sala (Ae y As) y al oeste por el sondeo 8.
La secuencia documentada puede ser dividida en cuatro fases.
Fase 1
Es la más reciente y agrupa tanto la solería del Parador (SUE-002) como un potente nivel de tierras sueltas mezcladas con piedras de notable tamaño, entre ellas un par de sillares de calizas bioclásticas procedentes de la muralla omeya. A continuación, un delgado suelo de tierra apisonada y cal (SUE019) se extendía por toda la sala y marca el nivel de uso en época contemporánea. El material mueble era muy variado: junto a cerámicas romanas, bajomedievales y de época moderna, se recuperaron vainas de proyectiles, plásticos y cristal, que ponían de manifiesto su datación contemporánea asociada a los últimos momentos de uso de este espacio antes de su transformación en Hotel (fig. 55).
Fase 2
Bajo el suelo (SUE-019) un potente nivel de cenizas ocupa la mayor parte de la estancia, incluso el acceso desde el pasillo del hotel, contenidas al oeste por un muro (MUR-029) construido con piedras, ladrillos e incluso alguna teja ligados con barro. Recorre este muro la sala en dirección norte-sur.
Una estructura circular, de unos 60 cm de diámetro, formada por piedras comienza a definirse en el ángulo sudeste de la habitación. Debió dedicarse a actividades metalúrgicas sin que podamos precisar cuáles fueron estas (fig. 56 y 57).
Retiradas las cenizas aparecen nuevos estratos deposicionales en los que se abren varias fosas.
• La primera fue afectada parcialmente por la construcción de la estructura circular mencionada. Esto le confiere una planta arriñonada de 1,30 m. de longitud máxima.
• La segunda estaba situada algo más al norte, frente a la puerta de acceso. Dos varillas metálicas de sección circular, una fracturada en su extremo y la otra rematada en una argolla cerrada, aparecen clavadas en ella. Recuerdan estas varillas otras dos, de diámetro algo menor, clavadas en el muro este de la sala sobre la estructura circular de piedras. Los escasos materiales recuperados en su interior, casi todos escorias metálicas y fragmentos de hierro, confirman su vinculación con las actividades metalúrgicas llevadas a cabo en esta estancia.
• Esta segunda fosa, inicialmente circular, terminaba por afectar otra más profunda y de mayores dimensiones. Estaba colmatada por tierras muy sueltas en las que se recuperaron gran cantidad de cerámicas, algunos objetos metálicos, huesos de animales y piedras de mediano y gran tamaño (una de más de 1 m de longitud). Entre los materiales más significativos reconocemos algunas piezas con decoración en azul cobalto y esgrafiados tardíos, lo que permite datar su relleno en el siglo XIV.
• Al oeste del sondeo se encuentra una nueva fosa, de planta ovoide, la más grande de todas. Aparece colmatada con piedras y tierra bastante suelta. Se recuperaron algunas cerámicas contemporáneas e incluso pequeños fragmentos de huesos humanos, sin presencia alguna de cenizas. Todo indica que fue excavada en un momento previo al desarrollo de las actividades metalúrgicas que generaron el nivel anterior de cenizas.
• Una última fosa al noroeste del sondeo albergaba una inhumación. Fue parcialmente destruida por la fosa anterior quedando in situ únicamente las extremidades inferiores del individuo a partir de las rodillas. Esta inhumación (unidad funeraria 13) estaba sellada, como las anteriores, con una capa de mortero y en su base, bajo el cadáver, se había extendido también una ligera capa de este mismo material. Si bien en el interior de la fosa no se recuperó ningún material, de las tierras bajo ella se extrajo un lebrillo (XIV-XVI) y algunos materiales romanos.
Retiradas las unidades en las que se abrieron estas fosas aparece nuevamente el suelo de cal SUE-003, una disposición que repite la documentada en los sondeos 7 y 8 de 2005. Este suelo había sido roto por la primera y segunda fosa, pero no por la tercera, aquella colmatada en época bajomedieval, bajo él, ni tampoco por la cuarta (unidad funeraria 13), en este caso excavada en las unidades sobre el suelo (fig. 58).
La datación de esta fase es amplia y puede situarse entre los siglos XVI y XX.
Fase 3
Bajo el suelo 003 se pone al descubierto otro (SUE020) formado por pequeños guijarros apelmazados con tierras, en una secuencia que ya se destacó en otros sondeos. Su factura recuerda al SUE-012 localizado en las estancias D y E en semejante disposición estratigráfica. En algunos puntos, sobre todo en el centro de la sala, se aprecian reparaciones de este suelo con piedras de mediano tamaño. (fig. 59)
Junto a la tercera fosa de la fase anterior, estos niveles definen la ocupación medieval de este espacio, un lugar de tránsito que impide la acumulación de residuos, salvo en estructuras subterráneas, lo que explica su escasa potencia (fig. 60).
Fase 4
Levantada la fase medieval, comienza a definirse una estructura muraria construida en varios momentos.
El muro (MUR-030) en dirección norte-sur arranca de la pared sur de la estancia. Está levantado con un mampuesto de piedras de mediano tamaño, algunos careados, ligados por un mortero de tonalidad grisácea. Conserva apenas un par de hiladas.
Asienta sobre otra estructura (MUR-031) más ancha y de mayor longitud que le sirve de cimentación, posiblemente una estructura precedente.
Asienta sobre otra estructura (MUR-031) más ancha y de mayor longitud que le sirve de cimentación, posiblemente una estructura precedente.
En el resto del sondeo, a partir del suelo de guijarros (SUE-020), se suceden múltiples unidades, muchas de ellas pequeñas fosas y también suelos en mal estado de conservación que denotan niveles de uso con sucesivas reparaciones.
Al retirar estos niveles se define en el lado oeste del sondeo un grueso suelo de mortero (SUE-011), ya documentado parcialmente en 2005 (sondeo 8) y que tiene continuidad en el sondeo 20.
Presenta una depresión de forma rectangular bastante amplia en superficie (aproximadamente 3 m2 ), aunque de escasa profundidad, apenas 30 cm. Su extremo este se apoya sobre el MUR-031 y sobre el muro (MUR-020) que delimita al sur la estancia A (As). Está situado a 12,10 msnm en su punto más bajo (fig. 61).
Este muro 020 (As) arranca a mayor cota que el contiguo muro de cierre oeste (MUR-017). En la zona inferior se distinguen dos grandes sillares, uno horizontal y otro contiguo al oeste vertical, este último ligeramente adelantado, unos 4 cm, sobre la cara del muro. Son sin duda piezas reutilizadas. En este muro se abre un vano (VAN-004) que conecta esta sala con las escaleras que con ducen a la sala I. Este muro fue levantado con hiladas de mampuestos careados mientras que en la puerta se emplean grandes sillares, recrecidos en época almohade con ladrillos (fig. 62 y 63).
Sobre el SUE-011 se deposita un conjunto homogéneo de materiales (fragmentos de ánforas, cerámicas a mano/torno lento) fechados en los siglos IV-VI d. C. así como escorias metálicas e ictio y malacofauna (véase capítulo 9) (fig. 64).
Bajo el SUE-011 se suceden niveles deposicionales claramente romanos, así como diversos suelos, de mortero unos y de tierra apisonada otros. Bajo ellos, excavados ya en la matriz geológica, se sitúan varias atarjeas conectadas entre sí.
En ocasiones, distinguimos únicamente el negativo de la fosa, (ATA-005) por ejemplo, en el sondeo 8 de 2005 y en el sondeo 20. En otros casos (ATA006 y 007) se conserva la conducción propiamente dicha, de sección cuadrangular y construida con losas cerámicas su fondo en tanto que las paredes se levantan con ladrillos. Están cubiertas por lajas de piedra o losas cerámicas.
La atarjea ATA-006 corre en dirección este-oeste, partiendo de ATA-005 y perdiéndose bajo la escalera que comunica el pasillo del hotel con esta sala A. La que denominamos ATA-007 entronca con ATA-006, bajo el muro MUR-032 y se pierde al norte bajo la estancia J.
Las cubiertas de estas canalizaciones se sitúan en torno a los 12,00 msnm.
Vierten hacia el norte y oeste.
Constructivamente son muy semejantes a la atarjea (ATA-002) que rompe el horno y el depósito circular (DEP-001) excavado en 2003, aunque no pudo asegurarse que estuviesen conectadas con ella pues parte de su recorrido, bajo la estancia J, nos es desconocido. Los materiales recuperados en su interior no ofrecen una datación precisa, pero pueden situarse en un arco cronológico que va del siglo II al siglo IV. d.C. (fig. 65 y 66).
En estos niveles inferiores de la fase 4 se recuperó también un amplio repertorio de cerámicas romanas, principalmente ánforas y recipientes de cerámica común, así como vajilla fina de cronología alto y medio imperial, junto a abundantes escorias e ictiofauna (véase capítulo 9).
La cota del nivel geológico en este sondeo se encuentra aproximadamente a 11,80 msnm.
4.9.2. Sondeo 20
La intervención de 2005 puso al descubierto una estructura rectangular (MUR-022) adosada a la pared oeste (MUR-017) de la sala A que fue respetada configurándose de este modo un testigo bajo ella. En esta campaña se procedió a su excavación.
Esta estructura estaba construida con piedras careadas tomadas con mortero de cal. Está asociada a un suelo (SUE-010).
Bajo ella se documenta una hilada de ladrillos macizos, quizás una unidad de nivelación. Tras esta, un nuevo nivel formado fundamentalmente por piedras de mediano tamaño que se sitúa sobre el suelo de argamasa SUE-003 que no se vio afectado por la construcción de MUR-017. Este suelo alcanza el muro que cierra la estancia A al oeste y parece tener un ligero buzamiento hacia el oeste (fig. 68).
Al retirarlo observamos la continuidad de la estructura de adobe que corta al SUE-003 y del suelo de piedras (SUE-028) documentados en la campaña de 2005 (fig. 69).
Bajo estos, se dispone una unidad deposicional de color marrón mezclada con piedras medianas, así como un nivel de piedras que corresponde a uno de los documentados en 2005. Se recuperan allí algunos materiales islámicos, entre ellos un fragmento de una jarrita decorada con cuerda seca parcial. Son piezas residuales que ponen de relieve la profunda alteración sufrida por los niveles medievales.
Una gran bolsada de cenizas ocupa todo el lado norte del sondeo alcanzando el sustrato geológico. Hacia el sur identificamos la continuidad del suelo 011 que aparece bruscamente interrumpido (fig. 70).
Bajo el suelo 011, en el lado sur, se documentan nuevos estratos deposicionales horizontales y delgados, de color marrón unos y verdosos otros, muchos estériles desde el punto de vista arqueológico hasta colmatar la atarjea 005. En algunos de estos niveles es de destacar la presencia de pequeños nódulos y de cal y abundantes restos de cenizas (fig. 70).
En el interior de la zanja que debió albergar la canalización ATA-005 se recuperó un conjunto de materiales homogéneos desde el punto de vista de su datación que podemos fechar en términos generales en la segunda mitad del siglo I d.C. (Villada, Suárez y Bravo, 2007 y capítulo 9).
Es interesante recordar nuevamente que el muro meridional de la estancia A (MUR-020) se adosa al muro oeste de esta estancia (MUR-017), que arranca a una cota sensiblemente más baja. Así, si el muro oeste se levanta excavando los niveles geológicos el muro meridional asienta sobre niveles sedimentarios en los que es visible la continuidad de la fosa en que fue instalada la atarjea ATA-005.
Esto indica que fue construido cuando el muro oeste (Aw) ya estaba en pie y construida la atarjea (fig. 72).
Toda la base del muro occidental (MUR-017) aparece manchada de oscuro por el contacto con un potente nivel de cenizas que no fue documentado en la excavación (fig. 73)
4.9.3. Sondeo 21
Se planteó en el lado este de la estancia I que hasta ese momento no había sido investigada, Tuvo unas dimensiones iniciales de 1,75, el ancho de la sala, por 2,5 m de longitud. Posteriormente fue ampliado en una estrecha franja junto al muro sur en toda la longitud de la sala. El resto de esta estancia no fue excavada por razones de seguridad manteniéndose en reserva para futuras investigaciones (fig. 74).
Esta sala de planta rectangular está cubierta por una bóveda de cañón formada con ladrillos deficientemente ejecutada como queda patente por su visible disimetría. Las paredes norte (MUR-049) y sur (MUR-050) aparecen recubiertas de un enlucido de reciente factura, mientras que la situada al oeste (MUR-051) estaba parcialmente oculta por un murete de ladrillos (MUR-034) también contemporáneos. Al este, sin embargo, se apreciaba un muro (MUR048) de fábrica más antigua a primera vista en el que se abrían, una sobre otra, dos ventanas (VAN-007 la superior y VAN-008 la inferior). Tras ellas, a corta distancia, se observa la parte trasera del muro que regulariza el pasillo del hotel (fig. 75).
La excavación dio comienzo a una cota de 15,50 msnm. Es decir, que en menos de 2,5 m de distancia el terreno se eleva más de 1,5 (tomando como referencia la cota de la solería del Parador), desnivel que es salvado por una escalera de dos tramos (las denominadas salas G y H).
Una fina capa de hormigón cubre un suelo de ladrillos (SUE-022). No se han encontrado elementos significativos para su datación, aunque su relación con los peldaños puestos al descubierto tras la demolición de la escalera contemporánea del sector G-H y también con el muro norte que cierra la estancia I indica que es coetáneo a estos y que fue construido en un momento relativamente reciente. Estuvo en uso hasta la reforma del Parador. Avala también la utilización de esta sala en esas fechas la recuperación de algunas vainas de proyectiles, fechadas en la década de los 20/30 del siglo XX, en una de las ventanas que se abren en el muro este de la estancia (MUR-048) y también en el muro oeste (MUR-051).
Bajo este suelo (SUE-022) aparece, a una cota superior de 15,40 msnm, una recia estructura muraria (MUR-033) que recorre la habitación en su totalidad (más de 5 m) en sentido este-oeste. Su anchura visible es de alrededor de unos 60 cm, pero es indudablemente más ancha pues se pierde bajo el muro sur (MUR-050). En cuanto a su longitud, también es mayor de la que hoy puede observarse. Al este, se pierde bajo el muro MUR-048 y al oeste continua bajo el muro MUR-034, realizado recientemente, hasta alcanzar el muro MUR-051, el primitivo cierre de esta estancia.
Desde un punto de vista cronológico este MUR-033 es previo a todas las estructuras visibles en esta sala al comienzo de nuestros trabajos. La excavación permitió precisar que se encontraba ya construido en época tardo-antigua. En la esquina nororiental del sondeo se define una gran bolsada contemporánea que afectó a toda la secuencia.
En el resto del área excavada se documenta un primer nivel caracterizado por la presencia de piedras de mediano y gran tamaño, así como materiales de heterogénea cronología (ánforas romanas altoimperiales, galbos con vedríos melados medievales y modernos, etc.). Sirvió para recrecer y nivelar el terreno bajo el suelo existente (SUE-022). Este estrato apoya sobre M-033 lo cual indica que era visible en el momento de la formación de este depósito.
Bajo esta unidad estratigráfica se superponen otras fechadas en el siglo VI en las que se recuperaron marmitas a mano/torno lento, jarritos trilobulados en cerámica común, etc. (véase capítulo 9) (Fig. 76).
En ellos fue localizada una piroestructura de arcilla rubefactada y planta ovalada cuyo diámetro máximo rondaba los 20 cm. Estaba rodeada de algunas piedras y colmatada con cenizas. Su funcionalidad es desconocida, aunque, atendiendo a sus dimensiones, pudiera tratarse de un pequeño hogar (fig. 77).
En la base de la secuencia, sobre el geológico (14,09 msnm) y bajo los estratos tardo-romanos, hay una nueva estructura muraria (MUR-035), situada a una cota de 14,40 msnm. Está prácticamente arrasada y es problemática incluso su delimitación ya que parece ocupar la mayor parte de la superficie del sondeo (fig. 78). En los escasos niveles asociados se recuperaron algunas cerámicas romanas y un fragmento de vidrio sin que puedan aportarse más precisiones sobre su cronología.
Además del sondeo, otra de las actividades llevadas a cabo en esta campaña fue la retirada de parte de los revocos contemporáneos de esta sala.
Como indicamos, en el lado norte, tras el muro de ladrillos contemporáneo (MUR-034), quedó al descubierto una nueva estructura (MUR-051) que, en algunas zonas, se encontraba revestida por ladrillos en este caso macizos y de mayor antigüedad.
Este muro de mampostería corresponde a la prolongación hacia el sur del muro de cierre de las salas A y B (véase capítulo 11). Es de resaltar que en la vertical del MUR-033 se localizan una serie de sillares que parecen seguir cierto orden. Posiblemente se trata de piezas reaprovechadas (fig. 79).
La retirada del enfoscado del muro sur (MUR-050) dejó visible un muro de ladrillos de reciente factura, posiblemente coetáneo del MUR-034 al norte. Una cata vertical permitió identificar una nueva estructura (MUR-052) revestida por la anterior. La zona inferior, hasta una altura de unos dos metros y medio, estaba levantada con sillares de calizas bioclásticas semejantes a los utilizados en las fábricas omeyas. Aunque se aprecian algunos tizones y sogas, en este caso el aparejo parece estar dispuesto sin el rigor observado en otros puntos de la fortificación omeya o haber sufrido reparaciones. A partir de los dos metros y medio la fábrica cambia completamente sustituyéndose los sillares por un mampuesto levantado con piedras de naturaleza heterogénea, posiblemente una reconstrucción. Un hueco abierto entre los sillares permitió ver tras ellos un cegamiento de tierras que solo pudo ser retirado en una pequeña parte pues podía comprometer la estabilidad de la bóveda. Entre estas tierras pudo apreciarse la presencia de dos sillares de idéntica naturaleza a los anteriores trabados entre sí y dispuestos en diagonal respecto al MUR-052 (fig. 80). La interpretación de esta estructura es difícil dado que el área investigada es muy pequeña. A diferencia de la cerca omeya documentada en el frente occidental que es toda de sillares, aquí son únicamente un forro que contiene tierras tras ellos, por lo que nos inclinamos a pensar que se trata de una construcción posterior que reutiliza estos sillares. que reutiliza estos sillares. Tampoco es sencillo Tampoco es sencillo dar una explicación para la presencia de los sillares dispuestos en diagonal que parecen simplemente arrojados entre las tierras que colmatan este espacio. Únicamente su excavación permitiría obtener datos suficientes para identificar su naturaleza.
Podemos reconstruir, al menos hipotéticamente, el proceso constructivo de esta sala.
El nivel geológico está situado aproximadamente a una cota, 14,10 msnm, 2 m más alta que en el resto de las estancias (ya indicamos que en la contigua sala A fijamos su aparición a una cota de 11,80 msnm) de las que dista apenas 2,5 m. Desconocemos cómo se salvaría semejante diferencia en un espacio tan corto y es que, aunque el terreno natural tiende a elevarse a medida que avanzamos hacia el sur, este desnivel debe responder a una acción antrópica5 .
Sobre ella se construyó la estructura MUR-035, prácticamente arrasada, cuya interpretación y cronología es problemática. Los materiales más antiguos recuperados en el sondeo corresponden al bajo imperio, pero parecen ser residuales.
(5) Efectivamente, todo indica que nos encontramos ante una terraza artificial. Es decir que el terreno naturalmente más alto hacia el sur fue excavado para crear plataformas horizontalizadas en las que poder desarrollar las actividades artesanales relacionadas con el procesamiento de productos marinos que caracterizan esta fase romana del lugar. Posiblemente motivó la construcción de un muro en dirección este-oeste hoy oculto por construcciones más recientes.
Posteriormente se construye el MUR-033 que estaba ya en pie entre los siglos VI-VII, pues esa es la datación asignada a los niveles que apoyan sobre él.
La estructura MUR-052 fue construida más tarde amortizando MUR-033.
El MUR-048 que cierra la estancia al oeste se construye también sobre MUR-033. No podemos precisar su datación más que a grandes rasgos. La factura de su fábrica, mampostería de piedra regularizada con hiladas de ladrillo, el tipo de ventanas, etc., parecen señalar una cronología bajomedieval como fecha muy temprana. Su amortización por la construcción de las bóvedas indica que es anterior al siglo XVIII y esta cronología es confirmada también por el plano de Monteroso de 1875 (AGCGE, CE 17-20). El espesor del muro permite suponer una construcción de bastante altura (la visible hoy alcanza casi los 5 m). Además, el abocinamiento de las ventanas unido a que tuvo rejas en la cara que hoy vemos parece señalar que, cuando el edificio estaba en uso, este pudo ser un espacio abierto entre esta fachada del edificio y la parte trasera de la muralla. La revisión de la cartografía conservada de los siglos XVI y sobre todo del siglo XVII muestra efectivamente una calle que discurre en ese lugar entre los edificios y la Muralla Real.
Si se acepta que el MUR-052 de sillares califales es una construcción posterior que los reutiliza, un fenómeno que sabemos se produce a partir de la construcción de la Muralla Real a mediados del siglo XVI, es posible pensar que se tratase de una tapia perpendicular a la muralla que cerrase este paso, procediéndose a rellenar el espacio situado al sur de este muro con tierras procedentes de la excavación de la cava. En definitiva, un proceso semejante al que observamos ya en la Puerta Califal. Si esta hipótesis se confirmarse, la edificación de la que formaba parte MUR-048 debería ser anterior a 1541.
Esta sala I sufrió una profunda remodelación en momentos mucho más recientes que le dio su actual aspecto construyéndose el muro MUR-049, al norte, y la bóveda que los cubre. No obstante, es posible que el MUR-049 pueda ocultar estructuras más antiguas que explicarían el acusado cambio de cota entre esta sala y el resto de las estancias. También en este momento debió realizarse el parcheado de ladrillos que forraba el muro oeste (MUR-051).
Por último, en el siglo XX se produjo la construcción del MUR-050 al sur y el MUR-034 al norte, que revisten los primitivos muros existentes en esa zona (MUR-052 y MUR-051 respectivamente).
4.9.4. Demolición de estructuras contemporáneas
Durante esta intervención se procedió a la retirada de varias estructuras contemporáneas para permitir el progreso de las excavaciones.
La primera actuación de esta naturaleza consistió en la demolición de los peldaños de la escalera que
permite salvar el desnivel entre las estancias A e I. Tiene dos tramos en sentido norte-sur (estancia G) y este-oeste (estancia I) separados por una meseta. Tras su demolición quedó al descubierto una escalera anterior, con peldaños de tabicas más altas. Se asocia al momento de uso de estos espacios en época contemporánea (siglo XIX-XX), aunque nuevamente desconocemos si existió una escalera anterior.
También fueron demolidas la puerta y escalera que permitían el acceso desde el pasillo a la sala A, permitiendo la continuidad de la excavación en este lugar. Estas estructuras fueron construidas durante la rehabilitación para adaptar a uso hotelero las bóvedas. La puerta fue levantada reduciendo las dimensiones de una anterior al menos con dos momentos constructivos, en tanto que de la escalera no hemos encontrado precedentes (fig. 81).
Por ello, como quedó confirmado tras el seguimiento, eran los ramales en dirección este y oeste que comunicaban ambas los que potencialmente tenían mayor interés arqueológico.
La intervención consistió pues en el seguimiento y control de movimiento de tierras y, ante los hallazgos que se reseñarán a continuación, la apertura de dos nuevos sondeos. También, aprovechando que las habitaciones del hotel permanecían desocupadas durante las obras, se llevaron a cabo varias catas en los paramentos del pasillo que conduce a las habitaciones.
4.10. Control de movimientos de tierras con motivo de la renovación del saneamiento del hotel (2009).
En paralelo a la actuación arqueológica que acabamos de describir se ejecutó una reforma de la red de saneamiento del Parador de Turismo según proyecto redactado por el ingeniero Desiderio Morga. Se pretendía la renovación de dicha red que presentaba fugas y había quedado obsoleta. Se realizó un seguimiento arqueológico de dichas obras, que básicamente consistían en la apertura de una zanja a lo largo de todo el pasillo del hotel y otra en el jardín frente a las bóvedas, así como la conexión entre ambas a través de dos ramales que cruzaban las bóvedas nº 9 y nº 14.
La afectación prevista en el pasillo era mínima pues consistía únicamente en la sustitución de las conducciones antiguas por otras nuevas y la construcción de varias arquetas.
En cuanto al subsuelo bajo el jardín conocíamos que durante las obras de construcción del Parador de Turismo había sido afectado por la construcción de una galería de comunicación subterránea de notables dimensiones (fig. 82).
4.10.2. Sondeo 22
Un tramo del saneamiento en dirección este-oeste conectaba la red interior con la exterior a través de la bóveda 9, que actualmente sirve de acceso a las habitaciones. Era este un nuevo ramal y por ello se decidió realizar un sondeo previo en el área afectada.
Inicialmente tuvo unas dimensiones de 1,60 por 2 m, aunque sucesivas ampliaciones alcanzaron una superficie de algo más de 16 m2 (11,6 de longitud total por 1,20, salvo en los dos metros del sondeo inicial en que la anchura era de 2 m) (fig. 83). La cota de inicio de los trabajos se situó a 12,34 msnm.
La secuencia documentada en este sondeo comienza con una serie de construcciones contemporáneas, solería del Parador de Turismo (SUE-002), conducciones eléctricas y de agua potable, bajo las que se disponen otras que corresponden al uso de este espacio como talleres (siglos XIX-XX).
Fase 1 A esta fase se asocian: a. Un suelo de hormigón (SUE-025), con un profundo canal en sentido este-oeste en algún tramo cubierto por una acumulación de cenizas (fig. 84).
b. Una canalización (ATA-008) de ladrillos, con tramos en los que estos se disponen en vertical y otros horizontales, que atraviesa de norte a sur el sondeo. Tiene una anchura total de 40 cm y alberga un canal de 20 cm de ancho y 25 cm de profundidad completamente colmatado de cenizas.
c. Un muro (MUR-036), excavado parcialmente, al oeste en el sondeo inicial. Está construido con ladrillos macizos (una sola hilada) algunos de ellos manchados de ceniza también. Parece asentarse sobre los restos de un muro anterior (MUR-037) (fig. 85).
d. La última de las estructuras que asignamos a esta fase se sitúa en el extremo oeste de la intervención. No pudo ser excavada completamente documentándose en una longitud de casi 4 metros. Su planta es rectangular y se levantó con piedras de mediano tamaño y ladrillos macizos con su superficie enlucida con un fino mortero de argamasa. La recorre un profundo (80 cm) y estrecho canal (7 cm), completamente colmatado de cenizas. Su esquina suroeste, parcialmente perdida se asienta sobre una estructura muraria previa (MUR-038) (fig. 86).
Fase 2
Anteriores a esta fase contemporáneas son dos estructuras.
En primer lugar, un muro de barro y cal con algunas piedras (MUR-039) en dirección norte-sur localizado en el extremo oeste del sondeo. Había sido destruido en su mayor parte tanto por las conducciones eléctricas como por el suelo de la bóveda.
La otra es una amplia fosa excavada en niveles de época romana. El material recuperado en su interior contenía cerámicas bajomedievales islámicas (fig. 87)
La datación de ambas estructuras es difícil de precisar pues contamos tan solo con datos relativos. En ambos casos, son previas a la construcción de las bóvedas (anteriores al siglo XVIII en consecuencia).
El muro es posterior a época romana pudiéndose fechar entre los siglos VII y XVIII mientras que la fosa excavada en estratos claramente romanos, por los materiales recuperados en ella, puede ser considerada bajomedieval (siglo XIV).
Fase 3
La fase más antigua corresponde a época romana.
A ella son adscritos una serie de muros, en dirección norte-sur, que parecen definir diversas estancias. Dos (MUR-037 y MUR-038) fueron reaprovechados para levantar estructuras de la fase contemporánea. Los otros dos (MUR- 040 y MUR-041), casi paralelos entre sí, distan apenas 20 cm. El situado más al oeste (MUR-040) estaba muy destruido por la excavación de una fosa posterior, hasta tal punto que inicialmente se interpretó como una simple acumulación de piedras, en tanto que el segundo (MUR-041) es una recia estructura con una anchura de 60 cm. Se levantó con mampuestos de piedras muy heterogéneas (cantos rodados, gneises, esquistos, etc.) tomados con mortero de cal muy resistente. En algunos puntos sus caras parecen conservar un revoco de cal (fig. 88 y 89).
También se fecha en esta fase un pavimento (SUE-026) de opus signinum, quizás parte del fonde de una cetaria, conservado en muy mal estado ya que fue destruido por la construcción de una de las estructuras de la fase 1 (fig. 90).
Los espacios definidos por las estructuras descritas estaban colmatados por niveles de tonalidad amarillenta/ verdosa. Algunos situados en la parte superior de la secuencia son de textura arenosa, con abundantes gneises descompuestos. Otros muestran una consistencia arcillosa, muy húmeda, de tonalidad verdosa. Si los materiales romanos de época alto y medio imperial no son extraños en el nivel superior, en el más profundo son muy abundantes, con notable presencia de malacofauna e ictiofauna, así como de algunos huesos de vertebrados terrestres. Los restos de ictiofauna corresponden a columnas vertebrales con conexión anatómica de ejemplares de gran tamaño que mostraban un patrón de despiece muy característico, con total ausencia restos craneales. Se identificaron como restos de túnidos de gran tamaño interpretándose el lugar como un punto de descarte de los restos del ronqueo de estos animales (Bernal-Casasola, Marlasca, Rodríguez y Villada, 2012) (fig. 91 y 92).
4.10.3. Sondeo 23
En la bóveda 14 se excavó una zanja para conectar el ramal interior del pasillo con el del jardín.
En primer lugar, tras la retirada del suelo actual, tuvieron que ser demolidas las conducciones de aire acondicionado construidas con hormigón y excavadas en un potente nivel en el que apenas se recuperó material. Aunque la afectación del saneamiento terminaba a esta cota, se realizó un pequeño sondeo de 1 m por 60 cm a fin de comprobar la existencia de niveles arqueológicos.
Una nueva unidad estratigráfica deposicional de tierras de color marrón fue puesta al descubierto bajo las instalaciones del aire acondicionado. Apenas se recuperaron materiales. Bajo ella se encontraba un suelo de losas cerámicas cuadradas (SUE-023). Su datación es compleja debido a que, como indicábamos, el material recuperado fue muy escaso y el área excavada muy reducida. No obstante, puede apuntarse que deben tratarse de un suelo bajomedieval o de época moderna (fig. 93).
Bajo este suelo, quedó al descubierto un nivel ceniciento con claros indicios de incendio en el que se recuperaron algunas cerámicas romanas. Cubría un pavimento de mortero de cal (SUE-024) bastante delgado (fig. 94).
Retirado este pavimento, se descubre un nuevo nivel deposicional en que junto a algunas cerámicas comunes y galbos de ánforas altoimperiales se recuperó un pequeño fragmento de sigillata sudgálica.
La profundidad alcanzada y las escasas dimensiones del sondeo dificultaba enormemente la continuación de los trabajos que fueron abandonados en este momento debido al riesgo de desplome de los perfiles.
Aunque la información aportada por este sondeo es relativamente escasa, es de resaltar que confirma que bajo las bóvedas ha quedado preservada la secuencia estratigráfica anterior a su construcción (siglo XVIII) lo que abre nuevas perspectivas de investigación en el futuro.
4.10.4. Sondeo 24
En el jardín, frente a la bóveda 9, se llevó a cabo un sondeo de 2 por 1 metro con el objetivo de constatar si la secuencia anterior a época portuguesa se conservaba también en el exterior de las bóvedas.
Tras la retirada de la tierra vegetal superficial y los niveles contemporáneos apareció un suelo de hormigón (SUE-027) que puede fecharse en el momento en que las bóvedas eran usadas aún como instalaciones relacionadas con la defensa. En este punto se decidió reducir la extensión del sondeo a su mitad (fig. 95).
La continuidad de los trabajos en este punto permitió comprobar que bajo el suelo anterior se disponían sucesivos niveles estratigráficos en los que fueron recuperados gran cantidad de piezas, sobre todo ánforas alto y medio imperiales, así como un pequeño anzuelo y abundantes restos de malacofauna e ictiofauna. Bajo ellos se documentó una estructura en mal estado de conservación en el perfil norte (MUR-042).
Estos niveles romanos cubrían a su vez una estructura de adobe (MUR-043) situada a una profundidad de 1,5 m, que solo pudo ser documentada parcialmente.
La secuencia no fue agotada al quedar confirmado que en esta zona se conservan niveles estratificados preislámicos asociados al procesamiento de productos marinos (fig. 96).
4.10.5. Catas paramentales pasillo hotel
La instalación del nuevo saneamiento conllevó el cierre al uso público de las habitaciones instaladas
Fig. 95. Sondeo 24. Arriba a la izquierda, suelo de hormigón (SUE-027) localizado en el inicio del sondeo. Arriba a la derecha. Nivel con notable acumulación de materiales romanos, sobre todo ánforas. Abajo a la izquierda. Niveles romanos. Estructura muraria MUR-043. Abajo a la derecha. Posible cubeta de salazón. Centro. Planta del sondeo 22.
en las bóvedas. Aprovechando esta circunstancia se llevaron a cabo cinco catas de distinto tamaño (70 por 50 cm la mayor y 20 por 30 la menor) en la pared oeste del pasillo que discurre entre las bóvedas 2 y 8.
La cata 1 (bóveda 3), es la situada más al sur y tuvo unas dimensiones aproximadas de 40 por 50 cm. Mostró, tras retirar el tabique actual de ladrillos que forma la pared del pasillo (MUR-044), otro muro también de ladrillos (MUR-046), a unos centímetros del anterior. Estaba enlucido y encalado y sobre él se escribieron algunos números a lápiz, anotaciones relacionadas con la construcción del MUR-044. Cubría a su vez otro muro (MUR-045), cuya cara vista estaba enfoscada y encalada. Esta estructura, la más antigua de todas, fue levantada con un mampuesto de piedras de pequeño y mediano tamaño entre las que se intercalan algunos ladrillos.
La cata 2 (bóveda 3) tuvo unas dimensiones de 20 por 25 cm. La secuencia documentada se inicia con la pared del tabique del pasillo (MUR-044) y tras él, a escasos centímetros de distancia, la fábrica vista, sin enfoscar ni encalar, del muro original de cierre de la bóveda (MUR-045).
La cata 3 (bóveda 4) medía 50 por 70 cm. Aquí la superposición de estructuras es más compleja: tras el tabique contemporáneo (MUR-044) encontramos otro (MUR-047, quizás el mismo que MUR-046) también de ladrillos, en esta ocasión macizos. Muchos de ellos llevan la marca CEI impresa en un rombo, correspondiente a la Comandancia Exenta de Ingenieros. Se encontraba enlucido en su cara vista y encalado. A unos 30 cm de distancia se levanta la pared original de la bóveda (MUR-045) sin enlucir. Varias pilastras de ladrillos, de idénticas dimensiones a los que sirvieron para construir MUR-047, se levantan apoyadas en el MUR-045 con el objeto de dar estabilidad al MUR047. En la parte superior de este hueco se observan vigas de madera que soportan un suelo (las bóvedas están divididas en dos plantas).
Las dos catas siguientes (catas 4 y 5) se hicieron en las bóvedas 5 y 6 respectivamente.
En la 4, de 30 por 60 cm, tras el tabique del pasillo (MUR-044) aparece, ligeramente separado del anterior, otro (MUR-048)) que reviste el muro de la bóveda (MUR-045), mientras que en la siguiente cata (5), de 30 por 40 cm, el tabique contemporáneo (MUR-044) es adosado directamente a la pared de la bóveda (MUR-045) sin que esta haya sido ni encalada ni enfoscada.
Esta diversidad de superposición de estructuras es fruto de las distintas reformas que sufrió este espacio hasta llegar a su configuración actual. El proyecto del arquitecto C. Picardo de 1965 horadó desde la bóveda 4 hasta la 18 para formar un pasillo interior que permitiese el acceso a las habitaciones (las bóvedas 1-3 quedaban “en reserva”). En 1972 se redactó un nuevo proyecto de ampliación del mismo arquitecto que, entre otras actuaciones, incorporaba las bóvedas en reserva como nuevas habitaciones continuando el pasillo abierto inicialmente. Este proyecto no fue ejecutado, y en 1986 cuando el hotel fue transferido a la Secretaría General de Turismo, se redactó un nuevo proyecto, cuyo autor fue el arquitecto C. Fernández-Cuenca, que asumió la propuesta de C. Picardo (Rodríguez, 2013, pp. 1.312-1.320) .
Es en ese periodo cuando se construye el tabique que hoy vemos (MUR-044).
Sabemos que la construcción de las bóvedas se inició desde el sur y que las cuatro primeras estaban terminadas a inicios del siglo XVIII. En 1734 habían sido ya realizadas las ocho siguientes. Es pues en estas décadas iniciales del siglo XVIII cuando debe fecharse MUR-045. El resto de las estructuras documentadas corresponden a diversas reformas realizadas a lo largo del siglo XIX y XX.
4.11. Conclusiones
Tras seis años de intervenciones arqueológicas y diez campañas quedó patente el potencial arqueológico de los espacios investigados.
De una parte, se confirmó que la secuencia romana había quedado preservada a diferencia de lo que ocurría en la mayor parte del Istmo. También podía asegurarse que la ocupación de este comenzaba alrededor de mediados del siglo I d.C. vinculada a labores artesanales de elaboración de salazones de pescado, pudiendo documentarse elementos tales como un horno cerámico, conducciones y vertederos hasta el momento inéditos en Ceuta. Contábamos además por primera vez con estructuras que podían vincularse con la ocupación bizantina.
Por otra parte, estas intervenciones permitieron conocer con mayor profundidad la cerca medieval omeya, principalmente en lo que atañe a una de las puertas de ingreso en la medina. Su estado de conservación era excelente si bien únicamente accesible en puntos muy concretos al haberse adosado a ella la fortificación portuguesa.
Por último, y no menos importante, pudo entenderse con mayor detalle el proceso constructivo de las defensas renacentistas del frente de tierra ceutí y su relación con construcciones precedentes asumidas por el proyecto redactado en 1541 por Benedito de Rávena.
La presencia de un cementerio, que puede relacionarse con la capilla de San Sebastián (véase capítulo 16), fue también una completa novedad, así como la documentación de estructuras relacionadas con los trabajos desarrolladas en época contemporánea.
En definitiva, estas excavaciones pusieron de manifiesto que la “Puerta Califal” era un lugar esencial para la comprensión de la evolución del poblamiento de Ceuta que ofrecía una completa síntesis de su historia. Venían a confirmar, en definitiva, el interés que estos espacios tienen para la investigación arqueológica.
Pero, más allá de su valor histórico, estos espacios poseían un gran valor patrimonial y a recuperar este monumento para los ciudadanos fueron encaminados los esfuerzos a partir de entonces.
Anexo 1
Algunas consideraciones acerca de una medalla encontrada en la Puerta Califal de Ceuta Arturo Fuentes Cabrera
La pieza que ocupa este estudio, es una medalla aparecida en la campaña de 2005 de las excavaciones realizadas en la Puerta Califal en una fosa de la inhumación denominada Unidad Funeraria 3.
Es una pieza ovalada, de 30 mm en su parte mas alta y 25 mm en su parte más ancha. Tiene sus dos caras labradas mediante la técnica del relieve en metal, siendo este, de manera probable, una aleación de metal plateado, que ha tomado color cobrizo por el paso del tiempo (Fig.1).
La citada medalla, tiene dos caras. Tomaremos como anverso aquella en la que figuran dos personas bajo el resplandor que desprende un ave. Las mismas se corresponden con las figuras de San Pedro y San Pablo, los mártires mas recordados de la tradición cristiana. El ave, del que se desprenden varios rayos de luz, encarna el Espíritu Santo de Dios, en la tercera persona de su Santísima Trinidad. Ambas efigies humanas de los santos, apóstoles de Jesucristo, aparecen de pie en actitud girada hacia el espectador, vistiendo túnicas y togas típicas de la época y llevando en sus manos lo que parecen ser atributos típicos de la iconografía de estos santos. Es probable que uno de ellos, San Pedro (a la izquierda), lleve en sus manos las llaves del reino de los cielos, portando San Pablo (a la derecha) una espada, pues es este un símbolo típico de sus representaciones, al haber luchado hasta el martirio por extender la Palabra de Dios. En el extremo occidental se puede leer la leyenda “PETRUS”, la cuál debe tener su réplica en el extremo oriental con “PAULUS”, pero está se haya desaparecida por el paso del tiempo. Bajo las dos figuras, se puede leer “ROMA”
En el reverso, la figura del ave aparece es idéntica a la del anverso, aunque no de manera tan definida. Aparecen cinco figuras humanas que, probablemente, representen otros cinco santos de la tradición cristiana que parecen recibir la bendición del Espíritu Santo. No es descartable que, en su origen, se pudiesen diferenciar ciertos rasgos iconográficos de estas imágenes, con los que se podrían identificar estos santos, tales como elementos del martirio o características personales de cada uno de ellos. Sería muy razonable que estos santos puedan ser algunos de los canonizados en el tiempo de realización de la medalla, pues así se hacía en algunos casos, como el de la medalla de Santa Isabel que aquí presentamos (Fig. 2)
dad de mano de los mercaderes italianos que tanto frecuentaron nuestra ciudad en el los citados siglos.
Sin duda alguna, estamos ante un elemento único en los vestigios cristianos descubiertos hasta ahora en Ceuta, que da buena muestra de la fe que se ha ido atesorando a lo largo de los siglos en la tradición cristiana de nuestra ciudad y, también, de su importancia comercial como “puerta de África” a lo largo de la historia.
Estas medallas eran muy usuales en el siglo XVI y posteriores con lo que se podría asegurar que pertenece a una etapa alrededor del S. XVII. Eran muy frecuentes en Roma y toda Italia, además de en otros países con tradición cristiana, pues se realizaban en conmemoración de diversos acontecimientos alrededor de la curia Papal. La cara del anverso se mantenía siempre de manera parecida, siendo cambiada la cara del reverso en función del acontecimiento a celebrar (Figs. 3 y 4). Es muy probable, además, que su acuñación tuviera lugar en el país transalpino, más concretamente en el entorno de la Ciudad del Vaticano. Por tanto, hablamos de una pieza con más de tres siglos de historia, que pudo llegar a nuestra ciu

