Capítulo 11
Arqueología de la Arquitectura en la Puerta Califal de Ceuta
11.1. Introducción
En las próximas líneas presentamos el proceso y los resultados finales de la investigación arqueológica como apoyo a la rehabilitación de las estructuras emergentes de la Puerta Califal de Ceuta¹ , cuyos inicios se sitúan en el año 2003² . La justificación de nuestra presencia vino dada por la complejidad del enclave, generando la necesidad de ejecutar una lectura de paramentos complementaria a las preceptivas excavaciones arqueológicas que clarificara los diferentes procesos de ocupación³ . En ese sentido, siendo conscientes de la problemática que ofrecía el Conjunto Monumental desde el principio⁴ , debemos remarcar el protagonismo que en este caso tuvo el empleo de nuestro sistema metodológico a través de la disciplina de la Arqueología de la Arquitectura y, en concreto, de sus ciencias auxiliares, apoyándonos de manera meticulosa en los resultados de las analíticas de materiales. Como resultado pudimos obtener una secuencia constructiva larga y compleja, que mostraba el afán por fortificar el punto más estrecho del istmo de Ceuta. Entre los periodos bizantino y renacentista, las sucesivas estructuras se adosan y superponen hasta conseguir una obra defensiva masiva en la que, curiosamente, siempre se trataba de aprovechar las murallas ya existentes y nunca se derribaban por completo.
1- Acercamiento inicial al edificio: División zonal, identificación de “unidades-guía” y estancias, estudio previo y pormenorizado de la estructura emergente, estudio de los sistemas de adosamiento y contacto entre alineaciones, análisis edilicio provisional, realización de un programa de muestreos edilicios, registros de elementos artísticos o susceptibles de conservación culminando con la elaboración de una hipótesis evolutiva inicial.
2- Análisis de paramentos: Estudios estratigráficos, análisis tipológicos (analíticas y constatación de los principales eventos constructivos)⁵.
11.2. La estrategia de intervención
Nuestro Sistema de Análisis Arqueológico (Tabales, 2002) descansa sobre tres preceptos esenciales. El primero y más importante es la configuración de una estrategia global de intervención en la que tiene un papel preponderante una propuesta de auscultación inicial del inmueble mediante las oportunas comprobaciones estructurales y tipológicas, que desembocan en la elaboración de las primeras hipótesis; esta estrategia descansa, además, sobre un desarrollo metódico en el que los análisis de paramentos (estudios estratigráficos-análisis tipológicos-estructurales) tienen una relevancia jerárquica, al igual que una división en tipos de actuaciones en el subsuelo fundamentadas en las necesidades dictadas por el estadio en el que se encuentra la indagación (sondeos estratigráficos-cortes prospectivos y extensivos. Tabales, 2002, p. 109).
El método de intervención y los registros de datos conforman el segundo pilar de la estructura. Respecto al primero, se sigue el sistema Harris con ciertas puntualizaciones, a la par que se establecen unos criterios de representación gráfica esenciales; todo ello en el marco de un modelo de fichas de control y de registro generadas para la ocasión.
El tercer fundamento del sistema trata de los equipos de trabajo en el marco de la relación interprofesional: selección de los miembros esenciales del equipo y sus actividades, los estudios multidisciplinares, la priorización de los trabajos en el marco de los condicionantes habituales en la rehabilitación, etc.
Por otro lado, el conjunto reposa sobre unas premisas conceptuales que impregnan todo el discurso; entre estos principios destacan la vinculación esencial entre el análisis histórico arqueológico y la rehabilitación, el estudio generalizado del inmueble, la comprensión diacrónica, la inserción geohistórica y tipológica en el entorno, así como el análisis selectivo primando lo general sobre lo anecdótico. Desde el punto de vista organizativo, establecimos las siguientes pautas:
En este sentido, y ya centrándonos en el objeto de análisis, resultó prioritaria una primera fase de estudios previos de carácter general. Ésta se efectuó en el año 2009, habiendo sido el edificio intervenido con anterioridad tanto a nivel de picados parciales en sus muros como de actuaciones en subsuelo. A priori, dicha circunstancia resultaba contraproducente al simplificar el primer paso de nuestro protocolo de actuación; no obstante, nos adaptamos a las circunstancias contemplando, al menos, unos estudios previos esenciales con el objeto de generar una hipótesis de partida que permitiera diseñar tanto la estrategia como el cronograma de los trabajos posteriores. Para ello, nuestro primer pasó fue la obtención de un fichero completo en el que se reflejara el estado previo del edificio antes de su rehabilitación. Se realizó estancia por estancia, centrando nuestra atención en niveles de uso, muros, vanos, enlucidos, etc. Paralelamente, se identificaron numéricamente los ámbitos o estancias, así como los “paramentos guía”, es decir, las alineaciones principales que conforman las crujías y compartimentos más destacados (Figura 1). Éstas resultaron ser nuestras primeras unidades estratigráficas, luego completadas en el curso de la investigación⁶.
Fig. 1. Planta general con la indicación de relaciones estructurales y paramentos guía. En rojo (Sección A-A’) se indica el alzado seleccionado para su investigación durante la campaña 2009.
Tras esta identificación, procedimos al análisis de los distintos “tipos de adosamiento”. Por lo general, el orden de los adosamientos y su tipología suelen definir con muy pocos cambios los procesos constructivos del palimpsesto. La comprensión del modo en que contactan cada una de las alineaciones principales que configuran el esqueleto del edificio resultó indispensable para empezar a tener un dictamen sistemático de su evolución. Reconocimos varios tipos de adosamientos (simple, con encastres simples o complejos y coetáneos). Para ello utilizamos una simbología ideada para tal fin y compuesta por tres signos esenciales acompañados por una flecha que indica el orden de construcción, es decir, el apoyo o la yuxtaposición. Mediante la aplicación de estos tres tipos resumidos de contacto entre paramentos-guía de manera global, o sea, contacto tras contacto y estancia tras estancia, obtuvimos una primera planta con una lectura completa.
La imposibilidad de efectuar un picado arqueológico de sus muros , nos llevó a dar un salto metodológico hacia el siguiente paso: la identificación de las “divisiones edilicias generales”, la cual consistió en rellenar sobre una planta con las unidades paramentales guía aquellos componentes fundamentales del muro⁷: ladrillo, piedra, mixtos… caracterizando cada uno con una trama distinta. El estudio de adosamientos e identificación de fábricas esenciales lo combinamos con una primera batería de analítica de materiales, estableciendo las primeras hipótesis de trabajo.
Una segunda fase, efectuada en los años 2011-2012, se correspondió con las actuaciones que formaban parte de la investigación propiamente dicha, estando por tanto sujetas a todo tipo de consideraciones estratégicas vinculadas a lo observado en la anterior fase de estudios previos. Es decir, en este punto del análisis ya resultó posible reconocer qué muros eran prioritarios y cuáles no, o qué zonas debían centrar nuestra atención. Con estos aspectos ya superados, pudimos acometer los estudios paramentales, divididos en dos enfoques diferentes, uno de tipo estratigráfico o evolutivo y otro tipológico-constructivo en las zonas de especial interés. Los análisis estratigráficos se acometieron sobre los paramentos seleccionados (secciones A-A´, B-B´, C-C´, D-D´, E-E´) siguiendo el sistema Harris simplificado en cuanto a las relaciones entre unidades, relacionándolas por bloques con tramas aplicadas a una misma “fase” constructiva, no necesariamente cronológica. Los estudios constructivos (tanto constructivos como cronotipológicos⁸ ) estuvieron presentes desde las primeras fases de trabajo, estableciendo, mediante una simbología basada en Doglioni (1988) las relaciones físicas más importantes (rupturas, erosiones, adosamientos, grietas, etc.) para los primeros y un código tipológico creado a tal efecto para los segundos (tipos de aparejo, vanos, enlucidos y añadidos). Los datos extraídos entonces sirvieron para generar una secuencia arqueológica de carácter provisional, la cual sería posteriormente contrastada con una nueva batería de analíticas, esta vez tomadas en aquellos puntos de compleja adscripción cronológica.
Por último, se formalizó una tercera fase en el año 2013 coincidiendo con las actuaciones finales del proceso de rehabilitación, incorporando los datos relativos al estudio de las secciones (F-F´, G-G´, H-H´), así como de las analíticas de materiales. En este sentido los resultados de las dataciones fueron concluyentes a la hora de despejar las dudas que veníamos acumulando respecto a fases anteriores, obteniendo una secuencia nítida a la par que coherente con el discurso evolutivo general plasmado en los diferentes trabajos arqueológicos.
11.3. El proceso de investigación
Continuando con nuestro discurso diacrónico, procede dar cuenta de la evolución interpretativa sufrida durante el proceso de investigación dados los condicionantes con los que nos encontramos en el desarrollo de nuestro protocolo de actuación. En este sentido, los resultados obtenidos tras finalizar los estudios previos (2009) nos permitieron establecer la primera hipótesis de trabajo (Figura 2), la cual apuntaba en la dirección de una serie de obras en el contexto de una edificación de carácter defensivo, cuya secuencia evolutiva abarcaba desde el periodo altoimperial hasta momentos correspondientes a la etapa bajomedieval. Dichas obras tenían su justificación en la necesidad de proteger y cerrar el enclave en su punto más vulnerable, donde el istmo se torna más angosto, así como acentuar el carácter defensivo de la estructura a través del refuerzo del sistema de acceso y de sus elementos formales, como bóvedas y arcos.
Estas consideraciones derivadas del análisis estratigráfico fueron completadas con una batería de analíticas. Para ello se tomaron tres muestras de mortero (dos de mampostería y una de fábrica) las cuales fueron caracterizadas y datadas a través del carbono 14. Combinando la información de las analíticas con el estudio arqueológico obtuvimos un discurso diacrónico coherente con las tres grandes fases de la estructura defensiva (antigua tardía, califal y bajomedieval). Los resultados de la datación de la muestra Nº 1, correspondiente a la fase almohade no presentaron problemática alguna, cuadrando a la perfección con los argumentos estratigráficos, tipológicos y constructivos; las relaciones de anterioridad-posterioridad junto a la tipología (piezas cuya puesta en obra siguen una pauta acorde con el sistema métrico islámico⁹ , esto es, 26,4x13,25x3,7 cms. de media, la anchura es la mitad de la longitud, la hilada se sitúa en torno a los 3,2 dedos, etc.) reflejaban indiscutiblemente una factura almohade. Asimismo, el análisis de mortero evidenció una tradición constructiva muy en la línea del momento propuesto (de calidad media-baja si atendemos a sus propiedades físicas, es decir, niveles de porosidad altos, escasa resistencia mecánica como consecuencia de esa notable porosidad, etc.). La muestra Nº 2, correspondiente a niveles tardíos sí presentó ciertas discordancias entre análisis arqueológico y radiocarbónico. El primero propuso un horizonte altomedieval¹⁰, con fábricas que se sirven de materiales heterogéneos como mampuestos irregulares sin una tendencia definida en el que también se aprecian otros elementos como ladrillos completos y fragmentados sin ningún tipo de cadencia tomados con un mortero que, según los ensayos, siendo de mejor calidad que los otros dos analizados, presentaba ciertas similitudes con la muestra Nº 1 en cuanto a composición (porcentajes de feldespatos y micas muy parecido), por lo que podría indicar que las arenas fueron seleccionadas en el mismo lugar. Los análisis de carbono 14, sin embargo, arrojaron una fecha un poco más avanzada en el tiempo, concretamente en época emiral (819 + 35) si tomamos la fecha del carbono convencional y del 767 al 901 si seguimos la datación efectuada por el acelerador de partículas (con un nivel de confianza del 85%). En ese momento, y a tenor de las dataciones efectuadas nos inclinamos, con ciertas reservas, por la cronología que se le dio en primera instancia, es decir, altomedieval, optando por dejar abierta la cronología a falta de más datos que se extrajeran de estudios futuros. Por último, la muestra Nº 3 (F5) era otro mortero de mampostería tomado en este caso en la unidad guía 2, datada por la estratigrafía relativa dentro de la etapa califal. La técnica constructiva empleada en el contexto de esta muestra era clara al respecto, con cronotipologías bien fijadas como el arco de herradura tipo A2 cuyas variables (despiece de dovelas a la línea de la imposta, peralte del arco a un ½ de radio, etc.) apuntaban en esa dirección. El análisis de mortero mostró una calidad inferior a las otras dos, hecho a base de arenas de procedencias diferentes. El carbono 14 arrojó una fecha de 864 + 35 si atendemos a las dataciones convencionales y entre el 803 y el 977 según el acelerador de partículas (con un nivel de confianza del 95%), siendo en cualquier caso coherente con la adscripción cronológica marcada por la estratigrafía (Figura 3).
A esta primera fase de estudios le siguió el análisis paramental de los muros conservados (año 2012, secciones A-A´, B-B´, C-C´, D-D´ y E-E´), cuyo objeto fue definir usos y funciones de las diferentes estructuras documentadas. De este modo pudimos profundizar en la investigación, formulando una hipótesis evolutiva que asumía en términos generales la cronología propuesta en la fase anterior. Asimismo, una nueva batería de muestras de carbón y mortero nos permitieron seguir avanzando en el conocimiento de aquellas estructuras de dudosa adscripción cronológica. Los resultados preliminares pusieron en evidencia una posibilidad hasta el momento no contemplada relacionada con la existencia de un edificio enmascarado en el conjunto actual cuyos inicios podían remontarse al s. I.D.C. No obstante, nuestros argumentos estuvieron mediatizados por la ausencia de un picado integral de paramentos, así como por la espera de los resultados de las dataciones radiocarbónicas, siendo por lo tanto muy cautos con la hipótesis manejada en ese estadio de la investigación. Haciendo una pequeña síntesis a modo de resumen, nuestras suspicacias acerca de un posible edificio de época imperial vino justificada por la presencia de una jamba hecha mediante sillares cuadrados y horizontales ubicada en el sector norte del conjunto (unidades 61, 72) a la que se le adosaban las estructuras con las que mantenían un contacto directo (unidades 77 y 83 respectivamente). De la misma manera, también se documentaron en la sección Sur (C-C´) diversas estructuras con un alto grado de arrasamiento correspondientes a un tipo de mampostería reforzada con mampuestos y sillarejos de factura vinculable al mismo proceso de obra. El argumento estratigráfico encontraba un apoyo en la historiografía, ya que Procopio usa el término refortificación haciendo referencia a una fortaleza construida por los romanos que más tarde sería instaurada por Justiniano. Sin embargo, no resultaba nada coherente con los resultados de las intervenciones arqueológicas realizadas hasta el momento, las cuales vinculaban las estructuras documentadas con una zona de uso industrial para la producción de pescados y otras actividades hasta fechas avanzadas (siglos IV-V d.C.).
También pudimos contar con los datos extraídos de la caracterización del mortero empleado en la fabricación de la jamba 61, el cual respondía a un tipo de dosificación 1:2 (relación de la proporción cal-arena en peso empleadas en su fabricación) que presentaba bastante similitud con los morteros de mampostería fechados inicialmente por la estratigrafía en la fase tardoantigua. Ambas presentaban un índice de porosidad bajo, lo que se traduce junto con el estudio mineralógico y de resistencia mecánica en los dos morteros caracterizados de más calidad. Dichos datos no pudieron ofrecernos certezas en cuanto a cronologías, por lo que, sumado a la falta de conexión con las excavaciones, decidimos manejar dicha información con una cierta dosis de prudencia.
Para la fase tardoantigua propusimos una formalización del espacio materializado en las primeras alineaciones murarias con orientación Norte-Sur pertenecientes a la muralla de la ciudad, cerrando el istmo. En este sentido, planteamos la posibilidad de la perduración del edificio imperial. Dichas alineaciones presentan adosamientos en varios puntos, contactando con el pilar perteneciente a la fase interpretada como romana por su lado septentrional (unidad 61) así como en la zona inferior del alzado oriental, en contacto con la fase más antigua documentada. La fase siguiente, considerada en esos momentos como altomedieval-bizantina, vino marcada por la cota de uso documentada en el alzado Este, consistente en un posible pavimento hecho a base de lajas de pizarra. Como consecuencia, interpretamos a través del análisis varias reparaciones de la masa muraria perdida a través de muros de mampostería careada irregular en un intento de reproducir de manera similar la fábrica anterior (unidad 25, alzado Oeste; unidades 77 y 83, alzado Este; unidades 110 y 122, alzado Sur). Asimismo, detectamos la configuración de nuevos espacios, otorgando al posible edificio una fisonomía diferente. Los últimos cambios los detectamos en el sector meridional, donde documentamos en el muro Sur la apertura de un vano de acceso (unidad 115) a un pequeño habitáculo definido por nuevas alineaciones cuyos restos fueron identificados con las unidades 105 y 106. En época islámica el edificio sufriría una serie de operaciones afectando considerablemente al sector occidental del conjunto. En este sentido concluimos con la posibilidad de la perduración de la mayor parte de las estructuras previas mientras que el Oeste sería objeto de una batería de reparaciones en su masa arquitectónica, así como de una serie de ampliaciones de gran entidad. En este sentido, en la etapa califal advertimos un engrosamiento de los muros, así como la conformación de nuevas alineaciones culminando en la construcción de una puerta de ingreso al conjunto. En este caso, la cronología esgrimida por la estratigrafía cuadró tanto con los análisis de C14 realizados en 2009 (F5) como con la cronotipología (arco de herradura y aparejo de cantería isódoma de época califal), conformando una estructura en la línea de las grandes obras cordobesas. Para la fase almohade centramos la atención en la significativa intervención consistente fundamentalmente en la reposición de la mayor parte de las cubiertas del edificio, así como una reorganización de los espacios precedentes. Se llevó a cabo por tanto una reconstrucción de los arcos primitivos (unidades 36 y 43) por un lado, y por otro, se dotó a la habitación principal de una gran bóveda baída sobre pechinas, que, junto con el recrecido de los muros mediante fábricas mixtas de mampostería entre verdugadas de ladrillo, completaban el expediente constructivo. En cuanto a la reorganización de los espacios detectamos un cegamiento de la pequeña habitación interpretada como un cuerpo de guardia a través de un muro que vino a cerrar la estancia, quedando en desuso. Asimismo, al Sur, interpretamos que la estancia conformada en época bizantina (H-I) evolucionaría a dos espacios bien definidos a través del muro 101. El resto de las transformaciones operadas en época califal seguirían manteniéndose (cubiertas, murallas, puerta de acceso). Al igual que para la fase califal, los resultados de las dataciones radiocarbónicas realizadas en 2009 satisficieron las interpretaciones realizadas tanto por la estratigrafía como por las tipologías constructivas, no quedando dudas al respecto en cuanto a su adscripción cronológica.
Durante la fase moderna, interpretamos que se produjeron grandes transformaciones no tanto a nivel estructural como conceptual, ideológico. En este sentido el uso que hasta el momento se le había dado a la fortificación como acceso monumental a la ciudad lo pierde por completo a juzgar por el cegamiento de la portada primitiva en primera instancia y más tarde la califal, a través de un macizado que engrosa los muros y los eleva hasta las dimensiones que podemos observar hoy en día. Como contrapartida, se ejecutó una nueva subida de cotas a la vez que se generaron aperturas como la realizada en el lienzo Oeste (unidad 35) o las otras tres que se documentan en el lienzo Oriental, a través de vanos rebajados en algunos casos y en otros con roscas trapezoidales de ladrillo, como el que detectamos en el único acceso al interior que ha quedado. Una de estas aperturas que se ejecutaron entonces fue para reactivar el uso del cuerpo de guardia que fue cegado en la fase almohade, siendo el resto de época moderna. La última fase que documentamos en el 2012 la relacionamos con etapas recientes cuyas operaciones se efectuaron en su totalidad en el frente Este del conjunto. Fueron interpretadas como operaciones sin demasiada entidad a nivel estructural, tan sólo refacciones producto de pérdidas superficiales de masa muraria, así como el cegamiento en algunas de las aperturas realizadas en la fase portuguesa, como el vano localizado en la estancia I (Figura 4).
Fig. 4. Planta general de evolución con las fases detectadas durante la campaña 2012.
11.4. Síntesis del estudio de paramentos. Analíticas y resultados
La fase efectuada en el año 2013 puso punto final a nuestra investigación, incorporando los nuevos resultados de las dataciones de materiales a la discusión interpretativa del conjunto monumental, así como del estudio cronotipológico definitivo. Ésta nos permitió establecer una secuencia evolutiva final compuesta por un total de 7 fases cronológicas, asumiendo parcialmente el discurso anterior (Figura 5):
11.4.1. Fase 1. Imperial (ss. I-II d.C.)
Como acabamos de referir, la problemática que quedó inconclusa en la campaña del año 2012 se centraba en la más que dudosa adscripción de las estructuras en alzado definidas con las unidades 61 y 72, que interpretábamos como una jamba hecha mediante sillares cuadrados y horizontales ubicada en el sector norte del conjunto, sobre la que se le adosaban estructuras que consideramos posteriores (unidades 77 y 83). Las intervenciones arqueológicas aportaban una información en cuanto a función de las estructuras excavadas, relaciones entre ellas y uso de los espacios difícilmente compatible con la interpretación que hacíamos de lo elevado, que pueden resumirse del siguiente modo (Fernández, Tomassetti y Suárez, 2014):
Fig. 5. Secuencia final generada tras la última fase de investigación en el año 2013.
Intervención arqueológica año 2003 (Sondeo A): Restos definidos como una estructura hidráulica circular hecha mediante mampostería y tégulas, enlucida al interior y abastecida a través de una atarjea. Cronología: s. III d.C.
Intervención arqueológica año 2005 (Sondeos A-B): Restos que abarcan los siglos I al III d.C, materializados en una fosa de planta alargada y excavada directamente sobre tierra virgen que tuvo un uso como basurero a mediados del s. I d.C. Fue colmatado un poco más adelante por vertidos antrópicos de una potencia aproximada de un metro, donde se insertarían las estructuras posteriores. Asimismo, también se documentó la presencia de un suelo de tierra apisonada y un desagüe que se relacionaba con la pileta de planta circular documentada en la intervención anterior. Dicha estructura fue colmatada en el s. III d.C. por rellenos cuyos materiales arrojaban una cronología del s. IV. d.C.
Intervención arqueológica año 2008 (ampliación del sondeo A): Restos de un horno relacionado con la industria alfarera cuyo hallazgo de desechos de producción de ánforas Dressel 7/11 permitieron plantear la hipótesis de la presencia de una fligina en uso durante la época flavia.
Intervención arqueológica año 2009 (sondeo ámbito “B”, cata bajo bóveda 7): Restos de época romana tardía y depósitos de época romana-imperial (s. I d.C.), destacando el hallazgo de fosas empleadas para la limpieza de atunes.
Intervención arqueológica año 2012 (mitad septentrional de la cata 2, frente a la Puerta Califal): niveles romanos de función indeterminada cuya cronología se sitúa entre los ss. I y II d.C.
Intervención arqueológica año 2012 (testigo sala B): Restos documentados relacionables con niveles entre la segunda mitad del s. I y el s. II d.C., excavados en 2005, así como con la pileta de salazón excavada en 2003, fechada entre los siglos II y III d.C.
Intervención arqueológica año 2012 (sala J): Los restos que se vinculan a esta fase se definen como fosas cuya adscripción resulta confusa, así como una estructura formada por mampuestos trabados con mortero de cal y arena igualmente de difícil adscripción cronológica debido a relaciones físicas de dudosa interpretación.
En resumen, los restos hallados en las diferentes actuaciones arqueológicas no concordaban con nuestra interpretación, poniendo de manifiesto la existencia de una potente zona dedicada al procesado de productos marinos, con una cronología que parte del s. I d.C. y continúa hasta fechas avanzadas (ss. IV-V), momento en el que se produce su anulación (muestra de ello es la pileta documentada en la excavación de 2003, cuya colmatación está formada por materiales fechados en el s. IV). Nos quedaba pues por emplear la herramienta de las analíticas mediante dataciones de materiales, cuyo informe definitivo lo obtuvimos en estos momentos (Figuras 6 y 7).
En este sentido, y como podemos observar en la tabla, hay tres muestras seleccionadas que fueron inicialmente datadas en época romana-imperial (muestra 6-unidad 61, y muestra 12 y 13 - unidad 72). Los resultados han sido concluyentes, definiendo para ambas estructuras un horizonte cronológico posterior, esto es, entre los periodos tardoantiguo y tardío final respectivamente (entre el 335 al 469 d.C. para la unidad 61, con un 82% de probabilidad, mientras que las dos muestras tomadas para la unidad 72 arrojaron con más de un 90% de probabilidad una cronología entre el 764 al 894 d.C. y el 533 al 647 d.C.).
Figs. 6 y 7. Resultado final de las analíticas. Los números de unidad 142, 143 y 144 son los que recibieron las muestras de materiales tomadas en la última campaña. En esa ocasión se prefirió no asociarlas a los muros ya definidos como se hizo en fases anteriores por simple precaución, con el objeto de no incurrir en posibles confusiones cronológicas. Una vez obtenidos los resultados pudimos comprobar que la muestra numerada en principio como la 142 a y b se correspondía con la UE. 62; la muestra número 143 se asociaba a la unidad 48 y la número 144 a la unidad 55.
Fig. 8. Clasificación cronotipológica de la fase imperial.
La consecuencia respecto al estudio paramental inicial fue la de reinterpretar la información de las estructuras que considerábamos como imperiales a la luz de los nuevos resultados, concluyendo que durante los ss. I-II d.C. no había indicios de ningún edificio de carácter monumental en la zona objeto de estudio. En cambio, sí que podíamos hablar con bastante seguridad, a tenor de los resultados de las excavaciones, de un enclave vinculado al comercio pesquero y de salazones, justificado por la presencia de infraestructuras dedicadas a ese menester. En este sentido, las únicas unidades que mantuvimos como imperiales en nuestro estudio fueron las 113 y 114 (sección C-C´), así como la 86 (sección D-D´), que vinculamos a la factoría imperial¹¹, trasladando el resto de las unidades consideradas inicialmente como imperiales a una fase inmediatamente posterior.
El análisis cronotipológico permitió la caracterización de la única fábrica detectada en alzado de este periodo, correspondiente a un aparejo de mampostería de mediano tamaño alternada con sillares tomados con mortero de cal, cuya función sería la de actuar a modo de cadenas, reforzando la estructura. Fue tipificada con el código II.19 (Figura 8).
11.4.2. Fases 2 y 3. Tardoantiguo final I y II (ss. VI-VIII)
El consecuente reajuste cronológico de la fase imperial ocasionó, por extensión, la reinterpretación de la fase inmediatamente posterior. En este sentido, considerábamos en un principio que durante las fases tardoantigua y altomedieval las estructuras correspondientes a la puerta imperial se formalizaban mediante potentes alineaciones murarias con orientación Norte-Sur que correspondían a las murallas de la ciudad, cerrando el istmo, a la par que se iban configurando nuevos espacios. En paralelo, las actuaciones arqueológicas arrojaron los siguientes resultados:
Intervención arqueológica año 2003: En el documento que hemos podido consultar se nombra la cerca Altomedieval, especificando su trazado y dimensiones. Asimismo, se hace alusión al estudio de las construcciones vinculadas a la misma, alcanzado los niveles de cimentación.
Intervención arqueológica año 2005 (sondeos A-B): Restos de estructuras datadas en el periodo Altomedieval, identificadas como suelos de grava y mortero de cal.
Intervención arqueológica año 2008 (sondeo C): Se documentan restos paralelos y previos sobre los que se adosa el macizado de la muralla califal.
Intervención arqueológica año 2012 (mitad septentrional de la cata 2, frente a la Puerta Califal): En el sector G del sector A se identificaron diversas estructuras correspondientes a dos muros que se unían haciendo esquina, así como un pavimento, marcando la cota de uso. Tenían relación de anterioridad respecto a la muralla califal, adscribiéndoles una fase tardoantigua, cuadrando por tanto con nuestra interpretación.
Intervención arqueológica año 2012 (sala J): Restos de una serie de estructuras de adscripción confusa, encuadrándolas con muchas reservas dentro de una fase Altomedieval al ser inmediatamente anteriores a la fase bajomedieval y posteriores a la fase romana. Se plantea la posibilidad de relacionarla con la unidad 89 de nuestro estudio, de fábrica similar.
Los resultados de los estudios aportaban más incertidumbres que certezas, por lo que se tomaron varias muestras de materiales correspondientes a las unidades 29 y 62 (consideradas inicialmente como niveles tardíos) a fin de ajustar cronologías. Los resultados, al igual que para la fase anterior, fueron igualmente concluyentes, arrojando para las tres muestras seleccionadas la misma horquilla cronológica, esto es, entre los siglos VI y VII, situando dichas estructuras en un horizonte final de la Tardoantigüedad (la unidad 29 arrojó con un 100% de probabilidades una cronología de entre el año 563 y el 653 d.C., mientras que las dos muestras tomadas para la unidad 62 fueron fechadas, también con el 100% de probabilidades entre los años 581 al 668 d.C. y 596 al 678 d.C.). Asimismo, hay que añadir a la interpretación de esta fase las estructuras 61 y 72, también adscritas según las dataciones a este período, sin olvidar la unidad 25 (alzado Oeste), cuya datación ya fue efectuada en el año 2009, arrojando una cronología igualmente vinculable a este periodo tardío final (767 al 901d.C., con un 85% de probabilidades).
Analizadas y comentadas todas las variables contempladas en la investigación (estas son, estratigrafía en alzado, en subsuelo y dataciones), pudimos proceder a su reinterpretación. En este sentido, la fase que en origen considerábamos como tardoantigua debíamos mantenerla dentro del mismo periodo, pero en una fase ya tardía, es decir, tardoantigua final, abarcando los ss. VI al VIII. Asimismo, las unidades que anteriormente definíamos como la jamba 61 y 72 debíamos incluirla en este mismo periodo, haciendo notar que, la unidad 62 estaba asociada a la jamba de sillares 72, tratándose por tanto de una misma operación constructiva ejecutada en un mismo periodo cronológico. La conclusión que podemos sacar, por tanto, es que durante esta etapa tuvo lugar la construcción de un edificio que terminaba de anular por completo la factoría pesquera documentada en la fase imperial, construyendo en su lugar una potente torre de control mediante muros de tres hojas rellenos de piedra de medianas dimensiones. Dicho edificio, sin perder su función, sufriría una reforma importante en un momento posterior, pero igualmente encuadrable en el horizonte final de la Tardoantigüedad. La masa muraria perdida se recompondría a través de muros de mampostería careada irregular en un intento de reproducir de manera similar la fábrica anterior. Dichas reformas se observan con absoluta claridad en las secciones F-F´y G-G´, donde pudimos observar con claridad cómo el muro 62, provisto de su enlucido original (unidad 147) es envuelto por el adosamiento que ejerce el muro 77, datado en época tardía final. Asimismo, coincidiendo con nuestra interpretación de la campaña 2012, detectamos la configuración de nuevos espacios. En este sentido, las alineaciones murarias que se intuyeron en el sector nororiental del conjunto, conformaban una especie de cubículo que bien podría corresponderse con un cuerpo de guardia. De la misma manera documentamos en el muro Sur la apertura de un vano de acceso (unidad 115) a un pequeño habitáculo definido por nuevas alineaciones cuyos restos fueron identificados con las unidades 105 y 106.
En definitiva, los restos adscritos a esta fase rompen las canalizaciones y demás infraestructuras vinculadas a la factoría imperial previa, construyéndose en su lugar un puesto de control de la zona, salvaguardando el istmo, el cual sería reforzado en una fase inmediatamente posterior. Las diferentes interfacies y cambios de fábrica no tienen por qué evidenciar saltos cronológicos, sino más bien distintas operaciones constructivas dentro de un mismo periodo que bien puede abarcar una horquilla cronológica de casi tres siglos (VI-VIII).
Fig. 9. Clasificación cronotipológica de las fases tardoantiguas final I y II.
Ambos tipos (II.5a y II.8) se corresponderían con el segundo momento de la fase tardía final, fruto de diversas reparaciones, así como de la adecuación del recinto a nuevos espacios (Figura 9).
11.4.3. Fase 4. Califal (s. X)
Confirmamos la interpretación realizada en la fase de investigación anterior y que resumíamos en la perduración de las estructuras previas al Este, mientras que al Oeste se produciría la primera gran ampliación de entidad, rompiendo la fisonomía del edificio original. Dicha ampliación estaba justificada por la presencia de un muro hecho mediante piedra irregular isódoma y diatónica dispuesta a soga y tizón que se adosaba al muro tardoantiguo final, así como la conformación de nuevas alineaciones, culminando en la construcción de una puerta con arco de herradura califal, que vino a duplicar el sistema de acceso ya existente en la Fase 2 generando un acceso en recodo. Los datos extraídos de la intervención arqueológica en subsuelo efectuada en el año 2012 aportaron datos muy reveladores que vinieron a completar el conocimiento que se tiene de la misma respecto a actuaciones anteriores, como el expolio que sufre el muro omeya debido a que muy posiblemente la puerta estuviera funcionando hasta la remodelación de la fortificación en periodo renacentista, o la cota de uso del edificio en época portuguesa a partir del hallazgo de un pavimento de piedra a la cota 13,04 msnm, coincidiendo con el nivel al que se encontraría el umbral de acceso (Fernández, Tomassetti y Suárez, 2014, p. 27).
Asimismo, la cronología esgrimida por la estratigrafía concordó desde el principio con los análisis de materiales realizados en 2009 arrojando una cronología situada entre los años 803 y 977 d.C. con un porcentaje de probabilidad del 95%, claramente vinculable al periodo califal (muestra F-5). No obstante, aprovechamos la posibilidad que se nos brindó en 2013 para volver a tomar muestras de material en algunos puntos de la obra califal, extrayendo dos muestras, la M10 y M11, estando la primera en relación con la bóveda de cañón 48 y la segunda correspondiente al arco califal. Los resultados constataron la investigación de las campañas previas, ubicando ambas muestras en un horizonte claramente califal (la muestra M10-unidad 48 arrojó con un 99% de probabilidades unas fechas situadas entre los años 871 y 1017 d.C., mientras que la horquilla cronológica para la muestra M11 encajó también con un 99% de probabilidades entre los años 878 y 1021 d.C.).
La caracterización de sus fábricas mediante la cronotipología tampoco arrojó dudas al respecto, encontrándonos con un claro expediente constructivo de tipología omeya y aparejo califal de espesor macizo y cantería isódoma diatónica irregular de un pie de altura como tónica general (Figura 10). Se compone de tizones en grupos sobre todo de a tres (con un ancho entre medio y dos tercios de pie), alternados con sogas de aproximadamente tres pies de longitud. Los bloques se traban a juntas vivas si bien están tomados con una lechada de mortero de cal muy fina, casi imperceptible. Se trata de una evolución de las sillerías de soga y tizón de época emiral, consistente en el empleo de un sillar más esbelto que se apareja mediante una soga combinada con dos o tres tizones preferentemente. Será empleada de forma sistemática en las obras oficiales cordobesas. Paralelos de dicha fábrica se asocian con la edilicia más representativa de las etapas centrales del califato, en época de Abd al-Raḥmān III y al-Ḥakam II. No solo estarían presentes en edificios como la mezquita aljama de Córdoba o la ciudad palatina de Madīnat al-Zahrā’, sino que también sobresalen en las fortificaciones erigidas en la zona del estrecho de Gibraltar durante el conflicto con el califato fatimí de Ifriqiya, como sucede con el castillo de Tarifa, las atarazanas de Algeciras o la alcazaba de Tánger (Hita, Suárez y Villada, 2008; Villada y Gurriarán, 2013). Los análisis arqueométricos denotan la procedencia alóctona de la piedra calcarenita bioclástica empleada para labrar los sillares, cuyo origen habría que buscar en una cantera abierta en la isla de las Palomas de Tarifa, desde donde también se abasteció de material constructivo a la mayoría de esas fortificaciones omeyas del Estrecho (Gurriarán y Villada, en 2019)¹².
11.4.4. Fase 5. Almohade (ss. XII-XIII)
Tampoco tenemos que hacer ningún cuestionamiento sobre la interpretación de la fase almohade, la cual quedó resuelta en la campaña 2012. En este sentido, remarcábamos la intervención llevada a cabo a nivel de reposición de su sistema de cubierta previos, reconstruyendo sus arcos primitivos por otros cuya cronología se adscriben a este periodo (unidades 36 y 43). Asimismo, la estancia principal sería en este momento coronada por una gran bóveda baída sobre pechinas, que, junto con el recrecido de los muros mediante fábricas mixtas de mampostería entre verdugadas de ladrillo vendrán a completar el expediente constructivo. La cota de uso para esta fase parece la misma que durante la fase califal, al menos así se apunta en el informe arqueológico del año 2012, donde se documentan una serie de unidades constructivas asociadas al mismo pavimento existente desde época califal. No obstante, también se maneja de posibilidad de la existencia de un nivel de uso de época islámica materializado por la unidad 263 de su estudio (Fernández, Tomassetti y Suárez, 2014, p. 31).
En cuanto a la reorganización de los espacios detectamos un cegamiento de la pequeña habitación interpretada como un cuerpo de guardia a través de un muro que vino a cerrar la estancia, quedando en desuso. Asimismo, al Sur, interpretamos que la estancia conformada en época tardía (H-I) evolucionaría a dos espacios bien definidos a través del muro 101. El resto de las transformaciones operadas en época califal seguirían manteniéndose en uso (cubiertas, murallas, puerta de acceso).
Al igual que para la fase omeya, los resultados de las dataciones radiocarbónicas realizadas en 2009 fueron concluyentes a través de la muestra tomada en el arco de medio punto (unidad 43), arrojando una cronología situada entre los años 1118 y 1222 d.C. con un 73% de probabilidad. Esta fase es sin duda la mejor conservada de todo el conjunto, manteniendo aún sus cubiertas y zonas de paso prácticamente inalteradas. En este sentido el estudio de sus fábricas ofreció un rico repertorio constructivo, identificando hasta cinco tipos diferentes de aparejos ejecutados mediante piedra, ladrillo y fábrica mixta (Figura 11). A esta última le concedemos el mayor protagonismo, pues su estructura está destinada a recoger las diferentes bóvedas, así como configurar el sistema de roscas y pechinas que actualmente conforman la mayor parte de la masa arquitectónica que podemos observar. Está realizado a base de mampuestos entre verdugadas de ladrillo de color rojizo en hiladas de dos/tres dispuestos a soga y tizón irregular de llaga ancha. Las piezas están tomadas con mortero de cal con abundantes nódulos calizos. Su factura es de buena calidad a juzgar por la solución que se otorga a la terminación de sus muros (con solape
Fig. 11. Clasificación cronotipológica de la fase almohade.
El ladrillo también tiene un peso importante en el edificio almohade, no tanto en sus muros (ya que se emplearán a modo de emparchados de reparación de la fábrica mixta), sino en la ejecución de su sistema de cubiertas y pasos. En este sentido, la más vistosa por su envergadura y dimensiones es la que corona la estancia principal. Es una bóveda baída tipo B2 sobre pechinas hecha a base de ladrillos aparejados a soga y tizón. Los ladrillos son de pasta rojiza y están tomados con mortero rico en cal con abundantes nódulos calizos. La disposición de los ladrillos comienza por los ángulos que forman los arcos, volando las hiladas y cerrando cada rosca cuando quedan terminados dichos arcos. El otro tipo codificado es la bóveda de cañón tipo B1. Hemos identificado tres, situadas en las estancias ubicadas al Sur (I, H) y Norte respectivamente (B). El tipo del ladrillo en los tres casos es el mismo que se emplea para esta etapa, es decir, de color rojizo, tomados con mortero rico en cal con abundantes nódulos calizos y ripios en sus intersticios. El aparejo varía según la bóveda a la que estemos haciendo referencia, siendo a tizón la que se corresponde con la UE. 40 y a soga la de la UE. 14. En la estancia I (UE. 8) no se aprecia el tipo de aparejo debido a la escasa visibilidad que permite sus revestimientos originales.
Los pasos se resuelven a través de arcos de medio punto y ligeramente apuntados con roscas de ladrillo de pie y medio tipo A11 y A1 respectivamente. Los primeros se localizan en las estancias ubicadas al Sur del conjunto (E-A y E-G respectivamente) mientras que los segundos, más abundantes, se reparten entre la estancia principal y la D. Sus roscas están aparejados a soga y tizón con abundante mortero de cal, expediente que concuerda con la misma tipología de ladrillos empleados para la construcción de los muros, bóvedas y parches documentados en la fase bajomedieval, es decir, ladrillos rojizos con medidas en torno a 26x13x3,5 cm.
Por último, y de forma casi anecdótica pero igualmente tipificable resulta la aparición de un tipo de aparejo pétreo subhorizontal irregular tipo II.1.a, ejecutado mediante mampostería irregular careada con ripios e hiladas poco regulares, tomados con mortero de cal de color blanquecido. Lo identificamos en la estancia A, sección Oeste, reparando una ruptura superficial del muro previo.
11.4.5. Fase 6. Moderno (s. XVI)
Sobre la fase moderna existe una amplia documentación recopilada desde el inicio de las actuaciones en la Puerta Califal en 2003, cuyas estructuras excavadas son descritas minuciosamente en el informe arqueológico del año 2012, dividiendo a su vez esta fase en tres subfases (donde se va detallando el proceso constructivo desde el acondicionamiento de la muralla previa hasta su amortización por las estructuras de renacentista). No vamos a insistir por tanto más en esta cuestión. En este sentido el uso que hasta ese momento se le había dado a la fortificación como acceso monumental a la ciudad lo pierde por completo a juzgar por el empleo que se le da a la muralla de época califal, a modo de encofrado perdido, para darle más grosor de acuerdo con las necesidades defensivas provocada por el avance en la potencia de fuego de la artillería (Fernández, Tomassetti y Suárez, 2014, p. 7). Por otro lado, se ejecutó una nueva subida de cotas a la vez que se generaron aperturas como la realizada en el lienzo Oeste (unidad 35) o las otras tres que se documentan en el lienzo Oriental, a través de vanos rebajados en algunos casos y en otros con roscas trapezoidales de ladrillo, como el que detectamos en el único acceso al interior que ha quedado. Una de las aperturas ejecutadas entonces fue para reactivar el uso del cuerpo de guardia que fue cegado en la fase almohade, siendo el resto de época moderna.
El repertorio de fábricas identificadas está en perfecta consonancia con los procesos evolutivos que se advierten en el edificio (Figura 12). En este sentido, para la reforma de la puerta tardía que originalmente se encontraba en el alzado Este del conjunto se empleó una fábrica de mampuestos alternando ladrillos y sillarejos, sin alineamiento tipo II.9, empleando abundante mortero de cal como trabazón. Por otro lado, también detectamos para la reforma portuguesa un tipo de aparejo irregular pero asociado a esta fase. Se emplea para dos operaciones diferentes. En este sentido, la documentada en el alzado Sur se utilizó para la apertura del vano UE.118, mientras que la fábrica detectada en el alzado Este (visible desde las secciones B-F-G) se empleó para reparar la ruptura del muro tardío y su forro como consecuencia de la introducción de la puerta moderna (unidad 70). Esta reforma también alteró los sistemas de paso, introduciendo vanos cuya tipología hemos podido clasificar en dos: el tipo A7 (rebajados al exterior y adintelados al interior con roscas de más de 0,30 m., situados tanto en la estancia principal como en la ubicada al Sur, secciones E-G) y el tipo A3 rebajados carentes de rosca. Están localizados en los alzados Este (unidad 70, actualmente cegado) y Sur (unidad 130).
11.4.6. Fase 7. Actividades recientes (s. XX)
La última fase que identificamos en nuestro estudio parietal la relacionamos con etapas recientes cuyas operaciones se efectuaron en su totalidad en el frente Este del conjunto. Fueron interpretadas como operaciones sin demasiada entidad a nivel estructural, tan sólo refacciones producto de pérdidas superficiales de masa muraria, así como el cegamiento en algunas de las aperturas realizadas en la fase portuguesa, como el vano localizado en la estancia I.
Las fábricas tipificadas son por tanto emparchados irregulares efectuados en mampostería, como el tipo II.5b, con abundantes intrusiones de esquirlas en sus intersticios e hiladas poco regulares visible en el alzado Este (UE. 97) o los cegamientos de ladrillo per costa tipo I.11 de los vanos 108 y 109 (alzado Este) como resultado posiblemente de la adecuación del Conjunto Monumental al complejo que se erige en la actualidad como Parador de la ciudad (Figura 13).
Fig. 13. Clasificación cronotipológica de las actividades recientes.
11.5. Conclusiones
El análisis de paramentos efectuado para el estudio de la Puerta Califal de Ceuta mostró, tras tres campañas de investigación, un discurso evolutivo completo y coherente con los argumentos esgrimidos por los diferentes equipos multidisciplinares que han operado en el edificio desde el inicio de su recuperación. Debemos subrayar la complejidad que encerraban las estructuras del conjunto en cuanto a preexistencias, superposiciones y usos, siendo el objetivo principal del estudio la elaboración de una propuesta evolutiva “a ciegas” y en paralelo al resto de las actuaciones, estando por lo tanto exenta de cualquier condicionamiento lógico que supusiera tener un conocimiento previo del edificio. En todo el proceso de estudio fue providencial la toma de muestras de materiales, cuestión especialmente importante en este caso para asegurar cronologías, formalizando una propuesta evolutiva final.
El modelo que se plantea parte de un edificio erigido en la fase final de la Tardoantigüedad (ss. VI-VIII), a modo de torre de control, cortando y superponiéndose a los niveles previos datados en época romana imperial y que se corresponden casi con toda seguridad con un espacio dedicado al procesado y tratamiento de productos pesqueros. Dicho edificio sería reparado en una etapa posterior, pero igualmente encuadrable en la misma horquilla cronológica, alterando en su mayoría los frentes Sur y Este, respectivamente. Ya en la Edad Media, en la fase califal se añadieron nuevos espacios y cubiertas, cuya principal novedad fue la de ubicar una puerta en recodo en el sector Oeste de la fortificación. La operación cordobesa se ejecutó manteniendo el edificio primitivo, que fue forrado al exterior por una potente hoja de sillares. Por su parte, la fase almohade estuvo marcada por una reorganización de las cubiertas y de ciertos espacios, reaprovechando algunos en función de sus necesidades y anulando otros. Por último, el edificio fue objeto de un macizado completo de sus estructuras durante la etapa portuguesa renacentista, que terminó anulando por completo y definitivamente su acceso original para el que fue concebido el espacio desde un principio. Por lo demás, se llevaron a cabo pequeñas operaciones materializadas en nuevas aperturas, así como refacciones de escasa entidad a nivel estructural, adquiriendo el aspecto que se conserva en la actualidad.
El análisis cronotipológico vino a completar el conocimiento generado por la herramienta estratigráfica, obteniendo una clasificación de hasta 16 tipologías diferentes de fábricas, 3 de cubiertas, 5 de vanos y 5 de enlucidos. En este sentido, la piedra, será la protagonista de las primeras fases de ocupación (ss. I a.C. a X. d.C.) documentándose muros de mampostería reforzada para la etapa romana imperial, seguidas de dos tipos de fábricas de mampostería de mediano tamaño para las dos fases tardías, las cuales hemos diferenciado en función de su disposición (la primera tiene cierta tendencia a la horizontalidad mientras que la segunda es irregular con relleno de esquirlas en sus intersticios). Las únicas cimentaciones posibles responden a fábricas de mampostería irregular, fechadas en las fases tardoantigua final I y II respectivamente. Se observan con seguridad en un punto (zapata en resalte localizada en el alzado Este, UE. 64). Para la fase califal detectada en los muros hallados al Norte del conjunto se emplean muros de piedra isódoma y diatónica irregular, aparejados mediante sogas alternadas con grupos de tres tizones principalmente. La sillería escuadrada empleada en esos paños cordobeses será excepcional por su calidad y nos remitirá a lo más representativo de las obras oficiales de los califas, seguramente con la participación de especialistas enviados desde Córdoba (Gurriarán, 2018). Finalmente, los parches con mampuesto menudo y relleno de esquirlas completarán el proceso constructivo de la piedra, fechado en fases recientes.
A partir de la fase almohade las transformaciones fueron sustanciales, pues las fábricas de sillares, sillarejos y mamposterías se sustituyeron por nuevas estructuras, caracterizadas por el empleo de una fábrica mixta hecha a base de verdugadas de ladrillo alternadas con mampuestos de mediano y pequeño tamaño, sustituyendo en su totalidad alzados y cubiertas de etapas previas. Tanto por el material, tipo de aparejo como por la concordancia entre muros y sistemas de cubiertas, no cabe duda de que nos encontramos ante una única operación constructiva realizada mediante mampostería alterna con ladrillos dispuestos en verdugadas de a dos o tres, de claro formato almohade si atendemos a los resultados arrojados por la mensiocronología. El ladrillo como fábrica independiente carece de protagonismo a nivel constructivo, detectándose de forma puntual y a modo de parches tanto en su versión aparejada a soga y tizón como tabicada o irregular, empleándose indistintamente desde época almohade hasta las fases más recientes.
Las fases almohade y califal son las que aún conservan sus cubiertas originales, habiendo sustituido a las de fases previas. En este sentido, la primera es la que domina y distribuye los espacios en altura, coronando la estancia principal una gran bóveda baída sobre pechinas, hecha a base de ladrillos aparejados a soga y tizón. A ésta le sigue la bóveda de cañón localizada en diversos puntos del conjunto, de la que participan sendos vanos de medio punto ligeramente apuntados con roscas de ladrillo de pie y medio. Esta tipología de cubiertas se enriquece con la documentada en las estancias localizadas al norte del conjunto. En este caso, se han conservado las de la fase cordobesa, compuestas por una bóveda de medio cañón y otra de arista, junto a un arco de herradura cuya rosca excéntrica y composición general remiten a los característicos modelos califales. Los restantes vanos documentados responden a etapas cronológicamente más recientes; los datados para época moderna son rebajados al exterior y adintelados al interior mientras que los detectados en la última fase son simples vanos rebajados sin ningún tipo de complicación.
Completan el fichero tipológico cinco tipos de revestimientos, los cuales responden a cinco fases diferentes (desde la fase tardoantigua hasta época moderna). Son todos enlucidos simples hechos a base de cal de distintos grosores que hemos interpretado como los originales, debido a su heterogeneidad en los acabados.
Anexo
(1) Investigación encargada, en tres fases sucesivas (2009, 2011, 2013) a Yamur. Arquitectura y Arqueología S.L., con el siguiente organigrama técnico: Directores: Dr. Miguel Ángel Tabales Rodríguez, arqueólogo; Dr. Pedro Gurriarán Daza, arquitecto; Cristina Vargas Lorenzo, arqueóloga. Coordinación científica: Fernando Villada Paredes, arqueólogo Ciudad Autónoma de Ceuta. Coordinación técnica: Javier Arnáiz Seco, arquitecto Ciudad Autónoma de Ceuta; Mario Valverde Valero, Construcciones Jomasa S.L. (Fase 2013). Analíticas de materiales: Universidad de Sevilla. CITUS. Laboratorio de materiales. Departamento de Construcciones Arquitectónicas (Dr. Francisco Javier Alejandre Sánchez, profesor titular de la Universidad de Sevilla y Dr. Juan Jesús Martín del Río, profesor titular de escuela universitaria). Dataciones: Centro Nacional de Aceleradores (CNA). Isla de la Cartuja. Sevilla. Planimetría base: J. A. Camino de Miguel, ingeniero técnico en topografía y J. A. Molina Muñoz, técnico en delineación. Fotogrametría y planimetría final: Natasa Ivanisevic, arquitecta. Colaboración: Salvador García Villalobos, arquitecto.
(2) Intervenciones dirigidas por Fernando Villada Paredes, arqueólogo de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
(3) Los trabajos arqueológicos fueron ejecutados por la empresa Arqueotectura S.L. bajo la coordinación científica del arqueólogo de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Fernando Villada Paredes, y la dirección facultativa del arquitecto municipal Javier Arnáiz Seco.
(4) La legislación actual en materia arqueológica en la Ciudad Autónoma de Ceuta no contempla de forma preceptiva el análisis de estructuras emergentes, por lo que no pudimos efectuar un picado arqueológico que garantizara su lectura integral. A esta cuestión se le sumaba la ejecución de las excavaciones arqueológicas de forma paralela a nuestra lectura paramental, pudiendo disponer, sólo de manera parcial, de sus resultados preliminares.
(5) El sistema de análisis de edificios también recoge el estudio del subsuelo a través de la realización de cortes en extensión, estratigráficos y prospectivos, así como del control de obras derivado de las actividades de restauración/rehabilitación. En este caso, no hemos desarrollado estas tareas al no estar contempladas en nuestra investigación.
(6) Es aconsejable la separación entre unidades guía y unidades estratigráficas, ya que con esto estamos trazando una primera hipótesis evolutiva inicial que sirve de punto de partida para obtener ciertos elementos de juicio y así enlazar inmediatamente con el estudio general posterior.
(7) Nuestro protocolo aconseja acceder a la fábrica de los muros en las zonas de unión mediante el llagueado de al menos un metro cuadrado continuado o varios puntos separados; no olvidemos que en muros pluriestratificados se da el caso de superposiciones continuas que contactan evidentemente de manera diferente con el paramento contiguo. Por ello, como objetivo sistemático, siempre que las posibilidades económicas lo contemplen, debe aspirarse a un picado arqueológico integral de la estructura.
(8) Se fundamenta en los estudios que previamente tuvieron lugar por parte de especialistas interesados en clasificar las soluciones constructivas en función de su adscripción cronológica (Lugli, 1957), métrica (Jimenez, 1982) o mensiodatación (Mannoni, 1984; Fossati, 1985), siendo PARENTI (1988) uno de los antecedentes más claros al proponer una clasificación de aparejos de ladrillo, piedra y mixto siguiendo las experiencias adquiridas que le proporcionaba su entorno más inmediato. En el caso sevillano, toda esta documentación generada se extrapoló por primera vez en edificios susceptibles de ser estudiados en profundidad, como el Cuartel del Carmen (Tabales, Pozo y Oliva, 2002), el Monasterio de San Clemente, (Tabales, 1997) o la Puerta de Córdoba de Carmona (Ojeda y Tabales, 1996), ante la necesidad de organizar una serie de patrones que permitieran una asociación cronológica a la par que una técnica edilicia, la cual se plasmó en un modelo de ficha creada para tal fin (Tabales, 2002). Actualmente se están haciendo avances en los aspectos metodológicos de este tipo de estudios, entendiéndolos siempre como análisis complementarios a los estratigráficos, los cuáles mejoran la calidad de la información en tanto que no sólo se muestra la secuencia cronológica del edificio, sino que profundizan en sus aspectos constructivos, clasificando cada una de sus soluciones dentro de un periodo concreto. En este sentido, tenemos que hacer alusión a los trabajos de QUIRÓS (1992) sobre las clasificaciones tipológicas de vanos, la defensa del concepto de técnica constructiva que hace Caballero, potenciando su significado no sólo como sinónimo de “aparejo” o de “fábrica”, sino como un ciclo productivo que comienza en la cantera y concluye en la ejecución del edificio (Caballero, 2009: 143-161), los conjuntos de tipos o “cluster” presentados por SÁNCHEZ ZUFIAURRE (2007), para la realización de tablas cronotipológicas fiables.
Fig. 2. Secuencia preliminar generada tras los primeros estudios en el edificio (año 2009).
Fig. 10. Clasificación cronotipológica de la fase califal.
Fig. 12. Clasificación cronotipológica de la fase moderna.
Estudio evolutivo definitivo de la Puerta Califal de Ceuta.
(9) Análisis realizado mediante mensiocronología, técnica consistente en la medición de elementos constructivos modulares con el objetivo de contextualizar cultural y cronológicamente las estructuras de las que forman parte, usando para ello la herramienta de la estadística descriptiva (Jiménez, 2009, p. 130-153).
(10) El estudio previo realizado en 2009 propuso para esta unidad una cronología altomedieval-tardoantigua, teniendo como argumento principal una ruptura que provoca la desaparición de su masa arquitectónica.
de un tercio para corregir ángulos). No se detecta nivelación alguna, entendiendo que estamos ante una tipología de aparejo empleado a modo de su perposición para completar en altura estructuras de formato similar a épocas precedentes. Esta fábrica ha sido objeto de datación a través del preceptivo análisis estratigráfico, así como por la toma de una muestra de carbono, arrojando ambos análisis una cronología claramente fechable en época almohade. El análisis de sus elementos modulares a través de la mensiocronología ofreció resultados muy coherentes coincidiendo perfectamente con un tipo de ladrillo islámico tradicional de 26x13x4/3/2 cm. Se analiza ron métricamente un total de 10 muestras, tomando sus dimensiones tanto modulares como puestas en obra, (es decir, el largo, ancho y alto de cada pieza con sus correspondientes juntas y llagas). Los resultados evidenciaron una métrica nada regular, aunque si depuramos con la media, moda y el cuartil 1 ve remos que las medidas que se repiten están en torno a 26,4x13,25x3,7 cm. De los valores obtenidos podemos concluir que el formato de la pieza presenta una anchura cuya métrica es exactamente la mitad de su longitud. Metrológicamente la longitud equivale a 10 pulgadas (26,4 cm) del sistema métrico islámico (pie de 31,42), la anchura es justo la mitad de la longitud y el grosor es equivalente a 1,88 dedos (3,7 cm). Asimismo, tenemos abundantes paralelos por el entorno que confirman nuestra interpretación, casi todos ellos procedentes del foco almohade jerezano con representaciones en castillos como el de San Romualdo de San Fernando, fechado en la segunda mitad del siglo XIII. Es una fábrica habitual en el mudéjar de Andalucía Occidental, si bien en lo referente a la fábrica mixta, este tipo se encuentra representado desde el período romano tardío, siendo el modus operandi habitual en Bizancio y en la arquitectura toledana islámica.
Fig. 3. Batería de analíticas realizadas en la primera fase de estudios previos (año 2009).
(11) Sigue existiendo una incompatibilidad respecto a las unidades 32 y 33 de la sección A-A´, consideradas por los resultados de las actuaciones arqueológicas como imperiales debido al adosamiento que se detecta de diversas estructuras datadas en el s. II d.C. sobre éstas. Sin embargo, el análisis paramental efectuado por nosotros vincula esas unidades a la cimentación del muro 29, datado como tardoantiguo final. En cualquier caso, dicha irregularidad no supone ningún conflicto en la interpretación general del conjunto.
La cronotipología identificó un nada desdeñable repertorio de fábricas pétreas. En primer lugar, tipificamos un aparejo irregular con sillarejo espaciado tipo II.7, correspondiente a la jamba de la torre de control que protegiera el istmo ceutí durante los ss. VI-VIII. Más recurrente resultó la presencia de aparejos pétreos subhorizontales de tendencia irregular clasificados con los códigos II. 2 y II.1b, respectivamente. Mampuestos y sillarejos presentaban una métrica que oscilaba entre 0,24x012 y 0,25x0,25 m. para los primeros y 0,30x0,24 m y 0,45x0,37 m. para los segundos, con ciertas irregularidades observables en algunos puntos del conjunto; mientras que en el alzado Oeste los mampuestos se muestran careados, con sillarejos alternos en las cadenas de los ángulos y esquinas y tomados con mortero de alta concentración en cal e intrusiones de cuñas de ladrillo, en su base observamos diferencias, como el tratamiento de los mampuestos o el tipo de mortero, hecho a base de barro. Asimismo, esta tipología de aparejo también pudimos documentarla en otros puntos como en la sección Sur, donde las intrusiones de material constructivo en sus intersticios eran más acusadas, o en el alzado Este, conformando un muro de tres hojas con relleno de mampuestos de mediano calibre.
También recurrente resultó el tipo II.5a, definido como un aparejo pétreo irregular sin línea con bloques espaciados con relleno de esquirlas. Son fábricas de mampostería careada irregular provista de ripios de cocción reductora de aparente módulo besal fragmentario. El mortero empleado contiene una alta concentración de cal. El núcleo de sus muros está hecho a base de mampuesto menudo y capas de mortero de cal a manera de opus emplecton tosco. Se documenta en varios puntos del conjunto amurallado, apreciándose parte de su revestimiento original en la sección Este. El último tipo identificado para este periodo es un aparejo pétreo subhorizontal y paralelo con sillarejos de formas cuadrangulares, clasificado con el código II.8.
(12) La caracterización de los materiales constructivos se realizó por encargo de la Ciudad Autónoma de Ceuta en las instalaciones del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Se empleó un sistema que analizaba la piedra mediante un método de “doble ciego”, tanto de los edificios califales estudiados como de las zonas de explotación de la isla de Tarifa (Ontiveros, 2014).
Finalmente, para cerrar el nuevo espacio acodado se empleó una bóveda de arista que, si bien no era el modelo predominante en la edilicia califal, se manifestaba como la solución idónea para cubrir el nuevo espacio que huía de una disposición axial. Su construcción, al igual que sucedía con una pequeña bóveda de medio cañón que adosaba contra las estructuras preexistentes al Sur, se realizó con dovelas de cantería de piedra calcarenita.

