Introducción
Cap. 2
Cap. 1
Cap. 3
Cap. 5
Cap. 4
Cap. 6
Cap. 8
Cap. 7
Cap. 9

Capítulo 5

Excavación arqueológica de apoyo a la rehabilitación de la Puerta Califal de Ceuta (2012-2013)

En 2003 se inició el proyecto de investigación Puerta Califal de Ceuta que tuvo como principal objetivo estudiar la evolución del frente occidental de las defensas ceutíes. El hallazgo de una puerta y varios lienzos de la cerca islámica de la medina de Ceuta motivó la realización de varias campañas de excavaciones arqueológicas (véase capítulo 4), que ponían de manifiesto a medida que se desarrollaban el interés de los vestigios puestos al descubierto. Este lugar fue ocupado durante largo tiempo de modo que sintetizaba la historia de Ceuta e ilustraba fases desconocidas hasta ese momento de esta. Además, la muralla califal se encontraba en relativo buen estado de conservación y ello llevo a plantear la posibilidad de acondicionar este lugar para su visita pública.

Una condición exigida por TURESPAÑA para aprobar la cesión de este espacio a la Ciudad Autónoma de Ceuta con vistas a su rehabilitación y visita pública fue que el flujo de visitantes no afectara a la normal actividad hostelera del parador de turismo “La Muralla”. Por ello fue necesario buscar una entrada alternativa a la existente a través del pasillo hacia las habitaciones. Así, el proyecto redactado por J. P. Pedrajas (2008; 2010) diseñó un circuito de visita que, tras subir a la terraza de la Muralla Real a través del acceso situado junto al baluarte del Torreón, descendiera nuevamente por el espacio entre la muralla califal y portuguesa para alcanzar la cota de paso necesaria. Esta solución, aunque más costosa, tenía el atractivo de incorporar a la visita pública las cubiertas de la Muralla Real y los baluartes recuperando para la ciudadanía un amplio espacio monumental que hasta ese momento había permanecido vetado a los ciudadanos.

El presupuesto ascendía a la cantidad de 1.527.656,05 euros y fue financiado por el Ministerio de Fomento y la Ciudad Autónoma de Ceuta.

El proyecto, cuya ejecución fue dirigida por J. Arnaiz (2013), contemplaba para hacer posible la instalación de la escalera entre las murallas la excavación arqueológica de las tierras que cegaban este espacio y algunas otras intervenciones de menor calado necesarias para permitir el recorrido a la cota fijada. Los resultados de estas excavaciones hicieron necesario redactar un modificado del proyecto, sin alteración del precio final (Arnaiz, 2013).

Las intervenciones previstas fueron llevadas a cabo en 2012 y 2013 por la empresa Arqueotectura S.L. bajo la dirección de F. Villada.

Sus resultados se contienen en la memoria custodiada en la Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta redactada por C. Fernández, J. M. Tomassetti y J. Suárez (2014), del que este capítulo es un resumen.

Finalmente, se realizaron cuatro sondeos de muy distinta entidad.

En el primero (sondeo 25), el de mayor envergadura, fueron excavadas las tierras que colmataban el espacio entre la muralla califal y portuguesa en que se ubicaría la escalera.

El siguiente sondeo (26) se desarrolló en la sala J, excavada parcialmente en 2008 (sondeo 10, véase capítulo 4). Con él se culminó la investigación en esta estancia para integrar su visita en el recorrido proyectado.

El tercer sondeo (sondeo 27) consistió en la excavación de un testigo de la sala B, que debía ser rebajado para alcanzar la cota de paso exigida en el proyecto.

Por último, se proyectó una pequeña intervención (sondeo 28) adicional en dos habitaciones situadas bajo la rampa de acceso al Torreón. Su objetivo era valorar la posibilidad de incorporar estos espacios en la visita, lo que no resultó factible.

La intervención dio comienzo con la demolición de dos de los merlones reconstruidos durante la remodelación de 1965-1967. Posteriormente, el área de excavación se amplió hacia el este dónde fueron puestas al descubierto las banquetas de los merlones primitivos.

La secuencia documentada consta de cinco fases y abarca, desde un punto de vista cronológico, desde el paleolítico medio hasta nuestros días.

5.1. Sondeo 25

Por extensión, volumen de tierras excavadas, número de unidades estratigráficas y objetos muebles recuperados fue el principal sondeo de esta campaña.

La excavación comenzó en la cubierta del terraplén a una cota de 22,44 msnm, alcanzando muy desigual profundidad por la existencia de una rampa (MUR-008) de notables proporciones y de otras estructuras. La máxima profundidad alcanzada fueron 11,38 msnm. La superficie excavada fue aproximadamente 120 m², estimándose el volumen de tierras extraídas en unos 1.000 m³. Las tierras procedentes de los niveles no estrictamente contemporáneos fueron cribadas tras su extracción consiguiendo de este modo recuperar un notable volumen de piezas. También se usó para localizar pequeños objetos metálicos un detector de metales (véase capítulo 10).

Fig. 2. Proyecto modificado redactado por J. Arnaiz

La intervención dio comienzo con la demolición de dos de los merlones reconstruidos durante la remodelación de 1965-1967. Posteriormente, el área de excavación se amplió hacia el este dónde fueron puestas al descubierto las banquetas de los merlones primitivos.

La secuencia documentada consta de cinco fases y abarca, desde un punto de vista cronológico, desde el paleolítico medio hasta nuestros días.

5.1.1. Fase I

El nivel más antiguo fue localizado en una pequeña cata frente a la Puerta Califal (sala F), en las inmediaciones del sondeo 1 de 2003.

Se documentaron allí varias unidades estratigráficas en las que se recuperó un interesante conjunto de industria lítica a una cota aproximada de 11,50 msnm. Este conjunto (163 productos líticos) está caracterizado por la limitada presencia de Bn-Bases naturales, BN2G-Productos retocados y BN1G-Núcleos y el predominio de BP-Lascas y/o láminas (113). Entre estas últimas destaca la presencia de raederas, denticulados y muescas (véase capítulo 8).

Se interpretó como una zona de producción lítica al aire libre, cercana al litoral, activa durante el Paleolítico medio.

Estos estratos se sitúan sobre el sustrato geológico, gneises muy descompuestos en la zona superior donde formaban niveles arcillosos con presencia de nódulos de cuarzo.

5.1.2. Fase II

Corresponde a la fase romana amortizada por estructuras medievales islámicas y portuguesas (cortina de la Muralla Real).

Los materiales recuperados, sigillatas gálicas, ánforas Beltrán II A, etc., fueron escasos, pero homogéneos desde un punto de vista cronológico ya que pueden fecharse entre la segunda mitad del siglo I d.C. y el siglo II.

La subfase tardo-romana/bizantina era menos evidente pues los niveles altoimperiales aparecen cortados por unidades medievales y modernas como ya señalamos. Solo en la cubierta, frente a la tronera al norte de la excavación, fueron identificadas estructuras atribuidas a este periodo que no fueron excavadas en extensión. Se trata de un lienzo con dos tramos, perpendiculares entre sí y en dirección norte-sur y este-oeste respectivamente (MUR-151 y MUR-152), construidos con mampuestos de piedra que delimitaban un espacio cubierto por un pavimento de argamasa (SUE-102) con ligera pendiente hacia el este. A estos muros se adosa la cerca califal siendo este el principal criterio para su adscripción a esta subfase.

No se recuperaron objetos muebles, pero todo parece indicar, a tenor de las relaciones estratigráficas definidas, que nos encontramos ante la zona superior de la muralla tardo-antigua, identificada en anteriores campañas. Es precisamente la adaptación a estas estructuras preexistentes la que justificaría el quiebro que observamos en la cerca omeya que describimos más adelante. De ser así, estos lienzos se habrían conservado con una altura aproximada de 9m, aunque ocultos por la muralla califal.

En las tierras que colmataban el pasillo formado entre la cortina de la Muralla Real y el lienzo principal de la cerca omeya sí se recuperaron bastantes cerámicas, ánforas fundamentalmente, correspondientes a época alto y bajo imperial, aunque en posición secundaria.

5.1.3. Fase III

A esta fase se adscriben las unidades estratigráficas y estructuras fechadas en el periodo medieval islámico.

El momento mejor conservado es el datado en época califal (Fase III.1).

La excavación puso al descubierto un nuevo tramo de la cerca califal omeya de más de 9 m de alzado. Su anchura es de alrededor de 2,60 m. El material (sillares de calizas bioclásticas), módulo y aparejo (soga y tizón, en general dobles, aunque en la zona superior llegan a contarse hasta 6 seguidos) empleados son los mismos de los tramos que ya eran conocidos. En la parte superior del lienzo continua el resalte a la altura del adarve visto en 2003.

Esta estructura queda amortizada en su parte superior por construcciones lusitanas.

El lienzo de la muralla, que prolonga el ya conocido MUR-001, discurre en dirección norte-sur aproximadamente. Como ya indicamos, quiebra al sur en ángulo recto (MUR-002) y, poco después, nuevamente hacia el este (véase capítulo anterior). El nuevo tramo puesto al descubierto en esta campaña se prolonga hacia el norte y a 5,60 m de la puerta describe un nuevo quiebro, también perpendicular al lienzo principal, que se adelanta aproximadamente 1,5 m sobre este, girando nuevamente en dirección norte para perderse más allá de los límites del sondeo. Puede tratarse de una torre o de un simple quiebro de la muralla.

En la zona más baja de esta estructura, hasta una altura no uniforme, los sillares han sido arrancados y reutilizados como material de acarreo en construcciones posteriores cuando estos lienzos habían quedado amortizados.

Podemos intentar precisar la cronología de este expolio. Si atendemos al hecho de que la portada (VAN-001) no se vio afectada por este reaprovechamiento de sillares, cabe pensar que este acceso estaba aún en uso, lo que nos lleva a fechar este expolio entre 1541 y 1550.

Las jambas de la puerta fueron demolidas más adelante para encajar el muro (MUR-006) que ciega parcialmente este vano, también en la década de los 40 del siglo XVI (véase capítulo 4 y 16).

El frente occidental de la muralla omeya, según el testimonio de al-Bakrī, estaba formado por un lienzo principal y un antemuro. Vestigios de este último (MUR-150) han sido identificados en la esquina sur de este sondeo, a unos 2 m del lienzo principal. El tramo de antemuro conservado parte del muro califal (MUR-004) situado al sur de la puerta y se prolonga aproximadamente 1 m donde ha desaparecido por la construcción de la Muralla Real. Tiene una anchura de 1,30 m, un alzado conservado de 40 cm y su cimentación profundiza 80 cm bajo el pavimento califal cortando niveles romanos. Fue construido con sillares de calizas bioclásticas que forran un núcleo de mampostería irregular (bioclastos y piedras locales) trabada con argamasa de tonalidad rosada. Sobre él se localizó una pieza fracturada también de caliza bioclástica de 60 cm de ancho y 90 de largo, quizás una de las que formaban el umbral de la puerta, reutilizada aquí cuando esta se desmanteló.

Entre este antemuro y el lienzo principal queda configurado un pasillo pavimentado con un suelo de grandes piedras, documentado ya en 2003 (SUE-001)

Fig. 8. Estructuras almohades/mariníes sobre la Muralla Califal.

A. Estructuras portuguesas de calicanto. B. Muro de ladrillo medio-tardo islámico. abajo. C y D Muros de ladrillos paralelos cubiertos por estructura de mampuestos portuguesa (E).

Fig. 9. Banco corrido (MUR-155) adosado a la base de la muralla califal durante su excavación

Fig. 10.Vista frontal del MUR-005.

y del que en esta campaña fue puesta al descubierto mayor superficie. Está situado a una cota de 12,50 msnm. En algunos puntos fue reparado con fragmentos de sillares de la muralla fracturados, posiblemente ya en época portuguesa. Este suelo apoya directamente sobre niveles romanos.

La subfase bajo-medieval (Fase III.2) aparece representada por dos muros paralelos de ladrillo situados en la cubierta distantes 80 cm entre sí. Sobre ellos se superponen otras dos unidades constructivas de mampuestos trabados con una consistente argamasa perpendiculares entre sí. Una de ellas se sitúa sobre uno de los muros de ladrillo. La otra cierra al norte el pasillo formado por ambos muros de ladrillo.

Cercanos a los anteriores, pero sin continuidad con ellos se documentaron nuevos tramos de muro construidos con ladrillos tomados con cal. Por su similitud en fábrica y cota cabe pensar que quizás pertenecieron a una misma construcción.

Todas estas unidades están amortizadas por recias estructuras de calicanto de época portuguesa de la parte alta de la muralla que debieron ser construidas a inicios del siglo XVI y que arrancan sobre la muralla califal. Tanto por ello como por las características de su construcción cabe fecharlas en época medio-tardo islámica.

Otras estructuras, añadidas a la muralla califal, deben ser incluidas en esta subfase.

La primera es un banco corrido (MUR-155) que discurre, adosado al lienzo principal omeya, entre el adelantamiento de la puerta y el quiebro detectado al norte. Tiene un alzado de 1 m aproximadamente y está construido con mampostería tomada con argamasa de cal de color blanquecino, rematada por una hilada de ladrillos. En su cara oeste, la única visible, está enlucido.

Su datación es claramente posterior al siglo X (se adosa a la muralla omeya) y anterior al momento de construcción de la Muralla Real a mediados del siglo XVI.

Sobre esta estructura, en su extremo sur, se construyó otra (MUR-005), identificada parcialmente en 2003. Fue levantada con mampostería de piedras careadas regularizadas por hiladas de ladrillo tomadas con un mortero muy rico en cal. Inmediata a esta estructura, al sur, arranca del extremo norte de la puerta un arco de ladrillos tomados con mortero, también muy rico en cal, que posiblemente apoyaba en su extremo en el antemuro.

Estas estructuras, el MUR-005 y el arco, forman una antepuerta en el pasillo entre el lienzo principal y el antemuro.

En las tierras que colmataban esta zona se recuperaron varios fragmentos de estructuras que proceden de su demolición durante las obras de edificación de la muralla portuguesa.

El arco recuerda el recrecimiento del acceso desde la sala A a las escaleras (G-H). Allí son fechados en época almohade por C14, datación compatible con las relaciones estratigráficas registradas.

5.1.4. Fase IV

Comprende desde 1415, fecha de la conquista portuguesa, hasta el siglo XVIII.

Durante los primeros momentos de este periodo (subfase IV.1 entre 1415 y 1541) los portugueses utilizaron para defenderse las viejas murallas islámicas, con las necesarias adaptaciones y reparaciones.

Algunas de estas reformas son apreciables en la cubierta.

A 19,88 msnm se localiza un suelo de argamasa (SUE-100) asociado a una estructura de mampostería (MUR-100) sobre el muro califal (MUR-004). Esta estructura estaba enfoscada en su cara este.

Poco después este espacio fue remodelado y sobre el adarve de la muralla califal se construyen nuevos y masivos parapetos que sustituyen a los de época omeya.

En la vertical de la Puerta Califal queda un hueco entre dos de estas construcciones, posiblemente una cañonera, cuyo suelo es un grueso mortero de cal (SUE 101). Sus paredes están enfoscadas y, en su extremo este, conserva una quicialera y un entalle lateral destinados a la colocación de una puerta de una hoja que no se conserva. En esta cañonera se ha localizado el grafito de un alquerque (Fernández y Villada, 2017).

Fig. 11. Arranque del arco empotrado en la portada de la Puerta Califal.

Fig. 12. Remodelaciones portuguesas sobre la Puerta Califal.

Fig. 13. Detalle con indicación de la situación del grafito.

Fig. 14. Grafito.

La pequeña diferencia de cota entre la cubierta de la sala E y este pasillo se salva con un escalón de apenas un par de centímetros.

También el muro MUR-100 se vio afectado por estas remodelaciones ya que a su cara enfoscada se adosa un nuevo muro (MUR-101).

Entre los materiales situados entre ambos suelos (SUE-100 y 101) encontramos piezas residuales de época bajo-medieval e incluso algunas romanas junto a otras habituales en contextos portugueses del siglo XV (lebrillos vidriados en verde, cazuelas bizcochadas con pastas ricas en micas plateadas de producción lusa).

En los niveles que amortizan el segundo de los pavimentos, sellados por la construcción del adarve de la Muralla Real, es decir anteriores a 1550, se recuperaron 49 piezas. Destacan entre ellas el pie de una escudilla de loza con decoración radial azul, un plato o escudilla de asa plana y un fragmento de escudilla en loza blanca. De estas piezas se deduce que la construcción del pavimento inferior se produce en un momento indeterminado tras la conquista portuguesa y que la segunda fase de estas remodelaciones tuvo lugar durante el reinado de Manuel I (Villada, 2013).

Si hasta el momento nos referimos a la zona alta de la muralla debe señalarse también que a cota del umbral de la puerta se observan reparaciones sobre el suelo califal (SUE-001) cubierto a su vez por otro de argamasa (SUE-103) que es amortizado por construcciones relacionadas con la construcción de la

Muralla Real (MUR-008).

La diferencia de cota entre todos estos suelos es escasa lo que muestra que la puerta continuaba en uso como lugar de tránsito en esos momentos.

Una nueva subfase (IV.2) es aquella definida por la ejecución del frente abaluartado entre 1541 y 1550.

El antemuro fue demolido en casi su totalidad (se conserva únicamente la cimentación y una hilada de su alzado en su arranque sur) y sustituido por una recia estructura de calicanto que cubren los vestigios conservados del antemuro tanto lateralmente como en su parte superior1. Sobre este calicanto se forman varias superficies, niveles de tierras apelmazados que indican el paso sobre este lugar. La intensidad en el uso de este espacio queda reflejada en el hecho de que en apenas 50 cm de potencia ha sido posible identificar al menos 5 de estas superficies superpuestas.

Sobre ellos se construye un potente muro (MUR-102) que arranca aproximadamente 1 m por encima de la cota del umbral de la puerta y que, en dirección norte-sur ocupa toda la superficie excavada -debe continuar a lo largo de toda la cortina-, salvo frente a la Puerta Califal. Está construido con mampostería

(1) En el proyecto de Benedetto de Rávena (párrafo 3) se indica que, ”en el lamço do muro que vay do baluarte da parte do Estreito per a parte do mar do levamte“, el antemuro fue engrosado lo que no ocurre en este lugar frente a la puerta. Matos (2012, p. 266-267) propone que esta instrucción hace alusión a la zona del baluarte de los Mallorquines. En la que corresponde a la escarpa (Matos, 2012, p. 265-266) no se menciona que el antemuro fuese conservado, como efectivamente pudimos ver en la excavación.

Fig. 18. Vista desde el interior de la puerta. A. Arco califal. B.escarpa. C. Muro portugués (MUR-102). D. Muro portugués (MUR-156).

Fig. 19. Excavación de la rampa (MUR-008).

sin carear y tiene un aspecto poco cuidado ya que habría de permanecer oculto tras cegar el espacio entre las murallas medieval y renacentista (era ya visible en 2003).

Trabada con su cara este se levanta una rampa (MUR-008) de calicanto, de aproximadamente 2 m de ancho. Al norte alcanza el adelantamiento o torre de la cerca califal y en el resto de su desarrollo está separada del lienzo principal de esta muralla casi un metro. Continúa más allá del límite norte de la excavación. Al sur, se interrumpe al llegar a la puerta de modo que esta pudo continuar usándose (recordemos que el MUR-102 también se interrumpe al alcanzarla).

La pendiente de esta rampa es bastante acusada (casi de un 25%) y bajo ella corre una atarjea (ATA-001) documentada en 2003, que desagua bajo una puerta de obra (VAN-002) abierta en la cortina de la muralla Real. Esta puerta fue tapiada tras terminar la construcción de la cortina y disimulada por el enfoscado que cubría toda la muralla. Hoy, perdido este, es visible. Su finalidad fue facilitar el acceso a las obras desde el exterior de hombres y materiales en un momento previo a la construcción del MUR-102 (véase capítulo 16).

La rampa debió servir a un doble propósito. De una parte, facilitar el trasiego de hombres y materiales durante la construcción. De otra, incrementar la fortaleza del muro actuando como un sólido refuerzo de la cortina.

Desde un punto de vista estratigráfico la datación de las estructuras MUR-102, rampa (MUR-008) y atarjea (ATA-001), debe relacionarse con el momento de construcción de la cortina de la muralla Real. La secuencia constructiva indica que también la puerta de obra (VAN-002) debe encuadrarse en este momento, pero es anterior a la construcción del MUR-102 y de la rampa (MUR-008) como señalamos.

La cimentación de la cortina de la muralla Real y de los baluartes comienza a una cota muy inferior, más de 15m, al excavarse el foso navegable. Como era habitual, las tierras extraídas fueron utilizadas para formar el terraplén de la cortina y los baluartes.

El muro de la escarpa fue construido apoyado sobre el perfil del terreno creado por la excavación del foso. A partir de este punto continuó elevándose y, dado que se construyó en talud, se aproxima progresivamente al MUR-102 hasta que ambos se unen. El espacio intermedio se colmató progresivamente con tierras y restos de edificaciones hasta que al llegar a su culminación ambos muros, la cortina y MUR- 102, quedan atados por estructuras perpendiculares de mampostería a modo de llaves que aseguraban la solidez del conjunto.

Fig. 20. Arriba a la izquierda. Vista hacia el sur mostrando el recorrido de la atarjea (ATA-001) una vez demolida parcialmente la rampa (MUR-008). Arriba a la derecha. Vista hacia el norte de la rampa (MUR-008) parcialmente demolida. Abajo. Sección de la atarjea (ATA-001).

Al otro lado del MUR-102, es decir al este, en el espacio entre la muralla omeya y la portuguesa, se procede de igual forma colmatando con sedimentos este hueco con lo que queda inutilizada la rampa. Estas unidades de relleno amortizan también las estructuras medievales (la cerca omeya, el muro MUR-005 y el banco adosado a la zona inferior de la cortina omeya) que describimos en la fase anterior.

Fig. 21. Fragmento de un suelo de olambrillas de época medieval islámica entre las tierras que colmata el espacio entre los dos muros.

No obstante, la Puerta Califal quedó en principio libre conformándose la estancia F en esos momentos.

En estos niveles de relleno se ha recuperado un abundante conjunto de cerámicas, piezas de metal y fauna, tanto terrestre como marina. Como hemos indicado, estas tierras, firmemente asentadas, proceden de la excavación del foso y se encuentran en posición secundaria.

En el momento en que se levantaba el frente abaluartado aún era posible el tránsito por la antigua Puerta Califal (VAN-001) hacia el interior de la ciudad. Efectivamente, el antemuro había sido ya derribado y la nueva estructura levantada (MUR-102) y la rampa (MUR-008) respetaban la puerta quedando un hueco de más de dos metros frente a ella. En este lugar ha sido identificado un nivel de uso que puede asociarse a estos momentos de construcción del frente abaluartado portugués.

Fig. 22. Arriba, vista general de la parte trasera de la escarpa en la que se aprecian las diversas tongadas separadas por rebabas de mortero de cal, la inferior de mayor tamaño. Abajo, A. parte inferior de la trasera de la escarpa. B. Muro portugués frente a la puerta (MUR-103). Las flechas indican trozos de muro reaprovechados. C. Muro portugués (MUR-102).

Fig. 23. A. Rellenos de tierras entre las murallas. B. Muro portugués. C. Muralla Califal. D. Cimentación de la merlatura portuguesa.

Fig. 24. Vista general de la parte superior de las estructuras portuguesas con los merlones y cañoneras coloreados.

Con el avance de los trabajos de construcción se hizo necesario cerrar este hueco para lo que construyó una nueva estructura, MUR-103, que prolongaba el MUR-102 hasta alcanzar el lienzo califal MUR-004. Sus características constructivas son distintas pues no se utiliza apenas argamasa sino tierra como ligante de una mampostería muy heterogénea en que es frecuente la presencia de restos de estructuras reaprovechadas e integradas en su fábrica.

Al oeste del muro MUR-103 continúa levantándose el muro de la escarpa mediante sucesivas hiladas de mampuestos en la que se aprecian rebabas de mortero de cal. La última es de mayores dimensiones y apoya en parte sobre los sedimentos de tierra que marcan el nivel de uso de este espacio durante la construcción de la Muralla Real.

En el extremo norte del corte, alcanzada una altura de 19 msnm, se construye la cimentación de los parapetos y del adarve de la Muralla Real sobre los rellenos de tierras. Se trata de parapetos abocelados, semejantes al que se conserva aún en la cara norte del baluarte del Torreón.

Fueron dos los merlones documentados, aunque demolidos parcialmente en su parte posterior, y entre ambos una tronera con su pretil. Al este se localiza un pavimento de argamasa y lajas de piedras (SUE-104) en algunas zonas que debe corresponder al primitivo adarve de la Muralla Real.

Adosadas al pretil se documentan dos estructuras trapezoidales, posiblemente dos banquetas, también demolidas en parte. La construcción de estas estructuras pudo ser posterior a la erección de la muralla lusitana pues el muro que las cierra al norte se apoya sobre el adarve de ese momento.

Fase V

En el siglo XVIII se recrece la altura de la muralla demoliendo la merlatura portuguesa que es sustituida por otra de planta trapezoidal y perfil rectilíneo. Entre los merlones, de menor longitud, hay cañoneras con diferentes orientaciones para permitir el tiro. También es documentado un pavimento de losas cuadradas de 40 cm de lado (similar a SUE-004 y SUE-018) que forman diferentes explanadas para los cañones. Se construyen además nuevas banquetas de ladrillo y mampostería trabados con argamasa. Su interior aparece colmatado con tierras en las que se recuperaron piezas de cerámicas que pueden ser datados a mediados del siglo XVIII y numerosas cañas de pipas de barro.

Fig. 25. Planta general del sondeo: en verde, Muralla Califal, en rojo, reformas portuguesas de principios del siglo XVI, en gris, merlatura de mediados del siglo XVI.

Amortizando el suelo y estas banquetas se sitúa un pavimento de ladrillos y sobre este el pavimento instalado durante el proyecto de impermeabilización de las cubiertas de 2003.

Estos merlones fueron demolidos en el siglo XIX y restituidos en 1965ca. con tabiques de ladrillo tomados con cemento. Su interior aparece relleno con tierras en las que se recuperaron, junto a algunas piezas más antiguas, otras plenamente contemporáneas.

5.2. Sondeo 26

Para permitir el recorrido en el interior de las salas a la cota prevista en el proyecto se hacía necesario rebajar el testigo que había quedado entre las estancias A y B. Este testigo estaba formado por el muro MUR-021, que atraviesa de este a oeste la sala y las tierras adosadas a él por su cara norte.

El sondeo tuvo unas dimensiones en planta de 3,30 m de longitud, que cubría toda la anchura de la sala, por 1,40 m de anchura. La secuencia no fue agotada excavándose únicamente 1,30 m. Quedó de este modo un espacio en reserva bajo el pavimento actual que corresponde a los momentos más antiguos de la fase romana del yacimiento.

La secuencia documentada se extiende desde época romana hasta nuestros días.

Tras la retirada de la solería contemporánea y de un nivel deposicional asociado a ella, se localiza un nivel de cal que amortiza varias inhumaciones, una dinámica que conocíamos por la excavación de 2005 (véase capítulo 4 de esta misma obra).

Fueron documentadas dos fosas de enterramiento excavadas en estratos que contienen trozos de mampuestos, ladrillos y restos de argamasa. Por debajo de ellos una fina capa de sedimento con abundantes carbones se sitúa sobre el SUE-003 (véase capítulo 4). En estos niveles se recuperaron lozas blancas, azul y morado y cerámica bruñida de pasta rojiza de origen lusitano que permiten fijar su formación partir de mediados del siglo XVI ca.

Fig. 26. Vista general del sondeo 26 antes de la excavación

La fosa situada más al este (Unidad funeraria 14, véase fig. 23 del capítulo anterior), de planta ovalada, corresponde a la inhumación de un individuo infantil.

El cadáver se encuentra en posición decúbito supino con los brazos flexionados sobre el pecho y la cabeza, apoyada sobre una piedra, girada hacia el oeste. El finado estaba dispuesto en dirección norte-sur con la cabeza orientada al sur. Un collar de pequeñas cuentas negras rodeaba su cuello. Está situado a 13,46 msnm.

Fig. 27. Cubierta de las inhumaciones.

La otra fosa, también ovalada y a una cota inferior a la anterior (13,26 msnm), alberga los restos de un adulto en posición decúbito supino, con ambos brazos flexionados a la altura de la cadera. La orientación es la misma del resto de las inhumaciones de la necrópolis, con la cabeza al sur y los pies al norte, pero en este caso el cráneo aparece ligeramente caído sobre el esternón. De este individuo se excavó únicamente la parte superior del cuerpo (a partir de la pelvis) pues el resto ya había sido documentado en la intervención de 2005 (unidad funeraria 7).

Sobre este individuo se ha localizado otra fosa (unidad funeraria 15) que alberga al menos dos niveles distintos de huesos sin conexión, a modo de osario. El primero de estos niveles se depositó directamente sobre la unidad funeraria 7 e incluye al menos un cráneo y varios huesos largos. Sobre él se encuentran otros dos niveles de huesos en los que se documentan tres cráneos y varios huesos largos, así como costillas y

Fig. 28. Inhumaciones. Planta general.

Fig. 29. Unidad funeraria 14

Fig. 30. Arriba. Vista general de UF 14 y UF 15. Abajo UF 7.

Fig. 30. Arriba. Vista general de UF 14 y UF 15. Abajo UF 7.

vértebras. Estos enterramientos secundarios también se encuentran sellados por una capa de cal mezclada con arena con su techo a 13’90 msnm.

Tanto los distintos enterramientos como los rellenos en los que fueron excavadas las fosas apoyan sobre el muro (MUR-021).

Este muro 021 tiene 60 cm de ancho y fue construido con hiladas de mampostería careada de mediano tamaño que alternan con otras de ladrillos, todo ello tomado con un mortero pobre en cal. Se levanta sobre una cimentación formada por piedras, ligeramente más ancha que su alzado. Integradas en su fábrica fueron recuperadas algunas cerámicas (fragmentos de loza blanca y lebrillos vidriados en verde).

El muro 021 corta un suelo de argamasa de color blancuzco (SUE-003) bien documentado en anteriores campañas (véase capítulo 4).

Bajo el suelo SUE-003 se encontró otro, una superficie de sedimento con numerosas gravas. El material mueble recuperado entre ambos fue muy escaso, apenas algunos pequeños fragmentos de cerámicas vidriadas.

Es difícil con estos datos poder precisar la fecha de construcción de estos dos suelos y del MUR-021.

Desde un punto de vista estratigráfico el suelo SUE-003 es posterior al suelo de gravas, que puede corresponderse con el SUE-012 identificado en anteriores campañas, pero con poca diferencia de cota entre ambos2. El muro MUR-021 es más moderno que el SUE-003 al que corta y anterior también a los niveles en que se excavan las inhumaciones.

Posiblemente el suelo con gravas corresponde a un momento indeterminado del periodo medieval islámico en tanto que el suelo de cal (SUE-003) puede datarse ya durante la fase portuguesa. La construcción del MUR-021 y la consiguiente división del espacio debió producirse algo más tarde y debe ser consecuencia del cierre de la puerta tras la construcción de la Muralla Real cuando la comunicación entre el exterior y el interior de la ciudad quedó interrumpida. La acumulación de tierras entre ambos tendría lugar a partir de la segunda mitad del siglo XVI mientras que las inhumaciones tuvieron lugar posiblemente durante el siglo XVII o inicios del siglo XVIII.

Bajo el suelo de grava se localizó un sillar de piedra caliza de notables proporciones (60 por 40 cm) que rompía niveles claramente romanos. No se han recuperado elementos que daten esta acción, aunque en virtud de su cota, semejante al umbral de la Puerta Califal, y al hecho de cortar niveles romanos fechados en el siglo III d.C., su cronología debe fijarse entre este momento y el siglo X. Se abandona en este momento la excavación dejando los niveles inferiores en reserva para futuras investigaciones.

5.3. Sondeo 27

Se desarrolló en el lado sudeste de la sala J y tenía como objeto agotar la secuencia que no fue excavada en la intervención de 2008. Tuvo apenas 1 m2 de extensión y una potencia máxima de 1 m. El gran número de estructuras que se superponen unas a otras en un espacio tan reducido hace muy compleja la interpretación de la estratigrafía.

Se han distinguido tres fases principales. La superior, fase 1, es datada en momentos bajomedievales o incluso posteriores (recordemos que los niveles superiores habían sido ya excavados en 2008).

Fig. 32. Planta general de la Sala J con indicación del área del Sondeo 27

A ella fue adscrita la zona inferior del muro (MUR-025/Je) que cierra al este la estancia. Su cimentación es una mampostería trabada con argamasa sobre la que se levanta un muro de hiladas de mampuestos regularizados con verdugadas de ladrillo. Sobre este último muro se desarrolla el resto de la estructura.

La cimentación rompe el suelo asociado al umbral documentado en esta sala en tanto que el muro se adosa a una de sus jambas (véase capítulo anterior). Son estas relaciones estratigráficas las que permiten proponer su inclusión en esta fase, aunque podría ser incluso más reciente.

También se incluye en ella una fosa, en el lado meridional de la sala que rompe niveles romanos, en la que se recuperaron cerámicas típicas de este periodo (un ataifor de perfil quebrado con cubierta melada y otro con decoración en azul cobalto son las piezas más significativas). Sobre esta fosa se realiza la cimentación del muro que cierra la estancia al sur (MUR-026/Js/An).

En la fase 2 quedan integradas tanto las estructuras que forman el acceso ya mencionado (jambas y umbral levantados con sillares de calizas bioclásticas), como un muro de mampuestos calizos sin apenas ligante bajo él que interpretamos como su cimentación (quizás, una estructura precedente reaprovechada) y también el suelo asociado a este vano documentado en la intervención de 2008.

Quizás a esta misma fase pertenezca también un pequeño sillar de bio calcarenita que sobresale en la esquina sudeste de la estancia a una cota semejante al acceso que mencionamos antes. Apoya sobre una estructura de calicanto que le sirve de cimentación.

Fig. 34. Dos vistas parciales del sondeo 27. A.MUR-025 (Je) B. Umbral C. Cimentación MUR-025

Como vemos esta fase es bastante problemática por la discontinuidad de los elementos que en ella han sido incluidos y que debieron pertenecer a estructuras de mayor complejidad hoy destruidas o enmascaradas por otras más recientes.

Tampoco resulta sencillo precisar su datación. A pesar de ello, todo parece indicar que nos encontramos ante los restos de un acceso reconstruido con sillares expoliados de la muralla califal y sus cimentaciones, quizás reutilizados como es visible en otros puntos de este yacimiento, que se apoyan sobre estructuras más antiguas.

La última fase de la secuencia, que apoya directamente sobre el nivel geológico, puede datarse en época romana. El geológico fue excavado parcialmente formando una oquedad de planta básicamente circular, aunque no es posible más que observarla parcialmente pues se pierde en parte bajo estructuras de la fase posterior. Un nivel de argamasa blanca, a 12,70 msmn3, cubre el geológico y sobre él se depositaron varios niveles con cenizas, carbones y escorias de hierro, que quedan cubiertos por una pequeña bóveda de tierra y arcilla cuyas paredes aparecen rubefactadas.

La vinculación de esta estructura con una actividad de carácter artesanal parece clara, sin que podamos identificar su finalidad concreta. Confrontando estos datos con los obtenidos en la campaña de 2008 puede asegurarse su cronología romana.

5.4. Sondeo 28

El baluarte del Torreón recibe esta denominación por una construcción de planta circular situada sobre el ángulo que forman sus dos caras. Tiene aproximadamente unos 10 m de diámetro y superaba los cuatro de altura (hoy es menor debido tanto a la pérdida de su extremo superior como a la elevación de la cota de suelo).

Originalmente estaba coronado por un pretil almenado, desaparecido hoy, aunque se conservaba todavía a fines del siglo XIX.

También ha sido modificado su acceso. Hoy se realiza a través de una rampa de unos 12 m de longitud en dirección este-oeste, pero originalmente se subía a través de una escalera interior, de la que aún es visible uno de los machones que marcaban su inicio. Efectivamente, la rampa en su posición actual no queda reflejada en la cartografía hasta mediados del siglo XVIII.

El acceso a las estancias en que se realizó el sondeo se lleva a cabo desde la pared meridional de la rampa a través de un arco de medio punto que se encontraba tapiado y parcialmente oculto por la elevación de la cota del baluarte. Retiradas las piedras que bloqueaban el paso se penetra en una habitación cuyo suelo está situado a una cota muy inferior (16,50 msnm) respecto a la cubierta del baluarte (18 msnm) que evidencia el cambio de nivel en la altura del suelo de este último.

El interior se distribuye en dos habitaciones perpendiculares entre sí comunicadas por un estrecho pasillo, con una superficie de 31 m2 la primera, 24 m2 la segunda y 4 m2 más el pasillo, lo que suma un total de 59 m2.

La primera (habitación A) se encuentra bajo la rampa. Tiene planta casi rectangular (10,80 m de longitud por algo más de 3 m de anchura) en sentido norte-sur, aunque su lado septentrional, que corresponde a la cara posterior del merlón portugués, es ligeramente oblicuo respecto al resto. Allí identificamos una pieza semicircular horadada, tallada en piedra y empotrada en el muro, semejante a otras que vemos en la cubierta del baluarte.

La cubierta de la estancia es abovedada.

En su esquina noroeste se abre un vano adintelado de unos 60 cm de anchura y 1,7 m de altura que conduce a través de un pasadizo a otra habitación (B), también abovedada.

Esta sala tiene planta trapezoidal y es algo más pequeña que la anterior (8 m de longitud y una anchura que oscila entre los 1,15 m y 4,85 m). La altura es de casi 2 m en el punto más alto de la bóveda que la cubre. Su pared este aprovecha el lateral del merlón portugués y al sur se adosa al torreón. Una pequeña ventana se abre en su lado norte permitiendo la visión sobre el foso y el albacar. Desde el exterior se aprecia otro vano en esta misma pared, a una cota mucho más baja, que no es visible en el interior. Otro hueco en la pared oeste puede interpretarse como el resultado, intencionado o no, de la pérdida de los materiales que formaban este lienzo.

Ambas habitaciones se encuentran enfoscadas y pintadas en su interior.

En la habitación A, junto a la puerta que conduce a la otra sala, se abrió un sondeo de 1,80 por 1,55 m. Retirado un primer pavimento de argamasa utilizado hasta fechas relativamente recientes -se recuperaron sobre él proyectiles y balas de fusil sin detonar-, se encontró otro, que debió ser el original del terraplén del baluarte entre los siglos XVI y XVIII, sobre el que se levantan los muros que forman la estancia.

Fig. 42. Habitación B.

Una fosa que contenía un nivel de incendio debe ser asociada a este momento.

Bajo la fosa se suceden tongadas que alternan niveles de tierras de color marrón con otros formados por micaesquistos de color grisáceo muy disgregados sin casi materiales. Son muy similares a los localizados en el sondeo 26. No contenían materiales arqueológicos, a excepción de algunos pequeños fragmentos vidriados de filiación medieval islámica, lógicamente en posición secundaria. Se apoya en estos sedimentos el muro oeste del baluarte.

Interpretamos estos niveles y las estructuras que cubren como los restos del merlón original demolidos para permitir la construcción de ambas salas.

En el perfil sur fue puesto al descubierto un retazo horizontal de argamasa, posiblemente un resto del suelo de la cubierta del terraplén en época portuguesa.

Bajo la cota de este suelo aparece una nueva estructura muraria con una orientación claramente distinta a la de las paredes de las habitaciones y al muro del propio baluarte. La zona inferior de este muro presenta un careado bastante uniforme mientras que en la superior los mampuestos parecen adelantarse ligeramente sobre la cara de la estructura, aunque el mortero que une las piedras es semejante en ambos. Quizás pueda tratarse de una estructura anterior a la construcción portuguesa, posiblemente el alzado de un muro (zona inferior) y el arranque de un piso sobre el mismo.

Fig. 43. Sondeo 28. Sala B.

La excavación fue abandonada a una cota de 15,09 msnm.

5.5. Conclusiones

Esta campaña de excavación aportó una documentación esencial para la comprensión de la evolución de la ocupación de este lugar que sintetizamos a continuación.

En primer lugar, ha permitido ampliar la secuencia a momentos prehistóricos, no identificados en anteriores sondeos.

Confirma además el inicio de su ocupación estable alrededor del siglo I d.C. y su vinculación con actividades de transformación de recursos marinos. No obstante, los niveles vinculados a la fase romana alto imperial se encuentran muy afectados por construcciones posteriores por lo que no podemos aportar demasiado. No obstante, de su importancia dan idea los numerosos materiales recuperados en las tierras que colmataban el espacio entre las murallas omeya y portuguesa proceden de la excavación del foso.

Las alteraciones provocadas por la intensa actividad constructiva derivada de la construcción de los sucesivos recintos amurallados explican que la fase tardo-romano y bizantina apenas haya deparado grandes aportaciones. No obstante, es de destacar la identificación de una estructura a la que se adosa la cerca omeya en la cubierta que parece indicar la continuidad de las estructuras defensivas de este periodo ocultas por las construcciones posteriores. También se han documentado actividades artesanales, especialmente en la sala J, cuyos indicios ya habían sido detectados en años anteriores.

Para la fase medieval islámica las novedades sí son muy destacadas.

Efectivamente, no solo han podido estudiarse nuevos tramos de la cerca omeya, sino que se han detectado elementos de esta fortificación, como el antemuro, desconocidos hasta el momento. Pudo documentarse también como el primitivo acceso omeya fue adquiriendo mayor complejidad en época almohade y mariní cuando se instala una antepuerta.

Aún dentro de este periodo, la estructura encontrada en el torreón del baluarte parece apuntar la existencia de construcciones previas incorporadas a este.

Del mismo modo es significativo, ya tras la conquista portuguesa de 1415, la continuidad del uso de esta muralla medieval islámica y su adaptación a las nuevas necesidades de la defensa.

Así, en la coronación de la muralla, se ha evidenciado una reconstrucción de los parapetos que adquieren mayor potencia en consonancia con el incremento del uso de la artillería pirobalística. En una de estas troneras se ha localizado un grafito.

Pero quizás las mayores novedades son las que ilustran el proceso constructivo de la propia Muralla Real, bastante más complejo de lo que se conocía.

Así, se han localizado varias estructuras auxiliares (puertas de obra, rampa, atarjeas, etc.), desconocidas hasta el momento, y además ha sido posible establecer una cronología relativa de las diferentes acciones realizadas durante la construcción.

Además, podemos confirmar que las tierras extraídas del foso fueron reutilizadas en el terraplén. Si hasta alcanzar la cota de suelo la escarpa es un lienzo ataluzado construido sobre el perfil de la excavación del foso, a partir de ese momento su construcción adquiere una notable complejidad. Se construye un nuevo lienzo, ligeramente retranqueado que apoya en los adelantamientos de la cerca omeya y en algunas de las estructuras auxiliares levantadas durante las obras (la rampa, por ejemplo) como contrafuertes. También ha sido posible comprobar que la puerta omeya fue practicable durante esta década y solo en momentos más avanzados es clausurada.

El cierre de este vano tiene consecuencias también en las salas interiores que acaban por convertirse en un camposanto.

Por último debemos señalar que, para época contemporánea los datos obtenidos confirman la sustitución de la merlatura y la elevación de la cota general del terraplén en el siglo XVIII.

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