Capítulo 6
6. Excavación arqueológica en el baluarte del Torreón
En 2014 se desarrolla la primera de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la casamata del baluarte del Torreón. Su objetivo, habida cuenta de los resultados obtenidos en las intervenciones realizadas en la Muralla Real (capítulos 4 y 5), era valorar si también en el subsuelo de este baluarte se conservaban niveles arqueológicos.
Tras confirmar esta excavación que también en este baluarte se conservaba la secuencia anterior al siglo XVI, se han desarrollado otras cuatro campañas más, dos en 20181, otra en 2019 y la última en 20202 (fig. 1). Su interés ha sido tal que la Ciudad Autónoma de Ceuta ha obtenido de Turespaña otra concesión, tanto de la casamata del baluarte como de las tres bóvedas inmediatas, para instalar allí un Centro de Interpretación de las Murallas Reales de Ceuta.
La rehabilitación de este lugar será financiada conjuntamente por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y la Ciudad Autónoma de Ceuta.
6.1. Campaña 2014
El proyecto de intervención arqueológica consistió en la ejecución de 3 sondeos y una cata paramental en la que fue eliminado el revoco que cubría las fábricas originales del baluarte (fig. 2).
Esta intervención fue dirigida por F. Villada actuando como técnico la arqueóloga E. Ortuño.
6.1.1. Sondeo 29
Se situó en la zona central del baluarte. Inicialmente tuvo planta cuadrada de 3 m de lado, siendo ampliado más tarde en una estrecha franja de 1 m hasta conectar con el sondeo 30.
(1) Estas dos intervenciones fueron dirigidas por Fernando Villada Paredes y ejecutadas respectivamente por las empresas MUREX S.L. y ARATHEA S.L.L. En el primer caso, las excavaciones efectuadas comprendieron, además de un sondeo en el baluarte, cuatro más en las bóvedas 24, 25 y 26.
(2) Las dos últimas se llevaron a cabo con la Universidad de Cádiz y fueron codirigidas por Darío Bernal Casasola y Fernando Villada Paredes. Sus resultados han sido dados a conocer parcialmente (Villada y Bernal-Casasola, 2019).
(3) La Dirección General de Arquitectura, Vivienda y Suelo del Ministerio de Fomento convocó en 2018 un Concurso de Proyectos para la rehabilitación del Baluarte de la Bandera y bóvedas anejas para su uso como Centro de Interpretación de las Murallas de Ceuta en la ciudad autónoma de Ceuta (BOE 10-11-2018) en el que resultó vencedor el proyecto Resiliente del estudio de arquitectura Ayllón, Paradela y De Andrés.
Fig. 2. Planta general de la casamata del baluarte y el pasillo de acceso indicando la ubicación de los sondeos.
Las fases documentadas fueron las siguientes:
Fase contemporánea (Siglo XX-XXI)
Los niveles superiores correspondían al suelo existente en el momento de iniciarse los trabajos (SUE-200) y, bajo él, una serie de conducciones de aire acondicionado construidas con una base de hormigón y paredes y bovedilla de ladrillos. Estas conducciones habían eliminado la parte superior de la secuencia estratigráfica en el subsuelo.
Bajo ellos se identifican varios niveles también recientes hasta alcanzar un nuevo suelo (SUE-201) de argamasa que corresponde al existente en el momento previo al acondicionamiento de este espacio para uso hotelero.
Fase medieval y moderna
Pronto, a apenas 35 cm, se define en el lado oeste del sondeo una potente estructura muraria (MUR-200), en dirección norte-sur aproximadamente, construida con sillares de calizas bioclásticas aparejados a soga y tizón. Los sillares respondían a un módulo de unos 90-100 cm de longitud, 30 de altura y 20 de espesor. La anchura de esta estructura, que pudo conocerse tras realizar la ampliación de este sondeo, era de 2,50 m. Se trata de un lienzo de la cerca omeya que conservaba un alzado máximo de 1,30 m, es decir, 4 hiladas.
Fig. 3. En la imagen se observa como la muralla califal (A) ha sido seccionada por la conducción del aire acondicionado (B).
El encaje de estos sillares es muy cuidado, sin que se aprecie casi el mortero de cal que los une. El pie de esta muralla se situaba a una cota de 5,20 msnm, notablemente inferior al del umbral de la Puerta Califal situado a una distancia de 130 m aproximadamente (fig. 3).
La cimentación estaba formada por una zarpa que se adelantaba ligeramente sobre la vertical de la muralla. Aunque mal conservada, parece responder al modelo observado en un tramo de esta misma cerca conservado en la calle Queipo de Llano: cajas formadas por sillares y rellenas con mampuesto ligado con un consistente mortero de cal.
Este lienzo califal quedó colmatado con sucesivos niveles de tierra e, intercalados entre ellos, otros formados por rocas muy fragmentadas. Entre estos niveles de rocas trituradas los hay de tonalidad gris azulada, formados fundamentalmente por filitas, que alternan con otros de color marrón-amarillento, posiblemente producto de la descomposición de los sillares de la propia muralla. En los sondeos realizados en la cubierta en el año 2009 y en 2012-2013 se aprecia una sucesión similar de niveles que parecen responder a la necesidad de ganar altura (véase capítulo 4 y 5).
Si bien los niveles de filitas eran prácticamente estériles en lo que se refiere a materiales muebles en los restantes ha sido posible recuperar un significativo conjunto de cerámicas, fragmentos de revocos, huesos, malacofauna y alguna pieza de hierro. Las cerámicas son fundamentalmente forma destinadas a la preparación (ollas y cazuelas) y presentación de alimentos (ataifores y jarritas).
El conjunto se caracteriza por el predomino de piezas vidriadas, casi siempre meladas. Las producciones bizcochadas, a menudo decoradas con trazos de óxido de manganeso, son jarras, jarritas, lebrillos, etc.
Como materiales significativos para fijar la datación de estos niveles citaremos un fragmento de jarrita de loza dorada y azul cobalto, otro de un ataifor verde y morado nazarí y una forma abierta con decoración de verde y morado sobre fondo blanco de producción posiblemente valenciana, aunque hay que reseñar también la presencia ocasional de otras producciones más tempranas como es el caso de una jarrita decorada con cuerda seca parcial (fig. 5).
Fig. 3. En la imagen se observa como la muralla califal (A) ha sido seccionada por la conducción del aire acondicionado (B).
En términos generales, salvo excepciones, se trata de materiales bajomedievales. Resulta bastante probable que estos rellenos se produjesen en el momento de la construcción del baluarte del torreón (mediados del siglo XVI) cuando la muralla califal fue recortada y amortizada.
Como indicamos el sondeo fue ampliado hacia el este pudiendo determinar de este modo tanto la anchura del muro califal (2,5 m) como que este se encontraba adosado a estructuras preexistentes.
Fase romana
Los estratos en los que se inserta la cimentación proporcionaron cerámicas romanas, repitiendo lo documentado en la Puerta Califal (véase capítulos 4 y 5). La secuencia no fue agotada abandonándose la excavación a una cota de 5 msnm.
(5) En intervenciones realizadas en campañas posteriores pudo comprobarse que la estructura a la que se adosa la muralla califal corresponde a un lienzo defensivo levantado en la primera mitad del siglo VII d.C. que, a su vez, se adosaba también a construcciones defensivas de fines del siglo II o inicios del III d.C. Estas estructuras se habían visto afectadas por un seísmo fechado en el siglo VIII y reparadas en su parte alta algo más tarde (Bernal-Casasola y Villada, 2020).
Fig. 5. Selección de materiales recuperados en los niveles que amortizan la muralla califal: a. Ataifor verde y morado nazarí; b. Jarrita con decoración de óxido de manganeso; c. Asa de jarra con trazos de óxido de manganeso; d. Jarrita con decoración de óxido de manganeso; e. Cazuela con asas aplicadas; f. Jarrita de loza dorada y azul cobalto; g. Jarrita decorada con cuerda seca parcial y trazos de manganeso; h. Plato con cubierta estannífera y decoración en verde y negro de posible origen levantino; i. Jarrita bizcochada con trazo de vedrío verde; j. Cangilón; k. Ataifor vidriado melado con líneas de óxido de manganeso; i. Olla bajomedieval con vedrío interior.
6.1.2. Sondeo 30
Situado al este del anterior, frente al vano de acceso, se extendía tanto por la casamata del baluarte como por el pasillo que conduce a ella. Sus dimensiones son de 4,5 por 3 m.
Se distinguen las siguientes fases
Fase lusitana (s. XVI)
Tras la retirada de los niveles contemporáneos (solerías y conducciones de aire acondicionado), quedó al descubierto el umbral de acceso de acceso que se sitúa sobre una sólida estructura de mampuestos ligadas con un mortero rico en cal de gran dureza.
En el pasillo, bajo el último sillar de la portada, se dispone otro de mayor longitud en el que se ha rebajado un cuadrado de unos 7 centímetros destinado a fijar el eje sobre el que giraba la puerta.
La puerta, de doble hoja, queda formalizada en un arco de medio punto formado por sillares achaflanados ejecutado con gran pericia.
Fueron documentados también en el pasillo, a media altura, los huecos cuadrados que servían para el encaje de las trancas que aseguraban estas hojas.
Fase romana/tardo-antigua (siglos I-VII)
El lienzo califal se adosa al este a otra estructura muraria MUR-201, que pudo datarse en intervenciones posteriores en época tardo-antigua.
Más al este aún se identificaron otros muros de gran potencia situados a distinta cota y con direcciones distintas. El MUR-202 había sido cortado tanto por las estructuras del baluarte como por las conducciones de aire acondicionado. Su alzado era de casi tres metros y discurría en sentido noroeste-sudeste.
El segundo, situado a una cota muy inferior, era de semejantes características constructivas, pero aparecía desplazado respecto al primero.
En campañas posteriores pudo reconocerse que se trataban de una única estructura, un lienzo de muralla, fracturada y desplazada a consecuencia de un seísmo. Si ya en esta campaña se propuso su cronología pre-califal, en las posteriores se consiguió fijar su datación con mayor precisión en razón de algunos fragmentos cerámicos de fines del siglo II d.C./inicios del siglo III d.C. recuperados en su fábrica (Bernal-Casasola et al., 2020; Villada y Bernal-Casasola, 2019).
El espacio que definían estas estructuras fue colmatado por un gran vertido de piedras de mediano y gran tamaño destinado a cegar este espacio. Se recuperaron pocos materiales muebles, entre ellos algunos fragmentos cerámicos romanos muy rodados y dos ánforas Dr. 23 y Keay XIX respectivamente.
6.1.3. Sondeo 31
Se ubicó al inicio del pasillo junto a la jamba oeste.
Sus dimensiones fueron de 2 m por 1,5 m.
En esta ocasión los resultados fueron escasos pues tras retirar la solería contemporánea y su preparación se puso al descubierto la parte superior de las conducciones de aire acondicionado que habían afectado al mampuesto con que se construyó el baluarte.
6.2. Catas paramentales
En las paredes perimetrales de la casamata y pasillo de acceso al baluarte se procedió a la retirada de los revocos contemporáneos, en una anchura media de un metro. Como indicamos, se pretendía con ello determinar la naturaleza de las fábricas y posibles huellas de reaprovechamiento de estructuras precedentes.
En general, las fábricas son un mampuesto de piedras de medianas dimensiones y en determinados puntos (accesos, arcos y quiebros en el trazado) es sustituido por sillares bien tallados y perfectamente aparejados. En el mampuesto se observan piedras de naturaleza muy heterogénea, incluidos algunos sillares fragmentados expoliados de la cerca califal.
Los paramentos han sufrido bastantes agresiones contemporáneas tales como apertura de regolas para el paso de cables y rebajes verticales de los muros para permitir la conexión de las conducciones de aire acondicionado del subsuelo con las rejillas de ventilación.
Algunas remodelaciones tienen mayor antigüedad, por ejemplo, en las troneras. En la que se abre al sur sobre el foso marítimo es claramente visible el cegamiento parcial de la parte inferior mientras que en la que defiende la puerta sus dimensiones han sido también reducidas, pero esta vez cegando uno de los laterales.
En cuanto a la integración de estructuras precedentes, ha podido identificarse en la prolongación del muro califal el alzado de este que quedó embutido entre las fábricas del baluarte. Fue recortado para permitir la circulación en el interior de la casamata de forma parecida a como ocurre en el baluarte de la Coraza en el que también se recortó el lienzo omeya para permitir acceder a través de un pasillo abovedado a la casamata de ese baluarte.
Ello indica que en el momento de construcción de estos baluartes, en 1541-1550, estos muros califales conservaban su alzado.
6.3. Conclusiones
El objetivo principal de esta intervención fue valorar el potencial arqueológico del subsuelo del baluarte. Tras esta intervención quedó plenamente constatado lo que permitió diseñar nuevas campañas que se desarrollan hasta la actualidad.
La secuencia arqueológica no fue agotada en su totalidad tanto por el reducido tamaño de los sondeos que cuestionaban la seguridad de los trabajos como por la proliferación de estructuras descubiertas. A pesar de estas limitaciones resultó atestiguada una ocupación romana alto-imperial pues se recuperaron ánforas y sigillatas de esta cronología, aunque descontextualizadas, así como importantes estructuras de carácter defensivo de época medio bajo-imperial y tardo-antigua.
A ellas había sido adosado un tramo de la cerca omeya, en un esquema similar a lo que puede verse en la Puerta Califal y también en el baluarte de la Coraza. Esto permite concluir que el adosamiento de la muralla omeya a elementos defensivos tardo-antiguos es generalizado entre los baluartes del Torreón y la Coraza (aproximadamente unos 200 m) o, al menos, eso es lo que indican los tres puntos que han podido ser estudiados.
Las fábricas lusitanas del siglo XVI incorporan estas fortificaciones precedentes, como ya conocíamos por otras intervenciones previas, pero en este caso, debido al adelantamiento que supone la construcción del baluarte respecto al lienzo omeya, estas quedan en el centro del mismo lo que hizo necesario su demolición en la zona que ocuparía la casamata.

