Capítulo 7
7. Otras actividades arqueológicas en las Murallas Reales de Ceuta
Fig. 1. Situación de las intervenciones arqueológicas descritas en este capítulo. 7.1. Ángulo de San Pablo. 7.2. Baluarte de los Mallorquines 7.3. Paseo de las Palmeras 7.4. Puerta de Santa María y Muralla Norte. 7.5. Puerta de La Ribera. 7.6. Poternas del foso navegable. 7.8. Hornabeque.
Tras dar cuenta en anteriores capítulos de las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el marco del proyecto “Puerta Califal de Ceuta” se reseñan brevemente en este algunas otras actividades arqueológicas desarrolladas en el entorno del conjunto amurallado del frente de tierra ceutí entre 2001 y 2015 (fig. 1).
Permiten de una parte contextualizar las llevadas a cabo en el marco del proyecto y de otra aportan información relevante para comprender la evolución de esta línea de defensa. Son además útiles para identificar las drásticas alteraciones sufridas por la topografía de estos terrenos, esenciales para entender por qué se adoptan determinadas soluciones constructivas.
En las postrimerías del pasado milenio el esfuerzo conjunto de la administración general del estado y de la administración local encaminado a la rehabilitación de las fortificaciones exteriores avanzaba a buen ritmo y todo hacía presagiar que en pocas décadas todo el Frente de Tierra habría recuperado su antiguo esplendor. Pero, tras haber intervenido en el revellín de San Ignacio, el ángulo de San Pablo, la contraguardia de San Javier y la plaza de Armas, este empuje inicial únicamente alcanzó a una postrera intervención de “reconfiguración volumétrica” en el baluarte de los Mallorquines y puerta de entrada a la Ciudad.
7.1. Excavación arqueológica en el baluarte de San Pablo (2001)
La primera rehabilitación en el Conjunto Monumental de las Murallas Reales de Ceuta se produjo en el revellín de San Ignacio, cuyo terraplén había sido vaciado años atrás. Desprovistos de este vital elemento de sustentación, años más tarde los muros amenazaban colapsar por lo que hubo que reforzarlos. Para lo que quedaba de este revellín, apenas unas fachadas del XVIII soportadas por muros de hormigón, se concluyó que sería el de Museo su mejor destino.
El proyecto de rehabilitación y adaptación fue redactado por J. M. Hernández de León y el nuevo museo se inauguró en 1999.
Ninguna actuación arqueológica se llevó a cabo en el momento en que fue vaciado de las tierras que contenía perdiéndose con ello cualquier información histórica que estas pudieran albergar.
Poco después se aborda una nueva intervención restauradora en esta segunda línea defensiva: rehabilitada la pieza central, el revellín de San Ignacio, se acometería entonces la de las piezas que lo flanquean, San Javier y San Pablo. Nuevamente son encargados al mismo arquitecto los correspondientes proyectos que, en el caso del ángulo de San Pablo, contemplaba la demolición parcial de su interior y el vaciado de las tierras que formaban sus terraplenes para ganar mayor espacio útil.
El hallazgo de fragmentos de ánforas en las tierras que estaban siendo retiradas provocó la paralización momentánea de los trabajos y la realización de una intervención arqueológica dirigida por S. Nogueras (2001) que consistió en la limpieza y documentación del perfil en que se produjo este hallazgo.
En dos de los niveles estudiados fueron recuperadas gran cantidad de ánforas, clasificadas como Beltrán IIA, que fueron relacionadas con las cetariae localizadas en el Istmo (Nogueras, 2001).
Además de por tratarse del punto más occidental vinculado a las actividades salazoneras desarrolladas en el Istmo de Ceuta, es de interés esta recuperación por la cota, más elevada que la del suelo del baluarte, a que aparecieron estas piezas romanas.
Puso de manifiesto que, para construir las líneas exteriores al oeste del foso marítimo, se realizaron importantes rebajes del terreno, incluso por debajo del nivel geológico, lo que conllevó la pérdida de la secuencia estratigráfica previa. Únicamente en los terraplenes de los diferentes elementos del dispositivo sería posible localizar algún nivel anterior a su construcción.
En la contraguardia de San Javier la intervención restauradora fue epidérmica, es decir sin vaciado del terraplén, por lo que no fue necesaria intervención arqueológica.
7.2. Excavación arqueológica en el baluarte de los Mallorquines (2002 y 2006)
La parte superior del baluarte de los Mallorquines, también conocido como de Santa María, y la puerta de entrada a la fortaleza de Ceuta habían sido demolidos a principios del siglo XX. Casi un siglo después se encarga a Hernández de León un nuevo proyecto para reconfigurar su primitiva volumetría.
Teniendo presente las experiencias en el revellín de San Ignacio y el ángulo de San Pablo fue programada una excavación previa al comienzo de las obras, que tuvo lugar en marzo de 2002. Levantado ya el nuevo edificio, se lleva a cabo una nueva campaña en 2006 en la que se excavó la esquina nordeste del baluarte, no explorada en la anterior, y que quedaba en el patio interior del nuevo edificio.
Ambas excavaciones fueron dirigidas por F. Villada.
La primera permitió estudiar los diferentes espacios que conformaban el interior del baluarte destacando y, a los efectos que nos ocupan, la documentación de un lienzo construido con sillares de caliza bioclásticas aparejados a soga y doble tizón que discurría en sentido SO-NE paralelo a la cara norte del baluarte (fig. 2).
Al oeste este muro aparecía embutido en el que cerraba a este lado el baluarte. Su otro extremo, al este, se perdía en un amplio refuerzo macizado con tierras que daba consistencia a la esquina nordeste del bastión y que sería excavado en 2006.
Ningún otro nivel ni estructura anterior a la construcción del baluarte fue documentado.
Desde que, cuarenta años antes, Terrasse (1962) publicase una torre y un lienzo omeyas muy próximos a este baluarte era esta la primera ocasión1 en que se ponían al descubierto nuevos restos del frente occidental omeya de este recinto. Unos meses más tarde se identificaría la Puerta Califal (véase capítulo 2).
En 2006 fue posible excavar el interior del refuerzo antes mencionado.
Estaba delimitado por un muro de mampuesto de factura bastante tosca y por las caras exteriores del propio baluarte. En su interior se estudió una amplia secuencia de gran complejidad y con múltiples estructuras que comenzaba en momentos del alto Imperio romano.
$1 Algunos años antes, en la calle Queipo de Llano, Fernández Sotelo puso al descubierto un tramo (dos torres y varios lienzos) de muralla que consideró en principio de época romana (Fernández, 2004). Posteriormente, pudo determinarse que pertenecía al frente oriental de la fortificación omeya (Hita y Villada, 2002; Villada y Gurriarán, 2013).
Fig. 2. Vista del interior del baluarte durante la excavación de 2002
De época califal se documentó la continuidad del lienzo puesto al descubierto en 2002. De él partía otro perpendicular, en dirección norte-sur y de la misma cronología, pero más estrecho, posiblemente una puerta de ingreso al palacio del gobernador (Hita, Suárez y Villada, 2008; Hita y Villada, 2019) (fig. 3).
Adosado a la cara sur del muro califal, corría otro que quebraba un poco más adelante hacia el norte cortando el lienzo califal hasta perderse en las fábricas del propio baluarte. Estaba construido con un recio calicanto de mampuesto.
Fue interpretado como los restos de una coracha medieval amortizada por el propio baluarte en el siglo XVI (Hita y Villada, 2019; Villada, 2012).
Esta excavación vino a dar la clave de la secuencia que sería más adelante reiteradamente constatada en las excavaciones desarrolladas en la muralla Real (capítulos 4, 5 y 6 de esta misma obra): a los niveles de época romana se superponen los restos de la muralla omeya que, a su vez, es preservada parcialmente al ser integrada en las fortificaciones portuguesas (Villada Paredes, 2012).
7.3. Seguimiento arqueológico desdoblamiento del paseo de las Palmeras
El proyecto de desdoblamiento del paseo de las Palmeras, diseñado por C. Pérez Marín y J. Pérez Marín, hizo posible tanto la eliminación de las estructuras adosadas como los pilares del paseo de las Palmeras permitiendo con ello recuperar el frente norte del recinto amurallado.
El análisis del frente visible de la muralla confirmó la heterogeneidad de materiales empleados en su construcción y la gran cantidad de reparaciones sufridas a lo largo del tiempo. La presencia de materiales expoliados es abundante, siendo significativos un conjunto de piezas calizas agrupados en la zona situada más al este y que parecen proceder de una portada de un edificio de importancia.
Fig. 3. Dibujo y ortofoto de la planta del área excavada en 2006 (J. Camino). A. Lienzo califal. B. Lienzo califal C. Coracha D. Muro de mampuesto de refuerzo de la esquina.
Fig. 6. Detalle de las troneras
Fig. 4. Detalle de un sector de la muralla norte en que se han marcado las distintas unidades constructivas y con un círculo verde los sillares calizos reutilizados. Los círculos rojos indican sillares de calizas bioclásticas procedentes de la muralla califal.
En este frente fueron localizados dos troneras de orbe y cruz (tronera 1) y de orbe y palo (tronera 3) reutilizadas como salidas de conducciones de aguas fecales. Piezas de otra tronera desmantelada (tronera 2) fueron utilizadas con idéntico fin (Villada, 2013).
Al otro lado de una de estas troneras, la de orbe y cruz, se llevó a cabo un pequeño sondeo que puso al descubierto una casamata cubierta con bóveda.
En el extremo este, en la calle Edrissis, se llevaron a cabo tres pequeños sondeos. Los denominados 1 y 2 se situaron a la altura del lienzo entre las torres califales (véase más adelante) y permitieron estudiar la cara posterior de esta muralla. Está formada por un mampuesto de piedras careadas muy distinta a la fábrica mixta en damero visible al otro lado.
(2) Se localizó también un ancla de piedra reutilizada en la base de un lienzo hoy oculta y bastantes sillares reutilizados de la cerca omeya.
Fig. 7. Arriba, vista general de los sondeos 2 y 3.
En el sondeo 3 situado poco antes del puente del Cristo quedó al descubierto una estructura de planta rectangular interpretada como los vestigios de una pequeña estructura para contener agua.
Fig. 8. Planta de la estructura documentada. Dibujo V. Gómez Barceló
7.4. Excavación arqueológica en la puerta de Santa María y control arqueológico con sondeos en la muralla norte (2004)
Un nuevo proyecto de rehabilitación del frente norte de la fortificación del istmo de Ceuta promovido por el Ayuntamiento de Ceuta tuvo como consecuencia la ejecución de varias intervenciones arqueológicas en este lugar.
En 2004 se lleva a cabo una primera excavación en la rampa de acceso a la puerta de Santa María, dirigida por J. Suárez y J. M. Tomassetti (Suárez y Tomassetti, 2004).
Los restos más antiguos localizados corresponden a época califal.
Como señalamos, Terrasse (1962) había dado a conocer la existencia de una torre y un lienzo de esta cerca junto al baluarte de los Mallorquines. Años más tarde, se construyó un antepecho sostenido por pilares para ampliar el paseo de las Palmeras y en su extremo se adosó una edificación, la sede del Club de Actividades Subacuáticas (CAS), al baluarte de los Mallorquines que ocultaron los restos de la muralla. Únicamente en el salón de este Club era visible aún un trozo de la torre identificada por Terrasse.
El proyecto de recuperación del frente norte contemplaba la demolición de estos elementos que ocultaban las murallas y la cara este del baluarte.
Cuando se llevó a cabo, fueron puestos al descubierto nuevamente la torre (T.1) y los lienzos publicados por Terrasse. Además, se documentaron una segunda torre (T.2) y nuevos lienzos de esta fortificación entre esta y la puerta de Santa María.
Esta nueva torre conservaba hasta 9 hiladas de sillares de calcarenita, aparejados a soga y tizón (Villada, 2013). Al otro lado de la torre, fue instalado un postigo que cerraba el acceso.
En los lienzos, uno situado entre ambas torres y el otro, al este de la última descubierta, el aparejo era distinto. Este último responde al habitual en las construcciones defensivas omeyas, es decir sogas que alternan con tizones, generalmente dobles. El segundo lienzo, localizado por Terrasse es del tipo denominado mixto, pues si bien se ven los sillares dispuestos a soga en hiladas regulares, el lugar que ocupan habitualmente los tizones es sustituido generalmente por un mampuesto de sillares. Se trata de un aparejo “en damero” que, aunque con precedentes en época tardo-antigua y emiral, es bien conocido también en época califal en Córdoba (León-Muñoz, 2018)3 .
Estos elementos de la cerca califal habían sufrido profundas remodelaciones.
Así la nueva torre identificada había sido ensanchada para permitir la instalación de piezas de artillería en su parte superior, posiblemente durante la segunda mitad del siglo XV. Quizás en este mismo momento deba situarse la construcción de las troneras (de orbe y palo y de orbe y cruz) que observamos en este mismo frente. Al otro extremo de esta torre se instaló un postigo para cerrar el acceso a la puerta (Villada, 2013; Villada, Hita y Suárez, 2011).
Cuando en 2006 se acomete la rehabilitación de la puerta de Santa María de África, proyecto redactado por N. Beltrán Toledo, fue preciso llevar a cabo otra actuación arqueológica dirigida en esta ocasión por J. Suárez (Suárez, 2006).
En una primera fase se plantearon varios sondeos al pie de muralla a fin de estudiar con mayor detalle su cimentación y los refuerzos construidos en el siglo XVIII para paliar su deterioro por el continuo batir del mar.
Pudo constatarse así que de una de las torres desaparecidas de este frente subsistían aún la cimentación y un pequeño resto de su alzado. También pudo documentarse que el basamento de la muralla que sustituyó o se sobrepuso a la califal, estaba formado por grandes sillares de caliza mientras que el alzado de la misma estaba construido con mampuestos muy heterogéneos.
(3) Agradecemos al Dr. León Muñoz la confirmación de la identificación de esta fábrica.
(4) Esta torre, la situada más al este de las existentes, fue demolida en el siglo XX y reconstruida posteriormente instalándose durante algunos años en su interior unos aseos públicos. Hoy alberga un centro de transformación eléctrico.
Fig. 9. Arriba a la izquierda. lienzo entre ambas torres con aparejo mixto. Arriba a la derecha, torre dada a conocer por Terrasse restaurada. En el centro, estudio parietal de la muralla norte y puerta de Santa María (Suárez y Tomassetti, 2004). Abajo a la izquierda, detalle de la fábrica de la muralla omeya entre la torre 2 y la puerta de Santa María. Abajo a la derecha, rampa de subida hacia la puerta de Santa María.
En el curso de esta intervención se llevó a cabo un ortoalzado del lienzo amurallado de este frente por el ingeniero topográfico J. del Camino. La restauración de este frente norte de la muralla de Ceuta fue realizada por la empresa Quibla Restaura S.L.
Un nuevo sondeo fue llevado a cabo en la rampa de acceso a la puerta de Santa María. Quedó confirmado entonces que este espacio había quedado colmatado con los derrubios procedentes de la demolición parcial de la muralla. Una vez retirados estos niveles se constató también que el pretil que protege la rampa estaba conservado en más de un metro de alzado y se encontraba enfoscado al interior. Además, se conservaba en bastante buen estado el empedrado que formaba el piso de esta rampa, ya detectado en la intervención de 2004.
La puerta de Santa María, al final de la rampa, conservaba un alzado de un metro y medio de sus jambas. Estaban realizadas con grandes sillares achaflanados. El umbral quedaba marcado por un escalón del mismo material con un rebaje semicircular paralelo al mismo destinado a la recogida de las aguas pluviales.
Esta puerta fue abierta en el lienzo omeya que había sido muy reformado en épocas más recientes. Si bien el origen de esta puerta debe situarse en época medieval islámica lo que hoy vemos, sus jambas, parecen de cronología muy posterior.
Se llevó a cabo otro sondeo al interior de la puerta de 2 m de ancho y con una longitud de 9 m. Respondió a la pretensión de los promotores del proyecto de intentar recuperar el uso primitivo, acceso entre la Ciudad y la antigua playa de Santa María, de rampa y puerta.
Fig. 10. Arriba a la izquierda, vista cenital de la puerta de Santa María (fotografía J. Suárez). Arriba a la derecha, reconstrucción de la puerta de Santa María y su acceso (dibujo A. Palomo). En el centro y abajo, alzado de la torre 2 y la puerta de Santa María y planta general de la excavación (dibujos A. Palomo).
La dinámica estratigráfica en este lugar viene marcada, tal como ocurría en la rampa, por la presencia de suelos contemporáneos que se superponen a potentes estratos formados por la demolición de la parte superior de los lienzos amurallados5 . Estos niveles fueron afectados además por la apertura de grandes fosas en las que fueron plantadas las palmeras que dan nombre a este paseo. Aun así, bajo todos estos niveles, pudieron documentarse, en bastante mal estado de conservación, restos de los muros que formaban el pasadizo abovedado que conducía al interior de la Ciudad así como el primer tramo de su suelo. Estaba formado por un empedrado de cantos de pequeño tamaño cuidadosamente ejecutado.
Se conservaban también tanto los puntos de anclaje de las hojas que cerraban la puerta como un hueco en el suelo en el que encajaba el postigo que la aseguraba.
(5) La muralla norte de la Ciudad tuvo mayor altura que impedia la vista del mar desde la calle paralela a ella. Fue derribada para dar mayor desahogo a esta.
7.5. Puerta de la Ribera (2014)
Esta puerta, en el frente meridional, permite el acceso desde la playa de la Ribera, la “Ribera das naus” como es denominada en algunos planos, al interior de la plaza.
Hoy está mutilada al haber sido seccionado su extremo septentrional, en concreto un patio a cielo abierto y la portada que se abría a la plaza de África6 . El meridional queda oculto tras el muro de contención de la carretera entre Ceuta y Tetuán (sobre las transformaciones sufridas por esta puerta véase Hita y Villada, 2019).
Dos actuaciones arqueológicas han sido llevadas a cabo.
La primera consistió en la documentación topográfica de sus plantas, secciones y alzados realizada en 2011 por J. A. Camino y J. A. Molina.
En la segunda en 2014 se llevaron a cabo varias catas en los paramentos dirigidas por F. Villada con la colaboración de E. Ortuño.
Sucintamente señalaremos que estas catas permitieron comprobar que la puerta del siglo XVI aprovecha estructuras precedentes islámicas, una dinámica habitual en la fortificación ceutí. También quedó de manifiesto la pericia técnica de los canteros que labraron y pusieron en obra los sillares que forman las distintas portadas y arcos, todos de gran calidad técnica, en los que se adoptaron soluciones formales muy semejantes a las que vemos en el acceso al interior del baluarte del Torreón. Todo parece indicar que se construyeron en un momento muy cercano.
Por último, cabe señalar que esta puerta sufrió importantes refacciones en épocas más recientes, sobre todo en las cubiertas (para una descripción de esta intervención véase (Hita y Villada, 2019).
(6) La portada que hoy tiene y el escudo proceden de la puerta de San Luis. El primer tramo del recorrido es de construcción actual.
7.6. Poternas
En ambos extremos de la muralla Real, a la altura del nivel del mar y ocultas del enemigo por los orejones de los baluartes, existen dos pequeñas poternas concebidas para facilitar un acceso discreto al interior de la fortaleza.
Su ingreso queda formalizado en dos sencillos arcos de medio punto construidos con sillares.
Poco se sabía de ellas, ni las características de su interior, ni sus dimensiones o trazado, ni tampoco el lugar al que conducen.
Estas incógnitas han sido resueltas, al menos parcialmente, tras la exploración llevada a cabo en la que se han levantado croquis de sus plantas y secciones.
En esta investigación, dirigida por F. Villada, participaron formando parte del equipo técnico D. Godoy y G. Fernández.
7.6.1. Poterna norte
La primera parte de esta poterna es una galería construida también con sillares. Su longitud es de 2,60 m aproximadamente y consta de tres tramos (a, b y c). El suelo está formado por cinco escalones descendentes los dos primeros (tramo a) hasta alcanzar el central dónde se alcanza la cota más baja (tramo b) para, a partir de allí, volver a subir en (tramo c). Sus huellas tienen desigual anchura.
El techo de los dos primeros tramos es una bóveda que incrementa su altura a medida que avanzamos. En el tercer tramo esta bóveda se pierde quedando visible como techo la roca natural perforada.
El primer tramo (a) corresponde al arco de ingreso. Tiene algo más de 1 m de luz y un grosor de 0,8 m. Su altura en el primer escalón es de aproximadamente 2 m mientras que en el segundo alcanza los 2,31.
En el siguiente tramo (b) el paso es algo más amplio, 1,38 m y la altura también mayor (2,67 m). En ambos laterales sendas piezas horadas arriba y abajo muestran el lugar en que encajaron los batientes de dos hojas de madera que cerraban el paso. Tras ellas, en las paredes laterales se observan los huecos cuadrados para las trancas que las aseguraban.
El tercer tramo (tramo c) vuelve a estrecharse nuevamente (1,29 cm). También se incrementa la altura, a pesar de que los dos escalones que forman el suelo se elevan, pero también lo hace el techo (no construido), alcanzando los 2,87 m.
A continuación de esta galería se abre un pasadizo excavado en el sustrato geológico con una longitud aproximada de 5,5 m, una anchura máxima de 2,55 m y una altura que alcanza 1,90 m como máximo. Los trabajos de excavación de este pasadizo fueron interrumpidos en este punto, aunque en la parte superior hay indicios del comienzo de una nueva galería en su extremo que avanza únicamente unos 80 cm.
Hacia el norte se abre otro ramal que permite alcanzar una estancia de mayores dimensiones (aproximadamente unos 7 m² de superficie) y altura (3,64 m). En la parte superior se aprecian restos de fábricas, posiblemente la parte inferior del suelo de la casamata del propio baluarte del torreón.
En los frentes en los que aparece la roca cortada se aprecia que esta es de dos tipos, una de tonalidad marrón y otra gris, que corresponden respectivamente a las unidades de gnesiss y micaesquistos del Istmo y la Almina y a la de esquistos carbonosos de la unidad de las puertas del Campo.
7.6.2. Poterna sur
La poterna situada al sur, junto al baluarte de la Coraza, ha sufrido importantes alteraciones en momentos recientes (nuevo suelo, reducción del tamaño de la puerta, etc.), pero parece concebida siguiendo un esquema similar al de la situada al norte, al menos en la zona construida con sillares.
Se diferencia únicamente de aquella en que se incorporan varios peldaños en su extremo final pasadizo.
En cuanto a la zona excavada en la roca que observamos en la poterna norte, aquí ni siquiera se comenzó a excavar desembocando este acceso en un frente de roca.
7.6.3. Conclusiones
Todo indica que se trata de obras inacabadas.
Estas poternas debían conducir al interior de la fortaleza, pero se encuentran interrumpidas no pudiendo por tanto cumplir la función para la que fueron pensadas.
Básicamente constan de un tramo construido con sillares seguido de una excavación en la roca que, en el caso de la situada al sur, apenas se inició. En la situada junto al baluarte del Torreón existe un ramal en dirección al interior de la fortaleza que comunica en dirección norte con una cámara de mayores dimensiones.
Es oportuno recordar que en el texto conservado del proyecto de Benedito de Rávena se menciona que cada uno de los baluartes tendría dos bóvedas con sendas cañoneras que batirían los muros, una de ellas a nivel del foso. Esta idea fue abandonada en 1544 (véase capítulo 16) suprimiendo la cañonera inferior ante el peligro de que fuesen asaltadas por el enemigo.
La excavación de la gran sala bajo el baluarte del Torreón en la poterna norte corresponde posiblemente a los iniciales trabajos de construcción de la bóveda inferior.
7.7. Proyecto Scripta manent
En los últimos años viene desarrollándose un proyecto de investigación, dirigido por F. Villada y G. Fernández, denominado “Scripta manent. Signos lapidarios de Ceuta” cuyo principal objetivo es la localización, documentación y estudios de marcas de cantería y grafitos históricos en construcciones de carácter defensivo de Ceuta.
Hasta el momento han sido dados a conocer los correspondientes a la Ciudad, es decir el espacio interfosos (Fernández y Villada, 2017 y 2019)
En total han sido documentados 751 signos lapidarios de los que 34 son marcas de cantería y 717 grafitos.
Los que corresponden al frente occidental son estos:
La mayor parte de las marcas de cantería (23) se sitúan sobre los sillares calizos que forman la base del frente abaluartado o en los que refuerzan la arista del foso. Los 5 restantes han sido identificados en sillares del interior del baluarte del Torreón.
La variedad formal de estas marcas es amplia siendo las más repetidas cruces (8), ángulos (4), flechas (3) y letras (3).
Su datación puede situarse en el momento de construcción del frente abaluartado en la década de los 40 del siglo XVI.
El principal interés del estudio de estos signos radica en la posibilidad de, a partir de ellos, identificar traslados de cuadrillas de pedreros entre las diferentes fortalezas, determinar sus lugares de procedencia además de otros aspectos relacionados con la propia organización del trabajo.
La falta de proyectos semejantes en otras ciudades y villas portuguesas norteafricanas no ha permitido aún avanzar en estos estudios.
Los grafitos históricos son mucho más abundantes.
Su estado de conservación es bastante deficiente por lo que la mayor parte (37) no pueden ser clasificados en un grupo concreto.
Del resto, los más numerosos son los que representan embarcaciones (16) o epígrafes (15).
El estudio de estas expresiones ocasionales de autores anónimos refleja la vida cotidiana y las preocupaciones de estas poblaciones.
Su datación es siempre compleja sin que pueda irse más allá en la mayor parte de los casos de ofrecer un terminus post quem para su realización establecido por el momento de construcción de los muros en que se realizan.
Uno de estos grafitos, un alquerque, puede sin embargo ser datado con mayor precisión en la primera mitad del siglo XVI, pues quedó sellado tras la construcción de la muralla Real (véase capítulo 5 de esta obra).
7.8. Excavación arqueológica en el hornabeque (2017)
Esta intervención en el frente de la Valenciana al oeste del foso marítimo fue dirigida por D. Godoy en 2017.
En las décadas siguientes a la construcción del frente abaluartado portugués nuevas defensas fueron siendo levantadas más allá del foso con el objeto de alejar al enemigo de las murallas. Estas defensas exteriores, inicialmente simples estacadas, muros de tierras o piedras, acabaron consolidándose con el paso del tiempo y dieron lugar a fortificaciones permanentes.
Concretamente la cortina del frente de la Valenciana, o del Hornabeque, tiene su origen en el camino cubierto de la contraescarpa del foso Real que aparece ya en representaciones cartográficas fechadas en la primera mitad del siglo XVII.
En 1689 se le añade empalizada y un año más tarde contaba ya con una nueva estacada, banqueta y rampas.
Diez años después, aprovechando la contraescarpa del foso de Palomino, se consolida el terraplén.
La comunicación con el exterior se realiza a través de una puerta situada en el centro de la Valenciana.
En su cara occidental se observan varios recrecidos que indican las diferentes fases de su construcción (fig. 16).
En la oriental, la más cercana al foso marítimo, existían en 1720 dos rampas que permitían el acceso a la cubierta y dos cuerpos de guardia.
Ya en 1772 su anchura había sido aumentada amortizando las rampas de subida a la cubierta y los cuerpos de guardia. En ese momento se construyen nuevos cuerpos de guardia en la puerta que se adosan a los existentes en ese momento (Fernández y Villada, 2017, p. 77-78).
Fig. 16. Vista de la cara oeste del hornabeque. Los asteriscos marcan la situación de las antiguas troneras cegadas.
Hoy se conserva el acceso abovedado que comunica el antiguo camino cubierto con la plaza de armas y a ambos lados estos cuerpos de guardia (fig. 17).
Al norte existen dos estancias (1 y 2) de planta cuadrangular, situadas una a continuación de otra. A la situada más al este (estancia 1) se accede desde el antiguo camino cubierto y cuenta con una ventana que da sobre el pasillo abovedado. En su lado oeste un vano, hoy tapiado, se abría a la estancia 2.
Esta última, inaccesible en la actualidad, tuvo una puerta abierta en el pasillo, también cegada.
Al otro lado, es decir al sur del pasillo, existen otros 3 habitáculos (estancias 3, 4 y 5). La estancia 3 es la situada más al sur. A ella se entra desde el antiguo camino cubierto y es completamente independiente del resto. Junto a ella, un poco más al norte, tenemos otras dos habitaciones (estancias 4 y 5), de dimensiones desiguales. Como en el caso de la estancia 3, se accede a la número 4 también desde el camino de ronda. Su planta es cuadrada aproximadamente, aunque su esquina suroeste está achaflanada por una estructura anterior que también cerraba al oeste en la estancia 3. Una ventana se abre sobre el pasillo abovedado y una puerta en su pared oeste permite la comunicación con la estancia 5, algo más pequeña. Esta última habitación tiene también una ventana que da al pasillo.
Fig. 17. Arriba, ortofoto del pasillo abovedado que comunica la plaza de armas con la contraescarpa. Los asteriscos señalan las puertas y ventanas cegadas. Abajo a la izquierda, detalle del lado este del hornabeque con indicación de la situación de las entradas a las habitaciones (ortofotos realizadas por Yamur S.L.). Abajo a la derecha, croquis de las distintas habitaciones. Las flechas indican las puertas cegadas.
Fig. 18. Vista general de los sondeos y de algunos de los materiales recuperados (foto D. Godoy).
Los sondeos se ubicaron en la esquina suroeste de la estancia 4 el primero, el segundo frente al umbral de la puerta entre las estancias 4 y 5 y el último en la estancia 5, excavándose un área total de 3,5 m2.
La cota de inicio de estos sondeos estaba situada aproximadamente a 7,40 msnm. Retirada la solería se observó que o bien esta se apoyaba directamente sobre el geológico (sondeo 1), o entre ambos, el suelo actual y el nivel geológico, había otro suelo de guijarros (sondeo 2) o un delgado nivel de tierras vertido allí para alcanzar la cota necesaria (sondeo 3).
Únicamente fueron recuperados 15 fragmentos cerámicos, en general poco significativos, que pueden ser datados en la segunda mitad del siglo XVIII o incluso más tarde.
Estos resultados indican que, como ya apuntábamos, las fortificaciones al oeste del foso habían sido construidas rebajando notablemente el terreno y eliminando cualquier vestigio arqueológico anterior a su construcción, una dinámica muy distinta a la que observamos en la primera línea de fortificación.
7.9. Conclusiones
Las ocho intervenciones descritas en este capítulo son, como acabamos de ver, muy heterogéneas.
Las del frente norte, puerta de Santa María y baluarte de los Mallorquines, permiten atestiguar una ocupación ya en época romana (baluarte de los Mallorquines) a la que se superpone otra medieval de la que el elemento más notable es la muralla levantada por c Abd al-Raḥmān III.
De esta cerca fueron identificados: • un nuevo paño en dirección este-oeste (baluarte de los Mallorquines) • un posible acceso al palacio del gobernador (baluarte de los Mallorquines) • dos torres (una de ellas ya conocida), el lienzo que las unen y otro más al este de la nueva torre (en el frente norte de la muralla, a unos 35 m al sur de los anteriores)
Además, han sido documentados los vestigios de la puerta de Santa María que permitía el acceso a la ciudad desde el desembarcadero al norte. Aunque muestra hoy una configuración mucho más tardía, parece tener un origen medieval.
Todas estas estructuras quedaron integradas y/o modificadas en procesos edificatorios posteriores, entre los que destacan la construcción de una coracha marítima y posteriormente del propio baluarte de los Mallorquines. También la nueva torre puesta al descubierto fue ensanchada resultado una de mayores dimensiones.
Este mismo fenómeno, la integración de fábricas islámicas en el proyecto de Benedetto de Ravena de 1541, se aprecia con claridad también en la puerta de la Ribera, dónde las fábricas portuguesas parecen acomodarse al recorrido de una puerta anterior.
Por otra parte, la exploración de las poternas ha puesto de manifiesto que el lugar ocupado por el foso es el punto de contacto de dos unidades geológicas lo que permite pensar en la existencia de cierta depresión natural del terreno.
Además, ha podido ser confirmado que ambas poternas son obras inacabadas, es decir, modificaciones del proyecto inicial.
La estancia situada al norte de la poterna septentrional, abandonada antes de ser concluida, parece corresponder a los trabajos iniciales para la construcción de la casamata inferior del baluarte del Torreón, mencionada por el ingeniero italiano y que sabemos fue suprimida más tarde (1544).
Más allá del foso, tanto las excavaciones de San Pablo como del Hornabeque, evidencian la profunda alteración que sufrió el terreno para construir las fortificaciones exteriores. Fue rebajado considerablemente, alcanzando el sustrato geológico en amplias extensiones para formar un glacis que permitiera una defensa más eficiente. Como consecuencia, los niveles arqueológicos anteriores al siglo XVIII fueron destruidos.
Únicamente en el interior de los baluartes, quedó preservada fragmentariamente esta ocupación anterior como muestra la identificación de varios niveles de época romana en el ángulo de San Pablo. Estas construcciones, macizas en buena medida para soportar con garantías los impactos, se construyeron rebajando el terreno que las rodeaba en el que se construían los muros perimetrales. En su interior, formaban en parte su terraplén con el terreno original de modo tal que únicamente en la parte más baja de este ha quedado fosilizada la estratigrafía anterior.
Por último, el proyecto Scripta Manent ha abierto una nueva vía de investigación sobre las murallas a través del estudio de marcas de cantería y grafitos históricos.

