Introducción
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 2
Cap. 1
Cap. 4
Cap. 3

Publicaciones del autor

Primera publicación.- BRAVO PÉREZ, J. (1963): “Algo más sobre el ancla llamada romana”,

CRIS, Revista del Mar, nº 57, Octubre 1963, pp. 4-6.

Algo más sobre el ancla llamada romana

Se ha estudiado profundamente el ánfora y con todo detalle su cronología, así como la de la cerámica menor, aunque, ciertamente, queda mucho por hacer.

Pero en cuanto hemos llegado al ancla, tal vez mejor podríamos decir, a esta pieza de plomo que generalmente se conserva del ancla, el cepo, nos hemos paralizado con estudios y averiguaciones.

No existe una cronología, y ello, seguramente por no haber sido realizado un inventario serio de los cepos recuperados, con el historial de su localización y material que lo acompañaba.

Por esto, si queremos llegar a un conocimiento algo cercano a la realidad histórica, sobre el cepo de ancla, habremos de efectuar una labor de conjunto, no demasiado difícil, pues en ella puede intervenir por su cuenta e independientemente cada uno de los aficionados y cada uno de los arqueólogos que hayan intervenido en los hallazgos y en los estudios, simplemente, dando noticia detallada de medidas, circunstancias de hallazgo, ubicación y material acompañante,

Una posterior centralización en manos de los técnicos, de todos estos datos, nos pondría en posesión inmediata del material a estudiar, en una forma cómoda, concreta, y que significaría un intercambio entre todos los interesados.

Y esto, se podría conseguir de forma que no hubieran resquemores ni prejuicios, de manera que nadie pudiera pensar que está suministrando información gratuita para lucimiento de un tercero, que si bien en ciencia, que es altruismo, esto no debe existir, en la realidad, reconocida la existencia del afán de figurar, cualquiera puede suponer en otro este vicio que pudiera dañar su propio interés, traducido también en afán de figurar. O por lo menos, dicho con más benevolencia, en defensa de su derecho de propiedad intelectual.

No es necesario más que una simple oficina de intercambio en la que, aquellos que a la misma se inscriban, tengan obligación, y la cumplan, de aportar cuanto sepan y conozcan respecto al ancla romana o a aquellas de confección parecida, fueran griegas, cartaginesas o de cualquier otra procedencia; y tengan asimismo el derecho, cuyo disfrute sea también una realidad, de recibir toda la información y detalle centralizado en la oficina, con lo que todos los interesados estarían en posesión de todo el material, y ahí sí, que cada cual podría aportar lo que su estudio y esfuerzo personal pudiera conseguir, en bien de todos y de un fundamental conocimiento histórico.

No obstante, no todos permanecen quietos ante un cepo de ancla Mucho hemos pensado, y muchas cábalas se han hecho que han plasmado en hipótesis más o menos aceptables, que hasta hoy no han sido demostradas.

Nosotros mismos, a la vista de la colección de cepos que hemos ex traído o hemos colaborado en su extracción y que hoy se hallan en nuestros museos, hemos llegado al convencimiento de que el cepo, así como las demás piezas de plomo del ancla, eran fundidas sobre el maderamen de la misma, con lo que se lograba un ajuste perfecto.

Hermoso cepo descubierto por Juan Diaz Triano, del CAS de Ceuta.

Y a este convencimiento hemos llegado por dos observaciones reiteradas:

Que la mayoría de los cepos de gran tamaño tienen salida de molde hacia la parte opuesta a aquella en que figura la escoria de la colada.

Y que en la parte interior de la caja aparece a menudo el dibujo de la fibra de la madera que contuvo, así como la irregular distribución de lados y ángulos de la caña que aprisionaba.

Pero, si esta observación la hemos hecho nosotros hace ya tiempo, y seguramente muchos más, la realidad es que la hemos aceptado como cierta, la hemos dado por buena, pero sin mayor preocupación.

Ha sido el C.A.S. de Ceuta, presidido por nuestro buen amigo el Dr. D. Fernando Fosatti, quien se ha preocupado de hacer una demostración de este aserto.

Y así ha querido contárnoslo, sin énfasis de ninguna clase, más bien como sin darle importancia y sin querer sentar cátedra, lo que aboga más respecto a esta hipótesis que un intransigente dictamen pericial.

Como no queremos poner ni quitar y solamente queremos citar, para adherirnos a ella, la tesis sentada, pasamos a transcribir la carta y la documentación recibida del De- legado de Escafandrismo de aquel Centro, don Juan Bravo.

Dice así:

Estimados amigos del CRIS:

Desde que recuperamos el primer cepo de ancla romana en nuestras aguas, nos sentimos intrigados, como todos los escafandristas, de cómo serían las piezas que faltaban para la reconstrucción total. Nunca vimos en los alrededores de estos pecios ningún vestigio de algo que pudiese tener relación con ellos.

Pero cierto día nuestro compañero Juan Díaz Triano descubrió cerca de un hermeso cepo (fotografía núm. 1) dos piezas de plomo (fotografías 2 y 3) que relacionó con el primero.

Desinteresadamente donadas a nuestro Club, fueron objeto de comentario y estudio y llegamos a la conclusión de que eran dos hallazgos interesantísimos, no sólo por que sean casi únicos, sino también porque nos daba la solución, al menos en parte, de la reconstitución del ancla romana.

Con esta idea, y teniendo en cuenta los escritos relacionados con este tema que se han publicado en distintas obras y revistas, como el artículo

Arriba, funcho de plomo hallado en las inmediaciones del cepo. En el centro, despiece completo del ancla según la hipótesis del CAS. Abajo, pieza que se presume sea el equivalente al arganeo del ancla, en la que se observa moldeada la caña con un ángulo redondeado y tres de arista viva

del señor Foerster, insertado en el núm. 42 de vuestra revista, me puse a trabajar en la reconstrucción del ancla, con la base de las tres piezas de que disponía.

Comencé por sacar plantillas para acoplarlas a ellas, dándome cuenta de que este trabajo era muy penoso, por el tamaño grande que iba a adquirir, pues con arreglo al cepo, la proporción de la caña, o tallo del ancla, era algo más de dos metros.

Entonces me decidí por hacer todas las piezas a escala reducida de 1:10. Fundí, pues, las piezas de plomo como las originales y por muchas pruebas que hice sobre ellas no me fue posible acoplar la caña ni los brazos. El amigo Rivera que contemplaba mis apuros me expresó su punto de vista de que la única solución viable era que las piezas de plomo, todas, iban fundidas sobre el armado de madera, Efectivamente, observando con todo detenimiento las piezas de referencia, saltaba claramente a la vista las imperfecciones internas que hacen imposible el ajuste posterior de pieza alguna en ellas ;en el caso del arganeo (foto 3) se comprueba que tres de sus ángulos internos tienen sus vértices vivos y el cuarto lo es redondeado, como correspondiendo a una madera que al sacarla de un tronco se han sacado tres esquinas vivas y la otra corresponde a la misma redondez del árbol; sin embargo, la parte externa tiene sus caras lisas v sus ángulos vivos, observándose al mismo tiempo que no presenta casi roce ni desgaste, por lo que sacamos la conclusión de que debía ir a ras de la madera, o sea en un rebajo de la misma, y no puede ir así más que fundida sobre ella.

En el caso del cepo se ve que la escotadura por donde pasa la caña tiene un vástago que le atraviesa en el sentido longitudinal; con arreglo a la proporción del cepo la caña tiene que ser más grande que esa escotadura, teniendo que tener dicha caña un rebaje para el acoplamiento a aquélla; hemos comprobado en el modelo que de esta forma queda de una gran firmeza. La pieza de la fotografía num. 2, que pudiéramos llamar el brazo y que sirve para unir el conjunto de caña con las palas, tiene tantas imperfecciones interiores de fundición, que no es posible de ninguna forma ajustar las tres piezas de madera que tienen que ir en ella; asimismo están terminados en filos su canto inferior, pero con el chaflán por la parte de dentro, ya que el rebaje que se le hizo a la parte de madera fue en forma de cuña. Todas estas piezas embutidas o semiembutidas debían cumplir dos misiones muy importantes: primera, darle más consistencia a la armadura, y segunda al presentar menos grueso de plomo su duración debía ser mayor al no tener un roce excesivo.

Los empalmes que unían a las palas con la caña, nos la da el brazo, ya que sus tres escotaduras y especialmente las dos achaflanadas de los extremos, nos da la forma externa de las piezas de madera. La unión del final de la caña con las palas pudiera ser de varias formas: fundida una abrazadera sobre las tres piezas; clavadas o taladradas fundiendo plomo que haría la vez de clavos. En la fotografía núm. 4 se ve detalladamente todas las piezas que componen el ancla, al menos según nuestra hipótesis basada en el hecho práctico de haberlo realizado; a la izquierda la caña y las palas; a la derecha las tres piezas de plomo, el arganeo, el cepo y el brazo, visto en dos perfiles. En la fotografía núm. 5, puede verse un modelo de ancla terminado.

Quisiéramos hacerles resaltar que estos modelos, fundidas sus partes de plomo sobre el armazón de madera, no nos ha presentado ninguna dificultad, se han hecho pruebas sobre maderas blancas y no hemos observado muestras de quemaduras intolerables. En los modelos corpóreos que también le acompañamos, podrán observar estos detalles. Las piezas originales pudieron ser fundidas perfectamente de igual manera.

Les agradeceríamos que acogieran con cariño este pequeño estudio que hemos querido hacer sobre la reconstrucción ideal del ancla romana y nos enviasen sus opiniones. Igualmente si consideran interesante difundirlo por medio de vuestra revista.

También les agradeceríamos los informes que puedan enviarnos relacionados con la evolución de las anclas antiguas, pues tenemos el proyecto de reconstruir a escala los tipos de ancla de los que dispongamos suficientes antecedentes.

Esperando vuestras noticias, recibid los cariñosos saludos de los amigos y compañeros del C.A.S.

JUAN BRAVO

Delegado de Escafandrismo

Así creemos que, siguiendo el ejemplo del Centro de Actividades Subacuáticas de Ceuta, todos deberíamos unirnos en un intento de recopilación de conocimientos y estudio del ancla llamada romana y de su cronología.

Si así lo hiciéramos, algo ganaríamos todos. Y el C.A.S. habría puesto una primera piedra. Tal vez habría fondeado un ancla.

CLEMENTE VIDAL SOLA

Ancla montada. A los modelos no se les ha puesto uñas por no tener datos sobre ellas.

Fotografías de las publicaciones

Segunda publicación.- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Los cepos romanos con alma de madera”,

CRIS, Revista del Mar, nº 67, Agosto 1964, pp. 4-6

Aquí apreciamos la fundición del cepo con alma de madera (Foto Cuellar)

Ya se ha escrito reiteradamente sobre los cepos de las anclas romanas que se han ido recuperando del mar; con ese fluir de ideas hemos conocido antecedentes y datos que nos va haciendo llegar a conocimientos más concretos sobre ese artilugio tan vital para la navegación, en todos los tiempos, y sobre quien ha descansado, sigue y seguirá, la seguridad de toda embarcación. A las hipótesis sobre la forma de las anclas, desde que observamos los primeros cepos, se han sucedido trabajos que han aclarado,

Arqueología submarina

Los cepos romanos con alma de madera

Nueva fundición del cepo con alma de madera (Foto Cuellar)

NOTA DE LA REDACCION: Además del cepo con madera vista por la parte superior que hemos reproducido, el CRIS ha recuperado varios cepos con alma de madera totalmente recubierta, siendo este travesaño un listón de 2 x 4 centímetros, perfectamente recuadrado, para un cepo de 17 kilos, recuperado en Culip.

En el Museo Marítimo de Barcelona existe además, de procedencia anterior a las recuperaciones escafandristas, un cepo con madera vista lateral, en el que se conserva la totalidad de esta madera, si bien da más bien la impresión de tratarse de una fundición desplazada, y, por lo tanto, defectuosa.

Cepo recuperado por el CRIS con abertura en la parte superior con relación a su posición en el molde (Foto Vidal)

al menos en parte, aquéllas, llegando a concebirlas con bastante realismo. En el número 57 de esta Revista, dimos a conocer la reconstrucción que se había hecho en el CAS de Ceuta, gracias a tres piezas encontradasjuntas. Después de aquel trabajo, no nos quedamos parados pensando que habíamos terminado sobre este tema; al contrario, nos dio más deseos de continuar trabajando sobre él, apoyados moralmente por todos los amigos amantes de la arqueología submarina, que desde todas partes nos han seguido estimulando y alentando. Y seguimos estudiando los cepos recuperados, encontrando, cada vez, más signos que nos hablan, con sus muchos detalles, de cómo fueron construidos, del porqué se hicieron de ésta o aquélla manera y del procedimiento que utilizaron apoyados siempre sobre una base de experiencia práctica. Y así vemos que a los primitivos cepos totalmente de plomo, toscos, sucedieron otros más finos en su confección, también de plomo a los que siguieron los de alma de madera, que posiblemente cerraría este ciclo de evolución en el arte de construir las anclas para las embarcaciones del Imperio romano y que continuarían utilizando todas las embarcaciones del mundo conocido entonces.

Nos hemos detenido muy especialmente en la observación de los cepos con alma de madera, que nos ha causado admiración el perfeccionamiento adquirido desde los cepos construidos anteriormente. El trabajo es más técnico, se debió tener en cuenta todos los defectos señalados por la práctica, ya que lo que posiblemente daría lugar a la colocación de ese refuerzo interno de madera, sería las deformaciones que sufrirían los cepos en el transcurso del tiempo. Es lógico, ya que si se empleó por sus propiedades de gran densidad y bajo punto de fusión, motivo este último que le hacía insustituible para la construcción de las anclas por el sistema que entonces empleaban, también tenía el inconveniente de su falta de dureza, lo cual daba lugar a las deformaciones a que nos referimos antes. Para paliar este inconveniente que debió ser bastante grave (no sólo las deformaciones, sino también las roturas que se producirían por las escotaduras, como hemos visto en muchos cepos recuperados) idearían el reforzarlas con ese alma de madera, cuya técnica de colocación está muy bien estudiada. Efectivamente, siempre observamos que dejaron un lado del alma sin que la cubriera el plomo, y esto, naturalmente, no lo hicieron por descuido, sino indudablemente para que así al mojarse la madera dilataría, haciendo más cohesión madera-plomo; por tener esa cara libre, cuando el ancla estuviese a bordo se sacaría rápidamente.

No debemos pensar que todas las anclas fueron construidas con todos sus detalles iguales, aunque sí, en cada periodo, con las ideas básicas. Así vemos que en unos cepos tienen libre una cara lateral y otros la de encima. En uno de los cepos recuperados en Ceuta, la cara libre está en un lado. En su construcción debieron tener en cuenta que parte del alma, la central, tocara en el molde y los extremos no, para que éstos quedaran recubiertos de plomo y así estas puntas quedaban reforzando el conjunto.

Hemos reconstruido una serie de cepos, tanto de pasador de plomo como con alma de madera, y ya descubierto el secreto de fabricación, no encontramos ninguna dificultad en ello; para los romanos, que fueron maestros fundidores, suponemos que tampoco encontrarían ninguna; aunque en principio se pensó en diferentes procedimientos de fabricación de las anclas, últimamente se ha aceptado, por demostración, que solamente pudieron construirse fundidas sobre la madera.

A pesar de todo, si algún día encontrásemos un ancla intacta, que el bueno de Neptuno hubiese mantenido reservada para uno de nosotros, nos sentiríamos dichosos de poder comprobar que los trabajos que hemos realizado correspondían en todo a las anclas que utilizaron las naves romanas. 

JUAN BRAVO

Reconstrucción de los cepos con alma de madera recuperado en Ceuta.

He aquí un cepo recuperado en aguas de Ceuta por los señores Fossati y Canales (Foto Arbona).

Reconstrucción de los cepos con alma de madera recuperado en aguas Catalanas.

CARTAS AL DIRECTOR:

Sr. Director de la Revista CRIS

Obra en mi poder la edición de junio con la carta abierta a los piratas y como que desconozco la dirección o apellido del firmante «Federico» le agradeceré que dé publicidad a la contestación que sigue: Federico «Quienseas».

He leído tu carta y no sé si te veo más pillo o más ingenuo. Comprendo tu plan. Lo que quieres es ahorrarte trabajo y como que no pue des evitar lo que ocurre quieres aprovecharte. Veo que sabes que sacar ánforas es un trabajo duro y puedes creerme que no es gran negocio si cuentas los gastos y el riesgo. Pero esto es cosa mía. Tú quieres las señas de los yacimientos limpios de piezas grandes, de difícil manejo para hacer las publicaciones con un mínimo esfuerzo y lucite,

pero eres un ingenuo, ¿Cómo quieres colaboración si no cambias de actitud? Demasiadas son las huellas que de la extracción de ánforas quedan y excesivo el riesgo de que puedas enterarte de quién se las llevó. Si quieres información tienes que dar garantías de que no harás uso de ella en nuestro perjuicio. Así es que tienes que decidir: o cesas de perseguirnos o no hay señas.

Uno de muchos

Fotografías de las publicaciones

Tercera publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 70, Noviembre 1964, pp. 8-10.

Anclas romanas

Desde hace mucho tiempo se viene debatiendo la hipótesis sobre la reconstrucción de las anclas usadas en el período de la época romana. Bien es verdad que ello ha sido debido a la falta de datos suficientes y a no haber se recuperado un ancla intacta, con excepción de las conseguidas al desecar el lago Nemi. Allí se obtuvieron dos hermosos ejemplares, pero siempre quedó algo de decepción pensándose que aquellas embarcaciones estaban destinadas más al placer que a la navegación, que hicieron suntuosas pero que nunca se pensó que pudieran navegar por un mar abierto; a esto cabría oponer que aún en un lago, las operaciones náuticas son en muchos puntos, similares, y entre ellos cabe destacar el anclaje firme, así es que estos artilugios tenían que tener, aparte su ornamentación más o menos bella, las mismas condiciones técnicas que las que empleasen el resto de las embarcaciones de alta mar del Imperio. Por eso, nosotros, siempre hemos tomado como módulo las medidas y ángulos básicos en los trabajos de reconstrucción de estas piezas náuticas Ya publicamos anteriormente, aunque fuera de forma somera, la base de partida y las ideas que tuvimos para estas reconstrucciones. Hemos leído posteriormente muchos trabajos al respecto, publicados por diferentes autores que se han inspirado en distintas piezas recuperadas. Hemos observado siempre que estos trabajos los documentaban con diseños poco cuidados, los cuales no podían, en muchos casos, llevarse a una práctica reconstrucción, eran más bien bosquejos. Por eso volvemos hoy con este trabajo, ya que él va profusamente ilustrado con dibujos lineales y fotografías, para mayor comprensión y una más amplia documentación de lo realizado.

Partimos de tres piezas que se recuperaron en aguas de Ceuta (dibujo núm. 1) las cuales, estudiando sus formas y ángulos interiores, nos dieron la continuidad del conjunto. A pesar de todo, para cubrir con datos eficientes las lagunas, como son por ejemplo las ensambladuras de las maderas, ya que en el transcurso del tiempo éstas han desaparecido totalmente, tuvimos que emplear la imaginación, pero siempre teniendo en cuenta el trabajo a realizar. Hay que tener en cuenta que la caña y los brazos tenían que tener una sólida firmeza. Por eso pensamos que podría emplearse varios sistemas, en el caso del dibujo núm. 2, el ajuste se hace por medio de cuñas, cuyo sistema es antiquísimo en carpintería, pero para las anclas en particular presenta un defecto

De arriba a abajo y de izquierda a derecha, figuras 1, 2, 3 y 4

que es el siguiente: llamemos a al grueso de caña-brazos, b a la alfarjia que atraviesa la unión brazos-caña y ca las cuñas con las que se hace el ajuste. B debe tener de grueso la tercera parte de A y C la tercera parte de B, con lo cual quedaría «degollado>> en las uniones BC por donde sería fácil la rotura, ya que después de la cuña para que ésta se pueda apretar y la madera no salte, debe tener un sobrante E de unos diez centímetros, que formarían un saliente fácil de romper con el menor enganche. Por todo esto más lógica es la construcción con arreglo al dibujo 3, ya que como se observa en él, el sistema de ajuste debilita menos los elementos que lo componen y no presenta ningún saliente, ya que las cuñas D2 y el sobrante de la alfarjía C2 que atraviesa la unión brazos-caña una vez ajustados y asegurado con «tarugos» o clavos de madera, se cortan rasantes al brazo F2, no quedando ningún re- salte en todo el armado. Para que este ajuste quede lo más perfecto posible, las cuñas D2 y los clavos de madera deben tener un ángulo muy agudo, pues al ser una madera dura (encina o roble) de no ser así los escupiría. El zuncho- contrapeso tiene unos macizos triangulares A2 que impiden que los brazos corran para arriba; si en el zuncho-contrapeso pusieron un tope para la parte alta, ¿por qué no poner otro para la parte baja? (B2). Creemos que si esta pieza se puso solamente para contrapeso, no tendría estos triángulos, sobre todo en el lado más corto, o sea el que corresponde a la caña, ya que al tener este chaflán le da el doble trabajo al ajusta caña-brazo.

En la figura núm. 4, se han dibujado los brazos de las anclas de Nemi y Ceuta, para que sir van de estado comparativo a lo que anteriormente decimos, puesto que, efectivamente, tomamos las medidas claves para la reconstrucción de la nuestra, la cual hicimos por el procedimiento que puede verse en la figura núm. 5, mediante ajustes metálicos de hierros H, similares al empleado en la de Nemi. En los detalles AR y CE se observa el corte del árganeo y cepo, respectivamente. La medida de la caña, en F, con 45°, fue con la que el ancla trabajó mejor, ya que al poner los brazos más largos el cepo no tenia suficiente peso y fuerza para vencer la resistencia que oponían éstos. Con la medida actual, le cuesta algo vencer esta resistencia en tierra, pero en el mar lo hace con suma facilidad. En pruebas efectuadas en fondos de 10 a 15 metros, trabajó perfectamente, clavando la uña hasta la parte del zuncho-contrapeso, como puede verse en las fotografías de las figuras 6 y 7, formándose un montículo de arena en la parte del Icepo. En fondo pedregoso, los resultados fueron igualmente satisfactorios.

Figura 5

Figuras 6 y 7.

Arriba figura 10, en el centro Figuras 8 y 9, abajo figura 12

Hemos completado este trabajo con fotografías de las reconstrucciones totales de las anclas de Ceuta y Nemi (figs. 8 y 9), así como otras expresiones gráficas donde puede verse el sistema de fundido del zuncho contrapeso, del cepo y del arganco.

No hemos querido con esto, naturalmente sentar cátedra, sino simplemente ayudar al esclarecimiento de este apasionante estudio de las anclas antiguas, intentando hacer estas reconstrucciones esquemáticas y corpóreas basadas en la medida y la proporción, unidas al buen juicio de que la pieza reconstruida pue- da servir perfectamente para el fin que fue creada por el hombre de mar: para que su embarcación quedase firmemente asegurada en cualquier fondeo.

JUAN BRAVO (del CAS de Ceuta)

Fotografías de las publicaciones

Cuarta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Un cepo de ancla decorado en aguas de Ceuta”,

Rivista di Studi Liguri XXX (nº 1-4), pp. 309-311

Ceuta es una ciudad española enclavada en el N. de Africa, en una pequeña peninsula llamada Punta Almira. Este lugar tanto por su situación geográfica en la entrada del Mediterráneo, dominando la región del estrecho de Gibraltar, como por su estructura con amplias y cómodas bahías en ambos lados de la península, que permiten un fácil y seguro fondeo, fue habitado y visitado desde la más remota antigüedad.


Algunas de las anclas de las naves, que por entonces la visitaron, debieron perderse en los fondos agrestes pero bellísimos de estas aguas. Actualmente hombres del CAS de Ceuta, dedicados a la exploración, recuperación y estudio de piezas de interés arqueológico, han descubierto varios objetos de verdadero interés, entre ellos algunos cepos de ancla. de variada tipología, que han sido ya publicados en diferentes ocasiones.


Entre las piezas recuperadas cabe destacar el interesante cepo de plomo, objeto de esta nota. Fue localizado por los Sres. Borras, Muñoz y Diaz Triano, en el punto medio de una línea imaginaria que va desde Punta Blanca, cabo situado a dos kilómetros escasos al N. de Ceuta y la Isla de Sta. Catalina, islote que se halla en el extremo N. E. de la península ceutí, en un fondo de 40 metros. Posteriormente, acompañados por otros miembros del CAS, dichos señores procedieron a su recuperación. Esta no fué fácil, ya que las corrientes son muy fuertes en este paraje e impidieron el que se bajase un cabo para izarlo y tuvieron que utilizarse varios globos, que una vez hinchados lo arrastraron hasta la superficie, aunque hubo que despegarlo del fondo v levantarlo los primeros metros.


El cepo recuperado mide 1,05 metros de punta a punta y pesa 82 kilogramos y en sus brazos presenta una decoración compuesta de un círculo en relieve, con un pequeño apéndice en su parte inferior, ocupando toda la anchura de la pieza y colocada cerca del alojamiento cuadrangular de la caña del ancla.

Algunas rugosidades y incisiones sobre este círculo, parecen querer dibujar toscamente una sobreposición de hojas, por lo que hemos interpretado este elemento como una corona, a su lado hacia el extremo del cepo, aparecen cuatro pequeñas protu. berancias simétricamente colocadas, en las que en algunas, las mejor conservadas, sc evidencia que reproducen una taba, o astrágalo, en ocasiones la reproducción es tan fiel, que casi puede asegurarse que se usó uno de estos huesos para producir la oquedad en el molde de tierra o arena en que fué fundida la pieza. Este conjunto se repite en cada uno de los lados de ambos brazos, absolutamente idéntico en las cuatro ocasiones.

Juan Bravo

Per motivi di carattere redazionale rimandiamo al prossimo fascicolo della « Forma Maris Antiqui» l'aggiornamento della Bibliografia archeologica sottomarina dal 1961 al 1964 [NOTA DELLA DIREZIONE].

Fotografías de las publicaciones

Quinta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Mas cepos de anclas romanas en Ceuta”,

Cris, Revista del Mar, nº 78, Barcelona, Julio 1965, pp. 10-11.

Arqueología submarina

Mas cepos de anclas romanas en Ceuta

Cada día se arranca alguna pieza del pasado romano de Ceuta, que va incrementando el acervo arqueológico local; y tanto en tierra, como en el fondo del mar, se descubren nuevos objetos que forman parte de ese rompecabezas de la historia y al que los estudiosos dedican un interés efectivo.


Durante una jornada de pesca submarina, realizada por los señores Ortuño Ruiz y Díaz Triano, del Club de Actividades Submarinas y Marítimo Deportivas de Ceuta, localizaron tres cepos de ancla romana, cuyo hecho pusieron en conocimiento del Delegado de Escafandrismo quien dispuso lo conveniente para intentar su recuperación. Esta se realizó el día 13 de marzo del año en curso. Soplaba un fuerte viento de poniente, que nos hizo ponernos un poco en guardia. Partimos, a las dos de la tarde, desde el muelle de España, rumbo a la cala Las Cuevas. Al remontar los Isleros de Santa Catalina, demostró el patrón su competencia, pues ese paraje es un lugar peligroso de corrientes. Llegados al lugar previsto, y tras los preparativos de rigor, se lanzaron al agua Ortuño y Díaz, provistos de boyas de balización y bolsas de lona. A los quince minutos apareció la primera boya, habiéndose conseguido, por tanto, la localización del primer cepo.

Amarramos la embarcación a la boya y tras las señales convenidas, pronto aparecieron las bolsas, transportando el primer cepo. Localizar los otros dos con la referencia del primero, hubiese sido tarea fácil con aguas claras, pero después de varios días de levante, éstas no estaban en esas condiciones, dándoles un trabajo de rastreo que afortunadamente dieron su fruto, pues además de los tres que habían observado en principio, recuperaron un cuarto. Levantamos croquis y tomamos las oportunas referencias para anotar en la carta marina.

El tiempo empecró tanto, que tuvimos que regresar por la bahía sur, después de haber empleado seis horas y media de trabajo.
El lugar donde se han localizado los cepos, parece ser que era un refugio de emergencia hasta conseguir el tiempo propicio para la arribada a la bahía ceutí, donde en aquella fecha se efectuarían las operaciones de carga y descarga.


Este año esperamos dedicarlo muy activamente a reconocimientos de las zonas más propicias de nuestra geografía local, esperando, con un poco de suerte, seguir aportando más objetos para incrementar nuestra ya interesante colección.

JUAN BRAVO

C.P.6.: Este cepo es el primero que se ha recuperado en aguas de Ceuta, sin pasador de plomo ni alma de madera. C.P.7.: Pueden observarse los resaltes en las esquinas de la escotadura. La fundición es casi perfecta. - C.P.8.: Aparte de su buena fundición, su particularidad está en el pasador de plomo, de sección rectangula de 35 x 15 mm. P.M.3.: Con el alma de madera y un pasador de plomo muy delgado, haciendo pensar que éste se formó al no ajustar bien el alma en la escotadura de la caña, dando paso, por tanto, al plomo derretido... Otra particularidad que presenta, es la de los taladros que se ven en las extremidades

Fotografías de las publicaciones

Sexta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Deformaciones de los cepos de anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 83, Barcelona, Diciembre 1965, pp. 2-4.

Ancla romana con cepo de plomo (se trata del ancta excavada en el lago Nemi y que representa hasta la fecha el único ejemplar que se encontró en tero, aunque no pudo conservarse porque todas las partes orgánicas se des compusieron rápidamente al contacto con el aire).

En la ingente cantidad de cepos de plomo de las anclas romanas, que han sido recuperados en las zonas marítimas donde pulularon las naves del Imperio, se han observado distintas deformaciones que desde un principio nos llamaron la atención a todos los que hemos dedicado un rato de nuestro tiempo al estudio de es tos artilugios, en general, y a la arqueología submarina en particular.


Pero, para nosotros, después de una serie de comprobaciones, comparaciones y razonado estudio del trabajo de las anclas, no nos fue difícil encontrar la respuesta a estas deformaciones, como ya hemos comentado en trabajos anteriores publicados en esta Revista. Igualmente, y como consecuencia de aquellas surgió el ancla con cepo de plomo al que se le dotó de un alma de madera.


Por todo esto, nos sorprendió grandemente las consecuencias que el Sr. Pappo deducía de las. antedichas deformaciones, en un artículo que publicó la revista italiana Mondo Sommerso» titulado «Un cepo con máscara», que entre otras cosas decía:
En principio pensábamos que la deformación del cepo fuese causada por trabajo de enganchamiento con el fondo, más la ocasión de la recuperación de un cepo de simetría idéntica, ha demostrado la verdadera naturaleza de las deformaciones: se han hecho a propósito para su alojamiento a bordo para la navegación.

Muy endeble nos parece el razonamiento en que se basa el articulista para demostrar su aserto. El que haya aparecido un cepo con la misma simetría deformatoria, no nos parece un motivo de fuerza. Las coincidencias se producen en muchas ocasiones, no en dos, sino en tres, cuatro o más veces. Y si esto nos parece mal, mucho peor es la idea que propugna de que se utilizaba la deformación para su mejor alojamiento en el buque. Así es que para que estuviese más cómodamente la tripulación, en una época que esto le tenía sin cuidado a todos los que mandaban en las flotas, se perjudicaba grandemente el efecto y la eficacia del ancla en cuestión. Aún en la actualidad, la cubierta de proa donde se encuentran los dispositivos de anclaje, está exclusivamente reservada a ese fin; ese lugar no está previsto para acondicionamiento de personas.


Como siempre, hemos querido que nuestros argumentos estén sólidamente respaldados por la experiencia. En primer lugar, bueno es tener en cuenta que los cepos de plomo se hicieron fundidos, y se ve claramente la cara superior por donde se vierte el plomo derretido, debido a una contracción que generalmente se le designa con rechupado, esto quiere decir que tiene que tener forzosamente la forma horizontal de todo metal en este líquido. También es importante no perder de vista que las mayores deformaciones se han determinado en los cepos cuyos brazos son delgados. Y como consecuencia de todo esto surgió el cepo con alma de madera, como decimos anteriormente. Así es que

Arriba. Puede verse la resistencia que encuentra el cepo en su recorrido. Esta fotografía corresponde a una de las pruebas prácticas realizadas en un fondo arenoso. Cuando se trata de un fondo rocoso, se da el caso muy frecuente de quedar el ancla enganchada por el cepo, aguantando toda la tracción del barco esta pieza, con la consiguiente deformación. También puede producirse deformaciones en sentido contrario, cuando se intenta recuperar desde la embarcación el ancla enganchada, haciendo saltar el falsete; ya que este procedimiento se utilizaba antiguamente, y se sigue utilizando en la actualidad; las anclas de Nemi estaban preparadas para este fin. En el medio se observa el desgaste de las puntas en el brazo deformado. Abajo vemos un cepo deformado.

Cinco cepos con deformaciones. Todos excepto el C.P.4 tienen la más corriente o sea arqueo hacia la parte de las uñas, causada por la resistencia que encuentra en su recorrido por el fon- do, hasta su enganche. El C.P.4 se encontró en un fondo de 5 a 6 metros, con el brazo doblado encajado en una grieta; esta deformación pudo producirse antes de perder la madera del ancla; los tiempos fuertes moverían el maderamen e iría deformando el brazo prendido en la roca.

Todos estos cepos se recuperaron sin deformación. Obsérvese que el C.P. 7 y el C.P. 8 presenta unas medidas en alzado casi rectangular, claramente construido para evitar deformaciones. El P.M. 3 está reforzado al máximo, su alzado es parecido al C.P. 7, pero tiene además alma de madera y unos taladros en los extremos que posiblemente fuera para arriostrarlo a la caña.
El P.M.1 y P.M.2 reforzado interiormente con madera.

El ancla de Ceuta, uno de los días de pruebas. Al fondo, el dios Atlante, durmiendo su sueño de siglos. Puede comprobarse la deformación producida en el ancla de Ceuta, después de varias pruebas de fondeo. Es la deformación más corriente: los dos brazos arqueados.

hemos hecho algunos trabajos prácticos con el ancla que reconstruimos a escala 1:2, la cual, una vez terminada, a su salida de molde, estaba perfectamente horizontal, por las razones antes apuntadas. La hemos lanzado en fondeos no más de diez veces y su arqueo fue ya ostensible, según puede verse en la parte gráfica de este trabajo.

Además podríamos aducir que las deformaciones no son siempre del mismo tipo, ya que unas se producen en forma de arqueo de los dos brazos y otras por la de una de ellos bien hacia abajo, arriba o lateralmente. Esto es importante tenerlo también en cuenta, ya que la simetría de las embarcaciones daría tales deformaciones con arreglo a esa simetría, siempre igual en todos los casos.
Por otro lado, si un ancla no tiene sus medidas proporcionadas, no trabajaría adecuadamente. El cepo, si cae de punta, obliga, por estas medidas iguales a hacer girar el ancla, y poner las uñas en posición de enganche; si uno de los brazos no fuese exactamente igual al otro, este giro no se produciría y por tanto no tendría eficacia en enganche. Hemos realizado una prueba práctica, doblando un brazo en un modelo a escala, y nos ha dado el resultado que decimos.                                     

 A bordo, un ancla, refiriéndonos siempre a las de este tipo, va perfectamente esta lingada tanto por fuera de la borda, como por dentro, no ocupando casi espacio en cubierta. Aun en la actualidad, pueden verse en las embarcaciones que conservan aparejo antiguo, este sistema.
Hacemos punto final. Hemos intentado con este trabajo esclarecer en lo posible las incógnitas que plantea las anclas romanas, basado, principalmente en hechos prácticos. Si conseguimos este fin, nos consideraremos satisfechos.

Esquema de las deformaciones producidas en enganches de roca: a.b. arqueo de los dos brazos. A.c. arqueo de un brazo.

Fotografías de las publicaciones

Septima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1965): Arqueología submarina en Ceuta, Madrid.

INSTITUTO DE ESTUDIOS AFRICANOS

ARQUEOLOGÍA SUBMARINA EN CEUTA

POR

JUAN BRAVO Y RICARDO MUÑOZ

Del club de actividades sostenibles de Ceuta

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

MADRID

1 9 6 5

Ceuta es una ciudad española situada en el Norte de África. Geográficamente a 39° 88' latitud Norte y 1° 80' longitud Oeste; en la encrucijada de todas las rutas marítimas; en la confluencia de todos los destinos históricos. Ciudad antiquísima, fundada, según la leyenda, por un nieto de Noé, ha sufrido el paso de todas las civilizaciones. Los púnicos la denominaron Exilissa; los griegos Eptdelphos y los romanos Septem Frates. Cuando las Águilas Imperiales, en su raudo vuelo de conquista, extendieron sus alas sobre todo el Norte de África, y sus garras apresaron la parte más occidental, denominándola Mauritania Tingitana, hicieron de esta ciudad una de las preferidas entre las colonias del Imperio. Levantaron templos, foros e industrias, concediendo a sus moradores el emperador Augusto el derecho de ciudadanos romanos.


Pero todo aquel gran emporio fue arrasado y destruido por el alud vándalo; con la exacerbación hacia el pueblo vencido, que caracterizaba a aquellos bárbaros, destruyeron edificios, templos y murallas, dejándolo todo como tierra yerma.


Cuando Belisario reconquistó estas comarcas para Roma, tuvo que reconstruirla totalmente. De nuevo volvió el esplendor anterior, se reanudó el comercio y el propio Justiniano (año 534) la tuvo en tal estima que cuando dirigió a Belisario su Rescripto Imperial sobre la organización de los países que iban reconquistando, en su artículo segundo decía: "Ordenamos también que establezca permanentemente en el pasaje que cae hacia España, y que se llama Septa, el número de soldados que Vuestra Grandeza juzgue necesario, con un tribuno que sea hombre prudente y adicto a Nuestro Imperio, de modo que pueda guardar siempre aquel paso y dar conocimiento al respetable Duque de todo lo que ocurra del lado de España, de la Galia o de los Francos, a fin de que él lo comunique a Vuestra Grandeza, y haréis establecer, además, en dicho pasaje, los buques ligeros que os parezcan necesarios".


Pero todo fue nuevamente destruido, esta vez por los godos. Y todas las civilizaciones posteriores hicieron lo propio y sobre las ruinas que creaban edificaban sus nuevos estilos, de tal manera que hasta nuestros días pocos vestigios del pasado se han podido descubrir.
Pese a ello, la Delegación Local de Arqueología, en una ingente tarea, ha conseguido reunir una colección bastante interesante, obra de entusiasmo, paciencia y constancia, pero siempre contando con la escasez de material, por los datos antes apuntados.


También el Club de Actividades Submarinas y Maritimo-Deportivas, desde su creación, puso por su parte un empeño desmedido en aportar con sus exploraciones y recuperaciones submarinas, datos y piezas que coadyuvasen al acerbo romano local. Realmente, no se puede mirar con indiferencia lo obtenido en el transcurso de estos años, pues si bien no es considerable su número, sí en calidad de los pecios.


Contando que el factor principal en toda exploración es la suerte, nosotros hemos procurado orientarlas siempre con el sentido de la lógica. Hemos estudiado la conformación del litoral ceutí y las condiciones marítimas de sus costas: el resguardo que puedan ofrecer, los desembarcaderos propicios, las corrientes perjudiciales, los vientos predominantes... Como puede observarse en la figura 1, las dos bahías presentan inmejorables condiciones, según el tiempo dominante en cada caso; la Norte está al socaire de los vientos del segundo y tercer cuadrantes, y la Sur del primero y el cuarto. Pero por ser la del Norte una mayor ensenada y estar en mejor abrigo, siendo sus playas, por otro lado, más adecuadas al desembarco, fue sin duda ésta la que en la antigüedad se debió usar más, para fines marítimos. Hoy en día, por estas mismas condiciones, es la que sirve de puerto, una vez empleada la técnica y los medios modernos. Es, por tanto, en ésta donde pueda haber mayores vestigios pretéritos. Ciertamente, hemos conseguido algunos ejemplares, pero la construcción del puerto y sus dársenas han cubierto con sus rellenos pétreos la mejor zona de exploración.


Mas, como decimos, ha sido la suerte la que nos ha conducido en la mayoría de los casos a la consecución, de nuestros tesoros arqueológicos. Las primeras recuperaciones se efectuaron en un día de pesca submarina: Durante el afanoso buscar, se descubrieron fragmentos de ánforas en número no pequeño. Animados por este éxito inicial, se emprendieron excursiones dedicadas a la búsqueda de pecios. Fueron apareciendo restos abundantes, pero siempre fragmentados, aunque algunos trozos de cuellos y bases son tan grandes que han dado lugar a una reconstrucción completa (fig. 2). Muchas de estas piezas han sido clasificadas, encontrándose entre éstas los cuellos de forma I Dressel, típicas del siglo 11 a. de J. C. (fig. 3) y, otro de ánfora esferoidal, forma 20 Dressel, de origen bético, del siglo al de nuestra Era (fig. 4). También poseemos distintas piezas de cerámica (fig. 5). Dentro de la dársena de nuestro puerto" se han encontrado dos ejemplares de ánforas casi completas (figuras 6 y 7), la primera fechable en el siglo 1, del mismo tipo que las encontradas en los campamentos que las legiones romanas construyeron en Alemania meridional en época del emperador Augusto (año 14); la otra, de la misma época, es de un tipo que se repite con cierta frecuencia en todo el litoral español y en regiones tan alejadas como Galicia; en Cartagena se han obtenido en cantidades extraordinarias; algunas tenían la inscripción de "Garum Hispanii", ya que se dedicaban al transporte de esta salsa de pescado española, muy apreciada por los patricios romanos que pagaban por ella un alto precio; suponiéndose, por tanto, que también se produciría en Ceuta dicho adobo, producto de las factorías conserveras de entonces, antecesoras de las actuales.


Conjuntamente con estos barros, se conseguían un número no pequeño de cepos y piezas de plomo de anclas romanas. Un ejemplar de cepo interesantísimo es el de la figura 8. Como puede observarse presenta unos relieves que representan coronas y huesecillos. Hemos estudiado detenidamente este cepo, ya que no es frecuente estos resaltes entre los recuperados hasta ahora. Lo hemos comentado, incluso, con personalidades de la arqueología submarina nacional. Nos ha hecho pensar, incluso, que fuese griego, mejor que romano, ya que los relieves de huesos pertenecen al astrágalo de carnero. Este extremo se ha comprobado fehacientemente fundiendo una pieza de plomo a cuyo molde se le había marcado previamente con un hueso de esta clase. El resultado fue sensacional, pues coincidía perfectamente en todas sus formas y medidas con el original. Como quiera que fue en Grecia donde tuvo gran influencia la astragalomancia, donde las tabas se utilizaban para oráculos, artes y de magia y hasta como juego, no es desacertada la idea de que pudiera ser este cepo de procedencia helena. Los navegantes, para proteger a sus naves de los avatares del incierto futuro, sacrificaban carneros a las divinidades impetrando su favor, y con sus tabas estampaban marcas en los moldes de fundición de las anclas, dando por resultado esos relieves, que le servirían como talismanes a sus naves. Hasta la recuperación de este cepo fue interesante: Había sido localizado en un fondo de 40 metros y en un paraje donde las corrientes son duras y peligrosas. El primer escafandrista que bajó, portaba, aparte de su equipo normal de inmersión, dos bolsas de lona y un balón sin aire. A las bolsas y al balón le insufló aire, una vez embragadas al cepo, pero no tuvieron suficiente fuerza ascensional para elevarlo, por lo que hubo que unírseles, varias bolsas más; a pesar de esto hubo que ayudárseles despegándolo del fondo, en cuyo momento, roto el equilibrio, subió a reacción hasta la superficie. Nuestra alegría fue inmensa, pues nos dimos cuenta de que poseíamos un ejemplar casi único. 


Pero el hallazgo más importante de los que hemos realizado hasta ahora, ha sido sin duda el de tres piezas de ancla, encontradas juntas: cepo, zuncho y arganeo (figs. 9, 10, 11 y 12). Cepos suelen encontrarse frecuentemente; zunchos, con escasez; pero arganeos, ha sido ésta la segunda pieza obtenida en el mundo. El encontrarlas juntas, nos dio motivos para estudiarlas profundamente y, desde luego, lo hemos hecho con mucho cariño e interés. Lo primero que pensamos fue reconstruir un ancla con ellas, pues nos pareció que teniendo las tres piezas básicas bien podríamos conseguirlo. Verdad es que personalidades de Francia, Alemania, Italia y nuestro país, dedicados al estudio de anclas romanas, habían reconstruido hipotética y esquemáticamente éstas, pero nadie había intentado hacerlo en una forma corpórea. Como quiera que se mantenía la idea de que el armazón de madera se acoplaba al plomo, se comenzó por sacar plantillas para ello. Para las medidas de proporción, tomamos comparativamente las correspondientes a las anclas del Lago Nemi. Sabido es que no se han encontrado anclas completas de la época romana, más que las indicadas, las cuales fueron perdidas al destruirse el museo donde se guardaban, durante la segunda Guerra Mundial. De ellas se han sacado croquis, que nos sirvieron para el caso indicado. Hagamos un inciso, por curiosidad, en la historia de la recuperación de las naves que reposaban en el indicado lago, cuyos datos y las medidas de las embarcaciones y sus anclas, nos darán también unos puntos de luz en nuestro trabajo reconstructivo. El Lago de Nemi fue un cráter volcánico; está situado a veinte kilómetros al mediodía de Roma y a 338 metros sobre el nivel del mar. Orientado casi de norte a sur, tiene en sus orillas los pueblos de Nemi y Genzano. Su forma es próximamente oval, mide 1.800 metros de longitud y 1.210 de anchura; su contorno es de cuatro a cinco kilómetros y su profundidad máxima de treinta y cinco metros. En principio se creyó que la nave hundida (pues solamente pensabas en una) era de la época de Tiberio, pero los trabajos realizados en 1895, permitieron asignarla a Caligula, o sea, año 37 al 41 de nuestra Era. Los primeros trabajos para recuperarla se iniciaron en el año 1446, siendo señor de Nemi y Genzano el Cardenal Próspero Colonna, bajo su patrocinio. El encargo de la empresa se lo dio a León Bautista Alberti, natural de Venecia, una de las inteligencias más fecundas de su tiempo, comparable a Leonardo de Vinci. Cuando comenzó dichos trabajos, desconocía las dimensiones de la nave, aunque sabía que ésta se encontraba en un fondo de 5 a 12 metros. Su pretensión inicial, fue arrastrarla hasta la orilla. Con tal fin contrató hombres que nadaban con habilidad sorprendente bajo las aguas, con la misión de amarrar la embarcación para halarla desde tierra mediante tornos. También quiso extraer trozos del buque mediante rastreo con garfios, los cuales no ocasionaron más que daños en la superestructura, como pudo apreciarse en las exploraciones que se efectuaron en el año 1895. Con su fracaso, todo quedó en el olvido hasta el año 1535, en el cual, el ingeniero militar de Bolonia, Francisco de Marchi, intentó nuevamente la recuperación. De Marchi se sumergió mediante una escafandra primitiva, consistente en una especie de barril invertido, quedándole libre las piernas para caminar por el fondo; igualmente, le quedaban libre las manos para poder operar. Consiguiese extraer mosaicos de pórfido, clavos de cobre, ornamentos de bronce y alguna cantidad de piezas de madera. Sin más éxitos abandonó la empresa, ya que el sistema de buceo empleado era tan rudimentario que estuvo en varias ocasiones a punto de perder la vida. Transcurrieron trescientos años sin que nadie volviese a intentar nada por arrancar el secreto del lago, hasta el año 1827 en que el ingeniero romano Fusconi lo intentó nuevamente. Construyó una gran balsa equipada con caballetes, tornos y cabrestantes. Fondeada convenientemente, desde el centro de ella se sumergían dos hombres a la par, dentro. de una campana neumática del sistema ideado en el siglo anterior por el inglés Halley. Lograron sacar columnas de bronce, pórfido y una parrilla de bronce con la inscripción "Tiberius César". Con las lluvias otoñales, las aguas del lago se enfriaron tanto que no permitía continuar los trabajos, por lo que tuvieron que suspenderse. Durante el invierno, le robaron todo el utillaje, y como quiera que no tuvo financiación para reponerlo, hubo de suspenderse definitivamente el nuevo intento de hacerse con la nave. En 1895 fue el anticuaro Eliseo Borghi, el que, empleando buzos profesionales, consiguió múltiples y preciosos objetos: bronces, una máscara de león, varias de lobo, una de Medusa, una mano votiva y otra parrilla. Comprendiendo entonces el gobierno italiano la gran importancia que como valor histórico tenían las piezas extraídas y, por tanto, la embarcación sumergida, retiró el permiso a Borghi, pero éste ya había vendido importantes piezas a los museos Británico, Louvre y Berlín, y a coleccionistas particulares. Declarado los trabajos de recuperación de interés nacional, bajo los patronatos de los ministerios de Instrucción Pública y Marina, se encargó de ellos el ingeniero naval Malfatti, quien dirigió una serie de exploraciones y trazó directrices para el salvamento total. En 1895 descubrió Malfatti que eran dos, y no una, las naves hundidas. La más próxima a la orilla, se encontraba a 20 metros de ella; sus dimensiones eran de 67 metros de eslora por 20 de manga, encontrándose en un fondo de 5 a 12 metros. A una distancia de 20 metros de ésta y 50 de la orilla, se encontraba la otra nave, de mayores dimensiones: 71 metros de eslora, por 24 de manga, sobre un fondo de 15 a 21 metros y con la popa enterrada en fango. En sus consideraciones sobre el mejor medio de ponerla a flote, decía Malfati que las dimensiones longitudinales y el pequeño puntal, hacían del casco un medio poco resistente; agravando el problema la calidad de la madera que se empleó al construirlas, en su mayor parte abeto blanco; la debilidad de las ligazones como baos y puntales, y las superestructuras destrozadas por la dilatada inmersión y, sobre todo, por el destrozo que ya les habían causado. De los procedimientos usuales en salvamento de aquel entonces, descartaba las grúas y flotadores como medio de subir directamente las naves a la superficie, dado su fragilidad. Propuso una idea genial: reducir el nivel del lago, abriendo las paredes del mismo, mediante perforaciones. Las aguas descargadas serían conducidas por un canal hasta el mar. Seguramente se le ocurrió la idea, pensando en la que tuvieron los antiguos romanos para mantener un nivel constante. Lo desaguaban mediante una galería. Realmente, este procedimiento no dañaría los barcos y permitiría a la vez explorar un millón y medio de metros cuadrados y recoger cuantos objetos hubiesen. Pasaron varios años sin tomarse ninguna decisión, hasta que en 1926 se volvió a hablar del asunto. Malfatti volvió a insistir en su teoría de bajar el nivel. Por fin, en 1927, decidió el gobierno acometer la empresa sin escatimar medios. En el fondo se aprovechó la idea de Malfatti, pero sin perforar el terreno. Cuatro ingenieros y tres arqueólogos formaron la comisión de trabajos, que decidió desaguar parcialmente el lago mediante potentes bombas eléctricas instaladas en la orilla. El 3 de enero de 1928 se comenzó a reconstruir y limpiar la antigua galería de 2.000 metros de, longitud, en roca viva. El 20 de octubre se inauguraron las obras, y desde entonces 100.000 litros de agua al día pasaban por una canal del valle de Aricia hasta el Mediterráneo. En marzo de 1929 el nivel de las aguas había descendido cinco metros, apareciendo la primera nave. Sus notables características acreditaron el grado de adelanto de la construcción naval romana en los primeros años de nuestra Era. Las maderas empleadas fueron abeto, pino y encina. La tablazón del costado tenía quince centímetros de espesor, estando calafateada con cintas de roble y forrada de lana embreada y plomo, hasta la línea de un grueso cintón. La banda de estribor se conservó mejor que la de babor, por estar un tanto enterrada en fango. En cambio la obra muerta, en su mayor parte, no existía. Únicamente en las amuradas aparecieron indicios para suponerla armada de remos y, en cubierta, señales de cámaras y varios mosaicos, adheridos por una especie de cemento. Sin embargo, pocas piezas importantes se recuperaron, las más notables fueron una bomba de achicar la sentina y dos anclas: UNA DE MADERA CON ZUNCHOS DE HIERRO Y CEPO DE PLOMO, QUE MEDIA CINCO METROS, y otra de hierro de cuatro metros; la primera con sus uñas en ángulo muy agudo con respecto a la caña y la otra con ese ángulo más abierto.


Volviendo a la reconstrucción de nuestra ancla, diremos que cuando tuvimos las plantillas nos dimos cuenta de que el trabajo de ajuste a las piezas de plomo era prácticamente imposible, la proporción de la caña o tallo del ancla nos daba más de dos metros y, además, las imperfecciones internas de las piezas de plomo no permitían el indicado ajuste. Todo esto nos dio mucho que pensar, entre otras cosas, ¿por qué se empleó el plomo y no otro metal? Los romanos fueron verdaderos artífices en la fundición de bronce; como hemos visto, en las naves de Nemi se encontraron obras magníficas de este material; no puede argüirse la mayor carestía del bronce sobre el plomo, en aquella época, pues incluso en siglos posteriores, cuando lo consideraron necesario, se carenaron embarcaciones hasta de 3.000 toneladas con planchas de cobre. ¿Qué explicación tenía entonces? Y en un momento vimos con claridad absoluta la explicación: Primero se construía la madera, tarea facilísima, y luego se fundía el plomo en los sitios necesarios. Tuvimos no pocas polémicas sobre esto, pero con demostraciones prácticas tuvieron que darnos la razón.


En principio, hicimos todas las piezas a escala 1:10, fundiendo sobre el armazón de madera las piezas de plomo. El resultado fue asombroso y nos dio la solución de muchos de los problemas que nos habíamos formulado. En las piezas originales se observaban muchas imperfecciones internas, falta de ángulos vivos y otra serie de detalles que hacía imposible un ajuste ulterior. También hicimos pruebas en maderas blancas y blandas, y el plomo derretido no dejaba huella sensible. Cuando nos pareció que no teníamos dificultades para reconstruir un ancla a mayor tamaño, lo hicimos a escala 1:2, dando una envergadura de un metro (fig. 13). Las ensambladuras de la caña con los brazos las resolvimos teniendo en cuenta la conformación interna del zuncho (fig. 12) y para su inmovilización. empleando el sistema de las figs. 14 y 15. La fundición del arganeo sobre el armazón de madera se obtiene con suma facilidad tendiendo el ancla a ras del suelo (fig. 16); para la del cepo, se invierte el ancla verticalmente (fig. 17) y para el zuncho en su posición normal (fig. 18). No nos conformamos con tener el ancla terminada, sino que quisimos saber cómo se comportaba en la práctica, ya que habíamos discutido, a pesar de la referencia tan exacta, pudiéramos decir, que teníamos por las de Nemi, el ángulo de los brazos, longitud de caña, etc. Así pues, la sometimos a pruebas prácticas, como se habría empleado en hechos reales de anclaje; en fondo de 10 a 15 metros realizó su trabajo a la perfección (fig. 19), quedando firmemente agarrada; es curioso observar en la fotografía indicada el montículo de arena que se forma en el cepo cuando el ancla inicia el proceso de hincado de la uña. Como es sabido, las anclas funcionan por el sistema de la Ley de la Palanca, donde el punto de apoyo es el zuncho, gravitando sobre éste, por tanto, un gran esfuerzo que se traduce en deformaciones, siendo una de ellas producidas por el efecto indicado de esa resistencia de la arena o piedra sobre los brazos del cepo. Indiscutiblemente, para paliar en lo posible este defecto deformativo de los cepos, debieron pensar los antiguos artesanos navales el ponerles el alma de madera que se observa en muchos cepos recuperados (figs. 20, 21 y 22). Los cepos que no llevaban alma de madera, para quedar inmovilizados en la caña, tenían que llevar un pasador (fig. 9), el cual se forma al taladrar la madera y pasar a través del orificio el plomo derretido, a la par que se funde el cepo. Pero tenían el grave inconveniente de que al quedar debilitado el tallo por ese taladro, más el rebajo que tenían alrededor para alojamiento del plomo, daba como resultado una fácil rotura con pérdida del resto del ancla. Por esta causa, seguramente, es por lo que se encuentran gran cantidad de cepos y no de arganeos que, al producirse la rotura por enganche o cualquier otra causa, sería izada a bordo al tirar de la veta. Suponemos, por todo esto, que corresponde a una época posterior la construcción de anclas con cepos reforzados interiormente con el travesaño de madera. La fundición de este sistema es análoga a las del otro tipo (figs. 23, 24 y 25). En las reconstrucciones que hemos efectuado, se ha observado una similitud asombrosa con los originales.


Tenemos ya un numeroso grupo de cepos (figs. 26, 27 y 28) que unidos a las piezas de cerámica arrancas al mar, reflejadas en las figuras 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35 y 37, nos hace poseedores de una colección ya interesante de la cultura romana en Ceuta, cuyos vestigios no han sido muy numerosos. Tanto es así, que hasta el año 1958, cuando sólo se contaba con una figurita de Hércules y un lote de monedas de bronce en posesión particular, no habíase obtenido pieza alguna interesante. En dicha fecha, fueron descubiertas delante de la puerta de la Santa Iglesia Catedral, cuando se efectuaban las obras, gran abundancia de fragmentos de tégulas, lucernas, vidrios y cerámica sigillata, material que está en posesión de la Delegación de Arqueología Local. Posteriormente, se han ido sumando nuevas recuperaciones, siendo quizá la más importante de las obtenidas en tierra, la de un sarcófago de mármol con figuras talladas, obtenido en 1926; aun faltándole la parte superior y la tapa, es una pieza verdaderamente bella y constituye una prueba más de la importancia de la Ceuta romana. Más recientemente, se han descubierto unas sepulturas que quizá formaran parte de una necrópolis de los días del Imperio.


Todas nuestras piezas han sido donadas al Club de Actividades Submarinas y Marítimo-Deportivas por los socios que las han recuperado, con un espíritu tal de altruismo que les hacen merecedores de nuestro sincero agradecimiento. Sin este desprendimiento no hubiera sido posible reunir el grupo reflejado en este trabajo, y que nos servirá para formar nuestro futuro museo.
Aparte de los vestigios románicos referidos, durante todo este tiempo de exploraciones, hemos recuperado un sinnúmero de objetos de épocas dispares; entre las más antiguas cabe destacar la presencia de una serie de piedras perforadas que utilizaban unas para fondeo y otras para contrapesos de las elementales velas con las cuales iban equipados los primeros navíos (figs. 36, 38, 39, 40 y 41).


Como hemos dado a conocer, unido a la labor de estas recuperaciones ha ido la de catalogar las piezas y, en los casos necesarios, el trabajo material de reconstruir algunas; destaquemos, como colofón, la que hicimos del ancla del Lago de Nemi (fig. 42) a escala 1:5..


Ceuta. Madina Septa. Septem Frates. Eptadelphos. Exilissa... Nuestro espíritu también quisiera seguirte hasta el confín de tus siglos. Buscar en tu pasado para saber de ti. Llegar hasta Hércules apoyado en Abyla y Calpe, para verle separarte del continente europeo. Nuestro deseo es no descansar en ese encuentro con tus vestigios pasados; entablar con ellos un íntimo coloquio, contándonos sus secretos o desentrañándolos nosotros, pero continuando siempre en este trabajo de paciente búsqueda para ir recopilando nuevas piezas del viejo pasado, con la esperanza de encontrar siempre algo que ayude a unir esas lagunas de tu historia.

Club de Actividades Submarinas y Marítimo - Deportivas

JUAN BRAVO-Delegado de Escafandrismo y Arqueologia

Fotografías de las publicaciones

ILUSTRACIONES

Octava publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Cepos de anclas con relieve”,

CRIS, Revista del Mar, nº 86, Marzo 1966, pp. 2-4.

CEPOS DE ANCLAS ROMANAS CON RELIEVE

POR JUAN BRAVO

NUEVAMENTE nos ponemos en contacto con los enamorados de la arqueología submarina y más concretamente con los intrigados por las anclas que denominamos romanas. Esta vez para notificar las recuperaciones de dos cepos con interesantes relieves. Estos, como se sabe, no son muy frecuentes. Ambos cepos nos han servido para ampliar nuestros conocimientos de la evolución en la construcción de las anclas.

Quisiéramos, todos los que nos dedicamos a las recuperaciones submarinas, encontrarnos buen día con un ancla romana intacta, como donación de los hados, para que no tuviésemos que caer en fallos de reconstrucción, pues como se sabe, pocos datos iniciales se tuvieron, aunque a estas alturas ya hemos recorrido un buen camino, pero esto ha sido seguido paso a paso, con tiento, y siempre como resultado de un intercambio de ideas y trabajos entre todos los que nos sentimos atraídos por éste a manera de interesante misterioso jeroglífico.


El primero de estos cepos es el de las figuras 1 y 2. Su peso es de ochenta y dos kilogramos y su envergadura de un metro cinco centímetros. Se recuperó en un fondo de 40 metros. Presenta cuatro coronas, dos a cada cara y doce relieves de astrágalos, cinco por una cara y siete por otra. Estudiamos concienzudamente estos relieves de huesos, los cuales corresponden exactamente a las tabas de carnero; esto lo comprobamos fehacientemente haciendo un negativo e introduciendo en él un hueso de astrágalo; realmente sorprendente fue también un fundido de reproducción al comparársele con el original. A causa de estos relieves, hasta nos hizo pensar que este cepo fuera heleno mejor que romano, ya que en Grecia la astragalomancia adquirió un esplendoroso auge; los números impares de estos huesos tenían un poder mágico, cabalístico y protector. Desde el punto de vista de su construcción, la perfección de su fundido es grande, como puede observarse en la fotografía. Nos ha dado la contestación a algunas de las preguntas

Figura 1

Figura 2, 3 y 4

Figura 5

Figura 6

Figura 8

que nos habíamos formado sobre el sistema de la fundición; los moldes de barro eran presionados con huesos reales, por cuya causa no todos los relieves tienen la misma altura. También cuando imprimían figuras, éstas las tallaban en madera y a manera de estampilla la marcaban sobre el barro fresco y allí quedaba el hueco esperando el plomo.


Este aserto lo vemos perfecta- mente en el segundo cepo, figuras 4 y 5 en el que se ven cuatro delfines, dos a cada cara; en el detalle se aprecia la huella de la madera. Asimismo hemos comprobado, con un modelo de delfín sacado por contacto, que todos están hechos con el mismo modelo, ya que coincidía perfectamente con los cuatro relieves.


Estos cepos y otros tres más sin relieves, figuras 6 y 7, recuperados por los señores don Miguel Borrás Muñoz y don Juan Díaz Triano, lo fueron en la misma zona y el caso curioso es que todos estaban centralizados en un área entre las dos puntas que forman la bahía norte de Ceuta, como se ven en el grabado de la figura 8. Hemos supuesto que correspondería a un apostadero de vigilancia equidistante de ambas puntas y no tan al socaire de las mismas dentro de la bahía, que impidiese zarpar en cualquier emergencia.


No quisiéramos caer en la falta de constancia en estos estudios, que resultan cada vez más interesantes y sugestivos. Nos hacemos el propósito de seguir laborando y continuar en estas difusiones con el propósito de hacer llegar, lo poco que vayamos obteniendo, a todos los interesados en este apasionante tema.


JUAN BRAVO

del CAS de Ceuta

Fotografías de las publicaciones

Novena publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Más sobre anclas romanas”,

CRIS, Revista del Mar, nº 95, Diciembre 1966, pp. 16-17

Más sobre anclas romanas

De nuevo las Nereidas, con su mágico poder, nos han ofrecido una interesante pieza de arqueología submarina: un magnífico ejemplar de cepo de ancla romana que ha venido a engrosar nuestro acervo museístico. Recuperado en aguas ceutíes por don Luis Lozano Perpén, auxiliado por los hermanos Cabanillas y el autor de este artículo, en un fondo de veintidós metros, tiene una envergadura de un metro ochenta y cinco centímetros y un peso de doscientos cincuenta y seis kilogramos con quinientos gramos. Cualquier pieza arqueológica es interesante; siempre despierta la curiosidad de todos los antecedentes y circunstancias que concurren en ella. Esta que hoy nos ocupa lo es en grado sumo, ya que corresponde al tipo de cepo con alma de madera, que se da con frecuencia en los cepos de tamaño pequeño, pero con rareza en los grandes.


Hemos formado un paralelismo con el cepo correspondiente al ancla del lago de Nemi, que era de un tamaño aproximadamente igual, y también tenía alma de 

madera, según se describía en un trabajo que publicó la Revista <<The Mariners Mirror», volumen XVII. número 4, de 1931.


La traducción de algunos fragmentos de este trabajo, realizado por don Federico Foerster y que. ha tenido la gentileza de enviármelos, es la siguiente:
«La habilidad técnica ha quedado demostrada además por la examinación de la construcción del ancla de madera. Esta tiene ciertas peculiaridades que ilumina muchos otros problemas.


Se ha construido de una larga caña de roble con un agujero en la parte alta para el arganeo. La caña disminuye su grueso hacia la base, donde tiene dos superficies oblicuas sobre las que se han conectado las uñas. Estas superficies forman un marcado ángulo con el eje longitudinal de la caña, es decir, la caña se ha rebajado en el extremo para que las uñas puedan ser conectadas y salgan divergentes como es debido. El extremo final de la caña tiene una ranura circular cortada en ella que evidentemente se utilizó en conexión de cuerdas para atar el ancla en la borda.


Arriba, en el lugar del cepo, la caña está atravesada por palos de castaño que sirvieron de núcleo al plomo y unían éste a la caña. Este sistema se utilizó ampliamente para estas fundiciones, y como que se tuvo cuidado de escoger ramas de castaño recientemente talado y que, por ello, estaban muy húmedas, siendo además bajo el punto de fusión del plomo y rápida su solidificación, podían juntarse estos palos con el plomo durante la fusión.


En el caso del ancla de Nemi, la fundición se realizó sobre el terreno de forma primitiva. El cepo se preparó para fundir en tierra batida, echándose el plomo liqui- lo libremente en el molde abierto. Aún hay huellas pronunciadas le escorias y de las burbujas de gases que subieron a la superficie.
Los dos brazos de las uñas que estaban unidos a las superficies de la caña en su base, se habían cortado de un grueso bloque de roble y se habían fijado a la cana con pasadores clavados. En sus puntas estaban reforzados por gruesas puntas de hierro que se mantenían en su sitio por largas iras a lo largo de los cuatro lados de los brazos.


Arriba, en lugar del arganeo metálico, había uno de cuerda. Para evitar que el aro de cuerda se cerrara bajo la tensión o rozara con los cantos agudos de la madera, estaba atado atravesante con veintidós tirantes de cuerda fina que formaban una amplia protección. A este arganeo de cuerda se había atado el cabo con un nudo marinero.»


Es interesante este testimonio, ya que fue, y ha sido hasta ahora la única ancla de la época romana que se ha podido recuperar intacta. Aunque en algunas de las explicaciones, el autor enfoca el significado de manera distinta al mío personal, me he sentido fortalecido en mis hipótesis sobre la construcción de las anclas de madera, ya que han coincidido, en líneas generales, con la realidad del ancla de Nemi.

JUAN BRAVO

(del C.A.S de Ceuta)

Fotografías de las publicaciones

Décima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1966-68): “Hallazgos arqueológicos submarinos en Ceuta”, Noticiario Arqueológico Hispánico 10/12, pp. 159-171.

CEPOS DE ANCLAS ROMANAS CON RELIEVE

POR JUAN BRAVO

HALLAZGOS ARQUEOLOGICOS SUBMARINOS EN CEUTA

(Láminas XLIII-XLIV)

Ceuta, históricamente, es una ciudad muy interesante. Todas las civilizaciones han pasado por su suelo, arrollando unas a otras, y dejando sus huellas para que los estudiosos actuales tengan materia para reconstruir el pasado espléndido de este pueblo, que, según la leyenda, la fundó un nieto de Noé.
Geográficamente, su situación es privilegiada. En la antigüedad era el fin del mundo conocido: allí donde el misterio comenzaba con el mar tenebroso dispuesto a todas las espeluznantes historias.
El interés que el hombre de hoy tiene por su congénere de ayer, se acucia más cuando sus antecedentes hay que buscarlos en el misterio que esconde el mar azul. Cuando en mayo de 1956, unos entusiastas pescadores submarinos fundaron el C. A. S. de Ceuta, y se adentraron en el fascinante sexto continente, sintieron atraídos hacia este deseo de saber del hombre de ayer, al descubrir, en sus primeras inmersiones, restos de ánforas de la época romana, que les hablaban de la historia de Ceuta de aquel entonces. Era el comienzo de la investigación en el campo de la arqueología submarina ceutí. Un grupo de estos hombres se dedicaron ya de lleno en este trabajo y sentaron la base de la Sección de Escafandrismo y Arqueología del Club. Las exploraciones se organizaron con un sentido más técnico. La configuración de estas costas, como puede verse en el gráfico, tiene una serie de ensenadas y calas que guarecen a las embarcaciones fondeadas en ellas del tiempo dominante. La península que forma Punta Almina da lugar a dos bahías; una al N. y otra al S.; ambas tienen playas asequibles al desembarco, que hacían fácil el sistema de transbordar mercancías en la antigüedad. Así, pues, las investigaciones se centralizaron en estas zonas, que se consideraron más propicias por estas razones. Efectivamente, los resultados fueron favorables y se recuperaron una buena e interesante cantidad de restos de anclas romanas y fragmentos y ánforas de esa misma época e incluso anterior.

Situación de los hallazgos submarinos de Ceuta

En la parte gráfica de este trabajo damos a conocer este acervo, cuya explicación es la siguiente:

Plancha núm. 1:
1, Cepo de ancla romana sin pasador de plomo ni alma de madera, de un peso de 65 Kg. 2, Cepo de ancla romana con pasador de plomo y resalte en el encajonado, con un peso de 55 Kg. 3, Cepo de ancla romana con pasado de plomo y un peso de 45 kilogramos. 4, Cepo de ancla romana con alma de madera y taladros en las puntas para arriostrarlo a la caña, con un peso de 53 kilogramos.

Plancha núm. 2:
Cepo romano con pasador de plomo y refuerzos en el encajo con un peso de 113 Kg. 6, Cepo, posiblemente griego, con eves de astrágalos y coronas, con un peso de 82 g. 7, Pequeño de ancla romana, con pasador de plomo, de 14 Kg. 3, Pequeño cepo de ancla romana, con pasador de plomo, de 12 Kg.

Plancha núm. 3:
9, Cepo de ancla romana con relieves de delfines, de 45 Kg. de peso. 10, 11 y 12, Cepos de las mismas características del anterior, pero sin relieve alguno; el primero de 57,500 Kg., el segundo de 50 Kg. y el tercero de 47 Kg.

Plancha núm. 4:
13, Pequeño cepo de ancla romana con alma de madera, de 13 Kg. 14, 15 y 17, Arganeo, cepo y zuncho de ancla romana, encontrados juntos, con los cuales se hizo la reconstrucción del ancla de Ceuta. Los pesos de estas piezas son de 3,7 y 65 Kg., respectivamente. 16, Pequeño cepo con pasador de plomo, de 14 Kg.

Plancha núm. 5:
18, Cepo de ancla romana, de sección longitudinal paralela, con pasador de plomo y un peso de 20 Kg. 19 y 20, Cepos de anclas romanas, con pasador de plomo, con pesos de 30 y 50 Kg., respectivamente.

Plancha núm. 6:
21 y 22, Cepos romanos con pasador de plomo, de 111 y 16 Kg. 23, Cepo sin pasador de plomo ni alma de madera, con peso de 17,500 Kg. 24, Cepo con alma de madera, de 17 Kg.

Plancha núm. 7:
25 y 26, Cepos con pasador de plomo, de 20 y 32 Kg. 27, Cepo sin pasador ni alma de madera, de 33 Kg. 28, Cepo con pasador de plomo, de 40 Kg. 29, Barra de plomo, posiblemente empleada de contrapeso, de 3,500 Kg.

Plancha núm. 8:
Ánfora y cuellos del tipo 1 A Dressel vinaria.

Plancha núm. 9:
32, Fragmente de infora sin clasificar. 33, Fragmento de ánfora, forma. 20 Dres sel. Fragmentos de ánforas de este mis mo tipo se han recuperado en la dárse na del puerto de Algeciras po miembros submarinistas de aquella lo calidad. 34, Fragmento de ánfora, for ma 1 B Dressel.

Plancha núm. 10:
16, Ánfora clasificada como del siglo 1 (1). 37, Ánfora y fragmento del siglo 1 (2).

Plancha núm. 11:
38, Fragmento de ánfora del tipo 7 Dressel. 39, Fragmento de ánfora del tipo 24 Dressel. 40, Fragmento de ánfora del tipo 18 Dressel. 41, Fragmento de ánfora del tipo 45 Felichet (3).


(1) Semejante a las encontradas en el Campamento de Halten (Alemania), clasificada como del siglo I, según opinión de den Ricardo Pascual.
(2) En la boca de Cala Culip se recuperaron varias de este tipo, que se repite con cierta frecuencia en todo el ámbito romano, incluso en las provincias más alejadas, tales como las del norte de Galicia. En España aparecieron en cantidades extraordinarias en el puerto de Cartagena y aisladas en muchos otros lugares, principalmente en Andalucía. Algunas inscripciones indicaban que contenían «Garum Hispanii, con lo que probaban su país de origen y su contenido. Se usaron en el siglo I y antes del paso a la siguiente centuria fueron cambiadas por otro tipo (Cris, Revista de la Mar», mayo de 1963. «El comercio de salazon.es de pes cado en la Edad Media», de don Ricardo Pascual).
(3) Semejantes a éstos se han recuperado en Cádiz, Cartagena, Cala Culip, Roma y Pompeya («L'Aventure Sous-Marine», diciembre 1961-enero 1962, pág. 285).


Plancha núm. 12:
42, Ánfora púnica forma mañá A (4).

Plancha núm. 13:
43, Fragmento de ánfora sin clasificar.

44, Fragmento de ánforas sin clasificar.

Plancha núm. 14:
45, Cepo con pasador de plomo, de 96500kg.

46, Cepo con alma de madera, el mayor conseguido por estas aguas, de un peso de 256500kg.

Todo el material reseñado forma parte del Museo Arqueológico Submarino del Club de Actividades Submarinas y Marítimo Deportivas de Ceuta, recuperado por los socios de su Sección de Escafandrismo señores Ortuño, Díaz Triano, Morales, Alvarez, Arbona, González, Espejo, Soto, Borrás, Fossatti, Prados, López, Corrales, Bravo, hermanos Rivera, Alejo y otros, los cuales lo donaron para formar esta colección local, que hoy se expone al público en el edificio de este Club Marítimo, en lugar preferente (5).
Ceuta, marzo de 1967.

JUAN BRAVO Y RICARDO MUÑOZ, DEL C. A. S.


(5) Sobre los hallazgos submarinos de Ceuta hemos publicado en el Instituto de Estudios Africanos el trabajo «Arqueología Submarina en Ceuta», Madrid 1965, con detalles técnicos acerca de la fabricación de los cepas de ancla de plomo.

Fotografías de las publicaciones

Undécima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1968): “Fabrica de salazones en la Ceuta romana”,

CRIS, Revista de la Mar, III, Barcelona, p. 30.

recuperado también bocas y pivotes. De este tipo de ánfora se han recuperado ejemplares en varias partes del litoral mediterráneo, algunos de ellos con la inscripción "Garum Hispanii", lo que prueba su contenido. Pelichet la sitúa entre el año 7 antes de J. C. y el 53 después de J. C.

En la figura 2 vemos un ánfora que muy bien podría ser una Dressel 9, de boca parecida a las encontradas en el alfar de Villanueva de Cádiz, y semejante a las reenperadas en pecio Candolfo, en Almeria. Esta puede ser un ánfora de salazón. Recuperada en La Cabria por Abselam Ben Amar.
En tierra, en la plaza de Africa, se han encontrado bocas de estos dos tipos.


Por todo lo que antecede, unido a la tradición conservera de Ceuta, que se continúa todavía hoy, y la abundancia de la caballa en sus costas (El garum se preparaba con intestinos de caballa. Ilistoire de la Pêche. A. Thomazi), nos indujo a formular la hipótesis siguiente:

"Se dedicaban al transporte de salazón español, muy apreciado por los patricios romanos, que pagaban un alto precio por él: suponiéndose por tanto que también se produciría en Ceuta dicho adobo, producto de las factorías conserveras de entonces antecesoras de las actuales." (Arqueología Submarina de Ceuta, pág. 7).


Esta hipótesis quedó confirma. da por el hallazgo de parte de una fábrica de salazones durante las obras de demolición del Parque de Artillería y construcción de los cimientos de un nuevo hotel en la plaza de África. (Fig. 3).
En este mismo yacimiento se ha hallado ánforas completas del mismo tipo que la de la figura 1. (Figura 4).
Todo el material e información de dicho yacimiento de tierra nos lo ha facilitado don Carlos Posac, delegado de excavaciones de Ceuta.

FABRICA DE SALAZONES EN LA CUENTA ROMANA

POR JUAN BRAVO

La exploración submarina de las costas de Ceuta viene dando una serie de datos que poco a poco van esclareciendo lo que debió ser Ceuta durante la dominación romana. La zona preferida por la flota para embarque y desembarcar que de mercancías era la compren. dida entre el muelle de pescadores y Benzú. A esta conclusión nos ha Llevado la profusión de fragmentos de diferentes tipos de ánforas recuperados por los escafandristas del C.A.S. Algunas de las ánforas se extrajeron casi completas, sien- do la mayoría de ellas de tipos que se destinaban eminentemente al transporte de salazones. En la figura 1 aparece un ánfora casi completa, recuperada por Antonio Morales y Germán Soto en la dársena del puerto. En el mismo lugar se han

Fotografías de las publicaciones

Duodécima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1970): “Anclas romanas de Ceuta”,

XI Congreso Nacional de Arqueología, pp. 821-826.

Las recuperaciones submarinas en las costas de Ceuta están aportando una serie de datos de gran interés para poder reconstruir el movimiento marítimo en tan importante zona del Mediterráneo durante los tiempos romanos.
El Club Náutico de Ceuta (C. A. S.) desde su fundación ha prestado máximo apoyo a su sección de arqueología y las miembros que la integran han colaborado con gran entusiasmo en la exploración y recuperación de pecios. Entre los objetos hallados destacan por su cantidad y calidad los cepos de plomo pertenecientes a anclas romanas, de los que hasta el momento actual se han recuperado treinta y cinco. A ellos deben añadirse dos zunchos-contrapeso, dos barras-contrapeso y un arganeo.


En este material se puede estudiar parte de la evolución que los constructores romanos dieron a sus anclas para perfeccionarlas, ya que se trataba de una pieza de la máxima importancia para la seguridad de la nave.
La mayor parte de estas piezas se han recuperado en calas o abrigos naturales situados tanto en la bahía Norte como en la Sur del litoral ceutí.
En las láminas que se acompañan se representan los materiales de mayor interés, algunos de los cuales son inéditos y otros han sido dados a conocer en revistas dedicadas a temas marinos y en un libro publicado en colaboración con don Ricardo Muñoz, en el que se han estudiado principalmente los aspectos técnicos de la fundición de los cepos de plomo.

F.2- Cepo de plomo con un delfín en relieve.

F.4- Zuncho-contrapeso con tres huecos para que pase la caña y dos uñas de ancla.

Lám. III - Ceuta

LAMINA I
Núm. I. - Cepo con pasador de plomo. Mide de un extremo a otro 175 cm. y su peso es de 240 Kg.
Núm. II - Cepo con alma de madera. El de mayor tamaño y peso recogido hasta ahora. Mide 184 cm. y pesa 266 Kg. Este cepo, como el anterior, viene a demostrar que las grandes naves fondearon en nuestras costas, pues si hacemos una comparación «ancla-rave» con las encontradas en el lago Nemi, podemos ver que las dos naves descubiertas median 71 m. de eslora por 24 de manga la una, y 67 por 20 la otra, y una de las anchas que les correspondían era de madera y tenía un cepo de plomo de 220 cm2. Con estos datos podríamos calcular "aproximadamente cuál sería el desplazamiento y tamaño de las naves a las que pertenecían los dos cepos ceutíes.
Núm. III - Cepo con pasador de plomo. Mide 160 cm. y pesa 121 Kg.
Núm. IV - Cepo con alma, de madera de brazos casi rectángula res por sus caras frontales, Mide 114 cm, y pesa 50 Kg.
Núm. V - Cepo de alma de madera de características parecidas al anterior, pero con taladros en los extremos de los brazos, posible. mente para arriostrarlo a la caña, Mide 87 cm. y pesa 46 Kg.


LAMINA II
Núm. VI - Cepo de alma de madera. Mide 67 cm. y pesa 5,7 Kg. Es el más pequeño de los encontrados en Ceuta.
Núm. VII - Cepo con pasador de plomo y resaltes en las caras frontales del encajonado. Mide 97 cm. y pesa 55 Kg.
Núm. VIII - Cepo con pasador de plomo y resaltes del encajona. do por las cuatro caras, Mide 126 cm. y pesa 113 Kg
Núm. IX.- Cepo con pasader de plomo, de brazos de sección cuadrada, mide 116 cm. y pesa 82 Kg. Es una de las piezas más interesantes de los hallazgos ceutíes, ya que presenta una decoración en sus cuatro caras frontales, formada por una corona en relieve y un grupo de astrágalos (cuatro en cada cara). Como paralelo podemos presentar un cepo de ancla con cuatro astrágalos hallado en la costa oriental

F.1- Cepo de plomo decorado con una corona y cuatro astrágalos

F.3- Arganeo y parte superior de un ancla.

ANCLAS ROMANAS DE CEUTA

de Córcega, en las islas Cerbienles, descubierto por el doctor BIAGGI, de Bastia (foto 1).
Núm. X - Cepo con pasador de plomo, Mide 85 cm. y pesa 45 kilogramos. Tiene interés por presentar, como el anterior, una decoración en relieve, consistente en la representación de un delfín en cada una de las caras laterales. En el Museo de Gerona se conserva un cepo decorado también con un delfín, y hay otro parecido en el ce Barcelona, siendo Blanes, en la Costa Brava, el lugar de procedencia  (foto 2).


LAMINA III
Num. XI - Argenes de 3 Kg. de peso. Es pieza rarísima en los hallazgos submarinos (foto 3).
Núm. XII - Cepo con pasador de plomo. Mide, 96 em. y pesa 65 Kg
Num. XIII -  Zuncho-contrapeso. Mide 70 cm. y pesa 14 Kg. Se trata de una pieza de la que se conocen escasos ejemplares (foto 4).
Las piezas XI, XII y XIII fueron hallades juntas y forman, por tanto, un conjunto. Gracias a ellas se ha podido hacer una reconstrucción hipotética de un ancla romana, a la que hemos bautizado con el nombre de ancla de Ceutas
Num. XIV - Barra-contrapeso de 56 cm. de longitud y 14 Kg. de peso. Tiene sección trapezoidal. En sus caras laterales y base mayor presenta huellas de haber sido fundida sobre molde de madera. La particularidad de encontrarse sin deformación nos hace suponer que fue fundida en una caja hecha en la misma caña del ancla. Esta hipótesis se refuerza porque la cara de salida de molde es la más es trecha, quedando de esta forma la barra sujeta a la caja-molde.

ANCLAS ROMANAS DE CEUTA

POR JUAN BRAVO

Tirada aparte de la crónica del XI congreso nacional de Arqueología

La Arqueología submarina en Ceuta empezó prácticamente a raíz de un concurso de pesca submarina organizado en aguas de la Bahía de Benzú, donde uno de los concursantes llenó su porta peces de restos arqueológicos, principalmente de cuellos de ánforas. Como era de esperar. al salir del agua con esta extraña pesca, sus compañeros de equipo le hicieron objeto de toda clase de mofas.


Estos restos fueron depositados en el C.A.S. El arqueólogo local. D. Carlo Posac Mon, dio el valor preciso a estas piezas.
A partir de este momento empezó ya a tomarse en serio esta rama de las actividades subacuáticas. Muchos de los componentes de aquellos equipos de pesca submarina se dedicaron a la recuperación arqueológica y debido a ello se vienen organizando, desde aquel entonces, excursiones dedicadas a este fin. Prueba del fruto obtenido es la colección que existe en el C.N. C.A.S., de la que todos nos sentimos orgullosos no sólo por el valor decorativo que estas piezas puedan tener, sino porque permiten aportar nuestro grano de arena a la historia del comercio y navegación del Mediterráneo. Es por ello que siempre que se ha hecho una recuperación, aunque no se haya llevado a cabo con todos los requisitos indispensables debido a factores diversos, se ha tomado la precaución de anotar en la carta marina, al menos, el lugar aproximado donde aquélla se realizó. Esto nos ha llevado a conclusiones interesantes tales como establecer lugares de fondeaderos, carga y descarga de mercancía, etc.

Decimotercera publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1972): “Vestigios del pasado de Ceuta”, Inmersión y Ciencia, 4, Barcelona, 1972, pp. 5-39 (reeditado en 1984 con el mismo título en Transfretana, 4, Ceuta, pp. 49-82)

1a

F.1- Piedras horadas que se utilizaban como anclas, pesos de redes , etc.

Una vez efectuada esta pequeña introducción acerca de cómo empezó la arqueología submarina en Ceuta, pasaremos a la exposición de las piezas que se han encontrado, así como de los datos que nos han proporcionado hasta ahora estos hallazgos.
Entre estos vestigios, quizá los más antiguos sean los pertenecientes a una colección de piedras horadadas, las cuales según su forma y tamaño las podemos dividir en dos grupos: unas, las más grandes, en las que se ve una evolución hacia la forma piramidal, servían seguramente de anclas y otras las más pequeñas es factible que fueran pesos de redes (fig. 1).

F.2 - Anclas de piedras el día de su recuperación.

La clasificación cronológica de estos vestigios es difícil ya que estas piezas pudieron ser usadas en cualquier época, incluso hoy en día en algunos lugares se utilizan en pequeñas embarcaciones de pesca.
Dentro de ciertos límites podemos establecer una cronología, dada la técnica de construcción, pues como podemos ver en la figura 1a, tenemos una elaboración más evolucionada que en las otras dos figuras (lb, lc).
Posiblemente a mediados del III milenio antes de Cristo, surge en el litoral sirio-palestino el pueblo fenicio. Al ser sus tierras poco aptas para el cultivo y abundar la madera en sus bosques, aprovechan las condiciones para la navegación que ofrecen sus costas y se establecen alrededor de ellas, dedicándose, principalmente, al comercio marítimo.
En un principio es muy posible que sus viajes fueran costeros, es decir, guiándose por la línea del litoral. Esto les planteaba el problema de la navegación nocturna o en día de niebla que les obligaba a buscar zonas especialmente protegidas donde poder fondear sus naves.

A las zonas mejor situadas geográficamente en vistas al comercio se les fue dando cada vez más importancia. Se inició, de esta forma, el esbozo de lo que serían colonias fenicias.
Dada la situación geográfica de Ceuta, que se prestaba a resguardar las naves de los temporales ya fueran producidos por vientos de poniente o de levante, no es aventurado afirmar que fuera una de aquellas zonas de desembarco, teniendo en cuenta que, para llegar a Cádiz (Gadir), una de las colonias más importantes de España, era preciso pasar por

F.3 - Principales yacimientos púnicos en las costas de Ceuta.

el estrecho de Gibraltar en una de cuyas orillas se encuentra la citada ciudad de Ceuta.
Se extendió el poderío fenicio por nuestras costas y penetró hacia zonas atlánticas donde ningún otro pueblo había llegado. Para dejar testimonio de sus expediciones marítimas tal vez clavaran, en las montañas que abrazan el Estrecho, unas columnas tal y como lo hacían cuando celebraban un hecho memorable. Estas columnas indicaban además, al resto de los navegantes, el final del mundo conocido. Esta situación fue creada premeditadamente por los astutos fenicios para envolver esta zona en una aureola de misterio y así alejar a los comerciantes rivales.
Muchos creen que no se trataba de columnas propiamente dichas sino de dos montañas que, por sus forma, tienen gran similitud con aquéllas. Estas columnas o montañas se llaman Abyla y Calpe. La primera correspondería a Yebel Musa, según unos o al monte Hacho según otros. La segunda al Peñón de Gibraltar.


Las expediciones fenicias llegaron hasta Inglaterra y alrededor del año 500 a J. C. realizaron una circunvalación a África. Ello nos habla de la pericia de estos marinos y de una mejora respeto a aquella primitiva navegación costera. Parece ser que fueron los primeros en observar la posición de las estrellas para orientarse. Se conocía a la Osa Mayor como la Estrella Fenicia.
Hasta ahora no se han encontrado restos arqueológicos que afirmen el paso de las naves fenicias por nuestras costas, pero quizás ello se deba a lo que dice Ricardo Pascual Guasch en su artículo «Las ánforas púnicas» (Revista CRIS, n.° 95, Barcelona, dic. 1966): «El uso de ánforas para el transporte naval, es decir, para el gran comercio, sólo en muy contados casos es anterior al siglo IV a J. C. En las épocas anteriores el intercambio mercantil se limitó a productos de poco peso y de mucho valor».
Tal vez pudieran, decirnos algo del paso de esta civilización las piedras horadadas de las que ya hemos hablado, pero es expuesto hacer suposiciones.
Habiendo declinado el poderío fenicio, comenzó el auge de Cartago que fue la más famosa y floreciente de las ciudades de la costa septentrional de África, en las cercanías de Túnez. Los habitantes de Cartago fueron llamados púnicos.
Cartago se convirtió en metrópoli de las antiguas colonias fenicias y fundó otras nuevas tales como Cartago Nova y Ebusus.
Los púnicos al contrario de sus antecesores, los fenicios, nos han dejado huellas de su paso, tanto por tierra como por mar. En nuestro suelo se han encontrado monedas (Alameda Paseo Colón). Pero donde los hallazgos son más frecuentes, es en el mar donde han aparecido varias ánforas (fig. 3).
En la figura, 4 vemos una ánfora de notables características púnicas no establecida en la tabla Mañá.
En cambio las representadas en la figura 5 están catalogadas como forma Mañá (C) y son quizás el tipo más común entre las ánforas púnicas. Han aparecido en algunos pecios que las contuvieron; son frecuentes en el norte de África. Sur y Levante de España. Su uso se inició en el siglo v antes de Cristo y alcanzó casi el cambio de Era. Su pervivencia se demuestra por la presencia de ánforas de esta forma pero con inscripciones latinas. Una de ellas, hallada en Roma, nos informa que transportaba salazones de pescado, producto que tal vez fue su contenido habitual.
Debido a la gran expansión de Cartago, se acrecentó su discordia con los griegos, puesta ya de manifiesto desde el s. vI a. J. C. Grecia se encuentra presente en nuestro suelo más por su literatura que por los

F.4 - Ánfora púnica. (no clasificada por Mañá).

datos arqueológicos en sí. La leyenda nos habla de ellos y esculpe su historia en nuestras piedras. Efectivamente, si nos acercanos al poblado de Benzú vemos resaltar en su paisaje esta montaña que siluetea una forma humana (fig.6) por un capricho de la naturaleza. Esta figura está personificada en la mitología griega como Atlante, rey de Mauritania, partidario de los titanes a quienes había protegido: convertido en montaña, sus huesos en piedra y su barba y cabello en frondosas selvas, vióse condenado a llevar sobre sus hombros el cielo, y aquí sigue yacente cumpliendo su castigo eterno, mientras que sus pies son bañados por el agua azuleristalina del Océano al que dio nombre.

F.5 -Tipo más común de ánforas púnicas Forma Mañá.

Debemos al sabio helenista francés Victor Berard un estudio más profundo de los poemas homéricos. Según él, habría de situarse la morada de la ninfa Calipso, hija de Atlante, en las cercanías de Beliunex. Se basa en los siguientes argumentos odiseacos:
«Subiendo a la playa, dirigióse a la espaciosa gruta que servía a la ninfa de morada. Ella estaba allí radiante, como siempre. de belleza.

F.6 -<<… y fue convertido en montaña y castigado a llevar el ciclo sobre sus hombros…>>

En grandes braseros ardía entre ramas de cedro el oloroso tomillo, mientras que la diosa, tejiendo una tela maravillosa. daba movimiento veloz a la lanzadera de oro, y encantaba la gruta con la melodía de su voz. En la entrada de la espaciosa gruta, una parra extendía sus flexibles brazos y pámpanos brillantes. mostrando sus racimos dorados. Cerca de allí brotaban cuatro fuentes que daban cauce a un riachuelo de plata que, ora separando sus aguas, ora reuniéndolas, formaba vistosos juegos y llevaba lejos el beneficio de sus ondas cristalinas.»
«Ahora me envidiáis..; oh. dioses lloró Calipso-, porque tengo a mi lado un hombre mortal que yo salvé y recogi cuando, abandonado sobre una quilla, después que Zeus hubo hendido su nave con el rayo ardiente, iba a la deriva por el oscuro mar. Habían perecido todos sus compañeros y el viento y las olas lo trajeron aquí. Yo lo amé y me propuse hacerlo inmortal poniéndolo a salvo de la vejez para siempre.

Pero ya que no es posible a ningún dios oponerse a la voluntad de Zeus, y puesto que él quiere que Ulises vague por el mar agitado, sea. Pero yo no lo enviaré, porque no tengo naves provistas de remos, ni compañeros que lo conduzcan por el ancho dorso del mar.»>
El mensajero Hermes le contestó: «-Envíalo cuanto antes y así evitarás la cólera de Zeus.»
La ninfa, después de escuchar las órdenes de Zeus, fue hacia donde estaba el desdichado Ulises. Lo encontró sentado en la ribera. Jamás, en sus ojos, se secaban las lágrimas. La diosa, aproximándose, le dijo: -Desdichado, no te lamentes más, pues yo te dejaré partir muy pronto. Construye una balsa con gruesos troncos para que te lleve por el mar sombrío.
Ulises cortó los árboles y los trabajó convenientemente. Al cuarto día había terminado y al quinto la divina Calipso lo despidió. Ulises desplegó las velas y sentándose al timón gobernó hábilmente la balsa.
La ilustre Calipso le había dicho que navegara siempre dejando a su mano izquierda la Osa Menor. Navegó durante diecisiete días y al llegar el decimoctavo aparecieron los umbrosos montes de la tierra de los feacios, cuya situación geográfica, según algunos autores, es la isla de Corfú, en la costa de Albania.
Parece que todo se identifica en este lugar, exceptuando la fantasía que Homero le pudo añadir: la gruta, las cuatro fuentes que manan junto a ella, incluso el lecho del riachuelo cuyas aguas un día corrieron libremente hacia el mar y hasta el temperamento de los actuales habitantes, que, como dice el poema, no fueron muy aficionados al mar.
Basándose en la suposición de que Corfú fuese la representación actual de la antigua Feacia, al navegar en balsa hacia este lugar a un promedio de 5 a 6 km/hora y teniendo en cuenta que está a 2.400 km de nuestras costas, al cabo de 17 días habríamos recorrido esta distancia pudiendo divisar ya los montes de Corfú, y como dice la Odisea, «Ulises divisó los montes de Feacia», lo cual nos demuestra que estaba a punto de arribar.
El único resto arqueológico de que tenemos noticias y que nos puede testificar la presencia de los helenos por nuestro litoral ha sido un cepo de ancla con relieves de astrágalos y coronas (fig. 7).
Se supone que este cepo es griego porque, semejantes a él, se han encontrado otros en Punta Hércules (Italia), junto a ánforas griegas.
Estas grabaciones de astrágalos tenían un significado mágico-religioso, ya que se hacía de acuerdo con la práctica de la astragalomancia, que tuvo carácter oficial en algunos templos, tales como el de Bura y el de Hércules, famoso por su oráculo. Este arte tenía un fin adivinatorio y se efectuaba por medio de astrágalos de carnero, en número de cuatro, los cuales se metían en un cubilete y se lanzaban al azar.

F.7 - Cepo de ancla con relieve de ástragalos y coronas.

F.8 - Astrágalo de cordero cuyas caras estaban numeradas como muestras dadas.

El astrágalo (fig. 3) es un hueso del tarso que en el carnero se encuentra en posición vertical y cuyas caras son:


a: interior
b exterior
C: anterior
d: posterior


En los comienzos de la astragalomancia, cada una de estas caras tenía un nombre correspondiente a un dios determinado. Más tarde se sustituyeron estos nombres por números, que eran :

Cara interior …………………….6

>>Exterior …………………….1

>>Anterior …………………….3

>>Posterior …………………….4

Al tener sólo cuatro caras nos faltan dos valores, el 5 y el 2. Sin embargo, vemos en esta práctica el origen de nuestros dados. y, como en ellos, la suma de las caras opuestas es 7.

F.9 - Algunos cepos llevan grabadas coronas cuyas significado se ignora.

En lo que concierne a las coronas. podían ser el símbolo de la inmortalidad. ya que el círculo no tiene principio ni fin. También podían haber sido grabadas en honor de un dios cuyo nombre no podemos precisar, ya que la erosión marina desgastó el dibujo de su superficie. Este dibujo consistía en unas, hojas determinadas. cuyo tipo dependía del dios homenajeado (fig. 9).

Como puede verse en la figura 10. los constructores de este cepo parece que calcularon mal la cantidad de plomo a fundir. ya que algunos de los astrágalos quedan cortados o han desaparecido totalmente. Observando detenidamente la fotografía se ven grabadas dos jugadas diferentes efectuadas con astrálagos del pie izquierdo y dispuestas de tal forma que se pueden ver ambas en cada brazo del cepo.


La cultura romana ha sido una de las que han dejado más vestigios de su paso por Ceuta (fig. 11).
Uno de los más importantes, aunque no se pueda afirmar que sea romano, es el acueducto de arcos quebrados que recogía el agua de los arroyos que lo circundan (fig. 12).
Los arcos que componen este acueducto son de medio punto (véase reconstrucción fig. 1) y la mezcla de unión entre las piedras que lo forman es la argamasa. Ambos elementos son característicos de las construcciones romanas.

F.10 - Ala de un cepo con corona y astrágalos grabados.

Otro hallazgo, no menos importante que el anterior, fue el de un sarcófago, en el puente de Almina.
En lo referente al factor industrial, se ha descubierto recientemente, durante la construcción del nuevo hotel, parte de una fábrica de salazones (fig. 14). En este lugar se han encontrado algunas ánforas intactas (fig. 15). Se conoce el contenido de ellas por haberse hallado en la cuenca del Mediterráneo otras del mismo tipo y con la inscripción garum hispani».
El garum, era un condimento que se transportaba en las ánforas anteriormente mencionadas: de 4 dice M. A. Grenier: «Era un condimento muy sazonado y aromatizado. Se preparaba con intestinos de pequeños peces, salados y expuestos al sol durante varios días. El líquido que se desprendía, filtrado, constituía el garum; con él se mezclaban pequeños peces enteros, boquerones y sardinas en particular, y también ostras y gambas».

F.11 - Principales yacimientos arqueológicos que nos demuestran el poblamiento romano en nuestro suelo

FIG. 12. Supuesto acueducto romano, de arcos quebrados.

Esta salsa era muy apreciada y se utilizaba en toda clase de platos. Era muy cara: dos congil (6 litros 34, mil sextercios. Este era el precio de la calidad superior, pero debido al gran uso que de ella se hacía en el mundo grecorromano. sin duda existían calidades no tan caras.
Según A. Thomazi, el garuma se preparaba con intestinos de caballa.

FIG. 13. Reconstrucción de acueducto de arcos quebrados.

FIG. 14. Restos de la fábrica de salazón descubiertos durante la construcción del nuevo hotel (foto C. Posac).

FIG. 15. Ánforas halladas junto a la fábrica de salazón. Forma 38 Dressel y 3 M. E. Peliehet..

Todo esto viene a demostrar que la industria conservera de Ceuta tiene un origen muy antiguo.
También en el mar encontramos este mismo tipo de ánfora, que están clasificadas como la 38 Dressel y 3 M. E. Pelichet. Fueron usadas desde el año 7 a. C. al 53 d. C. Había una variante que se caracteriza por tener el borde del cuello algo diferente (fig. 16).


El ánfora representada en la figura 17 puede ser la 9 Dressel, de boca parecida a las encontradas en el alfar de Villanueva de Cádiz. Es semejante a las recuperadas en el pecio Gandolfo de Almería, Seguramente contenia salazón. Fue recuperada en la «Cabria» por Abselam Ben Amar.

FIG. 16. Variedad de la forma 38 Dressel.

FIG. 17. Ánfora recuperada por Abselam Ben Amar en la “Cabria”. Forma 9 Dressel

El mar nos ha dado otro yacimiento de incalculable valor. Está situado dentro del muelle España (antigua playa de la Estación). Es muy posible que es en este lugar donde embarcaban y desembarcaban las mercancías que importaba y exportaba Ceuta. Se han extraído ánforas y fragmentos que abarcan del siglo II a. de C. al II de nuestra Era. Se encuentran entre estas piezas las usadas para el comercio de garum. vino y aceite.

FIG. 18. Ánfora clasificada como 7 Dressel y I. según pelichet. Fue usada a fines de la República.

Entre ellas tenemos las representadas en las figuras 18, 19, 20 y 22. Un fragmento de este tipo de ánfora recuperado por Lais Granados Galves dentro de la dársena del puerto. Las ánforas de Albenga que son de este mismo tipo, contenian algunas veces “betún de Judea” según nos indica el análisis químico los residuos.

FIG. 19. Ánfora de aceite oriunda de la Bética, catalogada como forma 20 Dressel. Siglo II antes de Jesucristo.

Por lo que hasta ahora hemos venido diciendo, las ánforas que se utilizaron para el transporte de aceite, vino o garum provenían de un tipo primitivo que fue modificándose para dar lugar a unas variantes que son las que hallamos en nuestros yacimientos.

FIG. 20.Dibujo de la I Dressel.

LA ANCLAS
Quizá los restos de anclas son las piezas que más ayudan para la reconstrucción de la navegación en la antigüedad por el gran número que de ellas se encuentran. Estas piezas, lo mismo que en la actualidad. se perdían fácilmente, sobre todo porque iban fijadas a cabos vegetales que con el roce se rompían muy pronto.

FIG. 21.-Fragmentos de infora considerados como variante de la I Dressel y II M. E. Pelichet.

FIG. 22. Anfora vinaria de finales de la República y principios del Imperio. Variante de la forma I Dressel.

Dichas piezas nos dan noticia de la más remota navegación y de los fondeaderos que frecuentaban las naves durante sus viajes. La mayoría de aquellos nos dan restos de anclas de distintos tamaños, formas y procedencias, pues no eran usados por un solo pueblo, sino que en ellos fondeaban gentes de diversas naciones.

FIG. 23. Anfora recuperada en la dársena del puerto de Couta is. I d. C.).

FIG. 24. Fondeaderos y calas de resguardo donde se han encontrado numerosas piezas.

Mediante el estudio de las piezas halladas en estos lugares se hace notabilísima la evolución de éstas, siempre con un afán de perfección y superación por parte de sus constructores.
En Ceuta hemos podido encontrar fondeaderos y al parecer calas de resguardo (fig. 24), donde se han recuperado desde el ancla más tosca, de piedra perforada, a las de plomo, con y sin alma de madera, pasando por la forma piramidal pulimentada.
En las de alma de madera parece ser que se buscaba que el cepo de ancla no pudiera doblarse. Hemos comprobado que si el cepo se dobla, el ancla pierde su efectividad de agarre de la uña con el fondo.
Los cepos más perfectos que se han encontrado, por su técnica en la fundición, han sido los de alma de madera, lo que puede probar que fueron posteriores a los que no la tienen.

También en Ceuta se ha encontrado un cepo con alma de madera que, por su forma casi rectangular y por tener en los extremos de sus brazos unos taladros para arriostrarlo a la caña, nos hace suponer que su constructor tomó estas tres medidas como medio de seguridad para que el cepo no se doblase.
El hallazgo que nos dio la clave para la reconstrucción del «ancla de Ceuta» ha sido el de las tres piezas de plomo que la componen: arganeo, cepo v zuncho (fig. 25).
Fuera del puerto, y en el punto intermedio entre los isleros de Santa Catalina y Punta Blanca, se ha descubierto un fondeadero donde se han recuperado varios cepos de anclas, uno de ellos interesantísimo por pre- sentar unos delfines en relieve (fig. 26).
Recuperación importante fue la de un cepo de ancla de 265 kg de peso y de alma de madera, lo que prueba que también las grandes naves surcaron nuestras aguas.

FIG. 25. Arganeo, cepo v zuncho de plomo. Gracias a estas piezas se pudo reconstruir el «Anela de Ceuta». El arganeo reforzaba la parte superior de la caña para evitar su rotura ante la tracción del cabo. El cepo daba el peso y obligaba a las uñas a clavarse en el fondo. El zuneho representa un refuerzo de la fijación de las uñas a la caña.

Fto. 26. Cepo con relieves de delfines.

FIG. 27. Grupo de cepos de anela hallados en aguas de Ceuta. Las cepos de plomo que aparecen en esta zona son en su gran mayoría de tipo macizo, desde 14.5 kilos hasta 240 kilos, mientras que los que llevan alma de madera representan sólo un 25% del total y sus pesos abarcan también toda la gama desde los 5.7 hasta los 266.5 kg.

BIBLIOGRAFÍA


MAÑÁ, JOSÉ MARÍA: Sobre Tipología de Ánforas Púnicas, Crónica del VI Congreso de Arqueología del Sudeste. Alcoy, 1950, pp. 203-209.
BÉRARD,VÍCTOR: Calypso et La Mer de L'Atlantide. Vol. 3.o. París, 1935.
DRESSEL, ENRIQUE: Corpus Inscriptiorum Latinorum. Vol. XV. Tabla de Ánforas. Berlín, 1899.
HOMERO: Odisea. Canto V-VI. Traducción de Luis Segalá Etelella. Círculo de Lectores. Barcelona, 1971.
PASCUAL, RICARDO: Las Anforas Púnicas. C.R.I.S. Revista de la Mar. Barcelona, 1966.
ARQUES, ENRIQUE: Isla de Calipso. Publicaciones del Centro de Hijos de Ceuta. 1936.

Vestigios del pasado de Ceuta

POR JUAN BRAVO

(Publicado en Inmersión y Ciencia 4/1. Diciembre, 1972)

A todos los escafandristas y pescadores

submarinos del C.A.S., pioneros de

la arqueología submarina en Ceuta.

Decimocuarta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1975): “Ánforas púnicas recuperadas en Ceuta”, Inmersión y Ciencia, núm. 8-9, Barcelona, pp. 25-33

Anforas púnicas recuperadas en Ceuta
por
JUAN BRAVO

INMERSION Y CIENCIA
Núms. 8-9. Publicado en junio de 1975

BARCELONA

1975

Anforas púnicas recuperadas en Ceuta
por
JUAN BRAVO

En las recuperaciones del año 1973, encontramos una serie de fragmentos y ánforas de morfología púnica que, con las de años anteriores, aumenta nuestro catálogo, no solamente en cantidad, sino en diversidad de tipos.
Este material se ha recuperado en diferentes puntos de la costa (figs. 1 y 2). Donde se dan con más frecuencia es en la zona comprendida entre el muelle de pescadores y el poblado de Benzú. En la mayoría de los casos se encuentran mezcladas con cerámica de épocas posteriores, siendo las más frecuentes las destinadas al transporte de salazones (1).
La recuperación de estas ánforas y el hallazgo de una fábrica de salazón en Ceuta así como las halladas en las costas andaluza y marroquí, puede ayudar a reconstruir el movimiento industrial y transporte marítimo de este producto por esta zona del Mediterráneo occidental (fig. 3).

Presidente de la Federación Ceutí de Actividades Subacuáticas.

(1) Bravo, J.: «Fábrica de salazones en la Ceuta romana», C.R.IS. Re- vista de la Mar, 111, abril 1958, Barcelona.

En estas ánforas encontramos variaciones notables, tanto en tamaño como en formas.
Las ánforas representadas en las fotos y figs. 4, 5, 6, 7, 7 a, 8, 9, pueden ser variantes del tipo Maña A. Las ceutíes tienen más definidas las uniones boca-cuello, cuello-cuerpo. En estas uniones, unas forman aristas (figs. 4, 5, 6, 7 y 7 a), otras no (figs. & y 9).
Las medidas varían según dibujos.

FIG. 2

FIG. 3

FIG. 4

FIG. 5

FIG. 6

FIG. 7

La altura máxima es 130 cm (figura 5 n. 17), la mínima es 85 cm (fig. 6 n. 2), diámetro 44 cm (figs. 7 y 7A) y 34 cm (fig. 10). El grueso varia según la parte de éstas. En boca y cuello 10-12 mm, terminando la parte inferior en 4-5 mm.
En los perfiles de las bocas hay cuatro variantes (figs. 11, n. 4, 5, 6 y 71. La arcilla es de color rosado con particulas negras.

FIG. 7.A

FIG. 8

FIG. 9

FIG. 10

FIG. 11

FIG. 12

FIG. 13

FIG. 14

Las bocas y asas son muy parecidas a las encontradas en Kuass (Arcila) (fig. 14) (2).
Dada la situación geográfica de Ceuta y Arcila, es posible que estas ánforas recuperadas en la antigua Exilissa, se fabricaran en la vieja Kuass. Este es un dato que nos lo daría el análisis de las arcillas.
Del tipo Maña C, se han recuperado varios fragmentos (fig. 12), los cuellos y bacas se diferencian entre sí (fig. 11 n. 3 y fig. 13 n. 1 y 2). La arcilla es muy parecida a la anterior con un grueso de 10-13 mm. Hemos de señalar, que en tierra no ha aparecido ningún vestigio de estos tipos de ánforas.


(2) Ponsich, M.: «Fours de Poitiers Puniques en Mauretanie Tingitane.. X Congreso Nacional de Arqueología, Mahón, 1967. Zaragoza, 1969. Páginas 270-279.

Bibliografía


MAÑA, JOSÉ M.: «Sobre Tipología de Ánforas Púnicas», Crónica del VI Congreso de Arqueología del Sudeste. Alcoy, 1950, págs. 203-209.
PASCUAL, RICARDO: «Un nuevo Tipo de Ánfora Púnica, Archivo Español de Arqueología, vol. 42, 1969, núms. 119 y 120, págs. 12-19.

Decimoquinta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Evolución y técnica en la construcción de Anclas Antiguas”, Ancorae Antiquae I, Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-19 (editado asimismo en el nº 2 de la revista Inmersión y Ciencia).

Presentado por la Federación Española de Actividades Subacuáticas en el primer simposium del Comité Científico de la CEMAS, en La Habana (Cuba), en 1970, y publicado en el n.° 2 de la Revista Inmersión y Ciencia.
Ceuta, 2 de Mayo 1976

Evolución y técnica en la construcción de anclas antiguas por
JUAN BRAVO PEREZ


Desde que se iniciaron en España las actividades subacuáticas, todas las entidades deportivas de esta modalidad han dedicado un gran esfuerzo en pro de la arqueología submarina. Se ha conseguido así una serie de interesantísimas recuperaciones, que han ido formando museos, pero en contadas ocasiones han sido objeto de algo más que su clasificación sistemática. El trabajo que sigue representa la labor de varios años de estudio y de dificil interpretación, y hemos creído de interés leerlo aquí.
En las anclas de piedra se aprecia ya la evolución que dicho ingenio tuvo en el transcurso del tiempo. Sus constructores, sabiendo la importancia que las anclas tenían para la seguridad de la nave, fueron modificando su estructura, para que los anclajes fueran cada vez más seguros. En las figuras 1, 2 y 3 se esquematizan tres pasos evolutivos en las anclas de piedra recuperadas en aguas de Ceuta; se puede observar en ellas cómo se va perfeccionando la forma piramidal.
A través de las anclas de piedra, por una evolución similar se llega a las anclas de madera con cepo de piedra, fijado a la caña mediante cabos (fig. 4). Es después de los cepos de piedra cuando empieza el plomo a formar parte del ancla. Las primeras piezas de plomo, por su forma y por no presentar ninguna perforación, deberían estar fijadas a la caña por medio de cabos. Este modelo puede ser el primer eslabón que lleva al cepo de plomo (figs. 5 y G). De este tipo se han recuperado varios cepos en Italia.
Presidente CAS. Ceuta.

Su sistema de fijación a la caña puede ser parecido al anterior, pero presenta unos taladros y resaltes, lo que demuestra que es más perfecto que el primero (fig. 7).

Fig.1

Fig.2

En los cepos del tipo indicado en las figuras 8 y 9, se ve claramente dónde estuvo alojada la pieza de plomo (pues el rebaje central lo indica), pieza que al parecer no tiene otra sujeción a la madera que su forma trapezoidal. Este tipo de ancla debía quedar débil en la parte central del cepo, ya que la caña cruza por la caja del alma de plomo en la parte interior, y en la exterior está el rebaje para su acoplamiento en la caña; el plomo refuerza en parte la cruz, pero al ser este material blando no compensa la madera rebajada (1).


(1) Esta pieza de plomo, encontrada por el Sr. Kapitan en Italia, ha sido la clave para la reconstrucción de este tipo de cepos.

Fig.3 y Fig.4

Fig.5, Fig.6 y Fig.7

Fig.8

Fig.9

Fig.10

Fig.11

Fig.12

Fig.13

Fig.14

Fig.15

Fig.16

Fig.17

Fig.18

Los cepos de madera con alma de plomo, pero que no pasa por la unión caña-cepo, debían de quedar más fuertes, ya que la madera sólo pierde la parte del rebaje de las caras. Estas piezas trapezoidales de plomo presentan en algunas ocasiones una especie de clavos del mismo

Fig.19

Fig.20

Fig.21

Fig.22

material, que fueron fundidos al mismo tiempo que el núcleo, quedando todo de una pieza. Esto se conseguía taladrando las caras laterales del cepo de madera hasta la caja del alma de plomo, y agrandando en la parte exterior el taladro para formar la cabeza de estos clavos» de plomo. Para evitar que el plomo derretido saliera al fundir estas piezas y para poder formar estas cabezas, los primitivos constructores deberían clavar, para después quitarlas, unas tablas en las caras laterales del cepo. Estos clavos, posiblemente de hierro, atravesarían en algunas ocasiones la pared del cepo, quedando aprisionados por el plomo y dejando la huella de óxido de hierro en estas piezas de plomo (fig. 10).

Este tipo de ancla presenta un acople en el que la caña, en su parte superior, tuvo que tener una pieza para suplir la parte rebajada, de manera que quedase ajustada al cepo, pero posiblemente para ajustar el cepo y fortalecer esta parte del ancla. Es la pieza recuperada en Italia (F. Pappo, Mondo Sommerso, Dic. 66) esta pieza, como se puede apreciar en el dibujo (fig. 11), tiene un pasador de plomo.

Es de creer que el próximo paso evolutivo fue el cepo de plomo con pasador del mismo metal. Estos cepos presentaban el inconveniente de doblarse con relativa facilidad (fig. 12), por cuyo motivo se construyó después el cepo con alma de madera, que le confería más resistencia. (figs. 13 y 14). Uno de estos tipos clásicos es el representado en la (fig. 15), recuperado en aguas de Cataluña.

Fig.23

Por lo general, en las recuperaciones se consiguen solamente cepos, pero en aguas de Ceuta, fueron obtenidas tres piezas de un ancla: cepo zuncho y arganeo. Estos tres elementos dieron origen a una serie de hipótesis sobre la posible reconstrucción del ancla romana. La hipótesis correcta resulta ser la siguiente: Estas piezas se fundían sobre la madera. Para corroborarlo, se procedió a la reconstrucción de un ancla a la escala 1:2. Para el fundido del arganeo (fig. 16) se hacía un molde en arena o barro, al igual que con el zuncho (fig. 17) y el cepo. En la figura 18 puede verse el despiece de todo el detalle. El modelo reconstruido se utilizó en varios fondeos, dando un resultado extraordinario. pero se observaron en el cepo reconstruido los indicios de deformación. que se aprecian normalmente en los cepos recuperados de este tipo. En la figura 19 se ve el ancla reconstruida trabajando en el fondo, y en la 20 se aprecia la deformación antedicha. Las piezas originales recuperadas son las de las figuras 21, 22 y 23.
La construcción del cepo con alma de madera seguía la misma técnica indicada anteriormente: sobre el molde se introducía el alma de madera, sobre el que se vertía seguidamente el plomo derretido.

Fig.24

Fig.25

Fig.26

Uno de los inconvenientes que encontrarían los constructores de la época romana debió ser el de la adecuada fijación de los zunchos. Si bien es verdad que por el acoplamiento de la caña con los brazos se les daba una cierta rigidez, el uso continuado los haría moverse, por cuyo motivo la fijación definitiva del zuncho debió hacerse por medio de un clavado. En un trabajo que publiqué en 1963 (J. Bravo, C.R.I.S. Rev, de la Mar. Octubre 1963) indicaba la posibilidad de que esta fijación definitiva pudiera hacerse mediante unos pasadores de plomo, taladrando los brazos, de modo que al verter el plomo fundido del zuncho, aquél pasaba por los orificios, quedando solidificado, a modo de clavos. Efectivamente, en noviembre de 1964 y en aguas de Cádiz, los Sres. Zunzunegui y Aguilar recuperaron, por primera vez, una pieza de este tipo, la primera encontrada según el sistema indicado (figs. 24, 25 y 26).

Decimosexta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Cepos de anclas con relieves recuperados en el Mediterráneo Occidental”, Ancorae Antiquae II, Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-24

Cepos de ancla con relieves recuperados
en el mediterráneo occidental

Entre los numerosos cepos recuperados en las costas de Ceuta, diez presentan sus brazos decorados, siendo el astrágalo de carnero el motivo más frecuente de estas decoraciones.
Estos relieves de astrágalos posiblemente tenían un significado mágico-religioso, ya que la Astragalomancia se efectuaba casi exclusivamente por medio de astrágalos de carneros, que en número de cuatro se metían en un cubilete y se lanzaban al azar.
Como es sabido el astrágalo es un hueso del tarso, que en el carnero se encuentra con su eje mayor vertical y presenta cuatro caras, según se observa en la fig. 1:


A: Anterior
B: Posterior
C: Interior
D: Exterior


En los comienzos de la astragalomancia cada una de estas caras tenía un nombre correspondiente a un dios determinado.
Más tarde se sustituyeron estos nombres por números.


En las páginas que siguen presento el catálogo de los cepos decorados recuperados en aguas de Ceuta y, a continuación, los aparecidos en el litoral ibérico:

Fig. 1 -Astrágalo de cordero cuyas caras estaban numeradas como nuestros dados.

1.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal.
Está decorado en todas sus caras por relieves de astrágalos y figuras circulares. Los astrágalos utilizados para esta decoración son de la pata izquierda.
En las dos caras de un mismo brazo se ven cuatro astrágalos en cada una, siendo el supe interno de una de ellas incompleto. Las jugadas representadas son diferentes; una presenta las cuatro caras diferentes y la otra, las cuatro iguales, no pudiéndose precisar si son la cara interna o externa.
En las caras del otro brazo se ven: en una, tres astrágalos y en la otra, tres astrága los completos y parte de otro. En este brazo parece que están grabadas pero cruzadas las mismas jugadas que en el otro. Esto podría ser entonces explicado por desnivel de molde o falta de plomo en la fundición.
Situadas en la parte más interna de cada cara aparecen imágenes circulares que pudieran ser coronas. (1).
Depositado en Club Náutico C. A S. (Ceuta).
(1) J. Bravo Pérez y J. A. Bravo Soto. «Vestigios del pasado de Ceuta>. INMERSION Y CIENCIA N.° 4, págs. 16-18, 1972 BARCELONA

III.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal que presenta en una cara de uno de sus brazos las cuatro carillas del astrágalo de pata derecha y una figura en la parte más interna que parece ser una lucerna. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

V.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. En cada una de sus caras presenta relieves de astrágalos, que representan la carilla posterior de este hueso y pertenecen al miembro izquierdo, a excepción de uno, en el que existe la duda de que pudiera pertenecer al otro. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

VII. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal y relieves en una de las caras de uno de los brazos de las cuatro carillas de astragalo de miembro izquierdo. Depositado en el Club Náutico C.A.S. (CEUTA).

IX. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. Está decorado por delfines en cada cara de cada brazo pero siendo éstas opuestas. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

Los cepos hallados en aguas peninsulares son:
A. Cepo en plomo con pasador del mismo metal, decorado en ambos brazos y caras con relieves de delfines.
Recuperado en la zona de El Saler (Valencia). (1).
(1) G. Martin y J. Saludes. «Hallazgos arqueológicos submarinos en la zona de El Saler (Valencia).» ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA. VI. Valencia. 1966 Pág. 157.

C.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. decorado en las dos alas por una cara.
Recuperado en las Islas Medas, (Gerona). (1).
(1) Federico Foerster Laures Un cepo de ancla en plomo con decoración. C. R. 1. S. REVISTA DE LA MAR, N. 135, Barcelona 1972, pág. 13.

F-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. Presenta relieves de columna en dos caras (igual que la anterior). Recuperado en Blanes (Gerona). Actualmente se encuentra en el Museo Maritimo de Barcelona. (1).
(1) Ricardo Pascual Guasch Cepos de anclas romanas recuperados frente a Blanes. (Barcelona)». ZEPHYRVS. X. Salamanca, 1959, pp. 175-180, fig. 5.

II. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. Presenta en una cara de uno de sus brazos las cuatro caras del astrágalo de pata derecha. En la parte más interna aparece un relieve rectangular en el que parecen existir algunos signos grabados. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

IV. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. En una cara de uno de los brazos presenta dos caras del astragalo (anterior y posterior) de pata izquierda. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

VI.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. En una cara de uno de los brazos presenta las cuatro caras del astrágalo de pata izquierda. En el centro de las cuatro grabaciones aparece un relieve de forma no precisada. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

VIII.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. Decorado por un delfín en cada una de las caras de ambos brazos. Depositado en el Club Náutico C. A. S. (CEUTA).

X. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. En una cara de uno de sus brazos presenta un relieve rectangular de cinco milímetros de grosor. Depositado en la Sala de Arqueología de Ceuta.

B. Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal, en la cara de uno de sus brazos lleva la inscripción «SEPTV».
Recuperado en Blanes (Gerona). Actualmente se encuentra en el Museo Maritimo de Barcelona. (1).
(1) Ricardo Pascual Guasch Cepos de Anclas Romanes recuperados frente a Blanes (Barcelona). ZEPHYRVS, X. Salamanca 1959, pp. 176-180, fig. 2.

D.-Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. En una de sus caras lleva en relieve dos delfines y un martillo de mango largo en la parte superior de éstos. En la otra cara presenta también dos delfines, pero sin el martillo. Recuperado en Blanes (Gerona). (1).
(1) Ricardo Pascual Guasch Cepos de anclas romanos recuperados frente a Blanes. (Barcelona)». ZEHPHYRVS. X. Salamanca 1976, pp. 176-180, fig. 6.

(1) Cepo en plomo macizo con pasador del mismo metal. Lleva en ambas caras un relieve. Dos delfines muy mal impresos o erosiona- dos. Excéntricos en una de sus caras.
Recuperado en Blanes (Gerona). Actualmente se encuentra depositado en el Museo Arqueológico de Gerona.
Bibliografía. Ricardo Pascual Guasch. Cepos de anclas romanas recuperados frente a Blanes (Barcelona).. ZEPHYRVS. X. Salamanca, 1959, pp. 176-185, fig. 3.
(2) Cepo en plomo macizo con pasador del mismo me tal que presenta unas decoraciones en forma circular en cada una de sus cuatro caras. Recuperado frente a Tamariu.
Bibliografia. Federico Foerster Laures. Un cepo de ancla romano con decoración frente a Tamariu. C. R. I. S. REVISTA DE LA MAR N. 152. Barcelona, 1972, pp. 18-19.


RESUMEN: Recopilación de cepos decorados encontrados en la Península Ibérica, así como los recuperados en Ceuta.
Se observa que entre los cepos decorados encontrados en Ceuta, siete presentan relieves de astrágalos y cinco de éstos presentan la jugada de las cuatro caras diferentes. Siendo esta jugada una de las más difíciles de conseguir tirando los astrágalos al azar. Esto hace suponer que fueron grabados con un fin determinado.
Se llega a la conclusión, tras estudio comparativo con piezas anatómicas de carnero, de que los huesos utilizados en estas grabaciones pertenecen, en unos cepos a un miembro, y en otros, al miembro opuesto sin ir nunca mezclados en una misma pieza, a excepción de una en la que existe la duda a este respecto.

¿Fondearon los fenicios sus
naves en las costas de Ceuta ?


Juan Bravo Pérez


Ceuta es una pequeña ciudad geográficamente localizada en la parte más septentrional de África. Forma parte de una de las orillas del estrecho de Gibraltar y su superficie es de 19 Km2 Está constituida por la península de la Almina y la zona continental donde se encuentra la frontera con el Reino de Marruecos, en una linea que va desde la bahia de Benzú al Tarajal.
La Almina está coronada al Este por el monte Hacho, de 196 metros de altura, y presenta una zona ístmica que sirve de unión con el resto del continente. En este estrechamiento se localiza por el Norte el puerto actual y por el Oeste el Foso de la Muralla Real que la convierte de forma artificial en una isla.
Sus costas están bañadas principalmente por aguas del mar Mediterráneo aunque en su región Noroeste reciben influencias del Océano Atlántico.
Desde el comienzo de la arqueología submarina en Ceuta, en la década de los cincuenta, se han hallado muchos restos q.ue se encuentran en su gran mayoria en museos locales (Sala Municipal de Arqueología y Museo del Club Náutico C.A.S.).
Los vestigios arqueológicos recuperados hasta la fecha son: ánforas, piezas de plomo de anclas de madera (Cepos, Zunchos y Arganeos), anclas de piedra y un cepo del mismo material (Fig. 1). El estudio de estas piezas así como el lugar donde se encontraron nos ha llevado a realizar la carta arqueológica del litoral ceuti. En ella situamos los fondeaderos, calas de resguardo y lugares de embarque y desembarque de mercancias (Fig. 2).
Todas las anclas de piedra y piezas de plomo se han encontrado en fondos rocosos, que facilitan la pérdida del sistema de fondeo por el roce del cabo vegetal con la roca.
Posiblemente a finales del II milenio o principios del I a. C. los marinos. fenicios enfilaron sus naves rumbo al poco conocido Mediterráneo Occidental. No tardaron en encontrar un lugar idóneo para fundar la colonia de Utica en el Norte de Africa, cerca de la ciudad de Túnez.
Fenicia, tras la aventura siempre buscaba algún beneficio, algo debía atraer su interés en esta dirección. Parece que sus habitantes habían recogido rumores de que había tierras al Oeste donde podrian encontrar plata y mineral de estaño, muy útil para fabricar piezas de bronce.
Entre los años 900 y 800 a. C. los fenicios se establecieron de forma permanente en un buen puerto más allá del estrecho de Gibraltar, el centro clave de Gádir (Cádiz). La primera gran linea comercial fue la que iba de Tiro a Utica y de alli a Gádir (Fig. 3).
Como casi con toda seguridad estos viajes se hacían costeando, se les planteaba el problema de la navegación nocturna o en los tlias de niebla; estas circunstancias les obligarían a buscar zonas especialmente protegidas donde fondear sus naves.


Dada la situación geográfica de Ceuta, posible lugar de resguardo tanto para temporales de Poniente como de Levante así como de las corrientes producidas en el Estrecho, no es aventurado pensar que fuera una de aquellas zonas utilizadas por los fenicios con esa finalidad.
Hasta el momento no se ha encontrado un resto arqueológico que confirme de forma indiscutible el paso de este pueblo por nuestras costas. Sin embargo, hemos recuperado 16 anclas y un cepo de piedra que muy bien pudieran corresponder a fondeos utilizados por aquellos antiguos navegantes.
Las anclas de piedra son del tipo de un solo agujero, algunas tienen un gran parecido con la hallada en Israel y con la representada en el bajorrelieve de la tumba de Sahure en Egipto (Fig. 1, no 18). Las señaladas con los números del 1 al 8 fueron recuperadas en el resguardo de los vientos de Levante (Fig. 2, n° 1). Las 9, 10, 11 y 12 lo han sido en el fondeadero de la bahía Norte (Fig. 2, no 2) y finalmente las 13. 14. 15. 16 y el cepo de piedra han sido encontrados en la zona de resguardo de los vientos de Poniente (Fig. 2, no 4).
Por lo descrito con anterioridad, nuestros argumentos para mantener la hipótesis de que los fenicios arribaron a nuestras costas se basan en el lugar estratégico de Ceuta en la ruta comercial de este pueblo hacia Occidente y en el descubrimiento de unas anclas de piedra, al menos muy parecidas a las utilizadas por estos marinos para el fondeo de sus naves. Somos conscientes de la falta de solidez de estas pruebas, pero existen indicios suficientes para emitir la hipótesis y abrigamos la esperanza de encontrar algún día la prueba definitiva que la confirme.
Bibliografía
Casson, L. Los Antiguos Marinos. Editorial Paidos. B. Aires, Argentina. Frost, H. From rope to chain: on the development of the anchor in the Mediterranean. Mariner Mirror, 1.963.
Beer, Sir Gavin de. Anibal (La lucha por el poder en el Mediterráneo). Circulo de Lectores, 1.969.

Decimoséptima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1988): “¿Fondearon los fenicios sus naves en las costas de Ceuta?”, Cuadernos del Archivo Municipal, 1, Ceuta, pp. 5-9.

No 1...….....Conglomerado...... 63 Kg
N° 2..…......Conglomerado...... 92 Kg
Nº 3.…..….Arenisca………….91 Kg
Nº 4…..…..Conglomerado…...78 Kg
Nº 5…….....Caliza.……………65 Kg
Nº 6………..Pizarra……………60 Kg
Nº 7.…..…..Caliza..……….…129 Kg
Nº 8.…...….Conglomerado…...53 Kg
Nº 9………..Arenisca….………81 Kg
Nº 10.…......Conglomerado.…..36 Kg

No 11.........Caliza………....... 63 Kg
N° 12.........Arenisca……....... 92 Kg
Nº 13.…….Arenisca………….91 Kg
Nº 14……..Arenisca……….....78 Kg
Nº 15…......Arenisca.…………65 Kg
Nº 16……..Caliza…………..…60 Kg
Nº 17....…..Pizarra..……….…129 Kg
Nº 18 Bajorrelieve de la tumba Sahure
de la V Dinastía, fechada 3.000 años a. de aproximadamente.

Decimoctava publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1988): “Rescatado en Ceuta un naufragio del s. XVII”, Revista de Arqueología nº 92, pp. 50-51

Rescatado en Ceuta un naufragio
del siglo XVII


Texto y Fotos: Juan Bravo Pérez y Juan Bravo Soto


121 de Marzo de 1672, el conde Victor Marie de'Estrées (1660- 1737), almirante de Francia en el reinado de Luis XIV, zarpó de Toulon con 16 navíos rumbo à Brest. Iba a bordo de Le Sceptre de 86 cañones y el objetivo de su viaje era participar en un proyecto de su rey que consistía en reunir bajo el mando del almirante Tourville una gran flota -60 barcos, 11 brulotes, 24.000 hombres y 3.250 cañones e invadir Inglaterra para devolver la corona de este país a Jacobo II que había sido destronado en 1688 por su yerno, el holandés protestante Guillermo de Orange.
Cuando d'Estrées el 18 de abril navegaba por el Estrecho de Gibraltar, frente a las costas de Ceuta, le sorprendió una tempestad que puso en peligro a su flota.
Aquel día, pese a las múltiples maniobras realizadas para evitar una catástrofe, perdío a los navíos de tercer rango L'Assuré y Le Sage. El primero de 60 cañones mandado por De Chateauregnant fue arrastrado por la corriente y posiblemente se estrelló contra los Isleos de Santa Catalina. Su capitán, junto a un reducido número de hombres, embarcaron en una chalupa y alcanzaron otro navío que los tomó a bordo. El otro barco con 50 cañones y mandado por Le Guiche fue a encallar en la zona conocida como escollos del Sousiño.
Las tripulaciones de ambos navíos sumaban 797 hombres y perecieron ahogados en el desenlace 397. Existe en el archivo diocesano de Málaga una referencia firmada por Juan de Cozar sobre el entierro el 20 de mayo de 1692 en el peñón de Vélez de la Gomera de un soldado francés de los ahogados en aguas de Ceuta.
Como por estas fechas España (Carlos II) y Francia estaban en discordia, los marinos que no perecieron fueron hechos prisioneros por el gobernador de la plaza D. Francisco Bernardo Baraona y luego se canjearon en Cataluña.
Dado que el temporal no amainaba, y para recomponer la flota, el conde d'Estrées tomó la decisión de volver hacia la costa de Málaga. La pérdida de tiempo que esto le ocasionó junto a otras vicisitudes hizo que no llegara en el plazo previsto a su destino.

L'Assuré era un navío de tercer rango catalogado como "mauvais voilier". Tenía un por te de 800 toneladas y un calado de 17 1/2 pies. Portaba 60 cañones en 2 baterías, los de la baja eran del calibre 247 los de la alta del 12. Su tripulación estaba compuesta por 17 oficiales, 67 suboficiales, 189 marineros y 94 soldados. (Dibujo cedido por el Museo de la Marina Francesa).
El almirante Tourville, sin retrasar más la partida, ante las presiones de Luis XIV y del primer ministro Louis Phelypeaux de Pontchartrain, zarpa de Brest sin los barcos procedentes de Toulon, el 12 de mayo. Al llegar a la punta de Barfleur divisa a la flota Anglo-Holandesa (43.000 hombres. 99 barcos y 6.700 cañones) y se entabla un combate naval conocido con el nombre de batalla de La Hougue, donde los franceses sufrieron una gran derrota desvaneciéndose su proyecto.


La artillería de los navíos naufraga- dos frente a las costas de Ceuta en su mayor parte se recuperó en 1694 por buzos, posiblemente utilizando una campana. En el archivo Histórico Nacional hay una serie de cartas entre el marqués de Valparaíso -entonces gobernador de Ceuta y el Almirante de Castilla (D. Juan Tomás Enríquez de Cabrera) en las que se relatan los pormenores del rescate. Llama la atención la dificultad que hubo para conseguir del Consejo de Hacienda el dinero necesario para las maniobras y cómo se pretendía enviar los cañones al Presidente de la Casa de Contratación (D. José de Solís y Valdenaharro) para armar los galeones. Por contra, Valparaíso insistía en dejarlos en la ciudad y de esta forma mejorar su defensa. Es probable que este último fuera el destino definitivo, ya que ese año comenzó el cerco de Ceuta por las huestes de Mulay Ismael, rey de Marruecos.
Fortuitamente, en 1962 dos pescadores descubren los restos sumergidos de L'Assuré. En una zona situada a unos 100 metros de los Isleos de Santa Catalina, donde la corriente es muy intensa durante el cambio de marea y sobre un fondo de 14 a 20 metros, encontraron 23 cañones y cinco anclas tipo almirantazgo. Mientras esperan los trámites burocráticos para proceder al rescate, el pecio es expoliado y desaparecen dos cañones de bronce del calibre 24 y una culebrina. Los primeros, uno con las armas del duque de Beaufort (Gran Almirante de Francia 1651- 1669) y otro con las del conde de Vermandois (1669-1683), fueron vendidos al Museo de la Marina de Francia tras pasar por el puerto de Tánger. La culebrina adornada con flores de lis fue troceada y vendida como chatarra.
En 1970, con el patrocinio de la delegación de cultura de Ceuta, diseñamos un proyecto de rescate del material sumergido. A diferencia de otras recuperaciones que han requerido un despliegue de medios considerables, así como una gran inversión económica, la nuestra ha sido muy modesta en estos aspectos, que no en los resultados.

Construimos una balsa de madera y bidones, sobre ella colocamos un puente de hierro con un tractel cuyo poder de arrastre era de 5.000 kg. Con un pequeño barco, en el momento que la marea estaba a pique la remolcábamos hasta la zona del pecio y pieza a pieza sacamos: trece cañones de hierro de diversos calibres, uno de bronce del 24 y un ancla de cuatro metros. Todas estas piezas son propiedad del Ayuntamiento de Ceuta y están expuestas por la ciudad.
Uno de los cañones de hierro tiene en los muñones el relieve S C que representa la primera y última letra del nombre del ingeniero de artillería -marqués de Segonza C-propietario en 1690 de la fundición de Vimont cerca de Plazac en Perigord.
El cañón de bronce pesa 4.617 libras (2.123 kgs.), tiene dos asas en forma de delfín y dos escudos; uno con las armas de Francia dentro de los collares de San Miguel Arcángel y del Espíritu Santo y otro, con dos anclas cruzadas rodeadas por una banderola, donde aparece la inscripción desgastada: LE COMTE DE VERMANDOIS.


Lamarina francesa disponía de dos fundiciones para los cañones de bronce: Rochefort y Toulon. Mantenemos la hipótesis de que estas piezas fueron construidas en la segunda ciudad, ya que era la que solía suministrar a la flota de Levante.
Entre 1983-1986, sin subvención alguna, efectuamos mediciones en el pecio y realizamos un esquema a escala de la disposición de cañones y anclas en el fondo. Ocupan una superficie romboidal de 72 metros en su eje mayor por 20 en el menor.
Otros materiales recuperados en las diversas campañas son: una palanqueta o bala de cañón compuesta de dos semiesferas de hierro unidas por un puente de madera y cuya finalidad era destrozar las velas del enemigo, un recipiente para pólvora, un guardamano de espada, varias roldanas de bronce de las que iban en los masteleros, piezas de cerámica perteneciente a la vajilla del barco (platos, escudillas, jarras, tinajas, cuenco y taza) que casi con toda seguridad fueron fabricadas en la región de Provenza o Languedoc y un mortero o almirez de bronce.

Desgraciadamente de la estructura del navío que pesaba 800 toneladas no se ha encontrado resto alguno, tan sólo planchas de plomo y cobre utilizadas para el forrado de la obra viva. Sin embargo, tenemos una aproximación de su morfología, gracias a los dibujos de popa y proa suministrados por el Museo de la Marine de Francia.
L'Assuré fue construido en 1692 en Dunkerke por el maestro carpintero Hendrik y estaba catalogado como "mauvais voilier". Le Sage de 900 toneladas, considerado "mediocre voilier", se construyó en Rochefort (1668) por François Pomet e inicialmente se llamó como la citada ciudad francesa, de el no hemos encontrado ningún resto, prácticamente se recuperó todo en el siglo XVII.
Si algún día Ceuta tiene un Museo de la Marina, sería muy interesante que todas las piezas recuperadas de aquel naufragio y los documentos históricos relacionados, se reunieran en una sala y sirvan para difundir otro capítulo de la historia de nuestra ciudad.

Cañón de bronce recuperado en 1970 del pecio "Isleos de Santa Catalina". El escudo con las armas de Francia entre los collares de la orden de San Miguel (Luis XI) y de los caballeros del Espíritu Santo (Enrique III) está en el primer refuerzo. El otro escudo, que representa dos anclas cruzadas, está situado en la caña. Posiblemente fue construido en Toulon.

Bibliografía

CORREA DE FRANCA, ALEJANDRO: Historia de la M.N. y Fidelísima ciudad de Ceuta (hasta 1750).

HORQUE DE HAMECOURT: Historia naval manuscrita (Marine B8 28).

CHARLES DE LA RONCIERE: Historie de la marine francaise.
JEAN BOUDRIOT: Constructeur et Constructions navales a Rochefort aux XVII y XVIII siecles.
Carta de M. de Vauvré intendente de la marina de Toulon al ministro el 27 de mayo de 1692 (Marine B3 71).

Arriba: esquema y funcionamiento de la balsa de madera en la recuperación efectuada en 1970. A la izquierda: lámpara y cascabel de un cañón de hierro completamente cubierto de concreciones marinas.

Decimonovena publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1989): La flota que nunca llegó a su destino (Naufragio de dos navíos franceses en Ceuta, 1692), Granada, 1989.

A los submarinistas por su labor de recuperación de objetos del pasado.

Sin ellos, la arqueología submarina no tendría existencia.

Rescatado en Ceuta un naufragio
del siglo XVII


Índice


-Presentación…………………………………………………………………………………………………………..…………………………..…………………Pág.9
-Introducción…..……………………………………………………………………………..……………………………………………………..………………Pág.11
-Agradecimientos…….. ………………………………...…….……………………………………………………………………………………………………Pág.15
- Descubrimiento y recuperación…………...………………………………………………………………………………………………………………….…..Pág.21
-Introducción histórica………….…………..…………………………………………………………………………………………………………………..….Pág.33
-Biografía de Victor Marie D'Estrées…………..………………………………………………………………………………………………………………….Pág.45
-Recuperación en el siglo XVII …………..….…………………………...……………………………………………………………………………………….Pág.51
-Material recuperado……………..…………………………………………………...…………………………………………………………………………….Pág.59
• Navios Naufragados ……………………..……………………………….……………………………………………………………………………….Pág.59
•Cañones de Bronce.………..……………………………….………………………………………………………………………………………………Pág.62
•Cañones de Hierro……..……………………………….………………………………………………………………………………………………..…Pág.71
•Otro material relacionado con Artillería.……..……………………………….……………………………………………………………………….…Pág.75
•Anclas……..……………………………….……………………………………………………………………………………………………………..…Pág.77
•Roldanas de bronce……..……………………………….……………………………………………………………………………………….…………Pág.78
•Cerámica.....……..……………………………….……………………………………………………………………………………………………….…Pág.81
•Almirez de Bronce.……..……………………………….………………………………………………………………………………………………..…Pág.92
-Estudios analíticos de las cerámicas de los pecio isleos de santa catalina……………………………………………………………………….……………Pág.95
- Conclusiones…………..……………………………….………………………………………………………………………………………………...………Pág.107
- Documentos…...……..……………………………….………………………………………………………………………………………………………..…Pág.109

Presentación

Hay muchas satisfacciones que resultan difíciles, por no decir imposibles, ver reunidas en un trabajo objetivación Es por eso que este libro que ponemos "en suerte" supone la excepción a regla tan manida. En primer lugar versa sobre Ceuta, lo cual mueve todas las fibras sensibles del nacido en ese lugar de privilegio. En segundo término, o primero, pues ambas cosas tienden a confundirse, su medio ambiente es el mar, el mundo submarino frente a Santa Catalina, conde tantos sueños de infancia y primera juventud fueron tejidos al hilo de las aventuras del "Calipso" del genial J. Y. Cousteau, y su sempiterno compañero, F. Dumas, que apurábamos hasta la saciedad, sin saber que en nuestra ciudad teníamos nuestro particular pionero, con los mismos intereses, y, quizá, mayor entusiasmo. Por supuesto me refiero a otra de las satisfacciones mencionadas, don Juan Bravo Pérez, autor, junto a su hijo Juan Antonio Bravo Soto-, de la publicación que ahora ve la luz. Los dos participan sumando esfuerzos y conocimientos en el asunto, pero sin el entusiasmo del mayor de los Bravo la obra no tendría sentido, ni el calor necesario de toda empresa humana. Bravo Pérez ha sabido convertir la afición en profesión, la distracción en tarea de especialista, y el trabajo de reconstrucción histórica, en amor. Aún me queda una última consideración muy ligada a las anteriores, sin la cual el producto final sería incompleto, pues se trata del método utilizado por los autores para proporcionarse los materiales del pasado. Además de todo lo marítimo "emergente", estamos ante una acabada muestra de arqueología submarina. A partir de los testimonios del pasado, hallados en esas aguas únicas de Ceuta, los autores se hacen continuas preguntas, elaboran hipótesis de trabajo, que les llevan a sólidas conclusiones, con la apoyatura científica debida.

Lo que principió como aventura de intrépidos hombres-ranas, en este lado del Estrecho, ha culminado en el esclarecimiento casi completo de unas páginas de la historia de la humanidad, que se habrían perdido de su memoria sin el afán y el genio de este equipo ampliado de ceutíes: autores, submarinistas y algunas autoridades.
Es norma evaluar la calidad de un ensayo histórico en función de la trascendencia de los acontecimientos o procesos que analiza, sin percatarnos de lo contradictorio de tal aseveración, habida cuenta de que si el hecho del pasado no fuese singular, no merecería la categoría de histórico. Por todo ello, la obra que tengo el honor de presentar se asienta sobre este implacable argumento, ya que el acontecimiento que desencadena el análisis pormenorizado del naufragio de los navíos franceses, L'Assuré y Le Sage, es un hecho ligado a la historia de Europa de finales del siglo XVII, que ve interponerse en el camino de reposición de Jacobo II en el trono de Inglaterra con la ayuda de la Francia de Luis XIV, los Isleos de Santa Catalina de Ceuta.
De lo dicho hasta aquí se sugiere una invitación a la comunidad lectora interesada, a sumergirse en el misterio, en la aventura, o, lo que es lo mismo, en el atractivo viaje hasta las grandezas y miserias de los hombres de otro tiempo.

Córdoba, 30 de Mayo de 1989 Prof. Antonio Garrido Aranda

Introducción


En 1958, quince años después de la invención de la escafandra autónoma por Jackes-Yves Cousteau y Emile Gagnan, adquirimos los primeros equipos de buceo utilizados en las exploraciones submarinas de las costas ceutíes.
Teníamos un desconocimiento tan grande de aquellos aparatos como temeridad para utilizarlos, prueba de ello es que al poco tiempo de su compra, sin una idea clara de la descompresión, nos sumergimos a 60 metros. Por fortuna todo transcurrió sin complicaciones y no lamentamos algún accidente.
El hecho de respirar bajo el agua con un equipo poco complicado, nos introdujo en un mundo nuevo y apasionante. También nos abrió la posibilidad de descubrir restos arqueológicos sumergidos.
Ha sido tal la cantidad y variedad del material recuperado, que ayuda firmemente a la reconstrucción de la historia de Ceuta. Por las ánforas y restos de anclas podemos establecer con cierta precisión los pueblos con los que se mantuvo intercambios comerciales, el tipo de mercancías, el tamaño de las naves, los lugares de fondeo y resguardo, las zonas de embarco y desembarco y la técnica en la construcción de las anclas así como su evolución. Sin embargo, el estudio de los hallazgos realizados adolece de dos defectos; el primero es la perdida de piezas por el comercio lucrativo existente y el segundo se debe a la falta de un método científico para sacar el máximo rendimiento. Se ha olvidado con frecuencia la finalidad de un rescate arqueológico submarino: investigar exhaustivamente el material que se nos ofrece en el fondo del mar y a partir de ello hacer una reconstrucción de los acontecimientos históricos.

Juan Bravo Perez

Es evidente que una actitud apresurada e inexperta puede borrar para siempre unas huellas de importancia.
Para solucionar la problemática señalada, el Ministerio de Cultura debe apoyar sin dilación los proyectos de recuperación bien diseñados y recompensar de algún modo a los descubridores. De esta forma los pecios se investigarían adecuadamente y con la premura que evite el agotamiento por los expolios. En caso contrario, todos sus esfuerzos han de ir encaminados a establecer un sistema de vigilancia de las costas.
Como hemos dicho, el estudio de los restos arqueológicos tiene por finalidad conocer nuestro pasado. Me pregunto si esta labor ha de hacerla necesariamente un arqueólogo poseedor de título académico o también la puede hacer el que no lo tiene.
La exploración del mar debe ser patrimonio de todos siempre y cuando se respeten unas normas y no debe ser monopolio el hecho de ser "titulado". En palabras de A. Ballester(*):
"Cada persona puede hacer un aporte en función de su formación, de sus aficiones, de su capacidad de acción, de sus facultades imaginativas y de la perseverancia en el logro de los objetivos que se ha propuesto".
Tampoco debe ser siempre la administración pública la que proporcione los medios o corra con todos los gastos. Existen antecedentes de exploraciones arqueológicas realizadas por empresas privadas con resultados muy positivos (**).
Sin lugar a dudas, el pecio más importante descubierto en Ceuta es hasta la fecha el localizado en los Isleos de Santa Catalina. Corresponde casi con toda seguridad a uno de los navíos franceses naufragados en 1692, cuando la flota de Levante-mandada por Victor Marie d'Estrées-, surcaba las aguas del Estrecho de Gibraltar rumbo a Brest.
Desde su descubrimiento en 1962 han sido muchas sus vicisitudes y he tenido la oportunidad de participar más o menos directamente en la mayoría de ellas, sobre todo en las campañas realizadas en 1970 y 1983-86.
Es a partir de 1983 cuando me intereso en profundizar en su estudio y surge la idea de dar a conocer un episodio de la historia de nuestra ciudad que había quedado en el olvido. Esto ha requerido además de un esfuerzo material y económico el consultar fuentes de Francia, España y Reino Unido.


(A. Ballester (Director del Departamento de Actividades Científicas de la FEDAS): EDITORIAL. Inmersión y Ciencia no 2. Febrero 1971, pág-6.
(**) R. Duncan Mathewson: El Tesoro del Atocha. Ed. Plaza & Janés 1988.


La flota que no llegó su destino

Francia:
-Les Archives Nationales (Ministère de la Culture et de la Communication).
-Musée de La Marine.
-Archives de la Marine (Service Historique-Ministère de la Défense)
-Centre de documentation et de recherche de l'arrondissement maritime de Rochefort.
-Archives Municipales de Dunkerque.
-Musée de Perigord.
-Sociedad Histórica y Arqueológica de Perigeux (Snr. Jean Bouchereau).
-Musée de la Societé Arqueolochique e historique de la Charente (Angcumois).
-Musée de la Marine de Toulon.
-Centre Havrais de recherche historique.
-Correspondencia con el Sr. Jean Boudriot experto en construcciones navales y artillería francesa.
-Musée d'Art et d'Histoire de Provence (Sr. Georges Vindry). -Correspondencia con Veronique Abel experta en cerámica francesa del siglo XVII realizada en Marsella.

España:
-Bibliothèque Nationale.
-Biblioteca Nacional.
-Archivo Histórico Nacional. -Archivo Municipal de Ceuta. -Archivo General de Indias. -Museo del Ejército.


Reino Unido:
-Navy Records Society. -National Maritime Museum. -Gibraltar Garrison Library.
-Maritime Museum (Penzance, Cornwall) Sr. Roland Morris. -Correspondencia con Sotheby's.
-Correspondencia con Holland and Holland.

Nuestra labor de redacción y archivo de datos se ha visto facilitada por el procesador de texto WordStar y ordenador PC-640 turbo.
Con la perspectiva del tiempo y los conocimientos adquiridos me hubiera gustado que nuestro trabajo submarino tuviera un planteamiento más científico, obviamente esto ya no tiene solución, de todas formas ahí están los resultados.

Juan Bravo Perez

Agradecimientos:
Desde el descubrimiento del pecio "Isleos de Santa Catalina" hasta su publicación ha transcurrido veintiséis años. El proceso ha sido largo e intermitente debido a que mi profesión no me permitía dedicarle tiempo y tranquilidad.
Es a partir de mi jubilación cuando dispongo de sosiego para ordenar los datos almacenados, reflexionar sobre ellos, documentarme y solicitar la colaboración en determinados temas de expertos como D. Carlos Posac Mon, quien ha tenido la gentileza de participar en la introducción histórica, además de ofrecerme datos y consejos para llevar a termino este trabajo.
Otras personas y entidades me han ofrecido su ayuda, quiero por ello dejar constancia de mi agradecimiento. En primer lugar es de justicia expresarlo a D. Ernesto Valero Narváez y D. Agustin Pizones Cortés, descubridores de los restos sumergidos. Hemos tenido amenas conversaciones sobre los pormenores del hallazgo y me han aportado los documentos escritos que en su día enviaron a la Comandancia de Marina de Ceuta.
La subvención económica es uno de los problemas más importantes a la hora de realizar una recuperación submarina. En nuestro caso ha sido escasa y ha limitado los proyectos, tan sólo recibimos alguna ayuda en la campaña de 1970, nos la ofreció el Delegado de Cultura del Ayuntamiento D. Alfonso Sotelo Azorin. Con posterioridad, siendo alcalde, donó un compresor "Bauer" que solucionó la problemática de cargar los equipos.
Del material utilizado destaco, por su sencillez y efectividad, la balsa de madera y bidones. Manuel García Almenta construyó el puente de hierro colocado sobre ella y nos prestó un "tractel" para izar las piezas sumergidas.

Solíamos partir hacia los Isleos desde el pequeño puerto del Club Náutico CAS. Esta entidad de la que soy socio fundador nos cedió, en la primera campaña, sus instalaciones, material de inmersión y fondeos.
Gracias a la colaboración de la J.O.P. de Ceuta pudimos disponer de una grúa para depositar los cañones en tierra firme.
De gran importancia ha sido el trabajo submarino realizado por los buceadores José María Garrido Pérez, Mohamed Mustafá el Hach, Antonic Amores Albadalejo y Juan Bravo Soto. A pesar de su dureza lo efectuaron de forma entusiasta y altruista.
Manuel Calderón Muñoz, Juan Ramón Ruiz Ferrón, Juan Díaz Triano, José Antonio San Juan Palomino, José Barreto Romaní, José Maese López que también realizaron prospecciones en el pecio, me han dado a conocer piezas de cerámica de indudable interés.
Mi agradecimiento a D. Leandro Bueno Romero, Segundo Comandante de marina, por facilitarnos los trámites burocráticos necesarios para realizar las exploraciones, y a D. Juan Garcia Chicón por permitirnos guardar en su chalet, durante varios veranos, la zodiac y el motor fueraborda que utilizamos en la segunda campaña.
Para la realización del esquema submarino de cañones y anclas contamos con la inestimable ayuda de Rafael Delgado Vidal.
Muy interesantes han sido los datos aportados por el Sr. Jean Boudrict acerca de los navíos naufragados y la artillería francesa del siglo XVII. También son de interés los documentos suministrados por D. Alberto Baeza Herrazti y D. Manuel Leria y Ortiz de Saracho.
Quiero agradecer a D. José Manuel González de Vega su colaboración para traducir los textos en inglés y a D. José Manuel Avila por la realización de parte de las diapositivas submarinas.
En la Estación Experimental del Zaidin de Granada (C.S.I.C.), Josefa Capel Martínez, José Linares González, Francisco Huertas García y Juan Pedro Muñoz López, analizaron la pasta cerámica de diez piezas y nos ayudaron en la descripción morfológica de este material.
Los datos sobre la cerámica del sur de Francia en el siglo XVII han sido aportados por Veronique Abel de la Universidad de Provenza (Aix-en-Proven- cel y el Sr. George Vindry conservador del Museo de Arte e Historia de Provenza.
Otras personas de las que también hemos recibido ayuda son: D. Fernando Villatoro Iglesias, D. Rafael Rivera González, D.José María Sánchez Girón y D. José Luis Gómez Barceló.
Finalmente resaltar las importantes aportaciones del Museo de la Marina de Francia. A trevés del agregado naval en España, recibimos, en 1983, las 17 primeras precisiones sobre el naufragio suministradas por el jefe de documentación Marjolaine Matikhine, quien además nos confirmó que el museo tenía en depósito dos cañones de bronce expoliados del pecio en 1963. Más tarde, la citada entidad, nos envió las fotografías de los cañones y un dibujo de popa y proa de uno de los navíos: L' Assuré.

Fig 1-C Cañón en el instante de ser despegado del fondo.

Cañón de bronce el día de su recuperación.

Descubrimiento y recuperación
Aproximadamente en el mes de mayo de 1962, D. Ernesto Valero Narváez y D. Agustín Pizones Cortes, practicando pesca submarina en la playa de los Corrales -frente al cementerio de Ceuta-, quedaron sorprendidos ante el hallazgo, cerca de los Isleos de Santa Catalina, de múltiples cañones dispersos sobre el fondo a una profundidad de 14 a 20 metros.
En los días sucesivos, "en apnea", se dedicaron a realizar una valoración aproximada del pecio, comprobaron que se componía fundamentalmente de cañones de hierro, algunos de bronce y varias anclas de hierro. En la mente de ellos estaba la idea de que, además de lo encontrado, debía haber otras piezas de más valor e iniciaron los trámites legales para su rescate.
El hallazgo fue comunicado a la Comandancia de Marina de Ceuta (Doc 1- Ay 1-B). Como no poseían el título de buceador contaban con la colaboración de José Luis Arbona y la mía.
Mientras se gestionaban los trámites burocráticos decidimos hacer una primera prospección con los equipos de aire comprimido. Llevábamos unas palanquetas para raspar las piezas y comprobar el material de su construcción.
Sobre un fondo de piedras y cascajos divisamos alrededor de veinte cañones y cinco anclas. A simple vista todo parecía de hierro, procedimos a raspar y de inmediato salia el típico polvo negruzco. La evidencia era clara, allí no habia cañones de bronce. Esta situación nos hacia dudar entre una equivocación de los descubridores o el robo. Los hechos posteriores confirmaron esta segunda posibilidad.
Quizás por el júbilo inicial, la noticia del hallazgo llegó a oidos de personas que no tuvieron reparos en expoliar el pecio, Con esta actitud. piezas de indudable valor han desaparecido definitivamente, tal es el caso de una culebrina adornada con flores de lis (armas de los Borbones que fue vendida a una chatarrería y posteriormente troceada y fundida.
El episodio más oscuro por la implicación de submarinistas locales, un barco de recuperación de chatarras y alguna autoridad local, fue la desaparición de dos cañones de bronce; uno con las armas de Francisco de Vendôme y el otro con las de Luis de Borbón. Trasladados al puerto de Tanger fueron adquiridos en diciembre de 1963 por el Museo de la Marina de Francia (1) (Doc. 1-C).
Estos cañones al menos en el año 1977 estaban expuestos en la ciudadela de Saint Tropez.
Gracias a las amables gestiones de Marjolaine Mcurot (jefe del servicio de estudios y documentación del Museo de la Marina de Francia) estamos en. posesión de fotografías de estas piezas de artillería (Fig 1-A).
Con el paso del tiempo el pecio se convirtió en una zona donde se buceaba con frecuencia, de esta época sólo se conoce la recuperación de planchas de plomo y cobre y algunas roldanas. Paulatinamente el interés fue decayendo abandonándose la idea de sacar las piezas sumergidas.

Fig. 1-A: Cañones de bronce expoliados del pecio Isleos de Santa Catalina. Actualmente son propiedad del Museo de la Marina de Francia.

Fig. 1-B: Esquema y funcionamiento de la Balsa de madera en la recuperación efectuada en 1970.

indudable valor han desaparecido definitivamente, tal es el caso de una culebrina adornada con flores de lis (armas de los Borbones que fue vendida a una chatarrería y posteriormente troceada y fundida.
El episodio más oscuro por la implicación de submarinistas locales, un barco de recuperación de chatarras y alguna autoridad local, fue la desaparición de dos cañones de bronce; uno con las armas de Francisco de Vendôme y el otro con las de Luis de Borbón. Trasladados al puerto de Tanger fueron adquiridos en diciembre de 1963 por el Museo de la Marina de Francia (1) (Doc. 1-C).
Estos cañones al menos en el año 1977 estaban expuestos en la ciudadela de Saint Tropez.
Gracias a las amables gestiones de Marjolaine Mcurot (jefe del servicio de estudios y documentación del Museo de la Marina de Francia) estamos en. posesión de fotografías de estas piezas de artilleria (Fig 1-A).
Con el paso del tiempo el pecio se convirtió en una zona donde se buceaba con frecuencia, de esta época sólo se conoce la recuperación de planchas de plomo y cobre y algunas roldanas. Paulatinamente el interés fue decayendo abandonándose la idea de sacar las piezas sumergidas.

Tabla 1

Análisis mineralógico

el buen funcionamiento de la balsa, la zona era peligrosa por las corrientes y debido a mi trabajo no podía ir con ellos.
Aprovechando la bajamar salieron a las nueve de la mañana con levante flojo, el barca con su remolque navegaba lentamente y los perdi de vista cuando alcanzaron la bocana del puerto.
Tardaron hora y media en llegar a los Isleos, una vez localizado el primer cañón se fondeó justo encima. Dos submarinistas bajaran una cadena con grilletes, se la rodearon a nivel de la caña y primer cuerpo, y el puente formado se enganchó al cable del tractel. Con posterioridad, los de superficie, comenzaron a izar la pieza (Fig. 1-C).
Ya no podía soportar la tensión sin saber lo que estaba ocurriendo, me fui al cementerio, sin pensarlc lié mi ropa en una bolsa de plástico y a nado me fui hasta ellos.
Mientras le dábamos a la palanca del tractel, la balsa se hundia llegándonos el agua hasta los tobillos. Durante un momento nos invadió la incertidumbre de no poderlo levantar, estaba muy adherido a las rocas. De pronto despegó ascendiendo la balsa bruscamente.
Subimos el cañón hasta tres metros de profundidad (Fig. 1-B), arrastrán dolo de esta forma a puerto. Ali lo depositamos de nuevo sobre el fondo y con la grúa se puso en tierra firme.

Ocho años más tarde, en 1970, realicé un proyecto de rescate que se aceptó por la Delegación de Cultura del Ayuricamiento de Ceuta.
Para llevarlo a cabo, contaba con la colaboración de Antonio Amores Albadalejo, José María Garrido Peréz, Mohamed Mustafá el Hach y Juan Antonio Bravo Soto. Ellos realizaron el trabajo submarino durante el verano de aquel año.
En lo referente al material, disponiamos de equipos de buceo cedidos por la Federación Ceutí de Actividades Subacuáticas y C.N.CAS, un pequeño barco-El Joselito y la pieza fundamental: una balsa diseñada y construida con nuestros propios medios.
Consistía la balsa (Fig. 1-B) en un esqueleto de madera de pino en cuyo interior iban sujetos 20 bidones de 200 litros cada uno, sobre ella descansaba un puente de hierro y colgado de este un "Tractel" con un poder de arrastre de 5000 Kg. A través de un crificio practicado en el centro pasábamos el gancho y el cable de acero.
El primer día que pusimos en marcha nuestro proyecto estaba intranquilo, mis colaboradores era gente joven con poca experiencia, tenia dudas sobre

Habíamos alcanzado nuestro primer objetivo y el método funcionaba, posiblemente era el más idóneo si tenemos en cuenta la escasez de medios. Tenia el inconveniente de ser lento, en todo el proceso tarcábamos de cuatro a seis horas, ya que a veces teníamos que esperar la bajamar para evitar la
corriente.
Sólo sacábamos una pieza por día, en una ocasión llegamos a rescatar dos, el esfuerzo fue considerable y no lo volvimos a repetir.
A pesar de la expectación creada, aquel trabajo empezó a convertirse en rutinario. Para evitar la monotonía, una vez terminadas las maniobras de embrague y antes del cambio de marea, procediamos a explorar les alrededores. Ocurrió lo inesperado: Antonio Amores descubrió sobre un fondo de arena un cañón de bronce, en un punto alejado setenta metros de la zona a una profundidad de diecinueve metros.

La recuperación se aplazó para el dia siguiente, ya teníamos uno de hierro embragado y queríamos evitar los arañazos forrando la cadena.
Cuando lo sacamos en el muelle de España, pudimos admirar su perfecto estado de conservación y la belleza de su decorado. Destacaba dos asas en forma de delfín y dos escudos; uno representando las armas de Francia y el otro las del Conde de Vermandois.

El interés suscitado hizo que reporteros del antiguo noticiario NO-DO con el cámara submarino Enrique Pastor, se desplazaran a Ceuta para filmar las operaciones.
Como suele ser frecuente cuando se tiene interés que todo salga a la perfección, aparecen las dificultades. Se metió un viento de poniente que hacia prácticamente imposible el traslado al lugar del pecio, estuvimos varios días esperando el cambio pero la mejoría no llegaba.
La estancia de los reporteros en nuestra ciudad tocaba a su fin y no habían filmado ni un metro bajo el agua. En un acto quijotesco decidimos ir con estas condiciones atmosféricas.
Durante la travesía no tuvimos problemas a pesar del viento y el oleaje; sin embargo, estos factores unidos a la corriente nos dificultó la maniobra de fondeo.
Para completar el cúmulo de contratiempos, el agua estaba turbia. Esta eventualidad no nos desanimó y los submarinistas comenzaron el trabajo; mientras tanto, Enrique Pastor les filmaba sin perder detalle. Resultaba curioso verlos andar torpemente hacia el cañón, con la cadena sobre los hombros y dando trompicones con las aletas.
Debido al incremento de la corriente, todas las maniobras bajo el agua se hicieron con mucha celeridad. Cuando salieron a superficie había aumentado el viento y las olas golpeaban con energía los costados de la balsa, pasando el agua por encima de ella. Hubo un momento que estuvimos a punto de perder parte del equipo de inmersión y una de las cámaras submarinas. Por fortuna todo quedó en la perdida de un cinturón de plomo y un tubo respirador.
Con estas circunstancias era imposible arrastrar la balsa hasta el puerto, decidimos dejarla fondeada con el cañón y cuatro anclas en espera de una mejoria del tiempo, dimos la vuelta a la Almina y por la bahía sur llegamos al C.N. CAS completamente derrotados.
Al dejarla allí, tuve el presentimiento de que el temporal la destrozaría y me imaginaba sus tablas y bidones dispersos por la playa. Al amanecer el tiempo había cambiado, me acerqué al cementerio y la observé flotando en el sitio exacto donde la dejamos el día anterior.
Habíamos conseguido con mucho esfuerzo la filmación submarina de nuestro trabajo, meses más tarde pudimos verla en las pantallas comerciales. En la campaña realizada en el año 1970 recuperamos 14 cañones de hierro, uno de bronce y un ancla. Este material quedó a disposición del Ayuntamiento de Ceuta.
Pasado algún tiempo, mientras rodábamos algunas escenas submarinas con una cámara super-8, dimos con un cañón de hierro en una zona alejada
de los Isleos: la situada entre la playa de los Corrales y las piedras del Sauciño". En aquel momento no le dimos la importancia debida a este hallazgo.

Momento en que el cañón se depositaba sobre el fondo del puerto para ser izado por la grúa.

Finalizado nuestro proyecto perdí contacto con lo ocurrido en el pecio durante doce años. Tuve noticias de inmersiones en las que se recuperaron objetos de cerámica (platos, escudillas, jarras, una taza etc...) y varias roldanas de bronce.
Un día de 1983 al leer unos datos sobre el Conde de Vermandois se reavivó mi interés en proseguir las investigaciones. En esta ocasión el planteamiento sería diferente, pretendía averiguar el nombre del navío naufragado, fecha de hundimiento y hechos históricos asociados. En colaboración con mi hijo y su esposa, comenzamos por dibujar, fotografiar y ordenar todas las piezas recuperadas, incluyendo los dos cañones de bronce expoliados en 1963 y el material perteneciente a colecciones particulares. Para ello establecimos múltiples contactos y afortunadamente en la mayoría de las ocasiones dimos con buena disposición.
En otra linea, era primordial la investigación en archivos y bibliotecas. Partimos de datos iniciales ofrecidos por D. Carlos Posac Mon que se han ido completando a medida que progresaba el estudio.
También considerábamos oportuno realizar una valoración del estado del pecio. Como en esta ocasión no disponíamos de ayuda económica y material - a pesar de haber presentado un proyecto que fue rechazado por la Sección de Excavaciones de la Dirección General de Bellas Artes y Archivos (Ministerio de Cultura), tuvimos que comprar dos bibotellas, una zodiac y un fueraborda de 15 HP.
En julio de 1984 decidimos realizar un esquema a escala de las piezas sumergidas y de esta forma tener una idea exacta de su distribución.
Preparamos una serie de boyas numerándolas y añadiéndole veinticinco metros de nylon liados en pequeños carretes. Se colocaron, tensando los cabos, en los extremos de cañones y anclas. De esta forma habíamos proyectado sobre la superficie la disposición de las piezas en el fondo. Con una brújula muy precisa a la que habíamos acoplado un telescopio y un tripode, tomamos rumbos a las bcyas desde dos puntos señalados en la carta marina, cruzándolos, obtuvimos la imagen de la figura (1-D).
Para confirmar los datos obtenidas con el procedimiento señalado, se tomaron medidas de las piezas, sus ángulos, distancias entre ellas y profundidad.

Colocación de las boyas en las piezas sumergidas.

Fig. 1D: Localización del pecio y distribución del material en 1984.

En estos dias descubrimos una piedra horadada, fragmentos de tinajas y dos aros de hierro de 60 cms. de diámetro muy adheridos a las rocas. Tras la consulta de diversas fuentes tuvimos el conocimiento del naufragio en nuestras costas de los navios franceses L'Assuré" y Le Sage. La fecha del hundimiento difiere según el documento estudiado; A. Correa de Franca (2) (Doc. 1-D) lo data en abril de 1691, M. de Vauvré (3) (Doc. 1-E) - Intendente de la marina de Toulon en el reinado de Luis XIV -y Horque de Hamecourt (4) (Doc. 1-F) lo hacen en abril de 1692. Nosotros damos por cierta esta última fecha, pues, como veremos más tarde, los acontecimientos históricos relacionados ocurrieron entre marzo y junio de ese año.
Uno de los barcos quedó destrozado contra los Isleos de Santa Catalina, el otro encalló en las piedras del Sauciño. Del primero se hundió toda la artillería aunque se recuperó en parte en 1694, del segundo se salvaron prácticamente todos los cañones.
Con los datos señalados y las características de las piezas recuperadas nos parece razonable la hipótesis de que el pecio estudiado desde 1963 corresponde a uno de estos navios. Tratando de ir más lejos en nuestra teoría, basándonos en la descripción del naufragio de Horque de Hamecourt y Correa de Franca, es posible, que los restos del pecio Isleos de Santa Catalina correspondan a L'Assuré, en tal caso el cañón de hierro hallado cuando filmábamos entre la playa de los Corrales y los escollos del Sauciño, debía pertenecer a Le Sage. Durante el verano de 1985, tratando de localizarlo, hicimos seis inmersiones de dos horas cada una, pero el propósito fue inútil y no conseguimos dar con él.
Llegados a este punto éramos conscientes de haber agotado las posibilidades de seguir las exploraciones con nuestros propios medios. Hubiera sido interesante insistir en la búsqueda debajo de cascajos, arena y piedras para localizar más objetos y quizás restos del maderamen, para ello tendríamos que acotar y aspirar con manga de succión. Esta labor no era realizable por un equipo de tres personas que, además, no recibían subvención alguna,

Bibliografía


(1) Chronique du musée: Revista Neptunia no 73; 12 trimestre 1964
(2) A.Correa de Frar.ca Historia de la muy noble y f.delisima ciudad de Ceuta (hasta 1750). Libro tercero.cap. 16 (636-637).
(3) Carta de M.de Vauvre-Intendente de la marina de Toulon- al Ministro el 27 de mayo de 1692 (Marine B3 71,folios 209 V-210 r).
(4) Horque de Hamecourt: Historia naval manuscrita (Marine B8 28, pág. 518-520)

Introducción histórica


Luis XIV (1638-1715) heredó la corona de Francia de su padre Luis XIII en la primavera de 1643 cuando no había cumplido los cinco años de edad. Su madre, la española Ana de Austria -hija de Felipe III- se encargó de la regencia contando con el respaldo del parlamento. Como carecía de la experiencia necesaria para el gobierno de la nación, confió la tarea al Cardenal Mazarino, quien hasta su muerte acaecida en 1661, lo hizo con mano firme y dura.
Cuando falleció Mazarino, Luis XIV tenía 22 años y hasta entonces nunca había mostrado el menor interés por los asuntos públicos. Esta inhibición hacia presagiar que dejaría la gestión de tales asuntos a la voluntad de un nuevo valido. No es extraño que fueran acogidas con incredulidad las manifestaciones del monarca acerca de su firme decisión de encargarse personalmente del gobierno. Muchos interpretaron sus palabras como dictadas por un capricho juvenil que no tardaría en desvanecerse. Estaban completamente equivocados porque el soberano, haciendo honor a sus promesas, dirigió con enérgico autoritarismo los destinos de Francia durante más de medio siglo.
Tuvo la suerte o el acierto de encontrar colaboradores eficaces en las tareas de gobierno, entre ellos la de Colbert, pero no concedió la consideración de Primer Ministro a ninguno. Haciendo real la frase "L'Etat c'est moi" consiguió elevar a Francia a primera potencia en Europa.
En política exterior el monarca francés se propuso unos objetivos bien claros: rectificar las fronteras de su patria a costa de los paises vecinos. Hasta las postrimerías del siglo XVII las ambiciones expansionistas de Luis XIV se orientaron principalmente sobre los territorios pertenecientes a los Habsburgo, y en particular, a los que formaban parte del Imperio Español.

Para frenar este ímpetu expansionista se formaron varias alianzas entre el resto de las potencias europeas. A ellas se unió España. pero por regla general salió mal parada en los pactos de guerra con el país vecino a tenor de las concesiones efectuadas.
Al comenzar 1684 España y Francia combatían en dos frentes; uno situado al norte y otro al sur del territorio galo y en ambos llevaban la iniciativa las tropas francesas.
El contraste de la situación de ambas naciones era bien notorio. Mientras en Francia reinaba con pulso enérgico Luis XIV. en España, con una situación económica caótica, reinaba un monarca enfermizo, Carlos II. Y en tanto aquel recibía el sobrenombre de Rey Sol, éste era conocido por el calificativo del Hechizado.
En el frente meridional varias columnas mandadas por el mariscal Bellefonds rompieron las líneas defensivas españolas en diversos puntos de Navarra y Cataluña. La que operaba en el flanco izquierdo conquistó la ciudad de Gerona, pero ante la obstinada resistencia que le ofrecían sus habitantes, tuvo que replegarse cuando corría el mes de mayo del año precitado. No obstante, la situación seguía siendo claramente favorable para las armas francesas.

En el frente norte el ejército de Luis XIV había avanzado profundamente en Flandes que en aquel tiempo formaba parte de España. El Marqués de Crequi sitió la plaza fuerte de Luxemburgo defendida por el Principe de Chimay con una guarnición de soldados españoles y valones. La ciudad se rendiría tras veinticinco días de asedio.
La capitulación de Luxemburgo produjo gran conmoción en Holanda y Austria. Estos dos paises recelaban de que Luis XIV, envalentonado por los triunfos de sus ejércitos, los tomara como objetivos. Para evitar esta contingencia presionaron a la Corte de Madrid que aceptase la propuesta de paz ofrecida por el rey francés aunque sus condiciones fueran desfavorables para los intereses de España.
Coaccionado por sus eventuales aliados. Carlos II optó por poner fin a las hostilidades teniendo en cuenta, además, el mal cariz que presentaba en aquellos momentos la situación interna de la monarquía, con una opinión pública desmoralizada por los reveses sufridos en los frentes bélicos.
Delegados españoles y franceses reunidos en la ciudad alemana de Ratisbona firmaron una tregua en el año 1684, su vigencia sería de veinte años, periodo más que suficiente para que se concertase un tratado de paz. Con esta tregua Francia anexionaba Estrasburgo, Luxemburgo, Beaumont, Chimay, Hainaut y Bovines y, además, establece un protectorado en Génova.
Estando ya en vigor la suspensión de hostilidades se produjo un grave incidente. La Marina Española había capturado en las Indias unos navios franceses acusados de contrabandistas (1). Aplicando las normas de derecho marítimo vigente el apresamiento era legítimo dado que la bandera nacional no protegía a las naves de estas actividades. No obstante, lo sucedido enojó a Luis XIV exigiendo del gobierno español la paga de 500.000 pesos por el valor del cargamento apresado. Como medida de fuerza crdenó bloquear el puerto de Cádiz el 21 de abril de 1686 a la división Rochefort al mando del Marqués de Villette (2). Con posterioridad acudieron Tourville y d'Estrées reuniéndose 40 barcos, 20 galeotas y algunos brulotes. Ante tal demostración de fuerza se cedió a la injusta petición del monarca francés.
Para aunar fuerzas ante posibles agresiones del prepotente Luis XIV, en 1686, se formó la llamada Liga de Augsburgo. En ella entraron el Emperador de Austria, los Reyes de España y Suecia y los Electores del Palatinado y Baviera, más tarde, se unió Inglaterra y Holanda.
Inicialmente la Liga tenía carácter: defensivo y su principal objetivo era la salvaguardia de la paz. La actitud agresiva del Rey Sol acabaría convirtiéndola en una coalición guerrera contra él.
En 1688 Jacobo I de Inglaterra tuvo que enfrentarse a una violenta rebelión por quienes estaban en contra de su política claramente favorable a los católicos. El punto máximo se alcanzó cuando nació un hijo suyo, -Jacobo Eduardo-, de su segunda esposa la católica María de Módena: la esperanza de sucesión protestante se habia desvanecido.
Los revolucionarios ofrecieron la corona inglesa al yerno del monarca el holandés protestante Guillermo III de Orange, quién aceptó la oferta y desembarcó en Torbay al frente de un ejército de 15000 soldados que, unido al de los revoltosos, batirian a las tropas fieles al rey Jacobo II, obligándole a huir y buscar refugio en Francia donde fue acogido por Luis XIV.
El derrocamiento de Jacobo II suponía un grave contratiempo para los proyectos expansionistas del Rey Sol y desequilibraba ostensiblemente el statu quo europeo en favor de los enemigos de este. El soberano británico destronado siempre habia mostrado su decidida inclinación por Francia: bien manteniéndose neutral en los conflictos suscitados por los galos, bien alineándose con ellos. El nuevo Rey de Inglaterra, Guillermo III, por el contrario se unió rápidamente a la Liga de Augsburgo.
Pese a tener que luchar en varios frentes. Luis XIV puso máximo empeño en un proyecto destinado a restaurar en el trono de Inglaterra a su amigo y aliado Jacobo II, quien al año de su derrocamiento había conseguido con la ayuda de la marina francesa pasar a Irlanda. Gracias al apoyo de la administración de Tyrconnel consiguió levantar un pequeño ejército y se ganó la voluntad de los irlandeses. Pensaba utilizar Irlanda como trampolín para lanzarse a la conquista de Gran Bretaña, pero su proyecto resultó fallido como consecuencia de la derrota sufrida en la batalla de Drogheda (batalla del rio Boyne) el uno de julio de 1690. librada contra las tropas combinadas de Guillermo de Orange y del Mariscal Federico Schomberg, un protestante galo que huyendo de la persecución religiosa desencadenada por el Rey. habia buscado refugic en suelo inglés.
Tras la derrota, Jacobo II embarca en Duncannon en un navio de Saint Maló. El Lauzun, y llega a Brest.
Contrapesando aquel fracaso de su aliado, el soberano francés tuvo la ocasión de gozar el triunfo de sus barcos en un gran combate naval librado frente a las costas británicas. a la altura del cabc Beachy Head, que daria nombre al enfrentamiento aunque los historiadores franceses lo designan como batalla de Beveziers (3) (4).
El choque se inició a las siete horas del dia 10 de julio de 1690. Las franceses con 70 navíos tenían frente a ellos a la flota anglo-holandesa con 56 barcos respaldados por algunos navios ligeros.
Tourville a bordo del Soleil-Royal mandaba la escuadra francesa y se había encargado de dirigir personalmente las maniobras del centro, confiando la vanguardia a Chateau-Renault y la retaguardia al Conde d'Estrées. En el centro de la formación anglo-holandesa iba el Almirante Herbert y su Vicealmirante John Ashby, a la izquierda Evertsen al mando de los holandeses y a la derecha, frente a d'Estrées, estaba la escuadra azul de Ralph Delavall. No pretendemos pormenorizar los avatares de la batalla, limitándonos a consignar que d'Estrées, al mando del navío Le Grand, pasó por momentos de apuros ante el acoso de los barcos ingleses de la escuadra azul. Pudo finalmente repeler las acometidas de sus adversarios y. con la ayuda de L'Intrepide de Gabaret, puso a dos barcos fuera de combate y a otros en fuga. coadyuvando de manera decisiva al triunfo de la flota francesa.
A las nueve de la tarde Herbert decide la retirada dejando diez barcos desamparados.
En la noche del 13 de Julio tras perder la flota anglo-holandesa el Wapen van Utrech, el Maagd van Enkhuisen, el Elswout, el Tholen, el Anne y un brulote se retira hacia el paso de Calais.
La bravura y pericia demostrada por d'Estrées en el combate naval de Beachy Head volvió a brillar pocos días después en el curso de una misión arriesgada que le encomendó el Alto Mando. Acaudillando un contingente de 1800 guardiamarinas a bordo de medio centenar de chalupas, en los dias 4 y 5 de agosto, incendió una docena de barcos mercantes ingleses refugiados en la bahia de Teignmouth. Para complementar el audaz golpe los expedicionarios echaron pies a tierra y dispersaron a un grupo de milicianos que trataban de oponerse al desembarco. Tras permanecer durante cinco horas en suelo británico retornaron a las chalupas y dieron por terminada la incursión sin haber sufrido una sola baja.
A pesar de la derrota sufrida por Jacobo Il en la batalla de Drogheda, Luis XIV no cejaba en su empeño de devolver el trono al derrocado monarca británico. Basándose en noticias recibidas de que Londres era una ciudad mal defendida y que en el ejército de Guillermo de Orange existían numerosas defecciones, maduró una operación militar de gran envergadura en la que desempeñaría un papel decisivo la marina real.
El Intendente General François d'Usson de Bonrepaus (6) presentó dos planes de ataques que fueron rechazados. El Rey conservando algún aspecto del plan de Bonrepaus ideó uno que en esencia consistía en desembarcar un cuerpo expedicionario en las cercanías de Londres y se daba por descontado que no sería dificil apoderarse de esta ciudad. Una vez conquistada la capital de Inglaterra, el resto del territorio caería fácilmente en manos de las fuerzas de desembarco reforzadas por los partidarios de Jacobo II.
Para llevarlo a cabo, Luis XIV se reune con su élite naval (5) y determinan desembarcar en Torbay un ejercito de 24000 hombres-jinetes e infantes- al mando del Mariscal Bellefonds. Una escuadra concentrada en Brest bajo las ordenes de Tourville tendría la misión de trasportarlos hasta las playas británicas: la infantería sería embarcada en el puerto de La Hougue y la caballería en Le Havre.
Ante la posible eventualidad de un enfrentamiento en el Canal de la Mancha con la escuadra anglo-holandesa, mayor en número, se les uniría la división de Rochefort al mando de Villette-Mursay y 16 navíos de la flota de Levante al mando de Victor Marie d'Estrées
La preparación de la flota en Brest no fue adecuada: mucha premura, mala marineria, pólvora escasa y de mala calidad etc...; sin embargo, Tourville que dio a conocer su protesta ante estas circunstancias, se vio presionado tanto por el Rey como por el Primer Ministro-Lou's Phelypeaux de Pontchartrain- a partir lo antes posible, pues se tenía la noticia que las flotas inglesa y

compuesta por 44 barcos. 11 brulotes, 3.140 cañones y 21.000 hombres. El 29 de mayo al llegar a unas siete leguas de la punta de Barfleur divisar: a los navios anglo-holandeses mayor en número (más de 99), mejor pertrechadcs en cañones (6.700) y con una dotación en hombres superior (43.000). A pesar de las diferencias entre las dos flotas. Tourville, posiblemente recordando la orden de su Rey, decide entablar combate. Dispone la linea de batala de este a oeste por las escuadras azul y blanca, blanca, y azul: formadas a su vez por la civisiones de Nesmond, d'Anfreville y Relinge la primera, la de Villette-Mursay, Tourvile y Langer on la segunda y finalmente la de Cotoglon Gabaret y Panetié la tercera. La distribución de sus enemigos era la siguiente: escuadra holandesa con Van Almonde y Almirante Van der Goes al este escuadra roja inglesa con Russell Shovell y Delavall en el centro y escuadra azul inglesa con Rooke, Ashby y Carter al oeste.
El esquema de la batalla con las posiciones sucesivas de los barces se representa en un dibujo (Fig. 2-A) conservado en les archives du Génie. Semeja un gran pájaro tratando de rodear con sus alas a otro más pequeño. De forma sorprendente, el primer cia, tras trece horas de terrible lucha no decide un vencedor claro, pero las perdidas por ambos bandos fueron cuánticas. Tourville después de valorar la situación en que había quedado su flota y las escasas posibilidades de victoria da la orden de retirada pasada la medianoche.
A excepción de Nesmond que contorneó Escocia, la huida se hace hacia el oeste buscando alguna zona de refugio donde protegerse de la persecución enemiga. Sólo se salvan los navíos que consiguen llegar a Saint-Maló, el resto son destrozados a cañonazos o encallan cerca de la costa.
Los ingleses terían la falsa creencia de que Jacobo II iba a bordo de Le Soleil Royal, esta circunstancia le convirtió en su blanco principal, pues la muerte del monarca derrocado afirmaria en la corona de Inglaterra a Guillermo III de Orange. Ralph Delavall lo destroze junto a Le Triomphant y L'Admirable en los primeros dias de un frente a Cherbourg.
El resultado final de aquela contienda sorocas son a nomor & Bataliz de la Hougue o de Barfleur fue un gran descalabro para la armada francesa si nos atenemos a la pérdida en barcos y vidas humanas.
Mientras ocurren todos estos acontecimientos el Conde d'Estrées habia llegado a Brest, pero es evidente que ya no podía participar de forma directa en el desenlace. Enterado del desastre en los dias 2-3 de junio optó por quedarse en la rada para sacar su flota. Tal vez si Tourville hubiera cortado con su ayuda otro hubiera sido el resultado de aquel combate naval. Sin embargo, esto es una mera especulación.
Sepamos ahora las circunstancias adversas que concurrieron para impedir que la flota de Levante se presentara en Brest en la fecha prevista.
Victor María D'Estrées zarpó de Toulon el 21 de marzo de 1692 con 16 barcos (7). Iba a bordo de Le Sceptre de 84-86 cañones, los demás eran:

A pesar de las múltiples maniobras realizadas para evitar una catástrofe. perdió los navios L'Assuré y Le Sage. El primero mandado por De Chaurenaute fue arrastrado por la corrierte y es muy probable que se estrellara contra las rocas de los Islecs de Santa Catalina. su capitán junto a un reducido número de hombres embarcaron en une chalupa y con ella alcanzaron otro navío que los tomó a bordo, el resto de la tripulación en su gran mayoría pereció ahogada y su artillería quedó sumergida.
El otro barco mandado por Le Guiche fue a encallar muy posiblemente en las rocas del Sauciño, sus marinos salvaron la vida, pero al estar España y Francia en discordia quedaron prisioneros del Gobernador de Ceuta D. Francisco Bernardo Baraona.
En este naufragio perecieron unos 317 hombres de los 797 que sumaban las dos tripulaciones (8,13). Existe en el Archivo diocesano de Málaga (9,11) (Doc. 2-A) una referencia firmada por Juan de Cózar sobre el entierro en el Peñón de Vélez de la Gomera, -el 20 de mayo de 1692-, de un soldado francés de los que se ahogaron en aguas de la Almina.

Rumbo seguido por la flota de Levante (1692).

Como el temporal no amainaba y para recomponer su escuadra el Conde d'Estrées tomó la decisión de retroceder hacia Málaga. Antes envió un mensaje al Gobernador de Ceuta rogándole un trato humanitario a los 480 marinos cautivos, éste alojó en su casa a los oficiales y guardiamarinas (8). Con posterioridad los prisioneros fueron enviados a Cataluña para ser canjeados (10). Las dificultades del intercambio se reflejan en cartas dirigidas a M. de Ratabon y M. Trobat (13).
Una vez frente a las costas malagueñas enarboló en sus navíos los pabellones de Holanda e Inglaterra, con este engaño apresó muchas chalupas que se acercaron con el ánimo de venderles vituallas. Por los prisioneros se enteró de la próxima llegada de un convoy de barcos mercantes escoltados por dos navíos de guerra ingleses. Los divisó el 21 de mayo y al día siguiente envió a M. de Cogolin al mando de Le Lis y cinco barcos más tras ellos. Los enemigos al verse perdidos incendiaron las naves y se dieron a la fuga en chalupas.
Tras esta incursión la flota tomó rumbo a Brest apresando en el camino tres navíos ingleses.
Es evidente que todas estas vicisitudes, algunas de ellas innecesarias, fueron la causa del retraso de la escuadra de Levante en llegar a su punto de reunión: mientras Tourville navegaba por el Canal de la Mancha rumbo a La Hougue, d'Estrées aun estaba frente a la costa malagueña.

Biografía de Victor Marie d'Estrées
Procedente de una familia de ilustres militares, nace Victor Marie d'Estrées en París el 30 de noviembre de 1660.
Su padre, Jean d'Estrées (1624-1707) casado con Marguerite Morin, hizo una brillante carrera en el ejército donde alcanzó el grado de Mariscal de Campo. Participó en el combate de Gravelinas (1664) donde fue herido gravemente, en la batalla de Lens (1648) y en el sitio de Arras (1654). Con posterioridad, a los 44 años, pese a tener escasos conocimientos marinos pasó a la armada con el cargo de Vicealmi: ante. Manda junto al Duque de York la escuadra anglo-francesa que en 1672 se enfrenta en la bahía de Southwold (combate de Solebay) a los barcos holandeses mandados por el Almirante Ruiter.
Un año más tarde las mismas flotas se enfrentan de nuevo en los combates de Schöneveldt y Texel donde la actitud de los franceses fue más bien pasiva, librándose el grueso de estas batallas entre ingleses y holandeses.
En el año 1674 se inicia una expedición contra las colonias de Holanda en América. Jean d'Estrées participa en la toma de Cayena (1676), en el ataque a Tobago (1677) y a Curazao (1678).
Debido a su impericia como marino, sus naves encallaron en 1678 frente a las Islas Aves*.
Ante la actitud hostil de Tripoli con Francia, Luis XIV le envía a forzar la paz. Se presenta el 19 de junio de 1685 ante la ciudad y la somete a un duro bombardeo. El dey Adgi Abdalla para evitar un desastre mayor le da todos los cautivos franceses que tenía y medio millón de libras.
En el año 1688 bombardea Argel.

Bibliografía


(1) Cesáreo Fernández Duro: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomo V, pág 211.
(2) Charles de la Ronciere: Histoire de la marine francaise. Tomo VI; pág 7-9 (3) Charles de la Ronciere: Histoire de la marine francaise. Tomo VI; pág 67-81 (4) Maurice de Brossard: Historia marítima del mundo. Tomo II; pág: 98. Ed. Amaika.
(5) Charles de la Ronciere: Histoire de la marine francaise. Tomo VI. "Le drame de La Hougue". pág: 95-132.
(6) Arthur de Boislisle: M. de Bonreapus, la marine et le désastre de la Hougue. Annuaire- Bulletin de la Societé de l'Histoire de France. Paris 1877. (7) Horque d'Hamecourt: Histoire navale manuscrita (Marine Bo 28 pág: 518-520)
(8)M. de Vauvré carta manuscrita (Marine B3 71, folios 209 v-210 ro).
(9)Juan de Cozar. Archivo diocesano de Málaga.
(10) A. Correa de Franca: Historia de la muy noble y fidelisima ciudad de Ceuta (hasta 1750). Libro tercero. cap. 16 (636-637)
(11) Gabriel de Morales y Mendigutia (Coronel de Estado Mayor). "Efemerides y curiosidades. Melilla-Peñón-Chafarinas-Alhucema". pág:397. Melilla (Tipografía El Telegrama del
Rif) 1920.
(12) Modesto Lafuente: Historia General de España desde los tiempos primitivos hata la muerte de Fernando VII, continuada desde dicha época hasta nuestros días por D. Juan Valera. Montaner y Simón editores. 1883. Barcelona.
(13) Registre des ordres du Roy et depeches de la marine année 1692. Marire volumen 8 B2. pág. 338.

Victor María de Estrées Mariscal Juan de Estrées

Se le concede los títulos de Mariscal de Francia, Virrey de América, Gobernador de Bretaña y Caballero del Santo Espíritu.
Víctor Marie d'Estrées comenzó a servir al rey a los 17 años de edad e hizo sus primeras campañas como voluntario en el regimiento de Picardia, muy pronto recibió el bautismo de fuego durante el asedio de las tropas francesas a la plaza de Valenciennes (1677). Sus méritos de guerra le valieron rápidos ascensos; a alférez primero y luego a capitán.
Siguiendo el ejemplo de su progenitor dejó el ejército en 1679 por la marina y le fue confiado el mando de, uno de los navíos que, en las Indias combatían con los holandeses.
Pasado algún tiempo, en los años 1682-1683, navegó por aguas del Mediterráneo en una escuadra mandada por Abraham DuQuesne, patrullaban cerca de las costas magrebinas para frenar las actividades de los corsarios berberiscos. A bordo del Fleuron bombardeó Argel (junio de 1683). Después tuvo a su mando una flotilla de tres navíos encargados de proteger el comercio con los emporios del mediterráneo oriental.
El Rey Sol le concede en 1684 el título de Vicealmirante. Al año siguiente, a bordo de Le Capable, va en la expedición que bajo las ordenes de su padre bombardeo Tripoli.

Desde tiempo se consideraba a los estandartes o pabellones reales de los navíos como señal de grandeza y dominio de una armada. Esto era hasta tal punto que cuando dos barcos de diferentes países se cruzaban en sus derrotas, el hipotéticamente menos poderoso debía saludar en primer lugar. Como algunas potencias no reconocían la supremacía de otras en el mar este asunto fue motivo de discordia entre ellas. Tratando de dar alguna solución, España, en 1664 y 1671, estableció unas ordenanzas aplicables sobre todo en sus costas.
Según la ordenanza de saludos de 30 de agosto de 1671 se debía hacer en primer lugar a los estandartes del Papa y del Emperador. Las coronas de Francia, Inglaterra, Portugal, Polonia, Dinamarca y Suecia tenían paridad con la española. En mares libres el saludo entre estas potencias se haría al mismo tiempo, pero en aguas propias lo haría en primer lugar el estandarte extranjero.
No reconociendo la normativa dictada durante la regencia de María de Austria, los Almirantes franceses tenían la orden de exigir el saludo en primer lugar a los navíos españoles aun en las costas de éstos. Sin duda utilizaban esta excusa para crear conflictos, cuando la causa de discordia en realidad era otra. El Conde d'Estrées participó en varios enfrentamientos con este origen. Uno de ellos, ya descrito, fue en 1686 cuando una flota francesa bloqueó varios días el puerto de Cádiz obligando a todo barco que se le cruzara a saludar en primer lugar. La verdadera causa de esta provocación en la que también tomó parte Tourville, Villette-Mursay, el Duque de Mortemart y Preuilly era el enojo de Luis XIV por el apresamiento de unos barcos con bandera francesa tachados de contrabandistas.
Otra ocasión fue en junio de 1688 cuando en aguas de Alicante, frente a la ciudad de Altea, coincidió Honorato Bonifacio Papachin, al mando del galeón Carlos II y la fragata San Jerónimo, con Tourville, d'Estrées y Chateau-Renault a bordo de Le Content, Le Solide y L'Emporté. Los franceses enviaron una pequeña embarcación a Papachin con la exigencia del saludo, al negarse, se inició una batalla de unas tres horas cuyo resultado fue la rendición de los barcos españoles y multitud de muertos y heridos por ambos bandos. Terminada la contienda y efectuados los tiros de saludos, Tourville se disculpó de lo sucedido: "eran órdenes de su Rey el exigirlos" y ofreció ayuda al Almirante español.
Cuando ya había comenzado la guerra contra la Liga de Augsburgo, sirvió como voluntario en el ejercito mandado por el Gran Delfín que conquistó la plaza de Philippsbourg en octubre de 1688: En las operaciones militares d'Estrées fue herido en dos ocasiones.
Volvió de nuevo a la marina y en 1690, como ya se ha comentado en el capítulo anterior, intervino al mando de Le Grand (80ñones) par e ala derecha-retaguardia en la batalla de Beachy-Head (Béveziers) y acuadilló el golpe de mano contra los barcos mercantes ingleses refugiados en la bahía Teignmouth.
Cuando la Liga de Augsburgo incrementó sus filas con la incorporación del Duque de Saboya, Luis XIV para abatir a este nuevo enemigo envió contra sus territorios un ejército mandado por Catinat. Se propuso como primer objetivo la conquista de la ciudad de Niza y envió a V.M. d'Estrées al mando de una flota para apoyar la ofensiva de las tropas terrestres. Los defensores de Niza se rindieron el 23 de marzo de 1691 a excepción de los que guarnecían la ciudadela, situada en una posición prácticamente inexpugnable.
Para acabar con aquel reducto, el Conde hizo desembarcar buen número de cañones y con su fuego consiguió la capitulación de la fortaleza. Aplastado ese foco de resistencia se hizo a la mar y se plantó con sus navíos frente a la ciudad de Oneglia, situada en el litoral de Liguria, sometiéndola a un durísimo bombardeo.
Desde tiempo el ejército francés estaba detrás de la conquista de Barcelona donde, por otra parte, existía un espiritu latente de sedicción. Para estimular a los habitantes de esta ciudad a levantarse contra su rey, el conde d'Estrées recibió la orden de presentarse ante ella con una flota de 38 navíos. Pensaban los franceses que esta reacción la conseguirían por el temor de su presencia o la posibilidad de un bombardeo.
V.M. d'Estrées estaba con sus barcos el 7 de julio de 1691 ante Barcelona, y como no conseguia su objetivo, durante los días 10 y 11 del mismo mes, lanzó sobre ella unas 900 bombas arrasando más de 300 casas. Sin intentar el desembarco, al día siguiente, se marchó rumbo sur.
El 22 de julio llegó a Alicante y reforzado por Pointis, en cinco días, la someten a un bombardeo infernal lanzando unas 3500 bombas y causando una gran catástrofe en la ciudad donde destruyeron, además, el ayuntamiento y el archivo municipal.
El efecto conseguido en las poblaciones fue el opuesto al que se pretendia, la dureza de los ataques de Barcelona y Alicante originó odio a los franceses, unificó a los españoles y puso a los catalanes al lado de su Rey.
Al año siguiente, en la primavera, fue requerido con su flota a reunirse en Brest con Tourville, pero como hemos comentado no llegó a tiempo y perdió dos navíos en su paso por el Estrecho de Gibraltar.
En 1693 secundó a Noailles en el sitio de Rosas y después de la capitulación de esta plaza fue a unirse con Tourville en el cabo de San Vicente. En esta ocasión también llegó tarde para participar en la victoria de Lagos.

ante una escolta anglo-holandesa al mando de Rooke y Van der Goes, que custodiaban el convoy de Smirna portador de mercancías.
Apoyó en 1697 con más de 100 barcos las operaciones del ejército francés al mando del Duque de Vendôme en Cataluña. Con su escuadra bombardeó de nuevo Barcelona y contribuyó de forma decisiva en la rendición de la ciudad, hecho que ocurrió el 10 de agosto. La ocupación duró hasta la firma de la paz de Riswick el 20 de septiembre.
La situación en Europa cambia al inicio del siglo XVIII con la muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700 y la llegada al trono español de Felipe V de la dinastía Borbónica. Nuestra relación con el país vecino se modifica de forma evidente, pues pasamos de enemigos a ser aliados. Otros países, como Inglaterra, Holanda y Austria, que en el reinado anterior formaban con España la Liga de Augsburgo, ahora, ante el posible incremento del poderío de la casa de Borbón se aliaron en su contra bajo la denominada Gran Alianza, que pretendía además para el trono español al archiduque Carlos de la casa de Austria. Estos hechos dieron origen durante casi quince años a la Guerra de Sucesión.
La flota francesa se puso al servicio de la causa del nieto de Luis XIV. V.M. d'Estrées fue enviado a Nápoles en 1701 para prestar ayuda a Luis de la Cerda, Duque de Medinasidonia. Su escuadra permaneció en aquel puerto durante dos meses. Un año más tarde transporta al mismo lugar a Felipe V a bordo de Le Foudroyant escoltado por siete barcos.
El Rey español le concede el titulo de Grande de España y Luis XIV lo nombra en 1703 Mariscal de Francia con el nombre de "Mariscal de Coeuvres".
Después de la pérdida de Gibraltar por España interviene junto al Conde de Toulouse, el 22 de agosto de 1704 a bordo del mismo navío con el que llevó a Felipe V a Nápoles, en una batalla contra la escuadra de la Gran Alianza, mandada por Rooke y Shovel, frente a Vélez Málaga.
El resultado de aquel combate fue indeciso, pero murieron muchos soldados, oficiales y resultaron gravemente dañados un buen número de barcos.
Fue nombrado en 1707 Virrey de América y Gobernador de Nantes. Entre otros cargos o títulos que ostentó durante su vida podemos citar: Presidente del Consejo de Marina y miembro de la Academia Francesa (1715), Consejero del Consejo de Regencia (1718), Gobernador de Bretaña (1720). Ministro de Estado y miembro de la Academia de las Inscripciones y Buenas Letras (1733). Publicó varias memorias sobre navegación y sondeo de los mares.

Bibliografía consultada


(1) Charles de la Ronciére: Histoire de la Marine Francaise. Tomo VI. 1932.
(2)Cesáreo Fernández Duro: Armada Española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón. Tomos V y VI. Madrid 1900.
(3) Henry Kamen: La España de Carlos II. Editorial Critica. 1981.
(4) Henry Kamen: La Guerra de Sucesión en España. Ediciones Grijalbo. 1974.
(5)Datos cronológicos amablemente cedidos por el Sr. Jean Boudriot.
(6) Principe Adalberto de Baviera y Gabriel Maura Gamazo. Documentos inéditos referentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España. pág:38-39; Tomo I. Madrid 1927.
(7) H. de Castries. Les sources inedites de l'histoire du Maroc. Tomos II y III. París 1924- 1927.

Recuperación en el siglo XVII
Si partimos del hecho objetivo de haber explorado un pecio cercano a los Isleos de Santa Catalina en el que sólo se ha encontrado 23 cañones y cinco anclas, el admitir estos vestigios como pertenecientes a uno de los dos navíos franceses naufragados en nuestras costas en 1692, nos planteaba, entre otros, el problema de darle una explicación a lo sucedido con el resto de las piezas. de artillería, que estimamos alrededor de 116. Ante esta cuestión había dos respuestas posibles; o estábamos equivocados y los cañones pertenecían a otro naufragio o los habian recuperados en épocas pasadas. Nosotros éramos partidarios de esta segunda posibilidad.
Correa de Franca (1) señala la recuperación de todos los cañones del encallado en las piedras del Sauciño; sin embargo, del hundido en los Isleos refiere la inmersión de todas las piezas, aunque apunta -sin dar fechas-, que luego fueron puestas en tierra por buzos. Por la lectura de estos datos parece poco probable la persistencia de algún resto de la artillería de aquel naufragio, pero tratando de ser lógicos, era relativamente fácil sacar los cañones del navío encallado, todo lo contrario ocurría con el otro, sumergido entre 14 y 20 metros y en una zona donde las corrientes son muy intensas. Si a esto le añadimos la escasa tecnología submarina del siglo XVII no sería sorprendente que algunos cañones no pudieran ser recuperados.
En el Archivo Histórico Nacional (2) (Doc 4-A) dimos con una serie de cartas cruzadas en 1694 entre el Gobernador de Ceuta y el Almirante de Castilla**. En ellas se relatan muchos pormenores del rescate de la artillería de los barcos franceses naufragados dos años antes, y llama la atención las dificultades que hubo para conseguir del Consejo de Hacienda el dinero necesario con que pagar estos trabajos. También es digno de resaltar la resistencia opuesta por la autoridad ceutí a que se llevaran los cañones fuera de su ciudad.
La primera carta está fechada el 30 de abril. El Marqués de Valparaíso comunicaba al Almirante de Castilla el comienzo de los trabajos de recuperación pese a no llegar el dinero prometido.
Las maniobras se realizaban en los días de calma y para entonces se había sacado dos cañones de bronce del calibre 24 y tres de hierro del 18.
Finalmente comentaba su intención de sacar todas las piezas sumergidas dado su buen estado y valor.
El Almirante de Castilla le ordena, el 2 de junio, el envío de todas las piezas recuperadas hasta esa fecha, 43 en total, al Presidente de la Casa de Contratación, para que con ellas se armen los galeones próximos a salir. Esta orden sorprende al Gobernador de Ceuta quien en contestación de 25 de junio, señala, antes de dar cumplimiento al mandato recibido, el estado tan lamentable de las defensas de la plaza. Sólo disponía de 44 piezas de bronce de diversos calibres, algunas inservibles y según su criterio no eran suficientes para cubrir la mitad del recinto a defender.
Las piezas que ya poseía junto a las 43 recuperadas sumaban 87, cinco no las habia montado por falta de fuste, pero las 82 restantes las tenía distribuidas de la siguiente forma (Fig 4-A):

Las piezas por montar las tenía prevista para cuando terminara las obras del castillo de Valparaíso. Era de la opinión que todos los cañones se debían quedar en Ceuta y con ellos armar las fortificaciones en proyecto, mejorando de esta forma la custodia de la ciudad.
Para justificar todo lo expuesto resaltaba la gran importancia estratégica de la plaza y recordaba que su pérdida abrió la puerta de España a los árabes en tiempos remotos.
Terminaba haciendo la sugerencia de utilizar para los galeones las piezas rescatadas de los navíos ingleses hundidos cerca de Gibraltar.
Con fecha 9 de julio de 1694, el Gobernador de Ceuta se quejaba al Almirante de Castilla del retraso en la llegada de los 1000 escudos necesarios para sufragar los gastos de rescate y reflejaba lo lastimoso de no sacar los 50 cañones restantes por motivos económicos, cuando el valor de estos era muy superior a la inversión inicial de unos 1500 2000 pesos. También comunicaba en esta carta la dificultad del trabajo de recuperación por la profundidad y "por no ser bueno el paraje", pese a ello, se habían sacado cinco piezas de hierro: dos del calibre 24, una del 18 y dos del 12.
Como el buzo se había accidentado pensaba sustituirlo por otro y seguir con las tareas.
Pese a todo lo expuesto el dinero seguía sin llegar y se tenía la noticia por el Asistente de Sevilla (Conde de Valdelaguila) de un recorte en el presupuesto: 1000 escudos de vellón en lugar de los 1000 de plata inicialmente prometidos.
Valparaíso escribe de nuevo al Almirante el 23 de julio y le dice que aunque ha sacado 14 cañones más, no podrá proseguir con ese dinero los trabajos de recuperación.
El recorte es confirmado en tres cartas dirigidas a D. Juan Tomás; dos del Marqués de Villanueva (23 de julio y 18 de agosto) y la tercera de D. Pedro Núñez de Prado -Conde de Adanero Presidente del Consejo de Hacienda-(30 de julio), en esta última se especifica la orden librada el 29 del mismo mes al Asistente de Sevilla para sacar el dinero del nuevo impuesto de un real por cada libra de chocolate y cacao.

El marqués de Villanueva, en el último escrito que tenemos recogido (18 de agosto), también insiste en el envio de las piezas recuperadas al Presidente de la Casa de Contratación de Sevilla.
Por la lectura de estas cartas, en 1694 se sacaron 62 cañones. Sin embargo, no queda claro el paradero definitivo, pues mientras de un lado se ordenaba el envio a Sevilla, por otro, el Gobernador de Ceuta, tratando de mejorar las defensas de su ciudad, era remiso a esta orden.
Hemos investigado en diversas fuentes, una de ellas el Archivo de Indias (4), pero hasta la fecha no se ha encontrado referencia sobre el destino de estas piezas. Suponemos que se quedaron en la plaza, no podemos olvidar la invasión acaecida en octubre de ese año por las huestes de Mulay Ismael (5) mandadas por Ali-ben-Abdalah. Ante esta circunstancia hubiera sido un error privar a Ceuta de la artillería recuperada del naufragio francés.
Tampoco hemos encontrado datos sobre la técnica utilizada por los buzos para el rescate del material sumergido. El trabajo submarino se pudo hacer a "pulmón libre", este método es poco probable dada la dificultad que entrañaría por la profundidad, corrientes y turbidez del agua en esta zona. Otro sistema que creemos posible es el de la campana de buceo (Fig.4-B). Hay referencias de su utilización en el año 1538 por dos buzos griegos en el río Tajo, en 1588 para sacar los cañones del galeón Florencia hundido en las costas de Escocia (6), en 1626 Francisco Núñez Melián (7) logra encontrar los restos del Santa Margarita y con una campana de cobre de 300 Kgs recupera barras de plata, monedas del mismo metal y 8 cañones de bronce. También se utilizó en 1664 por el sueco Albrecht von Treileben y su socio Andreas Peckell (8) para rescatar 53 de los 64 cañones de bronce del Wasa, y en 1678 en dos barcos hundidos fuera del puerto de Cadaqués (5).

Bibliografía


(1) Correa de Franca Alejandro: Historia de la M.N y Fidelísima ciudad de Ceuta (hasta 1750). Libro tercero. Cap. 16: 636-637.
(2) Legajo 474. Archivo Histórico Nacional.
(3)Aloiss Heiss: Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes (Tomo 1) pág: 194.
(4) Legajos:
-Contratación 5141 Cartas escritas al Tribunal de la Contratación 1693-1695.                                                                            -Contratación 5184 Libros de Cartas del Tribunal de la —Contratación para S.M. y el Consejo 1686 - 1694).
-Contratación 5195 Libros de cartas para particulares 1688-1696.
-Contratación 5214 - Minutas de cartas del tribunal de la Contratación 1693-1701.
(5)Francisco Sureda Blanes: Abyla Herculana (1925) pág: 233.
(6) Pierre de Latil y Jean Rivcire: El descubrimiento del Mundo Submarino 1956. pág: 121-125.
(7)R. Duncan Mathewson: El Tesoro del Atocha; pág:27. Ed. Plaza & Janés. 1988.
(8)Gabriele Hoffmann: Mundas Sumergidos: pág:49. Ed. Planeta. 1987.

Dibujas de popa y proa de L'Assuré suministrados por el Museo de la Marina de Francia.
Fue construido por Hendrick en Dunkerque (1690). Era un navio de tercer rango. 800 toneladas y 60 cañones.
Posiblemente fue, de los dos barcos que perdió V.M. d'Estrées en su paso por el Estrecho de Gibraltar, el que naufragó frente a los Isleos de Santa Catalina.

Material recuperado
Con la finalidad de ser esquemáticos, seguiremos en la descripción de este capítulo el orden siguiente:
Navíos naufragados cañones de bronce

cañones de hierro

otro material relacionado con la artillería

anclas

roldanas de bronce

cerámica

almirez o mortero de bronce


Todas las piezas se han recuperado en el pecio "Isleos de Santa Catalina". Hasta el momento no poseemos ningún resto del navío hundido frente a los escollos del Sauciño.
Navios naufragados:
Seguramente debido a la recuperación efectuada en 1694. a las corrientes y oleajes tan frecuentes en la zona donde se hundieron, no hemos encontrado restos de sus estructuras, a excepción de algunas planchas de plomo y cobre -de hasta 1 m2-, que fueron utilizadas para el forrado de la obra viva de uno de ellos (Fig 5-A)(1).
Estos navíos estaban arbolados con tres palos y para descender el centro de gravedad y mantenerse en equilibrio estable sin escora sobre el agua, llevaban un lastre de varias toneladas de piedras sobre la parte inferior del casco.
(Eslora x Manga) x Manga/ 2 (en pies).
A este producto se le quita las dos últimas cifras y se divide entre siete (4).

En los pecios de Nuestra Señora de Atocha (1622) y del San Angustias (1733) (2) se ha encontrado las piedras de lastre acumuladas longitudinalmente sobre el fondo en la dirección que naufragaron. Esto ha sido as: porque eran de un tamaño de hasta 65 cms. de diámetro y por su peso se han desplazado muy poco de la posición inicial con el paso del tiempo.
Nosotros hemos buscado exhaustivamente el lastre de los barcos en estudio (aproximadamente 110 toneladas cada uno) y no los hemos encontrado. La causa, sin lugar a dudas, es que los navíos franceses del siglo XVII eran lastrados a base de cascajos que se pasaban por una criba con una malla de una pulgada. Lógicamente, al tener las piedras poco peso, no se ha conservado la forma original.
Como ya se ha comentado, los datos recogidos en archivos y la morfología del material recuperado, nos induce a pensar que se trata de los navíos L'Assuré y Le Sage.
L'Assuré, que podemos traducir por "El Seguro" o "El Audaz", era un barco de tercer rango* construido en el puerto de Dunkerque en 1689-1690 por el maestro carpintero Hendrick (3,5). Este, junto a Le Vasseur, tenía gran reputación por sus trabajos y construyó numerosos navíos para la Marina Real entre ellos Le Diamant (1687).
Tenía un porte de 800 toneladas con un calado de 17 1/2 pies" (=5.3 metros). Estaba armado con 60 cañones distribuido en dos baterías. Por la similitud con otros navíos del mismo porte y época, las referencias de los calibres recuperados en 1694 según las cartas del Marqués de Valparaíso y

Fig.5A: Láminas de plomo que se utilizaron para forrar la obra viva de uno de los navios. También se han encontrado de cobre.

las piezas rescatadas en la campaña de 1970, pensamos que en la batería baja los llevaba del calibre 24 (bronce) y del 18 (hierro), y en la alta del 12. 8 y6 en hierro.
Fue mandado en primer lugar por M. de Mericourt y en una reseña de 1692 estaba considerado como "mauvais voilier".
La tripulación estaba compuesta por 7 oficiales, 67 suboficiales. 189 marineros y 94 soldados (3).
Según un documenta (Doc. 5-A) (18) firmado en Versalles el 25 de enero de 1692, los oficiales de L'Assuré -con base en Toulon- para la próxima campaña eran: De Chaurenant Capitán. De Septemes Segundo Capitán. Degoudon Teniente de Navio, De Vincelles Teniente Segundo, De Guicy Alférez de Navio, De Soudé Alférez de Fragata y De Jackes (18).
En el Museo de la Marina de Francia hay dos negativos con la referen- cia no 7059 y 7060, de los dibujos de popa y proa de un barco llamado L'Assuré de tercer rango. Aunque estos dibujos no están fechados, es probable que correspondan al navío naufragado en las costas de Ceuta en la primavera de 1692.
Además de L'Assuré, en 1690 había en Dunkerque otros dos navios de guerra mandados a construir por el Rey: Les Jeux y Le Tigre de 40 cañones cada uno (5).
El otro barco (6), más antiguo que el anterior, fue botado en 1568-9 en Rochefort con el nombre de esta ciudad francesa, pero en 1671 pasó a llamarse Le Sage (El Sabio - El Prudente El Juicioso). Su constructor fue el maestro carpintero François Pomet (1) procedente de Toulon.
Pomet construyó además: Le Victorieux (100 cañones). Le Vermandois (68 c). Faucón (74 c), Alsace (50 c). Emerillon (56 c), Saint Michel (64 c) y Courageux (56 c) (1).

Le Sage, al igual que L'Assuré, era un navío de tercer rango y tenía un porte de 900 toneladas. Su eslora, manga y calado eran de 132, 33.5 y 16 1/2 pies respectivamente. Iba armado con 50-56 cañones repartidos en dos baterias; en la baja los llevaba del calibre 24 (bronce) y del 18 (hierro).
La tripulación estaba compuesta por 7 oficiales, 67 suboficiales, 179 marineros y 84 soldados.
De la Guiche era el Capitán, Debuognes el Teniente de Navio, De Mon- gommery el Segundo Teniente, Pelegrin el Alférez de Navio y Longry el Allérez de Fragata. (18) (Doc.5-A)
En observación realizada en 1692 estaba catalogado como "mediocre voiler".


Cañones de bronce
Desde el año 1963 hasta la fecha se han recuperado tres cañones cons- truidos con este material. Dos son propiedad del Museo de la Marina de Francia (7) y el tercero esta depositado en la Sala Municipal de Arqueologia de Ceuta. De los primeros, uno tiene las armas del Duque de Beaufort y el otro-prácticamente igual al del Museo Ceuti-, las del Conde de Vermandois. Todos son del calibre 24 y están muy decorados.

El cañón con las armas del Duque de Beaufort pesa 4627 libras (=2.098 Kgs.) y sus dimensiones son las señaladas en la figura 5-B.
En el primer refuerzo, cerca del oido, tiene dos anclas que se cruzan y están rodeadas por una banderola con el nombre del Duque. A continuación presenta un escudo con las armas de Francia.
Las asas tienen forma de delfín, en la caña hay una cinta sin inscripción y el monograma coronado del Rey Luis entre dos flares de los Sobre la tulipa se encuentra la figura de una salamandra.
Las bandas situadas entre el segundo refuerzo y la caña. y entre esta última y la tulipa, están decoradas con hojas de acanto.

1. Plano de boca o espejo; 2. Brocal e tulipa 3.- Caña o tercer cuerpo; 4. Asas; 5.- Muñones: 6. Segundo cuerpo; 7.- Primer cuerpo; 8- Faja alta; 9.- Lámpara; 10.- Cascabel: 11. Oido: 12. Recámara, 13- Anima.

Fig. 5.B. Cañón con las armas del Duque de Beaufort y fotografias de algunos motivos de su decoración. (Museo de la Marina de Francia).

Fig. 5.B. Continuación.

Los cañones con las armas del Conde Vermandois" (Fig 5-C) tienen grabados sobre la faja alta los siguientes números de inventario y peso:

Están decorados can relieves de hojas de acanto en el cascabel, la lampara y las bandas situadas al inicio y fin de la caña, si bien, en una de estas, la localizada cerca del segundo refuerzo, rematan en volutas (Fig 5-D).

Fig. 5.C: Dibujo del cañón con las armas del Conde de Vermandois recuperado en 1970 (Sala Municipal de Arqueologia de Ceuta).

El oído está en el centro de una concha que se prolonga por los laterales en sendas hojas (Fig 5-E).

Fig. 5-D y Fig. 5-E

Poseen el primer refuerzo el escudo de las Armas de Francia (tres flores de lis) rodeado por los collares de las órdenes de San Miguel" y de los caballeros del Espiritu Santo" (Fig. 5-F).

El collar de la orden de San Miguel está formado por cinco conchas unidas entre sí por un doble lazo formando eses (S). De la concha inferior cuelga una medalla con la imagen del arcángel.
El otro collar, el de los caballeros del Espíritu Santo, está compuesto por eslabones que unen flores de las flameadas, un yelmo, un escudo y los monogramas coronados de Enrique III (Henri III) y el rey Luis. De el pende una cruz de ocho puntas que lleva en el centro el relieve de una paloma.

Fig. 5-F.

Escudos con las armas de Francia y los collares de San Miguel y del Espiritu Santo. El de
la izquierda pertenece al cañón depositado en la Sala Municipal de Arqueologia de Ceuta, y el de la derecha, al Museo de la Marina de Francia.

Las asas de estos cañones también tienen forma de delfin (Fig 5-G) y los muñones son troncocónicos.
En la caña se localiza dos anclas en cruz rodeadas por una cinta en la que aparece la inscripción LE COMTE DE VERMANDOIS (Fig 5-H). Aunque el cañón con las armas del Duque de Beaufort es sin duda el más antiguo de los tres recuperados, estas piezas. por sus medidas y calibres son

Fig. 5-G

Cañones de hierro recuperados

similares a las construidas según la ordenanza de 1674. Sin embargo, las que llevan las de Luis de Borbón presentan una decoración como la reseñada en la de 1689 (9). A pesar de lo descrito, mantenemos la hipótesis que el primero fue construido antes de 1674 y los dos restantes, entre esta ultima fecha y 1689.
La Marina francesa disponía de dos fundiciones para los cañones de bronce (9): una situada en Rochefort (1669 1840) y otra en Toulon (1667 inicio del siglo XIX); la primera solía suministrar piezas para el Poniente y la segunda para el Levante. Es posible, dado que estos barcos pertenecían a la flota de Levante, que los cañones fueran fundidos en Toulon.
En el año 1967-8 el Sr. Roland Morris (10)(11) recuperó frente a las Islas Scilly unas piezas de artilleria muy parecidas a las descritas. Corresponden al naufragio del Association cuando chocó con el escollo de Gilstone en 1707. Probablemente fueron capturadas por la flota inglesa durante el sitio de Toulon en el verano de ese año, o en el ataque de Rooke a los galeones de Nueva España, -escoltados por una escuadra francesa-, en la bahía de Vigo (1702).

Fig. 5 H: Escudos con la inscripción COMTE DE VERMANDOIS (Luis de Borbón Gran Aimirante de Francia 1669-1683).
El mejor conservado pertenece al cañón del Museo de la Marina de Francia.

Cañón de bronce recuperado en 1970 (Sala Municipal de Arqueologia de Ceuta)

En la segundo campaña (1983-86) tomamos medidas y realizamos un esquema de los coñones de hierro que aún quedaban en el pecio.

Cañones de hierro

En total se han recuperado doce en el año 1970 y dos en 1980 (Fig 5-1), cinco aún quedan en el pacio (Fig 5-J). El que se halló cercano a los escollos del Sauciño no lo volvimos a localizar en prospecciones posteriores.
Debido al deterioro de estas piezas por el agua de mar, las medidas que ofrecemos son aproximadas y no podemos dar con precisión sus calibres" (12) aunque parecen corresponder en su mayoría al 18, 12, 8y6.
En los muñones de uno de ellos (número 4 de la Fig 5-0 aparece un relieve con la inscripción S C, que puede corresponder a la primera y última letra del nombre del ingeniero de artilleria -Marqués de SegonzaC-, propietario en 1590 de la fundición del Vimont cerca de Plazac an Perigord"
La Marina de Francia acudia a la industria privada para la fabricación de sus cañones de hierro en el siglo XVII. Las principales fundiciones se encontraban en Angoumois y Perigord.
El relieve encontrado en los muñones de uno de ellos y la morfología de estas piezas, semejantes a las construidas en Perigord, apoyan la hipótesis que salieran de alguna fundición de esta región (actualmente departamento de Dordogne).

Fig. 5-I

Artilleria de hierro trescientos años despues

Cañones de hierro recuperados en la primera campaña (1970). Una vez tratados se repartieron por Ceuta con un fin decorativo.
E' marqués de Valparaiso, en 1694. lucho para que todas las piezas recuperadas en el naufragio ocurrido dos años antes se quedaran en la Plaza. Por supuesto que con un fin diferente la defensa de la ciudad.

Anlcas

Sus tamaños son diversos y nos dan una idea de la envergadura del navío que las llevaba. Tres pasan de los cuatro metros (4.52, 4.44 y 4.2 mts. respectivamente), las dos restantes miden 3.40 y 2.60 mts.
Una de las más grande, durante la campaña de 1970, se puso en tierra y en la actualidad está expuesta en la entrada de la Sala Municipal de Arqueología de Ceuta.

Cañones de hierro que aun quedan en el pecio

Fig. 5-J

Relieve del muñón de uno de los cañones de hierro. Puede corresponder a las letras inicial y final de SegonzaC, ingeniero de artillería y propietario de una fundición de Perigord en 1690

Otro material relacionado con la artilleria

Recipiente de cobre para pólvora.

Media esfera de hierro con cajetin para madera de sección cuadrada. Posiblemente corresponde a un proyectil enramado o palanqueta (13.14).
Tenían por finalidad desgarrar las velas y romper las jarcias, destrozando la arboladura enemiga.

Dispersas por el fondo hemos localizado cinco anclas de hierro (Fig. 1-D y 5-K), ninguna conserva el cepo de madera y su distribución quizás refleje las múltiples maniobras que se realizaron durante aquel temporal, donde la flota del Conde d'Estrées estuvo a punto de zczobrar.

Roldanas de bronce
De las recuperadas, cuatro tienen seis radios, pesan 19 Kgs y sus huecos toman el aspecto de una flor (Fig 5-L:1).
También tiene 6 radios, pero de sección romboidal, la roldana de la Fig. 5-L:2. que pesa 9 Kgs.
La última, a diferencia de las anteriores, tiene 8 radios y su peso es 8.750 Kgs.
Posiblemente iban distribuidas en los palos del navio de forma semejante a la representada en la Fig. 5-L:4.

Cerámica

Diferentes tipas de roldana de bronce encontradas en el pecio.

A pesar de haber estado sumergidas más de 250 años. algunas piezas de cerámica conservar su decoración, la que junto a la morfologia y tipo de arcilia nos ha permitido establecer semejanzas con piezas del siglo XVII encontradas en Marsella.

Este material ha sido el más difícil de reunir por estar, en buena parte. distribuido en colecciones particulares.
Hasta el momento hay localizadas 22 piezas que corresponden a la vajilla del barco y están representadas por platos, escudillas, jarras, fragmentos ce tinajas y un recipiente tipo asa pitorro también denominado cántaro de barco. De estas piezas, diez han sido analizadas mediante difracción de rayos X y estudio óptico en la estación experimental del Zaidín (C.S.I.C.) y los resultados los expondremos en capitulo aparte.
Al proceder los navíos de Toulon en la región de Provenza, está dentro de la lógica que la cerámica utilitaria tuviera su origen en algún alfar de esta zona o de los territorios vecinos; Languedoc al oeste y región Toscana (Pisa) por el este.
Las dos grandes centros cerámicos de Languedoc eran Saint-Jean de Fos y Saint-Quentin la Poterie. En Provenza (15), cerca de Marsella, se tiene referencia por archivos de la existencia de cinco alfares (Aubagne, Roquevaire, Auriol, Trets y Saint-Zacharie), pero por desgracia estos talleres no se han encontrado sobre el terreno.
Veronique Abel (15, 16) de la Universidad de Provenza en Aix-en-Provence, en el material procedente del antiguo hospital de la caridad de Marsella y de las excavaciones de La Bourse (emplazamiento del puerto antiguo), ha encontrado piezas llamativamente semejantes a las nuestras.
Por otro lado, en el siglo XVII, los talleres cerámicos del sur de Francia podían ofrecer una gran variedad de productos cotidianos y a un precio competitivo (15), parece entonces poco probable que un material de este tipo se adquiriera en un país extranjero como Italia, quedándonos como lugares de origen de estas piezas los alfares de Provenza y Languedoc.

Platos
Hay ocho ejemplares elaborados con arcilla roja y desgrasante muy fino. Fueron modelados a torno, ya que algunos conservan, en la parte externa de su cuerpo, las huellas del nudillo y en ocasiones presentan fallos en el paralelismo de los surcos grabados en su interior.
Uno es hondo, y los siete restantes son de fondo plano, borde abierto con base variable en su tamaño.
Sólo están decorados por su cara cóncava y el procedimiento utilizado consistía, una vez torneada la arcilla, en aplicarle un engobe blanco, luego se efectuaba unas incisiones ya para hacer círculos concéntricos o algún dibujo en el centro. Con posterioridad se pintaba con engobe amarillo y/o verde y finalmente se aplicaba un esmalte transparente.
En cuatro los dibujos son de motivos vegetales (tulipanes y tallo con hojas), tres los tienen geométricos (rosetón, cruz y curvas que se cruzan) y en uno se representa un animal.
Todos tienen un fino cuarteado no sabemos si de origen o por el efecto del tiempo que han estado sumergidos.
Fig. (5-M:1): Plato con tres incisiones concéntricas cercanas al borde. El motivo principal representa el dibujo esquemático de una flor. Engobe amarillo y verde.
Fig (5-M:2): Fragmento de plato con decoración zoomorfa y tres círculos concéntricos en el borde. El color de los engobes está muy deteriorado.
Fig (5-M:3): Fragmento de plato con base de mayor tamaño que los anteriores. Decoración geométrica en forma de rosetón. Engobes muy deteriorados.
Fig (5-M:4): Fragmento de plato con tres incisiones concéntricas cercanas al borde. Decoración principal representando un tulipán con las hojas pintadas en verde.
Fig (5-M:5): Fragmento de plato con dos incisiones concéntricas cerca del borde. Cruz de ocho puntas como decoración central.
Fig (5-M:6): Fragmento de plato con decoración representando un tulipán de mayor tamaño.
Fig (5-M:7): Plato con tres incisiones concéntricas cerca del borde. Dibujo central en forma de tallo con hojas sobre el que hay posado un pájaro. Pintado con engobes verdes y amarillos.
Fig (5-M:8): Fragmento de plato hondo con decoración interior incisa formando curvas que se cruzan.

Platos de arcilla roja y decoración incisa sobre engobe de fondo. Posteriormente se pintaba el motivo (animal. vegetal o geométrico) de calor verde y amarillo. Están inspirados en los sgraffitos tardíos de Pisa.

Ejemplares muy parecidos a los descritos han sido encontrados en Provenza (15,16) y Languedoc (17), sobre todo en lugares costeros o próximos a puntos de comercio marítimo. Aparecen en el siglo XVII a imitación de los Sgraffitos de Pisa.
Con certeza no se sabe el lugar de origen, pero los estudios de arcillas realizados por M. Maurice Picon (Laboratoire de ceramología de Lyon C.N.R.S. U.R.A. 3), en material encontrado en Marsella, han revelado que no provienen de los talleres italianos ni de los grandes centros de Languedoc. Queda por tanto abierta la posibilidad, que procedan de alfares de Provenza.

Escudillas (Figura 5-N)
Son de fondo plano y asa trilobulada en el borde. La más completa tiene muchas concreciones para valorar su decoración. Sin embargo, en el fragmento adyacente, se observa una decoración no estructuradas a base de manchas color marrón oscuro sobre el engobe de fondo. No presentan incisiones.
Piezas con forma semejante se han encontrado en Marsella, pero la decoración, por contra, es a base de motivos vegetales, geométricos o los engobes están aplicados dándoles un aspecto jaspeado (15, 16).

Jarras (Fig. 5-N)
De tamaño mediano, posiblemente estaban destinadas para el vino. Están construidas en arcilla roja con desgrasante muy fino. El cuello se une a la panza mediante una suave curvatura y en un lateral presentan un asa de sección cilíndrica. La parte anterior de la boca se estrecha para facilitar el vertido.
Por su superficie externa están pintadas en verde y marrón oscuro. Se han recuperado cuatro y son similares a las encontradas en la excavación de La Bourse (16).

Taza (Fig. 5-O)
Pieza realizada en arcilla roja y modelada a torno. Presenta carena baja, borde abierto y base de pequeña dimensión con vaciado. Las asas, con perforación central, tienen perfil en S y rematan por su parte interior en volutas.

Está decorada en su interior con engobes "en torbellinos o jaspeados" de color marrón y blanco, sobre ellos hay manchas verdes de óxido de cobre. Este tipo de decoración se ha atribuido a la fábrica de Languedoc Saint- Jean de Fos (17); sin embargo, piezas morfológicamente iguales se han encontrado en La Bourse (Provenza).

Tinajas
(Fig 5-P)
Hay varios fragmentos realizados en arcilla ocre-amarillenta con desgrasante fino. En el interior están revestidas con un barniz transparente y en el exterior no hemos observado decoración alguna.
5P:15P:2 tienen un grosor de pared de 1.7 cm. y son casi con toda seguridad piezas realizadas en los talleres de Biot, en los Alpes Maritimos, al norte de Cannes (15).
5P:55P:6 son pitorros de vasijas.

Asa pitorro o cantaro de barco (Fig 5-Q)
Es un cuello fabricado en arcilla roja y desgrasante fino. Posee dos asas: una trenzada y otra, donde está el pitorro, en forma de estribo. Su boca está cubierta parcialmente por una tapadera en media luna que impide el derrame del contenido al inclinarlo.
Recipientes similares fueron construidos en el siglo XVII en Languedoc (17).

El estudio mineralógico refleja que la arcilla de la mayoría de las tinajas es diferente a las del resto de las piezas. Esto. junto a la tipologia. sugiere un origen distinto. posiblemente de algún alfar de Biot en la Provenza Oriental.

Estudio analítico de las cerámicas del pecio isleos de Santa Catalina

Josefa Capel Martínez., José Linares González"., Francisco. Huertas García" y Juan Pedro Muñoz López".
Dentro del campo de la investigación del material cerámico, la utilización de metodologías de estudios procedentes del campo de la Mineralogía, de la Química. Física etc..., han aportado importantes datos para poder llegar a conocer aspectos relacionados con las técnicas de manufacturación de las vasijas tanto a nivel de proceso de modelado como de tratamientos posteriores de acabado (vidriados, esmaltes etc.). Así mismo, el poder acceder a la obtención de valores numéricos concretos, que nos indiquen la composición mineralógica de las matrices cerámicas, permite identificar la fábrica o el lugar de origen de la arcilla con la que se han fabricado las vasijas.
En este trabajo se ha pretendido identificar si existen una o varias zonas de procedencia de materiales con los que se fabricaron las piezas cerámicas objeto de estudio. Al proceder los elementos analizados de un pecio. tendremos en cuenta en el momento de elaborar conclusiones, la posible alteración mineralógica que el agua del mar haya podido infringir a la composición original de las vasijas estudiadas.

Métodos de estudio
Difracción de Rayos-X
Para conocer la composición mineralógica se han elaborado difracto gramas de Rayos-X sobre muestra total en polvo, siendo las condiciones de trabajo las siguientes: tensión 35 Kv, intensidad 40 mA, anticátodo de Cu y filtro de níquel, rendija de ventana 1° rendija de contador 0.1°, velocidad de exploración 2° minuto, sensibilidad 2 x 103 y constante de tiempo 1.


Estudio óptico mediante Lupa Binocular
Con el fin de identificar las características de modelado de las muestras se ha realizado este estudio. En él, se ha identificado el tipo y tamaño del desgrasante presente en la matriz, así como la existencia o ausencia de fases minerales neoformadas por efecto de la hidrólisis.
Se ha utilizado una lupa binocular "Zeiss-Estereomicroscopio DRC" y hemos trabajado con 20 y 63 aumentos.
La metodología utilizada es la que se describe a continuación:
-Observación de la matriz en diversos puntos de la cerámica para establecer el carácter homogéneo de la misma..
-Mediante el uso de una retícula milimétrica transparente de 1 cm2 se ha efectuado la medición del tamaño del desgrasante y la cantidad del mismo. Estos datos han sido tomados en distintos puntos de la muestra con objeto de que el resultado final fuera representativo.
Para diferenciar los distintos tamaños se han establecido unos márgenes considerados como óptimos: así, aquellas fases minerales con un tamaño igual o mayor a 2 mm. han sido tomadas como desgrasante grueso; entre 1- 2 mm.: desgrasante medio: inferior a 1 mm.: desgrasante fino.


Determinación de Densidad y Porosidad
La densidad se ha determinado en un volumenómetro de mercurio sobre fragmentos de cerámica de 1 cm3 conociendo previamente el peso de la muestra.
La porosidad se ha obtenido a partir del valor de densidad. ya que la densidad real media para las distintas fases minerales presentes en una matriz cerámica es de 2.65 gr/cm3.

Tratamiento numérico de los datos
A los resultados analíticos obtenidos se les ha aplicado la técnica de análisis numérico multivariante: Análisis Factorial Modo R, para identificar la relación entre variables y Análisis Cluster con el fin de identificar el grado de similitud o diferencia entre las muestras cerámicas.


Resultados obtenidos
Los datos del estudio mineralógico se recogen en la Tabla 1. Junto al reconocimiento y porcentualización de las diferentes fases minerales presentes en las cerámicas estudiadas, se ha procedido a determinar la posible cantidad de fases vítreas o amorfas existentes en la matriz. para poder identificar mejor las características originales de la arcilla estudiada.
Es sabido que una arcilla cuando se cuece a altas temperaturas, se ve sometida a modificaciones químicas producto de reacciones entre algunas de las fases minerales (Capel et alii, 1985), favoreciendo la aparición de nuevos compuestos denominados fases de alta temperatura. Sin embargo, por la propia cinética de estas reacciones no todas pasan a transformarse por completo quedando como fases amorfas o vítreas. La existencia de este vidrio en la matriz puede ser detectada a partir del contenido existente de fases minerales primarias (filosilicatos, cuarzo, calcita, feldespatos) y de la cantidad de fases neoformadas. La disminución de las primeras, sobre todo filosilicatos y calcita, estará en relación directa con la aparición de fases neoformadas. Si se observan los datos de la Tabla 1, se comprueba que existe un contenido en filosilicatos, o minerales de la arcilla, de medio a muy bajo para la totalidad de las muestras, los valores obtenidos que oscilan entre el 4% y 48% no son cantidades óptimas para la fabricación de vasijas, sobre todo si tenemos en cuenta que el conjunto cerámico pertenece al siglo XVII. momento en el que la técnica cerámica tiene ya un alto grado de especialización. Por otra parte, la presencia de fases neoformadas como producto de la cocción, se presentan, cuando existen, en cantidades comprendidas entre el 1 y 17%, hecho que no justifica en su totalidad la escasa presencia de filosilicatos; luego, debe haber otro elemento mineralógico más a tener en cuenta, no detectable por difracción de Rayos-X, que pueda explicar el comportamiento de las muestras: este elemento es el vidrio o amorfos.
En la tabla 1.a se recogen los datos definitivos una vez calculado el vidrio existente. Con excepción de las muestras platos 5M:5. 5M:6 y 5M:8. existe una relación clara entre el mayor contenido en vidrio, y menor cantidad de filosilicatos. En relación con las muestras antes citadas hay que pensar. 

Bibliografía


1) Jean Boudriot: Constructeurs et Constructions navales á Rochefort aux XVII et XVIII siècles.
2) Duncan Mathewson: El Tesoro del Atocha. Ed. Plaza & Janés. 1988.
3) Marine G 10 bis p: 5-8 (Archives Nationales de France).
4) Jean Boudriot. Datos ofrecidos en comunicación personal.
5) Pierre Faulconier. Descriptión historique de Dunkerque. Tomo II pág 100: Editée a Bruges en 1730.
6) Archives Marine Rochefort. 1 E 32 p: 51.
7) Chronique du musée. Neptunia no 73, 1o trimestre 1964.
8) Les Status de L'Ordre du St. Esprit estably par Henri III du nom Roy de France et de Pologne au mois de decembre l'an MDLXXIII.
9) Jean Boudriot. L'Artillerie de mer de la Marine Francaise (suite) 1674- 1856. Triton n° 85; 2o trimestre 1968. Suplemento del Neptunia no 90.
10) Roland Morris. Island Treasure. publ. Hutchinson. Londres 1969.
11) Catalogo de Sotheby's. 14 de Julio 1969.
12) Jean Boudriot. Les Canon de fer. Tritón no 84, 1o trimestre 1968.
13) Las artes de la mar. Segunda edición (1984). Editorial Raices. pág: 207.
14) Daniel Monañá Jou. 600 años de artillería. pág: 30. Editorial Seix Barral.
15) Veronique Abel: La ceramique commune a Marseille au XVII siecle. Archeologie du Midi Medieval. Tomo 5. 1987.
16) Veronique Abel: Datos ofrecido en comunicación personal tras haber analizado directamente algunas de las piezas de cerámica recuperadas en el pecio "Isleos de Santa Catalina"
17) George Vindry: Datos ofrecido en comunicación personal tras haber analizado todas las fotografias de las piezas cerámicas recuperadas.
18) Registre des ordres du Roy et depeches de la marine annee 1692. Marine B2 87: pág 48-53.

Tabla 1a

Análisis mineralógico

los datos que tenemos, que presentarían un contenido inicial de filosilicatos muy alto, en torno al 70%, y bajo contenido en calcita por lo cual al ser cocidas se ha favorecido la formación de vidrio en detrimento de la aparición de fases de alta temperatura. Otro aspecto interesante de resaltar es la neoformación de filipsita como producto de la alteración del vidrio y amorfos en medio. marino, yde esmectitas que constituyen una variedad de minerales de la arcilla (Deer, Howie y Zussman, 1967).
Finalmente hay que anotar la presencia de minerales de hierro: hematites, goetita y lepidocrocita con valores globales que oscilan entre el 11% y 0.5% para un grupo determinado de muestras. Los contenidos en feldespatos son normales entrando dentro de los márgenes óptimos para una matriz cerámica lo que permite pensar que son primarios. Por lo que respecta al yeso, hay que decir que no se puede utilizar como elemento diferenciador, ya que según se ha podido constatar, mediante la observación por lupa. binocular, es de neoformación, producto del dilatado tiempo en que las cerámicas han estado sumergidas.
Ciñéndonos a los datos mineralógicos, se puede afirmar que existen dos tipos de materiales utilizados en la fabricación de las piezas cerámicas estudiadas, a los que hemos denominado A y B. El primer tipo o grupo A se caracteriza principalmente por tener un contenido en calcita bajo, escasísimas o nula presencia de fases de alta temperatura y un contenido en filosilicatos de medio a bajo. El grupo B presenta valores de calcita más altos, presencia significativa de fases de alta temperatura y contenido bajo en filosilicatos. Si contrastamos estos datos con la tipología de las vasijas, se puede observar que existe una relación entre tipología y arcilla utilizada tal y como se puede observar en el Cuadro 1.


Estudio mediante Lupa Binocular
A continuación se hace una descripción de las características observadas en cada una de las diez piezas cerámicas:
Plato 5M:5: Matriz arcillosa muy fina. Algunas zonas de la misma presentan alteración de los materiales férricos. El tamaño de los desgrasantes es muy fino(siempre menos de 1 mm) y pueden apreciarse cuarzos, cuarcitas, feldespatos y micas. En algunos puntos de contacto entre la matriz de la pieza y el revestimiento vítreo se han producido alteraciones de los materiales férricos (de color amarillento). Aparecen concreciones de óxidos y carbonatos como consecuencia del prolongado periodo de inmersión que ha sufrido la pieza, alteraciones de filosilicatos y tobas calcáreas.

Plato 5M:6: Matriz arcillosa muy fina, desgrasante de tamaño muy fino, con cuarzos, micas, tobas calcáreas, feldespatos y cuarcitas. Los granos de cuarzo son de mayor tamaño que en el fragmento anterior. Aparece también una superficie de alteración de la calcita junto al revestimiento vítreo (de color blanco amarillento) que puede deberse a un barniz previo a la aplicación de la pasta vítrea. Sobre éste se dan también concreciones de óxido, como alteración de los materiales férricos.


Jarra 5-Ñ: Matriz muy fina. Desgrasante también muy fino, aunque de mayor tamaño que en los platos. Granos de cuarzo de mayor tamaño que en las piezas anteriores. Hay también feldespatos, hematites, cuarcitas y tobas calcáreas. Aparece una alteración de materiales férricos debida a la alta temperatura de cocción (maghemita/goetita), con una coloración oscura.


Plato 5M:8: Matriz muy fina. Desgrasante muy fino (más que los de la jarra). Aparecen cuarzos, cuarcitas, micas, feldespatos, tobas calcáreas y concreciones debidas a la alteración de materiales férricos (Goetita etc...). En la parte interna aparece una capa blanca bajo el barniz vítreo que no aparece en la externa.


Tinaja 5P:1: Matriz más gruesa que las anteriores. Aunque los desgrasantes siguen siendo finos, algunos de ellos (cuarcitas) presentan áreas en torno al milímetro.
El tamaño del grano de los desgrasantes es mayor que en los tipos anteriores y están formados por cuarcitas, cuarzos, micas y hematites en gran cantidad.
La muestra tiene calcita en pequeña cuantía.


Tinaja 5P:2: Matriz igual a la anterior. Bastante calcita y como desgrasantes encontramos cuarcita, mica, cuarzo, hematites y feldespatos. Estos y las micas son de menor tamaño que los restantes. Las micas están en muy poca cuantía.


Tinaja 5P:3: Matriz fina y desgrasante más fino que las dos anteriores. Menor contenido en calcita. Los desgrasantes de mayor tamaño (0.5-1 mm) son las cuarcitas y hematites. Las micas y los cuarzos son de tamaño muy fino. y estos últimos aparecen muy esporádicamente, no lo mismo que los feldespatos, cuyo número en este fragmento es menos reducido. La pasta vítrea se ha aplicado directamente sin capa intermedia, como en el caso de los platos.

Tinaja 5P:4: Matriz fina. Desgrasante fino y en gran cantidad respecto a las anteriores. Aparecen cuarcitas, cuarzos, hematites, micas y feldespatos. La calcita no es abundante. También aparecen tobas calcáreas. La pasta vitrea está aplicada directamente.


Pitorro 5P:5-6: Matriz fina con calcita. El desgrasante también es fino. La mayor fracción está compuesta por hematites y cuarcitas. De menor tamaño aparecen cuarzos, micas y calcita; aparecen también feldespatos. La pasta vítrea está aplicada directamente.


Asa-Pitorro: Matriz fina. desgrasante de tamaño fino compuesto por cuarzos y cuarcitas en su fracción mayor y por micas de menor tamaño y feldespatos. Contiene algunos granos de calcita de tamaño de 1 mm. La matriz tiene menos calcita que las anteriores. También presenta hematites.

Cuadro 1

Según se desprende de la descripción efectuada, todas las cerámicas presentan un matriz fina/muy fina, si bien en las tinajas se observa que la arcilla utilizada es levemente más "grosera". Esta diferenciación que presentan las tinajas con respecto a las restantes piezas hay que interpretarla como un hecho intencionado, ya que para adquirir mayor consistencia mecánica necesita tener un contenido más alto en desgrasantes. Por tanto no hay que considerar a estas piezas como de peor factura sino que las características tipológicas a las que responden así lo exigen.
En relación con la técnica de manufacturación hay que decir también que tanto la observación con lupa como los valores de densidad y porosidad, recogidos en la Tabla 2, indican un depurado proceso de levigado y selección del material, pues todos los valores están dentro de un mismo orden de magnitud con muy pequeñas variaciones.

Tabla 2

Valores de densidad y prosperidad

Análisis numérico de los datos
Siendo conscientes de que el número de muestras a estudiar es muy pequeño para realizar un estudio estadístico, se ha procedido a efectuar el mismo con el fin de comprobar si podía existir algún parámetro que identificara o diferenciara más los grupos vistos por el análisis mineralógico "sensu stricto".
Los datos aportados por el Análisis de Factores en modo R, (Tabla 3), ha puesto de manifiesto que existen dos factores claramente diferenciadores, el primero de ellos integrado por las variables mineralógicas que están íntimamente ligadas a la temperatura de cocción de la vasija cerámica y al carácter calcáreo o no de la arcilla y el segundo relacionado con la presencia de fases minerales de hierro. La asociación de los diferentes minerales en uno u otro factor permite pensar que se han utilizado arcillas diferentes en la fabricación de las vasijas. Así pues, el material utilizado en la fabricación de las piezas: Tinaja (5P:1), Asa pitorro (5Q), Jarra (5Ñ) y platos (5M: 5, 6, 8), procede de una fábrica o cantera distinta de las restantes.
Para conocer la similaridad existente entre las muestras se ha efectuado un análisis de Cluster (Figura 6). Se aprecia la existencia de dos grupos claros que coinciden con los obtenidos a partir del estudio mineralógico (Cuadro 1). Si se acoplan los resultados obtenidos por ambos métodos estadísticos existe una pequeña diferenciación en los grupos formados al incorporar el análisis factorial la muestra tinaja 5P:1 al 2° grupo establecido por el Cluster. Este dato que puede parecer contradictorio es de gran interés, ya que nos va a indicar que los materiales proceden de una misma zona geológica si bien de canteras o fábricas diferentes, como ya se ha apuntado con anterioridad.

Fig. 6

Similaridades por distancia euclidiana

Tabla 3

El no disponer de los resultados de otros estudios analíticos sobre cerámicas de esta época ni de arcillas procedentes de Languedoc y Provenza. nos limita en nuestras aspiraciones de conocer la zona geográfica exacta dande fueron fabricadas las vasijas encontradas en el pecio. No obstante, podemos establecer las siguientes conclusiones:
1) Las cerámicas han sido realizadas a partir de materiales pertenecientes a una misma zona geológica aunque los procesos posteriores de alteración hayan sido distintos, por lo que hay que hablar de zonas diferentes de extracción del material.
2) Existencia de dos grupos de materiales arcillosos a partir de los que se han fabricado las piezas. Uno integrado por las muestras Tinaja 5P:1. 5P:2, 5P:3 y Pitorros 5-P:5-6 con un nivel de similaridad del 60% aproximadamente. El segundo grupo, formado por Asa-pitorro (5Q). Tinaja 5P:4, Jarra 5Ñ y platos 5M:5, 5M:6 y 5M:8 con un 40% de similaridad, aunque si exceptuamos la muestra 5M:5, el valor aumenta al 50%.
3) Hay una relación entre el tamaño y tipologia de la pieza y la mayor o menor presencia de desgrasantes.

Conclusiones

En base al estudio realizado sobre el pecio Isleos de Santa Catalina" podemos hacer las siguientes consideraciones:
En 1692 se hundieron en las costas de Ceuta, a consecuencia de un temporal, los navíos franceses L'Assuré y Le Sage Ocurrió cuando la Flota de Levante iba rumbo a Brest para participar con los barcos alli concentrados. en un ataque a Inglaterra y devolver el trono al derrocado Jacobo II.
La Flota de Levante, por la perdida de dos barcos y otras vicisitudes, no llegó en el plazo previsto al lugar de reunión, y no pudo participar en la batalla de La Hougue donde los franceses sufrieron una gran derrota. desvaneciéndose su proyecto.
Los motivos de aquella batalla, los preparativos, la estrategia y la catástrofe ocurrida a los barcos del Rey Sol, nos recuerda lo acaecido 104 años antes, cuando Felipe II intentó invadir Inglaterra con una flota que partió de Lisboa y que ha pasado a la historia con el nombre irónico de Armada Invencible. Las características de las piezas recuperadas, -sobre todo las de los cañones de bronce, el relieve de los muñones de un cañón de hierro, los objetos cerámicos y los datos históricos-, nos permiten afirmar que estos restos pertenecen a uno de los navios que el Conde d'Estrées perdió, el 18 de abril, frente a las costas de Ceuta, cuando navegaba rumbo al Atlántico.
Debido a la recuperación de 1692 y 1694, no hemos encontrado más que 22 cañones y otros materiales (anclas, roldanas, cerámicas, proyectiles. etc...) del hundido frente a los Isleos de Santa Catalina, y un cañón de hierro del encallado en el Sauciño. Sin embargo, no podemos precisar a qué barco -L'Assuré o Le Sage- pertenece los restos del pecio que hemos investigado. pues no se ha encontrado elementos diferenciadores, pero la descripción del naufragio de Horque de Hamecourt y Correa de Franca nos induce a pensar que posiblemente se trata de los restos de L'Assuré.

Este naufragio debió tener una repercusión importante en nuestra ciudad; se hicieron muchos prisioneros que luego fueron canjeados y, como hemos comentado, se rescataron muchos pertrechos y cañones. De los últimos desconocemos el paradero definitivo, aunque es probable su utilización para la defensa de la plaza durante el asedio de Alí-ben-Abdalah, capitán general del ejército de Mulay Ismael.
Si cuando se dio a conocer el descubrimiento se hubiera hecho un proyecto de recuperación adecuado, los resultados obtenidos serían mejores y por supuesto no se habrían perdido piezas de gran valor ni estarian tan dispersas como en la actualidad. No obstante, aún es posible completar el estudio acotando y levantando la arena del fondo con manga de succión.
Sería interesante, si algún día Ceuta tiene un museo maritimo, que los restos del navío francés naufragado frente a los Isleos, pudieran tener una sección y quien sabe si hasta se lograría reunir todas las piezas recuperadas.

Vigésima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1990): “L’Épave Isleos de santa Catalina. Naufrage d’une navire français à Ceuta (1692) », Cahiers d’Archéologie Subaquatique IX, pp. 55-74 (en la misma revista también está publicada la versión del texto en castellano en las pp. 75-82).

Intoducción
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