Al-Manṣüra

Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 7
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 8
Cap. 6

Capítulo 8

TEXTOS E IMÁGENES SOBRE AL - MANSURA / AL - AFRAG

Se recogen en este capítulo final una selección de textos que describen, o al menos mencionan, al-Manṣūra escritos entre los siglos XIV y XIX sin otra intención que facilitar al lector el acceso a parte de la documentación que ha servido de base para la elaboración de sus diferentes capítulos. Quedan fuera de ella otras múltiples referencias que o bien repiten básicamente idénticos datos o se han estimado de menor interés para este propósito. Es el caso de las innumerables menciones a Ceuta la Vieja durante la denominada Guerra de África de 1859-1860 en la que los periódicos nacionales informan de manera continuada de los avatares de la campaña y sobre la que existe una bibliografía ingente.

Como no podía ser de otro modo estas citas se caracterizan por su heterogeneidad. Las de mayor antigüedad están tomadas de fuentes árabes y portuguesas traducidas y adaptadas a la ortografía actual. El resto corresponde a documentos y textos excluyendo los posteriores al siglo XIX que, caso de ser incorporados, aumentarían enormemente el tamaño de este capítulo y que son de más fácil acceso para el lector interesado.

Incluye también este último capítulo la reproducción de algunas imágenes cartográicas citadas en el texto signicativas para comprender la evolución de este monumento y que complementan las intercaladas en los diversos capítulos.

SIGLO XIV

  • Ibn Marzūq, El Musnad: Hechos memorables de Abu l-Hasan sultán de los benimerines, Estudio, traducción, anotación e índices anotados por María J. Viguera, Madrid: Instituto hispano-árabe de Cultura, 1977. Esta obra fue redactada entre 1369 y 1371.

    Había construido la Sala de la Justicia (qubbat al- `adl) en la Manṣūra de Tremecén, y lo mismo hizo en Ceuta. En ellas, celebraba sesión y designaba para ello a los altos personajes de su corte, visires y alfaquíes, en quienes tenía confianza.

    Cap. X Sobre la atención que concedía al estado de sus súbditos, p. 148

    Y una noche que estaba descansando en la azotea de su casa, en las torres de la Manṣūra, y yo, ante él, le leía alguno de los libros que solían leérsele, entró Ibn Nasiḥ.

    Cap. XIII, De la inmensidad de su perdón y la belleza de su clemencia, p. 174

    Durante su reinado aumentó la prosperidad y creció la esperanza, pero el designio de Dios se cumplió. Reconstruyó totalmente dos ciudades con especiales fines, con sus mezquitas, baños y alhóndigas: la Manṣūra de Ceuta y la Manṣūra de Tremecén; nadie ha visto nada semejante a ellas y nadie ha descrito nada igual. En cuanto a su alcázar, residencia del Imán, he visto a muchos viajeros que han entrado allí, después de haber contemplado los ediicios del Iraq, los de Egipto, Siria y las antiguas construcciones de al-Andalus y de Marrakus, y todos coincidían en que lo que allí había no existía en ningún otro lugar; y tienen razón.

    Capítulo L, Sobre la magniicencia de su Reino y la grandeza de sus miras, p.369

  • Ibn Jaldún (1332-1406), Historia de los Bereberes y de las dinastías musulmanas de África septentrional

    (Existe traducción francesa Histoire des Berbères et des dynasties musulmanes de l ́Afrique Septentrionale, de William McGuckin, Baron de Slane, publicada en Alger en cuatro volúmenes. Este texto aparece en el cuarto tomo (1856), página 201)

    Tras haber ocupado la ciudad [de Ceuta en 728H/1327-28]. Abū Sa‘īd restaura las fortiicaciones y restablece el orden en los lugares próximos [...] Y partiendo para la capital, ordena construir una ciudad sobre la parte más elevada de la península de Ceuta. La construcción que lleva por nombre Āfrāg fue comenzada en el año 729H.

SIGLO XV

  • Muḥammad al-Qãsim al-Anṣāri, Iḥtiṣār al-aḥbār `ammā kāna bi-taġr Sabta min saniyy al ātar

    Esta obra, escrita en 1422, fue publicada por vez primera por E. Lévi-Provençal con el título “Une description de Ceuta musulmane au XVè siècle” en la revista Hespéris, vol. XII, p. 145-177. Parece que este autor realizó una versión francesa inédita aunque utilizada en algunas de las posteriores traducciones.

    Fue vertida al español por Carlos Quirós en la revista África a partir de 1931 y al portugués en 1947 por J. Figanier, “Descripção de Ceuta Muçulmana no seculo XV” en la Revista da Faculdade de Letras de Lisboa, vol. XIII, p. 10-52 y parcialmente (la descripción de Beliunes) por L. Torres Balbás en 1957 en la revista Tamuda, vol. IV, p. 275-289 y 290-296. La primera versión integral al español es obra de J. Vallvé Bermejo en 1962 en Al Andalus, vol. XXVII, p. 398-442 con el título “Descripción de la Ceuta musulmana en el siglo XV”. En 1982-83 vio la luz en Hespéris-Tamuda (vol. XX-XXI, p. 113-162) una nueva traducción al francés de M. Turki.

    Los arrabales son seis [...]

    Āfrāg, la ciudad contigua al precedente [el arrabal de Afuera], que albergaba el palacio real que los reyes mariníes habían destinado

    a su residencia.

    Citemos la zawiya al-Kubrā que construyó el sultán más célebre, nuestro señor Abū `Inān Abī-l-Ḥasan, fuera de la puerta de Fez, una de las puertas del Āfrāg. Estaba destinada a los extranjeros y a aquellos mercaderes obligados a pasar la noche fuera de la ciudad. Su arquitectura es real, su decoración y ornamentación ricas, su patio espacioso y sus habitaciones numerosas y su minarete, entre todos los de Ceuta, es de los más maravillosos por su construcción y el más bello por su perfección, aunque en nuestro días continua sin terminar.

    Citemos igualmente entre otras al-Muṣallā al-Mulūkiyya, situada en la parte superior del barranco del Ladrón. Espaciosa, horizontal y abierta al mar, estaba reservada a los habitantes del Āfrāg, tanto a los príncipes, como a los soldados y al resto. Era allí dónde rezaba el sultán Abū-l-Ḥasan el mariní en compañía de su ejército. ¡Que Dios le bendiga con su misericordia!

    Al norte del Āfrāg se encuentra un campo de tiro de 400 pasos en un terreno occidental. En el exterior de la puerta de Fez, una de las puertas del Āfrāg, se encuentran dos campos de competición (sabqa), una de 1.200 ba ́s y otra de 1.000 solamente.

  • Gomes Eannes de ZURARA, Chronica da tomada de Ceuta por el Rei D. Joao I, Lisboa, Academia das Scièncias, 1915

[Tras tomar el castillo] mandó luego el infante Duarte al conde D. Pedro de Meneses, que era su alférez,que llevase su bandera a la otra villa de afuera, y que la pusiese sobre la torre de Fez.

Cap. LXXXVI, p. 232

  • Gomes Eannes de ZURARA, Crónica do Conde Dom Pedro de Meneses, ed. fac- símil de la realizada por Correia da Serra (1792) bajo la coordinación de Filipe Themudo Barata

[Tras sufrir un revés frente a los muros de Ceuta, el consejo de notables musulmanes acuerda que] la gente de la plebe no saliese de la Aljazira sin orden del Capitán.

Cap. XV, p. 45

Estaban cerca de aquella Ciudad unos palacios, que mandaron hacer los antiguos reyes de Fez y que habitaban cuando allí venían para que los cortesanos no tuviesen oportunidad de agraviar las mujeres o las haciendas de los moradores, en su mayor parte mercaderes, oiciales y gentes de mar [...]; estos palacios estaban fortalecidos por un muro y torres y se llamaban Aljazira, los cuales aún duraban en el tiempo de hacer este libro, y después, pero ya dañados; entre estos palacios y la ciudad había grandes huertas y jardines acompañados de muchos árboles; y porque los moros vie ron que aquellos palacios tenían muros fuertes y torres les pareció que lo tendrían como castillo para guerrear con los cristianos.

Cap. XV, p. 47

[El Conde D. Pedro de Meneses ordena despejar de construcciones y vegetación las inmediaciones de las murallas mientras] los moros, que estaban en los muros y torres de Aljazira, llorando por sus barbas, gemían por aquella pérdida.

Cap. XVI, p. 49

El Conde cabalgó con todos los que tenían caballos y así mandó les siguiesen los ballesteros y gente de a pié, e hizo traer toda la madera que los moros tenían en la Aljazira, principalmente trancas y puertas que después sirvieron sobre los muros; y fueron allí encontradas cuatro escaleras de mano: y para que otra vez los moros no encontrasen refugio en aquella cerca, otro día fueron todos los de la Ciudad a derribar algunas casas que quedaban de la vez anterior y taponaron y dañaron cuantos pozos y cisternas encontraron.

Cap. XXXVI, p. 107

  • Carta de donación del rey D. Juan I al Conde de Barcelos de los palacios de Aljazira en Ceuta, en P. de Azevedo, Documentos das Chancelarias Reais anteriores a 1531 relativos a Marroccos, Lisboa, Academia das Sciências de Lisboa, 1915,Tomo I, p. 447)

D. Juan por la gracia de Dios etc.[...] damos y donamos y hacemos libre y pura e irrevocable donación [...] de nuestros palacios que están en la villa de Aljazira que está aparte de nuestra ciudad de Ceuta con todas sus entradas y salidas y derechos y pertenencias [otorgada el 20 de septiembre de 1453].

SIGLO XVI

  • Valentim FERNANDES, Descripción de la costa de África de Ceuta a Senegal (Esta obra escrita en 1506-1507 fue publicada por P. de Cenival y Th Monod, Description de la Côte d ́Afrique de Ceuta au Senegal, Paris, Larose, 1938)

A dos tiros de ballesta de Ceuta está un lugar grande de 700 vecinos llamado Algezyra. Esta villa la hicieron los de Ceuta para su rey de Fez cuando venía para permanecer allí con sus cortesanos con muchos palacios hermosos y huertas, porque no dejaban entrar al Rey en Ceuta con más de 50 de caballo

  • Affonso de NORONHA, “[Carta a Juan III]”, en Les Sources Inédites de l ́Histoire du Maroc, Archives et bibliothèques de Portugal, 1951.

Mandaré derribar las Algezyras como V. A. manda; pero la gente que allí hay es tan poca y la obra es tamaña que se ha de hacer poco de ellas...

Tomo IV, p. 359

SIGLO XVII

  • Jerónimo de Mascarenhas, Historia de la Ciudad de Ceuta. Sus sucesos militares y políticos; memorias de sus santos y prelados y elogios de sus capitanes generales, escrita em 1648, Lisboa, Academia das Sciencias, 1918 (existe reimpresión fascímil publicada por Algazara y el Instituto de Estudios Ceutíes)

Desde Barbaçote hasta cerca de Algeciras, que es una muralla de tiempo de los Moros hacia Poniente, va una loma que dicen el Topo de la carrera, en la propia altura que Barbaçote (p. 12)

Estaba cerca de la ciudad un hermoso Palacio en que asistían los Reyes de Fez cuando venían a Ceuta, y en su contorno un espeso bosque, en que los Moros habían armado una grande emboscada (p.108)

SIGLO XVIII

  • Joseph GAYOSO, Relaciones del Reyno de Mequinez respectives a su estado y govierno militar; especialmente en la provincia de Algarves, frontera de Zeuta y estado presente del sitio de esta plaza, todo dividido en cuatro puntos. (Esta descripción fue publicada por D. Bacaicoa, “El brigadier-Ingeniero Don Joseph Gayoso y el sitio de Ceuta en 1720”, Hespéris-Tamuda, II, fasc. 2-3, (1961), p. 233-278. Es recogida parcialmente también por J. B. Vilar, Límites, fortiicaciones y evolución urbana de Ceuta (siglos XV-XX) en su cartografía histórica y fuentes inéditas, Ceuta, Ciudad Autónoma, 2002, p. 108-110).

Mirando desde la Plaza al Campo, / sobre la derecha, hay una antigua cerca / de muro con sus torres o cubos que /(Fol. 13, v.) llaman la Alzira, o Ceuta Vieja : / hallase en grandes espacios arruinada / y abierta y solo se sirvieron los Moros / de ella para formar Chozas arrima/das al muro. (p. 274)

  • Anónimo, Breve relación y descripción de la plaza de Zeuta, con la parte de costa desde la playa de Almarza hasta el río Tetuán, según las noticias que se han adquirido en este año de 1733 (Archivo General de Simancas, G.M., leg. 3.331. Fuepublicada en J. B. Vilar, Límites, fortiicaciones y evolución urbana de Ceuta (siglos XV-XX) en su cartografía histórica y fuentes inéditas, Ceuta, Ciudad Autónoma, 2002, p. 144-146).

[...] Y el otro [recinto] de tapia muy irme que se halla fuera de la plaza en donde llaman Ceuta la Vieja demuestra haber habido en dicho paraje otra población. (p. 145)

  • Alejandro CORREA DE FRANCA, Historia de la mui noble y idelíssima ciudad de Ceuta, ed. M. Carmen del Camino, Ceuta, Ciudad Autóma, 1999

Abu Ertab, desembarazado de las discordias de su reino, con poderoso ejército vino sobre Ceuta, año de 1307, cuya expugnación se le imposibilitaba por los abundantes frecuentes socorros con que los granadinos la proveían. Y porque éstos se desengañasen que, por tierra, de la plaza en su vida no se había de apartar, mandó que en su inmediación las murallas de Arzila (y en el presente tiempo con error Ceuta la Vieja) se fabricasen para, en todo tiempo y caso necesario, dentro de ellas poderse encerrar. Los granadinos desde Ceuta, viendo levantar esta obra, en competencia hicieron trabajar las mu- rallas al oriente, que llaman Castillo de la Almina, dando a entender a los sitiadores que, en caso que la ciudad lleguen a perder, tendrán acogida dentro de aquellos muros.

125, p.104

Se hallaba el xarife Hamet, en 23 de abril del mismo año [1578], dentro de las murallas de Algecila, no lejos de las de Ceuta [...] Se advierte que las murallas, que al presente se llaman de Arcila y Ceuta la Vieja, en aquel tiempo se conocían por Algecila...

405, p. 191

Los Nicazises de Tetuán, confusos y abergonzados con sucesos tan contrarios a su vanidad, se hallaban sin sosiego. Trataron el modo de vengarse y restablecer su opinión, abatida entre los suios y los nuestros, con algún echo señalado. Iuntaron todas las gentes y cavallos de las sierras vecinas y otros pueblos con las de Tetuán y de noche se encubrieron con las murallas de Arcila, bien cerca de las nuestras, a esperar las ordinarias salidas de la plaza.

En 7 de maio de 1629, Iorge de Mendoza, siendo su adalid Sebastián de Andrade Simoins, del número 479, salió con idea de ocupar los campos de Gomes de Oporto y allí recoger forrages y leña. Con vn atalaia hizo descubrir el peligroso parage de la Arcila; y los moros, por empeñar a los christianos, salieron solamente con pequeña partida de caballos sobre él, que a carrera les escapó al arroyo del Puente.

488, p. 224

SIGLO XIX

  • Nicolás DE LA CRUZ, Viage de España, Francia e Italia. Tomo décimo quarto que trata del arsenal de la Carraca, Chiclana, Medina Sidonia, S. Lucar, Sevilla, Écija y Córdoba hasta Guarroman, Cádiz, Imprenta de D. Manuel Bosch, 1813, p. 36-37

En el campo del Moro lo que más particularmente llama la atención son las alturas denominadas del Morro, inmediatas a la plaza de armas paralelas a ella en dirección de N. a S. que dominan extraordinariamente a toda la fortiicación: en ellas se observa el ataque real de los moros y las baterías del Morro, Tabanquera, Otero, Torreones, la Puntilla, Arcilla, y las antiguas del tiempo de Muley Ismael, todas destruidas. Al N. se encuentra el recinto antiguo donde se hallaba situada Ceuta la vieja, y se conservan algunos restos.

  • La Posdata (Madrid) 3.07.1844 / El Heraldo (Madrid) 4.07.1844

Hemos sabido posteriormente a la venida de nuestro vecino el gobernador de la plaza inglesa en la Península española [Gibraltar], que este señor aseguró que los moros tenían pretensión de ediicar una población en el sitio llamado de Ceuta la Vieja, en el mismo paraje en que existen unas ruinas que pertenecen a la antigua ciudad del mismo nombre. Este paraje está a la vista de la ciudad en una eminencia que la domina completamente a poco más de medio tiro de cañón y a las inmediaciones del mar y de una buena costa en que podrán fondear buques de un mediano porte.

  • El Observador (Madrid) 8.11.1849

CEUTA 30 de octubre. El choque de la Francia con los marroquíes y las desavenencias con Inglaterra se espera saquen a nuestro gobierno de su estupor para aprovechar esta favorable coyuntura. En esta plaza debemos tener por límite el máximo alcance de nuestros fuegos. Esto es de derecho. Ninguna posesión debe permitir en tal radio al fronterizo, y además debe haber la circunvalación de una zona neutral. Desde los puntos llamados Cala Benita al N. y la Tramajuera al S., debe ser reconocido territorio español, y este campo nuestro puede ser una garantía para la plaza y para sus forrajes, pastos y cosechas, y dar lugar a establecer un mercado seguro y ventajoso dentro de los muros semi en pié de Ceuta la Vieja, situada en este campo. Los moros mogataces (al servicio de España) esperan mucho de la ida de sus jefes a la corte. Esta fuerza debiera ser aumentada y atendida.

  • El Isleño: periódico cientíico, industrial, comercial y literario, no 364, 21.08.1858

La Gaceta militar, periódico muy competente y autorizado, inquiere los medios de que España debe valerse para vengar las ininitas ofensas que hemos recibido de los bárbaros del Riff. En su concepto, se debe empezar por revocar los tratados que existen con el emperador de Marruecos, y por exigir indemnizaciones. Estas no se deben exigir en dinero y sí en territorio, del modo siguiente. Enfrente de Ceuta, toda la zona que domina el Ángulo, inclusa Ceuta la vieja, de un mar a otro. Así Ceuta tendría ese desahogo, y medios de asegurar parte de su bienestar y de sus subsistencias. En Melilla todo el territorio ocupado por los riffeños fronterizos, demarcando las fronteras con la Argelia y con Marruecos: esto por ahora.

  • Revista Católica, julio de 1859

[El día 24] hemos casi en su totalidad perdido el campo que teníamos, y ellos ocupan en él las mejores posiciones que teníamos, como son el Morro, el Otero, los Jerrones, el Arroyo, Ceuta la Vieja y la Puntilla, dejándonos arrinconados a las inmediaciones de las Galeras.

  • La España 21.09.1859

Ceuta 13 de setiembre

Continuo, según ofrecí a Vds., la narración de los acontecimientos que tienen lugar en este plazo, y diré que hoy, después de hecha la descubierta por cinco parejas de caballería y retén que queda fuera de murallas, no se observó novedad alguna que pudiese llamar la atención hasta las diez de la misma, que salió el batallón de cazadores de Madrid a la línea con el objeto de practicar un reconocimiento. Marchó Esta fuerza en orden de guerrilla hasta la cercanía de las ruinas de Ceuta la vieja y arroyo del Algarrobo, donde nuestros soldados se parapetaron [...]

  • La Discusión, 21 de septiembre de 1859

Esta salida se veriicó después de comido el primer rancho, y a eso de las diez ocupábamos posiciones más avanzadas que las del otro día, de modo que apoyando nuestra línea sus lancos en el mar, pasaba por el punto denominado casas de Jadú, que era nuestro centro, saliendo solo el batallón, pues el resto de la guarnición no lo hizo hasta la tarde, teniendo nuestra reserva situada en los muros de Ceuta la Vieja y sitio denominado el Otero.

  • M. LEON GALIBERT, La Argelia antigua y moderna desde los primeros establecimientos de los cartagineses hasta la expedición del General Randon en 1853 y El Imperio de Marruecos, escrito por los historiadores de más fama, traducido y continuado con todos los acontecimientos a que pueda dar lugar la cuestión hoy pendiente entre España y dicho país por Antonio ROTONDO, Madrid, Joaquín Sierra, 1859, tomo II, p. 103

[Tras los diversos incidentes en torno a la cuestión de los límites] al retirarse nuestros soldados a la plaza ocuparon los africanos las posiciones que antes teníamos como son: el Morro, el Otero, los Jerrones, el Arroyo, Ceuta la vieja y la Puntilla.

Las numerosas tiendas de nuestro campamento que cubrían pintorescamente el considerable espacio que media entre la ciudad y las primeras cumbres de la negra y escabrosa Sierra Bullones ya salpicada con la sangre castellana; el cuartel general del conde de Lucena situado en la suave colina llamada el Otero; muy cerca y mirando al enemigo los derruidos muros de una antigua fortaleza llamada Ceuta la Vieja [...]

Entre las ruinas de Ceuta la vieja y el mar existe un sepulcro que nada ofrece de particular, a no ser la siguiente inscripción, que traducida por don Aníbal Reynaldy dice así:

Lecho del grande Moisés, hijo de Jacob (Santiago) Berguillo, Murió en el año de 1211. Descansa su cabeza y ruéguese por él.

(p. 365-367)

  • Emilio CASTELAR, F. de PAULA CANALEJAS, G. CRUZADA VILLAAMIL Y MIGUEL MORAYTA, Crónica de la Guerra de África, Madrid, Imprenta de V. Matute y B. Compagni, 1859

[...] a la derecha, en una altura sobre el mar, las ruinas de Ceuta la Vieja, que ocupan un no pequeño espacio con antiguos cimientos y derrumbados torreones, sin que ofrezcan cosa notable. Todos son de construcción moruna. Allí, detrás de un carcomido lienzo de muralla, han recibido sepultura los que en los últimos combates han sucumbido valerosamente defendiendo la honra de la patria. (p. 18)

[16 de diciembre]

Hoy se ha bendecido el cementerio de los que mueren en acción, en los paredones contiguos a Ceuta la Vieja. Después de bendecir el terreno, se dijo una misa de réquiem con responso por cuatro capellanes de ejército revestidos, presididos por el vicario castrense, y hasta unos catorce en traje ordinario, por no haber más ornamentos en sus escasas capillas.

  • La Iberia 31.08.1859

El día 24, aumentados los moros con una insolente multitud procedente de la vecina provincia de Anllara, y no aguardaron a que la plaza rompiese el fuego, pues entre doce y una lo hicieron ellos, obligando a retirarse a nuestras avanzadas, y ocupando casi en su totalidad el campo de la plaza y las mejores posiciones, como son El Morro, El Otero, Los Terrones, El Arroyo, Ceuta la Vieja y la Puntilla, dejándonos arrinconados en las inmediaciones de Las Galeras.

  • La Discusión, 1 de febrero de 1860

Se proyecta agrandar la plaza de Ceuta hasta las ruinas de Ceuta la Vieja. Dícese que en el plano que se levanta se le da una forma bonita e higiénica a la vez.

  • Emilio LAFUENTE Y ALCÁNTARA, Catálogo de los Códices Arábigos adquiridos en Tetuán, Madrid, Imprenta Nacional, 1862, p. 6-7

Apenas se sale de la ciudad por la parte del Poniente se encuentra una corta explanada, y comienza después a elevarse el terreno hasta llegar por una pendiente rápida al sitio denominado el Otero. Poco mas adelante, y a la derecha del camino, se ven grandes y carcomidos lienzos de muralla, ruinosos torreones y cimientos de extensos ediicios, que son llamados Ceuta la Vieja. Esta denomi- nación procede, en mi sentir, mas que de una verdad histórica, del común decir de la gente ruda, que suele caliicar de tal suerte a los restos antiguos próximos a ciudades modernas. Sabido es que las ruinas de Zahara se han llamado durante mucho tiempo Córdoba la Vieja; Sevilla la Vieja fueron las ruinas de Itálica hasta que llegó a descubrirse su verdadero nombre, y así pudieran citarse numerosos ejemplos. No falta quien caliique aquellas construcciones de romanas, pero basta una simple inspección y ligero examen de tales restos para persuadirse de que son en un todo arábigos, sin rastro ni huella de otro género de fábrica. Aquellas murallas de tapial, aquellos torreones almenados y de forma cuadrangular, y sobre todo la ornamentación de ladrillo, en arcos de círculo, que aún subsiste en una de las puertas, no dejan la menor duda de que aquel recinto era una alcazaba o fortaleza moruna, que Xerif-al-Edrisi no menciona, y que sería acaso construida en el siglo XIII, época durante la cual tuvo esta ciudad señores independientes, hasta que Abu Said Farach, alcaide de Málaga, y cuñado del rey de Granada, la conquistó por sorpresa a principios del siglo XIV, prendiendo a los principales jefes de aquella familia, llamada de los Benú Assai.

Es posible que estos levantasen la fortaleza, que abandonada después fue destruyéndose por su poca solidez y falta de reparaciones. Aun se conserva la muralla por la parte del Poniente, y la mitad del arco de entrada, que amenaza desplomarse. No lejos de estas ruinas y a la orilla del mar, existe el sepulcro de un judío cubierto con una losa de mármol, que contiene una inscripción en caracteres hebreos, incisos, pintados de negro y como de dos pulgadas de largo, de la cual consta que se llamaba Moisés. Es de época moderna.

  • José BISSO, Crónica de la provincia de Cádiz, Madrid, Rubio, Grilo y Viturri editores, 1868, p. 54.

Para salir de la ciudad por la parte de tierra hay que atravesar tres recintos amurallados y con profundos fosos por donde se comunica el agua del mar de un extremo a otro, formando de la población una verdadera isla. Luego que se sale del glacis se encuentra una pradera que llaman el Otero, la cual se eleva gradualmente y sin gran violencia hasta terminar en una colina. A la derecha, y en una altura sobre el mar, se encuentran las ruinas de Ceuta la Vieja, que ocupan un no pequeño espacio con antiguos cimientos y torreones derrumbados, que poco o nada ofrecen de notable: todos son de construcción árabe.

  • Revista de España, 1881, tomo, LXXXIII (noviembre y diciembre), N. 332, p. 506-535

Se sale de la ciudad y de sus tristes y pesadas murallas por el lado del Poniente, y dejando a la derecha Ceuta la Vieja, revuelve luego el camino hacia el Sur en busca de la costa, por encima de cuyos acantilados está abierto casi en roca viva en algunos trayectos.

  • El Eco de Ceuta, jueves 15 de octubre de 1885

Un recuerdo

Veinte y cinco años hace que nuestros denodados soldados consumaron la gloriosa epopeya que, comenzando al pie de las murallas de esta plaza, terminó con la entrada de nuestras tropas victoriosas en Tetuán. En el espacio de tiempo que medió entre ambos hechos supieron estas añadir un laurel cada día a los que adornaban nuestras queridas banderas, escribiendo en ellas con caracteres indelebles los nombres de Castillejos, Sierra-Bullones, Anghera, Tetuán y tantos otros que recuerdan los reñidos combates [...].

Pero esta gloria había de ser adquirida a costa de mucha sangre y millares de nuestros bravos soldados cayeron a impulsos del Hiero enemigo, víctimas ofrecidas en valioso holocausto al Dios de las batallas.

Cuando los primeros encuentros se sucedieron, teniendo lugar a la vista de esta Plaza, los yertos despojos de un crecido número de estos que habían sido los primeros en pelear y también los primeros en pagar su triste contingente a la muerte, fueron depositados como provisionalmente y porque importaba escatimar el tiempo en una enorme fosa excavada junto a los ruinosos muros de Ceuta la Vieja, cuya fosa rodeóse de una pequeña tapia o cercado.

De entonces acá nadie ha turbado su eterno reposo así como tampoco ha habido para ellos una sola modesta inscripción que indicara que los que allí descansaban habían perdido la vida, unos merced a la terrible epidemia que azotó a nuestro Ejército, otros víctimas del plomo marroquí, y todos a la sombra de nuestras gloriosas banderas.

Ahora bien; esa fosa se halla enclavada dentro de la zona de obras del fuerte o batería que en el sitio denominado Terrones se está construyendo, y bien pronto las tierras procedentes de los desmontes borrarán todas huella de tan sagrado lugar.

Para evitarlo, nada sería más justo que procurarán se respetara, aislándole si fuera posible, y en otro caso podrían y deberían exhumarse esos gloriosos restos y trasladarlos a otro lugar en el cual se erigiría un modesto monumento el cual podría hacerse si el Gobierno y el Municipio, contra lo que es de esperar, no facilitaban medios para ello, por suscripción, como no ha mucho se ha construido uno a la memoria de un malogrado Jefe de Estado Mayor.

  • La Época, 11 de diciembre de 1887

Antes de la guerra de África [...] las posesiones españolas en esa parte del Imperio terminaban en el punto llamado Ceuta la Vieja, a dos kilómetros escasos al Oeste de la ciudad actual. Tres torres levantadas en ese sitio señalan hoy todavía la antigua demarcación. Por el tratado de 1860 el Sultán cedía a la Reina un nuevo territorio, limitado por una nueva línea que, partiendo en el estrecho de la punta oriental de la bahía de Audaz-Raena, terminaba en el Mediterráneo en la desembocadura del río de las Bombas.

  • La Ilustración nacional, Madrid, 19 de diciembre de 1893, Año XIV, número 35

Las ruinas de Ceuta la vieja se conservan muy cerca de la moderna ciudad. Créese, y así lo conirma la tradición que per- tenecen a una colonia fundada por los fenicios y mejorada por los romanos. Como aquellas inteligentísimas razas compren- dieron todo el valor marítimo y militar del punto, lo rodearon de muros robustos, que los moros fortalecieron más y más cuando se apoderaron de ella y tras los cuales se refugiaron cuando los portugueses emprendieron su conquista.

  • La Época, viernes 10 de mayo de 1895

Además [de los restos de jefes y oiciales] se depositaron en el monumento [levantado en la plaza de África] los restos de soldados que pudieron encontrarse en el antiguo cementerio establecido en Ceuta la Vieja

  • Manuel TELLO AMONDAREYN, Ceuta, llave principal del Estrecho, 4a ed, Málaga, Ceuta, Algazara, Instituto de Estudios Ceutíes, 1994, p. 63-65 (la

    1a ed. es de 1896)

Existe también entre los naturales de Ceuta la creencia arraigada de que las ruinas del campo exterior, conocidas vulgarmente por Ceuta la vieja, corresponden a la época y construcción romana. Tanto su denominación como su arquitectura proceden, más que de una verdad histórica, del común sentir de la gente ruda, que suele calicar de tal modo los restos antiguos próximos a las ciudades modernas [...]

Una simple inspección convence de que los restos de Ceuta la vieja no son romanos: para persuadirse de que pertenece a la primera arquitectura árabe, sin rastro ni huella de otra alguna, no hay más que ver sus torreones almenados y cuadrangulares, y los murallones de tapial, típicos de la construcción arábiga.

El Sr. Lafuente Alcántara, que deiende esta opinión, cree que aquellas ruinas son de alguna fortaleza o castillo moru- no, levantado tal vez en el siglo XIII, época en la cual tuvo Ceuta señores independientes; pero esta opinión contradíce- la el geógrafo conocido por El Idrisi, nacido en aquella ciudad a principios del siglo XII, y la niegan también, aunque no con pruebas concluyentes, otros eruditos modernos.

  • África : periódico semanal de las posesiones españolas Año XI Número 608 - 1897 Agosto 28

Ceuta la Vieja

A dos leguas de la falda de Sierra Bullones y como a una escasa de la plaza de Ceuta existen unos derruidos murallones ennegrecidos por la acción del tiempo, conocidos por los habitantes de la comarca con el nombre de Ceuta la Vieja.

Muchas son las leyendas que sobre estos vestigios de antiquísimas murallas el vulgo ha propalado, sin que hasta hoy haya nada cierto, ni nadie posea un dato histórico de lo que fue en los siglos pasados el lugar que sirve de epígrafe a estas líneas.

Ha habido no pocas discusiones en diferente épocas, porque muchos han creído encontrar en los restos existentes ya la mano deobra Fenicia ya la Romana, sobre estos dos puntos ha divagado la común creencia de los ininitos viajeros como [sic] han recorrido aquellos lugares.

En la forma de sus arcos y mucho más por los preciosos mosaicos encontrados en las excavaciones hace poco practicadas con ocasión de formar los cimientos de una grandiosa batería se puede airmar en la seguridad de no equivocarse que las ruinas que nos ocupan son de una antiquísima población árabe que desapareció como otras muchas en las revoluciones e incendios de las continuas guerras civiles como han asolado en todo los siglos los fértiles y encantadores campos del Moghreb.

Cuantas veces he pasado por aquellos solitarios lugares ha surgido en mi pensamiento el deseo de inquirir algo que alcance el misterio en que se encuentra envuelta la historia de este pueblo.

Muchas tardes cuando el sol ha comenzado a medir su luminoso disco en las oscuras aguas del Estrecho, dando un paseo, me he acercado a Ceuta la Vieja, creyendo encontrar un dato que de un rayo de luz y disipe las espesas tinieblas que rodean su pasado; pero nada, recorro su gran extensión por entre montones de pedazos de las ediicaciones que fueron, ija la vista en aquellos torreones que quizás guarden con su silencio sepulcral, hechos memorables, sangrientos combates o crímenes horrendos.

Quizás dentro del recinto de aquellas murallas que todavía resisten las inclemencias de ininitos años, diera albergue a un pueblo feliz.

¡Quién lo sabe!

Es posible que en aquellos campos que vemos cubiertos de doradas espigas, debido al trabajo del pobre colono español, se regarancien veces con sangre en las luchas continuas de aquella raza árabe que llegó al cénit del engrandecimiento.

En Ceuta la Vieja, el espíritu vuela apartándose de la actualidad, profundiza el pasado y reconstruye sus ruinas en cuanto se imagina que debió ser; por esto, cuando en mis excursiones llego a pisar aquellos sitios que atestiguan la pujanza de una generación que pasó a la nada siento el alma sobrecogerse al considerar que quizás profane con mi atrevida planta los restos ilustres de grandes hombres cubiertos por delgadas fajas de tierra.

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