Al-Manṣüra
Capítulo 5
Cuando el Āfrāg era Ceuta la Vieja.
I. Entre la leyenda y la historia
A inales del siglo XIX encontramos en la prensa local numerosas referencias al Āfrāg, la fortaleza mariní que los ceutíes denominaban Ceuta la Vieja. Su estado semi-ruinoso, cuyo aspecto de antigüedad acrecentaba su fábrica de adobe, había hecho pensar en remotas autorías a eruditos y periodistas (BPCE, 1897), que la hacían obra de fenicios y romanos (BNE, 1893, P. 551). Naturalmente, hubo quienes ya entonces lo rebatieron (LAFUENTE, 1862, p. 6; ROS, 1912, cap. 14) aunque reconociendo que en sus excavaciones se habían encontrado monedas antiguas en los malecones (ROMERO, 1934, p. 294), lo que conirman algunas notas de Antonio Ramos y Espinosa de los Monteros (SUREDA, 1925, p. 26-7).
II. Antecedentes hasta el siglo XIX
Carlos Posac Mon, en su introducción a la edición de la Historia de Ceuta de Alejandro Correa de Franca, escribía:
A comienzos del siglo XIV Ceuta estaba en manos de los nazaritas granadinos. Trató de recuperarla el Sultán merinida Abu Ertab –en realidad se llamaba Abu al-Rabi Sulayman– y levantó frente a ella un recinto amurallado que los portugueses llamarían la Arcila y en tiempos de Correa de Franca, como hoy, se conocería como Ceuta la Vieja. Con la ayuda de Jaime II de Aragón, el soberano merinida conquistó la ciudad en 1310. Señalemos que ese recinto no se construyó hasta 1328 durante el mandato de Abu Said y se le puso el nombre de al Āfrāg. (CORREA, 1999, p. 15)
Y Correa de Franca lo contaba así:
125. Abu Ertab, desembarazado de las discordias de su reino, con poderoso exército vino sobre Ceuta, año de 1307, cuia expugnación se le imposibilitaba por los abundantes frecuentes socorros con que los granadinos la provehían. Y porque éstos se desengañasen que, por tierra, de la plaza en su vida no se havía de apartar, mandó que en su immediación las murallas de Arzila (y en el presente tiempo con error Ceuta la Vieja) se fabricasen para, en todo tiempo y caso necesario, dentro de ellas poderse encerrar. Los granadinos desde Ceuta, viendo levantar esta obra, en competencia hicieron trabajar las murallas al oriente, que llaman Castillo de la Almina, dando a entender a los sitiadores que, en caso que la ciudad lleguen a perder, tendrán acojida dentro de aquellos muros.
126. Desesperado Ertab por verse detenido tres años sobre Ceuta, pidió a don Jaime segundo de Aragón le aiudase en esta empresa y, embiándole a Gisberto, conde de Castellón, con sus galeras, combatieron a Ceuta por mar los aragoneses y por tierra los mahometanos, ganándola por fuerza de asaltos a in de jullio de 1310, recogiendo los aragoneses muchos y ricos despojos, como antes se havía capitulado, y Ertab se quedó con el castillo y ciudad, que hizo reparar y que a ella bolviesen mercaderes y nobleza y lo demás necesario para que tubiese el maior lustre. (CORREA, 1999, p. 104)
Razón tenía Carlos Posac al decir que, junto a los nombres de Arcila o Aljazira –que le dieron los portugueses–, o Ceuta la Vieja –como la llamaron luego los castellanos– la gente de las cabilas cercanas la conocían como la Casba del Āfrāg, tal y como acreditaban los intérpretes de los gobernadores de Ceuta del siglo XVIII, y igura en las cartas de quienes detentaron el mando como Diego María Osorio (1763-1766) o de Domingo Joaquín de Salcedo (1770-1783). (ARRIBAS Y LOURIDO, 1982-3, p. 227 y 231)
En 1415 D. Juan I, después de tomada la Villa de afuera (ZURARA, 1992, p. 242-3), hizo donación de los pazos de Aljazira en Ceuta a su hijo D. Alfonso, Conde de Barcelos (ACEVEDO, 1915, 446-7), quien suponemos obtendría de ellos riquezas como las que Zurara airma haber obtenido del alcázar y que se encuentran en palacios y conventos lusos (GOZALBES, 1988, p. 53-4).
El Dr. Pavón Maldonado (PAVÓN, 1970, P.72), airmaba que el Āfrāg debió llegar al siglo XV prácticamente completo, lo que viene a refrendarse en los grabados del Civitatis Orbis Terrarum o de la carta Africae Nova Descriptio (GORDILLO, 1972 p. 180 y 183), en los cuales vemos la fortiicación cerrada, con dos murallas concéntricas y una torre vigía. El Dr. Vallvé Bermejo, traduciendo a Al-Ansari decía que poseía tres puertas y varias ediicaciones, entre las que destaca una zawiya con un patio espacioso y numerosas estancias, así como uno de los mejores minaretes de la población (VALLVÉ, 1962, p. 32-33).
Aquella fortaleza no dejó de ser un problema para las fortiicaciones ceutíes desde la conquista. Así, en 1549 el rey Juan III mandó demoler parte de ella (GOZALBES, 1978, p. 57) aunque ello no fue suiciente para que dejara de ser utilizada como punto de apoyo para atacar la ciudad. El mismo Correa da Franca nos ofrece varios ejemplos de ello:
405. Se hallava el xarife Hamet, en 23 de abril del mesmo año [1578], dentro de las murallas de Algecila, no lejos de las de Ceuta. Y don Manuel de Meneses, con la noticia de que Mulei Moluco, enemigo del xarife Hamet, le venía a encontrar, propúsolo en iunta y se determinó se aumentasen cien soldados a esta guarnición y que el xarife se recogiese al rebellín, respecto que el rei tenía prevenido se tubiese cuenta con su persona y se le diese aiuda porque no se viese en algún trabajo. Se advierte que las murallas, que al presente se llaman de Arcila y Ceuta la Vieja, en aquel tiempo se conocían por Algecila y que el rebellín no es el de la Almina sino el parage donde aora está la galería de nuestra derecha.
Nuestro governador solicitó con empeño salir de Ceuta por serbir y acompañar a su rei en la iornada de Alcázar, de que ya sin alguna duda se hablava, y vino a relevarle don Dionisio Pereira. (CORREA, 1999, p. 191)
O en el parágrafo 488:
En 7 de maio de 1629, Iorge de Mendoza, siendo su adalid Sebastián de Andrade Simoins, del número 479, salió con idea de ocupar los campos de Gomes de Oporto y allí recoger forrages y leña. Con vn atalaia hizo descubrir el peligroso parage de la Arcila; y los moros, por empeñar a los christianos, salieron solamente con pequeña partida de caballos sobre él, que a carrera les escapó al arroyo del Puente. El adalid, con los suios, le socorrió con toda diligencia y encontró delante vn Nicazis a quien con el primer bote de lanza sacó de la silla y puso en tierra, herido, haciendo huir a sus compañeros cargándolos hasta la Arcila. (CORREA, 1999, p. 224)
El Āfrāg también sirvió de campamento y lugar de organización de tropas a la guarnición local, como cuando el marqués de Lede montó en ella su campamento en 1720-1721 (BNE, 1720, doc. 12) y, a pesar de lo que pueda pensarse, desde entonces no sufrió graves demoliciones, lo cual puede apreciarse en los planos de mediados del siglo XVIII (VILAR, 2002, p. 284-5). Más tarde, estará siempre dentro de los límites pretendidos para la Plaza (ARRIBAS Y LOURIDO, 1982-83, P. 198).
Precisamente algunos de los documentos sobre las negociaciones de límites de 1766 nos dan informaciones preciosas sobre su uso, tal como la localización en su recinto de las casas del alcaide Alí y chozas de los soldados negros del ejército marroquí, lo que como Arribas y Lourido señalaban, coincide con el plano de Luis Huet del Archivo General de Simancas que incluyen en su artículo, como también lo hace Vilar en la cita antes marcada. Finalmente, en 1782, como ya apuntábamos, quedaría dentro de los nuevos límites ampliados por el sultán.
III. Dentro del campo de inluencia
El tratado de límites de 1782, conirmado por el de 1799 de Paz, Amistad, Comercio y Pesca, dió cierta tranquilidad a la Plaza, dejando la línea que iba por el arroyo de Fez como demarcación del espacio dedicado al forraje, leña y ganadería, y en el cual se encontraba el Āfrāg. Estos límites fueron de nuevo puestos en duda en 1803, aunque luego ratiicados, lo que no evitaba pequeños conlictos (GARCÍA FRANCO, 1988, p. 49).
Tal es así que en 1811 se habilitó un cementerio si no en su interior, incluso por delante -los documentos hablan de un lugar entre el cementerio musulmán y el arroyo del Flamenco por encima de la playa de San Antonio- para las víctimas del hospital de plaza de Armas que había sido trasladado de Algeciras (AGCE-FA, 1811).
Sin embargo, años después se repetirán los ataques a los límites de Ceuta, siendo los más importantes los de 1828, dando lugar a copiosa correspondencia entre las autoridades de uno y otro país, a los que habría que sumar el asesinato, en 1837, del concejal ceutí José Valverde (GÓMEZ, 2009, p. 139).
En 1844 hubo serios temores de la población ante el rumor de que las cabilas vecinas pretendían formar una población en el Āfrāg (BNE, 1844, p. 3), lo que sumado a la muerte violenta del agente consular de España en Mazagán, Víctor Darmón, ese mismo año, dio lugar a conversaciones que desembocaron en la irma del Acta de ejecución del acuerdo de 25 de agosto de 1844 (BÉCKER, 1918, p. 39-40). De ese modo, se volvía a demarcar la línea fronteriza, que se culminó con la irma del Convenio de Larache de 1845.
Como es sabido, esta línea sería violada en 1859, dando lugar a la llamada Guerra de África o de Tetuán. Anteriormente, en 1855, se va a proyectar un sistema defensivo para la línea trazada, defendida con cuatro fortiicaciones en el Morro, Otero, Terrones y la antigua Torre del Vicario (ARNAIZ, 2008-2009, P.29-28). Sin entrar a discutir si se construyeron todos o no, ni tampoco cuando, es lo cierto que una fortiicación se hace en el interior de la vieja alcazaba, en lo que conocemos como Terrones y es la que igura en las fotografías de la Compañía Wilson de 1870 (GARÓFANO, 2002, p. 45).
IV. La Guerra de África y Ceuta la Vieja
El conlicto hispano-marroquí de 1859 por los límites de Ceuta va a dar lugar a una serie de combates, en los primeros momentos, en el mismo Āfrāg. Con- cretamente, nos referimos a los sucesos de septiembre a noviembre de 1859. Terminada la Guerra y irmado el Acuerdo de Wad Ras, el recinto queda dentro de los nuevos límites de Ceuta.
El Āfrāg llama la atención, desde un primer momento, de escritores y periodistas, pero quizá alguna de las observaciones más interesantes sean las que encontramos en la obra de Lafuente Alcántara, quien reconoce al pie de sus murallas enterramientos modernos de judíos (LAFUENTE, 1862, p. 7), que confirman la ubicación del cementerio de quienes, a pesar de las prohibiciones legales, comerciaban y residían en Ceuta desde comienzos del siglo XIX, tras su expulsión a comienzos de la centuria anterior (MÍGUEZ Y MARTÍNEZ, 1976, p. 45-53).
Con posterioridad al Acuerdo de Paz se plantea qué hacer con las nuevas tierras adquiridas. A pesar de la dificultad que ofrece la vigilancia de los nuevos límites y la lenta conversión de las fortificaciones de campaña en estables, es lo cierto que la ciudad sueña con esos terrenos para ampliar no sólo su espacio, sino también sus posibilidades de crecimiento económico, agrícola, comercial e industrial.
Algo que parece haberse olvidado es la designación de un espacio, en la parte alta del recinto, denominado Terrones, para enterramiento de las víctimas de la Guerra, en especial de los coléricos, cuyo paso por la población hasta el cementerio general de Santa Catalina preocupaba a las autoridades (GÓMEZ, 2011, P. 230-1). El nombrado fosario de Terrones no pasó de un carnero, con escasos signos e inscripciones de quienes fueron sepultados en él.
En 1885 se quejaba ya el periódico local El Eco de Ceuta de cómo la enorme fosa excavada entonces fue rodeada de un cercado y cómo unas obras que se hacían en el entorno del fuerte de Terrones amenazaban con borrar toda huella de su existencia. Incluso solicitaba la construcción de un monumento al que pudieran ser trasladados, pidiendo el mismo interés que habían tenido para levantar el monumento funerario al jefe de Estado Mayor Ramón Jáudenes y Álvarez (BPCE, 1885 p. 1-2). Diez años más tarde, los restos de algunos militares sepultados en el cementerio de Santa Catalina fueron trasladados al mausoleo levantado en el centro de la plaza de África (ÁLVAREZ, 2004, p.153-176). Nadie se acordó de quienes estaban en el cementerio de Tetuán, se lamentaba García Figueras (GARCÍA FIGUERAS, 1961, p. 262), pero tampoco de quienes reposaban en el fosario de Terrones, a pesar de que sobre la pertinencia de hacerlo se hubiera escrito en la prensa años atrás (BNE, 1890)
V. La colonización del Campo Exterior
El capitán de Ingenieros y arquitecto municipal, José Madrid y Ruiz, ha sido quien mejor ha estudiado el proceso de parcelación y colonización del Campo Exterior de Ceuta (CGCE, 1900), en una memoria que parcialmente mecanografiada, sin firma, circulaba por diferentes archivos particulares y oficiales, como el propio Archivo General de Ceuta.
Según sus indagaciones, la primera petición de colonización del Campo Exterior la hace Pedro Jorgas y Puig, residente en Bagas, Gerona, a la vista de la R.O. de 23 de abril de 1861 por la que se proponían las reglas para hacerse el reparto. La petición fue rechazada pero a partir de ese momento el Gobierno encarga estudios para la parcelación y reparto del terreno a la Comandancia de Ingenieros de Ceuta, que los irá haciendo en los años sucesivos.
Sin embargo, la corona no se dio mucha prisa en poner en marcha el proyecto, promulgándose la disposición más importante el 25 de septiembre de 1867, concediéndose en enfiteusis durante cinco años los terrenos del Campo Exterior para la colonización y cultivo y pasado este tiempo, previo pago de un canon, se cedía en propiedad a los usufructuarios. Esta real orden fue ratificada en igual sentido de concesión en propiedad por otras de 9 de enero y 6 de febrero de 1868 (MECA, 1933) con las normas para su adquisición, y posteriormente en las de 1869 y 1878.
Estos datos, obtenidos de las fichas de Antonio Ramos y Espinosa de los Monteros y de Rafael Orozco García, que conservamos en nuestro archivo personal, coinciden plenamente con lo que hemos podido leer en la Memoria de José Madrid y otros documentos. Es más, contamos con una serie de copias de instancias de vecinos que debió remitir el Ayuntamiento a la Comandancia General y todas ellas comienzan precisamente a partir de febrero de 1868.
VI. La primera concesión de Ceuta la Vieja
El parcelario surgido del reparto de tierras realizado en 1868 y publicado por Antonio Ramos y Espinosa de los Monteros (RAMOS, 1903, 194-5) muestra como prácticamente todo el recinto del Āfrāg correspondió a Ramón Barceló Barranco, quedando la parte baja en la que luego se construyó Villa Jovita, como Huerta de la Guarnición, y la parcela que corresponde con el denominado Arroyo del Puente a Luis Barceló Barranco.
Ramón y Luis Barceló Barranco eran dos ceutíes, cuyo tercer abuelo había llegado a Ceuta a comienzos del siglo XVIII, con su esposa y un hijo de un año de edad. Como otros miembros de la familia pertenecieron a la Compañía de Mar de Ceuta y cuando se declara la Guerra, Ramón, que había dejado de prestar servicios en ella, estaba dedicado a comerciar con su falucho, ejerciendo de trujimán gracias a su dominio del árabe y a comerciar con Marruecos (GÓMEZ, 2008).
Ruiz Orsatti cuenta en uno de sus artículos que sus servicios no fueron despreciados por el Alto Estado Mayor español y confirma la tradición oral de que cuando el 6 de febrero de 1860 entró por la puerta de la Reina el general O’Donnell, llevaba delante, como guía, a Ramón (AJLGB, 1941).
Lo que podría ser una leyenda se confirma con la petición de tierras que daría lugar a la concesión de Ceuta la Vieja, en octubre de 1867, al declarar: “que por el espacio de veinte años ha militado en la Compañía de Mar de esta Dotación y como así mismo habiendo sido reclamado por el Excmo. Sr. Auditor de Guerra D.Eusebio Morales Puidebán, fue nombrado por el Excmo. Sr.General en Jefe del Ejército que pasó a hacer la guerra al Imperio Marroquí, guía práctico suyo; y además haber sido conductor por mar de los confidentes del Ejército...”(AIM-CGCE,1867-1879)
Sin duda los servicios de su hermano Luis Barceló fueron más modestos, dentro de la Compañía de Mar de Ceuta y equivalentes a los de otros compañeros, pero fueron igualmente recompensados con una importante parcela en el Arroyo del Rivero del Puente. La copia de la instancia es del siguiente tenor(AJLGB, 1868):
“Alcaldía Constitucional de Ceuta.- Tengo el honor de remitir a V.E. la adjunta instancia que eleva a S.M. el vecino Luis Barceló Barranco solicitando la concesión de cinco fanegas de tierra del campo exterior con el in de cultivarlas; y en su virtud, debo manifestar a V.E. que este individuo reúne la circunstancia de ser natural de esta ciudad, licenciado del Ejército como Soldado de la Compañía de Mar de esta dotación con buenas notas, habiendo concurrido a varias funciones de guerra preliminares de la Campaña de África, obteniendo por ello la medalla y declarársele benemérito de la Patria, según lo justifica debidamente; y aunque no cuenta con bienes algunos, ha manifestado que se haya dispuesto a labrar por sí mismo dicha tierra y con los recursos que adquirirá al efecto, llenando las condiciones impuestas en la Real Orden de 6 de febrero anterior.- Dios &a. Ceuta 4 marzo 1868.”
En referencia a estas dos concesiones en concreto habría que decir también que, a nuestro entender, se ven beneficiadas por la obtención a partir de la Guerra de África, por Ramón Barceló Barranco y su cuñado, Antonio Arrabal Álvarez, de la obtención de las contratas de suministro de carnes a la población. Unas contratas que iban en paralelo a las obtenidas para el suministro del Ejército y que se beneficiaban de las disposiciones de reducción de aranceles acordadas tras la contienda.
Concretamente la contrata de la carne para el Ejército se debe producir en el mismo año 1860, a lo que se referirían las continuas observaciones sobre que algunos arrendatarios habían trabajado en las tierras desde 1860 (BNE, 1914 a), mientras que la municipal debió hacerse en 1861-2 –no existen las actas de ese período-. Una breve experiencia de libertad comercial, mal llevada por el Ayuntamiento deja sin efecto el contrato en 1863, para renovarse, a nombre de Antonio Arrabal Álvarez, en concurso público, en diciembre de ese mismo año (AGCE-A, 1863).
La inca se convierte entonces en el lugar de reunión y cría de las cabezas de ganado que venían tanto de Marruecos como de la Península –estas últimas desembarcadas en la playa de Benítez- durante prácticamente dos décadas, sin perjuicio de labores de agricultura y otros comercios.
Los traslados de reses hasta el matadero, en el centro de la población, darán lugar a problemas de orden público, pero también en ocasiones formarán parte de los festejos locales, como demuestra el primer programa conservado de 1874.
VII. La casa fuerte de Terrones
Como hemos apuntado anteriormente, en 1855 se plantea una nueva línea de fortificación, por delante de la que formaban el foso seco que circunvalaban las lunetas de San Luis, la Reina y San Felipe, así como las pequeñas fortificaciones a derecha e izquierda del frente.
La línea debía estar formada por cuatro fuertes a levantarse en el Morro, el Otero, Terrones y las inmediaciones de la torre del Vicario y, en nuestra opinión, no se construyeron todos.
Concretamente, del de Terrones, existe un proyecto de 1865 de Pedro de Eguía y José de Ramón Carbonell, reformado por otro de Federico Mendicuti y Surga de 1867 (GÓMEZ, BRAVO Y BELLVER, 2005). Es muy posible que durante la construcción se adaptase aún más a las posibilidades económicas del Ministerio, pero también es lo cierto que en 1872 una casa-fuerte, más o menos permanente, existe en Terrones y es la que se va a dar como primer acuartelamiento de la Policía Rural de Ceuta creada a petición del gobernador José Orive y Sanz, cuyo reglamento aprobaría el Ayuntamiento ese mismo año (AGCE-A 1872). Lo que no podemos asegurar es de que se trate de la Casa-fuerte que fue atacada el 7 de noviembre de 1859 (BNE, 1909), pero se nos antoja más acertado identificarla con una construcción previa a hacerlo con la denominada Caseta de la Sangre.
La edificación podemos reconocerla con la imagen ya mencionada de Wilson que ofrece Rafael Garófano en uno de sus estudios (GARÓFANO, 2002, p.45), propiedad del arzobispado de Tánger, y que como el grupo al que pertenece, ha sido datada posteriormente por él mismo hacia 1868-1871, atribuyéndose a John H. Mann (GARÓFANO, 2005, p. 54).
VIII. La inca de Ceuta la Vieja
Concedida la parcela de diez fanegas –64.110 metros cuadrados- a Ramón Barceló Barranco, el 2 de febrero de 1868, la pone en producción tanto para labores agrícolas como ganaderas. Para acoger a los trabajadores, aperos de labranza, semillas y otras necesidades construye una barraca de palmas, que se incendió en 26 de octubre del mismo año, lo que le lleva a pedir permiso para construir una barraca de adobe cubierta a teja vana, con arreglo a un proyecto que le sería aprobado por la Comandancia General (AIM-CGCE, 1867-79).
Es difícil seguir la construcción de otras instalaciones en la parcela, pero lo que queda claro es que José Madrid en su informe de 1900 afirma que en la propiedad existían dos casas –una de 2 x 4’10 y otra de 19 x 5’80- , así como dos corrales –de 8’10 x 4’10 y otro de 4’80 x 3’60- adosados a las murallas, no constando en la Comandancia General autorización para otra cosa que no fuera la barraca mencionada y dos chozas de ramaje permanente, una corraleta para cerdos y un sombrajo temporal en distintas fechas del año 1897 (CGCE, 1900).
Estas construcciones, levantadas alrededor de comienzos de la década de los 80 existieron hasta mediados del siglo XX en que las tierras fueron expropiadas a los hermanos Arrabal Martos.
IX. La transferencia de parcelas a Antonio Arrabal Álvarez
En la ciudad del siglo XIX, el conocimiento del entramado de relaciones familiares se hace imprescindible para conocer el funcionamiento de determinadas actividades patrimoniales y empresariales. Así es necesario saber que Antonio Arrabal Álvarez estaba casado con Ramona Martos Sierra y Ramón Barceló Barranco con Josefa Martos Sierra, ambas hermanas. Además, Luis Barceló Barranco lo estaba con Juana Moreno Arrabal, siendo su madre, Josefa Arrabal Díaz, hermana de Antonio Arrabal Díaz, padre de Antonio Arrabal Álvarez. El matrimonio Barceló Martos no tuvo hijos y siendo voluntad que sus bienes pasaran a sus sobrinos, Arrabal-Martos, a pesar de no haber testamento, se respetó su voluntad con las renuncias en su favor de los hermanos Barceló-Moreno. Lazos familiares, intereses comunes, propiedades contiguas... Todo ello explica cómo todos estos terrenos van pasando a las manos de Antonio Arrabal Álvarez y sus hijos, ante la renuncia de sus familiares. Luis Barceló Barranco renunció a las 4 fanegas que formaban la parcela 18 el 22 de junio de 1873, en favor de Antonio Arrabal Álvarez. Este último renunció a las 6 fanegas de la parcela 11 en favor de Aurelio Rivero Pérez el 30 de agosto de 1893, mientras que la parcela 19, la cedió a Antonio Arrabal el 5 de agosto de 1873 (CGCE, 1900).
Todas estas legalizaciones, realizadas con la conformidad de la Comandancia General, tuvieron sus problemas posteriores, como demuestra la nueva renuncia a cuatro fanegas en Piniés, de Ramón Barceló Barranco que hizo en su nombre su sobrino, Ramón Barceló Moreno, el 31 de octubre de 1898 (AIM-CGCE, 1867-79).
X. Ceuta la Vieja: Objetivo artillero
A inales del año 1902 tuvo lugar en Ceuta una Escuela Práctica de Artillería, dentro de los planes de formación de la Escuela Central de Tiro. La misma despertó gran atención entre los medios de comunicación, destacando corresponsales entre los cuales estuvo el ceutí Clodoaldo Piñal (GÓMEZ, 2012), colaborador entonces del periódico La Correspondencia Militar.
Componían la Escuela siete ejercicios de tiro, siendo el séptimo el que tendría que hacer la batería “Puerto del Renegado” contra una defensa emplazada en la posición “Ceuta la Vieja”. El entonces capitán de Ingenieros Emilio Luna hizo la reseña de estos ejercicios (LUNA, 1902), sin evitar la crítica de los efectos que el tiro había tenido en la batería y sus inmediaciones. Esas críticas despertaron las protestas de los artilleros, obligando al Memorial de Ingenieros a explicar su postura, creyendo que dichos efectos eran producto de haberse reaprovechado objetivos ya construidos y no levantados ex profeso (MEMORIAL, 1903).
Sin que quede muy claro si aquellos ejercicios dañaron o no las murallas, es lo cierto que no debía ser dicha elección de objetivo muy del agrado de los concesionarios, por más que la batería se encontrara dentro de la parcela. Sin embargo, tampoco hemos de olvidar que el R.D. de 25 de junio de 1902 había reforzado la posición de Guerra en el dominio de todas las propiedades a su cargo (MECA, 1933), como lo eran estas.
Pero es llamativo que este episodio artillero que, sin duda, era sentido como elemento de presión cuando no de acoso, en la lucha por la legitimación de la concesión, no fue único, pues en mayo de 1912, La Correspondencia de España daba la siguiente noticia:
Ensayos de granadas rompedoras.
Las baterías de montaña y las de campaña, dotadas de cañones Schneider de 75 milímetros, pertenecientes al regimiento mixto de Artillería que manda el marqués de Casablanca, efectúan, por primera vez en esta plaza, ensayos de tiro con granadas rompedoras cargadas de trilita, modelo del general, recientemente ascendido, Sr. Aranaz.
Los disparos se dirigen sobre ruinas situadas en el Campo Exterior, y numeroso público presencia las prácticas de tiro, para apreciar los efectos destructores de estos proyectiles.
A estos episodios de 1912 parecen corresponder algunas fotografías que conservamos y que muestran un alarmante deterioro de algunos lienzos del Āfrāg, así como excavaciones hechas que no parecen ser debidas al uso agrícola de la inca.
La campaña de 1913
Existe la errónea creencia de que la ocupación pacífica de Tetuán, en febrero de 1913, fue la tónica en los primeros momentos de la instauración del Protectorado en la Zona. Es más, parecen haberse olvidado los muchos hechos de armas que acontecieron entre Ceuta y Tetuán durante el año 1913 y el siguiente lustro.
La prensa española ofrece numerosos episodios de ataques y secuestros en las incas del Campo Exterior (BNE, 1913 a y 1914 b), que produjeron el miedo de barriadas como la entonces llamada de Buenos Aires, en el Príncipe Alfonso (BNE, 1913 b), o la petición de los colonos de poder refugiar dentro de murado sus familias y ganados (BNE, 1913 c).
Todos los propietarios de tierras en el Campo Exterior tomaron sus medidas, muchos de ellos abandonaron sus tierras y otros enviaron a sus familias a la ciudad. Los hermanos Arrabal Martos que se habían visto sacudidos por la muerte, a las afueras de Tetuán, de su hermano Baldomero, días antes de la ocupación de Tetuán, también tomaron las suyas, entre ellas, la reparación de cercas, reforzamiento de puertas y ventanas y el tapiado de la puerta de Fez.
XI. La larga lucha por la legitimación
Las concesiones de tierras en favor de diferentes personas, con la condición de que fueran trabajados por ellos mismos era imposible de cumplir treinta años después de producidas, es decir, a finales del siglo XIX. Las reclamaciones para la sucesión en los derechos a las tierras eran constantes y a ello obedeció el estudio realizado por el ingeniero militar José Madrid Ruiz.
No obstante, hay que decir que el tema de la propiedad de los terrenos otorgados en enfiteusis en los campos exteriores de Ceuta y Melilla no era nuevo en los debates políticos y africanistas, como demuestra la queja que Eduardo Saavedra hizo en el célebre Mitin de la Alhambra de 1884 (BNE, 1935).
A la llegada a Ceuta del general Felipe Alfau, en 1910, las reivindicaciones de los usufructuarios encontraron en él un buen interlocutor, aunque algunas empresas con capacidad de presión en el Gobierno consiguieron –por R.D. de 2 de junio de 1911- la capacidad de otorgársele “el terreno de dominio público que a juicio de las autoridades competentes sea necesario para la implantación, emplazamiento y sostén de almacenes generales de comercio y estaciones carboníferas” lo que era un claro peligro para sus intereses.
El 22 de diciembre de 1911 se emitía una Real Orden que permitía la revisión del estado de las concesiones y la reversión de un determinado número de ellas al Estado. Las amenazas habían pasado a mayores y, para colmo, la R.O. de 2 de febrero de 1912 permitía a las empresas afectas al gobierno su elección (AJLGB, 1914 a).
En paralelo, se promulgó la Ley de 15 de julio de 1912 autorizando al Ministerio de la Guerra para vender en pública subasta y en parcelas los terrenos del Llano de las Damas, en principio para levantar casas baratas (TRUJILO, 1918), pero pronto se vio que los intereses eran muy otros.
Lo que estaba en marcha era, todo hay que decirlo, una paulatina toma de posiciones de intereses comerciales para el inminente inicio del Protectorado en Marruecos, que oficialmente iba a tener su principio con la toma de Tetuán por el general Alfau el 20 de febrero de 1913.
Meses más tarde, el 15 de enero de 1913, es herido en los campos de Tetuán Baldomero Arrabal Martos, quien fallece días después dejando viuda y tres hijos de corta edad. Será precisamente su viuda, Isabel Cabezas Martos, que para mayor abundamiento era hija de Antonio Cabezas González y de Josefa Manuela Martos Sierra, hermana de Ramona y de Josefa Martos Sierra, quien se ponga al frente desde entonces de las gestiones por la consecución de la propiedad.
El manifiesto que hace la familia Arrabal en 1914, sin duda redactado por el auditor de guerra José Encina Candebat, llega a instituciones locales y nacionales, despertando el interés de los políticos. Los suscriptores del escrito exponen su situación, proveniente de la R.O. de 25 de septiembre de 1867 y sus temores a que respaldados en que aquella disposición preveía la expropiación sin derecho a indemnización por motivos de guerra, que esa prevención se retorciera en favor de intereses de empresas más poderosas que los colonos locales. El escrito llega a utilizar el heroísmo del teniente Arrabal y los perjuicios que sufrirían sus hijos en tal situación.
En 1914 el diputado por el distrito de Algeciras y Ceuta, José Luis de Torres Beleña lleva al Congreso los argumentos de los concesionarios ceutíes, y en especial, la situación de la familia Arrabal. En sus discursos, publicados en un folleto (AJLGB 1914 b) se recuerda la dedicación familiar a estas tierras durante dos generaciones, que eran su principal medio de vida, así como la muerte heroica de Baldomero Arrabal. En el debate, el ministro de Fomento, Francisco Javier Ugarte nos revela que los intereses a los que se refieren en el manifiesto son los de Trinidad Rius y Torres, en una primera concesión para levantar depósitos de comercio y carbones del puerto, y la voluntad del Gobierno de respetar los intereses de los usufructuarios. Sobre este tema y su enfrentamiento con el Ayuntamiento ha escrito José Antonio Alarcón (ALARCÓN, 2007, p. 99).
Durante los siguientes años, las peticiones de los usufructuarios se topan con un muro, tanto con el Gobierno como con el Ministerio de la Guerra. En 1915 el Ayuntamiento interpone una demanda contra la R.O. de 24 de mayo de 1915 ante el Tribunal Supremo, que defiende el letrado José Luis de Torres, pero sobre la que se recibe declaración de incompetencia en 1918 (AGCE-A, 1918). Ese mismo año, uno de los temas elegidos para los Juegos Florales de 1918 fue “Formas de adquirir y consolidar la propiedad en el Campo Exterior de Ceuta”, que fue ganado por el abogado local Diego Trujillo González (TRUJILLO, 1918). Al tiempo, la sociedad Melillense se había movilizado también buscando la legitimación de sus terrenos, con el mismo resultado (BNE, 1919).
Curiosamente, el Estado sigue concediendo terrenos en propiedad a determinados empresarios, sin duda con el propósito de impulsar la economía local, pero produciendo al tiempo la indignación de muchos. Eso ocurrió con la concesión de la parcela 196 a Enrique de Ibarrola en noviembre de 1920 (GM, 1920).
En 1921 se abrió una puerta a la esperanza cuando el gobierno de Manuel Allende Salazar aprobó un proyecto de Ley regulando el estado jurídico de los terrenos del Campo Exterior en Ceuta y Melilla (BNE, 1921), dando un paso adelante el de su sucesor, Antonio Maura, con una propuesta de la Liga del Impuesto único para que se cumpliera la Ley de 1887, autorizando al Ministerio de la Guerra a enajenar los terrenos en base a lo decretado el 21 de agosto de 1904 (BNE, 1922 a).
Pero como siempre, lo que hoy se tejía, mañana se destejía, y así, en el mes de abril de 1922 se vierte un nuevo jarro de agua fría sobre los propietarios, al negarle el Congreso legitimidad al Ministerio de la Guerra, no sólo para enajenarlos ahora, sino para haber ejecutado todo lo hecho desde 1867 (BNE, 1922, b).
El 24 de julio de 1922, la prensa española se hacía eco de la satisfacción que había causado en Ceuta y Melilla “el dictamen de la Comisión mixta legislativa determinando el régimen jurídico que concede la propiedad a los colonos del Campo Exterior que tenían terrenos desde la campaña de 1860 en usufructo solamente” presentándolo como la última traba que impedía el desarrollo de la riqueza agrícola e industrial (BNE, 1922 c).
El asunto llena los editoriales de la prensa destacando las colaboraciones sobre El régimen jurídico del Campo Exterior de Ceuta, durante los meses de julio y agosto de 1922, escritas por Hipólito G. Rebollar en el semanario España (BNE, 1922d). Y, por in, se promulga una Ley autorizando al ministro de Hacienda para legitimar concesiones de terrenos para edificar, sitos en Ceuta y Melilla; las concesiones de terreno para cultivo que se hallen ya en producción; autorizándole también para ceder al Ayuntamiento de Ceuta y al que se constituya en Melilla los terrenos del Estado comprendidos en los planos de urbanización (GM, 1922).
Sin embargo, la lentitud para ponerla en marcha se da de bruces con el golpe de Estado del general Primo de Rivera, que se encuentra con el problema. En 1924 vuelven a escucharse voces en la prensa sobre el asunto, entre ellos, la del periodista y escritor Rafael López Rienda. El corresponsal de El Sol, tras entrevistarse con algunos de los concesionarios, y conocer el largo proceso sufrido, se convierte en su portavoz ante el Directorio de sus reivindicaciones (BNE, 1924).
Primo de Rivera está dispuesto a solucionar todos los contenciosos africanos y éste es uno de ellos. El 27 de marzo de 1925 se dicta un Real Decreto Ley constituyendo en Ceuta la Comisión para dar cumplimiento a la Ley de 4 de agosto de 1922. La prensa se hacía eco de la noticia, mientras que Ceuta lo celebraba por todo lo alto, agradeciéndoselo personalmente al general en su visita a la ciudad de 3 de abril (BNE, 1925 a). Inclusive, el 9 del mismo mes fueron nombrados hijos adoptivos y predilectos el General Primo de Rivera y el general Gómez Jordana, a la sazón Alto Comisario de España en Marruecos, dándoseles su nombre a dos calles de la población (BNE, 1925 b).
El encargado de presidir la comisión fue el general Gómez Morato, quien publicó un edicto citando a los propietarios que tenían parcelas en usufructo para que comparecieran en la pagaduría de Hacienda y abonaran el canon correspondiente, firmando las escrituras para poderlas inscribir (BNE, 1926). Ahora el problema estaba en el tejado de los usufructuarios, muchos de los cuales no contaban con las cantidades requeridas y otros se resistían a abonarlas.
La Comisión se encuentra, entre otros problemas, con la sucesión en las concesiones y la construcción de instalaciones no autorizadas, que trata de reorganizar la R.O. de 3 de mayo de 1928 (MECA, 1933), así como la falta de planes urbanísticos de las corporaciones locales de Ceuta y Melilla para canalizar las propiedades que les iba a ser transferidas, por lo que el cierre de las Comisiones Mixtas en 1929 (MECA, 1933) no terminó de dar satisfacción a los usufructuarios.
Ya con el gobierno de Berenguer, se promulga una Real Orden de 11 de marzo de 1930 por la que se ordenaba la reversión de las parcelas en enfiteusis del Campo Exterior. Como en otras ocasiones, es la prensa la que nos informa de las consecuencias que se preveían para las familias de los labradores y los escritos que en los días siguientes hicieron llegar al presidente del Consejo (BNE, 1930).
El final a este interminable proceso se produjo durante la II República y de manos del diputado Antonio López Sánchez Prado, como reconoce la revista África (BNE, 1933), dirigida entonces por el escritor y jurista Antonio Martín de la Escalera:
Las propiedades del Estado en Ceuta y Melilla.- Por in han votado las Cortes una Ley que de un modo definitivo resuelve el problema de la propiedad en el Campo Exterior y en el perímetro de las Plazas de Ceuta y Melilla. No creemos necesarias muchas líneas para encomiar una disposición que es trascendental para el desenvolvimiento de las actividades en ambas, no sólo en el orden agrícola, sino en el industrial, que encuentran ahora posibilidades de instalación, antes muy difíciles por falta de zona de expansión suficiente.
Hemos de destacar aquí, porque es de justicia, la labor tenaz y constante que con verdadero interés por Ceuta ha desarrollado el diputado por ella, Sr. Sánchez Prados, hasta llegar al feliz resultado que han de aplaudir sin distinción de ideologías todos los sectores de Ceuta y Melilla.
Y, efectivamente, la Ley de 29 de julio de 1933 (GM, 1933), ponía punto y final al conflicto, respetando las propiedades particulares, manteniendo las militares y concediendo el resto, como bienes de propios, al Ayuntamiento de la Ciudad.
XII. La enajenación de la parcela 19
Reconocidos los derechos de los hermanos Arrabal Martos sobre las tierras y parceladas estas, la familia siguió trabajándolas directa o indirectamente. En su producción fue siempre el más activo Ifigenio Arrabal Martos, quien además de poner en producción la huerta intentó aprovechar y envasar el agua de un manantial propio. El fue también quien se encargó de tapiar la puerta de Fez en 1913 o quien encontró y entregó al Ayuntamiento un pequeño tesorillo encontrado en la parte alta de la inca, como denunció sin éxito la existencia de pavimentos y mosaicos.
En 1951 Josefa Arrabal Martos ofreció al Ayuntamiento parte de la parcela que aún poseía, procedente de la concesión de Ceuta la Vieja. Concretamente 26.000 metros cuadrados, reservándose la casa, jardín y huerta en la que seguía viviendo. La propuesta no le fue aceptada (AGCE-E, ARRABAL).
Cinco años después, en vista de los proyectos de construcción de vivienda del Instituto Nacional de la Vivienda, así como de los intentos de adquisición por parte del Ayuntamiento de terrenos para ejecutarlas, Josefa Arrabal Martos-única de los hermanos que entonces vivía- vuelve a ofrecer la parcela, en diciembre de 1955, tratando de nuevo de conservar la casa. El Ayuntamiento accede a la compra del total, 39.629’89 metros cuadrados, por un precio final de 780.000 pesetas (AGCE-E 21248).
A pesar de que no se accede a la reserva de la casa, se estuvo negociando el pago de un alquiler mientras no se llevara a cabo la construcción de las viviendas. En ese ínterin, Josefa Arrabal Martos falleció, sin tan siquiera cobrar el pago, que recibió su sobrino y heredero Ramón Arrabal Queraltó en 1957.
Documentos
- Archivo del autor AJLGB:
o 1868, Copias de diferentes instancias remitidas por la Alcaldía Constitucional de Ceuta a la Reina Isabel II, por medio de la Comandancia General en nombre de los solicitantes de parcelas del Campo Exterior
o 1914 a, Manifiesto A la Cámara de Comercio Industria y Navegación de esta Ciudad... de los hermanos Arrabal Martos, Isabel Cabezas Martos, José Encina Candebat, J. Medany y Maximino López Crescente, Ceuta.
o 1914 b, La propiedad de los Terrenos del campo y Monte Acho. Discursos pronunciados en el Parlamento por el Excmo. señor Don José Luis de Torres Beleña, Diputado a Cortes por el distrito de Algeciras. o 1941, Ruiz Orsatti, R. “Tetuán hace medio siglo” en Mauritania, Tánger, año XIV, número 161, 1 de abril.
- Archivo General de Ceuta AGCE.
Actas A:
o 1863, 28 de noviembre y 16 de diciembre.
o 1872, 20 de julio. Aprobación del Reglamento de la Guardia Rural.
o 1918, 5 de julio.
Expedientes E:
o 21248, legajo 79-2, Adquisición de la parcela 19 a Josefa Arrabal Martos para la construcción de 1000 viviendas de tipo social.
o Arrabal Martos, Josefa. Legajo 1-6-3, Ofrecimiento de venta de terrenos al Ayuntamiento en la parcela 19 del Campo Exterior.
Fondos Adquiridos FA:
o 1811, Documentos sobre el hospital provisional del Campo Exterior, expediente 135, legajo 19.
- Archivo Intermedio Militar, Centro de Historia y Cultura Militar. Comandancia General de Ceuta AIM-CGCE:
o 1867-1879, Expediente personal de Ramón Barceló Barranco.
- Biblioteca Nacional de Madrid, BNE:
o 1720, Gayoso y Mendoza, J., Documentos referentes a la expedición de Ceuta, 1720-1721, Manuscrito 12949/35/1/15.
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o 1893, “Recuerdos de Ceuta”, en La Ilustración Nacional, Madrid 19 de diciembre.
o 1909, “Vida española. Hace cincuenta años. Noticias de La Correspondencia de España”, en La Correspondencia de España, Madrid, 16 de noviembre.
o 1913 a, “De Ceuta. Los secuestrados”, en El Heraldo Militar, Madrid 17 de octubre.
o 1913 b, “Alarma en el Campo”, en La Correspondencia Militar, Madrid, 26 de julio.
o 1913 c, “Noticias particulares. De Ceuta”, en El siglo futuro, Madrid, 30 de julio.
o 1914 a, “Vida parlamentaria. En el Congreso”, en La Correspondencia de España, Madrid 9 de junio.
o 1914 b, La Época, 18 de junio, Madrid.
o 1919, “España en África. La Cámara agrícola de Melilla”, en La Época, Madrid 1 de mayo.
o 1922 a, “Nuestro Protectorado en África. Melilla”, en El Globo, Madrid 8 de febrero.
o 1922 b, “La propiedad en Marruecos. Un negocio contra la Patria”, firmado por “El duque de G.”, en La Acción, Madrid 26 de abril.
o 1922 c, “Ceuta. El régimen jurídico de la propiedad”, en La Voz, Madrid 25 de julio.
o 1922 d, “El régimen jurídico del campo exterior de Ceuta”, en España, Madrid 1 y 7 de julio y 12 de agosto.
o 1924, “La propiedad del campo exterior de Ceuta”, en El Sol, Madrid, 3 de abril.
o 1925 a, La Voz, Madrid 6 de abril.
o 1925 b, El Heraldo, Madrid 9 de abril.
o 1926, “Las parcelas en usufructo”, en La Voz, Madrid 8 de mayo.
o 1930, “Los agricultores del campo exterior”, en El Imparcial, Madrid 16 de abril.
o 1933, “Las propiedades del Estado en Ceuta y Melilla”, en África, II época, Ceuta, julio.
o 1935, “Ceuta y Melilla en el mitin de la Alhambra”, en África, II época, Ceuta, abril, p. 79.
- Biblioteca Pública de Ceuta BPCE:
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o 1897, Guerra Lázaro, J. “Ceuta la Vieja”, en El África, Ceuta 28 de agosto.
- Comandancia General de Ceuta CGCE:
o 1900, Madrid Ruiz, J. Memoria redactada por el Comandante de Ingenieros Don José Madrid y Ruiz comisionado por R.O. de 3 de diciembre de 1896 para practicar los reconocimientos de los terrenos del Campo Exterior que se preceptúan en las RR.OO. de 30 de septiembre de 1896, 7 de agosto de 1897 y 12 de abril de 1898, con el in de ultimar su clasificación, distribución y aprovechamiento.
- Gazeta de Madrid GM:
o 1920, R.O. disponiendo que por el Comandante general de Ceuta, o sus representantes, se entregue a D. Enrique de Ibarrola y Abaña el parcela número 196 del Campo Exterior de Ceuta, Madrid 23 de noviembre, p. 818.
o 1922, Ley de 4 de agosto de 1922, publicada en Madrid el 6 de agosto, p. 545-546.
o 1933, Ley de 19 de julio de 1933, publicada en Madrid el 1 de agosto.
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