Al-Manṣüra
Capítulo 4
4.Rasgos comunes en la arquitectura meriní y nazarí. Una visión a través de las portadas monumentales militares y civiles.
I. Introducción
Llama la atención cómo en época almohade las portadas monumentales, erigidas a uno y otro lado del Estrecho, presentan diferencias tan acusadas. De este modo, contrastan las fachadas sencillas y arcaizantes de la península Ibérica frente a sus homólogas magrebíes, mucho más complejas y ornamentadas (ACIÉN y CRESSIER, 2009, p. 187-189; CRESSIER, 2006a, p. 150; MÁRQUEZ y GURRIARÁN, 2008, p.123-125).
Sin embargo, en las postrimerías de este período, en al-Andalus se comienza a hacer patente cierta influencia norteafricana; no en la mímesis de formas y composiciones, sino en la inclusión de elementos de exorno y epigráficos, de marcado carácter simbólico (véanse los casos de Jerez de la Frontera y Loja en GONZÁLEZ RODRÍGUEZ y AGUILAR MOYA, 2011, p. 66 y MÁRQUEZ y GURRIARÁN, 2010, p. 86, respectivamente). Esta vía se desarrollará plena- mente bajo los nazaríes.
Por otra parte, los meriníes, como sucesores de los Unitarios en el solar africano y depositarios de su tradición formal, abogarán por una arquitectura continuista con relativa tendencia a la complicación compositiva y ornamental2. Precisamente, la estrecha relación establecida entre las dinastías coevas de Fez y Granada propiciará que los logros de la arquitectura meriní repercutan claramente en el desarrollo de la nazarí. De este modo, en las siguientes páginas, el análisis de las portadas objeto de nuestra atención se centrará en los elementos formales comunes en la edilicia de ambas dinastías.
II. El referente almohade.
Se puede afirmar que una de las composiciones arquitectónicas almohades que mayor trascendencia tendrá en la configuración de posteriores portadas, es la de la fachada interior de la monumental puerta de aparato Bab Rwah, erigida entorno a 1195 en Rabat (Fig. 1). Tal ubicación dentro del complejo de acceso le confiere una composición más sencilla y austera que la de la fachada exterior, pero no menos efectiva. Precisamente, son esas características las que han propiciado su repetición y reinterpretación, incluso hasta nuestros días, en la arquitectura marroquí3.
Formalmente, se trata de una portada regida por un arco de herradura cobijado por uno mayor, lobulado y con alfiz; cuyo principal motivo ornamental consiste en una banda de sebka que ciñe dicho elemento rectangular. Los otros motivos de exorno se reducen a sendos medallones de ocho lóbulos en las enjutas, las típicas impostas serpentiformes y una cinta anudada sobre el trasdós de los lóbulos del arco. La fachada está flanqueada por pilastras rematadas en su parte superior por columnillas sobre las que apoyaban desaparecidos mensulones. Toda la obra está ejecutada en sillería de fina labra.
Merece la pena reseñar el juego de planos, a diferentes profundidades, en que se organizan prácticamente todas las composiciones de portadas almohades: el más rehundido correspondería a las jambas y rosca del arco de herradura, el siguiente a la rosca del arco lobulado y sus albanegas; y por último el del resto de la fachada hasta las pilastras laterales. De modo que serían tres planos sin contar con el de las pilastras. Excepcionalmente, tanto Bab Agnaw como la portada exterior de Bab Rwah, cuentan con un número superior de planos en diferentes profundidades.
Fig. 1.
Detalle de la portada interior de Bab Rwah.
Fig. 2.
Detalle de Bab Mrissa; en el que se aprecia, muy restaurado, el lazo en doble U.
III. Las portadas meriníes.
La puerta monumental meriní más antigua de la que se tiene constancia es Bab Mrissa, uno de los gigantescos accesos al primitivo arsenal de Salé, erigido poco después de 1260 4. Por su condición de obra temprana, sigue la estela de las portadas almohades de Rabat y Marraquech; en cuanto a su esquema compositivo y ornamental, así como su ejecución material. Incluso en el contenido epigráfico, que será exclusivamente religioso y que constará de unas fórmulas introductorias seguidas por una larga cita coránica5. No obstante, ostenta una importante novedad que hará fortuna, consistente en la aparición de una cinta entre el alfiz y la cinta que enmarca la decoración de las albanegas, con un lazo en los ángulos rectos; en este caso formado por el cruce de dos U perpendiculares entre sí (Fig.2)6. Otro hallazgo con consecuencias es la incorporación de cintas anudadas, un elemento con cierto recorrido, a la portada monumental, en este caso sobre las torres de flanqueo7. En cuanto al juego de planos, sólo se registran dos al existir un único arco.
La Puerta de Jerez, en Tarifa, erigida probablemente en una fecha sin precisar entre 1275 y 1291, sería una de las escasas obras meriníes documentadas al norte del Estrecho (véase una descripción, contextualización y propuesta cronológica en GURRIARÁN DAZA, 2002, p. 10-13). Erigida entre dos torres cuadrangulares, sus portadas siguen el sencillo esquema compositivo de tradición almohade peninsular, reducido a un arco de herradura aguda, ligeramente rehundido respecto del alfiz que lo enmarca. Las innovaciones se registran en la bóveda de espejo, que corona el espacio entre las fachadas interior y exterior; y que tendrá una fuerte implantación en la arquitectura militar nazarí.
En este caso, además ostenta vestigios de sendas cintas bícromas anudadas en las aristas de la bóveda, y una trama de estrellas de ocho puntas en la parte plana (Fig. 3).
Fig. 3.- Bóveda de la Puerta de Jerez
En 1287 se erige Bab al-Bahr en el recinto de Qasr al-Saghir, en la provincia de Tetuán8. A diferencia de las anteriores, esta portada se aparejó mediante ladrillos y mampuestos tomados con mortero de cal (Fig. 4). A pesar de que actualmente se encuentra muy mutilada, todavía es posible reconocer su esquema compositivo, derivado directamente del de la fachada interior de Bab Rwah (vid supra), incluyendo su juego de planos. Si la banda de sebka de Bab al-Bahr constituye una réplica fidedigna de la documentada en el mencionado ejemplar almohade, el trazado del arco lobulado parece tomar como referencia el desarrollo de los arcos de las portadas de Bab Udayas, o exterior de Bab Rwah, en los que se genera el típico arco en el que se alternan lóbulos ultrasemicirculares y apuntados por entrecruzamiento de dos cintas de lóbulos en las que se alternan dos tamaños distintos. En todos los casos habría que obviar las formas no pertenecientes estrictamente al trazado lobular, y que complican la composición (Fig. 5). En esta puerta meriní se consolida el uso de la cinta entre el alfiz y las enjutas cuya presencia se constata en Bab Mrissa, pero en este caso sin nudo en los ángulos. No obstante, es posible que sobre el desaparecido enjalbegado, que con seguridad cubría la obra de albañilería, se hubiera completado el programa decorativo mediante motivos pictóricos.
Fig. 5.
Detalle de la portada exterior de Bab Udayas, en el que se destaca el patrón de generación del arco lobulado, prescindiendo de la sebka asociada a la lacería del arco.
Fig. 8.- Detalle de la portada interior del recinto de Chellah.
Fig. 17.
Detalle de una portada del complejo funerario y religioso de Chellah; en la que se aprecia, en el ángulo de la enjuta, el lazo de doble U con astas. Compárese con las figuras 15 y 16.
Fig. 13.
Detalle de la portada interior de la Puerta de la Justicia, en el que se destacan los tres órdenes de cintas que conforman la lacería del arco lobulado.
1. Los alzados fotogramétricos empleados en este artículo pertenecen a un proyecto sobre puertas monumentales andalusíes, de carácter más amplio que lo recogido en este trabajo, cuya autoría recae en Samuel Márquez Bueno y Pedro Gurriarán Daza.
2. Sobre el carácter “continuista” de la arquitectura meriní léase la aportación de CRESSIER (2005). Este mismo autor remarca el aspecto político de las portadas post-almohades en detrimento de la naturaleza militar de las mismas; léase en CRESSIER (2006b, p. 485).
4. Se refiere, en tal fecha, la reconstrucción de las defensas de Salé con mención del arsenal en IBN ABI ZAR (1974, p. 572). La misma afirmación, pero menos concreta en cuanto al objeto de las obras, se recoge en IBN IDARI (1953, p. 271-272).
5. Mi más sincera gratitud para la arabista y especialista Ma Antonia Martínez Núñez, que ha tenido la enorme amabilidad de proporcionarme una minuciosa y anotada lectura y traducción de los epígrafes de Bab Mrissa. El análisis del contenido textual de los epígrafes de tradición almohade se recoge en MARTÍNEZ NÚÑEZ, 1997, p. 434-444 y 2006, p. 21-39.
6. En BENOÎT (1931, Lám. LXXVII) se recoge una fotografía de la puerta en el estado anterior a la profunda restauración sufrida hace algunas décadas. En ella pueden reconocerse los deteriorados vestigios del motivo en cuestión, que permitieron una veraz intervención restauradora. Mi gratitud para el especialista Patrice Cressier, que ha tenido la gran amabilidad de proporcionarme tal documento.
7. En GÓMEZ MORENO, 1951, p. 218 se muestra una imagen del arco de la Plaza del Seco, en Toledo. Es posible de que se trate del más antiguo antecedente conocido en el que tal motivo se integra en el programa decorativo de una portada.
Fig. 4.
Detalle de Bab al-Bahr. Fotografía cedida cortésmente por José Luis Gómez Barceló.
En 1328 el sultán Abu Said Utman mandó levantar frente a Ceuta el recinto del Āfrāg con su monumental Puerta de Fez (CRESSIER, 2005, p. 722-723) (Fig. 6). Este acceso fue reformado bajo su sucesor Abu al-Hasan ibn Utman, de modo que la propia fachada sería uno de los elementos rehechos en tal intervención9. Al igual que las portadas meriníes anteriormente citadas, el arco de acceso se emplazó entre dos torres de planta cuadrangular. Y del mismo modo que la referida Bab al-Bahr, su fachada se encuentra enormemente mutilada. No obstante, todavía es posible reconocer su estructura general, con tres planos fundamentales a diferentes profundidades, y algún elemento decorativo emplazado en un plano intermedio entre el de las albanegas y el exterior de la portada. Debió ostentar un arco de herradura aguda cobijado por un arco lobulado con alfiz. Los vestigios subsistentes apuntan a que tal marco rectangular estaba recorrido por una cinta anudada, que en este emplazamiento es nombrada por algún autor como “marco mimi” (SALAMEH, 1998, p. 136). La portada se hallaba rematada lateralmente por sendas pilastras, separadas de las torres de lanqueo; a diferencia de los anteriores ejemplares almohades y meriníes, en los que estos elementos se emplazan junto a tales torres. En cuanto a su ejecución material, las torres de lanqueo se construyeron con tapia, y la portada con ladrillos y mampuestos tomados con mortero de cal.
Fig. 6.
Hipótesis de composición primigenia de la Puerta de Fez sobre el alzado fotogramétrico de los vestigios de su fachada.
También bajo el sultanato de Abu al-Hasan ibn Utman fue concluido, frente a Rabat, el recinto de la necrópolis de Chellah en 1339, según reza la inscripción de su monumental portada exterior; en cuyos epígrafes se mantienen las fórmulas introductorias pero se abandona cualquier referencia a suras del Corán. De modo que, retomando la tradición pre-almohade, se recuperan las menciones al sultán ordenante, sus títulos, el objeto de la fundación y, como se acaba de referir, la fecha de inalización de los trabajos10. Se trata de la más compleja y espectacular de las puertas erigidas por los meriníes. En la fachada exterior, el esquema compositivo se complica ligeramente al alcanzar los cuatro planos escalonados, como consecuencia de contar con un arco de herradura cobijado por dos arcos lobulados sucesivos en los que se complica su trazado (Fig. 7). El ataurique, que recubre casi la totalidad de la portada, se vuelve más fino en comparación con los ejemplares almohades. Se mantienen las típicas conchas de las enjutas, la inscripción cúfica que bordea el alfiz, así como las columnillas con mensulones y el friso de motivos-tipo en la zona superior. Las torres de flanqueo presentan la novedad de ser achaflanadas hasta la altura de la cámara, en que pasan a planta cuadrangular mediante unas pechinas de mucarnas11. Igual que en la más antigua puerta monumental meriní, Bab Mrissa, las torres están dotadas de impostas con cintas anudadas.
En cuanto a la fachada interior, se trata de una composición elegante pero mucho más sencilla y menos ornamentada (Fig. 8). En cualquier caso, cabe destacar el uso en las esquinas rectangulares de las enjutas del mismo nudo formado por dos U cruzadas perpendiculares entre sí, visto en Bab Mrissa.
Fig. 7.- Puerta exterior del recinto de Chellah.
10. De nuevo, no tengo más que palabras de agradecimiento para Ma Antonia Martínez Núñez, por proporcionarme una minuciosa y anotada lectura y traducción de los epígrafes de la puerta monumental del recinto de Chellah.
11. CRESSIER, 2006b, p. 465 refiere los rasgos novedosos de esta portada y destaca su condición de obra cumbre de la arquitectura meriní.
IV. Las portadas nazaríes.
La puerta monumental de la Torre del Homenaje de la alcazaba de Loja, erigida en los últimos años del dominio almohade, posiblemente muy poco después de 1225; cuenta con elementos formales de gran valor simbólico que posteriormente se incorporarán con éxito al repertorio de elementos considerados típicos de las portadas nazaríes12. En este caso, la llave y la cartela horizontal con extremos lobulados que contendrá la pertinente inscripción. La sebka, que aparece en algunas portadas almohades norteafricanas, en el ejemplar de Loja se desplaza a la bóveda de la estancia a la que da acceso la puerta. Por último, los vestigios de ataurique de sus albanegas evocan con bastante claridad la decoración de las enjutas de la portada exterior de Bab Rwah.
De una fecha indeterminada, pero en torno a 1300, es la fachada oeste de la Puerta del Vino de la Al-hambra; si bien es cierto que el contenido de su inscripción se debería a una modificación de Muhammad V (DÍEZ, 2006, p. 89, MALPICA, 2007, p.88 y PUERTA, 2010, p. 36-37) (Fig. 9). Esta portada recoge con claridad los elementos referidos en Loja, como la cartela horizontal de extremos lobulados y la llave; y reinterpreta otros más antiguos todavía, como el dintel adovelado mediante piezas realzadas y rehundidas de manera alterna, basado en una forma constructiva muy granadina documentada con anterioridad en las puertas de las Pesas y Monaíta. Tal forma de organizar las dovelas, también observable en el arco principal y la bífora superior, pasará a ser una de las señas características de un buen número de portadas nazaríes. Por otra parte, la influencia almohade norteafricana y meriní se manifestaría en una libre interpretación de las pilastras laterales con columnillas, pero en posición inversa. También en el ataurique de las enjutas, que se convertiría en una versión simplificada del correspondiente en las puertas almohades de Rabat y meriní de Salé. Sin embargo, el elemento formal meriní más concreto que se registra es el mencionado lazo de doble U, y que también tendrá su trascendencia en la edilicia nazarí, como se verá más adelante. Lo curioso de este ejemplar es que dicho anudamiento se efectúa directamente sobre la cinta que enmarca el ataurique y no sobre la cinta contigua al alfiz, como en los casos de Bab Mrissa y portada interior de Chellah (vid supra). En lo que a ejecución se refiere, la portada está aparejada mediante finos sillares y yeso en la banda epigráfica.
Fig. 9.
Alzado fotogramétrico de la fachada exterior de la Puerta del Vino.
En un momento impreciso, pero anterior a 1336, debió erigirse la alhóndiga granadina conocida como Corral del Carbón y su espléndido acceso (VV. AA., 2002, p. 135) (Fig. 10). Su composición recuerda a la fachada oeste de la Puerta del Vino por su verticalidad, empleo de pilastras que ciñen la portada, bífora en la parte superior, albanegas del arco principal decoradas con ataurique de motivos similares a los de la puerta alhambreña, banda epigráfica y dintel con dovelas rehundidas de forma alterna. Sin embargo, las hechuras de su arco monumental remiten claramente a modelos meriníes de tradición almohade. En este caso, de herradura apuntada y cobijado por otro lobulado, aparentemente similar al visto en Bab al-Bahr. En cuanto a los nudos de los ángulos rectos de las enjutas, ostentan un sencillo diseño cuadrangular muy parecido al que se trazará pocos años después en la portada exterior de Chellah. Al Igual que en la puerta del Vino, tal anudamiento se produce en el propio marco que además se adapta a los lóbulos del arco. La sebka, ya vista en portadas almohades y sobre todo meriníes, hace una discreta aparición entre la bífora y las pilastras. Los materiales predominantes son el ladrillo y el yeso.
Con posterioridad a todas las puertas meriníes y nazaríes referidas hasta ahora, se completa la construcción de la enorme mole de la alhambreña Puerta de la Justicia en junio de 1348, bajo Yusuf I. Su fachada exterior está presidida por un descomunal arco de herradura que da paso a un espacio previo a una segunda portada en la que se emplaza el acceso al interior. Ésta se organiza en una composición vertical con arco de herradura de dovelas realzadas y rehundidas de forma alterna, sobre cuyo alfiz se emplaza un dintel adovelado del mismo modo (Fig. 11). En las enjutas se retoma el uso de las recurrentes veneras almohades y meriníes, e incluso se ubica una tercera en una posición inédita: sobre la clave del arco. Una moldura con forma de nacela recorre el trasdós del arco, el alfiz y rodea la venera central. Todo este esquema compositivo se constata idéntico en la coetánea y granadina Puerta de Birrambla. También en la posterior Puerta de las Atarazanas de Málaga, pero con una pequeña variación consistente en la sustitución de las conchas de las enjutas por escudos de la Orden de la Banda. En todos los casos, estas portadas se englobarían dentro de las llamadas obras de cantería. Del mismo modo que se vio en las mencionadas portadas de Loja y del Vino, en ésta también se registra la presencia de la llave y la banda epigráfica con marco de extremos lobulados. Concretamente, en este caso y en el del Vino, las llaves están talladas sobre la clave del dintel adovelado. En cuanto a la banda, incorpora elementos como el “marco mimi” y el ya clásico lazo en doble U, en las esquinas. En cuanto al contenido del texto, sigue la línea de lo consignado en la puerta exterior de Chellah (vid supra), prescindiendo incluso de fórmulas introductorias (según se infiere de la lectura y traducción de PUERTA, 2010, p. 32). Por encima de la inscripción, se eleva un paño de sebka constituido por piezas de cerámica vidriada ricamente policromadas. Aunque la disposición de este elemento ornamental no puede diferir más de cómo se distribuye en las portadas meriníes de tradición almohade norteafricana, resulta indudable el logro del mismo protagonismo que en éstas.
Al contrario que en la segunda portada exterior de la Puerta de la Justicia, en la que pesa más la propia tradición nazarí que las aportaciones de allende el Estrecho; en la interior las referencias a la arquitectura meriní se hacen mucho más evidentes (Fig. 12). Se trata del reiterado esquema de arco de herradura cobijado por uno lobulado, sólo que ahora, la complejidad de sus entrecruzamientos denota la madurez y grado de evolución del motivo. En este caso, en el contorno del intradós se alternan dos lóbulos agudos por cada uno ultrasemicircular. Tal disposición se consigue por el entrecruzamiento de tres órdenes de cintas lobuladas: dos en las que se alternan lóbulos grandes y pequeños; y una tercera entre las otras dos, en la que el tamaño de los lóbulos es cons- tante (Fig. 13). Por otra parte, el “marco mimi” ceñido al aliz tendría un claro precedente en la ya mencionada Puerta de Fez del recinto del Āfrāg. La sebka también mantendría un fuerte protagonismo, cubriendo toda la superficie delas albanegas.
Fig. 14.
Alzado fotogramétrico de la portada del Castillo de Jimena de la Frontera, en el que se han representado los vestigios identificados del programa decorativo original.
empleo de la doble cinta anudada. Una variante astada de los lazos angulares muy parecida a esta, se registra, cómo no, también en la Puerta de la Justicia, pero esta vez en el pasadizo acodado del interior (Fig. 16). En resumidas cuentas, la portada de Jimena supone una consolidación del modelo alhambreño y una evolución respecto del mismo, pues en este caso se asienta tanto el empleo de la banda epigráfica de extremos lobulados, como el del “marco mimi”. Además, se plasman nuevas soluciones para el agotado lazo de doble U16. De todas formas, es posible que las versiones astadas de este motivo concreto se fijaran en la arquitectura meriní y fueran rápidamente trasplantadas a la Nazarí, pues se documentan ampliamente en las obras de la dinastía africana erigidas en torno a estos años. Curiosamente, la variante en la que las astas ocupan la posición más alejada posible del alfiz, se registra sólo en Jimena y en la portada de alminar de la fundación urbana meriní de al-Mansura, junto a Tremecén17. Por el contrario, la modalidad con las astas más cercanas al aliz parece haber sido más habitual, pues se comprueba su presencia en el referido caso del interior de la Puerta de la Justicia; y en el Magreb, en una portada del complejo religioso y funerario de Chellah (Fig. 17), en el alminar de la mezquita Cherabliyin de Fez, y en una de las portadas de la Zawiya al-Nussak, en Salé (véase un alzado de esta portada en MEUNIÉ, 1957, p. 132. No obstante, el alzado no es del todo correcto, pues no se representan las astas con claridad.). En este caso concreto, dentro de las astas se marca muy sutilmente, el contorno de la doble U. Tras estas reflexiones, no sería descabellado por una parte revisar la paternidad atribuida a la portada de Jimena y otras del entorno del estrecho de Gibraltar18, y por otra encuadrar cronológicamente su erección con posterioridad a la finalización de la Puerta de la Justicia. En cualquier caso, la reflexión más interesante que puede hacerse, pasaría por la constatación de la trascendencia y proyección de las composiciones ensayadas en la Alhambra hacia zonas periféricas del emirato granadino. Por ello, sería plausible suponer que las escasas puertas de aparato nazaríes que subsisten a día de hoy, como las de Castellar o Antequera, debieron ostentar un programa simbólico y decorativo coherente19. De hecho, la antequerana Puerta de Málaga aparenta ser una versión miniaturizada de la Puerta de la Justicia, en la que incluso se emplaza una “mano de Fátima” tallada en la clave del arco monumental exterior, igual que en el ejemplar granadino. La puesta en obra del caso malagueño, como obra de albañilería, conduce a la suposición de que pudo estar dotada de labores de exorno sobre la enjalbegadura.
8. Esta cronología es referida claramente en IBN ABI ZAR (1964, p. 737).
9. Léase la mención de los diferentes momentos constructivos en PAVÓN MALDONADO, 1999, p. 136. Por otra parte, los arqueólogos Fernando Villada Paredes y José Suárez Padilla confirman arqueológicamente dos fases y atribuyen la portada a la segunda de ellas (en este mismo volumen).
12. Una buena síntesis acerca del valor simbólico de tales elementos, se ofrece en PUERTA VÍLCHEZ, 2010, p. 34.
13. Véase el pormenorizado estudio de esta puerta en MÁRQUEZ y GURRIARÁN (2010), y de su banda epigráfica en MARTÍNEZ NÚÑEZ (1997, p. 425 y 427).
Fig. 10.- Portada del Corral del Carbón.
A la Puerta de Armas, también en el recinto de la Alhambra, la práctica totalidad de los autores que se pronuncian sobre su cronología, le adjudican como período en el que pudo ser erigida, el sultanato de Ismail I (1314-1325) sin ningún aporte documental o siquiera argumental14. Dada la evidente similitud entre su fachada y la puerta interior de la Justicia, y teniendo en cuenta el conocimiento de la precisa datación de la última y las características de su lacería, podría parecer sensato proponer la misma adscripción cronológica para ambas.
De vuelta a la Puerta de la Justicia, parece evidente el carácter sincrético que adquiere la composición y combinación de elementos foráneos y de raigambre propia; resuelta felizmente. Prueba de ello es la estabilización de un modelo cuyas variantes se moverán dentro de unos cauces más o menos rígidos pero en los que siempre podrá reconocerse la referencia a dicho prototipo. Así, el ejemplo más claro de ello se documenta en la portada monumental del castillo de Jimena de la Frontera, en Cádiz. En la actualidad, su estructura se halla alterada por la presencia de una torre adosada sobre la parte izquierda de la primitiva fachada exterior. No obstante, es posible reconocer su disposición original, similar a la descrita en la Puerta de la Justicia. En este caso, también será objeto de atención la portada, en la que se dispone el arco de acceso, retranqueada en relación al arco monumental exterior (Fig. 14)15. Toda la obra se apareja mediante sillares romanos de acarreo, ladrillos y mampuestos tomados con mortero de cal. El lienzo objeto de interés conserva restos de la enjabelgadura original, con vestigios de líneas incisas del trazado geométrico de las formas representadas y restos de la bicromía blanca y roja con que se deinían. Gracias a tales testimonios ha sido posible ofrecer una recreación de gran parte del programa decorativo primigenio (Fig. 15). De este modo, en la composición dotada de un sentido muy vertical, se dispondrían de abajo a arriba los siguientes elementos: el arco de acceso de herradura, el marco de la banda epigráica con extremos lobulados, y el paño de sebka; todos ellos documentados, en el mismo orden, en la portada exterior de la Puerta de la Justicia, a excepción del dintel adovelado. La decoración de las albanegas está tan deteriorada que no ha permitido recreación posible, sin embargo se ha podido documentar el “marco mimi” con los ya típicos lazos en doble U. En este caso, dotados de unas astas o prolongaciones en la base de las U y un nuevo anudamiento en los respectivos ángulos rectos, a causa del
Fig. 11.- Alzado fotogramétrico de la segunda fachada de la Puerta de la Justicia, tras el arco monumental exterior.
Fig. 12.
Alzado fotogramétrico de la portada interior de la Puerta de la Justicia.
14. Así se recoge en DÍEZ, 2006, p. 104, PAVÓN, 1999, p. 455 y PUERTA, 2010, p. 25, y se insinúa en TORRES BALBÁS, 1949, p. 86. Sin embargo, MALPICA, 2007, p. 96 no se atreve a concretar tanto y ofrece como fecha límite de su erección, mediados del s. XIV.
15. Mi más sincero agradecimiento para Miguel Ángel Tabales Rodríguez y su equipo de trabajo en el castillo de Jimena de la Frontera, por facilitar las medidas que han hecho posible la restitución fotogramétrica presentada en este artículo.
Fig. 15.
Restitución esquemática del programa decorativo de la portada del Castillo de Jimena de la Frontera.
16. Hay un antecedente de estos motivos astados en los lazos angulares de las albanegas de una bífora almohade del yacimiento de Siyāsa, en Murcia. No obstante, en este caso las astas no se producen sobre la forma exacta de nudo en doble U referida en este artículo, sino sobre otras variantes, además diferentes en cada extremo. Puede apreciarse en una buena reproducción fotográfica en NAVARRO y JIMÉNEZ, 1995, p.133, puesto que en el alzado de la p. 135 del mismo artículo no se representa correctamente el trazado del lazo izquierdo. Curiosamente, las astas del lazo izquierdo se trazan en la zona más alejada del alfiz y las del derecho en la parte más próxima al alfiz, de modo que se combinan las dos opciones en un mismo ejemplar.
17. CRESSIER (2005, p. 722) refiere posibles transformaciones en el recinto durante el segundo asedio de Tremecén, en 1336. Creo que la edificación del alminar debe encuadrarse en ese momento o en los años siguientes, en los que Tremecén estuvo bajo control meriní.
18. Se adjudica una cronología meriní para las puertas de aparato de Castellar y Jimena en TORREMOCHA SILVA y SÁEZ RODRÍGUEZ, 1998, p. 203-209).
19. Más autores refieren la posibilidad de que la portada de Castellar hubiera estado decorada en origen. Véase en ACIÉN ALMANSA y MARTÍNEZ NÚÑEZ (2003, p. 407).
Fig. 16.
Detalle ornamental en el pasadizo interior de la Puerta de la Justicia.
Fig. 18.
Alzado fotogramétrico de la fachada interior de la Puerta del Vino.
La fachada este de la Puerta del Vino debió ser rehecha bajo Muhammad V (1354-1359 y 1362-1391) según todos los autores consultados (CRESSIER, 2005, p. 722), sin que se sepa con certeza en qué momento. Curiosamente, la refacción de esta cara queda registrada en la modificación del contenido epigráfico de la inscripción ubicada en la otra portada (vid supra). En este texto sí aparecen las fórmulas introductorias, una cita coránica, y alabanzas al soberano reformador; lo que sugiere que los nazaríes no tenían ningún complejo a la hora de retomar parcialmente contenidos de tradición almohade20. ¿Sería posible intuir en tales actitudes una forma de legitimación del poder a través de la religión? En la fachada oriental se replica el esquema de la portada opuesta de la misma construcción, en lo que se refiere al empleo de arco de herradura, dintel adovelado, y bífora, pero nada más (Fig. 18). Aquí aparecen numerosos elementos de tradición norteafricana, pero ya muy tamizados por un desarrollo arquitectónico propio. Así, resulta novedosa la reinterpretación del clásico arco lobulado sobre el trasdós del de herradura; en este caso reducido a una estrecha franja integrada en el paño de baldosas vidriadas que decoran las enjutas. Esto mismo permite un nuevo y original desarrollo de las cintas, cuyos lóbulos reducen llamativamente su tamaño, en el que se generan círculos que contienen, de manera alterna, estrellas y escudos de la Orden de la Banda. Por otra parte, el “marco mimi” adquiere un especial protagonismo al emplearse dos colores distintos en sendas cintas que trazan su recorrido. Las albanegas están presididas por medallones lobulados, muy evolucionados respecto de sus lejanos precedentes almohades de Rabat, que contienen un par de estrellas de seis puntas intersectadas. El ataurique se revela más fino que el de las puertas de Chellah y Corral del Carbón, sus antecesores conocidos más inmediatos; y sobre todo, más complejo gracias a la variedad cromática que permite definir formas y no sólo contornos, como solía ocurrir hasta entonces. La sebka, pintada en este caso, también juega su papel en la composición de la fachada, aunque se desconoce su distribución exacta al subsistir un único y discreto fragmento a la derecha del aliz del arco de paso. Para inalizar, merece la pena detenerse brevemente en la portada del Maristán, edificio granadino desaparecido pero fechado por su lápida fundacional entre 1365 y 1367. Gracias a los precisos y descriptivos alzados realizados antes de su demolición, se sabe que su composición era vertical, ceñida lateralmente por pilastras con columnas y mensulones en la parte superior21. El vano de acceso era rectangular con dintel adovelado, según una moda que se imponía por aquellos años en portadas nazaríes y mudéjares. A pesar de las novedades que presenta la portada, mantuvo elementos consolidados, como el “marco mimi” y el arco lobulado que envolvía la lápida fundacional; con el mismo trazado complejo que el documentado en la Puerta de Armas e interior de la Justicia.
20. Según se infiere de la lectura y traducción de PUERTA VÍLCHEZ (2010, p. 36).
21. Las mejores reproducciones de los alzados se publicaron en TORRES BALBÁS, 1949, p.159 y FERNÁNDEZ PUERTAS, 1980, Lám. LXXXV).
V. Conclusiones
Los hallazgos en la evolución de las portadas meriníes, fuertemente vinculadas a la tradición almohade magrebí de la que lentamente se van despegando en ciertos aspectos, influirán notablemente en el desarrollo de sus homólogas nazaríes, sobre todo en la consolidación de elementos como el “marco mimi”, los lazos esquineros de doble U, los arcos lobulados en el trasdós de los de herradura, las pilastras laterales, o el empleo monumental de la sebka, por citar algunos ejemplos. No obstante, la asunción del aporte norteafricano se hará sobre esquemas compositivos propios, sistemáticamente tendentes a la verti- calidad en las fachadas; y en combinación con rasgos de carácter autóctono. Tales como el empleo de elementos simbólicos, como la llave o la mano, los arcos y dinteles de dovelas resaltadas y rehundidas; o las bandas epigráficas, normalmente lobuladas en sus extremos, pero siempre en posición horizontal. Conviene recordar que, a diferencia de éstas, las norteafricanas se disponen en torno al alfiz, en dos tramos verticales y uno horizontal.
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