Al-Manṣüra
Capítulo 7
La resonancia del lugar
Javier Arnaiz Seco Arquitecto Ciudad Autónoma de Ceuta
I. Prólogo
El artículo trata de desvelar con una mirada rápida, la ocupación y formalización de los espacios y lugares en el Campo Exterior de la ciudad de Ceuta, primordialmente, los ligados al entorno del conjunto del Āfrāg meriní desde inales del siglo XIX, hasta la actualidad, alorando las estrategias de su proceso urbanístico, algunas obras de arquitectura y los valores funcionales, estéticos o de simulación que alimentan los criterios de las últimas intervenciones realizadas sobre su tapial.
II. El re-establecimiento militar.
De nuevo, a mediados del siglo XIX, el ámbito del Āfrāg de Ceuta, se identiicaba con un territorio dedicado al cultivo, origen de la palabra cultura, ligada a la noción de comunidad y por consiguiente a la tierra. Era un lugar, palabra, que en una de sus diversas utilizaciones, podía identiicarse en esta época de hipótesis románticas, a la dependencia constructiva respecto a conceptos como la identidad local. Tierra, cuya propiedad estuvo en litigio con los vecinos cabileños marroquíes hasta 1860.
Es el ingeniero militar Federico Mendicuti, quien en el proceso de la delimitación parcelaria (ig. nº1) que efectúa en el Campo Exterior, en el año 1868, recurrirá a los restos de la estructura geométrica del tapial meriní para realizar el fraccionamiento de la zona, acto donde resuenan ciertos valores agrarios, “Huerta de la Guarnición” sujetados al concepto de tierra, de enraizamiento. Con suave pendiente hacia el estrecho de Gibraltar, la huerta, iba a suponer con el especíico cultivo de patatas, a un mayor sostenimiento alimenticio de las tropas acantonadas al sur de dicha parcela.
En el comienzo del siglo XX, con el aumento de efectivos y en el proceso ligado a la deslocalización de unidades militares del interior de la población, el recinto, se consolidará como acuartelamiento estable construido ya con barracones aislados para alojar al Mixto de Artillería y posteriormente también a tropas indígenas Regulares. Su acceso, “El camino de Terrones”, que recorría de norte a sur el territorio del Āfrāg, era y es, perpendicular a un corredor, que conecta la ciudad con las ensenadas de Benítez y Benzú. Era un camino, que metafóricamente respondía en su itinerario, a un minucioso estudio sobre la lógica del poder y el papel de las masas. Estas últimas van a recorrer su itinerario, en sentido inverso al efectuado por el Islam hacia la península Ibérica, ahora y desde 1912, marcharán hacia el Magreb, para establecer un Protectorado. Ambas, aunque con un intervalo de cuatrocientos años, repostarán en este mismo espacio campamental, que como área de descanso y estación de servicio en el tránsito del estrecho de Gibraltar acogerá también a los supervivientes de la orgia de violencia, dejando a los historiadores, aquí y allá hilos sueltos de los que tirar. Cada una de las muertes contribuye al incremento del poder. El basamento donde se apoya el poder, los meriníes lo habían situado más al sur, en un palacio y una mezquita sobre la cima de una sobreelevación colindante, a setenta y cinco metros sobre el nivel del mar. Bajo la falda de la colina, un tapial los separaba del redil campamental.
En el siglo XIX de este poder solo subsistían fragmentos de ásperos y desperdigados terrones. La altura de su posición junto con las del Salto de la Zorra (Morro) y la del Vicario situado en el camino de Benítez Benzú, (ig.nº2) eran puntos estratégicos de observación, puntos panorámicos, que van a formar parte de un arco de defensa “La línea del Otero” donde los ingenieros militares, entre otros, Pedro de Eguía, José Ramón Carbonell y Federico Mendicuti y Surga entre los años 1860-90, proyectarán diversos fuertes, (ig.nº3) aunque ninguno de ellos se materializará.
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A principios del siglo XX con motivo de la inminente penetración en el Protectorado marroquí, se acentúa y consolida la identidad militar del área con proyectos complementarios dentro de los acuartelamientos.
Informes higienistas, hacen redactar en 1900, el proyecto para construir un “Hospital militar en la meseta de Terrones”, (ig.nº4) destinado a enfermedades epidémicas. Examinado y aprobado por el coronel de ingenieros Julio Bailo, el plano contempla cuatro barracones de madera para sala de enfermos y cinco para: dirección, administración, farmacia, sanitarios y estufa de desinfección. Al sur presidiendo el eje del conjunto, un ediicio para capilla evocando la mezquita. Mas alejados y perimetrales una cocina, un lavadero y el depósito de cadáveres. El lavadero se va a ubicar al otro lado de la carretera de Terrones hacia el arroyo de la Ribera del Puente y el depósito de cadáveres en la cabecera del arroyo de Fez, como si fuera uno de los antiguos mojones que demarcaban la antigua línea divisoria de 1844. El hospital no se ubicará en esta colina, pero será el origen de los barracones Dockers que como nuevo hospital se colocarán en la explanada de Hadú, en donde hoy se ha construido, aunque con un retraso de treinta años, el aparcamiento subterráneo de la barriada, dentro del políticamente denominado, plan Aparca (2010-2011). En el 1927, año de inalización de la guerra de paciicación del Protectorado español en el norte de Marruecos y en el mismo lugar anterior, ya ocupado por una construcción habitada por un celador, se proyectan para un destacamento de la Guardia Civil, (ig.nº5) cuatro naves: dos para pabellones, una cuadra con abrevaderos y una última para dependencias generales.
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III. La planiicación militar (1916- 1927)
Los rápidos procesos de penetración de nuevos elementos y reglas sociales que la economía de aluvión trae a la ciudad como consecuencia de la prevista y realizada ocupación vecinal provocan la irrupción de nuevos conlictos, como entre otros, los que suelen ocurrir con motivo de la construcción de ediicios de nueva planta y reediicación de los antiguos y asumir por otra parte la planiicación de nuevas supericies para expandir la ciudad existente en las cuales poder alojar a estos nuevos habitantes. La ciudad intentará solucionarlos con tanteos, medidas y reaccionando con el apoyo de normas y leyes urbanísticas que ya habían sido aprobadas por el estado.
Los antecedentes de estos tanteos, en principio, serán aportados por ingenieros militares. En el casco de la población, a través de una reforma interior con planos geométricos con deinición de alineaciones, realizado en 1905 por Emilio Luna y, al oeste, fuera de las murallas con los primeros tanteos de ensanche, que si bien tienen su comienzo en 1916, no será hasta 1920 cuando el capitán de ingenieros Santiago Noreña lo adapte, (ig. nº6) entre otras muchas militares, a las necesidades civiles enviadas por los ingenieros del puerto interesados en dar acceso y poner en explotación el proyectado muelle de Poniente. El ensanche es también aprobado por el arquitecto del ayuntamiento Santiago Sanguineti y aceptado por el municipio ya que por un lado puede tener mayor accesibilidad a los terrenos de la estación del ferrocarril Ceuta- Tetuán, en servicio desde 1918 y entre otros y principalmente, por la euforia económica que esta cuantiicación de nuevos terrenos clasiicados representaba.
El marco territorial del ensanche del veinte, tenía por el oeste su límite, en la Huerta de la Guarnición. Un proyecto de vial transitaba de norte a sur por el primer tercio de la carretera de Terrones hasta entroncar con una avenida, la del lado oeste que junto con la del lado este acotaban la vaguada del arroyo de
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la Ribera del Puente que se zoniicaba como parque. Los escasos restos del tapial meriní en su zona este, cuya amenaza turbadora había sido destruida por los portugueses, fueron por tanto el límite virtual de este ensanche que ignoró por completo deinir urbanísticamente la supericie interior del Āfrāg.
En el primer tercio del siglo XX, a lo largo de las sendas trazadas como vías de conexión entre la ciudad y los cuarteles y fortines del Campo Exterior van a ir surgiendo y desarrollándose en sus bordes y encrucijadas, barriadas periféricas. Una de ellas la de Villa Jovita (ig. nº 7) se asentará y se irá consolidando sobre la supericie de un triángulo delimitado por la carretera de Ceuta a Benzú, la vaguada del arroyo de Fez y el torreado tapial del Āfrāg que servirá para que algunas de sus viviendas usen su muro como apoyo trasero en sus construcciones.
IV. Planeamientos civiles (1928- 1944)
Pasadas las sacudidas guerreras, en el paréntesis de espera del veintisiete al treintaiseis, el municipio aprovechando el descanso y cierta desactivación mental militar, continúa con más presión los gestos de renovación urbanística con la convocatoria de varios concursos. En uno de ellos para la realización de una posible ciudad satélite en los terrenos de una loma situada entre los arroyo de Benítez y del Cepo al oeste del Āfrāg, el arquitecto Luis Blanco Soler que se presenta con el lema Septa, propone en su anteproyecto de urbanización un esquema de distribución por zonas para un posible plan de extensión de Ceuta. En las diversas zoniicaciones por usos que propone, trama el Āfrāg como soporte para la construcción de viviendas económicas y baratas. Ocupa ya toda su supericie interior por la cual hace circular atravesándola, un vial que conecta y relaciona, la ciudad con Loma Larga saltando por encima de la vaguada del arroyo de la Ribera del Puente.
Otro de los importantes concursos que convoca el ayuntamiento, es la redacción del Proyecto de Ensanche, para lo cual contrata al arquitecto José Blein Zarazaga, el levantamiento topográico. J. Blein hace el ejercicio de desbroce y análisis planímetro en el año 1927, en el interior de la zoniicación impuesta por los militares, que pretenden abandonar el acuartelamiento del regimiento mixto de artillería permitiendo su posible ocupación civil. El ayuntamiento posteriormente ampliará este ámbito y J. Blein aumentará los cuatro planos anteriores con dos más, realizados en el año 1928, uno de ellos será el limitado por las murallas de Ceuta la Vieja (Āfrāg), (ig. nº8) donde releja con gran lujo de detalles la situación del ámbito por estas fechas.
Fernando García Mercadal se presenta a este concurso en marzo de 1930 con un anteproyecto, (ig. nº9) donde sustituye el cuartel por unas manzanas de ediicios para viviendas dentro de una trama ortogonal deinidas por un viario
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de 9,5 ms de ancho, dividiendo el ámbito en dos zonas por medio de la carretera de Terrones que la conserva y ensancha hasta los 11,50 ms. En la zona oeste los terminales del viario que son perpendiculares a la prolongación del tapial meriní, los resolverá mediante fondos de saco. En la zona este suprime una de las manzanas de viviendas colocando en su lugar una iglesia con un ámbito ajardinado en su perímetro. Al igual que hicieron Noreña, Blanco Soler y Mercadal deja la vaguada del arroyo de la Ribera del Puente como reserva para parque.
Aumentada la supericie del territorio marco para un ensanche más generoso que el inicial, a la etapa inal del concurso, que de nuevo es convocado, llegarán tres equipos, uno representado por Cesar Cort, otro por Gaspar Blein y un tercero por Pedro Muguruza.
Cesar Cort presenta para el ámbito del Āfrāg una ordenación (ig. nº10) prácticamente simétrica a través de la traza de un eje, un vial norte sur que remata con una plaza porticada, a la que se accede secuencialmente mediante una gran escalera peatonal, y que será el soporte de un templo (ig. nº 11). Todo el complejo, debería ocupar la misma colina en donde los meriníes colocaron su palacio y mezquita, como inconsciente recuerdo del lugar y como símbolo de una nueva liturgia religiosa pero con la misma prometida, salvación eterna.
Por el contrario Gaspar Blein, en su propuesta ganadora, (ig. nº12) en ese mismo lugar va a situar un hotel como muestra de una atracción, salvación turística, desde donde poder mirar el cielo, y las impresionantes perspectivas del estrecho de Gibraltar. Al hotel lo rodeará con hotelitos para viviendas unifamiliares aisladas. El tapial en su zona oeste lo va a utilizar como telón de fondo, en la delimitación supericial de algunas de las parcelas. Las viviendas obreras (ig. nº13) las dispone en la zona del acuartelamiento con tipología en bloque abierto en altura. La iglesia que también proyecta la situará en la zona este, como rotula de unión entre las dos tipologías.
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Si bien en 1931 con la Segunda República, Ceuta asume los planteamientos propuestos por Gaspar Blein para su Ensanche, desgraciadamente no encuentran continuidad. El aparato conceptual en materia urbanística seguía limitándose al Estatuto Municipal y al Reglamento de Obras Municipales de 1924. Al inalizar la guerra española en 1939 surgen criterios y bases para el desarrollo de nuevos planteamientos. Se intentan resolver los mismos problemas urbanísticos con nuevas concepciones que ideológicamente producirá la crisis de los ensanches. La percepción del sonido de su prolongación irá disminuyendo gradualmente, hasta extinguirse.
En 1944, con el afán de homogeneizar y uniicar el planeamiento de las principales ciudades del Protectorado, el ayuntamiento de Ceuta recibe la orden de someterse en su planiicación a las directrices y referencias arquitectónicas para una España Imperial. El arquitecto Pedro Muguruza Otaño director de la entonces falangista Dirección General de Arquitectura, irmará junto con Manuel Muñoz Monasterio el Plan General de Ceuta (ig.nº14). El límite por el oeste de esta nueva ordenación lo emplazará en el arroyo del Cepo, dibujará un vial paralelo al perímetro exterior del tapial por el lado del arroyo de Fez, zoniicará el interior del Āfrāg con distintas tramas indicando construcciones por su número de plantas para uso residencial. A la colina superior con tres y cuatro plantas las rodeará con una zona verde y a sus faldas zonas para ediicaciones de una y dos plantas. También dejarán la vaguada del arroyo de la Ribera del Puente como zona verde de espacios libres si bien frente a las otras propuestas anteriores colocarán un vial discurriendo por encima del arroyo.
V. Arquitecturas
La hermética ciudad meriní, con el terroso recorrido del corsé de su fragmentada muralla, por cuya isura en el derrumbadero de la historia, había entrado la inalidad práctica de un acuartelamiento militar, urbanísticamente, en la mitad del siglo XX, ya no era un territorio inacabado y abandonado a su suerte pero sí lo era, por el contrario de arquitecturas.
Los distintos planos del municipio, permiten ir observando secuencialmente, la ocupación del suelo por las distintas ediicaciones. En un periodo de cien años (1860-1960), se puede observar que solo aparecen escasas ediicaciones unifamiliares de viviendas, casas de Arrabal, distintos pabellones de las diferentes unidades militares, incluido el chalet del coronel de artillería y en 1940 ya se contabilizaban diseminadas, cincuenta y seis barracas, de las dos mil setecientas veintiocho que existen en Ceuta. Será con motivo de los nuevos lujos de familias y unidades militares que abandonan el Protectorado, como consecuencia de la independencia de Marruecos en 1956, cuando se demande suelo ediicable para esta nueva demografía, y cuando verdaderamente empiece la presión constructiva sobre la zona, que a semejanza de lo ocurrido
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en otras zonas periféricas será el territorio archivo, en el mecanismo ideado para la producción masiva de arquitectura social de clases menesterosas para una burguesía, que había elegido para su residencia el sector de la Almina de la ciudad.
En el plano de 1963, (ig. nº15), ya se observan, la sustitución de los pabellones militares, por dos aislados bloques lineales, paralelos a la tapia sur del cuartel de artillería, con cinco plantas, para albergar ciento cincuenta viviendas. En su fachada sur, el Gobierno del Estado, ediica el conjunto denominado “Convoy de la Victoria”, un grupo de setenta y cinco viviendas unifamiliares adosadas con patio trasero, formando cuatro manzanas. Apoyándose en el corredor de Terrones, que ya aparecerá en el callejero denominándose en un primer tramo avenida del Ejército Español y en su parte alta calle de Romero de Córdoba, se construirán tres torres con planta de cruz, para sesenta y seis viviendas y a su frente al otro lado de la calle, cuatro bloques con veintiocho viviendas para los productores de las empresas Cepsa y Atlas, que acotan el acceso a un patio de almacenes denominados de santa Justa cuyo cierre este se apoyará sobre los restos de la muralla. Donde García Mercadal en el anteproyecto de Ensanche había situado un templo, la orden religiosa de las Adoratrices construye un convento con internado y formación, en pro de las jóvenes más necesitadas. Hoy es la casa colegio concertado de santa María Micaela.
Transcurridos veintitrés años, el plano de 1986, (ig. nº16), muestra la localización de un crecimiento en su desarrollo urbano, dinamizado por el surgimiento de dos barriadas construidas por el arquitecto Jaime Antón, el cual siempre consideró e igualó, metafóricamente hablando, al urbanista con un terrorista, quizás adelantándose a regidores que preieren el control de la ciudad, a partir de oportunistas proyectos de arquitectura y no de una planiicación general. Una la de Pedro Lamata, formada por cuatro bloques lineales aislados de cinco plantas, contiene ciento cuarenta viviendas. Sus estrechos testeros dan fachada al paño de muralla, donde se ubica la puerta de Fez, sirviéndola de ciego apoyo visual. Dos bloques más “Felipe II” y “Juan de Austria” del Ayuntamiento, con un total de treinta y ocho viviendas completan la barriada. La segunda, la de Terrones, de la Obra Sindical del Hogar, ocupará el promontorio más simbólico de esta geografía sagrada, con los mismos factores anodinos y reiterativos, conformadores de estandarizados modelos y tipologías anteriores, construye, catorce bloques lineales de cinco plantas que servirán para albergar trescientas noventa viviendas, en donde la nueva unidad de medida será el número de habitaciones dedicadas a dormitorios. Los bloques, como nuevas tiendas de campaña para acantonar las masas ya convertidas en pueblo, indican una arquitectura
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reducida a un urbanismo de casi nada, donde se había olvidado por completo como dialogar con la memoria de la historia. El nivel más alto de este desarrollo urbano, es ocupado por una nave almacén cuyo testero se apoya en el sur de la muralla meriní y que hoy se utiliza como panadería.
Ligadas a este proceso de congestión y desorganización espacial se vislumbra la conveniencia de acompañar equipamientos, y ya aparece en el plano de 1986, ocupando el arroyo de Fez, una explanada deportiva, delimitada al este por la rampa de acceso de la barriada de Pedro Lamata a Villa Jovita, y que se convertirá en el campo de futbol federativo José Benoliel, origen de los tres polideportivos que se construirán posteriormente.
Más interesantes son los dos centros educativos que se observan ya construidos. Las Escuelas Graduadas, seis de niños y seis de niñas, del Ministerio de Educación que dentro del plan nacional de escuelas proyecta el arquitecto Luis Vázquez de Castro para zonas cálidas en diciembre de 1957, (ig. nº17) que muestra la inluencia de la arquitectura estadounidense en los equipamientos escolares, proyecto que sufrirá una adaptación por Jaime Antón en agosto de 1962. Hoy es el colegio Valle Inclán.
La escuela de Maestría Industrial frente al exterior de la puerta de Fez, será un proyecto del arquitecto Francisco Navarro Borras, de 1964, (ig. nº18) que era el jefe de la oicina técnica para construcciones de escuelas del M.E.C y delegado de la junta de construcciones civiles en la dirección general de enseñanza laboral.
Por último, no está de más, traer aquí como ilustrador recuerdo, un colegio con cuatro viviendas para los maestros en Villa Jovita, construido entre las calles Calderón de la Barca y Lope de Vega, según proyecto de los arquitectos José Blein y José María Tejero en 1937, (ig. nº19).
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VI. Fragmentos de relleno
Si la ley sobre el Régimen del Suelo y Ordenación Urbana del año 1956, que funda las bases técnicas y conceptuales del urbanismo actual, coincide en fechas, con el abandono del Protectorado, motivo por el que se podría justiicar su no aplicación, como tampoco se adaptará el planeamiento a la reforma de año 1975, (hay un intento de sustituir el plan de 1944, por unas Normas Subsidiarias), el urbanismo de Ceuta sí se planiicará en cumplimiento de la ley 8/90 de Reforma del Régimen Urbanístico y de Valoración del Suelo y a su Texto Refundido del 92, siendo el primer ayuntamiento de España en aprobar el primer plan general con este Reglamento. Es también el primero en Ceuta que contempla la ordenación de todo su término municipal. El Plan General del 1992, (ig. nº20) remitirá la ordenación de protección del ámbito del tapial meriní, a la redacción de un Plan Especial que será realizado por el arquitecto urbanista Luciano Alcalá Velasco. Su planteamiento es muy ambicioso incluso en su gestión. Lo ha proyectado teniendo en cuenta, el medio ambiente, el impacto del tapial, su interpretación y la calidad de vida deportiva de los ciudadanos. Con osadía, sustituye el aun cuartel adscrito a Defensa por unas necesarias e inexistentes todavía en la ciudad, instalaciones deportivas, las cuales a los regidores no parece interesarles. Los principios de responsabilidad social, cultural y ambiental, no va con ellos, al día de hoy se sigue negociando el solar como si fuera una mercancía. Así mismo, el vial que todos los planes hacían cruzar por la mitad de la vaguada del arroyo, para dar más accesibilidad, a las más de 1400 viviendas ubicadas en la geografía del Āfrāg, con la ciudad y con el centro de salud de Otero, no parece que exista voluntad inmediata para ejecutar los proyectos ya realizados.
En cuanto a las ultimas arquitecturas residenciales construidas lo harán en el ámbito del único suelo que quedaba disponible, los terrenos entre la calle Romero de Córdoba y los posibles e indeterminados restos del tapial meriní con fachada al arroyo de la Ribera del Puente. Un arroyo, cuya cabecera ya estaba ocupada por infraviviendas, su vaguada de propiedad privada, era una escombrera sin rastro de espacios libres y parque urbano, y su cauce servía de recorrido a las redes de saneamiento del lugar. Las ultimas tipologías ediicatorias cambiarán, de bloque lineal a bloques en H, los residenciales privados, “Bellavista “con treinta viviendas y “Primavera” ochenta viviendas ubicadas en cuatro bloques contiguos, darán paso a dos ediicios construidos con paneles prefabricados de hormigón, con ciento dieciséis viviendas que conforman la barriada del Rocío. A inales de los ochenta, el ayuntamiento, construyó en diversas barriadas locales sociales, en Pedro Lamata, también lo hizo. La muralla meriní sirve de telonero al macizo templete de su pista de baile. Repitiendo la tipología, a la vera del Rocío, el ayuntamiento erigirá, con el mismo sistema de codiicación espiritual, y dentro de los oníricos planes de barriadas, un pequeño ediicio que como oratorio o cuerpo de guardia servirá a la asociación de
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vecinos para estar en la correcta longitud de onda política a través de su bar-televisión. El arquitecto Francisco Pérez Buades, construirá un ediicio con siete y ocho plantas para ciento ocho viviendas y al otro lado de la calle, medianero con el almacén panadería, donde quedaba un solar que fue cementerio durante la guerra en 1859-60, la cooperativa de San Rafael construirá veintiuna viviendas. La última y más reciente construcción residencial promovida, ha sido erigida en el último solar libre que quedaba entre la calle Romero de Córdoba y el tapial meriní, justo encima de la planta, donde el proyecto de hospital militar para enfermedades epidémicas de 1900, colocaba el lavadero.
En cuanto a equipamientos, el arquitecto Luciano Alcalá junto al ingeniero de caminos Rafael Montes en cumplimiento del Plan Especial, que preveía paliar la insuiciencia de supericie para aparcar en la barriada de Terrones redactan dentro del Plan Aparca, un proyecto de aparcamiento semisubterráneo en dos plantas, en el solar ocupado por una pista deportiva, que situarán en su cubierta. Durante su ejecución por el método alemán de inanciación, se fue modiicando. Manteniendo, el mismo número de plazas de aparcamiento, el tiempo para la terminación de la obra y con el mismo presupuesto, se pudo conseguir realizar la estructura del Centro de Interpretación de las murallas, (ig. nº21). Al día de hoy, parte de su supericie, está ocupada por una sede de petanca y abandonada por falta de mantenimiento la zona deportiva. Aunque la intervención más chusca, según opinión ciudadana, ha sido la pérdida, por el derribo efectuado de un equipamiento público, de la escuela de Villa Jovita de los arquitectos Blein y Tejero, que ha sido sustituida por un bloque de viviendas, donde se perdió la oportunidad de realojar a las familias cuyas viviendas se apoyaban en el tapial, para con su posterior derribo, dejarla a la vista.
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VII. ¿Valoraciones y criterios?
Ceñirse, a una intervención de tutela, con un presupuesto dado, a la retórica de la acotación de un muro que debía ser enseñable, con una nueva revelación, en una longitud de treinta metros, oculto por diez vehículos, (ig.nº22), roto por la puerta de Fez. Un hueco en el tapial, arco ligeramente apuntado, cuyos restos eran menores a la cantidad de texto, que por ósmosis literaria se conocía, para trapichear con ellos, mediante un proyecto y una adjudicación de obra, fue el encargo de la Ciudad Autónoma.
La toma de datos inicial, mostraba que la muralla era un entorno botánico, era un oasis, especialmente para un número de especies de las menos competitivas, refugio para aquellas plantas que han sido introducidas de forma involuntaria, fugitivas de las antiguas formas de cultivo, plantas que tienen su estética y su particular interés cientíico. Para los puristas, lora parasitaria a eliminar mediante la limpieza y desbroce del solar, (ig. nº23). Para los vecinos, matojos, malas yerbas que al igual que los huecos de las torres, eran colectores de basura y refugio de gente a la deriva.
Del tapial y de la puerta de Fez, poseíamos abundante información de trabajos anteriores, proyectos con diagnosis, programación de actuaciones, con utilización de mucha terminología médica, lesiones, prótesis, completamientos terapéuticos, con los restos del arco, que la investigación de los arqueólogos habían aumentado en su esbeltez en dos metros, teníamos que ser cautos pero no enfermizos. En la junta constructiva entre el tapial y la puerta, que era su punto más débil, se adosaba a otro arco de medio punto también quebrado, (ig. nº24). Con la nueva esbeltez el arco pedía un requerimiento de permanencia y de estabilidad. Se optó por colocarlo a una icticia situación de origen. De una manera ya clásica en este tipo de restauraciones, se utilizó ladrillo de tejar y se rehundió la junta de separación constructiva con lo antiguo, a la altura de las dovelas contiguas a la nueva clave.
También se debería intervenir para resolver la relación entre la obra arquitectónica y lo que le rodea, en terminología patrimonial incorporar la noción de
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ambiente. Para los vecinos, el tapial, poseía una cualidad pintoresca, era chocante desde su total inutilidad práctica. Desde lo artístico era una vibrante banda de escultura casi minimalista, bordeando un primer acercamiento al Land Art. Su relación con el contexto y la ampliación supericial para la constatación arqueológica de que la puerta era un mecanismo de entrada acodado, obligan a una ordenación más próxima a los asuntos urbanos más cercanos. De la primera intención de suprimir el tráico rodado por completo, nos tuvimos que conformar con suprimir las diez plazas de aparcamiento ampliando con más de dos metros y medio el colchón de separación de la calle Santiago Apóstol del paño de muralla, (ig. nº25), trasladando al lado contrario del vial las instalaciones pluviales y eléctricas (báculos). Una barandilla protege a los peatones del desnivel de la excavación y de la evocación de la redibujada traza en planta de la puerta, a la que se accede, mediante una suave rampa desde un pequeño vestíbulo.
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En cuanto a la perseverancia en la duración del tapial, alejada la frecuencia de la excitación producida en parte por la asixia urbanística, se hicieron pruebas, en el umbral del vestíbulo de entrada, (ig. nº26), del comportamiento del material que se iba a utilizar en lugares de su mayor perdida. La obra intentó conservar la pátina de su textura, acercarnos a la comprensión de su atmósfera, mantener la integridad de lo que existe. Contra la tendencia de añadir, la tendencia de parar el deterioro, para que se reconsidere toda una memoria de destrucciones. Restos de una discontinuidad (ig. nº27), en donde se entretejen las vicisitudes de una densa madeja de acontecimientos: extraordinarios, curiosos, imprevistos, de incomprensiones, de halagos, de equívocos y de compromisos, para contemplar cómo el pasado, el presente y el futuro se presentan en simultaneidad.
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