Al-Manṣüra
Capítulo 6
La recuperación del Āfrāg
I. Introducción
Quizás las murallas del Āfrāg nunca han tenido el prestigio militar de otras obras defensivas de Ceuta, como puedan ser las Murallas Reales que contuvieron el duro asedio de comienzos del siglo XVIII, o no hayan mantenido un uso militar continuado como sucede con la fortaleza del Hacho. Los lienzos, torres y alcázares erigidos por la dinastía meriní a poniente de la ciudad medieval tuvieron una vida corta, y, seguramente, ya estaban abandonados a finales del siglo XVI cuando son representados en el conocido grabado de George Braun. Su valor estratégico y militar fue pronto eliminado tras la demolición portuguesa de parte de sus murallas tras una orden de 1549, con la clara intención de evitar que cualquier enemigo se protegiera tras sus muros a tan escasa distancia de la ciudad.
La población moderna de Ceuta creció tras las murallas de la Ciudad, y su ámbito de expansión natural fue hacia el este, repoblando el antiguo barrio medieval de la Almina. Las estructuras del Āfrāg quedaron erguidas como mudo testimonio del pasado en una zona semirrural del Campo Exterior, mientras grandes bloques de tapia se fracturaban y caían, poco a poco, por una simple falta de atención o cuidado (Lám. 1). Aún así, gran parte del perímetro de esta fortaleza se mantuvo en pie hasta bien entrado el siglo XX, y su carácter monumental queda de manifiesto en las distintas imágenes que han llegado hasta nosotros de tan tempranas fechas.
En los últimos veinticinco años se ha producido una afortunada revisión de nuestra forma de proteger y gestionar el patrimonio histórico español. La conocida Ley de 1985 y sus secuelas autonómicas dieron paso a un acertado marco general para la conservación de los Bienes de Interés Cultural españoles, tanto desde un punto de vista normativo y legal como interventor. Y ha sido precisamente en este renovado panorama en el que hemos de situar, al margen de algunas obras pioneras, las diversas intervenciones que han tenido por objeto estas murallas meriníes. En las próximas líneas vamos a definir su marco legal de protección, así como a presentar de forma general las diversas actuaciones restauradoras que se han llevado a cabo durante este tiempo. Como ve- remos a continuación, los proyectos conservadores han tenido que lidiar con la propia realidad material de las murallas, que no es otra que su naturaleza hormigonada, circunstancia que ha motivado un alto grado de dificultad técnica a la hora de consolidar las fábricas
Lám. 1. Detalle del frente SO del Āfrāg en 1870. Original de Wilson. Colección del Arzobispado de Tánger y depósito en el Archivo Central de Ceuta.
Como ha sucedido con tantas y tantas murallas de nuestro país, el mayor daño que han podido sufrir estas construcciones meriníes ha tenido que ver con el desarrollismo y expansión urbanística que, en esta zona de Ceuta, se produjo a mediados del siglo pasado. El establecimiento de diversos cuarteles, así como la creación de las barriadas de Pedro Lamata y Villajovita, motivaron una destrucción generalizada de todos los frentes amurallados, excepto el que mira a poniente (Fig. 1). Éste aún conserva varios centenares de metro de murallas exentos, y aún hay otra parte importante oculta entre muros de viviendas y cuarteles a lo largo de la calle Lope de Vega. No es mucho con respecto a lo que no hace aún un siglo se podía contemplar, pero, en cualquier caso, nos permiten comprender y valorar la importancia patrimonial que estos vestigios medievales poseen, no sólo como obra defensiva, sino también como uno de los más importantes restos históricos conservados en Ceuta.
Fig. 1 Situación de los restos de la fortificación del Āfrāg conservados, según la nomenclatura de la Carta Arqueológica de Ceuta.
II. La Protección Legal del Afrag
No existe una buena conservación de un bien patrimonial y su entorno si no hay detrás un correcto marco jurídico y legal, coherente y estructurado, que funcione a través de unas adecuadas normativas generales, e incluso unas figuras urbanísticas específicas que permitan integrar dicha conservación dentro de los modelos vigentes de desarrollo de las ciudades. En nuestro país hay que hablar de una norma nacional vigente, la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985, de la cual se desgajan de forma complementaria las leyes regionales de aquellas comunidades que tienen asumidas las competencias en materia de patrimonio. No vamos a entrar a desgranar de forma precisa en qué consiste el articulado de las mismas, pues sobrepasaría el objeto de este artículo, para centrarnos de forma específica en el caso de las fortificaciones, y más concretamente, en el de las murallas del Āfrāg de Ceuta.
La protección de las obras defensivas españolas tiene su base en un decreto de mediados del siglo XX, en concreto el Decreto de 22 de abril de 1949, expedido por el Ministerio de Educación Nacional (B.O.E. 5-5-1949), sobre protección de los castillos españoles. El texto venía a decir íntegramente.
“Una de las notas que dan mayor belleza y poesía a los paisajes de España es la existencia de ruinas de castillos en muchos de sus puntos culminantes, todas las cuales, aparte de su extraordinario valor pintoresco, son evocación de la historia de nuestra Patria en sus épocas más gloriosas; y su prestigio se enriquece con las leyendas que en su torno ha tejido la fantasía popular. Cualquiera pues, que sea su estado de ruina, deben ser objeto de la solicitud de nuestro Estado, tan celoso en la defensa de los valores espirituales de nuestra raza.
Desgraciadamente, estos venerables vestigios del pasado están sujetos a un proceso de descomposición. Desmantelados y sin uso casi todos ellos han venido a convertirse en canteras cuya utilización constante apresura los derrumbamientos habiendo desaparecido totalmente algunos de los más bellos. Imposible es, salvo en casos excepcionales, no solamente su reconstrucción, sino aún las obras de mero sostenimiento; pero es preciso cuando menos, evitar los abusos que aceleren su ruina.
En vista de lo cual, a propuesta del Ministerio de Educación Nacional y previa deliberación del Consejo de Ministros. Dispongo:
Artículo primero - Todos los castillos de España, cualquiera que sea su estado de ruina, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá toda intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento.
Artículo segundo - Los Ayuntamientos en cuyo término municipal se conserven estos edificios son responsables de todo daño que pudiera sobrevenirles.
Artículo Tercero - Para atender a la vigilancia y conservación de los castillos españoles. se designará un Arquitecto Conservador con las mismas atribuciones y categoría de los actuales Arquitectos de Zona del Patrimonio Artístico Nacional.
Artículo Cuarto - La Dirección General de Bellas Artes, por medio de sus organismos técnicos, procederá a redactar un inventario documental y gráfico, lo más detallado posible de los castillos existentes en España.
Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a veintidós de abril de mil novecientos cuarenta y nueve.
La Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, estableció dentro de su Disposición Adicional 2ª que se consideran de Bienes de Interés Cultural (BIC), en la categoría de monumentos, y quedan sometidos al régimen previsto en dicha Ley, todos los bienes a que se refieren los Decretos de 22 de abril de 1949, antes reseñado, 571/1963 y 499/1973. De este modo, las obras defensivas españolas ya recogidas en la normativa anterior tenían cabida dentro del nuevo marco legal de protección que aún está vigente en nuestro país. Además de esta protección, que bien podemos considerar genérica, en el caso de las murallas del Āfrāg se procedió más adelante a realizar una protección específica por parte del Ministerio de Cultura, quien declaró las Murallas Merinidas de Ceuta como Bien de Interés Cultural protegido por Real Decreto el 6 de septiembre de 1995, con el código definitivo de registro para BIC inmuebles: (R.I.) 51 - 0009110 – 00000.
El Plan General de Ordenación Urbana de Ceuta, aprobado en 1992, contempla la conservación del patrimonio histórico de la ciudad mediante una serie de grados de protección. Se establece en la normativa urbanística del PGOU dos niveles de protección, con las siguientes características generales:
- Nivel 1: que protege los edificios o monumentos en su totalidad, preservando sus características arquitectónicas, su forma y cuantía de ocu-
pación del espacio y todos los rasgos que contribuyen a singularizarlo como elemento integrante del patrimonio arquitectónico y monumental.
- Nivel 2: que protege las características del edificio en su presencia en el entorno, preservando los elementos arquitectónicos que definen su forma de articulación con el espacio exterior.
El artículo 10.2.2 del PGOU recoge los distintos elementos protegidos clasificándolos en cada uno de los 2 niveles de protección establecidos. Las murallas del Āfrāg estarían incluidas dentro del nivel 1. Las obras que se permiten en este grupo de protección son:
1.- Obras de conservación, que no podrán alterar los elementos de diseño del edificio.
2.- Obras de consolidación, que deberán adecuar los elementos y materia- les empleados a los que presente o presentase el edificio antes de sufrir modificaciones menores.
3.- Obras de restauración, que con el mismo carácter que las anteriores, deberán asimismo conservar la decoración original congruente con la calidad y uso del edificio.
4.- Obras de renovación, que no afectarán al aspecto exterior del edificio.
5.- Obras de remodelación y reestructuración, con la limitación de no poder alterar la envolvente visible de la edificación originaria.
6.- Obras de demolición, cuando se trate del derribo de cuerpos añadidos a la construcción original o estén ligadas a la ejecución de obras permitidas. En ningún caso conllevarán demoliciones de la construcción original.
Por otra parte, y desde un punto de vista arqueológico, el recinto completo queda incluido dentro del máximo nivel de protección previsto en la Ordenanza Reguladora de la Disciplina Urbanística (BOCCE extraordinario nº 9, de 3 de septiembre de 1996). En la Carta Arqueológica Terrestre de Ceuta, dirigida por el doctor Darío Bernal Casasola, las murallas meriníes se catalogan con el Nº 65 dentro de los yacimientos reseñados.
Por último, y para dar por finalizada esta lista de leyes y normativas de protección, hemos de referir por su importancia la existencia de un Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) de estas murallas. En concreto, las normas urbanísticas de Ceuta contemplaban de forma precisa la protección
adicional de estos restos defensivos mediante la redacción del Plan Especial de Protección y Reforma Interior de las Murallas Merinidas, en este caso firma- do por el ingeniero de caminos Rafael Montes López y el arquitecto Luciano Alcalá Velasco. Por Decreto de fecha 21 de noviembre de 2003 se aprobó el avance de este documento, aprobado inicialmente por Decreto del 28 de junio de 2004 y con carácter final el 3 de octubre de 2005 (expediente 57702/2003). Mediante esta figura de planeamiento se ha intentado hacer compatibles la conservación de los vestigios medievales con las condiciones precisas de desarrollo urbanístico de la zona en la que se enclavan, incluyendo edificación de viviendas, dotación de infraestructuras educativas y deportivas o la construcción de aparcamientos subterráneos para los residentes de la zona
En definitiva, como hemos visto mediante esta exposición de normativas, documentos y leyes, la protección de las murallas del Āfrāg está más que garantiza- da mediante desde un punto de vista legal. No obstante, esta vertiente escrita debe ir acompañada necesariamente de otras medidas plenamente ejecutivas que garanticen las condiciones precisas de conservación e investigación sobre el BIC. Estas murallas poseen un estado general que requiere continuas atenciones, como consecuencia de las propias características de los hormigones de cal que las forman, material resistente pero fácilmente erosionable una vez que ha perdido la costra exterior de protección. A la propia necesidad de restaurar los restos existentes se une la de recuperar poco a poco aquellas estructuras que se encuentran integradas o empotradas dentro de construcciones recientes, como sucede, por ejemplo, en el caso del antiguo acuartelamiento “Teniente Fuentes Pila” del Regimiento Mixto de Artillería Nº 30 o en el de las viviendas que delimitan la calle Lope de Vega, siendo en este último caso una intervención mucho más delicada y difícil al tratarse de uso residencial.
Lám. 2. Vista general de la Puerta de Fez con el aspecto que poseía después de la actuación del arquitecto Francisco Prieto-Moreno.
I. Las Intervenciones Restauradoras y Arqueologías sobre el Afrag.
I.1. Las primeras intervenciones conservadoras (S. XX)
El concepto de restaurar un edificio existe desde que nace la propia idea de construir, entendido como la necesidad de mantener en uso dicha construcción. En el caso de las murallas, esta necesidad es aún más acuciante en tanto en cuanto es preciso mantener la resistencia y fuerza de las estructuras para conservar su carácter disuasorio. Centrándonos en la fortificación del Āfrāg, su escaso periodo de uso, de apenas un par de siglos, evitó que se ejecutaran grandes obras de mantenimiento o remodelación destacables, y todo lo más que podemos señalar son unos aparentes cambios en la merlatura de algunas torres de flanqueo y la reforma parcial de la Puerta de Fez.
Al margen de esas actuaciones que podemos considerar prácticas y utilitarias, el concepto de recuperación del patrimonio arquitectónico mediante su estricta valoración histórica o artística tuvo lugar a partir del siglo XVIII, principalmente a raíz de la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Nacía la restauración científica del patrimonio en nuestro país, evidentemente centrada en un principio en los grandes edificios más significativos o simbólicos. Por desgracia, y centrándonos en nuestro caso, el interés por re- cuperar las murallas meriníes de Ceuta, conocidas desde mucho tiempo atrás como “Ceuta la Vieja”, fue tardío y se manifestó cuando ya se había producido la gran destrucción de mediados del siglo XX, que dejó en pie sólo una parte del frente occidental del recinto defensivo.
Debemos al conocido arquitecto granadino Francisco Prieto-Moreno la redacción del primer proyecto restaurador del Āfrāg. Bajo el título de “Proyecto de consolidación y restauración del recinto fortificado de Ceuta”, y el encargo de la Dirección General de Bellas Artes, se presentó el documento en el año 1967 con la intención de actuar sobre algunos de los elementos que peor estado de conservación presentaban (ROMERO y LÓPEZ, en prensa). En concreto, la intervención se centró en el entorno de la Puerta de Fez, donde se recons- truyeron los merlones arruinados y se sellaron grietas y fisuras con morteros calizos (Lám. 2). Por otra parte, se recalzaron las bases de los lienzos con hor- migón ciclópeo y se reconstruyó el frente sur de una de las torres de flanqueo siguiendo, en general, un criterio que se centraba en el empleo de “la técnica de hormigón ciclópeo en masa, por tongadas, de modo que coincidan horizon- talmente en altura los encofrados actuales con los que los árabes utilizaron con el tapial. Posteriormente se revocará con mortero de cal utilizando arena cuya coloración entone con los existente” (PRIETO-MORENO, 1967).
La restauración de Prieto-Moreno ejecutada en 1968 fue respetuosa con la técnica original de las murallas y trataba de integrar lo nuevo y lo viejo sin demasiados contrastes. Es evidente que algunos criterios, como la recons- trucción de merlones, están desfasados en la actualidad, pero en general, se puede valorar un especial conocimiento y sensibilidad de este arquitecto hacia la construcción de tapia. No hemos de olvidar que tenía una larga experiencia en intervención sobre el patrimonio, desde sus primeras colaboraciones con Leopoldo Torres Balbás en la Alhambra, a quien sustituyó como arquitecto di- rector y conservador del monumento granadino entre 1937 y 1977.
Nuevamente fue la Dirección General de Bellas Artes quien continuó y completó los trabajos anteriores sobre el Āfrāg, pero para ello se hubo de esperar hasta el año 1980. En este caso las obras más destacadas se centraron en la torre de flanqueo denominada como T12 en el PEPRI ya citado. Esta torre presenta un excepcional y alarmante desplome de casi medio metro en una de sus ca- ras, y si bien se trata de una estabilidad preocupante, al menos se mantiene de
Lám. 3. Aspecto actual de la intervención realizada en parte de las murallas del Āfrāg entre los años 1989 y 1991
esta manera desde 1870, cuando ya aparece retrata- da de esa forma en uno de los conocidos clichés africanos de la compañía inglesa de Wilson & Co1. Estos trabajos se centraron principalmente en la ejecución de forros interiores y exteriores, en este último caso en la cara intramuros, con hormigón en masa luego entonado pictóricamente como las tapias originales. Las profundas grietas exteriores de las caras restantes se sellaron con idéntico material. Por último, en la parte superior se construyó un anillo de hormigón a modo de zuncho perimetral, encima del cual se colocaron una serie de merlones ficticios de ladrillo que daban más aplomo y estabilidad a la coronación de la torre.
El siguiente punto de interés dentro de este recorrido es la constitución de un Taller Escuela para intervenir en el Āfrāg y las Murallas Reales entre los años 1989 y 1990. Dirigido por el arquitecto técnico Pedro Orozco, centró su atención en la parte meridional del frente oeste de las murallas meriníes, referido como 65B en el PEPRI. Este Taller Escuela se dedicó a la restauración de tres paños de muralla, tratando de ser fieles a la realidad constructiva de la técnica del tapial. En aquellas partes en las que se conservaba parte del muro original, éste era respetado y restaurado parcialmente mediante gunitados de hormigón, armados con una malla metálica “de gallinero”; por el contrario, en aquellas zonas donde el lienzo medieval había desaparecido, se alzó un nuevo muro de tapial a partir de una solera de hormigón que hacía las ve- ces de cimiento. Los mechinales, tan característicos de este tipo de obra, fueron recreados mediante unos cajeados delimitados por tablones de madera, que iban de lado a lado del muro. En algunos de ellos, se dejaban empotrados unos postes de madera simulando las agujas de sostén del encofrado (Lám. 3).
No cabe duda de que esta intervención fue muy bien estudiada, y trataba de respetar y valorar los distintos elementos que constituían la estructura característica de un muro de tapia, y eso a pesar de algunas licencias poco rigurosas, como el recurso de los mechinales formalizados con tablones de madera. No obstante, se observa un especial interés en el tipo de masa hormigonada a emplear, con una correcta dosificación de sus componentes, parte de los cuales incluso han sido reaprovechados, una vez cribados, en la reciente restauración realizada en el Āfrāg en el año 2011.
1. Walls of ancient Ceuta, Nº 80, 1870. Colección del Arzobispado de Tánger y depósito en el Archivo Central de Ceuta (ACC).
III.2. Obras de urgencia y obras planificadas. La recuperación del Afrag en el siglo XXI.
La llegada del nuevo siglo ha supuesto un salto cualitativo en la necesidad de conservar y conocer con mayor rigor los restos que aún existen del Āfrāg. Desde un punto de vista instrumental, dos han sido los documentos que han servido para organizar y definir de forma general la conservación del monumento: en primer lugar el PEPRI aprobado en 2006, como forma de hacer compatible la protección de la fortificación y el desarrollo del área urbana donde se inserta, y por otra parte, y con un carácter más conciso, la presentación de una diagnosis general del estado de conservación de las murallas en el año 2006, con una planificación de intervenciones según el grado de urgencia detectado (YAMUR. ARQUITECTURA Y ARQUEOLOGÍA S.L., 2006).
Con ambos trabajos, se ha podido establecer de manera planificada una serie de intervenciones patrimoniales sobre las murallas meriníes, según un orden de prioridades. No obstante, y como veremos a continuación, en muchas ocasiones este orden puede ser alterado ante situaciones de urgencia que requieren una actuación rápida y contundente para consolidar tal o cual parte dañada.
Lám. 4. Recalce de un lienzo de muralla con una nueva estructura de hormigón armado como consecuencia del desmonte del terreno (a la izquierda de la imagen).
Un ejemplo de este tipo de acción urgente se dio en el año 2004, cuando los re- bajes de terreno efectuados en la década de los 60 del siglo pasado para construir un campo de fútbol, al pie de la Puerta de Fez, amenazaron con hacer caer parte de las murallas debido a su descalce. En efecto, la base esquistosa sobre la que se alza la fortificación fue socavada de forma considerable, creando un talud poco consistente que fue perdiendo material poco a poco. En la fecha referida, el desmonte llegó hasta la base de uno de los lienzos situados al sur de la Puerta de Fez, produciéndose una situación de verdadero riesgo tras ser documentados algunos desplomes. Como consecuencia de ello, desde la Ciudad Autónoma de Ceuta se acometió un proyecto de consolidación de urgencia, dirigido por el arqui- tecto Javier Arnaiz Seco y ejecutado por Dragados S. A., en el que hubo de ejecutarse un recalce de hormigón armado con varios micropilotes bajo la estructura medieval en peligro (Lám. 4).
Este mismo arquitecto fue el responsable de las labores de consolidación y puesta en valor desarrolladas dentro de una intervención general en la Puerta de Fez durante el año 2008 ejecutadas por Construcciones Jomasa S.L. (Lám. 5). Durante la misma, y de forma complementaria, se ejecutaron una serie de sondeos arqueológicos bajo la dirección de los arqueólogos Fernando Villada Paredes y José Suárez Padilla. En general, la restauración arquitectónica es- tuvo centrada en la consolidación de las estructuras de tapia que presentaban peor estado de conservación, principalmente en la base de los muros; en es- tos casos, se construyeron nuevos cajones de protección en esas zonas más erosionadas, empleando un hormigón de base caliza en el que se recreaba el orden original de los mechinales. Por otra parte, se eliminaron los merlones de hormigón que remataban las torres de la puerta, obra de Prieto-Moreno y muy dañados, sustituyéndolos por otros nuevos más fieles a la realidad constructiva original.
Como he comentado en el párrafo anterior, esta actuación se completó con la excavación arqueológica completa de la planta de la Puerta de Fez. Ésta había llegado a nuestros días sólo con su fachada exterior, compuesta por un arco de entrada protegido por sendas torres de flanqueo, de modo que desconocíamos cualquier dato referido a su organización interior. Los sondeos permitieron identificar los muros arrasados de esa estructura interior, la cual se ordenaba a partir de un codo simple. Los trabajos de adecentamiento y puesta en valor de estos vestigios partían de la idea de preservar esta imagen de “cata arqueológica” y por tanto, se evitó cualquier tentación de realizar reconstrucciones volumétricas. En general, la idea directriz se centró en la consolidación de los lienzos desmochados, ligeramente recrecidos con ladrillo o mampostería, y sobre todo, la formalización de una serie de nuevos pavimentos cerámicos, con un lenguaje que diferenciaba la existencia de arcos de paso, bóvedas o las dependencias anejas excavadas mediante el cambio de su aparejo. Toda esta zona puesta en valor se delimitó por una barandilla metálica perimetral, si bien no existen obstáculos para el acceso o el tránsito por la misma.
La diagnosis a la que hicimos referencia antes, redactada en el año 2006, llamaba la atención sobre el estado precario de conservación de la torre T12
Lám. 5. Vista general de la intervención de excavación y puesta en valor de la Puerta de Fez acometida en el año 2008.
Lám. 6.Aspecto general de la torre T12 y el andamio estabilizador colocado en el año 2009.
situada al sur de la Puerta de Fez, ya intervenida como dijimos en 1980. En el tiempo transcurrido entre 2006 y 2010 se produjeron algunos desprendimientos de material constructivo de la torre, además de abrirse de nuevo ciertas fisuras que recorrían su superficie exterior. De igual forma, una parte de los hormigones de cal empleados por el Taller Escuela en los lienzos adyacentes también presentaban un delicado estado de conservación, con una pérdida sectorial de la costra exterior de protección. Además, la excavación de un parking público subterráneo, a intramuros de esta parte de la muralla, hizo precisa la instalación por parte de los técnicos de la Consejería de Fomento de un andamio estabilizador alrededor de la citada torre T12, evitando de este modo que dicha obra pudiera afectar a la torre ya maltrecha (Lám. 6).
Como consecuencia de estas observaciones, y del ries- go evidente de destrucción o daño de las estructuras, se promovió desde el Ministerio de Cultura, a través de la Subdirección General del Instituto del Patrimonio Histórico Español, la redacción de un proyecto técnico de restaura- ción en el año 2010, que atajara las patologías detectadas y evitara la aparición de otras nuevas en un futuro. Se en- cargó la dirección de este proyecto al arquitecto que esto firma, siendo arquitecto técnico y coordinador de seguri- dad de la obra Manuel Pérez Marín. Esta intervención se
Fig. 2. Plano general con la situación de las torres (12 y 13) y lienzos de muralla(LEyLF)intervenidos en el proyecto de 2011.
centró en aquellas partes peor conservadas del tramo 65B de las murallas meriníes, englobando la referida torre T12, la más inmediata situada al sur (T13), así como el lienzo de unión entre ambas (LF) y parte del paño que discurre al norte de la torre T12 (LE) (Fig. 2 y Lám. 7).
Los primeros reconocimientos practicados evidenciaban la existencia de diversos problemas patológicos, algunos más graves que otros. Como ya hemos referido, la torre T12 conservaba el preocupante desplome de su cara principal, a lo que había que unir los recientes desprendimientos de material constructivo y la apertura
Lám. 7.Aspecto de la torre T12 y el lienzo adyacente en el año 2006.
Lam. 8.Vista general de la torre T12 antes de la restauración de 2011. Obsérvese el acuso desplome que presentan sus muros.
de viejas fisuras (Lám. 8). La otra torre, la T13, estaba desmochada desde antiguo y apenas conservaba cinco cajones de altura máxima; éstos estaban fracturados en algunas partes y evidenciaban de forma puntual problemas de estabilidad (Lám. 9). Además, su interior se había convertido en un verdadero basurero como consecuencia de la apertura de un portillo en un lateral. En los paños de muralla LE y LF, finalmente, se observaba un profundo deterioro de la superficie exterior de los nuevos hormigones de restauración empleados por el Taller Escuela, cuya superficie exterior estaba muy meteorizada, con la formación de láminas desprendidas de material y una preocupante y generalizada disgregación de la masa (Lám. 10).
Una vez identificados los daños, y antes de elegir las soluciones técnicas más adecuadas para corregirlos, era preciso identificar de forma clara las causas de las patologías descritas, procurando, en la medida de lo posible, que no se volvieran a reproducir en un futuro. En primer lugar, la patología más clara y
Lám. 9.- Vista general de la torre T13 antes de la restauración de 2011.
extendida tiene que ver con la propia disgregación de la masa de los cajones de tapial, derivada de la propia naturaleza concrecionada del material. En general, la mayor proporción de cal se concentraba en las caras exteriores, dejando el núcleo mucho más pobre de ligante calizo, y por lo tanto, menos resistente. En aquellos casos en los que esa capa exterior más dura se deteriora o pierde, la disgregación de las tapias se acelera exponencialmente. Esa patología se ha identificado en las estructuras intervenidas en este proyecto, desde sus fases iniciales hasta las más avanzadas en las que hay caída de material o fracturas del mismo. La acción del agua de lluvia o escorrentía, la vegetación parasitaria, o incluso la acción química de la contaminación, facilitan la disgregación del tapial, que se puede hacer más acentuada si además la masa no está correctamente mezclada o proporcionada en su composición.
Otro tipo de lesión que afecta a estas obras defensivas de tapia tiene que ver con problemas de tipo mecánico o estructural. En efecto, como cualquier hormigón, los tapiales medievales de cal poseen una alta resistencia a la compresión, pero por el contrario, cuando se solicitan a tracción, apenas sí tienen capacidad de aguante. Esa causa puede estar detrás de las fracturas sufridas por las estructuras de las torres de flanqueo, huecas, y con unos muros perimetrales muy esbeltos de 80 cm de espesor; ante cualquier movimiento o carga transversal es muy probable que rompieran o colapsaran. En cualquier caso, este problema se puede acentuar de forma clara si tenemos en cuenta las especiales características del terreno donde se yerguen estas construcciones, esquistoso y con una evidente falta de consistencia debido al talud artificial realizado con la obra del cercano campo deportivo.
En definitiva, como se puede comprobar tras esta exposición, los daños identificados en las estructuras a intervenir presentaban diverso grado de alteración, pero en general requerían de una intervención urgente. A la hora de redactar el proyecto, y una vez descritas las patologías y señaladas las causas que las producían, era el momento de establecer unas pautas de actuación que corrigieran esos problemas y evitaran su reproducción en un futuro. De forma general, el criterio o metodología a seguir partía de la premisa de que la conservación de las murallas se debía conseguir empleando técnicas o sistemas conocidos, reversibles y compatibles con la materialidad de las mismas, siempre y cuando el riesgo de destrucción no nos obligara a la elección de soluciones actuales menos fieles a las primitivas. Si queremos restaurar un edificio histórico, tal es el caso, es necesario conocer perfectamente, y desde un punto de vista arqueológico, su forma de construcción, así como los módulos y sistemas empleados para su construcción; en el caso de las tapias de hormigón de cal, como veremos a continuación, no existe mejor manera de conservación que proteger y restituir las partes dañadas mediante la ejecución de nuevas tapias, de similares composición y puesta en obra. Pero veamos todo ello de forma detenida, describiendo las intervenciones realizadas en cada parte de la muralla en este proyecto de 2010.
Lám. 10. Detalle de la meteorización sufrida por el lienzo de muralla entre las torres T12 y T13 (LF).
Fig. 3.Sección constructiva de la torre 12 restaurada, según el proyecto de 2011.
2. Para aquel lector que quiera adquirir una mayor información técnica sobre esta actuación, remito a GURRIARÁN (en prensa).
1.- La torre T12.
Los trabajos restauradores sobre este elemento debían partir de dos labores plenamente diferenciadas: por una parte, la consolidación estructural general mediante la estabilización del alzado de la torre, la cimentación y el terreno, y por otra, la propia restauración epidérmica de las tapias. Por lo que respecta a la primera actuación, se decidió construir en el interior de la torre medieval hueca otra estructura adosada de hormigón armado, no visible desde el exterior, a modo de esqueleto resistente (Fig. 3); este vaso estaría conectado a un encepado con nueve micropilotes de 16 metros de profundidad, así como a una viga perimetral de corona que sostendría a la torre original desde arriba (Lám. 11). Ambas construcciones, la medieval y la actual, estarían conectadas mediante múltiples varillas de fibra sintética que atravesarían ambos elementos de forma oblicua. No obstante, no existiría un contacto directo entre ambas, al haber una cámara de aire intermedia, que garantiza además el carácter reversible de la obra.
Las fisuras que recorrían las caras exteriores de la torre fueron saneadas y cosidas a continuación con varillas de fibra sintética, siendo selladas finalmente con un mortero de base caliza que se empleó igualmente para rellenar pérdidas puntuales de material. Los característicos mechinales, testimonio de las desaparecidas agujas de madera que permanecían empotradas en las tapias, fueron sellados parcialmente con idéntico mortero para evitar la entrada de agua al núcleo de las fábricas así como el anidado de aves. Finalmente, las nuevas superficies de mortero fueron entonadas cromáticamente con una veladura pictórica (Lám. 12).
Lám. 11.Detalle de la coronación del vaso de hormigón interior de la torre T12 una vez restaurada.
Lám. 12.Vista general de la torre T12 tras su restauración en 2011. La base de hormigón corresponde al andamio estabilizador ya desmontado.
Lám. 13.Vista general de la torre T13 después de su restauración en 2011.
2.- La torre T13.
La restauración de la otra torre fue muy diferente a la descrita con anterioridad. Desmochada y rota parcialmente, los trabajos de conservación más bien debían de desarrollarse de forma selectiva y puntual sólo en aquellos lugares don- de era necesario. De este modo, se ejecutaron nuevos cajones de hormigón de cal en aquellas partes donde los originales habían desaparecido, pero siempre tomando como límite reconstructor la máxima altura conservada en la actualidad. Así, se ejecutaron nuevos cajones que se integraban modularmente con los originales (Lám. 13).
Completaron los trabajos en esta torre el sellado del portillo abierto en su cara sur, en la que se simuló el enteste de la desaparecida muralla mediante el raspado superficial de las nuevas tapias (Lám. 14), así como el tratamiento y adecentamiento de la base tallada de esquisto sobre la que se alza la construcción, que fue parcialmente hormigonada por el Taller Escuela.
Lám. 14. Detalle de la torre 13 y el lienzo adyacente una vez restaurados en 2011. Obsérvese la señal del enteste de la desaparecida muralla que proseguía hacia el sur, mediante el raspado de la superficie de las nuevas tapias.
IMAGEN ESTA MAL SE VE BORROSA
3.- Los lienzos de muralla anexos a la torre T12 (LE y LF).
Por lo que res- pecta a los dos paños de muralla, la principal preocupación radicaba en la consolidación de la superficie meteorizada de las tapias de hormigón calizo. Como medida inicial se acometieron una serie de sondeos a fin de conocer la cimentación de las estructuras, a cargo de la arqueóloga Elena Ortuño. Gracias a ellos se pudo verificar cómo, al menos en el caso del muro que une las dos torres T12 y T13 (LF), el basamento era una zapata corrida de hormigón que demostraba la reconstrucción completa de esta parte por el Taller Escuela.
Se sanearon las tapias mediante el picado de la epidermis dañada, a fin de buscar un sustrato estable que no estuviera meteorizado (Lám. 15). Este material eliminado fue tamizado y reaprovechado en su porción fina en las nuevas mezclas que íbamos a emplear. Una vez picados los lienzos, se decidió adosar a los mismos nuevos cajones encofrados de hormigón de cal, a modo de forro protector (Fig. 4 y Lám. 16). Se trataron de respetar los módulos originales, tanto por lo que respecta a las dimensiones de los cajones como a la propia coloración y textura de las tapias.
Lám. 15.Aspecto de las tapias del lienzo de muralla entre las torres T12 y T13 durante el proceso de saneado.
Para que estos nuevos forros tuvieran la suficiente estabilidad, el cajón inferior de 90 cm de alto tenía casi medio metro de profundidad, mientras que los restantes apenas tenían un espesor de 25 cm. Con objeto de definir el tipo de mezcla de los nuevos hormigones, se labraron tres probetas de prueba con diversas dosificaciones y coloraciones, con la finalidad de elegir aquella que mejor se adaptara a las características de las tapias existentes. Se seleccionó la referida como “B”,
con la siguiente dosificación: 2 partes de cal, 1 parte de cemento blanco, 2 partes de arena gris, 2 partes de arena rubia, 3 partes de material más grueso reaprovechado de la masa saneada. Durante el desarrollo de los trabajos se decidió disminuir en media parte la porción más gruesa.
Con la idea de que ambas hojas de tapia tuvieran una adecuada adherencia entre sí, se embutió un mallazo resuelto de forma manual con varillas de fibra sintética, de 5 mm de diámetro, formando una retícula. Esta malla se ancló al núcleo del muro mediante varillas dispuestas al tresbolillo. Al exterior se replanteó la línea de mechinales a partir de los vestigios originales, recreando estos elementos mediante oquedades de 10x5 cm y 5 cm de profundidad (Lám. 17). Por último, la coronación de los muros se terminó con una capa resistente de mortero rico en cal, con suaves pendientes que vierten hacia ambas caras del muro. En la base se construyó, ligeramente enterrada, una cuneta continua de hormigón que evitara descalces por escorrentía de agua.
La ejecución de este proyecto se desarrolló sin apenas contratiempos entre abril y noviembre de 2011, a cargo de la empresa Cyrespa Arquitectónico S.L. Pero no han terminado ahí los trabajos de conservación sobre el Āfrāg, ya que en este año 2012 se ha tenido que reforzar la estructura de alguno de los lienzos integrados dentro del Cuartel Mixto de Artillería.
Lám. 16 Detalle de los encofrados empleados para la puesta en obra de los nuevos cajones (2011).
Lám. 17.Vista general del tramo de muralla restaurado durante los trabajos de 2011
Además de la declaración fundamental como Bien de Interés Cultural dentro de la categoría de monumento, es muy importante la protección establecida dentro del planeamiento municipal, y sobre todo, a través de un documento básico como es el PEPRI de estas murallas. En este caso, además, se ha contado con una diagnosis general de la fortificación redactada en 2006, a modo de documento director, con la que se ha discriminado una serie de obras planificadas en función del riesgo de deterioro estimado. Pero como se ha podido comprobar tras la exposición realizada, en muchas ocasiones es la aparición de situaciones urgentes la que marca el ritmo de las intervenciones.
También es necesario llamar la atención sobre la dificultad inherente que con- lleva la restauración de tapias medievales. Al tratarse de un material concre- cionado, y al contrario que sucede, por ejemplo, con el ladrillo o la piedra, su conservación rigurosa buscará la creación de forros protectores también de tapia, cuya modulación y composición serán el resultado de un estudio detallado y concienzudo de la obra original. En general, la adherencia y compatibilidad entre las dos partes, la nueva y la original, siempre será difícil y no exenta de situaciones eventuales de desprendimientos de las restauraciones. En el caso del Āfrāg, se da además una dificultad añadida, ya referida en otro artículo de este catálogo, relacionada con la propia forma de construir de estas estructuras medievales. En efecto, el hecho de usar una tapia calicostrada en la que la mayor proporción de cal se concentra en la costra exterior, mientras
que el núcleo es apenas un relleno suelto de tierra y cascotes de piedra, hace que al meteorizarse la epidermis de las tapias el deterioro se acelere de forma alarmante al quedar ese núcleo débil expuesto. Esta situación es evidente en algunos lienzos situados en el Cuartel Mixto de Artillería, donde la erosión ha dejado casi completamente socavadas sus bases.
Las intervenciones restauradoras citadas han sido sumamente respetuosas con la realidad constructiva de estas murallas, e incluso en su ejecución han sido muy adecuadas desde un punto de vista metodológico. Los desperfectos o daños que el paso del tiempo deja sobre estas actuaciones no son el reflejo de erróneas soluciones o deficientes puestas en obra, sino más bien el resultado del lógico envejecimiento y deterioro de estos materiales de tipo hormigonado. Y es que no debemos olvidar que las restauraciones de estructuras de tapia no son eternas y requieren de un continuo mantenimiento, sobre todo centrado en el sellado de fisuras o relleno de grietas, que derivará con el paso del tiempo en nuevas intervenciones de conservación, como la de 2011 que restauró las tapias del Taller Escuela de 1991. Incluso éstas, que apenas cuentan con un año de vida, en el trascurso escaso de unos meses ya tienen unas huellas de deterioro inesperadas, fruto del golpe de vehículos pesados o de gamberros insensibles. Confiemos en que cuando se publique un futuro segundo monográfico sobre las murallas meriníes de Ceuta, la lista de intervenciones se haya incrementado, lo cual será una buena señal no tanto de la salud achacosa de este viejo monumento, sino de la correcta conciencia sobre una buena conservación del mismo.
Fig. 4.Sección constructiva del lienzo de muralla LF con la solución de nuevos cajones de restauración,según el proyectode2011
IV. Conclusiones
Con este breve repaso sobre la historia reciente de las murallas meriníes de Ceuta hemos establecido un marco general sobre su recuperación, comenzada hace casi medio siglo. Como es fácil comprender, se trata de un recorrido largo y no exento de dificultades, que a pesar de contar con el respaldo público y un sustento legal, en muchas ocasiones ha de sortear obstáculos inesperados, a veces, desgraciadamente insalvables. Pero la vía de recuperación del Āfrāg ya está abierta y nos permitirá conservar lo restante de esta impresionante fortificación para la presente y futuras generaciones.
BIBLIOGRAFÍA
GURRIARÁN DAZA, P. (2010). Proyecto Básico y de Ejecución y Estudio de Seguridad y Salud, de las obras de consolidación y restauración de las torres Nº 12 y 13 del lienzo entre ellas, situados en el Tramo “65B de las Murallas Meriníes de Ceuta, Subdirección General del Instituto del Patrimonio Histórico Español, Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, Ministerio de Cultura. Ceuta
GURRIARÁN DAZA, P. (en prensa). “La restauración de las mu- rallas del Afrag de Ceuta”, Actas de las V Jornadas de Arquitectura y Urbanismo de Ceuta (Noviembre de 2011), Instituto de Estudios Ceutíes. Ceuta.
LÓPEZ MARTÍNEZ, F. J. (1999). “Tapias y tapiales”, Loggia, vol. 8. Valencia, p. 74 y ss.
PRIETO-MORENO PARDO, F. (1967). Proyecto de consolidación y restauración del recinto fortificado de Ceuta, Archivo General de la Administración (AGA), Sección Cultura (03), 116 26/113.
ROMERO GALLARDO, A., LÓPEZ OSORIO J. M. (en prensa).“Historical rammed-earth structures in Eastern Andalusia: the restoration philosophy of the architect Prieto-Moreno”, Actas del Congreso Internacional sobre Restauración de Tapia. Restapia 2012. Valencia.
VILLADA PAREDES, F. (en prensa). “El Afrag de Ceuta: Recientes intervenciones arqueológicas en la fortaleza mariní”, Actas de las Jornadas Técnicas Internacionales “Castillos y Ciudades Amuralladas en el estrecho de Gibraltar (SS. X-XV)”. Algeciras, abril de 2011
YAMUR. ARQUITECTURA Y ARQUEOLOGÍA S.L. (2006). Diagnosis y Consolidaciones de urgencia de las Murallas del Afrag de Ceuta, Consejería de Fomento de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Ceuta.

