Más que cerámicas: Restos arquitectónicos medievales islámicos en Ceuta

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Bibliografía

Hasta fechas muy recientes en que ha sido sustituida por otros materiales la cerámica ha sido fiel compañera de la vida cotidiana de los hombres.

Tanto la abundancia de las materias primas necesarias para su fabricación, relativa sencillez de su manufactura y moderado precio como su adaptación a los fines más diversos explican su masivo uso.

Además, son piezas difícilmente reciclables una vez fracturadas por lo que los objetos cerámicos han sido desechados en volúmenes considerables. Estos fragmentos, por su propia naturaleza, perduran durante milenios incluso en condiciones medioambientales adversas que harían desaparecer otro tipo de vestigios históricos. Un ejemplo extremo es el del monte Testaccio (dei Cocci) de Roma, montículo de casi 1500 m de perímetro y 50 metros de altura aproximada, formado por fragmentos de ánforas desechadas.

Estas razones, abundancia, fragilidad, difícil reutilización y perdurabilidad, explican su numerosa presencia en los registros arqueológicos de casi todas las épocas superando en mucho a las recuperaciones de objetos de otra naturaleza.

Por ello no ha de extrañar que los arqueólogos prestemos a su estudio una gran atención¹ ya que la información que proporciona es casi siempre esencial para determinar aspectos tan relevantes como la datación de un yacimiento, caracterización de actividades que se desarrollaron en un determinado lugar, nivel socio-económico de sus usuarios, relaciones comerciales, creencias, etc.

1.“La cerámica tiende a suscitar fuertes emociones entre los arqueólogos: la aman o la odian. Para algunos tiene una fascinación indeinible y potencialmente contiene mucha información, que un estudio arduo y cuidadoso ha de poner de maniiesto. En el otro extremo del péndulo, la cerámica aparece como el más común de los materiales arqueológicos, cuyas funciones principales son entorpecer la tarea auténtica de excavar, abarrotar los almacenes y comportarse como un “agujero negro” arqueológico de los recursos que siguen a la excavación. Entre ambos extremos existe un amplio espectro de opiniones: hay quienes ven la cerámica como una tarea inevitable, un material que se ha de procesar con la máxima rapidez posible antes de volver a enterrarlo (ya sea en el terreno o en un almacén), un poco como los residuos radiactivos de bajo nivel […] En estas descripciones hay un punto de verdad y también un punto caricaturesco.” (Orton, Tyers y Vince, 1997). Por su papel esencial en la investigación arqueológica existe una abundantísima bibliografía sobre cerámica entre la cual, a título meramente introductorio, pueden citarse Caro, 2002, Giannicheda, Volante, 2007; Orton, Tyers y Vince, 1997; Rice, 1987 y Vidale, 2007.

Centrándonos en el tiempo y en el espacio en que se inscribe nuestra intervención, Ceuta medieval islámica, la atención dedicada a los estudios ceramológicos es notable y ha alcanzado una gran proyección. Es sencillo de explicar.

Las circunstancias en que se formó el registro arqueológico ceutí, caracterizado por un abandono de buena parte de la ciudad islámica tras la conquista portuguesa, ha permitido la preservación de estas piezas en un estado de conservación e integridad que tiene pocos paralelos. Todo esto ha permitido que hoy el Museo de Ceuta custodie una importante, variada y significativa colección de cerámica medieval islámica, conocida y muy estimada entre los arqueólogos interesados en el estudio del mundo andalusí y magrebí.

Esta reputación, merecidamente obtenida, es consecuencia también de la atención prestada a su estudio.

Si a principios del siglo XX Ramos y Espinosa de los Monteros daba ya noticias de la aparición de vasijas islámicas en diversos puntos de Ceuta² y en la década de los 20 Clemente Cerdeira publicaba el conocido brocal de pozo del Llano de las Damas (Cerdeira, 1926) es, como en tantos otras facetas de la arqueología local, Posac quien da inicio a una serie de publicaciones que inauguran el estudio desde una perspectiva arqueológica de estas piezas (Posac, 1960; 1962a; 1962b; 1967; 1971a; 1971b; 1978; 1980-81; 1981; etc.) . Si bien Posac continuará publicando ocasionalmente diversos trabajos sobre cerámicas medievales, es cierto que sus principales líneas de investigación se dirigieron pronto a otros periodos.

2. “[en los terrenos de la Berria] algunas excavaciones practicadas […] han descubierto muros y habitaciones con columnas, baños árabes, paredes con mosaicos y dibujos añilados sobre el yeso del revestimiento, monedas y objetos de cerámica basta”, RAMOS, 1989, p. 107; “Entre los escombros de sus antiguos solares [calle de Martínez Campos] se han hallado un reloj de sol […] del siglo XVI; varias monedas de oro de los árabes, candilejas y mosaicos”, ibid., p. 131.

A partir de los 90, una nueva generación de arqueólogos ha continuado dan do a conocer estudios sobre cerámicas islámicas recuperadas en el subsuelo ceutí (Bernal, Pérez, 1998; 1999; Hita, Lería, 2011; Hita, Suárez, Villada, 2008; 2009; Hita, Posac, Villada, 1997; Hita, Villada, 2000; 2003; 2007; Villada, 2006)³.

El relevo fue tomado por Fernández Sotelo quien realizó un ingente trabajo de clasificación y estudio de la colección local, la recuperada antes y después de su llegada a la dirección de la Sala Municipal de Arqueología (Fernández, 1979; 1980), que se vio plasmada en su tesis doctoral (Fernández, 1988), trabajo citado y bien valorado aún hoy en día, veinticinco años casi después de su aparición. Fernández Sotelo ha publicado recientemente otras obras en las que ha dado a conocer nuevos repertorios de piezas (Fernández, 2001; Fernández, 2005; Fernández, 2008) aunque, desde el descubrimiento de la basílica de Ceuta en la década de los 80, buena parte de sus trabajos se encaminó al estudio de este singular monumento.

3. Una relexión general sobre los últimos veinticinco años de la arqueología ceutí de época medieval islámica puede verse en Hita, Villada, en prensa.

Junto a las publicaciones citadas no debemos olvidar otras muchas en las que las piezas ceutíes son estudiadas y valoradas por investigadores que desarrollan su trabajo fuera de la ciudad.

Esta atención de los arqueólogos hacia las cerámicas islámicas de Ceuta, entendemos que justificada dado el volumen e interés de los conjuntos recuperados, ha contribuido a crear la falsa imagen entre el público no especializado de que el registro arqueológico de este periodo está constituido casi exclusivamente por cerámicas con alguna pequeña aportación de otro tipo de materiales muebles y casi ninguna edificación. Nada más lejos de la realidad, sobre todo en los últimos años, en que la intensificación de las políticas de arqueología preventiva urbana ha hecho posible ofrecer un panorama más completo y diverso de los vestigios conservados de este periodo.

Pretende este artículo contribuir a desterrar esta falsa impresión mediante la presentación, necesariamente breve, de una serie de intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en las dos últimas décadas que han permitido estudiar, y en buena medida preservar, parte del patrimonio edificado de la etapa medieval islámica de Ceuta.

4. Cerámicas y patrimonio inmueble no han sido los únicos temas abordados desde la perspectiva de la arqueología en los últimos años. También otros objetos muebles como los fabricados en hueso o los cementerios, por poner únicamente dos ejemplos, han sido objeto de diversas publicaciones. (Fernández, 2002; Martínez, Suárez, Villada, 2012). Los estudios basados en otro tipo de fuentes sobre diversos aspectos de esta misma etapa (urbanismo, abastecimiento de aguas, fortiicaciones, etc.) han sido también muy numerosos. .

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