Los Ḥammām-s de la madīnat Sabta

Una aproximación a partir de los textos árabes y de la arqueología

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Láminas
Glosario
Bibliografía

CONCLUSIÓN

Así, a través de las páginas precedentes, hemos intentado proponer una síntesis de los datos sobre los baños de la Ceuta medieval. Son esencialmente los textos árabes y los datos arqueológicos los que ofrecen información sobre este edificio particular de la civilización islámica que se encuentra a la vez en el espacio público y el espacio privado. La documentación posterior, y especialmente la de fuente portuguesa, no ayuda mucho en la investigación. Realizamos un inventario exhaustivo del conjunto de baños que debían de existir en Ceuta a lo largo del periodo islámico. Por el momento resulta complicado precisar exactamente el contexto en el que estos edificios se inscriben. Ignoramos en gran medida qué tipo de edificios podían encontrarse en el entorno del baño, tales como mezquitas, sūq-s, funduq-s, maqbara-s o talleres artesanales. Este punto podrá aclararse en el futuro gracias a la arqueología. Podemos esperar que así suceda ya que los textos no aportan mucha información sobre este tema. No obstante, conocemos por los autores árabes algunos ḥammām-s, lo que no es frecuente en las ciudades andalusíes o magrebíes. Así, Al-Anṣārī, y antes de él varios geógrafos y juristas proporcionan nombres de baños sobre los que podemos interesarnos. Parece en efecto que el gobernador podía dar forma a la ciudad. Paralelamente, las ricas familias o los clanes podían disponer de sus propios baños. También, en cierta medida, crean a su imagen los diferentes barrios de la ciudad y el baño puede ser entonces específico del clan.

El espacio ceutí ofrece detalles particularmente interesantes sobre esta cuestión y además sobre el tema de la partición del agua en la ciudad. Aunque los autores árabes presentan la Ceuta medieval como una madīna dotadas de fuentes (directas o artificiales) donde el agua no faltaba gracias entre otros a la rica zona de Beliunes, la realidad debía de ser diferente. Parece que los hombres buscaron siempre nuevas soluciones para ahorrar la carencia de agua (construcción de acueductos, importación de agua por barcos-cisternas, uso del agua del mar, etc.) y podemos pensar que la gestión del agua no debía de ser simple. El reparto de este precioso elemento debía de ser estricto y estar reglamentado. Podemos suponer que existía una red hidráulica pública en la ciudad. El hecho de construir un baño a un momento dado planteaba la cuestión del abastecimiento de agua. Parece poco probable que se suministrase el baño directamente gracias a una fuente natural ya que la naturaleza geológica del suelo ceutí impide la formación de bolsas de agua. La búsqueda de un terreno disponible debía de ser prioritaria frente a la obligación de habilitar una canalización o un fácil abastecimiento de agua. Es posible también, como refieren los autores árabes, que los baños fueran abastecidos con agua del mar. En este caso, pueden localizarse cerca de la ribera. Sabemos que a lomos de burros se transportaban los cubos de agua. Sin embargo, no conocemos exactamente la cantidad de agua que necesitaba un baño, aunque probablemente sería mucho más que un simple abastecimiento a lomos de animales. Por eso, otras soluciones prácticas como las cisternas llenadas por agua de lluvia podían también permitir el abastecimiento del baño. Aún ahí, solo nuevos datos arqueológicos permitirán profundizar estos interesantes temas vinculados al reparto del agua.

A través de los textos árabes, podemos además confirmar algunas hipótesis propuestas en nuestra tesis sobre los baños andalusíes. Parece claro que el baño en el espacio público era el más utilizado por laʿāmma, es decir, por el pueblo llano, mientras que los notables, sabios y ricos mercaderes levantaron baños privados en sus residencias urbanas, incluso rurales. Las mujeres casadas pertenecientes a una cierta categoría social no salen de casa para ir al baño colectivo del barrio, reservado a una clientela que no puede tener un ḥammām en la propia. Así, el baño es claramente un instrumento de diferenciación social en Ceuta ya que el poder económico o intelectual realiza su aseo en espacios individualizados y privados. No se mezcla toda la gente en el baño. En este orden de cosas, según hemos indicado, el baño queda circunscrito al espacio del aseo y no al de la purificación ritual. No tiene por tanto una función religiosa. Sin embargo, podemos afirmar que es el lugar de recreo o de descanso entre amigos, ya sea en el baño público del barrio o en el ámbito privado. En efecto, aunque los textos no ofrecen muchos datos sobre estas prácticas sociales, el espacio del baño es esencialmente colectivo. Por eso, en él coinciden los miembros de un mismo clan, de la misma familia, y en él se recibe a los invitados y comensales, incluso a la clientela. Así, el ḥammām es un espacio socialmente fuerte como si se tratase de un ritual por el que se invita, se discute y se pasa tiempo.

El baño de la Plaza de la Paz, que fue excavado recientemente por José Manuel Hita Ruiz y Fernando Villada Paredes, es uno de estos establecimientos de barrio donde acudía la ʿāmma, mientras que otros edificios destinados al mismo uso se erigían en la ciudad, pero no se conocen por el momento. No se trata de los lujosos “baños de mármol” mencionados por Al-Anṣārī. No obstante, desde diferentes puntos de vista, este edificio es interesante. Su forma es simple, bastante similar a lo que conocemos en al-Andalus, en Toledo en los siglos X-XI o en el sureste andalusí durante la época nazarí. Presenta también peculiaridades típicamente ceutíes que no tienen correlatos en los ejemplos magrebíes, según hemos visto más arriba. Se trata del único baño excavado en Ceuta. Otras excavaciones vendrán a completar –al menos eso esperamos– las hipótesis que podemos proponer hoy en día. Existe una red de influencias entre las dos orillas mediterráneas durante la época medieval. Artesanos llegados de la Península ibérica o del Magreb debían de trabajar en las construcciones de baños en Ceuta. Algunas formas, como el vestuario-patio que conocemos en el establecimiento de la Plaza de la Paz, atestiguan la existencia de intercambios en materia arquitectónica. La ampliación de la sala fría no es irrelevante. Marca a la vez un cambio en las prácticas corporales en el baño y la moda arquitectónica. Pocos elementos de referencia y una cronología incompleta para los edificios magrebíes impiden por el momento avanzar precisamente en esta dirección. Es cierto que la realización de una síntesis sobre los baños del Magreb y más precisamente a propósito de los ḥammām-s de Marruecos, en primer lugar, permitirá comparar de nuevo los datos arqueológicos del baño de la Plaza de la Paz con éstos. La zona del Estrecho de Gibraltar puede además considerarse como un espacio coherente desde un punto de vista cultural, compuesto tanto de cambios y traslados de conocimientos como de técnicas entre las dos orillas del mar Mediterráneo. Podremos, por otro lado, caracterizar más precisamente el baño del Occidente musulmán en cuyo ámbito se sitúa el baño de Ceuta.

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