Los Ḥammām-s de la madīnat Sabta

Una aproximación a partir de los textos árabes y de la arqueología

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Láminas
Glosario
Bibliografía

CAPÍTULO II

El baño de la Plaza de la Paz (siglos XII-XIV) entre al-Andalus y el Magreb

Esta segunda parte está dedicada al único descubrimiento arqueológico de un baño en la ciudad medieval de Ceuta (Lámina 9). El estudio de este edificio balneario se presenta de forma comparativa. Se trata, en efecto, de analizar las estructuras sacadas a la luz con los datos materiales que conocemos tanto para el espacio andalusí como magrebí. Una síntesis sobre los baños de al-Andalus fue el objeto de una tesis que detalla todos los módulos constructivos del baño (Fournier, 2010 y 2016) y propone una primera tipología de los ḥammām-s andalusíes (Lámina 10). Este tipo de estudio no ha sido realizado para el Magreb medieval. Algunos estudios sobre los baños magrebíes existen pero datan, la mayor parte, de la primera mitad del siglo XX. Pocas excavaciones recientes, excepto la investigación a cerca del baño de Aġmāt en los años 2000, pueden completar o explicar estas antiguas observaciones, más arquitectónicas que arqueológicas. En al-Andalus, podemos estudiar, hoy en día, un corpus de ochenta baños repartidos por toda la Península. Se fechan desde la época emiral hasta el siglo XV. Solo una docena de ḥammām-s medievales son conocidos entre Marruecos y Túnez. El contexto no es claramente el mismo que en la Península ibérica ya que es probable que antiguos baños de la época medieval estén aún en uso en las antiguas medinas marroquíes, argelinas o tunecinas. Por eso, sería necesario realizar un estudio de campo y un inventario similar al interesante trabajo de Nabila Chérif-Seffadj sobre los baños de Argel durante el periodo otomán (siglos XVI-XIX) (Chérif-Seffadj, 2008). En la ausencia de inventario a escala del Magreb, establecimos una primera lista de baños documentados. Se trata de los edificios siguientes: el baño de Walīla del final del siglo VIII (Volubilis, Marruecos; El Khayari, 1994), el baño de la fortaleza de Dougga de los siglos IX-X (Túnez; Poinsot, 1958), el baño privado de la Qalʿā del Banū Hammād en el Qaṣr al-Baḥr (principios del siglo XI, Argelia; Golvin, 1965), los baños de los Tintoreros (¿siglo XI?, Argelia; Marçais, 1926 y 1950) y de la mezquita El-Eubbâd en Tremecén (siglos XIII-XIV, Argelia; Marçais, 1927), el baño de Aġmāt (siglos X-XIV, Marruecos; Fili Capel et Messier, 2004), el baño de la fortaleza de Zagora (época almorávide, Marruecos; Meunié et Allain 1956), el baño del Qaṣr al-Ṣaġīr (siglo XII, Marruecos; Redman et al., 1977-78, Redman, 1986), el baño de Oujda (época meriní, Marruecos; Beaulain court et Saladin 1910), los baños meriníes de El-Alou (Rabat, Marruecos; Terrasse, 1950), El-Mokhfiya y Chella en Fez (Marruecos; Terrasse, 1950). Edmond Pauty menciona otros establecimientos balnearios en su artículo sobre los ḥammām-s de Rabat-Salé (Pauty, 1944). Sin embargo, no tienen una fecha precisa y no son estudiados en profundidad. Se les mencionará si fuere necesario a lo largo de la comparación.

Un esquema de análisis, parecido a éste utilizado para los baños andalusíes, fue establecido con el fin de comparar de manera racional el baño de la Plaza de la Paz. Por eso, reunimos todas las superficies de las diferentes salas de los baños conocidos (bayt al-maslaj, bayt al-bārid, bayt al-wasṭī y bayt al-sajūn) así como las relaciones entre las zonas secas y húmedas. Realizamos también descripciones de los baños magrebíes para comparar de manera más comoda formas y materiales empleados en los establecimientos medievales. Figuran los planos de los baños de nuevo dibujados para tener la misma escala, y un código gráfico común (Lámina 1) para facilitar la lectura del conjunto de estos baños de la época medieval situados en el occidente del dār al-Islām. El estudio comparativo se compone de dos partes. En primer lugar, presentamos una descripción precisa del plano del baño de la Plaza de la Paz en sus dos fases conocidas de época almohade y de época meriní. Este nos llevará a comparar sus formas con las de los baños andalusíes y magrebíes conocidos. En segundo lugar, observaremos tanto los materiales como los acabados empleados en el baño ceutí comparándolos nuevamente con los datos de la Península ibérica y del Magreb. Este estudio comparativo, a partir del baño de la Plaza de la Paz, permitirá esbozar algunas hipótesis en cuanto a los (inter) cambios formales y constructivos entre al-Andalus y el Magreb.

A. Estudio comparativo de las formas del baño de la Plaza de la Paz

Este baño fue descubierto en los años 60 en el momento de la demolición de antiguas casas. Carlos Posac Mon identificó estas estructuras como las de un baño árabe. Las mismas aparecieron parcialmente destruidas y los niveles arqueológicos fueron muy mal conservados. Corresponden esencialmente a la demolición y al nuevo uso del edificio en los años posteriores. Numerosos elementos que constituyeron el baño fueron expoliados a lo largo del tiempo. Solo algunos fragmentos fueron sacados a la luz durante las excavaciones de 2000 y 2004. El espacio del baño fue enteramente excavado. Falta, quizás, una exploración más amplia alrededor del edificio para entender mejor su organización pero la misma no fue realizada en el momento de la investigación arqueológica y aún no se ha planteado. El baño fue el objeto de dos campañas de excavación en 2000 y 2004. La primera estuvo dedicada a estimar el estado de degradación del baño y la segunda a una intervención arqueológica más grande. Ésta fue necesaria antes la restauración del edificio para entender su estructura y fechar los elementos balnearios¹⁵. El equipo arqueológico dirigido por José Manuel Hita Ruiz y Fernando Villada Paredes realizó estas dos campañas de excavación. El conjunto de las informaciones proviene del único artículo publicado sobre el baño por los dos arqueólogos responsables de la operación (Hita Ruiz y Villada Paredes, 2006a). Agradecemos a Fernando Villada Paredes por el tiempo que nos dedicó para contestar a nuestras preguntas sobre el edificio.

15. El baño está inscrito como Bien de Interés Cultural desde el 13 de octubre de 2007.

1. Descripción del plano del baño ceutí: fase I y fase II (Láminas 11 y 12)

El espacio en el que se sitúa el baño parece tener tres fases de ocupación de época islámica. La primera corresponde a unas estructuras medievales anteriores a la fundación del baño. Se interpretan como una casa y una calle fechadas en el siglo XI. El baño estaría instalado en parte sobre estos elementos preexistentes, lo que condiciona la forma de las naves orientadas al norte. En una segunda fase, se construye un baño en los siglos XII-XIII, bajo la forma clásica de salas rectangulares paralelas y cubiertas de bóvedas de medio cañón perforadas de lucernas cuadrangulares (fase I). No aparece el plano completo de este edificio durante la excavación. El baño conoció una reforma durante el periodo meriní (fase II). Se amplió la sala fría bajo otro modelo arquitectónico distinto al de las naves de los siglos XII-XIII. El baño se presenta sobre la forma de tres salas (fría, templada y caliente) con un vestuario-patio. La sala fría fue reorganizada durante la época meriní y ampliada en el lado oeste. Parece que había un espacio anexo que daba sobre la sala templada en su primera fase y que desapareció durante su remodelación en el siglo XIV. El baño parece abandonado en el primer tercio del siglo XV, en el momento de la conquista portuguesa (una moneda de Duarte I fue descubierta en los niveles de abandono).

Vestuario (bayt al-maslaj)

Se localiza un patio al sureste del establecimiento balneario por el que se podía entrar en la sala fría del baño (Lámina 13). Se trata de un espacio de una treintena de metros cuadrados que no fue excavado de manera exhaustiva. Parece que se podía acceder desde este patio a la zona de servicios por un estrecho pasillo situado al este. En el extremo suroeste, un aljibe de agua fue sacado a la luz. Se encuentra en conexión por una atarjea con una pequeña pila situada en la sala fría. En el norte, fueron descubiertas unas letrinas. Se presentan bajo la forma de una estructura de ladrillos con mortero de cal y están ligeramente realzadas con respecto al nivel del suelo del patio. Consisten en simples ranuras y son delimitadas, en el lado oriental, por un murete de ladrillo que cierra el espacio. Este tipo de letrinas parece frecuente en las construcciones de esta época. Conocemos otros ejemplos similares en el contexto doméstico de Huerta Rufino. Las letrinas son limpiadas por una atarjea que recoge las aguas residuales de la sala fría en dirección de un pozo ciego situado cerca de la zona de servicios. No sabemos si este vestuario-patio estaba cubierto o al aire libre, incluso si estaba rodeado de un pórtico con espacio central al aire libre (está al menos atestiguado en los lados este y norte). El patio tenía un suelo completamente revestido de ladrillos. Una importante cisterna de forma circular de una capacidad de 100 m3 se encontraba bajo el patio. Este aljibe fue parcialmente conservado pues la parte superior no estaba del todo completa lo que impidió saber cómo se llenaba. El agua se sacaba a través de un brocal de pozo.

Sala fría (bayt al-bārid)

La sala fría es el sector que conoció más reformas. Durante el periodo meriní, la sala fría fue ampliada al oeste de la primera (Lámina 14). El espacio original es de forma rectangular de una superficie de unos 12,50 m2. Presenta, en su extremidad sur, una alcoba dotada de una pileta. La sala está cubierta por una bóveda de medio cañón alumbrada por lucernas cuadrangulares. Se accede a esta sala desde el patio de entrada por una puerta de 80 cms. de ancho con un arco de herradura ejecutado en ladrillo (Lámina 36). Se nota la presencia de ranuras en las jambas de ladrillo como si una puerta de madera hubiese sido allí practicada. En la esquina sureste, una pequeña pila fue sacada a la luz. Se abastece por la canalización que viene del aljibe del patio. El exceso de agua de esta pila va en las atarjeas en dirección de la pared oriental junto a las letrinas. El suelo de este espacio está compuesto de lajas de pizarra de grandes dimensiones. Fragmentos de piezas de mármol fueron descubiertos. Es posible que en un momento esta sala del baño estuviese revestida parcialmente de un pavimento de mármol (¿fase II?). Se aprecian varias reformas que muestran un uso intensivo del espacio. Esta sala fría conoció una reforma importante en la época meriní. La pared oeste es abierta para construir una obra de mampostería (Lámina 15). La antigua sala comunica con la nueva a través de arcos de herradura geminados con columna central delgada (Lámina 16). Esta zona representa aproximadamente 16,50 m2. Se compone de un espacio central con bóveda de arista y de dos alcobas en el lado norte y sur. Se desmarcan por doble arcos de herradura con columna central y se cubren por una doble bóveda de medio cañón con una especie de albanega en el centro. El conjunto de esta segunda parte de época meriní está alumbrado por lucernas de sección estrellada.

Sala templada (bayt al-wasṭī)

El acceso al espacio siguiente se hace de nuevo a través de una puerta de unos 80 cms. de ancho (Lámina 17). No se conoce exactamente la forma y la altura de esta puerta. La sala se presenta bajo la forma de una nave de 3,20 ms. por 7 ms. de longitud, es decir una superficie de 22,40 m2. Estaba dotada de dos alcobas en sus extremidades pero desaparecieron en su totalidad. Solo se ve la huella de los arcos sobre las bóvedas que marcaban estos pequeños espacios. Una única cama de mortero, que correspondía al último suelo, fue sacada a la luz durante la excavación pero no explica la naturaleza exacta del pavimento. Dispersos fragmentos de mármol y de pizarra fueron descubiertos en las esquinas de la sala. Por eso, el suelo parece similar al que se observa en la sala fría compuesto de mármol y pizarra. Es posible que hubiera otro espacio al oeste dada la presencia de una apertura de 80 cms. de ancho, quizás en la fase I (Lámina 18).

Sala caliente (bayt al-sajūn)

Se entra en la sala caliente por una puerta de 80 cms. de ancho y 1,80 ms. de altura dotada de un arco rebajado. Se aprecia, en las jambas de ladrillo, unas ranuras necesarias al cierre de una probable puerta de madera (quizás doble) que aísla la sala caliente de la sala templada (Lámina 33). La forma de esta sala no es enteramente rectangular. En efecto, en el lado norte, los constructores contemplaron un elemento exterior que da a la estructura una forma especial. Se trata probablemente de la calle o de la muralla que debía de pasar cerca. Si hacemos una reconstrucción, la superficie de esta sala representa unos 28 m2. Está dotada en sus extremos de dos alcobas, aunque solo se ha conservado la del lado sur. Se presenta bajo la forma de un doble arco de herradura con una probable columna central. Bajo el suelo de la zona central, revestido quizás de un pavimento de ladrillo (¿fase II?), el hipocausto aparece compuesto de cuatro masivos pilares de ladrillo de una altura de 1,60 ms. Alrededor de éstos circula el aire caliente que se escapa por chimeneas constituidas por atanores de cerámica aún visibles.

Zona de servicios

Este sector apareció en muy mal estado de conservación. No se conoce el límite de la zona situada al noreste del establecimiento balneario. Por eso, no podemos concretar su superficie. Un espacio hueco parece rellenado de cenizas. Se trata probablemente de un sitio dedicado a la recuperación de los residuos del combustible. Contigua a la pared de la sala caliente, se sacó a la luz una estructura de ladrillo que parecía sometida a una amplia acción del fuego. Se trata del horno que podía recibir una caldera para la producción de vapor en dirección de la sala caliente. En el lado sur, un espacio delimitado por una puerta podría constituir una zona de almacenaje del combustible o de todo elemento necesario al funcionamiento del baño.

2. Estudio comparativo con los ejemplos andalusíes y magrebíes (Láminas 19 a 26)

Compuesto de las tres salas clásicas y de un vestuario, la forma del baño de la Plaza de la Paz es, sin embargo, peculiar si la comparamos (fases I y II) a los otros edificios conocidos en al-Andalus y el Magreb. Si las salas templada y caliente se presentan como dos naves paralelas, la sala fría en su fase I, de pequeñas dimensiones, no aparece situada de manera “clásica” como otra nave paralela. Podemos pensar que hubo una reforma muy importante durante la época meriní pero parece poco probable que se modificara tanto la configuración del baño¹⁶. Quizás esta sala estaba condicionada desde el principio por estructuras anteriores y una parcela de terreno estrecha. Entonces, se diseñó la sala fría al sur, a continuación del vestuario. El conjunto patio/bayt al-bārid forma un módulo perpendicular al módulo bayt al-wasṭī/bayt al-sajūn. Esta forma nos lleva a pensar en el tipo de baño conocido en Toledo en los siglos X y XI (Lámina 10). El conjunto de estas salas se inscribe en un rectángulo: las tres salas de la zona húmeda son paralelas y el vestuario se encuentra perpendicular. En Ceuta, solo las salas templada y caliente son paralelas entre ellas y perpendiculares al bloque sala fría/vestuario. El aspecto parece similar al de la forma toledana, y sería quizás elegido en función del terreno en el que se construyó el baño, sobre todo si es una parcela con pequeña anchura y larga longitud. Los constructores podían construir el baño con otra orientación pero elementos particulares condicionaron esta forma de plano: estructuras anteriores, abastecimiento de agua, configuración del espacio urbano y acceso a la calle.

16. La sala fría podía encontrarse al oeste de la sala templada y eso explicaría la abertura que se ve en la pared oeste. Sin embargo, con un tal esquema ya no se entiende la organización y la configuración del vestuario.

La fase II es más peculiar que la fase I si intentamos llevar a cabo una comparación con ejemplos conocidos. El vestuario con forma de patio es asociado desde la época almorávide con el baño de Zagora. En Ceuta, es probablemente el esquema desde la fase I. En época nazarí, numerosos baños presentan vestuarios-patios rodeados de pórticos con espacio central al aire libre. Es el caso, por ejemplo, del baño de Baza, Ronda y varios baños de la Alhambra. Sin embargo, la ampliación de la sala fría con un anexo más importante que la primera zona es bastante inédita. El uso de una bóveda de arista es poco frecuente también en los baños andalusíes y magrebíes, aparte de en pequeños espacios como alcobas. Aquí, cubre una sala entera de casi 16,50 m2. Conocemos solo un ejemplo similar en al-Andalus. Se trata del baño del Polinario en la Alhambra en el que la sala fría está cubierta de una bóveda de arista. La forma general del baño, en época meriní en su fase II, no puede ser vinculada con un tipo existente. Este plano no conoce ningún paralelo. Conduce, sin embargo, a preguntarse sobre las causas de esta ampliación. En un momento dado, la reforma del baño es determinada y puede responder a nuevas prácticas corporales. La sala fría, pequeño cuarto al origen de 12,50 m2, no debía de corresponder a los usos o a la frecuentación del baño. Se decide ampliar este espacio en el lado oeste. El macizo es enteramente juntado y los constructores no pretendieron guardar una cierta cohesión arquitectónica. La bóveda es de aristas y no de medio cañón; el suelo queda ligeramente realzado con respecto al de la primera zona; las alcobas son abovedadas de medio cañón y las lucernas lo son en forma de estrellas. Esta sala parece haber sido diferenciada intencionadamente. Quizás respondía a una moda arquitectónica con la utilización de la bóveda de aristas y de las lucernas de sección estrellada.

Podemos también comparar la amplitud de la zona seca con respecto a la zona húmeda. En la fase I, la zona seca del baño de Ceuta ocupa el 32,30 % de la superficie total y la zona húmeda el 67,70 %, es decir, 1/3 para la zona seca, y 2/3 para la zona húmeda. Esta relación de un tercio y dos tercios es también conocida en el edificio balneario de Vascos (siglo X), del Pozo Amargo en Toledo (siglo X-XI), en la fortaleza de Jerez de la Frontera (siglo XII) así como en el Bañuelo y el baño de la fortaleza de la Alhambra. En el Magreb, solo el baño de Chella presenta una zona húmeda muy parecida en proporciones a la del establecimiento ceutí (67,34 %). En la fase II, el conjunto de la parte húmeda del baño de Ceuta aumenta con la ampliación de la sala fría. Representa entonces el 72,50 % mientras que la zona seca se reduce al 27,50 %. Ya conocemos esta relación de proporción en Toledo para los siglos X y XI, tanto en los baños de Ángel, Caballel y San Sebastián de Yuso como, en época nazarí, en los edificios de Gibraltar, Baza, Churriana de la Vega y Ferreira en el Marquesado del Cenete. El ḥammām fāsī de Al-Mokhfiya, de época meriní, muestra una zona húmeda de 72,57 % de la superficie total, es decir, muy similar a la de los datos del baño de Ceuta. Así, este edificio aparece bastante común si comparamos las relaciones entre la zona seca y la zona húmeda (fase I y II) con los baños andalusíes y algunos ejemplos magrebíes. Vemos ahora más precisamente cada espacio que compone este establecimiento balneario ceutí.

Vestuario (bayt al-maslaj)

El vestuario no fue enteramente excavado y no conocemos, en consecuencia, sus dimensiones exactas. Presenta una superficie de 30 m2 pero en realidad debía de ser más grande. Las dimensiones de los vestuarios son muy variadas en los baños andalusíes: desde los de estrechas salas de una decena de metros cuadrados, como se aprecia en el ḥammām de Torres Torres, en la región de Valencia (antes el siglo XIII), hasta muy amplios bayt al-maslaj-s de más de 100 m2 como en Ronda (época nazarí). En los establecimientos magrebíes, la superficie de los vestuarios es especialmente importante. El más pequeño vestuario que conocemos es el del baño de los Tintoreros de Tremecén que mide 36,80 m2. Parece utilizado también como bayt al-bārid (¿siglo XI?). Las otras salas de este tipo en los establecimientos que conocemos tienen superficies entre 41,51 m2 (Qaṣr al-Ṣaġīr, época almohade) y 82,95 m2 (fortaleza de Zagora, época almorávide), La mayor parte de los baños de época meriní tienen un vestuario de aproximadamente 60 m2. Como no conocemos enteramente las características del vestuario del baño de Ceuta, podemos pensar que sería más grande y constituiría un espacio especial para el bañista que fuese a entrar en la zona húmeda del establecimiento.

Se conocen vestuarios de una treintena de metros cuadrados en los baños desde los siglos X‐XI, especialmente en Toledo en los edificios de Caballel (26,28 m2) yde San Sebastián de Yuso (30,60 m2). En la época almohade, el baño nuevamente acondicionado en el alcázar de Córdoba se compone de un vestuario de 33,03 m2.Durante el periodo nazarí, los baños de Churriana de la Vega, en la región de Granada, y de Gibraltar representan respectivamente 26,10 m2 y 25,66 m2. Cuando se observa la importante superficie de los vestuarios de los baños meriníes en el norte de Marruecos, especialmente en Fez y en Rabat, es lógico suponer que el de Ceuta presentase un módulo parecido. El baño tendría un primer espacio relativamente grande con el fin de recibir a los bañistas. Se estima que evolucionaría probablemente entre los periodos almohade y meriní. No conocemos exactamente la configuración de este bayt al-maslaj pero, tal y como lo vimos, se trata de un patio con un eventual pórtico en torno a un espacio central, quizás al aire libre. Este tipo de acondicionamiento es bien conocido en los baños nazaríes del sur andalusí (Ronda, Baza, Bañuelo y baños de la Alhambra) así como en los establecimientos magrebíes, desde la época almorávide, como sucede en la fortaleza de Zagora en el sur marroquí. Su forma es parecida a la de otros ejemplos andalusíes o magrebíes. Se inscribe en un conjunto de disposiciones comunes que más tempranamente se conocen en el Magreb. Son esencialmente los baños nazaríes en al-Andalus los que presentan vestuarios bajo la forma de un patio. Es posible que este acondicionamiento conociera la influencia de prácticas arquitectónicas magrebíes. Desde la época almohade, el baño de Ceuta presenta un vestuario con forma de patio rodeado de pórticos.

Sala fría (bayt al-bārid)

La sala fría del baño ceutí en su fase I muestra una superficie de 12,50 m2 y en su fase II es más del doble ya que alcanza los 29 m2. En los establecimientos públicos andalusíes, no es raro encontrar pequeñas salas frías como en Oreto‐Zuqueca desde el fin del siglo VIII (8,40 m2). No conocemos muy grandes bayt al-bārid‐s excepto en el edificio de la Reina Mora en Sevilla (fin del siglo XII-principio del siglo XIII) que representa más de 60 m2. Las superficies de las salas frías de algunos baños del Magreb son diversas: desde una decena de metros cuadrados, como en Walīla al final del siglo VIII, hasta unos 38 m2 en el ḥammām fāsī de Al-Mokhfiya, de época meriní. La fase I, de 12,50 m2, no es particularmente original ya que numerosos baños en al-Andalus aproximadamente poseen esta superficie. En el siglo XI, el baño del Pozo Amargo en Toledo presenta una sala fría de 14,88 m2. Al final del mismo siglo, el nuevo edificio balneario de la Tropa en la Alcazaba de Almería tiene un bayt al‐bārid de 11,52 m2. El edificio de la fortaleza de Alcalá de Guadaira (Sevilla), que data del siglo XII, se compone de una pequeña sala fría de una decena de metros cuadrados. Ocurre lo mismo en época nazarí en algunos baños de la región de Granada: Ferreira (11,02 m2), Cogollos de la Vega (11,25 m2), Mercedarias (10,50 m2), Polinario (13,16 m2) y el baño de la familia de los Abencerrajes (10,13 m2) en la Alhambra. Estas salas son sencillas y se presentan bajo la forma de naves rectangulares casi todas cubiertas por una bóveda de medio cañón. En el Magreb, algunos edificios están también compuestos de pequeñas salas frías como en Walīla (10,12 m2), en la fortaleza almorávide de Zagora (16,45 m2) o aun en el baño de El-Alou en Rabat (11,78 m2). Estas salas son de forma idéntica y están cubiertas por bóvedas de medio cañón. En la fase I del baño de Ceuta, la sala fría presenta un tipo común bien conocido con paralelos tanto en al-Andalus como en el Magreb, y en todas épocas. Durante el periodo meriní, se amplia la sala fría con un módulo arquitectónico de 16,50 m2 junto a la antigua sala fría. Este espacio tiene una superficie de 29 m2. Se aprecia que este tipo de reformas no es común en los baños andalusíes. Desde un punto de vista estético, la forma de la ampliación no es coherente. Los constructores eligieron voluntariamente un modelo que se distinguía de la moda arquitectónica empleada en la fase I. Las superficies de 30 m2 son también corrientes en los baños andalusíes, incluso en algunos edificios magrebíes de época meriní. Se puede ver en varios baños de Toledo de los siglos X-XI: Yâix (28,54 m2), Virgen Gracia (24,37 m2), San Sebastián de Yuso (33,03 m2) y San Sebastián de Suso (25,54 m2). En la región de Jaén, el baño del siglo XI de Segura de la Sierra presenta una sala fría de 25,20 m2; en Elche, el edificio del siglo XII se compone de un bayt al-bārid de 29,45 m2 . El del establecimiento balneario de la fortaleza almohade de Jerez de la Frontera representa 26,68 m2. En la época nazarí, varios baños tienen salas frías de una treintena de metros cuadrados: Benejí (27,24 m2), Ronda (35,10 m2) y en la Alhambra el establecimiento del dār al-Arūša (30,17m2). En el norte de Marruecos, los baños de Oujda y de Chella tienen superficies de salas frías muy próximas a las de la fase II del edificio ceutí, respectivamente de 29,58 m2 y de 29,25 m2 . Dejando aparte el distinto carácter arquitectónico de la ampliación –la sala se compone de dos módulos–, las superficies de 30 m2 son comunes tanto en numerosos baños andalusíes como magrebíes. En ese aspecto, no hay originalidad particular en el baño de Ceuta con respecto al conjunto de los baños de la Edad Media en el Occidente musulmán. La sala fría podía acoger en su fase II más bañistas. Quizás el barrio se desarrolló y el baño se volvió demasiado estrecho en la zona húmeda para los usuarios. Seguramente, es más sencillo ampliar el bayt al-bārid, que no necesita acondicionamiento específico, que el bayt al sajūn, que tiene un hipocausto.

Sala templada (bayt al-wasṭī)

El bayt al-wasṭī del baño de Ceuta presenta una superficie de 22,40 m2 con la forma de una nave rectangular. Es posible que fuese más grande si se admite la hipótesis de otro espacio en el lado occidental. No se conocen los límites ni la finalidad de este espacio, se localiza ya en la fase I o en la fase II. Según el tipo del baño, las dimensiones de la sala templada varían de manera considerable. En los baños públicos, la superficie oscila entre 9 m2 como en Vascos (siglos X-XI), hasta más de 100 m2 en los amplios baños de Jaén (Villardompardo, en el siglo XI) o de Sevilla, con el baño almohade de la Reina Mora que mide 190 m2. Una gran proporción de baños andalusíes, especialmente cuando pertenecen al “modelo simple”, es decir, al compuesto de una zona húmeda de tres salas bajo la forma de naves paralelas yuxtapuestas, presenta una sala templada de una veintena de metros cuadrados (Lámina 10). Es el caso, por ejemplo, del baño del siglo XI de Segura de la Sierra en la región de Jaén en el cual la sala templada ocupa una superficie de 24,08 m2. Desde la mitad del siglo X, el baño de la Alberca en Madīnat al-Zahrā’ estuvo dotado de un bayt al-wasṭī de 22,04 m2. Es especialmente en la época nazarí cuando se distingue un gran número de edificios equipados de salas templadas de unos 20 m2: Aldeire (22,50 m2), Huéneja (20,80 m2), La Zubia (25,13 m2), Cogollos de la Vega (22,50 m2), Mercedarias (21 m2) o en el baño de los Abencerrajes en la Alhambra (25,90 m2).

En el Magreb, los bayt al-wasṭī-s presentan superficies muy diversas. No se aprecian por el momento características comunes a través de los ejemplos que conocemos. La superficie de la sala templada varía entre los 14,70 m2 del baño fechado a finales del siglo VIII de Walīla hasta los casi 170 m2 del ḥammām de los Tintoreros en Tremecén (¿siglo XI?). Excepto Oujda, los edificios meriníes parecen distinguir de amplias salas templadas: 60,22 m2 en el baño de El-Alou (Rabat), 75,21 m2 en el ḥammām fāsī de Al-Mokhfiya, o aun 50,16 m2 en el edificio de Chella. Solo la sala templada del edifico de la fortaleza de Zagora, de 25 m2 se aproxima en superficie al de la sala de Ceuta. El bayt al-wasṭī del baño ceutí parece más similar a las superficies conocidas para los ejemplos tanto andalusíes como magrebíes, aunque no olvidamos que los datos no son tan ricos para el Magreb como para la Península ibérica. La forma de este espacio es relativamente simple: una nave rectangular cubierta por una bóveda de medio cañón, acondicionamiento muy en boga en los baños andalusíes del siglo X al siglo XV, y especialmente en época nazarí en los baños rurales de la región de Granada (Aldeire, Huéneja, La Zubia, Cogollos de la Vega) o de Almería (Benejí, Celín incluso Oria). Parece que el baño de Aġmāt (siglos X-XIV) en el sur de Marruecos hubiese sido concebido según este esquema. Ignoramos, sin embargo, las dimensiones exactas del conjunto porque falta por el momento una publicación final. En este orden de ideas, el baño de Ceuta parece más influido por las formas conocidas en al-Andalus. Tenemos que comparar en la parte siguiente el arreglo de esta sala (materiales, decoraciones y últimos toques) con las configuraciones arquitectónicas empleadas comúnmente en las salas templadas en al‐Andalus y el Magreb, y ello con el fin de comprobar si el bayt al-wasṭī del baño ceutí es más heredero de soluciones andalusíes.

Sala caliente (bayt al-sajūn)

La última sala del baño de Ceuta, hoy restituida, ofrece una superficie de 28 m2 en su fase I y su fase II. No parece ser objeto de una reforma en época meriní. Se presenta como la sala templada bajo una nave alargada cubierta por una bóveda de medio cañón. En los baños públicos andalusíes, las superficies de las salas calientes una vez más parecen diversas ya que oscilan entre más de 8 m2 en Ferreira hasta 49,70 m2 en el baño de Madre de Dios en Murcia (siglo XIII). La amplitud es, sin embargo, menos importante si se refiere a lo que constatamos para la sala templada en la parte precedente. El bayt al-sajūn del baño de Ceuta se sitúa en la mitad de esta escala de datos. Numerosos edificios andalusíes presentan, por lo demás, superficies cercanas a la treintena de metros cuadrados. Es el ejemplo del baño del siglo X-XI de Santa María, en Córdoba (30,90 m2 ); del edificio del siglo XI del Naranjo, en Jaén (29,60 m2); de los establecimientos toledanos de Caballel (25,13 m2) y de San Sebastián de Yuso (29,75 m2). En el siglo XII, las salas calientes de los ammām‐s de García Jofre en Sevilla y de Santa Lucía en Elche representan, respectivamente, una superficie de 28,66 m2 y 29,45 m2. En la época nazarí, numerosos baños públicos tanto rurales como urbanos tienen dimensiones similares: Baza (28,42 m2), Churriana de la Vega (28,80 m2), La Zubia (25,13 m2), Jerez del Marquesado (32,24 m2), Hernando de Zafra (26,36 m2) y en la Alhambra con el establecimiento balneario del Polinario (29,80 m2).

En el Magreb, las salas calientes parecen construidas según medidas más diversas. La más pequeña, de 17,59 m2, es conocida en el baño de Qaṣr al-Ṣaġīr en época almohade; la más grande es la del baño de los Tintoreros en Tremecén y sobrepasa los 70 m2 (¿siglo XI?). Entre los dos, algunos baños presentan superficies similares a la del baño de Ceuta. La sala caliente de la fortaleza almorávide de Zagora alcanza los 28,47 m2, la de Oujda 33,83 m2 y de El-Alou 26,41 m2. Parece que el bayt al-sajūn ceutí se acerca a los ejemplos andalusíes y magrebíes en sus dimensiones pero también en la forma de nave alargada. Esta disposición es común a numerosos baños de al-Andalus descubiertos a lo largo del periodo islámico, al menos desde los siglos IX al XV. En el Magreb, aunque disponemos de escasos datos, no es raro que las salas calientes se presenten bajo la forma de rectángulo alargado como en Oujda, El-Alou, Al-Mokhfiya, incluso desde la época almorávide en Zagora y en el siglo X en Aġmāt, al sur de Marruecos. No parece que la sala hubiese sido objeto de una reforma, sabiendo que su estructura es la más compleja en un baño. El sistema de calefacción compuesto de la caldera, hipocausto y de las chimeneas de evacuación necesitaría obras demasiado consecuentes.

A pesar de una forma general poco común, el baño de Ceuta no queda tan lejos de los ejemplos andalusíes y magrebíes, ya sea respecto a un punto de vista formal o de las superficies construidas. La superficie general muestra que se trata de un baño público, de barrio, tal y como lo conocemos en el mundo urbano y rural, especialmente en época nazarí y en la región de Granada y de Almería. La configuración del vestuario parece similar a la de los que empezamos a conocer en época almorávide en el Magreb, en la fortaleza de Zagora: un espacio central cubierto o no, rodeado de pórticos con una fuente central. Esta organización de tipo magrebí se difunde más tarde en al-Andalus, particularmente en los baños nazaríes (Baza, Ronda, Granada). En la época almohade, se emplea ya esta forma en el baño de Ceuta. La especificidad de este edificio se halla esencialmente en la ampliación de la sala fría en época meriní. No existe ningún correlato de este tipo que sea en al-Andalus o en el Magreb. Sin embargo, es frecuente observar la presencia de un espacio anexo asociado a la sala fría. Desde el siglo IX, el bayt al-bārid del baño de Oreto-Zuqueca abre sobre otra sala cuyos límites no son conocidos (Lámina 27). El establecimiento del Salón Rico en la califal Madīnat al-Zahrā’ presenta este tipo de disposición con salas más pequeñas vinculadas con la sala fría y templada (Lámina 28). Es lo mismo en el edificio balneario del alcázar qurṭubī de época omeya y almohade. En Toledo, conocemos baños organizados con una sala fría dividida en dos partes como si la primera fuese una cámara intermedia con vestuario y la zona húmeda del baño. Es el caso de los establecimientos de Ángel, Caballel, San Sebastián de Suso y de Yâix en los siglos X y XI. Este pequeño espacio de distribución, entre zona seca y zona húmeda, se encuentra también en el baño del alcázar almohade de Jerez de la Frontera y en los establecimientos de la ciudad de Granada que se pueden fechar de época nazarí: Hernando de Zafra y el Bañuelo. En varios edificios balnearios de la Alhambra, este esquema no es raro: se localiza desde el final del siglo XIII en el baño del palacio de los Abencerrajes y también en los establecimientos de Comares, del Polinario y del dār al-Arūša.

En este contexto, no resulta chocante encontrar una sala fría en Ceuta compuesta de dos módulos que se distinguen únicamente por su estilo. Los pequeños espacios de transición entre vestuarios y salas frías existen desde el siglo X en al-Andalus y perduran hasta la época nazarí. Parecen particularmente en boga en Toledo en los siglos X y XI. Se nota que este tipo de acondicionamiento se encuentra en el baño almorávide de la fortaleza de Zagora así como en el baño de Oujda (final del siglo XIII) en el Magreb. Se trata entonces de una composición del espacio balneario que se encuentra a la vez en al‐Andalus y el Magreb en todas las épocas. En Ceuta, la ampliación de la sala fría fue quizás necesaria ya que se volvía demasiada estrecha para los bañistas que acudían a este edificio de barrio. Se trata eventualmente de una reforma dedicada a mejorar las comodidades del baño. La antigua sala fría se convierte, así, en un espacio intermedio o de distribución que permite, de ese modo, pasar directamente a la sala templada. Con el nuevo módulo, el bañista puede quedarse más tiempo en la segunda sala fría para realizar los cuidados del cuerpo. Se trata de un espacio decorado con esmero: bóvedas de aristas, lucernas estrelladas y alcobas individualizadas en dos de sus lados. Masajes, gomero, depilación, enjabonado o, aun, cuidado de la barba podían llevarse a cabo en esta nueva sala fría al final de la estancia en el baño antes de volver al vestuario.

La sala templada parece relativamente común a otras salas de este tipo conocidas tanto en al-Andalus como en el Magreb. Su esquema resulta, sin embargo, sencillo con respecto a lo que se observa para las épocas posteriores, nazarí o meriní, en el ámbito urbano especialmente en Granada, Baza, Ronda o aun en Fez y en Rabat. Se nota un detalle que es la abertura en el lado occidental. Esta puerta debía de permitir el acceso a un espacio indeterminado que existía quizás desde la concepción del baño en época almohade. Conocemos algunos cuartos anexos a los bayt al-wasṭī-s durante la época medieval como los correspondientes a los baños toledanos del Pozo Amargo (siglo XI) o de San Sebastián de Yuso (siglos X‐XI) así como los del baño del alcázar almohade de Córdoba. El bayt al-wasṭī del ḥammām de los Tintoreros en Tremecén (siglo XI) estuvo dotado también de tres pequeñas salas anexas y otra sala que fue asociada a la sala templada del baño meriní de Al‐Mokhfiya en Fez. Si un espacio suplementario existía en el baño de Ceuta, no se sabe de qué época correspondería exactamente. ¿Está vinculado con la reforma de época meriní o, por el contrario, el espacio ya existía y fue destruido durante esa misma reforma? El contexto arqueológico no permite contestar a estas preguntas. Es posible que un primer lugar, la sala templada fuese dotada de un espacio suplementario al oeste en el que se realizaban los cuidados corporales, a menos que se tratase de una sencilla sala de reserva o de almacenaje como se advierte en algunos baños marroquíes. Podemos también imaginar que, en época almohade, se produjo una especie de traslado desde una sala anexa al bayt al- wasṭī hasta la nueva en el bayt al-bārid, de época meriní.

Por León el Africano sabemos que en Fez, en el siglo XVI, los chicos del baño limpian el cuerpo de los bañistas en la sala templada y a los señores en las cámaras particulares. La moda podía ser diferente según los establecimientos y según las épocas. Edmond Pauty, en el artículo sobre los baños de Fez en la Revue Africaine en 1944, precisa que la sala caliente fue completada en esta época por pequeños rincones llamados bwiyyet, que permitían a los clientes retirarse y evitar la promiscuidad entre bañistas. Se podía también realizar el enjabonado y la depilación en estas cámaras (Pauty 1944: 203). Había probablemente modas y cambios de prácticas en los cuidados del cuerpo a lo largo del periodo medieval, tanto en al-Andalus como en el Magreb. La remodelación del baño de Ceuta puede parecer singular a primera vista, pero no es tan sorprendente si estudiamos precisamente la superficie de este nuevo bayt al-bārid. Se trata quizás simplemente de una adaptación al gusto de esta época. Se prefiere entonces que los aseos del cuerpo se realizen más en un anexo de la sala fría. Es posible que hubiese un cambio de propietario en ese momento y que éste quisiese remodelar el baño para recoger más bañistas y modificar su concepción con el fin de llamar la atención de una nueva clientela. Esta reforma se basa en el bayt al-bārid y el bayt al-wasī, espacios en los que las estructuras son más fáciles de modificar. La sala caliente no parece, por lo demás, haber sido objeto de reformas en época meriní.

B. Estudio comparativo de los materiales y de los acabados del baño

Tras esta primera parte comparativa sobre la forma del plano del baño, sus dimensiones y superficies, tenemos que presentar otro estudio comparativo de los materiales y últimos toques utilizados en el baño de la Plaza de la Paz. Nos basamos en las tres categorías definidas en nuestra tesis que corresponden a los diferentes módulos que componen el edificio balneario. En primer lugar, tenemos los elementos “primarios”, es decir, los muros de carga, soportes y cubiertas del edificio pues los elementos “secundarios”, construidos en una segunda fase como puertas, arcos, hornos e hipocaustos, se ajustan a los “últimos toques y elementos decorativos” planteados posteriormente como los suelos, lucernas, enlucidos y decoraciones murales. Este esquema de análisis permitirá, de nuevo, observar la existencia, o no, de similitudes entre el baño de Ceuta y los ḥammām-s andalusíes y magrebíes.

1. Los elementos “primarios”

Se entiende dentro de esta categoría toda la estructura general del baño. Se trata de lo que podemos calificar del “armazón” del establecimiento balneario.

Mampostería de piedra

En Ceuta, el baño presenta en su fase I una mampostería de piedra de módulo irregular (pequeño y medio tamaño) con algunos ladrillos para reajustar la horizontalidad de los cimientos. El mortero utilizado parece rico en cal. Los muros están directamente erigidos sobre la roca madre, sin nivel de preparación. Esta construcción de piedra no es la más frecuente en al-Andalus. Entre los siglos IX y XV, se emplea mucho más la mampostería encofrada o ṭābiya. Sin embargo, conocemos este modelo más en el norte, en la región de Toledo donde los baños son construidos en mampostería de piedra alternando con uno o dos niveles de ladrillo. No es raro que los baños sean edificados también en ṭābiya en el Magreb, especialmente en Chella, El-Alou y Al-Mokhfiya en Fez. La solución de piedra y de ladrillo existe en Tremecén, en el ḥammām de los Tintoreros. Algunos baños parecen enteramente realizados en ladrillo como en la fortaleza almohade de Qaṣr al-Ṣaġīr o enteramente de piedra como en el edificio almorávide de Zagora. Se aprecia lo mismo en el baño de Aġmāt edificado en piedra local y mortero de cal.

El uso de la piedra en Ceuta no está vinculado a una tradición andalusí y sí más a prácticas locales que conocemos en otros yacimientos ceutíes. Proviene la piedra de filones cercanos, con presencia de canteras y sobre todo de sastres de piedra. En la fase II, se utilizan piedras, de módulo más homogéneo en varios cimientos con tres hileras de ladrillo (Láminas 29 y 30). Las dimensiones de esos ladrillos son diferentes a las de los de la fase I, y menos grandes en época meriní. Esta fábrica es típica del siglo XIV y se reconoce en los yacimientos meriníes. Los muros, al contrario de la fase I, están levantados sobre una zapata de cimentación.

Tabiques y jambas

Los tabiques del baño de Ceuta parecen edificados también en piedra cuando en realidad se usa más el ladrillo para este tipo de elemento. Por el contrario, las jambas de puertas están realizadas en ladrillo y unidas a la mampostería. Esta solución es común en numerosos baños andalusíes especialmente en el Bañuelo de Granada tradicionalmente fechado en el siglo XI pero que nosotros datamos prudentemente en la época nazarí (Fournier 2010: Annexe II, 160-177). En los ejemplos magrebíes, los pilares, y a veces los tabiques, se hacen de ladrillo. Este elemento es a menudo utilizado para las partes más delicadas como los pilares, arcos y jambas; tal ocurre en Ceuta. Existen pocos ejemplos andalusíes con pilares-columnas de ladrillo aparte de los edificios nazaríes de Ronda y el del Bañuelo de Granada.

Un fragmento de columna de mármol fue sacado a la luz en el baño de la Plaza de la Paz. Esto nos hace pensar que esta solución fue empleada en numerosos baños andalusíes. La columna sostiene un capitel sobre el cual se apoya un arco, especialmente al nivel de las alcobas. Advertimos que es posible que el mármol utilizado para esta columna sea originario de Almería como otros elementos de mármol descubiertos en yacimientos ceutíes.

Cubiertas

Las bóvedas del baño de Ceuta son de ladrillo. Tan solo se realiza la base y las llaves de bóvedas en piedra caliza. Con forma de medio cañón, el material y la solución constructiva de la bóveda son muy clásicos respecto a lo que conocemos para los baños andalusíes. En su fase II, se amplía la sala fría del baño y el nuevo módulo presenta una bóveda de arista (Lámina 31) en su parte central así como dobles pequeñas bóvedas de medio cañón en las alcobas que forman una especie de albanega (Lámina 32). En los baños andalusíes es frecuente que un mismo espacio esté cubierto por diferentes tipos de bóvedas. Las bóvedas de medio cañón son el tipo más corriente ya que permiten una circulación eficaz del calor. En Ceuta, la única bóveda diferente se localiza, en la sala fría, que no tiene la misma temperatura que la sala caliente, lo que puede parecer lógico. El ladrillo es el material el más empleado para este tipo de estructura, quizás porque es fácil utilizarlo durante la construcción (los ladrillos son ligeros y de módulo idéntico). Más raramente, se encuentra este material asociado a la piedra en la construcción de la bóveda como en Torres Torres (antes del siglo XIII) y en la provincia de Almería, en Benejí y Celín. Se aprecia, finalmente, que la bóveda de aristas es relativamente poco empleada en baños andalusíes aparte de en las alcobas. El edificio del Polinario en la Alhambra es el único que posee esta cubierta en la sala fría.

Encontramos las bóvedas de medio cañón de ladrillo tanto en el Magreb como en Chella, El-Alou, Al-Mokhfiya y en Tremecén, en el baño de la mezquita de El-Eubbad. Se intercalan piedra y ladrillo en el establecimiento almorávide de Zagora mientras que solo la piedra es empleada en el baño de Aġmāt. Se observa a veces bóvedas de aristas al nivel de las alcobas de vestuario o de sala templada como es el caso de los baños meriníes de Chella y de El-Alou. La sala fría y la sala caliente del baño fāsī de Al-Mokhfiya presentan pequeños anexos cubiertos con bóvedas de medio cañón que hacen pensar a la solución empleada en las alcobas del bayt al-bārid del baño de Ceuta. Se utiliza otros tipos de cubierta en los baños del Magreb, especialmente la bóveda esquifada y la cúpula, desconocidas en Ceuta en el único baño sacado a la luz hasta hoy.

2. Los elementos “secundarios”

Clasificamos, en esta segunda categoría, el conjunto de los elementos construidos en una segunda fase en el interior del baño: puertas, arcos de las alcobas (en los que se apoyan en parte las bóvedas), el sistema horno-hipocausto, aljibes y canalizaciones hidráulicas así como las estructuras sanitarias de tipo letrinas.

Puertas

Cuando se observa precisamente las diferentes aberturas en el interior del baño, se aprecian algunas ranuras que demuestran el uso de puerta de madera en el edificio balneario (Lámina 33). Fue descubierto un fragmento de un umbral de puerta en mármol en el que se encuentra una chumacera necesaria para la abertura y el cierre de la puerta (Lámina 34). En los baños andalusíes, no se sitúan las aberturas en el mismo eje con el fin de ahorrar las grandes corrientes de aire. En Ceuta, la disposición de las diferentes salas, en codo entre la sala fría y el conjunto sala templada/sala caliente, impide este fenómeno. Recientes descubrimientos muestran también el uso de puertas de madera entre salas con prueba en negativo de las ranuras de hojas como en el baño de la Tropa de la Alcazaba de Almería (fin del siglo XI) o de tajuelos y huellas de uso en el suelo del baño como, por ejemplo, en el baño de Comares en la Alhambra nazarí (Lámina 35). Los arcos rebajados son los más empleados para las puertas interiores de los baños andalusíes como se aprecia en algunos establecimientos marroquíes (Chella). Parece que tal sea el caso entre la sala templada y la sala caliente en el edificio de Ceuta. Es probable que fuese lo mismo entre la sala fría y la sala templada. Solo el arco de herradura que da acceso a la zona húmeda es peculiar porque ninguna abertura de este tipo existe en los baños de al-Andalus o del Magreb. Además, es difícil cerrar con una hoja de madera semejante puerta (Lámina 36). Esta originalidad puede quizás vincularse con la construcción de la nueva sala fría en época meriní. ¿El propietario quería establecer con ello un nuevo tipo de decoración?

Arcos y alcobas

Se observa arcos de herradura en las alcobas de la sala fría así como en la sala templada y caliente (Lámina 37). Las alcobas están separadas del espacio central por arquerías junto a las bóvedas de medio cañón y están realizadas en ladrillo. Tienen una forma de arcos gemelados que se apoyan sobre una columna o un pilar central (ladrillo o piedra). Esta solución es la más común en numerosos baños andalusíes. Estas arquerías se encuentran a menudo en las extremidades de las naves abovedadas de medio cañón. Permiten delimitar espacios distintos de la zona central y ofrecen un soporte a la bóveda (arcos doblados). Las formas, tanto de medio punto (siglos X-XIII) como de herradura (agudo en época nazarí), están muy en boga en al-Andalus.

Se utilizan también estas soluciones tanto en el Magreb como en el ḥammām fāsī de Al-Mokhfiya donde los arcos gemelados de herradura se apoyan sobre una columna central que delimitan alcobas en la sala templada y la sala caliente. Lo mismo ocurre en el bayt al‐wasī del baño de los Tintoreros en Tremecén (¿siglo XI?) así como en el bayt al-sajūn del baño meriní de El-Alou.

Horno, hipocausto y chimeneas

En lo que se refiere al conjunto horno-hipocausto, los datos son bastante escasos en el baño ceutí. Una estructura construida en ladrillo parece corresponder al horno en la zona de servicios. Se encuentra en conexión con la sala caliente a través de un hipocausto. Se compone de cuatro pilares masivos de ladrillo de 1,60 ms. de altura (Lámina 38). Generalmente, se realizan los hornos de esa manera como los canales de calefacción en ladrillo, ya sea en al-Andalus o en el Magreb. El ladrillo es un material que soporta temperaturas elevadas y el contacto con el fuego. Se nota una pequeña originalidad en la forma de los pilares ya que los hipocaustos están constituidos por piletas de forma cuadrangular. Es más raro el empleo de masivos pilares como en el baño del Naranjo del siglo XI en Jaén (1,50 ms. de longitud sobre 0,40 ms. de anchura y 0,60/0,70 ms. de altura). En Churriana de la Vega, el edificio nazarí presenta un hipocausto de 1,65 ms. de altura; el baño murciano del Trinquete presenta 1,50 ms. de altura; y en Granada, el establecimiento de San Agustín alcanza los 1,42 ms. de altura. El edificio nazarí recientemente excavado en Málaga, llamado de “Buenavista”, tiene un hipocausto parecido al de Ceuta por sus dimensiones: cuatro pilares masivos de ladrillo de 1,50 ms. de longitud sobre 0,60 ms. de anchura y 1 m. de altura. No se conoce muy bien los sistemas de hornos e hipocausto para el Magreb. Parece que, en Chella y El-Mokhfiya, el hipocausto tenía la forma de tres tramos abovedados sin más precisión. Subsisten en el baño de la Plaza de la Paz tres chimeneas de evacuación del humo (Lámina 39). Se trata de atanores que se encastran. Curiosamente, una de las chimeneas no está incluida en el macizo de mampostería como si los constructores la hubiesen olvidado o si hubiese sido añadida posteriormente (Lámina 40). Es frecuente encontrar, en los baños andalusíes, simples chimeneas colocadas en los muros de las salas calientes que no están todavía equipadas de atanores de cerámica. Regularmente son cuatro las chimeneas, dos cerca del canal de calefacción y dos otras en la pared de enfrente. En Jerez de la Frontera, en el baño almohade, se observan tuberías de barro cocido. Fragmentos de atanores fueron sacados a la luz en el baño de la Cárcel de San Vicente (siglos IX-X) y en el pequeño baño de Vascos (siglo X). Se aprecian en el baño de la fortaleza de Qaṣr al-Saġīr chimeneas de evacuación encajadas en los muros de la sala caliente y de la sala templada. Ambos espacios tienen hipocausto.

Sistema hidráulico e instalaciones sanitarias

Fue descubierta una cisterna de forma circular bajo el patio-vestuario del baño de la Plaza de la Paz. Parece tener una capacidad de unos 100 m3. Un brocal de pozo permite sacar el agua de este importante aljibe. No se sabe sin embargo cómo se rellenaba de agua: si se trataba de un abastecimiento por agua de lluvia o por una canalización proveniente de la red urbana, o incluso por agua del mar como precisan a veces los autores árabes. Un cangilón de noria (Lámina 41) fue descubierto en la zona de servicios, en los niveles de destrucción del baño, lo que demuestra el uso, en lugar próximo, de una rueda hidráulica que permitía transportar el agua del mar. Algunos baños en al-Andalus tienen aljibes situados al lado de las zonas de servicios, como en Almería en el baño de la Tropa (fin del siglo XI), en el del Naranjo en Jaén (siglo XI) y en los edificios murcianos del siglo XIII llamados Polo de Medina y Madre de Dios. Conocemos también un pozo en el edificio nazarí de Ronda y cisternas exteriores en los establecimientos toledanos de San Sebastián de Yuso, Yâix (siglos X‐XI) y en los alcázares, tanto omeya como almohade, de Córdoba. En los baños marroquíes de El-Alou y de Zagora, la cisterna se encuentra también fuera del baño. En Ceuta, esta cisterna permite suministrar agua al baño. Una canalización sale del aljibe para abastecer una pequeña pila de agua en la sala fría (Lámina 42). La presencia de este tipo de pila no es muy frecuente en un bayt al-bārid, ya sea en los baños andalusíes o en los edificios magrebíes. Pilas y fuentes se encuentran generalmente en los vestuarios (Zagora, Al-Mokhfiya) y en las salas calientes. Podemos observar en el bayt al-sajūn a la vez pilas de agua fría, como en el baño de los Tintoreros, y pilas de agua caliente (Chella, El-Alou, Al-Mokhfiya, Oujda, El‐Eubbad, Tintoreros y Zagora). Algunos ejemplos magrebíes muestran el uso de una pila en salas templadas como en Oujda, El-Eubbad y el baño de los Tintoreros en Tremecén pero nunca en el bayt al-bārid. El baño de Ceuta presenta, aquí, una cierta originalidad.

Una red de atarjeas de barro cocido, destinada a la evacuación de las aguas, fue descubierta bajo el bayt al-bārid ceutí. Pasando por las letrinas, las aguas residuales desembocan en un pozo ciego. Juega el papel de colector del baño de la Plaza de la Paz. Es frecuente encontrar canalizaciones de barro cocido en los baños andalusíes. Se documenta a menudo colector de ladrillo con espeso mortero como en el baño de Yâix (siglos X-XI), el baño de la Tropa en Almería (fin del siglo XI) y en los edificios nazaríes de Almuñécar y Gibraltar. Notamos, también, que los colectores existen desde el siglo X en Vascos y en la época nazarí en los baños de Baza y, de nuevo, en Gibraltar. En la fortaleza almorávide de Zagora, canalizaciones de ladrillo abastecen pilas, y la evacuación parece dirigirse hacia las letrinas limpiando, como en Ceuta, la estructura sanitaria.

Subrayamos, además, que este tipo de estructura no es la más frecuente en los baños públicos. En Ceuta, el baño está dotado en el vestuario de tres letrinas, quizás desde la fase I. En al-Andalus, podemos observar estas estructuras en los vestuarios, en el seno de los establecimientos vinculados a palacios o fortalezas, raramente en las salas frías. Es el caso, especialmente, del baño del alcázar omeya y almohade de Córdoba, los baños del Salón Rico y de la Alberca de Madīnat al-Zahrā’ (siglo X), Silves, Alcalá de Guadaíra (siglo XII), los edificios nazaríes de Almuñécar, de la fortaleza de la Alhambra, del palacio de Comares, de los Aben- cerrajes y en el dār al-Arūṣa. Los únicos baños públicos andalusíes en los que hay letrinas son los establecimientos de Oreto-Zuqueca (siglo IX), los toledanos de San Sebastián de Suso y Caballel (siglos X-XI) así como el baño del Naranjo en Jaén (siglo XI). Los baños magrebíes públicos aparecen más equipados de letrinas. Se encuentran en los vestuarios como en la fortaleza de Zagora desde la época almorávide y en los edificios meriníes de Chella y de El-Alou. El baño de Ceuta es excepcional con respecto a los ejemplos andalusíes.

3. Los acabados y elementos decorativos

En esta tercera y última categoría, clasificamos los elementos que son fabricados y colocados al acabar la obra del baño. Se trata de las lucernas, revestimientos de suelos, enlucidos y elementos decorativos como los chapeados murales de mármol o de madera que se encuentran en la zona seca y la zona húmeda.

Las lucernas

Las lucernas permiten tener una iluminación tamizada y una mejor ventilación en las diferentes salas del baño. Es muy probable que sus emplazamientos sean previstos en el proceso del montaje de las bóvedas, a menos que sean perforadas en el último momento. La iluminación del baño de Ceuta se elabora en la fase I con la realización de lucernas sencillas de forma cuadrangular (Lámina 43). Durante la ampliación de la sala fría en época meriní, el módulo adicional va recibir otro tipo de lucernas, en forma de estrellas de ocho puntas (Lámina 44). Se aprecian cinco lucernas en el espacio central y dos más en cada alcoba. En al-Andalus, la forma y el número de las lucernas parecen ser diferentes según los edificios. No tenemos una solución específica para una época u otra. Se aprecia especialmente la forma estrellada de ocho puntas a lo largo de la Edad Media. Se emplea desde el siglo X en el baño del alcázar omeya de Córdoba. Sin embargo, las lucernas cuadrangulares no son las más frecuentes. Se aprecian en los edificios públicos de Santa María en Córdoba (siglos X-XI), de Yâix en Toledo (siglos X-XI) y en el Marquesado del Cenete en Aldeire (época nazarí). En los establecimientos conocidos en el Magreb, algunos baños son dotados de lucernas de forma circular como en Al-Mokhfiya (Fez, época meriní) y más raramente de lucernas cuadrangulares (quizás El-Alou). Se presentan como tubos de barro cocido encastradas en la bóveda. Es lo que se observa en Oujda (época meriní) y en Tremecén en el baño de El-Eubbad (siglos XIII-XIV). En los baños de Fez, Edmond Pauty precisa que estas lucernas se cierran al exterior con vidrio (Pauty 1944: 203).

La forma estrellada parece muy empleada en al-Andalus y poco conocida en los baños magrebíes. ¿Podemos hablar de una especificidad andalusí? Es difícil contestar a esta pregunta pero es cierto que el uso en el baño meriní de esta forma, más compleja en su realización, muestra la voluntad de crear un espacio con una decoración especial. La estrella de ocho puntas es además simbólica en la civilización islámica. El octógono es una forma geométrica omnipresente en la arquitectura musulmana, y simboliza el pasaje del cuadrado a círculo, es decir, de la Tierra con sus cuatros puntos cardinales al Cielo, el espacio único e infinito. La estrella no es un simple elemento decorativo, tiene muchas representaciones e interpretaciones tanto religiosas como astrológicas.

Revestimiento de suelo

Se pone el suelo una vez que el hipocausto ha sido realizado y probablemente antes la colocación del enlucido mural que cubre el conjunto del edificio, incluso las lucernas. En Ceuta, en la fase I, el baño recibe varios tipos de revestimientos de suelo. Parece que el vestuario esté cubierto de un pavimento de ladrillo y de grandes lajas de pizarra. El suelo de la sala fría parece también revestido de grandes losas de pizarra con algunos fragmentos de ladrillo. El suelo de la sala templada se presenta con losas de mármol y pizarra. La naturaleza geológica del istmo ceutí, compuesto de pizarra impermeable, debía de ser explotada en cantera de piedra. Por eso, es muy probable que esta pizarra sea de origen local. El suelo de la sala caliente desapareció enteramente. Podemos pensar que el revestimiento estuvo constituido de barro cocido, material que resiste al calor, o de mármol ya que algunos fragmentos del mismo fueron sacados a la luz en el baño. Esta piedra fría podía evitar que se irritasen los pies de los bañistas en la sala caliente (aunque tuvieran que llevar zuecos en el baño). En la fase II, parece que el suelo de la sala fría de la extensión meriní estaba constituido de mármol, lo que subraya, una vez, la búsqueda de una decoración especial en este espacio.

Como se observa en Vascos (siglo X), en al-Andalus la pizarra puede ser utilizada, en el vestuario así como en la sala fría y templada dadas sus calidades de impermeabilidad y de cómoda limpieza. Una losa de este tipo fue también descubierta en el baño toledano de Yâix (siglo X-XI). Se utilizan a menudo en el baño piedras de origen local. Es frecuente encontrar diferentes tipos de pavimentos en un mismo edificio, incluso en una misma sala. Se trata de probables reformas como las de Baza en la época meriní. Los baños asociados a los contextos palatinos presentan a menudo suelos de mármol. Sin embargo, algunos baños públicos sin condición geográfica o cronológica definida pueden recibir también un pavimento de mármol, como en los establecimientos de las Mercedarias en Granada (siglos XII-XIII) y de Buenavista en Málaga (siglos XIII-XIV). En el Magreb, los datos son más escasos ya que falta una investigación sobre los baños medievales de África del Norte. Sabemos que el baño de Oujda (final del siglo XIII) recibe un pavimento de losas groseramente talladas sin más precisión. Algunos baños parecen tener un suelo de barro cocido (Qaṣr al-Ṣaġīr y Aġmāt). Así, con su diversidad de modos de pavimentos, el aspecto del suelo del baño de la Plaza de la Paz no es excepcional. Se advierte también el uso de la piedra local, incluso del mármol que, como en otros yacimientos ceutíes, viene quizás de Almería.

Enlucidos

El enlucido se lleva a cabo probablemente en una última fase. Es necesario cuidar los enlucidos ya que la acción prolongada del calor y de la humedad deteriora rápidamente este elemento. Para enlucir de nuevo las paredes y muros del baño, son habituales campañas de rehabilitación en la vida del edificio. En Ceuta, se observa varias capas de enfoscado en los muros y bóvedas del establecimiento de la Plaza de la Paz. Parece que el revestimiento original se componía de un espeso enlucido de color rosado. Estuvo compuesto de arena, cal y restos de materiales de construcción machacados. Por encima, se aplica el enlucido final, es decir, una fina capa de cal.

En al-Andalus, no existe ningún análisis preciso sobre los enlucidos de los baños Se conocen un poco por las observaciones emitidas a simple vista en la mayoría de los edificios excavados estos últimos años. El conjunto del baño, y especialmente la zona húmeda, debía de recibir varias capas de enfoscado en las paredes internas, tabiques y bóvedas. Se conciben estos enlucidos con el fin de resistir al calor y la humedad. Se ponen tres capas sucesivas durante la fase final de construcción del baño. En primer lugar, se coloca una espesa capa de preparación para poner encima una segunda lisa; así, la última capa, más fina, puede recibir una decoración. A menudo, los baños andalusíes presentan zócalos de color rojo hechos con almagra (óxido de hierro), un material que soporta bastante bien la humedad y el agua (Fournier 2010: 257-258). En el Magreb, se cubren también muros y bóvedas de diferentes capas de enlucidos como en el baño de los Tintoreros en Tremecén (siglo XI), en Zagora (época almorávide) y en el Qaṣr al-Ṣaġīr (época almohade), pero sin más precisión. Advertimos que el baño de Ceuta no presenta una decoración particular. Sin embargo, el azar de la conservación y el reempleo del edificio provocaron probablemente la desaparición de una eventual decoración pintada.

Elementos decorativos

Pocos elementos decorativos fueron descubiertos en el baño de Ceuta. Según hemos comprobado, el anexo de época meriní en la sala fría presenta una cierta intención estilística con el uso de arcos de herradura, bóveda de aristas y empleo de las lucernas de forma estrellada. Algunos fragmentos de mármol fueron sacados a la luz como una fina columna y una curiosa base que debe de provenir de un reempleo de materiales antiguos. Es poco frecuente, en efecto, presentar bases de columnas en los baños sobre todo cuando el diámetro de la base descubierta no corresponde al de la columna descubierta (Lámina 45). Los baños públicos andalusíes podían recibir decoraciones cuidadas con motivos geométricos pintados en los muros y algunos alicatados, como en el baño valenciano de Torres Torres (antes el siglo XIII). Los baños privados en los palacios tenían una decoración especialmente rica, como observamos en la Alhambra.

En el Magreb, los pocos baños conocidos muestran también una cierta creatividad decorativa. Se nota la realización de motivos geométricos sobre un enlucido de color rojo en Qaṣr al-Ṣaġīr (época almohade). Los calados de la cúpula del baño de El-Alou diseñan una estrella de forma poligonal que recuerda las lucernas estrelladas del baño de Ceuta. Igualmente, en la sala templada del baño de Al‐Mokhfiya dos estrellas de siete puntas aparecen en una red de formas geométricas complejas. Es, por lo demás, una pila de forma octogonal que se encuentra en el centro del patio-vestuario del baño de Aġmāt (siglos X‐XIV). En la sala templada del edificio meriní de Chella, discretas molduras están dispuestas en el arranque de las bóvedas. El ḥammām fāsī de Al-Mokhfiya sorprende sobre todo por la riqueza de la decoración de su vestuario, al tratarse tan sólo de un baño público. Este espacio está revestido de chapeados de cedro tallados. La ornamentación es típica del siglo XIV, con flores en palmas simples y dobles, cúfico y lazos. Un pabellón cuadrangular completa el vestuario con una armazón de madera a cuatro caras que cierra todo el espacio. Un techo artesanado presenta una decoración de estrellas de ocho puntas y está pintado con motivos florales (Terrasse 1950: 317). Se aprecia este tipo de estructura en los baños nazaríes de los palacios de la Alhambra. Esta rica investigación decorativa que se descubre aquí, en un baño público, muestra la voluntad del propietario de crear espacios agradables para el bañista. Se trata para el comanditario de manifestar su poder económico o su poder político. Podemos pensar, en efecto, para Ceuta en estos “baños de mármol” mencionados por Al-Anṣārī y comanditados por gobernadores o ricos personajes durante la época medieval. La nueva disposición de la sala fría en época meriní en el baño de la Plaza de la Paz se inscribe quizás con ese objetivo. Es posible, además, que el baño recibiera una decoración más cuidada como chapeados de madera u otros elementos presentes tanto en la zona seca como en la zona húmeda y que posteriormente desaparecieron por diversas razones.

Este estudio comparativo de los materiales y últimos toques del baño de Ceuta con los baños conocidos de al-Andalus y del Magreb permite establecer más precisamente la especificidad del establecimiento ceutí. Es, de un cierto modo, parecido a los edificios balnearios del sureste andalusí, especialmente de época nazarí y, curiosamente, a los baños toledanos. Se aprecian similitudes con los baños de Toledo datados en los siglos X y XI. El intervalo cronológico y la distancia geográfica son importantes entre estos dos espacios pero numerosos detalles son comunes entre el baño ceutí y los ejemplos toledanos. Así, primeramente, en la mampostería de piedra y ladrillo utilizada desde el siglo XII en el baño de la Plaza de la Paz mientras que la mayor parte de los edificios andalusíes están construidos en ṭābiya. Se trata probablemente de una tradición local ya que se encuentra este modo constructivo en otros yacimientos de la comarca. La similitud entre ambos no puede dejarnos indiferentes. Por otro lado, otros elementos del baño de Ceuta recuerdan la estructura de los baños toledanos como el uso de canalizaciones de barro cocido, la presencia de una cisterna cercana, lucernas cuadrangulares y letrinas.

Sin embargo, Toledo no es la única referencia al edificio balneario de Ceuta. Es, en efecto, interesante observar que este baño es parecido a los conocidos en el sureste andalusí. El uso del ladrillo en el interior del edificio recuerda el baño nazarí de Ronda o el Bañuelo de Granada. La cubierta de medio cañón en ladrillo completada por una arquitectura de piedra es también conocida en la región de Almería, concretamente en Benejí y en Celín, mientras que la bóveda de aristas en una sala fría solo se aprecia en el baño del Polinario en la Alhambra nazarí. Se observan también las huellas de ranuras en el baño almeriense de la Tropa y de nuevo en la Alhambra, en el establecimiento balneario del palacio de Comares. La importante altura del hipocausto, quizás debida a la topografía del yacimiento, recuerda la de los edificios de Churriana de la Vega o de San Agustín en Granada. Si el baño de Ceuta está dotado de un pozo ciego, se documentan muy bien colectores en los baños del sureste andalusí como en Baza y Gibraltar. Se conoce el mismo tipo de canalizaciones de barro cocido en el pequeño establecimiento de la Tropa en la Alcazaba de Almería y en el edificio de la fortaleza de Almuñécar. La presencia de diferentes tipos de pavimentos parece una práctica común tanto en al-Andalus como en Baza, en el baño de Marzuela, pero también en Granada en el baño de las Mercedarias y en Málaga en el edificio de Buenavista. Comprobamos lo mismo en Ceuta. Se considera la posibilidad de que el mármol fuese importado desde Almería en barcos.

Se advierten también similitudes con algunos baños documentados en el Magreb, aunque la riqueza de informaciones no se puede comparar con la del espacio andalusí. Las mamposterías de piedra no son raras con respecto al uso del ṭābiya en al-Andalus. Las piedras empleadas son de origen local como fue probablemente el caso en Ceuta. La bóveda de medio cañón es ampliamente utilizada en los baños magrebíes según se aprecia en el edificio de la Plaza de la Paz. La bóveda de aristas cubre más los espacios anexos, como ocurre en Ceuta. Mientras que los baños magrebíes no parecen dotados de lucernas estrelladas, el motivo de la estrella se manifiesta bajo diferentes formas en el interior, especialmente en los techos de los vestuarios y en las bóvedas de la sala templada del establecimiento de Al-Mokhfiya. El arco de herradura es la solución común en al-Andalus con el fin de dividir los espacios interiores como las alcobas, tal y como se comprueba en el baño ceutí. En lo que se refiere a la distribución del agua en el baño magrebí, se observa a menudo la presencia de una toma de agua en los vestuarios-patios, y es común que los edificios públicos estén dotados de letrinas, lo que aparece menos documentado en al-Andalus. Es curioso constatar ciertas similitudes entre baños meriníes y nazaríes que no se encuentran en Ceuta tal una torre linterna y los chapeados de madera decorados como en Al-Mokhfiya (Fez). El baño ceutí es probablemente más sencillo desde un punto de vista formal y es posible que algunos elementos decorativos desaparecieran tras su abandono.

Así, el baño de la Plaza de la Paz se presenta como un edificio entre dos espacios, entre al-Andalus y el Magreb. Algunos detalles son típicamente andalusíes y más precisamente del sureste andalusí con el uso de bóvedas de ladrillo y piedra, lucernas estrelladas o aun pavimentos heterogéneos. En otro aspecto, está más influido por el mundo magrebí particularmente en el uso de la piedra y de letrinas en el vestuario. Podemos preguntarnos sobre las relaciones con al-Andalus y los edificios toledanos como del sureste ya que hay evidencias de que en cierta medida se produjeron cambios y traslados de técnicas arquitectónicas en Ceuta. La ciudad podía recibir artesanos que venían de la Península. Podemos plantear tal hipótesis porque la influencia parece significativa en el baño de Ceuta. Constructores locales podían también intervenir en este edificio dada la presencia –lo suponemos– de tradiciones locales como la mampostería de piedra y ladrillo. Es especialmente interesante tener presente el cuidado con que se construyó el anexo de época meriní en la sala fría con el uso de la bóveda de aristas, las lucernas estrelladas, los arcos de herradura y el suelo de mármol. Si en algunos baños tanto magrebíes como andalusíes del final de la Edad Media se aprecia una atención particular para el vestuario y la sala templada, en Ceuta, se limita a la sala fría que dispone de una decoración más refinada que en las otras partes del edificio. La extensión del baño en este sector se debe tal vez a la configuración del terreno y de las oportunidades del momento. Muestra ante todo la voluntad de tener un espacio suplementario en un baño estrecho con un estilo arquitectónico más elaborado.

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Así, la observación precisa del baño de Ceuta, a través de un esquema de análisis comparativo de formas y materiales, permite entender cuáles son las relaciones y diferencias entre el establecimiento de Ceuta y los edificios conocidos tanto en al-Andalus como en el Magreb. Indiscutiblemente, la parte que trata de África del Norte queda todavía incompleta. Podrá ser enriquecida con nuevos descubrimientos, especialmente si se realiza un amplio inventario por todo su territorio. El plano del baño de la Plaza de la Paz presenta una cierta originalidad tanto en su fase I como en la II. Se adoptaron soluciones arquitectónicas diferentes de las propias de los edificios andalusíes y magrebíes. Se trata, sin embargo, de un baño público clásico dada su superficie, muy aproximada a lo que conocemos en Toledo o en los baños nazaríes. La proximidad con los establecimientos toledanos y de época nazarí es además evidente en varios puntos. Como en Toledo, se nota el uso de la mampostería de piedra, de elementos estructurales cercanos como lucernas cuadrangulares o la presencia de instalaciones sanitarias como las letrinas. Asimismo, se advierte el empleo del ladrillo y de la piedra para las cubiertas, para un colector de aguas residuales, diferentes tipos de pavimentos y un punto de agua en el vestuario que tiene una forma de patio, acerca el baño ceutí a los ejemplos nazaríes. Algunas similitudes pueden notarse con unos edificios magrebíes especialmente en el uso de la mampostería de piedra, un bayt al-maslaj bajo el modelo del patio dotado de letrinas y el empleo, como en numerosos yacimientos, de la piedra local.

Por otro lado, el baño de la Plaza de la Paz es particularmente original y presenta especificidades ceutíes. Es el ejemplo de la cisterna localizada bajo el patio. Esta solución de abastecimiento de agua no es el único ejemplo que se conoce en el istmo. Se constata este tipo de instalación tanto en las casas meriníes de Huerta Rufino como en el modelo de las letrinas sacadas a la luz en el baño de la Plaza de la Paz. Artesanos locales intervienen durante la construcción de este establecimiento balneario. Estos constructores utilizan piedras de origen local que atestiguan canteras y talleres de piedra (pizarra y gneis). Las dimensiones de los ladrillos, diferentes entre la época almohade y meriní, evidencian también la presencia de ladrilleros que cambian de módulos de fabricación de una época a otra. Como en otros yacimientos ceutíes, es posible que el mármol fuese importado de Almería, lo que subraya cambios regulares de materiales entre la Península y Ceuta.

Estas similitudes con los baños andalusíes nos conducen a pensar que las transferencias de conocimientos y técnicas tenían lugar entre las dos orillas del mar Mediterráneo. Es posible que los artesanos y constructores fueran llamados con el fin de venir a trabajar a Ceuta en obras de baños u otros edificios públicos. Parece que esta ciudad, especialmente a través del baño de la Plaza de la Paz, fuese una conexión entre estos dos espacios del dār al-Islām. Se ven algunas soluciones arquitectónicas como el vestuario-patio que, desde el siglo XII, aparece en Ceuta –existe ya en época almorávide en Zagora–, mientras que esta forma será más difundida a partir del siglo XIII en al-Andalus. Se establece aquí una especie de vía de interrelación desde Zagora al sur de Marruecos hasta Ceuta y por fin hasta la Península ibérica. Esta red de influencias entre al-Andalus y el Magreb no es fácil de desembrollar ya que las cronologías quedan imprecisas en el lado norteafricano. Sin embargo, si otras excavaciones de baños tienen lugar en Ceuta, así como en el espacio magrebí, es seguro que podremos plantear más hipótesis en cuanto a los intercambios estilísticos y constructivos entre las dos riberas mediterráneas. Numerosos paralelos existen entre los baños meriníes y nazaríes, especialmente en la forma de los vestuarios-patios y el uso de paneles de madera decorativos. Desgraciadamente, no se puede precisar en qué direcciones se establecen estas influencias; el baño de la Plaza de la Paz no ofrece suficientes datos. Está claro, sin embargo, que nos situamos en un espacio, el Estrecho de Gibraltar, fecundo en materia de traslados e intercambios. A menudo, se aprecian diferencias entre ambos territorios ya que no se sitúan en el mismo continente, aunque existe una coherencia cultural en este punto preciso entre al-Andalus y el Magreb.

El baño de Ceuta aparece además como una síntesis de diferentes soluciones arquitectónicas empleadas tanto en baños andalusíes como magrebíes. Su plano, como es propio de numerosos edificios de al-Andalus, es sencillo, concebido bajo el “modelo simple” con naves paralelas, con empleo de las bóvedas de medio cañón y con una zona húmeda más importante que la zona seca. Su mampostería de piedra recuerda los modos constructivos del Magreb y se elige la forma del vestuario-patio dotado de letrinas si bien en esa época no existe en la Península. El aspecto decorativo es, igualmente, bastante simple, aunque no debemos olvidar la pérdida de datos arqueológicos. Sin embargo, la disposición recuerda tanto los baños rurales de la región de Granada como los de Almería, y no los ḥammām-s urbanos de Fez o Rabat de la misma época. La construcción del anexo en la sala fría evidencia una clara intencionalidad arquitectónica que recuerda el cuidado de la decoración en algunos baños fāsī-s, aunque diferente desde un punto de vista estilístico. Todas estas observaciones vinculadas al baño ceutí muestran claramente que el espacio del Estrecho es una zona de influencias y sincretismos entre las dos riberas. Fructíferas investigaciones sobre el baño del Occidente musulmán podrán ver el día cuando dispongamos de un corpus equivalente al de la Península en tierra norteafricana. Será entonces necesario tener seriamente en cuenta la zona del Estrecho de Gibraltar ya que todos los intercambios entre ambas orillas se realizan en este punto preciso durante la época medieval a través de los espacios portuarios.

Introducción
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Láminas
Glosario
Bibliografía