La ley fue incumplida en los aspectos más novedosos y que “cambiaban el enfoque”. Sólo se aplicaron de forma continuada y sistemática las bases que establecían las bonificaciones y reducciones fiscales sobre los impuestos estatales. La prosperidad de los años sesenta y setenta fue más un efecto de la nueva dinámica económica generada tras el fin de la autarquía, del Plan de Estabilización de 1959 y del desarrollismo tecnocrático que de la propia ley, que permitió a Ceuta sumar a las actividades portuarias la llamada “economía del bazar”, sustentada en la oferta de mercaderías más baratas al amparo de los diferenciales de precio producidos por su menor carga impositiva. Este diferencial atrajo a la ciudad a miles de compradores peninsulares, que en los años sesenta habían experimentado una subida en sus rentas, para surtirse de productos de consumo de lujo, tecnológicos, electrodomésticos, artículos alimenticios, tabaco y bebidas y licores, difíciles de encontrar en la Península o a mejores precios.
Los años que median entre 1956 y 1975 son años de expansión de la Administración del Estado y de las inversiones públicas en equipamiento. El total de inversiones ascendió a algo más de 2.170 millones de pesetas, a una media anual de 108,5 millones. Los principales sectores de inversión fueron la vivienda (37,7%), las obras de infraestructura (34,88%), hidráulicas (17,2%) y portuarias (10%). Hasta 1975 el Estado construyó unas 2.600 viviendas (a las que habría que sumar otras 1.100 militares con un coste de 163 millones de pesetas), con una inversión de 651 millones de pesetas, que permitieron ir erradicando el chabolismo, aunque de forma lenta. Las obras de infraestructura asumidas por la Junta Coordinadora y el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) fueron dirigidas a la urbanización y pavimentación, carreteras, alcantarillado y red de saneamiento, así como a la dotación de importantes edificios públicos como Teléfonos (1957), Correos y telégrafos (1958), Banco de España (1960), nueva Delegación del Gobierno y Subdelegación de Hacienda (1963), Escuela de Magisterio (1964), Casa Sindical (1966), Aduana con Marruecos, nuevo Hospital de Cruz Roja (1969), hotel La Muralla y la Escuela de Maestría Industrial (1969); en total, 601 millones de pesetas. Las obras hidráulicas emprendidas por la Confederación Hidrográfica del Sur vinieron a resolver en parte el grave déficit del suministro de agua, especialmente tras la independencia de Marruecos, con la potabilizadora del Desnarigado (1964), el pantano del Renegado (1969) y los depósitos de Cabrerizas. También se acometieron mejoras de la red de distribución, invirtiéndose 298 millones de pesetas. El resto de la inversión, unos 173 millones, se dirigió a la mejora de las instalaciones portuarias (Cañonero Dato, muelle de Pescadores y Deportivo y Estación Marítima). Estas inversiones, unidas a las municipales, supusieron un importante salto cualitativo en el desarrollo urbano y la modernización de la ciudad, que permitió superar muchas de las insuficiencias anteriores a la Guerra Civil.
En estos años se expande la administración periférica del Estado en la ciudad, dotando a Ceuta de una estructura administrativa y burocrática similar a la de cualquier provincia española.
La vida política vertebrada alrededor de los altos mandos militares, la Falange y las organizaciones del movimiento se fue burocratizando y languideciendo, incapaz de renovarse. La jefatura del Movimiento fue asignada a los alcaldes. Los que tuvieron una gestión más destacada, como Alberto Ibáñez o José Zurrón, serán nombrados al cesar gobernadores civiles. La política se convirtió en una larga y jerarquizada carrera burocrática. Fruto de la falta de renovación y de la inercia que presidió la vida política fueron carreras tan largas como la de Enrique Tanco Catalán en los altos cargos de Falange, que recorrerá el largo periodo que va de la Guerra Civil a la muerte de Franco.
La administración municipal será regentada hasta bien entrados los años sesenta por militares y falangistas ligados a la guerra. Sólo el último alcalde, Alfonso Sotelo, no tiene relación con ella. Rotan diez alcaldes titulares durante el franquismo, siendo el periodo histórico de mayor estabilidad en el cargo. Su designación será siempre de origen gubernativo.
La oligarquía tradicional seguirá presente en la clase política del franquismo, pero a ella se unirán miembros de las clases medias burocráticas y funcionariales y algunos trabajadores elegidos por el tercio sindical. Pasan por los cargos un total de 173 personas, número exiguo para un periodo de 39 años.
Hasta 1948 todos los concejales son designados por orden gubernativa. A partir de ese año lo serán por elecciones municipales realizadas por tercios: familiar (6), sindical (6) y corporativo (6). Era un proceso plenamente controlado, en el que sólo podían participar adictos al régimen, aunque en ocasiones servía para dirimir diferencias entre los sectores que lo integraban: falangistas, organización sindical, católicos, etc. Los tercios sindical y corporativo estaban absolutamente controlados, designándose los candidatos previstos desde el Movimiento y el Gobierno general; mientras que en el tercio familiar la elección era más abierta, proclamándose a veces candidatos no avalados oficialmente. Es el caso en varias ocasiones, como ocurrió con las candidaturas de los hermanos Calvo Pecino, con la candidatura del Centro Hijos de Ceuta en 1948 o con las de las asociaciones familiares católicas en los últimos años. En total se celebraron nueve elecciones entre 1948 y 1973.
La primera etapa de la gestión municipal se extiende entre 1940 y 1957, con una actuación ralentizada por la falta de recursos. Se produce un duro enfrentamiento en torno a la promulgación de la Ley de 1944 entre el alcalde militar José Vidal y el resto de la corporación, encabezada por Ruiz Sánchez, que amenazan con dimitir. Vidal dimitirá y dará paso a una breve alcaldía de Ruiz Sánchez. Las principales realizaciones serán: desarrollo de la red de saneamiento, ordenación del transporte urbano (1949), aprobación del PGOU de Pedro Muguruza (1944), abastecimiento de aguas al Príncipe (1945), construcción del Grupo Escolar Convoy de la Victoria (1946) y mercado de Villa Jovita (1946), concesión de la Medalla Especial de la Ciudad al dictador (1951), municipalización de la empresa de aguas (1952), demolición de la plaza de toros de Hadú (1954) y construcción de un centenar de viviendas sociales (1945-1955).
Una segunda etapa mucho más activa, impulsada por el incremento de los presupuestos y de las ayudas estatales, se extiende entre 1957 y 1975. En colaboración con la Junta Coordinadora del Estado se acometen un importe número de obras de pavimentación, acerado, urbanización, construcción de grupos escolares y de unas 1.300 viviendas, alcantarillado, instalación de colectores, nuevas plazas públicas (Galera, España), parques y jardines e instalaciones deportivas, todo ello con una inversión superior a los 275 millones de pesetas y una media de 14 millones anuales. Las alcaldías de Alberto Ibáñez y José Zurrón supusieron un incremento de la actividad municipal, que modernizó y renovó las estructuras urbanas. Pero la gestión municipal no estuvo exenta de oposición y conflictividad, principalmente planteada por los hermanos Calvo Pecino, que terminarán suspendidos como concejales por denunciar irregularidades en la administración, y durante algún tiempo fueron extrañados. A pesar de ello, la unanimidad, la disciplina y la jerarquía presidieron la vida municipal.
Ceuta estará presente en las Cortes franquistas desde su apertura en 1943. En las ocho primeras legislaturas tendrá un procurador, que representa al municipio y que coincide con su alcalde. En las dos últimas legislaturas, a partir de 1967, el procurador que representa a la administración local debe ser elegido por la corporación, siéndolo siempre el alcalde. A partir de 1967, Ceuta contará con dos nuevos escaños, totalizando tres procuradores. Uno es elegido por el Consejo Provincial del Movimiento, ostentando en todas las legislaturas el cargo el general Carlos Iniesta Cano, cuya relación con Ceuta se remonta a los años de la Guerra Civil cuando era oficial de Regulares en la ciudad, siendo uno de los procuradores que votará contra la Ley de Reforma Política en 1976. El otro corresponde a la representación familiar y es elegido por los cabezas de familia. Las dos elecciones celebradas, en 1967 y 1971, fueron ganadas por Serafín Becerra Lago, un joven agente comercial valenciano, llegado a Ceuta en 1950, que no ha participado en la Guerra Civil, que desbanca sorpresivamente a las viejas figuras oficiales del franquismo. Becerra obtendrá 6.126 votos en 1967 (34,25% de los emitidos) y 6.472 votos en 1971 (45,17%).
La independencia de Marruecos generará nuevos problemas políticos que a partir de la década de los años sesenta irán situando a la ciudad a la defensiva frente al nuevo Estado independiente, y van a gravitar de forma decisiva sobre la política local en el futuro. Marruecos oficializará su reivindicación territorial sobre las dos ciudades en la ONU. Sidi Baba las reclamará el 7 de octubre de 1960 ante la IV Comisión, y Ali Skalli exigirá el 11 de noviembre del mismo año que ambas ciudades figuren en la declaración española de “Territorios no autónomos”, sujetos a futura descolonización, sin conseguir su objetivo. Desde ese momento reiterará la reclamación en diversos foros internacionales, incluido el pleno de la ONU, en otoño de 1961 a través de Benyellun, y de nuevo ante la IV Comisión por medio de Sidi Baba y Skalli. Durante 1962 se adoptarán por el Gobierno marroquí diversas medidas de retorsión destinadas a “asfixiar” a Ceuta y Melilla, y que son calificadas por el ministro de Economía Diouri como “defensivas” frente a la competencia de las zonas francas. El 30 de junio se incrementa aún más la presión al declarar Marruecos la ampliación de sus aguas territoriales de las 6 a las 12 millas.
Esta primera fase de la reivindicación quedará congelada a partir de octubre de 1962, al llegar la distensión conocida como “el espíritu de Barajas”, tras la entrevista de Franco y Hassan II. Marruecos necesita cerrar frentes para atender a los nuevos problemas internacionales surgidos con la independencia de Argelia. Pero su formulación dejó una huella duradera en las élites ceutíes, que cierran una etapa a la ofensiva caracterizada por el africanismo, la penetración en Marruecos y el ejercicio del Protectorado, y abren otra en la que la incertidumbre, la reivindicación en los foros internacionales y la presión marroquí sitúan a la ciudad a la defensiva.
Marruecos sólo volverá a plantear la cuestión de forma incidental durante el debate sobre Gibraltar en la IV Comisión, el 14 de diciembre de 1966, para subrayar lo que Sidi Baba entiende como un paralelismo. La situación de tranquilidad parece consolidarse tras el Acuerdo de Fez del 4 de enero de 1969, que transfiere a Marruecos el territorio de Ifni. Pero la apertura del contencioso del Sáhara volverá a llevar a primer plano la cuestión de Ceuta y Melilla ante los foros internacionales, como una forma de presión directa sobre España para evitar el referéndum de autodeterminación y forzar la retrocesión a Marruecos. El 27 de enero de 1975 el representante permanente de Marruecos en la ONU, Slaoui, dirige una carta al presidente del Comité de los veinticuatro solicitando que Ceuta y Melilla, el peñón de Vélez y las islas Chafarinas sean declarados “Territorios no autónomos”, a fin de proceder a su descolonización. La solicitud marroquí será rechazada por el embajador Jaime Piniés, calificándola como una medida encaminada a quebrantar la unidad y la integridad territorial de España, y niega que se den las notas requeridas para ser declarados “no autónomos”. El 7 de marzo, Marruecos contraataca y envía a todas las misiones de la ONU una memoria en la que explicita sus argumentos. El 22 de abril, España replica por el mismo procedimiento. El 13 de agosto es la última ocasión en que el tema se aborda en la ONU, aplazando el Comité de los veinticuatro cualquier ampliación de la lista de “Territorios no autónomos”. El Colegio de Abogados de Ceuta, nacido en la década de los años sesenta, redactaría en 1975 un vibrante alegato contra la pretensión marroquí, donde se recogen los argumentos básicos contra las tesis elaboradas en el país vecino por el catedrático de Rabat Rachid Lazrak en su obra El contencioso territorial entre Marruecos y España.
El 26 de junio estallan dos bombas en Ceuta, causando la muerte de Fernando Fernández, varios heridos y daños materiales. Un fantasmal Movimiento de Liberación de Ceuta y Melilla reivindicará los atentados. Es una clara advertencia a España con el objeto de que modifique su posición en torno al Sáhara. Marruecos negaría que sus servicios secretos estuvieran detrás, apuntando incluso a la autoría argelina; pero todas las sospechas apuntaban en esa dirección. La definitiva cesión del Sáhara hizo desaparecer totalmente la actividad de este grupúsculo.
La oposición al franquismo en Ceuta fue muy débil, casi inexistente. Sólo al final del periodo nacen algunos grupos, como el ligado a viejos militantes socialistas, como Fructuoso Miaja, Guillermo González o González Azcune, que se reúne en torno al bar Noray y al que se irán sumando algunos jóvenes y del que saldrá el PSOE local. Otro será el que se vértebra en torno a los hermanos Calvo Pecino, que en los últimos años del franquismo se enfrentaron al sistema. También existe algún pequeño núcleo de estudiantes universitarios ceutíes que han tomado contacto con organizaciones clandestinas de la izquierda en sus distritos universitarios y mantienen algunas reuniones. La inexistencia de importantes núcleos obreros y de estudiantes universitarios y el peso del estamento militar y la burocracia franquista hará imposible la articulación de la contestación al régimen, que no pasará de ser simbólica, con escasa o nula incidencia pública.
Zurrón y otras autoridades en la inauguración del hotel La Muralla a finales de los años sesenta. El hotel fue una de las muchas infraestructuras urbanas construidas a finales del franquismo tras la puesta en marcha de la Administración General y la Junta Coordinadora. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
“La introducción de la
televisión en los
hogares ceutíes, a
principios de los años
sesenta, trajo cambios
en el comportamiento
y en los hábitos de
consumo de la
población, además de
ser un poderoso
medio de propaganda
del régimen”
El monumento de Llano Amarillo fue trasladado desde Ketama (Rif) para ser instalado en Ceuta en 1963. El recuerdo de la Guerra Civil estará presente de forma permanente en la Ceuta franquista. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
El último alto comisario, Rafael García Valiño, saluda al obispo de Cádiz y Ceuta Antonio Añoveros en la iglesia de África en 1956. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
Cultura y vida cotidiana
La vida cotidiana de los años cuarenta fue gris y triste. Las celebraciones religiosas y los desfiles patrióticos marcaron el ritmo de la vida de los ceutíes: el Domingo de Ramos, el Corpus, la Virgen del Carmen, las fiestas patronales, la Navidad, el Desfile de la Victoria, la conmemoración del paso del Estrecho por las tropas nacionales, etc. Las procesiones de Semana Santa, desaparecidas en la República, volverán a salir a la calle, ganando esplendor en el transcurso de los años e incrementándose las cofradías.
El ocio se repartía entre los paseos, las tertulias en bares y casinos, los cines y el fútbol, que se irá convirtiendo en un deporte de masas en los años cuarenta, privilegiado por los medios de comunicación del régimen. Entre las tertulias destaca la del Club Taurino, presidida por Bartolomé Caballero. Entre los casinos siguen funcionando el Casino Militar, centro de reunión de la oficialidad, y el Centro de Hijos de Ceuta, que representa a lo más conservador de la sociedad ceutí y que será presidido por el cardiólogo Arturo Más, por los falangistas Claudio y Francisco Romero, por el médico Antonio Ballesteros Ledo, por Alfonso Sotelo y por el también falangista José Trujillo González. El viejo Casino Africano fue languideciendo, convertido en Casino de Falange y trasladado a los locales del antiguo Circulo Reformista. El Club de Suboficiales abrirá sus puertas a finales del periodo, consolidando una rígida diferenciación de clases entre oficiales y subalternos. El cine, con películas oportunamente censuradas, se convertirá en una de las principales diversiones, sumándose a los existentes el cine África y los del Campo Exterior, Astoria y Terramar y las terrazas de verano. La actividad futbolística se centró en los años cuarenta en la Sociedad Deportiva Ceuta, que permaneció siete temporadas en segunda división, llegando en la de 1941-1942 a disputar el ascenso a primera división, presidido por Leandro Martínez. En sus filas llegó a militar el joven Telmo Zarra, cedido por el Athletic de Bilbao. Le sucederá el Atlético de Ceuta, que a finales de los años cincuenta y sesenta militará durante once temporadas en segunda división. En los años setenta, Ceuta volverá a la tercera división de la mano de la Agrupación Deportiva bajo la presidencia de José Benoliel. Algunos ceutíes triunfarán en el fútbol nacional e internacional como Pepe Bravo (Barcelona), Francisco Lesmes (Valladolid), Rafael Lesmes y José Martínez, Pirri (Real Madrid). La hípica será otro de los centros de ocio de la burguesía ceutí, que servirá de marco para las fiestas de buena sociedad, especialmente el tradicional Baile de las Viudas. Las verbenas de las distintas barriadas serán el ámbito de esparcimiento de las clases populares. También en el ocio se manifiesta una ciudad dual rígidamente separada por clases. Otras sociedades que dieron cobijo al ocio ceutí serán la Peña Recreativa “Er Contró”, el Casino de Villa Jovita, el Recreativo de Hadú, el popular África Ceutí, Sociedad Mixta Recreativa y Deportiva, la Tertulia Flamenca (1971), dirigida por Francisco Vallecillo, etc. También existieron sociedades deportivas como el Club Natación Caballa, el CAS, la Sociedad de Caza y Pesca, el Club Deportivo O’Donnell, la Sociedad del Tiro Pichón, etc.
Nuevas diversiones surgirán en los años sesenta ligadas a la población joven, como las discotecas, los guateques o las galas de verano en los jardines de la Unión África Ceutí. El Cine Club del Instituto, a finales de esa década, permitirá contactar con el nuevo cine que no se ofrece en las salas comerciales, como el de Buñuel, René Clair, Truffaut o Bergman; y librerías emblemáticas, como El Estudiante, de Antonio García, permitieron establecer el primer contacto de los jóvenes con la literatura hispanoamericana y europea de la editorial Losada y con la obra literaria de Lorca, Cernuda, César Vallejo, Neruda, Uslar Pietri, Cortázar, Borges, Alberti, Camus, Sartre…, autores que rompen radicalmente con la rigidez de la cultura oficial. La introducción de las televisiones en los hogares ceutíes, a partir de principios de los años sesenta, será otra nueva forma de ocio que cambiará el comportamiento y el consumo cotidiano de la población. En manos del régimen también se convertirá en un poderoso medio de adoctrinamiento, propaganda y manipulación informativa.
La enseñanza se irá generalizando a partir de los años cincuenta y a un ritmo más acelerado en los sesenta. De las 50 escuelas públicas y 33 privadas (en términos unitarios) de enseñanza primaria de 1940 se pasa en 1975 a las 180 escuelas públicas y 83 privadas; de los 4.800 alumnos a los 10.300. La intensa tarea de construcción escolar de los años sesenta y setenta permitió que la escolarización básica se situara por encima del 90%. La enseñanza media se siguió impartiendo en el Instituto Hispano-Marroquí, luego de Enseñanza Media. Su matrícula irá ascendiendo desde el curso 1940-1942, en que contaba con 2.556 alumnos (sólo un 28,4% mujeres), hasta alcanzar su máximo en 1969 1970 con 4.414 (siendo ya las mujeres el 44,3%). A partir de ese momento descenderá su alumnado, por el descenso de la natalidad, cerrando el periodo en el curso 1975-1976 con 1.737 alumnos (47% mujeres), aunque en los años sesenta será dividido en masculino y femenino conforme a las estrictas normas de separación de sexos de la moral neocatólica. La Escuela Normal de Magisterio encontrará su definitivo acomodo en los años sesenta en su edificio del Morro, aumentando su alumnado desde los 17 alumnos del curso 1941 1942 a los más de 500 de 1975. Comenzará el funcionamiento efectivo de la Escuela de Comercio en el curso 1950-1951, y la Escuela de Maestría Industrial se creará en el curso 1968-1969, contando en 1975 con 207 alumnos. El cuadro lo completa la Escuela de Formación Profesional Virgen de África dependiente de la Organización Sindical. Iniciativas como CE-70, impulsada por el sacerdote Pedro Gordillo y un grupo de jóvenes estudiantes, permitirán realizar estudios universitarios a muchos ceutíes faltos de recursos.
La sanidad no logrará los avances de la enseñanza, siendo uno de los servicios olvidados por la administración. Se implanta el seguro obligatorio de enfermedad en 1947, pero permaneció con una dotación insuficiente en medios y personal durante casi todo el periodo. Sólo a finales del régimen se abandonó el lúgubre ambulatorio de la calle Solís para trasladarse al nuevo ambulatorio de las Puertas del Campo. Se creó el Centro Comarcal de Sanidad en 1950, que tuvo una existencia más sobre el papel que en la realidad, y el Servicio de Higiene Antituberculosa, que abrirá el Centro Antituberculoso de San Amaro. La realización más importante será obra de la Cruz Roja, que abrirá el nuevo Hospital en 1969, para sustituir las obsoletas instalaciones del Hospital de Jesús y María que habían sido su sede desde 1918, siendo el Estado incapaz de establecer un hospital de titularidad pública.
La Iglesia ceutí fue firme aliada del régimen a lo largo de toda la dictadura, instrumentalizando el magisterio espiritual en su beneficio. Buen ejemplo fue la coronación canónica en noviembre de 1946 de la Virgen de África en reconocimiento de su “intercesión milagrosa” en el éxito del “Convoy de la Victoria”, por el nuncio Cayetano Cicogniani, acompañado por el alto comisario Varela y el alcalde Rojas. Será nuevo obispo de Cádiz y Ceuta Tomás Gutiérrez, nombrado en 1943. Tras la muerte del deán Casañas en 1943 será nombrado, en 1948, Rafael Navarro Acuña, y poco después, por fallecimiento de García Fuentes, volverá a ser nombrado vicario Gregorio Landaluce, que tras su marcha en 1951 será sustituido por Isidro Conde. Navarro Acuña logrará poner en marcha la reforma de la catedral, con apoyo municipal y de la Alta Comisaría, culminándose en 1958. En 1944 se crean tres nuevas parroquias consagradas a San Juan de Dios, San José y Nuestra Señora del Valle. El nombramiento de Antonio Añoveros como obispo auxiliar de Cádiz permitió que pasara largas temporadas en Ceuta. Añoveros sustituirá a Gutiérrez como titular en 1964. Entre sus logros se cuentan el imponer una línea más pastoral, menos oficial, más cercana a la gente, así como el reforzamiento de la labor de Cáritas Diocesanas en la ciudad, que adquiere un perfil más social, colaborando también seglares como el juez Sánchez Faba. Durante su mandato se crean las parroquias de Santa Teresa y San Ildefonso. En 1969 nombrará a Vicente Gaona vicario general. Tras su marcha en 1971 a Bilbao, será sustituido por Antonio Dorado, en 1973, que sustituye a Gaona por Sebastián Araujo. Sacerdotes populares en estos años serán Chico Vaello y Bernabé Perpen. Entre las obras sociales de grupos seglares destaca la apertura, a mediados de los años sesenta, de la Residencia de Ancianos Nazareth, impulsada por Francisco Lería y Manuel de la Rubia, que reforzará los escasos recursos asistenciales existentes.
La prensa será monopolizada casi exclusivamente por El Faro de Ceuta, que irá poco a poco mejorando su equipamiento. En los años cuarenta será dirigido por Eduardo Buscató, pasando la propiedad de José Saura Calderón a su hijo José Saura Benedicto, que en 1950 lo venderá a Francisco Lería, quien impulsará su modernización, traspasándolo más tarde a Ferrer y Cía. en 1957. Lo dirigirán hasta el final de la dictadura Alfonso Martínez Garrido y Antonio de la Cruz Agustí. También se publicó durante algún tiempo La Hoja del Lunes (1961), dirigida por el presidente de la Asociación de la Prensa José María Gómez Salomé, y más tarde por el redactor de El Faro Juan José Palop y diarios como La Voz y la Gaceta de Ceuta. A finales del franquismo, en 1973, en un postrer esfuerzo por revitalizar la vida sindical, apareció el boletín Ceuta Sindical. En el terreno radiofónico seguirá operando la vieja emisora EAJ-46 Radio Ceuta, que será dirigida, entre otros, por José Solera. Todos los medios de comunicación locales estuvieron sometidos a una minuciosa censura, cuya jefatura será ejercida durante algunos años por el ex alcalde republicano Manuel Olivencia.
La vida cultural atravesará un período de atonía en los años cuarenta, rígidamente sometida a la cultura oficial y patriótica, del que comenzará a salir en los años cincuenta gracias a la brillante y activa labor de un grupo de profesores agrupados en torno al Instituto Nacional de Enseñanza Media. Entre otros se encuentran Carlos Posac, Manuel Gordillo, José Fradejas, Antonio Aróstegui o José Ramón Torres Gil, que dieron a la luz colecciones como Aula Magna, Textos, Pliegos de Poemas, Ceuta y Pliegos de Arte. Obras como Estudio arqueológico de Ceuta (1962) y La última década lusitana de Ceuta (1967), de Posac; Un siglo medieval en la historia de Ceuta (1961), de Manuel Lería, o Geografía Urbana de Ceuta (1972), de Gordillo, serán muestras de ese esfuerzo. En los años sesenta nacerán instituciones culturales de importancia, financiadas por el patronazgo municipal, como son la Sala Municipal de Arqueología y el Instituto de Estudios Ceutíes. En el terreno literario y poético destacarán Luis López de Anglada, Manuel Alonso Alcalde y José María Arévalo. En las artes plásticas sobresalen Elena Álvarez Laverón, Ángel Ruiz Lillo y Manuel Rejano. En la actividad musical continuará hasta los años cincuenta la labor de la Orquesta Sinfónica, dirigida por Ángel García Ruiz, apareciendo más tarde la Masa Coral de Ceuta, fundada por Andrés del Río Abaurrea en 1956, y la Asociación de Amigos de la Música.
Obras en la Gran Vía en 1974. Una de las apuestas urbanísticas de los últimos ayuntamientos del franquismo que será llevada a termino por los nuevos ayuntamientos democráticos. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La Voz y La Gaceta de Ceuta son dos de los escasos periódicos que vieron la luz durante el franquismo. La censura y la falta de transparencia contribuyeron al erial informativo. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La evolución urbana
La ciudad conoció una lenta pero profunda transformación urbana entre los años 1940 y 1975. El ritmo comenzó a acelerarse a partir de la independencia de Marruecos en 1956 y, más aún, en los años sesenta como consecuencia del incremento de las inversiones públicas y privadas.
Una de las grandes transformaciones se centró en el ámbito de la construcción de viviendas. De las 7.239 viviendas existentes en 1940 se pasa en 1975 a 14.347, habiéndose duplicado el parque de viviendas en los años de la dictadura a un ritmo de más de 200 viviendas anuales. Hasta mediados de los años cincuenta, la mayor parte de las construidas se deben a la iniciativa privada, mientras que a partir de esos años es la iniciativa pública la que se sitúa en primer lugar. Las distintas administraciones públicas construyeron unas 5.000 viviendas, el 70% de las construidas, con una inversión cercana a los 800 millones de pesetas, en la que participaron el Ministerio de la Vivienda, la Obra Sindical del Hogar, el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), la Junta Coordinadora, el Ayuntamiento y el ejército. Aunque la mayoría de ellas eran de reducidas dimensiones y de baja calidad en los materiales. A pesar de ello, no se logró erradicar definitivamente el chabolismo, existiendo todavía unas 1.900 barracas al final del periodo. Este volumen fue mayor en los años anteriores, situándolo el censo de 1970 en 2.486, que vienen a coincidir con la cifra suministrada por un informe de Cáritas Diocesanas de 1964. Ahora ya sólo representan el 11,7% de todas las viviendas. El número de habitantes por vivienda es de 4,1, la cifra más baja en lo que va de siglo.
Los edificios al llegar 1975 eran ya 6.243, habiéndose incrementado en unos 2.300 desde 1940. Ahora la edificación en altura supone el 20% del total, mientras que el resto son edificaciones de una sola planta. De los 292 edificios de tres o más plantas se ha pasado a más de 750.
Otra de las transformaciones fue la definitiva urbanización del Campo Exterior y la concentración de la mayor parte de la población en su superficie. La mayoría de las nuevas edificaciones fueron levantadas allí. Nacen nuevas barriadas que, en su mayoría, van adoptando los nombres de los políticos y militares franquistas: Falangista Weil (en los primeros años cuarenta), General Varela (1949-1950), General García Valiño (1955-1956), Miramar (1955-1956), José Solís (1957-1958), Pedro Lamata (1962-1963), General Erquicia (1962-1963), Manzanera, Barriada de Terrones o Zurrón (1968-1970), Barriada Los Rosales (1970-1971), etc. También allí se construyeron la mayor parte de las nuevas viviendas militares, y se situaron en las cercanías de las Puertas del Campo, el Llano de las Damas o el Otero. En general, el crecimiento fue desordenado, poco sujeto a planeamiento y en muchos casos deficiente en servicios y dotaciones básicas.
También se acometió por la Junta Coordinadora, el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Sur la construcción del alcantarillado, la red de saneamiento y de distribución de aguas; obras lentas, realizadas por tramos, que se eternizaron. Se urbanizó el Campo Exterior y se terminó la pavimentación urbana. Se construyó un importante número de nuevos edificios públicos necesarios para la creciente administración y se abrieron nuevas plazas y jardines. En definitiva, se comenzaba a vislumbrar, en el terreno de las transformaciones urbanas, la ciudad burguesa que los africanistas habían soñado para proyectar su penetración sobre Marruecos; pero eso sucedió, precisamente, tras el abandono del Protectorado, justo cuando la ciudad se replegaba sobre sí misma.
En el terreno de la arquitectura, los años cuarenta estuvieron marcados todavía por el trabajo de los hermanos Blein, que en esta época firmarán obras como la reforma de la catedral o las casas baratas de General Sanjurjo. Pero los arquitectos que dominaron la mayor parte de los años franquistas fueron los hermanos José y Jaime Antón-Pacheco García, que ocuparán en los años cincuenta y sesenta sucesivamente la plaza de arquitecto municipal. José realizará proyectos como la casa de Mena y Reina en la calle Fernández (antiguos juzgados) o la casa Molina en el Revellín. Más adelante, Jaime, afincado en Ceuta a principios de los años sesenta, será uno de los arquitectos más prolíficos de la historia urbana local. Serán parte de sus trabajos de ésta época obras como el Club Natación Caballa (1965), la iglesia de San José (1966), el edificio de los Agentes Comerciales (1965), las barriadas de Terrones (1968-1970) y Los Rosales (1970), el edificio de la calle Independencia, número 7 (1972), el de la central de la Caja de Ahorros de Ceuta (1974), el anteproyecto de ordenación del cuartel del Revellín, la Delegación del Gobierno y Hacienda (1975) o la torre en la Marina. Algunos de estos proyectos los acometerá en colaboración con su hermano José. Su arquitectura será plenamente funcional, de compromiso social y exenta de artificio, como demandaban las circunstancias del momento.
Otros arquitectos que cabe destacar, llegados desde fuera para realizar obras concretas, son José Luis Picardo, autor del hotel La Muralla, y José María de la Vega Samper y Paulino J. Gayo Notario, firmantes de la sede de la compañía Telefónica.
la transición y el nuevo régimen democrático, 1975-2000
La demografía
Durante estos años la población crece un 12,1%, a una media de 0,47% anual, a pesar de que el crecimiento vegetativo positivo, 15.120 personas, se verá recortado por el saldo emigratorio: 6.956 habitantes abandonan la ciudad.
Continúa produciéndose el flujo emigratorio iniciado en la década de los años sesenta, aunque se ha desacelerado. La década de 1981 a 1991 será la de mayor ritmo, con una media anual de 355, ligeramente superior a los 322 de la siguiente. La razón viene dada por la fuerte presión poblacional sobre un territorio reducido y con escasos recursos naturales.
La mayor estabilidad de la población y el constante descenso de la militar coadyuvan a una aproximación de los distintos parámetros demográficos a la media nacional. Así se registra la menor desproporción del siglo entre hombres y mujeres, 51% a 49%, con una relación de 105,6 hombres por cada 100 mujeres; frente a la media nacional de 98,8. Se produce un progresivo proceso de envejecimiento de la población, aunque a un ritmo menor que la media nacional, descendiendo los menores de 40 años hasta el 57,6%, frente al 54,2% de la nacional. Se mantiene estable el escalón masculino entre 21 y 25 años, en torno al 9,6%, doblando la media nacional de 4,1% debido al importante diferencial en la tasa de natalidad.
La tasa de natalidad ceutí se mantiene durante todo el periodo por encima de la media nacional; mientras la tasa media ceutí durante estos 25 años se sitúa en 16,12, la española lo hace en 12, con una diferencia de 4 puntos. En el caso de la mortalidad, la de Ceuta es más baja, con una media del 7,16 frente al 8,35 nacional. El comportamiento de ambas variables determina el fuerte crecimiento vegetativo ceutí. Al terminar el siglo la tasa de natalidad ceutí es de 14, habiendo descendido desde tasas del 18,6 en los años setenta, mientras que la española lo hace a mayor ritmo desde tasas del 17,5 hasta el 9,90 del año 2000. La evolución de la mortalidad será la contraria: mientras que la ceutí desciende en los años setenta desde una tasa del 7,7 hasta el 6,75 en el año 2000, la española asciende del 8,07 al 8,9.
También se incrementa la densidad de población, que alcanza los 3.960 habitantes por km2, continuando el descenso de la tasa en el viejo casco urbano y el incremento en el Campo Exterior, que registran al finalizar el siglo 5.108 y 3.653 habitantes por km2 respectivamente. Ahora, el Campo Exterior reúne al 72,8% de toda la población.
La principal minoría étnica de la ciudad, la población musulmana, ha continuado incrementándose y alcanza en 1986 los 12.177 habitantes, última cifra fiable que tenemos para el siglo. Representa en ese momento el 22% de toda la población. Al terminar el siglo, basándonos en diversas estimaciones y proyecciones, se acerca a los 23.500. Se ha duplicado en los 15 últimos años y representa algo más de 31% del total. Se trata de una población muy joven, ya que los menores de 40 años representan más del 75% del colectivo (78,7% en 1986), 20 puntos mayor que la media general, determinada por una fuerte natalidad. Los colectivos hebreo e hindú se mantienen prácticamente estancados en torno a los 300 y 400 habitantes, respectivamente.
En lo que se refiere al nivel de instrucción, la ciudad mantiene un alto índice de analfabetismo, con unos 4.909 analfabetos al fin del siglo; lo que supone un 7,33% de toda la población mayor de 10 años, muy por encima de la media nacional de 2,53%. Son las mujeres ceutíes las que arrojan un mayor porcentaje con el 10,69% frente al 3,96% de los hombres. Ambas cifras contrastan con las medias nacionales por sexos de 3,46% y 1,55%, respectivamente. La incidencia de la población musulmana es determinante en este fenómeno.
Se ha producido una importante elevación del nivel de instrucción. Ahora sólo el 14,35% de la población no tiene estudios, habiéndose elevado hasta el 12,55% los que tienen estudios universitarios, al 20,38% los de nivel secundario superior, al 25,02% los de secundario elemental y al 20,8% los primarios.
Autoridades municipales y del Movimiento en 1973, entre ellas el alcalde Sotelo. Hacía tiempo que el brazo en alto había caído en desuso, sustituido por las formas elegantes de los nuevos políticos tecnócratas. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
Los Príncipes de España, junto al alcalde Zurrón, visitaron Ceuta en 1970. No volverán como Reyes hasta 2007. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
“Al terminar el siglo,
la economía ceutí se
encuentra plenamente
tercerizada, lo que
incrementa sus riesgos
de crisis por su
excesiva dependencia
del sector servicios ”
Inauguración del Gran Casino de Ceuta en 1996. Sus instalaciones, junto con el hotel Puerta de África y el Parque Marítimo, forman parte de las inversiones turísticas puestas en marcha por la corporación de 1987. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
Las autoridades franquistas en la iglesia de África el día de los Caídos de 1957. Entre ellos, José María Gómez López, administrador general, Francisco Ruiz Sánchez, alcalde y ex combatiente en la Guerra Civil, y Catalán Tanco, sempiterno jefe provincial del Movimiento. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La corporación municipal presidida por Alberto Ibáñez Trujillo en 1967. Ibáñez, Camisa Vieja de la bandera falangista de Marruecos, hará carrera en el franquismo siendo gobernador civil de varias provincias. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
José Zurrón y Alfonso Sotelo visitan la Sala Municipal de Arqueología en 1969. Ambos fueron alcaldes franquistas, procediendo el primero de la organización sindical y el segundo del Frente de Juventudes. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
El alcalde de UCD Ricardo Muñoz junto al que será su sucesor, el diputado del PSOE Francisco Fraiz Armada, y el concejal y dirigente de CCOO Antonio Gálvez, en 1982. Muñoz sucedió a mitad de legislatura a Clemente Calvo Pecino, alcalde que encabezaba la lista de la Agrupación Electoral Ceutí por un Ayuntamiento Democrático. La inestabilidad y el triunfo de candidaturas populistas serán dos características de la corporación ceutí en el periodo. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La población activa
La población activa asciende en el año 2000 a 32.500 personas, el 43,19% de toda la población. La tasa de actividad se sitúa en 57,1% sobre la población en edad de trabajar. Un 10,7% de los ceutíes se encuentran en paro, un 25,13% de la población activa. Ceuta se encuentra al terminar el siglo con una fuerte tasa de actividad (5 puntos superior a la española), impulsada por su elevada natalidad; una muy baja tasa de ocupación (14 puntos menos que la española), determinada por la debilidad de su desarrollo económico, que arroja como consecuencia una altísima tasa de paro (superior en 13 puntos a la nacional). Esa situación general se agrava en el caso de las mujeres: las paradas ascienden a 4.900, un 13,3% de la población femenina, y refleja una tasa de paro femenino del 37,7%. La población femenina se caracteriza por una fuerte tasa de actividad (3 puntos por encima de la nacional), una bajísima tasa de ocupación (23 puntos por debajo de la nacional) y una muy alta tasa de paro (19 puntos superior a la nacional).
La evolución del mercado laboral se ha caracterizado desde 1975 por un incremento progresivo de las tasas de actividad, del 39% ha ascendido hasta el 57%, impulsadas por el crecimiento de la población activa, un fuerte descenso de la tasa de ocupación, desde más del 90% al 75%, y, como consecuencia, el incremento del paro desde tasas del 10% a más del 25%. El crecimiento poblacional se ha situado por encima de la capacidad del tejido productivo de generar empleo, a pesar del incremento de los ocupados en unos 7.000.
La ciudad ha conocido un fuerte proceso de tercerización de su estructura laboral. Al finalizar el siglo, el 87,3% de sus activos trabajan en el sector servicios, mientras que el sector secundario se reduce hasta el 11,43% y el sector primario se minimiza hasta el 1,27%. La progresiva liberalización de la economía española, tras el ingreso en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, ha determinado el retroceso del sector industrial local a su mínima expresión.
“ La población
musulmana se ha
incrementado a lo
largo de todo el siglo,
alcanzando los
23.500 habitantes, el
31% del total, al fin
de la centuria”
Adolfo Suárez será el único presidente del Gobierno que llegue a la ciudad en visita oficial hasta el final del siglo. En 1999 recibió el Premio Convivencia. En la imagen, junto al presidente de la Ciudad Autónoma, del Partido Popular, Jesús Fortes. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
“ Pese a que el puerto
ceutí continúa siendo
una importante fuente
de actividad
económica, la falta de
suelo portuario le
impidió competir con
líneas de negocio
como la de los
contenedores, siendo
el último de los
puertos españoles en
esta actividad”
Vista del Campo Exterior de Ceuta. Durante el último tercio del siglo se ha convertido en una zona densamente poblada, donde habita más del 80% de la población. Fotografía: José Juan Gutiérrez Álvarez.
“Los Fondos Europeos,
incorporados tras el
ingreso de España en
la CEE, suponen una
importante
financiación adicional
que permitió las
mejoras en
infraestructuras y
favoreció el desarrollo
económico en Ceuta”
La economía y la sociedad
El modelo de crecimiento de la economía ceutí de los años sesenta, la economía del bazar, entrará en crisis. Las causas vendrán dadas por un conjunto de factores: la crisis energética de los años setenta, que inicia un progresivo encarecimiento de los transportes marítimos; la definitiva apertura de la verja de Gibraltar en 1982, que desvió una parte importante de los compradores hacia la Roca; la progresiva liberalización y apertura de la economía española, que surtió los mercados peninsulares reduciendo los diferenciales de precio, y la entrada de España en la CEE, que hará que desaparezcan progresivamente determinadas ayudas o políticas protectoras hacia la industria local, que se irá reduciendo y desarmando hasta su mínima expresión. No obstante, el flujo comercial se mantendrá y se incrementará, desviándose hacia las transacciones con Marruecos.
La serie de tráfico de mercancías que hasta ahora hemos utilizado para el análisis de periodos anteriores es poco útil en estos últimos años del siglo, debido al importante volumen que supone el transporte de agua, y no permite apreciar la evolución real de las mercancías. El tráfico comercial mantiene un crecimiento moderado a lo largo de los 25 años y se pasa de las 909.000 toneladas en 1975 a 1.516.000 toneladas en el año 2000. Esto supone un incremento del 66% al final del siglo, manteniendo un ritmo de aumento muy inferior al de los años sesenta. Se ha producido una desaceleración en la expansión del tráfico de mercancías a lo largo de los 25 años de la etapa democrática.
El tráfico es fundamentalmente de importación, manteniéndose las descargas por encima del 90% durante todos los años. En lo que respecta a los valores, es difícil establecer una comparativa con respecto al periodo anterior, porque desde 1975 sólo contamos con las series correspondientes al comercio exterior, que en volúmenes representa tan sólo el 42% de todo el comercio ceutí.
El decenio entre 1975 y 1984 se caracteriza por un alza sostenida de los valores del comercio exterior, que alcanza su máximo en el último año con 44.272 millones de pesetas, cifra que no volverá a ser superada hasta el año 2000, sufriendo oscilaciones hasta ese año. En el último año del siglo, el precio por tonelada de productos importados del extranjero se elevó hasta las 88.490 pesetas, mientras la tonelada exportada alcanzó las 18.856 pesetas. Las importaciones representaron el 55,5% del volumen del comercio exterior en estos 25 años, mientras que alcanzaron el 79,9% del valor.
Una evolución similar debió seguir el comercio nacional en lo que respecta a los volúmenes, pero en proporción inversa al exterior, aunque es difícil de determinar por sus fuertes oscilaciones. No obstante, ambas variables se comportan como vasos comunicantes: a mayor importación nacional, menos extranjera y viceversa, sustituyéndose unas por otras.
Las dificultades estadísticas hacen complicada la evaluación definitiva del conjunto del tráfico comercial en lo que se refiere a sus valores, pero en líneas generales podemos afirmar que su ritmo de crecimiento fue superior al del periodo anterior, lo que nos indica que el flujo de compradores peninsulares de la década de los años sesenta y setenta fue sustituido a partir de los años ochenta en parte por el comercio con Marruecos y otra parte fue compensada por el incremento de población; aunque en los últimos años muestra una clara tendencia a la desaceleración.
El empleo en el sector comercial conocerá una tendencia al alza entre 1975 y 1995, aunque descenderá el estrictamente asalariado de 2.120 a 1.888, representando éste en 1995 el 54,37% del total, lo que nos indica que una parte importante de los establecimientos son de reducidas dimensiones. El número de establecimientos se reduce: en 1980 existían unos 3.000 y en 1998, 1.456 registrados por el estudio realizado por el CES de Ceuta. De ellos, 1.192 eran minoristas, aunque la oscilación de cifras entre las fuentes disponibles es importante. El primer lugar lo ocupan los establecimientos de alimentación (32,8%), seguidos de los de equipamiento personal (17,7%) y los de equipamiento del hogar (11,5%). Su aportación al valor total de la producción ha descendido desde el 12,7% en 1977 hasta el 10,1% en 1995, con 19.115 millones en ese año.
El arbitrio por importación de mercaderías mantendrá una evolución positiva, incrementándose desde los 313 millones de 1975 hasta los 3.370 millones de 1991, año en que se transformará en un nuevo impuesto indirecto: el Impuesto sobre la Producción y la Importación (IPI). Ese incremento supone que en 1991 la recaudación por el tráfico comercial se había multiplicado por 10,7 desde 1975. El incremento es progresivo, con un ligero retroceso en 1983 y algo mayor en 1986.
El cambio de figura impositiva fue una necesidad sobrevenida por el ingreso de España en la CEE para adaptar el sistema impositivo a las normas comunitarias. En un primer momento se denominará Impuesto sobre la Producción y la Importación (IPI) (Ley 8/1991), para pasar en 1996 a denominarse Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación (IPSI), al ser modificado por la Ley 13/1996. Ceuta se integró en la CEE pero no en la Unión Aduanera, quedando exenta del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). El nuevo impuesto amplía la vieja imposición a la importación de mercaderías, a la producción de bienes, a la prestación de servicios, a las entregas de bienes inmuebles, al consumo de energía eléctrica y a toda la importación de bienes. Por lo tanto, a partir de 1992 no es sólo ya una referencia para medir la evolución del comercio, sino la del conjunto de la economía ceutí. En su primer año de vigencia la recaudación pasó de los 3.370 millones del último arbitrio a los 4.621 millones de pesetas, un incremento del 37,1%. Su evolución será positiva hasta el año 2000, en que alcanza los 10.809 millones; aunque registró un descenso en el año 1996 y en el año 1998. La recaudación del nuevo impuesto se multiplica por 2,3 entre su creación y el fin de siglo. Su base imponible, que puede servirnos como un buen referente de la actividad económica, ascendió entre los años 1992 y 2000 desde los 44.477 millones de pesetas hasta los 89.742, doblándose en nueve años.
La evolución de los impuestos directos que gravan la actividad económica también puede servirnos como indicador del crecimiento económico. Se multiplican por 18,4, a un ritmo menor que entre 1940-1974.
El puerto continúa siendo una importante fuente de actividad económica, incrementando sus cifras entre los años 1975 y 2000, aunque el ritmo de crecimiento ha disminuido sensiblemente. La entrada de buques se incrementa desde los 7.297 de 1975 hasta los 11.533 de 2000; pero la cifra puede llamar a engaño si no se tiene en cuenta que las rotaciones de los transbordadores se incrementan de una forma muy importante en el periodo. También se incrementa el tonelaje total de las embarcaciones atracadas, pasando de 19 millones a 53 millones, con una media de 33 millones anuales, 21 millones más, pero también en este parámetro se ha desacelerado. El tráfico de pasajeros aumenta primero de forma acusada entre los años 1975 y 1980, hasta alcanzar los 2.856.000 pasajeros en 1980; para descender los años siguientes a una media de 2.467.000, incrementándose después hasta alcanzar su récord histórico en 1989 con 2.991.200 pasajeros. Después comienza un nuevo descenso, hasta su punto de inflexión en 1995 con 1.997.000, del que se irá lentamente recuperando hasta cerrar el siglo con 2.498.000. La media anual para todo el periodo se sitúa en 2.643.000, dos millones más que en la etapa anterior. El incremento registrado entre los años 1975 y 2000 se cifra en un 38,9%. En este tráfico la desaceleración es aún más clara, multiplicándose sobre los valores del año 1975 por 1,38, frente al 40 de los años de la dictadura. Influye en esa desaceleración y en la bajada desde los años ochenta la cada vez mayor competencia del puerto de Tánger, que, de porcentajes del 23,5% del tráfico de pasajeros a principios del periodo, se sitúa en el año 2000 por encima del 41%. El tránsito de vehículos sufre un desarrollo paralelo al de los pasajeros. La serie que menor incremento registra es la de los suministros portuarios, la de mayor importancia en términos económicos, que pasa de las 621.696 toneladas de 1975 (77,5% de ellas de combustible) a las 629.812 toneladas del año 2000. Tuvo algunos años de repunte entre 1982 y 1985, año en el que alcanzó su récord histórico con 1.282.000 toneladas, pero a partir de ahí comienza a descender hasta un mínimo de 532.000 toneladas en 1999, la cifra más baja desde el año 1950. Esta evolución es más negativa si tenemos en cuenta que el Estrecho conoció en esos años sus cifras más altas de navegación, incrementando las ventas en sus puertos de forma acusada (en 2000 Algeciras superó los dos millones y Gibraltar, los tres). El ingreso en la CEE y la liberalización de los precios, que hizo que el combustible ceutí perdiera su protección, serán determinantes en esa evolución. Además, el puerto de Ceuta no fue capaz de competir en un negocio creciente como el de los contenedores (negocio que aupó a Algeciras a la quinta posición entre los puertos europeos) por falta de suelo portuario disponible, ya que había sido ocupado en buena parte por actividades no portuarias. En el año 2000 Ceuta movió 11.480 TEUS frente a los más de dos millones de Algeciras, siendo el último puerto de España en este negocio. La media anual desde 1975 fue de apenas 4.205 TEUS.
La actividad pesquera irá perdiendo peso en los años que transcurren entre 1975 y 2000. El volumen de capturas se incrementará primero entre 1975 y 1976 desde las 1.848 toneladas hasta las 3.217, para comenzar un descenso progresivo que lleva a situarlo en su menor volumen en el año 1999 con 269 toneladas. Su valor, que alcanzó su récord en 1984 con 195 millones de pesetas, ira descendiendo hasta un mínimo de 45 millones en 1999, que repuntará hasta los 64 millones en 2000, año en que la tonelada elevará su precio hasta las 212.881 pesetas.
Este descenso, junto a los factores que ya apuntamos para los años sesenta, se ve acentuado por la competencia del pescado traído desde Marruecos a unos costes muy inferiores, que en el último año supone más del 80% del consumido en la ciudad. Una evolución similar tendrá la pesca almadrabera, que también alcanza su récord de capturas de estos años en 1984 con 456 toneladas, muy lejos de las más de 1.800 toneladas de 1946, y que además tenderá a la baja hasta situarse en su mínimo histórico en 1993 con apenas 24 toneladas, teniendo un repunte en el final de siglo en que se capturan 217 toneladas. En valores oscilará entre un mínimo de 13 millones de pesetas en 1979 y un máximo de 246 millones en 1990, con una media de 54 millones, a un precio medio por tonelada de 199.000 pesetas; pero que en el año 2000 sólo fue de 135.000 pesetas. La tradicional industria conservera terminará por desaparecer definitivamente en 1986, descendiendo progresivamente las empresas y el empleo hasta su extinción. Entre 1976 y 1986 su producción osciló entre las 950 toneladas de 1977, cuando aún operaban cuatro empresas, hasta caer a las 136 en 1981, año a partir del cual conoció un repunte cerrando su producción en 1986 con 406 toneladas. Las embarcaciones de todo tipo irán reduciéndose desde las 96 de 1981 hasta las 28 del año 2000, con barcos que en su mayoría pasan de los 30 años de antigüedad.
El transporte marítimo conoció una notable mejora, incrementándose el número de compañías que operan entre Algeciras y Ceuta. A la Transmediterránea se sumará en 1979 la naviera Isleña de Navegación S. A., que se mantendrá hasta 1998. Un año antes comenzaba a operar la compañía Buquebús y en 1998 Euroferrys, lo que permitió incrementar de forma notable las rotaciones. En los años noventa se incorporan nuevas embarcaciones de alta velocidad que permitieron reducir el tiempo de la rotación casi a la mitad: 45 minutos. Pero la mejora de línea ha venido acompañada de un progresivo incremento de los precios, a pesar de la importante subvención estatal a las compañías en compensación por las bonificaciones a los residentes, que ha convertido la ruta del Estrecho en una de las más caras del mundo por milla náutica recorrida, como puso de manifiesto el informe del CES de Ceuta sobre el transporte marítimo en 2002. Esto actúa como un grave estrangulamiento para el desarrollo económico.
Al transporte marítimo se sumó el aéreo en 1996, prestado por la compañía Helisureste, que en ese año unió Ceuta con los aeropuertos de Málaga y Jerez, para concentrarse luego en el de Málaga. Esto permitió un enlace rápido y eficaz con las grandes líneas aéreas nacionales e internacionales, moviendo unos 10.000 pasajeros anuales, aunque su capacidad es limitada y su precio muy alto.
Los depósitos bancarios, con series desde 1983, han seguido una tendencia al alza ininterrumpida desde ese año, en que se cifraron en 24.150 millones de pesetas, hasta 1996, en que alcanzaron los 78.000 millones. Tuvieron un ligero retroceso entre 1987 y 1988, para comenzar un descenso entre 1997 y 1998 hasta los 67.800 millones, que comienza a recuperarse en 1999, cerrando el siglo en 74.600 millones, 3.400 millones por debajo de su récord. Desde 1983 han triplicado su volumen. También se han incrementado de forma notable las entidades financieras presentes en la ciudad, aunque a finales de los años ochenta desaparecerá la única de origen ceutí, la Caja de Ahorros de Ceuta, absorbida por Caja Madrid, como consecuencia del proceso de fusiones y concentración bancaria iniciado tras la incorporación de España a la CEE. A finales de siglo existían diez entidades bancarias con 23 oficinas abiertas. Asimismo, se ha incrementado el volumen de endeudamiento de la economía ceutí desde 1988, en que los créditos concedidos por las entidades financieras suponían 22.500 millones de pesetas, lo que representaba el 52,9% de todos los depósitos bancarios de la ciudad hasta los 68.900 millones del cuarto trimestre del año 2000, que supone el 92,3% de los depósitos de ese año, habiéndose triplicado. Se produce en los últimos años de siglo una tendencia a la reducción de los depósitos y al incremento del endeudamiento, por el fuerte incremento de las fincas hipotecadas y su importe, que ha pasado de las 282 por un valor de 2.019 millones de pesetas en 1993 a las 752 por importe de 9.477 millones, multiplicándose por 4,6. Por el contrario, mejorará notablemente la evolución de los efectos devueltos e impagados, que crecen desde los 132 de millones de pesetas de 1976 hasta su cifra récord de 1.566 millones de pesetas en 1988; para descender después gradualmente, con alguna oscilación al alza, hasta su cifra más baja desde 1978 en el año 2000 cuando se registran 218 millones.
La construcción será en estos años uno de los motores de la economía ceutí, pasando el valor de su producción total entre 1975 y 2000 de los 1.846 millones de pesetas a los 15.000 millones. El sector ha crecido de forma sostenida y especialmente intensa desde mediados de los años ochenta, impulsado por el importante volumen de las obras públicas que han sido reforzadas por la financiación europea, a la que Ceuta accede tras el ingreso en la Comunidad Europea como región “objetivo 1”, que ha permitido incrementar las inversiones en infraestructuras. Se construyeron unos 990 nuevos edificios y 8.450 viviendas. La inversión del conjunto de las administraciones públicas en obras ascendió a 14.139 millones de pesetas entre 1976 y 1992, más otros 8.914 millones por la administración municipal y 5.161 por la Junta de Obras del Puerto entre 1993 y 2000; sin que podamos cuantificar, por ausencia de datos, el del resto de las administraciones en esos ocho últimos años del siglo. En total, la inversión superó los 30.000 millones de pesetas. Otro indicador pueden ser las 15.600 cédulas de habitabilidad expedidas entre los años 1975 y 2000. Se mantendrá un nivel de empleo similar entre 1975 y 2000, pasando de 1.856 empleos a 1.769, a pesar del incremento en su volumen de actividad, debido al importante número de empresas foráneas. Las empresas oscilaron, según las fuentes, entre 58 en 1977 y 147 en 1989.
La producción industrial pasará de un valor total de 2.079 millones de pesetas en 1975 a 23.158 millones en el año 2000, multiplicándose por 11,1; mientras que la del conjunto de España lo hizo por 12,9. A pesar del incremento en sus valores, no fue capaz de mantener el nivel de empleo, perdiendo 368 entre los 1.496 de 1975 y los 1.128 de 2000, del cual sólo el 81,5% es asalariado. El crecimiento es ligeramente mayor si tomamos como referencia el valor al coste de los factores, que en 1975 se situaba en 698 millones de pesetas, mientras que en 2000 alcanzaba los 7.902 millones de pesetas. Su crecimiento se ha desacelerado desde mediados de los años ochenta. La mayor parte de la producción es aportada por las industrias de transformación, que en el año 2000 tienen un valor de producción de 17.019 millones, representando el 73,4% de la misma y el 85,2% del empleo industrial, con 956 ocupados frente a los 1.332 de 1977, perdiendo 370 empleos. Las industrias de productos energéticos aportan los otros 6.138 millones con un volumen de empleo de 166, ganando apenas 2 empleos.
Entre las industrias transformadoras continúa siendo la de mayor peso la de la alimentación, bebidas y tabaco con el 67% del valor de producción del sector en 1995 y el 48,8% del empleo; perdiendo 206 empleos desde 1975. En segundo lugar se sitúan las industrias de minerales no metálicos con el 10,2% y 83 empleos, también con tendencia a la baja desde 1977. El tercer lugar lo ocupa el textil, cuero y calzado con el 6,1% y 80 empleos, frente a los 96 de 1975. El cuarto lugar lo ocupa el papel y las artes gráficas con el 5,8% y 80 empleos, perdiendo 16 desde 1975. El quinto lugar es para las industrias metálicas y de maquinaria con el 4,3% manteniéndose con 50 empleos. El sexto es para las del caucho y los plásticos con un 2,5, siendo la única que gana 9 empleos sobre 1975 con 43. Las demás se sitúan por debajo del 2%. Sobre la evolución de su número las distintas fuentes estadísticas no se ponen de acuerdo, pero, en cualquier caso, fue retrocediendo desde 1977, año en que la licencia fiscal registraba 332 empresas (muchas estarían duplicadas por tener diversas actividades) y el censo de la Cámara de Comercio, 171; hasta las 178 del censo industrial de 1984 o las 170 del censo de la Cámara de 1988. El valor total de la producción pasará de los 11.665 millones de pesetas, que representó en 1975, a los 227.854 millones de 2000, con un ritmo de crecimiento que se irá desacelerando entre 1976 y 2000.
La evolución es claramente favorable al sector servicios, que crece de manera arrolladora frente a los demás. El mayor aporte en el sector lo proporcionan los servicios privados en el año 2000 con el 58,8% del total, siendo sus subsectores más importantes en 1995 el comercio (27%), los transportes y comunicaciones (15%), otros servicios para la venta (13%), la hostelería y los restaurantes (10,2%), así como el crédito y los seguros (7,6%). El sector público aportaba en el año 2000 los 87.708 millones restantes de los 181.172 de todo el sector. Acapara en ese año 20.669 empleos, el 89,5% de los existentes en todos los sectores, que se reparten casi al 50% entre el sector privado y el público.
El Valor Añadido Bruto (VAB) a precios básicos, que creció de 11.612 millones de pesetas en 1977 a 142.176 millones en 2000, permitió que el VAB per cápita experimentara un importante aumento, pasando a ser de 1.889.608 pesetas, aunque continúa desacelerando su ritmo de crecimiento desde mediados de los ochenta.
El Producto Interior Bruto (PIB) a precios de mercado, que en 1983 había sido de 28.848 millones de pesetas, ascendió a 151.892 millones en 2000, pasando la renta per cápita de las 407.089 pesetas a los 2.018.739 pesetas; por debajo de la renta per cápita española que se situó en 2000 en 2.720.849 pesetas, en un índice 74,2 sobre el 100 de España. Ceuta terminará el siglo en un índice de convergencia en renta bruta por poder de compra con la Unión Europea (UE) de 71,08, empeorando su posición con respecto a 1995, año en que se situaba en el 74,54; mientras que España mejoraba en el mismo periodo del 80,18 a 85,84. Lo mismo sucedió con el PIB a precios de mercados, que evolucionó negativamente de 65,69 a 63,62. La ciudad no fue capaz de seguir el ritmo de crecimiento de la economía española ni europea.
Al terminar el siglo la economía ceutí se encuentra plenamente tercerizada, mostrando un gran desequilibrio entre sus sectores productivos, lo que incrementa sus riegos de crisis por su excesiva dependencia del sector servicios. A pesar del crecimiento experimentado, es incapaz de generar empleo suficiente para su joven población, produciéndose a lo largo de las últimas décadas del siglo un importante crecimiento del desempleo que genera incertidumbre para el futuro.
Los presupuestos municipales continuarán creciendo entre 1976 y 2000, pasando de los 605 millones de pesetas a los 19.825 millones. La estructura del gasto se irá modificando con respecto al franquismo. Los gastos de personal se moderaron a lo largo de los años setenta y primeros ochenta desde el 50% hasta un 30% en 1985, para nuevamente incrementarse a lo largo de los años noventa, situándose al final de siglo en un 36% del total. El gasto corriente seguirá una evolución similar. Los intereses de la deuda se incrementarán del 2% al 5,7%. El conjunto de los gastos de personal, corrientes e intereses bajaran su peso desde más del 70% en los años setenta y primeros ochenta hasta una media del 64% entre 1985 y 2000. En este último periodo la media de las inversiones reales será del 16,2%, con fuertes oscilaciones según los años, que van del 28% de 1993 al 5% de 1995. El otro gran capítulo del gasto son las transferencias corrientes destinadas a financiar la actividad de las sociedades municipales, organismos autónomos y patronatos creados a lo largo de estos años (PROCESA, EMVICESA, ACEMSA, Servicios Tributarios, ICD, CES, IEC, Música, Turismo y Residencia de la Juventud), que supone una media del 10,6% y que ha ido ascendiendo desde los años ochenta. Las transferencias de capital supondrán una media del 3,24%, con fuertes oscilaciones de unos años a otros. Los ingresos también verán modificada su estructura a lo largo de los 25 años de democracia. Los arbitrios, IPSI a partir de 1992, irán cediendo porcentaje desde cerca del 80% de los primeros años hasta una media entre 1992 y 2000 del 44%, debido fundamentalmente al incremento de las transferencias corrientes y de capital del Estado, que supondrán una media del 28%, con fuertes oscilaciones entre el 16% y el 45% de 1998. La media anual de la estructura de ingresos desde 1983 se compone de un 45,7% por impuestos indirectos, un 29,5% de transferencias del Estado, un 8,4% de variaciones de los pasivos financieros, un 4% de los impuestos directos, un 4% de tasas, un 3,7% de enajenaciones y un 3,3% de variación de activos financieros.
La recaudación estatal se incrementará desde los 532 millones de pesetas ingresados en 1976 hasta los 7.649 millones, con una tasa media anual de incremento del 14,4. La estructura impositiva sufrirá un importante cambio a lo largo del periodo debido a las reformas hacendísticas efectuadas en estos años. Entre 1976 y 1979 priman los impuestos indirectos, que representan una media del 56,4% del total. A partir de 1980, tras la aparición del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), son los impuestos directos los que se sitúan en primer lugar, incrementando su porcentaje progresivamente, representando entre 1980 y 2000 una media del 61,8, con el IRPF como principal impuesto, seguido del impuesto de sociedades.
Los Fondos Europeos, incorporados tras el ingreso de España en la CEE, significaron una importante financiación adicional que coadyuvaron a mejorar las infraestructuras, sostener la actividad económica, favorecer el desarrollo y estimular el empleo. Antes de 1989 comienza a operar el Fondo Social Europeo, que interviene en una cuantía moderada, aportando, entre 1986 y 1988, 341 millones de pesetas. El primer programa operativo de importancia será el de 1989/1993, tras la reforma de los Fondos Estructurales, que incorpora fondos FEDER; al que seguirá el de 1994/1999. En total entre 1989 y 1999 se financiaron inversiones y actuaciones por valor de unos 20.000 millones de pesetas, de los que han sido financiados por ayudas comunitarias unos 10.700 millones, un 80% procedente de los fondos FEDER. Estas ayudas han permitido financiar obras como el Parque Marítimo del Mediterráneo, el hotel de la Gran Vía, la rehabilitación del estadio Alfonso Murube, la planta de acuicultura, la presa del Infierno, el nuevo puerto deportivo, algunas obras viarias, la nueva central telefónica y el equipamiento en telecomunicaciones, la remodelación de barriadas, la ampliación y reforma del hospital, un nuevo instituto de enseñanza media, el Plan Director de Infraestructuras, algunas actuaciones medioambientales y acciones en el mercado de trabajo como el Pacto por el Empleo. La parte principal de la gestión de los fondos correrá a cargo de PROCESA, con su director Juan Vivas al frente.
A partir de 1996 se han promovido importantes acciones en materia de empleo como son el Pacto Territorial por el Empleo, impulsado desde la “Mesa por la crisis”, integrada por las administraciones y los agente sociales, o el Plan Especial de Empleo 2000, con una subvención aportada por el INEM por valor superior a los 860 millones de pesetas, que han permitido estimular el empleo, coadyuvando a amortiguar las tensiones sociales causadas por una importante tasa de paro.
La sociedad ceutí se hará mucho más compleja en su estructura, creciendo las clases medias, los cuadros intermedios y los trabajadores cualificados. Los militares, que ocuparon la cúspide de la vida civil en el franquismo, volverán a sus funciones castrenses. La cúspide social será ocupada por la burguesía comercial y los altos funcionarios. La sociedad civil tiende a convertirse en menos jerárquica, más abierta e igualitaria a medida que transcurre el periodo. No obstante, continuará siendo dual, manteniendo importantes diferencias de clases y nivel de vida entre la burguesía local y el funcionariado, y los trabajadores del sector privado y las clases populares, con acusados diferenciales de renta. Un estudio de Cáritas Diocesanas de Ceuta aseguraba que el 31,8% de los ceutíes se sitúan por debajo del umbral de la pobreza, unos 6.100 hogares que vivían en 1995 con menos de 148.000 pesetas mensuales, la mitad del presupuesto familiar mínimo que estima en 288.000 pesetas. Un 9,5% estaría en situación límite por deficiente alimentación y un 5,3% no tendría ningún tipo de protección social, lo que confirma la desigual distribución de la riqueza y el impacto del desempleo.
En general, la relación entre precios y salarios mejoró durante los 25 años del periodo democrático, especialmente a partir de los años ochenta, tras superarse el agudo proceso inflacionario de los años de la Transición y tras el ajuste que supusieron los Pactos de la Moncloa. El IPC (base 100 en 1992) de Ceuta varió hasta un índice 356,4 entre 1978 y 2000, con un fuerte ritmo de crecimiento entre 1978 y 1983, con tasas entre 11,4 y 15,8, para ir disminuyendo su ritmo en la década siguiente con tasas entre el 4,5 y el 9,3, hasta los años 1994 a 2000, en que se movió en tasas entre el 1,4 y el 4,3. Se produce una desaceleración progresiva desde mediados de los años ochenta. Los salarios medios se incrementan entre 1981 y 2000 un 135,3, ganando poder adquisitivo de forma progresiva desde 1983; aunque con una clara tendencia a la desaceleración. Entre 1982 y 1992 lo harán con porcentajes entre el 8,2 y el 14, mientras que entre 1993 y 2000 lo hacen entre el 2 y el 6,6, perdiendo poder adquisitivo entre 1997 y 2000, de forma más acentuada en el caso de los salarios mínimos. El nivel de protección social conoció un gran avance en esos 25 años, mejorando el nivel de vida de los trabajadores, aunque la alta tasa de paro tendió a presionar a la baja sobre esas condiciones para un importante número de ceutíes que no pudieron encontrar empleo. La tasa de paro de Ceuta se incrementó desde 1984, año en que se situaba en un 19,2%, un punto por debajo de la media española, hasta situarse en el año 2000 en un 25,6%, 11,5 puntos por encima.
El mundo del asociacionismo obrero conoció un profundo cambio tras la desaparición del sindicalismo vertical. Nuevas centrales sindicales libres ocuparán el espacio del sindicalismo obligatorio del franquismo. Dos grandes organizaciones se consolidarán en Ceuta durante este periodo, junto a otras de carácter sectorial. La Unión General de Trabajadores (UGT) volvía a la actividad en 1976, tras 40 años de prohibición durante la dictadura, y Comisiones Obreras (CCOO) nació de nuevo cuño en 1977. En las primeras elecciones sindicales de 1978 triunfará con claridad la UGT con un 53,3% de la representatividad, seguida de CCOO con un 15,7, manteniéndose independientes o sin afiliación un 29,7% de los 147 delegados elegidos. UGT volverá a ganar las elecciones sindicales de 1982, 1986 y 1990, con porcentajes que oscilan entre el 50% y el 60%. CCOO irá progresivamente incrementando sus porcentajes hasta obtener en 1990 el 35,8% con 164 delegados. A partir de aquí se produce un cambio en el liderazgo sindical en la ciudad CCOO venció en las elecciones sindicales de 1994 y 1998 con porcentajes en torno al 47,5 y el 51%; mientras UGT se sitúa en torno al 36,4 y 39% con 176 delegados en 1998. Las relaciones sindicales que habían sido difíciles en los primeros años por la disputa de la hegemonía sindical, mejoraron a partir de 1988, en que ambas centrales cerraron un acuerdo de unidad de acción, para afrontar conjuntamente la primera huelga general que conoció la ciudad en 1988. De una primera etapa más conflictiva en los años ochenta, ambas centrales irán moderando y modernizando sus posiciones en los años noventa hacia una cultura de la negociación y el acuerdo. Los principales dirigentes de UGT en el periodo serán Alejandro Bodas, Soledad Ruiz Seguin y Alejandro Curiel; mientras que en CCOO serán Antonio Gálvez y Juan Luis Aróstegui, secretario general desde 1986 hasta final de siglo.
También se reorganizarán las patronales uniéndose en la Confederación de Empresarios, que se convertirá en la contraparte de las centrales obreras, contando entre sus principales dirigentes con José María Campos, José Ibáñez y Rafael Montero. En estos años la Cámara de Comercio continuará su labor, pero ahora centrada en los aspectos técnico-económicos y la formación del empresariado, contando en su presidencia con José Ríos Pozo, José María Campos y Luis Moreno.
La “economía del bazar” ha dado paso a una actividad comercial basada en los productos de lujo exentos del pago de impuestos especiales. Fotografía: José Juan Gutiérrez Álvarez.
Otro de los grandes focos de tensión política será la movilización iniciada por los colectivos musulmanes de la ciudad contra la Ley de Extranjería. Ésta ponía en peligro la residencia legal de una parte importante del colectivo, únicamente documentado atípicamente por la Tarjeta Estadística, sin ningún tipo de reconocimiento legal. Los musulmanes ceutíes, liderados por Ahmed Subaire, Mohamed Ali y Hassan Yassin se movilizaron contra la aplicación de esta ley y reivindicaron el derecho de acceso a la nacionalidad española. La movilización ceutí no adquirió la virulencia de la melillense dirigida por Aomar Dudu, debido a la moderación de Subaire y a la división del colectivo, pero sí mantuvo en tensión a la sociedad durante los siguientes años. Los sectores contrarios a los acuerdos alcanzados por Subaire, el 18 de noviembre de 1986 en la Comisión Mixta creada al efecto, convocaron una manifestación el 1 de diciembre que contó con el apoyo de varios miles de personas. El PSOE y el PP se enfrentarán en torno a la mayor o menor amplitud de las concesiones a realizar y el número de las nacionalidades a conceder. La apertura del proceso de concesión de nacionalidades permitió el retorno a la tranquilidad a finales de 1987.
La emigración ilegal subsahariana se convertirá en otro de los conflictos políticos a partir de los años noventa, en que el problema fue creciendo sin que se adoptaran medidas eficaces, ni en materia de control de fronteras ni sociales, para paliar las inhumanas condiciones de los colectivos que iban llegando. Sólo tras la rebelión que protagonizaron en octubre de 1995, provocada por su desesperación y la dramática situación que padecían, hacinados en las Murallas de El Angulo, que se saldó con decenas de heridos y un policía nacional muerto, se logró concienciar al Gobierno de la necesidad de adoptar medidas, que se irán desarrollando en los años siguientes, logrando mejorar así la situación. No obstante, la imagen de la ciudad sufrirá un importante deterioro, especialmente alentado desde algunos medios de comunicación como El País.
El crecimiento de las actividades del narcotráfico, la economía sumergida y el blanqueo de capitales a lo largo de los años noventa, así como la impunidad con que actuaban algunos elementos de las mafias, se convertirá también en un problema político de primera magnitud, siendo demandada por las fuerzas políticas y la sociedad una acción más decidida, que no se afrontó sino a finales del periodo durante el mandato de Luis Vicente Moro, que comenzó en el último año del siglo.
La frontera ceutí conoció en los años noventa una situación conflictiva en la que influyeron la emigración clandestina, los tráficos ilícitos, el comercio irregular y las tensiones sociales y políticas. No podía ser de otra manera en una frontera que registra una de las mayores diferencias mundiales de riqueza y desarrollo, que no ha hecho sino aumentar a lo largo de los últimos 25 años del siglo, sin que por parte de España y la Unión Europea se hayan puesto los recursos necesarios en materia de cooperación, desarrollo y seguridad. Éste es uno de los grandes retos a superar y de los déficit que deja pendientes el final del siglo XX, como ha sido puesto de relieve por Íñigo Moré.
Algo característico del periodo fue la irrupción, por primera vez en todo el siglo, de la mujer en la vida política ceutí. La primera aparición será tras las elecciones municipales de 1983, en que tres mujeres de la candidatura socialista ocuparon escaño en el Ayuntamiento asumiendo responsabilidades en concejalías delegadas. Las tres pioneras serán María del Carmen Cerdeira, María del Carmen Castreño y María José Navarro, abriendo el camino a la participación de la mujer, que se incrementará en los años siguientes. María del Carmen Cerdeira será también la primera mujer ceutí que llegará al Parlamento, ocupando un escaño en el Senado en 1986, que asuma la responsabilidad de ser delegada del Gobierno en 1994, la primera parlamentaria europea en 1999 y la primera que ocupe una Secretaría (la de Movimientos Sociales) de un gran partido nacional como el PSOE.
La administración municipal heredada del franquismo seguirá ejerciendo hasta abril de 1979, en que se celebran las primeras elecciones municipales democráticas. Pero el cambio político hizo que lo hiciera sin fuelle, de forma interina, en espera de que llegara el relevo democrático. Sotelo dimitirá en noviembre de 1978, siendo sustituido interinamente por Eduardo Hernández Lobillo, primero, y por Ricardo Muñoz más tarde. Desde 1979 se celebrarán seis procesos electores de carácter local. Los cuatro primeros tendrán el carácter de elecciones municipales al Ayuntamiento, y los últimos, tras la aprobación del Estatuto de Ciudad Autónoma, de elecciones a la Asamblea de Ceuta, que asumirá las competencias municipales y las que dimanan del Estatuto. En los 21 años que transcurren hasta el final de siglo se producen siete rotaciones en la alcaldía y tres en la presidencia de la Ciudad Autónoma por ocho políticos, con una baja estabilidad media de 27 meses y medio en el cargo.
La política municipal ceutí se caracteriza en estos años por un exacerbado pluralismo político y una gran fragmentación, estando presentes hasta 12 fuerzas distintas, algo muy poco común en los municipios españoles, sólo comparable a los mapas electorales de las regiones con una fuerte presencia nacionalista. Mientras el mapa de 1979 se asemeja al de otros municipios con tres fuerzas presentes, a partir de 1983 y hasta 1999 no bajan de cinco, alcanzándose las seis en 1991 y 1995. Ninguna fuerza política consigue la mayoría absoluta durante este periodo, lo que obliga a gobernar casi siempre en coaliciones diversas. Este fenómeno tiene su explicación en la peculiar estructura política de la ciudad en estos años, en la que a las grandes fuerzas políticas nacionales se unen fuerzas localistas, ligadas a las reivindicaciones autonómicas, fuerzas de signo populista como Agrupación Electoral Ceutí por un Ayuntamiento Democrático (AECAD), PFC y GIL y, a partir de 1995, candidaturas vinculadas al colectivo musulmán. Este complejo mapa será el causante de la fuerte inestabilidad en todas las legislaturas, produciéndose reiterados votos de censura o dimisiones por falta de los apoyos suficientes. Sólo Fructuoso Miaja logró completar una legislatura, y, aún éste, gobernando con dos coaliciones distintas
La inestabilidad de los primeros mandatos municipales no permitió acometer las necesarias transformaciones en materia de gestión y la mejora y desarrollo de los servicios públicos. Las inversiones reales liquidadas en este periodo, una media anual de 386 millones, no permitieron grandes realizaciones. En el mandato de 1979, la división e ineficacia de los independientes de Clemente Calvo Pecino obligaron a dar paso a una alcaldía de la UCD encabezada por Ricardo Muñoz. En el segundo, la cruenta división del grupo socialista dará lugar al voto de censura que expulsa, tras una tenaz resistencia de tres meses, a Francisco Fraiz, que será sustituido por Aurelio Puya. Durante este último mandato se crearon dos sociedades municipales que se encargarán de gestionar el desarrollo económico (PROCESA) y la vivienda social (EMVICESA), reanudándose la construcción de viviendas sociales en Loma del Pez y monte Hacho, urbanizaciones que resultarán polémicas durante todo el periodo. También se realizó la liberación de suelo necesario para nuevas promociones y el nuevo matadero municipal. En mandatos anteriores se había adquirido el cuartel del Revellín para el municipio, se había puesto en macha el ICD o construido el polideportivo de la Libertad.
La corporación de 1987 con un solo alcalde, Fructuoso Miaja, aunque bajo dos coaliciones (primero PSOE-CEU y a partir de 1988 PSOE-PSPC CDS), marcará, gracias a su estabilidad, una etapa de mayores realizaciones municipales y de impulso. Se realizaron inversiones reales de 7.728 millones de pesetas, a un ritmo de 1.932 millones anuales, dando el presupuesto municipal un importante salto entre 1986 y 1990 de 6.500 millones a 12.600, duplicándose en apenas cuatro años. Fruto de esta etapa serán nuevas promociones de viviendas emprendidas por EMVICESA, como las que sirvieron para erradicar el núcleo chabolista de la plaza de Toros, las de Velarde, Cervantes, Miramar, avenida del Ejército Español, el inicio de Patio Páramo, etc.; la nueva biblioteca municipal; el proyecto del Parque Marítimo del Mediterráneo; el edificio polifuncional de policía, bomberos y parque móvil; la rehabilitación del mercado Central; la construcción del nuevo hotel de la Gran Vía y el comienzo de las obras de esta nueva arteria; la mejora en dotación y material de los servicios municipales y la creación del Centro de Servicios Sociales y Centro Asesor de la Mujer; la construcción del polideportivo Miramar; la creación de la nueva sede de la UNED; la remodelación de varias barriadas y jardines; la ampliación del Palacio Municipal; la puesta en marcha de la primera sociedad municipal de televisión local; la aprobación del PGOU, etc. Dejando en marcha un importante número de proyectos que las siguientes corporaciones continuaron, acelerando así la necesaria reforma urbana. Este impulso se debió a que comenzaron a fluir los recursos provenientes de los Fondos Europeos. También tuvo que hacer frente al cuestionamiento del arbitrio y a su sustitución por el IPI, que tras ardua negociación con el Gobierno y la Unión Europea potenció y reformó la recaudación municipal.
La hegemonía política en los comicios generales corresponderá sucesivamente a UCD, PSOE y PP. Los ceutíes votarán en la mayoría de las ocasiones, salvo en 1993, con la mayoría determinada por la nación, ganando los comicios la fuerza que a la postre resultaría gobernante. Sólo en 1993, el PP logrará obtener la victoria sin que coincida con el partido vencedor, fruto del fuerte desgaste sufrido por el PSOE local en el proceso autonómico y en los últimos años del mandato de Felipe González. Hasta la quiebra de UCD, esta fuerza y el PSOE serán las más votadas. A partir de 1982 tomará el relevo en el centro derecha el PP. Sólo en los comicios de 2000 logrará situarse en segunda posición una fuerza distinta a las dos grandes del bipartidismo español, el GIL, amparado en su control de la Ciudad Autónoma y desplazando al PSOE a la tercera posición, siendo la primera vez que bajaba del 30% de apoyo popular desde 1977. El centro derecha ceutí se ha mantenido siempre por encima del 30%, logrando alcanzar en tres ocasiones la mayoría absoluta de los votos emitidos (UCD en 1979 y PP en 1993 y 1996). La evolución de los últimos comicios marca una clara evolución al alza del PP, con un ligero retroceso en 2000; mientras que el PSOE, que asciende hasta alcanzar su máximo en 1982 con un 45,7%, comenzará a partir de aquí un progresivo descenso que será más pronunciado en el fin de siglo.
También se han celebrado en la ciudad cuatro comicios al Parlamento Europeo desde 1987. Las victorias se las han repartido entre el PSOE y el PP, en dos ocasiones cada uno. Se produce una evolución similar a las elecciones generales, no bajando el PP del 30% en ninguna ocasión y alcanzando en 1994 y 1999 resultados por encima del 60%, mientras que el PSOE muestra desde 1987 una acusada tendencia a la baja. En las elecciones de 1999 resultó elegida María del Carmen Cerdeira, único parlamentario europeo ceutí durante el siglo.
La Iglesia ceutí, que mantiene sus tradiciones, va perdiendo peso social. Esto es consecuencia del avance del laicismo, la libertad de pensamiento y el cambio de costumbres que ha sufrido la sociedad a lo largo del proceso democrático, así como las consecuencias de la separación de Iglesia y Estado, contemplada en la Constitución española de 1978. La aparición de nuevas iglesias cristianas de origen protestante, aún minoritarias, y el crecimiento de la población musulmana han ido relegando a la Iglesia católica del papel que jugó en épocas pasadas. Conoció dos obispos en este periodo: Antonio Dorado y Antonio Ceballos Atienza, que sustituirá a Dorado en 1993. Sebastián Araújo permanecerá en la Vicaría General y será deán de la catedral hasta los años noventa, momento en que se nombra a Alejandro Sevilla Segovia, con la categoría de vicario episcopal, que pondrá especial empeño en el desarrollo del Museo y el Archivo Catedralicio. La parroquia de los Remedios será entregada a los Agustinos y se suprimirá el párroco de San Ildefonso. A partir de 1994 se nombrará vicario episcopal a Salvador Gómez y, más adelante, vicario general a Francisco Correro, que en 1996 volverá a ser sustituido por Alejandro Sevilla. En estos años se saneará la situación económica de la diócesis, muy mermada hasta los años noventa.
El servicio de publicaciones de la Caja de Ahorros de Ceuta aportará también en los años ochenta reediciones de obras clásicas como las de Carlos Posac, Leopoldo Caballero, David Schiriqui y Guerra Lázaro, o nuevas obras de Alberto Baeza, José Luis Gómez Barceló, Carlos Gozalbes, José Fradejas o Alejandro Sevilla.
Desde finales de los años ochenta se celebrarán los Cursos de Verano de la Universidad de Granada, que ofertarán importantes conferencias y cuyas actas serán publicadas desde 1995 por el IEC, habiéndose celebrado doce ediciones a lo largo del periodo.
Otras aportaciones serán realizadas por el Aula Militar de Cultura Manuel Alonso Alcalde; la Delegación Provincial del Ministerio de Cultura con sus Cuadernos del Rebellín, donde publicarán, entre otros, Juan Díaz Fernández, José Manuel Hita, Fernández Sotelo, Darío Bernal, Fernando Villada, Juan José Garrido, Gómez Barceló o Francisco Sánchez.
En el terreno de la cultura popular el carnaval conocerá un resurgir a partir de los años ochenta, con importantes concursos de chirigotas y comparsas.
Se celebrarán también dos congresos internacionales sobre el estrecho de Gibraltar, impulsados por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en 1987 y 1990, que darán como fruto dos voluminosas ediciones de actas. Al final del siglo se fundará la asociación cultural El Foro del Estrecho, impulsada por Adolfo Hernández Lafuente, que fomentará actividades de diverso signo. Los servicios culturales del Ayuntamiento y la ciudad promoverán a lo largo de la etapa conferencias, actos culturales, representaciones teatrales, conciertos, actuaciones musicales, etc.
En el terreno de la música continuarán trabajando los Amigos de la Música, de la mano de Antonio del Camino, y la Masa Coral, dirigida ahora por Andrés del Río hijo. En las artes plásticas proseguirán su trabajo Elena Álvarez Laverón y Manuel Rejano; surgiendo nuevos valores como Ginés Serrán Pagán, Ramón Castellano de Torres, Julio y Francisco Ruiz Núñez, Diego Canca, Antonio Sanmartín y Diego Segura.
Pedro Miguel González Márquez, delegado del Gobierno, y María del Carmen Castreño, concejala socialista y presidenta de la Autoridad Portuaria, en 1989. González Márquez fue el delegado de mayor duración en el cargo, iniciando la etapa de las inversiones europeas en Ceuta. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
UCD y PSOE protagonizarán la vida política hasta el proceso de división y desaparición del primero, con alguna sorpresa como la victoria de la candidatura independiente de los hermanos Pecino en las municipales de 1979. La salida de Suárez y la derrota de 1982 dividió al centro derecha, apareciendo diversas fuerzas como Partido Demócrata Popular (PDP), Partido Demócrata Liberal (PDL), Centro Democrático y Social (CDS), que en su mayoría acabarán ingresando en AP, refundada más tarde como Partido Popular (PP). A partir de 1983 comienzan a aparecer los partidos localistas ligados a la defensa del proceso autonómico y la lucha contra lo que entienden como abandono del Gobierno con respecto a la ciudad: primero, el Partido Nacionalista de Ceuta (PNC), de corta vida y escaso calado programático; más tarde, a partir de 1986, el Partido Socialista del Pueblo de Ceuta (PSPC), a la izquierda, nacido del proceso de división producido en el PSOE en torno a la política autonómica y la gestión municipal, liderado por Juan Luis Aróstegui, y Ceuta Unida (CEU), desde posiciones de centro derecha y arraigado entre un sector de los empresarios del comercio, liderado por Rafael Montero. A ellos se sumará en 1991 Progreso y Futuro de Ceuta (PFC), formado en torno a la figura populista del ex alcalde Francisco Fraiz. Las fuerzas ligadas a la comunidad musulmana ganan peso en 1995 en torno al Partido Democrático y Social de Ceuta (PDSC) de Mustafá Mizzian. Y por fin, la aparición del populista e importado Grupo Independiente Liberal (GIL), que tendrá corta vida, a pesar de su espectacular irrupción en la vida política ceutí.
Uno de los principales problemas políticos continuará siendo la reivindicación marroquí sobre la ciudad, que será reiterada en diversos foros internacionales durante estos años, con diversos argumentos que van desde el paralelismo con Gibraltar hasta la propuesta de “célula de reflexión”, planteada en 1987 con ocasión de las tensiones vividas en el seno de las comunidades musulmanas de ambas ciudades con motivo de la Ley de Extranjería. A ella se suma la posición favorable a la negociación y la retrocesión que comienza a manifestarse en diversos ámbitos de la sociedad y la política española a partir de 1977: el Libro blanco de Fraga, declaraciones de políticos socialistas y comunistas, ciertos sectores de la diplomacia encabezados por Máximo Cajal, diarios como El País, periodistas como Domingo del Pino o programas políticos como Horizonte 2000, redactados por un gabinete de estudios socialista. Esta situación generó desconfianza y desánimo que anidaron en importantes sectores de la sociedad ceutí, espoleando el surgimiento del movimiento localista. Las tesis españolas de refutación de la pretensión marroquí serán sistematizadas en los años ochenta por el diplomático español Ángel Ballesteros en su obra Estudio diplomático sobre Ceuta y Melilla.
Otro de los focos de tensión política estuvo generado por el largo y complejo proceso autonómico que vivió la ciudad. Nada más celebrarse las elecciones de 1977, la UCD propondría la integración de Ceuta y Melilla en la comunidad andaluza, lo que fue rechazado por el PSOE y el PCE con argumentos ideológicos y de oportunidad política, pues podía volcar a favor de UCD el ente preautonómico. A partir de ahí los parlamentarios ceutíes y melillenses en las Cortes Constituyentes lograron incluir la Disposición Transitoria V en la Constitución española de 1978, por la que se daba la posibilidad a ambas ciudades de constituirse en Comunidad Autónoma, si así lo solicitaban por mayoría absoluta sus respectivos ayuntamientos y lo autorizaban las Cortes Generales. El 28 de septiembre de 1981, el grupo municipal socialista, que en este momento apoya el proceso, presentará una moción, que será aprobada por mayoría absoluta, solicitando hacer efectiva la disposición constitucional y dio comienzo formalmente al proceso. La etapa de gobierno de UCD termina sin que se haya avanzado lo más mínimo. La victoria socialista de 1982 alentaba las esperanzas, pero el ejecutivo socialista presentó un proyecto de Carta Municipal Limitada alejada del modelo del artículo 143 de la Constitución. Esto fue interpretado por muchos como una concesión para apaciguar los planteamientos de la política exterior marroquí, que no deseaba que las ciudades normalizaran su incardinación en la estructura territorial del Estado español. La polémica política en torno al proceso dividió, junto a otras cuestiones, al PSOE local, cuyo grupo municipal se rompió, dando paso a una moción de censura. Todas las fuerzas políticas ceutíes y un amplio espectro de organizaciones sociales, sindicales y culturales, salvo el PSOE, se lanzaron a la lucha, coordinándose en la Plataforma por la Autonomía, convocando una primera gran movilización en 1985 y generando un movimiento reivindicativo que fue creciendo en intensidad. Diversas corporaciones reiteraron la demanda de aplicación de la Transitoria V, se coordinaron esfuerzos con Melilla, se celebró una manifestación en Madrid en 1991, hasta llegar a la rotunda huelga general del 6 de octubre de 1994 y una nueva marcha a Madrid. En 1995 el Partido Popular terminará por abandonar la Plataforma por la Autonomía, sabedor de su inmediato acceso al Gobierno, decidiendo poner fin a la cuestión mediante un pacto transaccional con el PSOE, que suponía la concesión de un Estatuto de Autonomía especial que creaba las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, mediante la aprobación de una Ley Orgánica (1/1995 de 13 de marzo), integrada por una Asamblea y un presidente, que a la vez asumía las funciones del Ayuntamiento, con competencias recortadas sobre las comunidades del artículo 143 y sin capacidad legislativa, sino sólo normativa y reglamentaria. El texto fue aprobado en el Congreso por 308 votos a favor y ninguno en contra, siendo elegida la primera Asamblea en las elecciones municipales y autonómicas de 1995 e iniciándose el traspaso de competencias a partir de 1996. El proceso de traspaso también fue objeto de dura crítica, especialmente por parte del PSPC, por entender que fue hecho con prisas y sin un racional estudio de los costes y recursos de los servicios asumidos. Esto se ha puesto de manifiesto en los años siguientes en el inadecuado funcionamiento de la nueva institución en servicios como la protección de menores y otros servicios sociales, que han disparado sus necesidades financieras muy por encima de los montos garantizados por las transferencias. Por otro lado, la falta de competencia legislativa ha provocado más de un problema de orden práctico legal en aquellas materias que la jurisprudencia constitucional ha señalado como exclusivos de las comunidades autónomas.
La movilización por una autonomía plena y por la aplicación de la Transitoria V fue una reivindicación constante desde 1985. Manifestaciones, marchas a Madrid y la huelga general del 6 de octubre de 1994 fueron algunos de sus jalones más importantes. En la imagen, la cabecera de la manifestación del 6 de octubre. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La única fuerza presente en todas las legislaturas será el PSOE, que tras cosechar su mejor resultado en 1983, con un 42,7% de los votos, irá cayendo en sus porcentajes hasta un 7,4%. Este descenso está ligado a una serie de causas: una fuerte tendencia a la fragmentación a favor de opciones localistas (PSPC) o populistas (PFC), un fuerte desgaste en la etapa del proceso autonómico, durante el cual mantuvo su oposición en solitario a la aplicación de la Transitoria V, así como la aparición de candidaturas musulmanas en línea ascendente desde 1995, restándole apoyos de un colectivo que le había votado mayoritariamente. El PP, la otra gran fuerza nacional heredera del voto de centro derecha capitalizado por la UCD hasta 1979, irá elevando su presencia hasta alcanzar en 1995 su mejor resultado con un 30,5% de los votos; aunque sólo consigue vencer en esas elecciones con una exigua mayoría de nueve concejales.
Otra característica de la política local será la reiterada aparición de candidaturas de carácter populista, con programas oportunistas y demagógicos que intentan aprovechar el voto de la frustración producido por la percepción de una parte importante del electorado, que considera débil la defensa por parte de los partidos tradicionales de los intereses generales de la ciudad y tiene una cierta sensación de abandono estatal. En 1979, 1991 y 1999 triunfan candidaturas de esta impronta, lideradas por políticos populares de origen local como los hermanos Calvo Pecino o Francisco Fraiz o importados del modelo marbellí de Jesús Gil, a través de un candidato vicario como Sampietro. Tienen una irrupción arrolladora (entre el 45% de AECAD y el 37% del PFC), pero son incapaces de enraizarse y desaparecen poco tiempo después.
El localismo, representado por dos fuerzas, una de centro derecha (CEU) y otra de izquierda progresista (PSPC), mantendrá como reivindicación central la constitución de Ceuta en Comunidad Autónoma conforme a la Transitoria V y denunciarán lo que entienden como una tibia política de los partidos estatales ante las reivindicaciones de Marruecos. Se moverán entre 1987 y 1995 entre el 33% y el 18% de los votos, aunque ambas serán barridas de la corporación por el fenómeno GIL y el incremento del voto musulmán, probablemente por su incapacidad de generar una alternativa unitaria y el desgaste sufrido en la larga lucha por la autonomía.
El otro vector importante será el generado a partir de 1991 con la tímida incorporación de las candidaturas nacidas en el colectivo musulmán (Partido Democrático y Social de Ceuta, PDSC) con apenas un 5% de los votos, pero en claro ascenso, que le lleva a doblar sus resultados en 1999 y cuyo objetivo se centra en convertirse en portavoces de las aspiraciones de este colectivo.
El último Ayuntamiento y la primera etapa de la Ciudad Autónoma estuvo gobernada por el PFC, primero con Fraiz y, tras su inhabilitación por el desalojo ilegal de unas viviendas en su primer mandato, con Basilio Fernández. Continuaron con el esfuerzo iniciado en 1987 y terminaron muchas de las obras, realizando inversiones reales por valor de 9.600 millones de pesetas entre 1991 y 1995, amparadas en un mayor poder recaudatorio y en los crecientes Fondos Europeos, con una inversión media de 1.932 millones de pesetas. Se pondrá en marcha la rehabilitación de las Murallas Reales e iniciativas como la línea de helicópteros. Los dos últimos años de la primera legislatura de la Asamblea de Ceuta serán gobernados por Jesús Fortes, del PP, con unas inversiones reales de 3.786 millones de pesetas, a una media anual de 1.893 millones, algo inferior a la de las etapas anteriores, al verse afectados los presupuestos por la crisis de los años 1995 y 1996. Durante su mandato se construirá el nuevo estadio Alfonso Murube y se proyectará la obra emblemática de la Manzana del Revellín. También se creará un nuevo organismo autónomo, el Consejo Económico y Social, órgano de asesoramiento y diálogo social integrado por los principales agentes sociales.
Francisco Fraiz será dos veces alcalde, en 1983 por el PSOE y en 1991 por Progreso y Futuro de Ceuta. En 1993 tendrá que abandonar la alcaldía inhabilitado por hechos de su anterior etapa. En la foto recibe al presidente del Partido Popular José María Aznar en su visita a Ceuta en 1992. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La incorporación del colectivo musulmán a la vida política local ha conocido un incremento sostenido en los últimos años. En la imagen, Mustafá Mizzian, primer concejal musulmán tras las elecciones autonómicas de 1995. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
La dinámica política e institucional
Los comandantes generales continuarán ocupando las funciones de delegados del Gobierno durante los primeros años de la transición política, incluso más allá de la aprobación de la Constitución española de 1978. El Real Decreto 872/1977 del 23 abril crea la Subdelegación del Gobierno, que debía ser ocupada por un funcionario de grado superior, con el objeto de que el comandante general pudiera descargar las competencias civiles. El primer delegado del Gobierno civil no será nombrado hasta la victoria electoral socialista de 1982. Hasta abril de 1976 continuará Manuel Gutiérrez Mellado, que será sustituido por el general de División Luis Otero Saavedra (1976-1978), al que seguirán Luis Polanco Mejorada (1978-1980) y Gerardo Mariñas Romero (1980-1982), último militar con competencias gubernativas. En la Subdelegación del Gobierno se sucederán desde abril de 1977 Ramón María Ferrer Peña y Fernando Marín López. Se produjeron un total de nueve rotaciones durante los 25 años del periodo democrático, con una duración media en el cargo de 33 meses, dotándolo de mayor estabilidad que en etapas anteriores. El de mayor duración fue el de Pedro Miguel González, que se mantuvo durante casi ocho años. Las competencias del delegado del Gobierno civil serán el orden público y la coordinación de la política del Gobierno en la ciudad. A partir de 1995, tras la aprobación del Estatuto de Ceuta, éstas serán recortadas por el traspaso de funciones a la Ciudad Autónoma, aunque conservarán las de orden público, sanidad, enseñanza y relaciones laborales.
lico, sanidad, enseñanza y relaciones laborales. Las actuaciones de los delegados del Gobierno civil fueron polémicas en ocasiones y contaron con una fuerte oposición en otras. Luis Otero disolverá de forma autoritaria el 17 de noviembre de 1976 la manifestación convocada para protestar por la sugerencia de retrocesión de Ceuta y Melilla contenida en el Libro blanco de Manuel Fraga. Manuel Peláez tendrá que hacer frente a las primeras manifestaciones a favor de la aplicación de la Transitoria V e intervendrá de forma autoritaria en la crisis municipal provocada por el voto de censura al alcalde Francisco Fraiz. También tendrá que hacer frente a las movilizaciones del colectivo musulmán, a partir de julio de 1985, contra la Ley de Extranjería, por conseguir el reconocimiento de la nacionalidad española, a fin de acabar con el sistema de la tarjeta estadística. Ramón Berra heredará los problemas planteados por el colectivo musulmán, que se manifestará ante la mezquita de Sidi Embarek el 1 de diciembre de 1986. Pedro Miguel González Márquez sufrirá las consecuencias de las huelgas generales de 1988 y 1994 y el recrudecimiento de las reivindicaciones autonómicas. Carmen Cerdeira, primera ceutí que ejercerá el cargo, tendrá que enfrentarse a los sucesos provocados por la revuelta de los inmigrantes concentrados en El Angulo en octubre de 1995. Las etapas de Javier Cosío y Luis Moro estarán marcadas por los problemas de la emigración subsahariana y la actividad del narcotráfico, al que se enfrentará con decididas medidas policiales.
Entre 1976 y 1982, durante los gobiernos de transición de Arias y Suárez y los de la Unión de Centro Democrático (UCD), se invirtieron en Ceuta por las administraciones del Estado unos 3.400 millones de pesetas en obras públicas, destinados fundamentalmente a viviendas (Juan Carlos I, Polígono Virgen de África), equipamientos, obras portuarias y construcciones escolares. Fueron gestionadas a través de la Junta Coordinadora, los planes provinciales de obras y servicios, el MOPU, la JOP y la Confederación Hidrográfica del Sur. La etapa socialista elevó la inversión hasta los 14.470 millones, destinados a un plan de dotaciones básicas, equipamientos, sanidad, enseñanza y obras portuarias, incrementándose de forma notable las cantidades desde los años noventa por la aportación de los fondos comunitarios. Para la etapa del Partido Popular (PP), entre los años 1996 y 2000, no disponemos de datos pormenorizados nada más que para la JOP, que invirtió 3.546 millones de pesetas, que con la aportación del MOPU, el ministerio más inversor de todo el periodo, debió superar los 12.000 millones.
La Transición y el proceso de reforma política harán nacer en torno a 1976 y 1977 un nuevo sistema de partidos en la ciudad. Los dos vectores principales serán la Unión de Centro Democrático (UCD) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En la UCD, formada por los sectores reformistas y más jóvenes del régimen franquista, se integraron Francisco Olivencia, Serafín Becerra, Francisco Lería y Ricardo Muñoz, entre otros, junto a nuevos políticos surgidos en la Transición como Antonio Domínguez, Pedro Martí, Fernando Jover o Antonio Vázquez. El PSOE contará con viejos militantes como Fructuoso Miaja, González Azcune, Nemesio Álvarez o Guillermo González, y nuevos jóvenes incorporados a la vida política como Francisco Fraiz, Aurelio Puya, Gómez Cazorla, Curiel o José Montes. Junto a ellos surgen Acción por Ceuta (APC), la versión ceutí de Alianza Popular (AP), ligada a personajes del régimen franquista como Antonio Bernal, Blas Catarecha, Luis Fort o Alberto Ibáñez, o a funcionarios como José Luis Morales; el PSP de los hermanos Pecino y Eduardo Mayorga, o partidos de corta vida como Reforma Social Española, ligada al sindicalismo vertical, con Joaquín Larios.
Cultura y vida cotidiana
La vida cotidiana de los ceutíes sufrirá profundas transformaciones en el periodo democrático, fruto del acelerado proceso de cambio cultural y costumbres que sufrió la sociedad española en esos años, aproximándose más a los estándares europeos. Las costumbres se liberalizaron rompiendo con los estrechos márgenes establecidos por la moral nacional-católica del franquismo y nació progresivamente una sociedad más libre y plural en sus formas de relación, asociación, comportamientos sexuales y pautas de ocio. Fruto de la mejora de las condiciones de vida se fueron generalizando el disfrute de vacaciones y las escapadas de fin de semana, perdiendo la ciudad, poco a poco, sus domingos de paseo, bares, cines y fútbol. Muchos ceutíes marcharán a disfrutar de su ocio en las cercanas costas y sierras de Cádiz y Málaga o en las playas del vecino Marruecos, desertizando las arterias ciudadanas. Diversiones que centraron el ocio del franquismo, como los cines y el fútbol, irán perdiendo cuota de mercado frente a los modernos hogares equipados con televisores y maquinas de todo tipo, y en la década de los noventa con modernos ordenadores y un nuevo y poderoso medio de comunicación como Internet. Las viejas salas de proyección irán cerrando sustituidas por modernos multicines, que no obstante tendrán una dura competencia con los nuevos medios tecnológicos. Al finalizar el siglo, el 99% de los hogares ceutíes disponían de televisión, el 77,5% tenían vídeo, el 76%, teléfono fijo, y el 35%, ordenador. También los viejos bares tradicionales irán cediendo a favor de los pubs y bares de copas, frecuentados las noches de los viernes y sábados por los jóvenes.
El fútbol local sólo resurgirá en momentos puntuales con el ascenso de la Agrupación Deportiva Ceuta a segunda división, para ir decayendo en la década de los años noventa al no poder resistir la competencia del aumento del fútbol televisado. No obstante, algunos futbolistas ceutíes triunfarán, como los jugadores del Barcelona Nayim y Migueli. También el piragüismo será centro de atención, obteniendo el ceutí José Ramón Díaz-Flor la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976.
La ciudad continuará celebrando sus tradicionales fiestas religiosas y patronales, pero, a medida que avanza el siglo hacia su final, éstas tendrán una menor audiencia. Renacerán viejas celebraciones paganas como los carnavales. Los casinos tradicionales irán perdiendo adeptos. En general, el avance de la tecnología en los hogares irá reforzando el ocio individual sobre el colectivo.
La enseñanza conocerá un gran avance con la construcción de nuevos y modernos centros escolares. Al final de siglo han desaparecido las viejas escuelas unitarias impartiéndose toda la educación infantil y primaria en 16 centros graduados públicos y 7 privados concertados con 251 aulas públicas y 80 privadas, que reunían en el curso 1999-2000 a 6.530 alumnos públicos y 2.102 privados. La tasa de escolarización se sitúa cercana al 94%, 4 puntos más que a finales de los años setenta, con ratios por aula de algo más de 26 alumnos en la pública y 29 en la privada. Las aulas han crecido en un 79%, reduciéndose el número de alumnos por el descenso de la natalidad, lo que permitió mejorar las ratios desde los 39 alumnos por aula del curso 1975-1976. La ESO contaba con 122 aulas públicas y 30 privadas, entre sus dos ciclos, con 3.251 alumnos públicos y 959 privados, y con ratios similares a la primaria; mientras el Bachillerato LOGSE contaba con 44 aulas y 1.258 alumnos. La formación profesional y los ciclos formativos de grado medio contaban con otros 450 alumnos y 15 aulas. Al terminar el siglo, la ciudad contaba con cinco institutos, al convertirse los dos centros de formación profesional y construirse en este periodo dos nuevos institutos (Abyla y Camoens). La enseñanza universitaria, dependiente de la Universidad de Granada, contará con dos centros, al unirse desde 1979 a la Escuela de Magisterio la Escuela de Enfermería. Precisamente al terminar el siglo se anunciaba la ampliación a nuevos estudios de Ciencias Empresariales e Informática de Gestión. La UNED permitirá que muchos ceutíes puedan cursar diversos estudios universitarios. Los progresos en materia de recursos y personal han sido importantes, pero se cierra el siglo con problemas de fracaso escolar y violencia en las aulas, tareas que quedan pendientes para el futuro.
La sanidad progresó fundamentalmente en materia de atención primaria, que se desarrollará desde mediados de los años ochenta con la puesta en macha de tres centros de salud, de los que dos funcionan en modernos edificios y el tercero, el del Otero, se encontraba en plena construcción al terminar el siglo. Se incrementarán de forma notable las dotaciones de personal, especialmente desde que a finales de los años ochenta el INSALUD integró al personal de la antigua Cruz Roja y gestionó el hospital, rehabilitándolo en los años noventa y construyendo unas nuevas urgencias que sustituían a las tercermundistas que habían funcionado hasta entonces. No obstante, no se consiguió el objetivo de construcción de un nuevo hospital, por el que durante años se movilizaron los sindicatos y los ciudadanos. Precisamente el servicio sanitario será uno de los peor valorados por los ceutíes en este periodo, principalmente por falta de avances en la atención especializada y hospitalaria, que han funcionado de forma deficiente durante los años de la democracia.
“ Posiblemente la
sanidad constituya la
asignatura pendiente
de los servicios
públicos en Ceuta,
siendo el peor
valorado por los
ceutíes durante
este periodo”
La activa y pujante comunidad hindú de Ceuta en el templo religioso de la ciudad. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
El Museo de Ceuta recibió un notable impulso a su labor durante los últimos años de la centuria. Fotografía: José Juan Gutiérrez Álvarez.
La prensa seguirá hegemonizada casi en solitario hasta la década de los años ochenta por El Faro de Ceuta, que pasará a manos del empresario Rafael Montero, quien lo utilizará desde 1987 como portavoz de la fuerza que lidera, el CEU, hasta que ésta desaparece a finales de los años noventa. Su dirección pasará por varias manos en estos años: Tato Ferrer, Luis Manuel Aznar, Elisa Beni y Carmen Echarri, etc. En 1984 cumplirá 50 años. Se producen algunos intentos de consolidar nuevas publicaciones como El Diario de Ceuta, impulsado por Francisco Lería en los años ochenta, o El Periódico de Ceuta, de signo progresista, bajo la dirección de Álex Ramírez, y más tarde de Aznar y López Franco en los años noventa; experiencias que serán breves en el tiempo y muy accidentadas por la falta de recursos y los problemas que la acompañan. A finales de siglo, en 1995, comenzará a funcionar El Pueblo de Ceuta, diario cercano en sus planteamientos a la derecha local y ligado a intereses empresariales concretos, que competirá con dureza frente al decano de la prensa local. A lo largo del periodo democrático las emisoras de radio conocerán una importante expansión; continuará Radio Ceuta, integrada en la SER, y se irán incorporando Onda Cero, RNE y la COPE (unida a los intereses empresariales de El Faro). A finales de los años ochenta aparecen las televisiones locales, primero ligadas al cable y luego a la emisión por onda. Varias competirán por hacerse con el mercado audiovisual local. Ceuta Televisión emitirá en convenio con el Ayuntamiento desde finales de los años ochenta, hasta su cierre definitivo por Francisco Fraiz en 1991. Después seguirán emitiendo de forma privada, pero siempre de forma irregular, pues las empresas se moverán sin un marco legal que las regule hasta finales de siglo.
La vida cultural se relanzará a partir de los años ochenta, después del vacío dejado por la marcha de la generación de finales de los cincuenta. El desarrollo de los servicios culturales básicos del Ayuntamiento, que modernizó y dotó de personal profesional a la Biblioteca, el Archivo y el Museo Municipal, permitió generar una importante actividad cultural y de publicaciones en su entorno. En 1988 aparece la revista Cuadernos del Archivo Municipal, dedicada a la historia y los estudios locales, que permanecerá activa hasta el final de siglo. Su servicio de publicaciones, gestionado por Rocío Valriberas y José Luis Gómez Barceló, editará obras importantes como Geografía médica de García Fernández o Historia de Ceuta de Lucas Caro y Correa da Franca; obras sobre la antigüedad en Ceuta y el norte de África de Guillermo Gozalbes Bustos y sus hijos Carlos y Enrique Gozalbes Cravioto; Geología de Simón Chamorro; La Ceuta española en la edad moderna de Antonio Carmona; modernos estudios políticos y sociológicos como los de Ana Planet o Dionisio García Flórez; libros de viajes como los de Zamora y Boada; La vivienda rifeña de Blanco Izaga, y comenzará una línea de publicaciones sobre el Protectorado y el norte de África con la editorial Bellaterra de Barcelona.
Continuará su actividad el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC), otro de los vectores importantes en la vida cultural de la ciudad, de la mano de tres directores como Juan Bravo, Antonio Aróstegui y Simón Chamorro. El IEC pondrá en marcha la revista Transfretana y Transfretana Monografías, dedicadas a los estudios locales y norteafricanos; inaugurará líneas de ayuda a la investigación sobre Ceuta y el norte de África; pondrá en marcha actividades culturales como las Jornadas de Historia de Ceuta en 1998, y editará obras importantes como la colección de estudios históricos entre 1976 y 1983 con aportaciones de Teodosio Vargas-Machuca, Carlos Gozalbes, José García Cosío, Enrique Jarque o Maribel Fernández, así como obras de Alberto Baeza, María del Carmen Mosquera, Mascarenhas, Tello Amondareyn, los hermanos Gozalbes, Ruiz Oliva, Arqués, Manuel Ramírez, Darío Bernal, Isabel R. Mendes y Paulo Drumond Braga, Manuel Cámara, López Anglada, José María Arévalo, María Jesús Fuentes, María Manuela Dolón o el monumental homenaje a Carlos Posac, publicaciones que abordan todos los ángulos de los estudios ceutíes y norteafricanos, así como la creación literaria.
El Diario de Ceuta (1982), El Periódico de Ceuta (1989) y El Pueblo de Ceuta (1994) serán algunos de los nuevos periódicos nacidos en los años de la democracia. El de más larga vida es El Pueblo de Ceuta, que aún se edita en la actualidad. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
El evolución urbana
La ciudad conocerá una importante transformación urbana durante la etapa democrática, especialmente acelerada desde mediados de los años ochenta, posibilitada por el incremento de las inversiones y la afluencia de los Fondos Europeos. Las intervenciones irán desde la construcción de nuevas viviendas y edificios, hasta la mejora de las infraestructuras, equipamiento, redes viarias, remodelación de barriadas y el nacimiento de algunas nuevas como Juan Carlos I y el Polígono Virgen de África. Se abrirán nuevas calles como la Gran Vía; se construirá una gran infraestructura de ocio como el Parque Marítimo del Mediterráneo y Poblado Marinero; se abordarán proyectos culturales como la Biblioteca Municipal, la rehabilitación de las Murallas Reales, con su nuevo museo y la construcción del complejo cultural de la Manzana del Revellín; se rehabilitarán antiguas infraestructuras como el mercado Central y el estadio Alfonso Murube; se construirán nuevas instalaciones deportivas como los polideportivos de la Libertad o Miramar; nuevos centros sanitarios como los de salud del Recinto o el Príncipe; nuevas instalaciones educativas como los institutos Abyla o Camoens; la ampliación del Palacio Municipal o el Ceuta Center, etc. La ciudad renovaba sus estructuras urbanas de cara al siglo XXI.
Un problema que encontró una definitiva vía de solución fue el del chabolismo. Así nos lo confirman los estudios del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que cifraba las barracas para el año 1991 en 250 o el censo de viviendas que registra sólo dos alojamientos para 2001; aunque esta última cifra parece demasiado optimista. Cáritas Diocesanas las sitúa para 1996 en unas 445, el 2% del total. Lo cierto es que el problema entró en una fase definitiva de resolución, aunque quedaba por abordar el de un considerable número de infraviviendas o viviendas antiguas que era necesario erradicar. La desaparición del chabolismo fue posible por la construcción de un importante número de viviendas. Se construyeron 8.450 nuevas viviendas, unas 338 anuales, y 990 edificios entre 1976 y 2000, que además mejoraron notablemente su calidad y sus dimensiones con respecto al periodo anterior. El mayor esfuerzo vino de la mano de la iniciativa privada, construyéndose más viviendas libres que de protección oficial. Nuevas barriadas nacerán y otras ampliarán considerablemente sus dimensiones en el periodo: Loma del Pez, monte Hacho, Polígono Virgen de África, Plaza de Toros, etc.
La ciudad terminará el siglo con 22.798 viviendas y 7.013 edificios. Ahora son ya 2.818 los edificios con dos o más plantas, representando el 40,18%. Los de tres o más plantas son ya 1.539, con el 21,9% del total. Por encima de seis o más, 406. La ciudad crece en altura ante la escasez de suelo. Las viviendas han mejorado notablemente su calidad. Desde 1985 el municipio cuenta con EMVICESA, una empresa especializada en la construcción de viviendas sociales.
En esta etapa serán muchos los arquitectos que contribuyan a proyectar la nueva imagen de la ciudad. En los primeros años continuará su labor Jaime Antón, al que se unirá su hijo Juan a finales de los años ochenta, con obras como el proyecto del paseo marítimo en la bahía norte (1976), que años más tarde remodelará su hijo, el cine Terramar (1984), la urbanización de Loma del Pez (1985), edificios como el de Proceme (1991) o el de la calle Galea (1995), la rehabilitación del de Alfonso Murube (1994) o la nueva plaza Azcárate (1999), junto a otros proyectos. Surgirán nuevos arquitectos que destacan por su modernidad, como Díaz Segura, que proyecta el nuevo edificio de Independencia, o Luciano Alcalá, con edificios y proyectos urbanísticos. Otros lo harán por su originalidad, como el arquitecto municipal que sustituye a Jaime Antón, Javier Arnaiz, proyectista de la nueva torre de control del puerto; Alberto Weil, que trabaja para EMVICESA, o Aurelio Mata, autor de la nueva Biblioteca Municipal. Otros serán más versátiles con edificios de viviendas y otras obras como Ana Sales y María Teresa Cerdeira, que rehabilitarán la mezquita de Sidi Embarek, Javier Arroyo, García de la Barga, Miguel Rial o Eduardo Ortiz. El toque regionalista será puesto por Pérez Buades.
Otros llegarán desde fuera, como el diseñador César Manrique, que dejará en Ceuta su última gran obra, el Parque Marítimo; Juan de Ávalos, en las viviendas de Loma de Pez; Carlos Lamela, Antonio Cruz y Antonio Ortiz, autores del nuevo Palacio Municipal; Gonzalo Hernández Guarch, que diseñará el hotel Puerta de África; De la Cuadra Salcedo, con el proyecto del Ceuta Center; Hernández León, en la rehabilitación de las Murallas Reales, o el portugués Álvaro Siza, en el complejo cultural de la Manzana del Revellín.
“Desde los años
ochenta, Ceuta ha
cambiado radicalmente
su fisionomía,
convirtiéndose en una
ciudad moderna, vital
y pluricultural, que ha
renovado sus
estructuras urbanas de
cara al siglo XXI”
Vicente García Arrazola, alcalde de Ceuta en 1956, junto al gobernador general y jefe del Ejército del Norte de África Alfredo Galera. Arrazola, que había sido presidente del Partido Republicano Radical en los años treinta, lograría, a pesar de ello, ser alcalde franquista. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
María del Carmen Cerdeira simboliza la incorporación de la mujer a la vida política ceutí. Será la primera en ser concejala en 1982, la primera parlamentaria, la primera delegada del Gobierno y la primera integrante de una Comisión Ejecutiva de un partido nacional. Archivo General de Ceuta, Fondo Fotográfico.
El último mandato corresponde a Antonio Sampietro, del GIL, que cierra el último año y medio del siglo. Desbancará de la presidencia a Jesús Fortes, elegido por un pacto entre PP, PSOE y PDSC, en un escandaloso voto de censura, que contará con el apoyo de Susana Bermúdez, concejala tránsfuga socialista. Las inversiones reales de los tres últimos presupuestos serán de 7.337 millones, a una media anual de 2.445 millones. Su gestión se dirige a la potenciación de la policía local, de la que duplicará su plantilla, y de los servicios de recogida de basuras. Su etapa, en línea con la gestión marbellí, se vio salpicada por irregularidades administrativas puestas de relieve por los informes del Tribunal de Cuentas. Una decisión polémica será el cambio de uso de la Manzana del Revellín para dedicar la mitad de su volumen a superficie comercial frente al cultural inicial. Ceuta estará representada en las Cortes Generales, desde la Ley Electoral de 1977, con un diputado y dos senadores. Desde entonces se han celebrado, hasta final del siglo, ocho comicios generales. Sólo tres fuerzas políticas han conseguido obtener representación por la circunscripción.
El Parque Marítimo del Mediterráneo, diseñado por César Manrique, será una de las grandes infraestructuras proyectadas por la corporación de 1987 y terminado por las siguientes. La inversión europea a través de los Fondos FEDER fue muy importante para el desarrollo urbano. Fotografía: José Juan Gutiérrez Álvarez.
“ La alcaldía de
Fructuoso Miaja
marcará con su
estabilidad una época
de grandes proyectos
municipales de
remodelación urbana ”
FUENTES ARCHIVÍSTICAS
Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Ceuta; Archivo Central de Ceuta; Archivo Histórico Militar; Archivo de la Comandancia de Obras de Ceuta; Archivo Intermedio de la Comandancia General de Ceuta; Archivo General de la Administración; Archivo del Congreso de los Diputados; Archivo del Senado; Archivo de la Diputación Provincial de Cádiz; Archivo Histórico Provincial de Cádiz; Archivo Histórico Nacional; Centro Documental de la Memoria Histórica.
FUENTES HEMEROGRÁFICAS
El África; El Defensor de Ceuta; El Hispano-Marroquí; El Faro de Ceuta; El Pueblo de Ceuta; El Periódico de Ceuta; El Diario de África; Diario de Ceuta; Eco de Ceuta; La Opinión; Ceuta; Diario de África; La Lealtad; El Serrallo; Heraldo de Ceuta; La Unión Mercantil e Industrial de Ceuta; Medina Septa; El Municipio y su Administración; La Gaceta de Yebala; África. Revista de Tropas Coloniales y Revista África; Boletín Oficial de Ceuta; Boletín Oficial de la Cámara de Comercio de Ceuta; Boletín Oficial de la Zona del Protectorado; Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz; Boletín Oficial del Estado; Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional; Gaceta de Madrid; La Gaceta de África; Renacimiento; Lunes; Renovación; Amanecer; España; Gaceta Sindical de Ceuta; Ceuta Sindical.
FUENTES Y DOCUMENTOS SERIADOS E IMPRESOS
Se han utilizado una gran variedad de documentos impresos como memorias, estadísticas, libros de actas, anuarios, guías, censos, padrones, presupuestos, ordenanzas, reglamentos, estatutos, estudios, dictámenes, informes, balances, nomenclátor, bases de datos de las siguientes instituciones entre 1900 y 2008: Alta Comisaría de España en Marruecos; Ayuntamiento de Ceuta; Banco de España; Cámara de Comercio de Ceuta; Cámara de la Propiedad Urbana de Ceuta; Cerámica de los Castillejos, S.A.; Ciudad Autónoma de Ceuta; Colegio de Abogados de Ceuta; Compañía del Norte Africano; Compañía Española de Colonización; Compañía General Española de África; Congreso de los Diputados; Consejo Económico y Social de Ceuta; Empresa Alumbrado Eléctrico de Ceuta, S.A; Delegación del Gobierno Nacional en Ceuta; Depósito de Carbones de Ceuta; Dirección General de Estadística; Ferrocarriles de Marruecos; Gibraltar Port Authority; Instituto Geográfico y Estadístico de España; Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística de España; Instituto Nacional de Estadística; Instituto Nacional de Segunda Enseñanza; Instituto Hispano-Marroquí; Junta Municipal de Ceuta; Junta Municipal de Melilla; Junta de Obras del Puerto de Ceuta; Ministerio de Fomento; Ministerio de Hacienda; Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria; Ministerio de Trabajo y Previsión; Ministerio de Trabajo; Ministerio del Interior; Patronato de Enseñanza de Ceuta; PROCESA; Puertos del Estado; Senado de España.
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