Fortificaciones del Recinto de la Ciudad

Ciudad Antigua

Protección integral I-013


El Recinto de la Ciudad es el espacio comprendido entre fosos, esto es, entre el foso seco de la Almina y el foso Real, incluyendo el frente de tierra ya situado en las Puertas del Campo. Constituye el núcleo central de la ocupación de la ciudad desde la Antigüedad e incluso desde la Prehistoria. Los estudios desarrollados en el interior de la Puerta Califal determinaron una zona de elaboración de utensilios que atestiguan una ocupación más constante, en contraposición con la presencia temporal en el Abrigo y cueva de Benzú. Los restos arqueológicos junto a la Catedral permiten afirmar la existencia de un primer núcleo construido en el siglo VII a.C.. Posteriormente, en época romana, se han encontrado restos tanto de edificios industriales (factoría de salazones) como de fortificaciones militares (murallas en el baluarte de la Bandera y muralla Real) e incluso de viviendas (plaza de África). Estos vestigios dan a entender que más allá de lo que hoy son las Murallas Reales se podía entender como extramuros. Ya en época Tardorromana tenemos la basílica de la Gran Vía y el lienzo de muralla ordenado construir por el emperador bizantino Justiniano I y que se halla en el interior de la Muralla Real.

Durante la Edad Media se produce una fortificación de un área delimitada al oeste por la muralla omeya del siglo X (que transcurre entre los baluartes de la Bandera y de la Coraza), al norte y al sur por la murallas costeras (paseo de las Palmeras y calle Independencia) y al este por la muralla omeya (calle Queipo de Llano). La expansión de la ciudad se realiza desde el siglo XI hacia la Almina e incluso hacia el monte Hacho, si bien el Recinto de la Ciudad se va colmatando con la construcción de viviendas y equipamientos (como las mezquitas, madrasas, baños). Las sucesivas dinastías concentran sus trabajos en reforzar las fortificaciones ya existentes y restituir los elementos caídos, ya sea por acciones enemigas por los efectos de los temporales.

Con la llegada de los portugueses en 1415 se produce un gran cambio ya que el reducido número de soldados les obliga a refugiarse en el Recinto de la Ciudad, abandonando el barrio de la Almina. A partir del siglo XVI se ejecuta la obra de la Muralla Real con los dos baluartes, adosándose por el exterior a la muralla califal. La ampliación del foso, tanto en anchura como en profundidad, supondrá la conexión navegable de las bahías norte y sur. Los refuerzos de las murallas norte, sur y este serán constantes pero a diferencia de sectores de la ciudad (especialmente la Almina y el monte Hacho) en los que a partir de finales del siglo XVII se empiezan a construir baterías para defenderse de ataques navales, en el Recinto de la Ciudad no se construirán este tipo de fortificaciones. Sin embargo, el asedio de Mulay Ismail (1694-1727) obliga a concentrar todos los esfuerzos en el frente de tierra, evolucionando y ampliando las murallas renacentistas portuguesas por parte de los ingenieros militares españoles implementando el sistema Vauban.

A partir del siglo XIX las obras relativas a estas fortificaciones serán solo de refuerzo y a partir del siglo XX, con la expansión de la ciudad hacia el oeste, se ejecutarán demoliciones parciales de diferentes elementos (murallas, baluartes, torres…) para permitir la construcción de nuevas infraestructuras (puente del Cristo, puente Nuestra Señora de África puente de la Almina, mercado central), nuevos viales, edificios…

fotos antiguas

planos antiguos

elementos bic incluidos