Cerámica Nazarí y Mariní.

31 Mayo, 1 y 2 Junio

Entre el 31 de mayo y 2 de junio de 1999 se celebró en el Museo de Ceuta el Coloquio «Cerámica nazarí y mariní cuyas Actas se recogen en el presente volumen. Gestada a través de flujos migratorios en ambos sentidos, de fluidos y seculares contactos comerciales, de intercambios culturales de la más variada naturaleza, la influencia reciproca entre los territorios de ambas orillas del Estrecho de Gibraltar ha llegado a ser uno de los procesos histéricos que mayor interés ha suscitado en la historiografía contemporánea de nuestro país.

Estas Actas suponen una puesta al día de esta problemática desde una perspectiva muy con-reta cual es la producción y distribución de las cerámicas de los siglos XIII, XIV y XV. El Coloquio, organizado por el Museo de Ceuta y el Grupo de Investigacién « Toponimia, Historia y Arqueología del Reino de Granada» de la Universidad de Granada, tenfa como objetivos dar a conocer los estudios en curso sobre las cerámicas nazarfes y marinfes en ambas riberas del Estrecho y ofrecer a los participantes un foro de debare donde plantear la problemática actual sobre dichas producciones. Ambos objetivos fueron logrados satisfactoriamente. Durante esos tres días s presentaron los resultados de algunas de las más recientes investigaciones en este ámbiro. Por otra parte, se suscitaron en los debates que cerraron las diferentes sesiones interesantes intercambios de ideas y se llegaron a conclusiones relevantes que merecen ser reseñadas.

En primer lugar quedó de manifiesto el desigual nivel de desarrollo de la investigación sobre las cerámicas en el ámbiro nazarf y marini, claramente favorable al primero de ellos. Efectivamente, a excepción de los repertorios de Ceura y de algunos asentamientos marroquies (Belyunes, Alcazarseguer, etc.), en su mayor parte publicados sólo parcialmente, la investigacién sobre la cerámica de este periodo en el territorio africano se encuentra aún en una fase inicial, Esta circunstancia quedó reflejada en el mismo Coloquio donde los artículos sobre cerámicas nazarfes son mayoritarios. Por otra parte, se planteó la necesidad de proceder a una nueva lectura de los repertorios publicados desde antiguo; a menudo sin contextualizacién precisa, a partir de los estudios del último decenio que permitirán no sólo ofrecer una cronotipología más precisa de ellos sino una interpretación más real de sus usos y funcionalidades. Un aspecto en el que se insistió reiteradamente en el Coloquio fue la cesura decretada en diversos ámbitos territoriales a partir del siglo XII, relacionada habitualmente con la «presencia almohade», y en como las producciones de los siglos XIII-XV son fruto, en parte al menos, de una evolución a partir de esos modelos, La constatación arqueológica de este fenómeno, la sustitución significativa de los ajuares domésticos cerámicos, no tiene aún hoy una explicación histórica satisfactoria.

También fue destacada la escasez de repertorios nazarfes del siglo XIV bien darados subrayando la importancia de los estudios sobre cerámica marino de ese periodo que deben contribuirá llenar ese vacío. Una vez más se hacía patente las estrechas relaciones entre lo marini y lo nazarí y como el avance en el conocimiento de uno influye decisivamente en el otro y viceversa. Por último, el Coloquio reflejó que aun existiendo una amplia homogeneidad en cuanto a los tipos generales, pueden y deben rastrearse una serie de características propias en las producciones cerámicas de cada uno de los ámbitos territoriales objeto de estudio.

Las Actas se abren con un artículo de A. Malpica en el que se lleva a cabo una reflexión sobre el estado actual de la investigación sobre las cerámicas nazaries y marinfes. En él se pone de manifiesto la escasez de estudios existentes, consecuencia en gran medida de la actual coyuntura de la práctica arqueológica en España que se debe a la falta de proyectos de investigación y a la presión urbanizadora, En este contexto los estudios sobre las cerámicas consisten, cuando son realizados y publicados, en el estáblecimiento de una mera cronotipología que, si bien es imprescindible en un primer momento, deben orientarse hacia la generación del conocimiento histórico. A continuación E. Ferndndez realiza una aproximación desde el punro de vista tecnológico a la cerámica nazarí de Granada. Este estudio, superando la mera identificación de los componentes fisicos de las cerámicas, permite conocer los procesos de fabricación, los sistemas de producción, etc. Desde esta perspectiva, la evolución tipológica lejos de ser una mera consecuencia del capricho del artesano o de las variantes en los gustos de la población, tiene que considerarse una toma de partido a favor de dererminadas morfologías que permiten un óptimo aprovechamiento energético.

L. Cara y J. Mª Rodríguez analizan las cerámicas localizadas en prospecciones superficiales en ámbitos rurales de la actual provincia de Almería. En estos territorios, en los que el resto de las fuentes son tan parcas, el análisis cerámico se revela fundamental. Su intento de caracterizar funciones y datar ocupaciones de núcleos rurales de los que no existen otros datos queda concretado por medio de distintas aproximaciones: la caracterización de asentamientos a través de la presencia de determinadas producciones, la vinculación entre pequeños yacimientos documentados y el auge del movimiento sufí en la comarca alpujarreña, y la dinámica de ocupación y abandono detectada en otros. En su artículo sobre las cerámicas nazaríes en la depresión de Baza, M2 A. Ginés Burgueño ofrece un análisis del repertorio recuperado en distintas prospecciones y excavaciones hasta el momento inéditas. El estudio de las cerámicas agrupadas en diferentes servicios muestra la evolución cronológica de las series recuperadas y su desigual presencia en los yacimientos objeto de estudio, El ajuar doméstico de época nazarí es estudiado por J. J. Álvarez García y A. García Porras. Tras una reflexión general sobre la cerámica de este periodo, se analiza el conjunto de hallazgos cerámicos recuperados en las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo. Las piezas estudiadas proceden de un contexto urbano con una datación que va desde mediados del siglo XIII hasta el siglo XIV lo que permite documentar el tránsito entre el mundo almohade y el nazarí.

E. Motos presenta una aproximación a la cerámica nazarí de la comarca de los Vélez, especialmente del yacimiento de El Castillón (Vélez Rubio, Almería). Tras realizar un exhaustivo estudio tipológico se subrayan tanto las pervivencias tipológicas entre el mundo nazarí y el mudéjar como entre lo tardo-almohade y lo propiamente nazarí. Destaca también las similitudes formales entre las cerámicas nazaríes y las producciones del ya conquistado reino levantino. El trabajo de J. B. Salado, A. Rambla y J. Mayorga sobre la cerámica nazarí de la ciudad de Málaga, basado en numerosas intervenciones arqueológicas, ofrece un estudio de la cerámica recuperada de los siglos XIV y XV. En él se analizan las diferentes series proporcionando datos sobre su evolución y constatando nuevamente una cierta continuidad respecto de las producciones almohades. El primero de los artículos dedicados a las cerámicas en el territorio mariní es el de A. Fili. Su análisis de los materiales recuperados en la Madrassa al-Bu-Inaniyya, basado en el estudio de los aspectos tecnológicos, morfológicos y decorativos, muestra una producción muy variada aunque homogénea desde el punto de vista cronológico (segunda mitad del siglo XIV). El artículo se completa con una contextualización de los hallazgos fesies con los otros yacimientos marroquíes. El siguiente artículo dedicado a las producciones norteafricanas es el de J. M. Hita y F. Villada. En él se realiza un acercamiento al repertorio cerámico ceutí desde dos perspectivas diferentes y complementarias. De una parte, se estudian los materiales procedentes de un centro de producción alfarero. Por otra, se analizan los ajuares domésticos en contextos de uso de uno de los barrios de la Ceuta mariní. En ambos casos, el ámbito cronológico se encuentra bien definido entre la segunda mitad del siglo XIV y la conquista portuguesa de la ciudad en 1415. Cierra el volumen el artículo de A. Torremocha, I. Navarro y J. B. Salado sobre las recientes excavaciones arqueológicas realizadas en la al-Binya algecireña. El repertorio estudiado cuenta también con una datación precisa (1279-1344) que permite caracterizar con precisión el ambiente cerámico en estos años, Destacan los autores la amplia variedad tipológica y su especificidad en comparación con otros conjuntos cercanos, especialmente ceutíes y malagueños.

El Coloquio y las Actas que el lector tiene en sus manos no habrían sido posibles sin el apoyo de distintas entidades que es preciso reseñar, En primer lugar citaremos la calurosa acogida con que fue recibido este proyecto por parte de la Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta y, en especial, por el entonces Excmo. Sr. Consejero D. Juan Jesús Barroso Calderón. Igualmente, debemos mencionar la inestimable colaboración dispensada por la Universidad de Granada a través de su Vicerrectorado de Extensión Universitaria. También es de destacar la contribución de la Caja General de Ahorros de Granada al sufragar los gastos de difusión de este Coloquio. Por último, debemos poner de relieve la generosa colaboración del Instituto de Estudios Ceutíes al hacerse cargo de la publicación de las Actas.

Algunas reflexiones sobre el estudio de la cerámica nazarí y mariní.

Antes de entrar en el debate que hoy nos ocupa, la cerámica nazarí y mariní, es necesario hacer algunas precisiones. Se han de referir esencialmente al papel que ha ocupado el estudio de la cerámica y, en otro plano, la que ahora nos interesa, la de época final del Islam peninsular y su correlato en el N de África. Es asimismo obligado hacer previamente un diagnóstico de la situación actual, que no es todo lo halagüeña que esperábamos hace ya algún tiempo. Necesariamente las reflexiones que siguen se basan en la experiencia de la Arqueología andaluza, que es la que mejor conocemos.

Pese a las expectativas existentes hace más de una década, que hacían presagiar que la Arqueología, en particular la medieval, iba a plantear e incluso resolver problemas históricos hasta entonces ni siquiera esbozados, se puede decir de entrada que los resultados han mostrado que la realidad era difícil de superar. Se debe a una multiplicidad de factores, pero unos son más importantes que otros. En todo caso del estado en que actualmente estamos se puede deducir el estancamiento que han sufrido los estudios de cerámica medieval y muy particularmente los de época nazarí y mariní, Digamos que se debe a la falta de proyectos sistemáticos de investigación y la generalización hasta extremos asfixiantes de intervenciones de urgencia casi de manera exclusiva en el ámbito urbano. Procedamos, pues, a hacer un análisis apresurado que por lo menos ponga de relieve los aspectos más importantes.

Aunque habitualmente se considera e incluso se valora la Arqueología como una materia en la que la parte práctica ocupa un lugar importante, hay que manifestar que no se puede llevar a cabo sin tener en cuenta el análisis teórico. En él han de entrar también y de forma principal la relación técnica entre el acto concreto a realizar y su capacidad para generar conocimientos históricos. No se trata, al menos en nuestra opinión, de una derivación puramente mecánica que parre del proceso de recogida de daros y que termina en su elaboración. La máxima dificultad estriba en el hecho de que la Arqueología destruye, por lo común, las posibilidades de conseguir nuevas informaciones una vez que las ha obtenido. Se ha dicho muy gráficamente por lo que se refiere a la excavación: «Ogni sito archeologico è già di per sé un documento, Puó essere lerto da uno scavarore abile, ma viene distrutto dallo stesso procedimento dilertura. A differenza di quanto accade per il documento antico, lo studio dí un sito artraverso lo scavo é un esperimento che non puó essere ripetuto. In ogni altra disciplina scientifica, a eccezione dello studio dell'uomo e degli altri animali, & possibile confermare o confurare la validira di un sperimento preparandone un altro identico e annotandone i resultati, Ma, dal momento che non esistono due siti archeologici, sia nell'insieme sia nei particolari, non é mai possibile verificare in maniera conclusiva i resultati di uno scavo mediante un altro scavo (anche se eseguito su una parte del medesimo sito) se non in linea di massima, e a volte nemmeno in questo senso»'.

Pero debemos hablar de otra cuestión: las fuentes escritas se guardan en lugares determinados y conocidos de antemano, según códigos preestablecidos, Es más, están hechas para ser testimonios históricos y, por tanto, para ser guardadas, como nos lo muestran los innumerables archivos administrativos y los señoriales. Sin embargo, los yacimientos se hallan en la Naturaleza. Eso añade de manera inmediata un problema de otra índole: su conservación está sujeta a presiones no determinadas por los propios estudiosos, sino por la entera sociedad y por la misma Naturaleza. Su control y gestión es social y cultural, y eso marca su destino. Si se opta por una destrucción del patrimonio en beneficio de un llamado «progreso», su suerte está echada. Con respecto a este punto, Carandini ha escrito estas estremecedoras y hermosas palabras: «Nelle civilta contadine I'vomo, agricolrore o artigiano, appare ancora relativamente indiviso dalla madre terra. Egli guarda pertanto ai visceri del sottosuolo in modo ancora ingenuo, considerandoli misteriosi, caotici et paurisi. L'uomo preindustriale interviene sulla superficie rerrestre senza altre riflessioni che non sino le norme ancestrali o gli impulsi della civilta. Ma con lo sviluppo del industrialismo l'uomo si fa operarore finalmente separaro ( (porrebbe dirsi svezzaro) dalla madre terra, E propio questa nuova distanza a creare lo spazio innanzicutro mentale per un analisi ormai critica della matrice terrestre, Le stesse artivitá produttive feriscono il suolo sempre piú in profunditá. La sezione della terra diventa visione abituale. L'uomo industriale, profondamente massificato ed al tempo stesso individualizzato, cominzia perranto a riflettere gradualmente e sempre piú intensamente sul sorrosuolo che viene esponendo nel suo incessante scavare, per costuire il gioco del “indagine scientifica. E cosfaccaduto nel secolo scorso che i simila anni di passato assegnati all‘umanitd dalla Bibbia si siano transformati, quasi di colpo, in un spaccato profondo migliaia di secolis?. Se puede hacer una nueva consideración, la Arqueología, singularmente la excavación, que es de lo que hablamos ahora, apunta hacia lo que podríamos llamar microhistoria. El mismo Carandini lo ha puesto de relieve: «L'archeologia sul campo é una ricerca che punta verso la microstoria. Cid non vuol dire che l'archeologo non deba ragionare su problemi di grande rilevanza storica, anzi il contrario?. Estas tres cuestiones apuntadas (pérdida de información una vez que se ha excavado, problemas de conservacién de los yacimientos y dimensión histérica de los mismos) son fundamentales para arrancar a la hora de estudiar la excavación y el papel que le corresponde dentro de la Arqueología y de la Historia en términos generales. Es evidente que la excavación requiere asimismo una técnica compleja y sofisticada que se debe de analizar. Una vez más hay que advertir que la técnica no conduce directamente a partir del registro arqueológico al conocimiento histórico, que es el último fin de la Arqueología. Pero también es inexcusable un empleo riguroso del mismo para evitar en la medida de lo posible la pérdida de información y de datos de manera irreparable.

Se debe de responder ante todo a la hora de plantear una excavación a la pregunta sobre qué yacimientos se han de excavar. Esto presupone que el arqueólogo es libre a la hora de decidir. Una sencilla afirmacién de Renfrew y Bahn introduce una importante duda, que entronca con la segunda cuestión de la que hemos hablado, la conservación de los yacimienros: «Pero merece la pena señalar aquí que, hoy en día, es más probable que un «investigador» (es decir, un arqueólogo profesional) sea un empleado, a menudo un funcionario del gobierno de forma directa o indirecta, en un proyecto de urgencia o de rescate, que un investigador independien- te. Queda por ver cómo afectará a la cuestión planteada y, por tanto, al futuro desarrollo de la disciplina este cambio en el centro de gravedad de la actividad argueológica*. De esta manera, aparece en primerísimo plano la voluntariedad o no de las excavaciones en particular y de la Arqueología en general. Como cualquier arqueólogo sabe lo más usual hoy en día es arender a un número grande de intervenciones porque es preciso documentar los depó- sitos arqueológicos antes de su definitiva destrucción. Ya es sabido que la alteración del subsuelo es corriente en las modernas construcciones, tanto de viviendas como de las obras públicas. Por eso, ante el peligro de la destrucción por parte de personas ajenas al conocimiento científico que suministra la Arqueología, se ha de acudir a la excavación de urgencia o emergencia diariamente. Mientras tanto la investigación para resolver problemas que interesen a los arqueólogos en tanto que historiadores, es cada vez más rara y dificil. Planteada asf esta temática se debería pensar que es prácticamente imposible atender a cuestiones científicas sugeridas por los mismos arqueólogos, que tiene que dedicarse casi en exclusiva a conocer y a documentar antes de la destrucción y, en mucha menor medida, a preservar. Este debare, que está comenzando en nuestro país, no ha entrado en las verdaderas consecuencias que se adivinan. Tal vez cabría volver a recordar que el pensamiento científico y, por ranto, la práctica científica se hallan en una situación de parcelación y de alejamiento de los centros de decisión y planificación de la propia dinámica científica. En la Arqueología se acentúa por su cardcter destructivo y por la situacién de dependencia social y cultural de los yacimientos. A ello contribuye rambién de forma decisiva el carácter de microhistoria que se genera a través de la propia Arqueología. Asi se explicaría el comportamiento de los arqueólogos ante los monumentos y la propia definicién de lo monumental. El acontecer diario impide aproximarse a lo coridiano y se privilegian los actos más destacables y, por consiguiente, los resultados más imporrantes del ejercicio del mismo poder. La «involuntariedad» en la investigación arqueológica y, sobre todo, en la excavación, no es algo extraño a cualquier otra manifestación científica actual, pero tiene el problema específico de que es imposible impedir los efectos de la destrucción, que se nos aparece como algo inmahente a nuestra propia sociedad. En consecuencia, es necesario plantear una actuación que permita extraer el máximo beneficio posible de esa continuada modificación y alteración destructiva. No se debe olvidar, sin embargo, la necesidad de dibujar al mismo tiempo una estrategia que permita unir los trabajos de emergencia con los verdaderamente planificados, independientemente de la suerte que corran los restos arqueológicos. A este sentido de voluntariedad o no de la investigación hay que añadir el papel desempeñado, a niveles científicos y sociales, por el arqueólogo, que no sólo es responsabilidad propia.

Se debe de responder ante todo a la hora de plantear una excavación a la pregunta sobre qué yacimientos se han de excavar. Esto presupone que el arqueólogo es libre a la hora de decidir. Una sencilla afirmación de Renfrew y Bahn introduce una importante duda, que entronca con la segunda cuestión de la que hemos hablado, la conservación de los yacimientos: «Pero merece la pena señalar aquí que, hoy en día, es más probable que un «investigador» (es decir, un arqueólogo profesional) sea un empleado, a menudo un funcionario del gobierno de forma directa o indirecta, en un proyecto de urgencia o de rescate, que un investigador independiente. Queda por ver cómo afectará a la cuestión planteada y, por tanto, al futuro desarrollo de la disciplina este cambio en el centro de gravedad de la actividad arqueológica4. De esta manera, aparece en primerísimo plano la voluntariedad o no de las excavaciones en particular y de la Arqueología en general. Como cualquier arqueólogo sabe lo más usual hoy en día es aprender a un número grande de intervenciones porque es preciso documentar los depósitos arqueológicos antes de su definitiva destrucción. Ya es sabido que la alteración del subsuelo es corriente en las modernas construcciones, tanto de viviendas como de las obras públicas. Por eso, ante el peligro de la destrucción por parte de personas ajenas al conocimiento científico que suministra la Arqueología, se ha de acudir a la excavación de urgencia o emergencia diariamente. Mientras tanto la investigación para resolver problemas que interesen a los arqueólogos en tanto que historiadores, es cada vez más rara y difícil. Planteada así esta temática se debería pensar que es prácticamente imposible atender a cuestiones científicas sugeridas por los mismos arqueólogos, que tiene que dedicarse casi en exclusiva a conocer y a documentar antes de la destrucción y, en mucha menor medida, a preservar. Este debate, que está comenzando en nuestro país, no ha entrado en las verdaderas consecuencias que se adivinan. Tal vez cabría volver a recordar que el pensamiento científico y, por rento, la práctica científica se hallan en una situación de parcelación y de alejamiento de los centros de decisión y planificación de la propia dinámica científica. En la Arqueología se acentúa por su carácter destructivo y por la situación de dependencia social y cultural de los yacimientos. A ello contribuye también de forma decisiva el carácter de microhistoria que se genera a través de la propia Arqueología. Así se explicaría el comportamiento de los arqueólogos ante los monumentos y la propia definición de lo monumental. El acontecer diario impide aproximarse a lo cotidiano y se privilegian los actos más destacables y, por consiguiente, los resultados más importantes del ejercicio del mismo poder. La «involuntariedad» en la investigación arqueológica y, sobre todo, en la excavación, no es algo extraño a cualquier otra manifestación científica actual, pero tiene el problema específico de que es imposible impedir los efectos de la destrucción, que se nos aparece como algo inmanente a nuestra propia sociedad. En consecuencia, es necesario plantear una actuación que permita extraer el máximo beneficio posible de esa continuada modificación y alteración destructiva. No se debe olvidar, sin embargo, la necesidad de dibujar al mismo tiempo una estrategia que permita unir los trabajos de emergencia con los verdaderamente planificados, independientemente de la suerte que corran los restos arqueológicos. A este sentido de voluntariedad o no de la investigación hay que añadir el papel desempeñado, a niveles científicos y sociales, por el arqueólogo, que no sólo es responsabilidad propia.

L'importanza del manufatto e dei suol artributi, come testimonianza dei comportamenti umani, risulta dalla sua particulare posizione di punto contarto tra le atrivirá del produttore e del fruitore»'® Por el contrario, los que se han dado en llamar, con un horroroso constructo, «ecofactos», aun cuando pueden haber sufrido alteraciones diversas, no responden en primera instancia a una volunrad expresa de servirse de ellos como objetos destinados al desarrollo de una actividad humana.

La clasificación de los materiales arqueológicos, como parece obvio, es imprescindible en la investigación arqueológica. No debe, sin embargo de establecerse de tal manera que se descontextualicen. Si hacemos un estudio de los objeros en atención a determinados puntos, podemos eliminar otros aspectos que son esenciales y están relacionados con el comportamiento cultural y la reconstrucción de los procesos históricos. Una afirmación de tales características podría parecer una obviedad, pero sigue existiendo, como hemos dicho ya, la pervivencia de una importante tradición positivista que circunscribe la competencia investigadora del arqueólogo al reconocimiento, la documentación y la reconstrucción de los hechos puramente estratigráficos”3, y sobre todo la aceptación interesada de esta postura por parte de un gran número de profesionales, justificados por la consideración de la Arqueología como una simple técnica, contribuye a cercenar sus posibilidades científicas, Contra esta visión restrictiva de los objetivos del arqueólogo, el mismo Stanisaw Tabaczyriski recuerda cómo la Arqueología se ha visto inmersa en los últimos tiempos en una imporrante transformacion como disciplina científica, a pesar de que el peso de la tradición positivista sigue presente en numerosos ambientes: «Le premesse di questa revisione critica sono nate dalla convinzione, che stava gii da tempo

bjetos es establecer sus relaciones contextuales. Éstas, en primera instancia, se expresan mediante dos principios elementales aplicables al conjunto de hechos arqueológicos: las semejanzas y las diferencias, que se encuentran en la base de toda construcción tipológica. Este modus operandi basado en el binomio semejanza/diferencia se presentan en dimensiones diversas'ó. Ahora bien, las dos principales son la remporal y la espacial. Ambas integran el primer tipo de relación contextual que puede determinarse entre objeros distintos. En un segundo nivel se encuentra un tercer tipo de semejanzas y diferencias, en realidad una combinación de los dos primeros: la unidad de deposición, como asimismo lo es la cuarta dimensión, que nos interesa aquí de una manera especial: la cipología, pues dos objetos considerados como similares tipológicamente significa a fin de cuentas que tienen disposiciones o formas semejantes en el espacio y en el tiempo. El establecimiento de tipologías es en consecuencia considerado como fundamental por el mismo Hodder: «En la base de rodo trabajo arqueológico se encuentra la necesidad de clasificar y formar categorías, y la polémica acerca de si estas clasificaciones son «nuestras» o de «ellos», si son «éticas» o «émicas», es ya tradicional, Pero, en general, a estas alturas del análisis, la tipología inicial del asentamiento, artefactos o economías, se disocia habitualmente del análisis posterior del proceso social. La mayoría de arqueólogos reconocen la subjetividad de sus propias tipologías y han adoptado técnicas matemáticas e informáticas para intentar reducirla»17.

En tal propuesta se considera la interpretación de los hechos arqueológicos, y de manera especial los objetos, como portadores de dos clases de significado estrechamente relaciona- dos: el primero como sistema estructurado de interrelaciones funcionales y el segundo como contenido estructurado de ideas y símbolos, Es este último el que tiene una mayor relevancia cultural e histórica18.

La dimensión temporal es, pues, fundamental en el estudio de los artefactos. La búsqueda de una secuencia cronológica de los objetos sigue siendo uno de los fines primordiales del arqueólogo. Si bien es verdad que, como venimos diciendo, su labor no queda limitada a esta tarea, no es menos cierto que debemos partir de la necesidad de atribuir inexcusablemente unos parámetros cronológicos al trabajo arqueológico. Así, consideramos que no es desacertada la utilización del término «crono tipología» para roda secuencia de artefactos que queda seriada desde un punto de vista temporal 22. Tiene como ventaja primordial que es posible obtener una información cronológica sin que se recurra a costosos procedimientos de datación absoluta, que, por lo demás, no siempre son factibles para cualquier registro arqueológico ni tampoco a veces suficientemente precisos: «Resta il farro che una cronotipologia dei manufatti é ancora oggi molto wtile sia nellarcheología di scavo, sia in quella del'architetto, mentre le datazioni assolute dipendono da rari e costosi laboratori con risposte a tempi spesso troppo lunghi; senza contare

La cronotipología se aplica, empero, a conjuntos de artefactos elaborados en serie o derivados de una misma forma originaria, no es aplicable a los objetos excepcionales, considerados realmente «obras de arte». Se desarrolla a partir de la observación directa, o mejor en la representación gráfica, de los aspectos morfológicos y técnicos de los artefactos. Luego vienen los análisis comparativos y cuantitativos orientados a registrar con una atención particular los atributos principales que tienden a repetirse dentro de un arco temporal bien definido, variando con el paso de una época a otra. Estos objetos están sujeros a reglas de mercado y destinados a satisfacer existencias funcionales concreras, frente a la originalidad de las «obras de arte». En aquéllos, frente a éstas, nuevamente destaca la simplificación y la rendencia repetitiva en los procesos productivos para comprender la durabilidad de una tipología de artefactos: «Bisogna considerare che nelle produzioni comuni il conformismo della richiesta si somma ai vantaggi dí abbreviare il rendimento del lavoro attraverso il riperersi degli stessi procedimenti tecnici da parte della manodopera. Ció tende a determinare la stabilizzazione delle forme e degli efferti decorativi, come se puó constatare prendendo in rassegna varie categorie di manufarti d'epoca preindustriale 27.

Podría pensarse, no sin cierta razón, que la determinación cronotipológica es la primordial, pero, como se verá, no es la única. La dinámica más propiamente histórica no debe eliminar otros aspectos que consideramos esenciales. Un nivel de conocimiento inmediaro al cronotipológico ha de ser el que se relaciona con la identificación funcional de los objetos y las pautas de comportamiento de los individuos, considerados en su estructura social, que de aquí se derivan. Dejando aparte toda una serie de instrumentos comparativos, que entran dentro de la disposición de la Arqueología propiamente histórica, en especial la medieval, como son las fuentes escritas o la iconografía, la Etnología es utilizada con frecuencia como recurso para estos fines. En este sentido, debe recordarse la estrecha relación establecida entre la Arqueología y la Etnología por parte de los representantes de la «New Archaeology», basada en la muy discutible afirmación de que ambas son dos disciplinas pertenecientes a la Antropología28.

Para los defensores de esta concepción las construcciones tipológicas que se hacen de los artefactos deben necesariamente indicar el comportamiento y los sistemas cognoscitivos de sus fabricantes y usuarios, lo cual sólo es posible aplicando el método etnológico 29. Desde este punto de vista, se debe proceder al establecimiento de analogías a través de las cuales cabe determinar la validez de cualquier interpretación acerca del comportamiento no observado, en el presente caso el que se infiere del trabajo arqueológico, tomando como referencia el comportamiento observado, es decir el que depende de los datos etnográficos. Dentro de las diferentes categorías de analogías posibles, es la denominada «comparativa general» la que se orienta a poner de manifiesto las correlaciones entre artefacto y comportamiento, que se derivan de las actividades repetidas sistemáticamente en un conjunto extenso de culturas30.

25 Isabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: »Cronotipología», p. 649.

27 Isabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipología», p. 649.

28 Lewis BINFORD: En busca del pasado. Barcelona, 1988, y Kwang-Chich CHANG: «Principales aspectos de la interrelacién entre etnologia y arqueología», Cuadernos de Antropología, pp. 82-107, espec. 82-83.

29 Kwang-Chich CHANG: «Principales aspectos...», pp. 84-85.

39 Kwang-Chich CHANG: «Principales aspectos...» pp.88-89.

Por todo ello, es obligada reclamar la necesidad de que el arqueólogo sea historiador. En este rema nadie expresaría su desacuerdo. Pero a la hora de la verdad la cuestión es muy diferente, sobre todo desde el mismo momento en que se accede al registro arqueológico, que es esencial para abordar el análisis de los artefactos. Con todo, la Arqueología, como todos suscribiríamos, debe encontrar su propio ámbito de estudio, que no orientarse a sustituir a la Historia, que se construye primordialmente a partir de los documentos históricos: «1l faur donc ici étre prudent. I ne faut pas moins étre modeste. Je veux dire par la que l'archeologue doit admettre une realité: ['essentiel de ce que nous savons des sociétés médiévales et de leur idéologie nous viens des textes, des documents écrits et des sources lirréraires. Globalement il est possible qu'il en soit toujours ainsi dans l'avenir: l'admertre n'est pas diminuer lintérét de l'archéologie, ni la marginaliser, mais la situer a sa vrai place et lui assigner ses vrais abjectifs. 34.

Todas estas cuestiones nos remiten a una reflexión de mayor interés. Las diferentes formas de interpretación a partir del análisis de los objetos arqueológicos no pueden ser aplicadas al estudio de las sociedades históricas, y en concreto a las medievales, de igual manera que si se tratasen de sociedades prehistóricas, para las que, por lo demás, fueron generalmente concebidos. La aportación de los estudios arqueológicos al conocimiento de las formaciones medicvales, cuyos procesos históricos son conocidos en sus rasgos generales a partir del análisis de las fuentes escritas, pueden ser variadas, pero tienen un dominio preferente, donde su participación es imprescindible, la llamada Historia de la cultura material. Aunque el concepro es ambiguo, comúnmente se entiende por tal el estudio de los elementos que participan en el proceso productivo, desde el aprovechamiento de los recursos naturales y las fuerzas productivas, incluyendo a los instrumentos y al mismo hombre, hasta los productos materiales que se obrienen, tanto productivos como de consumo. En suma, una cadena que comprende la relación entre la naturaleza, el hombre, las récnicas, los artefactos y el consumo, como ha señalado Pesez35.

Este debate adquiere unas dimensiones muy distintas cuando nos referimos a la Arqueología medieval. Las relaciones con la clásica mareria histórica son mucho más difíciles desde el mo- mento que establece una dimensión que no entra dentro de su propia dinámica. En ral sentido, la reconstrucción de la Historia Medieval, que es la tarea primordial de la Arqueología, se convierte en una tarea casi imposible. Valgan las palabras de Jean Marie Pesez para expresar lo inadecuado del intento de reconstruir la estructura de las sociedades medievales sólo a partir de la información argueológica: «Quel exemple connaít-on d'un sistéme socioeconomique produir par la New Archeology quí ne soit un décalque de la construction etnographique? Quel systéme d'ailleurs qui ne soit elémentaire, simple jusqu'3 en étre simpliste, aussi éloigne que possible de la complexité des sociétés médiévales? Est-ce l'archéologie qui dira ce qu'est le Kodalisme? Qui dira ce que sont les féodalismes avec routes les variantes que comporte le concepe? D'ailleurs si aujourd'huí on récuse volontiers le terme méme de féodalisme C'est parce qu'il este réducteur, simplificareur, parce que, précisément, c'est un systemo»33

De este modo estaríamos obligados no sólo a conocer los objetos en sí, sino asimismo deberíamos estudiar cómo y por qué han sido producidos. No vamos a entrar en el tema de la llamada Arqueología de la producción, que ha comenzado a arrojar sus fruros en los últimos años36, pero cabe advertir algunas cuestiones. Tiene como fin la reconstrucción del ciclo productivo de los artefactos, donde es esencial la relación hombre/naturaleza y la transmisión del conocimiento técnico. Acerca de las fases que comprende tal proceso Tiziano Mannoni indica lo siguiente: «Questo comprende quasi sempre tre fasi che possono svolgersi anche in siti differentí: estrazione, ovvero trasformazione delle risorse narurali in materie prime; trasformazione di queste ultime in mareriali semilavorati; ed, infine, trasformazione del mareriali in manufarti. Ciascuna fase necesitava dell'idea chiara di ció che si voleva orrenere, di arnesi, di energia, spesso di impianti fissi e sopratturto di técnica, ovvero della conoscenza mentale e manuale della sequenza di operazioni necessaire, trasmessa oralmente e gestualmente dove esisteva una tradizione produrtiva» 37.

Sin ánimo de insistir en estos puntos, que ponen de manifiesta el estado de ánimo de la mayoría de los arqueólogos, podemos decir dos cosas. La primera que la cerámica es imprescindible e inevitable. La segunda es que no se sabe bien siempre para qué sirve su estudio. En cuanto al primer punto reseñado, no parece que nadie deseche su análisis en el trabajo arqueológico. Al tratarse, como ya queda dicho, del fósil guía por excelencia su estudio adquiere una especial relevancia, hasta el extremo que hay quienes piensan que aquéllos que no se dedican a él no son verdaderamente arqueólogos. Por el contrario, los que la analizan sin tener en cuenta su posición estratigráfica, con fondos descontextualizados, no tienen el más mínimo rubor en proclamarse a sf mismos arqueólogos. Este contrasentido es aparente, porque en verdad encierra numerosas cuestiones que tienen una lógica interna, Se considera la Arqueología dentro de la «anticuaria». Y esta es la verdad. Por esa línea tendencial es por lo que los estudios de cerámica se hallan en un callejón sin salida la más de las veces. Si a ello añadimos que los proyectos de investigación arqueológica han quedado reducidos a la nada y las intervenciones de urgencia son prácticamente las únicas, el destino de los estudios de cerámica está sellado de manera casi definitiva. Montañas y montañas de fragmentos cerámicos son acumulados esperando que un buen día alguien quiera estudiarlos. Puede incluso que sean investigadores que no han tenido nada que ver con las acruaciones concretas y que incluso no les importa nada más que el valor intrínseco de la pieza cerámica. La división técnica entre excavador y estudioso está más que asegurada. Cuando se llega al análisis de la cerámica el conflicto es doble, porque, de un lado, tenemos el problema de la no intervención directa del estudioso en la propia excavación y, por consiguiente, de otro lado, los criterios de clasificación no están determinados por ella en primera instancia.

Esto nos lleva a la segunda cuestión, el papel que corresponde a la cerámica en el estudio arqueológico de base. Desde luego, no es la solución para cuantos problemas se planrean, pero sf ha de ocupar un papel relevante. No se debe sólo a su carácter de fósil guía, con ser esta característica importante, sino en cuanto objeto que contiene informaciones de diferentes clases. Es ante todo histórica, ranto en la medida en que ofrece una cronología, como desde el momento en que nos da una visión de la organización económica. Para ello es necesario entender que se trata de un objeto significado por el proceso productivo en sf y por los mecanismos de distribución de las piezas. En suma, en cuanto a este último extremo, hay que estudiar las actividades productivas en el marco de las comerciales, puesto que las cerámicas son objetos de uso habitual y común. Independientemente de todo ello, como ya quedó dicho, se trata de artefactos con códigos estéticos y aun «propagandísticos».40

Si entrar a analizar esta cuestión de la consideración colonial de las áreas a estudiar, que supone una seria dificultad para el conocimiento del mundo nazarí y, por supuesto, del mariní, diremos que los otros factores reseñados, los atribuibles a la concepción de la Arqueología y a la forma de conseguir el registro arqueológico y tratar los materiales, son responsables del descenso de la curva en los análisis de las cerámicas islámicas tardomedievales en Occidente. A mayor abundamiento de lo que venimos diciendo, en el reciente homenaje tributado a Rosselló por la Universidad de Jaén45, observamos cómo no hay artículos sobre el mundo.

tardomedieval, nazarí y marini. Los trabajos que incluye se refieren fundamentalmente a la cerámica emiral y califal o giran en torno a una temática muy entroncada con ella. El único que hay sobre la zona norteafricana trata de la cerámica de los siglos 1X-X hecha a mano en Nakúr. 46. Cabría esperar de algunos de los autores participantes una aportación sobre la cerámica nazarí. Es el caso de Isabel Flores y M* del Mar Muñoz. Pero no hasido así. Presentan un estudio sobre un horno alfarero de épocas anteriores a la nazarí”47. Este hecho llama poderosamente la arención por varios motivos. En primer lugar porque no estudian ningún aspecto de la cerámica nazari, aun cuando algunos de sus autores ya lo hayan hecho. Nos referimos a la propia Isabel Flores, quien llega a publicar en 1988 un libro imprescindible sobre al loza azul y dorada nazarí con los fondos alhambreños48.Esta línea comenzó a finales de la década de los 70 y principios de los 80, cuando se plantearon diversos estudios, claro está que desde la perspectiva principal de la Historia del Arte, sobre las piezas del Museo Nacional de Arte Hispano Musulmán, de la Alhambra49.Dos de las autoras, la cirada Flores y Muñoz han escrito trabajos especificos y de conjunto sobre la cerámica nazarí50. Incluso han llegado a publicar un buen catálogo de cerámica islámica de la zona almeriense, si bien con un amplio arco cronológico que va del siglo X al XV51.

Ese abandono que se detecta, que no es fácilmente discernible a no ser que se conozcan la marcha de las investigaciones en la actualidad, no es la única cuestión a señalar. Se debe de considerar el modo en que se ha accedido a las piezas. Los mismos autores de la citada ponencia lo señalan sin ambages. Primero, en el parágrafo titulado «Las circunstancias del hallazgo», que abre el estudio, dicen: «Hace aproximadamente cuatro años se procedió al derribo de un edificio situado en la actual Avenida de Pablo Iglesias, fuera del recinto fortificado de la ciudad medieval, asistiendo al hecho una serie de personas que pronto repararon en «los numerosos cacharros que sacaban las palas excavadoras». Varios de ellos recogieron cuanto pudieron y más tarde entraron en contacto con nosotros facilitándonos el material e informándonos de haber visto allí hasta cinco hornos de parrilla con agujeros que se vean cargados de piezas y uno de ellos contenía sólo las jarras decoradas con manganeso-esgrafiado 52.

Las conclusiones de este estudio no ocultan el problema de los orígenes del material: «Somos conscientes, ante todo, de que el material aquí estudiado no fue recogido con metodología arqueológica y sólo contamos con la información proporcionada por quienes presenciaron la destrucción de los alfares.

A partir de ello, de los datos proporcionados por excavaciones realizadas en la misma zona y el apoyo de los hechos históricos, hemos realizado este estudior.53

La realidad de una Arqueología involuntaria aparece en toda su crudeza y con toda su intensidad en el presente caso. No queremos decir que los materiales deben de ser desechados y olvidados por no haber sido recuperados a partir de una rigurosa intervención arqueológica, sino que es, desgraciadamente, habitual que la destrucción alumbre restos y, lo que es peor, la impasibilidad de la administración ante tales hechos es algo corriente que no escandaliza a nadie. Algo similar a todo lo que venimos diciendo ocurre con el congreso de cerámica celebrado en Rabat. En él se ve cómo las comunicaciones sobre el mundo islámico tardomedieval están escasamente representadas. De hecho sólo podemos comentar dos aportaciones. Una de ellas se refiere al espacio marroquí 54 y utiliza material recogido especialmente a partir de la prospección. El sistema de recuperación, aunque no están posicionados estratigráficamente los vestigios, ofrece suficientes garantías. De hecho, los autores se dejan guiar asimismo por las excavaciones llevadas a cabo en otros lugares del N marroquí. El más importante de ellos, sin duda, es Alcazarseguer, excavado por una misión americana 55 que, como ya vimos que señalaba Rosselló, despertaba innumerables esperanzas. En sentido distinto se debe de hablar del caso de Belyounesch, que ha sido estudiado por los franceses. No contamos nada más que con algunas páginas primeras sobre su cerámica, escritas por Micheline Grenier de Cardenal 56. Por el momento ambos proyectos han terminado, con una mayor producción científica el primero que el segundo. Los que están en marcha o han acabado hace poco, no han arrojado todavía suficientes frutos, salvo algunas intervenciones muy concretas ya publicadas, como la realizada en un horno de cerámica de Targa, en la costa mediterránea, en la zona de Chichauan 57. Llama poderosamente la atención que precisamente en el coloquio celebrado en Rabat en 1991 hubiese un número menor de contribuciones y referentes a menos espacios norteafricanos que en el de Valbonne de 1978. La tendencia parece general a ambas orillas del Mediterráneo, Por eso mismo, la escasez de nuevos proyectos y programas de investigación en los dos espacios islámicos tardomedievales, la generalización, al menos en España, de la Arqueología involuntaria, ha significado una vuelta a prácticas que nunca han desaparecido. En sí no son desechables, pero muestran una falta de posibilidades reales de avanzar por nuevos y necesarios caminos58.

De nuevo nos valemos de la reunión de Rabat para poner de manifiesto estos aspectos. En ella se ha presentado una aportación sobre la cerámica nazarí de indudable interés. Se trata del artículo de Purificación Marinetto e Isabel Flores59.

Es un intento de establecer unas tipologías partiendo de los fondos del museo de la Alhambra, aunque ampliando con objetos de otra procedencia. Las mismas autoras lo ponen de manifiesto: «El estudio sobre estos útiles de cerámica se basa en los fondos del Museo Nacional de Arte Hispanomusulmán (Granada) siendo parte de un trabajo más amplio que estamos desarrollando actualmente y que comprende una rural sistematización de las formas nazaríes. Los materiales presentados provienen del área nazarí, no exclusivamente de la Alhambra sino de la Madinar Almeria y otros puntos del reino»60.

En realidad, se trata de materiales en su mayor parte descontextualizados y que abundan en tipologías ya establecidas y reelaboradas. No está de más que se haga, pero no puede ser el último fin. En todo caso, no es culpa directa de ciertos investigadores, sino de aquellos otros que hacen actuaciones arqueológicas, pero no se preocupan por su dimensión científica. Sonia Gutiérrez lleva razón, sin embargo, aunque habría que hacer algunas precisiones, cuando nos habla de los problemas que tienen los estudios ceramológicos: « De otro lado, el estudio de la cerámica andalusí adolece de algunos defectos, a los que las producciones emirales y califales en general tampoco escapan. En primer lugar, la mayoría de intervenciones arqueológicas —excavaciones o prospecciones— contenían sin ser publicadas, con la consiguiente carencia de referentes ceramológicos estratificados. Este retraso en la divulgación de las investigaciones se explica por la lentitud y dificultad del propio trabajo arqueológico, pero que se vuelve peligroso cuando, lejos de subsanarse, se favorece a tenor de una supuesta modernización de la investigación arqueológica, que persigue la elaboración de síntesis y explicaciones históricas alejadas de la taxonomía descriptiva. Esta falacia, tan generalizada que ha provocado el abandono casi rotal de la investigación ceramológica, confunde critica interna de las fuentes con explicación histórica y conduce únicamente la lamentable proliferación de «supuestas» explicaciones arqueológicas, que en realidad no son más que hipótesis elaboradas a partir de la documentación escrita, aparentemente contrastadas por una práctica arqueológica carente de rigor técnico, metodológico y cronológico —y por tanto científico—, que además la justifica a priori. La publicación de los resultados de las intervenciones arqueológicas es siempre necesaria y fundamental para el avance del conocimiento histórico obtenido mediante las fuentes materiales y contempla tanto la edición crítica de las mismas como su explicación histórica. Por esta razón, creo que los únicos que confunden clasificación con explicación son aquellos que defienden extemporáneamente la naturaleza «descriptiva» del «oficio» de arqueólogo y que «formalizan problemas» históricos carentes de rodo fundamento arqueológico, puesto que soslayan sistemáticamente la edición crítica de las fuentes materiales sobre las que supuestamente apoyan su formalización, evitando a partir de esas fuentes materiales, ahora ya transformadas en «datos» arqueológicos61.

leño que parte de Málaga en 1344, pasa por Estepona y tiene como destino Ceuta, sabemos que su carga era: «90 cargas de higos y pasas más dos costales de loza y una correa de plata 66.

En la Crónica de Dom Pedro de Meneses, en donde se recogen las actividades portuguesas en Ceura y en el Norte de África, encontramos ciertas referencias en el mismo sentido. En una ocasión leemos: «...viraó vir contra Mallaga hum Caravo, que vinha carregado de louga...»67.

En otra parte de dicha Crónica se dice: «...virom sahir de Larache huma vella, ¢ Alvaro Fernandes vogou a ella, e filhou-a, e era hum Caravo em que tomarom tres Mouros, e muita louga de Malaga, e pano, e outra mercadoria..»68.

El dato es muy significativo, pues se habla de loza de Málaga. No sabemos si ésta salía de Larache 0, como parece más lógico, se vendía en diversos puntos de la costa magrebí. Además de este transporte rumbo a África del N, se puede constatar la existencia de un tráfico con la zona de la Corona de Aragón. En tal sentido la Arqueología subacuática nos es de gran ayuda. Es el caso del pecio de Cabo de Gata, en donde aparecieron abundantes restos de cerámica nazarí 69. Entre ellos ocupa un lugar destacado la loza dorada70.

Pero también se habla de tinajas, lo que es altamente significativo: Estos contenedores apoyan la existencia de una fluida circulación de productos envasados entre las costas nazaríes y el Reino de Aragón que no se interrumpe, sino todo lo contrario, tras la conquista 71.

En el presente caso nos hallamos, además, ante una situación similar para los análisis del reino de Granada y el Magreb. En efecto, mientras otros períodos, singularmente el de la formación de al-Andalus, han sido privilegiados, el de la época tardomedieval pasa casi desapercibido. Sin duda son muchos los factores que han contribuido a ello, que no es el momento de analizar ahora. Uno de ellos es que la presencia del impulso feudal peninsular ha ido dejando un rastro documental muy amplio que, sin embargo, no ha sido referido a la sociedad islámica que lo soportó. El carácter secundario de ésta, significativo en roda la historiografía española, adquiere ahora una dimensión superior. A mayor abundamiento se le da un contenido colonial a la mayor parte de los estudios, teniendo en cuenta que hay una clara unión a partir del siglo XIII, que antes también existía, entre el Magreb y los restos peninsulares de al Andalus. Asistimos, pues, a una aparente paradoja entre el desprecio al «moro» y admiración de sus obras de arte, que es extensible a todas las etapas de al-Andalus. Por eso, no deben de extrañarnos las palabras de Gómez-Moreno González que impregnan toda su obra. A guisa de ejemplo recogemos las siguientes: «...Jos Reyes tomaron posesión de Granada a 2 de enero del año siguiente, día memorable para los descendientes de Pelayo, que vieron coronado por tan feliz éxito su patriótico y tenaz empeño de recobrar la tierra perdida desde la acíaga jornada de Guadalete 72.

4 Colín RENFREW y Paul BAHN: Arqueología. Teorías, métodos y práctica. Madrid, 1993, p. 41.

1 Philip BARKER: Tecniche dello scavo archcologico. Milin, 1991.3, pp. 27-28.

2 Andrea CARANDINI: Storie dalla terra. Manuale dello scavo archeologico, Bari, 1981, pp. 15-16.

3 Andrea CARANDINI: Storie dalla rerra..., p. 53

sino de toda una comunidad científica y de los mecanismos sociales y políticos. Así, Andrea Carandini habla de un antiguo reparto de papeles que aún nos es a rodos familiar: «Di fronte alle richerche sul terreno gli atreggiamenti degli antichisti erano (anche sono) sostanzialmente due: disinteresse da parte dello studioso di biblioreca che non porre domande al sortosuolo e ingordigia da parte del cacciarore di resori che viola la terra mosso da appasionate domande rurre esterne al campo indagaro. Fra letrerati e sventratori vi é al fondo una complicirá nel maltrartare il rerreno, che si fonda su una divisione del lavoro implicitamente concordata, Ma la filosofía della caccia al resoro € la stessar5, El paso del tiempo y la acción del pensamiento humano ha arrojado una nueva visión de la Arqueología y, en consecuencia, del trabajo del arqueólogo. El mismo Carandini lo ha puesto de relieve: «Con il prodegire del nostro secolo ¿ venuta profilandosi un'altra figura di archeologo piú riflesivamente artivo, che cerca dí indagare con astuzia e di anatomizzare con metodo e integralita 'ambiente e il patrimonio storico in esso incorporato»”. Y más adelante señala: «Assistiamo infarti oggi sempre pitt alla ricerca del grande e del piccolo, del bello e del brutto, del luminoso e dell'oscuro. Tale ricerca viene di conseguenza condotra adottando le piú diverse metodologie, nel tentativo di guadagnare piú spazi e piú tempi al passato: quelle del clinico, del cacciarore e del divinatore, cosí como quelle del chirurgo, dello scienziato e del sezionatore. Tale firto intrico di paradigmi, che ora puntano piú sullindizio ed ora sulla norma, si estrinseca esemplarmente sullo scavo archeologico. Specchio dei tempi Varcheologo scavarore & primo a rifiutarsi di selezionare senza aver prima vivisezionaro, dí peseguire Vindizio senza aver prima scrutinato la norma. Egli cerea individualicd e tipi, qualita e quantirá insieme (...). Cosi facendo l'archeologo di scavo scrolla per un momenro di dosso il nobile manto e polveroso del 'antiquario e diventa attualissima di scientizato, a cavallo quantaleri mai fra le «due culturem 7.

La búsqueda de datos, el deseo de convertirlos en análisis de una nueva Historia, obliga a plantear una metodología nueva, alejada de la simple acumulación de objetos especialmente bellos. Los problemas se multiplican en esta nueva dimensión de la Arqueología, que tiene como tarea básica la excavación, si bien no única, En efecto, de un lado, la repetición de trabajos obligados por las circunstancias de una destrucción continuada, ha hecho que las actuaciones arqueológicas se descompongan en diferentes partes de un mosaico no siempre posible de conocer. De otro lado, la contemplación de los vestigios arqueológicos posicionados en el espacio y en el tiempo, partiendo de la propia materialidad de ellos, se enfrenta directamente a las diversas especialidades que concurren en el conocimiento de las sociedades. La Historia basada en la documentación, pero también la del Arte, se ven desasistidas de forma creciente de una materia que creían auxiliar y está mostrando no serlo. Es Carandini, de nuevo, quien plantea una cuestión básica a nuestro entender. Asf, completando una cita anterior, leemos: «L 'archeologia sul campo & una ricerca che punta verso la microstoria. Ció non vuol dire che l'archeologo non debba raggionare su problemi di grande rilevanza storica, anzi il contrario. Le prime domande che lo muovono ad agire sorgono infatti probabilmente dalla lertura delle grandi sintesiv8.

Este debate, que no es posible volverlo a reproducir de nuevo aquí, se centra en el mismo análisis del conocimiento científica, pero también en el método de trabajo a emplear, El rigor en cuanto a la obtención de los objetos representativos de la vida humana, su significación, su conservación y su situación, es esencial a la hora de hacer una actuación arqueológica y especialmente a la de excavar. Pero la primera cuestión que se debe de plantear es por qué excavar en un yacimiento y no en otro. En gran medida, como ya se ha dicho, las profundas alteraciones del subsuelo obligan a intervenir sin proceso previo de selección. Otras veces, desgraciada- mente las menos, por el contrario, se puede elegir. El rema está bien claro. La «Arqueología involuntaria» es la dominante. Pero no para aquí el problema, porque la cuestión es de mayor entidad aún. En efecto, seria excesivamente ingenuo creer que la destrucción se puede detener y que una ley de la economía actual se cambia sin más. Sin embargo, es posible, al menos sobre el papel, plantear una estrategia de investigación que permita aprovechar la ocasión que da una destrucción más o menos sistemática para recuperar los restos del pasado y estudiarlos a través del trabajo arqueológico. No es así en los tiempos actuales. El arqueólogo ha quedado prendido en una red de intereses ajenos y ha pasado a ser un mero técnica de apoyo a otros técnicos de aparente rango superior que se limitan a dar por buena la destrucción. A lo sumo se llega a constatar que habla depósitos arqueológicos y unos materiales que son recogidos con mejor a peor orden y método. Se justifican tales operaciones siguiendo una línea del más puro empirismo, creyendo que los daros se pueden obtener siguiendo una técnica más o menos depurada y, desde luego, neutra. Una vez conseguidos la operación siguiente, que es elaborar a partir de ellos conocimiento histórico, puede realizarse por otros hombres, que pueden ser los mismos o distintos de los que han excavado. No parece prudente entrara discurrir en esa línea, porque parece claro que nadie que tenga una mínima capacidad científica suscribiría tales opiniones, pese a que están muy extendidas. Los datos por s mismos no producen ningún tipo de conocimiento, Baste con citar las palabras de Miquel Barceló: «Ni la arqueología ni cualquier otra técnica o método científico pueden resolver problemas no planteados previamente. Esta observación es menos banal de lo que parece. Cómo se reconocen los problemas y a partir de qué tipo de información pueden formularse adecuadamente son dos cuestiones que ponen de manifiesto la complejidad de la información. También la información implica que los daros no existen en si mismos, no están ahí indeterminadamente, sino que son producidos a partir de un problema o un conjunto de problemas explícitos y mediante técnicas y métodos, también explícitos, que permitan hacer valoraciones fundamentadas de las inferencias deducidas de los datos”. En el presente caso, al tratarse de una Arqueología de urgencia, involuntaria, en la que la planificación aparentemente brilla por su ausencia la investigación parece condenada de antemano. Habría que hacer una corrección a lo anteriormente dicho, La destrucción está planificada, pero por el principio del máximo beneficio. Y todo queda sujeto a él. La justificación suele ser el «progreso», aunque no resiste un examen en profundidad, porque debe de considerarse desde una perspectiva social, o sea que sirva a la mayoría de la población y proteja a los menos favorecidos. No hay más que comentar.

5 Andrea CARANDINI: Storie della ciérrd..., p.24.

6 Andrea CARANDINI: Storie della tierra.... p:25.

7 Andrea CARANDIN: Storie della vierra..., p.25.

8 Andrea CARANDINI: Srorie della tierra..., p, 53.

9 Miquel BARCELO: «Los límites de la información documental escrita», en Miquel BARCELÓ et alii: Arqueología medieval: En las ahueras del medievalismo». Barcelona, 1988, pp. 73-87, espec. p. 73.

Es-menester volver a hablar de lo que ahora nos ocupa, el estudio de la cerámica y más particularmente de una concreta y específica. Lejos de nuestra intencién dejar a un lado este tema, pues las referencias, que podrían ser consideradas como «externas» al mismo, tienen como objetivo centrarlo y mostrar la realidad que pensamos que está presente detrás del pro- blema constatado de una creciente escasez de estudios sobre la cerámica. Por eso mismo, atendiendo a la estrategia que venimos siguiendo, parece prudente calificar a este material arqueológico y las posibilidades que tenemos para su estudio, independientemente de su clasificacién temporal y adscripción cultural. Aunque parezca un ranto farragoso hacerlo, creemos que es mejor asf para poder despejar algunas dudas. El trabajo arqueológico supone el análisis de los restos del pasado posicionados estratigráficamente y situados en horizontal. De entre esos vestigios unos suministran cierros tipos de información y otros orras. Indudablemente los arqueólogos se suelen referir, no sin cierto carácrer restrictivo, a los «mareriales arqueológicos». En realidad, se denominan asi básicamente a los objetos muebles, es decir aquéllos que pueden ser movidos, mientras que el resto se inregra en orro apartado, el de los elementos y conjuntos construidos. De manera inmediara se procede a una clasificacién que parece en primera instancia operativa, pero que realmente no lo es, sino que genera confusién tanto por el empleo del término respectivo, como por la imposibilidad de crear un orden arendiendo a ella misma. Nos referimos a la separación en «artefactos» y «ecofactos», Esa diferenciación opera desde el mismo momento en que se registran los materiales en una intervencién arqueológica. Su definición precisa no es, sin embargo, sencilla, según ya hemos adverrido. Es verdad que parece existir un acuerdo general sobre a qué nos referimos cuando se utilizan estos términos, pero en algunos casos no queda totalmente clara la inclusión en uno u otro conjunto de objetos determinados. Se debe al hecho de que no siempre se puede establecer con toda precisión el grado de intervención humana en su transformación y su presencia en el registro arqueolégico. Desde luego es la acción transformadora del hombre sobre la materia prima la que permite considerar a un objeto arqueológico como artefacto. Esta actividad humana crea objetos de uso que permiren una acrividad cualquiera. Es portador de propiedades añadidas en su proceso de elaboración y utilización que lo dotan de una naruraleza diferente a la que tuviera en su estado originario, previo a su transformación. Stanisaw Tabaczyriski ha intentado explicar qué es lo que determina que un «arrefacto» sea wl: «Manufatro é ogni oggerto trasformaro dalluomo e avente un certo numero di propiera impostegli dallartefice. Esso &, nello stesso tempo la restimonianza fossile pitt concreta delP'attivira umana. Concretizzando una certa sfera dí questa artivira, il manufarro stesso constituisce una entirá che reunisce quei complessi di ordine inferiore che sono gli artibuti (...)

10 Stanisaw TABACZYNSKI: «Cultura e culture nella problematica della ricerca archeologica». Archeologia Medievale, III , 1976, pp. 25-52, p. 37.

No obstante, son también indicativos de la misma, Más aún, el hecho de que aparezcan en el registro arqueológico se debe con frecuencia a ella. Es lo que sucede con los restos de animales que han servido de alimento a los hombres, o con los de vegetales que han tenido el mismo destino. Por ello es evidente que tales materiales arqueológicos, según los casos, se pueden considerar como «artefactos» o «ecofactos». Los objetos de los que venimos hablando, además de su situación espacial (en vertical y en horizontal), una vez recuperados e incluso en el mismo proceso de su recuperación, han de ser clasificados para su estudio. Nace de este modo la ripología de los mismos. En ella se deberán de incluir diversos conceptos (cronológicos, tecnolégicos, culturales, entre los más relevantes). Pero la determinación de los criterios de clasificación pone de relieve el grave problema que acarrea una adopción inadecuada que signa el destino de los abjetos a estudiar. La tendencia anticuaria, estrechamente ligada al coleccionismo y a la Historia del Arte, que está en los orígenes de la Arqueología como disciplina"! es la prácticamente dominante en muchas de las investigaciones que se llevan a cabo, insertas en una corriente positivista que parece tener en nuestro país una especial relevancia. A menudo, el enfoque clasificatorio de los objetos, evidentemente imprescindible al inicio de la investigación, se considera como un fin en sI mismo. En este sentido, tienen plena vigencia, y cabe aplicar de una manera general, las palabras de Helena Kirchner al referirse a los estudios sobre la cerámica andalusí: «...el afán tipologista y cronologista domina en estos estudios: las clasificaciones y la resolución de problemas estratigráficos son los objetivos básicos y el uso de las analogías estilísticas, «paralelos», es el recurso más frecuente para identificar los objetos cerámicos o para situarlos en un lugar adecuado entre los conjuntos ya conocidos'12.

11 Andrea CARANDINI: Arqueología y cultura material. Barcelona, 1984, y Bruce G. TRIGGER: Historia del pensamiento arqueoldgico. Barcelona, 1992, pp. 36-76.

12 Helena KIRCHNER: eLas récnicas y los conjuntos documentales. L La cerámica», en Miquel BARCELÓ er alii: Arqueología medieval..., pp. 88-133, espec. p. 90.

13 Un ejemplo de esta postura es la obra de Paul COURBIN: Qu'est-ce l'archéologíe? Essai sur la nature de la recherche archéologique. París, 1982.

maturando tra gli archeologi stessi, che nell'esame del passaco uno non puó limitarse solo alla semplice raccolta e ordinamento dei dari. D'altra parte i tenrati vi di impostare un nuovo orientameto della ricerca archeologica vengono intrapresi sorro l'impulso di ispirazioni esterne. Tutte e due le tendenze sottopongono, del resto, a criticare un'approccio al passato puramente descrittivo e postulano una ricerca tendente alla creazione de una teoria. L'abbandono delle vecchie posizioni antiquarie e esclusivamente fotrografiche si svolge perd, in molti ambienti archeologici, in maniera particolarmente lenta. D'altra parte, i rentavi di rendere | archeología «piti scientifica» artraverso strumenti di ricerca presi da fouri, rimangono spesso poco efficaci provocando d'altronde molte controversie e proteste»'*, El paso a una Arqueología más científica, apoyada en las marerias que estudian la Naturale- 23, desde una perspectiva arqueológica más apegada a las obras imperecederas de los grandes hombres, supone asimismo una serie de conflictos. Entre otros destacan los existentes a partir de las aportaciones de otras disciplinas. Por eso, se notará en las últimas palabras de Tabaczyfiski una crítica implicará a los métodos de la «New Archaeology», que, como es sabido, ha supuesto, sin duda, una auténtica reanimación de las discusiones, no exentas de problemas, como los apuntados. En todo caso, se puede incidir en una idea predominante, aunque no justifique rodo, la de una exigencia de superar una Arqueología de corte «anticuario». Por eso conviene insistir en esta apreciación, como ha señalado Tan Hodder, quien recuerda que la principal diferenciación entre el «anticuario» y el arqueólogo estriba en que éste se interesa por los objetos en la medida que están provistos de un contexto determinado: «En cierto sentido la arqueologfa se define por la importancia que otorga al contexto. Interesarse por objetos desprovistos de información contextual es propio de anticuarios, y es típico quizás de un cierto tipo de historia de arte o del mercado del arre. extraer objetos fuera de su contexto, como hacen algunos detectores de merales, es la anticesis de la arqueología, de su identidad. Reafirmar la importancia del contexto supone, por consiguiente, reafirmar la importancia de la arqueología como arqueología.15.

14MStanisaw TABACZYNSKI: «Tradizione positivista» e «nouva archeologians, Archeología Medievale, XI, 1984, Pp- 7-33, espec. p. 7.

15 lan HODDER: Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Barcelona, 1988, p. 147.

16 Ian HODDER: Interpretación en Arqueología... pp. 152-162.

17 lan HODDER: Interpretación en Argueología.... pp. 159-160.

18 lan HODDER: Inrerpreración en Arqueología..., pp. 147-149.

19 Robert W, ENRICH: «Algunas reflexiones sobre la interpretción arqueológicas, Cuadernos de Antropología Social y Ernológica, 5 (1972), pp. 1-22, espec. p. 2.

20 [Isabélla FERRANDO. Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipologia». Archeologia Medievale, XVI, 1989, pp. 647-661, espec. pp. 647-648.

21 Isabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronatipologias, p. 648,

Che, praticamente, turtii manufatti che sono stati prodorti per un certo tempo possono contenere informazioni cronotipologiche vengano lette e confrontare con metodi ripetibili, nel senso cio cheiloro risultati non dipendano dall'operarore, ma che siano entro i limiti di errore accentati, dopo riperute prove, per quel metodo di lertura»23, No obstante, para el reconocimiento de una secuencia cronotipológica se requiere, en el momento inicial de su elaboracién, que un cierto número de arrefactos pertenecientes a un mismo tipo o a tipos similares sean datados con métodos relativos o absolutos, en cualquier caso ajenos a la propia tipología. Se hace con el fin de verificar el momento de aparición o desaparición de determinados caracteres tipológicos. A medida que aumenta el mimero de objetos datados con procedimientos ajenos a la propia tipología, mayores son las posibilidades de que el espacio cronológico del tipo al que pertenecen tenga una periodización histérica precisa, por lo que puede ser utilizado como un instrumento de datación autónomo 24. Siempre quedará, sin embargo, el riesgo de que nuevos objetos vengan a contradecir una secuencia cronotipológica ya establecida, En este sentido, las discordancias que detectan son divididas en sincrónicas o diacrónicas 25;

—Sincrónicas:

—Variaciones involuntarias, presentes en cualquier proceso productivo preindustrial, incluso si se trata de producciones en serie.

—Variaciones voluntarias debidas a pequeñas diferencias propias de varios grupos étnicos o culturales que producen contemporáneamente un mismo tipo de artefacto. Es por ello importante que las cronotipologías de base sean elaboradas sobre territorios homogéneos desde un punto de vista culrural.

—Coexistencia en un mismo rerritorio de varios tipos de artefactos destinados a una idéntica función, o que responden a la convivencia de grupos humanos diferentes, tanto desde el punto de vista étnico-cultural como socio-económico.

2.—Diacrónicas:

—Discordancias debidas al paso del riempo, pues cualquier característica propia de un tipo puede ser objeto de una variación continuada, sea voluntaria o no.

—Variaciones diacrónicas de mayor envergadura se derivan de la presencia de tradiciones culturales escasamente intercomunicadas y que, dentro de un mismo territorio, pueden seguir evoluciones diferentes, De igual manera, se señala la posible reaparición de tipos antiguos en situaciones económicas particulares, si bien es difícil que no se aprecie algún rasgo distintivos entre los dos períodos considerados.

—Un caso particular es la presencia de objetos con una fuerte componente personal del productor, que no se pueden adscribir a tipo alguno.

Se notará, en suma, que una secuencia cronotiologia tiene un exclusivo ámbito de validez regional: 4...nella maggior parte dei casi il cronotipo esiste quale grupo dei manufatti con gli stessi caratreri distintivi, entro tolleranze codificabili, e con un periodo di durata abbastanza preciso per gli usi archeologi in un dato territorio. Si pud affermare quindi che la cronotipologia ¿ un merodo di datazione assolura a chiave regionale, dipendente all'inizio da altri metodi di. datazione, con un facile uso e un basso costo d'esercizio risperto ad una approssimazione non inferiore a quella dei piú costosi merodi scientifici”26.

Se observará la importancia dada a la transmisión empírica del conocimiento técnico para entender la persistencia de determinados atributos en los artefactos, pero asimismo la capacidad de experimentación del ser humano para introducir nuevos atributos con vistas a su perfeccionamiento. Hay que resaltar asimismo la influencia de otros hechos culturales (económicos, sociales, estéticos...) que han podido determinar la aparición de variantes tipológicas o de nuevos tipos de artefactos. La tarea del arqueólogo consiste en determinar cuándo se debe de considerar que existe un «número suficiente» de atributos comunes entre varios objetos para dar lugar a la presencia de un tipo. Eso supone que haya siempre un amplio margen de subjetividad. El análisis artefactual debe en un primer momento orientarse a diferenciar los rasgos poco significativos de aquéllos que lo son desde la perspectiva de la investigación en curso. Las cinco categorías a la que pertenecen estos atributos son: la materia prima, la morfología, las dimensiones, los detalles y la localizacién de estos detalles, siendo un ejemplo frecuente de esto ultimo los motivos decorativos y su distribucién. La agrupación de diferentes objetos en función de la presencia repetida de atributos significativos constituyc un primer nivel del análisis. Una de las caracteríscicas principales de estas agrupaciones es que de ellas se derivan conclusiones de carácter cronolégico y cultural. Es así porque, junto a atriburos funcionales, limitados en buena parte por la materia prima necesaria y el destino del objeto, existen otros que implican una mayor libertad de elección por parte de los grupos humanos. Los tipos de artefactos pueden así ser considerados en un sentido dinámico al representar un proceso cultural relacionado con un ambiente circunstancial, cultural y natural, El parámetro esencial de este proceso es el tiempo, de manera que deben elegirse porciones de tiempo limitadas para obtener complejos de artefactos con un conjunto de propiedades comunes, constituyendo una fase dentro del proceso. La observación arqueológica permite sólo acceder a fases diferentes, incluso lejanas, lo que hace difícil percibir la gradualidad y continuidad de los cambios artefactuales dentro del mismo proceso. Cada proceso está integrado por un ciclo periódico: transición, crecimiento, madurez, declive y desaparición. Los cambios detectados a través del análisis artefactual en los períodos de transición son de tal envergadura que dan lugar a la consideración de un nuevo proceso cultural definido por nuevos tipos.

22 Icabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipologia+

23 Isabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipologia», p. 648.

24 [sabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipologia», p. 648.

25 Isabella FERRANDO, Tiziano MANNONI, Rosa PAGELLA: «Cronotipologia», p. 649.

Sin quitar importancia a las aplicaciones concretas de la comparación etnológica en el análisis artefactual, se debe de señalar que el camino seguido por los partidarios de la «New Archaeology» lleva a supeditar la interpretación arqueológica a su corroboración etnológica, En el fondo, se debe al hecho de que la Arqueología está encuadrada, por parte de la «New Archacology», en el campo de la Antropología. De este modo rompe sus vinculaciones tradicionales con la Historia. Es así como al dedicar la Arqueología a la búsqueda de leyes generales del comportamiento humano, queda relegado el análisis artefactual a demostrar la capacidad adaptativa de la cultura material a un medio físico y a una estructura social. A causa de ello se olvida que entre la cultura material y el comportamiento no existe un relación simple y directa. Este último está condicionado por factores diversos, principalmente históricos, que escapan a cualquier reduccionismo impuesto por los «modelos etnográficos». En realidad se puede decir que entre los artefactos y los individuos, considerados socialmente, no como elementos aislados, que los fabrican y utilizan, se interponen un sistema de ideas, de creencias, un contexto histórico en definitiva, que hace que, muy al contrario, los primeros sean un reflejo indirecto del comportamiento. Su análisis no puede, por tanto, abordarse desde una perspectiva exclusivamente funcionalista, pues, como lan Hodder señala, los artefactos son algo más que objetos físicos: a...yo defiendo dos tipos de significado contextual. Uno es el significado de los objetos en tango que objetos físicos, implicados en los intercambios de materia, energía e información; hace referencia al objero como medio que, una vez producido, sirve para facilitar las necesidades organizativas. El otro es el significado de los objetos en relación con los contenidos estructurados de las tradiciones históricas31.

La opinión de Stanisaw Tabaczynski es bastante similar. Dice al respecto ««Nell'ambito della cultura archeologica possiamo distinguere peró due fondamentali caregorie di informazioni, legibili nel materiale. La prima si riferisce alle restimonianze dei comportamenti e degli oggeti simbolici, che rappresentaro un qualche cosa di i, che trasmerrono qualche significato, oppure esprimono un valore, che sostituiscono e rappresentano qualche cosa in relazione al sistema di intensa stabilito tra quelli che li utilizzano. La seconda si riferisce alle testimonianze dei comportamenti e degli oggerti diretti, cioé quelli che no rappresentano nulla al di lá di sé stessi, non si collegano con nessum altro significato convenzionale, ma hanno un ruolo decisivo nel soddisfacimento delle esigenze biologiche dell'individuo. Questi sono gli oggetti che costistuiscono gli elementi di trasformazione del 'ambiente naturale in mezzí di sostentamento»32.

31 lan HODDER: farerpretación en Arqueología.... p 203.Stanicaw TABACZYNSKI: «Cultura e culture...», pp. 29-30,

La «Arqueología de la producción» supone, en efecto, una orientación de esta disciplina que entronca con la Historia de la cultura material, y que tiene como eje central el estudio de los cidos productivos de los objetos. Son considerados, en cierta manera, como un nexo de unión entre los recursos naturales, la técnica y los hombres. Por eso, transciende, o debe de hacerlo, el mero examen de la tecnologia, aunque ésta ocupe un espacio importante en el análisis a realizar. Asimismo nos debe de informar de cuestiones que no se pueden analizar de orra manera. Nos referimos, por ejemplo, a los recursos de los artesanos para conseguirlos y los grados de preferencia que tienen las gentes, entre otras cosas.

No se debe de utilizar como una panacea, pero tampoco despreciarla. Los resultados obtenidos están por ver, pero en los estudios de cerámica, cuando se analizan los procesos tecnológicos, son muy prometedores 38.

Sin ningún género de dudas la cerámica aparece en la Arqueología casi como el paradigma del conocimiento. Al ser el fósil guía por excelencia, es considerada como el objetivo fundamental de los arqueólogos. Pero tampoco se debe de olvidar que, quizás por el análisis viciado de muchos de quienes se dedican a ella, suscita no pocas desconfianzas. A este respecto no resistimos la tentación de reproducir un párrafo de ciertos arqueólogos británicos: «La cerámica tiende a suscitar fuertes emociones entre los arqueólogos: la aman o la odian. Para algunos tiene una fascinación indefinible y potencialmente contiene mucha información, que un estudio arduo y cuidadoso ha de poner de manifiesto. En el otro extremo del péndulo, la cerámica aparece como el más común de los materiales arqueológicos, cuyas funciones principales son entorpecer la tarea auténtica de excavar, abarrotar los almacenes y comportarse como un «agujero negro» arqueológico de los recursos que siguen a la excavación. Entre ambos extremos existe un amplio espectro de opiniones: hay quienes ven la cerámica como una rarea inevitable, un material que se ha de procesar con la máxima rapidez antes de volver a enterrarlo (ya sea en el terreno o en un almacén), un poco como los residuos radiactivos de bajo nivel...Otros adoptan una visión más mística y creen que el fragmento más humilde contiene la información más sorprendente, que tan sólo puede descifrar el especialista en cerámica, una especie de gurú..»39.

33 Jean-Marie PESEZ: «Archéologic et histoire médiévales», Heresis. Collerion d'hérésiologic mádiévale, Carcassone, 1990, pp. 7-24, espec. p.14.

34 Jean-Marie PESEZ: «Archdologi . 12

35Jean-Marie PESEZ: «Archéologic...», p. 21.

36 Tiziano MANNONI y Enrico GIANNICHEDA: Archeologia della produzione. Turín, 1996.

37 Tiziano MANNONI: «Archeologia della produziones. Archeologia Medievale, XIV, 1987, pp. 559-564, espec. p. 560.

38 Esteban FERNANDEZ NAVARRO: La tradición tecnológica de la cerámica de cocina de exposición al fuego de época nazarí en la provincia de Granada. Trabajo de doctorado inédito. Granada, 1997.

39 Clive ORTON, Paul TYERS y Alan VINCE: La cerámica en Arqueología Barcelona, 1997, p. 15.

40 Manuel ACIÉN ALMANSA: «Cerámica y propaganda en época almohades, Arqueología Medieval, 4 (1996), pp. 183-191.

Por si fuera poco, la cerámica nos debe de mostrar comportamientos humanos que van más allá de la simple actividad que reflejan. En gran medida contienen información antropológica de primera magnitud, y mucha de ella no siempre se puede analizar desde otra perspectiva. Todo lo que venimos diciendo nos obliga a afirmar que la cerámica debe de ser tratada en conjuntos, aunque se individualicen los elementos. Es decir, nunca es aconsejable detener el estudio en el establecimiento de una tipología cronológica ni tampoco formal. Evidentemente no es posible llevarlo a cabo en el marco de una cerámica descontextualizada y guardada en conjuntos extraños a los de procedencia. Por mucho que se quiera hacerlo, las limitaciones para examinar la cerámica desde una visión más completa son muchas. Si hiciéramos una revisión, lo cual no es nuestro propósito, de los estudios que hasta el presente sc han publicado sobre la cerámica nazarí y mariní quizás podríamos darnos cuenta de dos cuestiones que aparecen de inmediato, Ante todo, se percibe cómo la de esta época no ha generado tan abundantes estudios como otras. La verdad es que esta afirmación no se puede hacer rotundamente, pues es preciso señalar algunas advertencias. Hay bastantes trabajos sobre cerámica nazarí, pero no rodos tienen el mismo valor y, desde luego, abundan aquéllos que hacen referencia a las piezas de mayor lujo.

Hace casi dos décadas Zozaya escribía al respecto: «Par malchance le matériel que nous devons utiliser a été publié trés partiellement. Exception faite de larticle bien connue de Casamar, le travail de Duda sur Almeria, celui de Blake sur les découvertes italiennes, celui de J. G. Hurst sur l'imporation en Grande-Bretagne er un travail récent se référant 4 des pieces nasrides, nous pouvons dire que la bibliographie est insuffisanre et incomplete. II faut se rapporter, comme nécessairement, aux écrits de Gómez Moreno et de Torres Balbás 41.

En la misma línea se ha pronunciado diez años después de las palabras de Zozaya el gran arqueólogo y ceramólogo Guillem Rosselló y otros autores. Primero se refieren a la cerámica nazarí: «La producción cerámica nazarí presenta en el momento actual una serie de problemas que afectan a su evolución tipológica y a su desarrollo cronológico. Estos problemas vienen impuestos por las escasas monografías publicadas sobre el tema, a la falca de catálogos razonados de los fondos museológicos y en especial al limitado número de excavaciones sistemáticas dedicadas a estudiar este período. 42.

De manera inmediara añaden: «Las investigaciones norteamericanas en Qasr l. Sagir conocidas en especial a través (sic) de los resúmenes presentados en Valbonne y Siena ofrecen un esquema cronoldgico en lo que respecta al marerial merin(, que no tan solo es coetáneo de lo nasarí, sino que ofrece interesantes paralelos. La comunicación de Grenier de Cardenal sobre Belyounesch es un elemento más a tener en cuenta.» 43

Parece indudable que ambas cerámicas, como otras manifestaciones culturales, están estrechamente ligadas. El avance en una de ellas supondrá el de la otra. La corresponden- cia observada a muchos niveles, ha sido puesta de relieve recientemente en sus aspectos arquirecrónicos. Ya lo ha señalado Manuel Acién al recoger la polémica generada por García Gómez al hablar del Mexuar de la Alhambra: «... Lo que no se puede aceptar es que, tal como revelan las investigaciones de A. Orihuela, la ran celebrada por García Gómez arquitectura nazarí sea una imitación de la que venían haciendo los Mariníes en el actual Marruecos, y por ello se recurre a la autoridad de Henri Terrasse y su Uarr hispanomauresque, de 1932, obra de lo más típico del colonialismo.44

41 Juan ZOZAYA: Aperqu général sur la céramique espagnole», La céramique en Méditerranóe Occidentale. X- XV siécles. (Valbonne, 11-14 septembre 1978). París, 1980, pp. 265-296, espec, p. 288.

42 Parrice CRESSIER, M. Magdalena RIERA FRAU y Guillermo ROSELLÓ-BORDOY: «La cerámica tardoalmohade y los orígenes de la cerámica nasarí». A cerámica medieval no Mediterráneo occidental. Lisboa, 16-22 de noviembre de 1987. Lisboa, 1991, pp. 215-246, espec. p. 215.

43 Patrice CRESSIER, M* Magdalena RIERA FRAU y Guillermo ROSELLO-BORDOY: «La cerámica tardoalmohade...s, p. 216.

44 Manuel ACIEN ALMANSA: Arquitectura andalusí y arqueología: el estado de la cuestión», en Arquitectura en al-Andalus. Barcelona, 1996, pp. 55-65, espec, p. 64.

45 Acras del coloquio la cerámica andalusí. 20 años de investigación (Jaén, 15a 17 de octubre 1997), Arqueo- logía y cerritorio medieval, 6 (1990).

46 Manuel ACIEN ALMANSA, Parrice CRESSIER, Larbi ERBATI y MAURICE PICON: «La cerámica a mano de Nakúr (ss. IX-X). Producción beréber medieval». Argueología y territorio medieval, 6 (1999). pp. 45-69.

47 Isabel FLORES ESCOBOSA, Marla del Mar MUÑOZ MARTÍN y Jorge LIROLA DELGADO: «las producciones de una alfar islámico en Almerta». Arqueología y territorio medieval, 6 (1999), pp. 207-239.

48 Isabel FLORES ESCOBOSA: Estudio preliminar sobre la loza azul y dorado nazarí de la Alhambra. Madrid, 1988.

49 Alfonso RUIZ GARCÍA: La cerámica doméstica nazarí en vidriado verde del Museo Nacional de Arte Hispa0 Musulmán, Memoria de licenciatura inédita. Granada, 1980.

50 Sólo señalaremos el estudio de Isabel FLORES ESCOBOSA y M. del Mar MUÑOZ MARTÍN: «Cerámica mazarf (Almería, Granada y Málaga). Siglos XII-XV)», en Spanish medieval ceramics in Spain and British Isles: Oxford, 1995, pp. 245-277.

51 [Isabel FLORES ESCOBOSA y M* del Mar MUÑOZ MARTÍN:] Vivir en al-Andalus. Exposición de cerámica (s. IX-XV). Almería, 1993. 52 [Isabel FLORES ESCOBOSA, M. del Mar MUÑOZ MARTÍN y Jorge LIROLA DELGADO: las producciones...n, p. 207.

53 Isabel FLORES ESCOBOSA, María del Mar MUÑOZ MARTÍN y Jorge LIROLA DELGADO: elas produc- ciones...», p. 220.

54 André BAZZANA e Yves MONTMESSIN: «Quelques aspeers de la céramique médiévale du Maroc du nord». Acres du 5éme Colloque sur la céramique médiévale. (Rabat, 11-17-noviembre-1991), Rabat, 1995, pp. 241-259.

55 Charles L. REDMAN, R. D. ANZOLE y P. E. RUBERTONE: «Qase es-Seghir. Three seasons of excavation». Bullerin d'Archéologie Marocaine, X1 (1978), pp. 155-195; Charles L. REDMAN, J, L. BOONE y J. E. MYERS; «Fourth seasons of excavarions ar Qasr as-Seghir», Bullerin d'Archeologie Marocaine, XII (1979-1980), pp. 264- 284, y Charles L. REDMAN: «Late medieval ceramics from Qast es-Seghir». La céramique médiévale en Médirérranee Occidentale. X -XV* siécles, (Valbonne, 11-14 septembre 1978), Paris, 1980, pp. 251-264.

56 Michel GRENIER DE CARDENAL: «Recherches sur la céramique médiévale marocaine». La céramique médiévale Occidentale. X-XV siécles. (Valbonne, 11-14 septembre 1978). París, 1980, pp. 227-249.

57 André BAZZANA, Micheline de CARDENAL-BRETON, Patrice CRESSIER y Abd el-Aziz TOURI: «Un four de potiers dans le Nord du Maroc», Fours de potiers et «testares» médiévaux en Mediterranée Occidentale. (Madrid, 8-10, encro-1987). Madrid, 1990, pp. 93-104.

58 Aún no se han valorado suficientemente los problemas derivados de una apertura del mercado arqueológico.

59 Purificación MARINETTO SANCHEZ ¢ Isabel FLORES ESCOBOSA: «Estudio tipo-cronológico de la cerámica nazarí: elementos de agua y fuego», Actes du 5 Colloque sur la céramique médidvale. (Rabat, 11-17-noviem- bre-1991). Rabat, 1995, pp. 178-109.

60 Purificación MARINETTO SÁNCHEZ e Isabel FLORES ESCOBOSA: «Estudio tipo-cronológico...», p. 178. Respetamos las grafías que aparecen en el original, que, en toda la edición, son deficientes.

61 Sonia GUTIÉRREZ LLORET: «La cerámica emiral de Madinat Iyih (el Toleo de Minareda, Hellin, Albacete), Una primera aproximación». Arqueología y territorio medieval, 6 (1999), pp. 71-111, espec. pp. 72-73,

Hay que tener cuidado con determinadas afirmaciones en uno y otro sentido. Son muchos los arqueólogos que han seguido las fuentes escritas para abreviar su análisis y someterlo a una dinámica histórica, en la que muchas veces ha predominado de manera asfixiante la propia historia política. No cabe duda de que ciertos historiadores han demandado a la Arqueología una concreción imposible, así como han querido establecer una cronología absurda. Pero no se puede repetir una diatriba en la que arqueólogos e historiadores, según los casos representen el papel de malo; a conveniencia del contrario.

No creemos que se deban de buscar unos orígenes prístinos y se consagre una división maniquea entre unos y otros. No obstante, tiene razón Sonia Gutiérrez cuando demanda una mayor depuración de los daros, y señala la obligación de hacer Historia a partir del registro arqueológico. Pero no parece que nadie se opondría a tal cosa. En ese sentido, la elaboración de estudios de cerámica que vayan más allá de una simple tipología es esencial, pero la reiteración sin límite no lleva a ninguna parte. Por lo demás, quizás haya que advertir que se siguen siempre determinaciones temporales de corte eminentemente político.

Ya lo ha advertido recientemente Retuerce62. Hay una gran dificultad de hacer estudios con materiales muy desiguales, muchos de ellos recuperados sin conocer su posición estratigráfica. Aunque se han publicado algunos catálogos y se han realizado algunas tesis doctorales de época nazarí 64 no son sino la expresión de una etapa anterior, cuando había proyectos sistemáticos de investigación. La responsabilidad directa es de los arqueólogos que trabajamos en el ámbito del antiguo reino de Granada y, en otra medida, de quienes lo hacen o deberían hacerlo, en el Magreb.

Dejando a un lado cuestiones que no se pueden ahora discutir, hay que mostrar cómo la situación de los estudios de una cerámica, la marini, inciden en la otra, la nazarí, y viceversa. Ya Fernández Sotelo señalaba la similitud de ambas, de tal manera que el avance significativo en una arrastra a otra. Así escribía: «De cualquier forma, para Ceuta debemos de hablar de un péríodo merinida, cuyo desarrollo en el Norte de África corre paralelo al del reino nazarí. Sin embargo creemos que el dominio merinida no modificó las estructuras culturales y de convivencia de nuestra ciudad con la orilla opuesta del Estrecho, y ya porque fuera imitada por los alfareros locales o importada, podemos seguir denominando «cerámica nazarí» a la usada durante este perfodo».65.

Hoy podemos decir que se trata más bien de una común cultura, la del Norte de Africa y la de al-Andalus, en la que las formas cerámicas, como otras muchas cosas, son muy parecidas. El tráfico comercial, que significa asimismo el transporte de cerámica; nos indica la relación constante entre las dos orillas del Mediterráneo islámico. Algunos datos espigados de las fuentes escritas pueden servir como indicadores de su importancia, Así, en un viaje marítimo de un

62 Manuel RETUERCE VELASCO: La cerámica andalusí de la Meseta. 2 vols. Vol. 1. Madrid, 1988, pp- 15-18.

63 Antonio MALPICA CUELLO y Antonio GÓMEZ BECERRA: Una cala que llaman la Rijana. Argueología y paisaje. Granada, 1991.

64 Citaremos la de Alberto GARCÍA PORRAS: El yacimiento medieval de El Castillejo. Nuevos datos para el estadio de sus cerámicas. 1998.

65 Emilio FERNANDEZ SOTELO: Ceuta medieval. aportación al estudio de las cerámicas (s. X-XV). Vol. 1. Cerámicas de uso particular, Ceuta, 1988, p. 27.

66 Mamuel SANCHEZ MARTINEZ: «Comercio nazarí y piratería catalano-aragonesa (1344-1345)». Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb. Siglos XITI-XVI. Madrid, 1988, pp. 41-86, espec- p. 58. Se refiere a un documento del Archivo de la Corona de Aragón, publicado por Maximiliano ALARCON Y SANTON y Ramón GARCÍA DE LINARES (eds.): Las documentas árabes diplomáticos del Archivo de la Corona de Aragón. Madrid, 1940, doc. núm.. 64, pp. 124-125.

67 Gomes EANES DE ZURARA: Crónica do Conde Dom Pedro de Menezes. Edición facsimil de José Adriano de FREITAS CARVALHO. Porto, 1988, livro 1, cap. XLII, pp. 347-350.

68 Gomes EANES DE ZURARA: Crónica do Conde Dom Pedro..., livro 11, cap. XVI, pp, 534-539.

69 J. BLANQUEZ ex alii: La carta arqueológica-subacuática de la costa de Almería (1983-1992), Sevilla-Madrid, 1998

70 J. BLÁNQUEZ et alii: La carta arqueológica-subacuárica..., pp. 319-322.

71 , BLÁNQUEZ et alií: La carta arqueológica-subacuática..., p. 120.

El establecimiento de clasificaciones es, en definitiva, una exigencia científica, que ha de ser considerada como un instrumento destinado a dividir y organizar en unidades una masa de daros —de objetos en el presente caso—, de manera que estas unidades puedan ser examinadas independientemente y comparadas con cada una de las demás, así como con otros datos. Al dedicarse al estudio de la cultura material, las bases del trabajo clasificatorio se apoyan necesariamente en la tipología, mediante la cual se supera el proceso inicial de agrupación de datos para alcanzar el nivel de la abstracción19. El agrupamiento de artefactos para formar una tipología parte de la presencia de un número significativo de atributos comunes, que pueden no obstante ser de diferente naturaleza (material utilizado, técnica, forma, medidas, decoraciones...), determinando así que puedan realizarse diversas clases de tipología a partir de un mismo grupo de artefactos 20. Algunos autores apuntan que el procedimiento a seguir no se diferencia mucho del que se han servido las ciencias de la naturaleza para dar lugar a las clasificaciones taxonómicas: «Le prime, infatti, nare como sistematiche zoologiche e boraniche, tendono a evidenziare genetiche fra le varie specie, mentre sono soltanto farti culturali a far s) che certi gruppi di manufarti abbiano in comune uno o piti caratteri distintivi. Come al solito i fatri culturali possono agire a vari livelli: il livello economico, ad esempio, & importante nelle produzioni dí serie presenti in ogai epoca; quello sociale nella moda; quello mentale nell'imirazione di ció che piace, ma anche nell'invenzione di varianti che possono creare nuovi tipi; quello tecnico, infine, ha sempre influiro molto sulla conrinuitá dei tipí perché le conoscenze dei modi di produrre sono state quasi sempre di natura empirica, e trasmese quindi manualmente e oralmente a borrega o in cantiere. L'uomo quindi ha prevalentemente seguito la tradizione, non perché fosse sempre mentalmente conservatore, ma perché quello era l'unico modo per imparare un mestiere. Soltanto quando questo si era appreso molto bene si poteva cercare di cambiarlo in meglio e non in peggio, o di introdurre forme nuove in un tipo gii esistente di manufarro: la novitd pué rimanere un'opera unica o pud dare origine a un nuovo tipo» 21.

En el otro extremo tecnológico, por lo menos para el caso granadino y, por qué no, para el mariní, se debe de conocer el cambio que se pudo producir, y en qué medida aconteció, con la implantación cristiana y el establecimiento de su presencia en determinados puntos norteafricanos. En la misma línea que la cerámica va de un lado al otro por el comercio, se debe de considerar cómo se extendió la influencia de una cultura sobre la otra. No parece lógico pensar en una transformación radical, pero si en modificaciones claramente perceptibles. Al mismo tiempo que observamos la consideración de los hornos como estructuras casi industriales, disminuyendo el número y la extensión territorial de los talleres y controlando el comercio de las piezas, se generaron nuevos tipos, o mejor dicho, se desarrollaron a partir de formas anteriores. En tal sentido, la cerámica del azúcar, que ahora empieza a ser conocida, puede servir de ejemplo, pero sólo es un caso. Quedaría por hablar de piezas empleadas en la mesa para comidas cada vez más individuales y no colectivas, como sucede con las escudillas y los platos; Por todo ello, las condiciones del comercio de la cerámica debieron de variar.

El intento realizado por Rodríguez Aguilera y Luis de la Revilla para discernir las modificaciones que supone la implantación de la cerámica cristiana en la ciudad de Granada ha arrojado sus primeros frutos77. Vale como indicador de lo que debe de considerarse en los estudios de este tipo que deberán de hacerse en orros ámbitos urbanos e incluso rurales. Asimismo aquél tendría que ampliarse con restos cerámicos de más excavaciones que las estudiadas en el presente caso: Sin embargo, las conclusiones merece la pena reseñarlas. Ante todo, se percibe un cambio en los usos alimenticios, constatado también por las fuentes escritas. La utilización de una vajilla que permite comer en común, según se aprecia en las formas, es característica del período islámico. Los grandes ataifores aparecen como algo habitual, si bien se aprecia en la cerámica nazarí una tendencia distinta, como si de una aproximación se tratase al mundo cristiano. Ya la hemos puesto de relieve en otro lugar: «Se puede señalar, no obstante, que hay ejemplares en la cerámica nazarí de cuencos que se asemejan a los cristianos… Al mismo tiempo en los ataifores nazaríes se observa una doble tendencia; los de perfil quebrado y los de paredes divergentes, que se asemejan a piezas posteriores, cuencos y platos respectivamente.78

Parece que el número de ataifores aumenta en la cerámica nazarí, al mismo tiempo que disminuye su tamaño: «... el desarrollo final del mundo nazarí, en contacto con el castellano, implica un aumento del número de ataifores de menores dimensiones que en épocas anteriores»79.

Contrasta con las formas de comer de los cristianos en esa época tardomedieval y moderna, como ya señaló Claudio Torres80. En tal caso, la comida se hace de forma individual, no en común: «En el otro lado, un concepro de las formas de cansumo común a todo occidente y radicalmente distinto se materializa en un ajuar cerámico destinado para uso individual, representado por el plato, el cuenco y la escudilla aunque también estan (sic) presentes otras piezas como saleros, fuentes de servicio, jarritos, jarros y jarras 81.

año siguiente, día memorable para los descendientes de Pelayo, que vieron coronado por tan feliz éxito su patriótico y tenaz empeño de recobrar la tierra perdida desde la acíaga jornada de Guadalete 72.

Es evidente que esa idea directriz era la predominante, y ha continuado así, en la historiografía española. Con fina inteligencia un descendiente suyo, que prologa la reedición última de su obra, nos descubre la realidad que hay detrás de estas apreciaciones. En primer lugar escribe: «Ello no ha de empañar el resultado de sus averiguaciones cuando haya de atender al estudio de los documentos, como es claro en el tema de la Alhambra, que una cosa era el «odio al moro» y otra cosa distinta la admiración de su arto73.

Por otro lado, se aprecia una escasa dedicación a los trabajos sobre cerámica nazarí partiendo de niveles conceptuales. En tal sentido, avances tan considerables como aquellos que ha supuesto la introducción de aspectos de contenido antropológico e incluso histórico, están por aplicarse a los estudios concretos de cerámica74. Esta cuestión es de lamentar, toda vez que, además de las fuentes escritas, es posible echar mano de la etnología para establecer las pautas de un análisis más complejo.

Hay, sin embargo, algunos datos positivos que nos hacen concebir esperanzas. Las intervenciones en Ceuta y Algeciras y algunas actuaciones en el solar del antiguo reino de Granada lo permiten. Este mismo coloquio es un buen ejemplo inicial.

Para terminar deberíamos señalar algunas cuestiones que consideramos primordiales en el estudio de estas cerámicas. Ante todo, es obligado definirlas a partir de su correspondencia o no, planteando similitudes y variaciones, con respecto a la cerámica anterior, la almohade. Sin duda ésta representa un cambio bien visible. A la aparición de elementos de tipo tecnológico que hasta entonces no se habían generalizado, como el vidriado interior de las piezas de cocina, hay que añadir el desarrollo de una iconografía decorativa, que conocemos parcialmente75.

Pero también será necesario estudiar la que se desarrolla a partir de nuevas récnicas, principalmente la del estampillado76, por no recordar el esgrafiado. No se ha establecido tampoco un andlisis que nos muestre el porcentaje de unos tipos sobre otros. Así, por ejemplo, el empleo de la cazuela, por supuesto con vidriado melado en su interior, parece ir desplazando al de la marmita, igualmente vidriada. Pero esta tendencia, que se amplifica según todos los indicios en la cerámica nazarí, está por estudiar. Y eso aunque tenga una indudable importancia para conocer los cambios en las costumbres alimenticias. La evolución que se percibe en la cerámica de cocina, en menor medida en la de servicio de mesa, de época tardomedieval, nazarí y mariní, con una transformación apreciable en las marmitas y tal vez menos en las cazuelas, no puede ocultar la necesidad de acometer un examen de todos los conjuntos, incluyendo en ellos los grupos que se hayan estudiado por su funcionalidad.

Sin duda, como ya hemos dicho más arriba, hubo una modificación en las mismas formas de producir cerámica. No es tanto una cuestión tecnológica, como una necesidad de adaptación a la nueva fiscalidad castellana y a la propia estructura urbana que necesariamente habría de cambiar. En tal sentido se habla de la aparición de la celebérrima cerámica de Fajalauza de Granada, situados los hornos extramuros, al lado de la puerta del mismo nombre: «Pero el cambio en el ajuar cerámico no sólo implica un cambio alimentario como muestra clara de la aculturación sino que también es un indicador de la evolución urbana y del carácter de cada una de las partes, junto a un proceso de aculturación más amplio que vas más allá de las tradiciones alimentarias, pues desde el siglo XVII, posiblemente a raíz del decreto de expulsión definitiva de la población morisca, aparece una nueva cerámica, con nuevas formas y decoración en azul y fondo blanco, creándose la cerámica de Fajalauza, y abundando las producciones italianas, que aunque ya circulaban por la ciudad habría que relacionar con la colonia genovesa instalada en Granada, al igual que en otras zonas del reino, y que precisa ser definida con claridad82. Dejando a un lado la equívoca afirmación de la expulsión de los moriscos en relación a la asignación del siglo XVII como referente, quedan cosas por explicar. Una de ellas es la generación de la cerámica de Fajalauza, pues no sólo obedece a un cambio decorativo, sino también de tipos. Asimismo, sería importante constatar las exportaciones italianas. Nos hablan éstas de un camino de vuelta, cuando antes fue de ida. El conocimiento de las actividades comerciales es aquí, una vez más, esencial.

Como parece lógico estos cambios de la cerámica nazarí a la castellana se cifran en formas concretas, destacando las de la vajilla de cocina. El paso de la marmita nazarí a la olla castellana no se ha explicado aún. Se conoce mejor el de la cazuela de un pérfido con respecto a la del otro, o mejor dicho de una cultura a otra, porque las piezas nazaríes convivían con las de más allá de la frontera, y éstas no las conocemos bien. Sólo los trabajos desarrollados en la zona levantina pueden suministrarnos alguna luz 83.

Las distinciones que venimos planteando son propias de una clasificación cronotipológica, como parece obligado por el estado de conocimiento que hay acerca de estas cerámicas. Sin embargo, es necesario trascender desde los inicios de la propia investigación a tal nivel. Se debe de trabajar más, sin duda, en los caracteres tecnológicos y morfológicos, pero igualmente tienen que entrar en los análisis otros aspectos. Nos interesa destacar uno que ha arrojado suficiente luz en ciertos casos. Nos referimos al estudio de Alberto García Porras sobre la cerámica de las viviendas de «El Castillejo»84, yacimiento que cubre el período tardoalmohade y la primera etapa nazarí. La distribución de las piezas y formas por conjuntos excavados y por unidades de habitación, incluso por ámbitos, puede arrojar mucha luz en determinados yacimientos. La combinación del estudio de la cerámica con las estructuras construidas y de las unidades de deposición, que debería ser habitual, es fundamental para avanzar.

El caso que hemos comentado es uno de los muchos que podríamos traer a colación. Es verdad que en él ha tenido que primar una primera aproximación cronotipológica, ya que el conocimiento que tenemos de la cerámica marini obliga al establecimiento de cronologías muy definidas. Por eso, la clasificación cronotipológica es fundamental, máxime en la ciudad de Ceuta, en la que se pretende llevar a cabo una Arqueología científica que supere la más propia de los hallazgos: «Efectivamente, a pesar de la ingente labor llevada a cabo, los objetos recuperados proceden en su inmensa mayoría de hallazgos casuales o, en el mejor de los casos, de la excavación de silos con los consiguientes problemas de cronología y la dificultad añadida de su interpretación desde un punto de vista histórico. En este sentido, la excavación cuyos resultados preliminares son presentados en este trabajo, constituye la primera representación amplia de hallazgos procedentes de una intervención arqueológica propiamente dicha que aporta algunos daros sobre las características de las viviendas ceutíes y sobre su organización espacial 87. Los mismos arqueólogos ponen de relieve que, pese a la importancia del trabajo, no pueden extrapolarse sin más los datos 88.

72 Manuel GÓMEZ MORENO [GONZÁLEZ]: Gufa de Granada. Granada, 1892 (reimp. Granada, 1994), p. 18,

73 José Manuel GÓMEZ MORENO CALERA: «Estudio preliminars, cn Manuel GOMEZ MORENO [GONZÁLEZ]: Gufa..., pp. XVIL-LXXI, espec. p. XXXII.

74. ROSSELLO BORDOY: El nombre de las cosas en al-Andalus: una propuesta de terminología cerámica. Palma de Mallorca, 1991. Esta obra culmina su precioso libro: Ensayo de sistematización de la cerámica árabe de Mallorca. Palma de Mallorca, 1978.

75 Manuel ACIÉN ALMANSA: «Cerámica y propaganda...»

76 Aunque cada vez disponemos de corpus de esta cerámica, estamos aún lejos de establecer una sistematización de la misma que permita reconocer la que es indudablemente almohade y la que es posterior.

77 Ángel RODRIGUEZ AGUILERA y Luis de la REVILLA NEGRO: «La cerámica cristiana de los siglos XVI y XVII de la ciudad de Granada». XV Jornades d'Estudis Histórics Locals. Transferéncies y comerg de cerámici a 1'Europa medirerrinia (segles XIV-XVII). Palma de Mallore, 1997, pp. 147-168.

78 Antonio MALPICA CUELLO: «La alqueria nazarf de Bordonar en la Vega de Granada». Estudios de Historia y de Arqueología Medievales, XI (1996), pp. 313-348, espee. p. 331.

79 Ángel RODRIGUEZ AGUILERA y Luis de la REVILLA NEGRO: «La cerámica cristiana...s. p. 158.

80 Claudio TORRES: «A industria do acucar nos alvores da expansao atlántica portuguesa». Acras del II Seminario Internacional. La caña de azúcar en el Mediterráneo. (Motril, 1990), Granada, 1991, pp. 183-206, espec. p. 193.

81 Ángel RODRÍGUEZ AGUILERA y Luis de la REVILLA NEGRO «La cerámica cristiana » p.159

81 Ángel RODRÍGUEZ AGUILERA y Luis de la REVILLA NEGRO: «La cerámica cristiana...». p. 159.

82 Ángel RODRÍGUEZ AGUILERA y Luis de la REVILLA NEGRO: «La cerámica cristiana...». p. 159.

83De una producción científica importante vamos a destacar el trabajo de Jaime COLL CONESA, Javier MARTÍ OLTRA y Josefa PASCUAL PACHECO: Cerámica y cambio cultural, El tránsito de la Valencia islámica a la cristiana. Valencia, 1989.

84Nos referimos 2 la tesis doctoral de Alberto GARCÍA PORRAS: El yacimiento medieval de El Castillejo...

Esa primera actitud tendrá asimismo que completarse con la obligada consulta de fuentes de otro tipo, entre ellas las escritas, pero también, para el presente caso, las etnográficas. Los resultados no son lo brillantes que cabría esperar. Se debe fundamentalmente al hecho de que hay pocos estudios realizados hasta el presente y, en consecuencia, están poco contrastados y, desde luego, no son extrapolables. A la tesis de García Porras, ya citada, habría que añadir, en otra línea, el análisis de Julio Navarro de una casa en la ciudad de Murcia85.

Con todo, sigue utilizándose la recogida sistemática de materiales para establecer una diferenciación cronotipológica. En la excavación del Arrabal de En medio de Ceuta, donde han aparecido viviendas fechadas en el siglo XIV, se aprecia con cierta claridad. Los arqueólogos escriben: «Los hallazgos cerámicos de Huerta Rufino se caracterizan por formar un grupo muy homogénea cronológicamente, por la documentación de numerosas producciones de calidad y por la gran variedad tipológica. El número de fragmentos sobre el que se basa el estudio de materiales supera ampliamente el millar. Aunque presentes en todo el yacimiento, la inmensa mayoría procede de la calle, cocina y Estancia 5 de la Casa 2. Respecto a la causalidad de uso/ ubicación de aparición, no se ha podido establecer una relación directa. Para su estudio han sido agrupados atendiendo a su diferente funcionalidad si bien esta clasificación siempre ha de ser tomada con las necesarias reservas ya que buena parte de estos ejemplares tuvieron usos diversos 86.

Las argumentaciones de los investigadores que escriben estas líneas son más que lógicas, porque parten de una cierta inevitabilidad. No obstante, se echa de menos una agrupación estadística de las piezas y un análisis de su distribución de la globalidad de los conjuntos. Por ejemplo, tenemos una descripción tipológica de las marmitas y cazuelas, así como de los jarritos/ as, pero ignoramos qué representación tienen en el conjunto cerámico. Al tratarse de un primer estudio, seguro que en el futuro se realizará.

85 Julio NAVARRO PALAZÓN: Una casa islimica en Murcia. Murcia, 1991.

86 José Mauel HITA RUIZ y Fernando VILLADA PAREDES: «Unas casas meriníes en el Arrabal de Enmedio de Ceuta. Caetaria, 1 (noviembre 1996), pp. 67-91, espec. p.76.

87 José Mauel HITA RUIZ y Fernando VILLADA PAREDES; «Unas casas meriníes...», pp. 79-80.

88 José Mauel HITA RUIZ y Fernando VILLADA PAREDES: «Unas casas meriníes...», p. 80.

Aun así, la elaboración que han hecho es una primera piedra sobre la que se debe de construir. Por eso mismo, es preciso señalar, no sólo con respecto a este digno estudio, sino 4 todos los que se vienen haciendo, que es posible un análisis mayor siempre que se agrupen de otra manera los daros. La inevitable y obligada cronotipología de la cerámica no debe de impedir su consideración como ajuares que, en la medida de lo posible, hay que agrupar en conjuntos. Tal vez el sistema de recogida y, sobre rodo, de posterior tratamiento del material deba de cambiar. El contexto de la deposición no se puede limitar a sus coordenadas, sino que ha de integrarse en una concepción más amplia. Se tiene que pensar en su funcionalidad, pero también en sus usos. Lo procesos tecnológicos dejan huellas a veces sólo visibles para un especialista, En la misma línea, sus ubicaciones nos permiten hablar de su papel en el conjunto, pero igualmente sucede con cuanto lo rodea.

El estudio de la cerámica nazarí y mariní está en sus inicios, por tanto puede arrancar de bases más sólidas, superando estrechos marcos por muy inevitables que parezcan. Si se hace así podremos conocer una realidad histórica más densa. Habrá que determinar el estándar de los ajuares, para poder establecer diferencias entre unos asentamientos y otros. Se atenderá como primera diferencia a los ámbitos rurales con respecto a los urbanos. Los indicios que tenemos hasta hoy es que la calidad de la cerámica es muy homogénea y la riqueza de las piezas muy similar. Seguramente se debe a la generalización de su comercio. En otro orden de cosas, la elaboración tecnológica es muy rigurosa y requiere una preparación importante, de manera que no parece que esta cerámica tardomedieval deba de envidiar nada a las anteriores, consideradas frecuentemente mejor elaboradas.

En fin, son únicamente algunos apuntes sobre esta temática. Al contrario que con otras cerámicas, con las nazaríes y Mariníes, el camino que queda por recorrer es muy grande. Las preguntas formuladas parten de la constatación de que es preciso establecer aún unas líneas generales, pero queremos que se contesten dando una nueva dimensión a los estudios ceramológicos, Los aspectos tecnológicos no habrán de sustituir a los decorativos ni a los morfológicos, sino que todos ellos tendrán que imbricarse. Sobre todo no podrá prescindirse de aquellos otros que se basan en las fuentes escritas (los referentes a la alimentación, a la vida agrícola, etc..) y en la Etnología. Es más, los análisis tendrán que estar, en la medida que sea posible, alejados de la dinámica impuesta por la Arqueología involuntaria, y, por supuesto, seriamente planificados y desarrollados. No nos conformaremos con examinar los vestigios extraídos de excavaciones urbanas ocasionales, sino que habrá que actuar con un plan previo. Y en ese caso, los asentamientos rurales, los peor conocidos, tendrán que ser excavados de manera sistemática. De otra forma, sólo llegaremos a establecer tautologías.

Estudio tecnológico de la cerámica nazarí de Granada

1. Introducción

El estudio de la cerámica desde la perspectiva de la tecnología requiere un método de análi- sis distinto a la que habitualmente se aplica al traramiento de estos materiales. En el trabajo de investigación arqueológica y etnológica, el enfoque o la pregunta inicial desde la cual se parte determina el resto del proceso que nos conduce a la resolución de las cuestiones planteadas o al descubrimiento de nuevos interrogantes, no se trata de aportar nuevos materiales a la investigación de los restos arqueológicos, sino de interpretarlos de una forma distinta.

El tratamiento de la cerámica hispanomusulmana anterior a la Guerra Civil, período caracterizado por una falta de sensibilidad que denuncia el propio Torres Balbás en un artículo de la revista «Al-Andalus»!, en el que invita a la investigación sistemática y «seria» de la cerámica musulmana.

En esta primera época el estudio estaba motivado por el interés artístico y estético de la pieza, más que por su valoración desde el punto de vista documental o como manifestación material para la reconstrucción del proceso cultural en términos generales. La investigación de la cerámica hispanomusulmana tardará aún bastantes años en pre- sentarse de forma distinta, porque este procesa solo podrá ir asociado a una valoración de la arqueología medieval y a una recalificación de yacimientos (no monumentales) posteriores al ciclo cultural romano.

La década de los cuarenta muestra tres tipos de registros bibliográficos, en los que la cerámi- ca aparece implicada. Por una parte, se mantiene la parcela divulgativa iniciada en años anteriores, con nuevos textos de González Martí2 o de Camps Cazorla3. En segundo lugar, se realizan las primeras revisiones de las condiciones de hallazgo del material de los antiguos yacimientos de Al-Zahra y de Ilbira, a cargo de Castejón4, del propio Camps5, De los Santos Gener6 o Joaquina Eguaras7, vinculados estos últimos a parcelas museísticas, no puramente arqueológicas.

Con estos datos recién publicados y con noticias inéditas, Manuel Gomez-Moreno realiza una nueva puesta al día de la cerámica hispanomusulmana, en su tratado de arte musulmán de la colección «Ars Hispaniae»8 con indicaciones sobre la tecnología de fabricación de algunos tipos de cerámica, especialmente la de reflejo metálico y la de engalba. Esta será su última intervención importante en este campo y, con ella, podemos cerrar un capítulo de más de cincuenta años que, iniciado por su padre, sirvió a las primeras referencias y los primeros trabajos de síntesis de la cerámica. Aunque centraba la atención en los momentos culminantes de la cerámica medieval, la técnica del reflejo metálico y la decoración verde-morado, iniciaban también los pasos para el conocimiento y el interés por la cerámica de uso común, que jugaba un papel más modesto, desde el punto de vista estético. Estas últimas serán el vehículo privilegiado que nos informe sobre las costumbres, los modos de vida y la cronología de los yacimientos en la medida que las técnicas arqueológicas avanzan de la mano del interés puesto en estos otros aspectos del conocimiento de la Historia, Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta se incrementa el número de excavaciones, aunque no es una época especialmente fructífera para la evolución del conocimiento de la cerámica medieval. El impulso definitivo vendrá con el trabajo de Guillermo Roselló publicado en 1978 con el título «Ensayo de sistematización de la cerámica árabe de Mallorca»9. Aunque limitado cronológica y geográficamente, su propuesta de clasificación y su terminología han servido de precedente casi obligatorio. Roselló organiza por formas, técnicas y motivos todos los fragmentos encontrados y catalogados, proponiendo, al mismo tiempo, un estudio de funciones, una correcta denominación de las formas cerámicas y un cuadro cronológico que abarca toda la presencia islámica sobre la isla. La cerámica denominada de «uso común» en contraposición con la de «lujo» adquiere a partir de ahora su mayoría de edad y se inicia un diálogo en el que se empieza a poner en crisis el empleo de estos términos como esquema de análisis, para dar paso a una propuesta superadora en la que la cerámica empieza a ser valorada, más por su cualidad documental que por su carácter estético. A esta hay que sumar la aportación de André Bazzana10, que propone una metodología para el análisis morfológico de la cerámica.

Desde el punto de vista de nuestro estudio la aportación más interesante vino de la mano de José Aguado Villalba11, ceramista y profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, que dio a conocer la existencia de un testar en la ciudad de Toledo con abundante material de desecho y menajes de horno. Las aportaciones de Aguado en el «Segundo Coloquio de Cerámica Medieval en el Mediterráneo Occidental» se vieron completadas con una publicación12.

El estudio de las distintas formas existentes del ajuar cerámico desde el punto de vista funcional lo aporta Julio Navarro Palazén13, haciendo una propuesta de clasificación según el uso a que este destinado la cerámica. Dentro del contexto general de la cerámica hispanomusulmana es su último período, el Nazarí y su evolución entre dos épocas, la almohade y la cristiana, el que centra nuestra atención en este estudio.

El nuevo impulso dado al estudio de la cerámica Nazarí lo representa el proyecto de excavación del yacimiento de los Guájares dirigido por Patrice Cressier, Magdalena Riera Frau y Guillermo Roselló Bordoy14 en el que se inicia el estudio sistemático de un gran lote de cerámicas. La cerámica y los estudios que hasta el presente se han realizado sobre este yacimiento son el material de base elegido para el desarrollo de nuestro trabajo.

La incorporación de los estudios etnológicos al ámbito de la arqueología ha provocado la revisión crítica de los métodos de algunas corrientes de análisis del campo de la arqueología. Como señala Alison C. Peitchard y Sander E, Van der Leew15. Algunas tendencias en la investigación de la arqueología se ha centrado principalmente en el problema de la cronología y en segundo lugar la localización espacial y la cultura relacionada, Actualmente los arqueólogos tienden a enfocar la atención hacia el estudio cualitativo de los objetos y huellas encontradas y en los procesos que deben ser responsabilidad del registro arqueológico. En términos fáciles las cuestiones ¿Cuándo? y ¿Dónde?, han sido sustituidas por las cuestiones ¿Por qué? y ¿Cómo?, y como consecuencia además de la tipología de la cerámica se ha prestado atención a otros aspectos tendentes a la reconstrucción histórica del pasado. La colaboración con otros campos de la investigación ha permitido disponer de medios técnicos e instrumental científico para adentrarse en el micromundo de la cerámica mediante el análisis químico y mineralógico cuyo campo de acción es inmenso y aún está poco desarrollado en el ámbito de la arqueología medieval.

El papel que ha desempeñado la arqueometría ha consistido en la identificación y caracterización de la composición de pastas y vidriados como base para el establecimiento de comparaciones y el reconocimiento de fuentes y procedencias comunes, limitándose en la mayoría de los casos a describir la composición de pastas y desgrasantes, y apuntar posibles lugares de procedencia. Alguna de las aportaciones más interesantes de las técnicas instrumentales de análisis, ha sido la identificación del método de obtención del color blanco de fondo de la decoración vidriada de la cerámica verde-morada16, y cuya solución solo puede obtenerse a partir de la realización de un análisis físico-químico de los elementos que lo componen.

Se ha insinuado su existencia en diversos lugares de Almería capital (Muñoz ec a/; 1991: 126-27). En las recientes obras de reabastecimiento de agua al casco aparecen variedades -como el fragmento aparecido en la C/ Ulloa con las bandas impresas de zigs-zags (fig. 1)- pero no el tipo de producción de nuestro interés, La excavación en 1945 de una vivienda en el barrio de La Chanca (R., 1945: 170-74) proporción un interesante lote de cerámica tardoalmohade, entre la que abunda los estampillados y tres fragmentos de jarrones, de pasta rosácea y decoración cubierra en verde y azul, acrualmenre en el Museo Arquealógico de Granada (Ghunim, 1994: r. 1: 138, fig. 30, r. TI: 17, 27 y 28), que el autor identifica con otros hallados en Ceuta. De los fondos de la Alcazaba3 proceden tres fragmentos (más otro estampillado) que podemos adscribir, en principio a esta manufactura. Es precisamente aquí donde encontramos una muestra con la suficiente variedad para establecer una tipología decorativa ya que no de su perfil global o dimensiones de estas piezas, características que no parecen diferir del conjunto. Algunos porcentajes pueden ayudarnos a valorar su frecuencia: excluyendo las decoradas con cordones en relieve, aproximadamente el 68% de los fragmentos de tinajas presentan estampillado, el 24% le añaden vidriado en verde y el 8% incluyen la cuerda seca en el cuello en una típica producción almohade almeriense del último cuadro del siglo XIl (por ej. Duda, 1970: 24-5, lám.2 a y b, piezas núm. 63 y 64).

El concepto y naturaleza de la ciudad islámica es objeto de controversias entre historiadores y arqueólogos en al-Andalus2. Mientras el fenómeno urbano en toda su complejidad se encuentran plenamente consolidado y no alcanza grado de discusión en casos bien conocidos, en un mundo sin sanción administrativa, en la que la realidad política era en gran parte resultado del consenso, tal categoría es bien difícil de establecer en los casos intermedios, imprecisos y fluctuantes de las que llamamos ciudades secundarias.

8 GOMEZ-MORENO MARTINEZ, M.: El arte árabe español hasta los Almohades. Ars Hispaniae, vol. III. Madrid, 1951.

9 ROSELLO BORDOY. G.: Ensayo de sistematización de la cerámica árabe de Mallorca. Palma de Mallorca, 1978.

IO BAZZANA, A:: «Céramiques médievales. Les métodes de la descriprion analytique appliquées aux productions de l'Espagne Orientale». Melanges de la Cass Velazquez, XV. pp. 135-185

11AGUADO VILLALBA, J:«Cerámica hispanomusulmana de Toledo». Acras del Segundo Coloquio Internacional de Cerámica Medieval del Mediterráneo Occidental (Toledo). Madrid, 1986, pp. 127-133.

12 AGUADO VILLALBA, J.: Cerámica hispanomusulmana de Toledo, C.S.I,C., Madrid, 1983.

Para la definición de un método de análisis para la cerámica desde el punto de vista tecnológico, hay que recurrir a los trabajos y publicaciones realizadas en el mundo anglosajón, en el que existe una amplia experiencia en el estudio de las cerámicas arqueológicas desde un enfoque etnológico y antropológico. Los trabajos que citamos se ocupan de la cerámica de otros contextos históricos y geográficos distintos a los nuestros. Nos son válidos, sin embargo, por el método de análisis que utilizan. Creemos que el método, en general, es aplicable al estudio de la cerámica medieval en la España musulmana y, especialmente, en su último periodo, el Nazarí, y su transición al mundo cristiano.

El trabajo de OWENS . RYE18 propone un método de estudio de la cerámica a la luz de la experiencia del autor como ceramista y como etnólogo. Pretende explicar las técnicas de fabricación, los principios físico-químicos de los materiales y mecanismos que intervienen en el proceso de fabricación que dan como resultado la pieza cerámica. Por otra parte define las características y métodos de reconstrucción de las técnicas de fabricación a partir de los restos arqueológicos. El arqueólogo y el ceramista hablan en un lenguaje distinto cuando se refieren la cerámica. En su trabajo los conceptos empleados se derivan de la técnica de la alfarería, del estudio de los materiales y las técnicas, más que de la arqueología que se ocupa del producto, o del resultado de la aplicación de las técnicas sobre diferentes materiales. La perspectiva de la tecnología y de la arqueología son diferentes. Una se forma can los procesos de fabricación y la otra con los restos del uso de una determinada producción, respectivamente.

Este enfoque del estudio de la cerámica basado en el reconocimiento de las técnicas de fabricación, se complementa con el estudio de las motivaciones que provocan la evolución de las características técnicas y decorativas de la cerámica, aportación realizada por PRUDENCE M. RICE19.

Analiza los procesos que motivan los cambios en los sistemas de producción. Hace una critica muy fuerte a los estudios arqueológicos que, partiendo de un método de conceptualización del tiempo en forma de bloques estudia rodas las características de ese periodo y se compara con las características de otros, «Pero no siempre se trata de explicar qué pasa en esos límites que marca cada periodo de tiempo histórico». Se lamenta cuando se ignoran las épocas de cambio, centrando la atención en los momentos más estables y perdiendo de vista la realidad del cambio en sí mismo.

Propone que los cambios en la forma o los estilos de la cerámica no son siempre correlativos los cambios de otras manifestaciones culturales. Ve el interés por conocer las transformaciones en la cerámica para explicar los procesos a través del cual ocurren esos cambios, más que para establecer una catalogación cronológica de tiempos y lugares en los que estos ocurren. La síntesis resultante de unificar estas propuestas de enfoque del estudio de la cerámica nos da como resultado un método de análisis que permite la identificación de los procesos de fabricación de la cerámica a través de su estudio visual. A través de la identificación de los procesos de cambio, se pueden relacionar las posibles motivaciones que provocan que estos evolucionen.

17 AGUADO VILLALBA, A:: La cerímics Hispanomusulmana de Toledo. Conseja Superior de Investigaciones científicas. Madrid, 1983.

18 QWENS S. RYE: Potrery Technology. Principles and reconstruction. Washingtan, 1988.

19 PRUDENCE M., RICE: «Ceramic diversity, prodution and usev, A.A.V.V.: The many dimensions of pottery. Ceramics in archacology and antropology. Amsterdam, 1984. pp. 231-289.

2. Método de análisis

Algunos han llegado a ser muy críticos con determinados modelos de estudio arqueológico, como M. Rice20 cuando se cuestiona sobre la motivación que le lleva al estudio de la evolución en las formas de la cerámica. El punto de vista de los historiadores está fundado en parte en un método de conceptualización del tiempo en forma de bloques, periodos. Se estudian todas las caracrerísticas de ese periodo y se comparan con las características de orros. Pero no siempre se trata de explicar que pasa en esos límites que marca cada periodo de tiempo histórico. Se ignoran los periodos de cambio, centrando la arención en los momentos más estables, perdiéndose de vista la realidad del cambio en sí mismo.

1 TORRES BALBAS, L.: «De cerámica hispanomusulmana. Al-Andalus, IV, 1939, pp.412-432.

2 GONZÁLEZ MARTÍ, M.: Cerámica del Levante español. Siglos medievales. Barcelona / Madrid, 1994-1956.

3 CAMPS CAZORLA, E.: La cerámica medieval española. Madrid, 1943.

4CASTEJÓN / MARTINEZ DE ARIZALA: «Excavaciones del Plan Nacional en Medina Azzahara (Córdoba), campaña de 1943». Comisaría general de Excavaciones Arqueológicas. Informes y Memorias nº 18. Madrid, 1945.

5CAMPS CAZORLA, E: «Cerámica y vidrios califales de Medina Azzahara (Córdoba)». Adquisiciones del Mu- seo Arqueológico Nacional. 1940-1945. Madrid, 1945, pp, 148-154,

6DELOS SANTOS GENER, S: «Adquisiciones del Museo Arqueológico de Córdoba». Memorias de los museos Arqueológicos Provinciales, 1X (1948-49), pp. 57-59.

7 EGUARAS IBAYEZ, J.: «La cerámica de Elviras. Memorias de los Museos Arqueológicos Provinciales, V1 (1945), pp. 73-77.

La cerámica protonazarí y la deserción de comunidades

13 NAVARRO PALAZÓN, J:: Una casa islámica en Murcia. Estudio de su ajuar. Murcia. 1991.

14 CRESSIER, P. RIERA FRAU, M.M. ROSELLO BORDOY, G.: «La cerámica tardomedieval y los orígenes de la cerámica nasriv, Quaderns de ca la gran eriscianal/ 11-1992. Palma de mallorca. Separara de A Cerámica Medieval no Mediterráneo Occidental. Lisboa, 16-22 de Novembo 1987, Campo arqueológico de Mérrola. pp. 215-246.

15 ALISON C. PEITCHARD Y SANDER E. VAN DER LEEW: «Introduction». The many dimensians of portery- Ceramics in archaeology and antropology. Amsterdam, Octubre 1984. pp. 1-13.

16 La resolución de esta incógnita ha levantado verdaderas pasiones, como señala Carlos Cano Piedra en su Tesis Doctoral. CANO PIEDRA, C:: Cerámica hispanomusulmana decorada sobre cubierra blanca. Univ. de Granada 1992. Tesis Doctoral.

Si tuviésemos que definir qué es la cerámica en arqueología, diríamos que la cerámica arqueológica es INFORMACION: Las piezas fragmentadas o completas que nos encontramos son, haciendo un símil con la informática, el soporte física hardware», de una amplia gama de información «software»; esto será bajo la condición de que sepamos traducir e interpretar la información que contiene.

Esta información se presenta en forma de tipología, decoración, composición química y mineralógica, huellas de uso, estado de conservación, localización espacial, y técnicas de fabricación. Esta información es descodificada desde el punto de vista de la arqueología, atendiendo fundamentalmente a la tipología y la decoración, y a la analítica o arqueometría, a partir de esta información se reconstruyen series tipológicas, cronologías, estudios de procedencias, etc. Desde el punto de vista de la etnología se intenta identificar las técnicas de fabricación, las estructuras organizativas de producción, de comercialización y de consumo, y el uso a que se destinaba la producción cerámica.

El estudio tipológico y decorativo nos ha aportado un conocimiento muy cercano de la realidad de la cerámica en época medieval en casi todas las épocas o al menos las mejor conocidas. La cuestión sobre la evolución de las formas cerámicas encuentra su mejor acomodo en este contexto. La evolución de las formas de la cerámica está sometida a una interrelación de múltiples y complejos factores que se desarrollan en el contexto de la cultura.

Los cambios y evoluciones de la cerámica a veces son bruscos, otras veces las mismas formas perduran en distintas épocas. Esto ha provocado que algunos investigadores se interroguen sobre la necesidad de incorporar al estudio de la tipología cerámica, el conocimiento de su evolución y sus motivaciones.

Otra disyunción que se plantea en los métodos y objetivos de la arqueología, es que el arqueólogo pierde gran parte del tiempo en la reconstrucción de la enorme complejidad de las variantes de formas, colores, dimensiones de los fragmentos de cerámica y no se tiene en cuenta que la cerámica es un material plástico y moldeable por adición y por consiguiente es muy susceptible de recibir variantes e influencias y cambios. Aunque los etnólogos sostienen que los alfareros suelen ser muy reticentes a los cambios, entonces ¿Por qué los arqueólogos emplean su tiempo en conocer los cambios culturales sobre objetos creados por personas y grupos con gran resistencia a los cambios?.

En el contexto de la arqueología medieval nos encontramos investigadores que se hacen reflexiones parecidas, aunque no de forma tan ácida. Los pocos estudios estadísticos sobre la variabilidad en la presencia de determinadas tipologías apuntan la posibilidad de determinar que las formas varían en el volumen de apariciones en distintas épocas, con lo cual se pueden predeterminar evoluciones en los cambios de hábitos y costumbres, esto es especialmente significativo en el caso de las piezas de preparación de alimentos de exposición al fuego, cazuelas y marmitas.

3, Identificación de las récnicas de fabricación. El proceso de producción

La secuencia de las fases que intervienen en cualquier proceso productivo comienza con la extracción de las materias primas; su refinado, depuración y mezcla. Continua con la elaboración o manufactura del producto mediante sucesivas operaciones y posteriormente la distribución y comercialización del producto al mercado de consumo.

El proceso se puede hacer extensible más allá de la producción y la distribución, incluyendo el uso que el consumidor hace de esos objetos, su rotura o su obsolencia puede producir sucesivos reciclados que adapte la pieza a nuevos usos, conforme sus cualidades físicas y formales varíen por diversas circunstancias, una marmita puede acabar sirviendo como tiesto de maceta o como relleno en un paramento. Desde el punto de vista de la tecnología, algunas operaciones del proceso de fabricación de la cerámica son esenciales y otras ocupan un lugar secundario21. Es necesario delimitar y localizar cuales de las operaciones presentes en nuestra cerámica podemos considerar como primarias o esenciales y cuales como secundarias o no esenciales.

20 PRUDENCE M., RICE: «Change and conservatism in pottery producing system». En The many dimensions of pottery. Ceramics in Archaeology and Antropology. Amsterdam. 1984.

A—OPERACIONES ESENCIALES

La secuencia de las operaciones esenciales o primarias son fijas. Estas incluyen:

1— LOCALIZACIÓN Y EXTRACCIÓN DE LAS MATERIAS PRIMAS.

2— TRANSPORTE AL LUGAR DE FABRICACION.

3— PREPARACIÓN PARA EL USO.

4— MODELADO.

TORNEADO (Torno rápido, lento, mixto).

RETORNEADO y acabado de la base, (manual, a torno, sin retornear).

5— SECADO.

6— COCCIÓN (incluyendo la elección del combustible y método de control de la temperatura).

7— DISTRIBUCIÓN PARA EL USO.

8— SU USO.

A_ SUBSISTENCIA TECNOLÓGICO:

TECNOLOGÍA:

-RECURSOS (Arcilla, agua, combustible, colorantes, temperatura).

-HERRAMIENTAS (Torno, horno, raspador y pulidor, pinceles, estampillas, peines, punzones, etc…).

MODELADO:

-Técnicas y herramientas asociadas.

Repertorio formal.

DECORACIÓN:

-Recursos (vidriados, óxidos, colorantes).

-Elementos, motivos, composiciones.

-Técnicas (englobe, impresión, aplicación, incisión, variaciones de atmósfera de cocción…)

COCCIÓN:

-Combustible.

-Equipamiento (Horno, gacetas, trébedes, rollos,eses…).

-Procedimiento (incluyendo el calentamiento, el enfriamiento y la atmósfera de cocción).

B-SUBSISTEMA SOCIOECONÓMICO

DESTREZA Y TÉCNICA:

-Localización y procesamiento de recursos.

-Conformado o modelado, decoración y cocción de las piezas.

-Transmisión de destrezas de generación en generación.

-Organización de la producción (familiar,gremio,comercio).
CONTEXTO:

Destino de la producción(uso doméstico, industrial, …).

DISTRIBUCIÓN:

-Demanda local y modo de empleo.

-Demanda externa (distancia, modo de transporte).

-Precio y financiación de la producción

-Existencia de intermediarios.

4.1 Estabilidad y cambio en la producción cerámica

La cerámica que vamos a estudiar está situada en un contexto histórico de transición del poder Almohade Al Nazarí.

Es difícil aislarla como producto de un período de prolongada actividad de un sistema de producción estable ya que todavía existen algunas dudas en cuanto a su atribución a una tradición cultural y concreta. El contexto cronológico de esta cerámica se sitúa a finales de época Almohade y comienzos de la época Nazarí23.

No sabemos como puede afectar a la producción de cerámica un cambio de tipo político y social de la magnitud de la fundación de una nueva dinastía en el poder, aunque es evidente que este hecho se manifiesta en las diversas manifestaciones de la cultura; la cuestión es cuánto tiempo tarda desde que se produce un movimiento en los círculos del poder hasta que este traduce a la población en forma de cambios en la tradición cultural.

diferencias identificaremos las particularidades propias de cada una de ellas y por tanto podremos definir los elementos propios de cada tradición tecnológica. Para proceder de este modo hemos seleccionado una cazuela de época cristiana. No encontramos precedentes a la cerámica de cocina de época Almohade-Nazarí, desde el punto de vista de la tecnología, en nuestra geografía. Se tratarla más bien de la importación de elementos tecnológicos que irán acompañados de la bereberización de al-Andalus. En el proceso de reconstrucción de la tradición tecnológica de la cerámica comenzamos diferenciando los elementos esenciales que intervienen en su definición, de los elementos secundarios. A continuación se describen las técnicas de fabricación y sus secuencias en los procesos de elaboración estableciendo una relación comparativa definiendo los elementos de diferenciación y de coincidencia para definir los elementos específicos que nos identifiquen las particularidades de cada tradición tecnológica.

7.1 Comparación de las técnicas de fabricación de las cerámicas cristiana y musulmana

De esta tabla podemos concluir que la mayoría de las técnicas que intervienen en la fabricación de la cazuela son similares.

La diferencia más importante está en técnica del acabado de la base, en la cerámica musulmana el acabado se hace con espatulado. En la cazuela cristiana el acabado se hace retornando. Desde un punto de vista tecnológico creemos que la técnica musulmana produce piezas más duraderas con un considerable ahorro de recursos y aumento de la producción, pues el tiempo que se emplea en hacer el acabado con espatulado se ahorra el uso del torno que puede seguir produciendo más piezas. Además serán más duraderas que las acabadas mediante retorneado. Estamos ante una evolución de una tradición tecnológica que coincide con un cambio cultural, supone la modificación de un elemento esencial en una tradición tecnológica que va acompañado de un cambio cultural.

La constatación de este elemento diferenciador en una tradición tecnológica y por tanto cultural, abre muchos interrogantes en cuanto a las motivaciones subyacentes que sin duda encontrarán respuesta en el ámbito de la interdisciplinaridad en el estudio de la historia.

Introducción

Las prospecciones que llevamos a cabo en la segunda mitad de los ochenta1, cuyos resultados van siendo publicados poco a poco, permiten plantear para el periodo nazarí algo que parece evidente: la importancia del comercio y la multiplicación de centros de producción local, con tradiciones e influjos diversos. La necesidad de ajustar la cronología de estas producciones populares es más patente que nunca para estudiar fenómenos apenas insinuados por las fuentes pero de indudable importancia social.

De los 148 fragmentos inventariados, el 45% muestran pastas o superficies de admisión de la impronta de color rojizo o rosáceo por el 30% amarillento, dominando aquellas pastas de color rojizo con superficie exterior del mismo color (41%). Tres tipos de decoración destacan por su representatividad: los jarrones lisos vidriados en azul turquesa, a veces con nervios verticales finos (9,5%) y, sobre todo, de bandas verticales (21%), en un caso vidriada en blanco a diferencia de la cenefa impresa que lo hace en verde; de ellas el 4% rellenan el campo decorado con pequeñas espirales impresas y sólo cuatro trozos (menos del 3%) presentan ataurique. En Villavieja (Berja) aparecen todas las técnicas registradas en Murcia y su provincia correspondientes a época almohade y tardo almohade: incisa y estampillada con pequeños círculos concéntricos (Navarro, 1986: 6, 465-66), excisa de los jarrones estampillados (por ej. Navarro, 1986: 468 y 682) excisa y calada de los reposaderos (Navarro, 1986: 114, 115) o pebeteros (Navarro, 1986, por ej. 232, 233, 555, 640, 641), a veces barnizada en verde (Navarro, 1986: 39). Muchos otros motivos impresos aparecen en Berja (Navarro, 1986: 140 a 142, 148, 465- 466, etc.) y Vera (Navarro, 1986: 143).

Del despoblado virgitano proceden unos trece fragmentos de la parte superior de tinajas estampilladas y vidriadas, tres del cuello, cuarro de asas, trece decorados con atauriques tallados y una con grandes óvalos incisos, además de tres reposatinajas; en total 37 fragmentos. Las piezas virgitanas parecen coincidir con un periodo de especial importancia de la ciudad amurallada, contemporáneas de las yeseras tardo almohades y del empleo de azulejos en las viviendas, alrededor del segundo cuarto del siglo XIII (Cara, 1997: 244-56), de hecho la palmeta doble es un motivo que aparece en las yeserías de una de sus viviendas (pág. 170 y 251). Todas las pastas de la producción que estudiamos presentan distinta tonalidad de color rojo (en marices que van del rosado al pajizo), mientras que en el resto de las tinajas impresas y vidriadas en verde predomina ampliamente el color pajizo-gris ceo (fig. 2, lám. 2)

Este hecho es perceptible en la habilitacién de diversos lugares. En las laderas meridional del cerro del Castillo de Guardias Viejas, mirando al mar y muy cerca del doble fondeadero5, se localizó una pequeña aldea de la que proceden diversas cazuelas de borde en visera, de las caraeterísticas ya reseñadas y 17,5 em de diám.), un alcadafe de borde en pico de loro y una jarra globular con repie poco alto, rodo del s. XV.

21 OWENS S. RYE: Porrery Technology. Principles and reconstruction. Manuals on Archeology - 4. Washington 1988.

En este proceso pueden influir dos tendencias que motivan la actitud del alfarero en el proceso productivo. A.1- Ante un mercado que absorba la producción de forma holgada, o sea que pueda vender con facilidad el resultado de su rrabajo, es posible prever que el consumidor con poder adquisi- tivo tendiera a consumir los productos y se incorporaran mejoras récnicas, decorativas y formales. Por tanto el alfarero incorporará al producto un valor añadido en forma de mejor selección de materia prima, tipología que se adapte a la demanda del mercado en competencia con los demás productores y el cuidado técnico y el acabado del producto:

A.2- Ante un mercado con menor poder adquisitivo el alfarero tenderá a hacer la producción más asequible reduciendo la calidad de la obtención y refinamiento de la materia prima, acabado menos cuidado, etc.

B—OPERACIONES NO ESENCIALES

1— ACABADO DE LA SUPERFICIE.

2— FORMAS DECORATIVAS.

3— PEQUEÑAS VARIACIONES FORMALES DENTRO DE LA MISMA TIPOLOGÍA.

No son imprescindibles cuando no afectan a la utilidad del producto, El motivo por el que se insiste en las fases de la producción es para obtener un método práctico para identificar los elementos importantes de la tecnología de la cerámica que permita reconstruir el proceso de trabajo del alfarero. Al distinguir los procesos productivos que son esenciales en la elaboración de la cerámica de aquellos que ocupan un lugar secundario, se nos permite dirigir nuestro foco de atención hacia los elementos técnicos más importantes independizándolos de la gran diversidad de variantes decorativas y tipológicas que ofrece cualquier conjunto de cerámica y que para nuestro estudio se consideran como elementos tecnológicos secundarios ya que pretendemos identificar los rasgos tecnológicos fundamentales de estas cerámicas.

El alfarero debe considerar varias cuestiones. (TECNOLOGÍA, ECONOMÍA Y ESTETICA) y decidir en cual de ellas incorporar más o quitar según la relación existente entre su producción y el mercado que abastece. Otras cuestiones que motivan la evolución de las características tecnológicas de la cerámica, como la pérdida de acceso a las materias primas; guerras, cataclismos, etc... requerirá la experimentación con nuevas materias primas.

3.1 Elementos de análisis

Los elementos a tener en cuenta para el análisis de la tecnología de la cerámica son:

A CARACTERÍSTICAS FORMALES. Tipológicas y decorativas.

B TÉCNICAS DE FABRICACIÓN.

C PROCESO DE ELABORACIÓN.

D TRADICIÓN TECNÓLOGICA.

Cada uno de esos elementos son independientes entre si a la vez que se relacionan. Las características formales revelan unas técnicas de fabricación, un conjunto de técnicas constituye un proceso de elaboración y definen una tradición productiva. Estas relaciones son importantes en la medida que nos permiten juzgar qué aspecto de la pieza o qué proceso es más importante para descubrir los elementos tecnológicos que en ella intervienen.

3.1.A Características formales

Aquí se incluyen la observación y repetición de fenómenos físicos. características de la arcilla como el color, los componentes minerales y su tamaño, la porosidad, tamaño, forma y las características tipológicas de la pieza, y su decoración. Metodológicamente, sólo las características presentes en varias piezas serán relevantes.

3.1.B Técnicas de fabricación

Son las operaciones tecnológicas que producen las características formales de la pieza. No son observables arqueológicamente ya que el objeto que estudia el arqueólogo es el material resultante de la aplicación de unas técnicas de fabricación sobre un determinado producto que posteriormente ha podido ser utilizado y que se encuentra en unas condiciones de conservación que cambian tras la excavación. Pero este proceso se puede reconstruir a partir de la caracterización de las texturas que las herramientas, y los elementos que entran en contacto con la pieza durante el proceso de fabricación y uso, que dejan su impronta característica en la superficie.

3.1.C Procesos de elaboración

Son la sucesión de técnicas necesarias para producir la pieza. Las piezas que son idénticas, están producidas por la repetición de la misma secuencia de técnicas y al revés, las piezas que sean diferentes estarán producidas por una secuencia diferente de técnicas de producción.

3.1.D Tradición tecnológica

Se reconoce por la alta correlación entre los procesos de elaboración. Constituye el elemento más importante de nuestro estudio. Para definir los elementos propios y diferenciadores de una tradición tecnológica creemos necesario identificar todos ellos y compararlos con los elementos de otras tradiciones tecnológicas para aislar los hechos diferenciadores, característicos de cada tradición tecnológica, La tradición tecnológica no debe ser sinónimo de tradición tipológica que se usa en términos de tipologías y decoración. Diferentes procesos de fabricación pueden usarse para conseguir piezas de formas y decoraciones similares y viceversa, los mismos procesos de fabricación se pueden emplear en la elaboración de piezas de diferentes características tipológicas y decorativas. El concepto de tradición tecnológica implica la transmisión de ideas que perviven en una zona geográfica y que se transmite a través de las generaciones. El estudio de las pautas tecnológicas dará luz a la evolución de la cerámica, revelando las especificas combinaciones de materiales y métodos para cumplir la función requerida para determinados tipos de cerámicas.

3.2 Estabilidad y cambio de la cerámica

Cualquier elemento de la tradición tecnológica, y por tanto, del proceso de producción, es susceptible de ser alterado, pero no todos de igual forma.

Los cambios de materias primas pueden ser relativamente fáciles si sus propiedades son similares. Pero la sustitución de materias primas con diferentes características requiere la alteración del resto del proceso en el inicio de un proceso de experimentación que dará como consecuencia el establecimiento de un nuevo método.

Para una cultura, la creación y el establecimiento de una técnica o un proceso de elaboración es el resultado de un largo proceso de estudio que tenderá a establecerse de forma estable mientras no cambien las circunstancias culturales que obliguen a una nueva ubicación, hasta que el alfarero alcance la capacidad equivalente que responda a las necesidades del mercado. M. Rice22 propone un método de examen para estudiar los cambios en los sistemas de producción. Para ello examina detenidamente el fenómeno del cambio en varias parres.

Esto incluye la contestación a las preguntas

1;Qué es un cambio? ¿Es un fenómeno analizable cuantitativa o cualitativamente?

2;Qué constituye un un sistema de producción de cerámica»?

3;Son todos los aspectos de los sistemas de producción de cerámica igualmente resistentes a los cambios?

4Si no, ¿Cuáles intervienen en los cambios de sistemas de producción de cerámica? Hay dos motivaciones importantes que se emplean para explicar los cambios que se producen en los sistemas de producción cerámica.

A— Los cambios en los sistemas de producción pueden deberse a circunstancias externas o internas que alteran el equilibrio del sistema (guerras, conquistas, crecimiento de la población, fenómenos de emigración, etc...)

B—La ruptura del equilibrio debe ser en primer lugar de naturaleza cuantitativa o cualitativa. Hay una serie de tipos de cambios: Sustitución de un elemento por otro, adición de nuevos elementos o sustracción de elementos. El cambio debe manifestarse en forma de cantidad o de calidad o simplemente un crecimiento en la variedad, pero sin una alteración fundamental del desarrollo del sistema. En ese caso estaríamos ante una alteración del conjunto del sistema cultural lo que implicaría la redefinición del proceso tecnológico del nuevo sistema. También hemos de tener en cuenta que los cambios en la forma o los estilos de la cerámica no son siempre correlativos a los cambios de otras manifestaciones culturales.

4. Sistema de producción

22 PRUDENCE M,, RICE: «Change and Canservatism in portery-producing system». En The many dimensions af porrery. Ceramics in archacology and anrropology. Amsterdam, 1984.

23. A.A.V.V: La cerámica tardoalmohade y los orígenes de la cerámica Nasri. Quaderns de ca la gran cristinal 11--1992

En el caso de una conquista el cambio puede ser radical, pero cuando se está relativamente a resguardo de la frontera es evidente que los cambios de la tradición cultural van más lentos, Puede que se tarde más de una generación en aceptarse plenamente nuevas tradiciones y costumbres en las tradiciones técnicas y culturales de la población de base.

Permanentemente existe una evolución de la cultura con momentos de más estabilidad en la que los cambios se ralentizan y otros periodos más agitados en los que los cambios se aceleran, siempre en función de una multiplicidad de factores, en una variada y compleja trama de relaciones. Para responder a esto hay que subrayar algunos aspectos: Primero, los factores de cambio pueden ser generados interna o externamente. En segundo lugar, como la producción de cerámica es exportada en una sistemática interacción dentro de un amplio contexto cultural, es difícil aislar y separar el impacto de factores específicos. En tercer lugar algunos factores pueden ser responsables del cambio o la estabilidad dependiendo de circunstancias especificas. Estas circunstancias, sucesivamente, están íntimamente relacionadas con una comunidad ya sea cerrada o abierta a las influencias exteriores.

4.2 Algunos factores que promueven la estabilidad o el cambio

4.2.A Recursos

A.1—ESTABILIDAD:

El tipo de arcilla y combustible disponible en un área, normalmente constituyen los elementos sobre los que se asienta una tradición, al cual, el alfarero es reacio a alterar por el carácter conservador del sistema de producción artesanal que se desarrolla en el ámbito de una cultura de tipo rural como es la sociedad Andalusí. La adaptación a los recursos no es necesariamente el único factor, la obtención de determinadas materias para la elaboración de objetos con unas características particulares se pueden obtener de lugares más alejados mediante un intercambio que obligará al establecimiento de unas relaciones.

A.2—CAMBIO:

El agotamiento de recursos o su inaccesibilidad por determinadas circunstancias, pueden obligar a cambiar la técnica de producción, o el entorno organizativo de la producción. Por otra parte la introducción de nuevos recursos del exterior del área local puede acarrear cambios en la composición, técnicas de fabricación y decoración. Hay que destacar la influencia de los efectos de una conquista que obliga al desplazamiento de los alfareros a nuevos emplazamientos o la irrupción de nuevos trabajadores.

4.2.B Eficacia de las técnicas de fabricación

B.1—ESTABILIDAD: Respecto a la eficacia de los métodos de fabricacién la cuestión es compleja. La postura fisica y el movimiento asociado a una actividad derermina la técnica de producción que está en función del tipo de objeto que se quiere fabricar. Existe resistencia a adoprar nuevas maneras ya que estas requieren una experimentación y un aprendizaje.

B.2-CAMBIO: Por otro lado ciertos tipos de posturas manuales, herramientas, u otros sistemas productivos más eficientes (hornos, moldes, tornos) deben ir acompañados de la introducción de cambios perceptibles se ha sugerido un periodo de dos generaciones para hacer perceptible la introducción de cambios, se considera el periodo necesario para una inculturación24.

Otra consideración es que los cambios pueden ser empleados como medios para la conservación, muchas innovaciones o variaciones se deben considerar a la luz de la necesidad de mantener la producción y la competencia en el mercado para la subsistencia del entorno productivo.

4.2.C Dieta

C.1—ESTABILIDAD: Los modelos alimenticios, las preferencias y modo de preparación y servicio, es quizá el más resistente al cambio.

C.2—CAMBIO: La introducción de nuevos alimentos o nuevos métodos de prepararlos, una vez que los alimentos han sido aceptados, o la pérdida de utilización de determinados alimentos por presión social, pérdida de cultivos, suelo agotado, puede venir acompañado presumiblemente de cambios en las tipologías y los métodos de producción. En este sentido apuntamos la importancia que tiene el estudio la evolución de las características tecnológicas de las marmitas y las cazuelas que están Íntimamente relacionadas con el tipo de alimento y el modo de prepararlos y cuya evolución es notable en todo el periodo medieval.

4.2.D Estatus socioeconómico y organización

D.I—ESTABILIDAD: Una de las razones por la que los alfareros son conservadores es por mantener su relación con los distintos status socioeconómico y atender sus demandas, así como evitar meterse en complicaciones para eludir el posible riesgo de fracaso.

D.2—CAMBIO: La consolidación de nuevas elites o los cambios en la organización de la población, debe estar acompañada de la demanda de nuevos productos o la mejora de la calidad de los existentes. Cuando se producen cambios en la cerámica necesitamos examinar qué tipo de cerámica cambia y de que manera.

5. Técnicas instrumentales de análisis

Como apoyo al estudio visual de la tecnología de la cerámica se han aplicado técnicas instrumentales de análisis fisico químico, buscando una adecuada complementación de los resultados obtenidos desde los distintos métodos de análisis.

Se han seleccionado dos muestras de cerámicas de dos contextos históricos y geográficos distintos. Una corresponde a un fragmento de cazuela procedente del Castillejo de los Guajares, con la signatura C/85-20153, A esta muestra se le denomina muestra Nº1.

La otra muestra procede de una cazuela de época cristiana excavada en el Palacio de los Abencerrajes de la Alhambra, tiene la signatura ALH/ABE/95:20034-1. A esta muestra se le denomina muestra N°2.

Los métodos de análisis aplicados son destructivos en la fase de preparación de la muestra. Por lo cual, el fragmento seleccionado, de un centímetro de tamaño, ha sido extraído de un lugar discreto de la pieza, que no supone una alteración estérica y documental de su lectura tipológica.

La muestra preparada se puede conservar para facilitar futuras investigaciones. La preparación de las muestras, para su estudio mediante microscopía éptica y microscopio electrónico de barrido (SEM), se ha realizado en lámina delgada y pulida.

Esta técnica consiste en cortar una lámina de pasta de 0,1 mm de espesor, 0 menos, para examinarla por transparencia, en un microscopio óptico provisto de lentes polarizadoras de la luz. Método que describe Insley y Frechetre25

Para pastas de grano fino se requieren secciones muy delgadas. Las nuestras tienen un grosor de 30 micras. La muestra está pegada por una de sus caras a un vidrio portante y por la otra ha sido pulida.

El estudio de láminas delgadas de cerámica mediante microscopía de polarización permite identificar los granos minerales y fragmentos de rocas que constituyen el desgrasante del pro- ducto cerámico, así como caracterizar su morfología y proporción relativa. Igualmente es posible observar las características ópticas de la pasta o matriz arcillosa (fig 1). Esta caracterización orienta sobre aspectos de la tecnología de la producción cerámica, y en particular sobre las condiciones de cocción26.

Los análisis de las muestras con Microscopio electrónico de barrido fueron semicuantitativos para los desgrasantes de la pasta y cuantitativos para los vidriados y se emplearon para confirmar o aclarar los resultados obtenidos a través de la observación de las muestras por microscopía óptica. Con este método instrumental se realizaron microanálisis por dispersión de energía, previa metalización de las mismas con carbono. Su funcionamiento técnico consiste en bombear la superficie de la muestra con un haz de electrones dando lugar a la emisión de rayos X, entre otras señales, característicos de cada elemento. Los rayos X se transforman mediante detectores de fotones, que son separados según su energía, dando lugar a un espectro.

En el espectro la posición de los diferentes picos está ligada a la energía característica de los fotones del elemento químico emisor analizado, La altura del pico está en función del contenido de este elemento en la composición de la muestra analizada. Este método ha sido aplicado por Freestone27 en el estudio de materiales arqueológicos en los laboratorios del Museo Británico, La microscopia electrónica de barrido se realizó mediante un equipo DSM-950 ZEISS y para los análisis de rayos X un analizador LINK QX-2000.

Tanto el microscopio óptico como el microscopio electrónico de barrido están provistos de cámaras fotográficas con las que hemos obrenido las fotos que se muestran en las figuras.

(MUESTRA Nº 1)

COMPOSICIÓN:

Microfotografía con microscopio electrónico de barrido (SEM) de un fragmento de cazuela (C/85-20153) preparada en lámina delgado-pulida, metalizada con carbono.

M: Mica Biotita. (Espectro No 2)

Q: Cuarzo,

V: Vidrio.

R: Rutilo, (Espectro N9 3)

ESPECTRO Nº 1 ESPECTRO Nº2 ESPECTRO Nº 3

2 ARNOLD, D. E.: «Comment on Adams" article. On the argument from ceramics to history». Current Antropology 20, pp. 735.

(MUESTRA N° 2)

Muestra de cerámica cristiana (ALH/ABE/95:20034-1), Microfotografía (SEM) sobre lámina delgado-pulida metalizada con carbono. 130 aumentos.

M: Mica Biotita. (Espectro N° 2)

Q: Cuarzo.

P: Piroxeno. (Espectro Nº 3)

V: Vidrio.

R: Rutilo. (Espectro N9 4)

La Matriz, (Espectro N9 1) está compuesta de Silicio, Aluminio, Huerro, Potasio, Calcio, Magnesio, Fósforo, Azufre y Titanio.

ESPECTRO Nº 1

| ESPECTRO Nº 2

ESPECTRO Nº 3

ESPECTRO Nº 4

6. Estudio de la tecnología de la cerámica nazarí

El esquema de trabajo que vamos a emplear comienza con la descripción de las características formales, tanto de las arcillas como de la tipología de la cerámica, continuaremos describiendo las técnicas de fabricación basándonos en su identificación a través de las texturas superficiales. El conjunto de técnicas de fabricación nos definirá el proceso de elaboración, y con estos datos señalaremos algunos apuntes en orden a la definición de la tradición tecnológica en la que se inserta la cerámica objeto de nuestro estudio.

CANACTERÍSTICAS FORMALES - TECNICAS DE FABRICACIÓN - PROCESO DE ELABORACIÓN - TRADICIÓN TECNOLÓGICA

6.1 Características formales

Tipológicamente nos limitaremos a las cazuelas y las marmitas. La elección de estas tipologías está determinada por ser estas unas piezas en las que las formas deben responder a una funcionalidad concreta, que es la preparación de alimentos y por tanto deben reunir unas exigencias técnicas muy específicas para servir a esa función, especialmente la referida a la resistencia al choque térmico.

Formalmente las diferencias entre las cazuelas y las marmitas son muy destacadas, pero desde el punto de vista de nuestro estudio la diferencia tipológica entre ellas no se corresponde con una diferencia en la tecnología empleada en su fabricación. Las variaciones tipológicas dentro de cada tipología general las podremos considerar como operaciones no esenciales dado que no afectan a lo fundamental de su funcionamiento ni supone cambios que nos sitúen ante otra tipología de cerámica distinta.

Antes de entrar en describir las variaciones formales dentro de la misma tipología hemos de hacer el esfuerzo de definir formalmente en que consiste una cazuela y una marmita y cuales son los rasgos esenciales que estas tipologías deben cumplir.

Los usos de la cerámica pueden ser diversos, así una cazuela puede servir para cocinar y para servir, o un anafre puede ser útil para calentar la comida, o como brasero para caldear el ambiente. La mulriplicidad de funciones es una constante que se va a presentar, siempre que el objeto lo permita.

25 INSLEY. H. H. FRECHETE, V. D: Microscopy of Ceramics and Cements , Academy New York, 1955.

26RICE.P.M: Pottery Analysis: A soucebook. Univ. Chicago Press, 1987.pp. 559.

27FREESTONE 1.C MIDDLETON. A.P: Mineralogical applications of the analytical SEM in archaeology Mineral Magazine. March 1987. Vol. 51. pp. 21-31.

Ante la multiplicidad de funciones que una determinada tipología pueda presentar será necesario clarificar la relación existente entre las forma y el uso ya que esta relación no es tan arbitraria y por tanto creemos necesario clarificar el orden jerárquico que pueda existir entre la forma y los distintos usos a los que se destine.

Así, un anafre que no permita la colocación sobre el de una marmita para calentar su contenido, no podrá ser considerado anafre aunque pueda servir para la calefacción, por tanto, lo que define un anafre es el servir de contenedor de fuego y soporte, a la vez de un útil de cocción, y aprovechando su cualidad de contenedor de fuego en segundo lugar servirá para calentar el espacio que lo circunda.

En otros casos puede que la multiplicidad de funciones se presente en igualdad de condiciones, pero creemos que siempre va a predominar una función que determinará los rasgos más importantes tanto en el diseño de la forma como en la técnica de fabricación. Las cazuelas y las marmitas están consideradas como útiles de preparación de alimentos y de servicio, pero estas dos exigencias no se producen en igualdad de condiciones ya que desde el punto de vista de las técnicas de fabricación, en primer lugar están pensadas para servir en la preparación de alimentos y en segundo lugar para el servicio, esta segunda finalidad es la que aporra las cualidades estéticas del diseño de los perfiles. Si esta cerámica no sirviese para la preparación de alimentos tampoco serían utilizada para el servicio, ya existen otras tipologías específicas para ello.

La cazuela al ser una forma abierta y de paredes bajas facilitar la evaporación de agua en un tiempo relativamente rápido, realizándose dos fases de cocción, En la primera fase podemos considerarla como de hidratación en la que la predomina la presencia de agua, aportada por los propios alimentos o añadida, y una segunda fase de deshidratación con la evaporación del agua y la formación de salsas, en este tipo de cocina predominan los alimentos blandos, que no necesitan una cocción prolongada, como las verduras de huerta, pescado o las carnes de corral o de caza menor.

Las marmitas, sirven para cocer o asar lentamente generalmente cocciones de varias horas. Las formas cerradas utilizan el vapor y los jugos de la carne, pescado, las verduras en una condensación dentro de la forma cerrada. En este tipo de cocina predominarán los alimentos «duros: como las carnes de grandes animales o las legumbres. Ambas cerámicas están diseñadas para guisar y servir al mismo tiempo evitando perdidas de calor y sabor, El diseño tiene una importancia primordial estética y técnicamente. Este tipo de cerámica no aguanta el uso de metales por los que se hace imprescindible el uso de menaje de madera para preparar la comida.

6.1.1 Características formales comunes.

La cazuela y la marmita corresponden al grupo de cerámicas de preparación de alimentos con exposición al fuego, lo cual nos define la fundamental característica común que deben cumplir este tipo de cerámicas que es la necesidad de la resistencia al choque térmico. La pasta requiere, al contacto con la llama directa o con una fuente de calor, un poder de resistencia al choque térmico considerable.

La resistencia al choque térmico se consigue mediante la combinación de varios factores como la selección y preparación de la arcilla que facilite esta característica, ya que no todas las arcillas responden de la misma manera ante los cambios bruscos de temperatura. Las formas de la cerámica también influirá en evitar la fractura de la pieza, las formas curvas son más resistentes que las formas planas, las técnicas empleadas y el proceso de elaboración también intervendrá en mantener la resistencia al choque térmico en estas cerámicas. Lo que nos interesa subrayar es que estas características son las mismas y se dan de igual forma en las cazuelas y en las marmitas.

6.2 Influencia de las formas.

Las formas curvas tienen mayor resistencia física a los cambios de temperatura que las formas planas.

Un elemento común de estas cerámicas es la forma convexa de la base. Esto no ha sido siempre así y hay que considerarlo como la incorporación de un elemento nuevo en la tradición de la cerámica de cocina en el mundo Andalusí, el momento en el que se produce esta innovación podemos situarlo en el contexto de la bereberización de Al-Andalus y por tanto puede ser un elemento a tener en cuenta para la caracterización de su tradición tecnológica. La tipología de marmita de base plana desaparece a partir de la época califal.

Las formas convexas de las bases ofrecen mayor superficie de contacto con la fuente de calor, lo que permite un mayor rendimiento calorífico de los recursos energéticos y mayor rapidez en el calentamiento de los alimentos contenidos. Además se facilitará su sustentación sobre cualquier superficie, ya sea la cama de ascuas de un hogar o un anafre durante la preparación de los alimentos, el centro de gravedad descansará siempre en vertical sobre su eje central por lo cual siempre se mantendrá estable sobre cualquier superficie plana o irregular.

En general las cerámicas presentan un grosor homogéneo y muy fino, en algunos casos es sorprendente la relación entre el diámetro de la pieza y el grosor de la paredes, En piezas de 20 cm de diámetro el grosor de las paredes oscila entre los 3 y 4 milímetros, Creemos que esta proporción roza lo técnicamente posible, o al menos queremos destacar la intencionalidad en disminuir al mínimo posible el grosor de las paredes y la base. Este esfuerzo es un valor añadido a la pieza ya que es más dificultosa su realización y el porcentaje de pérdidas de piezas durante el proceso de fabricación y el transporte es mayor.

La delgadez del perfil de este tipo de cerámica debe responder a alguna necesidad que justifique el esfuerzo realizado en su elaboración. Desde el punto de vista del ahorro de la materia prima, la arcilla, no creemos que este sea un recurso escaso, ya que abunda en nuestra geografía. En comparación con cerámicas de épocas anteriores este cambio supone una evolución muy significativa.

El resultado de la disminución del grosor supone, en principio, un aumento del porcentaje de perdidas de piezas fabricadas, pero se compensa con el aumento de la producción al obtenerse más piezas con la misma cantidad de materia prima.

El peso de la pieza producida disminuye, lo cual constituye una ventaja para el transporte. La fragilidad puede verse aumentada y el volumen toral del objeto no disminuye, es decir que a igual número de piezas, la disminución del grosor sólo repercute en el peso, En este sentido creemos que la principal ventaja de la disminución del grosor de las paredes la obtiene el transporte de larga distancia. Ante esto se nos abren nuevos interrogantes sobre el transporte y la comercialización de la cerámica, ya que tenemos una producción con el mínimo de peso a igual volumen. Aunque esto no sea un factor determinante para disminuir el grosor de las paredes de la pieza, al menos es una ventaja a tener en cuenta.

Estéticamente es difícil juzgar la intencionalidad de una sociedad que no conocemos aunque es evidente que la sociedad Almohade y Nazarí se preocupaban por lo estético y esto se refleja en estas cerámicas de perfiles sinuosos y bien proporcionados que conjugan una muy alta calidad técnica con un sentido estético muy exquisito, aunque en relación a la cuestión del grosor de las paredes, se puede conseguir el mismo perfil con mayor grosor, pero en nuestro caso no es así. Los perfiles de las cerámicas no están hechos al azar siguiendo el movimiento más cómodo de la inercia del torno sino venciéndolo y dominando magistralmente las fuerzas centrífugas en base a una intencionalidad predeterminada. Creemos necesario considerar el factor estético de estas piezas que valoramos como muy alto, aún a riesgo de saber la dificultad que tiene objetivar esto, es una apreciación personal que tiene como intención difuminar la línea divisoria que separa lo que se ha considerado cerámica de lujo de cerámica común y que se sepa hasta ahora tampoco se tiene muy claro.

La razón fundamental que, a nuestro juicio, justifica el pequeño grosor de las paredes de las piezas estudiadas, es el aumento de la flexibilidad de las mismas y por tanto el aumento de la resistencia al choque rérmico. Con la disminución del grosor aumenta la flexibilidad y por tanto la capacidad de resistir los cambios de dilatación por la temperatura.

Si tenemos en cuenta que la sociedad Andalusí, con una tradición beréber muy enraizada a finales de la época Almohade, demanda este producto con estas características es porque así lo quiere ella y no por capricho del productor, cosa que solo ocurre en la sociedad de consumo capitalista en la que se fabrican productos con durabilidad limitada para aumentar su consumo y eso cuando el producto tiene una utilidad real. Creemos que estas cerámicas además de las características anteriores, con sus ventajas e inconvenientes, tienen una media de vida de uso alta por su gran demanda y por el principio del máximo ahorro propio de una sociedad rural.

El hecho que destacamos es que estamos ante una cerámica en la que la relación entre las formas convexas, el diámetro y el grosor de paredes y base, nos ofrece un equilibrio que tiende a reducirla mínimo posible el consumo de materia prima, sin que esto suponga un detrimento en la producción y su durabilidad durante el uso.

6.3 Técnicas de fabricación

Desde el punto de vista récnico no hay diferencias substanciales en las operaciones esenciales de la fbricación de las cazuelas y las marmitas, el único punto de diferencia está en el proceso de torneado, en la postura de las manos que producirá la diferenciación tipológica. El proceso de fabricacién comienza con la extracción de las materias primas, el transporre al lugar de fabricación y su preparación. Continua con el modelado, el acabado superficial, el secado y la cocción. El transporte y la comercialización no forman parte del proceso de fabricación, aunque interviene en la vida de la cerámica, así como su utilización.

6.3. Características de la arcilla

La pasta requiere al contacto con la llama directa un poder de resistencia al choque térmico considerable.

Este problema se puede solucionar de varias formas:

Con una pasta porosa, permeable y poco cocida con gran cantidad de elementos desgrasantes, permitiendo contracciones y expansiones producidas por el cambio de frío y calor.

La porosidad de la cerámica puede ser de dos tipos:

POROSIDAD POR DEFECTO se obtiene con una cocción a temperatura inferior al punto de vitrificación. Tiene la desventaja de ser blando y fácilmente rompible. Tienden a permitir la penetración de líquidos de alimentos en el cuerpo de la cerámica. El vidriado se acopla mal a este tipo de pasta. Este es el tipo de cerámica que nos encontramos en los anafres o en las cazuelas y marmitas de época altomedieval.

POROSIDAD POR EXCESO se forma a una temperatura de cocción igual o superior al punto de vitrificación y es el resultado de la contracción de volumen de la cerámica por la inversión de la dilatación a partir del momento en que el horno alcanza su máxima temperatura y comienza el enfriamiento. Este tipo de porosidad es la que tenemos en las cerámicas que estamos estudiando. Otra forma es procurando que la pasta tenga poco Sílice libre, las pastas bajas en contenido deslice son las mejores. El Sílice, cuya exfoliación no es regular, efectúa cambios de dilatación altos y reversibles, es causa principal de roturas en los choques térmicos.

Todas las arcillas contienen una cantidad apreciable de cuarzo. Este cuarzo puede estar en la naturaleza asociado con la arcilla como un mineral accesorio, o puede ser cuarzo que se ha añadido a la arcilla como pedernal. El cuarzo cristalino tiene un cierto número de formas diferentes según su temperatura. Cuando la temperatura sube, los cristales de cuarzo se reordenan por si mismos en una forma ligeramente diferente y estas predisposiciones van acompañadas por ligeros cambios de volumen. Así cuando se alcanza los 570 ºC los cristales de cuarzo sufren un cambio conocido como cambio de cuarzo alfa a cuarzo beta. Este ajuste se señala por un ligero (+- 2%) aumento de volumen que es reversible; esto es que cuando se enfría el cuarzo cambia de vera a alfa y vuelve a tomar su forma cristalina y tamaño originales. Este cambio de volumen en la parte del cuarzo de una pasta de arcilla, aunque bastante ligero, debe realizarse lentamente para evitar daño en las piezas. Si una parte de un objeto en el horno se calienta más rápidamente que otra, la dilatación desigual en la pieza puede hacer que se agriete. Asimismo debe tenerse cuidado en el enfriamiento de manera que la contracción que se produce a 570 *C se pase con seguridad.

La Sílice Sílice libre en la pasta puede ser causa de tensiones residuales en ella. Estas tensiones internas pueden no aparecer hasta que la pieza se utiliza en el fuego.

A medida que la temperatura de cocción aumenta se produce en la arcilla otros cambios denominados vitrificación. La vitrificación es un endurecimiento, compactación y finalmente una transformación parcial de la arcilla en vidrio. La vitrificación da a la arcilla cocida sus características de dureza, durabilidad, densidad y propiedades similares a las rocas. Va acompañada de una contracción de la arcilla. La vitrificación se produce gradualmente causando al principio que la arcilla sea poco compacta y luego, con el aumento de temperatura, haciendo que se vuelva suficientemente dura hasta el punto de fusión y deformación. Según la temperatura a la que se haya cocido, irá produciéndose un fenómeno de reconversión de algunos componentes de la arcilla en nuevas fases vítreas.

Algunas arcillas rojas que contienen un alto porcentaje de hierro y otras impurezas tienen un punto de fusión relativamente bajo,

La resistencia de la arcilla cocida no es solo debida a la vitrificación, sino también a la formación de nuevos crecimientos cristalinos en la pasta de arcilla, especialmente la formación de cristales de mulita. La mulita que es un silicato de aluminio se caracteriza por sus largos cristales aciculares. Estos cristales de mullirla tienden a crecer a temperatura más elevadas y a extenderse en la matriz vítrea de la arcilla. La mulita enlaza la estructura dándole cohesión y resistencia. En cuanto a la extracción de la arcilla de la cantera destacamos la intencionalidad explicita por la selección de un tipo de arcilla con alto contenido en óxidos e hidróxidos de hierro y pobre en carbonato cálcico, así lo muestran los análisis realizados. El tipo de desgrasante también es muy característico, se trata de materiales esquistosos, ricos en sílice y mica que suelen acompañar los depósitos de arcillas ricas en óxidos de hierro.

6.3.2 Proceso de elaboración

Mucho se ha hablado y publicado sobre la técnica del torno, No vamos a entrar en los detalles de rodo el proceso de torneado y acabado de las piezas, solamente nos detendremos en destacar aquellos elementos que consideramos de interés para definir el elemento diferenciador característico de la tradición tecnológica Nazarí.

A— Preparación de la arcilla

Las arcillas que forman estas piezas, muy ricas en óxidos de hierro, tienen una plasticidad muy alta lo que requiere la adición de desgrasantes que permitan su modelado. Hemos observado que los desgrasantes utilizados, anteriormente descritos son los mismos que la arcilla contiene en la cantera con la característica de que los restos de granos de carbonato cálcico a penas se encuentran. Esto responde a que o bien se trata de una cantera que no contiene este tipo de material, o que hay un proceso de decantación, selección de desgrasantes en tamaño y naturaleza y posterior adición durante el amasado. Los granos de material que contiene las arcillas en la cantera son los más adecuado para incorporar como desgrasante no solo por su naturaleza esquistosa, resistente a la temperatura, sino también porque al ser resultado del arrastre del agua presenta las aristas redondeadas y no daña las manos del tornero en la fricción que se produce durante el trabajo. Si estos mismos desgrasante se aportasen por trituración las aristas de los granos supondrían un obstáculo en el trabajo de torneado.

B— Torneado

Las piezas están realizadas en un torno de pie que permite trabajar con las dos manos simultáneamente. Básicamente el proceso de torneado consiste en la colocación de la pella de arcilla sobre el disco giratorio, centrado, abertura, alzado, definición del perfil y extracción de la pieza terminada para el secado. Los elementos diferenciadores que destacamos son: No es posible extraer estas piezas del torno, una vez acabadas, sin deformarse, a no ser que se coloque un disco supletorio sobre el plato del torno, adherido con arcilla, que sirva de soporte del torneado y de base para su posterior transporte. Este tipo de discos es muy habituales encontrarlo en los yacimientos arqueológicos de la época, descritos hasta ahora como elementos de uso gastronómico.

La textura exterior de las paredes indica el uso de algún tipo de horma para definir el perfil exterior, labios e incisiones que decoran las piezas, El grosor de las paredes es definitivo desde el final del torneado, no hay un proceso de retorneado que rebaje el grosor de las paredes en la base como ocurre con otro ripo de piezas como el ataifor. El acabado de la base es muy característico, más adelante se explica.

C— Secado

El secado es una fase muy importante en el proceso de fabricación de la cerámica. El agua debe extraerse sin provocar tensiones que pueden deformar o fracturar el producto. Para mejorar la resistencia al choque térmico es necesario un secado lento y homogéneo en toda su superficie para que la rensión que se acumula por la merma de volumen, a consecuencia de la evaporación del agua se reparta de forma regular.

Una arcilla plástica necesita aproximadamente un 35% de agua. El secado de la arcilla se produce a una velocidad controlada por la humedad de la atmósfera que la rodea. Cuando la humedad es del 100% nada se seca. Pero si la humedad del aire que la rodea es menor el agua abandona la arcilla como vapor. Cuando la superficie de la masa de arcilla está ligeramente seca, sale afuera más agua del interior por atracción capilar.

En una masa de arcilla gruesa el secado se produce de forma irregular y se agrieta, por eso un grosor fino disminuye la tensión residual acumulada durante el secado. D— Acabado de la base

El acabado convexo de la base se realiza durante el proceso de secado, cuando la arcilla ha alcanzado el estado de dureza de cuero. Es una fase imprescindible en el proceso de elaboración de esas cerámicas de determina una especificidad tecnológica que no aparece en épocas anteriores y desaparece nuevamente en época cristiana. Se trata de un elemento diferenciador característico de una tradición tecnológica que define una cultura.

El acabado de la base de las cazuelas y marmitas se realiza sosteniendo la pieza, en dureza de cuero, en posición invertida sobre una mano, se aplica un espatulado desde el exterior dando forma convexa a la base, las huellas de las yemas y nudillos de los dedos ese puede observar en el interior de algunas de las piezas estudiadas. Las marcas del espatulado siguen un movimiento tangencial desde el exterior hacia el interior de derecha a izquierda. En este movimiento el arrastre de los granos de desgrasante produce estrías irregulares de distinta longitud y grosor con la presencia al final del grano de desgrasante que las ha provocado. (Fig 2).

En algunas piezas, además de estas estrías, aparecen otras producidas por improntas vegetales que se han podido identificar como retamas. Por la profundidad de las huellas, estas han debido producirse por el propio peso de la pieza, inmediatamente después del espatulado. La presencia en las bases de los desgrasantes de mayor tamaño y las improntas vegetales, nos indica que el proceso de secado se puede haber realizado sobre un suelo arenoso o con presencia de restos vegetales, lo cual permite un secado más homogéneo en todo el perímetro de la pieza. La presencia de retamas en los alfares medievales ya fue descrita por Aguado Villalba. (Fig 3). La constatación de este sistema de acabado de las base nos ha planteado algunos interrogantes, pues en principio nos puede parecer un arcaísmo o pervivencia de anteriores sistemas de fabricación de cerámicas basado en el modelado manual sobre tornea en el que la fuerza motriz se aplica con la mano.

Este tipo de acabado responde a una intencionalidad explicita, los alfareros nazaríes conocían la técnica del retorneado y no la aplicaron a este tipo de piezas. Creemos que más que un arcaísmo, propio de tradiciones tecnológicas anteriores, se trata de la incorporación de un avance tecnológico.

Las formas convexas resisten mejor el choque térmico que las planas. El espatulado manual de la base incorpora la ventaja de que los pequeños cristales laminares de las partículas arcillosas se reordenan adaptándose a la nueva forma convexa evitándose de este moda el riesgo de agrietamiento de la base durante el secado, reforzándose al resistencia al choque térmico y la corrección de los puntos de tensión acumulados en el secado.

Además el espatulado manual de la base permite que el torno este libre para seguir produciendo piezas, de modo que la producción de un alfar utilizando este mérodo de acabado de la base, puede aumentar un 20% aproximadamente, tiempo que se necesitaría para acabar la base si se hiciese retorneando.

Esta técnica de acabado de la base la encontramos solamente en las cerámicas de época Almohade y Nazari en los periodos anteriores y posteriores desaparece.

E— Vidriado

Las cazuelas y marmitas están vidriadas en su cara interior, la exterior presenta manchas y salpicaduras indicando un movimiento muy rápido en el momento del vidriado. Las cuestiones que nos hemos planteado ante el problema del vidriado ha sido su composición, y el método de aplicación.

Los vidriados pueden aplicarse en monococción, cuando se aplica el vidrio antes de bizcochar la pieza, o en bicocción, cuando se aplica después de bizcochar y se somete a una segunda cocción,

El primer método supone un ahorro de tiempo y energía considerable y por tanto es digno de renerse en cuenta la posibilidad de que esté hecha de este modo. El problema del vidriado en monococción es que al aplicar el vidrio, la masa triturada de las marerias primas que lo compone está disuelta en suspensión acuosa y el agua que aporta puede producir la rorura de la pieza no bizcocochada.

Tradicionalmente se emplearon trucos para disminuir la rotura de las piezas en el vidriado en monococción añadiendo al agua goma de almendro.

pequeñas texturas de la superficie y parte de la arcilla superficial, con la que está en contacto, entra a formar parte de los componentes del vidriado. De forma que al fundirse, los elementos que componen la arcilla, sílice, feldesparo, óxidos de hierro, etc... se integran con el vidriado. Esto evita un cambio brusco en la interfase pasta-vidrio cuando la pieza se ha enfriado. También se consigue evitar que con las dilataciones de frio a calor, producidas durante el uso, pueda desprenderse el vidriado de la cerámica al encontrarse perfectamente integradas. Es muy difícil encontrar en este tipo de cerámicas levantamientos del vidriado.

E.l— Composición del vidriado

El análisis realizado en el microscopio electrónico de barrido (SEM), sobre la muestra extraída de la cazuela C-85-20153, nos da como resultado un vidriado compuesto por óxidos de Aluminio Al,O,, silicio SiO,, calcio Ca0, Porasio KO, Hierro FeO y Plomo PbO. Mediante la fórmula de Seger se expresa de forma empírica la composición del vidriado en términos de cantidades relativas de los distintos óxidos presentes en él.

GRUPO A (RO): PbO— 0.973; CaO— 0.02; K,0— 0.0061; 1; FeO— 0.085

GRUPO B (R203): Al,O,— 0.12

GRUPO C (RO2); SiO,— 0.906

Esta fórmula corresponde con un vidrio de fundición en un intervalo de temperatura entre 840%C y 945 ºC según las fórmulas límite28.

RHODES, D: Arcilla y vidriado para el ceramista. Barcelona 1990, p. 160.

La fórmula empírica no nos indica la relación existente entre los óxidos que componen el vidriado en relación de peso gramos sino la cantidad relativa de los óxidos presentes. A partir de la fórmula empírica podemos hacer una reconstrucción hipotética de las materias primas que componen el vidriado, y su cantidad.

Cálculo de la composición del vidrio a partir de la fórmula unitaria La composición del vidrio podemos expresarla en porcentajes de peso gramos, en forma de una combinación hipotética que da como resultado la composición del vidrio obtenida en la fórmula unitaria.

El plomo es el elemento principal que actúa como fundente, su porcentaje es muy alto, 73%, en comparación con el óxido de calcio y de potasio. La aportación del plomo en la composición de los vidriados se ha realizado tradicionalmente a través de la galena o sulfuro de plomo, conocido con el nombre de alcohol de alfareros. Con la torrefacción desaparece el azufre y el plomo se oxida formando litargirio (PbO). La cantidad de plomo presente en el vidriado es muy alta lo que lo convierte en un vidriado muy tóxico. El plomo se puede aplicar directamente en forma de galena. La torrefacción para su transformación en litargirio se hace directamente en la primera fase de la cocción. La forma de introducción del calcio se puede realizar a través del mármol o puede formar parte de los otros componentes del vidriado en forma de impureza.

La forma de introducir el aluminio en estado natural puede ser en forma de feldespato, silicato, caolín o mica, todos ellos aportan a su vez silicio y otros elementos que pueden actuar como fundentes, como por ejemplo el potasio, sodio, lirio, bario, calcio. Como en la fórmula del vidriado tenemos un contenido muy bajo en potasio y calcio, se limita a muy poca cantidad el aluminio aportado a través de los minerales que contiene los fundentes presentes en el vidrio. Para completar la aportación de aluminio del vidriado se hace imprescindible el uso de algún compuesto mineral que contenga solo aluminio y silicio, por tango la variedad de minerales que intervienen en la composición del vidriado es muy poca. Los minerales que pueden completar el aporte de aluminio obtenido en la fórmula pueden ser la andalucita, la mulita, el caolín y otros, pero de todos ellos el más fácil de encontrar en la naturaleza es el caolín.

Una vez completado el aporte de aluminio sólo nos queda completar el de silicio ya que el caolín, paríoslo, no es suficiente para completar la cantidad de silicio presente en el vidriado. Este puede incluirse en forma de cuarzo que puede presentarse mezclado con el caolín elegido para la composición del vidrio.

Por último sólo nos queda el óxido de hierro, su aportación no ofrece ninguna dificultad ya que es muy abundante en la naturaleza y puede estar incluido como impureza en algún componente del vidriado o ser asimilado de la pasta cerámica. Su función es colorante, aporrando el color ámbar del vidrio.

Podemos concluir diciendo que estamos ante un vidriado compuesto por un alto contenido en plomo, que lo hace muy tóxico para su uso en cerámica de cocina.

Se ha compuesto con una mezcla de galena y caolín, con impurezas de cuarzo, feldespato potásico, mica y carbonato cálcico, responsable del aporte de las pequeñas cantidades de óxido de potasio y calcio.

La cantidad de plomo, en peso, es del 73%, mientras que el caolín con las impurezas es del 27%, La relación en volumen de los dos componentes puede ser aproximadamente del 50% ya que la densidad del plomo s mayor.

F— Cocción

Durante la cocción se producen profundos cambios en la arcilla. La cerámica cocida es completamente diferente tanto química como físicamente de la arcilla en bruto.

El principal cambio que lleva a cabo la cocción en la arcilla es la terminación del secado.

El siguiente cambio que se produce en la arcilla ocurre a los 350 “C, el agua combinada químicamente comienza a desaparecer, El agua combinada químicamente es una parte de la estructura molecular de la arcilla y no es afectada por temperaturas por debajo de 350 °C. En la fórmula química de la arcilla hay dos moléculas de agua por cada dos moléculas de sílice y cada molécula de alúmina.

Se ha hablado mucho de los procesos de oxidación y reducción que se producen en la cocción de la cerámica. Solamente indicar que en las cerámicas que hemos estudiado se observa una fase final de la cocción muy oxidante, esto nos lo indica el verdeado gris en el interior y rojo en el exterior de las fracturas, probablemente se mantiene una cocción reductora durante la subida de la temperatura, para ahorrar combustible, y una fase final muy oxidante. Durante la cocción se produce un proceso de vitrificación de la pasta cerámica con la formación de nuevos compuestos.

De todos estos procesos se ha publicado mucho, lo que ha centrado nuestra atención en relación a la cerámica Nazarí ha sido el explicar por qué se produce la constante presencia de arcillas rojas, muy ricas en oxido de hierro, en las cerámicas de cocina. La respuesta he hemos encontrado en el efecto físico que produce la cocción en este tipo de arcillas más que por su composición química o el efecto estético del color.

Los efectos físicos de la cocción de este tipo de arcillas podemos observarlos visualmente en las fotografías de microscopio electrónico de barrido (SEM) (Fig 4) En las muestras preparadas en lámina delgado-pulida, observamos los efectos físicos de la temperatura, manifestados en dos fases distintas de la cocción. Durante la subida de la temperatura el agua secundaria que permanece en Ja arcilla tras el secado se libera, posteriormente se inicia la volatilización del agua primaria o de composición de los minerales.

Las arcillas ferruginosas tienen un alto contenido en minerales con abundante agua de composición, geles, de hierro, mica, o caolín. Este agua se elimina en la cocción con el consiguiente descenso de volumen.

Simultáneamente comienzan a formarse nuevas fases cristalinas y la liberación de gases que tienden a salirse al exterior. Los que no encuentran salida quedan atrapados en el interior de la matriz formando poros.

Con el aumento de la temperatura, estos poros tienden a aislarse y separarse entre si formando microburbujas.

El experimento realizado por Freestone y Moddleron en los laboratorios del museo británico29 muestra que llegados a esta fase la temperatura de cocción es superior a los 1000 ºC, dependiendo del tipo de arcilla utilizada.

7* FREETONE, I.C. MODDLETON. A.P: «Mineralógical applications of the analytical SEM in archacology.

British Museum Research Laboratorys. Mineralogical Magazine, Marcha 1987, Vol 51, pp 21-31.

Cerámica nazarí y territorio. Estudio de cuatro aspectos históricos vinculados a las cerámicas rurales en la provincia de Almería

El recurso a la cerámica como indicador culrural o elemento para periodizar unos determinados restos asociados ha sido habitual en una disciplina histórica de fuerre componente posi- tivista. Acompañando a veces un topónimo, a menudo es el único resto concrero que queda de una antigua ocupación. A pesar de las evidentes limitaciones de esta perspectiva puramente instrumental, pronto demandó la construcción de tipologías, ya fuera el establecimiento de series de piezas coeráneas ya una ordenación cronológica de modelos formales. La mayor parte de las mblas tipológicas actualmente disponibles se han elaborado a partir de mareriales seleccionados por su esmerada decoración y aspecto artístico, recogjdos por museos y coleccionistas. Mientras la cerámica común procedente de las excavaciones urbanas está siendo introducida en pequeña medida para completar las series, la de ámbito rural es prácticamente desconocida.

En general, se acepta que, aun con campesinos, en la ciudad residen grupos sociales de mayor poder adquisitivo, ya sea por relaciones de producción o de poder, y especialización artesanal cuya plasmación arqueológica se manifiesta en la mayor diversidad y riqueza de bienes que puede indicar el registro arqueológico.

Los jarrones con decoración tallada y vidriados en verde constituyen una manufactura de lujo por su esmerada y compleja manufactura, relativamente escasa y bien circunferirá cronológica y espacialmente. Por lo común, se les ha tenido por copia degenerada o imitación vulgar de los grandes jarrones de la Alhambra pero subsiste todavía gran confusión en cuanto a su cronología e, incluso, fabricación, y un tenaz desconocimiento de la dispersión de los diversos motivos decorativos.

Las vasijas que vamos a estudiar brevemente presentan particularidades formales generales y de técnica decorativa. Se trata de unos recipientes de perfil estilizado y asas de aleta, decorados en franjas verticales intercaladas mediante palmetas con hoja central dividida por un peciolo cuya prolongación define el pedúnculo del que arrancan los tallos que enmarcan la siguiente. Las variantes de este motivo vegetal típicamente almohade no son muchas y consisten en la adición de elementos de relleno (brotes curvos a modo de zarcillos; rombos, cuadrados o puntos intermedios, duplicación de rallos, etc.) o la adición de una palmeta intermedia más simple (Garrido y García, 1987: lám. II, 39 y 40).

Aunque pueden compatibilizar el uso de estampillas en los extremos de los campos o calles decorados, la pasta se encuentra tallada con una lámina metálica o cuchillo como bien se aprecia en la junta de la hoja con el lóbulo. Tres fases sucesivas perfilaban el dibujo: primero se esbozaban las formas generales marcando con incisiones más profundas los tallos que envolvían las hojas, luego se diseñaban estas marcando los elementos vegetales secundarios y finalmente se dibujaban los elementos aislados. Por lo común la arcilla es rojiza, rosácea o pardo-rojiza; el vidriado siempre en verde, a veces mezclado con el blanco de las calles lisas intermedias cuando las hay.

La palmeta doble, con peciolo o nervio central, se encuentra en Murcia en una vasija estampillada, vidriada en verde (Navarro, 1986: 587), pero son inexistentes las tinajas o jarrones decorados con cenefas verticales (Amores, 1987). Motivo semejante, aunque la pequeñez de la ilustración impida pronunciarse al respecto, presenta un trozo estampillado procedente de Málaga y otro, tallado y de pasta de las mismas características, encontrado en Toledo (Agua- do, 1991: 68, for. 67,3 y 134). En Málaga aparecen con cierta frecuencia, si bien se han descrito como incisos (Acién, 1986-87: 228, fig. 2, 21). Que sepamos, nada de ello se ha mencionado para Sevilla (de la Sierra y Lasso de la Vega, 1982), cuyas tinajas están más próximas a la tradición almohade cuando no son plenamente mudéjares. Un pequeño fragmento procedente de Salé fue publicado hace años por Ricard y Delpy (1931: 234, for. y, 5). En Granada no se ha descrito hasta ahora este procedimiento decorativa a pesar de las semejanzas en motivos (Garrido y García, 1987: 685).

El prototipo de esta distribución decorativa parece encontrarse en los brocales con estampillas vidriadas, distribuidas en campos verticales con una sucesión de palmetas sencillas, como los encontrados en Córdoba y Sal (de los Santos, 1944: 187, fig. 1 y 201, fig. 11). En Almerfa no constituyen hallazgos habicuales. En la calle Gerona se halló un trozo de asa de aleta, con banda incisa perimetral y campo relleno de impresiones, barnizada en verde, descompuesto por la mala cocción (García ecal, 1991: 111, fig, 4, 6) pero es imposible su adscripción a este tipo de producción concreta. Ignoramos qué asas de las publicadas por D. Duda (1970: 35, kim. 23c y 24b) con motivos impresos corresponden a este tipo de decoración, elementos de los que la autora detecta algunos paralelos decorativos con materiales procedentes de Córdoba.

A pesar de que el empleo de procedimientos bien sencillos y eficaces (análisis de frecuencia o regresión de superficie de tendencia, por ej.) contribuiría a esclarecer las áreas de producción y difusión de ciertas producciones fácilmente identificables, sin recurrir a la determinación de los lugares de origen por métodos físico-químicos (difracción de rayos X, espectrometría, etc.), nunca estaremos suficientemente seguros de que la ausencia de un determinado material en un lugar concreto prospectado es achacable a fenómenos de selección intencional (por ej., su recogida por curios0s). Además, siempre nos encontraríamos con problemas de muestreo: en el caso de las prospecciones rurales por la escasez de material y en el de las excavaciones urbanas por todo lo contrario.

Si el arqueólogo que pretende emplear la cerámica para conocer las sociedades del pasado se encuentra con tantos problemas como posibilidades, el camino más corto para rentabilizar los datos procedentes de ella es plantear las preguntas adecuadas, es decir aquellas que tienen un grado de resolución mayor, y, después, establecer los procedimientos de registro necesarios.

Para trascender los simples daros recopilatorios y en si mismo tan engañosos, que obvian una realidad compleja tanto en prácticas sociales como en funcionamiento económico, traemos aquí cuatro perspectivas de estudio distintas que inciden en la importancia del estudio particular de la cerámica, inscrito, desde luego, en planteamientos de más largo alcance.

Los jarrones decorados y centros urbanos en los orígenes de la dinastía

1 Los trabajos se centraron en la Alpujarra oriental o almeriense: las prospecciones arqueológicas superficiales del valle bajo del Andatax (1985, codirigida con M. Carrilero), del medio del río Andarax (campaña 1986), de Sierra de Gádor (campaña 1987), Campo de Dalias y Alta Alpujarra almeriense (campaña 1988) y del término municipal de Adra (campaña (1989) completaron el trabajo de licenciatura de uno de nosotros (LCB: Carra arqueológica de la Baja Alpujarra Granada, 1982, correspondiente a los términos municipales de Berja y Daltas). En rotal, se prospecté casí un cuarto de la provincia.

Este tipo de tinajas decoradas son, por tanto, bastantes escasas: no están presentes en Vera, de cuyo antiguo emplazamiento (cerro del Espiritu Santo) contamos con varios miles de fragmentos recogidos en los fondos del antiguo museo local, y es problemático que aparezcan en Nijar como se ha dicho (Muñoz er al; 1991: 126-27). Según comunicación personal aparecen en el El Castellón de Vélez Rubio y en Escariantes (Ugíjar)4. En definitiva, esta producción parece más propia de pequeñas ciudades rurales que alcanzaron cierta importancia ya fuera estratégica o poblacional en los momentos iniciales de formación del nuevo reino5.

3Los trabajos de inventario se llevaron a cabo de octubre a diciembre de 1987 y fueron autorizados a uno de nosotros (1.C.B) por la D.G.B.C. de la Junta de Andalucía: A. SUAREZ MARQUEZ (1990): «Intervenciones arqueológicas, Almería». Anuario Arg. de Andalusís/1987. . . Sevilla: pp. 7-11, pig. 11: L.CARAB. (1991): «Informe sobre las actuaciones llevadas 2 cabo en la Alcazaba de Almería». Anuario Arg. de Andalucía/ 1989, 5. 1. Sevilla; pp. 7-12, y «La Alcazaba de Almería. Primeras intervenciones (mayo-diciembre, 87) . Anuario Arg. de Andalucía/ 1989, e. 111, Sevilla; pp, 13-21.

2Basta señalar las dos últimas aportaciones: los coloquios de Madrid (P. CRESSIER y M. GARGIA-ARENAL, con la colaboración de M. MEOUAK, edit., Genése de la ville islamique en al-Andalus er au Maghreb occidentale. Madrid, 1998) y Berja (L CARA B, edit., Ciudad y territorio en al-Andalus. Granada, en prensa)

La prospección arqueológica de la Alpujarra oriental puso de manifiesto el abandono de algunos lugares a inicios del s. XIV, defección ligada quizás a problemas defensivos. El Castillejo de Beires es semejante en planta y elementos poliorcéticas al de Los Guájares (Granada), tipo de pequeña fortaleza rural que se desarrolla a mediados del s. XIIl, siguiendo modelos almohades muy evolucionados, cuyo prototipo encontramos en el Castillo del Rio (Aspe, Alicante). Se localiza en un cerro de planta con clara tendencia rectangular y declive al sur, En el extremo superior se dispone un baluarte o gran torreón (11,1 por 7,2 m.) con entrada acodada, mientras que la principal se abre en un ángulo y obliga al recodo. El recinto es de planta regular y sin torres o muy escasas (de 1950 m2). Con posterioridad -y esta novedad es de la mayor importancia- se le añadió una pequeña torre albarrana, con saetera abocinada, a partir de un largo muro (31,5 m. de long.) que lo separa del baluarte. Esta nueva defensa protege un área poblada adicional de 736 m2 (Cara y Rodríguez, 1998: 223, fig. 16 a y b). Los materiales de una y otra zona son relativamente escasos y se pueden agrupar en sendas fases. La primera abarca de mediados del s. XIII al primer tercio de la centuria siguiente y se caracteriza por la presencia de tres fondos de jarra, de arcilla compacta grisácea de tono rojizo o rojiza, engobe interior rojizo o anaranjado. La base discal diferenciada la acerca a las redomas de la forma TI evolucionada de Roselló halladas en Denia para la primera mitad del s. XIIl (Gisbert er al, 1992. 82, fig. 18, 1 y 3), evolución de las halladas en Sta. Fe de Oliva, de fondo plano, a veces ligeramente convexo y algo saliente, pero sin la prominencia de estas (Bazzana y Climent, 1984: 328). Rebordes semejantes se encuentran en las ollas de Los Guájares (Cressier et al, 1995), aunque aquí este es más pronunciado. Según Marinetto y Flores (1995: 178-79, fig. 1, a) se trataría de una jarra piriforme invertida, con grandes asas y correspondencia entre anchura de la base y la de la boca, típicamente nazarí. Los paralelos más próximos hay que buscarlos en el cerro de Sta Bárbara (Rodríguez y Cara, 1991: 237-41). Además aparecieron fragmentos minúsculos del cuerpo de redoma decorado en verde turquesa vivo al interior y exterior y un plato de pasta gris y buena cocción, melado al interior y una tinaja con cordón decorado con dibujos inclinados a peine. Las superficies presentan engobe anaranjado o rojizo. El castillo vuelve a ocuparse en el siglo XV, quizás en su segunda mitad. Como elemento muy poco común en la Alpujarra aparece una jarra de pasta amarillenta, pintada al manganeso con un sencillo motivo geométrico, producción que se extiende en la segunda mitad del XV (Villavieja, casco urbano de Berja -Cara, 1997: 258-, Laujar, Marchena y, sobre todo, Alhama -Cara y Rodríguez, 1992: 21, fig. 7, 12a 14, 18 a 20 y fig: 19, 3 a 7-, población a 25 km. de Almería, donde son comunes), aunque recientemente se la hace propia del s. XIV (Flores et al, 1997: 19), con dibujos semejantes a los publicados en jarras nazaríes por D. Duda (1970: 30, lám. a-b y c-d), con paralelos en Málaga. A esta época pertenece el trozo de plato con haz de circulos a peine y melado interior y verde turquesa al exterior, pieza que no aparece en contexto almohades o tardo-almohades del levante (Gisbert er al, 1992 0 Azuar er al, 1995: 142, fig. 11, 1, 8). Aparecen también las características cazuelas de borde en visera, barnizadas en color melado-verdoso al interior (fig. 3).

Otro asentamiento abandonado es el de Los Castillejos de Roquetas (Cara y Cara, 1992-93: 37-40), fortaleza muy sencilla alrededor de una torre, con un poblado circundante, todo situado a pocos kms. de la costa. Los ataifores son aquí el elemento cronológico más importante. Uno del tipo IVa de Roselló (1978: 19), correspondiente a la primera mirad del s. XIII (antes del 1244), semejante a ejemplos de Denia aunque aquí presenta ángulo más bajo (Gisbert eral, 1992: 90, fig. 21, 8); aunque en la zona levantina predominan los bordes aplanados o de arista exterior alta (Azuar eral, 1995: 142, fig. II, 2). Otro presenta perfil completo semejante al tipo 11-1 de Denia (por lo tanto, anterior al 1244; Gisberr eral, 1992: 90, fig. 21, 2) pero aquí con borde y carena menos marcados y solero recto y alto que lo acerca a los prototipos nazaríes (Azuar eral, 1995: 142), pues en la Alhambra las carenas tienen un perfil más marcado mientras que los bordes triangulares son muy escasos (Ruiz, 1980; I1: 37, piezas 4543 0 4546, y 136, pieza 5282). El tercer plato tiene borde triangular al exterior cuyo perfil no se corresponde con ningún tipo de los ataifores en verde procedentes de la Alhambra (Ruiz, 1980, 1: 17-19, figs. 1 a [II). El cuarto ataifor es de borde redondo, ligeramente engrosado, y paredes curvadas, semejante a algunas piezas del repertorio tardo-almohade (presentado para la zona levantina por Azuar eral, 1998: fig. 4). Por último, se registra la base evolucionada de jofaina, semejante al ataifor tipo 111-2 o Ti-c de Rosell y al presentado para Denia (Gisbert er al, 1992: 90, fig. 21, 5) pero aquí la carena y el engrosamiento del fondo es más marcado, lo que lo acerca a la jofaina (Gisbert et al, 1992: 92, fig. 21, 14 y Gisbert, 1995: 168, fig, 6, 2); no se corresponde a ningún tipo documentado en la Alhambra (Ruiz, 1980, 1: 17-19, fig. Ta III), por lo que debe situarse entre el 1244 e inicios del s. XIV.

En el asentamiento, se constatan pervivencias anteriores, con más claridad en las jarras pintadas, de modo sencillo, al manganeso, el candil de piquera y las marmitas que perfectamente podrían quedar englobadas en la segunda mirad del s. X11, al igual que la cerámica estampillada. La ausencia de cazuelas con borde en visera y ollas de labio vertical con reborde interior, que constituyen los materiales más característicos de los asentamientos tardíos, lo hace anterior la segunda mitad del s. XIV, mientras que la ausencia de azafares con carena marcada y prolongada sugiere su abandono a inicios del XIV. En el extremo opuesto, el perfil del pie y cuerpo y borde otros ataifores sugiere una poca intermedia, que debe arrancar a mediados del s. XII. En conjunto, se han de destacar dos aspectos muy distintos: su carácter fuertemente homogéneo obliga a una selectiva paralelización con Los Guájares, asentamiento en gran parte contemporáneo, lo que puede remitimos a diferencias tanto locales como funcionales, a nuestro entender, y la aparición de dos fragmentos disociados con claridad en cuanto a su cronología y cuya presencia resulta problemática.

Es difícil poner en relación los datos suministrados por la cerámica con la informaciones proporcionadas por las fuentes pues solamente podemos deducir del estudio arqueológico que al menos tres asentamientos (El Castillejo de Beires, Los Castillejos de Roquetas y, probablemente, El Castillejo de Los Guájares) fueron abandonados antes del primer tercio del s. XIV. Refiriéndose a Muhammad 1V, Ibn al-Jagib nos habla de ciertas discordias dinásticas a finales del 1326, en las que intervino un miembro destacado de los Banú Marin: wereció la discordia entre su visir el que se apoderó de su mando- Muhammad b. Ahmad al-Mahriiq (el Quemado) y el Maestre de algaras ‘Utmin b. Abí 1-'Ulá, discordia que derramó sobre los musulmanes la tormenta de la guerra civil y dejó en ellos hondas cicatrices. El maestre se encolerizó de ral modo que pensó en alejarse de al-Andalus. Con tal motivo marchó a la costa de Almerfa: luego entró en negociaciones con la gente del castillo de Andarax, que se sometió a su autoridad, y se unieron a él los lugares circunvecinos». Tras recibir refuerzos desde Tremecén, hubo un enfrentamiento armado que aprovecharon los cristianos para conquistar Olvera y castillos vecinos en junio y julio de 1327. La presencia benimerín se redujo a la marca fronteriza occidenral al entregárseles Ronda, Marbella y sus circunscripciones (Ibn al-Jarib, 1998: 100-02).

Inicios de la cerámica rural y auge sufí en la Alpujarra

Desde Abú I-Hasan al-BaryT (m. 1115-6), que encabezó la farws colectiva que defendió los libros de al-Gazali, pasando por Ahmad al-Gazzil (m. 1185), alumno de Ibn al-'Arif, su hijo Muhammad (m. 1224), conocidos por “Ibn al-Yatim al-Andarasi”, y Abn I-‘Abbas Ahmad alQanyi'ir hasta Abú Marwan al-Yuhanisi (m. 1268), las rahas de Dalías, Berja, Andarax y Liichar fueron asiento de un importante movimiento místico que se manifestó en la proliferación de rábidas desde finales del siglo X1t,

Anacoretas y eremitas vivían dedicados a la contemplación y la exigente práctica de ejercicios espirituales (voto de silencio) o de mortificación del cuerpo (ayuno pues solo comían por la noche un poco de verduras y frutas; andaban descalzos y dormían sobre una estera por colchón). Opuestos a la vida hipócrita del Islam oficial, se aparraban a lugares aislados, inhóspitos y desiertos para llevar una vida de contemplación y meditación. Los sencillos edificios que los albergaban se localizan en la cima de los cerros que radean la vega, en un entorno montañoso desprovisto hoy de cualquier vegetación y posibilidad de cultivo, lo que obligaba a la privación pero también al ejercicio de la fraternidad por los vecinos. Las rábitas se expanden con la difusión de las doctrinas místicas basadas en la renuncia y la pobreza, en especial tras la crisis del “reformismo” almohade. Los morabitos o lugares de reunión presentan grandes variaciones tanto en su concepción constructiva como en cuanto a la naturaleza de sus prácticas.

En general proporcionan poco material cerámico (caso de las virgitanas y la mayor a de las dalayenses). En el cerro Moriscas de Dallas (Cara, 1986: 133, fig. 81) aparecen jarras de fondo estrecho, ligeramente convexo y más o menos saliente, siempre en pastas rojizas, con un ligero engobe del mismo color, que se han datado en un primer momento del periodo nazarí (Flores y Muñoz, 1995: 256); la forma es semejante al núm. 372, clasificado en el s. XIII (Acién eral, 1995) pero la esbeltez parece propia del s. XIV, por ejemplo los datados en Almeria (Flores et al, 1997, fig. Bc), aunque es excepcional la estrechez de la base; este perfil no se encuentra entre la cerámica barnizada en verde de la Alhambra (Ruiz, 1980, II: 28-30). Los platos corresponden al ripo 11lc, aunque de perfil más alto y paredes ligeramente más rectas, por lo que deben pertenecer al primer tercio del siglo XIV (Cressier et al, 1991: cuadro 1), Encuadre cronológico semejante tienen una olla o marmita, acanalada, semejante las halladas en Los Guájares (Cressier eral, 1991: 12, fig. 4, 2, forma G), vidriada al interior en melado.

Producción muy característica de este momento son las jarritas y ollas de pastas rojizas depuradas, a veces muy finas y de buena cocción, engobadas, decoradas bien con líneas de suave espatulado (como en cerro Moriscas) de la más corriente sucesión de líneas paralelas, horizontales y de distinto grosor, en marrón que hallamos en Berja (Villavieja) y Laujar, con asas de cinta acanaladas y planas. Producción distinta, más descuidada y posterior, constituye la olla de borde ligeramente saliente que presenta líneas blanquecinas sobre la superficie ahumada, aso- ciada a materiales del s. XIV que parecen proceder de la cueva de la Higuera, por ej. platos del tipo IId con impresiones almendradas (Cara, 1997: 260-61).

En Laujar, los edificios son más complejos y su cerámica muestra dos significarivas caracte- físticas generales: en primer lugar, los platos son escasísimos, lo que excluye un contexto do- méstico típico; en segundo término, la importancia numérica de las forma de alcadafe y jarros/ as se puede vincular a la limpieza ritual, En el cerro de la Villa (entre Laujar y Fuente Victoria) se vuelve a repetir el tipo de jarra ya mencionando; platos decorados con circulos concéntricos al interior en verde oscuro, ollas en verde-melado y cazuelas planas en melado interior, todo muy fragmentado, com- pleran un registro que sobrepasa mediados del XV y se aproxima a su final. En ninguna de estos lugares encontramos las cazuelas de borde en visera y las ollas globulares o piriformes, de borde vertical y hombro interior marcado, típicas del siglo XV (Cara y Rodríguez, 1992: 62; Flores y Muñoz, 1995: 269).

En el cerro de Sta Bárbara, las jarras con reborde triangular y base ligeramente cóncava pertenecen a un tipo que no aparece en la Alhambra decoradas en vidriado verde (Ruiz, 1980, 1: 33-5, fig. VIII); no obstante algunas redomas vidriadas en verde procedentes de alli tienen el solero plano y más o menos marcado al exterior con un baquetón simple (Ruiz, 1980, II: 208-10, piezas 3124, 2222 y 3608) pero nunca lo hacen al interior como los ejemplares del Cerro de la Villa. Las semejanzas hay que buscarlas con el núm. 352, clasificado como del s. XII (Acién er al, 1995) y con otra procedente de El Castillejo de Beires. Otra base de jarra de fondo plano y arista exterior baja es semejante al tipo I publicado por Marinetto y Flores (1995: 179, fig. la), propio del s. XIII y al núm, 372 de la misma cronología (Acién ec al, 1995). Un fondo de redoma de pie curvo, saliente y aristado al exterior, no se corresponde a las tpicas piriformes nazaríes pintadas en verde (Ruiz, 1980, I: 28-30) y parece establecer semejanzas con las piezas 1216 y 7486 del s.x1v (Marinerto y Flores, 1995: £.2c). 6 y 7) bordes vueltos de ollas-marmitas, tipo que no aparece en Denia (Gisbert eral, 1992: 86-7, fig. 19) ni en los catálogos de cerámica nasrf. En el último cuarto del siglo XIV se produce una reacción del maliquismo oficial frente a las desviaciones de estas tariga/s (por ej., Abú 'Abd Allih Muhammad al-Haffár, en Lagardere, 1995: 1V, 234, p. 278) y en pocos años desaparecen en beneficio de las contiguas a las poblaciones. Las urbanas muestran carácter reformista y ortodoxo, opuestos al culto popular de los santos y a sus excesos: las pricticas extáticas y los trances, que para ellos eran corrupciones no coránicas de la fe. Los libros de habices de la Alpujarra (1501) muestran que este fenémeno estaba rodavía en pleno desarrollo (por ej., Cara, 1997: 189).

Estos cambios de orientación de la religiosidad popular pueden ser seguido en Almócita (taha de Lúchar, valle medio del Andarax). En un montículo aislado, a unos pocos de cientos de metros al sur de la población, se localizan escasos fragmentos cerámicos que mantienen una relativa e interesante homogeneidad cronológica que los lleva del siglo X1V al XV. Dos fragmentos de borde de cazuela presentan una distinta tipología. El primero de característico perfil en visera que no hay que confundir con tapaderas almohades aunque parezca proceder de este modelo; muestra barniz interior verde-melado. El segundo, apenas incipiente, mantiene rodavía estrecha relación con los bordes triangulares, con barniz melado interior y acanaladuras horizontales en la pared opuesta (fig, 4, n | y 5). Cronológicamente parecen dos momentos de una misma evolución: el segundo parece corresponder a mediados del s. Xiv mientras que el primero es ya de la segunda mitad del XIV. Tres fragmentos de fondos de cazuela, con reborde en la carena uno de ellos, y los otros dos de una misma pieza caracrerizada por el engrosamiento de este punto de inflexión, todos ellos con barniz interior verduzcomelado, completan los restos dentro de esta forma cerámica. De ollas sólo se ha podido documentar un fragmento de borde, plano y vuelto, con barniz interior de color melado.

De la forma araifor contamos con al menos tres fragmentos. El primero es de borde simple y vertical y cuerpo curvo y saliente, con barnizado verdoso claro (fig. 4, n 3). De los resrantes, uno de ellos tiene doble barniz melado y el otro verdoso a su interior, y son fragmentos amorfos. Se pone de manifiesto aquí un registro arqueológico representativo de una actividad doméstica variada, de poca intensidad y cierta modestia, dentro de la habitual monotonía del inventario arqueológico de los asentamientos medievales tardíos en la zona. Su diversidad, pero también su correlación tipológica, evidencian que no estamos ante un lugar arqueológico de acumulación incidental de restos (tipo basurero) o un ámbito de actividad humana especial, sino en un núcleo aislado de habitación, alejado unos cientos de metros del núcleo principal con el que mantiene la inmediatez a la zona agrícola irrigada, es decir de un mismo espacio de aprovechamiento. Paralelos en la comarca refuerzan la posibilidad de que pueda tratarse de la rábida mencionada en los libros hafices (Trillo, 1994: 147).

Un simple análisis visual de los distintos fragmentos cerámicos del hábitat aislado, revela la diversidad de producciones, y por lo tanto -creemos- de talleres alfareros, si bien parecen todos de la comarca, lo que introduce un sistema de relaciones predecibles difíciles de evaluar por ahora.

La tardía reocupación de la costa

Contaba Iba al-Jatib del Campo de Dalías, en traducción de Simonet (1872: 146-47) que: «Los inconvenientes de este pueblo consistían en los muchos daños que le ocasionaban con sus frecuentes desembarcos las naves enemigas, siendo por ello un lugar de lanzadas, y de ataques imprevistos (...) que el camino de Dalías era una senda de cuidados y sólo le frecuentaban varones de gran abnegación y desprecio del mundo». El mismo autor (Ihata 1:509) habla de construcción de más de cuarenta torres por parte del háyib Ridwín desde la costa oriental a la occidental.

4 Según nos comentan amablemente Encama Motos y Alberto García, este para materiales de la prospección de C- Trillo.

5Sobre Berja los daros han sido recopilados recientemente: CARA BARRIONUEVO, L. (1997): ¿Fue Villavieja una ciudad? o las paradojas de una periferia sin centro». Farua 1: pp. 11-27. De Vélez-Rubio vale la pena destacar la compleja estructura organizativa que nos evidencia E. MOLINA LOPEZ (1979): «El Levante y Almería en el marco de la política interior del emir murciano Ibn Hud al-Mutawakkils. Awrag 2: pp. 55-63, la importancia de su registro cerámico presentado por M, DOMINGUEZ BEDMAR y M' del M. MUÑOZ MARTIN (1987): «Materiales hispano musulmanes del «Cerro del Castelléns (Vélez-Rubio, Almería)». Rev. Velezana 6: pp. 101-131 y este mismo coloquio por E. MOTOS GUIRAO y la descripción de la fortaleza por ésta (1992): «Fortificaciones del reino nazarí en el sector oriental de su frontera: la zona de Los Vélez». III Congr. Arq. Med. Esp., €. IL. Oviedo, 1989; pp. 306-312. De Escariantes, M. CASIRI (1760-70): Bibliotheca Arabico-Hispana Escurialensis. Madrid, 1. 11, pág. 96, afirmaba que el malageño Ibn al-Farag ben Almorhal, wali de la Alpujarra en la primera mitad del 5. XIII, construyó el castillo de Escariantes, aunque el mejor estudio arqueológico se lo debemos a C. TRILLO op. cit., págs. 138-39.

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Torre Bermeja (entre La Mojonera, Vícar y Roquetas) eran unas ruinas que sirvieron de mojón de término citada en los antiguos deslindes del campo (por ej., en el de 1782: AMA 14, 26bis). De allí procede el pie de plato con solero marcado y alto en verde exterior y melado interior y su correspondiente cuerpo con arranque de carena simple y barniz verde exterior y melado interior, tipo que recuerda a otros de Los Castillejos de Roqueras. A una ollita con borde simple y sinuoso interior y exterior verde amarillento se añaden dos fragmentos de una misma olla piriforme con hombro marcado al interior y una cazuela de borde en visera con melado interior (fig. 5) . Su cronología parece abarcar de la segunda mirad del s. XIV al 5. XV, Puede corresponder con el garaf al-bury que cita al-Idrisi, según Jassin Abid, entre al-Bayánis (Aguadulce) y al-Nubayra (Balerma) (1989: 96, n. 474, p. 321). Materiales tardíos se hallaron, también, en la restauración del castillo de Sta Ana (Roquetas), formando parte del relleno de la torre cuadrada de tapial que le precedía (Cara y Cara, 1992-93: n. 18, p. 55).

Conclusiones

Hemos intentado destacar la importancia de la cerámica para caracterizar las funciones y datar la ocupación de ciertos asentamientos menores, cuya importancia histórica no se nos escapa. Aunque de manera todavía muy aproximativa podemos abordar parte de su compleja problemática y contribuir a precisar algunos datos en relación a la cerámica, utilizando procedimientos asociativos, contextuales e históricos. Si bien en gran medida intuitivas, las inferencias serán cada vez más sólidas conforme aumenten en coherencia y articulación y los proyectos de investigación se propongan estudiar de modo sistemático zonas o regiones concretas. La conclusión histérica que puede obtenerse de los daros expuestos en este trabajo exige una formulación rigurosa, todavía incipiente y reducida a planteamiento previos, pues estamos en presencia de cambios profundos de los que los fenómenos expuestos son meros exponentes. El papel histérico de importantes centros rurales en la fase formativa y primer período del nuevo reino, la peligrosa envergadura de un potente fenómeno religioso alejado de la comunidad o el abandono de ciertos asentamientos y la reocupación de algunas zonas, en un proceso que nos advierte de la antigüedad de la puesta en uso y permanencia del aprovechamiento de los espacios productivos, son hechos que todavía no han sido asumidos por la historiografía «oficial» que estudia el sultanato nazarí, hechos a los que habrá que volver en más de una ocasión.

6 En la Ensenada de San Miguel o de Los Baños estuvo el fondeadero y puerto, por donde se exportaron las producciones romanas de gran parre del Campo de Dalias, aunque bien se puda utilizar alternarivamente las posibilidades de anclaje a poniente de la Punta Culo de Perro, zona más próxima al lugar. Expuesta a frecuentes incursiones de piratas norreafricanos, la zona fue protegida luego con una torre; en 1765-66 se empezó a construir la acrual fortificación: por ej.. L CARA B. y ). CARA R. (1989 b). «Dos puertos romanos en la provincia de Almeria. Un estudio arquevlógica». XIX Congr. Nac. Arqueol., Castellón de la Plana, 1987, vol I: pp. 823-37.

La cerámica nazarí del noreste de la provincia de Granada

MARÍA DE LOS ÁNGELES GINÉS BURGUEÑO

Introducción

El propósito de este trabajo es realizar un somero estudio que nos permita el conocimiento de la cerámica nazarí del noreste de la provincia de Granada, centrándonos en concreto en la depresión de Baza. Se trata de un estudio interesante pues la zona a estudiar se enmarca dentro de lo que fue el reino nazarí hasta sus últimos años, jugando el papel de frontera frente al mundo cristiano durante varios siglos. A la vez es un estudio de una amplia zona rural, por lo tanto la mayoría de sus piezas se alejan de los conjuntos cerámicos hallados en centros palatinos o de los grandes centros productores.

Para llevar a cabo esta tarea hemos analizado fragmentos cerámicos procedentes de diversas yacimientos. Un buen loTe de estos han sido hallados mediante prospecciones realizadas en estructuras defensivas y en sus inmediaciones como es el caso de Benzalema, Cúllar Baza, Cortes de Baza, etc. Tan sólo contamos con la excepción del castillo de Castril de la Peña cuyo estudio de su cerámica se debe a la excavación que tuvo lugar en julio de 1998', Es por ello por lo que de este último yacimiento tenemos un volumen mayor de fragmentos.

Antes de seguir, es necesario mencionar dos estudios que se han efectuado en la zona. El primero de ellos ha sido realizado por Antonio Malpica Cuello2, dónde realiza un minucioso estudio del complejo sistema fronterizo de esta zona. Otro estudio del área de Castril de la Peña es el efectuado por Concepción Alfaro Baena3. Esta obra supone una gran aportación para el conocimiento de la organización del la zona oriental del reino de Granada tras su conquista, en el que se crearán múltiples señoríos, lo que dio lugar lugar a una gran transformación del territorio de Baza.

Marco geográfico

La comarca de Baza está situada al Noreste de la provincia de Granada. Limita al norte con Huéscar, al Sureste con la provincia de Almería y al oeste con Guadix y la provincia de Jaén. Los pueblos que comprenden esta comarca son Baza, Benamaurel, Caniles, Corres de Baza, Cuevas del Campo, Cúllar, Freila y Zújar.

Período islámico

Desde el comienzo de la dominación islámica en la península, el Noreste de la provincia de Granada aparece adscrita a unidades territoriales distintas; parece que las noticias a este respecto son confusas. Asf Baza y Cúllar pertenecieron a la Kara de Yayyan (Jaén) y Huéscara la Kara de Tudmir (Murcia). Una de las primeras noticias que tenemos de la zona es de Ibn Hazm. Este en su Yambhara informa sobre el asentamiento en la zona de Tijola, Cúllar y Baza de Qahranies Tayy ral como recoge Elfas Terés4.

La formación de este reino, va a provocar un empuje crisitiano con Fernando IIl en 1246, Jaén es definirivamente conquistada por lo que se hace necesario reforzar la frontera. Se configura este rerritorio del noreste del reino granadino como un lugar fuerremente defendido con dos centros Baza y Guadix, y unas líneas de castillos defensivos que guarnecen toda la frontera (Castril, Huéscar, Galera, Orce, Alicún de Ortega, Zújar, Freila, Baza, Caniles, Benamaurel, Benzalema, Cortes de Baza, Cúllar Baza, ...). Se establece pues un área fronteriza muy militarizada y completada con una red de castillos que tendrán como misión el control de las vías de acceso a la hoya de Baza, es decir al río Guadiana Menor. Esta red defensiva se completa con un elevado número de torres vigías que no se localizan en núcleos poblados, permitiendo la vigilancia de los valles de los ríos y controlando el paso a las zonas montañosas, tanto hacia la zona cristiana como hacia la región murciana. Se vaa crear una frontera fluctuante y difícil de concebir. Los cambios de plaza son constantes por la que no se puede hablar de una frontera estable y delimitada.

1Estos trabajos arqueológicos se enmarcan dentro del proyecto de investigación de D.G.LC. Y T. del ministerio de Educación y Cultura titulado «Los Asentamientos Medievales en la Frontera entre los reinos de Granada y Castilla, Siglos XIII-XVs (ref: PB95-1151), cuyo responsable es Antonio Malpica Cuello (profesor de la Universidad de Granada, departamento de Historia Medieval).

2 MALPICA CUELLO, Antonio: Pablamiento y Castillos en Granada. Granada, 1996.

3 ALFARO BAENA, Concepción: El Repartimento de Castril. Granada, 1998.

La orografía del norte de la provincia de Granada es un tanto compleja. Al norte tenemos la Sierra de Castril que es considerada la estribación meridional de la Sierra de Cazorla, Segura y la Sagra, sierras que cierran el paso al sur hacia la depresión de Baza. Conocida como «hoya de Baza» es una gran altiplanicie que se enmarca en el rosario de depresiones que conforman el surco intrabético y rodeada por cadenas montañosas como Sierra Nevada, Sierra de Baza, Sierra de Castril, Sierra de Orce y Sierra de Harana. Aquí encontramos conglomerados, arenas y arcillas del Cuaternario; también limos y arenas de la era Terciaria.

La Sierra de Baza pertenece a las cordilleras Béticas, concretamente al sistema Penibético, creándose en la orogenia alpina durante el periodo Mioceno en la era Terciaria, debido al empuje de la placa tectónica africana que produjo un levantamiento y plegamiento de los materiales marinos sedimentarios de la placa europea debido a las fuertes compresiones. Al comienzo del Cuaternario prosigue el levantamiento de la comarca y los lagos son reemplazados por ríos y torrentes, produciéndose la erosión de los relieves circundantes. Se forman conglomerados, glacis y terrazas fluviales así como «Bad land» en zonas arcillosas. Este proceso explica la fisonomía del paisaje que vemos en la actualidad.

El cerro Jabalcón, situado en el centro de la depresión de Baza y en cuya ladera norte se haya el castillo de Benzalema, está formado por rocas calizas y dolomías de la era Secundaria, quedando como residuo de una formación anterior. El clima de esta amplia zona es de tipo continental con grandes oscilaciones térmicas. Las lluvias son escasas, presentando una distribución irregular, lo que está provocando una progresiva desertización del terreno.

Desarrollo histórico medieval

En esta comarca se dieron pues las condiciones idóneas para el establecimiento de grupos humanos, desarrollándose importantes culturas durante la Prehistoria hasta llegar al período Ibérico con una ciudad plenamente formada, Basti, de la que han llegado hasta nosotros importantes restos. La zona bastetana fue una comarca profundamente romanizada, lo que hemos podido comprobara través de la prospección realizada por los abundantes restos de esta época que se han encontrado en diferentes yacimientos, identificando materiales cerámicos como terras sigilaras, tégulas, etc.

4TERES, Elias: «Linajes Arabes en al-Andalus según la Yamhara de Ibn Hazmu, Al-Andalus X11 (1957), pp.55- 112y 337-376.

4TERES, Elias: «Linajes Arabes en al-Andalus según la Yamhara de Ibn Hazmu, Al-Andalus X11 (1957), pp.55- 112y 337-376.

Tn al-Qariya5 da información sobre el pacto que realizan los jefes Tayy ante la llegada de ‘Abd al-Rahmán I a esta zona.

Medina Bastha aparece como una ciudad grande, agradablemente situada y de mucha población, ceñida por fuerte muros, con un buen mercado y fábricas de diversos géneros. Así la describe Al-Idrisi6 que también menciona la importancia que tiene el cultivo del azafrán en esta zona.

También esta zona estuvo involucrada en la revuelta encabezada por Ibn Hafsún. Asf ocurrió en el hisn Bakúr, cuyo jefe 'Abd al-Wahhib b. Yury fue destituido por el emir 'Abd Alláh al tomar partido por los insurrectos muladíes.

Ibn Hayyán7 habla de Baza y su territorio en el siglo X como Kúra independiente y con gobernantes propios (Abd Alláh b. Ahmad B. Abi Abdá en el año 929 y Abderrahmin B. Yabiya hacia el 930).

En territorio granadino se asientan a comienzos del siglo X! los zirfes, grupo beréber sinhaya; estos acontecimientos los podemos seguir en las Memorias del rey 'Abd Alláh", Durante el gobierno de Badis B. Habús (1037-1077) que constituye un reino taifa, Baza se encontraba inserta en él, siendo el río Guadalquivir el límite con el inmediato reino de los Banú Di-1-Nún de Toledo.

A finales del siglo XI llegan a la península los almorávides. En el 1150 son los almohades los que desembarcan en la península controlándola ripidamente. Si los primeros, su presencia aún se desconoce en gran medida, para los almohades tenemos más referencias. Ibn Sahib al-Salac en su al-Mann bil-Imana habla del establecimiento de los almohades en la península, dándonos referencias de la rapidez de su establecimiento y de la riqueza de la zona basterana?. Este territorio va a ocupar un lugar preeminente en la ordenacién del rerritorio con la creción del reino de Granada. Procede entonces una reorganización del territorio. En 1232 un pacto entre las familias Banú I-Almar y los Banú Asquilala, permitió que Mubammad b. Yúsuf b. Nasr fuese proclamado sultán, estando aquí el núcleo de este reino nazarí

También tenemos ataifores de rradición anterior con paredes curvas divergentes y un borde de sección triangular engrosado al exterior. Contamos con 2 fragmentos: El que vemos en la fig. a muestra un acabado vidriado en verde con diferentes tonalidades, debido a la acumulación del óxido y mala aplicación de la cobertura, El fragmento de la fig. b presenta un vidriado en mal estado. La coloración de su cubierta es blanca sobre la cual se disponen motivos decorativos realizados en azul turquesa. También aparecen algunas manchas en dorado, sin poder identificar tales motivos debido al deterioro que muestra la superficie exterior. Estas formas tienen paralelos en otros yacimientos como por ejemplo en el Castillejo de los Guájares, fechados en este caso en el siglo X1V19.

5 18BN ALQUTIVA: H* de la Conquista de al-Andalus. Traduce. de Julián Ribera. Madrid, 1926, p. 17.

6 ALTDRISI: Description del'Afrique et de L'Espagne'Trad. y notas por Reinhare P. A. Dozy er Michael . de Goeje, 1969, p: 247.

7IBN HAYYAN: Al-Mugrabis V: Crónica del califa Abderrahmán lIl an-nasir enrre los años 912 y 942, Ed. M> Jesus Viguera y Federico Corriente, Zaragoza, 1981, pp. 192 y 215,

8LEVÍ-.PROVENCAL, E. y GARCIA GÓMEZ, E:: El siglo XT en primera persona: Las «Memoriass de 'Abd Allih, vúltimo rey Zirf de Granada destronado por los Almordvides (1090). Madrid, 1980, p. 28.

9 IBN SAHIB AL-SALAT: AL Mann bil-Imana. Trad, de Huici Miranda, Valencia, 1969, p. 160.

Plazas como las de Zújar, Cúllar, Cortes, Caniles, Freila y Benamaurel constituyeron plazas de vital importancia, que en determinados momentos jugaron un papel principal en la defensa del territorio de esta comarca. Su ubicación geográfica les hizo desempeñar un papel estratégico de primer orden. No podemos olvidar la situación de estas plazas insertas en la ruta de acceso hacia levante, lo cual le confiere un especial importancia.

La ciudad de Baza cobra proragonismo en los últimos años del reino nazarf. Durante la última etapa de la conquista este territorio estuvo controlado por el Zagal. Cabe destacar el ataque que este realizó a la villa de Cúllar en manos cristinas. Tras un asedio de seis meses, Medina Basta se rendirá en diciembre de 1489. Con ellas se rinden Almería, Guadix y la costa de Granada al estar todas estas zonas bajo dominio de El Zagal.

Las fortificaciones

Ya hemos comentado como Baza se articula como núcleo rector de una amplia zona que la rodea. Sin embargo apenas si se pueden reconocer los elementos defensivos con los que contó. Se trató sin lugar a dudas de una importante fortaleza, aunque en la actualidad apenas quedan restos de ella al encontrarse en pleno casco urbano de la ciudad de Baza, quedando sus ruinas incluidas en una zona ajardinada.

Los restos que quedan están realizados en un rapial hormigonado muy duro, con abundante cal y grava. Al sur, fuera de la zona ajardinada, se conserva una torre de sección cuadrangular realizada en tapial 10

La torre de Cúllar —de la cual nos da noticia Ibn Sahib11— se encuentra frente a este pueblo, actualmente forma parte de una ermita, haciendo las veces de campanario. Su planta es rectangular, con base de tapial hormigonado y un desarrollo del cuerpo de mampostería enripiada con sillares en las esquinas. La estructura está coronada por un almenado de época moderna. Esta torre controlaría el paso hacia los Vélez12. Alrededor de ella encontramos cerámica del siglo XI hasta época nazarí.

Tras analizar los resultados obtenidos de la excavación13, se pudo documentar de manera cronológica la ocupación de la plaza cuyo inicio estaría en un hisn del siglo XI. A este respecto podemos decir que en el transcurso de las tareas arqueológicas aparecieron restos cerámicos de esta época como algunos fragmentos de verde-manganeso con motivos típicos de palmeras, así como fragmentos de ataifores de ripié bajo con vidriados de color miel y dibujos estilizados realizados en manganeso con lo que nos confirma que esta plaza defensiva estaba ya formada en el siglo X1I.

En el caso del fragmento que muestra la fig. g, con una descripción formal similar a las anteriores, aunque cuenta con un repié muy desarrollado siendo la pared interna de este bas- tante más alta que la externa, el grosor de la pared del cuerpo es bastante considerable (de 1,1 em). Es el único ejempla que hemos encontrado con un vidriado en el interior de color miel claro.

Las jarras pintadas con esta decoración esquemática que hemos descrito, son muy abundantes y de larga pervivencia en el mundo islámico. Encontramos similitudes en la decoración con fragmentos procedentes de Ceuta21, Murcia22, Deni23 así como otros recogidas por Isabel Flores Escobosa y María del Mar Muñoz Martin24 

Decoración esgrafiada

Estos motivos y esta técnica propia del mundo almohade, también está presente dentro del conjunto cerámico de Castril de la Peña. Debido a la pervivencia de la técnica en el mundo nazarí, hemos decidido incluir algunos de estos fragmentos que van desde simples motivos como el fragmento de la lám. 7, fig. a, en el que sobre el cuello recto y borde engrosado al exterior de sección triangular pintado en negro, se disponen unas finas líneas incisas. Un motivo más clásico es la incisión de líneas formando aspas unidas creando unos rombos en su interior, de trazado irregular ( fig. b).

Más complicada es la decoración del fragmento de la lám. 7, fig. c, perteneciente al cuerpo de una jarrira con decoración esgrafiada. Los motivos que se aprecian son círculos concéntricos y una banda vertical que enmarca los círculos con un motivo de red de rombos.

Cerámica de almacenaje y transporte

Dentro de este apartado contamos con una tinaja o alfabia (lám. 9, fig. a) con base ligeramente convexa y cuerpo piriforme acanalado, El cuello es recto y una acanaladura diferencia el borde. Este es horizontal, presenta una suave acanaladura. La pieza se encuentra vidriada al interior, en color miel, aunque está muy deteriorada en la superficie, exfoliándose la pasta con facilidad.

Las intrusiones de cuarzo, cal y mica son abundantes y de tamaño mediano. La pasta es roja, presentando un aspecto heterogéneo. El Índice de torneado es alto y la cocción reductora.

Contamos con dos fragmentos de tinajas o alfabais decoradas con estampillas. El 12 de ellos (lim.9, fig. b) es un motivo de ruedecillas y triángulos fechable en época almohade según otros paralelos encontrados?”. El 29 fragmento (lám. 9, fig. b) va a tener más

repercusión en el mundo nazarí, dando lugar a una mayor variedad de formas de estrellas y flores en su interior como este fragmento perteneciente al cuerpo de una alfabia, Esta decoración está dispuesta en fajas, se aprecia entre cordones una estrella de ocho puntas y una flor de 7 pétalos en su interior. Puede situarse cronológicamente en el siglo XIII28

De este tipo encontramos numerosos paralelos en el yacimiento de La Rijana29, Los Guájares30, Motril31, Torre Pesquera32 y Castillo de Zagra33.

Otra tipología de bordes dentro de esta serie es la que presenta el cuello más desarrollado y

una acanaladura que diferencia esta zona del borde que es redondeado. La cubierta es melada en el interior y parcialmente en el exterior (Lám. 14, fig. d). Contamos también con otro

fragmento del cuerpo de una marmita que presenta el arranque de un asa similar a otras encontradas en yacimientos como el de los Guájares con una cubierta melada, el asa arrancaría de la parte superior del cuerpo globular de la marmita.

10 MALPICA CUELLO, Antonio: Poblamiento y Castillos..., p. 272.

11AHIR AL-SALAT: Af Mann bil-Tmana..., p. 81.

12MALPICA CUELLO, Antonio: Poblamiento y Castillos..., pp. 139-140.

la fortificación como es el caso de la alcazaba de Zújar, o bien, el yacimiento en sí ha sido remodificado como es el caso de la fortificación de Baza en cuyo lugar se ha habilitado un parque, siendo pues imposible encontrar cerámica en superficie.

De todos estos conjuntos se ha seleccionado la cerámica nazarí para ceñirnos a la temática de este coloquio, aunque creemos que siempre es discutible precisar los límites de tal denominación y por tanto es conveniente no sólo conocer los antecedentes sino también las creaciones inmediatamente posteriores a la época nazarí para conocer los rasgos de los que procede o se origina y a la que va a dar lugar en época cristiana, en este caso tras la conquista del reino de Granada. Esto se pone especialmente relieve en el caso de Castril de la Peña pues al proceder la cerámica de una excavación arqueológica, hemos obtenido una lectura más completa de las diferentes fases de ocupación de ese yacimiento.

La fortificación de Castril, quedó situada frente al Adelantamiento de Cazorla, al norte de la depresión bastetana, dónde más intensa fue la fricción entre castellanos y nazaríes. El estudio de esta plaza es importante no sólo por el yacimiento en sí sino por la ocupación de las tierras circundantes creándose amplios espacios de regadío.

Este castillo se halla enclavado en una gran peña junto al pueblo y en las inmediaciones de la sierra del mismo nombre. Los muros que quedan son bastantes escasos, aun se pueden observar restos de la muralla aprovechando los riscos y clevaciones rocosas del promontorio. Un segundo lienzo de muralla que se desarrollan en la parte inferior de la peña se encuentra perdido casi en su toralidad.

13 MALPICA CUELLO, Antonio y GÓMEZ BECERRA, Antonio: «El Enclave Fronterizo de Castril. Intervenciones Arqueológicas en su Castillo»: P. H. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, N" 26 (1949), pp. 75-82.

En la excavación se decretó una potente ocupación de época cristiana que transformaría la estructura castral de época islámica, adecuándose a las necesidades de los nuevos señores. Esto se hace especialmente visible al revisar la cerámica encontrada de época moderna, siendo esta un volumen mucho mayor que de época nazarí, también debido a que determinadas zonas del castillo lo utilizarían de vertedero como es el caso del aljibe.

En este caso, debido a la continuidad de población, nos pareció oportuno incluir o seleccionar algunas piezas que muestran la evolución de la cerámica nazarí a la cerámica moderna, Sin embargo es imposible establecer tablas de porcentajes o cualquier otro estudio maremotico ya que no hemos estudiado el total de la cerámica de este enclave, sólo hemos recogido una muestra, correspondiente a la cerámica nazarí (así como sus antecedentes y epígonos) y de ella hemos dejado sin seleccionar los fragmentos amorfos quedándonos con los que desde el punto de vista tipológico o decorativo resulten más representativos.

La cerámica de Castril de la Peña

La cerámica la hemos dividido según su uso en cerámica de servicio de mesa, de servicio de cocina, de almacenaje y transporte, y complementos. Dentro de estos conjuntos, estudiaremos las diversas series o registros que hemos encontrado.

Cerámica de servicio de cocina

En las cerámicas que se engloban en este apartado tenemos fundamentalmente dos tipos bastante comunes y muy básicos, nos referimos a las marmitas y a las cazuelas.

Serie Marmita

Su forma es cerrada. De la excavación llevada a cabo se han seleccionado diez fragmentos correspondiente a esta serie. Pertenecen a la base y el borde de estos recipientes. “Todos los fragmentos se encuentran realizados a torno con un índice de torneado medio o alto y presentan un acabado vidriado, aunque contamos con diferencias en lo que se refiere a la coloración de la cubierta vítrea, que va desde la propiamente vidriada en color marrón-rojizo a tonos marrones oscuros, verdes o amarillentos para la cerámica de cocina.

Asl mismo en las marmitas las paredes se hacen más gruesas con tendencia rectas y menos globulares. Ninguno de estos fragmentos presentan asideros aunque es lógico pensar que los llevaran en algún caso.

Podemos decir que la cerámica correspondiente a la serie marmita, es de época moderna, es decir la que se dio tras la conquista cristiana de la plaza, con algunas excepciones: de época claramente nazarí contamos con un fragmento de base (lám. 1, fig. b). Este cuenta con un suave resalte en la unión del cuerpo con la base, de tradición almohade, La base es ligeramente convexa al exterior y el cuerpo de paredes divergentes en su inicio. El vidriado es el característico de la época almohade-nazarí (marrón-rojizo). En la pasta se observan algunas intrusiones de cal y cuarzo de tamaño medio y coloración rojiza, se encuentra realizado a torno con Índice de torneado alto y cocción oxidante.

Comprobamos como los cuellos se desarrollan aumentando de tamaño, los bordes se hacen planos o ligeramente biselados e inclinados al interior. También encontramos bordes rectos con una suave acanaladura que evoluciona en épocas posteriores hacia bordes bífidos (fig. j). Los grosores de la pared aumentan y en general los cuerpos pierden su forma globular y las paredes adoptan formas rectas divergentes. Los vidriados diversifican su color, pasando del melado característico en época almohade y nazarí a melados más claros y amarillentos, verdosos, achocolatados y verdes oscuros. En el interior del cuello, estos fragmentos presentan el borde engrosado al interior para acomodar la tapadera. Los diámetros de apertura de estos fragmentos suelen oscilar entre los 14 cm, con algunas excepciones, encontrando marmitas que presentan un diámetro más pequeño, 12 em del fragmento (lám. 1, fig. a) y otras con mayor diámetro * como ese aprecian en el fragmento de la lám. 1, fig. e, con 15 cm. Se acentúan las acanaladuras que diferencian el borde del cuello y este se decora con suaves resaltes.

Estas piezas que hemos encontrado en la excavación de Castril, guardan relación con las que han aparecido en las excavaciones arqueológicas en el castillo de La Mola en Alicante, publicadas por Concepción Navarro Poveda (1990). En este casa los fragmentos de cerámica aparecidos están relacionados con el III Nivel correspondiente al segundo horizonte de ocupación

cristiano que cronológicamente se correspondería con finales del siglo X1V, y siglo XV. Podemos pensar que esta cerámica llega a Castril tras la conquista a finales del siglo XV y en el siglo siguiente, aunque con algunas variantes que habrá que estudiar.

Serie Cazuela

Dentro de la Cerámica de Servicio de Cocina, otra serie bastante importante es la cazuela. En general los fragmentos que hemos hallado son de pequeño tamaño, siendo general- mente bordes. Todos ellos se encuentran vidriados y su diámetro oscila desde los 30 em del fragmento de la lám.2, fig. d a los 17 em del fragmento de la lám. 2, fig. c.

Las paredes de estos recipientes son finas con unos 0,3 cm en sus paredes. El tipo de época nazarí que encontramos es de paredes ligeramente curvas, pestaña al exterior más o menos desarrollada o inclinada. En cuanto al borde, estos pueden ser rectos y redondeados (Lám.2, fig.e; Lám. 2, fig. d) o inclinados hacia el interior como los fragmentos que podemos observar en la lim. 2, fig. a, b, c. De este tipo también encontramos paralelos!* como, por ejemplo, en el yacimiento de La Rijana15.

Las pastas de estas cazuelas son rojas con intrusiones de tamaño variable de cuarzo fundamentalmente. Estas cazuelas de gran difusión en la península tienen un gran número de paralelos. Se les puede dar una cronología del siglo X1V16.

Realizadas a torno, presentan cocciones oxidantes. Las cubiertas vidriadas varían de color entre cubiertas meladas con diferentes tonos más o menos amarillentos o verdosos hasta llegar a tonos de verdes más oscuros. En ninguna de estos fragmentos se conservan asideros o costillas.

Otro ejemplar de cazuela aunque posterior a estas ya mencionadas, es el fragmento que observamos en la lám. 2, fig. f, con un diámetro de borde de 24 em y un espesor mayor de las paredes, 0,7 em. La forma de sus paredes es más curva y divergente con una base pequeña en relación con el diámetro de apertura, marcando un fuerte quiebro en la pestaña exterior y con borde recto y redondeado aunque menos estilizado.

Al exterior encontramos diferentes acanaladuras bastante suaves, La cubierta vidriada es total en el interior y parcialmente en el exterior, La pieza carece de asas. Vemos pues como en este ejemplo, la evolución de la cazuela nazarí con paredes más inclinadas y de más grosor, La pestaña se hace más pequeña y gruesa. Hay una tendencia a la decoración exterior con suaves acanaladuras.

Se han encontrado abundantes fragmentos, con paredes muy inclinadas marcando una carena al exterior con pestaña más corta y gruesa y el borde también más corto y grueso. Son piezas de gran diámetro (unos 28 cm) con cubierta vidriada de color miel en el interior y parcialmente en el exterior. También han aparecido fragmentos similares con cubiertas vidriadas en un color achocolatado y verde oscuro: Parece que estos fragmentos van a evolucionar de la cazuela nazarí.

Un ejemplo de cazuela cristiana, evolucionada de la cazuela de borde en ala nazarf es el de la fig. g de la lám. 2. Se trata de una pieza de pequeño tamaño. El borde en ala plano presenta una suave acanaladura en la parte superior. Las paredes son rectas ligeramente exvasadas y de grosor fino. Se encuentra vidriado en color miel con acanaladuras en la parte exterior del cuerpo.

14 AA.VW:: «Evolución de tipos cerámicos en el S.E. de Al-Andalusí. Actes du Séme Colloque Sur la Céramique Médieval, Rabat. 1995, p. 127.

15 MALPICA CUELLO, Antonio y GOMEZ BECERRA, Antonio: Una Cala que llaman la Rijana. Granada. 1991, pp. 88, 89, 90. En este caso se apunta la posibilidad de que estas piezas tengan la doble función de cazuelas y tapaderos, situándolas cronológicamente en los siglos XIV-XV.

16 AAVW:: Vivir en al-Andalus. Exposición de Cerámica (s. IN-XV), Almeria, 1993, pp. 47-48.

Cerámica de servicio de mesa

En cuanto a la cerámica de Servicio de Mesa, tenemos que hacer dos grandes subgrupos:

-Uno de cerámica vidriada en el que incluiremos a la serie de los ataifores.

-El de la cerámica sin cubierta vítrea, en el cual encontramos un extenso número de fragmentos de jarras y jarritas de diversos tamaños. Dentro de esta serie las analizaremos atendiendo al tipo de decoración que presenta.

Cerámica vidriada

Serie ataifor

En cuanto a esta serie, hemos encontrado pequeños fragmentos de borde y también repiés. Tenemos varios tipos, pero vamos a partir del más general y conocido que es el de perfil quebrado, procedente del mundo almohade.

En Castril encontramos 2 fragmentos de estos ataifores de perfil quebrado. Ambos presen- tan una cubierta vítrea verde en el interior y también parcialmente en el borde exterior. Los bordes están engrosados al exterior, con sección triangular, paredes rectas y acusado resalte carenado en su unión con las paredes.

La pared del cuello es delgada y las pastas son homogéneas y finas sin muchas intrusiones en ellas con una cocción oxidante y un índice de torneado alto, aunque con una diferencia entre ambas, el fragmento de la lám. 3, fig. F presenta las paredes del cuello completamente rectas mientras que el fragmento de la Lám, 3, fig. e tiene la pared un grosor más fino y sus paredes son divergentes, situado el 1° anterior a este último que parece evolucionado de aquel.

17 AZUAR RUIZ, Rafael: Denia Islámica. Arqueología y Poblamiento, Alicante, 1989, p. 239.

18 También aparece recogido este tipo en AZUAR RUIZ, Rafuel ee alii «La Cerámica cardo-andalusí del país Valenciano (14 mitad del s. XIII)». Acres du Séme Colloque sur la Cerámique Medievale. Rabar, 1995, p. 142.

19 CRESSIER, Parrice er alií: «La Cerámica Tardoalmohade y los Orígenes de la Cerámica Nasrí». Quaderns de Ca la Gran Cristiana 11 (1991), p. 28.

20 Procedente del Castillo de Fuentes de Cesna tenemos un fragmento de similares características, también de prospección y estudiado por JIMENEZ PUERTAS, Miguel: El poblamiento de la cierra de Loja a finales de la Edad Medía. Memoria de licenciatura inédita. Granada, 1996, p. 226.

De otras series calificadas como de servicio de mesa y vidriadas no hemos podido clasificar ningún fragmento, apareciendo escudillas ya plenamente cristianas pero ninguna pieza de época nazarí. El tipo ataifor pervive en el mundo cristiano aunque con variantes. Así encontramos piezas con perfil quebrado carenado y cuello corto, borde redondeado ligeramente exvasado al exterior, La cubierta se halla vidriada en color miel oscuro achocolatado o verde, contando con un mayor número de molduraciones y acanaladuras. En contraposición tenemos un abundante conjunto de jarras y jarritas con diversas técnicas y motivos decorativos. Todas ellas pertenecen al servicio de mesa y no están vidriadas. En su mayoría se trata de bordes diferentes o cuellos, también hemos seleccionado algún fragmento amorfo para destacar su decoración.

Serie Jarra Sin decoración Contamos con una gran variedad en tipos de jarra, aunque la única base que tenemos de jarrita20 es el fragmento de la lám. 4, fig. a que cuenta con un resalte y paredes divergentes con tendencia curva. Está realizada con pasta beige homogénea y pequeñas intrusiones. La más simple que contamos son algunos fragmentos como la fig. b de la lám. 4, de tradición almohade, con cuellos de paredes curvas ligeramente convergentes y borde en bisel engrosado al interior para el acomodo de la rapadera. Presenta el arranque de un asa de sección ovalada. La pasta es fina de color pajizo, acabada con un engobe de color beige. Una base con repié anular troncocónico invertido pero con resalte en la parte baja y paredes rectas ligeramente divergentes presenta el fragmento de la lám. 4, fig. . Cuenta con un pasta beige homogénea, realizada a corno con Índice de torneado elevado, presentando engobe. Consta de un resalte en la parte inferior del cuerpo y paredes rectas ligeramente divergentes. Una jarrita de pequeño tamaño sería el fragmento de la lám. 4, fig. d con repié anular bastante deteriorado que no conserva totalmente su altura y paredes divergentes. La pasta no tiene intrusiones visibles, es de color beige homogénea de origen limoso, con un acabado englobado.

El fragmento de la lám. 4, fig. e, aunque lo hemos incluido en este apartado por tener solamente su base, parece por el desarrollo de las paredes con tendencia recta, que podría tratarse más bien de un bote. Cuenta con un repié anular con forma troncocónica invertida y una pequeña incisión en la unión del repié con las paredes del cuerpo que hace que estas sobresalgan con forma cilíndrica. Este fragmento de pasta clara y homogénea no presenta acabado.

Decoración Incisa

Tenemos fragmentos de borde que van desde una simple incisión para separar el cuello de la jarrira de borde a motivos más complicados. Del primer tipo tenemos un fragmento de pasta clara acabada con engobe, que presenta un cuello de paredes rectas y labio redondeado engrosado al interior (lám.5, fig.a). Al exterior aparece una suave acanaladura.

El fragmento de la fig. b es un borde con paredes extremadamente finas (0,2 cm). El cuello presenta un desarrollo cónico. El borde es redondeado y al exterior presenta una pequeña incisión que separa el cuello del borde.

También contamos con bordes engrosados al exterior de sección triangular similares a los de los ataifores, en este caso pertenecientes a jarras con decoración incisa, como el perteneciente a la lám. 5, fig, <, con cuello de paredes rectas, acanaladuras al exterior y cuello de sección triangular. Cuenta con pequeñas intrusiones, la pasta es homogénea de origen limoso, no presenta acabado y tiene un Índice de torneado alto.

Otra de las piezas consta de una decoración incisa a peine. También es de paredes rectas y borde engrosado al exterior (lám.5, fig. d). Las intrusiones son pequeñas y abundantes y la pasta roja y homogénea, con Índice de torneado alto. Está acabado con un engobe de color ocre. Las incisiones se cortan por el desvió que presenta. La pasta como peculiaridad está trabajada con excesiva agua, por lo que el modelado fue muy plástico.

Decoración Pintada

Una gran variedad de motivos decorativos se han constatado en la excavación de Castril de la Peña. De entre rodas las series ésta es la más numerosa y representativa. La decoración pintada en manganeso sobre pastas finas y de color claro se encuentra en el cuerpo, cuello y asas de estos recipientes. Encontramos desde motivos simples como bandas horizontales dispuestas en el cuello (Lám.6, fig.a) en jarras de cuello recto y borde redondeado sin diferenciación entre ambas partes, a otros motivos más complicados.

Contamos con un fragmento (lám. 6, fig. b) que conserva la pintura únicamente en el borde. Presenta el cuello recto y un gran borde de sección triangular engrosado al exterior. Otra jarra (lám. 6, fig. c) de cuello curvo ligeramente convergente y borde redondeado, está decorada con trazos en manganeso verticales y diagonales en el cuello, realizados sobre el engobe de una pasta de color ocre con pequeñas intrusiones y un alto índice de romeado. Una disposición semejante de los trazos en el cuello pero con unas acanaladuras que diferencian el borde del cuello presenta el fragmento que podemos ver en la lám.6, fig. d. También con cuello ligeramente curvo convergente y pasta de color ocre con acabado englobado. En otros casos es visible como la decoración se extiende por el cuello y cuerpo de la jarrira con trazos esquemáticos en manganeso realizados con pincel, con cuello en forma cónica, como es el fragmento de la lám.6, fig. e.

Podemos apreciar otra disposición de la decoración pintada en esta jarra con una acanaladura en su unión con el borde, redondeado y engrosado al exterior. Son tres trazos pintados en diagonal a la mitad del cuello (lám.6, fig, D, Otro ejemplo de borde engrosado al exterior de sección triangular, esta vez con pintura en el barde la podemos ver en la lám. 6, fig. g. Decoración en manganeso encontramos también en el asa de sección oval que presenta la fig. h. Estas se disponen a ambos lados del eje central del asa y de manera paralela. El cuello del que sólo se conserva la zona correspondiente al asa es de paredes rectas. Unos motivos más complicados se pueden ver en la lám.6, fig. i. Pertenece al cuello de una jarrita de paredes rectas contando con el arranque de un asa. La decoración se halla dispuesta sobre la pasta de color ocre y se desarrollaría parece ser por todo el cuerpo de la jarra con bandas horizontales y verticales que enmarcan el asa y en el interior de estas con un reticulado también pintado en manganeso. Otras veces la decoración se organiza en bandas con diferentes motivos como podemos apreciar en el fragmento de la lám.6, fig. |. Aquí la decoración en bandas más o menos estrechas alterna con cenefas de vírgulas y uves. Este fragmento forma parte del cuerpo globular de una jarrita de pasta ocre con acabado engobado de color claro. El fragmento de la lám. 6, fig. m, también formaba parte del cuerpo de una jarra. El motivo no parece claro: una flor, un aspa. Las pasta de color rojizo con algún desgrasante, cuenta con un engobe sobre el cual iría el dibujo.

21 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceura Medieval. Aportación al estudio de las cerámicas. Siglos X-XV. Ceuta, 1988, pp. 137-139.

22NAVARRO PALAZON, Julio: Una casa islámica en Murcia. Estudio de su ajuar (Siglo XII1). Murcia, 1991, p. 142, fips. 73-74.

23 AZUAR RUIZ, Rafael: Denia Islámica: Arqueología y Poblamiento. Alicante, 1989, pp. 179, 180, 251 y 254.

24 FLORES ESCOBOSA, Isabel y MUÑOZ MARTIN, M* del Mar: «Cerámica Nazarí (Almería Granada y Málaga). Siglos XIII-XIV». Spanish Medieval Ceramics in Spain and the Bricish Isles, p. 272.

En todos estos fragmentos, el grosor de las paredes es muy fino (0,3 cm), las pastas son claras, muy depuradas y presentan un alto índice de torneado, así como cocción oxidante. Un ejemplo más de decoración esgrafiada se observa en el fragmento de la lám, 7, fig. d, aunque con una pasta grisácea de origen limoso, también con alto índice de torneado y una cocción oxidante. La decoración dispuesta en bandas horizontales: una de círculos concéntricos y otra banda de hexágonos. Algunos de estos motivos como las líneas y aspas son bastante comunes, estando presentes en los yacimientos ya mencionados.

Otras formas

Dentro de la cerámica de servicio de mesa, tenemos también algunas formas con decoración pintada en manganeso, como la del fragmento de la lám. 8, fig. b que muestra un pie oblicuo con borde redondeado y la parte inferior del cuerpo de paredes curvas divergentes. Presenta una decoración pintada en el exterior de bandas, junto con algunos motivos ya típicos como la mano de Fátima con valor profiláctico o aspas con puntos en los ángulos. La pasta de color claro con escasas intrusiones presenta un acabado con engobe.

Esta pieza no la hemos incluido en ninguna serie, aunque pensamos que puede pertenecer a la serie jarrita o copa, esta tiene su parte inferior menos desarrollada que los ejemplares que recoge Julio Navarro Palazón25.

Un fragmento difícil de atribuirle una función es el que muestra la lám.8, fig. a, Posee una base recta en ala y paredes curvas convergentes, que divergen en la parte superior. La decoración está realizada en bandas en la parte superior, que en la parte inferior se acompaña de vírgulas. La pasta es igualmente clara con escasas intrusiones y alto índice de torneado. Su diámetro de base es de 7cm y su altura es de 4 cm. Debido a este pequeño tamaño creemos que puede ser la base de algún recipiente. No es fácil atribuirle una serie, pues esta puede pasar desde una copa hasta por el pie de un frutero como aparece en Isabel Flores Escobosa y María del Mar Muñoz Martin®, aunque en el caso de este fragmento de Castril aparece sin esmaltar.

25 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una Casa Islámica..., pp. 200-201.

26 FLORES ESCOBOSA, Isabel y MUÑOZ MARTIN, M* del Mar: «Cerámica Nazarí (Almería Granada y Málaga). Siglos XIM-XIV...

27 GHUNIN, Khaled Ahmad: La cerámica estampillada en el Reino de Granada. Aproximación a su estudio.

Universidad de Granada, 1994, Tesis doctoral (inédita), pp. 30, 31, 32.

28 GHUNIN, Khaled Ahmad: La cerámica estampillada..., pp. 149, 150, 151.

Complementos

Dentro de este amplio apartado hemos recogido diferentes fragmentos pertenecientes a series varias: rapaderas, alcadafes o contenedores de fuego.

Entre la serie alcadafe hemos encontrado varios ejemplares, El labio redondeado engrosado al exterior y cuerpo recto de paredes divergentes.

A veces una suave inflexión o acanaladura interior separa el borde de las paredes del alcadafe.

La pasta es roja con intrusiones en cantidad media y la cocción reductora. Estas piezas suelen tener un diámetro cercano a los 40 em,

Una variante es el fragmento de la lám. 10, fig.b, con paredes divergentes, acanaladura que diferencia el borde del cuerpo. Borde exvasado y menos grueso.

Este tipo, adelgaza bastante su grosor en la inflexión cerca del borde. Tiene 34 cm de diámetro de apertura y parece un tipo más evolucionado que el otro alcadafe de más larga vigencia en el mundo islámico.

De la serie Tapaderas, contamos con dos ejemplares, ambos son de ala con pedúnculo o asidero central (lám. 11, fig. a, b), este último con el desarrollo del ala más recto y menos curvado que el primero. Ambos presentan intrusiones pequeñas de cuarzo, mica y cal.

Con pasta clara, cocción oxidante y sin presentar ningún acabado posterior. La 1% de ellas con unas suaves acanaladuras en la parte central junto al pedúnculo. Estos tipos de larga pervivencia en el mundo islámico es difícil de someter a criterios cronológicos.

En cuanto a contenedores de fuego, solo hemos encontrado un pequeño fragmento (lim.11, fig.c) perteneciente al fuste de un candil de pies alto con acabado vidriado en verde y una moldura al exterior. La pasta es anaranjada con intrusiones finas y medias de cal y cuarzo, realizado a torno, con cocción oxidante y acabado vidriado.

Cerámica de prospección

En torno a la fortaleza de Castril de la Peña, existen algunos yacimientos que nos dan idea de la intensa ocupación que esta zona sufrió en el período islámico. La ocupación de zonas alrededor de la peña data de época prehistórica, siendo muy intensa en el período romano como lo demuestran los asentamientos de Peña Alcaraz, Cortijo del Escribano y Los Mallorquines.

Entre los asentamientos islámicos tenemos los Hiniestares, Lezas, Peña Alcaraz o los Molinillos. Contamos con algunos fragmentos procedentes de la prospección de estos yacimientos, la mayoría de ellos amorfos.

En el yacimiento de los Molinillos situado al Noroeste de Castril, se ha encontrado el fragmento de una cazuela. Es una base con paredes divergentes y un resalte en la unión de esta con el cuerpo. La base muestra tendencia convexa al exterior. Aparece vidriado en color miel el interior y goterones en el exterior.

Otro de los fragmentos aquí encontrados es el borde de una pequeña jarrita (fig. b) de unos 10 cm de diámerro de borde. Es del mismo tipo que otras ya vistas en la selección realizada de la cerámica de Castril. El cuello de paredes rectas y el borde de sección rriangular engrosado al exterior. La pasta es de color rosado. La pieza presenta un acabado con engobe. Unas suaves acanaladuras diferencian el borde del cuello. La prospección de este yacimiento muestra una ocupación islámica que por su cerámica se remontaría alsiglo XI.

Del Huerto las Flores contamos con un fragmento de cazuela (lám. 12, fig. c) de paredes rectas divergentes, pestaña exterior y borde redondeado convergente al interior, presenta un vidriado color miel en el interior y en el borde exterior.

En este yacimiento aparecen también bastantes fragmentos de cerámica moderna debido a la ocupación posterior de esta zona.

En cuanto a los Hiniestares, se halla situado al N, de Castril, en la cabecera del río del mismo nombre. De este yacimiento procede un repié anular con forma troncocónica invertida y cuerpo de paredes divergentes, realizado con una pasta de color claro (lám. 12, fig. c). Presenta un acabado vidriado en verde al interior y una cubierta amarillenta al exterior. Esta base tiene un repié muy desarrollado, aunque se puede observar que su tradición es almohade. En el mismo yacimiento se han encontrado ataifores melados con decoración estilizada en manganeso de repié bajo al que se le puede dar una cronología en torno al siglo XI.

Ya hemos comentado el importante sistema defensivo con el que contaba este sector fronterizo del reino de Granada, Junto con los castillos y elementos defensivos más desarrollados, contamos con atalayas, De ellas también se han realizado prospecciones.

De la Atalaya de la Sierra de la Encantada hemos hallado cerámicas bizcochadas de pastas claras pertenecientes a jarras más 0 menos grandes, junto con cerámica de cocina vidriada en tonos melados-verdosos.

En la Atalaya de Campo Botardo hemos encontrado cerámica vidriada en diferentes tonos, respondiendo a series de cerámica de cocina y presentación de alimentos.

Entre la carretera de Baza a Benamaurel, existe otra atalaya. Procedentes de aquí contamos con un buen grupo de jarritas de pastas claras bizcochadas, con decoración en manganeso, tanto de trazos horizontales como verticales, todas ellas son pinturas muy claras y aguadas.

También contamos con algunos fragmentos correspondientes a cerámicas de cocina aunque su superficie se encuentra muy deteriorada.

La Atalaya de la Sierra del Muerto se halla situada en la zona más oriental de la depresión, ligada a Huéscar. De aquí procede un fragmento del cuerpo de una jarra de paredes curvas convergentes, que forma un cuerpo globular, Presenta unas suaves acanaladuras en el exterior, con un alto índice de torneado y un acabado con engobe (lám. 13, fig. a).

De la torre Atalaya de Cortes de Baza tenemos algunos fragmentos de cerámicas pintadas que tipológicamente se corresponden con la serie de jarras decoradas con trazos en negro y de grosores muy finos que hemos visto en Castril.

Hay bases de cerámica de cocina (marmitas o cazuelas) con una leve inflexión en la unión de la base y el cuerpo y base ligeramente convexa al exterior. De aquí procede el borde de una cazuela en ala con cubierta vítrea en color miel (lám. 13, fig, b). También se han encontrado fragmentos de cerámica cristiana que atestiguan la ocupación de estas estructuras.

En cuanto a las fortificaciones y castillos, ya hemos dicho como algunos se han perdido siendo imposible rastrear en ellos su perímetro y también siendo imposible encontrar cerámica tal y como ocurre en Baza o Zújar.

De Freila, aunque aún exista una gran torre, ésta y su entorno ha sido rotalmente transformado y ocupado hasta época reciente, por lo que es muy difícil encontrar fragmentos de época islámica en sus inmediaciones. Hemos recogido algunos pequeños fragmentos de cerámica de cocina, bastantes degradados y con cubiertas vítreas en verde y melado-amarillento con las superficies quemadas por el uso, en general abundan las cerámicas cristianas de los siglo XVI-XVII.

En Benamaurel, aunque ha desaparecido el castillo, se conserva su recinto, en la zona más alta del pueblo. Sin embargo, la ocupación de esta zona por viviendas hasta época reciente, hace difícil localizar restos del período islámico, encontrándonos cerámicas modernas hasta nuestros días, y materiales de construcción modernos.

La cerámica de Benzalema

Sin embargo, en algunas estructuras defensivas hemos recogido abundante cerámica de prospección, es el caso de Benzalema. Es obvio que al encontrarse en un lugar alejado de núcleos de población, se ha preservada mejor, aunque en los últimos tiempos ha sido objeto de expolios, sin embargo el volumen de cerámica que se encuentra en su castillo y en sus inmediaciones es bastante notable.

Cerámica de servicio de cocina

De aquí proceden varios fragmentos de bordes pertenecientes a marmitas, aunque varían los diámetros de apertura y las tonalidades del vedrío. El cuello de estas marmitas es recto, borde redondeado, presenta un engrosamiento en el interior para apoyo de la tapadera. Al exterior muestra un resalte que une el cuello con el cuerpo de tendencia globular.

Los tonos de esta cubierta van del verde al melado pasando por diversos tonos intermedios.

Los grosores son bastante finos (0,3 cm). La pasta de estos fragmentos es rojiza con bastantes intrusiones de pequeño tamaño y se encuentran realizadas a torno con (índice de torneado alto.

2? MALPICA CUELLO, Antonio y GOMEZ BECERRA, Antonio: Una Cala que llaman.... pp. 81, 82 y 83.

30 GARCIA PORRAS, Alberto: El yacimiento medieval de El Castillejo. Nuevos datos a partir del estudio de sus materiales cerámicos. Tesis doctoral inédita, Granada, 1998, ficha 272.

31ALVAREZ GARCÍA, José Javier: Análisis de una cerámica de final de la Edad Medía en la Costa de Granada,

Motril, Plaza de España. Memoria de licenciatura inédita, Granada, 1995, pp. 126 y 128,

32 JIMÉNEZ PUERTAS, Miguel: El poblamiento de la tierra de Loja.... p. 230.

3 JIMÉNEZ PUERTAS, Miguel: El poblamiento de la tierra de Loja..., p. 234,

Cerámica de servicio de mesa

Serie Ataifor

De la serie servicio de mesa, tenemos con algunos ejemplos de ataifores procedentes de este yacimiento. Uno es la base de un ataifor con repié anular de forma troncocónica invertida y vidriado en verde al interior y exterior. Una acanaladura diferencia el repié del cuerpo de paredes rectas divergentes, Contamos con un repié bastante alto (Lám. 15, fig. a). Otro de estos fragmentos de ataifor (Lám. 15, fig, b) se corresponde con el borde y el cuerpo de un ataifor de pared curva. El cuerpo es redondeado. Una pequeña pestaña exterior diferencia el borde del cuello. Se trata de una pieza de mediano tamaño, (unos 18 cm), vidriado en

verde, haciéndose este más oscuro en el borde por acumulación del mismo. También en el exterior presenta una cubierta parcial. La pasta es roja con escasas intrusiones, realizado con un índice de torneado alto.

Serie Jarras

Por lo que respecta a la serie de las jarras, vuelve a ser la serie más representativa y numerosa.

Contamos con un fragmento perteneciente a la parte inferior de una jarrita (Lám 15, fig.c).

El inicio de la base es plano con resalte en la unión con el cuerpo de paredes divergentes. Estas son de grosor bastante fino (0,3 em), La pasta clara, realizada con un índice de torneado alto no presenta acabado superficial.

Hay que destacar el gran número de fragmentos decorados que hemos hallado. Son todos pastas claras con diferentes tonos, decorados con trazos en manganeso más o menos densos y en diferentes disposiciones generalmente agrupados de tres en tres, realizados con pincel.

El fragmento (Lám. 15, fig. d) muestra esta decoración en manganeso. Pertenece este al cuerpo de una jarra decorada también con acanaladuras, La pasta de color pajizo, presenta un alto índice de rorneado. Un fragmento más que responde a estas características (Lám. 15, fig. E) aunque combina la decoración pintada con decoración incisa a peine.

Destaca dentro de este conjunto la decoración en la parte superior de las asas con trazos transversales al eje de éstas u oblicuas. Esta decoración la observamos tanto en pequeñas asas pertenecientes a jarritas como en otras de mayores dimensiones destinadas al almacenaje.

Esto lo podemos observar en algunos fragmentos como el que podemos observar en la fig.

F34 que presenta el asa con este tipo de decoración y el cuello de paredes rectas. El fragmento de la fig. g35, presenta una pasta clara y cuenta también con estos rasgos.

Una base que hemos identificado como perteneciente a un bote (lám. 15, fig. h), tiene un repié de forma troncocónica invertida, la base del recipiente es plana y el arranque de las paredes es recto, por lo que parece que tendrán un desarrollo cilíndrico. La pasta de color beige con intrusiones de cuarzo de tamaño medio en cantidad abundante, presenta un acabado con engobe.

34 ALVAREZ GARCIA, José Javier: Análisis de una cerámica ... p. 164.

35 ALVAREZ GARCÍA, José Javier: Análisis de una cerámica ..., p. 164.

Otras Series

Otra de as series bastante bien representadas en este yacimiento de Benzalema es la de los alcadafes.

Contamos con dos fragmentos que muestran la base y cuerpo de estos recipientes, que mantienen las típicas características de estas piezas: base plana y cuerpo de paredes rectas divergentes. El fragmento de la lám. 16, fig. a presenta un vidriado en verde al interior y con goterones al exterior con un diámetro de base de 18 cm.

El segundo ejemplo (lám, 16, fig. b) presenta una pasta más grosera, estando sin vidriar.

Intrusiones de tipo medio de cuarzo, cal y mica en cantidad abundante y una cocción reductora, muestra un color exterior de la pasta pajizo. Estos bordes presentan un diámetro de apertura que va desde los 34 cm (fig. d) a en torno los 40 cm.

Su cuerpo de paredes rectas divergentes muestra un borde redondeado al exterior (Lám 16, fig. d: fig. c) o más ligeramente de sección triangular (Lám. 16, fig. b). A veces presentan una pequeña incisión interior que separa el cuerpo del borde (fig. b, c).

Algunos de estos ejemplos están vidriados en el interior y el borde como la Lám. 16, fig. d, vidriado en verde o la fig. b vidriado en verde amarillento.

De esta cerámica de prospección tenemos algunos fragmentos correspondientes a tinajas o alfabias con un cuello de paredes rectas divergentes y un borde engrosado al exterior de sección cuadrangular, como el fragmento de la lám. 17, fig. a. También contamos con un fragmento de este tipo, algo más pequeño pero con decoración estampillada en el borde de ruedecillas (Lám, 17, fig. b).

Un cuello de paredes rectas con borde ligeramente biselado y un diámetro de apertura de 14 em, la hemos asociado con alguna función de almacenaje (Lám. 17, fig. c). No presenta acabado ni cubierta vítrea, con una cocción reductora.

Por último contamos dentro del conjunto de fragmentos hallados en el castillo de Benzalema con el único fragmento correspondiente a los utensilios contenedores de fuego. Se trata de la base de un candil de pie alto (Lám. 17, fig. c). La base es plana en su inicio: La pared curva al exterior y recta en el interior termina con un borde de sección triangular engrosado al exterior.

La pasta es roja y homogénea con pequeñas intrusiones de mica y cal. Realizado a torno con una cocción oxidante, presenta un acabado vidriado en el interior. Sobre una cubierta vítrea blanca aparecen unos dibujos decorativos en azul. Estos motivos parecen ser florales. Este azul de los dibujos en algunos puntos degradado da lugar a tonalidades verdes. El vidriado blanco está más alterado desprendiéndose con facilidad de la superficie.

La cerámica de Cortes de Baza

El Castillo de Cortes de Baza, en la actualidad desaparecido, debido al derribo que efectuó un particular, conserva aún alguno de sus muros perimetrales realizados con un hormigón muy duro y compactado. En su solar, utilizado en la actualidad como vertedero, se han realizado rebajes de tierra con maquina. De entre la tierra removida han aparecido algunos fragmentos.

Cerámica de servicio de cocina

La serie mejor representada es la marmita de servicio de cocina que presenta algunas diferencias dentro del mismo tipo: cuerpo globular, cuello de paredes rectas o ligeramente divergentes con borde redondeado, cuenta con resalte exterior en la parte inferior externa del cuello y una acanaladura que realiza la unión entre el cuello y el cuerpo. Constan de cuello recto con engrosamiento interno para el acomodo de la tapadera, semejantes a las que hemos visto en el yacimiento anterior de Benzalema. Los diámetros de apertura oscilan de los 14 cm a los 10 em.

El vidriado ocupa el interior y parcialmente al exterior, Las pastas presentan intrusiones de cuarzo pequeñas en cantidad abundante. Son pastas rojas, trabajadas a torno. Las cocciones varían al igual que las cubiertas que van del melado al verde con distintas tonalidades. Las paredes son finas excepto el fragmento de la lám 18, fig. d, que parece ser posterior.

Este aunque cuente con la misma forma, presenta un mayor grosor de la pared 0,6 em y una cocción reductora. La cubierta vítrea es de color verde oscuro.

Otras series

También tenemos un fragmento perteneciente al cuerpo de un ataifor de perfil quebrado (Lám. 18, fig. e) con bastante inclinación en sus paredes y una acusada carena en la unión del cuerpo con el cuello. La pasta roja se encuentra vidriado en verde al interior. La molduración de su perfil nos hace pensar que este fragmento pertenece al último período nazari o incluso con la primera época cristiana.

Por último contamos con un ejemplo de tapadera en ala, con asidero central (Lam. 18, fig. f) de gran pervivencia en el mundo islámico, la pasta es clara. Presenta en su base la huella del hilo en el despegue del torno.

Junto a estos fragmentos en el castillo de Cortes de Baza, hemos hallado cerámica pintada en manganeso correspondiente a jarritas. Las pastas responden a las características descritas anteriormente: pastas claras, bizcochadas muy ligeras, con cocciones oxidantes y altos índices de torneado. La decoración pintada con pincel, generalmente de trazos muy finos.

La cerámica de Cúllar Baza

El último de los yacimientos del que hemos realizado un somero estudio de su cerámicas, es la Torre de Cúllar Baza. Se trata de una torre cuadrangular adosada a una iglesia. En su ladera SW se halla abundante cerámica de época nazarí y cristiana.

Cerámica de servicio de cocina

Tenemos un fragmento de borde perteneciente a una pequeña marmita (Lám. 19, fig. d), similar a las halladas en Cortes de Baza, con cuello de paredes rectas y borde redondeado.

Resalte exterior en la unión del borde con el cuerpo. Cama interna para asidero de la tapadera.

El acabado vidriado es de color melado-verdoso.

Por la que se refiere a las cazuelas tenemos también varios ejemplos de bordes. Los diámetros varían entre los 24 cm de la cazuela más grande a 16 cm de la más pequeña. Morfológicamente, presentan unos grosores finos (0,4 cm), se trata del mismo tipo: cuerpos de paredes rectas divergentes, pestaña exterior más o menos inclinada y borde redondeado reentrante. Todas ellas se encuentran realizadas a torno variando las cocciones.

La cubierta vítrea siempre interior y parcial en el exterior, suele variar de coloración desde el miel-amarillento al verde oscuro.

Cerámica de servicio de mesa

En cuanto a la cerámica de servicio de mesa. Tenemos algunos fragmentos de ataifores que responden al tipo de perfil quebrado de diámetro parecido 18-20 cm (Lám 19, fig. a: fig. b).

Con el cuello recto y el borde engrosado al exterior de sección triangular y borde redondeado (fig. b) siendo este posterior a aquel. Ambos se encuentran vidriados en verde al interior.

Otro fragmento de ataifor, esta vez pertenenciente al cuerpo es el (Lám. 20, fig. c), con paredesa recras muy inclinadas y una pronunciada carena en la unión con el cuello.

Por lo que se refiere a la serie jarras hemos seleccionado dos fragmentos que carecen de decoración. El 1° de ellos (Lám.20, fig. d) es el cuello de una gran jarra. La parte superior del cuello presenta unas paredes curvas convergentes uniéndose con el cuello de paredes rectas.

Presenta el arranque de una asa. La pasta roja presenta escasas intrusiones de pequeño ramaño.

Está acabado con engobe de color ocre en el exterior.

El segundo de estos fragmentos (Lám. 20, fig, e) es la base de una pequeña jarrita con pequeño pie apuntado formado al ahuecar la base, resalte en la parte inferior del cuerpo y paredes rectas. La pasta de esta pieza es fina y compactada. Realizada a torno, presenta una cocción oxidante, no observándose acabado.

En este yacimiento, también han aparecido un gran número de fragmentos pertenecientes a jarritas con pastas bizcochadas y engobe al igual que con pintura en su superficie encontrándonos aquí motivos de círculos concéntricos.

Un fragmento al que no le hemos atribuido ninguna serie es el (Lám, 21, fig, a) perteneciente ala parte inferior de un recipiente de base plana (5 cm de diámetro) y paredes curvas divergentes. Vidriado en verde al interior. La pasta de color grisáceo es muy compactada y homogénea mostrando una cocción reductora.

Otras series

Hemos hallado el cuello de una orza36 (Lám. 21, fig. b) de 16 cm de diámetro con la parte superior del cuerpo de paredes curvas convergentes, cuello recto con engrosamiento interior en su unión con el cuerpo y borde ligeramente curvo biselado. La pasta grosera presenta intrusiones medias de cuarzo y pequeñas de cal y mica en cantidad abundante. La pasta es de color beige, con un Índice de torneado bajo. La cocción oxidante presenta un acabado con engobe en su superficie. Muestra una decoración a peine en la parte superior del cuerpo realizando ondas.

Los grosores de estos fragmentos llegan a los 0,8 cm.

Contamos con la parte inferior de un alcadafe (Lám. 20, fig h) de base plana y cuerpo de paredes divergentes, con un vidriado en verde al exterior, con una pasta roja e intrusiones pequeñas de mica, cuarzo y cal en cantidad media, realizado a torno con cocción oxidante.

Hemos encontrado otros fragmentos de alcadafes, alguno con lañados y, fragmentos de tinajas con cordones digitados, de pasta roja y también de pasta clara con decoración incisa en zig-zag.

36 Similar a la aparecida en el conjunto cerámico de Castell d'Ambra.

AZUAR RUIZ, R; MARTÍ, J.: PASCUAL, J La Castell d'Ambra (Pego). De las producciones andalusíes a las cerámicas de la conquista feudal (siglo XII)». Arqueología y Territorio Medieval, 6 (1997), p. 299.

Conclusiones

Después de esta primera visión de la cerámica de diversos yacimientos del Noreste de la provincia de Granada, es difícil obtener unas conclusiones precisas, teniendo en cuenta el territorio tan amplio y el escaso volumen de cerámica hallada de cada yacimiento exceptuando el caso de Castril de la Peña.

Podemos observar que las series que aparecen no son diversificadas, con rasgos uniformes que se acentúan en el caso de la cerámica hallada mediante prospección, diferenciándose el yacimiento excavado, pues en su conjunto podemos apreciar la evolución de la cerámica nazarí a la de época moderna,

Entre los fragmentos pertenecientes a la excavación del castillo de Castril de la Peña, tenemos series muy bien representadas, como es el caso de la gran variedad de jarras decoradas, sin embargo notamos la ausencia de otras como pueden ser redomas, candiles, anafres, escudillas, etc. En este podemos observar como la cerámica moderna acusa ya nuevos tipos. Como características generales los grosores aumentan, se van a utilizar arcillas o pastas con un menor componente de óxido de hierro. Las bases se hacen planas, los cuellos de las marmitas adquieren un mayor tamaño con engrosamiento interno de la unión del cuello con el cuerpo. Los cuellos se molduran con diferentes quiebros y acanaladuras, normalmente es una acanaladura lo que diferencia el borde del cuello: El borde es ligeramente curvo, inclinado o biselado,

Las cazuelas se vuelven robustas, con un grosor mayor en sus paredes y más inclinadas, la pestaña se desarrolla menos, pero se hace más gruesa al igual que el borde.

En cuanto a la serie ataifor, predominan los de perfil quebrado, desde los más simples de cuello recto y borde redondeado, a los de acusada carena y molduraciones en el cuello. El colores generalmente verde en el interior.

En los repiés vemos una evolución desde el mundo almohade al nazarí desarrollándose más.

De aquí pasamos a las bases planas o ahuecadas,

Por lo que respecta a las jarras, creemos que es la serie mejor representada, y de ellos en n de pastas claras, con los cuellos rectos y bordes simples o bien engrosados al exterior de sección triangular. Las cocciones son oxidantes y como característica más sobresaliente podemos mencionar la pervivencia de rasgos propios de la cerámica almohade: trazos verticales u oblicuos realizados 4 pincel con óxidos más o menos aguados decoran la panza y el cuello, a veces el borde con bandas. Las asas también son decoradas en su longitud. Los motivos también son vírgulas, círculos o reticulados.

La cerámica incisa responde a motivos simples, líneas o bandas realizadas con varias agujas u ondulaciones. Estos motivos también están presentes en las tinajas u orzas.

La decoración esgrafiada está muy poco representada. Sólo hemos encontrado escasos fragmentos procedentes de Castril. En general podemos decir que son fragmentos almohades (como son los que cuentan con motivos de cruces o los bordes decorados con simples líneas incisas).

De aquí evoluciona hacia motivos más complicados con círculos concéntricos y redes de rombos.

Los fragmentos estampillados correspondientes a tinajas o alfabias, son motivos típicamente almohades (ruedecillas, triángulos, estrellas...). Estos motivos se van a seguir desarrollando, alcanzando una mayor complejidad en época nazarí.

En los fragmentos de prospección, el conjunto parece más homogéneo entre los yacimientos prospectados. Las cerámicas de cocina presentan unos grosores finos, de cuello recto y engrosamiento al interior para el acomodo de la tapadera. Las cazuelas de paredes divergentes, presentan pestañas al exterior y borde recto 0 ligeramente reentrante. Son conjuntos que se van a dar hacia el final del período nazarí.

En cuanto a los ataifores, encontramos diversos tipos correspondientes a diferentes períodos

cronológicos, desde los de pared curva de tradición anterior a los característicos de perfil quebrado que irán acentuando este rasgo, al igual que las molduraciones en el cuello. Los repiés de esta serie aumentan su altura, desarrollando su pared interna.

Por lo que se refiere a las jarras de prospección el conjunto es parecido al de Castril. Se acusa la perduración y gran importancia que siguen teniendo tipos cerámicos de tradición almohade, rasgo especialmente evidente en lo que se refiere a la decoración, consistente en bandas o trazos de manganeso dispuestas en cuellos y panzas de jarras de pastas claras con un sentido profiláctico de honda raigambre almohade.

También aparece la serie bore de paredes rectas en el cuerpo y con una incisión o resalte que diferencia el cuerpo de la base que en los fragmentos hallados es un repié anular de sección troncocónica invertida muy robusto.

Por lo que respecta a la cerámica de almacenaje (las tinajas o alfabias), tenemos algunas cuellos rectos con bordes de sección cuadrangular.

Los alcadafes son una serie muy bien representada, de larga pervivencia en cuanto a forma,

Bases planas, paredes rectas divergentes y labio engrosado al exterior, con acanaladuras que diferencian el borde del cuerpo. A veces esta serie aparece vidriada. No hemos encontrado ningún fragmento con decoración incisa en el cuerpo o en el borde,

Fragmentos de tapadera de ala son los únicos que hemos hallado, sin poder precisar mucho por ser esta una serie de larga pervivencia.

Los contenedores de fuego, es otra serie que apenas si está presente en este estudio. Los dos fragmentos de candiles son de pie alto, y en el caso del hallado en la prospección de Benzalema, claramente nazarí. Podemos observar pues, que los rasgos son uniformes en la cerámica hallada en prospección, diferenciándose Castril.

En la mayoría de estos yacimientos hay una continuidad de población cristiana, al menos en un primer momento como hemos constatado mediante la prospección o como es notable en el caso de Castril de la Peña. Será preciso que futuros estudios cerámicos ayuden a una mejor comprensión de la población de esta amplia zona de la provincia de Granada.

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El ajuar doméstico nazarí. La cerámica de las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo (Granada)

Introducción

La cerámica nazarí

El estudio de la cerámica andalust ha adquirido en los últimos años cierta preeminencia,

convirtiéndose en un referente imprescindible en los análisis que tienen como objeto más cercano la realidad marerial andalusf, y aun en aquellos que se ocupan del poblamiento o, en un

sentido más general, de la organización social en al-Andalus. Las informaciones que aporta,

además, no se limitan exclusivamente a proporcionar al investigador cronologfas de los yacimientos, ni tipologías vacías de contenido a los distintos hábitars; aunque no faltan los trabajos

que aducen a los estudios ceramológicos, con cierta razón, grandes limitaciones por su interés

meramente raxonómico1.

En la actualidad se tiene un conocimiento bastante profundo de la cerámica califal, e incluso

de la precedente emiral, Los estudios arqueológicos realizados en las zonas tomadas por los

castellanos o aragoneses a principios del siglo XIII, han permitido conocer un conjunto extenso

y muy importante de cerámica justamente anterior al momento de la conquista: la cerámica

«almohade»; sin embargo, si nos introducimos en el período nazarí, objeto del presente coloquio, debemos indicar que los análisis ceramológicos realizados hasta el momento han sido escasos y, en muchos de los casos, insuficientes para dar cuerpo a la cerámica «nazari»2.

Desde nuestro punto de vista el problema surge de las limitaciones impuestas por los materiales estudiados. En la mayoría de los casos se ocupan de materiales antiguos3, procedentes o no de excavaciones arqueológicas, custodiados en museos de Granada4, Almería5 o Málaga6. En cualquiera de los casos, se trata de cerámicas extraídas de su contexto estratigráfico, sin que se hayan conservado informaciones exhaustivas de los mismos, y sujetas a selecciones muy rigurosas donde las cerámicas «comunes» han sido inexplicablemente despreciadas, cuando son estas producciones las que nos pueden ofrecer una imagen más cercana de la sociedad nazarí, de su vida cotidiana y su organización. La falta de estudios dedicados a cerámicas nazaríes procedentes de un contexto estratigráfico bien conocido es aún más grave si tenemos en cuenta que las excavaciones arqueológicas realizadas han sido últimamente muy numerosas, sin que el crecimiento extraordinario de éstas haya traído aparejado un crecimiento paralelo en la investigación ceramológica. En los últimos años comenzamos a tener algunos trabajos que han prestado atención a los materiales «comunes y, sin embargo, resulta curioso observar como uno de los referentes más sólidos dentro de los estudios de cerámicas nazaríes procede actualmente de grupos cerámicos no pertenecientes estrictamente al conjunto territorial del reino granadino, aunque mantengan, como veremos, unos rasgos morfológicos muy similares: nos referimos en concreto a Belyounech y Qsar es-Seghir7. Con ello se evidencia, por un lado, el vacío existente en la Península, y por otro las estrechas relaciones existentes entre una producción y otra, que, a veces, llegan a confundirse.

Los materiales que presentamos en este coloquio proceden de la excavación arqueológica de urgencia realizada en el entorno del Cuarto Real de Santo Domingo, ubicado en el barrio del Realejo, dentro del arrabal establecido en época nazar! denominado como arrabal de los alfareros.

La Huertas de Santo Domingo y el Arrabal de los Alfareros (Granada)

Contexto histórico-arqueológico

El arrabal de los alfareros se localizaba en la orilla izquierda del río Darro y, como su propio nombre indica, era centro de la actividad alfarera de la Granada islámica, con producciones datadas desde el siglo XI al siglo XIV. En concreto pertenecen a las actuaciones realizadas en la

Calle Cuarto Real de Santo Domingo nº 13.8 y en las Huertas de Santo Domingo9.

La localización de estos solares dentro de la trama urbana ha de ser puesta en relación con las murallas que rodean la ciudad, concretamente con una de las últimas cercas levantadas en época nazarí, la que rodeaba el Arrabal de los Alfareros, fechada con toda probabilidad en la primera época nazarí, como lo demuestra la construcción de la Puerta del Pescado (Bab al- Hayar) 10. Las murallas que lo protegían enlazaban en un lugar próximo a la moderna Cuesta del Progreso, subiendo por ésta, continuaban por la de Aixa y Cuarto Real de Santo Domingo, hasta enlazar con la puerta del Pescado donde se localiza Bab al-Hayar que daba acceso al arrabal citado.

En sus inmediaciones se localiza uno de los edificios más importantes de la Granada islámica, manejándose la posibilidad de que estos dos solares, C/ Cuarto Real, 13 y el de Huertas de Santo Domingo se segregasen de esta propiedad: nos estamos refiriendo al Cuarto Real. Éste y sus huertas ocupaban la parte más baja del arrabal.

En las ciudades islámicas, las actividades artesanales como los talleres alfareros, textiles o metalúrgicos se ubicaban siempre en un área periférica11, ya que por lo normal son actividades molestas e insalubres para el resto de la población. Arqueológicamente este aspecto se encuentra bien documentado como ocurre en Murcia12, Pechina, Bezmiliana13. En Sevilla, según Ibn Abdum, la elaboración de ladrillos, rejas y cerámica se debían de hacer fuera de la ciudad14. En Málaga, la actividad alfarera se situaba hasta el siglo XIV en el área inmediata al convento de San Francisco, momento en el que se trasladan de lugar a causa de las molestias ocasionadas a la comunidad religiosa15. En Granada, en el complejo palatino de la Alhambra los alfares se localizan en el Secano, zona del recinto que es considerada como lugar de ubicación de los complejos artesanos16, Esta zona se localiza alejada del área palatina por lo que su actividad no resultaría molesta para los sultanes. Por otro lado, en la medina, fuera de la Puerta de los Alfareros, se localizaban los hornos alfareros y al exterior de Bab al-Tawwabin (Puerta de los Ladrilleros) se ubicaban los talleres destinados a la elaboración de ladrillo en época nazarí, tal y como afirma L. Torres Balbás17.

En el caso granadino se constata que hasta el siglo XII, los alfares se localizan en la orilla izquierda del río Darro tal y como se ha probado arqueológicamente (Monjas del Carmen, Casa de los Tiros,

Rodrigo del Campo 1 y 2). En esta área, que no estaba ocupada por la trama urbana hasta ese momento tal vez por ser escarpada y de difícil ocupacion18, se reúnen una serie de condiciones que hacen de ella el lugar idóneo para la ubicación de la actividad alfarera o sea, la disposición casi permanente de agua, bien por las acequias de la Romayla desde el Darro, y Gorda, desde el río Genil, y la cercanía de la materia prima, ya que el sustrato geológico en el que se ubican es el conglomerado Alhambra, rico en bolsadas de arcilla en estado puro. La presencia de fosas excavadas en la roca en estas laderas (Monjas del Carmen), posteriormente rellenadas por desechos de alfar, parecen indicar que se apropiaban de parte de la materia prima in situ.

La marmita sirve para la elaboración de guisos que requieren abundantes líquidos y ebulliciones a fuego vivo23. Se trata de formas cerradas y paredes altas con elementos de aprehensión en forma de asas o mamelones. Analizados los fragmentos de la forma marmita hemos identificado dos tipos, aunque con escasas diferencias.

Tipo I: Poseen un diámetro de apertura superior a los 12 cm. Una característica de este tipo de marmita es su cuello troncocónico con labio redondeado remarcado en el exterior con una acanaladura señalada por una fina moldura. En el interior presenta un ligero engrosamiento que permitirfa el acomodo de una rapadera (Gr-Cer-92/1033-93). Diferenciado del cuerpo es de escasa altura, no superando 1 cm. El cuerpo es globular y la base es ligeramente convexa.

Posee dos asas que arrancan de la parte superior del cuerpo hasta la mitad del mismo.

Tipo II: Con un diámetro inferior a los 12 em. Poseen un cuello troncocónico con labio redondeado, se encuentra ligeramente engrosado en el interior. El cuello se diferencia del cuerpo por una ligera acanaladura. Su cuerpo es marcadamente globular con una base ligeramente convexa.

Las marmitas están elaboradas con una pasta de color rojizo, con intrusiones finas y medias de cuarzo y mica y cocción oxidante. Todas se encuentran impermeabilizadas con vidrio trasparente, al interior de forma toral, y al exterior en forma de goterones que se concentran en tomo al borde. Su paredes son muy finas, entre los 5 mm en las del tipo 1, y 3 mm en las del tipo IL

Su morfología es una evolución de las formas almohades encontrando, formas muy parecidas en el área murciana 24 aunque con una cronología en torno al siglo XIII.

4 CASAMAR, Manuel: «Notas sobre cerámica del ajuar nazart». Al-Andalus, 24 (1959), pp- 189-196: BERMUDEZ

(PAREJA), Jesús: «Nuevos ejemplares del ajuar doméstico nazarí», Miscelinea de estudios drabes y hebraicos, 111 (1954), pp. 71-77. Destacaremos los trabajos de |. Flores: FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio preliminar sobre la

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5 DUDA, Dorothea: Spanisch-islamische keramik 2us Almería vom 12. bis 15, jahrhunderr. Heidelberg, 1970.

6 PUERTAS TRICAS, Rafacl: La cerámica islámica de cuerda seca en la Alcazaba de Málaga. Málaga, 1989.

7 GRENIER DE CARDENAL, Micheline: «Recherches sur la céramique médiévale marocaines, en La céramique

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9 ALVAREZ GARCIA, José Javier: «Actuación arqueológica en las Huertas de Santo Domingo (Granada), (inédito).

10TORRES BALBAS, Leopoldo: «Esquema demográfico de la ciudad de Granada». Al-Andalus, XXI (1956), p. 131-146.

11CUNEO, P.: Storia del'urbanistica. I| mondo islámico, Larerza, 1986, pp. 94-95.

12NAVARRO PALAZÓN, Julio: «Los talleres islámicos de San Niscolás de Murcis. Memoria preliminars, Fours de potiers et «testares» medievaux en Mediterrande Occidentale. Methodes er sesulrats. Madrid, 1990, pp. 45-61.

13 ACIEN, Manuel er alii:: «Hornos alfareros de époea califal en el yacimiento de Bezmiliana». Fours de poriers e stestaress medievaux en Mediterrande Occidentale. Methodes et resultars. Madrid, 1990, pp, 13-37.

14 GARCÍA GÓMEZ, E., LEVI-PROVENCAL, E.: Sevilla a comienzos del siglo XII. El tracado de Ibn Abdum.

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15 TEMBOURY, J.: «La cerámica vidriada de Málaga después de la Reconquista de la ciudad». Al-Andalus, 1V

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16 FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio preliminar..., p. 11.

17 TORRES BALBAS, Leopoldo: Plazas, 20cos y riendas de las ciudades hispanomusulmanas», Al-Andalus, (1947), pp. 437-476.

18 MALFICA CUELLO, Antonio: «Granada, ciudad islámica: centro histórico y periferia urbana». Arqueología y territorio medieval, | (1994), pp. 195-208.

19 MALPICA GUELLO, Antonio: «Las murallas de Granada», en Nuevos paseos por Granada y sus contornos. Granada, 1992, pp. 68-97, espec. p. 78.

20 NAVARRO PALAZÓN, Julio: La cerámica islámica en Murcia. Murcin, 1986, p. XII.

21 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización de la cerámica árabe de Mallorca. Palma de Mallorca, 1978. ROSSELLO BORDOY, Guillermo: El nombre de las cosas en al-Andalus. Una propuesta de terminología cerámica. Palma de Mallorca, 1991.

22 BAZZANA, André: «Céramiques médiévales: Les méthodes de la description analyrique appliquées

Se puede considerar por tanto esta área como periférica de la ciudad hasta finales del siglo XII. Hasta entonces estaba controlada por ésta, siendo un ámbito de expansión de la misma. A partir de este momento hay indicios de trama urbana, de tal forma que entre mediados del siglo XIl y principios del siglo XIV, se levantarán las cercas exteriores, que rodearán en esta parte de la ciudad, debajo de Torres Bermejas hasta el Genil, los arrabales de los alfareros al oeste y del Nayd (La Loma) al esre19.

En este período se construyen edificios notables impensables en las cercanías de complejos alfareros: el Baño de la Mercedarias, la casa de los Girones, o el propio Cuarto Real de Santo Domingo, todos ellos datados en tomo al siglo XIII. La actividad alfarera posiblemente se trasladaría a los alrededores de la Puerta del Pescado. Esta drea es mucho más llana y estaba plagada de almunias, algunas propiedad de la familia real nazarí. Las excavaciones C/ Cuarto Real y Huertas de Santo Domingo han puesto en evidencia restos estructurales adscribibles a una almunía, la primera, y a un posible complejo de alfar de época nazarí la segunda. Podemos considerar por tanto que la ubicación de estas industrias ha estado siempre condicionada por la evolución de la trama urbana,

La cerámica de las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo

Introducción

Pasamos en las siguientes líneas a realizar el análisis de las cerámicas aparecidas a lo largo de la excavación arqueológica realizada en las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo. Como punto de partida, debemos señalar que las cerámicas que estudiamos son el resultado de una selección en la que han intervenido tanto criterios tipológicos, como decorativos. Es por ello que hemos dividido nuestro trabajo en dos partes bien diferenciadas: un estudio tipológico en el que presentamos las piezas de mayor interés desde el punto de vista de la forma y un análisis decorativo.

Para la realización del estudio tipológico de las cerámicas del Cuarto Real de Santo Domingo nos hemos basado en un principio general: que quedaran reproducidas en esta selección las formas más comunes aparecidas en la excavación, así como que estuvieran representadas todas las funciones que estas cerámicas pudieron ejercer en el yacimiento. Por tanto; el análisis morfológico de las cerámicas tendrá como base unos criterios funcionales, los expuestos de forma general por J. Navarro20 dividiendo todo el conjunto en vajillas funcionales, y dentro de cada una de ellas hemos estudiado las series que podían distinguirse, tal y como quedaron definidas en los trabajos de G. Rosselló21 y A. Bazzana22. Es en cada una de estas series donde hemos observado las diferencias tipológicas resultado de una diferentes función, de una cronología distante, o simplemente de una tradición ceramológica diversa.

Estudio Tipológico

Los grupos funcionales que hemos podido diferenciar son los los siguientes:

Vajilla de cocina: marmita y cazuela.

Almacenaje y transporte: cantimplora.

lluminación: candil.

Contenedores de fuego: anafre o fogón.

Vajilla de mesa: araifor, jofaina, escudilla, jarrita, jarrito, copa, redoma.

Complementos: rapadera.

Usos múltiples: alcadafe.

Uso lúdico: réplicas en minitura de cazuelas, anafres, jarritas, redomas...

Vajilla de cocina

Dentro de la vajilla de cocina hemos podido distinguir básicamente dos series, las fundamentales dentro de las funciones de preparación y elaboración de alimentos. Pertenecen a este grupo la marmita y la cazuela.

Serie Marmita (Lámina T)

23ROSELLÓ BORDOY, Guillermo: El nombre de las cosas…,p. 168.

24 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica en Murcia, estudio de su ajuar (siglo XIII), Murcia, 1991, pp 34-35)

Serie Cazuela (Lámina II)

Se emplea en la elaboración de guisos que requieren poco líquido y exposición al fuego lento25. Se trata de una forma abierta y paredes bajas, también con elementos de aprehensión en forma de asas o mamelones.

Tipo I: Hemos hallado tres cazuelas que bien podrían incluirse dentro de este tipo (D69 y D91). Podemos definirla como una cazuela de base ligeramente convexa, sin que la unión entre ésta y el cuerpo aparezca indicada. El cuerpo es de paredes verticales, bajas y levemente abombadas en su zona central. En la zona alra del cuerpo, junto al inicio del borde, éste aparece atravesado por una acanaladura estrecha y aislada. La característica más definitoria nos la presenta su labio, siempre volada al exterior, en ala, y engrosado al interior para ajustar una tapadera26. El vedrío melado interior, con goteranes exteriores, parece ser también un rasgo común de todas las cazuelas de este tipo.

Suelen ser unas cazuelas, tal y como lo observamos en el Cuarto Real, de unas dimensiones muy regulares. El diámetro de apertura ronda los 130 mm y no suelen superar en altura los 40-50 mm.

Hemos encontrado un buen número de piezas análogas morfológicamente a las del Cuarto Real. Esta forma parece tener sus precedentes más tempranos en los siglos XII y XIII, tal y como nos documenta una pieza encontrada en Mérrola (Portugal), entre los ajuares hallados en su alcazaba?7. Las características morfológicas de esta pieza son muy similares, aunque la forma volada del labio no es tan abierta como en nuestro caso. Entre los materiales murcianos de principios del XIII también comienzan a aparecer las formas de labio volado pero con un desarrollo vertical más acusado28. Aunque debemos esperar a la época nazarí para encontrar un mayor número de cazuelas de características tipológicas paralelas, tanto en su etapa inicial29 como en un estadio más avanzado del reino granadino30, alcanzando incluso la etapa posterior a la conquista.

Se trata, por tanto, de un tipo de piezas cuya adscripción parece clara dentro del mundo nazarí, aunque sus orígenes arranquen tímidamente de producciones cerámicas almohades.

Tipo II: Está representado por un ejemplar de gran tamaño, su diámetro de apertura es de 25 emy una altura de 10 cm. Se trata de una cazuela de base convexa con una moldura carenada en el arranque del cuerpo. Este es de forma troncocónica invertida presentando una inflexión en forma de ala que servirá para el acomodo de la tapadera. Cuello troncocónico con labio redondeado, A lo largo de todo el perfil de la forma se encuentran una serie de asitas, costillas, formadas por pequeños cilindros que van desde el ala hasta la carena de la base. Aunque las cazuelas con asas de costillas ya tienen precedentes en el siglo XIII31, se le puede considerar como una forma plenamente nazarí, muy abundante en los registros arqueológicos. Tipo III: Está representado por un ejemplar de amplio diámetro, 28 cm. Cuerpo troncocónico y base plana, no existiendo diferenciación alguna entre ambos. El borde es exvasado con engro- samiento interior para soporte de tapadera. El cuerpo se encuentra estríado y conserva el arran- que de un asa. Se le podría considerar una variante del tipo, aunque sus características la sirúan como un precedente de ésta, dado su parecido con los ejemplares murcianos y portugueses datados como almohades. En cuanto al aspecto técnico, las cazuelas presentan el mismo tipo de pasta y acabado que las marmitas.

Almacenaje y transporte

Serie Cantimplora (Lámina III)

Hemos hallado en el Cuarto Real de Santo Domingo el fragmento superior de una cantimplora. Se trata de un recipiente de forma circular, una de sus caras es semiesférica, la otra, la que seguramente quedaría más próxima al cuerpo de quien la transporta, se acerca más a formas birroncocónicas. De la zona superior surge la boca, de cuello cilíndrico y bordes envasados, de unos 50 mm de diámetro, Dos asas cilíndricas, resistentes, parten de la zona central del cuerpo para conectar con la parte superior del mismo. Por las dimensiones y el arco que describen, más bien parecen haber servido de soporte de una cuerda o cinto para permitir su transporte. Su función es clara: el transporte de líquidos durante un pequeño viaje, el camino, o la simple utilización por el campesino para calmar su sed durante las tareas agrícolas. La capacidad de estas piezas es variable: las hay que podrían ser simples ungilentarios o juguetes y otras, como ésta, que sirvieron para el consumo personal de agua u otro tipo de líquido32, Las cantimploras publicadas hasta el momento suelen pertenecer a la etapa almohade, como algunas Mallorquinas, del centro de la Peninsula33 o del Levanre34. Con igual cronología las encontramos también en Almería35 e incluso Ceuta. La coincidencia cronológica y la existencia de paralelos en el norte de África36, considerados precedentes, ha conducido a algunos autores a considerar estas fechas como las de la introducción y consolidación de esta serie, si bien es cierto que continúan durante los siglos XIV-XV en los territorios nazarles?7.

Por los paralelos que hemos localizado, creemos que nuestras piezas deben pertenecer a principios del siglo XIII, e incluso a los inicios de la etapa ya plenamente nazarí38.

Iluminación

Serie Candil (Lámina IV)

No son muy numerosos los ejemplares del Cuarto Real, en toral hemos seleccionado 5. Entre ellos podemos distinguir vagamente dos tipos.

Tipo I: Dentro de este grupo quedarían incluidos los llamados candiles de cazoleta abierta de los que sólo hemos hallado un ejemplar en las huertas de Santo Domingo (CP/93 1059-7-1).

Apoya en una base plana de la que parte un cuerpo de paredes divergentes, abiertas, Un asa dorsal, muy delgada surge de la unión de base y cuerpo y acaba junto al borde.

Estos candiles son de reducidas dimensiones39 (el que ahora presentamos no debió superar los 30 mm de altura, a partir de una base de entre 60 mm de diámetro, con una apertura de 80 mm) y sencilla técnica de fabricación. Nuestro ejemplar presenta una capa de vedrío traslúcido, plomizo, cercano a un amarillo muy suave.

Según R. Azuar40 se trata de un tipo de candil que arranca, en Oriente, de la época Omeya. Con el transcurso de los siglos se produce su expansión por el norte de África, el Magreb41, y desde aquí, en el siglo XII, alcanza al-Andalus. Es una pieza frecuente en yacimientos con una ocupación clara de esta cronología, permaneciendo invariable entre los siglos XII y XIII. Los candiles de cazolera almohades suelen ser de una marcada tendencia circular, de paredes no muy altas y piquera abierta. Así se observan en Mallorca42, en el Levante43 0 el suroeste peninsular 44 . En Almería, Ceuta y Ronda% también los encontramos, pero comparte su aparición

con los que consideramos ya nazarfes45. Los candiles de cazoleta nazaríes46 presentan unas paredes más altas y quizá más abiertas de forma que pierden la tendencia hacia el círculo que se

observa en la producción anterior.

El único fragmento del Cuarto Real no creemos poder incluirlo dentro del grupo nazarí siendo más cercano a los conocidos de los siglos XIl y XII.

Tipo II: La mayor parte de los candiles hallados en el Cuarto Real de Santo Domingo pertenecen a los denominados candiles de pic alto y peana. Este candil está compuesto por una peana de base plana, aunque se aprecia cierta tendencia hacia la concavidad; un fuste o pie de forma cónica moldurada que une la peana inferior con la cazoleta abierta y rrilobulada por efecto de la piquera de pellizco; finalmente un asa dorsal une la peana con la parte posterior de la cazoleta.

Variante A: El tipo [ de la serie candil está representado exclusivamente por el D88. Es un candil de pequeñas dimensiones, parece que no debió sobrepasar los 60 mm de altura, y la base alcanza sólo los 95 mm, Está compuesto por una base plana cuyos extremos quedan levantados, despegándose de la superficie, El perímetro de este borde está acabado con una moldura triangular, apuntada hacia el exterior, que derermina un borde oblícuo reentrante. Desde esta moldura parte un asa ovalada que alcanza la parte posterior de la cazolera, no conservada. El fuste que separa la peana de la cazolera es muy pequeño, cilíndrico y ahuecado levemente por el interior.

Es un tipo de candil relativamente frecuente entre los yacimientos andalusíes, en especial en aquellos de cronología almohade, conviviendo aún con los últimos especímenes de candiles de piquera, y, sobre todo, con los ejemplares de cazolera. Se trataría por tanto de los primeros candiles de pie alto, procedentes quizá de los de cazoleta, de ahí su escaso desarrollo vertical.

Los encontramos en las ciudades de Mallorca47 y Valencia48, en torre Bofilla49, Santa Fe de Oliva50, Alicante5l, Murcia52, Almería53, Sevilla54, Saltés55 y Ceuta56. En Portugal los encontramos en Mértola57 y Silves58. En un yacimiento tan cercano como El Castillejo de Los Guájares apareció un ejemplar de rasgos morfológicos muy similares59. Es la forma más temprana de este tipo de candil en el citado yacimiento.

Todos arrojan una cronología entre finales del XIl e incluso bien entrado el siglo XIII, siendo posible su perduración hasta finales de este siglo sustituyendo paulatinamente al candil de cazolera tipo I de G. Rossell65,

Variante B: Similar al tipo anterior, Cazoleta superior de perfil sinuoso (B1), sobre un fuste que presenta la peculiaridad del ahuecamiento o cavidad basal, en algunos poco desarrollada (B2) y en otros llegando casi a la mitad del mismo (B3) e incluso alcanzando hasta la cazoleta superior (B4). Éste además se encuentra moldurado en mayor (B2) o menor número (B4-B3).

Por su parte el platillo inferior no presenta el perfil quebrado del tipo anterior, sino que el cuerpo apenas se diferencia de la base (B5), siendo prácticamente una prolongación de ésta hasta llegar al borde que es vertical, bien de sección triangular (B6) o redondeado. Su acabado es siempre en vidriado que cubre roda la forma a excepción de la base, predominando el verde.

Los ejemplares B5 y B6 no conservan restos de vedrío. La forma más abundante corresponde a los candiles de pie alto. El candil de cazolera, menos abundante, es morfológicamente más simple. Esta simplificación de la forma resta funcionalidad al objeto, y fue esto posiblemente lo que le llevara a su desaparición. Asf el candil de pie alto logra elevar el punto de luz de modo que la superficie alumbrada sea mayor, mientras que en el de cazolera, al estar el punto de luz tan bajo permitía un radio de iluminación menor. Por otra parte el doble platillo en el candil de pie permite la recuperación del aceite o grasa que escurriera del platillo superior, cosa que en el de cazolera es imposible.

El candil de pie será por ranto la forma preeminente en el perfodo nazard, ya lo era en rodo el ámbito andalusí desde el segundo cuarto del siglo XI y será una de las formas del ajuar nazarí que rendrá perduración en el mundo cristiano.

Contenedores de fuego

Serie Anafre o fogón (Lámina V)

Nos encontramos ante una pieza de uso cotidiano en las viviendas andalusfes. Su función es bien precisa: mantener caliente, mediante las ascuas almacenadas en su parte superior, los alimentos que se preparaban en las ollas y cazuelas que se colocaban sobre él. Hemos de pensar que se trata de una pieza complementaria 4 los hogares y hornos de carácter estructural existentes en las viviendas, quizá porque en cada uno de ellos se efectuaban las distintas fases que, según algunos tratados andalusfes, necesitaban ciertos platos y recetas. Tampoco debemos olvidar algunas funciones, quizá subsidiarias, como la de la calefacción o incensario.

En cualquier caso, se trata de una pieza de unos rasgos morfológicos muy apegados a la función precisa que desempeñaba. Está compuesta esencialmente por cuatro elementos: dos cuerpos, uno superior que albergaba las ascuas y otro inferior donde se precipitaban las cenizas, entre ambos se disponía una parrilla y finalmente dos asas que permitian desplazarlo de un lugar a otro de la vivienda. Está generalmente desprovisto de decoracién, a lo sumo algunas acanaladuras o incisiones cruzan su superficie externa. Tampoco, por los ejemplares que conocemos, presentaban cubierta vidriada intema o externa. Las pastas suelen ser rojizas, groseras, con abundantes intrusiones de tamaño medio de cuarzo y mica, que faciliten la dilatación de la pieza.

De los cinco ejemplares que presentamos, podríamos distinguir cuatro tipos,

Tipo I: De más de 20 cm de diámetro, coincidiendo con el diámetro media más abundante en marmitas y cazuelas, Morfológicamente está formado por un cuerpo inferior de forma cilindrica de base plana con apertura frontal de forma circular irregular, ya que se suele practicar sin demasiado cuidado, de hecho es fácil encontrar restos del barro sobrante en el interior de la pieza. En la parte central del cenicero se encuentra un cilindro colocado en vertical que sirve de apoyo la parrilla. Ésta está elaborada con cilindros entrecruzados entre sí, en un niimero normalmente de cuatro, aunque este puede aumentar o disminuir dependiendo del grosor de éstos. El cuerpo superior es troncocónico, aunque con las paredes ligeramente abombadas y borde engrosado al exterior. El grosor de las paredes varía ligeramente entre la parte inferior, normalmente más gruesa (en torno 2 1 em) y la superior (0,70 mm) de paredes ligeramente más finas,

Tipo I.: Prácticamente presenta características muy similares al anterior en cuanto a factura y acabado. La principal diferencia reside en el cuerpo superior o brasero. Éste es de forma ligeramente troncocónica, casi cilíndrica, con labio de sección triangular con engrosamiento interno para facilitar el ajuste de las formas de cocina. El estado fragmentario de los restos documentados ha impedido calcular su diámetro.

51 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica, pp. 66-67.

JR IAVIER ALVANEZ GARCIA ALQENTE GARCIA VOMNAS 150

Tipo III: Presenta los mismos elementos que los anteriores, se diferencia de aquellos por poseer un cuerpo inferior de menores dimensiones. La base, que no conservamos, no debió sobrepasar los 80 mm, alcanzando los 100 mm cuando el cenicero contacta con el cuerpo superior, La tendencia oblicua, divergente, de las paredes queda evidenciada con claridad. Esta tendencia se mantiene e incluso se acentúa a lo largo del cuerpo superior sin que se cree una ruptura entre ambos elementos y permitiendo que éste deje de ser abombado, como en el tipo anterior, para pasar a ser claramente troncocónico. El borde es reentrante, sustituyendo a los clásicos apéndices interiores de los anafres.

Tipo 1V: El cuarto grupo corresponde a aquellos braseros que no superan los 18 em de diámerro. A nivel técnico y morfológico difieren de los grupos anteriores. Así, en primer lugar, están realizados con una pasta de color anaranjado, bastante decantada, o sea libre de intrusiones gruesas, La piezas se encuentran muy bien torneadas con un alisado exterior sin apenas deformaciones. Finalmente se le ha aplicado un acabado con engobe beige. Tan solo hemos podido recuperar fragmentos de la parte superior, el hornillo. Hemos diferenciado dos subtipos:

Variante A: (IVa) Responde al de menor diámetro (16 cm). Cuerpo superior de perfil troncocónico y de paredes ligeramente abombadas. Labio redondeado con engrosamiento en el interior que debiera de permitir el apoyo de las cazuelas y marmitas, pero también el de algún tipo de tapadera. Posee dos asas de puente que se desarrollan desde la parte superior del cuerpo hasta el final de ella, en el contacto con el cenicero. Sus paredes son muy finas, apenas superan los 4 mm de grosor. Presenta perforaciones circulares realizadas a punzón de unos 3 mm de diámetro en la parte inferior del hornillo para facilitar la aireación.

Variante B: (IVb) Con un diámetro algo mayor, 18 cm, en cuanto a pasta y factura es similar al anterior, aunque si presenta diferencias morfológicas. En primer lugar su perfil es totalmente troncocónico invertido, con un labio entrante de sección triangular, remarcado al exterior comuna acanaladura moldurada. Aún conserva el arranque de la parrilla, en este caso de forma cupular que estaría formada por una fina lámina de arcilla perforada.

Este tipo de anafres difiere claramente de los anteriores grupos en varios aspectos. Así, en primer lugar, por su tamaño, no podrían contener una cantidad de mareria calorífica que permitiera la realización de guisos, lo que si creemos es que su funcionalidad fuese la de mantener el guiso caliente y, posiblemente, muy cerca de la mesa, lo que explicará su factura mejor acabada, la finura de sus paredes, e incluso sus atisbos de decoración, como la moldura exterior, e incluso la aplicación del engobe para aclarar su aspecto externo. Además podría, por su amaño, tener una función secundaría. Mientras que los de mayor temario se podrían utilizar como fuentes de calor, estos de menor diámetro, pueden ser utilizados como pebeteros o quemadores de materias olorosas como resinas, maderas perfumadas o plantas aromáticas.

El anafre es una pieza que no suele presentar variaciones considerables desde los primeros ejemplares documentados62. Parece ser en época nazarí cuando se observan los primeros cambios morfológicos en estas piezas. Algunos ejemplares de Vera63 o Ceuta64, fechados en los siglos XIV y XV, se caracterizan por presentar los dos cuerpos apenas diferenciados, llegando a tomar más bien un perfil siempre continuado, de base muy estrecha y cuerpo superior profundo. Es a este conjunto, poco estudiado hasta el momento, al que debe pertenecer nuestro anafre tipo I, imitando quizá algunos quemadores de perfumes muy decorados de la Alhambra65.

Tras la conquista cristiana, la forma anafre continúa produciéndose, perdurando su forma66.

Vajilla de mesa

La vajilla de mesa, o sea aquella que está destinada al servicio y presentación de alimentos, es, sin duda alguna, el conjunto más amplio, en cuanto a número y formas, de todo el conjunto analizado, Podemos diferenciar, de entrada, las formas abiertas y las cerradas,

Formas Abiertas

Serie ataifor (Lámina VI)

Es una pieza esencial dentro del ajuar destinado a la presentación y consumo de los alimentos en la mesa, de ahí que su aparición en los yacimientos, ya sean de carácter rural como urbanos, es abundante. Esta amplia documentación debió, en gran medida, generar en esta serie una importante diversificación formal. La tipología de ataifores andalusíes es verdaderamente extensa, tanto desde el punto de vista morfológico, como en lo relativo a las dimensiones, aunque en este último aspecto debe pensarse que esta diversificación estuvo debida a una diferenciación funcional más que a razones de carácter cronológico o estético.

Dentro de las piezas halladas en las huertas del Cuarta Real de Santo Domingo podemos distinguir cuarro tipos

Tipo 1: Se trata en líneas generales de una pieza con repié anular alto, cuerpo de paredes divergentes cónicas con perfil quebrado y borde recto, vertical, con engrosamiento exterior en el labio. Morfológicamente entroncaría con el ataifor lla que G. Rosselló publica de Mallorca67 y que A. Bazzana denominará posteriormente cuenco68.

Las piezas que ahora estudiamos presentan determinados matices que indican su relativa

evolución formal. El repié suele ser alto, las paredes del cuerpo abandonan su tendencia rectilínea para presentar cierta sinuosidad y, finalmente, la unión entre el cuerpo y el borde está resaltada. El resto aparece invariable, es decir, borde de paredes verticales, algo exvasadas, labio engrosado al exterior y cubierta vítrea de color verde en el interior cubriendo, en ocasiones, dos círculos concéntricos realizados en el torno. En el exterior el vidriado verde llega en forma de goterones hasta el borde quedando el resto cubierto por un barniz ausente de cobre. Este tipo de ataifores ya lo encontramos claramente representado en el siglo XI69, aunque su gran desarrollo se producirá especialmente durante los siglos X11-Xi1170, llegando con formas más evolucionadas hasta finales del siglo xv.

Creemos que nuestros ejemplares, por los matices morfológicos anteriormente expresados, están más evolucionados tipológicamente, abandonando la época almohade para acercarse más ala nazarí, aunque no lleguen a alcanzar las producciones clásicas de este período caracterizadas por su perfil de paredes altas y sinuosas con borde pequeño que da origen a una pieza extraordinariamente esbelta y profunda, decorada indistintamente con manganeso bajo cubierta vitrea verde-aturquesada”!, en azul o reflejos metálicos; y ampliamente documentadas en La

Alhambra72 o Almería73 durante los siglos XIV y XV.

Nuestras piezas quizá mantengan unas relaciones más estrechas con los denominados «conicals plates» en el norte de África, de época mariní{ temprana o tardía (1287-1350 ó 1350-1458). Ejemplos de este tipo de ataifor tenemos tanto en Qsar-es-Seghir74, como en Belyounech75, Salé76 o Ceuta77. Este grupo tiene su correspondiente tipológico análogo en el Sureste peninsular78,

Tipo II: Con un diámetro superior siempre a los 20 cm presenta una morfología bastante simple. Su fondo es ligeramente cóncavo con un repié anular de escaso desarrollo en relación al resto del cuerpo, de tendencia troncocónica. El desarrollo del cuerpo es semiesférico. Están elaborados con unas pastas claras, muy decantadas, sin apenas intrusiones y cocción oxidante.

Su acabado es en color blanco, estannífero, que cubre a la pieza rotalmente en su interior, y en el exterior se extiende en torno al borde, en forma de chorreones. El resto del exterior de la pieza se cubre con un engobe beige. Pese ser piezas bastante homogéneas en su morfología hemos podido distinguir dos subtipos en base al borde: Variante A: Es de borde biselado apenas diferenciado del cuerpo. Variante B: Borde redondeado diferenciado del cuerpo por una moldura. Suele coincidir con piezas decoradas en azul sobre fondo blanco típicamente nazaríes. En el ejemplo que pre- sentamos posee una decoración vegetal en forma de hoja lanceolada en azul en la parte superior de las paredes internas, sobre un fondo blanco, decoración similar a formas de loza azul y dorada de la Alhambra79.

Tipo IT Se encuentra representado por solo un ejemplar. Realizado en pasta de color beige. Presenta paredes de perfil troncocónico invertido diferenciado de la base por una moldura. Ésta es casi plana, desconocemos si tenía repié, o bien mamelones, como los de la forma trípode80, El borde es redondeado engrosado al exterior y diferenciado del cuerpo por una acanaladura, La forma se encuentra sin acabar, ya que presenta un engobe blanco y ninguna huella de vidrio.

El fondo presenta decoración en líneas de manganeso con motivos vegetales. En las paredes se dibujan pequeñas flores de cuatro pétalos también en manganeso. Tipo 1V: Con una morfología que recuerda mucho a la cristiana plato, presenta alguna diferencia morfológica con los tipos anteriores. No contamos con una pieza completa, tan sólo con dos bordes, a partir de los cuales hemos podido determinar su diámetro superan- do en ambos casos los 20 em. Su principal característica es la gran apertura de su paredes, curvas, que en su extremo forma una especie de quiebro dando lugar a un ala con borde apuntado, de labio redondeado.

Ambos fragmentos se encuentran decorados con motivos vegetales (hojas lanceoladas), en el tercio superior del cuerpo, en su cara interna. La línea de inflexión del borde se señala con una fina línea también en manganeso. Esta forma tiene sus paralelos en ejemplares alhambreños de loza azul y dorada, en concreto en la serie D, de la sistematización de 1. Flores81.

Serie Jofaina

Los ejemplares documentados son, morfológicamente, similares al ataifor tipo II, con la evidente diferencia de tamaño. Son formas de fondo cóncavo y repié anular, más o menos remarcado. El cuerpo es semiesférico y los bordes normalmente apuntados, aunque existe algún ejemplar de borde redondeando, Todos se encuentran vidria- dos en blanco en su interior, en el exterior, sólo en torno al borde. Tan sólo un ejemplar se encuentra decorado con trazos de manganeso con un motivo vegetal muy esquemático, aunque carece de cubierta vítrea, A estas formas habrá que asignarles una cronología similar que a los ataifores.

Serie escudilla (Lámina VII)

En su mayor parte, al igual que la jofaina, coinciden morfológicamente con la forma ataifor.

Hemos podido distinguir hasta rres tipos en base a diferencias en el borde.

Tipo I: Es una réplica fiel del ataifor tipo la. Base cóncava, repié anular, cuerpo semiesférico y borde biselado. El acabado es en vedrío blanco en el interior, y en el exterior en torno al borde, el resto de la forma está cubierta con engobe beige. Las paredes pueden aparecer más o menos abiertas. Existe un ejemplar pintado en manganeso, corresponde a un motivo zoomorfo, que parece corresponder a un pez. Esta pieza carece de acabado vidriado.

Tipo II: Cuerpo de casquete esférico con borde redondeado. El fondo se encuentra muy marcado formando un ónfalo, Su repié es troncocónica, de paredes muy abiertas. Su acibado es en vedrío verde que cubre la totalidad de la forma por el interior y parcialmente por el exterior en el entorno del borde.

Tipo II: Mantiene ciertas semejanzas con el ataifor tipo IIb. Tan solo está representado por un ejemplar del que carecemos de la base. Su cuerpo semiesférico, termina en un borde redondeado remarcado por una acanaladura. Su acabado es en vidrío de calor verde al interior de la pieza y en el exterior en torno al borde.

Tipo IV: Presenta una tipología similar a al ataifor tipo III, aunque en este caso la base es totalmente plana y el ejemplar carece de decoración, aunque presenta un vedrio blanco muy degradado.

En cuanto a su adscripción cronológica, será la misma que la de los ataifores.

25 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: El nombre de las cosas..., p. 168.

26 Podría servir de tapadera una cazuela de similar tipología pero con un borde con pestaña al exterior y asas en posición invertida tal y como se abserva, por ejemplo, en el yacimiento de La Rijana. MALPICA CUELLO, Anto- nio, GÓMEZ BECERRA, Antonio: Una cala que llaman La Rijana. Arqueología y paisaje: Granada, 1991, pp. 88-90, 09 23-25.

27 TORRES, Claudio: Cerámica islámica portuguesa. Mércola, 1987, s/p, n* 9.

28 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., pp. 130-131, figs. 44, 48, 51, 54 y p. 284, n* 609.

29 La encontramos en El Castillejo de Los Guajares (Granada) bajo el tipo 1l variante B. Curiosamente dentro de esta variante también se observó la existencia de dos conjuntos diferenciados por sus dimensiones, El más pequeño, alrededor de los 140 mm de apertura, sería el que guardaría mayores relaciones tipológicas con el que ahora estudiamos. En aquel yacimiento se atribuyó a causas funcionales la diferenciación existente en las dimensiones. GARCÍA PORRAS, Alberto: El yacimiento medieval de El Castillejo. Nuevos daros a partir del estudio desus mareriales cerdmicos. Tesis doctoral leida en la Universidad de Granada, Granada, 1998 (inédira).

30 MALPICA CUELLO, Antonio, GÓMEZ BECERRA, Antonío: Una cala que llaman..., pp. 85-86, figs. 19-21.

31 NAVARRO PALAZON, Julio: Una casa islámica...., pp.A0-41.

32 Esta diferencia ya fue establecida por ROSSELLO-BORDOY, Guillermo: «Nuevas formas en la cerámica de época islámica». Bolletf de la Socierar Arqueológica Lulliana, 39 (1983), pp. 337-359, espec. pp. 353-357, tras los hallazgos en la calle Zavellá (ROSSELLÓ PONS, Margalida: Les ceramiques almohades del Carrer de Zavelfi. Ciurar de Mallorca. Palma de Mallorca, 1983, p. 110, 0* 104). En uno de los conjuntos más completos de estas piezas, el hallado en Ceura, se han podido observar las mismas diferencias (FERNANDEZ SOTELO, Emilio: Ceuta medieval. Aportación al estudio de las cerámicas (s. X-XV). Ceuta, 1988, vol. 1, p- 62, figs. 28-31).

33 RETUERCE VELASCO, Manuel: La cerámica andalusí de la Mesera. Madrid, 1998. Forma B.10, Vol. |, PP 160-161; Vol. 11, fig 10.B.

34 COLL, Jaime, MARTÍ, Javier, PASCUAL, Josefa: Cerámica y cambio cultural. El tránsito de la Valencia islámica a la cristiana. Valencia, 1988, p. 35, 60, n? 3 (XIE-XIII). AZUAR RUIZ, Rafael: El castillo de la Torre Grossa (Jijona). Alicante, 1985, pp. 74-75, láms. XXXVII-XXXVIII y XXXIX, n* 102-105; AZUAR RUIZ, Rafael: Denia islámica. Arqueología y poblamiento. Alicante, 1989, p. 287, fig. 158. Datadas en el siglo X. 3

35Aparecida en la Alcazaba de la ciudad (DUDA, Dorothea: Spanische-Islamische keramik... p. 22, v 52, af. 15b y AAW:: Vivir en al-Andalus. Exposición de cerámica. (s. IX-XV), Almeria, 1993, p. 128, n* 8) y en Olvera (AAVY.: Vivir en al-Andalus..., p. 129, 0o 9)

36 En Ceuta (FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceuta medieval..., vol. 1, p. 62, figs. 28-31), Salé (DELPY,

Alexandre: «Notes sur quelques vestiges de céramique recueillis 3 Saléw, Hesperis, XLII (1955), pp. 129-152,

espec. p. 139, pl. X, 1-3), Marraquech (DEVERDUN, Gaston, ROUCH, Marcel: «Note sur de nouveanx documents

de céramique marocaine découverts A Marrakechs, Hesperis, XXXVI (1949), pp. 451-455, espec. p.453, pl.11.2). Quar es-Seghir (REDMAN, Charles: Lare medicval ceramics... p. 255, fi, 2d) y Belyounech (GRENIER DE CARDENAL, Micheline: Recherches sur la céramique..., p. 238, fig. 9: quizá algo posteriores).

37 MARINETTO SÁNCHEZ. Purificación, FLORES ESCOBOSA, lsabel: «Estudio tipo-cronológico de la cerámica nazarí: elementos de agua y fuego». en Actes du Séme colloque sur la céramique médiévale. Rabat, 1995, pp. 178-190, espec. p. 179, fig. 28,

38 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceura medicval..., vol. 1. p: 62, figs. 28-31.

39 Las que nosotros ofrecemos coinciden, grosso modo, con las aportadas en

40AZUAR RUIZ, Rafacl: «Algunas noras sobre el candil de cazoleta abierta y de pellizco hispanamusulmán», en 1[ Cologuio Internacional de cerámica medieval del Mediterráneo Occidental, Toledo, 1986, pp. 179-183, espec. p. 179, propio de una «fabricación

ripo standards. 40 AZUAR RUIZ, Rafacl: Algunas noras..

41En la zona magrebí lo encontramos en Salé (DELPY, Alexandre: Nores sur quelques vesriges.... pp. 150-151,

planche IX.4), Marraquech (DEVERDUN, Gaston, ROUCH, Marcel: Nore sur de nouveaux documents..., p. 453, planche 11.2)y 'Aín Ghaboula (TERRASSE, Henriz «La céramique hispano-maghribine du XIl sitele d'apres les fouilles du cháteau de I'Ain Ghaboula (Dchira)-. Hesperis, XXIV (1937), pp. 13-18, espec. p. 17, planche V).

42 Aparte de los estudiados por G. Rosselló, ya citados, destacaremos los publicados por ROSSELLO PONS, Margalida: Les cerimiques almohades..., p. 116, n* 116.

43 COLL, Jaime, MARTÍ, Javier, PASCUAL, Josefa: Cerámica y cambio cultural..., p. 35, fig. 36. LERMA, JVincent, GUICHARD, Pierre,

44 BAZZANA, André, SOLER, M* Paz, NAVARRO, Julio, BARCELO, Carmen: La cerdmica islámica en la ciudad de Valencia. vol. Il -estudios-. Valencia, 1991, p. 157, fig. 39, n* 610. GISBERT SANTONJA, Josep, BURGUERA SANMATEU, Vicent, BOLUFER ¡ MARQUES, Joaquim: La cerámica de Daniya -

Denia-. Alfares y ajuares domésticos de los siglos XIT-XIIL Valencia, 1992, pp. 87-88, n9 58. NAVARRO PALAZÓN,

Julio: La cerámica islámica..., p. 302, n® 641-643, NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islimica..., p. 67, n® 314-318

44BAZZANA, André, CRESSIER, Parrice: Shaltish / Salrés (Huelva). Une ville médicvale d'al-Andalus: Madrid,

1989, p. 76, fig. 37, n° 60038, TORRES, Claudio: Cerimica islimica..., s/p, n° 29-30 9 AAVV.: Vivir en al-Andalus..., pp. 210-212, 0" 26-28, DUDA, Dorothea: Spanische-Islamische keramik..., p. 20, rafel 11, FERNANDEZ SOTELO, Emilio: Ceura medieval... vol. I, pp. 73-74, Figs. 40a y 41. En especial

por el vidriado azul turquesa, claramente nazari, con los que parccen estar cubiertos. PAVON MALDONADO,

Basilio: «De nuevo sobre Ronda musulmanas. Awrag, I (1980), pp. 131-175, espec. p.158, fig. 14, n* T1.

46 Ne 244 de la exposición AL-Andalus. Las artes islámicas en España, p. 467, fechado en el siglo XIII (FLORES ESCOBOSA, Isabel, MUÑOZ MARTÍN, M* Mar: «Cerámica nazarl (Almería, Granada y Málaga). Siglos XII-XV», en Spanish medieval ceramics in Spaín and the British Ides. BAR 610 (1995), pp. 245-277, espec. p. 277, fig. 1921).

47 ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización..., p, 49, fig. 10:1.

48 BAZZANA, André: La cerámica islámica en la ciudad de Valencia, vol. | -catálogo-. Valencia, 1983, p. 81, fig.

22, 19 623; COLL, Jaime, MARTÍ Javier, PASCUAL, Josefa: Cerámica y cambio cultural..., pp. 35-36, n9 37.

49 LOPEZ ELUM, Pedro: La alquería istámica en Valencia. Estudio arqueoldgico de Bofilla. Siglos XI a X1V. Valencia, 1994, p. 324, dibujo 44,

50BAZZANA, André: «El yacimiento medieval de Santa Fe de Oliva (Valencia). Estudio de su cerámica». Nori- ciario Arqueoldgico Hispánico, 18 (1984), pp. 257-339, espec. pp. 315-316, fig- 51.

51 STAZUAR RUIZ, Rafacl: Denia islámica..., pp. 265-266, fig. 147. AZUAR RUIZ, Rafacl: El Castitlo de la Torre Grossa....i pp. 79-82, lám. XL1L, n* 119 y 123-125, AZUAR RUIZ, Rafacl (dir.): El castillo del rio (Aspe. Alicante).

Arqueología de un asentamiento andalusí y la transición al feudalismo. Alicante, 1994, p. 80. GISBERT SANTONJA, Josep A., BURGUERA SANMATEU, Vicent, BOLUFER ¡ MARQUES, Joaquim: La cerámica de Daniya..., p. 89, fig. 20.3, 1*057.

52 NAVARRO PALAZON, Julio: La cerámica islámica..., p. 16, n* 37, (cerro del castillo, Cieza); p. 107, n* 228 y 229 (plz. Cardenal Belluga, Lorca); pp. 195-196, n 420-424 (pozo de S. Nicolás, Murcia); p. 255, n* 551 (C/ Madre de Dios, Murcia); p. 303, n* 644-645 (castillo de Montcagudo, Murcia). NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., p. 66-67, figs. 319-329. * DUDA, Dorothea: Spanisch-Islamische keramik..., p. 20, v 37, tafel 11d.

MEn el Palacio de la Buhayra. COLLANTES DE TERÁN, F, ZOZAYA, J.: «Excavaciones en el Palacio almohade

de la Buhayra (Sevilla)». Noriciario Arqueológico Hispánico. Arqueologfa, | (1972), pp. 223-259, espec. p. 240,

fig. 12.

55 BAZZANA, André y CRESSIER, Parrice: Shaltigh / Saltés.... p. 79, fig. 38.

56 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceuta medieval..., vol. 1, pp. 85-86, fig, 64. 7 TORRES, Claudio: Cerámica islámica..., slp, n° 31.

58 VARELA GOMES, Rosa: Cerámicas mugulmanas do castelo de Silves. Silves, 1988, p. 260, sigla Q12/C2-3.

59 CRESSIER, Parrice, RIERA FRAU, M Magdalena, ROSSELLO BORDOY, Guillermo: La cerámica rardo almohade..., p. 21, fig; 10.3, Es el tipo II variante A de GARCÍA PORRAS, Alberro: El yacimiento medieval..., pp. 244-245, n 68.

60 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., pp. 66-67.

62 Aparece perfectamente definido, por ejemplo, en Bezmiliana. ACIEN ALMANSA, Manucl: «Cerámica s rorno lento en Bezmiliana, Cronología, tipos y difusións, en Actas del | Congreso de Arqueología Medieval Española. Zaragoza, 1986, pp. 243-267, espec. p. 245, fig. 9 y lim. 4.

63 FLORES ESCOBOSA, Isabel y MUÑOZ MARTÍN, M Mar: Cerámica nazarl..., p..277, figs. 19.15 y 19.19;

AAVV: Vivir en al-Andalus..., p. 58, n® 18,

64 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceura medieval..., vol. 1, pp. 66-69, figs. 34 y 36. 15

65 FLORES ESCOBOSA, Isabel; Estudio preliminar..., p. 47, fiy. 23, láms. XII y XIIL BERMÚDEZ PAREJA, Jesus: Nuevos ejemplares.... pp. 71-77.

66 Son considerados mudéjares, aunque quizá debiera precisarse aún más su cronología. MARTÍN GOMEZ,

Carmen: «Una forma cerámica mudéjar: anafes», en Acras del 11 Simposio internacional de mudejatismo: Arte.

Teruel, 1982, pp. 87-91.

67 ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización..., pp. 16-18,

68 BAZZANA, André: Céramiques médiévales... p. 142, fig. 7, 2 y BAZZANA, André: Maisons d'al-Andalus.

Habirat médidvale ec struetures du peuplement dans l'Espagne orientale. Madrid, 1992, vol. 1, p. 143. Lo considefa un sub-grupo de ataifores:

69 Serian numerosos los araífores de esta época, como ejemplo señalaremos GÓMEZ BECERRA, Antonio: El

Marauce (Morril). Un asentamiento medieval en la costa de Granada. Granada, 1992, p. 107, fig. 158.

70 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización.... pp. 23-24.

71 En TORRES BALBAS, Leopoldo: «Cerámica doméstica de la Alhambra», ALAndalus, I1 (1934), pp. 387-388, tspec. p. 388, hace referencia a este ripo de cerámicas como frecuentes en la Alhambra, RUIZ GARCÍA, Alfonsa: La

cerámica doméstica nazarf en vidriado verde del Musco Hispano-musulmán. Memoria de Licenciatura presentada

en la Universidad de Granada, Granada (1980) (inédita). Bien documentads en Ceuta. FERNÁNDEZ SOTELO,

Emilio: Ceura medieval..., vol. II, pp, 58-59, fig. 6.

72CASAMAR, Manueli Noras sobre cerimica..., p. 190, fig. 1. FLORES ESCOBOSA, Isabel: Esudio de material argueológico..., p. 413, lám. 1, fig. A. FLORES ESCOBOSA, Isabel: Esrudio preliminar..., pp. 21-28, figs. 1-5.

73 DOMÍNGUEZ BEDMAR, Manuel, MUÑOZ MARTÍN, M del Mar, RAMOS DIAZ, José: «Tipos cerámicos

hispanomusulmanes en Nijar (Almeria)s, en Acras del / Congreso Arqueología Medieval Española Zaragoza, 1986, pp. 363-381, espec pp. 370-371, figs. NCA/78, 80, 82, 83 y 85. AAVV.: Vivir en al-Andalus... p. 75, 19 9.

74 REDMAN, Charles: Lare medieval ceramics.... pp. 254-255, fig. 2-B. MYERS, J. Emlen, BLACKMAN, M, James: «Conical plares of the Hispano-Moresque rradition from islamic Qsar es-Sephir: Perrographic andchemical analysess, en La ceramica medievale nel Medirerraneo Occidentale, Florencia, 1986, pp. 55-68.

75 GRENIER DE CARDENAL, Micheline: Recherches sur la céramique..., p. 234, fig, 1, planche 1.

76 DELPY, Alexandre: Notes sur quelques vestiges... p. 141, planche 9b.

77 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceuta medieleval... vol, 1, pp. 58-59, figs. 1-4: vol: 111, pp. 30-31, fig. 17.

78 La forma 1533, 4 y 5 de ACIÉN ALMANSA, Manuel, CASTILLO GALDEANO, Francisco, FERNÁNDEZ GUIRADO, M. Inés, MARTÍNEZ MADRID, Rafael, PERAL BEJARANO, Carmen, VALLEJO TRIANO, Antonio:

«Evolución de los tipos cerámicos en el S.E de Al-Andalus», en Acres du 5éme colloque sur la céramique médiévale. Rabar, 1995, pp. 125-139, espec p. 126. También en la seric E de los ataifores alhambreños de FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio preliminar..., p. 28, fig. 5; FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio de material arqueológico..., pp. 410-413, fig. 1d. FLORES ESCOBOSA, Isabel, MUÑOZ MARTIN, M Mar; Cerámica nazarí..., p. 256, fig 16.9.1.

79 FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio preliminar....

80 FLORES ESCOBOSA, lsabel: Estudio prelimina…..p.35

81 FLORES ESCOBOSA, lsabel: Estudio preliminar...p.23

82 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., p. 54.

83 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistemarización..., pp. 32-39; ROSSELLO PONS, Margalida: Les cerámiques almohades..., p. 79-81, n* 72-74, bajo la tipalogía Bh

84 AZUAR RUIZ, Rafacl: Denia islámica..., p. 253-254 (Bbb2). AZUAR RUIZ, Rafael: El castillo de la Torre Grossa..., pp 54-56, 1 59 y 65, láms. XX y XXII,

85 AZUAR RUIZ, Rafacl: Denia islámica..., p. 253 y AZUAR, R., BORREGO, M., MARTÍ, J., NAVARRO, C,, PASCUAL, )., SARANOVA, R., BURQUERA, V., GISBERT, ). A.: «Cerámica tardo-andalusí del País Valenciano (primera mitad del siglo XII)», en Acres du 5éme colloque sur la céramique médicvale. Rabat, 1995, pp. 140-161,espec. p. 143, fig. 11.23.

86 NAVARRO PALAZÓN, Julio: La cerámica islámica.... p.103, n* 216-220 (Lorca).

87 Nos referimos 2 la jarrita tipo 5 de la casa de San Nicolás. NAVARRO PALAZON, Julio: Una casa islámica...,

p- 55, * 208-215, NAVARRO PALAZON, Julio: La cerámica islámica.... p. 193, n® 415.

88 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., pp. 54-55.

89 ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo: El nambre de las cosas..., p: 166.

90 FLORES ESCOBOSA, Isabel y MUNOZ MARTÍN. M* del Mar: Cerámica nazarí.... p. 272.

91 FLORES ESCOBOSA, lsabel: Estudio preliminar..., p. 39.

Formas cerradas

Serie Jarrita (Lámina VILI)

La serie jarrita es uno de los grupos más amplios en cuanto a número y tipología. Al ser piezas de pasta porosa y carentes de cubierta vítrea, su uso debía ser el de contenedor de agua. Ahora bien, dentro de esta función, y dependiendo de su tamaño, debía existir una cierta "especialización”. Las de mayor tamaño, estafan presentes en la mesa y las de menor se limitarían a ser utilizadas para beber.

En todas las jarritas documentadas, se constara la ausencia de filtros. Este elemento tan abundante en siglo anteriores, deja de aparecer, por lo menos de forma generalizada, a partir del siglo XIII, constatándose a nivel de todo al-Andalus"?.

El conjunto que nos ocupa destaca por la ausencia de decoración, hecho un tanto extraño dado el lugar relevante que supuestamente ocupa la jarrita dentro de las formas de mesa; de hecho se trata de formas con un acabado muy cuidado, de paredes finas. Como característica común a rodos los tipos destaca la desproporción entre el cuerpo y el cuello, llegando a tener éste más o menos igual desarrollo. hemos diferenciado los siguientes tipos:

Tipo E En todas las jarritas es común la composición de la pasta con la que fueron fabricadas, bien decantada, con desgrasantes muy finos, y el tipo de factura y cocción que ha dado como resultado una coloración blanca, muy clara. No presenta exterior ni interiormente barniz vitreo, por lo que podría pensarse que fueron utilizadas para el almacenamiento y consumo de pequeñas cantidades de agua. Las características técnicas de la materia cerámica facilitan la exudación del líquido y permiten mantenerlo a una temperatura fresca.

La se trata de una pieza de grandes dimensiones, no superando en altura los 150 mm, Está desprovista de repié. La base, siempre de pequeñas dimensiones, alrededor de los 100 mm de diámetro, es ligeramente convexa, sin que esta circunstancia le impida una aceptable estabilidad y le reste, por otro lado, la superficie de contacto directo entre la vasija y la superficie sobre la que reposa, disminuyendo así la transferencia de temperatura desde el suelo hacia el líquido contenido en la jarrita. El cuerpo es globular, favoreciendo de este modo la evaporación del agua existente en su superficie. El cuello es siempre cilíndrico, aunque prácticamente en todos los casos se advierte un suave éntasis central que facilita verter, escanciar e incluso beber el líquido del inferior. El borde, con un diámetro que ronda los 100 mm, está engrosado al interior, para encajar una tapadera, acabando en un labio redondeado o ligeramente apuntado.

Dos asas de sección oval unen la zona superior del cuerpo y la central del cuello.

Los paralelos de esta jarrita son escasos. Morfológicamente se encuentra alejada de las jarritas rípicas de época almohade. Con ciertas dificultades podría relacionarse con la jarritas tipo

BH que de forma episódica aparecen en Baleares*. En el Levante se reconoce su forma en diferentes yacimientos como producciones tardiasTM, en especial por su base resaltada y convexa, propia de una erapa tardía almohade® y continuada en época nazarí. En Murcia está presente ésta%, aunque en yacimientos más tardíos presenta una característica base moldurada anular, para quedar engastada en reposaderos”7.

Nos encontramos, por tanto, ante una jarrita que debemos ubicar entre finales del siglo XIl y principios del XIII, anticipo de las posteriores jarritas nazaríes, Se trata de unos ejemplares muy tempranos dentro de la producción de las huertas del Cuarto Real.

Tipo 1I: Se trata de un tipo de jarra, de mediano tamaño, que pese la base plana o ligeramente cóncava con un pie anular de tendencia troncocónica. Su cuerpo es globular y

el cuello cilíndrico muy desarrollado. Esta realizada en pasta de color beige muy decantada. Como elementos de aprehensión posce dos asas circulares localizadas en la unión entre el cuerpo y el cuello. Su acabado es en engobe, aunque conserva muy leves huellas de vedrío verde en el cuello,

Tipo III: No se conserva ni el cuello ni las asas, pero éstas arrancarían en la mitad del cuerpo.

Éste, igual que el anterior, es de forma globular con una base ligeramente cóncava y repié anular de perfil troncocónico. Realizada con pasta blanca muy decanrada, presenta como elemento decorativo una acanaladura en la parte superior del cuerpo que indicaría el inicio del cuello. Acabado con engobe de color beige.

Tipo IV: Al igual que el tipo 1 posee un cuello muy desarrollado y una boca amplia de más de 10 em de diámetro y su altura supone casi un tercio del rotal. Es de forma cilíndrica y labio redondeado. Su base es plana con ausencia del repié anular. Su cuerpo es globular, un poco abombado. Posee dos asas que van desde la parte media del cuerpo a la mitad del cuello.

Tipo V: Se trata de un tipo de jarra que coincide con los anteriores en cuanto pasta y facrura.

Pero destaca morfológicamente por tener una base ligeramente cóncava o plana remarcada con un anguloso reborde. Se acaba con un repié anular, recordando a ejemplares murcianos de pasta beige decorados con esgrafiado 88.

Las jarritas tipo II, III, 1V y V, tienen una clara cronología nazarí, presentando uno de su elementos más definitorios tanto el repié como la boca ancha.

En todas las jarritas es común la composición de la pasta cerámica con la que fueron fabricadas, bien decantada, con desgrasantes muy finos, y el tipo de factura y cocción que dado como resultado una coloración blanca, muy clara. No presenta exterior ni interiormente barniz vitreo por lo que podría pensarse que fueron utilizadas para el almacenamiento y consumo de pequeñas cantidades de agua. Las características técnicas de la materia cerámica facilitan la exudación del líquido y permiten mantenerlo a una temperatura fresca.

Serie Jarrito (Lámina IX)

Util para escanciar líquidos, por lo que solo presenta una sola asa, elemento que lo diferencia de la jarrita, y puede tener pico vertedor o pitorro”. Dos son los tipos identificados:

Tipo 1: Morfológicamente se caracteriza por poseer un fondo convexo, con resalte que lo diferencia del cuerpo. Este es de tendencia globular (A) aunque hay algunos ejemplares que poseen un arranque de cuerpo casi cilíndrico que terminaría en un cuello de boca ancha. Las pastas empleadas son blancas y muy porosas. La base resaltada y la pasta blanca nos acercan a una cronología nazarí, Normalmente, aunque este no es el caso, se les aplica una decoración en manganeso 90, tipo de decoración que perdura hasta la conquista cristiana.

Tipo II: Esta pieza se ha podido reconstruir casi en su totalidad. Se trata de un jarrito con pitorro cónico. Su base es plana, con resalte, el cuerpo de paredes quebradas y un cuello cilíndrico de paredes abombadas y borde redondeado.

Sin funcionalidad sería claramente la de escanciar líquidos. El hecho de estar elaborado con pasta clara, porosa, y la ausencia de cubierta vítrea interior, descarta su uso con sustancias oleaginosas.

Serie Capa (Lámina IX)

La presencia de la forma copa es poco frecuente en los registros arqueológicos, aunque esté constatada desde el siglo XI- Su ausencia podría explicarse por la existencia de paralelos funcionales realizados bien en vidrio, bien en meral. El hecho de tratarse de una forma infrecuente repercute en que sus características morfológicas estén poco definidas, aunque éstas deberían ser similares 4 las realizadas en vidrio. En el ámbito granadino contamos con ejemplares ricamente decorados en loza azul y dorada 91.

Contamos tan solo con un fragmento de base realizado en pasta beige, muy decantada. El fondo es cóncavo con un alto repié de forma troncocónica y borde redondeado. Se conserva el arranque de las paredes, muy finas, de apenas 3 mm, aunque no podemos determinar su morfología.

Serie Redoma (Lámina IX)

Dos redomas hemos hallado en el Cuarto Real de Santo Domingo. Ambas presentan unos rasgos morfológicos similares: única asa, repié anular más o menos indicado, cuerpo piriforme y cuello siempre estrecho resultado del estrechamiento del cuerpo92, La cubierta vítrea verde, tanto en el interior como en el exterior, destinada a impermeabilizar la pieza, es un acabado común a estas piezas, siendo el elemento que permite distinguirlas de la serie jarrito93, G, Rossells distinguió en Mallorca las redomas de cuerpo globular y alto gollete de las piriformes de gollete estrecho, El criterio utilizado para establecer esta división fue esencialmente morfológico y el resultado fue una seriación tipológica bien definida, En un principio, no fue posible dotar de cronología fiable a cada uno de los tipos mencionados mallorquines94, Posteriormente pudo atribuirse a cada uno de estos tipos una cronología distinta95 la redoma tipo I era más antigua que la tipo I1. En nuestra caso concreto creemos que nos encontramos ante redomas claramente nazaríes, aunque sus rasgos formales pueden rastrease en yacimientos de ocupación almohade tardia96. La forma piriforme de su cuerpo, junto a la existencia de un marcado repié nos obligan a buscar paralelos en piezas de Ceuta97, o en el sureste de la Península encuadradas dentro del siglo XIV, sin alcanzar las formas barrocas que presentan las redomas del siglo XV con su característica base céncava98.

Complementos

Serie Tapadera (Lámina X)

Tipo 1: Podemos adscribirlas al tipo A de G. Rosselló99, como una de sus variantes ya documentadas en el Levante bajo las siglas A variante 1100,

Estas tapaderas están compuestas por una base plana o ligeramente cóncava donde pueden observarse restos del modelado a torno, y paredes abiertas y exvasadas con tendencia en su parte superior la horizontalidad. En el interior un pedúnculo facilita su aprehensión. Aparte de las características morfológicas, todas estas tapaderas presentan una técnica similar: fueron realizadas con pasta bien decantada, sin desgrasantes de grosor notable que tras pasar por el horno se tornan de color rojo suave.

Son en general piezas de diámetro reducido, entre 90-110 mm de apertura y alrededor de 40 mm de base. En altura no sobrepasan los 20 mm. Por sus similitudes técnicas y morfológicas no hemos podido distinguir variantes tipolégicas dentro del conjunto de tapaderas del Cuarro Real.

Sería excesivamente prolijo enumerar todos y cada uno de los yacimientos andalusíes donde ha quedado documentado este tipo de tapaderas. Su extensión es tanto geográfica (la encontramos desde Mallorca101 a Marraquech102, como cronológica, apareciendo tanto en yacimientos nazarfes 103, como en contextos muy anteriores: en Toledo en el siglo XI 104 o incluso en Madinar al-Zahra105.

Sin embargo, la pérdida del perfil escalonado y su tendencia a la horizontalidad en la parte alta del cuerpo, parecen ser rasgos de cierta modernidad. De este modo, podríamos encuadrar estas tapaderas cerca de las murcianas106 y, sobre todo, próximas a las encontradas en El Castillejo de Los Guájares 107.

Tipo II: Coincide con el tipo C de Rosselló108. A diferencia de los ejemplares anteriores se trata de una pieza de carácter lujoso. Su morfología se caracteriza por su cuerpo de casquete esférico, con un reborde de orientación horizontal que serviría de tope para encajar sobre otra pieza, posiblemente jofainas, además de tener un pie anular que favorecería el ajuste.

Posee un asidero externo de forma troncónica invertida.

Estas formas servirán para complementar a otras del servicio de mesa, el hecho de que aparezcan vidriadas, en blanco, y con decoración en azul, con motivos geométricos y vegetales, confirma esta hipótesis.

Existen precedentes anteriores al perfodo nazarí, aunque es en éste cuando su presencia es mayor en los registros arqueolégicos casi siempre decorada.

Tipo III: Es la tapadera plana utilizada para cubrir la boca de recipientes de grandes dimensiones y amplio diámetro de apertura: esencialmente las tinajas. Su forma es sencilla: una base plana, discoidal, rugosa y poco cuidada en su parte inferior. La cara superior, sin embargo, presenta una mejor factura, ya sea alisada o moldurada. Su forma es idéntica a la de los discos de cerámica utilizados por el alfarero en el torno para levantar las vasijas sin que se queden adheridas a la voladera. En ocasiones estos discos estuvieron destinados a la producción doméstica de pan (rábag)'?”. En nuestro caso, ya que no se conservan evidencias de su exposición prolongada al fuego, debieron utilizarse para cubrir tinajas.

Un ejemplar tan sólo hemos documentado en el Cuarto Real de Santo Domingo (D45). La técnica de fabricación es muy simple y el diámetro no excede los 280 mm. Estas piezas son conocidas en la Península desde una época muy temprana, incluso desde el periodo tardorromano cuando eran utilizadas para la elaboración de pan 110.  Están atestiguadas en Bezmiliana 111 y en Vascos 112. En ambos casos presentan un pequeño reborde externo, tan sólo indicado suavemente en nuestros discos.

Usos múltiples

Serie Alcadafe (Lámina XI)

Se incluyen en este grupo funcional una serie de formas de escasa complejidad técnica y morfológica, sin apenas tratamiento decorativo, que estaban destinadas a usos variados, Se trata por tanto de un grupo polifuncional, sobre el que existe un profundo desconocimiento113. La forma más representativa de este grupo es el alcadafe o lebrillo, contenedor de forma abierta y funcionalidad múltiple114. Su esquema morfológico es muy simple: base plana y cuerpo troncocónico invertido con labio engrosado. Las diferentes variantes sobre este tipo vendrían determinadas por la mayor o menor inclinación de las paredes, lo que inci- dirá en el diámetro del borde.

Tipo I: El alcadafe o lebrillo posee una base plana, con cuerpo troncocónico invertido, pero de tendencia cilíndrica, y labio engrosado al exterior. Su diámetro de apertura se encuentra entre los 20 cm-30 cm, superando siempre sus dimensiones a la altura de la forma. Sus paredes son gruesas, en torno a 1 em en la base y entre 6 y 7 mm en el cuerpo.

Se encuentra realizado con una pasta de color rojo, con abundante desgrasante de grano grueso de cuarzo, mica y cal, lo que se transmite en unas paredes con abundantes irregularidades. En el interior presenta huellas de espatulado o bruñido.

Se encuentran decorados en la parte superior del cuerpo mediante bandas acanaladas, bien paralelas, bien onduladas, realizadas a peine.

Es más propia de comienzos del perfodo nazarí, siglo XII, siendo desplazada por el típico alcadafe de base plana, paredes divergentes y borde engrosado al exterior, forma que tendrá continuidad hasta nuestros días.

Ejemplares de uso lúdico (Lámina XII-XIII)

Entre los materiales estudiados hay un pequeño, pero interesante, grupo que merece una especial significación. Son piezas cuya funcionalidad básica es la lidica, ya que su tamaño evidentemente impide cualquier otro uso. Son juguetes de barro cocido, auténticas réplicas que guardan en su acabado hasta los más pequeños detalles de la vajilla doméstica nazarí:

Cazuelas, anafres, jarritas, ataifores. El conjunto cerámico que a continuacién exponemos nos muestra un aspecto poco conocido de las costumbres de las gentes de al-Andalus, el de la vida de las niñas vinculadas al rol que el Islam concede a la feminidad dentro de esta sociedad:

Esta cerámica, por escasa, no ha sido objeto de demasiada atención pese a que su análisis puede resultar del todo valioso. En orras zonas de al-Andalus, fuera del ámbito nazarí, las referencias a las réplicas de formas cerámicas en miniatura son bastante escasas.

La primera información de que disponemos sobre esta cerámica en el ámbiro de la ciudad de Granada es de D. L. Torres Balbás 115, que hace alusión de forma breve a "pequeños jugueres de barro, pucherillos y candiles minúsculos vidriados en verde 116, Más recientemente P. Marinetto ha recogido algunas de estas piezas en dos catálogos de cerámica junto a otro tipo de juguetes como figuritas de animales y silbatos 117, Algunas de estas piezas presentan similitudes formales y técnicas con nuestro conjunto, destacándose cómo los ejemplares “a pesar de su tamaño aparecen realizados a torno con el mismo sistema y técnica de los mayores, cuidando las molduras y quiebros, con diferentes pastas...con acabados en bizcocho, baño de engalba, capa vítrea parcial o bien baños estanníferos con decoración en azul dorado 118, Fuera de Granada, en Murcia y Valencia se han encontrado «miniaturizaciones» de cazuelas 119 aunque éstas, si parecen tener el uso propio de la morfología, como lo manifiestan las huellas de exposición al fuego 0 la presencia de pico vertedor en alguna de ellas 120

A la hora de abordar el análisis hemos aplicado el mismo planteamiento que en el resto del material cerámico: Así, en primer lugar hemos realizado una primera clasificación en base a criterios funcionales, diferenciando tres grupos:

Vajilla de cocina: Cazuela.

Contenedores de fuego: Anafre.

Vajilla de mesa: Jarrita, redoma y amifor,

Vajilla de cocina

Hemos podido identificar tres fragmentos pertenecientes a la serie cazuela. Estos responden con claridad a la tipología nazarí de este tipo de cerámicas.

Serie Cazuela: Las miniaturas de esta forma reproducen el mismo esquema morfológico y técnico que sus equivalentes a escala real. Hemos identificado tres variantes:

92 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización.... p. 25.

93 AZUAR RUIZ, Rafael (dir): El castillo del tfo..., p. 51.

94 Aunque se realiza un intento ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización..., pp. 28 y 137-140.

95 AZUAR RUIZ, Rafael: Apunre para un ensayo..., pp: 185-187, % 96ACIÉN ALMANSA, Manuel, CASTILLO GALDEANO, Francisco, FERNÁNDEZ GUIRADO, M. Inés, MARTÍNEZ MADRID, Rafael, PERAL BEJARANO, Carmen, VALLEJO TRIANO, Antonio: Evolución de los ti- pos.... pp- 126-127, sipos 271.1 y 271.2.

97 FERNANDEZ SOTELO, Emilio: Ceura medieval..., vol. 11, p. 79, fig, 27. ** FLORES ESCOBOSA, Isabel: Estudio preliminar..., pp. 55-61, fig. 33. La atribución cronológica la señala

98 FLORES ESCOBOSA, Isabel y MUÑOZ MARTÍN, M Mar: Cerámica nazarl.., p, 265, fig. 19.11. 7 99 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistematización..., p. 58, fig. 12A. 19

100 AZUAR RUIZ, Rafael: Denia islimica..., p. 271, fig. 150,

101 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistemarización.... p. 58, fig. 12A: p. 310 (Son Monsson): p.

313 (Zagranada); p. 317 (C/ Vilanova n 18). En Zavellá ROSSELLÓ PONS, Margalida: Les cerámiques almohades...,

p- 117, 09 118-119, ripus: A.

102 DEVERDUN, Gaston, ROUCH, Marcel: Note sur de nouveaux documents..., p. 453, planche 11:3.

103 FERNÁNDEZ SOTELO, Emilio: Ceura medieval..,, vol. I, pp. 52-53, fig, 33-34,

104 AGUADO VILLALBA, José: Cerámica hispanomusulmana de Toledo. Madrid, 1983, pp. 72-73.

105 Según nos informa ROSSELLO BORDOY, Guillermo: Ensayo de sistemarizaci p-59. Recoge los datos del trabajo de CAMPS CAZORLA, Emilio: «Cerámica y vidríos califales de Medina Azzahra (Córdoba)», en Adquisiciones del Musco Arqueológico Nacional (1940-1945). Madrid, 1942, pp. 148-154.

106 NAVARRO PALAZÓN, Julio: La cerámica islimica..., pp. 203-204 y 260, n 440-445, 556-557. NAVARRO

PALAZÓN, Julio: Una casa islámica.... pp. 63-64, n? 271-301.

107 CRESSIER, Parrice, RIERA FRAU, M* Magdalena,

108 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: La cerámica cardo almohade..., p. 21.

109 ROSSELLO BORDOY, Guillerma: «La cerámica árabe en Mallorca. Avances subre su tipología y cronologla». Mayúrga, XIV (1975), pp. 214-230, espec. p. 59, 19 Un ejemplo de ello lo tenemos en El Castillejo, ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo: «Precisiones sobre terminología cerámica andalusis, en / Coloquio Hispano-ltaliano de Arqueología Medieval. Granada (1992), pp. 253-

262, espec p. 255 y GARCIA PORRAS, Alberro; El yacimiento medieval..., pp. 208-210.

110 GUTIERREZ LLORET, Sonia: «Panes, hogazas y fogones portátiles. Dos formas cerámicas destinadas a la

cocción del pan en al-Andalus: el hornillo (rannar) y el plaro (rábag)», Lucentum, IX-X (1990-1991), pp. 161— 175 p. 171,

111 ACIEN ALMANSA, Manuel: Cerámica a romo..., p. 262, fig, 12.

112 IZQUIERDO BENITO, Ricardo: «Excavaciones en la ciudad hispanomusulmana de Vascos (Navalmoralejo, Toledo). Campañas 1975-1978». Noticiario Arqueológico Hispánico, 7 (1979), pp. 247-392, espec. pp. 290-

294, figs. 9-1 1 e IZQUIERDO BENITO. Ricardo; «Ciudad hispanomusulmana de Vascos (Navalmoralejo, Toledo). Campañas 1979-1980». Noticiario Arqueológico Hispánico, 16 (1980), pp. 289-380, espec. pp. 298-299, fig. 23.

113 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica..., p. 62.

114 ROSSELLO BORDOY, Guillermo: El nombre de las cosas..., p. 169.

115 Este conjunto ya fue presentado en el III Congreso de Arqueología Peninsular (en prensa),

116 TORRES BALBÁS, Leopoldo: «Animales de juguete». Al-Andalus, XI (1956), pp. 373-375, espec. p. 375.

117 MARINETTO SÁNCHEZ, Purificación: «Juego y esparcimiento». en AA.VV.: Vivir en al-Andalus. Exposíción de cerámica (s. XI-XV). Almería, 1993. AA.VV.: Arre islámico en Granada, Propuesta para un museo de la

Alhambra. Granada, 1995. Piezas del «Cardlogos a cargo de Purificación Marinerro Sanchéz.

118 AA.VV:: Arte islámico..., p, 487.

119 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámicz.., pp. 40-41. COLL, Jaime, MARTI Javier, PASCUAL, Jose- fa: Cerámica y cambio cultural..., p.24. 129

120 NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica.... p. 40 y pp. 133-134.

Tipo I: Morfológicamente se trata de una forma abierta de paredes ligeramente convexas y borde en ala (n1). No hemos podido documentar ninguna forma completa, pero cabe suponer que al igual que los ejemplares reales tuvieron la base ligeramente convexa. No se han documentado elementos de aprehensión.

Tipo II: Tan solo está representado por un ejemplar (n92). Presenta similitudes con el anterior en cuanto a morfología: borde en ala, aunque más elevado, y cuerpo de paredes convexas. Esta variante presenta elementos de aprehensión, en este caso un asa desde la parte inferior del cuerpo hasta el exterior del borde.

Tipo II: Esta cazuela (n°3) tiene el cuerpo de paredes convexas, el borde redondeado diferenciado del cuerpo por una acanaladura bastante marcada. Si a nivel morfológico existen, como por otra parte es evidente, variantes tipológicas, a nivel técnico todas estas formas de cocina presentan una clara uniformidad. Estas piezas han sido elaboradas con pastas de tonos rojizos o anaranjados que incluyen intrusiones de mica y cuarzo, lo que le confiere un carácter refractario propio de la funcionalidad de este grupo de piezas. La factura es a torno y la cocción oxidante. Están acabadas con un vidria- do de color marrón para darle impermeabilidad a la pieza. Éste cubre las formas totalmente en el interior, mientras que en el exterior cubre solo parcialmente el borde y parte de las paredes exteriores en forma de chorreones.

No es propio de estas pieza que posean elementos decorativos, sin embargo estos están presentes en alguna de nuestras piezas. En concreto el tipo C (n°3) presenta dos bandas acanaladas en la parte superior del cuerpo cuya única funcionalidad es la decorativa.

Contenedores de fuego

Como su propio nombre indica, en este grupo incluimos aquellas formas que están destina- das a contener fuego, aunque la funcionalidad de las mismas puede ser muy diferente: candiles para la iluminación, anafres para cocinar o para calefacción, pebeteros para perfumar (especialmente en los de reducido tamaño), etc. En nuestro estudio sólo tememos recogida la forma anafre y está representada por dos fragmentos, (n%á y 5) que corresponden a la parte inferior del anafre o cenicero. El perfil de ambos es troncocónico.

Tipo 1: El fragmento n°4 es el más complejo ya que conserva parte del cuerpo superior de paredes divergentes. El cuerpo inferior o cenicero es de forma troncocónica con una apertura frontal de forma triangular y su base es plana. Entre ambos cuerpos se sitúa un emparrillado cupular con un solo orificio central. Está elaborado con arcilla de color anaranjada, su cocción es oxidante y el acabado vidriado de color blanco.

Tipo 1I: Tan solo contamos con un fragmento (n°5) del cuerpo inferior, o cenicero. Es de perfil troncocónico y su base es ligeramente convexa con un ligero resalte. Posee las mismas características técnicas que el anterior, con la sola diferencia de que está elaborado en pasta de color blanco sin ningún tipo de acabado.

Si bien en el aspecto morfológico no presentan diferenciación con los de tamaño real, es en lo que respecta al aspecto técnico y concretamente en las pastas es en lo que más diferencia. El anafre está por lo general elaborado con un barro de color rojo con intrusiones medias y gruesas de cuarzo y mica, lo que le confiere a la arcilla un carácter refractario, cosa que en las miniaturas no ha sido constatada, evidentemente, por su uso lúdico. Ninguno de los dos fragmentos presenta decoración.

Vajilla de mesa

Es el conjunto más amplio representado por nueve fragmentos. Son tres las series documentadas:

La serie jarrita con un cuarro ejemplares (n* 6-7-8-9), dos de la serie ataifor (n® 10-11) y, de la serie redoma, tres (n®12-13-14). La funcionalidad de la vajilla de mesa es clara: el servicio y presentación de alimentos (sólidos o líquidos) para su consumo. A diferencia de las demás series descritas, la cerámica de mesa presenta una factura y acabado más cuidados, tal y como corresponde a sus paralelos en tamaño real que, pese a ser objetos de uso coridiano, presentan a veces un elevado grado de elaboración, tanto en lo técnico como en lo decorativo.

Serie Jarrita: Es un contenedor de tamaño medio cuya funcionalidad principal es el almacenaje y servicio de líquidos, aunque también puede ser utilizado para beber directamente de él. Su principal característica es que posee dos asas y una mayor apertura de boca, lo que la diferencia de la serie jarrito, Cada ejemplar que poseemos representa un tipo dada su amplía variabilidad morfológica:

Tipo I: Hemos identificado dos subtipos en base a la diferencias morfológicas:

Subtipo TA: Se trata de una jarrita de cuello rroncocónico invertido y cuerpo de perfil globular carenado, con asas de sección oval desde el borde hasta la mitad del cuerpo, fondo convexo y repié anular. Está acabado en vedrío verde turquesa, aunque muy degradado, que cubre la totalidad de la pieza en su exterior. En su interior mantiene restos de vedrío de color blanco en el fondo, A este tipo pertenece el fragmento n%, que es el más completo.

Subripo IB: Corresponde a los fragmentos n97 y n8. En el primero se conserva parcialmente parte del borde y del cuerpo. Este, a diferencia del tipo anterior, es globular. Del segundo ejemplar sólo conservamos parte del cuerpo y el arranque del cuello.

Tipo II: Sus características morfológicas son cuello cilíndrico, cuerpo globular y asa de cinta desde el cuello hasta la mitad del cuerpo, no conservándose la base, que en los ejemplares a escala real poscerepié. A este grupo corresponde el fragmento 199.

Las características técnicas y morfológicas son coincidentes con los ejemplares de mayor tamaño. Técnicamente los dos tipos de jarrita presentan características similares entre sí. Están elaboradas a torno con un barro de color anaranjado o rosáceo muy decantado con apenas intrusiones. Esto es lógico dado el tamaño reducido de las formas, ya que cualquier intrusión alteraría la superficie de las mismas. La cocción es oxidante y presenta, por lo general, un baño de engobe que enmascara el color real de la pasta.

Serie Ataifor: Dentro del servicio de mesa el ataifor es, tal vez junto con la jarrita, la forma que recibe el tratamiento más cuidado tanto en su forma como en su decoración. En nuestro estudio el ataifor está representado por dos piezas diferentes en su tipología.

Tipo I: Representado por el n°10 de nuestro inventario. Cuerpo de perfil curvo y fondo convexo con repié anular. Está elaborado con una pasta anaranjada e intrusiones finas de mica y caliza.

Tipo 1I: Corresponde al fragmento n°11. Morfológicamente presenta un cuerpo de perfil curvo y borde engrosado, su fondo es convexo con repié anular.

En su elaboración se ha empleado en el primero una pasta de color anaranjado con intrusiones finas de mica y caliza, mientras que en el segundo la pasta es de color rojo, con intrusiones finas de mica y caliza y de aspecto más grosero que el anterior. La factura en ambos ha sido a torno y la cocción oxidante.

También presentan diferencias en su acabado ya que el ataifor tipo A tienen una cubierta vitrea de color verde por óxido de cobre que cubre la totalidad de la pieza en su interior y parcialmente el exterior en torno al borde, el resto está cubierto por un engobe de color beige que oculta el tono rojizo de la pasta. En este caso el vidriado, además de su función impermeabilizante, sirve de decoración a la pieza.

El segundo ejemplar carece de vedrío y presenta decoración incisa: se trata de dos pequeñas bandas acanaladas en el exterior del borde. Serie Redoma: Es un contenedor de tamaño pequeño perteneciente al servicio de mesa. Contamos con tres ejemplares en esta serie (n°12-13-14). Morfológicamente los tres fragmentos parecen tener las mismas características, aunque sólo disponemos de un ejemplar casi completo. Es el nº12 con pie anular, cuerpo piriforme y cuello cilíndrico, no conservándose el borde. Presenta a su vez el arranque de un asa de cinta en la parte media de cuerpo. Del segundo, n°13, ran solo se conserva parcialmente el cuerpo, también piriforme y se adivina el cuello cilíndrico.

En cuanto al tercer fragmento, nº14, se conserva parcialmente el pie anular y parte del cuerpo. Se trata de piezas técnicamente bien acabadas, están realizadas con una pasta amarillenta muy decantada, presentando unas intrusiones muy finas de mica y caliza. Su factura es a torno y la cocción oxidante. Los tres fragmentos se encuentran vidriados en blanco, aunque éste se encuentra muy alterado, en especial en el fragmento nº14, pero la característica más notable es su delicada decoración, en especial los fragmentos n°12-13. El primer ejemplar, n°12, presenta una decoración epigráfica de trazos azul manganeso sobre fondo blanco. Está enmarcada en dos bandas horizontales, existiendo otra banda paralela en torno al cuello.

El estado de degradación de la superficie de la pieza impide el reconocimiento de lo escrito. Tan solo es reconocible un 'ayn. El fondo blanco que cubre la totalidad de la pieza oculta el color amarillento de la pasta y sirve de base para la epigrafia. El segundo, n°13, presenta la misma técnica decorativa, trazos de manganeso sobre fondo vidriado blanco. En este caso, al igual que la anterior, el vidriado está muy degradado. La decoración consiste motivos geométricos y vegetales indeterminados, enmarcados en dos bandas paralelas en la parte superior y otras dos en la inferior.

Conclusiones

El conocimiento que hasta el momento se tiene de la cerámica nazarí es muy limitado. Las producciones nazaríes publicadas proceden en su mayoría de conjuntos monumentales o ámbitos urbanos muy determinados, siendo, por tanto, el registro cerámico estratigráficamente ubicado muy escaso. Ello ha conducido a que en el concepto de cerámica nazarí que se deducía de estos trabajos no estuvieran integradas las cerámicas parcamente decoradas o «сomunes». Esta tendencia ha venido truncándose en estos últimos años. El estudio de los materiales cerámicos procedentes de contextos arqueológicos rurales o urbanos ha venido a trazar un punto de inflexión dentro de esta tendencia de investigación ceramológica. Con el trabajo que ahora presentamos queremos reforzar esta nueva perspectiva de análisis, intentando ampliar, tanto tipológica como cronológicamente, el grupo de lo que se denomina cerámica nazarí. Las piezas que hemos estudiado en este trabajo son esencialmente domésticas, procedentes de un ámbito urbano. La cronología a la que deben ser adscritas es relativamente amplia.

Hemos documentado desde piezas que podríamos considerar de época final almohade (cazuela tipo 1, candiles tipo I y Ila, ataifores tipo 1, jarrita tipo 1),es decir, principios y mediados del siglo XIII, hasta cerámicas que sin grandes problemas podrían datarse entre finales del siglo XIII y, sobre todo, durante todo el sigloXIV. Puede documentarse, por tanto, la transición morfológica existente entre las formas procedentes de la época almohade (ss. XII-XIII), y las primeras piezas que podemos considerar nazaríes de su perfodo más clásico o floreciente, esencialmente el siglo XIV (cazuela tipo II, candil tipo IIb, ataifores tipo II, III, jarritas tipo II, III y IV, tapaderas tipo I1). Incluso ya se documenta en el registro cerámico de las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo, la presencia, bien que episódica, de algunas formas propias de la época tardía del período nazarí, donde ya se pueden observar ciertas influencias de la cerámica cristiana coetanea, nos referimos en concreto al ataifor tipo IV, semejante a la forma cristiana «plato», morfología desconocida hasta entonces en al-Andalus. Estas formas parecen elaborarse en un periodo poco anterior en contextos más palatinos, como la Alhambra, donde probablemente recalaran con anterioridad las influencias formales y decorativas extemas. El contexto urbano en que han sido encontradas estas piezas queda evidenciado, esencialmente por varios aspectos. En primer lugar la decoración de un buen número de piezas121 que nos ponen en contacto con una producción relativamente preciada y cuidada. Las motivos decorativos parecen ser los más usuales a lo largo del siglo XIV, no faltando los los trazos geométricos, vegetales y epigráficos generalmente en azul sobre blanco. En segundo lugar, debemos resaltar la diversidad tipológica documentada en determinadas series cerámicas, en concreto las empleadas en la mesa durante el consumo de alimentos: ataifores y todas las formas derivadas de él (jofaina y escudilla), así como la jarrita. Éste fenómeno ya quedó documentado en contextos arqueológicos urbanos precedentes, como los murcianos 122, En este sentido, no podemos dejar de señalar que la aparición de piezas elaboradas y dedicadas de forma exclusiva a aspectos lúdicos, a las que hemos dedicado las últimas páginas de este trabajo, no hacen más que trasladarnos al contexto urbano al que nos estamos refiriendo.

Es sólo el inicio de un proyecto ambicioso de sistematización de la cerámica nazarí de Granada a través de los materiales procedentes de excavaciones arqueológicas, en las que la estratigrafia podrá ayudar a la concreción de las cronologias. La elección del área de las Huertas de Santo Domingo no ha sido casual. Hasta el momento se trata de una zona relativamente poco transformada por la vorágine urbanística, que ha permitido la escasa alteración de los niveles arqueológicos. Recientes actuaciones arqueológicas han puesto al descubierto restos estructurales de, entre otras construcciones, almunias. Estas actuaciones están proporcionando un material cerámico tipológicamente muy rico y cronológicamente bastante homogéneo, siendo el período nazarí pleno, siglo XIV, el más representado. El resultado final de esta labor hace tiempo iniciada será el mejor conocimiento de la cerámica islámica más rica y diversa, pero más desconocida y olvidada.

121 Las piezas decoradas documentadas en las huertas del Cuarto Real de Santo Domingo, y que ahora presenramos parcialmente en este coloquio, debieron suponer un conjunto más considerable. La existencia de un gruро importante de piezas con vedrio blanco muy degradado, apenas conservado, parece indicarnos que las cubiertas esmalradas y decoradas en azul e incluso lustro podrian estar numéricamenre más representadas.

122 Nos referimos en concreto al análisis realizado de los materiales procedentes de la Casa de San Nicolas. NAVARRO PALAZÓN, Julio: Una casa islámica...

La cerámica nazarí de Los Vélez. Aproximación a su estudio

ENCARNACIÓN MOTOS GUIRAO

Introducción.

La comarca de Los Vélez se sitúa en el norte de Almería, entre Granada, al O. y Murcia, al NE., rodeada por grandes macizos montañosos, pero pese a ello, ha sido una importante vía de comunicación desde el sur al levante peninsular. En la presente intervención voy a hablar de la cerámica nazarí de El Castellón (Vélez-Rubio, Almería), especialmente de la problemática tanto de sus inicios, entroncando con la de época tardoalmohade, como de su fase final, ya mudéjar. Antes de comenzar he de hacer, sin embargo, algunas adverten- cias previas sobre la cerámica que voy a tratar:

1) Constituye un amplio lote cerámico (500 frags, aprox.) en su gran mayoría inédito procedente de diversas prospecciones arqueológicas¹, ya que en dicho lugar no sese han llevado a cabo excavaciones sistemáticas. Son cerámicas que se encuentran actualmente en curso de publicación y se conservan en el Museo Arqueológico Comarcal Velezano «Міguel Guirao» de Vélez-Rubio.

2) Se trata de un ajuar propio de un medio rural -no urbano-, por lo que no vamos a encontrar en él las cerámicas nazaries consideradas «de lujo», pues pertenecen a ejemplares destinados al uso cotidiano.

3) El cerro de «El Castellón», aún cuando constituye un núcleo habitado en la Edad Media desde la época emiral, cobrará especial importancia en la etapa nazarí con la creación en el s. XIII de la frontera oriental del reino frente a la cristiana Murcia, pasando a ser un enclave estratégico que dominaba la vía que une el sur y el levante peninsular, regulando el tránsito de personas hacia las ciudades de Lorca y Murcia, y el de mercancías hasta los mercados urbanos de dichas localidades.

En el lugar vivió una población fronteriza hasta 1488, año en que capituló la fortaleza, pasando a constituir un enclave mudéjar de forma simultánea al nacimiento del núcleo velezano acrual. En 1520 sus pobladores son obligados a bajar al nuevo emplazamiento.

II. Estudio de las series cerámicas Dentro de cada una de las series presentes en el yacimiento partimos de las tipologías del s. XIII en adelante, analizando pues las siguientes series agrupadas según su función: marmita, cazuela, jarrito/a, jarro/a, copa, gran jarro, alfabia/tinaja, reposadero, ataifor/plaro, alcadafe, trípode, pebetero, candil, tapadera, trébede y mamelleta.

A. Recipientes de cocina

A.1. Marmita

Poseemos de esta serie también formas emirales y califales. Entre los ejemplares correspon- dientes a la época tardoalmohade y nazarí citaremos: El tipo IV (Fig. 1) en el que vemos una marmita de cuerpo globular con acanaladuras, boca cilíndrica baja, de unos 14 cms. de diám, con labio derecho adelgazado, base convexa indicada, de igual diám. que la boca y dos asas (que no conservamos). Presenta vidriado interno marrón y caída al exterior (nº 224 y 232).

Es semejante al tipo Ec de Mallorca datado en el s. XIII, aunque allí sin vidriado. Sin embargo, los paralelos más estrechos los tenemos entre la cerámica murciana del s. Xн². Por lo tanto, su cronología la situarfamos en la época tardoalmohade, entre el primer y segundo tercio del siglo ХIII. El tipo V (Fig. 1) representa una marmita de boca cilíndrica baja, de entre 10 a 12 cms. de diám., de labio plano, con acanaladura interna para tapadera y que presenta múltiples entalles en la zona externa del labio. Lleva decoración vidriada marrón verdosa (n° 025 y 220). Parece tratarse de una forma bastante tardía de marmita, con cuerpo en forma de saco, y paralelos entre las cerámicas almerienses nazaríes (s. XIV) de Níjar, Albox, Alhama de Almería y de la propia capital almeriense, y entre las meriníes deMarruecos. También guarda semejanza con ejemplares tardonazaríes e iniciales cristianos de la costa granadina (Motril, Salobreña y El Castillejo)*, apareciendo, finalmente, entre las cerámicas eristianas del Castillo de la Mola

(Alicante) entre fines del s. XIV y el tercer cuarto del XV con los mismos entalles característicos y saliente interno para tapadera5.

Por lo tanto, su semejanza, por un lado, con las cerámicas nazaríes y tardonazaríes almerienses y granadinas es clara; por otra, guarda estrecho parecido con ejemplares cristianos del Castillo de la Mola. Por ello, proponemos una cronología entre la segunda mitad del s. XIV y el XV admitiendo por sus características —los entalles externos, especialmente una pervivencia durante los primeros años del 5. XVIÉ,

A.2. Cazuela

De esta serie disponemos también de una amplia cronología desde los siglos X-XI. Los correspondientes a la época que estudiamos han sido señalados con los tipos 1I y tII.

El tipo II define una cazuela de labio entrante y cuerpo troncocónico invertido, a veces convexo y dos asas, probablemente con base plana algo convexa. Sin embargo, distinguimos dos variantes:

IL1. (Fig, 2) con labio con inflexién interna y resalte externo para sostener una tapadera. Dos asas verticales que arrancan del escalón del labio. El n* 305 no presenta decoración y el

064 lleva vidriado interno amarillo miel.

Esta variante tiene paralelos entre los siglos XU-XIII en Bélmez, Alcazaba de Almería, Castillejo de los Guájares, Castillo de Silves, Mértola, Saltes y Belyounech (Marruecos). Par lo tanto, la dataríamos entre los s. XI-XIII.

11.2. (Fig. 2)con labio convexo o entrante y paredes torneadas con múltiples ondulaciones; pequeña asita vertical muy pegada al cuerpo. Puede llevar vidriado interno (233) o sin él (013).

Para esta segunda variante tenemos paralelos en Denia, Castillo de Monteagudo, Lorca y Albox®, por lo que datarfamos este tipo en el s, XIII.

El ripo II corresponde a una cazuela de labio bífido o francamente con «ala» para sostener una rapadera externa; boca de unos 25 cms. de diám. con labio redondeado —a veces algo oblícuo al interior— con moldura saliente externa en su inicio; cuerpo de perfil troncocónico invertido, de 6’5 ems. de altura aproximada y fondo convexo indicado.

Viene representado por ejemplares sin vidriar (016, 166 y 176) y con vidriado (215, 221, 227, 242, 247, 1013 y 1016). Aunque las características generales son compartidas tanto por unos ejemplares como por otros, cabría hacer claramente una diferenciación entre ellos:

I11.1. En las cazuelas sin cubierta vítrea (Fig, 3), las paredes son bastante más gruesas que las vidriadas y el ala apenas está desarrollada; su pasta es refractaria, oscura o marrón con restos de hollin al exterior, Ninguna conserva restos de asas.

Paralelos hemos encontrado en el Castillo de Sta. Bárbara de Overa (Almerfa)?, clasificado como «asadom, suponiéndole un fondo agujereado y en el mismo contexto cronológico que el nuestro.

111.2. En el caso de las vidriadas (Fig. 4), las paredes apenas llegan a varios milimetros degrosor, en ocasiones, y el labio se prolonga formando un «ala» muy desarrollada; las asas, frecuentemente múltiples, arrancan de la parte inferior de dicho ala y están practicamente atrofiadas, muy poco marcadas. Presentan restos de hollín. Sus vidriados varían desde el marrón oscuro al inrerior y calda al exterior (1013,1016) hasta los tonos verde oliva, amarillo-miel o amarronado de los restantes.

El tipo no aparece entre la cerámica murciana del s. XIII; sf por el contrario, entre las almerienses del s. XIV (Almería, Nijar, Albox, Alhama de Almería)'%. También entre la cerámica de Lisboa de los 5. XII-XV!!, continuando en época cristiana, como vemos entre los ejemplates aparecidos en la Plaza de España (Motril) datados entre los siglos XV y Xvi'. Por ello, fecharfamos este tipo vidriado entre los siglos XIV-XV, quizás hasta inicios del XVI para los más evolucionados (215, 221).

B. Escanciadores

Son las series más numerosas, aunque también las más difíciles de reconstruir por su gran fragmentación.

Las hemos clasificado en:

B.1. Jarra/itas pintadas en negro y/o esgrafiadas

Han sido muy numerosos los fragmentos hallados de esta serie, si bien predominan los de pasta blancuzca o grisácea asociados a una decoración negra manganeso y/o esgrafiados: jarras/itas (galbos: 007, 008, 017, 029, 030, 067, 068, 069, 071, 072, 118, 175, 201, 203, 251, 1001, 1005-6, 1018; asas 010, 012, 070-072, 186, 188-191).

Alasede jarrira pertenecen numerosos fragmentos de pequeñasasas, decoradas generalmente con trazos transversales de pintura negra. También han sido encontradas orras tipologías de asas más caracterÍsticas: asas con botdn en su parte superior, bien piramidal (071) o cilíndrico (072) y que además van decoradas con pintura negra y esgrafiadas. Formas semejantes las vemos en el 5. XIIl en Murcia, Monteagudo, Almería y Bayyána para cuerda seca!3, pequeñas asas con decoración plástica, con «acanaladuras en espiral» (n® 030) semejantes las de Murcia'*, o con «pequeñas pencas» (n* 009) para la que no hemos encontrado paralelos. B.1.1) Con boca cilíndrica ensanchada (Fig. 5)Jarrira de aprox. 12 cms. de diám. de boca (n* 200) con labio en bisel interno engrosado y acanaladuras internas marcadas; presenta un línea incisa horizontal que recorre exteriormente el labio y se decora con tres trazos horizontales pintados en negro. Los paralelos son abundantes entre los siglos XII-XIII la zona murciana!5; entre los s. XII-XIV en Almería, Ceuta y Belyounech!6,

B.1.2.) Con cuello troncocónico invertido y labio convergente (Fig. 6) Se trata de jarritas (n9 1002-3, 1014, 168; VRC/92) caracterizadas por su largo cuello abocinado, de 8 cms. de diám. de boca aprox., con labio convergente, cuerpo globular (n* 168) y dos asas; la base es anular. Los 19 002 y 006 son labios con engrosamiento y bisel interno, y con inflexión interna con resalte, respectivamente; suelen decorarse con esgrafiados.

Por último, la jarrita de cuerpo globular (n* 168) va decorada con pintura negra y un motivo «pinacular» dentro de un enmarque lineal con paralelos en Murcia'”. En general, los paralelos B.1.3,) Copa (Fig. 7)

Pertenecen a ella galbos de perfil quebrado (1001, 068) y varios pies anulares de dife- rentes tipologías (169, 209, 068, 172, 276), compartiendo todos ellos características como su pasta clara, blancuzca (169 y 209) y beige (172) e ir ligados a una decoración pintada negra o esgrafiada. Tipológicamente podemos distinguir tres tipos de pic anular (además del VRC/110 de doble perfil):

a) pie prácticamente en disco (169): es una base muy alargada formando un disco de 10 ems. de diám. y decorada con una banda y círculos inscritos de pintura negra manganeso, Sus para- lelos los vemos en la Alcazaba de Almerfa (s. X11-X111) y Villaricos (s. XV)'*.

b) pieanular con base horizontal (209), con paralelos entre la cerámica murciana del segun- do cuarto del s. X1l y la Alhambra (s. XIV-xv)?9. <) pie anulares de gran altura (172 y 276): de pastas blancuzcas, perfil troncocánico, de 10 cms. de diám. y marcados con numerosas ondulaciones externas. Sus perfiles los encontramos entre ejemplares nazaríes de Ceuta y de la Alhambra, donde destacan por su pie alto con o sin molduraje y decoración tanto en esgrafiado como en azul cobalto y dorado?!.

Es una serie, por tanto, que aparece en el mundo nazari, y que hemos de darar en el s. XIV.

Fragmentos (Figs 5 y 6):

Además de estos ejemplares a los cuales hemos podido darle una morfología, aunque sea sumaria, conservamos 32 galbos pintados y esgrafiados pertenecientes a pequeñas jarritas: (22 pintados (010, 012, 015, 017, 021, 023, 024, 029, 030, 069, 070, 072, 165, 167, 169, 175, 180, 185, 186, 188, 189, 190, 191, 192, 193, 198, 200, 201, 202, 203, 204 y 251) y esgrafiados (006, 007, 008, 022, 067, 068, 071, 073, 099 y 118; VRC/88, VRC/ 92-93, VRC/108, VRC/109)*?, que pueden ayudarnos en su cronologfa. Podrlamos resumir sus decoraciones de la siguiente forma: estructuras lincales esgrafiadas (n® 1018) encuadrando motivos principales o de relleno, con paralelos en la zona murciana®. tramas romboidales esgrafiadas (n° 067, 099), motivo frecuente entre la cerámica murciana mmbién en Valencia y Alicante en el s. XIII, y en Ceuta24.

* tramas reticuladas cuadradas o rectangulares pintadas sobre cerámicas bizcochadas (ne 1014, 069) acompañadas de morivos esgrafiados, con paralelos en Lorca (s. XII1) y en Villaricos (Almería) (s. x1V)*5.

* motivos de relleno, como espirales esgrafiadas (008, VRC/93), uno de los más frecuentes en este tipo decorativo, usado bien de forma aislada o en cenefas. En la región murciana está representada en Cieza y Lorca.

* motivos de «escamas» esgrafiadas (n* 067) en combinación con tramas romboidales.

Sabemos que la récnica del esgrafiado se introduce en al-Andalus en los ámbiros culturales almorávide y sobre rodo almohade, que es cuando se difunde en el segundo cuarto del 5. X11177, Sin embargo, el esgrafiado prosigue en época nazarl como vemos en mareriales de esta época proceden- tes de la zona almeriense, Granada y CeutaTM, junto a su aparición en el ámbito cultural merinf. En cuanto a la cronología de estas cerámicas esgrafiadas velezanas, por la estrecha semejanza que guardan con las murcianas del s. XIII, está claro que partimos de una base almohade, pero algunas decoraciones o características tipológicas —como los pies anulares de «copa»—nos llevarfa a prolon- gar su vigencia durante el mundo nazarf hasta el siglo XIV o quizás hasta el 5. XV.

B.2. Con decoración vidriada

Además de jarritas decoradas con cuerda seca parcial -con cronología anterior-conservamos también numerosos fragmentos de pequeños escanciadores, siempre con cubierra vidriada (labios n9285, 288; cuellos 260, 238, 290; galbos 245, 277, 280, 286 y 289; base 216 y asas 250, 291 y 292). La tipología de estos ejemplares es variada, aunque pertenecen rodos ellos a formas cerradas. Sus pastas son bermellón y los vidriados suelen ser verdes claros o esmeraldas. Creemos que pueden corresponder a una etapa final, tardonazarí o mudéjar del lugar.

B.3. Con decoración esmaltada (036) (Fig. 19)

Conservamos igualmente, una piquera de jarro decorada con una banda de azul cobalto sobre blanco de estaño. Tipolégicamente, la forma es muy conocida (picheb, de alto cuello cilindrico y cuerpo bajo globular; una única asa de simetría enfrentada a la piquera y pie anular. Paralelos los tenemos en diversos ejemplares nazarfes de Ceuta decorados con temas vegetales o epigráficos”, Su cronología la situarfamos en el s. XIV junto a los restantes fragmentos de azul cobalto aparecidos.

C. Transporte y conservación

C.1. Gran Jarro/a

Son numerosos los fragmentos pertenecientes a esta serie dedicada al acarreo de líquidos, casi siempre decorada con pintura roja oscura o negro de manganeso (labios n® 204, 170, 208; galbos 1005, 1006, 024, 165, 192, 202, 198, 167; asas 185 y 1011). La boca es cilindrica, con labio vertical moldurado, a veces marcado por entalles; cuerpo grande, con base plana, y dos asas verticales (Fig. 8).

Las decoraciones suelen ser trazos verticales o bandas pintadas en el labio, en tonalidades castañas o negras, frecuentemente agrupadas de tres en tres, e igualmente por el cuerpo y asas. Vemos algunos morivos más elaborados, como el del 024, con trazos negros curvos entre calles verticales marcadas por líneas dobles. Los paralelos son muy numerosos en la zona levantina.

Conservamos también un fragmento perteneciente a un gran recipiente cerrado (n* 1010). Su pasta es fina, de color bermellón y cocción oxidante, que presenta decoración vidriadaverde, muy clara al interior y verde hoja al exterior. Desde el punto de vista tipológico, se trara de una placa plana, de entre 75-90 mms. de grosor, aunque conserva indicios angulares en uno de sus lados. Lo más interesante de este fragmento es la técnica decorativa con la que ha sido trabajado: motivos vegetales tallados a cuchilla, con un resultado plástico altamente estético (Fig. 11).

Los paralelos más estrechos los podemos encontrar entre las cerámicas nazarfes almerienses estudiadas en este mismo coloquio por L. Cara y J. M* Rodríguez, definidas tipológicamente como «vasijas de perfil estilizado y asas de aleta con decoración en franjas verticales intercalada mediante palmeras con hoja central dividida por un peciolo cuya prolongación define el pedúnculo del que arrancan los tallos que enmarcan el siguientes®. Como bien señalan dichos autores se trata de un motivo decorativo rípicamente almohade, bien representado entre las cerámicas murcianas y almerienses. En este sentido, nuestro fragmento es prácticamente idéntico a los de Villavieja (Berja) datados en el segundo cuarto del s. XIIP', por tanto, muy en consonancia con la cronología de las restantes cerámicas velezanas aquí presentadas.

C.2. Pequeña alfabia o tinaja

Son ejemplares destinados en especial al almacenamiento en patios, por lo que presentan una decoración más rica. Generalmente tienen boca rroncocónica invertida o cilíndrica y labio moldurado. Suelen presentar una crestería o decoración plástica en la unión del cuello y el cuerpo (Fig.9). Por su decoración los podríamos clasificar:

1. Con decoración pintada en manganeso y esgrafiada (n° 073, 099): (Fig. 10)

Como el ejemplar al que pertenecería el gran cuello cilíndrico (073) de 16 cms. de diám. con pasta beige y engobe, sobre el que aparece una decoración pintada con morivos florales en negro manganeso y esgrafiados. Su interior presenta numerosas acanaladuras de tomeado. Igualmente, el frag. n? 099 pertenece a un ejemplar de esta serie decorado en manganeso negro y esgrafiado con motivo de trama romboidal.

2. Con decoración plástica (n* 150):

Como vemos en el n* 150, un fragmento de labio y cuello de aprox. 31 ems. de diám., con decoración plástica de molduras verticales y con paralelos entre la cerámica nazarf de Salobreña (s. XIV-XV) y Murcia?.

3. Con decoración estampillada: (Figs. 10, 12 y 13)

Sin duda alguna, los fragmentos más abundantes son los que presentan decoración estampillada pertenecientes a pequeñas alfabias sin vidriar, con gruesas paredes para aguantar la presión de la estampilla. Son 23 frags. en total (033, 034, 035, 037, 038, 039, 040, 041, 042, 043, 046, 050, 051, 052, 056, 057, 074, 104, 113, 114, 152, 1009 y 1012.

Tipológicamente (n® 035, 150, 113, 043, VRC/3) tienen boca y cuello troncocónico invertido, con labio moldurado.

La decoración estampillada aparece tanto en el exterior del labio, como en el cuello y cuerpo y muy frecuentemente en varias combinaciones de motivos, a veces delimitados los espacios por triángulos peinados. Los motivos estudiados son los siguientes: *almendrados concéntricos (039, 041, 104 y 1009; VRC/1433): motivo muy frecuente entre los estampillados velezanos, ya que aparece también decorando formas abiertas vidriadas e incluso un alcadafe. El motivo se forma por la superposición de almendrados de ramaño escalonado, en número de 3 0 4, Existen paralelos en Lorca?. ',gmmém'co:. en este apartado incluimos diversos motivos, como «espirales» (046, VCR/ 10)%, «círculos concéntricos» (157 y 038), weserelfass (050) o temas en «zig-zag» (035). Dichos motivos suelen ser complementarios en el relleno de fondos, combinándose frecuentemente en el mismo ejemplar con roseras y almendrados o con tramas romboidales incisas. Estas tramas esgrafiadas son frecuentes en Jijona en el s. XII,

Los motivos de «espirales» los encontramos en Granada7, en la zona murciana donde son muy abundantes (Lorca, Alhama y Castillo de Monteagudo)**, entre las nazarfes de Almería, en la Qala de los Banú Hammid y rambién en el Castillo de la Mola de Alicante?.

Los «cfrculos concéntricos» son de frecuente aparición en Lorca, Cieza, Fortuna y Verdolay, mientras que el motivo de «espigados» o «zig-zag» (n° 035) tiene paralelos en Granada hasta el s. XIVÍ!.

En un único ejemplar encontramos un motivo estrellado (050) compuesto por una estrella de 8 puntas inscrita, y en su centro una flor formada por pétalos y puntos. El mismo tema de estrella lo encontramos en Lorca, también con rosera octéperala®?, * motivos vegerales (033, 037, 038, 040, 051, 152 y 1012). Entre ellos destacaremos las «roseras» (035, 042, 052, 056); se trata de un motivo floral formado por un número variable de pétalos con o sin corola. Los pétalos pueden ser ovales, triangulares o tendiendo al rectángulo. y no siempre se disponen alrededor de la corola. En otros casos, son de burda ejecución y no conforman verdaderas flores lo que nos lleva a clasificarlas de «pseudoroseras» (043, 034). El motivo es muy frecuente entre la cerámica de la zona murciana, encontrándola en Cieza, Fortuna, Lorca, casco urbano de Murcia, Monteagudo y Ricote, a veces combinadas con otros motivos (espirales, almendrados y circulos concéntricos o tramas de incisiones romboidales) pero también en el Castillo de la Mola®,

Los n9 152, 040, 1012 y 037 presentan motivos de apalmetas. Paralelos para los dos primeros los tenemos en Lorca y AlgecirasTM. Otros motivos vegetales los vemos en el 033 y 051, este último muy dereriorado. * trenzas (074 y 113): se trata de bandas formadas por tres ramales discontinuos, a veces con puntos entre ellos y con paralelos en la zona murciana: Lorca, Monteagudo y Verdolay's. *epigráficos (074 y 114): son grandes estampillas, generalmente repetidas formando bandas horizontales. Paralelos existen en Granada y Murcia (Lorca)%. * tramas cuadriformes: formadas por una banda de motivos cuadriformes (n? 045, 047, 049, 053 054, 055 y 129, no dibujados). La decoración aparece en cordones planos de alfabias y su ejecución ha sido descuidada, no habiéndose marcado bien el motivo. Paralelos los encontramos en Fortuna®?, * tramas de losanges (VRC/15, VRC/16) como el n* 16, tema vegetal de cuatro hojas en rombos y triángulos con arquillo lobulado en su interior. Paralelos en Almería, Algeciras, Ceuta y la Qala de los Banú Hammád, pero también en el Castillo de la Mola**,

4. Con decoración vidriada/esmaltad:z: (Fig. 14)

Englobamos aquí diversos fragmentos vidriados que no hemos podido clasificar, dados los escasos datos que nos proporcionan. Asf el n? 241 corresponde a un gran jarro de fondo plano y paredes convexas, de 19 cms. de diám, de base, con vidriado interno amarillo-verdoso, y el n 268 es el cuello cilíndrico de 16 cms. de diám. vidriado al interior en verde oliva y al exterior en verde hoja. Parecen ser formas tardías.

Trabajo realizado en el marco del proyecto DGICYT РВ-95.1151. GUIRAO GEA, M.: Cerámica musulmana en El Castellón (Vélez-Rubio)». Arqueologia, Comarca de Los Vélez Homenaje a Miguel Guirao Gea. Almería, 1994, pp. 163-169; MOTOS GUIRAO, E: «Vélez-Blanco musulmán. El último siglo del reino nazart de Granada», en C. MARTINEZ (ed.), Vélez-Blanco, nazarita y castellano, Granada, 1988, pp. 15-48 y 122-3; idem: «De a . El tránsito de la época romana a la medieval en la comarca de «Los Velez (Almeria)». IV CAME (Alicante. 1993); MOTOS GUIRAO, E. y DÍAZ GARCÍA, A.: «Acerca de un felús encontrado en El Castellón de Vélez-Rubio (Almería)». Cuadernos de Esrudios Medievales y Ciencias y Técnicas Historiográficas, XVIII-XIX (1993-94), pp. 123-128: idem: «Cerámica hispano-musulmana de de la fortaleza de Balis al-Ahmar (Cerro del Castellón. Vélez-Rubio, Almeria). Colección Miguel Guirao». Arqueologla, Comarca de Los Vélez..., op, cit.. pp. 169-179; DOMINGUEZ BEDMAR, M. y MUÑOZ MARITN, M M.: «Materiales hispano-musulmanes del (Vélez-Rubio, Almerla). Rev. Velezana, 6 (1987). pp. 101-131. La cerámica procedente de este úlimo estudio figurará en el presente trabajo con las siglas VRC/.

2 NAVARRO PALAZÓN,J.: La cerámica islámica en Murcia. Catálogo. Murcia, 1986, nº365-71: Idem.: Una casa islámica en Murcia. Estudio de su ajuar (s. XIII). Murcia, 1991, especialmente las pp. 36-37, 114-127.

3 DOMINGUEZ BEDMAR, M. MUÑOZ MARTIN Y RAMOS DÍAZ. J.R.: «Tipos cerámicos hispano-musulmanes en Nijar (Almeria)». I C.A.M.E. (Hucsca, 1985), Zaragoza, 1986, t. IV. pp. 363-383; véase tipo 11, p. 368 y lám. 3 nº 26 y 29; MUÑOZ MARTÍN, M. M.; DOMÍNGUEZ BEDMAR, M. y RAMOS DÍAZ, J.R.: «Hisn Nisar (Níjar): La cerámica de los siglos XIII-XVI», Coloquio Almeria entre culturas. Almeria, 1990, pp. 117-153. lám. 1.a; MUÑOZ MARTÍN, MAM. y DOMINGUEZ BEDMAR, M.: «Cerámica hispanomusulmana del Cerro del Casrilo (Albox, Almeria)». Roel, 5 (1984), pp. 3-46, lám. 1,e. Los ejemplares de Níjar y Albox son muy semejantes a los del Castellón si bien el labio no presenta su parte externa con enralles tan marcados. CARA, L. y RODRÍGUEZ, J.M: Castillos y poblamiento medieval en la Alpujarra. El ejemplo de Alhama de Almería. Almerla, 1992, fig. 8, n° 26 y 27. Para Almería además de DUDA, D.: Spanisch-Islamiche Keramik aus Almeria vom 12. bis 15.Jahrundert. Heidelberg, 1970. p. 22. ab 4a-4d, tafel 14b, véase MARTÍNEZ GARCÍA, J.; MUÑOZ MARTÍN, M M. y MELLADO SAEZ, C: La secuencia estratigráfica....op. cic.,fig. 3,s. Sobre la cerámica meriní véase Grenier, M.: «Recherches sur la céramique médiévale marocaines. ICI.CM.M.O. Paris, 1980, pp. 238-239, fig. 8c y d.

4 AA.VW:: De Parerna a Murrayil. Historia, arqueología y paisaje. Granada, 1990, p. 101, fig. 41: MALPICA.A.

y orros: «Informe de la excavación de urgencia realizada en un solar de la Plaza de España (Morril, provincia de Granada). Anuario Arqueológico de Andalucía (1989), Sevilla, 1991. «. 1, pp. 176-180; ALVAREZ GARCÍA, J,).:

Andlisis de una cerámica de final de la Edad Media en la costa de Granada. Morril. Plaza de España. Memoria de

Licenciarura inédita. Granada, 1995, pp. 88-9, fig. 01-03; 05-07; GÓMEZ BECERRA, A.: Cerámica islámica de

Salobreña, Granada, 1997, p. 25, 1*23; GARCÍA PORRAS, A:: «Cerámica nazarl tardia y cristiana de «El Castille- jos (Las Guájares, Granada)a, Arqueología y territorio medieval, 2 (1995), pp. 243-257.

5 NAVARRO POVEDA, C.: Excavaciones arqueoldgicas en el Castillo de la Mola (Novelda, Alicante). 1. Las

cerdmicas comunes (s. XIV-XV). Alicante, 1990, Corresponden a los estratos IV y V del nivel lI, datado de fines del

$. XIV al tercer cuarto del 5. XV. Véase p. 213 y láms. XXXV, 999, 963; XXXVI, n9 995, 1044; LXIII, 893, 898;

LXXXI, 2479, 744, 741, 779, 706, entre orros.

6 Recordemos que El Castellén fue habitado hasta 1520,

7 MOTOS GUIRAO. E: «Prospecciones arqueológicas en el Cortijo de Neblin (Bélmez, Jaén). Estudio de sus

cerámicas». Homenaje al Prof: Tomás Quesada, Granada, 1999, pp, 465-493, en concreto p. 490, n* 020; DUDA, D Spanisch-Islamische Keramik.. op. cit., p. 22, abb e, tafel 14, según clla tardoalmohade; Gareta López. ]J

Cara Burrionuevo, L y ORTIZ SOLER, D.: «Características urbanas del asentamiento almohade y nazarí en la ciudad de Almería a la luz de los últimos hallazgos arqueológicos». Coloquio Almería entre culturas... op, cit., , pp. 91- 114, lám. 1, almohade; CRESSIER, P RIERA, M., ROSSELLÓ, G- y otros: «La cerámica rardo almohade y los orígenes de la cerdmica nasti». IV CL.CM.MO, (Lisboa, 1987), Mérrola, 1991, pp. 215-246 (véase tipo D del s.

X111, fig. 6.4); VARELA GOMES, R.: «Céramicas almoadas do Castelo de Silves». 1V CLCMM.O. ap. cit., pp. 387-403, fig, 27; LAFUENTE IBÁNEZ, P, oL cocción de losalimentos, Aproximación al menaje de cocina en una casa istámica (s XIIl». Argueología Medieval, (Mértola) 1996, pp. 175-182; véase p. 179,1°3; BAZZANA, A: Shaltish/Salrés (Hucha), Une ville médiévale d'a-Andalus, Madrid, 1989, fig. 26, n* 60026; GRENIER, M «Recherches..., op. cit, iy 64.

8 AZUAR y otros: «Cerdmica tardo-andalusf del país valenciano (Primera mitad del s, XIII)». V CLCMMO,,

Rabat, 1995, pp. 140-162, fig. 1,11; NAVARRO PALAZÓN, ):: La cerámica islámica..., op. cit., n” 132-33, 611: MUÑOZ MARTIN, M' M. y DOMÍNGUEZ BÉDMAR, M.: «Cerámica hispanomusulmana...», op. cit.. lám. [ILe.

9 POZO MARTÍN, R:; RUEDA CRUZ. L M.; FLORES ESCOBOSA, 1.: «Cerámica andalusí del Castillo de Sta.

Bárbara (Overa, Almería)». Cologuio Almería entre culturas, Almería, 1990, pp. 151-168. Véase fig: 4,€. 10 Vivir en al-Andalus. Exposición de cerámica (s. IN-XV), Almeria, 1993, pp. 43-47, n* 3-7; MARTINEZ

GARCIA, J.: MUÑOZ MARTÍN, M* M. y MELLADO SAEZ, C «La secuencia estratigráfica...», op. cit., fig. 3, ry p.

83 ejemplares idénticos en el nivel IV (m.s. XIII) conviviendo con la marmita con cama interna; DOMÍNGUEZ BÉDMAR, M.: MUÑOZ MARTÍN, M+ M. y RAMOS DIAS, ).R.: «Tipos cerámicos hispanomusulmanes...», op. cit.,

lám. 4, n* 45, 47 y 50; Muñoz Martin, M M.; Domínguez Bédmar, M. y RAMOS DÍAZ, J.R: «Hisn Nisar...», op. cit.; MUÑOZ MARTIN, M* M. y DOMINGUEZ BÉDMAR, M.: «Cerámica hispano-musulmana...», op. cir., lám. 111, f,

1y m para vidriadas y ldm. I, k, sin vidriar, idénrica a la 176; CARA. L. y RODRIGUEZ. J.M.: Castillos y poblamiento..., op. cir., fig. 7,7. 11 GASPAR. A.: AMARO. CL:: «Ceramicas dos séculos XIII:XV da cidade de Lisboar en La córamique médiévale

en Médirerranee...; op. cit., pp. 337-352,, fig. 7,7.

12 AAVV.: De Parerna a Murrayil..., op. cit., p. 102, n* 42,

13 NAVARRO. J.: Una casa iskimica..., op. cit.. n® 282, 166: Idem: La cerámica islámica...; op. cit, en donde

vemos una jarra esgrafiada procedente de Monteagudo (n* 635) con asa de pivore idéntica a nuestro 071; Viviren

al-Andalus... op. cit.; pp, 92-93, n® 26-27. Se citan aquí dos jarras procedentes de Almeria y Bagjina respecrivamente, decoradas con cuerda seca parcial,

1 NAVARRO, ). La cerámica islámica..., op. cit., 19 403, 412:idem: Una casa islámicas.... op. cit.. n® 167, 208,

209,211.

15 Véasc NAVARRO, ),: La cerámica islámica..., op. cit., n* 526, 523, 524, entre otras, procedentes del cisco

urbano de Murcia.

16 NAVARRO, ).: La cerámica islámica..., op. cit en Lorea, n® 185, 198 y 213; Vivir en al-Andalus.... op. cit:. n9

31 de la Alcazaba con 4 asas y pic en disco; ibídem n" 6 del Cerro del Espíritu Santo en Vera, datada entre s. XIIIXIV: FERNANDEZ SOTELO, E.: Ceura medieval. Aporración al estudio de las cerámicas (s. X-XV), v. 11. Cerámica

doméstica con valor decorativo, p. 168 y fig. 10, caracterizada por su ancho cuello del que arrancan dos pequeñas asas birroncocónicas; GRENIER, M.: aRecherches...», op. Git., fig. 7a.

17 NAVARRO, ).: La cerámica islámica..., op. cit., n° 185, 188, 210 de Lorca.

18 [bídem, 19 26,33, 34, de Cieza: 195, 200-4, 208-9 de Lorca; 414, 505 de Murcia capital; ROSSELLO PONS,

M.: Les cerámíques almohades del Carrer de Zavellé. Ciurat de Mallorca, Palma de Mallorca, 1983, p. 92, n" 88;

FERNANDEZ SOTELO, E : Ceura medieval.., ap. cit:, t, 11, p. 168, fig. 9.

19 Vivir en al-Andalus..., op. cit. n° 31 (s XI-XIII), con esgrafiado y manganeso; para Villaricos véase n* 38 (s. XV). 20NAVARRO, J: La cerámica islámica...op.cit,, 418, con esgrafiado; ldem : «La cerámica esgrafiads.., op. cit,p.

49, fig. 19; Idern: Una casa islámica....op. cit., n9 238-239, con ado; REVILLA, L. de la, y RODRÍGUEZ, A.: «La cerámica esprafiada del musco de la Alhambra. Origen y evolución de la cerámica esgrafiada y pintada en manganeso

nazarí». La céramique médiévale médirerranee. VI Congrés de VAIECMZ. Aix en Provence, 1997, pp. 371-375, lám. 4. 2 FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceura medieval... op. cit.. vednse jarritas de cuerda seca en v 1L p. 155 y esgrafiadas

nazaries, EII, p. 123; FLORES ESCOBOSA, 1.: Estudio preliminar sobre loza azul y dorada nazarf de la Alhambra,

Madrid, 1988, fig. 9; MARINETTO, P, y FLORES ESCOBOSA, [.: «Estudio tipo-cronológico de la cerámica nazarl: elementos de agua y fuegos. VCLCMMO Rabar, 1955, pp. 178-190, fip. 3ey 6 REVILLA, L. de a, y RODRÍGUEZ,

A «La cerámica esgrafiada..., op. cit., pp. 371-373, láms. 1 y 4. 2 DOMÍNGUEZ BÉDMAR, M. y MUÑOZ MARTÍN, M* M.: «Materiales hispano-musulmanes...s, op. cit.. p. 103. 2 NAVARRO, J.: La cerámica islámica... op. cit,, n* 92 de Lorca y 409 de Murcia.

* Ibídem, n9 8 de Cieza: 157-159, 210 de Lorca: 472 del casco urbano de Murcia o tinajas de Lorca n9 157, 158, rodas ellas con cronología del 5. XIII; BAZZANA. A.: La cerámica islámica en la ciudad de Valencia. 1. Carálo0. Valencia, 1983, fig. 46, n* 1093; AZUAR, R.: Casrillo de la Torre Grossa (Jijona). Alicante, 1985, lám, XXI, no 61,63 y lám. XXIII, n9 62; HITA, JM.; VIELADA, E.: «Motivos decorativos de la cerámica esgrafiada del Musco de

Ceuta, Caetaria 2 (1998), pp.139-161, véase fig.3.

25 Vivir en al-Andalus.., op. cit, p. 104, n* 38,

26 NAVARRO, J.: La cerámica islámica..., op. ¢it.,p. 58.

77 NAVARRO, J:: La cerámica islimica, op. cit., p. 56. * REVILLA, L dela, y RODRIGUEZ, A.: «La cerámica esgrafiada...s, op. cit, pp. 371-373; HITA, J.M.: VILLADA, F.: «Motivos decorativos... », op- cit.. pp. 139-161. Véase igualmente HITA, J.M.: POSAC, C Y VILLADA, Es «La cerámi- ca esgrafiada y pintada del Museo de Ceuri». XV Jornades d'Estudis Histórics Locals, Palma, 1997, pp. 53-74. 27 FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Cerámica musulmana de la Sala Arqueoldgica de Ceura. ll, Periodo nazari. Ceura, 1977, véasc fig. 11 y kim. 111

* CARA, L. y RODRIGUEZ, J.Ma: «Cerámica nazarf y rerritorio. Estudio de cuatro aspectos históricos vinculados a las cerámicas rurales en la provincia de Almerías,

3 Ibídem.

* GÓMEZ BECERRA, A: Cerámica islámica..., op. cit. Véase n® 20 de la ladera del castillo de Salobreña.

33 DOMÍNGUEZ BEDMAR, M. y MUÑOZ MARTÍN, M: «Materiales hispano-musulmanes...», op. cit., n® 14

34 NAVARRO, J.: La cerámica islámica..., op. cit.. n® 143, 234 y 259, alguno de ellas combinado con rosetas y espirales.

35 DOMINGUEZ BEDMAR. M. y MUÑOZ MARTÍN, M* M «Materiales hispano-musulmanes...»; op. cit, n* 10,

36 AZUAR, R Castillo de la Torre..., op. cit., n® 61 2.63.

37 GARRIDO, M* y GARCÍA, J.A.: «Introducción al estudio de la cerámica estampillada andalusf en Granadas. //

CAME, t. 1, pp. 677-689, lám. 1-2, 4,5, 6.

38 NAVARRO, J.: La cerámica islámica.... op. cit., compruébense los n 143 y 183 de Lorca; 465-66, 474-75 de Murcia capital y 636-638 del Castillo de Monteagudo.

39 DUDA, D.: Spanisch-Islamische..., op. cit., véase abb, 6,a y taffel b. clasificados en su tercer periodo nazari

(. 5. XV a la desaparición del reino): GOLVIN, L: «Les céramiques émaillées de période hammádide & la Qul'a des

Banu Hammad (Algéric). CICMMO (Valbonne. 1978), Paris 1980, véase p. 214, fig. 11, n°30, 31 y 32. AZUAR,

R.: NAVARRO, C. y BENITO, M.: Excavaciones medievales en el Castillo de la Mola (Novelda-Alicanre). 1. Las

cerámicas finas (s. XII-XV). Novelda (Alicante), 1985. Véase n* 1767 y 1728,

40 NAVARRO, |.: La cerámica islámica..., op. cit,, * 246 de Lorca; n* 6 del Cerro del Castillo de Cieza; n* 73

del Castillo de los Maros en Fortuna y n* 656 de Verdolay.

41 GARRIDO, M* y GARCIA, J.A.: «Introducción al estudio...+, op. cit., fig. 25 y 47-52; MALPICA, A. y otros: Una cala que llaman.... op. cit., 19 36.

42 NAVARRO, J.: La cerámica iskimica..., op. cit.. 0* 147.

% Ibídem, véanse las procedentes del Cerro del Castillo de Cieza (n*44), Castillo de los Moros de Fortuma (n*

73), Lorca (n“ 143, 240), casco urbano de Murcia (n* 465, 466, 575, 577, 583-84, 592, 595-97 y 602), Castillo

de Monteagudo (1 636) y Ricote (n* 673). Aparecen decorando las series alfabía, reposadero, tapadera y maquera

arquirectónica. NAVARRO POVEDA, C.; Excavaciones arqueológias, op. cit,, n* 1681, “ Ibídem, n? 150 y 151, en este último combindndose en el mismo ejemplar con una trenza; TORREMOCHA,

A.: «Cerámica islámica estampillada del Museo Municipal de Algeciras». Caeraria, 1 (1996), pp. 93-119, véase el

n* 14 de a p. 114, procedente de la Villa Vicja de Algeciras y datado entre los s, X1I1-XIV.

43 [bídem, véanse los n® 151, de Lorca; n® 618 del Castillo de Monteagudo y n* 658 de Verdolay. Se combinan

en el mismo ejemplar con palmeras o tramas de incisiones romboidales, 46 GARRIDO, M* y GARCIA, LA:: «Introducción al estudio...», op. cit, fig. 1-23; Navaro,]:: La cerámica islámica...

op. cit., n 155 bastanre parecida a muestro 144 y darada en el s. XI

% Navarro, ).: La cerámica islámica..., op. cit., n® 56 del Cabecico de las Peñas.

* DOMINGUEZ, M,; ESPINAR, atalogación preliminar de estampillas almerienses», IV CICMMO (Mértola,

1991), pp. 593-599; DUDA, D.: Spanisch-Islamische..., op. cit.., tafel 5,€ y GOLVIN, Lz Les céramiques..., op.

cit., p. 214, fig. 11 19 18; TORREMOCHA. A.: «Cerámica islámica...», op. cit.. p. 110 n* 6; FERNÁNDEZ SOTELO,

E: Ceuca medieval..., op: cit.. t.l, fig. 22; AZUAR, R NAVARRO. C y BENITO. M:: Excavaciones medievales..., op. cit,, p. 86 n9 1722.

C.3. Alfabia/tinaja (Fig. 15)

Además de los ya mencionados contamos con un interesante ejemplar bastante complero (n9 319). Es una gran alfabia (94 cms, de altura conservada), con cuerpo avoide, ensanchando en su parte superior (71 cms. de diám. max.), boca perdida y dos pequeñas asas verticales de sección plana (aunque solo conserva una) que arrancan del hombro muy pegadas al cuerpo, y base plana, marcada al exterior, Pasta clara con abundanres intrusiones de micaesquistos y cocción oxidante. Se adorna con seis pequeños cordones horizontales con impresiones oblícuas de cuerda. Su parricularidad es que en los espacios lisos entre los cordones presenta pequeñas perforaciones, una en cada uno de estos espacios49.

No es fácil encontrar paralelos para formas de ral talla, pues lo conservado suele ser fragmentario. Si lo comparamos con ejemplares del s. X (Bayyana) aquéllos son de gran talla, con decoración excisa de cuerdas, y bordes curvos pero o no presentan asas o son de alera5; los ejemplares del sur de Alicante presentados por Gutiérrez51 guardan un parecido pera no son iguales, Formalmente pertenecería al tipo 15B de Rosselló datado entre los s. XII-XIIL Sin embargo, los paralelos más estrechos los tenemos sin duda en el levante peninsular en Alicante (Denia s. X11-X111), Murcia (2° cuarto s, XI11) y Almería (s. XIV-XV)52,

Ahora bien, ¿Qué función pudo desempeñar este recipiente? Su gran talla —94 ems. conservados— lo incapacita para el transporte, sirviendo más para el almacenaje, especialmente para sustancias líquidas (agua, vino, aceite, vinagre...)53; el hecho de que presente perforaciones —una en cada espacio entre dos cordones— y que hayan sido producidas apostcocción» nos hacen pensar que sufrió una modificación posterior a su uso inicial, seguramente la de convertirlo en un medidor o indicador de una medida de capacidad: por ello, cada orificio indicaría una capacidad concreta, tapando las restantes con cera. Conocemos cerámicas con perforaciones que sirvieron para prácticas agrícolas como la plantación de árboles o de productos hortícolas, injertos..., tratándose en este caso siempre de pequeños recipientes (marmitas, botellas, jarritas, arcaduces...); igualmente la conservación de fruros en el árbol en recipientes de barro agujereados54.

Sonia Guriérrez55 presenta otros jarros (forma T10.2) con dos perforaciones postcocción de uno o dos cms. de diám. en la parte alta del cuerpo, por debajo de la linea de implantación de las asas, que interpreta como posibles indicadores de una medida de capacidad o de algún elemento relacionado con el proceso de fermentacién de ciertas sustancias. Aunque la práctica de perforar un recipiente a la altura de una capacidad concreta está atestiguada desde antiguo no conocemos ejemplares de ralla ran grande.

C.4. Reposadero (Fig. 16)

Nos referimos aquí al reposadero de tinaja, cuya función es la de recoger el agua que rezuma ésta. Para cumplir dicha tarea debe adaptar su morfología con fondo aislado del suelo mediante un pie y un pico verredor del agua.

Nuestro ejemplar (n* 038) es de labio moldurado al exterior, con sección rectangular, conservando el arranque interior de la base. Se decora con una banda pintada blanca bajo el labio y una estampilla (semejante a la de la tinaja n® 037). Paralelos los tenemos en

Murcia, Lorca, Almería y Albox56.

D. Araifor/safa/plaro

D.1. Araifor/plaro

Son numerosos los fragmentos de esta serie, aunque de características diferentes: a. con decoración vidriada y estampillada (n* 267, 061, 062, 063, 028, 287, 278, 275).(Fig, 17)

Su tipología la podemos reconstruir parcialmente: ancho anillo de perfil diagonal, paredes convexas o más frecuentemente quebradas. Generalmente se decoran con estampillas repetidas: almendrados concéntricos, rosetas con corola, círculos encadenados, etc..., todo ello de forma descuidada. Cuando no aparecen estampillas suelen llevar en el interior círculos incisos bien marcados (semejantes a ejemplares ceutíes)57. Sus pastas son finas y claras y sus tonalidades verdes, amarillo-miel, marrón o verde oliva con impurezas marrones. Generalmente sólo van decorados por su interior.

Vemos ataifores decorados con círculos encadenados entre ejemplares nazaríes granadinos y almerienses (Overa)58, y almendrados y otras estampillas en contextos meriníes de Algeciras59 datados desde fines del s. XIl a la primera mitad del XIV. Por lo tanto, su filiación nazarí es clara.

b. fondo verde con decoración en negro (002): (Fig. 17)

Como la presenta el n9 002 perteneciente tal vez a un ataifor cónico de labio aristado, vidriadointeriormente en verde con decoración vegetal en manganeso; al exterior no va decorado.

Para este motivo encontramos estrechos paralelos en Ceuta en donde vemos formas semejantes decoradas con temas zoomorfos (peces) o vegetales, datados en el s, XIV; otros paraleloslos tenemos en la Alhambra o en ejemplares merinfes de Belyounech 60

c. fondo blanco de estaño con decoración en verde oscuro (n* 119): (Fig. 17)

Sobre fondo blanco estannífero aparece un motivo de «piña» en verde, siendo su exterior igualmente verde. Presenta además una mancha azul cobalto de carácter puramente forrito. Ejemplares semejantes vemos en el pozo de S. Nicolás de Murcia, con un motivo de arquillos verdes 61

d. cuencos monocromos (266, 256): (Fig. 18)

Tenemos dos fragmentos de ataifores/cuencos, con labio moldurado y con un quiebro muy acusado en sus paredes, que son troncocónicas invertidas. Uno de los ejemplares (266) lleva en la parte superior de su labio acanaladura para tapadera; en el otro (256) la acanaladura es decorativa marcando su parte central. Ambos presentan vidriados internos verde oliva con caída al exterior y sus diám. de boca oscilan entre 20 y 14 cms.

El n9 261 es una pequeña base anular de 6 cms de didm. con un umbo muy marcado exteriormente y un círculo inciso en su interior; presenta vidriado interno verde, sin diluir bien.

Los paralelos son numerosos: El Castillejo de los Gudjares62, Alhambra, Almería y su Alcazaba, Níjar, Albox, Ceuta o Qsar el-Sagir63, por lo que los fecharfamos en el s. XV. Quizás esta tipología sea el precedente de las escudillas cristianas.

e. fondo blanco estañífero decorados en azul cobalro (n9249, 297, 298, 300, 301). (Fig. 19)

Por último, contamos con restos de diversos ejemplares decorados con azul cobalto sobre fondo blanco de estaño. Por ejemplo, los n9 297 y 298 pertenecen a plaros de cuerpo convexo bajo y pie anular. El n9 298, el más completo, con decoración geométrica en azul cobalto alrededor de un circulo marcado en su fondo, presenta un esquema igual por completo a un ejemplar nazarí de Ceura64 decorado con una estrella de 8 puntas formada por dos cuadrados superpuestos en azul, encerrada en un cfrculo y con restos de reflejo merálico muy perdido.

Otro ejemplar ceurí presenta motivos del árbol de la vida, semejante a nuestro 297. Para ambos les damos como en Ceuta cronología nazarí del s. XIV.

Los restantes fragmentos decorados con cobalto pudieran ser posteriores, del 5. XV o principios del XVI.

E. Manipulación de alimentos

E.1. Alcadafe

Se trata de una de las series cronológicamente más amplias, por sus escasos cambios tipológicos.

Pese a ello, es ácil descubrir entre nuestros ejemplares 65 diversas variantes en el perfil del labio y grosor de sus paredes:

En el tipo II vemos un alcadafe de forma troncocónica inverrida, con labio de perfil variado y fondo plano, Puede ir sin vidriado (104, 093, 059, 127, 094) o con él (272, 254, 226, 020, 222).

Variante I1.1: (Fig. 20) ejemplares bizcochados, de perfil de labio engrosado o moldurado, decorados con incisiones onduladas a peine en labio y pared, puntilleados e incluso estampillados (como el almendrado concéntrico del n? 104),

Para ellos encontramos paralelos muy claros en la zona murciana en el 5. XIII (Lorca, Cieza y Murcia) y a mediados del s. XIV en la zona almeriense (Nijar), igualmente con estampillados en el labio (rosetas, circulos y espirales) 66.

Variante I1.2.: (Fig, 21) con decoración vidriada, labio engrosado o moldurado y repitiendo los puntilleados a ruedecilla. Sus cubiertas vítreas son siempre internas, en tonalidades verdes, castañas, amarillo-miel mal diluidas e incluso negras. Los diámetros que hemos podido medir sobrepasan los 38 ems. Por lo demás, resaltar el lañado del n9 222 que prueba su prolongado uso,

Los paralelos son muy numerosos: Murcia, Nijar, Albox, Alhama de Almerfa67 el n® 226 en la nazarí de La Rijana68; el n° 020, con escalón interno lo vemos en Murcia y Nijar69, aunque también podría ser cristiano70 ,

El tipo II son alcadafes pintados: (Fig. 22) corresponde a ejemplares de medianas dimensiones, de forma troncocónica invertida, con diám. de boca entre 24 y 36 cms. y labio moldurado al exterior. Presenta decoración pintada en manganeso o hierro (n° 171 y 173).

Por su tipología han sido identificados además de como alcadafes también como tapaderas de esos mismos recipientes (las tapaderas tienen paredes de menor grosor, y su terminación y decoración muy cuidadas), ataifores e incluso bacines. Tenemos paralelos para esta serie en el levante: Denia, Murcia y Lorca”'; en la zona almeriense encre las cerámicas de Níjar y Alhama de AlmeriaTM. Finalmente paralelos muy claros los encontramos entre los s, XIVXV en las cerámicas cristianas del Castillo de la Mola (Alicante) y de Jaén??. Por todo ello, se trataría de una forma con cronología desde el XIII al XVI, es decir, desde el mundo nazarí hasta la cerámica cristiana mudéjar.

E.2. Trípode (Fig. 23)

El trípode está considerado por Rosselló como una variante del alcadafe a la que se le han añadido tres patas. Tenemos restos de dos ejemplares diferentes: el primero (VRC/45) presenta motivos decorativos en manganeso”* y el segundo (163), de pasta fina y sin decoración. Paralelos los encontramos en Bezmiliana, Murcia y Pechina75,

F. Contenedores de fuego

Eludiremos hablar de los ejemplares de esta serie que, aunque encontrados en El Castellón, no correspondan cronológicamente a la época que tratamos, por ejemplo, la serie anafe. F.1. Candil (Fig, 23)

Tan sólo se ha encontrado restos de una cazoleta de pellizco perteneciente a un ejemplar de pie alto?s (VRC/106), vidriada en verde.

Los candiles de pie alto parecen fecharse a partir del 5. XIII y son muy numerosos los ejemplares encontrados en Almería”? y en Murcia, donde aparecen asociados a cerámicas esgrafiadas.

F.2. Pebetero (Fig. 23)

Su función es la de quemador de perfumes y hemos hallado dos restos, al parecer de un

mismo ejemplar (n* 265 y 117), a pesar de que Rosselló dice que los pebeteros no están constatados arqueológicamente en cerámica”*,

Conservamos tan sólo uno de los botones inferiores de apoyo, en forma de casquete esférico y un fragmento del cuerpo con indicios de arquillo y punteados. Ambos son de pasta clara y presentan decoración vidriada en verde.

Encontramos formas semejantes en la zona murciana, concretamente un ejemplar del Cerro del Castillo de Cieza”? que guarda una asombrosa similitud con el nuestro, también vidriado en verde y con decoración calada de perforaciones y restos de arquillos. Están datados en el s, XIII.

G. Usos múltiples

G.1. Tapadera

Tenemos varios ejemplares de esta serie (210, VRC/18, 018, VRC/77, 097, 143) que cubrirían claro está, formas diferentes: pequeños recipientes como marmitas y grandes contenedores tipo alfabia. Por ello distinguimos los siguientes tipos:

I Tapadera de perfil «cóncavo» y pivote central a modo de asidero (210, VRC/18)**. Fig. 24) Corresponde al ripo «A» señalado por Rosselló para Mallorca, cuya base encaja en el interior de la vasija a cubrir, por lo que es frecuente que aquélla presente un saliente interno. Sin embargo es de difícil cronología dada su gran pervivencia.

Nuestros ejemplares son de ralla media, de unos 10 cms. de diámetro, con pivore central y borde plano diferenciado. Tapaderas similares renemos desde el s. XIII en Lorca y Murcia®!, en la costa granadina (Castillejo de los Guájares, Salobreña, Morril)* desde época nazarf hasta el XVI. Por las características de pasta y tipología nuestro ejemplar es de cronología avanzada.

11. Tapadera plana, con asa de cinta horizontal y dos apéndices en su cara inferior (n® 018). (Fig. 24). Sólo poseemos un ejemplar de forma plana y borde ligeramente engrosado; con paralelos en el s. XIl en Denia y Murcia®.

JIL. Tapadera planas para alfabias (VRC/77, 097, 143). (Fig. 25) Su gran diámetro se adapta a cubrir grandes recipientes de almacenamiento, aunque a veces, es difícil diferenciarlas de los platos para ahornar pan (gibag), si bien nuestros ejemplares no presentan restos de hollin.

No son tapaderas planas por completo, pues llevan rebordes moldurados (rectangular o triangular) o unala bien diferenciada y todas ellas han sido torneadas. Las dos primeras tienen pasta rojiza mientras que en la última es beige, y presentan terminaciones bastante cuidadas.

Sus diámetros oscilan entre los 20 y 34 cms.

En cuanto a sus decoraciones, el ejemplar superior presenta en su parte central dos molduritas concéntricas; el central lleva dos bandas peinadas ondulantes y en su labio decoración recortada en forma de arcos lobulados. Finalmente, el último ran sólo presenta pequeñas digitaciones alternantes, Aunque existen paralelos tempranas (Bezmiliana) de características bastante groseras, los más cercanos los tenemos una vez más en Lorca y AlboxTM.

G.2. Elementos de horneado de cerámica

G.2.1. Trébede (n° 211, VRC/70) (Fig. 26) es un elemento usado en la cocción de cerámicas para la separación de piezas en el horno, sobre todo, de formas abiertas. De los dos fragmentos que poseemos de esta serie, uno de ellos (VRC/070) lleva una gota de vedrioTM. Por sus perfiles parecen de cronología avanzada.

G.2.2. Mamelleta (n® 126) (Fig. 26) es una pequeña pieza circular, totalmente plana, realizada a torno, de fina pasta rojiza, de tan sólo 2'5 cms de diám, que forma parte del utillaje del horno. Recibe en el País Valenciano el nombre de «mamelleca» y es, en realidad, un separador de azulejos en el ahornado de estas piezas.

Los únicos paralelos que hemos encontrado los tenemos entre la cerámica de Manises"?, donde según sus estudiosos aparecen inicialmente en el 5. XVI.

Por la presencia de estas formas —trébede y mamellera— entre nuestras cerámicas del Castellén sabemos que hubo un alfar y una producción in sítu de cerámicas y azulejos vidriados, al menos inmediatamente después de la conquista del lugar por los cristianos, aunque ignoramos si fue continuación de otro anterior.

TII. Conclusiones

El problema que he rrarado de plantear en mi intervención son las dificultades de adscripción cronológica para cierras series o conjuntos cerámicos como el que presentamos aquí, cuando el lugar al que pertenecen ha sido permanentemente habitado.

Desde el punto de vista cerámico, lo hallado corresponde a un amplio marco cronológico (dejando aparte las cerámicas islámicas anteriores), ya que nos es muy difícil, por el momento reconocer a nivel cerámico el cambio efectuado entre las últimas producciones tardoalmohades y las propiamente nazarfes, e incluso entre las tardonazaríes y las primeras de cronología cristiana.

49 Sus medidas exacras son: altura conservada: 94 ems; diám. del cuello: 26-28 cms.; diám. máx: 71 ems.;

diám. de base: 30'5. grosot de la pasta: 1-1'7 cms. long, del asa: 14'5 cms.; anchura: 6'5- 7 cms. 0 ACIEN, M:: CASTILLO, F. y R MARTÍNEZ: «Excavación de un barrio arresanal de Bayfána». Archicologie Islamique, 1, pp. 147-168, véase fig, 7, con paralelos en los pecios de Baraguier y «Des Jarres».

IT GUTIÉRREZ, $.: Cerámica comin paleoandalust del sur de Alicante (siglos VIE-X), Alicante, 1988, p. 180:en conerero los de El Zambo tienen base plana, cuerpo avoide, cuello corto y borde exvasado engrosado al interior de

labío curvo; presentan igualmente dos asas de cinta en la parte superior del cuerpo, diám. de boca de 23 cms, y se

decoran con uno o varios cordones en relieve, impresos con digitaciones, con trazos oblícuos. 52 AZUAR, R.: Castillo de la Torte..., op. cit,, n® 145 a 147 dels. XIV. Según Azuar esta forma está muy presente

en la zona murciana con cronologías del segundo cuarro del 5, XIII; AZUAR, R.: BORREGO, M.: MARTÍ. J. y orros:

«Cerámica tardo-andalusf del país valenciano (primera mitad del 5. XIH)». V.CAME, pp. 140-161, en concreto p.

169. Para Almeria véase LLUBIA, L M#: Cerámica medieval Española, Barcelona, 1973, p. 78, en donde cita una gran tinaja con cuatro aros de refuerzos incisos, forma ovoide y cronología nazarl y Vivir en ak-Andalus..., op. Cit.

p 137, 09 17, del castillo de Tabernas, datada entre los 5. XIV-XV.

3 ROSSELLÓ BORDOY, G.: El nombre de las cosas en al-Andalus: una propuesta de rerminología cerámica

Palma de Mallorca, 1991, p. 20, en donde se estudian los formularios norariales del s, XI de Ibn Mugig y al-BuntF;

éste último cifra su capacidad en 20 arrobas, si bien existen variados ramafios y ambos autores dicen que sirven

como contenedores de agua, aceite, vinagre o harina.

31 MINGOTE CALDERÓN, J.L.: «La necesidad de una visión emnológica en los estudios arqueológicos. El mun- do agrícola». IV CAME, r. [ (1993), pp. 57-84.

55 GUTIÉRREZ, S:: La cora de Tudmir de la antiguedad tardía al mundo islámico. Poblamiento y culrura

material, Madrid, Alicante, 1996, p. 146-147.

56 NAVARRO PALAZÓN, J.: La cerámica islámici...; op. cit., n* 115, 246, 247 y 575 entre orros; Vivir en al- Andalus..., op. cit,, donde se citan dos ejemplares de diferente ripologla procedente, uno de ellos de su alcazaba;

MUÑOZ MARTÍN, M* M. y DOMINGUEZ BÉDMAR, M.: «Cerámica hispano-musulmana...», op. cit., lám. XXI, 3, decorado con acanaladuras onduladas y cordón plástico con impresiones oblicuas. GARCÍA, J.L. y otros: «Caracteristicas urbanas...», op. cir., lám. 2, soporte de tinaja con decoración pintada y excisa de época almohade,

57 FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceura medieval.., op. cit, t.1II, fig. 17.

58 RUIZ GARCIA, A.: La cerámica doméstica nazarl en vidriado verde del Museo Hispano-musulmán. Tesina

inédira. Universidad de Granada, 1980; POZO, R.: RUEDA, 1,M*, FLORES, 1.: «Cerámica andalusi del castillo de

Santa Bárbara (Overa, Almería)», op. cit., fig. 2a.

59 TORREMOCHA, A NAVARRO, l.: »La necrópolis merinf de Algeciras (siglos XIIL-XIV): una intervención arqueológica de urgencia en la prolongación de la Avenida Blas Infinte». Caetaris, 2 (1998), pp. 99-130. véase fig. 8g,

60 FERNÁNDEZ SOTELO, E: Cerámica musulmana.... op, cit., véase lám. 1, que cree procedente de Málaga. Cira

también orros paralelos en el Vicroria and Albert Muscum de Londres; GRENIER, M.: «Recherches:..», op. cir

61 NAVARRO, ):: La cerámica islámica..., op. cit.. n* 387. 62

62 GARCÍA PORRAS, A.: «Cerámica nazarf tardia.... op. cit., pp. 250-251, tipo B.

63 RUIZ GARCIA, A+ La cerámica doméstica..., op. tit.. p. 18, lám. IL. ataifor «ipo Da, 5. XV: Vivir en al- Andaliss..., op. cit. 19 11-13, encre otros; DOMINGUEZ BEDMAR, M. y MUÑOZ MARTIN, M+ M.: «Tipos cerá- micos...», op, cit:: GOLVIN, L: «Les céramiques émaillées...n. op: cit., fig. 10 y p. 213, n* 1 a3; DOMINGUEZ

BEDMAR, M. y MUÑOZ MARTIN, M.M. : «Cerámicas hispanomusulmanas...», op. cir., p. 25 y lám. XV, b, c; FERNÁNDEZ SOTELO, E: Ceura Medieval..., op. cit., t: 1, figs. 16-17; para la Alcazaba de Almerta véase CRESSIER, P RIERA, M.. ROSSELLO, G. y otros: «La cerámica tardo almohade...s, op. cit. cuadro l; BAZZANA, A. y

MONTMESSIN, Y.: «Quelques aspects...», op. cit., n* 5-9; Vivir en al-Andalus.., op. cit., n* 10a 12 de Almería,

64 FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Cerdmica musulmana..., op. Cit., véanse fig. 4 y 5.

65 DOMÍNGUEZ BEDMAR. M. y MUÑOZ MARTÍN, M* M:: «Mareriales hispanomusulmanes...s, op. cit.. lám.

XVI, 19 52-55 y 59, sin vidriar: los n" 56-58, vidriados,

S NAVARRO PALAZÓN, J.: La cerdmica islámica..., op. cit., n* 252; de Cieza, n* 46; Idem, Una casa islámica..., op. cit., p. 204, n* 243-48; DOMINGUEZ BÉDMAR, M. y MUÑOZ MARTIN, M¢ M.: «Tipos ccrámicos...s; op. cit,, lám. 4,15.

67 MUNOZ, M* M.: «Hisn Nisar...», op. cit., lám. 5a, con paredes muy abiertas y borde redondeado, exvasado y vidriado interno similar a nuestro 254; DOMINGUEZ BÉDMAR, M. y MUÑOZ MARTIN, M* M.: «Tipos cerámicos...», op. cit., lám. 4, 77; CARA, L: RODRIGUEZ, J. M*: Castillos y poblamiento..., op: cit., p. 166.

68 NAVARRO PALAZÓN, J.: Una casa islámica..., op. cit., p. 23, fig. 9,1; MALPICA CUELLO, A. y GOMEZ

BECERRA, A.: Una cala que llaman La Rijana. Arqueología y Paisaje. Granada, 1991, fig. 28-29. 9

69 NAVARRO PALAZÓN, J n* 69; MUÑOZ MARTIN, M* M.: «Hisn Nisar...sy op. cit,, lam. 5,c. 79

70 AMORES, F. y otros: «Una primera sipologla de la cerámica común bajo medicval y moderna sevillana (5. XVXVID», V CICMMO. (Rabar, 1991) Rabar, 1995, pp. 305-315, ver fig. f, 6, 39-40. En El Castillejo de los

Guájares se observa rambién esta pequeña moldura interna a pocos centímetros del labio que parece ser una característica tardía, véase MALPICA, A. y GOMEZ, A.: Una cala que llaman..., op. cit.

71 GISBERT, J.A; BURGUERA, V. y BOLUFER, J.: «El registro arqueológico cerámico de una ciudad drabe

durante el primer tercio del siglo XUI. El arrabal de Daniya: "El Forti. Denia, Alacant"s, V CI.CM.M.O,, op. cit., fig. 5, n* 8, procedente de El Fortí; NAVARRO POVEDA, C: Excavaciones argueológicas..., op. cit., lám. EXVI,

543; n* 2258 lám. 5 nivel 11, estrato 11; 369, lám. XXIX. estrato IV; 1361, 543, lám. LXVI, estrato V; 593, lám. EXVII. Véasc igualmente NAVARRO PALAZON, J: La cerámica islámica... op. cit. p. 129 y n* 274-276 y 129.

72 MUÑOZ MARTÍN, M* M.: «Hisn Nisar...., op. cit. lám. 5, d y p. 141, elasificadas como «barreños»; DOMINGUEZ BEDMAR, M., MUÑOZ MARTÍN. M* M. y RAMOS DIAZ. . R. : «Tipos cerdmicos...s, op. cit., p. 369, n* 63; CARA, L. y RODRIGUEZ, J. M*: Castillos y poblamiento.... op. cis., fig. 7, n 18 s. XIII, clasificada

como bacin. 73 AZUAR. R.: NAVARRO, C. y BENITO, M.: Excavaciones medievales..., op. cit; SERRANO PEÑA, }.L.; ESTE- BAN MARFIL, A.: «Excavacién arqueológica de urgencia en el solar sito en la calle San Juan n? 3 de Jaéne. Amuario

Argueológico Andaluz (1991), t. 111, pp, 243-244

74 DOMÍNGUEZ BEDMAR, M.; MUÑOZ MARTIN, M* M.: «Materiales hispano-musulmanes...s, op. cit,, ne VRC/45, lim. V.

75 ACIÉN ALMANSA. M.: «Cerámica a rorno lento...», op. cit., p. 245, fig. 8-1; NAVARRO PALAZÓN, J:: La cerámica islámica..., op. 9 85,255, 262, 264: ACIEN ALMANSA. M. y MARTÍNEZ MADRID. R «Cerámica islámica arcdica...n, op. cit., fig, 6,1,

76 DOMINGUEZ BÉDMAR; M. MUÑOZ MARTÍN, M* M.: «Materíales hispano-musulmanes...», op. cit.; frag. VRC/106, lár. XVII, datado como nazarí, 77 DUDA, Di Spanisch-Islamischc..., op. cit., tafel 11, d.

70 ROSSELLO BORDOY. G.: El nombre de las cosas..., op: cit.. p. 173. 79 NAVARRO PALAZÓN, |.: La cerdmica islámica..., op. cit., pp. 17, 18, 301,256, 110, 109, 108.

80 DOMINGUEZ BEDMAR. M. y MUÑOZ MARTÍN, M* M.: «Materiales hispano-musulmanes...». op. cit:. n®

VRC/18, lim. XVII y nora 109.

81NAVARRO PALAZON, J:: La cerámica islámica..., op. cit. n* 112, 352; idem, Una casa islámica..., op.

cit,, n" 274-301.

82 CRESSIER, P.; RIERA, M. y ROSSELLO. G, y orros: «La cerámica rardoalmohade...», op. cit., p. 21; AA.VV.:

De Paterna a Murrayil.... op. cit., p. 105, n* 45; GOMEZ BECERRA, A.: Cerámica islámica.... op. cit,, n® 16;

MALPICA, A. y arros: Una cala que llaman..., op. cir. n* 26.

83 GISBERT. J.A.: BURGUERA, V. y BOLUFER. ).: La cerdmica de Daniya, Valencia, 1992, n9 067 de El Fortl;

NAVARRO, J.: La cerámica islimica.., op. cit., p. 263, n9573. B

84 DOMINGUEZ BEDMAR, M. y MUÑOZ MARTÍN, M+ M.: «Mareriales hispano-musulmanes...». op. cit.. n"

VRC/17, lim XVIL 55

85ACIÉN ALMANSA, M. «Cerámica a rorno lento...s, op. cit., p. 244 y fig, 12,4,

86 NAVARRO PALAZÓN, 1; La cerámica islámica..., op. cit.. n* 111, 240, 652.; MUÑOZ MARTIN, M* M. y DOMINGUEZ BEDMAR. M. «Cerámica hispano-musulmana...s, op. cit., lám. X1, d..con perfil triangular. 

87 DOMINGUEZ BÉDMAR, M. y MUÑOZ MARTÍN, M+ M «Materiales hispano-musulmanes...», op. cit. ne

VRC/70, lim. XVII y p. 109.

88 COLL CONESA. J.: PEREZ CAMPS, J:: «Aspectos de la técnica de fabricación en la cerámica de Manises (siglos XIV-XVI)» IV CAME, . 111, pp. 879-890. Véase p. 884.

89 MUÑOZ MARTIN, M* M. y DOMINGUEZ BEDMAR, M.: «Cerámica hispano-musulmana...», op. cit., p. 44;

NAVARRO POVEDA, C.: Excavaciones arqueológicas..., op. cit.. p. 89.

El citado problema puede deberse claro está a la ausencia, hasta el momento, de excavaciones correspondientes a la época propiamente nazarí. Así que nos es lícito, en tal situación, buscar los primeros paralelos para nuestra cerámica velezana entre las últimas almohades murcianas, pues ambas producciones están estrechamente ligadas entre sf. En este sentido, nuestra labor queda muy facilitada por los numerosos estudios que para dichas producciones murcianas ha venido realizando, entre otros, ]. Navarro. Debido a este hecho, nos podrlamos limitar a proponer para algunas de nuestras cerámicas la misma datacién límite del mundo islimico murciano —es decir, el s. XIII— y proporcionarles una adscripción en gran medida tardoalmohade.

Ahora bien, en esa misma fecha Los Vélez quedan convertidos en parte de la frontera oriental nazarí en dominio del Islám hasta el s. XV. Por lo ranto, ¿es que hemos de negar la continuidad de la producción de esos tipos aquí, al menos hasta el s. XIV? Tras los paralelos expuestos anteriormente para nuestra cerámica creemos poder afirmar que muchos de esos tipos que para Murcia rienen una datación tope del s. XIII continúan, sin duda, en época nazarí entre las cerámicas almerienses (Albox, Níjar, Tabernas.....) al menos en el 5. XIV. Por otro lado, ya hablamos de la continuidad de la técnica del esgrafiado en los mundos meriní y nazarí, cronología esta última que habíamos propuesto para nuestras cerámicas (s. XIV-XV) por algunas características tipológicas, como por ejemplo, para la forma acopan,

Otros ejemplares son puramente nazaríes, como los decorados con cobalto sobre blanco estannífero, manganeso sobre cubierta vítrea verde o motivos verdes sobre blanco de estaño.

Cronológicamente el material presentado concuerda con el periodo de ocupación nazarí desde la creación de la frontera con Murcia hasta una fase final, mudéjar, tras la capitulación de la zona en el s. XV. Vemos pues, por lo tanto, la posibilidad, ya señalada en estos lugares, de pervivencia tipológica cerámica entre el mundo nazarí y el inicial cristiano, así como entré finales del mundo almohade y los comienzos del nazarí. Quizás sería conveniente situar el cambio, a nivel al menos cerámico —si es que hay que hacerlo— alrededor del primer tercio 0 la primera mirad del s. XIv.

De igual forma quisiera señalar para nuestras cerámicas cronológicamente nazaríes la estrecha relación formal y decorativa que siguen manteniendo con sus coetáneas cristianas levantinas como las del Castillo de la Mola (Alicante), lo que nos lleva a pensar que son tradiciones técnicas que conviven entre sí en ambas culturas. No es algo nuevo, pues ya ciertos estudiosos como Gómez-Moreno o Martínez Caviró señalaron la influencia del arte cristiano en el nazarí, tanto en referencia a la loza dorada como al ajuar doméstico.

Por último, la estrecha relación formal y decorativa de esta cerámica velezana no sólo con las levantinas, sino también con las restantes almerienses nazaríes (Nijar, Albox, Tabernas...) lugares con circunstancias cronológicas similares a las nuestras. En todas ellas, la cerámica responde a un ajuar común propio de un medio rural.

Nuevas aportaciones sobre cerámica de época nazarf en la ciudad de Málaga

1. Introducción1

En primer lugar, quisiéramos agradecer con toda sinceridad a los organizadores de este Coloquio, el haber aceprado nuestro ofrecimiento de presentar una ponencia, ya que la puesta al día de la investigación sobre los conjuntos cerámicos de época nazarf no podia dejar acrás las aportaciones de la segunda ciudad más importante del Reino, donde los recientes trabajos arqueológicos han suministrado una interesante muestra de cerámicas que han incrementado considerablemente la tipología de las distinras series conocidas,

Pretendemos con este trabajo realizar una aproximación al ajuar cerámico nazarí, pendiente de una fucura investigación global, que nos dé una primera visión general sobre las novedades referentes a la cerámica de este periodo. Para ello, hemos tomado como referencia el amplio abanico ripológico de cerámicas resultado de diversas excavaciones realizadas durante estos cuarro últimos años (Arrabal de Tabbanin, sector de Santo Domingo; Palacio de Buenavista; calle Alcazabilla, 5-7 y calle Molina Larios, 12), donde se han podido abordar análisis microespaciales y se han documentado secuencias estratigráficas bien conservadas, que nos permiten comenzar a establecer una seriación tipológica sólida.

Partimos de la base que para cualquier intento de estudio de la cerámica medieval con los objetivos de contribuir al avance del conocimiento, no sólo funcional sino cronológico, de los distintos tipos cerámicos, se debe recurrir ineludiblemente a intervenciones arqueológicas don- delos resultados de las mismas hayan permitido una correcta lectura de la secuencia estratigráfica, considerando con las debidas reservas los resultados de orro tipo de intervenciones (prospeccio- nes o vigilancias) cuyas metodologías plantean no pocas limitaciones a la hora de establecer conclusiones, ranto de relaciones enrre los conjuntos, como para fijar espacios temporales concretos. Desde este punto de vista hemos omitido cualquier alusión a paralelos cronológicos, ya que la ubicación de la cerámica que presentamos en estratos bien definidos no requiere de este ejercicio, que si bien, en muchos casos, aportan referentes válidos, en numerosas ocasiones no deja de ser una mera enumeración erudita de yacimientos. Sin embargo, si hemos visto apro- piado recurrir a los paralelos funcionales, ya que son muy significarivos para definir la utilidad de algunos tipos cerámicos estudiados.

2. La ciudad en época nazarí

El conjunto de intervenciones arqueológicas realizadas en el interior de la medina han puesto de manifiesto el mal estado de conservación que generalmente presentan las estructuras nazaríes con respecto a las de otros periodos más antiguos, y esto es debido tanto a las propias alteraciones y refacciones sufridas tras la conquista castellana, como a la intrusión de construcciones más modernas. Este aspecto es fácilmente comprensible si tenemos en cuenta que estos niveles son los más superficiales, encontrándose, en algunos puntos, a escasos centimetros de las coras actuales de calle.

No obstante, con esto no queremos decir que la información esté perdida en su globalidad, aunque sí muy alterada en numerosos espacios.

Por el contrario, la réplica la encontramos al otro lado del río, con construcciones mejor conservadas, al menos en planta, que se localizan en lo que fue uno de los arrabales de la medina, el de Tabbanin, ubicado en los actuales barrios de la Trinidad y Perchel, y donde los estratos permanecen intactos desde que fueron amortizados los diferentes niveles ocupacionales. Esto ha sido posible por varios motivos, aunque quizás el principal sea que a partir del siglo X1V el arrabal modifica su fisonomía con la implantación de numerosas huertas en lugares ocupados anteriormente por viviendas.

La Málaga nazarí no sufrirá grandes transformaciones en su fisonomía con respecto al periodo anterior. Si bien, tanto la medina como los arrabales mantendrán la estructura heredada de época almohade, sí vamos a asistir a un notable incremento de la población. Este crecimiento demográfico es consecuencia directa de los movimientos forzosos de la población de las zonas conquistadas y de aquellos que se desplazan movidos por los alicientes de todo tipo que ofrece una ciudad en auge frente a los del ámbito rural, y que en todo caso ocuparán, como en otras ciudades, zonas de extramuros, constituyendo o ampliando arrabales ya existentes.

Los resultados de las distintas excavaciones efectuadas tanto en la medina como en el arrabal de Tabbanín han confirmado importantes reestructuraciones sobre plantas de época almohade o anterior, así como vemos incrementada la superficie urbanizada de la medina a costa de terrenos ganados al mar entre el espigón de la Marina y la desembocadura del Guadalmedina.

Dentro de la dinámica, y como fruto de los tratados comerciales entre nazaríes y genoveses, se construyó en la zona portuaria uno de los edificios más singulares de este periodo, el denominado Castillo de los Genoveses, que fue objeto en su momento de una excavación arqueológica?, Este edificio se definiría, por su ubicación y su fisonomía, como una fortificación adosada a la muralla en el espigón de levante. De otro lado, y en el extremo de poniente de este mismo frente marino, se instalarán las ararazanas, lugar donde se repararían las embarcaciones, constituyendo en sf otra fortificación avanzada sobre la línea de muralla.

La Alcazaba, a su vez, se adaptará a las nuevas necesidades defensivas de acorde con la importancia política y económica que adquiere la ciudad, ampliando el recinto y revistiendo buena parte de sus paramentos de una fábrica con un claro predominio del ladrillo. Esto se traducirá en un tercer recinto que se ha documentado en su conexión con la muralla urbana, en Cortina del Muelle frente a la Aduana?. Pero lo más destacable en cuanto a edilicia castrense fue, sin duda, la construcción de Gibralfaro a mediados del siglo XIV, con el fin de dotar a la propia

Alcazaba de una mayor protección por el flanco que presentaba peor defensa. La comunicación entre ambas forralezas se realizó en el mismo momento a través de la coracha, un doble muro en cremallera que creaba un pasillo protegido que arrancaba de la parte más alta de la Alcazaba y que conectaba con la puerta de ingreso al castillo.

No obstante, y pasando al ámbito general de la medina, la realidad es que ni las fuentes textuales de época musulmana o cristiana, ni la arqueología, arrojan aun suficiente luz sobre la estructura de la misma, situación de los edificios o puntos vitales de carácter mercantil (alcaicería, alhóndigas, zocos e incluso el mismo puerto) o, con excepción de la aljama y de una de las mezquitas de barrio*, del resto de los edificios religiosos, de ocio, piadosos (hospitales u hospederfas en general), artesanales, etc, Por otro lado, no es menos cierto que, considerando el entramado del callejero conocido a través de la planimetría antigua y cotejando las alineaciones con las registradas para época musulmana a través de los sondeos arqueológicos, a buena parte de estas vías podemos atribuirle un seguro origen en este momento.

Partiendo de premisas tan interesantes como es el estudio del mantenimiento y evolución del callejero de época islámica, estamos convencidos que la arqueología irá superando esta situación y aportando datos reveladores para el conocimiento de la medina en época nazarí, ral y como ha ocurrido recientemente con uno de sus arrabales, el ya citado de Tabbanin, que como veremos más adelante, tras una serie continuada de trabajos, se ha podido establecer con bastante precisión su origen, evolución, carácter de los edificios, disposición del viario, infraestructuras de sancamiento y abastecimiento de agua.

Hechos estos comentarios generales sobre la ciudad en época nazarl, vamos a pasar a considerar algunos aspectos sobre el desarrollo de la actividad que generó los materiales que a continuación estudiamos: la alfarería. Esta es sin duda alguna una de las actividades artesanales que deja mejores evidencias de su práctica, y los registros arqueológicos asf lo confirman. Son éstos los que han puesto de manifiesto la larga tradición alfarera musulmana de Málaga que, con precedentes desde época emiral”, se desarrollard de modo especial bajo los almohades y nazarfes.

La situación de los alfares se ha concentrado tradicionalmente ya desde época romana® y hasta prácticamente la actualidad en el entorno de las estribaciones del monte de El Ejido, dentro de lo que en época islámica se constituyó como uno de los arrabales denominado, en principio y de modo genérica, de Fonranalla.

El núcleo principal de este barrio artesanal se situaría entre las actuales calles Dos Aceras y Ollerías”. A las favorables condiciones de extracción de la materia prima y agua, debemos sumar una necesaria y preceptiva ubicación fuera de la medina, tanto por motivos de espacio®, como por seguridad?. No sabemos la relación que guardaría este barrio arresanal con el resto del arrabal, puesto que de éste apenas tenemos datos arqueológicos y las referencias en textos no son muy explícitas en cuanto a su estructura, dimensiones precisas, o incluso si se rrataba de varios arrabales organizados según sus usos o actividades desempeñadas,

Lo que sf tenemos más claro es su producción, en donde coinciden tanto las fuentes como los resultados arqueológicos. Junto a la renombrada «loza dorada malagueña» se fabricó rtoda clase de vajilla de mesa vidriada destinada tanto al consumo local como a la exportación. Los estudios como el que a continuación presentamos, son importantes para definir conjuntos que pueden ser considerados representativos de un centro productor importante como es Málaga, que posteriormente permitirán ser relacionados con los de otros puntos y, de este modo, establecer radios de dispersión y, consecuentemente, pautas de comercio interior o exterior.

3. Análisis de las excavaciones que aportan el conjunto cerámico estudiado

3.1. El arrabal de Tabbanin en época nazarí

De los dos arrabales que poseía la medina es el de Tabbanin el que mejor conocemos, por encontrarse en una de las zonas actuales de la ciudad que mayor incidencia ha renido la reurbanización del suelo. No cabe la menor duda que las reformas que se vienen produciendo en los últimos años en los barrios de Trinidad-Perchel han pesibilitada una serie de actuaciones arqueológicas de urgencia que han supuesto el punto de partida para nuestras investigaciones. Del conjunto de intervenciones destacaremos las de calle Cerrojo esquina Almansa (Foto

1) y la de calle Huerra del Obispo (Foto 2), siendo de esta última de donde procede buena parte del material que ofrecemos.

El crecimiento demagráfico al que antes nos referíamos, se ha podido constatar a partir del crecimiento del tejido urbano reflejado en este arrabal, hasta el punro, que sus dimensiones llegan a suponer casi la tercera parte del presentado por la medina. Si bien a principios del XI el núcleo de viviendas parece que se limitaba a un sector localizado en torno al actual Puente de Santo Domingo, en época almohade (segunda mitad del XII, principios del siglo X111} alcanza una superficie que, aun no bien definida por el oeste y sur, llegaria al menos hasta calle Mármoles en el extremo norte.

En este momento de esplendor, el arrabal se configura como una pequeña ciudad dorada de toda la infraestructura necesaria para su buen desarrollo, con sistemas de captación y distribución de agua porable, así como la canalización de las residuales. Constatamos un sistema jerar- quizado de viales de comunicación y acceso, definiendo manzanas a partir de un esquema ortogonal que, valorado en su conjunto, nos da pie a suponer tanto la idea de nueva planta, en muchos casos, así como cierta regulación y planificación de crecimiento, La morfología de la vivienda «tipo» seguiría un mismo modelo a partir de un patio central, © en algunos casos lareral, que comunicaría entre sf el resto de las habitaciones que se abren a éste a través de un andén que podía estar o no porticado. El número de habitaciones oscila entre tres y cinco y cabe la posibilidad de una segunda planta, aunque en ningún caso se ha podido detectar indicio de escalera. En ocasiones hemos identificado la cocina gracias a la presencia de hogares y fogones, poyos; así como abundante vajilla propia de las actividades culinarias. Las alcobas varfan lógicamente en número y dimensiones, según el ripo de casa, y podemos distinguirlas del resto de dependencias por un mayor cuidado en su pavimentación, en algunos casos con varías tongadas de ladrillo o capas de arena o gravilla para aislarlas de la humedad. Es casi constante la existencia de un pozo de capracién de agua potable, asf como de grandes recipientes destinados, bien para su conservación (tinajas y jarras) o bien para la realización de actividades de cocina o limpieza (alcadafes o lebrillos), situados en el mismo ámbito. Las mayores necesidades de agua para el regadío o para determinadas actividades industriales vendrían cubiertas por la existencia de otros pozos de noria (de mayor o menor tamaño con planta eliptica), o traída directamente del río canalizada desde una cota más alra. La evacuación de las aguas negras se hacía por una pequeña atarjea que arravesaba los muros y embocaba directamente a una cloaca que discurría por el centro de la calle y, en muchas ocasiones, hacía uso de un sumidero situado en una pequeña letrina lateral, que cumpliría la misma finalidad.

Tenemos constancia de que el arrabal disponía de mezquira, baños públicos, asf como de centros arresanales diversos. En este sentido estamos realizando los estudios de una edificacién que podría identificarse con una mezquita junto a un lugar donde las fuentes situaban unos baños públicos en el entorno de calle La Puente!0,

Por último, decir que el arrabal pudo estar cercado por una línea de muralla, aunque desconocemos su trazado exacto, así como de la situación de puertas, torres u otro tipo de elementos defensivos. No obstante, sabemos por las fuentes de la existencia de una puerta forrificada e ambos extremos del puente que lo comunicaría con la medina, asf como de un grupo de torres por la zona de la playa que garantizaría su seguridad al no estar, posiblemente, cercado por este sector,

3.2. Intervención arqueológica en el palacio de Buenavisea'

El Palacio de Buenavista, construido en el siglo XVI, se encuentra ubicado en el casco histórico de la ciudad, en la calle San Agustín.

La intervención que se lleva a cabo en el interior del inmueble desde el mes de mayo de 1998, ha permirido la diagnosis de más de 500 metros cuadrados de subsuelo, distribuidos en cortes realizados en la mayor parte de la superficie del inmueble.

La construcción del edificio en fechas tan recientes tras la conquista castellana supuso la eliminación de buena parte de las plantas de época musulmana y no solo de sus últimas fases.

No obstante, y junto a unos interesantes niveles preislámicos, se ha tenido la ocasión de comprobar la existencia de distintos edificios de época musulmana cuya cronología podría arrancar del siglo XI para los más antiguos y llegar a época nazar[ para los más modernos.

De este último periodo, podemos decir que las estructuras se encuentran muy afectadas por las cimentaciones, sistemas de evacuación de aguas residuales y pavimentaciones originales del edificio (Foro 3). De 30 cortes abiertos sólo se han conservado estructuras en dos de ellos. En el patio principal del palacio se documentan muros realizados mediante ladrillos trabados con barro, alternando con mampuestos, definiendo una seric de espacios que corresponderían a ámbito doméstico. Así mismo, en el interior de una de las salas del inmueble, en el corte 21, rambién se localizan muros a los que se podían asociar restos de suelo, en este caso un paviment0 a base de mazarfes, y donde se pudo identíficar una letrina.

En el resto de los cortes localizamos cerámicas adscribibles a esta época en el interior de pozos y colmatando estructuras más anriguas. Este es el caso de los depósitos que colmaran unos baños, que se encuentran reutilizados para la instalación de un horno de pan (Foro 4) y amortizado, a su vez, por cerámicas nazarfes de última época.

En principio, aunque la excavación rodavía no ha concluido, podemos decir que la planta nazarf es fruto de una remodelación de un posible palacere almohade.

3.3. Calle Alcazabilla, 5-7

Esta intervención de urgencia dio como resultado la documentación de parte de una vivienda nazari, con fecha de fundación, en función a los maceriales asociados a las fosas de inserción de los muros, en torno a fines del siglo XIII y comienzos del XIV, que arrasaba por completo, quedando algunos restos de canalizaciones, una vivienda almohade. Como dato de mayor relevancia tenemos que destacar la presencia de un poyete, posiblemente perteneciente a la cocina, y de un sistema de canalización de aguas residuales que desembocaba en un pozo negro ubicado en el centro de un adarve, colmarado con materiales nazaríes de última época, junto a un dinar de oro acuñado por Muhammad X111, el Zagal'?. Este adarve separaba a esta vivienda de otra, que fue reutilizada y en parte reestructurada en los primeros momentos de la conquista cristiana (Foro 5).

3.4. Molina Larios, 12

Los niveles nazaríes aparecidos en esta excavación están asociados a la fabricación de un pozo de agua dulce perteneciente a una vivienda nazarí, arrasada por la construcción de una casa en el siglo XVI. La fosa de inserción del pozo fue rellenada con materiales nazaríes de última época de forma intencionada, para lograr la impermeabilización del terreno. Posteriormente, el pozo queda colmatado y sellado con materiales cristianos, una vez construida la vivienda.

4. Estudio de la cerámica

Consideramos al conjunto de cerámicas que ofrecemos como una representación actualizada de los tipos que se produjeron y consumieron en Málaga en época nazarí, y con este estudio pretendemos ampliar anteriores sistematizaciones realizadas para ámbitos geográficos más amplios13 o tipos muy concretos. Los materiales proceden de actuaciones muy recientes, donde las propias características estratigráficas y la aportación de las fuentes documentales nos permiten, no solo hablar genéricamente del periodo nazarí, sino poder incluso, distinguir las producciones de los primeros momentos de los tipos más evolucionados o novedosos de última época, aunque en su conjunto y como veremos, se mantienen buena parte de sus variantes a lo largo del mismo. Estas matizaciones de carácter cronológico serán analizadas en un epígrafe aparte.

La terminología empleada para la designación de los tipos cerámicos es la sistematización propuesta en su momento por Roselló Bordoy14, donde se contemplan prácticamente la totalidad de las series conocidas con excepción de algunas variantes o tipos cuya funcionalidad resulta aun difícil de definir.

S.xv

Presentan los mismos tipos de vidriados que los ejemplares anteriores y los mismos tonos en las decoraciones. El ejemplar número 9 es el único que está vidriado en verde esmeralda por sus dos caras,

Los motivos decorarivos consisten en estrellas de cuatro puntas (n* 8), una de ellas sobre una forma ovalada (n9 11), en líneas concéntricas (n“ 8), en cuadrados y lazos (n9 11), tanto en manganeso como en azul cobalto,

4.1.2. Cuencos

Mostramos un solo ejemplar, con paredes curvas y borde apuntado. Repié anular. Vidriado al interior y al exterior en blanco con motivos en azul cobalto que son imperceptibles por su deterioro. Pertenece a los niveles de abandono del Palacio de Buenavista, por tanto fechable en

el siglo XV (n. 12).

4.1.3. Jofainas

Las pastas son anaranjadas, en la mayoría de los ejemplares, y beige (n* 14, 18, 21), con desgrasantes muy finos.

5, XIV

Las jofainas de este periodo cronológico se enclavan en dos tipos diferenciados.

a) No presentan vidriados por ninguna de sus caras, con carena en el cuerpo y bordes exvasado al exterior y sección circular. Las bases son ligeramente convexas, no teniendo repiés. Presentan engalba blanca en sus superficies externas e internas (n° 13, 14)

b) Cuencos con borde simple divergentes, de sección circular y repiés anulares con protuberancia central en el solero. Los dos ejemplares son de loza dorada con o sin azul cobalto; no pudiéndose identificar los motivos existentes (n" 15-16).

S. xv

Existen tres tipos diferenciados.

a) Jofaina de borde quebrado con paredes troncocónicas. Borde apuntado. Está vidriado en blanco con trazos en verde oscuro y tiene decoración en el exterior (n9 17),

b) Jofainas con perfiles simples, con forma de cuencos, con repiés anulares y bordes reentrantes con sección circular. Un ejemplar es de loza dorada (n* 21), cuyos motivos son inapreciables, los restantes están decorados en azul cobalto sobre vedrío blanca (n* 19, 20), cuyos motivos consisten en líneas horizontales, y en cuerda seca total (n. 18). Todas tienen la cara externa

vidriadas en blanco.

<) Jofaina o escudilla de loza dorada con paredes curvas y borde en ala con borde apuntado hacia arriba, repié anular y solero convexo (n° 22, 23)'6.

4.1.4. Jarrito-a

Como caracteristica general, las jarriras, en su mayoría, están elaboradas en pasta pajiza,

aunque hay algunos ejemplares con pastas anaranjadas (n* 27, 28, 35, 40, 41). Los desgrasantes son finos y muy finos con pastas muy bien decantadas.

La variedad ripológica es amplia, destacando sobre todo las jarritas decoradas en manganeso. S. XIv

Existen distintos tipos, tanto por su morfología como por sus decoraciones:

a) Jarritas-os con cuerpo recto o ligeramente curvo, sin vidriar, estriado, con cuello corto moldurado y borde exvasado al exterior con sección circular y vidriados en verde oscuro al interior y al exterior en forma de chorreones. El ejemplar número 24 tiene un motivo epigráfico en manganeso. No se aprecian asas, aunque esto no es óbice para que las renga (n® 24, 25).

b) Jarrita con cuello recto, ligeramente entrante con molduras. Borde exvasado al exterior con sección triangular. No está vidriado. Un ejemplar como este se puede ver en el trabajo de Grenier de Cardenal'? y un ejemplar completo en los fondos del Musea Nacional de Arte

Hispanomusulmán de Granada'® (n® 26).

Jarrita con cuello recto, con asas circulares, presentando un pequeño apéndice en la parte superior. Está vidriado al exterior en azul turquesa, mientras que al interior el vidriado es de una tonalidad verdosa muy clara (n® 27).

d) Jarro con pitorro o alcarraza; muestra estrías en el cuerpo. El labio esrá exvasado al interior con moldura para posible tapadera. El pico vertedor está decorado con líneas en manganeso (n° 28).

e) Jarritas con cuerpo curvo y estriado, decorado con trazos de manganeso. El cuello, en forma de ese, está decorado en toda su superficie en manganeso con un espiral entre dos líneas horizontales con la técnica del esgrafiado. El borde es apuntado (n* 29).

f) Cuello con paredes divergentes y borde apuntado, Presenta en la parte superior del mismo una franja horizonral en manganeso con motivos florales entre dos líneas horizontales esgrafiados.

Al interior el borde está decorado con una línea de manganeso (n* 30),

g) Fondo de jarrita, repié anular, pestaña inclinada que marca el comienzo del cuerpo (n* 31).

h) Fonda de jarrita, repié plano con pequeña escotadura en la zona de separación con el arranque del cuerpo que presenta rrazos en manganeso, posiblemente perteneciente a un motivo epigráfico (n* 32).

i) Jarrita con cuello que se estrecha hacía la carena que marca la separación entre el cuello y el borde. Éste posee remate apuntado y una franja de manganeso con dos líneas gruesas esgrafiadas que enmarca una línea de espigas (n* 33).

1 Tenemos que agradecer la importante colaboración en la realización de este trabajo de nuestros compañeros ARANCIBIA ROMÁN, ANA; CISNEROS GARCIA, MARÍA ISABEL: ESCALANTE AGUILAR, MARIA DEL MAR:

FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, LUIS; NAVARRO LUENGO, ILDEFONSO y SUÁREZ PADILLA, JOSÉ.

3 SOTO IBORRA, A.; NAVARRO LUENGO, 1.; SUAREZ PADILLA, j.; FERNANDEZ RODRÍGUEZ, LE.; SANTAMARÍA, J.A.: SÁNCHEZ, ).M.: «Excavación de Urgencia en C/ Cortina del Muelle». Anuario Arquealdgico de Andalucia. Urgencias, 1994. (En prensa).

4 NAVARRO LUENGO, I.; SUÁREZ PADILLA, J.: FERNÁNDEZ RODRIGUEZ, L.E; SANTAMARÍA, J.A;

SÁNCHEZ, J.M: «Una mezquita almohade en Malaga: informe de la excavacion arqueolégica de urgencia en el

solar n® 24-26 de la ¢/ San Juan (Málaga)». AAA 94, 111, (En prensa).

5 ÍÑIGUEZ SÁNCHEZ, C. y MAYORGA MAYORGA, J.E.: +Un alfar emiral en Málaga», La cerimica altomedieral solar en el sur de Al-Analus. 1er Encuentro de Araqueología y Patrimonio Ed. A. Malpica., Granada 1993. pp. 117-138.

6RAMBLA TORRALVO. J.A y MAYORGA , J.F. Un alfar de época altoimperial en calle Carretería, en figlinae Malaciranae. La producción de cerámica romana en los terriotorios malacitanos. Málaga, 1997,pp 61-78.

7 Aunque aun no son muy abundanres las evidencias arqueológicas destaca la verificada en el sondeo del edificio

de la Generación del 27, en ACIEN ALMANSA, M.: PERAL BEJARANO, C.y RECIO RUIZ, A.: «Informe de la intervención arqueológica de urgencia efecmada en la calle Ollertas de Málaga». Mainake, XI-XII, (1989- 90), pp. 233-250. * GARCIA GÓMEZ, E. y LEVI-PROVENGAL. EE: Sevilla a comienzos del siglo XIl, El tratado de ibn 'Abdun, p.

113, donde se especifica que alas alfarerfas se instalarán en torno al foso que rodea a &ta (la medina) donde hay

terrenos más espaciosos». I De lo cutal son prueba los intentos de su traslado s comienzos del siglo XVI, asunto que st recoge en una RP.

de los Reyes Carólicos, en MORALES GARCÍA-GOYENA. . Documentos históricos de Málaga. Vol. 11, Granada 1906-7, pp.73-74.

10 Esto fue el resultado de una excavación de urgencia en C/ La Puente-Cañaveral en el año 1997, cuyo informe está depositado en la Delegación de Cultura de Málaga. (Inédito).

11 Esta excavación aun está en proceso de realización.

12 Para ver aspectos referentes a este tipo de moneda ver MEDINA GÓMEZ, A.: Monedas Hispano-Musulmanas. Toledo, 1992, p. 521, lámina 200, moneda n* 260.

13 Como la última de las realizadas para el ámbiro en donde se incluye Málaga de ACIÉN ALMANSA, M y orros en: «Evolución de fos ipos ceramicos en el $ E de al-Andaluss, en V Collogue Incernarional sur la céramigue médiévale en Mediterané Occidenrale. Rabar, 1995, pp: 125-139.

M ROSELLO BORDOY, G: Ensayo de sistematización de la cerámica dmbe de Mullorca. Palma de Mallorca, 1978.

15 Todos los ejemplares de este rrabajo poscen los mismos tipos de desgrasantes, constituidos por calizas, esquistos y cuarzos debido a las características de las arcillas. Esta es una peculiaridad muy significativa de la cerámica malagueña, que se ha podido constatar como una constante en todas las producciones locales en distintos momentos históricos.

16 Podemos afirmar con toda seguridad que este tipa de escudilla se producian en Málaga durance el siglo XV. como hemos podido documentar en la excavación de urgencia que hemos realizado durante el mes de junio en C/ Dos Aceras esquina C/ Guerrero, donde aparecen restos de hornos de alfar y en el que se encuentran ejemplares de este tipo aun sin vidriar.

17 GRENIER DE CARDENAL, M.: «Recherches sur la céramique médiévale marrocaine», / Colloque International sur la céramique médiévale en Médirerrande Occidentale. Valbonne, 1978, pp. 227-249. Fig. 7 b-a.

18 MARINETTO SÁNCHEZ, . y FLORES ESCOBOSA, 1.: «Estudio tipo cronológico de la cerámica nazari:

Elementos de agua y fuegon, V Colloque Intemaríonal sur la céramique médiévale en Méditerrande Occidenral,

Rabat, 1991, pp. 178-190, Fig. ! dy le.

19 Tenemos que agradecer con gran sinceridad y profundo afecto 2 la doctora M* ANTONIA MARTÍNEZ NUNEZ. la realización de las lecturas de los epígrafes de las cerámicas que hemos presentado en esta ponencia, al igual que la localización de las aleyas coránicas relacionadas con los epígrafes expuestos, lo cual ha permitido que este trabajo quede completo en un aspecto fundamental, la lectura de las decoraciones epigráficas.

20 ACIÉN ALMANSA, M. ecalir: «Evolución de los tipos cerámicos en el S.E. de al-Andalus». V Colloque Inrernarional sur la céramique médiévale en Médirerrande Occidental. Rabar, 1991, pp. 125-139. Fig. 082.1 y 082.2.

21 FLORES ESCOBOSA, L «Algunos tipos de loza azul y dorada encontrada en la Alhambra». 11 Congreso de Arqueología Medieval Española, Tomo 11, Madrid, 1987, pp. 627-635. Lám. ll, Fig, 1.

Jarrita-o con paredes curvas, repié alto y solero convexo, El exterior está vidriado en turquesa con decoración en manganeso formando líneas onduladas y puntos (n* 34).

k) Jarrita con cuerpo globular y asas circulares. El arranque del cuello nos indica que las paredes del mismo son rectas. Repié anular con solero convexo. El exterior está vidriado en verde esmeralda y el interior en verde claro. Hay redomas de tradición almohade con una morfología muy parecida, no descartando que este ejemplar fuera una de ella (n9 35).

5. xv

a) Jarrita con repié anular y pestaña, semejante al ejemplar anterior n9 31, aunque en esta ocasión, este último elemento es algo más grueso y horizonral. Cuerpo sinuoso con dos asas que parte desde la parte central de dicho cuerpo hasta mitad del cuello. Este presenta paredes rectas rematado con un labio reentrante, claramente marcado y apuntado (n* 36). La decoración que presenta la jarrita es en manganeso con motivos epigráficos (n® 36), aunque fragmentos de orras jarritas de este tipo se basan en metopas con lineas oblicuas y líneas horizontales (n9 36, 37, 38). Los bordes al exterior también están decorados con manganeso. Un ejemplar está decorado con la técnica de la cuerda seca parcial (n* 39),

b) Jarriro con paredes curvas divergentes con labio exvasado al interior con sección triangular. En el exterior tiene una banda horizontal en el tránsito entre el cuello y el labio de manganeso. Al inrerior tiene varias líneas horizontales incisas y un asa de puente. No sabemos si podría tener orra asa más, ni la función que posee (n® 40).

Jarrita de loza dorada de pequeñas dimensiones con cuerpo curvo, de donde parten las dos asas y cuello divergente, Repié anular con solero cóncavo (n* 41 ).

4.1.5. Redoma

Todas ellas tienen pastas anaranjadas con desgrasantes muy finos.

S. xIv

Para este periodo sólo presentamos dos tipos de redomas bien diferenciadas en su-morfología.

a) Redoma piriforme con molduras en el tránsito del cuerpo al cuello, al igual que en este último. Puede tener labio trilobulado o simple (n* 44), exvasado al exterior donde culmina el asa. El repié esanular y el solero es ligeramente convexo. Está vidriada al exterior en color verde esmeralda y al interior en verde claro, casi amarillo (n* 42).

b) Redoma de cuerpo troncocónico invertido con marcado quiebro en la zona del solero.

Repié anular. En el tránsito del cuerpo al cuello posee una pequeña moldura. Está vidriado al exterior en un tono verde esmeralda y al interior verde claro. No tiene asas (n9 43).

S. xv

Para este periodo observamos que el tipo anterior, número 43, perdura, aunque el ejemplar que exponemos es de menor tamaño (n® 45). Igualmente, existe la redoma piriforme, esta vez decorada en azul cobalto con motivos epigráficos y florales (n® 47). Las únicas variantes observables son los ejemplares número 46 que tiene un repié muy reducido y con líneas horizontales en azul cobalto sobre fondo blanco, y el ejemplar n9 48 en loza dorada, que posee un repié bastante pronunciado y solero convexo.

4.1.6. Epigrafía'”

De los tres motivos epigráficos que nos aparecen en las dos jarritas y en la redoma, el más conocido y común, dentro de los tipos de jarritas nazaríes, es el que aparece en el ejemplar número 36, en caracteres nasjfes: al 'izza (la gloria) haciendo referencia al epígrafe al “izza li-llah

(la gloria es de Dios). Más complicada en su lectura es la epigrafía en cursiva de forma esquemática que aparece en la jarrita número 24. Existen dos posibilidades, que efectivamente sea una epigrafía: al-yumn (la felicidad) o que sea una marca de alfarero, sin poder decantarnos por una posibilidad, Por último, la epigrafla más complicada en su lectura es sin duda la que se muestra en la redoma 47, ya que se entremezcla con lazos y motivos florales que dificultan en gran medida su visión. Se presentan en dos áreas epigráficas, en graffa cursiva y con puntos diacríticos. En la izquierda sólo se han podido distinguir algunos grafemas iniciales de algunos términos, pero sin poderse realizar una restitución. Sin embargo, en el área derecha sí se ha podido proponer una lectura con algo más de seguridad, a pesar de ser también fragmentario y

muy escaso lo conservado.

En el primer renglón, y con orientación oblicua, se lee muhír, wel que abarca» o «rodea», Se trara de un término coránico, uno de los atributos de Allah. Aparece aplicado a Dios en varias aleyas coránicas y dentro, entre otros, de los contextos siguientes:

«Dios abarea lo que hacen». Q. 111,116 y VIII, 49.

«¿Es que Él no abarca rodo? Q. XLI, 54.

«Dios abarca todas las cosas». Q. 1V, 125.

En el segundo renglón, con la misma orientación que la anterior, se puede leer hayy, «Viviente», también aplicado a Dios. Se trata de uno de los atributos esenciales de Allah, que suele aparecer en el Corán en frases como las siguientes:

«Dios, no hay dios sino El, el Viviente, el Subsistentes, Q. II, 256 y III, 1.

«Él es el Viviente, no hay dios sino Él», Q. XL, 67.

«Apóyate en el Viviente, en Quien no muere». Q. XXV, 60.

Por lo que se refiere a la última parte del epigrafe, tras hayy, podría leerse el término Allah, con una grafía semejante a la utilizada en el cúfico de esta ctapa; es decir, con los dos lam apuntados y formando un arco.

4.1.7. Portaviandas

Lo denominamos asf siguiendo el término acuñado por Manuel AciénTM, ya que otros autores lo denominan orcita?!.

El ejemplar que nos ocupa tiene cuerpo bicónico, carena muy pronunciada que separa el cuerpo del cuello. El labio es recto con escoradura interna y sección rectangular. Tiene un apéndice en el centro del labio, Está solamente vidriado al exterior en verde esmeralda. Aparece en los niveles del siglo XIV (n® 49).

4.1.8. Copira

El único ejemplar que puede integrarse en esta serie es el número 50 que presenta paredes muy finas, con pasta anaranjada, repié alto y decorado a la cuerda seca parcial. Aparece en contextos del siglo XIv.

4.2 Preparación de alimentos

4.2.1. Marmita

Todos los ejemplares tienen pastas rojas con desgrasantes finos. Sus caras internas están vidriadas en tonos que van desde el melado claro y oscuro al verde oliváceo. Igualmente, los labios y parte del cuello están vidriados en forma de chorreones, menos la pieza número 53 que no posee esta característica.

S. X1V

Hay dos tipos diferenciados dentro de las marmitas de esta época.

a) Marmitas con paredes curvas convergentes, cuellos rectos con escoradura diferenciado por una pequeña arista que remarca el inicio del mismo. Labio apunrado y pestafia al interior que sirve de soporte para la tapadera (n* 51, 52, 53). Hay una variante dentro de este tipo, que presenta las mismas características antes descritas, menos la escoradura que separa al cuerpo con el cuello, que en este caso no existe (n? 54). Sólo en un ejemplar se evidencia la existencia de asas, siendo éstas voladas y circulares (n9 51).

b) Marmita con paredes curvas convergentes, cuello recto y labio engrosado al exterior con sección cuadrada. En el interior riene un pequeño resalte para la tapadera (n* 55).

S. xv

Mostramos un solo tipo dentro de este periodo cronológico, el cual presenta cuerpo globular, que remata en un cuello corto diferenciado del resto de la pieza por una escotadura, El labio es recto y es de sección circular (n* 56),

4.2.2. Cazuela

Todas las cazuelas tienen pastas rojas con desgrasantes finos, menos el ejemplar 62 que es gris, resultado de una cocción reductora, Casi todas poseen vedríos al interior en ronos melados, reniendo las paredes excernas parcialmente vidriadas. Hay dos ejemplares que no están vidriados por ninguna de sus caras, el 62 y el 63. Este último, que se integra en este conjunto por su morfología más que por su funcionalidad, ya que no se aprecian señales de fuego, tiene una engalba blanca al interior y al exterior y presenta engobe rojo en el interior del labio.

Existen cinco tipos bien diferenciados dentro de las cazuelas del siglo XIv,

a) Cazuela con cuerpo curvo y estriado de donde arrancan las múltiples asas, remarando en una visera horizontal que marca el inicio del labio. Este está engrosado al interior y es de sección circular (n9 57).

b) Cazuelas con cuerpos curvos, bordes en ala elevada de seccién cuadrada, con un saliente al interior que sirve de tope para las tapaderas. Las bases son convexas, diferenciadas del resto de la pieza por una pronunciada carena (n* 58, 59).

Cazuelas con cuerpos troncocónicos, cuello corto con escotadura, base convexa diferenciada del cuerpo por una carena. El labio es bífido y exvasado al exterior. Poseen dos pequeñas asas que se sitúan en el labio o en el tránsito entre el cuerpo y el labio (n* 60, 61).

d) Cazuela sin vidriar, cuerpo con marcada carena que diferencia éste con la base, que podría ser convexa. Labio en ala inclinada hacia abajo de sección cuadrada. No riene asas. Son frecuentes en contextos merinfes en Algeciras22. Manuel Acién la denomina jofaina, aunque entre interrogación23.

La presencia de señales de fuego en el cuerpo nos indica su uso como cazuela (n® 62). Cazuela con cuerpo biónico con carena que lo separa de la base convexa. Labio exvasado al exterior con sección triangular, al interior presenta un saliente para posible rapadera. Tiene dos asas que arrancan de la carena y remaran en el labio. No está vidriada por ninguna de sus caras, sin embargo se aprecia una engalba blanca por rodo el cuerpo y roja en el interior del labio. Podría ser una pieza con una funcionalidad distinta a la de cazuela, ya que no tiene señales de uso, aunque lo desconocido de la misma nos obliga a incluirla, por su morfología, en esta serie. No descartamos la posibilidad de que sea un portaviandas sin apéndice en el labio (n9 63).

5.Xxv

Existen dos tipos diferenciados.

a) Cazuela con cuerpo bicónico, con posible base convexa. Labio bífido para encajar la tapadera de sección triangular (n 64).

b) Cazuela de pequeñas dimensiones (11 centímetros de diámetro de borde y 34 de altura). Pared troncocónica, cuello reentrante y labio de sección circular. La base es plana, con pequeño resalte al exterior (n* 65).

22 TORREMOCHA SILVA, A.; NAVARRO LUENGO |.; SALADO ESCAÑO, J. B «La cerámica de época marini en Algeciras», En este mismo volumen. Fig. 5c.

23 ACIÉN ALMANSA, M.: «La cerámica medieval del testro romano de Málaga=. Mainake VIT-1X. Málaga, 1986-87, pp. 225-240. Fig, 83.

24 CRESSIER, P.: RIEDA FRAU, Ms. M. ROSELLO BORDOY, G:: La cerámica rardo almohade y los orígenes de

la cerámica nasrí. Palma de Mallorca, 1992. Vease Fig. 4-3 y p. 30. Cuadro lI1.

25 DOMINGUEZ BEDMAR, M:: Vivir en al-Andalus, Exposición de cerámica. (S. IX-XV). Almería, 1993. pp. 32-33.

26 TORREMOCHA SILVA, A. er alii: Op: cit: Fig. 4b.

27 TORREMOCHA SILVA, A. er alii: Op. cir. Fig. 12e.

4.2.3. Quesera

Pieza con cuerpo sinuoso y estriado, base plana con perforaciones. Cuello acampanado con labio exvasado al exterior y seccién triangular. Las asas arrancan desde la parte central del cuerpo y terminan en el labio. Hay ejemplares con cuatro asas. Está melado al interior y al exterior hasta la zona media del cuerpo. La pasta es rojiza con desgrasantes muy finos. Ejemplares similares existen en los Guájares?*, en Vera” y en Algeciras® con esta misma denominación (n® 66),

4.3. Contenedores de fuego

En este apartado incluimos piezas que su funcionalidad primaria está relacionada con el fuego, como los candiles y en general todos los utensilios para iluminar, los braseros y los anafes, aunque éstos podrian estar, dado su uso básico y complementario, en el apartado de preparación de alimentos.

4.3.1. Anafes

Las pastas de los anafes son rojizas o anaranjadas con desgrasantes medios y finos.

5. xX1v

a) Anafe con cuerpo curvo y paredes divergentes. Labio exvasado al exterior de sección cuadrada con escotadura como soporte para las cazuelas o marmitas. Al exterior tiene decoración de líneas horizontales y nudos incisos (n* 67).

b) Anafe con cuerpo curvo y paredes divergentes. Labio recto con sección cuadrada. Al interior presenta una pestaña como soporte y al exterior diversas molduras decorativas y dos mamelones como asas con un uso más decorativo que funcional (n® 68).

Anafe con cuerpo bicónico. En el sector más estrecho posee un cordón digitado. Las asas son horizontales con tres estampillas que representan flores dispuestas a lo largo de las mismas (n* 69).

a) Anafe con cuerpo bicónico. Labio exvasado al exterior y plano. Al interior presenta escotadura como soporte, Al exterior estd decorado con cordones digitados sobre las dos asas circulares (n* 70).

b) Anafe con paredes curvas y divergentes. Labio exvasado al exterior inclinado hacia abajo.

Al interior tiene una escotadura como soporte. El exterior se decora mediante líneas incisas horizontales y onduladas (n* 71).

4.3.2. Brasero

Tipológicamente es muy parecido a la cazuela n® 62 sin vidriar que anteriormente hemos estudiado, pero el hecho de que las señales de fuego estén al interior y no al exterior nos muesrra que su función fue la de brasero.

La pasta es de color rojo con desgrasantes finos. No posee ningún tratamiento superficial.

Cuerpo con carena y base convexa. El labio es de ala horizontal y exvasado al exterior con sección cuadrada. Aparece en los niveles datados en el siglo XIV (n* 72).

4.3.3. Candil de pie alto

Las variantes formales de estos útiles son mínimas. Las pastas son rojizas con desgrasantes muy finos. Todas presentan la misma morfología, peana, fuste con una pequeña moldura, cazoleta de pellizco y asa que va desde el labio de la cazolera hasta la base de la peana. La decoración es igualmente variada, vidriado verde esmeralda (n° 73), este ejemplar concreto fechado en el siglo X1V, vidriados en turquesa (n° 76) o en azul cobalto con decoración consistente en líneas horizontales y pseudoflores (n* 77), fechados en el siglo XV.

Las variantes más significativas se encuentran en la peana, donde lss pacedes verticales tienen distintas dimensiones, con bordes apuntados, y en la altura global de la pieza.

4.3.4. Lamparilla

Es significativa la presencia de esta pieza en los niveles del siglo XIV, cuyos paralelos más próximos, por su funcionalidad más que por su morfología, se encuentran en Algeciras. La pieza que aquí presentamos posee un borde de 7 centímetros de diámetro por 2,2 centímetros de altura. No está vidriada, aunque sí posee una engalba blancuzca al exterior. La pasta es de color rojo con desgrasantes muy finos. El labio está exvasado al exterior con sección circular, paredes troncocónicas y base con pestaña ligeramente cóncava. En el interior se puede apreciar las señales de uso. Debieron colocarse en soportes de cerámica o, con mayor probabilidad, en almenaras metálicas (n* 74).

4.3.5. Pie de candil

Denominamos de esta manera esta pieza aceptando el término utilizado por los autores de los Guájares, aunque también se le podría denominar siguiendo a Llubiá, antorchera, o soporte de vela según Duda”,

La pieza, semejante a la de la Alcazaba de Almería estudiada por los dos autores citados anteriormente, correspondería a la parte superior de la misma. Presenta un pedúnculo central en la parte más elevada dentro de una especie de cazoleta de paredes divergentes y finas. El fuste está torneado y posee distintos entrantes. Está hueco al interior con una pequeña moldura en la parte superior. La única decoración externa que presenta son lÍneas horizontales molduradas.

La pasta es de color rojo con desgrasanres muy finos, poseyendo una engalba blanca en el exterior. Este ejemplar lo fechamos en el siglo XIV ya que aparece en los depósitos de amortización de las viviendas del arrabal de Tabbanin en el sector de Santo Domingo (n® 75).

4.4. Utensilios complementarios

Se engloban todas las piezas que poseen utilidades complementarias a otros tipos cerámicos.

4.4.1. Tapaderas

Todas encuadrables en el siglo XIV, presentan pastas de color rojo o pastas pajizas (n® 81) con desgrasantes muy finos o medios. Podemos describir cuatro tipos diferenciados.

a) Tapadera de casquete semiesférico con pestaña y resalte para encajarse. El asa es de forma tróncocónica. Está vidriada en verde sólo al exterior (n9 78).

b) Tapaderas con asideros troncocónicos, superficies planas e inclinadas con pestaña y resalte para encaje. Presentan vidriados melados (n* 79) o verde esmeralda al exterior (n° 80) e interiores sin vidriar. Un ejemplar (n* 79) tiene un pequeño apéndice para asegurar un mejor encaje y un orificio en la superficie, podría corresponder a una tapadera de tetera.

Tapadera con borde en ala y pedúnculo central como asidero y base plana. (n* 81 ) d) Tapadera con base rugosa y borde vertical de pequeño tamaño. No se aprecia la existencia de asa de puente central, Podría servir como tapadera para tinaja (n° 82).

4.4,2. Reposadero de tinajas

Mostramos un sólo ejemplar perteneciente a los niveles de amortización de Santo Domingo, por tanto fechado en el siglo XIV.

La pasta es anaranjada con desgrasantes muy finos. Paredes verticales vidriadas en turquesa al exterior. La base donde descansara la tinaja tiene una engalba blanca y algunos goterones de vedrío verde. En uno de sus laterales se aplica el pico vertedor para desaguar (n* 83).

4.5. Bacines

Los bacines que presentamos son de pequeña altura. Poseen cuerpos troncocónico y troncocónico invertido con bases planas y labios exvasados al exterior de sección circular. Las asas son circulares y tienen un pequeño apéndice en la parte superior. Están vidriados al exterior en verde esmeralda, mientras que al interior los tonos son más claros, en algunos casos casi blancos (n* 84) y en otros turquesas (n* 85), Las pastas son rojas con desgrasantes medios. Los dos ejemplares están fechados en el siglo XIV.

4.6. Juguetes

Los denominamos de esta manera por lo reducido de sus tamaños. Los tres ejemplares presentados pertenecen a niveles fechados en el siglo XV. Dos piezas corresponden a la tipología de jarritas con pastas rojas y desgrasantes muy finos. Están vidriadas al exterior en azul turquesa (n° 86), siendo una de loza dorada (n* 87). El último ejemplar es una marmira vidriada al exterior en melado y con chorreones al interior del mismo rono. La pasta es roja con desgrasantes muy finos (n" 88).

4.7. Contenedores para almacenamiento

En este apartado englobamos todas las piezas que sirven para almacenar alimentos sólidos y líquidos, independientemente de su ramaño. Los distintos ejemplares estudiados son fechados en el siglo XIV.

28 CRESSIER P er alif: Op. cit. Fig. 11-2. Véase cambién pág. 33, Cuadro VI.

29 LLUBIA, L Ma.: Cerámica medieval española. Bareelona, 1973. Fig, 95.

30 DUDA. D:: Spanish-islamische keramik aus Almería. Vom 12, bis 15. Jahrhundert. Heidelberg, 1970. Fig. 80.

31 Un ejemplar idéntico en DOMINGUEZ BÉDMAR, M: Op. cit. p. 247.

32 PULGAR, H. DEL.: Crdnica de los Reyes Gardlicos Ed, ). de M, Garriazo, Madrid, 1943; pp. 283-284.

33 Perrenecientes al inmediato convento de Santo Domingo y canocida como Huerras del Obispo, cercanas a la casa del mismo nombre.

4.7.1. Tinajas

Exponemos dos tipos de tinajas diferenciadas ranto en su tipología como en su ramaño. a) Cuello de tinaja de gran tamaño. Paredes rectas con labio exvasado al exterior de sección triangular. Vedrío exterior verde esmeralda. En la cara externa presenta arcos polibulados en el borde y ménsulas con volutas. Bajo éstas flores aplicadas. No está vidriada al exterior. La pasta es de color rojo con desgrasantes finos (n9 81).

b) Tinajas de menor tamaño que la anterior para almacenar legumbres y alimentos similares para ser manipulados directamente de ellos. Las pastas son anaranjadas con desgrasantes finos.

Poseen una engalba blanca tanto al interior como al exterior. Los cuerpos son ligeramente convexos y las bases planas. Los labios son cortos de sección circular (n* 82) o en ala casi vertical de sección cuadrada (n* 83). Las decoraciones consisten en líneas incisas onduladas y horizontales o señales digitales en la parte inferior de la pieza (n® 82).

4.8. Indefinidos

En este apartado incluimos aquellos ejemplares que no podemos determinar la funcionalidad que poseían ni el uso final que le dieron, aunque sf podemos señalar algunas posibilidades como hipótesis.

Uno de los tipos más llamativos lo conforma una pieza completa y el borde de otra de un posible vaso con pasta pajiza, cuerpo sinuoso, labio exvasado al exterior y base plana con repié anular, presentando un engobe blanco en toda su superficie externa e interna. Los diámetros de los bordes son de 8 centímetros, teniendo una altura, en el ejemplar completo, de 10,2, La funcionalidad más lógica es la de contenedor de líquidos. Las dos aparecieron en niveles de amortización fechados en el siglo X1V (n* 86, 87).

Otros de los tipos que hemos denominado indefinidos son dos ejemplares que por tratamiento de superficie, con engalba blanca, por pastas, de color rojo y desgrasantes medios, y por morfología, podríamos definirlos como braseros, aunque la ausencia de señales de fuego en las dos piczas nos hace desechar ese uso. Cabe la posibilidad que fueran pequeños alcadafes o

aguamaniles sí tomamos las características anteriormente descritas, ya que, a priori, son semejantes a las que presentan los alcadafes en general.

Las características más sobresalienres de estas dos piezas son las decoraciones, consistentes en la aplicación en las paredes de pseudoflores (n® 84) y rollos de arcilla (n* 85), y los fondos estriados (n? 85). Ambas aparecieron en los niveles de Santo Domingo, por ranto les damos una cronología del siglo Xiv.

5. Algunas consideraciones cronolégicas

Al realizar la presentación de los distintos conjuntos cerámicos hemos intentado aportar la mayor cantidad de información posible acerca de la variedad formal de las series, y si hemos establecido dos grupos cronológicos en algunas de ellas no ha sido tanto con el fin de matizar las diferencias entre ambos siglos como por dejar claro que son tipos que ya arrancan del x1V con independencia de su perduración durante el siglo siguiente, asf como creemos poder distinguir otros tipos cuyo origen parece corresponder al último siglo, aunque en algunos casos son evolución de ejemplares anteriores.

Sin duda han sido los resultados de las últimas intervenciones efectuadas tanto en la medina como en los arrabales los que nos permiten aislar estos grupos con cierro margen de fiabilidad.

Los mejores conjuntos del siglo XIV pertenecen a los niveles de abandono de sectores del arrabal de Tabbanin, Si bien éste adquiere una extensión considerable, sobre todo a partir del siglo XIII, en la mediación de la siguiente centuria comenzará a producirse un decaimiento del barrio, que se traduce en un cambio en su fisonomía y extensión. Así, encontramos en distintos puntos, una parte de los conjuntos de manzanas, tanto viviendas como instalaciones industriales, ya en ruinas y convertidas en canteras de materiales constructivos.

Los lugares que ocupaban vienen a ser suplantados por espacios que perfectamente pudieron funcionar como huertas, desapareciendo el viario antiguo. En este sentido es significativa la descripción que hace de la Málaga de finales del XV el cronista de los Reyes Católicos, Hernando del Pulgar, tras el asedio de la ciudad "... tenía dos arrabales puesto en lo llano, juntos con la ciudad, el uno que está 4 la parte de tierra és cercado con fuertes muros é muchas torres; en el otro, que está a la parte de la mar, había muchas huertas e casas caydasTM?,

Serian, pues en estos niveles de abandono, que amortizan las estructuras ya arruinadas de las viviendas, las que aportaron este interesante lote de cerámicas caracterizado por su homogeneidad tipológica y cronológica. Por otro lado, el hecho de haber permanecido este sector como huerta®® hasta después del siglo XVIII, ha posibilitado la buena conservación de la estratigrafía en la cual no existen apenas elementos intrusivos, salvo algunos pozos de captación de agua, muy bien definidos, en donde aparecieron los únicos materiales de cronología cristiana.

Aunque es difícil precisar cual sería el origen de este abandono prematuro, se podrían barajar diferentes causas posibles en base a facrores de orden estratégico-defensivo. En este sentido, y por motivos de seguridad, pudieron despoblarse amplios sectores por considerarse sus moradores desprotegidos ante incursiones puntuales de los castellanos, si es que las defensas se encontraban en mal estado.

No obstante, no debemos descartar otras causas tales como epidemias, en concreto la de 1348, que provocó un importante descenso demográfico en las principales ciudades del Reino, o incluso la necesidad de un abastecimiento cercano y controlado de productos básicos de huerta en una zona especialmente favorable para su desarrollo como es ésta, aunque esta circunstancia parece más correcto considerarla como una consecuencia del mismo más que un fin en si.

Un dato de gran importancia que refuerza la propuesta cronológica de la cerámica aparecida en el arrabal de Tabbanin, es la documentación, en niveles asociados a la construcción del tramo de muralla sur de Mélaga, de un conjunto de cerámicas similares a las que presentamos.

Aunque el autor propone una fecha de mediados del siglo XIII para la construcción de las murallas en base a la cerámica aparecida, nosorros pensamos que la fecha de construcción de ese nuevo tramo debe llevarse al siglo XIV y más concretamente bajo el reinado de Yusuf P4,

Esto concordaría con la cronología propuesta por nosotros para determinados tipos cerámicos que aparecen en los niveles de amortización del arrabal, asf como en la fosa de inserción de la muralla.

Para el siglo XV han sido decisivos los niveles amortizados por las distintas construcciones de época cristiana temprana en el interior de la medina como la del Palacio de Buenavista o las viviendas de calle Alcazabilla, con pozos bien fechados por hallazgos numismáticos, donde nos ha sido posible obtener materiales que podemos considerar con bastante probabilidad de última época nazarí.

6. Conclusiones

Como el propio título indica, el trabajo que hemos presentado muestra una parte de los materiales recuperados en excavaciones que hemos considerado representarivas de este periodo por haber ofrecido buenas muestras, fundamentalmente, de los ajuares domésticos y que entre la variedad proporcionada nos da pistas para establecer una serie de conclusiones que a continuación ofrecemos de modo sucinto.

Dentro de los caracteres tipológico y decorativos tenemos:

— Una continuidad de las formas en buena parte de las series que se producen y consumen con respecto a la erapa anterior, lo cual es muy evidente dentro del grupo ataifor, jofaina, candil o redoma, con innovaciones que se manifiestan casi exclusivamente en los aspectos decorativos tales como la introducción de las líneas pintadas en distintos colores, negro, blanco, verde o azul, así como en los fondos vidriados en blanco o en distintas gamas de verde, donde destaca el turquesa.

— Perdura la récnica del esgrafiado en las jarritas, pero con motivos más simples que los que se dan en el siglo XIII almohade y postalmohade.

— Desaparecen la decoración estampillada en los ataifores, perdurando algo más en las grandes vasijas tipo brocal, reposadero, tinaja o anafes.

— La marmita mantiene algunos tipos de cuello recto más o menos alto y aparecen otras con pestañas interiores para tapaderas. Las cazuelas aumentan la longitud del ala, tanto en horizontal como elevada.

— Se diversifican los bacines, reduciéndose el tamaño de los tipos vidriados, formas que tendrán una perduración hasta época moderna,

Considerando la evolución de los tipos dentro del mismo periodo nazarf podemos observar que: — No derectamos estampillas en ningún ejemplar fechado en el siglo XV en las distinms series, — Aparecen en el siglo XV jofainas decoradas en cuerda seca total, lo que podría ser una influencia de la vajilla cristiana, ya que no es frecuente en época nazari la producción de este tipo de cerámica.

— La cazuela mayoritaria en última época es la de ala, no constarándose la cazuela de costilla, muy característica en época almohade y muy frecuente en los primeros niveles nazarfes.

Igualmente, es muy caracrerística del siglo XIV la presencia de cazuelas sin vidriar.

— La profusión en los contextos del siglo XV de las jofainas con borde en ala horizontal y remate apuntado, por lo que explicaría la ausencia de estos tipos en el catálogo de Flores Escobosa, basado, fundamentalmente, en piezas del siglo XIV.

En cuanto a los aspectos económicos debemos decir que la cerámica es en su globalidad de producción local, lo cual pone de manifiesto la importancia de la actividad alfarera en la ciudad de Málaga, en clara superioridad con los productos de importación, tanto del resto de la Península, como de fuera, cuya documentación se reduce casi exclusivamente a los productos ligures aparecidos en el ámbito del Castillo de los genoveses”,

Finalmente, tenemos que señalar que este estudio es un extracto de un trabajo global sobre la cerámica nazarí en Málaga, el cual ha experimentado un importante impulso con la aparición de los primeros hornos alfareros de esta época, aporrando grandes novedades tipológicas y cronológicas.

34 PEREZ-MALUMBRES LANDA, A.: «Sondeo arqueólogico en la muralla musulmana de Málaga en el solar de la calle Alarcón Luján, n* 3», Anuario Arqueológico de Andalucía 1991 Tomo I, Sevilla, 1993, pp, 342-349.

35 FLORES ESCOROSA, |.: Estudio preliminar sobre loza azul y dorada nazarí de la Alhambra. Madrid, 1988.

36 Véase nota número 2,

La céramique de la madrasa mérinide al-Bu 'ināniyya de Fès

Le site et son histoire

En 789, l'Imam Idris I donna naissance à la future capitale du Maroc unifié, pour la première fois, sous une autorité indépendante du califat abbasside de l'Orient. Fès ne tarda pas à se hisser au rang de grande métropole de l'Occident musulman grâce à sa position favorable, lui permettant de communiquer facilement avec l'Orient, le Sahara, et al-Andalus¹. C'est en ces moments qu'elle offre l'hospitalité aux réfugiés cordouans condamnés par Al-Hakam I; ceux-ci se sont installés sur la rive portant, dorénavant, leur nom (la rive des Andalous). Quelques années plus tard, une autre vague d'émigrés, cette foisvenant de Kairouan, vint chercher refuge sur la rive qui portera, dores et déjà, le nom de madin at al-Karawiyîn (la cité des Kairouanais). Ainsi, alors qu'elle était encore dans son état de ville champignon, Fès avait la chance "d'accueillir de forts groupes de gens qui n'avaient pas à faire l'apprentissage de la vie citadine, mais qui, au contraire, venaient de cités adultes depuis longtemps, apportant leurs techniques et des modes de vie dont les berbères de madinat Fâs n'avaient qu'une idée incomplètes². Le domaine artisanal a dû s'affirmer dans la ville grâce à ce peuplement actif qui évite à Fès les tâtonnements de l'enfance.

Les deux rives jumelles semblent avoir connu un épanouissement économique malgré les rivalités qui s'installèrent entre elles, notamment à l'époque zénète. Cet antagonisme prend fin avec l'offensive de Yûsuf Ibn Tashfin qui décida, de main de maître, de les réunir à l'intérieur d'une même enceinte; il édifia ensuire, tout en haut du site, la casbah almoravide sur l'actuel emplacement de Budjlûd. Cer établissement donna à la ville une nouvelle configuration urbanistique; elle escaladait allègrement les collines de l'Ouest en direction de ce monument, tendant ainsi peu à peu à prendre sa forme actuelle3 (fig.1). C'est au moment de ces métamorphoses que les ateliers hérités des époques antérieures, ont été transférés vers le quarrier excentrique de la ville, loin des édifices résidentiels. A l'époque almohade, la ville allait connaître une prospérité économique et urbaine sans précédente. «Le calme et la stabilité de l'empire, les rapports plus étroits avec al-Andalus, devenue province de cet empire, y avaient contribuó. C'est à cette époque que l'artisanat de la poterie

atteint son apogée. Si le nombre de 188 ateliers, rapporté par 'Ibn Abi Zar, tire sa véracité et son authenticité de la source d'information qu'il a consulté (dår al 'ishråf: maison des impôts), nous ne connaissons pas, en revanche, la dimension du territoire auquel il s'appliquait. L'interprétation de ces statistiques nous amène à penser qu'elles couvrent le territoire de Fès, er non pas uniquement le cadre strictement urbain de la ville. Le statut de capitale que Fès a perdu au profit de sa rivale Marrakech, pendant les quelques siècles des époques almoravide et almohade, lui a été rendu par les Mérinides.A cette époque, la ville déborde ses remparts et crée, par la décision d'Abu Yúsuf Ya'küb, le noyau administratif de Fès al-djadid (la neuve). Aussi, elle atteint un degré de félicité et de quiétude que les sultans de cette dynastie ont éternisé par l'incomparable parure des madrasa, des funduk,des mosquées... Sous les shurfa saâdiens etalaouites, la ville a vu ralentir son dynamisme économique à cause des pénibles moments de famines et d'émeutes politiques; mais Fès a toujours gardé son cachet spirituel et religieux. L'historique des recherches Avant 1994 nous ne disposons d'aucune étude sur la céramique médiévale de Fès. La raison directe de cette situation tient au manque d'un programme de recherches archéologiques dans cette ville et à la difficulté des interventions de ce genre dans un cadre urbain encore vivant. Cependant, les sondages de la madrasa al Bu'inâniyya ont, pour la première fois, prouve l'intérêt de ces recherches. Ils ont mis au jour une énorme quantité de tessons céramiques dont nous avons étudié une partie dans le cadre du diplôme de l'Institut National des Sciences de l'Archéologie et du Patrimoine à Rabat7. La madrasa al-Bu'inâniyya porte le nom de son fondateur Abû 'Inân, le septième souverain mérinide (1348-1358); elle termine la série des madrasa mérinides de Fès. Elle est la seule de ses semblables à être conçue comme mosquée djâmi'o se prononce le sermonon du vendredi; en effet, elle est dotée d'une chaire à prêcher (minbar) et d'un minaret (Fig.2). er Les vestiges archéologiques se répartissent sur six sondages pratiqués à l'intérieur de l'oratoire et dans le patio de l'édifice (voir fig. 2). Le sondage 1, situé à droite du mihrâb, a mis au jour dans son niveau le plus profond, un complexe hydraulique constitué d'un bassin en brique cuite, agrémenté d'une vasque circulaire sur son côté le plus petit. La vasque et le sol entourant le bassin sont carrelés de zelliges polychromes du type badjmar, m'rabba?, mthallatht0 ssaft! (voir fig. 3). L'alimentation de ce bassin se faisait par le biais de deux conduits en terre cuite, vernissés intérieurement. Les fondations de la madrasa ont fortement altéré ce complexe hydraulique. Le sondage 3, situé devant le mihråb montre la continuité du sol précédent.(voir fig. 4) Dans le patio de la madrasa, le sondage 4 a révélé un sol en brique cuite lié à un pilier de forme rectangulaire en brique également traitée à la chaux.(voir fig. 4) Un autre pilier de ce genre liéà un sol en brique disposéeen chevron (voir fig.4) percé d'un regard d'eau potable qui diffusait l'eau à l'aide d'un conduit de direction Nord-Sud, a été découvert dans le sondage 5 (voir fig. 5). Le regard est alimenté par le canal souterrain découvert dans le sondage 6, et qui longe le sous-sol de la façade nord de la madrasa. Il s'agit d'une galerie bouchée de part et d'autre par les fondations de l'édifice (voir fig. 6). Ainsi, l'occupation du site en premier lieu, semble avoir donné naissance à une architecture du type palatial, reflétant la quiétude et le bien-être de ceux qu'elle l'occupait. A cette occupation, succédait une architecture sobre dont on n'a mis au jour qu'un sol en moellons maintenu par un épais mortier en chaux, et étalé sur une bonne partie du patio de la madrasa. Pour interpréter ces vestiges importants, il convient de rappeler que les Almoravides ont été les premiers à aménager officiellement la partie ouest de la ville de Fès pour fonder leur grande casbah qui comprenait, entre autre la demeure du gouverneur. Un édifice prestigieux de ce genre ne peut êrre toralement oublié par les textes. En effet, nos recherches dans les sources arabes n'ont pas été sans résultat: dans une citation, reprise par 'Ibn Bartuta2, Al Djazna'13 nous apprend que la majestueuse madrasa d'Abû 'Inan fut édifiée à l'endroit dit Sük al-kasr (Souk du palais). Ce toponyme n'a pas été complètement oublié; au XVIlle siècle, il est mentionné par un document sur la répartition de l'eau à Fès¹4, Le toponyme résume, à notre sens, toute l'histoire du site avant la construction de la madrasa; les mots sont exprimés dans l'ordre chronologique qui fait que le «palais» est antérieur à l'implantation du «marché». Les niveaux les plus profonds sont done liés au palais almoravide de Fès, rasé par les Almohades, pour installer un marché danssun u quartier o la casbah almohade reste toujours l'élément fondamental. Le reste de la casbah almoravide s'étendrait encore vers l'Ouest, vers la porte almohade de Bâb Mahrük o nous avons exhumé plusieurs silos utilisés, au moins jusqu'au XIVe siècle. La canalisation en galerie, quant à elle, représenterait l'une des premières réalisations hydrauliques almoravides à Fès, destinées à alimenter en eau toute la rive des Kairouanais. Son remplissage, constitué essentiellement d'énormes quantités de céramiques, d'ossements, forme une couche monostrate résultant d'un comblement naturel. Nous ne pouvons parler dans aucun cas d'un dépotoir, car nous sommes persuadés qu'elle servait de canalisation jusqu'au moment o les travaux de la fondation nouvelle furent lancés, en 1350, par Abû 'Inân. La conception architecturale de la madrasa exigeait de changer l'emplacement de la canalisation qui jouera depuis, en dehors de sa fonction originelle, un rôle esthérique de premier ordre¹5 Nous sommes donc, dans le cas de ce travail, devant un corpus important de la céramique de Fès au XIVe siècle

Etude du mobilier

Au XIle siècle, la ville de Fès possédait un atelier de production de la céramique dont nous ne connaissons que l'emplacement. Le transfert de ce centre s'avère obligatoire, devant le développement urbanistique envahissant. La découverre d'al-Bu'inâniyya peut être considéré comme le premier travail archéologique à Fès qui a fourni des quantités importantes de matériel céramique susceptible de fournir des indications précises sur les producrions de cette ville à la fin du Moyen Age, et sur les relations qu'elle entretenait avec les autres contrées. L'étude que nous avons effectuée, a essayé d'établir un équilibre entre les aspects technologiques,morphologiques et décoratifs du matériel. En ce qui concerne le premier aspect, il convient de préciser que 90% du matériel appartient à la céramique tournée, répartie sur deux grandes catégories de pâtes céramiques dont les 73,2% sont atcribués aux productions locales conformément aux données géologiques, sédimentologiques de la région, et aux analyses du laboratoire réalisés par R. El-Hraiki¹7 (voir fig. 17). Cegroupe, lié uniquement à la céramique non culinaire, ne fait appel a aucun dégraissantajouté volontairement aux argiles par le potier; en revanche les inclusions, contenues originellement dans les argiles, ne font pas défaut. Leur présence en quantité importante et de grand calibre, est le meilleur argument démontrant que le lavage des argiles n'a pas été pratiqué. Le potier, conscient de la qualité des argiles de Fès, ne consacrait guère de temps à les purifier; il se contentait, comme il le fait encore actuellement, de les tremper dans une fosse. Les 26,8% constituant le reste du matériel, se répartissent en deux groupes importants, résultant de l'importation de la céramique culinaire que l'atelier ne peut pas produire. 10% de ce groupe est représenté par la céramique modelée de tradition berbère, produite vraisemblablement dans les ateliers ruraux de la région (voir fig. 7; 16); 16,3% appartiennent à la céramique tournée importée d'ateliers que nous n'avons pas pu identifier jusqu'à présent. Ces observations attestent l'activité des rapports qui unissaient la ville de Fès, d'une part à sa campagne immédiate, er d'autre part aux autres centres du monde andalou-maghrébin. Morphologiquement, le matériel d'al-Bu'inâniyya a mis en évidence une grande variété de séries et de formes céramiques. La céramique modelée se présente en deux séries différentes: - les marmites (voir fig. 7): c'est un groupe de céramique qui rassemble une série de forme et de taille différentes, appartenant à la tradition berbère. Elles sont à base d'une pâte grossière avec un dégraissant abondant et volumineux; la finition de cette série est faite à l'aide d'un lissage interne permettant de régulariser les parois et de leur offrir une certaine étanchéité. Le répertoire décoratif des marmites modelées est représenté essentiellement soit pit par le décor incisé en lignes horizontales ou ondulées, soit par le décor appliqué sous forme d'un cordon à impressions, soit par le décor peint monochrome en brun de manganèse. -les jattes (voir fig. 7): ce sont des formes ouvertes à parois convexes divergentes, décorées en brun de manganèse. Cette forme recèle pour nous, un aspect social important; elle serait «l'apanage» des gens les plus démunis de la société auxquels l'achat de la céramique vernissée

n'était pas accessible. Ce genre de production «grossière» trouve donc encore beaucoup d'acheteurs dans une ville ou la production tournée est est presque généralisée. La céramique tournée, quant à elle, peut être classée sous les catégories fonctionnelles suivantes: 1 - Vaisselle de cuisine (voir fig. 8; 18): elle se compose essentiellement des marmites et des casseroles. La première série a un profil globulaire, un col cylindrique et deux anses verticales; elle reçoit une glaçure interne de couleur miel. Ces formes correspondent aux types que nous avons déjà vu à Belyounech8, Ksar-es-Seghir er la région des Jbala-Ghomara20, La seconde série est constituée de casseroles à fond convexe, parois convexes convergentes et lèvre à double inflexion pour recevoir le couvercle. Elles sont toujours liées aua type de marmite précédent et leur diffusion est semblable. L'origine de cette production nous échappe encore pour l'instant; si nous optons pour l'existence de plusieurs centres de fabrication, il reste à préciser quels sont les ateliers auxquels la ville de Fès fait,en priorité, appel pour subvenir à ses besoins en céramique culinaire? C'est la même céramique urilisée presque dans tout le Nord du Maroc et en alAndalus à l'époque nasride2 et qui nécessite une recherche approfondie et collective sur son origine, sa diffusion, son évolution et les spécificités locales de chaque atelier (Fig. 24). 2-Vaisselle destinée au service des aliments (voir fig. 8; 9; 10; 18): c'est la catégorie la plus importante qualitativement et quantitativement; elle toralise, à elle seule, 69,30% du matériel. Elle se compose essentiellement des séries suivantes: - Pichets et petites jarres: ils constituent près de 17 % du matériel. Les formes sont très variées et chronologiquement rattachées auxux traditions du XIVe siècle. -Bols et plats: constitués de formes différentes, ces types fonctionnels forment près de la moitié du mobilier (46,31%). L'alimentation paraît avoir été basée sur des plats communs pour les repas principaux, et sur des bols individuels pour serviressentiellement les potages. Les bols sont pour la plupart à fond plat ou à pied annulaire, parois convexes divergentes, glaçure interne et externe et pour quelques uns, un décor curviligne sous glaçure miel. Les plats, quant à eux, présentent des pieds annulaires, des parois convexes divergentes ou droites divergentes avec un bord différencié. 3 - Vaisselle de conservation et de transport (voir fig. 10; 11): elle totalise 3,97 % du mobilier(voir fig. 18). Elle comporte des cruches à parois convexes divergentes puis convergentes, un col cylindrique ou légèrement évasé etune lèvre souvent à épaississement ou en bourrelet externe. Cette série ne reçoit pas, dans le cas de norre matériel, de couverte glaçurée, ce qui suggère qu'elle est destinée essentiellement à la conservation de l'eau. Les jarres de conservation sont à parois convexes convergentes avec ou sans col long à profil cylindrique et une lèvre en bourreler 4- Eclairage (voir fig. 11; 18): il constitue 5,78% du matériel. Les lampes de la madrasa alBu'inâniyya appartiennent aux lampes en coupelles ou à pied haut, c'est une production largement diffusée à partir de la seconde moitié du XIle siècle dans tout le monde andaloumaghrébin. Au XIVe siècle, les lampes à pied-haut deviennent largement majoritaires.

1 H. TERRASSE, E.I (2),II., p.837-843.

2R. LE TOURNEAU, 1949, p.47. 3 3 Les vestiges exhumés au niveau le plus profond de la madrasa al-Bu'inâniyya sont, sans doute, liés à ce grand édifice qui couvre probablement aussi les alentours de l'actuelle porte de Budjlůd. A.

4 TOURI, 1980, p.7.

4 IBN ABI ZAR, p.48-49.

6Ces sondages ont dte pratiqués en 1992 par les étudiants de l'Ecole des Ingénieurs de Rabar supervisés par М. Moussa Aouni (archéologue à ADER-Fès), dans le but de la reconnaissance des fondations de l'édifice.

7A. FILI, 1994.

8 Forme carrée de 11 à 12 cm de côté, non glaçurée.

9 Forme glaçurée de 3 à 4 cm de côté.

10 Forme glaçurée triangulaire. Forme trapézoïdale, glaçurée. 

12 IBN BATTUTA, p.664.

13 AL-DJAZNA'I, p.53.

14S. ALLOUCHE, 1934, p.60.

15 La première raison de ce déplacement serait d'installer la fondation de la madrasa mais, la canalisation serait depuis, à ciel ouvert, ce qui offre à la cour unu aspect esthérique intégrant l'eau jaillissante, le ciel encadré par les tuiles vertes de la corniche du patio et l'homme. Ce même dispositif se retrouve également dans l'archirecture nasride, notamment à la Allambra de Grenade.

16 Nous ignorons encore qui a pris cette décision, mais nous croyons que l'atelier évoqué par le texte d'IBN ABр ZAR', se trouvait déjà en place au moment o Idris Il entreprenait les travaux de construction de la rive al-Karawiyyine. Il a éré déplacé pour laisser place à sa grande mosquée er à son palais. Cette analyse figurera dans le travail de thèse que nous préparons sur la céramique médiévale de Fès sous la direction d'André Bazzana à l'Université Lumière à Lyon.

17 R. EL-HRAIKI, 1989, pр.97.

18 Sur la céramique de Belyunesh voir l'unique article de Micheline de CARDENAL, 1980.

19 Sur la céramique de Ksar-es-Saghir, voir les travaux archéologiques de Charles Redman er de son équipe. Pour un céramologue médiéviste l'apport de ces recherches est très limité er la méthode suivie est sujette à caution.

20 Voir les travaux de l'équipe franco-marocaine de Jbala-Ghomara; une synthèse intéressante sur les découvertes céramiques de cette région a été dresser par André Bazzana et Yves Montmessin à l'occasion du Colloque sur la Céramique Médiévale en Méditerranée tenu à Rabat. BAZZANA et al., 1995.

21 Voir les diverses interventions dans ce volume.

22J. HEDGE COE, S. Samar Damluji, 1993.

231lesttemps de relancer la recherchesur cette production particulière en se basantsur les analyses du laboratoire des rrouvailles des sites andalou-maghrébins.

24 M. OLAGNIER-RIOTТОТ, 1968.

25 Voir FILI, à paraître. 26 Ces analyses ont été effecruées an Laboratoire de Céramique de Lyon sous l'autorité scientifique de Maurice Picon er par le financement de Middle Tennessee State Universiry. Je saisie cette occasion pour les remercier très vivement.

5-Objets céramiques à usage architectural (voir fig. 11; 12; 25): les sondages d'al-Bu'inâniyya ont permis de remonter l'utilisation des pavements de zelliges à une époque antérieure aux Almohades. Jusqu'à une date récente on ne disposait d'aucun vestige révélant cette utilisation. Les pièces sont essentiellement de forme carrée, triangulaire ou rectangulaire; les formes polygonales ne seront généralisées qu'à l'époque mérinide où cette industrie atteint son apogée avec l'émergence des ateliers spécialisés uniquement dans la fabrication des zelliges?, Les techniques décoratives de la céramique de la madrasa al Bu'inàniyya sont multiples et variées (voir fig. 13; 14; 15). Près de la moitié de l'échantillon est pourvue d'un décor (voir fig. 21; 22). Les techniques les plus utilisées sont respectivement le décor incisé avec 20,78% de la céramique tournée et 48,6% de la céramique décorée, er le décor peint sous-glaçure avec 10,78 % de la céramique tournée et 25, 2% du décor. La cuerda seca, le décor peint sur émail et le décor estampé ne représentent que des valeurs inférieures à 2% du matériel (Fig. 26; 27; 28). Aucun spécimen du décor esgraffié n'a été trouvé à Fès malgré la diffusion très large de cette céramique; cela justifie le caractère strictement littoral de ce décor23 Le répertoire des motifs propose essentiellement des thèmes végétaux sous forme de fleurons stylisés de rosettes à pétales... La plus grande richesse se manifeste dans le thème géométrique: il présente des motifs linéaires, curvilignes allant du plus simple au plus complexe. Les motifs zoomorphes et épigraphiques sont très peu abondants; les premiers sont sous forme d'un poisson stylisé en peinture sous-glaAure; les seconds invoquent le Dieu unique par la formule de rawhid: lå iläha illa Allah (il n'y a de divinité qu'Allah), calligraphiée en caractères cursifs semblables à ceux du vase de Sidi Kacem, rattaché à la même époque4 Il est important de souligner également que les motifs décoratifs de la céramique de la madrasa al-Bu'inaniyya se distinguent par leur simplicité, leur sobriété et marquent un monde ou les valeurs de l'Islam orthodoxe et la symbolique qui les exprime sont enracinées. c'est là l'esprit de la tradition almohade qui continue encore, en pleine éclosion mérinide, à fasciner les potiers de Fès. L'étude statistique confirme de son côté cette rendance.(pourçentages des marmites par rapport aux casseroles notamment) (voir fig. 18) En conclusion, nous croyons que la céramique de la Bu'inàniyya de Fès, a le mérite de présenter une production très variée et en même temps homogène de point devue chronologique. Si la première moitié du XIVe siècle paraît acceptable pour la datation de ce matériel, aussi bien d'après les textes que d'après les données archéologiques et céramologiques, il serait possible de l'affirmer en prenant compte par exemple de la durée nécessaire pour qu'un curage de canalisations serait obligatoire. Cette information peut être collectée soit dans les textes des nawâzil ou dans les traditions du terrain suivies par la corporation des kwadsiya. Comprendre cette question, c'est comprendre, avec plus de rigueur, le problème de la canalisation et de son comblement; mais c'est surtout préciser -peur-être à quelques années près- le tableau chronologique de notre matériel. Ce dernier a mis en évidence la place prépondérante que l'atelier de Fès occupait, d'une part pour pourvoir auxbesoins de la ville et d'autre part, pour répondre aux importations de sites aussi prestigieux comme Sijilmasa qui a livré des spécimens céramiques incontestablement d'origine fassie.

Il faudrait également intégrer au sein de cette étude toutes les données textuelles que nous avons rassembler, dans le cadre de recherche que nous avons mener sur la céramique médiévale du Maroc: l'état de la question, et qui concerne notamment l'implantation des ateliers et la terminologie de la céramique. Nous n'avons pas pu non plus y adjoindre les données des analyses de laboratoire en cours qui attestent par exemple que la quasi totalité de la céramique en bleu de Cobalt er lustre métallique d'al-Bu'Inâniyya est importée de Malaga26

Bibliographie selective

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Una aproximación al estudio de la cerámica en la Ceuta mariní

1. Introducción

Al iniciar el trabajo que hoy presentamos nos planteamos en primer lugar la definición de los límites que enmarcarían el mismo. No es ésta una cuestión baladí. Todos hemos usado, con mayor o menor frecuencia en conversaciones informales con colegas pero también en exposiciones públicas y en textos impresos expresiones tales como cerámica emiral, califal, almohade, etc. Incluso para otros periodos como el clásico se designan las cerámicas como ibéricas, romanas, visigodas. En la mayoría de los casos estos adjetivos tienen un valor exclusivamente cronológico, es decir, podrían ser sustituidos sin mayores problemas por tal o cual año o siglo. Esto origina, a nuestro juicio, una cierta confusión. El avance cristiano, como es conocido, no fue ni mucho menos lineal y así nos encontramos con que, siguiendo esa interpretación meramente cronológica, llegaríamos al sin sentido al menos aparente de que esos adjetivos adquieren uno u otro valor dependiendo del lugar al que hagamos referencia. Asi la cerámica mariní, si marini es solo una datación, corresponde a diferentes momentos según hablemos de las cerámicas de Ronda, Algeciras, Ceuta, Alcazarseguer o Fez por ejemplo. Evidentemente esta identificación entre su adjetivación cultural y su cronología es el modo más extendido de designar a las cerámicas. Pero sospechamos que tras esos calificativos se esconden implícita o explicitamente en muchos ccasos algo más que una mera referencia cronológica. Pensamos que, en muchas ocasiones, cuando se denomina a una cerámica como almorávide, almohade o mariní por ejemplo se pretenden dar a entender que se trata de producciones «características de una determinada organización política y social. Así a la hora de definir el titulo, y por lo tanto los límites de nuestro trabajo, valoramos tres posibilidades:

a).-Cerámica mariní en Ceura. Suponía aceptar la existencia de una producción cerámica que bien por sus características tipológicas o decorativas o bien por la combinación de ambas sería exclusiva y determinante de colectividades bajo el dominio territorial mariní. Los datos que disponemos sobre la existencia de esta cerámica mariní son muy vagos, por lo que este apartado sólo puede plantearse como una hipótesis de trabajo, aunque algo podremos discutir más adelante.

b).-Cerámica de la Ceuta marinl.

Este apartado estaría dedicado a la cerámica producida en Ceuta durante la época marini. Los datos a aportar son aqui más abundantes puesto que en el pasado año se excavó un horno en el alfar del Llano de las Damas, que vendría a sumarse a los dos descubiertos en el mismo paraje en 1987. No obstante no dejaría de ser una visión parcial ya que sólo se aportaría la caracterización de una sola hornada de un horno de un alfar en un momento concreto. La contribución mayor viene dada, a nuestro entender, por la información que desde el punto de vista de la tecnología cerámica dicho alfar aporta y la caracterización de las pastas que en él se emplean. También, aunque en menor medida, debe valorarse la tipologla ofrecida por este horno. c).-Cerámica en la Ceuta mariní. La tercera opción era aportar una sistematización de toda la cerámica usada y hallada en Ceuta durante el periodo de dominación mariní. Este planteamiento ofrecería una visión global sobre el repertorio cerámico incluyendo las producciones ceutíes, las importaciones, el estudio de las técnicas y motivos decorativos, las relaciones de este ambiente cerámico con el mundo nazarí o cristiano, etc. En el estado acrual de nuestra investigación, ral empresa resulta, hoy por hoy, imposible y superaría con mucho los límites marcados para su presentación en este Coloquio. Sólo se nos presentaba una respuesta airosa ante la duda de cual de estas opciones elegir: exponer un bosquejo de nuestros conocimientos y nuestras intuiciones sobre el repertorio cerámico en la Ceuta marinf, plantear nuestras dudas y esperar que las conclusiones que se extraigan de este Coloquio permitan un acercamiento lo más correcto posible al conocimiento de la cerámica mariní de Ceuta.

2. Principales yacimientos

Antes de comenzar nuestra exposición creemos conveniente contextualizar los hallazgos cerámicos objetos de estudio. La procedencia de éstos se puede encuadrar en tres grupos principales: Horno del Llano de las Damas, viviendas de Huerta Rufino y otros hallazgos procedentes del casco urbano de la actual Ceuta. *Horno de Llano de las Damas. El complejo alfarero del Llano de las Damas se ubicaba en el arrabal de Afuera de la ciudad medieval, quizá incluso más allá del mismo, en un lugar donde se concentran diversas actividades artesanales y con unas características de poblamiento basadas en un hábitat disperso3. Aprovechaba dicho alfar una corriente de agua cercana y una cantera de arcilla.

En la última campaña de excavación se documentó un horno de barras que sufrió un derrumbamiento, no sabemos si accidental o intencionado, durante la cocción de una hornada y que podemos datar en torno a finales del siglo XIV o principios del xV. El agujero dejado por el desplome de la cámara de cocción y la galería de alimentación fue colmatado con materiales cercanos al horno. Además del horno propiamente dicho se documentaron una serie de estructuras anejas que debieron servir para el almacenaje y secado de las cerámicas producidas en el alfar. El conjunto cerámico aportado por este horno tiene la particularidad de ofrecer un depósito cerrado y homogéneo que revela un contexto de fabricación, que aunque limitado, es fiable y sin intrusiones. Huerta Rufino Dos campañas de excavación realizadas en 1995 y 1998 pusieron al descubierto restos de al menos siete viviendas datables a partir de mediados del siglo XIV ordenadas en torno a un viario rectilíneo. Las plantas de dichas casas responden a la de patio central descubierto con varias crujías construidas a su alrededor y estancias ordenadas en torno a dicho patio. Se documentaron entre dichas estancias salones con alhanfas, letrinas y cocinas, que presentaban la particularidad de contar con fogones construidos. Destaca el uso de una notables decoración tanto en los pavimentos como en las paredes, especialmente en éstas últimas, con paralelos en Chella y Granada. El material cerámico es muy abundante y rico, y presenta la particularidad de hallarse con total fiabilidad en contextos de uso, ya que la conquista portuguesa de 1415 motivó el repentino desalojo de las mismas y su abandono definitivo. Este hecho se ve refrendado por el lugar de aparición mayoritario de dichas piezas, las calles, lo que atestigua fehacientemente su utilización como ajuar doméstico hasta el último momento de la presencia islámica en la Ceuta medieval *Otros hallazgos. Teniendo como referente los dos yacimientos anteriormente citados, que proporcionan dos aspectos diferentes y complementarios como son los de fabricación y uso, hemos agrupado todo el resto de materiales de época mariní que se han recuperado a lo largo de los años en diferentes puntos de la ciudad procedentes tanto de hallazgos casuales como de excavaciones de urgencia.

3. Cerámica mariní en Ceuta

Como quedó de manifiesto al principio de nuestra intervención ésta temática se plantea como una hipótesis de trabajo, como una propuesta a discutir, sobre la que eses evidentemente necesario seguir profundizando en un futuro próximo. La historia de la investigación de la cerámica islámica del extremo occidental tradicionalmente ha girado, y en gran medida sigue girando, en torno a los estudios realizados sobre los hallazgos andalusíes. Son contadas las publicaciones destinadas a establecer tipologías y cronologías de la cerámica magrebí, especialmente del actual reino de Marruecos. Además, los estudios sobre yacimientos medievales marroquies han estado centrados también en cierta medida en el Marruecos septentrional. Por último, como en tantos otros lugares, la investigación ceramológica se ha ocupado principalmente de aquellas producciones denominadas de lujo olvidando la mayor parte de los conjuntos recuperados. Por todo ello, se comprenderá la dificultad de investigar la existencia de esas cerámicas marinies que pudieron ser producciones características de este nuevo estado. Se ha señalado en reperidas ocasiones como las nuevas dinastias que asumen el poder e intentan expandir su área de influencia, precisan legitimar este poder postulándose como los auténticos seguidores del Corán y del Profeta. Para conseguir esta legitimación numerosos instrumentos son utilizados: la titulación asumida por el soberano, las fórmulas epigráficas utilizadas, la creación de nuevas instituciones, las acuñaciones numismáticas y, claro está, la cerámica. Si en el caso de algunas de estas manifestaciones artísticas este carácter propagandístico había sido ya apunrado, nos preguntábamos si alguna producción cerámica de época mariní podría cumplir esta función. Algo así ha sido planteado, por ejemplo, para la cerámica verde y morado y el Califato omeya o para la cerámica esgrafiada andalusí del siglo XIII y su vinculación con la revuelta antialmohade de Ibn Hud. Los datos de que en la actualidad se disponen, no permiten aseverar la existencia de un vehículo propagandístico a través de alguna producción cerámica particular, pero si deja entrever la presencia de producciones características del ámbito marin(¹ que, promovidas o no desde esferas estatales, pudieran actuar como reflejo de grupos sociales y espacios territoriales concretos. Algunas hipótesis han sido ya planteadas en este sentido, como por ejemplo respecto a las producciones con pintura de manganeso sobre engobe amarillento, bajo cubierta incolora, o sobre la producción estampillada y vidriada en verde de Algeciras (TORREMOCHA/NAVARRO/SALADO, en este mismo volumen).

En nuestro caso, centraremos la atención en el estudio de parte de la producción cerámica esgrafiada y pintada de los siglos XIII y XIV recuperada en Ceuta. Conocidas en principio a través de los hallazgos de Sharq al-Andalus, la cerámica esgrafiada y pintada fue vinculada con los almohades, considerándola una cerámica «nueva», sin precedentes en el mundo andalusi, característica de los nuevos conquistadores y que habría desaparecido tan pronto como sus mentores fueron derrotados. Tomando como referencia los hallazgos levantinos, mallorquines y murcianos, los investigadores han venido planteando que tras la conquista cristiana, se produjo una desaparición de la cerámica esgrafiada. Aunque autores como J. Navarro y A.

Bazzana apuntaban yaamediados de los ochenta que estas atribuciones no podían generalizarse al conjunto de la cerámica esgrafiadas, éstas han constituido un excelente apoyo en la atribución de cronologías. Hace algunos años, el Dr. Acién reinterpretó estas cerámicas explicándolas como consecuencia de la reacción antialmohade protagonizada por Ibn Hud, relacionando su color negro característico con el utilizado por éste y sus seguidores en vestimentas y enseñas que proclamaban formalmente su vinculación al califato abbasí (ACIÉN, 1996). Sin entrar en el fondo de la cuestión, queremos plantear la posibilidad de que, analizando la distribución de esta cerâmica fuera de Sharq al-Andalus¹, las diferencias de las producciones murcianas y de las recuperadas en asentamientos bajo la esfera mariní a uno y orro lado del Estrecho de Gibraltar, el repertorio de motivos, su cronología más tardía, etc., al menos parte de esta producción esgrafiada y pintada pueda ser vinculada con los marinfes¹3 En primer lugar, hemos de analizar la peculiar distribución que presenta esta producción cerámica. Nuestras noticias, basadas tanto en lo publicado como en informaciones facilitadas por algunos colegas, señalan su presencia en toda la zona de influencia mariní en la Península Ibérica: al-Binya de Algeciras, Tarifa, Gibraltar, yacimientos fronterizos gaditanos como Olvera, reocupados puntualmente por los mariníes, puertos de primer orden como Málaga, erc¹5. Al otro lado del Estrecho se documentan en Ceuta, Belyunes, Alcazarseguer, Tiguisas, Lixus, Salé, Chella y Marrakech con una cronología de los siglos XIII y XIV1. Las diferencias en los tipos más tempranos (I, II y IV) respecto a los materiales de Sharq al- Andalus son evidentes.

1. En primer lugar ninguna pieza hallada en Ceuta tiene los característicos trazos pseudoepigráficos pintados al interior del cuello de las producciones murcianas y algunas almerienses (NAVARRO, 1986a), (FLORES et alii, 1999).

2. Otra segunda diferencia, consiste en la no utilización de motivos antropomorfos y en general, en el empleo de un menor número de motivos y una más tosca resolución de éstos en los ejemplares ceutíes y norteafricanos.

3. Por último indicaremos que se han documentado formas exclusivas en Sharq al-Andalus sin representación en Ceuta y viceversa. Por lo que respecta a nuestros tipos tardíos (VII, VIIIy IX) cabe destacar su peculiar distribución andalusí (como antes comentamos), con una evidente similitud especialmente con los hallazgos malagueños. Por otro lado, debe señalarse la homogeneidad de este conjunto cerámico, especialmente con relación a los paralelos magrebíes. Pensamos que es necesario recordar llega- dos a este punto, las hipótesis de A. Bazzana sobre los esgrafiados de Belyunes (BAZZANA, 1986, p. 8) y de Redman sobre los de Alcazarseguer (REDMAN, 1986, p. 120), esta última con apoyo de análisis mineralógico, respecto a la posibilidad de la fabricación en Ceuta o su territorio de dichas piezas. Por último, la insistente presencia de una fórmula epigráfica similar en todos los tipos tar- dios, que Acién (ACIÉN, 1987, p. 232) interpreta como una forma evolucionada de la eulogia al-izzah li-llah (la gloria es de Dios), podría reforzar la idea de su caracterización como una cerámica propia marin[18

4. Cerámica en la Ceuta mariní

La presencia de alfares capaces de conseguir productos de cierto nivel tecnológico y estético esta atestiguada para la ciudad, de modo indirecto, al menos desde fines del siglo XII. Efectivamente, en la decada de los años veinte, en la zona del Llano de las Damas fue encontrado un brocal de pozo vidriado en verde (POSAC, 1962, p. 108), que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico de Tetuán, en el que se trazó en el barro aún fresco la siguiente inscripción: Hecho en el taller de Haj Buluggin en el mes de rabia de 586.

Dentro del innumerable conjunto de hallazgos recogidos por C. Posac en las décadas de los sesenta y setenta que se encuentran depositados en el Museo de Ceuta se encuentra un lóte procedente del solar de la actual sinagoga (esquina C/ Sargento Coriat y Beatriz de Silva) entre el que se incluye algunas piezas de utillaje de alfarería. De forma más o menos especulativa la producción cerámica de Ceuta ha sido admitida como un hecho por la mayor parte de los investigadores. Recordemos nuevamente por ejemplo como Redman y su equipo atribufan a Ceuta el origen de buena parte de las cerámicas recuperadas en Alcazarseguer anteriores a 1415 (REDMAN, 1986), (MYERS/BLACKMAN, 1986). Desde finales de la década de los ochenta quedó constatada la presencia de una actividad alfarera ene nuestra ciudad¹. Efecrivamente, en dos campañas han sido excavados al menos tres hornos, abundantes cerámicas y utensilios relacionados con esta actividad artesanal. Nos centraremos en el estudio del último horno aparecido en 1998 que se encontraba colmatado en parte con los restos procedentes de la última hornada allí cocida. A partir de este estudio podemos conocer algunos rasgos relevantes en relación con la tecnología alfarera, caracrerización de las producciones, etc.

Comenzando por la tecnología cerámica indicaremos que el horno documentado es de barras, sin parrilla. La galería de alimentación es de planta rectangular con una anchura aproximada de 80 centímetros y una longitud de 220 centimetros. Esta excavada en el firme y recubierta con diverso material cerámico y refractario (cubierta de ladrillo y adobe).

La cámara de cocción carece, como hemos indicado, de parrilla y tiene unas dimensiones de 160 centimetros de diámetro máximo. Las barras debieron tener en torno a los 50 cm de longitud y presentan un grosor decreciente desde la zona que se introducía en la pared de la cámara de cocción hacia su extremo, que termina en punta.

Los hornos de barras se utilizaron tanto en territorios islámicos como cristianos. En la P. Ibérica se han documentado entre otros lugares en Balaguer (Lérida), Zaragoza, Valencia, Murcia, Córdoba, etc20.

Anejos al horno se documentaron un pequeño hogar quizás destinado a la frita del vedrio21 o alguna otra actividad relacionada con el horno y diversas estancias vinculadas también a la producción alfarera (almacenaje, secado de piezas, etc...).

El análisis de la producción a escala macroscópica permite la caracterización de las pastas. Son arcillosas, muy plásticas, de color rojo ladrillo, de aspecto escamoso con inclusión de numerosas partículas blancas, generalmente de pequeño tamaño, y escasas vacuolas. En ocasiones, ha sido posible identificar pequeñas partículas de color negro, posiblemente pizarra, usados como desgrasante. No hemos apreciado una distinción clara en la naturaleza de las pastas en función del tipo de vasija a realizar. Las diferencias radican en el mayor o menor grado de decantación de éstas y en el grosor y número de los desgrasantes empleados.

Dos características, su porosidad y su alto contenido en óxidos férricos, las hacen especialmente adecuadas para la conservación de liquidos (agua) y para su uso en la producción del ajuar destinado a las tareas culinarias.

El modelado de las piezas se realizó siempre a torno excepto las asas, aplicaciones de cazuelas, pitorros de los jarros, etc. Las piezas estaban mayoritariamente bizcochadas. No obstante, algunos ejemplares se encontraban vidriados.

Una observación detenida de las piezas permite deducircir que el vedrío nunca se aplicó por inmersión. En las formas cerradas se vertía el vedrío, removiéndolo para que se impregnasen las paredes y luego se vaciaba. Los bordes aparecen, en consecuencia, vidriados por completo con chorreones producidos accidentalmente durante el proceso oo enen el secado previo a su cocción. También se aplica intencionalmente al exterior sobre todo en los cuellos.

Las formas abiertas recibían la aplicación de veủrio con muñequilla, pincel e incluso con la mano o se introducían parcialmente en el recipiente que contenía el vedrío, manchando el exterior sólo en una parte, y se volreaba para que cubriese las paredes.

La cocción fue oxidante. Las manchas negruzcas o grisáceas y las piezas de cocción reductora deben ser consecuencia de la brusca interrupción de la cocción causada por circunstancias accidentales. Un hecho significativo es el caso de los fondos de ollas y cazuelas que aparecen ennegrecidos por el apoyo de otra pieza encima sin separación, creándose una atmósfera reductora.

La mayor parte de las piezas recibieron una sola cocción, aunque también se han atestiguado en contextos de uso formas habitualmente vidriadas que en el horno aparecen sólo bizcochadas lo que quizái sea sea indicativo de una segunda cocción para aplicarles el vedrío.

Los vedríos usados son melados (mayoritarios) y verdes. La variedad de tonalidades del vedrío melado esmuy amplia en tanto que los vedrios verdes son predominantemente verde oliva u oscuro. Tras su examen visual, hemos podido diferenciar tres tipos de vedrío.

El primero es muy brillante, poco cubriente, que deja la superficie de la pared bajo la cubierta con un aspecto arenoso. El segundo es un vedrío homogéneo, brillante, cubriente, que podríamos calificar como de «normals. Por último señalaremos la presencia de uno muy espeso y mate. Un detenido reconocimiento de las huellas dejadas por las adherencias entre piezas y separadores y el chorreo que experimentaron los vedríos, nos permite reconstruir la forma de carga. Las piezas se sostenían sobre el entramado de barras boca abajo.

Las piezas sin vedrío se situaban una sobre otras sin más, en tanto que las vidriadas hacian uso de separadores de diferente naruraleza. Uno de estos cos elementos eran los atifles de diversos tamaños, que debieron usarse principal mente para separar ataifores entre sí. También fueron usadas comoo separadores coronas con apéndices de diferentes diámetros. Su cometido sería separar formas abiertas de formas cerradas, generalmente ataifores y ollas.

Los restos de vedrío localizados en las coronas siempre chorrean desde los apéndices hacia su base plana lo que nos da indicio de su colocación (sobre los apéndices un ataifor boca abajo y la base plana sobre el fondo exterior de una olla). Esto, unido a la presencia de ollas con chorreones desde la base hacia la zona superior reafirma su colocación de la forma descrita22, También se usaron para aislar las piezas durante su cocción fragmentos de cerámica. Se utilizó desde material de construcción hasta fragmentos de piezas para calzar y separar las formas vidriadas.

Las fracturas de estos útiles aparecen con chorreones de vedrío, lo que demuestran tal uso. Las marcas dejadas en estos fragmentos y en las barras del horno confirman la carga boca abajo de la mayoría de laspiezas tratándose principalmente, dado su diámetro y grosor, de ollas y cazuelas en tanto que los ataifores presentan siempre en su pared interna las marcas de apoyo sobre apéndices, ya sean de atifles o coronas. La última hornada.

Las características de pasta, modelado y cocción son similares a las del resto de la producción del alfar es decir matriz arcillosa de color rojo ladrillo, modeladas a torno y con cocción oxidante. Producidas por el hundimiento del horno se aprecian una abundante tipología de daños sobre algunas piezas de esta hornada. La más frecuente es el aspecto reductor que presentan parte de las piezas provocada por la falta de oxígeno. También están presentes otros tipos de deterioros como deformaciones, fracturas por enfriamiento brusco, vitrificación de los vedríos, etc.

Aunque no se empleó en esta hornada de forma generalizada, se ha documentado la presencia de decoración sobre algunas piezas.

La más habitual está compuesta por grupos de tres ovas pintadas en blanco sobre ollas pero también en manganeso sobre un ataifor. Otros tipos de decoración son los grupos de tres trazos horizontales en manganeso sobre los cuerpos de las jarras, incisiones formando bandas onduladas, decoración a ruedecilla en una tapadera de pedúnculo y estampilla con motivo de roseta sobre la pared interna del ataifor antes mencionado.

Excepto la decoración sobre ollas y jarras y las incisiones, el resto parece obedecer más a pruebas que a productos acabados. Esta última circunstancia se aprecia rambién en los vedríos, ya que a excepción del que recubre los candiles, el resto se encuentra aplicado deficientemente. La tipologia muestra un variado repertorio de objetos presentes en esta última cocción. Sin embargo es preciso destacar que en muchos casos su presencia es meramente testimonial.

La producción de esta última hornada puede ser mejor comprendida al observar el gráfico de distribución del número mínimo de ejemplares de cada de una de las series cerámicas.

*Cocción y preparación de alimentos Ollas: Constituye la producción mayoritaria del horno. Se han documentado cinco tipos.

1.- Olla de fondo ligeramente convexo, cuerpo globular (algunas con pequeña carena), sin cuello y borde redondeado ligeramente exvasado. Presenta dos tipos de asas, asas redondeadas de sección circular (de orejas) y asas verticales de sección ovalada. Sobre el tercio superior del cuerpo se aplica un motivo decorativo pintado en blanco formado por un grupo de tres ovas.

Todos los ejemplares recuperados se encontraban sin vidriar. Dentro de esta forma se advierte la existencia de tres tamaños distintos. Como se aprecia en el gráfico conjunto de las ollas, es la forma más representada.

2.- Olla de fondo convexo, cuerpo globular ligeramente achatado, cuello corto y recto con acanaladuras al exterior y labio simple. La decoración presente en este tipo es similar a la ante

*Servicio, presentación y consumo

Ataifores. Escasamente representado en el conjunto (contrariamente a lo que sucede en contextos de uso). Solo seis ataifores han podido documentarse. Cinco de ellos reponden a piezas con pie anular, borde apuntado y paredes muy abiertas que terminan en un borde apuntado, con vedrío melado al interior. El otro, es un «plato cónico» que parece fue usado como prueba de cocción ya que presenta un vedrío melado interno parcial con manchas más o menos extensas, algunas de las cuales son aprovechadas para situar una serie de pequeñas estampillas irregularmente distribuidas.

Tazas/ vasos. Se ha documentado un número mínimo de doce piezas de tosca factura con base plana, paredes abiertas y borde simple, sin vidriar. Más de la mitad de ellos tenían una pequeña asa aplicada por lo que pueden ser considerados tazas. Jarritos Recipientes para líquidos de pequeño tamaño, siempre sin vedrío, su perfil se caracteriza por presentar una base convexa con pestaña, cuerpo globular o ligeramente achatado, paredes estriadas y cuello recto con pitorro para el vertido del líquido.

*Transporte y almacenamiento Jarras: A pesar de que se han recuperado bastante fragmentos de jarras de ninguna de ellas ha podido ser restituido su perfil completo. Podemos caracterizarlas por su base ligeramente convexa, cuerpo piriforme y cuello alto, ligeramente acampanado, que termina en un borde recto. Una incisión al exterior separa el borde del resto del cuello.

*Usos múltiples Lebrillos. Escasos en número, responden a los tipos habituales en este tipo de recipientes (fondo plano, cuerpo troncocónico y labio engrosado al exterior), aunque paradójicamente todos los localizados en el interior del hornono aparecen sin vedrío. Bacines. Los bacines localizados presentan base plana, paredes rectas ligeramente exvasadas y labio engrosado al exterior. Es habitual la decoración incisa de bandas onduladas y siempre aparecen sin vidriar.

Contenedores de fuego Anafres: Cinco ejemplares con base plana, cenicero troncocónico invertido con abertura para extracción de cenizas, parrilla ligeramente levantada con agujero central, cuerpo de paredes troncocónicas con agujeros circulares de aireación y borde bífido. Decoración incisa de bandas onduladas y horizontales. Candiles de platillo: Base plana, piquera de pellizco, asa de sección ovalada. Todos los ejemplares se encuentran vidriados.

Otras formas Tapaderas. Mayoritariamente tapaderas de pedúnculo (24-30 ejemplares). Presentan su base plana, pared troncocónica învertida, borde redondeado y pedúnculo central. El alero del borde siempre es más alto que el pedúnculo y se encuentra ligeramente vuelto hacia abajo. Todos los ejemplares se encuentran bizcochados. Una de ellas presenta una decoración a ruedecilla. Un posible ejemplar puede responder al tipo C de Roselló (ROSELLÓ, 1978), aunque se encuentra fragmentado y no presenta vedrío. Cangilones. Base apuntada por cortes a bisel, cuerpo sinuoso con estrechamientos en la zona central y borde, acanaladuras en la pared exterior, borde recto al exterior y biselado al inrerior.

5. Cerámica en la Ceuta mariní

Tal y como señalábamos al inicio de nuestro trabajo no es nuestra intención establecer en este apartado una sistematización tipológica de la cerámica recuperada en Ceura durante el periodo mariní. Esta tareа rea que supera en mucho el objetivo de la presente comunicación debe aguardar a que las investigaciones actualmente en curso sean culminadas. Hasta ese momento, nos limitaremos a trazar algunas de las características del repertorio tipológico más común conocido hasta el momento señalando sus peculiaridades más relevantes.

Entre los recipientes destinados principalmente a la cocción y preparación de alimentos destacan, como es habitual, cazuelas y ollas. Las cazuelas, de diámetros muy distintos, responden a modelos bien conocidos (base convexa, con paredes cortas y rectas que suelen terminar en un labio con resalte para recibir tapadera).

Casi siempre están vidriadas, generalmente en melado, al interior. Como hecho destacable mencionaremos la presencia de algunos ejemplares de «cazuelas de costillas» que suelen considerarse típicamente almohades. En cuanto a las ollas, más abundantes que las cazuelas, suelen presentar perfiles globulares con cuellos muy cortos o inexistentes que rematan en labios de distinta tipología que permiten definir diversas variantes, sin implicaciones cronológicas o funcionales especificas.

Como en el caso de las cazuelas, las cubiertas interiores en vedrío melado son las dominantes. El servicio de presentación y consumo de alimentos aparece claramente dominado por un tipo de fuente o ataifor, el llamado «plato cónico», que no es más que una evolución de tipos documentados durante el siglo XII/XIII. Los ejemplares ceuties son de notables dimensiones, con diámetros que alcanzan los veinticinco centímetros.

Los acabados son muy variados: desde vedríos interiores, casi siempre en melado y a veces en verde, hasta cubiertas más cuidadas del grupo de los azules cobalto y loza dorada o «verde y manganeso nazari», con gran riqueza ornamental de motivos geométricos, zoomorfos y fitomorfos24 Junto a estos ataifores documentamos también una u amplia variedad de platos o escudillas de menor tamaño y amplia tipología.

Entre los más modestos en cuanto a su acabado debemos mencionar un tipo con anillo de solero, paredes curvadas muy abiertas que terminan en un borde apuntado, siempre con cubierta de vedrío melado/marrón25. Junto a éstos, están presentes un amplio número de escudillas en azul cobalto y loza dorada que responden a tipología bien representadas en producciones nasrfes26. No obstante, debe mencionarse que algunas formas de escudillas con alas parecen relacionarse más con modelos levantinos que del reino nazari (HITA/VILLADA, en prensa [c]).

Concluiremos señalando la presencia de una un pieza en azul cobalto descubierta por Posac y publicada en numerosas ocasiones, que representa una gacela con la cabeza vuelta hacia atrás sobre un fondo de motivos vegetales. Se ha apuntado su posible datación en los siglos XIII (POSAC, 1967), (PAVÓN, 1970) o XIV (ZOZAYA, 1993) y su presencia en Ceuta ha permitido a algunos autores sugerir una posible ruta comercial desde Oriente?. Junto al grupo de fuentes y escudillas debe señalarse rambién la existencia de un amplio repertorio de recipientes destinados a la contención de líquidos.

Nos referimos claro está a las jarritas y jarritos. De entre ellos destacaremos en primer lugar un amplio conjunto decorado en azul cobalto y dorado con formas que remiten también a las conocidas en el reino nasrí, muy cercanas en algunos casos a tipos documentados en jarritas esgrafiadas y pintadas de época tardía muy abundates en contextos del siglo XIV ceutí (HITA/POSAC/VILLADA, 1997); (HITA/ VILLADA, 1998); (FERANDEZ SOTELO, 1988, TOMO II, pp. 98-100). Además de estas producciones más cuidadas contamos la presencia de otras mucho más modestas en las que están presentes las tipicas pestañas en la base que documentamos desde fines del siglo XII.

Por último, destacaremos un curioso recipiente de tosca factura que aparece en gran número. Se trata de un «vaso» de pequeño tamaño tradicionalmente considerados como elementos para beber aunque en muchos ejemplares su escasa estabilidad hace dificil aceptar este uso salvo que permaneciese boca abajo hasta que fuesen usados.

Las vasijas destinadas al transporte y almacenamiento siguen la linea ya indicada anteriormente en cuanto a la perduración de formas de siglos anteriores. La jarra de mediano tamaño con base plana, cuerpo piriforme, cuello cilíndrico alto y dos asas parece ser la más común. Contamos, no obstante, con ejemplares de tinajas de aletas ricamente decoradas que pueden ser incluidas dentro del periodo de dominación mariní de Ceuta (FERNÁNDEZ SOTELO, 1988, tomo I).

Debemos destacar también dentro de este grupo un conjunto de tinajas, que podemos fechar en la segunta mitad del siglo XIV, cuyas formas son cercanas a los repertorios publicados en la Corona de Aragón28. En su mayoría proceden de un silo excavado en un solar cercano a la Basílica Paleocristiana por J. M. Pérez Rivera (PÉREZ RIVERA, inédito) en la que aparecen asociadas a material de construcción muy diverso y cerámicas islámicas.

Responden a tipologías no muy amplias (HITA/PÉREZ/VILLADA, en prensa) y entre sus características más notables se encuentra el presentar en bastantes de ellas marcas pintadas que parece ser sirvieron para identificar a sus propietarios (AMIGUES et alii, 1995, p. 349).

También es significativa la presencia en algunas de ellas de amplias manchas de vedrío verde. Identificadas en el silo mencionado, una revisión de las colecciones del Museo de Ceuta ha permitido identificar otros ejemplares de similares características y también en contextos de uso por ejemplo en Huerta Rufino. Estas tinajas son un indicio a nuestro entender del mantenimiento de intercambios comerciales de la ciudad de Ceuta con la Península Ibérica en un momento en que carecemos ya de fuentes notariales, tan abundantes en momentos anteriores (DUFOURQ, 1969) (LÓPEZ PÉREZ, 1995).

Los primeros datos en cuanto a su contenido parecen indicar que contuvieron miel, aunque es posible que se trate de una reutilización posterior a su llegada a la ciudad. Otro conjunto significativo de cerámicas es el de los contenedores de fuego entre los que incluimos anafresy candiles. En cuanto a los primeros su tipología es bien conocida y solo cabe señalar su abundancia.

En cuanto a los segundos, predominan los de plarillo, casi siempre con vedrío melado, y los de pie alto con ejemplares simplemente vidriados y otros de acabado más elaborado en loza dorada y azul cobalto. Un hecho significativo a nuestro juicio es la presencia en Huerta Rufino de algunos fragmentos de candiles de piquera, de cronología netamente anterior al yacimiento y que constituyen una extraña perduración en cuanto a su uso.

Dentro del amplio conjunto de materiales de uso arquitectónico debe señalarse la abundante presencia de brocales de pozo, alguno de ellos localizados practicamente in situ, profusamente decorados con estampillados y casi siempre vidriados en verde. Tapaderas, mayoritariamente de pedúnculo central, lebrillos, bacines, de cuerda seca o simplemente bizcochados con decoraciones a peine y pequeñas miniaturas que son consideradas juguetes constituyen el repertorio ceurí habitual en este periodo.

Conclusiones

El análisis de los repertorios cerámicos ceutíes de los momentos más tardíos de la presencia islámica en Ceuta muestra, a pesar de la sucesión de estudios publicados desde hace décadas, que nos encontramos aún en una fase inicial de su estudio.

Durante décadas los hallazgos proceden fundamentalmente de recuperaciones más o menos esporádicas y de la excavación de silos. En consecuencia, la riqueza en el número de hallazgos contrasta con las dificultades de su estudio desde un punto de vista histórico debido a la ausencia de contextos arqueológicos bien definidos.

Sólo en los últimos años han podido ser excavados lugares de habitación y centros de producción que nos permitirán conocer en mayor profundidad las características de estas cerámicas. La importancia del estudio de los materiales ceutíes para el conocimiento de la cerámica islámica norteafricana se fundamenta en sólidas razones.

De un lado, Ceuta es aún durante este periodo un puerto de cierta importancia, punto nodal en los intercambios en todo el área del Estrecho. El repertorio cerámico localizado, los restos inmuebles conservados y los datos contenidos en las fuentes escritas nos hacen dudar de esa visión ya clásica que hace de la Ceuta del siglo XIV una ciudad en franca recesión que ya vivió su edad de oro durante el dominio almohade y especialmente bajo el gobierno de los Banu Azafi.

Pensamos que es posible que Ceuta viviera un momento de recesión durante el siglo XIV pero de ahí a considerarla una ciudad en franca decadencia dista un abismo. Una lectura objetiva del testimonio de al-Ansarii enen su descripción de Ceuta permite atestiguar este hecho.

Además de este mantenimiento del pulso económico de la ciudad el hecho de su conquista por los portugueses en 1415, la sustitución de toda la población por un nuevo contingente de habitantes con unos usos y costumbres distintos y el abandono de la mayor parte de su recinto urbano permite con relativa frecuencia recuperar los materiales perfectamente secuenciados y con dataciones extremadamente precisas, dataciones que aunque no pueden ser mecánicamente extrapolables a otros ámbitos pueden al menos constituir importantes referencias para hallazgos de orros lugares.

La constatación y comparación del repertorio ceutl con otros cercanos como los de Algeciras, Alcazarseguer, etc. permitirá caracterizar conjuntos cerámicos con un importante grado de precisión cronológica.

Como hemos indicado, nuestra investigación se halla aún en sus momentos más iniciales, Nuestras opiniones responden pues a aproximaciones muy generales lo que nos obliga a ser cautos. No obstante, en una primera valoración podemos señalar al menos dos hechos que creemos muy significativos.

En primer lugar, se aprecia en los materiales ceuties del siglo XIV una cierta tendencia arcaizante que hace aparecer en estos contextos tipos que en otros ámbitos se definen como «típicamente almohades o lo que es lo mismo de finales del siglo XII o principios del siglo XIII. Esta tardía aparición de estos materiales en Ceuta tendría una explicación relativamente sencilla. Muchas de estas dataciones a las que aludíamos se hacen como referencia al úlrimo momento islámico de esos yacimientos y son por tanto únicamente «almohades».

En Ceuta, la continuidad en el desarrollo histórico de la ciudad permite rastrear esas pervivencias en momentos muy posteriores así como documentar las evoluciones de esas producciones. Por decirlo de otro modo, en Ceuta asistimos a una evolución de las producciones cerámicas islámicas que en otros lugares se ven cortadas debido a la conquista cristiana.

Debe ser tomado en cuenta también el fenómeno que a partir de época almohade experimenta, en general, la cerámica. Si bien podemos rastrear en éstas producciones unos antecedentes tipológicos desde época califal, resulta innegable el proceso de estandarización y reducción numérica del repertorio cerámico que acontece durante dicha época. Quizá este hecho sea reflejo de los cambios que en el ámbito territorial y poli tico se producen con la llegada al poder de esta nueva dinastía, en la que el concepto de unidad (aplicado a casi rodos los ámbitos de la vida, tanto material como espiritual) tiene un papel significativo.

Como sucede en otras épocas (por ejemplo durante el Alto Imperio romano), se observa en el repertorio cerámico una tendencia a la estandarización, a la repetición de unos prototipos determinados, aunque sean abundantes los centros productores. La consolidación de este repertorio debió ser lo suficientemente notable como para que podamos descubrir una serie de constantes y paralelos, no ya en ámbitos espaciales diferentes, sino también en épocas distintas2.

Las peculiaridades por tanto, atenderán más a las producciones o técnicas decorativas concreras que se puedan dar en un área determinada, que a la tipología de esas cerámicas que, aunque con las variantes propias de una producción artesanal, se presentan bastante homogéneas.

En segundo lugar, parece palpable que a pesar de las indudables relaciones existentes entre el reino nasrí y el mariní y en un terreno más especifico entre Ceuta y el resto de los territorios mariníes parece posible delimitar ciertas áreas con personalidad propia en el ámbito de las producciones y los consumos cerámicos. Así, por poner solo un ejemplo, el grupo de ciudades y asentamientos que jalonan el Estrecho (Ceuta, Belyunes, Alcazarseguer, Algeciras, etc.) presentan repertorios cerámicos más homogéneos entre sí que si los comparamos por ejemplo con los documentados en otros ámbitos de dominio mariní (Fez por ejemplo como puede comprobarse a través de la comunicación del Dr. Fili) o nasries.

A ello debe sumarse la caracterización de producciones con personalidad propia dentro del territorio mariní como, en nuestra opinión, sucede con la cerámica esgrafiada. Su concentración en el área del Estrecho de Gibraltar y zonas adyacentes y la presencia en la fachada atlántica marroquí, parece denotar una distribución eminentemente maritima y un espacio de producción y comercialización que habría de asentarse en zonas próximas al ámbito del Estrecho.

Ello nos lleva a otro punto de primordial importancia a nuestro juicio. Durante muchos años los estudios sobre la cerámica de Ceuta se han centrado únicamente en los hallazgos urbanos de la acrual ciudad. Los Ilmites administrativos acruales son dificiles de respetar cuando se abordan estudios históricos.

Es por ello que consideramos indispensable abordar los estudios sobre la Ceura islámica incluyendo en los mismos la realidad económica, administrativa y política de la Ceuta de ese momento, en nuestro caso del ragrceutí en el siglo XIV lo cual supone tomar en consideración no sólo los hallazgos localizados en todo el término administrativo ceuti actual sino también el de aquellas poblaciones como Belyunes o Alcazarseguer por poner solo dos ejemplos que fueron también parte fundamental en la vida de la Ceuta del siglo XIV.

1 Aunque sin duda de inestimable ayuda para caracterizar las formas producidas en la Ceuta marini, podemos poner el ejemplo paradigmático de una de las formas de ollas recuperadas. Esta, a excepción de en este depósito, no se ha documentado en ningún orro lugar del territorio ceuti. Si caracterizásemos el ajuar tipo sólo por las formas documenradas en este horno, hubiéramos dado a esta olla un lugar que verdaderamente no le corresponde dentro de las formas usadas en la ciudad durante el siglo XIV. Los materiales estudiados fueron recuperados durante la segunda campaña de excavación en este alfar, realizada durante el mes de febrero de 1998 por D. D. Bernal Casasola, Dña. S. Nogueras Vega y D. J. M. Pérez Rivera, a quienes queremos expresar nuestro agradecimiento por el ofrecimiento que nos realizaron para estudiar el conjunto del material islámico recuperado en dicha inrervención. Algunos datos sobre este hallazgo y otros de época islámica realizados en la ciudad pueden verse en el capítulo III de (BERNAL/PÉREZ, 1999). Los datos con que contamospara el Arrabal de afuera en época marinf hansido presenrados en las II Jormadasde Arqueologia Medieval Ciudady Territorio en al-Andalus, Berja 8-11 de octubre de 1998, (HITA/VILLADA, en prensa [a]).

4 Una descripción de los hallazgos de Huerta Rufino puede verse en (HITA/VILLADA, 1996). En nuestra ponencia sobre los espacios domésticos ceuties presentada a las II Jornadas de Historia de Ceuta: La ciudad en el universo árabe, se ofrece un acercamiento a su arquitectura doméstica atendiendo a criterios constructivos y funcionales (HITA/VILLADA, en prensa [b]).

5 Este hecho queda además textualmente documenrado en la Crónica de la toma de Ceuta escrita por G. E. de Zurara (ZURARA, 1992, caps. LXXVI1, LXXXII, LXXXVII y LXXXXVIII)

6 Similar circunstancia se observa en el Castillejo de los Guájares, cuyos ajuares nos proporcionan una seriede conjuntos domésticos, muy definidos, perfectamente individualizados y hallados in situ», a causa del abandono repentino del lugar (CRESSIER et alii, 1991. р. 218).

7 Debemos señalar que los hallazgos marinies son los más numerosos dentro del conjunto de material recuperado en la ciudad hasta el momento. Esta circunstancia fue observada yapor P'osac en sus intervenciones de la década de los sesenta La abrumadora mayoría de estos hallazgos pertenece al tiempo de la dominación merinida, con escasos testimonios de la época almohade y prácticamente ninguno de fechas anteriores (POSAC, 1971a). La bibliografia sobre los hallazgos cerámicos ceuties es extensisima. Una visión general lo ofrecen los tres volúmenes de E. A. Fernândez Sotelo (FERNÁNDEZ SOTELO, 1988). Para producciones puntuales, entre otros, consultar los trabajos de (POSAC, 1960, 1962, 1967, 19712, 1971b, 1981, 1983). (HITA/POSAC/VILLADA, 1997), (HITA! VILLADA, 1998), (HITA/VILLADA, en prensa [c)).

8 Esta opinión es compartida por algunos investigadores marroquíes como manifestaba A. Fili en este mismo Coloquio. Que en gran medida la cronología de los hallazgos se hacía por paralelismo a las que se utilizaban en esos momentos en al-Andalus, queda ilustrado en el trabajo de M. Ataallah, quien al ofrecer una datación para las piezas esgrafiadasy pintadas recuperadas en Lixus, propone un arco cronológico que abarca desde el siglo XI al XII (ATAALLAH, 1967. р. 633). El desequilibrio entre los estudios arqueológicos realizados en el norte y sur de Marruecos es patente. Baste citar como ejemplo los casos de Belyunes y Alcazarseguer. La mayoria de los repertorios publicados proceden de la zona norre del pais. De los últimos veinte años podriamos citar, entre otros, los de (GRENIER, 1980), (BAZZANA er alii, 1984), (REDMAN, 1986), (BAZZANA/MONTMESSIN, 1995), Afortunadamente, parece que esta tendencia se está invirtiendo en los últimos años, y que en breve podremos contar con una visión global de la cerámica medieval marroqul. En el caso de los marintes será la madrasa la institución por excelencia que refleje el nuevo Estado, Ceura contó con la erección de una de estas madaris, construida en 1347 por el sultán Abu-I-Hasan. Un estudio sobre este notable edificio ceutí puede consultarse en (MARTÍNEZ ENAMORADO, 1998). Igual circunstancia se produjo en el ámbico andalusí para las producciones nasrfes. Como señalan Cressier et alii., el trabajo de L. Ma Llubia (LL.UBIA, 1973) fue el primero que nos da a conocer la existencia de una producción ceramica propia de lo nasri, aceprada, difundida, apreciada e imirada por los pueblos colindantes (CRESSIER et alii., 1991, p. 215). A partir de entonces, los investigadores se han encargado de rastrear esa esencia o particularidad en el contexto cerámico que la haga propia de la sociedad nasri. Algo similar podría, pues, planrearse para la cultura material del ámbito mariní.

1Navarro ciéndose a los materiales de la región murciana planteaba con rotundidad una daración de la primera mitad del s. XIII. y apuntaba la posibilidad de ampliar su cronologia final hasta el tercer cuarto de la misma centuria (NAVARRO, 1986a, p. 95). Por su parte Bazzana expresaba que en los sectores del Mediterráneo Ocсci dental que permanecieron en el dominio musulmán en cambio, las producciones esgrafiadas alcanzan, sin emроbrecimiento niesclerosis, el extremo final de la Edad Medias (BAZZANA, 1986, pp. 7-8). Quedaba de manifiesto. por santo, que la cerámica esgrafiada no podía interpretarse como indicador de lo almohade de forma exclusiva. 12 Si se observa la distribución norteafricana, queda patente en primer lugar, que en ella jugó un papel fundamental el comercio maritimo, ya que los lugares donde se concentran los hallazgos, son localidades litorales. 13 Respecto a nuestros planteamientos sobre esta producción pueden consultarse nuestros artículos en (HITA/ POSAC/VILLADA, 1997), (HITA/VILLADA, 1998). 14 Quedan fuera de esta comparativa los hallazgos mallorquines, valencianos y murcianos por su diferente cronologia, que lo hacen incomparibles con el análisis de paralelos en época marinf. No obstante debe anotarse que damos por sentado que una parte de loshallazgos ceutles de los tipos tempranos deben ser contemporáneos a los de Sharq al-Andalus. Orros puntos de extraordinario interés en relación a esras producciones serla tratar de establecer en que medida los hallazgos de Ceura responden a imporraciones de Sharq al-Andalus o si entre las emigraciones al norte de Africa y concretamente a Ceura se produjeron llegadas de alfareros que desarrollarán en la ciudep su producción (HITA/POSAC/VILLADA, 1997. pp. 63-66), (HITA/VILLADA, 1998, p. 160).

15 Hallazgos de cerámica esgrafiada de época mariní en Algeciras han sido publicados en (GENER, 1998). Además tenemos noticias de su presencia en los Baños Reales y necrópolis de la al-Bunya (comunicación oral deA. Torremocha). Los esgrafiados recuperados en la provincia de Cádiz fueron publicados por J. Abellán (ABELLÁN, 1988). Para los hallazgos malagueñios (LLUBIA, 1973), (ACIEN, 1987), (DUARTE et alii, 1992), (FERNANDEZ GUIRADO, 1992: 1995), (PERAL/FERNÁNDEZ, 1990), (TORRES BALBÁS, 1949), a los que habría que sumar los nuevos datos aportados en este mismo volumen por I. Navarro. 16 Para Belyunes ver (GRENIER, 1980). Datos sobre los esgrafiados de Alcazarseguer se recogen en (REDMAN er alii., 1978), (REDMAN, 1986),(MYERS, 1989), Para Tiguisas véase (BAZZANA et alii, 1984). Los materiales de Lixus fueron publicados por M. Araallah, quien además nos informa, aunque de forma indirecta, de la aparición también en Tetuán, Tánger, Kouass y Asilah (ATAALLAH, 1967). Para Sale (DELPY, 1955). Las noticias de Chella y Marraquech las aporta Grenier de Cardenal quien al hablar de los esgrafiados de Belyunes dice que cerre série se recontre en quantité importante àChella dans les niveaux mérinides fouillés par M. Jean Boube ainsi qu'à Marrakech où elle fu recueillie par Messieurs Henri Terrasse et CharlesAllain» (GRENIER, 1980, p. 249). Debe resalrarse, пo obstante, su ausencia en Fez. Creemos que este hecho podría ponerse en relación al carácter no oficial del que hablabamos con anterioridad de esta producción como vehículo de propaganda dinástica, aunque si refleje parte de un grupo social dentro del ámbito territorial de los marinies. 17 Para la prodiscción esgrafiada mallorquina, valenciana y murciana véase (ROSELLÓ PONS, 1983), (BAZZANA et alii, 1992), (NAVARRO, 1986a;1986b; 1986c; 1991). 18 Respecto al uso de esra culogia, podemos anotar, a título de ejemplo, su uso en las torres de la puerta de la necrópolis real de Chella en Rabar, erigida porAbu-l-Hasan (HASSAR BENSLIMANE, 1995, p. 178).

También en la madrasa al-Yadida de Ceuta se empleó en la decoración de los frisos de madera tallada (MARTINEZ ENAMORADO, 1998, р. 157). 19 La intervención arqueológica fue realizada por E. A. Fernández Sotelo en 1987. Desgraciadamente, los datos sobre dicho descubrimiento siguen ineditos. En las conclusiones de su trabajo sobre la cerámica medieval de Ceuta, apunta que el examen de los materiales recuperados permite deducir que Ceura fue un importante centro productor de cerámicas, al mismo tiempo que por el comercio maritimo y terrestre se introdujeron todas las muestras de la industria cerámica conocida, [...) El primer aspecto se confirma con pruebas evidentes, como las que anoramosa continuación: estamos excavando un alfar medieval en el lugar denominado 'Llano de la Dama con resultados muy satisfactorios para el conocimiento de la producción cerámica y su reflejo en la situación económica (FERNÁNDEZ SOTELO, 1988, tomo III, pp. 68-69).

20 Una sintesis de la bibliografla disponible hasra 1993 sobre hornos de barras medievales tanto en Oriente como Occidente fue presentada por Thiriot al IV Congreso de Arqucologia Medieval Españiola (THIRIOT, 1994). Los datos sobre el horno cordobés pueden consultarse en (CARMONA, 1994). 21 Un hogar u horno similar al documentado en Ceuta publica Thiriot correspondiente al alfar del barrio de Sainte-Barbe en Marsella. Se trata también de un simple agujero ene el suclo de alrededor de 30 em de diámetro (THIRIOT, 1997). 

22 Duranre el debate enrablado tras nuestra exposición en el Coloquio, E. Fernández Navarro apuntó la posibilidad de que las coronas podían quedar adheridas al fondo de las ollas. Esta posibilidad quedaría reducida al no estar vidriados el fondo externo de tales recipientes, ya que el único vedrío presente entre las piezas sería el que chorrease del araifor. Además, es posible que entre la corona y el fondo de la forma cerrada sobre el que se apoyase y a fin de prevenir tal eventualidad, se situasen algunos fragmentos como los recuperados en abundancia en el horno utilizados cono separadores.

rior, y, como en el caso precedente, todos los ejemplares presentan ausencia de vedrío. Se documentan también, al menos, dos tamaños diferentes.

3.-Tanto de este tipo como de los dos siguientes, no se ha recuperado ningún perfil completo, aunque al tratarse de formas bien documentadas en la ciudad se puede reconstruir sin problema. Olla de fondo convexo, cuerpo de tendencia globular con acanaladuras en la zona inferior, cuello cilíndrico corto y recto, labio simple, dos asas, vedrío al interior y borde exterior, con chorreones sobre el cuerpo externo.

4.- Olla de fondo convexo, cuerpo abolsado, labio triangular y moldurado con inflexión interna para recibir tapadera, vedrío al interior y borde.

5.- Olla de fondo convexo, cuerpo globular, borde horizontal apuntado al interior y sin cuello. Sin vedrío. Todas se documentan en diversas excavaciones en Ceuta con cronología tardía (segunda mitad del siglo XIV) excepto el primer tipo, que no presenta paralelos23.

El tipo 5, documenta- do en el horno sin vedrío, se constata tanto sin como con él

Cazuelas: Escasamente representadas.

Esta circunstancia, aunque no en un porcentaje tan înfimo, se repite en los contextos de uso, en donde las ollas también predominan sobre las cazuelas.

1. Cazuelas de costillas. Base convexa con resalte en su unión con el cuerpo, cuerpo troncocónico invertido con aplicaciones verticales, borde redondeado y reentrante.

2. Cazuela de base convexa, cuerpo ligeramente cilíndrico borde exvasado y apuntado con borde bífido redondeado dispuesto para recibir tapadera. Cuscusera: El único ejemplar recuperado se conserva solo parcialmente no siendo posible reconstruir su perfil completo. Responde a un fondo sin vedrío, de forma convexa y con agujeros en su base.

25 Su ausencia en contextas de uso no tiene explicación por el momento. Resulta sugerente la hipótesis de interpretar la destrucción del horno como causada por la conquista portuguesa de la ciudad en agosto de 1415 y que dicha forma fuese una novedad dentro del repertorio tipológico de la cerámica culinaria del momento. No obstanre, nos parece demasiado arriesgado plantear como admisible esta interpreración como la única válida para dilacidar ran extraño fenómeno.

24 En las excavaciones de Alcazarseguer, se apunta hacia la posible producción ceutí de los ejemplares de platos cónicos allí documentados (MYERS/BLACKMAN, 1986). Se distinguen dos tipos, uno temprano (anterior al 1350) y otro tardio. Los ejemplares documentados en Ceura son mayoritariamente de este segundo grupo que presenta como una de sus características más relevantes encontrarse vidriados al interior y parcialmente al exterior. 25 Estos tipos han sido producidos en Ceura como atestigua su aparición en el horno del Llano de las Damas (vide supra). Su datación tardia fue ya apunrada por Fernández Sotelo (1988) p. 30, tomo III, que los denomina "platos muy abierros. 26 Para los ejemplares ceuties véase Fernández Sotelo 1988, tomo Il pp. 100-104; para los de Huerra Rufino, (HITA/VILLADA, en prensa [c]). La exportación de cerámica malagueña a Ceura aparece documentada en un texto de 1344 (SÁNCHEZ MARÍNEZ, 1988, pp. 82-83). Incluso después de la conquista portuguesa de Ceuta en 1415, Mascarenhas señala entre los objetos capturadosy traidos a Ceura en una expedición de corso cerámica malagueña (MASCARENHAS, 1996).

27En nuestra opinión tal afirmación es demasiado arriesgada. La pieza en cuestión pudo llegar a Ceuta por muy diferentes vias y carecemos de otros ejemplares o informaciones rextuales que permitan justificar tal afirmación. 28 Los trabajos sobre estos conrenedores cerámicos se han visto considerablemente incremenrados en los úlrimos años. Entre ellos pueden consultarse los articulos de (DIES-GONZALEZ, 1989), (SARANOVA-BORREGO, 1993), (COLL CONESA, 1993), (BORREGO-SARANOVA, 1994), (AMIGUES er alii, 1995). Debemos expresar en este apartado nuestro agradecimiento a la Dra. Julia Beltrân de Heredia, quien nos remitió algunos arrículos sobre estos contenedores en el área catalana todavía en prensa (Beltrån, en prensa [a] y [b]) y nos aclaró varias dudas respecto a los materiales ceuties.

29Resulta significativo, por ejemplo, las notables similitudes entre la cerámica almohade del Algarve de la primera mitad del siglo XIII y los materiales ceuries de la segunda mitad del siglo XIV (TORRES, 1987). (MACIAS, 1996).

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La cerámica de época meriní en Algeciras

1 Introducción La ciudad de Algeciras se halla situada en la orilla occidental de la bahía de su mismo nombre, a 36° 8' de latitud Ny 5° 27' de longitud O (Fig. 1). Fue fundada por los árabo-beréberes a principios del siglo VIII sobre las ruinas de un anterior asentamiento romanobizantino¹ ocupando una terraza o mesera litoral de origen terciario que se alza a 12-20 m.s.n.m. y junto a la desembocadura del río que los musulmanes denominaron Wadi-'l-'Asal (río de la Miel). Su puerto fue usado como punto de desembarco por las distintas potencias que se asentaron en la región, convirtiéndose hasta nuestros días en el puerto por excelencia para la conexión entre ambas orillas del Estrecho².

Al-Yazirat al-Hadra' (Isla o Peninsula Verde) alcanzó su momento de mayor esplendor a finales del siglo XIII y primeras décadas el XIV, cuando los meriníes la fortificaron y transformaron en la mejor forraleza del mediodía andaluz y en la capital de sus territorios en la Península Ibérica. Objetivo militar de los castellanos desde 1279, sufrió tres cercos (1279, 1309 y 1342- 44), el tercero de los cuales acabó con la capitulación de la ciudad ante el ejército combinado y la escuadra de Alfonso XI de Castilla³. A pesar de los esfuerzos por repoblar la ciudad y su alfoz, Algeciras entró, bajo el dominio castellano, en un período de decadencia que posibilitó la recuperación de la plaza por el rey de Granada Muhammad V en el año 1369. Diez años más tarde los nazaríes decidieron destruir el recinto defensivo algecireño e incendiar la medina, procediendo, después, a abandonarla. Esta resolución fue tomada por el rey de Granada entre 1379 y 1389 según Ibn Jaldün.

Desmanteladas las fortificaciones, desaparecidas las estructuras político-administrativas y el entramado económico y desarticulada la población, Algeciras quedó deshabitada y en ruinas.

En 1462, fecha en la que los castellanos conquistaron la fortaleza de Gibraltar a los nazaries, Enrique IV concedió los términos de la antigua capital meriní al concejo gibraltareño. No obstante, la importancia estratégica del enclave posibilitó que en los primeros años del siglo XVII, después de que la escuadra anglo-holandesa se apoderara de Gibraltar en 1704, Algeciras resurgiera de sus ruinas medievales, comenzando un lento pero sostenido desarrollo urbano que ha culminado en el presente siglo con la ciudad que hoy conocemos.

De su pasado islámico escasos vestigios habían quedado emergentes hasta el año 1995: los núcleos de varias torres de flanqueo del recinto defensivo de la Villa Vieja y un tramo de barbacana y escarpa del foso de la ciudad meriní eran los desmochados testimonios de una ciudad que fue sede de un reino taifa y capital del protectorado meriní en al-Andalus. Desde el año 1995-fecha de inauguración del Museo Municipal-la política de salvaguarda del patrimonio establecida por el Excmo.

Ayuntamiento y dirigida desde el citado Museo ha permitido la realización de veinticinco intervenciones arqueológicas de urgencia y de un proyecto de excavación sistemática que han logrado exhumar, hasta el momento, un tramo de más de cien metros del recinto defensivo de la ciudad meriní (muralla, antemuro, barbacana, foso y una puerta), dos viviendas de los siglos XIII-XIV7, los restos de un hammăm de época merinf y una extensa necrópolis del mismo perfodo.

2. Topograffa histórico-arqueológica de Algeciras (s. VII-XIV) La Algeciras islámica estaba constituida por dos recintos defensivos independientes situados, uno-la medina o Villa Vieja-al sur del río de la Miel (wädī-'l-'Asal),y el otro-al-Binya o Villa Nueva- al norte de dicho rio (Fig. 2).

La Villa Vieja ocupaba una exrensión de 12 Há, extendiéndose sobre un promontorio en el que estuvo situada la acrópolis romana y luego la ciudad islámica. En el siglo IX se documenta la construcción de una primera muralla¹ que fue reforzada por la almorávides a finales del siglo XII con una barbacana y unun foso.

En el año 1145 los almohades se establecieron en la ciudad, procediendo a fortificar aquel puerto de desembarco con la edificación de una torre albarrana en al ángulo sureste del recinto¹2. La VillaVieja contaba con cuatro puertas de ingreso: de Tarifa, Jerez, del Mar y del Fonsario o Cementerio.

Una vez dueños los meriníes de Algeciras, edificaron una nueva ciudad-al-Binya-al orro lado del wadi-'l-'Asal en torno a las atarazanas que había mandado construir 'Abd-al-Rahman III en el año 91413 y de un arrabal formado entre los siglos XIIy XII. Esta nueva fundación abarcaba una superficie de 27 Há y estaba defendida por una muralla, anremuro de rapial, barbacana, foso, torres albarranas, corachas y torres de flanqueo de excelente sillerfa. Tenía cuatro monumentales puertas de ingreso (Tarifa, Jerez, del Mar y de Gibraltar), de las que sólo de la de Gibraltar se tienen, hasta el momento, evidencias arqueológicas, además de la Puerta de las Atarazanas, cuyo arco de entrada se conservó hasta la tercera década del presente siglo en la actual calle «Ojo del Muelles.

La trama urbana de ambas ciudades-andalusíy merini-respondía al modelo ya expuesto por L. Torres Balbás consistente en un núcleo urbanola medina- donde se localizaban los edificios áulicos y públicos más destacados, así como las manzanas de viviendas con una o más plantas separadas por calles estrechas y adarves, todo ello circundado por un recinto murado. Fuera de la medina se hallaban los arrabales y las necrópolis. En la Villa Vieja o ciudad andalust se alzaban la mezquita aljama, el alcázar viejo, el hospital almohade¹, y otras mezquitas menores como la denominada «de las Banderas 17. Todo el resto del espacio que abarcaba el perímetro defensivo estaba ocupado por viviendas, adarves y calles que se prolongaban desde las cercanías del alcázar hasta las inmediaciones de la Mezquita de las Banderas. El zoco se extendía en torno a la mezquita aljama, alcanzando los alrededores de la Puerta del Mar, cerca del río, según la descripción que de él hace al-Himyari18.

En al-Binya, los edificios cortesanos se hallaban situados sobre la colina que se elevaba en el centro de la ciudad, constituyendo, aquella zona, con el alcázar nuevo, la mezquita real, el mexuar y los baños, el verdadero centro del poder meriní en al-Andalus¹".

En torno a las atarazanas, convertidas por los merinfes en un puerto fortificado, se hallaba un barrio que ocupaba la parte baja de la ciudad y que ascendía por la colina hasta cerca de la actual Plaza Alta, quedando lo demás del espacio delimitado por las murallas sin edificar, a la espera de la previsible expansión de la ciudad, hecho que no se produjo a causa de la temprana conquista del enclave por los castellanos. Extramuros se localizaban, al sur de la Villa Vieja, el cementerio andalusí y al norte de al-Binya, la necrópolis meriní².

3. Al-Binya: la ciudad palatina merinf de Algeciras

En 1275, el emir merini Abü Yüsuf recibió de los nazaríes las ciudades de Tarifa, Ronda y Algeciras a cambio de su ayuda. Entre 1275 y 1279 los meriníes llevaron a cabo varias campañas militares contra los castellanos que se saldaron con asedios a ciudades, conquistas de castillos y torres, talas y captura de abundanre botín.

Como respuesta a estas incursiones norteafricanas, Alfonso X decidió poner cerco a Algeciras. base de las tropas meriníes en al-Andalus. El asedio se desarrolló en los primeros meses del verano de 1279, saldándose con un rotundo fracaso de las armas cristianas, as, pues la escuadra castellana fue vencida y destruida en aguas de la Isla Verde por la flota magrebí, teniendo las fuerzas de tierra que levantar el cerco y retornar a Sevilla22

Aunque algunas fuentes sitúan la fundación de al-Binya entre 1275 y 127622 y otras la retrasan al año 127723, a nuestro entender, la decisión de fundar al-Binya fue tomada por Abu Yüsuf una vez concluido el cerco de Algeciras (julio de 1279), como refiere la Crónica de Alfonso X24, Las obras de construcción del recinto defensivo y de los principales edificios habían finalizado en octubre de 128525. La nueva ciudad fue dotada de poderosas defensas y de una serie de edificios áulicos y públicos entre los que destacaban el alcázar, los baños, el mexuar y la mezquita real26.

Las fuentes musulmanas contemporáneas al acontecimiento coinciden en establecer un intencionado paralelismo entre las fundaciones de las dos ciudades palaciegas construidas por el emir Abü Yüsuf: la villa nueva de Fez (Fas al-Yadīd) y la villa nueva de Algeciras (al-Binya). Si bien la primera se edificó como capital de los merinfes en el Magreb, la segunda, -al-Binya- se construyó para ser ciudad palaciega y el centro del gobierno y de la administración meriní en la Península Ibérica.

A modo de resumen, se puede afirmar que la erección de una nueva ciudad-al-Binya-en la orilla norte del río de la Miel, junto a la vieja medina algecireña, debió fundamentarse en varios motivos: a) Reforzar el prestigio personal del emiry de la dinastía frente a nazaries, castellanos y los mismos jeques tribales que formaban el ejército expedicionario. Abü Yüsuf diseñó en Algeciras una ciudad palaciega al modo de la

que había erigido en Gibraltar 'Abd-al-Mu'min en 1160 o de la misma Fâs al-Yadid. Al-Binya respondía al interés por reforzar la presencia merini en al-Andalus utilizando la obra arquitectónica como elemento de propaganda y como plasmación del poder político.

La nueva fundación debía mostrar, no sólo la grandeza de la dinastía y su pujanza económica y militar, sino también y a través de su poderoso recinto defensivo y del conjunto edificatorio áulico, la omnipresente autoridad del emir. Igualmente, al-Binya,como Fās al-Yadīd, Salé o al-Manşüra eran la demostración de la capacidad organizativa y económica del emirato meriní.

b) La necesidad de mantener aisladas a las tropas expedicionarias y librar a los habitantes de Algeciras de las «violencias y exacciones» que sufrian, como refiere Ibn Jaldūn, no debió quedar al margen de los motivos que llevaron al emir a fundar la nueva ciudad.Además de ciudad palatina, la fundación meriní algecireña fue una ciudad-campamento, en la que en torno a los edificios oficiales (el alcázar, el mexuar y la mezquita real) se extendían amplias zonas sin urbanizar donde se emplazaron las tiendas de campaña de las tropas magrebíes.

c) Tampoco debieron faltar, entre las razones que impulsaron a Abü Yüsuf a edificar al-Binya, las puramente estratégicas, tal como apunta muy acertadamente la Crónica de Alfonso X. Si durante el asedio del Infante D. Pedro (verano de 1279), el mayor daño le vino a la ciudad desde la colina situada al noroeste de la misma, no habia mejor manera de impedir nuevas agresiones desde ese emplaza miento elevado que circundándolo con un recinto murado y situar sobre el citado promontorio un recio alcázar. d) Por último, habría que señalar el desco de transmitir a los reinos vecinos

-Castilla y Granada-un nítido y desmoralizador mensaje consistente en la firme resolución de permanecer en al-Andalus que se desprende del hecho de edificar en territorio andalusí una gran ciudad, proyecto que no se hubiera acometido sin una decisión muy meditada de establecer un dominio «sine die sobre sus posesiones peninsulares. La misma extensión de la ciudad (27 Há), que duplicaba con creces la superficie de la vieja Algeciras, la existencia de descampados que permitían unr futuro, intenso y programado desarrollo urbanístico, la erección de una residencia real, de una mezquita y de unos baños reales, evidencian la intención de fundar una ciudad para el futuro, una ciudad inexpugnable que no tenía Abū Yüsuf intención de abandonar y cuya edificación formaba parte de un programa político previamente establecido y cuidadosamente diseñado.

4. La cronología de Al-Binya

En cuanto a su fecha de fundación, y a la luz de las diversas fuentes que tratan sobre el asunto, se puede afirmar nr que el recinto defensivo y los principales edificios áulicos y públicos fueron construidos entre 1279 y 1285. Al mismo tiempo comenzó el proceso de urbanización del resto de la superficie intramuros, con una densidad de ocupación que dependía de diversos factores (cercanfa al viario de primer orden, al puerto o a edificios públicos, existencia de redes de distribución y evacuación de aguas, condicionantes topográficos, etc.).

Del arrabal anterior a 1279 existente junto a las atarazanas no se ha logrado, hasta la fecha, exhumar ninguna evidencia de carácter urbanístico, aunque sí se han podido constatar algunos testimonios cerámicos de esta ocupación premerinf en el transcurso de una reciente intervención arqueológica realizada en un solar situado entre las calles Tarifa, Santacana y Huertas. Se puede, por tanto, asegurar que ninguno de los niveles arqueológicos documentados en las diversas intervenciones llevadas a cabo en la Villa Nueva, puede datarse con una fecha anterior a 1279, a excepción de los hallazgos de la calle Tarifa, ya mencionados.

Sin embargo, en algunas de las intervenciones se han recuperado materiales cerámicos con datación anterior al siglo XIII, sobre todo de época califal, aunque en un porcentaje tan mínimo que resulta irrelevante con respecto a los aportados con cronología segura de finales del siglo XIIly primera mitad del XIV. En lo referente al momento de destrucción y abandono de al-Binya, las fuentes cronísticas coinciden en situarla hacia 1379, sin que se tenga conocimiento de posteriores reocupaciones de la ciudad, ni siquiera temporales, hasta los primeros años del siglo XVIII. El registro arqueológico confirma esta fecha de abandono, pues sobre los estratos superiores pertenecientes a la fase de ocupación medieval se disponen depósitos formados por la acumulación de limos estériles o niveles de origen antrópico correspondientes a los trabajos de acondicionamiento y cimentación de los edificios en los siglos XVIII y XIх.

En lo que concierne a la ocupación cristiana de al-Binya, es necesario establecer dos periodos claramente diferenciados: a) Entre 1344 y 1350, etapa en la que la ciudad recién conquistada es objeto de un especial interés por parte de los castellanos, lo que debió suponer la afluencia de contingentes repobladores y la creación de estructuras de gobierno. En estos años se trasladó la catedral desde Cádiz a Algeciras, se fundaron sendos conventos de Franciscanos y Mercedarios, se otorgó al concejo de la ciudad un Ordenamiento Regio, se procedió al repartimiento de las casas y palacios, etc., lo que evidenciaba la decidida voluntad del rey Alfonso XI de dotar a la ciudad de los medios necesarios para convertirla en la cabecera de los territorios situados cerca del Estrecho.

La concesión de al-Binya a don Juan Manuel y la repoblación de la misma con aragoneses debió conllevar la presencia de gente de procedencia levantina.

Es muy posible que la frecuente aparición de cerámica valenciana decorada en verde y manganeso en niveles que amortizan la necrópolis meriní, en las casas excavadas en la c/ Canovas del Castillo y en los baños merinfes de la c/ Rocha, esté en relación con estos repobladores levantinos y la actividad comercial generada por el Consulado Caralán establecido en la ciudad27. b) Entre 1350 y 1369, fechas de la muerte de Alfonso XI en el asedio a Gibraltar y de la recuperación de la ciudad por los musulmanes, respectivamente. Sometida Castilla durante ese perfodo a la terrible prueba de la guerra civil, arrasado el reino por las sucesivas epidemias de Peste Negra y las crisis demográfica y de subsistencia, las ciudades fronterizas quedaron sin defensay abandonadas a sus suerte, lo que propició la caída de Algeciras en poder de los nazaries una vez muerto en Montiel el rey Pedro 128 Respecto al perfodo de ocupación nazarí, originado a partir de la reconquista de la ciudad por el rey Muhammad V en 1369, hay que hacer una salvedad que está en relación con la escasez de materiales cerámicos de factura claramente nazari hallados en las intervenciones arqueológicas que se relacionan en el siguiente capítulo.

Creemos que este déficit se explica si consideramos los diez años de ocupación nazari (1369-1379) como un dominio de carácter exclusivamente militar, con una reducción del espacio defensivo que debió abarcar únicamente los alcázares y, quizás, el perímetro de la Villa Vieja, fácilmente defendible. Por tanto, el abastecimiento de cerámica durante este período estaría circunscrito sólo a los espacios ocupados, teniendo como objetivo satisfacer las necesidades de la escasa guarnición apostada en la ciudad.

5. Intervenciones arqueológicas en Al-Binya A continuación se relacionan las diversas intervenciones de las que procede el conjunto de materiales cerámicos que son objeto del presente trabajo, incluyendo una descripción sucinta de la secuencia estratigráfica y de los depósitos medievales aparecidos en cada intervención (Fig. 3). 5.1.

Hallazgos casuales Aunque la mayor parte de la cerámica de la Villa Nueva algecireña procede de las intervenciones arqueológicas de urgencia realizadas por iniciativa del Museo Municipal desde su creación en el año 1995 hasta la actualidad, en los fondos de dicho Museo se conserva un importante lote de materiales cerámicos recogidos en remociones de tierras, realización de obras públicas, edíficación de viviendas, etc., durante las décadas anteriores a 1990.

Se conoce la ubicación de los hallazgos en la trama urbana de la Villa Nueva, aunque ignoramos el contexto estratigráfico en el que fueron hallados.

No obstante, la tipología de los mismos coincide plenamente con los materiales recuperados en las intervenciones arqueológicas de urgencia realizadas con posterioridad en la Villa Nueva. Un rasgo que distingue a este lote cerámico es la abundancia de fragmentos decorados, pertenecientes a cerámicas de lujo, y la existencia de piezas completas, así como la escasez de las cerámicas de cocina, hecho explicable por el carácter selectivo de la recogida, realizada por personal no especializado y que centraba su búsqueda en los materiales más llamativos, despreciando la cerámica de factura tosca.

5.2. Viviendas de C/ Cánovas, N° 3 y 5

En los meses de diciembre de 1995 y enero y febrero de 1996, se realizó una intervención arqueológica de urgencia en los solares números 3 y 5 de la C/ Cánovas del Castillo, en el transcurso de la cual se exhumó parte de dos viviendas fechadas entre los siglos XIII y XIV29 Ambas viviendas se habían edificado sobre la ladera de la colina que se originaba junto a las Atarazanas. Se constató que se habían cimentado directamente sobre el firme natural previamente acondicionado en forma de terrazas. Las estructuras medievales conservadas se hallaban colmatadas por depósitos de época moderna y contemporánea. Los niveles arqueológicos de cronología musulmana detectados durante la intervención se fecharon entre los siglos XIII y XIV, destacando, por la abundancia de materiales cerâmicos que contenían, los exhumados en las denominadas dependencias 1 y 2 de la Casa 1ª.

Entre los materiales recuperados destaca una tinaja casi completa con decoración estampillada y parcialmente vidriada en verde, algunos fragmentos de jarritas pintadas y esgrafiadasy varios alcadafes de pared inclinada.

5.3. Baños en C/ Rocha, esquina Muñoz Cobos 336

Con carácter previo a la concesión de licencia de obras en el solar situado en la calle Rocha, esquina calle Muñoz Cobos, se procedió a la realización de una intervención arqueológica de urgencia durante el verano de 1997. La aparición de restos pertenecientes a unos baños de época meriní provocó que la Consejería de Culrura de la Junta de Andalucía estimara necesaria la realización de una segunda fase de excavaciones, llevada a cabo en el verano del año siguiente. Aunque las construcciones contemporâneas habian arrasado completamente su alzado, fue posible identificar parte de las cimentaciones y algunos tramos de las canalizaciones destinadas a desague de un hammam, que fue identificado como el construido entre 1279 y 1285 por el emir Abü Yüsuf en al-Binya (Lám. 1).

En cuanto a los niveles arqueológicos detectados, la mayoría pertenecian al momento de amortización y abandono del edificio (1369-79). No obstante, también fueron localizados algunos niveles fechados en el momento fundacional de los baños, así como varios vertederos de cenizas acumuladas durante los años de uso del mismo. Entre los materiales recuperados destacan las cerámicas de lujo (estampillados, esgrafiados, cuerda seca, etc.), así como objetos relacionados con las funciones propias de un hammăm (pinzas de cobre para depilación, raspadores de piedra pómez, unguentarios de vidrio, etc.).

5.4. Tramo del recinto defensivo en Avda.

Blas Infante Entre los años 1996 y 1998 se desarrollaron varias campañas de excavación en la zona denominada Prolongación de la Avenida Blas Infante, donde se proyectaba la construcción de varios viales. En el transcurso de la intervención se exhumó un tramo de unos cien metros del recinto defensivo de la Villa Nueva meriní, consistente en un lienzo de muralla con cuatro torres de flanqueo, antemuro de tapial, barbacana, foso de obra y restos del ingreso conocido como «Puerta de Gibraltar» (Láms. 2 y 3).

Todas las estructuras localizadas se asientan sobre el firme natural, habiéndose colmatado durante tres periodos sucesivos. En un primer momento, a raíz de la destrucción intencionada de las defensas llevada a cabo por las tropas nazaríes hacia 1379, cuando se depositaron potentes niveles de escombros. En un segundo periodo-desde la fecha de destrucción hasta principios del siglo XVIII-y coincidiendo con los trescientos treinta años de abandono de la ciudad, se acumularon depósitos de gravas y limos estériles que habían sido arrastrados por las aguas de escorrentía.

Por último, a mediados del siglo XIX, y con el fin de construir en el solar un Cuartel de Infantería, toda su superficie fue regularizada mediante el aporte de abundante material de derribo, lo que originó un potente depósito que constituía el grueso de los niveles documentados en el yacimiento. En cuanto a los materiales cerámicos medievales recuperados, se concentraban, sobre todo, en tres zonas del solar excavado: a) zona intramuros, b) zonas extramuros, cercanas a las torres 1 y 4, y c) patios de la Torre-Puerta de Gibraltar. a) Los niveles situados intramuros se caracterizaron por la abundancia de materiales varios procedentes de actividades domésticas: carbones, huesos y, especialmente, cerámicas de cocina. También fragmentos de cerámicas de mesa y otros procedentes de vasijas destinadas a almacenamiento y transporte de líquidos como tinajas, jarras y jarros.

b) Junto a las torres 1 y 4 se localizaron depósitos de materiales constituidos, en su mayoría, por cerámicas de cocción defectuosa y útiles de alfarero (atifles y rollos de alfar).

c) Por último, en las sucesivas reparaciones de los pavimentos de la Torre-Puerta de Gibraltar se documentaron niveles con abundante material cerámico utilizado como relleno con el fin de nivelar o elevar los distintos suelos.

5.5. Necrópolis merinf En las obras de construcción de la Prolongación de la Avenida Blas Infante y extramuros del complejo defensivo exhumado en las intervenciones citadas, se localizó y excavó durante los años 1997 y 1998 parte de una necrópolis que estuvo en uso durante todo el período de presencia meriní en al-Binya (1285-1344).

En total se exhumaron más de 140 complejos funerarios, en su mayoría inhumaciones en fosas simples sin cubierta, aunque también se localizaron algunos enterramientos con cubiertas de tejas o lajas de piedra e, incluso, una qubba o panteón funerario (Lám. 4).

En lo que se refiere a las cerámicas recuperadas en los niveles pertenecientes al periodo de utilización de la necrópolis, sólo se hallaron varios fragmentos de estelas funerarias y un jarro con pico vertedero. Por el contrario, en los potentes niveles de amortización de la maqbara, depositados con posterioridad a 1344-fecha de la conquista cristiana-, se recuperaron materiales cerámicos muy variados: de cocina, presentación de alimentos, transporte y contención de líquidos, desechos de alfar, cerámica ritual, elementos arquitectónicos, etc.

5.6. Viviendas de C/ Tarifa

En la más reciente intervención realizada en la Villa Nueva (mayo-junio de 1999), se excavaron los restos muy arrasados de una vivienda fechada entre los siglos XIII y XIV, así como un vertedero del que se recuperó un conjunto de materiales consistentes, sobre todo, en cerámicas de uso doméstico. La principal aportación de esta intervención ha sido el hallazgo de niveles estratigráficos que han permitido la obtención de una secuencia que abarca desde el siglo XII hasta mediados del XIV. 6.

Estudio tipológico

La aparición de carbón y restos óseos y malacológicos junto a los testimonios cerámicos de variada tipología que han sido exhumados en las diversas intervenciones realizadas en la Villa Nueva algecireña, demuestran que nos encontramos con desechos de carácter doméstico procedentes de las viviendas de la ciudad meriní. Estos testimonios cerámicos presentan, por tanto, una gran diversidad y la variedad propia de los ajuares domésticos usados por los grupos familiares islámicos bajomedievales.

El conjunto de fragmentos cerámicos y piezas completas recuperadas en las intervenciones enumeradas en el apartado anterior, han permitido confeccionar y ofrecer una primera clasificación de los mismos, bien atendiendo a su funcionalidad, bien a las diversas técnicas usadas en su ornamentación (pintados, esgrafiados, incisos, estampillados, a la cuerda seca, etc.) o a la tipología de formas. A continuación se ofrece una aproximación al estudio tipológico que el Equipo de Investigación del Museo Municipal de Algeciras está realizando sobre la base de los, aproximadamente, siete mil fragmentos y piezas completas exhumadas en las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el yacimiento de al-Binya en los últimos cuatro años.

Se han agrupado por funciones, teniendo siempre en cuenta que se ha elegido la función principal, pues no nos cabe duda que los objetos cerámicos en el mundo islámico medieval eran polivalentes, usåndose para variadas funciones, bien mientras se hallaban en buen estado, bien reciclándose para otros comeridos cuando habían sufrido algún desperfecto.

Dentro de cada grupo se analizan y tratan subgrupos o variedades, atendiendo a su forma, dedicación o caracteres de los programas decorativos.

6.1. Preparación de alimentos

Hemos agrupado bajo este epígrafe aquellos recipientes cerámicos cuya función principal era servir para manipulación y preparación de los alimentos antes de su cocción. Algunos tipos se pueden considerar como recipientes complementarios (las cuscuseras), en cambio otros se usaban de manera autónoma para macerar, colar, machacar, etc. (queseras y morteros).

a) Mortero: se han recogido varios fragmentos sin vidriar pertenecientes a vasijas que han de adscribirse a este tipo cerámico y que se caracterizan por presentar fondos macizos, paredes muy gruesas y levemente inclinadas con borde simple (Fig. 4 a). Muestran asideros toscos y vertedero señalado sobre el borde. Las pastas son claras en todos los casos, con desgrasantes finos y medios de naturaleza silícea.

b) Quesera: se han documentado como c pertenecientes a este tipo, varios fragmentos de un recipiente de pared vertical y fondo plano con varias perforaciones de diámetros que oscilan entre 0.5 y 0,8 cm. (Fig. 4 b). Carecen de cubierta vitrea, presentando pasta de color amarillento de buena calidad con desgrasantes muy finos.

c) Cuscusera: a este tipo se adscriben varios fragmentos de fondos ligeramente convexos con arranques dede cuerpos globulares, idénticos a los fondos de marmita, pero con la particularidad de presentar numerosas perforaciones (Fig. 4 c y Lám. 5).

No ha sido posible individualizar los bordes pertenecientes a estas vasijas, pero, por la función a que estaban destinadas, debían coincidir con los de las marmitas. Muestran vedrío melado en el interior. La pasta es roja, similar a la de las marmitas, con desgrasantes finos de naturaleza silicea.

6.2. Cocción de alimentos

Se han encuadrado de este grupo las vasijas cuya función principal era la de servir para la cocción de los alimentos. Por tanto, la pasta debía presentar unas caracreristicas especiales (ricas en óxido de hierro) y el proceso de cocción de la pieza debía realizarse para que pudiera soportar los efectos de dilatación y contracción de la intensa exposición a las brasas o la llama. Se han divido en dos subgrupos, según sean formas abiertas o cerradas: cazuelas y marmitas.

a) Cazuela: tipo cerámico muy representado en el conjunto y que se caracteriza por presentar el fondo ligeramente convexo, la pared abierta y el borde entrante, con tope para la tapadera. Poseen diámetros muy variados. Por lo general están vidriadas en su interior en tono melado con chorreones hacia el exterior.

La mayor parte de los ejemplares carece de asas, mientras que algunos de ellos presentan numerosas asas verticales de pequeño tamañio, sin función de asidero, pudiendo ser clasificados como cazuelas «de costillas» (Fig. 5 d). La pasta es roja y bien amasada con poros finos pero abundantes. Un tipo de cazuela escasamente representado tiene paredes muy abiertas y borde exvasado y acanalado (Fig. 5 e). No presenta ningún resto de vedrío.

b) Marmita: tipo muy abundante con el fondo ligeramente convexo, cuerpo globular y borde alto y recto con asas pareadas de cinta (Fig. 5 gy h), aunque en algún caso las asas son verticales y numerosas, similares a las que poseen las cazuelas «de costillas» (Fig. 5 j).

Muestran vedrío melado al interior con chorreones hacia el exterior. Un tipo minoritario vendría representado por algunos ejemplares sin vidriar, con borde recto y pestaña para apoyo de la tapadera. Exhiben decoración pintada al exterior, consistente en trazos blancos rectos u ondulados (Fig. 5 i).

La mayor parte de los fragmentos conservados presenta una pasta roja muy bien amasada y cocida con c poros de forma vermicular y desgrasantes finos y muy finos de naturaleza micácea

6.3. Servicio y presentación de alimentos

Aunque en ocasiones las mismas cazuelas se usaban tanto como recipientes para la cocción como para servir los alimentos en la mesa, hemos seguido en este caso la clasificación generalmente aceptada para los ataifores, jofainas, jarritos/as y redomas en relación con su función de servicio de mesa. Se incluyen tanto las formas abiertas, donde se presentaban los alimentos sólidos y salsas, como las cerradas que, de ordinario, servían para contener los líquidos que acompañaban a dichos alimentos. La factura de estos tipos cerámicos es muy cuidada y la tipologia, dentro de cada subgrupo, muy variada.

a) Ataifor: es uno de los tipos cerámicos más abundante del yacimiento. Presentan el solerо de forma anular, con la pared interna más alta que la externa, cuerpo cónico, borde quebrado y labio levemente exvasado.

La mayor parte de los fragmentos está vidriada en melado al interior con decoración en manganeso de variada tipologfa: manchas amorfas (Fig. 6 a y Lám. 6), trazos paralelos radiales (Fig. 6 c), líneas concéntricas (Fig. 6 d), rosetas, estrellas de lados curvos, motivos vegetales estilizados (Fig. 6 b), etc.

En una proporción significativamente menor aparecen ejemplares vidriados en verde, con decoración estampillada formando cenefas concéntricas (con motivos geómetricos o vegetales) (Fig. 6 fy g). Por regla general las pastas, de buena calidad, sonn rojas o anaranjadas con desgrasantes finos o muy finos de naturaleza silícea. El melado es muy transparente dejando traslucir el rojo de la arcilla cocida, cubriendo y realzando la decoración realizada con óxido de manganeso.

b) Jofaina: son piezas que aparecen en menor proporción que los ataifores y que poseen repič anular, pared de sección curva y borde simple. Están vidriadas en tonos melados sin decoración. Cuando ésta aparece, consiste en cenefas con morivos geométricos o pseudoefigráficos en manganeso (Fig. 6 e). Se han documentado algunos fragmentos de jofainas con decoración en azul cobalto sobre engalba blanca bajo cubierta vítrea de óxido de plomo (Fig. 6 h).

Muestran el borde simple o en ala. Las pastas, en todos los casos -excepto enen las decoradas en azul cobalto, que deben ser importaciones malagueñas y que tienden al color rosado- son de buena calidad con tonos rojos o anaranjados.

c) Jarrito/a: el tipo más frecuente es el que presenta la base ligeramente convexa, el cuerpo globular, el cuello cilíndrico y ancho y el borde simple o con un leve engrosamiento para sostener la tapadera. Tienen asas pareadas de cinta o de sección circular. La decoración, cuando aparece, se limita a trazos pintados en manganeso sobre el cuerpo y el cuello (Fig. 6 i). Alguno ejemplares tienen el solero anular y otros muestran doble repié. La pasta puede ser anaranjada o de color pajizo. Merecen destacar, por su abundancia y cuidada factura, los jarros con pico vertedero y una sola asa realizados en pasta pajiza (Fig. 6 j y Lám. 7).

Una variante de este tipo es la que presenta decoración esgrafiada y pintada o a la cuerda seca parcial, siempre sobre pasta pajiza con desgrasantes muy finos de naturaleza caliza. Las esgrafiadas muestran, sobre el bizcochado y bajo la aplicación de la pintura en manganeso, un engobe blanco que hace resaltar los motivos de líneas, espirales, epigrafiasy motivosvegetales estilizados. Es posible que se trate de importaciones malagueñas.

d) Redoma: pueden distinguirse dos tipos, según su forma: uno de ellos que presenta base plana, cuerpo globular, cuello cilíndrico diferenciado del cuerpo y boca trilobulada (Fig. 6ky Lám. 8). El otro tiene también la base plana y maciza, el cuerpo piriforme con el cuello no diferenciado del cuerpo y el borde simple (Fig. 61 y Lám. 9)

.Ambos tipos poseen asa grande de sección circular u oval. El vedrío puede ser melado o verdoso. La pasta es de tonalidad rojiza con desgrasantes finos y muy finos de naturaleza silícea.

6.4. Transporte, contención y almacenamiento

Todos los recipientes que se encuadran en este grupo tienen en común su función como contenedores de alimentos líquidos (agua, aceite, miel) o sólidos (grano o harina) para su almacenamiento o para su transporte. Se han dividido en cuatro subgrupos: orzas, jarros/as, cantimploras y tinajas.

a) Orza: son piezas que se usaban para contener y almacenar alimentos líquidos o sólidos y que se caracterizan por su cuerpo globular y boca muy cerrada con labio plano o moldurado (Fig. 7 a y b).

Aparecen indistintamente con o sin cubierta vitrea y cuando están vidriadas, se trata de vedrío melado sólo en el interior con chorreones sobre el borde.

b) Jarro/a: se trata de grandes vasijas con base plana, cuerpo piriforme o globular, cuello cilíndrico y alto y borde simple. Presenta una o dos asas de cinta que van desde el hombro hasta la parte alta del cuello. La decoración, cuando la hay, consiste en trazos paralelos en óxido de manganeso o bien cenefas con motivos estampillados cerca del borde (Fig. 7 c). La pasta puede ser pajiza o anaranjada de muy buena calidad, con desgrasantes finos de naturaleza caliza o silfcea. En algunos ejemplares de pasta anaranjada la superficie exterior se cubre con un engobe blanco-amarillento.

c) Cantimplora: se ha recuperado un ejemplar casi completo y varios fragmentos de otros que presentan cuerpo lenticular, cuello de pared convexa y borde simple redondeado (Fig. 7 f). Tienen dos asas de cinta esbeltas y altas. Como decoración muestra lineas concéntricas y trazos en color marrón-rojizo. La pasta es de tono anaranjado, buena calidad y con desgrasantes finos de naturaleza silícea.

d) Tinaja:Tres son los tipos documentados: uno de gran tamaño, factura muy tosca, fondo plano, cuerpo piriforme o rendente a globular, y borde moldurado de sección cuadrada, sin asas. La superficie no muestra ningún tipo de decoración. Su función podría ser contener áridos y, posiblemente, estaban encajadas en el suelo.

La pasta, que puede ser de color rojizo, anaranjado o tendiendo al amarillo-grisáceo, es de poca calidad y presenta desgrasantes gruesos y medios de naturaleza variada. El segundo tipo tiene una forma similar a la anterior, pero con una facrura mucho más cuidada y una pasta de más calidad. Muestra la decoración repartida por todo el cuerpo a base de franjas horizontales estampilladas. (Fig. 7 e).

Estas tinajas no presentan cubierta vítrea. Debieron ser usadas para la contención de líquidos en las viviendas. Una variante de este ripo serían los ejemplares de gran tamaño, paredes muy gruesas, sin asas, y cuello cilíndrico con borde moldurado, que exhiben solamente una faja o cenefa de motivos estampillados sobre el cuerpo, en torno al cuello.

Debieron usarse para el transporte de líquidos o graneles0. El tercer tipo es semejantes a los anteriores en lo que se refiere a la forma. Se diferencia de las bizcochadas en las dos asas de alera que se sitúan sobre los hombros y en la existen- cia, en todos los casos, de un cuello troncocónico invertido, con borde grueso moldurado de sección rectangular. (Fig. 7 g y Lám. 10).

Presenta una profusa decoración en todo el cuerpo, cuello y asas, distribuida sobre franjas horizontales de diferente anchura bajo cubierta de vedrío verde de excelente calidad31. Por lo general, la capa de vedrío ocupa la mitad superior del recipiente, lo que indica que estas tinajas estaban destinadas a contener agua, pues, al filtrarse por los poros de la zona bizcochada, la propia evaporación la mantenía fresca-como en nuestros populares botijos, recogiéndose la que se resumía por medio del reposadero que la canalizaba hasta un recipiente cercano.

La mayor parte de los fragmentos presentan pasta de buena calidad de tonos que van desde el anaranjado-rojizo -de cocción oxidante al amarillo-grisáceo -de contenido calizo y cocción levemente reductora-, aunque con predominio de las pastas ocre-rojizas. Contienen abundantes desgrasantes, generalmente de tamaño grande y medio y de naturaleza silicea, cuando no es la propia cerámica molida añadida a la pasta.

Numerosos ejemplares -sobre todo los fabricados conor pastas rojizas- muestran un engobe amarillento y espeso sobre la superficie exterior, aplicado, sin duda, para hacer resaltar el vedrío verde y favorecer la nitidez de los motivos estampillados. También aparecen las huellas de los dedos del alfarero sobre la superficie interior. En cuanto a las técnicas utilizadas en la aplicación de los elementos decorativos, predomina siempre el estampillado realizado con improntas o matrices de forma rectangular o cuadrada (muy raramente con cuños de estampillas redondas o con motivos centrados).

A veces se complementa con motivos decorativos hechos mediante las técnicas incisa y excisa o, incluso, el modelado. Los motivos están aplicados mediante un cuño o matriz de cerámica directamente sobre la superficie de la pieza, aunque con frecuencia se estampillaban sobre una cinta de refuerzo horizontal que se pegaba a la superficie aún fresca de la vasija y que cumplía la doble función de reforzar las paredes de la tinaja y servir de marco para la decoración. Los motivos ornamentales estampillados son muy variados.

Los hemos clasificado de la siguiente manera:

-Geométricos (Fig. 8): la temática geométrica se desarrolla en torno a dos modelos: motivos aislados situados en desorden sobre la superficie de la pieza (ruedas dentadas inscritas en círculos o losanges dentro de polígonos irregulares) o motivos que se repiten dentro de cenefas o fajas horizontales separadas entre sf o que ocupan toda la superficie exterior de la pieza. Estos motivos se ciñen al siguiente repertorio: red de rombos, estrellas de ocho puntas aisladas o entrelazadas, entrelazos, círculos, estrellas de lados curvos, el «Cordón de la Eternidad», líneas en zig-zag, etc.

-Vegetales (Fig. 8 y Lám. 11): los motivos pueden ser de tipo naturalista o, lo que es más frecuente, con tendencia a la estilización. Predominan las palmetas -aisladas, pareadas o enfrentadas trifolios, almendras, ramas estilizadas, rosetas multipétalas, etc. -Epigráficos (Fig. 9 y Lám. 12): las improntas conteniendo motivos epigráficos son las más abundantes después de las de temática vegetal.

Están escritas en cúfico o en cursiva, con eulogias como al-yumn (la fortuna), äfiya (salud), baraka (bendición), al-mulk (el poder) y al- Tawfiq (la asistencia divina) que ocupan la totalidad de la estampilla adaptándose al marco y apareciendo, frecuentemente, ornamentadas con rellenos de elementos vegetales. No cabe duda que la profusa utilización de los motivos epigráficos en la decoración de tinajas y brocales está justificada, tanto por la fuerza ornamental que tiene la epigrafía árabe, como por el sentido simbólico o religioso que determinadas frases y palabras encierran para el musulmán.

-Arquitectónicos (Fig. 10 y Lám. 10): aparecen con frecuencia asociados a otros motivos (vegetales, apotropáicos, geométricos) que le sirven de relleno. Ocupan, por lo general, las franjas horizontales más anchas situadas en la carena de las tinajas y están constituidos por arquerías formadas por arcos de herradura apuntados simples o polilobulados, columnillas, representación de bóvedas gallonadas, paneles de «sebka», etc. -Apotropáicos (Fig. 11 y Lám. 13): el motivo de la «Mano de Fátima», repetido sobre una franja horizontal, aparece exento o dentro de un arco apuntado y polilobulado.

-Zoomorfos (Fig. 11 y Lám. 14): solamente se ha recuperado un fragmento cerámico perteneciente a una tinaja del tipo segundo, sin cuello y sin cubierta vítrea, que presenta sobre el borde una cenefa con estampillas de forma redonda con la figura de un cérvido o un cáprido en su interior. Estos motivos decorativos siguen los esquemas sistematizados en un anterior trabajo sobre la cerámica estampillada algecireña32. 6.5. Contenedores de fuego Se han incluido en este apartado los objetos cerámicos que se usaron para contener fuego con el fin de calentar o cocer los alimentos en cazuelas y marmitas, asi como aquéllos que se utilizaron para producir iluminación. Destacan, por su originalidad, las lamparillas y un policandelón hallado en el transcurso de la intervención en los Baños Meriníes.

a) Anafre: los anafres recuperados en el yacimiento de al-Binya responden a las formas que son tradicionales en los ámbiros domésticos islámicos medievales. Presentan forma bitroncocónica con solero plano y ancho, abertura triangular en la pared del cenicero y borde con resalte interior para sustenración de la marmita o la cazuela (Fig. 12 a).

La parrilla muestra aberturas alargadas o circulares. Nunca es de rollos. Algunos fragmentos presentan orificios en el cuerpo superior para oxigenación del hogar. Por lo general, carecen de ornamentación, aunque algunos muestran motivos decorativos realizados a peine sobre la pared y, en determinados casos, sobre el borde. Otro elemento decorativo que aparece con cierta frecuencia ocupando toda la superficie de la pared exterior, consiste en anchas líneas paralelas trazadas con un ángulo de 45° y realizadas mediante la técnica excisa. La pasta es siempre de color rojo con desgrasantes de tamaño medio y fino y de naturaleza micácea.

b) Brasero: también conocido como trípode, por poseer tres apéndices en el solero que lo afslan de la superficie que le sirve de base. Tiene pared inclinada y borde plano, ancho y en ala de sección rectangular (Fig. 12 b). Como decoración presenta acanaladuras verticales excisas al exterior realizadas a cuchillo. Sobre el borde pueden mostrar grupos de líneas incisas concéntricas o motivos estampillados. La pasta es de color rojo-anaranjado con algunos poros de sección circular y desgrasantes de naturaleza férrica y silícea.

c) Candil de pie alto: es la forma más abundante de las usadas como contenedores de fuego. Tiene platillo de solero plano y borde exvasado, presentando fuste abalaustrado y cazolera de pellizco con asa vertical (Fig. 12 c). La mayor parte de ellos está vidriada en melado, aunque hay ejemplares que tienden al verde e incluso uno con decoración dorada sobre blanco, similar a los hallados en Málaga.

d) Candil de cazoleta: la cazoleta es de pellizco, con forma muy similar a la de los candiles de pie alto. Presenta el borde simple y riene asa de cinta vertical (Fig. 12 d). Están vidriados en melado, a veces con tonalidades verdosas.

e) Lamparilla: consisten en recipientes de pequeño tamaño (5-6 cms. de diámetro) y forma de copa, con repié anular y de pared alta (Fig. 12 e). Están vidriadas en blanco. Para su uso debieron colocarse ene soportes de cerámica o, con mayor probabilidad, en almenaras metálicas, encontrándose sus paralelos más cercanos en las lamparillas de vidrio, muy comunes en alAndalus en época almohade, que presentan forma y tamaño similar3. La pasta es siempre anaranjada, bien amasada y cocida, con desgrasantes finos y muy finos de naturaleza micácea o silícea.

f) Policandelón: se trata de un único ejemplar que presenta una base o peana en forma de corona circular con 19,5 cm. de diámetro exterior sobre la que se han fijado ocho lamparillas de las citadas en el apartado anterior y que muestran un ligero pellizco en el borde (Fig. 12 f y Lám. 15). Todo el conjunto se encuentra vidriado en melado con tonalidades verdosas, a excepción del solero que sólo presenta chorreones. La pasta es semejante a la que se usó para tornear las lamparillas. 6.6. Higiene doméstica y personal Se encuadran dentro de este apartado las formas abiertas cuyas funciones principales eran la recogida de deposiciones corporales (bacín) o el lavado de ropa, vajilla, aseo personal, o incluso el amasado del pan (alcadafes). Esta multiplicidad de usos ha hecho que en algunos catálogos de cerámica, los alcadafes aparezcan entre los tipos llamados de «varios usos».

a) Bacín: se ajusta a los modelos tradicionales que tienen el fondo plano, la pared cilíndrica con el borde moldurado, a veces conn labio exteriormente reforzado con otras molduras más finas (Fig. 13 a y Lám. 16). Están vidriados en melado al interior y, en parte, sobre la superficie exterior que se decora con motivos circulares y vermiculares en verde esmeralda y manganeso realizados mediante la técnica de la cuerda seca parcial. La pasta tiende al color ocre-rojizo, presentando desgrasantes de tamaño medio y fino y de naturaleza silfcea y caliza.

b) Alcadafe de pared vertical: este tipo tiene el solero plano y la pared vertical levemente convexa y más gruesa en la parte inferior que cerca del borde. El labio es moldurado, grueso y de sección tendente a recrangular (Fig. 13 b). Por lo general, su diámetro oscila entre 27 y 30 cm., y la alrura de la pared entre 10 y 15 cm. La decoración consiste en una banda de líneas múltiples en zig-zag y realizadas a peine.

c) Alcadafe de pared inclinada: como el tipo anterior, tiene también solero plano y la pared inclinada hasta alcanzar los 40° (Fig. 13 c). El labio es grueso y de sección circular. La decoración consiste en motivos incisos sogueados aplicados sobre molduras horizontales de refuerzo. Aunque la mayoría sólo está bizcochada, algunos ejemplares estån vidriados en verde al interior. Sus diámetros oscilan entre los 25 y los 50 cm. La pasta es, en la mayor parte de los ejemplares exhumados, de color rojo con desgrasantes mediosy finos de naturaleza silícea. 6.7. Uso artesanal A este grupo hay que adscribir diversos objetos que están relacionados con el oficio de alfarero (atifles, rollos y cuños de estampillar) que han aparecido en gran número-los dos primeros-junto a fragmentos cerámicos que muestran defectos de cocción.

a) Atifle: los atifles o trébedes-utilizadosos para separar los cacharros con forma abierta en el interior del horno- hallados en el transcurso de las excavaciones en la Prolongación de la Avenida Blas Infante y la necrópolis meriní son de tamaños diversos, predominando los que presentan diámetros entre 8 y 12 cm. Cada brazo tiene sección triangular u oval con un pequeño apéndice en el extremo distal (Fig. 14 b). Algunos muestran chorreones de vedrío melado.

b) Rollo: los rollos o barras tienen sección circular y forma cilíndrica con tendencia a cónica en ambos extremos (Fig. 14 a). Sólo se han recogido fragmentos cuyos tamaños oscilan entre los 10 y los 25 cm. de longitud. Como ya se ha documentado en otros yacimientos (Valencia y Ceuta) se colocaban hincados en la pared del horno para que sirvieran de repisa a las piezas durante el proceso de cocción.

c) Cuño: la pieza de mayor interés relacionada con la labor de los alfareros se halló en los rellenos que amortizaban la necrópolis. Se trata de un cuño o matriz de barro cocido de forma prismática con los cuatro lados mayores cóncavos tallados a cuchillo (Fig. 14 c y Lám. 17). Presenta, en los lados menores, sendas matrices o estampillas en negativo con los motivos a estampar. Uno de ellos reproduce un par de octógonos entrelazados con una roseta centrada en su interior5 (Fig. 14 cy Lám. 18); el otro muestra un motivo vegetal estilizado (Fig. 14 cy Lám. 19). En una de las caras laterales aparece un grafito en árabe cursivo con el nombre de un tal Abū-l-Walid (Fig. 14 c y Lám. 17) (posiblemente el alfarero propietario del cuño o su fabricante) y en otra lo que parece ser un numeral36 6.8. Uso arquitectónico Se tratan en este apartado las piezas de cerámica que estaban destinadas a formar parte de la obra arquitectónica, bien como elementos esencialmente constructivos (ladrillos y tejas),bien como piezas con función ornamental (olambrillas y azulejos). En ambos casos, podían cumplir otras funciones (cubierras de sepulturas-tejas-o construcción de pavimentos olambrillas, loseras y ladrillos).

a)Tejas y ladrillos: se han recuperado, en las diversas intervenciones arqueológicas realizadas en al-Binya, numerosos ejemplares de ladrillos, algunos de factura muy tosca que estaban des- tinados a ser usados en la construcción de muros y otros con una de sus caras más cuidada, posiblemente para ser utilizados en la fabricación de suelos latericios. Las pastas son de mala calidad, presentando desgrasantes muy gruesos formados por fragmentos de cerámica. Entre las tejas destacan las halladas haciendo la función de cubierta en las sepulturas. Son de gran tamaño, sección muy curvada y, como los ladrillos, de fábrica muy tosca y pasta rojiza con desgrasantes gruesos e irregulares7.

b)Azulejosy olambrillas: algunos estaban destinados a formar parte de revestimientos parietales y otros a pavimentos. Entre los azulejos predominan los de forma cuadrada y sección troncopiramidal que presentan la superficie exterior lisa con cubierta de vedrío sobre oxido de manganeso. Se han exhumado varios ejemplares con forma de almenilla escalonada o estrellas de ocho puntas (Fig. 15 cy Lám. 20). Por otra parte, varias piezas muestran motivos decorativos complejos de temática geométrica realizados mediante la técnica impresa a molde (Fig. 15 b). Otros aparecen ornamentados con motivos epigráficos hechos igualmente a molde (Fig. 15 a). Algunos tienen forma cuadrada y están decorados a la cuerda seca con una estrella de ocho puntas (Fig. 15 d y Lám. 20). La pasta puede ser roja-anaranjada con desgrasantes finos de naturaleza silícea o de color verde-grisácea con desgrasantes muy finos de naturaleza caliza.

c)Brocales: los brocales con profusa decoración estampillada, excisa o modelada-en algunos casos decorados a la cuerda seca (Fig. 15 g)-y vidriados al exterior generalmente en verde, eran elementos arquitectónicos que, como las tinajas estampilladas, desempeñaban también una doble función: servir de pretil a las bocas de los aljibes que se localizaban en el subsuelo de los patios y ser verdaderos elementos ornamentales del espacio a cielo abierto donde se halla ban. Tienen forma cilíndrica (Fig. 15 fy g) o prismática de sección octogonal (Fig. 15 e) y sus diámetros oscilan entre los 38 y los 46 cm. Las pastas son siempre de buena calidad, con tonos que van desde el ocre-rojizo al amarillogrisáceo. Presentan desgrasantes medio o finos de naturaleza silícea y la textura es granulosa o escamosa.

El vedrío, como en las tinajas, se aplica sobre una capa de engobe blanco. d) Fuente: se ha recuperado un fragmento de una fuente de forma circular con borde en ala y caras interna y externaa divididas en gallones (Fig. 15 h). Repite una estampilla en forma de roseta de ocho pétalos sobre el ala, en las intersecciones de los gallones.

Su diámetro es de 26 cm. Está vidriada en las alas y el vaso interior (al exterior muestra restos de mortero, pues era la zona que se incrustaba en el soporte o poyete de mampostería). La pasta presenta un color amarillo-grisáceo con abundantes desgrasantes de tamaños medio y fino de naturaleza caliza.

El vedrío es de color verde esmeralda. 6.9. Uso ritual Se han encuadrado dentro de este grupo las piezas que tenían una función relacionada con la ejecución de rituales religiosos o funerarios, como la pilas para abluciones, las estelas funerarias destinadas a señalar las tumbas y los quema perfumes o pebeteros. a) Pila de abluciones: se han hallado varios ejemplares de un tipo cerámico con forma de artesa, fondo plano, planta rectangular, paredes inclinadas y borde en ala (Fig. 16 cy Lám. 21).

Presentan una cubierta vítrea de color verde al interior sobre una profusa decoración estampillada consistente en la repetición de un motivo formado por dos estrellas de ocho puntas que contienen rosetas cuatripétalas en su interior. Sobre el borde muestran una cenefa, también estampillada, con motivo de entrelazo continuo o red de rombos.

La pasta es, en todos los casos, ocre-amarillenta con abundantes desgrasantes de tamaño medio y fino de naturaleza caliza o silícea.

b) Anafre-pebetero: aunque su morfología responde a la de los anafres,ya mencionados en el apartado dedicado a los contenedores de fuego, hemos incluido aquí una pieza casi completa recuperada en la excavación de la necrópolis que por la excelente calidad de la pasta, su buen acabado, la decoración estampillada -en forma de cenefa que ornamenta su borde y la existencia de dos troqueles en cada una de las asas (para colgar), entendemos que se trata de un quemador de perfumes o pebetero (Fig. 16 b).

Muestra, también, acanaladuras excisas sobre la pared exterior del cenicero y del cuerpo superior. c) Estelas funerarias: mención aparte merecen las estelas funerarias halladas, bien en el entorno de algunas sepulturas, bien en los rellenos que amortizaban la necrópolis, bien en la excavación del cercano foso o de las murallas situadas junto a la puerta de Gibraltar.

La mayor parte de estas originales estelas ha sido localizada, descontextualizada, en los citados rellenos, depositados una vez abandonado el uso funerario de la necrópolis. La causa de esta descontextualización se debe a que, al ser objetos muebles que aparecían emergentes sobre la superficie del cementerio, quedaron expuestos al expolio cuando las tropas castellanas establecieron la lInea de cerco sobre el lugar entre 1342 y 1344. También pudieron haber sido removidas por actuaciones antrópicas fortuitas o intencionadas anteriores al cerco, o por efecto de las lluvias torrenciales y las escorrentías que las separaron de sus niveles cronológicos originales.

Estas estelas están realizadas con pasta de muy buena calidad, bien cocidas y vidriadas38 Son de tamaños diversos (Fig. 16 a).

Atendiendo al diámetro del disco se han podido distinguir tres módulos distintos: 6,5, 10 y 12,5 cm. Todos los ejemplares están constituidos por un disco-generalmente apuntado-que tiene en su parte inferior una peana de forma trapezoidal ya los lados sendos salientes circulares u «orejetas» que separan el disco de la peana³". Las pastas son de colores y tonos muy variados, predominando las de color anaranjado y verdoso, con desgrasantes finos de naturaleza silícea. Están hechas a molde y rerocadas a cuchillo. Todas presentan cubierta de vedrfo verde de tonalidades diversas sobre el disco, las «orejetas» y el tercio superior de la peana. El resto de la peana aparece sólo bizcochado, pues no necesitaba de ningún embellecimiento ya que estaba destinado a permanecer enterrado en la cabecera o cabecera y pie de la tumba.

Bajo el vedrío presentan decoración en relieve realizada mediante la técnica impresa (a molde o mediante estampillado). La ornamentación sólo aparece en el anverso del disco y peana. Los motivos decorativos utilizados en la ornamentación de las estelas funerarias discoidales algecireñas se pueden clasificar de la siguiente manera: - Geométricos (Lám. 22): red de rombos, estrellas -con lados rectos o curvos-, líneas rectas o en zig-zag, círculos, triángulos, trapecios y el «Cordón de la Eternidad.

- Vegetales. hojas y ramas estilizadas, espirales, palmetas y flores hexapétalas.

- Epigráficos (Lám. 23): en cursivo o cúfico, ocupando todo el disco o sólo la parte inferior del mismo. En una de las estelas puede leerse al-yumn (la fortuna).

En cuanto a la composición, la mayor parte de las estelas presentan los elementos decorativos formando una composición centrada y simétrica. Con frecuencia, en torno a la citada flor hexapétala estilizada se disponen los demás motivas vegetales o geométricos.

En las de temática epigráfica, el motivo se adapta al marco. La decoración de la peana, cuando aparece, sigue pautas independientes de la que presenta el disco.

Se observa en todos los casos un intento por cubrir con elementos decorativos la totalidad de la superficie del anverso, temor al vacío que es una de las constantes en el arte islámico. En el Museo de Málaga se conservan ejemplares de estelas cerámicas de «orejetas», aunque la mayor parte de ellas está vidriada en blanco y decorada con motivos epigráficos cursivos o vegetales y geométricos en azul cobalto. Más cercana a las algecireñas es una que se conserva en el mismo museo y que presenta vedrío verde claro con decoración en relieve2. En Ronda se han hallado estelas de «orejetas»,similares en la forma, aunque talladas en piedra arenisca. Una semejante a las descritas en este apartado en encontró en las cercanía del castillo de Castellar de la Frontera, conservándose en el Museo Municipal de Algeciras. 6.10. Uso complementario Ya se ha hecho referencia a algunos objetos que se han de adscribir a este grupo al tratar de las tinajas (tapaderas estampilladas y reposaderos) que incluimos también en aquel grupo por entender que formaban un conjunto unitario con estos grandes contenedores.

a) Tapadera: se han documentado tapaderas bizcochadas de pared côncava, base plana, borde biselado y asidero central en forma de botón (Fig. 17 b y c) y tapaderas de perfil convexo, labio redondeado con pestaña externa, base anular para engastar en el interior de los cuellos y asidero cóncavo (Fig. 17 a y Lám. 24). Éstas presentan vedrío melado o verde con decoración al exterior en manganeso constituida por motivos pseudoepigráficos o geométricos. También se adscriben a este subgrupo las tapaderas de tinajas, de base plana con borde moldurado y asidero de forma esférica o lenticular en el centro. Su diámetro es variable, dependiendo del que presentaba el borde de la tinaja. Desarrolla sobre el anverso y con disposición centrada el mismo programa decorativo de motivos estampillados que la pieza a la que sirve de complemento (Fig. 17 d y Lám. 25). Las pastas son de buena calidad y de tonalidades tan variadas como las que muestran las tinajas.

b) Reposadero: se han recuperado numerosos fragmentos de este tipo cerámico de forma cilindrica, pared gruesa con borde y pie moldurados y, algunos, con pico vertedero acanalado. Frecuentemente, la zona destinada a recibir el pie de la tinaja aparece desgastada por el uso. La pasta, de colores anaranjados, pajizos o grisáceos, está bien amasada, mostrando desgrasantes medios y finos de naturaleza silícea o caliza (Fig. 17 f). Se podría proponer que tinaja, reposadero y tapadera formaban parte de un conjunto unitario que presentaban los mismos temas ornamentales y el mismo vidriado. c) Arcaduz: se han hallado algunos fragmentos de arcaduces que se caracterizan por presentar base cónica con o sin facetado y cuerpo cilíndrico con escotadura para la cuerda cerca del borde (Fig. 17 e). 6.11.

Otras funciones A este grupo hemos adscrito objetos como una pieza atípica, de forma cerrada, con cuerpo prismático que contienee un pocillo de sección circular (Fig. 18 a y Lám. 26). Sus dimensiones son 4,3 x 4 x 3 cm. Muestra escotaduras laterales que indican que formó parte de una pieza mayor que podría estar constituida por varios elementos similares al hallado que se engarzaban entre si. Presenta decoración estampillada, incisa y excisa bajo vedrio verde. La función de este objeto cerámico debió estar relacionada con la contención de pinturas de tocador, posiblemente el colirio de sulfuro de antimonio (kuhl) que se aplicaban las mujeres sobre las cejas y pestañas13.

También se incluye en este apartado un juguete zoomorfo que consiste en los cuartos traseros de un caballo con la cola trenzada amarrada a la grupa (Fig. 18 b). La pasta es anaranjada, de buena calidad con desgrasantes finos de naturaleza silícea. El vedrío es verde oscuro. Una pieza de dificil adseripción que también hemos incluido en este grupo- es un cuenco-trípode de pequeño tamaño, paredes delgadas con borde plano y algo envasado (Fig. 18 c). Posee tres pies y está vidriado en el interior y el exterior en melado muy transparente. 7. Taller de alfarerfa en la Algeciras merinf La condición previa indispensable para la existencia de alfares viene dada por la presencia de arcilla. En esre sentido, en el Campo de Gibraltar abundan los afloramientos de arcilla que han sido aprovechados por la industria alfarera, al menos desde época romana, como lo prueban los talleres de alfarería del Rinconcillo (Algeciras) y Venta del Carmen (Los Barrios)45, Esta tradición ha perdurado hasta la actualidad, pues a finales del siglo XIX se documentan tejares y alfares en la barriada de la Granja y la Villa Vieja (tejar de Duarte)46 El casco urbano algecireño se asienta sobre limos amarillentos de origen terciariocuaternario, con un alto contenido en arcillas que pudieron suministrar abundante materia prima a los alfareros medievales asentados en la ciudad. En cuanto al abastecimiento de agua -otro factor determinante para la existencia de talleres de alfareria-, el subsuelo de Algeciras es muy rico en corrientes de agua subterrá nea, aprovechables mediante pozos y de veneros y manantiales que surgen en las colinas de los alrededores. Por otra parte, las fuentes escritas recogen algunos testimonios sobre la actividad alfarera en la Algeciras musulmana7, mientras que las fuentes arqueológicas han venido a confirmar la existencia de esta importante actividad económica aportando daros de gran interés que permiten asegurar que entre los siglos XIII y XIV hubo en al-Binya o Villa Nueva de Algeciras un número indeterminado de talleres de alfarería que se dedicaban a producir cerámica de cocina, de servicio de mesa y, muy especialmente, de lujo. El hallazgo de un cuño o matriz de estampillar-mencionado en otro apartado- con un grafito que reproduce el nombre de susu propie tario o fabricante -Abu-l-Walid-y de un fragmento de brocal impreso con el mismo motivo que el que posee el citado cuño; la abundancia de fragmentos de tinajas, tapaderas, brocales, reposaderos e, incluso, ataifores estampillados encontrados en las diversas intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años en Algeciras y la aparición de las estelas funerarias discoidales vidriadasy decoradas mediante técnicas impresas a molde o mediante estampillado, están revelando la existencia de un importante taller local dedicado, de manera especial, a la fabricación de cerámica de lujo vidriada en verde y decorada mediante estas cuidadas técnicas impresas. Además de estas evidencias, se han recuperado restos de paredes de hornos, fragmentos de cerámica de cocina y de mesa con defectos de cocción y otras piezas que formaban parte del utillaje propio de los alfareros, como atifles y rollos.

1 Vid. TORREMOCHA,A.,NAVARRO, I. Y SALADO,J. B.: «Algeciras romana, bizanrina e islámica a la luz delas últimas intervenciones arqueológicas», en Acras de las VJornadas de Histotia del Campo de Gibraltar, Almoraina. 21, Algeciras, 1999, pp. 105-129. 2Sus bondades como puerto de tránsito son reconocidas por al-Rasi, al-Idrīsīe Ibn Galib, noticias que recogen compiladores más tardíos como lbn Sa'id, al-Himyari y al-Qalqašandi. 3 Para rodo lo concerniente can el cerco del Alfonso XI y la capitulación de la ciudad, véanse: CRONICA DEL REYD. ALFONSO EL ONCENO, B.A.E., Edit. Atlas, Madrid, 1953, Caps. CCLXVII al CCCXXXVII y TORREMOCHA SILVA, A.: Algeciras entre la Cristiandad y el Islam. Instituro de Estudios Campogibraltareños, Algeciras, 1994. pp.45-64 y 121-239. IBN JALDÜN: Histoire des Berbères et des dynasties musulmanes de l'Afrique septentrional, Trad. por el Baron de Slane, Nueva edición publicada bajo la dirección de P. Casanova. Paris, 1969, Tomo IV, p. 381.

5ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Casa de Medina Sidonia, nº 21. Traslado autorizado hecho en Jerez de la Frontera el sábado 27 de junio de 1481 deuna carta del rey Enrique IV a los concejos de Jerez y Tarifa sobre los términos de las Algeciras. Editada por LOPEZ DE AYALA, L.: Historia de Gibralrar. Madrid, 1782, Edición facsimil de la Caja de Ahorros de Jerez, Jerez, 1982, Doc N 35. TORREMOCHA SILVA, A. y NAVARRO LUENGO, I.: «Al-Binya: la ciudad palaciega meriní de al-Andalus», en II Jornadas de Arqueologfa Medieval. Berja (Almeria), 1998 (en prensa). GENER BASALLOTE, J. M.: «Excavaciones arqueológicas de dos viviendas medievales islámicas en la Villa Nueva de Algeciras», en Cactaria, nº 2, Museo Municipal, Algeciras, 1998, pp. 87-98. NAVARRO LUENGO, L, y TORREMOCHA SILVA, A.: Excavación arqueológica de urgencia en los bañios merinies de Algeciras (1 Fase)», en Caetaria, nº 2, Museo Municipal. Algeciras, 1998, Reseñas Arqueológicas, pp. 207 y 208. TORREMOCHA SILVA. A.y NAVARRO LUENGO, 1.: «Excavación arqueológica de urgencia en la necrópolis meriní de Algeciras», en Cacraria, nº 2, Museo Municipal, Algeciras, 1998, pp. 99-130, 10 IBN HAYYAN: «al-Muqtabis», Trad. por J. E. Guraieb. Cuadernos de Historia de España, Toma XV, 1951, р. 339. 11 AL-HULAL AL-MAWSYYA: Crónica árabe de las dinastías almorávide, almohade y benimerin. Trad. por A. Huici Miranda, Tetuán, 1952. Tomo 1. p. 66. 12 TORREMOCHA SILVA, A.. Op. Cit.,(1994), pp. 84-86.

13AL-HIMYARI: «Kitāb ar-Rawd al-M'itare, Trad. por E. Lévi-Provençal en La Péninsule Ibérique au Moyen Age, Leiden. 1938, р. 92. 14 NAVARRO LUENGO, L y TORREMOCHA SILVA,A.: «Aportaciones de la arqucología al conocimiento de alBinya o Villa Nueva de Algeciras, Il Jornadas de Arqueología Medieval, Berja (Almeria), 1998 (en prensa). 1 FAGNAN, E.: «Extraits inédits relatifs au Maghreb», Géographie ert Histoire, 1924, Argel, p. 142. 16 LECLERC, L.: Histoire de la Medicine Arabe exposé complet des traductions de Grec. Burt Franklin. 1876. Nueva York, p. 571. 17 AL-IDRISI: Geograffa de España, Edic. Anubar, 1974, Valencia, p. 14. 18 AL-HIMYARI: Op. Cit., p. 92. 19 IBN ABI ZAR': Rawd al-Qirțăs, Trad. por A. Huici Miranda, Textos Medievales, nº 13, 2ª Edición, Valencia, 1964, Tomo II, p. 681. 20 TORREMOCHA SILVA, A. y NAVARRO LUENGO, I.: Op. Cit.,en Caeraria, nº 2, Museo Municipal, Algeciras, 1998, pp. 99-130.

21 CRONICA DE ALFONSO DÉCIMO, B.A.E., Edit. Atlas, Madrid, 1953, Tomo LXVI, pp. 56 y 57.

22(En diciembre de 1275-enero de 1276) Queriendo poseer, sobre el litoral y junto al puerto, una ciudad en la que poder instalar sus trropas y tenerlas aisladas con el fin de librar a los habitantes del país de sus violencias y exacciones, cligid (Abü Yüsuf) un emplazamiento en las cercanfas deAlgeciras y dio orden de elevar en aquel lugar los edificios necesarios. Esra nueva ciudad fue construida bajo la dirección de un hombre de su confianza y recibió el nombre de al-Binvas (IBN JALDÜN. Op. Cir.. Tomo IV. p. 81).

23 IBN ABI ZAR': Op. Cir., Tomo II. pp. 734.

24 CRONICA DE ALFONSO DÉCIMO, Op. Cit., p. 57.

25...volvió el emir de los musulmanes a Algeciras, donde entró el 27 de sha'ban (28 de octubre de 1285) y encontro que el alcazar que construla en la ciudad nueva, la sala de audiencias (mexuar) y la mezquita se habian terminado por completo. IBN ABI ZAR' Op. Cir., Tomo Il, påg. 681.

26 En los días de su reinado (Abü Yüsuf), construyó dos ciudades-fortaleza. Una de ellas fue la dichosa Fas alYadid que adopró como sede de su monarquia... La segunda es la ciudad que construyó también para su proріа residencia a las afueras de Algeciras...En ella moraban él, sus familiares y visires, pues sentia verguenza de que la gente de Algeciras se viera en el apuro de tener que alojarle cuando pasaba a la Península para hacer el yihad. En ambas ciudades construyó aljamas, alminares, alcázares, baños, acequiasy puentes en los caminos.... Al-Dajira al saniyya, edición de 'Abd al-Wahhab Ibn Manşür, Rabar. 1972, p. 90. Vid. También IBN MARZÜQ: El Musnad: Hechos memorables de Abū-I-Hasān, sultân de los Benimerines, traducción y notas por M-J. Viguera Molins, Madrid, 1977. p. 102

27 Se hace mención al consulado catalán de Algeciras en sendos documentos de 1356 y 1359 (A.C.A.. Registra 1.402, fol. 38 vo y Registro 1.403, fol. 128). 28 Sobre la siruación penosa que sufrió Algeciras durante el reinado de Pedro 1, véase: TORREMOCHA SILVA, A.: Op. Cit., (1994), pp. 270-272 y 285-296,

29 GENER BASALLOTE, J.M.: «Aproximación a la Evolución Urbanistica de la Villa Nueva de Algeciras desde la perspectiva Histórico-Arqucológica», Caeraria, nº 1. Museo Municipal, Algeciras, pp. 53-65 y del mismo aucor: Excavaciones arqueológicas de dos viviendas medievales islámicas en la Villa Nueva de Algeciras», Caeraria, n° 2, Musco Municipal, Algeciras, pp. 87-98.

30 Dos fragmentos de este ripo de tinajas que conservan parte del cuerpo y les cuellos completos, recuperados de un pecio, cerca de la Isla Verde, se custodian en el Museo Municipal de Algeciras. 31 Tinajas de muy similar forma y factura (tendentes a globular, programas decorativos estampillados en franjas horizontales y con cubierta vítrea de color verde) se han hallado en Ceuta, Granada, Málaga, Prado del Rey y Cafios de Meca (Cádiz). J. Aguado Villalba recoge cinco tinajas muy parecidas a las algecireñas cuyo centro de producción él sitia en Córdoba (nº 17, 18 y 19) y Sevilla (N 90 y 91) (AGUADO VILLALBA. J.: Tinajas medievales españolas. Islámicas y Mudéjares, C.S.I.C. y Diputación de Toledo, Madrid, 1991).

37TORREMOCHA SILVA, A.: La cerámica islámica estampillada del Museo Municipal de Algeciras», Caetaria, nº 1, Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano», Algeciras, 1996. pp. 93-119.

33 PUCHE ACIEN, C: El vidrio de época Almohade en al-Andalus: primera aproximación formal», en IV CA.M.E., Tomo III, pp. 927-935. 34 Una lámpara de seis bocas situadas en torno a una copa fue hallada en la Alhambra (LLUBIA, L. M.: Cerámica medieval española, Edit. Labor, S.A., 2 Edición, Barcelona, 1973, p. 79).

35 Este morivo aparece estampillado en un fragmento de brocal que se expone en la Sala III del Museo Municipal de Algeciras, que fue publicado en el articulo citado en la nota anterior con No de Catálogo 25.

36 Agradecemos a María Jesús Viguera Molins y Virgilio Martinez Enamorado la lectura del grafito. Es muy posible que al disponer el maestro alfarero de cuños diversos con dobles motivos para estampillar, éstos estuvieran ordenados y numerados convenientemente con el fin de poder acceder a ellos sin dificultad. Delpy recoge varios cuños o matrices muy similares al de Algeciras hallados en Salé entre 1930 y 1948. El más parecido es también de forma prismárica con los lados mayores cóncavos tallados a cuchillo. Está fabricado en arcilla roja y presenta dos matrices, una de tema floral y la otra epigráfico (al-yumn). Sobre unos de los ladosmayores tiene grabado: 'amal alQubțăli (lo hizo Qubşäli) (DEL.PY. A.: «Note sur quelques vestiges de céramique recueillis a Salé», en Hespéris. Tomo XLII, año 1955, pp. 131, 132 y fig. 1). 37 Son de notable interés, por hallarse en un contexto arqucológico muy bien definido, las grandes tejas curvas que cubren algunas de las sepulturas de la necrópolis merint. Sus dimensiones son, en la mayor parte de los casos, 45 cm. de longitud y 19 cm, de anchura.

38 En opinión de M A. Martínez Núñez, la utilización de la cerămica como material funerario se inicia en época almohade (MARTINEZ NÚÑEZ, M A.: «Epigraffa y propaganda almohade», Al-Qangara, XVIIП, 1997, р. 426). L.os merinfes, continuadores de los almohades tanto en tipologia de formas ceramicas como en motivos decorativos, aportarian una novedad con la fabricación de estas estelas funerarias de cerámica vidriada en verde y decoradas a molde, como lo demuestran los hallazgos realizados en el cementerio de Algeciras. 39 Según M. Torres Balbás, la forma de arco que presentan algunas estelas parece ser la representación simbólica de un mihrăb (TORRES BALBÁS, L.: Op. Cir., p. 15). 40 Desde los primeros tiempos del Islam se usaron marcas externas para señalar los enterramientos (una piedra en la cabecera o dos, una en la cabecera y orra en los pies del difunto) (MARTINEZ NÚÑEZ, M. А. Op. Cit., 1994, р. 419). ACIEN ALMANSA, M. y MARTÍNEZ NÚNEZ,M. A.: Catalogo de inscripciones árabes del Museo de Málaga. Ministerio de Culrura, Madrid, 1982, nº 48, Lám. LV, fig. 1 y MARTINEZ NÚÑEZ, M A.: Op. Citr., 1994, p. 440. 42 ACIÉN ALMANSA, M. y MARTINEZ NÚÑEZ, M+ A.: Op. Cir., nº 49 y Lám. LV, fig. 2.

43 ARIE, R.: España musulmana (siglos VIII-XV), en Historia de Espana dirigida por M. Tuñón de Lara, Tomo III, Edit. Lábor, 1 Edición. Barcelona, 1982, р. 300.

4SOTOMAYOR Y MURO, M.: «Hornos romanos de anforas en Algeciras», X Congreso Nacional de Arqueologia (Mahón, 1967), Edic, de las actas en 1969, p. 389-399. 45 BERNAL CASASOLA, D.: Excavaciones arqueológicas en el alfar romano de la Venta del Carmen, Los Barrios (Cádiz). Una aproximación a la producción de ánforas en la Bahía de Algeciras en Epoca Altoimperial, Universidad Autónoma de Madrid y Ayuntamiento de Los Barrios, (Cádiz), Madrid, 1998. 46 SANTACANA Y MENSAYAS: Antiguo y Moderno Algeciras, Algeciras, 1901. 47 Pero Marin refiere que el caurivo Domingo de Merlán fue vendido en Algeciras por doce doblas a Mahomar el ollero, durando su cautiverio más de un año (PERO MARIN, Miraculos romançados-año 1285 recogidos por Fray Sebastián de Vergara en Vida y milagros del thaumaturgo espanol Moysés segundo, Redemptor de Cau tivos, abogado de los felices partos, Santo Domingo Manso, Abad benedictino, reparador del Real Monasterio de Sanco Domingo de Silos, Madrid, 1736, р. 201).

48 TORREMOCHA SILVA, A.: Op. Cir., Cacraria, nº 1. Museo Municipal, Algeciras, pp. 93-119. 49 Vid. nora 37. 50 Vid. nota 9

5 Siguiendo la hipótesis de M. Acién Almansa, se podrían relacionar los complejos programas decorativos de la cerámica estampillada algecireña y el extendido uso del vedrío verde en tinajas, brocales y estelas funeratias, como elemento diferenciador de la producción cerámica de la capital meriní en al-Andalusy como medio de propaganda política (Véase: ACIEN ALMANSA, M.: «Cerámica y propaganda en época almohade», en Arqueologia Medieval.4. 1996, pp. 183-191)

8. Conclusiones

El primer intento de sistematización de la cerámica algecireña fue acometido en 1996 por uno de los firmantes8, centrándose en las tinajas y brocales de pozo-aljibe con decoración estampillada. A pesar de la presencia de varios ejemplares la Villa Vieja y el Cerro de la Horca, la mayoría de los fragmentos estudiados procedía de la Villa Nueva, tanto de hallazgos casuales como de las primeras intervenciones arqueológicas de urgencia que, por aquellas fechas, comenzaban a dar sus primeros frutos. Posteriores estudios aproximativos a la cerámica procedente de la Villa Nueva algecireña se centraron en los conjuntos exhumados en las intervenciones arqueológicas de urgencia realizadas en C/ Cánovas y en la necrópolis meriní de la Puerra de Gibralrar.

En ambos trabajos se presentan las características generales de los conjuntos cerámicos recuperados, proponiéndose cronologías que oscilan entre finales del siglo XIII y mediados del siglo XIV.

El presente trabajo constituye, pues, el primer intento de analizar de forma conjunta y con cierta sistematización la cerámica aparecida en las diversas intervenciones realizadas en la Villa Nueva algecireña hasta la fecha. Como se advertía en apartados anteriores, una de las caracteristicas más destacadas de este estudio radica en que se realiza sobre en un conjunto de cerámica procedente de un yacimiento cerrado que ha proporcionado, en las diversas intervenciones efectuadas, una secuencia estratigráfica completa para el período comprendido entre 1285 y 1344.

Esta circunstancia ha posibilitado la elaboración de una tipología centrada en torno a un período cronológico muy preciso y bien documentado por las fuentes, tanto escritas como arqueológicas. En dicha tipología se encuadran, por lo tanto, cerámicas que en otros yacimientos andalusfes presentan una datación menos exacta por la confusión que origina la larga perduración de los tipos y, sobre todo, por las dificultades inherentes a todo contexto estratigráfico muy amplio (existencia de materiales residuales, frecuentes remociones y alteraciones estratigráficas, extrapolación de dataciones erróneas a partir de estudios excesivamente localizados, etc.)

Dada la homogeneidad del lote analizado, por un lado, y sus rasgos distintivos con respecto al resto de las producciones coetáneas, por otro, se puede avanzar que se trata de un conjunto cerámico propio y característico del ámbito meriní. Dentro de este conjunto existen, evidentemente, elementos comunes con ajuares cerámicos procedentes de otros contextos. Sin embargo, abundan los tipos cerámicos con caracteres diferenciados y originales que han de ser interpretadas como de producción local.

En el marco de esta producción local cabría distinguir, a su vez, las cerámicas que responden a tradiciones indígenas de aquéllas otras que habría que adscribir a un teórico «horizonte meriní».

En este sentido, y dado el estado actual en que se halla la investigación del fenómeno merini en Algeciras y el resto de las ciudades que fueron centros políticos de esta dinastía africana, aún no es posible establecer una distinción entre ambas producciones. Un hecho indiscutible es la existencia de tipos cerámicos novedosos en los conjuntos cerámicos de al-Binya; tipos que destacan, bien por la originalidad de sus formas o decoraciones, bien por su porcentaje de aparición con respecto al total del conjunto exhumado. Así pues, si en Ceuta un rasgo distintivo de los contextos de época meriní es la abundancia de jarritas con decoración esgrafiada y pintada, en al-Binya la presencia de dicho tipo cerámico es muy escaso.

Por otra parte, en al-Binya están representados grupos tipológicos, como las cerámicas con decoración estampillada y vidriadas en verde representadas por las tinajas, brocales, estelas funerarias, tapaderas y reposaderos, que son muy raros en el yacimiento ceut( En comparación con la cerámica malagueña coetánea, ésta se caracteriza por la alta proporción de ataifores con decoración en manganeso bajo vedrío verde o bien en azul sobre blanco, la escasa presencia de tinajas estampilladas y la existencia de estelas funerarias de cerámica con decoración en azul y blanco.

Por el contrario, en el yacimiento de al-Binya estos tipos, o bien no aparecen, o cuando lo hacen son piezas claramente identificadas cocomo imporraciones de Málaga, representando, en todo caso, un porcentaje minimo con respecto al total del conjunto.

En resumen se podría decir que los caracteres eres que definen a la cerámica recuperada en al Binya o Villa Nueva meriní, son los siguientes:

a) Homogeneidad cronológica. Todos los lotes exhumados en las distintas intervenciones arqueológicas realizadas en la zonaurbana que ocupó al-Binya han de ser fechados entre finales del siglo XIII y mediados del siglo XIV, con un preciso término post quem en 1279 y ante quem en 1344, año de la conquista cristiana.

b) Variedad tipológica. En los numerosos fragmentos estudiados se haya presente la mayoría de los tipos característicos de los ajuares cerámicos musulmanes bajomedievales estudiados en Mallorca, Valencia y Murcia y en proceso de estudio o revisión en Ceuta y Málaga. c) Diferencias con centros productores cercanos.

La cerámica de al-Binya presenta características que la diferencian de los conjuntos hallados en otras ciudades cercanas, como Ceuta o Málaga. Estas diferencias se centran, sobre todo, en la frecuencia de aparición de determinados tipos y en la ausencia o exclusividad de otros.

d) Novedades tipológicas. Una de las principales características de la cerámica hallada en alBinya es la presencia de tipos novedosos en el contexto de al-Andalus a lo largo de los siglos XIII y XIV, como algunos contenedores de fuego (policandelón y lamparillas) y, sobre todo, las originales estelas funerarias.